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·Quizá resulten más realistas estos supuestos si reducimos toda

5. En un sistema bipartidista es racional que los partidos m..


citen a los votantes a comportarse irracionalmente me- k J ~mática política a una sola cuestión crucial: ¿en qué medida
debe intervenir el gobierno en la economía? Si suponemos que
diante programas vagos y ambiguos.
el extremo izquierdo de la escala representa el pleno control
póblico y el extremo derecho una economía de mercado comple-
. taniente libre, podemos ordenar los partidos de acuerdo con su
I. LA ANALOGIA ESPACIAL Y SU USO
postura en esta cuestión de una manera que sea aceptada casi
PREVIO
upiversalmente como exacta. A fin de coordinar esta orientación
Para llevar a cabo este análisis vamos a tomar Y izquierda.-derecha con nuestra escala numérica, suponemos arbi-
un esquema original de Harold Hotelling. ~pareció .por pri_mera trariamente que el número que señala la posición de d eterminado
vez en un conocido artículo sobre competencia espacial pubhca~ Jjartido indica el porcentaje de la economía que aquel desea dejar
en 1929 y lo perfeccionó más tarde Arthur Smithies 1• Nuestra a·la iniciativa privada (excluido el mínimo de operaciones públi-
versión del mercado espacial de Hotelling consiste en una es~ cas que aceptan hasta los economistas más liberales). Así, la posi-
lineal de O a 100, contando de izquierda a derecha, como es usual ción de la extrema izquierda es cero y la de extrema derecha 100.
Para darle sentido político, suponemos que _las preferencias pói{.I. '1or 1 supuesto, el esquema es poco realista por las dos razones
ticas pueden ordenarse de izquierda a derecha de una man~t siguientes: 1) en realidad los partidos son izquierdistas en unas
que aceptan todos los votantes. No es preciso que estén ._·de cuestiones y derechistas en otras; 2) los partidos calificados de
acuerdo sobre el punto que personalmente prefieren; basta CQJ\ extrema derecha en el mundo real defienden más bien el control
que lo estén sobre la ordenación de los partidos entre los <Loí fáséista de la economía que el mercado libre. De momento, sin
extremos. •Bargo, prescindiremos de estas limitaciones y veremos qué
Suponemos, además, que las preferencias de cada votante tie,, ton<:lusiones de interés podemos obtener de la analogía espacial.
nen un solo máximo y que decrecen monótonamente a ambos la~ Tanto Hotelling como Smithies han aplicado a la política sus
dos del mismo (a no ser que el máximo se halle en uno de los: "tetSiones del modelo. Hotelling suponía que los ciudadanos se
extremos de la escala). Si, p. ej., un votante prefiere la posición 35• ban distribuidos por igual a lo largo de la escala lineal y
podemos deducir directamente que prefiere así mismo la 30 a la 2f ~ a que la competencia, en un sistema bipartidista, haría que
y la 40 a la 45. Prefiere en todos los casos el punto X al Y si · )>artido se moviera hacia su oponente ideológico. Se produ-
primero está más próximo a la posición 35 que el segundo y . esta convergencia porque cada partido sabe que los extre-
bos se hallan en el mismo lado de aquella. La pendiente dese~ ilkistas de su lado de la escala le prefieren a la oposición por ha-
dente desde el máximo no es necesariamente igual a amb . _necesariam,ente más próximo a ellos que el partido de
lados, pero damos por supuesto que no existe gran asimetr~ 1c1ón. De ah1 que el mejor camino para atraer más partida-
.sea moverse hacia el otro extremo para así dejar mayor nú-
1 HAROLD H0TELLING: "Stability in Competition", The E cono "
, de votantes por la parte exterior de la escala, es decir, para
Journal, XXXIX (1929), 41-57, y ARTHUR SMITHIES: "Optimum Locatibill
in Spatial Competition" , The Journal of Political Economy, XLIX (1941 se en~re ellos y su oponente. Según van aproximándose
423-39. Sobre otros aspectos del problema de la competencia espaci pos , ~art1dos, se tornan más moderados y menos extremistas
véase F. ZEUTHEN: "Theoretical Remarks on Price Policy: Hotelling'~ pohtica en su esfuerzo por ganarse a los votantes cruciales
Case with Variations", Quarterly Journal of Economics, XLVII (1933
231-53; ERICH ScHNEIDER: "Bemerkungen zu einer Theorie der Rauut•
'.c entro,. es decir, aquellos cuyas opiniones les sitúan entre
wirtschaft", Econometrica, III (1935), 79-105; A. P. LERNER y H. W. S~ bos partido~. Esta zona central disminuye progresivamente al
GER: "Some Notes on Duopo!y and Spatial Competition", / ournal of Poli- . los ~artidos de captar los votos moderados; finalmente,
tical Economy, XL V (1937), 145-86, y AuGUST LóSCH: The Economics of¡
Location (New Haven: Yale University Press, 1954). ~
~ parti_dos te_rmin~n por adoptar programas y acciones casi
61:i"t:teos. S1, p. eJ., existe un solo votante en cada punto de la
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escala y los partidos A y B se hallan inicialmente en las posic· ~g. 2). Si nu~vamente situamos inicialmente los partidos A y B
nes 25 y 75, respectivamente, se aproximarán entre sí t• pu las posiciones 25 y 75, respectivamente, convergerán rápida-
¡1nente en el centro. La posible pérdida de extremistas no estor-
juntarán en la posición 50, suponiendo que se mueven a la m1_sma
velocidad (Fig. 1). Al igual que las dos tiendas de comest1blq .hará su movimiento de aproximación mutua, ya que son muy
del conocido ejemplo de Hotelling, convergerán hacia la m!sm:t ¡,ocos los votantes marginales que se pierden comparados con el
localización hasta que prácticamente todos los votantes sean m~ eran número que gana en el centro. En cambio, si modificamos
)¡¡ distribución y la dejamos tal como aparece en la figura 3, los
ferentes con respecto a ellos.
putidos no se moverán en absoluto de sus posiciones iniciales
A -- -- a .en 25 y 75; si lo hicieran, perderían muchos más votantes en
los extremos que los que podrían ganar en el centro. Por tanto,
o 25 so 75 100

FIG. l.

Nota para las figuras 1 a JO: Horizontalmente se represe~ta la orient~ci<W


política (véanse págs. 124-125). Verticalmente, el numero de c1ud•
danos.

Smithies perfeccionó el modelo introduciendo una deman


elástica en cada punto de la escala. Así, al alejarse de los extr o 25 50 75 100

mos las tiendas de comestibles perdían clientes a causa A- +- 8


aumento de los costes de transporte, lo que les impedía junta F1G. 2.
en el centro. En nuestro modelo sucede algo análogo, ya que f,
los extremistas políticos les disgusta la identificación de los sistema bipartidista no conduce necesariamente a la conver-
tidos y se niegan a votar por cualquiera de ellos cuando s~ pa~ <:_ia en la moderación que predijeron Hotelling y Smithies. Si
cen demasiado. El punto exacto en que la fuga de votantes 1m?1 preferencias de los votantes se distribuyen de modo que los
la converoencia entre A y B depende del número de extrem1s c,tantes se amontonen bimodalmente junto a los extremos, los
que pierd~ cada partido al moverse hacia el centro en compa tidos seguirán siendo una especie de polos ideológicos opuestos.
ción con el número de moderados que gana con ello. La posibilidad de que los partidos dejen de converger ideoló-
ente en el sistema bipartidista depende de la negativa de
\fOtantes extremistas a apoyar a cualquiera de ambos partidos
II. EFECTOS DE DIVERSAS DISTRIBUCIONES · se asemejan, aunque no se identifiquen. En un mundo de cer-
DE VOTANTES en el que la información fuera completa y gratuita, en el
e la votación no se orientara al futuro y en el que el acto de
A) EN SISTEMAS BIPARTIDISTAS tar no obligara al consumo de recursos escasos, la abstención
Introduzcamos ahora una variación importante en el model<>t los extremistas sería irracional. En tanto exista la mínima
la distribución desigual de los votantes a lo largo de la escallt.. rencia entre A y B, los extremistas deberían votar por el par-
En lugar de suponer que existe un solo votante en cada pun o más próximo a ellos, por mucho que les desagradara su
de la escala, supongamos que son 100.000 los votantes Y qu~ 'tica en comparación con la de su gobierno ideal. Lo racional
preferencias dan lugar a una distribución normal con media ' por definición, elegir el bien mayor en lugar del menor o el

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mal menor en lugar del mayor; la abstención sería, pues, irracio- tll6¡ ya que son muy pocos los votantes moderados. Además, ese
nal, por aumentar las oportunidades de victoria del partido peor. posible partido de centro solo podría gobernar en coalición con
Pero, incluso en un mundo de certeza la abstención es racio- IIIIO ae los partidos extremistas, lo que eliminaría al otro y, por
nal si los votantes extremistas se orientan al futuro. Están dis• auto, no resolvería el problema básico. En tal situación, a
puestos a dejar ganar hoy al partido peor con el fin de que el menos que exista algún modo de mover a los votantes hacia el
partido mejor no se mueva hacia el centro y así se encuentre centro de la escala y suprimir su polarización, no funcionará bien
más próximo a ellos en elecciones futuras. Así, cuando final• en absoluto el gobierno democrático. De hecho, ningún gobierno
mente triunfe, su victoria les resultará más valiosa. La abstención p¡:x!ría agradar a la mayoría del pueblo, por lo que la situación
constituye, pues, en este caso _una amenaza contra el partido })(!dría desembocar en la revolución.
más próximo a la posición extrema propia para mantenerlo ale•
jado del centro 2•
La incertidumbre acrecienta la posibilidad de que los votan7
tes extremistas racionales se abstengan si el partido más próxi•
mo a ellos se mueve hacia su oponente, aun cuando no se identi•
fique ideológicamente con este. Cuarido la información es limi_•
tada y costosa, es difícil detectar las diferencias infinitesimales
entre los partidos. Diferencias incluso significativas pueden pasar
inadvertidas a aquellos radicales cuyas opiniones son tan escasa•
mente extremistas que todos los moderados les parecen iguales. o A 50
Esto significa que el umbral diferencial de dichos extremistas
FIG. 3.
es probablemente muy elevado; a su juicio, las pequeñas dife-
rencias entre los partidos moderados son despreciables, es decir,
poco realistas, a la hora de decidir sobre cómo votar. El ciclo político típico de las revoluciones puede considerarse
Una vez demostrada la racionalidad de la abstención de los eomo una serie de movimientos de los ciudadanos a lo largo de
votantes extremistas, volvamos a la distribución bimodal de vo- 11 eséala política 3• Previamente al levantamiento, la anterior dis-
tantes con modos próximos a cada extremo (Fig. 3). En un siste- ción centralizada comienza a polarizarse en los dos extre-
ma bipartidista, el partido vencedor tratará de practicar una al paso que el gobierno va situándose en una posición cada
política radicalmente opuesta a la ideología de su oponente, ya más antagónica de los que se sienten oprimidos. Cuando la
que ambos se bailan en extremos opuestos. Esto significa que la tribución se ha polarizado tanto que uno de los extremos
política del gobierno será muy inestable y que la democracia e por la fuerza una política aborrecida por el otro, estalla
dará probablemente lugar al caos. Por desgracia, es improbable lucha abierta y una camarilla de eventuales vencidos toma el
que surjan partidos equilibradores de centro. Si alguno surge,. er. Este paso radical de un extremo a otro es en parte el res-
terminará por moverse hacia un extremo u otro para atraer ade~ sable del reino de terror que caracteriza a la mayoría de las
luciones; los nuevos gobernantes tratan de eliminar a sus
2 En realidad, como los votos son muy numerosos, cada votante indi• 3 La descripción siguiente no debe considerarse una explicación causal
vidual tiene tan escasa influencia en las elecciones que sus actos no las revoluciones; se trata, más bien, de una traducción de los sucesos
pueden considerarse, desde un punto de vista realista, como una amenaza e ocurren en las mismas a movimientos a lo largo de la escala propuesta.
a ningún partido ni suponemos dadas las acciones de todos los dem ello no ensayamos la discusión de por qué las revoluciones se ajustan
ciudadanos. Como en el cap. 13 nos ocupamos por extenso de este pr ciclo descrito. Un análisis de este problema puede verse en LYFORD P.
blema atomístico, aquí lo eludimos suponiendo que cada sujeto se com, :W.utDs: The Natural History of Revolution (Chicago: University of
porta como si su voto tuviera una elevada probabilidad de ser decisi'fo.. o Press, 1927).

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precursores para librarse de su encarnizada opos1c1on.
mente, la violencia se agota a sí misma, se llega a un nuevo con•
bttc!npesar ~~ estda supersimplificación, es evidente que la distri-
numenca e los votantes a lo largo de 1 ,.
senso acerca de los principios de la revolución y se centraliza determina en gran medida el tipo d d . a escala poht1ca
Dará A , . . . e emocrac1a que se desarro-
de nuevo la distribución, con frecuencia bajo una nueva dicta- . s1, p. eJ., una distribución como la de la figura 2 f d
dura, tan rígida como la antigua, pero no enfrentada con una po- ª.crear u~ sistema bipartidista en el que ambos partidos se ~:~ e
larización tan marcada 4• ~adt 1u;¡to al _centro, en posiciones relativamente moderad::
En circunstancias más normales, en países en que existen dos est ebl ipo e fob_1emo disfrutará probablemente de una polític~
clases sociales opuestas y una insignificante clase media, la dis- a e y, cua quiera que sea el partido en el poder, su política
tribución numérica se halla probablemente sesgada hacia la iz-
quierda, con una pequeña moda en el extremo derecho (Fig. 4).

o A
8 ,oo
FIG. 4. FIG. 5.

La moda grande de la izquierda representa la clase baja o traba..


jadora; a la derecha se halla la clase alta. Aquí la democrac~
si es que funciona, dará lugar a la instauración de un gobierno
izquierdista por la preponderancia numérica de _las clases bajas.
El miedo a este resultado ha sido precisamente el motivo por el,
que muchos aristócratas europeos han luchado contra la intro- ~ NÚMERO DE PARTIDOS EN EL EQUILIBRIO
ducción del sufragio universal. Por supuesto, nuestro esquema
Antes de examinar la dinámica de los sistemas multiparti-
supersimplifica considerablemente la situación. En nuestra ~ s hen:ios de s~brayar que nuestra versión política del modelo
cala política todos los votantes tienen igual peso, pero de he . ;8otelling ~o tiene las limitaciones de la versión económica
la distribución desigual de la renta otorga a un grupo numéric,a.-, _da por el. En el m_ercado espacial de Hotelling resultaba
mente pequeño un control del poder político desproporcion~ t~le llegar a_I equilibrio estable con más de dos tiendas de
en relación con su tamaño, según vimos en el capítulo 6. tibies. Las situadas en el centro sufrirían siempre los efectos
la c~nvergencia desde ambos lados; procurarían, pues, saltar
· 4 La aplicación de este modelo a las revoluciones la sugirieron RO- ~nctma de las ?tras y situarse en los laterales para no ser
bert A. Dahl y Kenneth Arrow. El profesor Dahl desarrolla un modelG Jadas. No habta modo de restringir la perfecta movilidad
similar en A Preface to Democratic Theory (Chicago: University el
nsa de este desequilibrio. '
Chicago Press, 1956), págs. 90-102.

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resulten elegidos al menos algunos de sus miembros, el partido
Ahora bien: los partidos políticos no pueden saltar ideológi- ~a de contar con el apoyo de un mínimo de votantes. El tamaño
camente unos por encima de otros. Según vimos en el último ca- de este mínimo depende del sistema electoral en cuestión.
pítulo, la integridad y responsa?ilidad produc~n _un re_lativ~ !n• Para que algunos de sus miembros lleguen al poder, un par-
movilismo que se lo impide. As1, pues, el mov1m1ento 1deolog1~ tido de nuestro modelo ha de ganar más votos que cualquiera de
queda restringido al avance horizontal hasta a lo sumo aproxi- '9s demás que compiten. Esto incita a los partidos sistemática-
marse al partido inmediato a cada lado. Unida a nuestro s~pu_esto mente perdedores a fusionarse con otros para así captar conjunta-
de distribución desigual, esta característica del modelo casi siem- mente un total de votos mayor que el captado por el partido
pre asegura un equilibrio estable. sistemáticamente vencedor. La amalgama continúa hasta que
Es cierto que pueden introducirse nuevos partidos entre dos todos los supervivientes cuentan con una oportunidad razonable
ya existentes y adyacentes, o por la parte exterior de uno de ello~. _de ganar una mayoría de los votos emitidos, único camino seguro
No obstante, esta posibilidad no perturba a largo plazo el equt· para llegar al poder. Así, pues, cuando dentro de una estructura
librio estable, por dos razones. La primera, ~orque, una ve~ na· electoral de pluralidad el vencedor «se queda con todo», el sis-
cido el partido, ya no puede saltar por encima de sus vecmos, tem~ tiende a ser bipartidista 6•
según ya explicamos. La segunda, porque existe un límite al nú- Cuando la representación es proporcional, el partido que ob-
mero de partidos que puede soportar una distribución dada. tiene solo un pequeño porcentaje del total de votos puede situar
Cuando se alcanza ese límite, ningún nuevo partido tendrá éxito. algunos de sus miembros en el gobierno, ya que son frecuentes
Los existentes en ese punto se ordenan mediante la competencia, les gobiernos de coalición 7 • Por tanto, el mínimo de apoyo nece-
de modo que ninguno de ellos pueda ganar más votos movién- sario para que el partido siga subsistiendo es mucho menor que
dose a la derecha que los que con ello pierde por la izquierda, Y en un sistema de pluralidad, por lo que se estimula el multiparti-
viceversa. El sistema político alcanza así una situación de equi- dismo. No obstante, cada partido debe obtener cierto mínimo de
librio a largo plazo por lo se refiere al número y posiciones de •otantes para situar en el cuerpo legislativo alguno de sus miem-
sus partidos, suponiendo que no cambia la distribución de los bros que eventualmente pase a formar parte de la coalición. Por
votantes a lo largo de la escala. esta razón, una distribución dada de votantes solo puede dar
El que el sistema político contenga dos o más partidos en est~ lugar a un número limitado de partidos, incluso en el caso de
situación de equilibrio depende: 1) de la naturaleza del límite a :representación proporcional 8• Así, pues, las condiciones de equi-
la introducción de nuevos partidos, y 2) de la forma de la distri1-
bución de los votantes. Examinemos ambos factores por este 6 Para un estudio más amplio de esta afirmación, véase V. O. KEY JR.:
mismo orden. J>olitics, Porties and Pressure Groups (Nueva York: Thomas Y. Crowell
En nuestro modelo un partido es un equipo de hombres que Company, 1953), págs. 224-31.
• 7 En el próximo capítulo efectuaremos un análisis detallado de los
tratan de conseguir el poder; no sobrevivirá mucho tiempo si problemas planteados por los gobiernos de coalición.
ninguno de sus miembros resulta elegido 5• Pero, a fin de que 8 Otra razón por la que los partidos no pueden proliferar ad infinitum
es que estos son agencias especializadas de la división del trabajo, según
s Esta definición de partido no incluye muchos partidos efectivamentt nplicamos en el cap. 2. Por tanto, no es posible que cada cual tenga su
existentes que continúan existiendo, aun cuando sus oportunidades fmtido político; de hecho, en una sociedad dada existe probablemente
elección son prácticamente nulas; así, p. ej., los Vegetarianos Y los Social 1111 límite preciso, impuesto por la eficiencia, al número de personas que
listas en Estados Unidos. Estos partidos son políticamente irracionalel pieden especializarse en ser miembros de los partidos. El tamaño de este
desde el punto de vista de nuestra hipótesis, es decir, que los motivos q~ !fmite depende de factores como la importancia de la acción del gobierno
postulamos como políticamente racionales no son los que impuls_an ª. en 1~ sociedad en cuestión, la necesidad de representación diferencial (es
miembros. No quedarían incluidos ni aun en el supuesto de rac1onah decir, la dispersión de los votantes a lo largo de la escala), el prestigio
orientada al futuro, ya que la experiencia pasada demuestra que sus opOl'o' IIOcial y la renta económica ligados a la política activa, y el nivel general
tunidades futuras de elección son casi igualmente nulas, a menos que de vida producido por la división del trabajo.
ocurra alguna improbable catástrofe.
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librio se dan tanto en el sistema bipartidista como en ,:[)espués de estudiar el impacto de los dos principales tipos
partidista. dt estructura electoral en el número de partidos del sistema
La estructura electoral vigente en el sistema político pue~e po_Jítico, vamos a centrar nuestra atención en el impacto de la
ser tanto causa como efecto de la distribución originaria de vo• ~tribución de los votantes a lo largo de la escala. Para ello
tantes a lo largo de la escala. Así, si la distribución tiene una sola au_ponemos que esta distribución es el único factor determinante
moda en torno a la cual se concentran casi todos los votantes. ~l número de partidos 10 •
los creadores de la estructura electoral pueden creer que la regla
de pluralidad evitará que se ignore políticamente un grupo nume- l
C) EN SISTEMAS MULTIPARTIDISTAS
roso. O, si la distribución tiene muchas modas pequeñas, los
legisladores pueden elegir la representación proporcional con el r ~:Sistemas multipartidistas, es decir, que cuentan con tres o más

fin de que destacados grupos extremistas tengan voz en ,el ~dos, es probable que se den cuando la distribución de los
gobierno. votantes es plurimodal. La existencia de dos o más modas des-
La causalidad puede también cambiar de sentido, ya que el ~ adas favorece la creación de un partido en cada moda y quizá
número .de partidos existentes modela las opiniones políticas de dos partidos equilibradores entre ellos. La figura 5 representa
las nuevas generaciones e influye en su posición dentro de la !lIJ.¡; ejemplo extremo de esta estructura : los votantes se hallan
escala. En una ·e structura de pluralidad, como se estimula el ~trjbuidos por igual a lo largo de la escala (sobre XX'), es decir,
bipartidismo y los dos partidos usualmente convergen, los gustos que cada punto de la escala constituye una moda (podría tam-
de los votantes pueden llegar a ser relativamente homogéneos il bién decirse que la distribución carece de modas). No obstante,
largo plazo; en cambio, en una estructura de representación pro- JI.O' cabe montar un partido en cada punto si suponemos que la
porcional puede suceder lo contrario. estructura electoral admite solo cierto número de partidos que
De este análisis se desprende que tanto la estructura electoral · ~mpitan por el poder con posibilidades razonables de éxito.
como la distribución de los votantes influyen notablemente ~ Surgirá, pues, a lo largo de la escala un número definido de par-
la determinación del número de partidos que coexistirán en una tidos que maniobrarán hasta que la distancia entre cada uno y
democracia dada en el equilibrio. Ambos factores se influyen entre ay. ,.inmediato adyacente sea la misma para todos ellos. En la
sí indirectamente, pero a la vez causan cierto impacto indepen~ jgur-a 5 hemos supuesto que el total de partidos se limita a
diente. Así, p. ej., si se establece el sistema de representación cuatro; en el equilibrio, pues, se espaciarán tal como aparece en
proporcional en una sociedad en que la distribución de los votan• Ja figura (suponiendo que los extremistas se abstienen si los
tes tiene una sola moda y una pequeña varianza, es posible que partidos A y D se mueven hacia el centro) 11 •
en el equilibrio solo existan dos partidos, por no haber en la
escala espacio político suficiente más que para que ganen apoyo J¡ts' ~ecciones sobre base estrictamente nacional. En el próximo capítulo
significativo dos posiciones diferentes 9 • ~entamos un modelo de representación proporcional en el que pueden
&se estos pequeños pero poderosos partidos.
!º Por supuesto, son muchos los factores que influyen en el número d e
9 Este ejemplo prescinde de la posibilidad de un tercero y poco nu~ f!rtidos en un sistema dado, pero la mayoría de ellos pueden subsumirse
meroso partido situado en una crucial posición equilibradora entre otros ,:o. la estructura electoral (que acabamos de estudiar) y en la distribución
dos grandes partidos. En realidad, este resultado es también posible en ~ los votantes (que vam os a estudiar en seguida).
un sistema de pluralidad si el gobierno se elige mediante una serie de l ! Según van apareciendo nuevos votantes en la escena, pueden agru-
elecciones de distrito en lugar de mediante una sola elección naciona). pse en torno a las cuatro localizaciones en que existen partidos y
Tal como ocurre en Gran Bretaña, un partido pequeño solo puede obtener formar, en consecuencia, una distribución tetramodal como la que mues-
algunos escaños en el cuerpo legislativo, pero, si los dos grandes partidos a la línea de trazos de la figura 5. En otras palabras, una distribución
son igualmente poderosos, su papel decisivo en el equilibrio de poder ,eifectamente uniforme no es probablemente estable en el transcurso del
puede mantenerle en activo aun cuando nunca ocupe el poder directa• :tiempo, sino que tiende a convertirse en una distribución con modas
mente. Nuestro modelo de pluralidad excluye este resultado por postular llllefinidas y áreas menos pobladas entre los mismos. Esto restringe aún
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Diferencia importante entre una distribución como la de la que considerar las ideologías como factor decisivo de la votación
figura 5 y otra como la de la figura 2 es que la primera no inciia sea de or~ina~i~ más racional en un sistema multipartidista que
a los partidos a aproximarse entre sí ideológicamente. El par• ~ uno b!part1d1sta. A . pesar de ello, según veremos en el pró-
tido B de la figura 5, p. ej., no gana más votos moviéndose há• ~~o capitulo, en un sistema multi?artidista la ideología del go-
cía A o hacia C. Si iniciara un movimiento hacia C, restaría bierno (en cuanto opuesto a los partidos) es con frecuencia menos
votos a este, pero perdería exactamente la misma cantidad en Q)berente que su contrapartida en el bipartidista.
favor de A, y paralelamente si se moviera hacia A . Se quedará,
pues, en 37,5 y mantendrá su pureza ideológica, al contrario del
partido B en la figura 2 12• En este caso el partido B es atraído Ill. ORIGEN DE LOS NUEVOS PARTIDOS
hacia el centro, puesto que, según ya explicamos, moviéndose
hacia A gana más votos entre los moderados de los que pierdt Al analizar el nacimiento de nuevos partidos hemos de dis-
entre los extremistas. tinguir dos tipos de estos. El primero tiene como objetivo ganar
Es, pues, probable que en los sistemas multipartidistas los ilecciones. Sus iniciadores creen poder localizarlo de modo que
partidos traten de distinguirse ideológicamente entre sí y de man• represente un gran número de votantes cuyas opiniones no ex-
tener la pureza de sus posiciones, mientras que en los biparti~ presa ninguno de los ya existentes. El segundo tipo tiene como
distas cada partido tratará de asemejarse a su oponente tarlfü objetivo influir en los ya existentes para que modifiquen su po-
como pueda 13• 1 lítica, o para que no la modifiquen ; no tiene como fin primor-
Este fenómeno ayuda a explicar ciertas peculiaridades de am• . dial el ganar elecciones.
bos sistemas políticos. Si nuestro razonamiento es correcto, los Por supuesto, nadie funda un partido si piensa que jamás con-
votantes de sistemas multipartidistas se hallan probablemente más_ seguirá votos u obtendrá el poder, especialmente si es cierta
expuestos a la influencia doctrinal, en cuestiones de ideología· y nuestra hipótesis sobre la motivación de los partidos. No obs-
política, que los de sistemas bipartidistas. Los votantes de estos tante, algunos partidos, fundados por hombres perfectamente ra-
se amontonan en la zona moderada en que sitúan ambas ideolo- cionales, constituyen simples amenazas a otros partidos y no
gías, por lo que es probable que consideren factores decisivos .Ja intentos de conseguir poder o prestigio inmediatos. Ejemplo de
personalidad, la competencia técnica o cualquier otro no ideoló- estos fue el Partido de los Derechos de los Estados, de 1948, cuyo
gico. Como no es realmente grande la gama de opciones políti• ~~tivo consistía en amenazar a los demócratas por su política
cas, necesitan a veces otros factores para diferenciarlos. :de·,derechos civiles. Estos partidos de chantaje se orientan al
En cambio, los votantes de sistemas multipartidistas cuenta& :futuro, pues su propósito es modificar en fecha futura las op-
con una amplia gama de opciones ideológicas, con partidos que ~ ones ofrecidas a los votantes por los partidos existentes.
recalcan, en lugar de atenuar, sus diferencias doctrinales. De ahí Con frecuencia resulta dificil distinguir entre estos dos tipos
1
de -par-tidos, ya que muchos de los fundados con el fin primordial
más las formas de entrada de los partidos en el sistema, puesto que hace ~e obtener el poder cumplen en realidad la función de influir en
que algunas localizaciones sean más deseables que otras, pero a la :vi:; la _política de partidos ya existentes. Este impacto ha sido t ípico
concentra los partidos existentes en los puntos más favorables. p todos los terceros partidos de la historia de Estados Uni
12 En este momento estamos prescindiendo de la posibilidad de que- B
gane el poder formando una coalición con A, con C o con ambos. ~
~ : jamás alguno de ellos ganó unas elecciones nacionales,
fuerzas que influyen en el movimiento de B cuando se halla en ese tipo pero muchos ejercieron gran influencia en los programas de
de coalición las describiremos en la sec. III del próximo capítulo. · partidos ganadores. Si clasificamos, pues, los nuevos par-
13 Un sistema bipartidista como el representado en la figura 3 no mues- s por su intención, casi todos son del tipo «real», mientras
tra convergencia ideológica. Sin embargo, según ya indicamos, es dudoso si los clasificamos por los resultados, la mayoría, al menos
que este tipo de distribución pueda funcionar como democracia, ya que
el conflicto interno será fuerte cualquiera que sea el partido ganador. la historia americana, son del tipo «influencia». Supondremos,

136 137
no obstante, a no ser que expresamente ~ - último, Y así lo hicieron. Esta maniobra dejó al Partido
que los nuevos partidos que estudiamos µbera! , atr~~ado entre las dos modas del electorado, y su apoyo
ganar elecciones. decrec10 rap1damente hasta convertirse en insignificante 14.
Ningún partido, nuevo o viejo, puede sobrevivir sin ganar El factor crucial fue en este caso el desplazamiento de la dis-
el apoyo de una fracción notable del electorado, apoyo que 11a tribución del electorado a lo largo de la escala política a conse-
de ser lo bastante activo para expresarse en votos en las eleo,.. cuencia de la concesión del derecho al voto a gran número de
ciones. Esto no significa que todo partido haya de situarse jus10 •uevos v~tan_tes, muchos de los cuales se hallaban próximos al
en el medio de un grupo de votantes de nuestra escala polítiCIII ~emo 1zqu1erdo. Cuando se produce un cambio tan radical de
sino que ha de estar más próximo que los demás partidos a ua ~ distribución de los votantes, los· partidos existentes suelen ser
gran número de votantes. Su localización depende tanto de la ~paces de adaptarse rápidamente, a causa de su inmovilismo
de los demás partidos como de la de los votantes. ideológico. En cambio, los nuevos partidos no soportan ese lastre.
libres de compromisos ideológicos, pueden elegir la localización
Area de nuevos
Í votantes
Area de antiguos
votantes ?

o e A 8 100
FIG, 6. A e 8 100
FIG. 7.

Los nuevos partidos suelen aparecer y sobrevivir cuando tienea


la oportunidad de restar gran parte de los adeptos de un partí lbás oportuna en la escala y estructurar de acuerdo con ella sus
más antiguo, situándose entre él y sus antiguos votantes. lleologías. Las oportunidades son especialmente tentadoras cuan-
destacado es el nacimiento del Partido Laborista en Inglater los antiguos partidos han convergido hacia el centro anterior
que representamos de manera un tanto tosca en la figura 6. Ant gravedad a consecuencia del proceso normal del sistema bipar-
de 1900 existían en Inglaterra dos partidos principales: los li yi Y la nueva distribución se halla fuertemente sesgada hacia
rales, A, y los conservadores o tories, B. Sufrían la usual presi o de los extremos o hacia ambos. Esto es lo que aproximada-
de convergencia. Sin embargo, la concesión del sufragio a la el te sucedió con el Partido Laborista.
trabajadora en los últimos años del siglo XIX desplazó el cent¡ 6tra situación que puede dar lugar a nuevos partidos es aque-
de la distribución muy a la izquierda de su antigua posici en que se ha llegado a un punto muerto a causa de una distri-
El Partido Liberal, a pesar de haberse movido hacia la izquierda¡ 14 Es.
. mteresante observa~ que ahora que el Partido Liberal ha perdido
estaba situado a la derecha del nuevo centro de gravedad, a tmament~, ap_º.J:'º• el sistema electoral británico ha vuelto a su anti~
siendo el más izquierdista de ambos partidos. Los fundado ~ patrón b1~artíd1sta. Como el nuevo centro de gravedad está muy
del Partido Laborista advirtieron correctamente que podrían d ,ado del antiguo, el Parti~o Conservador se ha movido hacia la izquier-
plazar a los liberales formando un nuevo partido, C, a la izquier • mucho más que el -".'ªrtJdo Laborista hacia la derecha. No obstante,
una clara tendencia a la convergencia.
138 139
bución de los votantes como la de la figura 3. Cuando los vo ,.,,
tes se acumulan bimodalmente en los extremos de la escala, ~ti~o del tipo influenci~, no del tipo que aspira a la propia
difícil el gobierno democrático pacífico, según ya indicamos. Pp ~1ón. Cuan~o en un sistema bipartidista uno de los dos par-
surgir una facción deseosa de compromiso, alterando con ello tidos se ha aleJado del extremo más cercano a él, aproximándose
distribución hasta parecerse a la representada en la figura J¡¡ al centro moderado, sus adeptos extremistas pueden formar un
Se presenta entonces la oportunidad de formar un nuevo partidi nuevo partido para mantenerse más próximos a la política ante-
en C. Si este partido crece a consecuencia de continuos des rior. En la figura 9 el partido B se ha movido hacia la izquierda
zamientos de votantes hacia el centro, se producirá even dt sus miembros del ala derecha, porque desea ganarse los votos
mente una nueva situación como la representada en la figura l. de la gran masa de votantes situados junto a la moda izquierdista.
Domina el centro, pero se ha escindido en tres partes por hal,f!t Con el fin de amenazar al partido B con la derrota a menos que
surgido nuevos partidos que se aprove·chan de la gran masa .
votantes moderados.

FIG. 9.

B X o retome a la derecha, los extremistas del ala derecha fundan el


putido C, que quizá no pueda ganar por sí solo, pero que puede
FIG. 8. .-n¡,njar las elecciones hacia A al privar a B de los votos ex-
tremistas.
Evidentemente, un importante requisito para la aparición :Para librarse de esta amenaza, el partido B ha de adoptar
nuevos partidos es el cambio de la distribución de los votantes ~ e de la política de C, moviéndose así hacia la derecha y res-
lo largo de la escala política. Una modificación de la univer tando adeptos a C. Con esto causará el hundimiento de C, pero
dad del sufragio, un relajamiento de las opiniones tradicional~ Jlabrá cumplido su propósito de mejorar el programa de uno de
causa de algún suceso catastrófico como la segunda guerra Il\ !ontendientes reales, B, a los ojos de sus partidarios extre-
dial, una revolución social como la que siguió a la industria · ~ - Según ya indicamos, el Partido de los Derechos de los
ción, cualquiera de estos trastornos puede cambiar la posicióq lt;tados, fundado en 1948, tenía justamente este objetivo.
las modas en la escala política. La variación del número de v9 En situaciones como esta es el cambio de la ideología, no de
tes es per se neutral; lo que cuenta es la distribución. Por ti distribución de los votantes, lo que da lugar al nuevo partido.
el sufragio femenino no crea nuevos partidos aun acrecent ideologías de los partidos son relativamente inmóviles en
enormemente el total de votos. los sistemas multipartidistas, por lo que este tipo de nuevo
Hay una situación en la que es fácil que aparezca un nne · o aparece casi exclusivamente en los bipartidistas. El miedo
partido sin variar la distribución de los votantes, pero será estos partidos de chantaje puede contrarrestar fuertemente la
lierza centrípeta normal en estos sistemas.
140
141
IV. COHERENCIA E INTEGRACION IDEOLOGICAS anos ci~d~?anos más que a otros. Por tanto, el partido no tiene
na, pos1c1on ,neta única y universalmente aceptada. Para unos
A) MODIFICACIÓN DE NUESTRO MODELO PARA QUE INCLUYA
1'0tantes es mas _derechista que para otros, y nadie puede presumir
LOS PARTIDOS DE POLÍTICAS MÚLTIPLES
4e estar en lo cierto. Habrá, sin embargo, cierto consenso acerca
En el capítulo 7 vimos que la ideología de los partidos es del ento_rn? qu_e contiene la ~osición neta del partido, por lo que
herente, pero no está integrada, es decir, que no contiene contra• ~ _distingu1r entre partidos derechistas, centristas e iz-
dicciones internas, pero tampoco está estrechamente ligada a d 41U1Crdistas.
terminada Weltanschauung. Esto se debe al conflicto entre las • En tales condiciones, la estrategia racional del partido con-
distintas aspiraciones de los partidos al formular su ideologíat- mte en adoptar una gama de políticas que cubra todo un sector
Por una parte, tratan de atraerse tantos votantes como les sea 4e la escala izquierda-derecha. Cuanto más amplia sea la gama
posible; por otra, intentan aparecer muy atractivos ante los tanto más numerosos se_rán los votantes atraídos por la ideologí~
votantes individuales. El primer deseo implica un programa que J ~ ~programa del partido. Ahora bien: una gama más amplia
contenga una amplia gama de políticas que representen nume- deb~lita el poder de . atracción frente a cada votante, ya que este
rosas posturas ideológicas diferentes. El segundo deseo implica advJerte que el partido defiende políticas que él desaprueba.
una estrecha integración de las políticas en torno al esquema • •sí,_ pues, el juicio del votante sobre cada partido posee dos
filosófico de los eventuales votantes. Obviamente, cuanto mejor ~ns1ones: ha , ~e equilibrar la posición neta del partido (la
se logre uno de los deseos, tanto peor se logrará el otro. media. de sus pobt1cas) con su dispersión (la varianza de las mis-
Podemos representar este dualismo en nuestro gráfico del mas~ a _la, h~ra de resolverse a apoyarlo. Si un partido posee una
espacio político. Pero, en primer lugar, hay que prescindir del media..:1dent1ca a la propia posición (que suponemos toma un
supuesto de que el programa de cada partido solo contiene su solo valor), pero una enorme varianza, el votante puede recha-
postura frente al nivel deseable de intervención pública en la Drlo Y apoyar a ?tro con una media no tan próxima a la suya,
economía. Supondremos, en cambio, que cada partido adopta pero ~on ~a vananza mucho menor. En resumen, los votantes
posturas en muchas cuestiones y que a cada una de ellas puedé le :gUían mas bien por vectores que por escalares de política, y
asignársele una posición en nuestra escala izquierda-derecha 15• cada vector es en realidad una distribución ponderada de frecuen-
En tal caso, la posición neta del partido en esta escala es una c:i&5 de las políticas sobre la escala izquierda-derecha.
media ponderada de las posiciones en todas sus políticas.
Por otra parte, cada ciudadano aplicará diferentes ponderacio,, ESTRATEGIAS DE INTEGRACIÓN EN LOS SISTEMAS
nes a las distintas políticas, ya que cada una de ellas afecta a -»!PARTIDISTA Y MULTIPARTIDISTA

1s Podemos formular este supuesto de la manera siguiente : todos 104 Sup?niendo que cada punto de la escala política representa
ciudadanos están de acuerdo en la ordenación izquierda-derecha de lait
posiciones adoptadas por los distintos partidos en una cuestión dada. •te~mada W eltanschauung, la amplitud de la dispersión de las
No es, pues, preciso que cada ciudadano tenga la misma ordenación cu• ticas de un partido varía en razón inversa de su integración
dina! de posiciones que cualquier otro en la escala izquierda-derecha; at torno a dicha Weltanschauung. Por tanto, el grado de inte-
decir, el ciudadano A puede creer que la posición del partido X en unt ción en la ideología de un partido depende de qué fracción
cuestión se halla en el punto 35, mientras que el ciudadano B puede ere
que la misma posición se halla en el punto 30, pero ambos han de es~ 1a es~ala trata de cubrir con su dispersión de políticas. Ya
de acuerdo en que se halla al mismo lado de la posición del partido J1i os visto que esta fracción es menor en un sistema multipar-
en esa cuestión y en que guarda la misma relación ordinal con las pOli( que en uno bipartidista, simplemente porque al dividir una
ciones de los partidos W, Y y z. Aun cuando en el texto suponemos • tante en dos partes iguales se obtienen porciones mayores
plícitame.nte el acuerdo sobre. la !ocalización exacta de la. posición ~
cada partido con el fin de s1mphficar nuestra argumentación, nuestra(
dividiéndola en mayor número de partes iguales. Si excluimos
conclusiones también se obtienen con premisas puramente ordinales. superposición de dispersiones políticas, podemos concluir que

142 143
l~s ideologías estarán más integradas en los sistemas multiparti• CJ· SUPERPOSICIÓN Y AMBIGÜEDAD EN LOS SISTEMAS
, BIPARTIDISTAS
distas que en los bipartidistas. El programa de cada partido refle-
jará más claramente determinado esquema ·filosófico en torno :-x, Si ~oleramos la superposición en el sistema bipartidista, los
al cual se agruparán más estrechamente sus políticas. Concuerdá r~u:tados son radicalmente distintos de los que acabamos de des-
esto con nuestra anterior conclusión de que en un sistema multi- cnbjr. Los partidos sitúan algunas de sus políticas en terreno de
partidista cada partido trata de diferenciar claramente su producto
01!.0S con el fin de convencer a los votantes de que su posición
de los productos de los demás partidos, mientras que en un sis•
~eta está próxima a la de ellos. La maniobra debe ser muy hábil,
tema bipartidista trata de asemejarse a su rival.
ya_que cada votante asigna un peso diferente a la misma política.
Para explicar esta conclusión vamos a comparar la figura 2
• ~pongamos, p. ej., que son dos los grupos sociales, agricultores
con la 5. En la figura 2, una vez que los partidos A y B se han
Y. trabajadores, cuyas posiciones se hallan, respectivamente, a la
aproximado entre sí junto al centro de la escala, cada cual obtiene
votos de una mitad de la escala. Las opiniones de sus adeptos derecha Y a la izquierda de 50. Sus opiniones son exactamente
varían desde los que ocupan uno de los extremos hasta los del qpuestas en dos leyes, una sobre precios agrícolas de apoyo y
centro; habrá, pues, de instrumentar una dispersión de políticas ótra sobre condiciones laborales. Los agricultores atribuyen a la
que los incluya a todos. Ahora bien: como son más numerbsos · ley agraria un gran peso en sus decisiones sobre cómo votar y
los votantes del centro que los de los extremos, cada partido c;()llSideran la ley laboral mucho menos significativa, mientras que
estructurará sus políticas de forma que su posición neta sea mo- Íos--trabajadores proceden a !a inversa. Cada grupo entiende, pues,
derada, aun cuando haga algunas concesiones a los extremis~ de modo distinto la posición neta del partido en cuestión. En tal
pensando que así no se abstendrán estos, y podrá, además, ga- situación un partido inteligente adoptaría una postura favorable
narse a los centristas acumulados en la posición 50. a•1os agricultores en la ley agraria y a los trabajadores en la ley
En contraste con los partidos de la figura 2, los de la figura 5' iaboral. Con ello puede obtener una posición neta próxima a la
no apelan a una amplia gama de votantes. Su dispersión de polí- 'Tez a ambos grupos, aun hallándose estos tan distantes entre sí.
ticas es mucho menor, y cualquier intento de ampliarla tropieza La posibilidad de contar con una posición neta en varios pun-
con otro partido. Esto restringe la dispersión de cada partido tos--a la vez convierte en racional la estrategia de superposición
aun en el caso de permitirse la superposición. · ea los sistemas bipartidistas. De ahí que los partidos dispersen
El partido B de la figura 5, p. ej., no puede ganar tratando _sus políticas a ambos lados del centro de la escala, donde se
de dispersar sus políticas para agradar a los votantes de las posi• acumula la mayoría de los votantes, tratando de que los incluidos
ciones 10 y 60. Si desea mantener su posición neta en 35, sos en.,.esa zona crean que se hallan centrados exactamente en su
políticas no pueden pasar de 10 y 60. Ahora bien: los partidos A ~ición. Naturalmente, esto da lugar a una ingente superposición
y C están formulando la mayoría de sus políticas para complacer de políticas moderadas.
a los votantes de 10 y 60, respectivamente; por tanto, B no podrt No obstante, los partidos salpicarán estas políticas moderadas
competir con A y C en dichas posiciones. De hecho, B sale ga,,, ~n algunas posturas extremas, a fin de agradar a sus adeptos
nando bastante si concentra sus políticas en torno a 35, ya que más extremistas. Obviamente, cada partido trata de complacer a
esto le libra de dispersarse demasiado y perder terreno en fa"> un _extremo opuesto al complacido por el otro. Por consiguiente,
vor de A y C. Así, pues, en un sistema multipartidista ningúi Jlt:lá fácil detectar a qué lado del punto medio se halla realmente
partido siente un gran estímulo a dispersarse o a superpon étuado cada partido, mirando a las políticas extremistas que
a otro ideológicamente; todos tratarán de integrar estrec adopta. De hecho, a veces es este el único camino para distin-
mente sus políticas en torno a un esquema filosófico definido. cuirlos ideológicamente, ya que la mayoría de sus políticas se
~ñan y superponen en el centro de la escala.

145
144
Evidentemente, ambos partidos tratan de ser tan ambiguos tes e~ e~ sistema bipartidista, conflicto que han constatado ciertos
como les es posible acerca de su posición neta efectiva. ¿Por qué, espec1al1stas del comportamiento político, según se desprende de
pues, no tratan de conseguir ese mismo objetivo siendo igual- la siguiente cita:
mente ambiguos en relación con cada una de sus políticas? En
. La. t~ndencia a la conformidad entre los partidos dentro del sistema
tal caso también su postura acerca de cada política englobaría b1part1d1sta es consecuencia del hecho de que los líderes de los parti-
determinada gama de votantes. Estos no solo atribuyen un peso dos tr~tan de hacerse con la mayoría del electorado. En Ja nación
diferente a cada política, sino que también interpretan de ma• en c~n¡unto no p~ede lograrse la mayoría a base simplemente de los
nera diferente s u significado, ya que cada cual la ve a una luz traba¡adores organizados; tampoco los agricultores cuentan con sufi-
_c1e~t~s votos par~ constituir mayoría; y los hombres de negocios son
que la acerca tanto como es posible a la propia posición. Con dec1d1damente minoría. Dada la adhesión tradicional a un partido u
ello se amplía enormemente el margen . de la escala política en otr~ de grandes. b_loques ~e votantes de todos estos sectores, puede
el que caben diferencias de interpretación de la posición neta del dec1~se que el uruco cammo para que un partido logre la mayoría
partido en cuestión. ~ons1ste en. obt~ner mayor apoyo de votantes de todos los sectores e
·mte:eses. S1 quieren alcanzar éxito en este empeño, los líderes de los
La ambigüedad, por tanto, acrecienta el número
~t1~os no pueden permitirse antagonismos frente a ninguno de los
atraídos por un partido; de ahí que en un sistema bipartidista prmc1p~les sectores de la población. Un modo fácil de contrariar a
los partidos se sientan estimulados a ser tan equívocos como les ~etermmados elementos de la población es adoptar en un momento
es posible acerca de su postura en cada cuestión controvertida. _;,n op~rtuno una postura _d~fmida en una cuestión de importancia. La
Y como para ambos resulta racional el ser ambiguos, ninguno se , sem~¡anza en . su compos1c1ón_ contribuye, pues, a dos aspectos de los
P~_1dos americanos : la seme¡anza de sus opiniones y su recurso siste-
ve obligado por la claridad del otro a adoptar una postura más matico al equívoco y la ambigüedad 16.
definida.
Así, pues, la racionalidad política conduce a los partidos del Nuestro modelo de «espacio político» nos ha llevado exacta-
sistema bipartidista a diluir sus políticas en una bruma de ambi- ?1-ente a la misma conclusión: los partidos tratan de aseme-
güedad. Es cierto que su tendencia a la oscuridad está limitada Jar~e- Y de confundir. Y cuanto mejor lo consiguen, tanto más
por su deseo de atraer votantes a las urnas, puesto que los ciu- difícil resulta a los votantes comportarse racionalmente.
dadanos se abstienen si todos los partidos les parecen idénticos o · ¿_Significa esto que nuestro supuesto de racionalidad conduce
si ningún partido hace promesas contrastables, pero la competen• a una contradicción en el sistema bipartidista? Aparentemente
cia les fuerza a ser mucho menos que perfectamente claz:os cuanto más racionales son los partidos políticos, tanto menos 1¿
acerca de sus posturas. Naturalmente, esto dificulta bastante el ,on los votantes, y viceversa. ¿ Cómo afecta esto a nuestro
voto racional de los ciudadanos; no les resulta fácil descubrir ia<>delo?
qué es lo que apoyan con su voto. Se sienten inclinados a basar
sus decisiones en motivos ajenos a las cuestiones, como la perso-
D) UNA TENSIÓN FUNDAMENTAL EN NUESTRO MODELO
nalidad de los candidatos, la tradición familiar, la lealtad a loS
'
antiguos héroes del partido, etc. Pero como lo único que afecta ara responder a estos interrogantes hemos de revisar breve-
a las rentas de utilidad que obtienen del gobierno son las deci- mente la estructura básica de nuestro mítico sistema político. En
siones de los partidos sobre las cuestiones, si los votantes deciden .Q operan dos conjuntos de su jetos: votantes y partidos. Cada
por otros motivos, están comportándose irracionalmente. Hemos_ ~junto utiliza al otro para sus fines. El objetivo de los votantes
pues, de concluir que el comportamiento racional de los partidOII ,es 1~ consecución d~ un gobie~no que responda a sus deseos, y
políticos tiende a desalentar el comportamiento racional de los ~ SU'ven de los partidos para mstaurarlo. El objetivo de los par-
votantes. :lid.os son las remuneraciones del poder, y se sirven de los votan-
Esta conclusión parece chocante, pues presupone una situacióa
de conflicto entre la racionalidad de los partidos y la de los votan- 16
V. O. KEY JR., op. cit., págs. 231-32.

146 147
tes para conseguirlo. La compenetración de ambos indirectamente a los votantes frente a la irracionalidad. No obs•
figura el sistema político. t.tnte, al ser difícil que los votantes induzcan al gobierno a pro-
El único objetivo común a ambos conjuntos de sujetos es la Jllnlgar leyes contra la ambigüedad y semejanza de programas,
continuidad del sistema. Por lo demás, a ninguno de ellos le pre- strve de poco esta defensa.
ocupa si el otro logra sus objetivos, a menos que también se La segunda defensa consiste en modificar el sistema político
beneficie de su consecución. Por tanto, si un elemento de uno transformándole de bipartidista en multipartidista. Con ello los
de los conjuntos sale ganando al mejorar la capacidad de todos partidos restringirán la dispersión de sus políticas, diferenciarán
los miembros del otro para alcanzar sus objetivos, la mejorará; c,on mayor nitidez sus programas y reducirán la ambigüedad. Sin
Así se desprende de nuestro axioma según el cual el hombre crobargo, dicha transformación dará así mismo Jugar a tremendos
busca el propio bien, y para conseguirlo sacrifica, si es preciso, problemas que, según veremos en el próximo capítulo, no se plan-
el bien de los demás. tean en los sistemas bipartidistas. Es, pues, dudoso que el cambio
Más concretamente: si un partido cree que puede aumentar mejore las perspectivas de votación racional; quizá las empeore.
sus oportunidades de ganar el poder moviendo a los votantes a Tras sopesar todas estas consideraciones, podemos concluir
ser irracionales, su racionalidad le obliga a hacerlo. La única ex- qµe nuestro modelo no es necesariamente contradictorio. Contie-
cepción a esta regla se da cuando la irracionalidad de los votan• JI!', sin embargo, dos conjuntos de sujetos en tensión mutua. Si
tes pueda destruir el sistema político. Como los partidos desean uno de ellos llega a dominar totalmente al otro, el modelo puede
mantenerlo, se comportarían irracionalmente si fomentaran algo resultar contradictorio, es decir, uno de los dos conjuntos de
que pueda hacerlo naufragar. ~jetos puede dejar de comportarse racionalmente. Así, pues, si
No es, sin embargo, obvio que la ambigüedad política y la los partidos logran oscurecer su política con una bruma de gene•
semejanza de ideologías vayan a destruir la democracia. Lo que rilidades y los votantes son incapaces de descubrir cuál es real-
quizá consigan es que la votación sea menos que perfectamente Jnénte el alcance de sus votos, se producirá una crisis de racio-
racional en cuanto mecanismo de selección del gobierno. Ahora nalidad. Como esta es más probable que ocurra en el sistema
bien: la racionalidad, tal como la definimos, no es un concepto multipartidista, pospondremos su análisis para el próximo
dicotómico, es decir, que las posibles situaciones de racionalidaci cap.ítulo.
no se limitan al 100 por 100 y al O por 100. Por tanto, el hecho
de que la votación sea menos que perfectamente racional no la
convierte en absolutamente inútil, sino que simplemente redu<;e V. UN DETERMINANTE BASICO DE LA POLITICA
su eficiencia en cuanto proceso de selección del gobierno. Sabe- DE LA NACION
dores de esto, a los partidos no les disuade el miedo a acabar
con la democracia a la hora de aumentar la ambigüedad e igualar De cuanto llevamos dicho se desprende que uno de los deter-
los programas de otros partidos. minantes básicos del desarrollo de la vida política de una nación
Los votantes cuentan con dos defensas frente a la irraciona-- éS-'. la distribución de los votantes a lo largo de la escala política,
lidad. La primera consiste en delimitar legalmente la actividai suponiendo que nuestro supersimplificado modelo tenga alguna
de los partidos. En Estados Unidos se les o~liga a sumin' ,-plicación al mundo real. En primer Jugar, el número de modos
trar información financiera, a abstenerse de declaraciones fra de- la distribución ayuda a determinar si el sistema político tendrá
dulentas, a someter sus elecciones primarias a control público, 1 P,I'~cter bipartidista o multipartidista, lo que, a su vez, determina
aceptar aportaciones dinerarias solamente limitadas de cada a la ideología de los partidos va a ser semejante y ambigua o
fuente y en general a actuar de tal manera que no les resul11 .Qiferente y definida; aumentan, pues, las dificultades con que
fácil explotar a los ciudadanos. Como sería irracional que es,till tropiezan los votantes al tratar de comportarse racionalmente. En
permitieran a los partidos que les explotaran, estas leyes defienden eegundo lugar, el que la democracia lleve o no a un gobierno

148 149
'
estable depende de si la masa de votantes se halla centrada o ción; 2) una ordenación inequívoca izquierda-derecha de los par-
acumulada en los extremos con escasa densidad en el centro'í tidos; 3) un relativo inmovilismo ideológico; 4) las preferencias
solo en el primer caso funcionará realmente la democracia. · En J!Q1íticas, con un solo máximo, de todos los votantes.
tercer lugar, la estabilidad de la distribución determina si se pro- Este modelo confirma la conclusión de Hotelling de que los
ducirá una continua sustitución de partidos antiguos por nuevos¡ ~tidos de un sistema bipartidista convergen ideológicamente en
o si dominarán los antiguos y los nuevos tendrán que limitar~ ~ ,centro y la adición de Smithies de que el miedo a perder los
a influir en la política de aquellos. v9tantes extremistas es lo que les impide identificarse. Pero des•
Por supuesto, la distribución de los votantes no es el único cubrimos que esta convergencia depende de una distribución uni-
factor básico de la política de una nación. Ciertos teóricos afir• , iiwdal de votantes con una pequeña varianza y la mayoría de
man, p. ej., que el empleo de distritos con elecciones uninomi- S'Q masa apiñada en torno al modo.
nales en lugar de la representación proporcional es la causa prin~ Si la distribución de votantes a lo largo de la escala permanece
cipal del sistema político bipartidista 17• No obstante, tanto si -se aCO,l}stante en una sociedad, su sistema político tiende a moverse
la considera causa como si se la considera efecto de factores más .hacia un equilibrio en el que el número de partidos y sus posi-
fundamentales, la distribución es un parámetro político ~ruciáh c;iQnes ideológicas son fijos. El que los partidos sean dos o más
¿ Qué fuerzas configuran este importante parámetro? A( ca depende: 1) de la forma de la distribución; 2) de si la estructura
mienzo de nuestro estudio suponíamos que los gustos de los vo, electoral se basa en la pluralidad o en la representación pro•
tantes eran fijos, lo que significa que la distribución de votantes P.9rcional.
es un dato. Así evadíamos, como hemos hecho hasta aquí, ·la · En los sistemas multipartidistas no se da tendencia alguna a
cuestión que acabamos de proponer. Pero ni siquiera ahora Pl'l': la 'imitación; de hecho, los partidos tratan de acentuar la «dife-
demos contestar, puesto que los determinantes son tanto histó,: , tenciación ideológica del producto» manteniendo la pureza de la
ricos, culturales y psicológicos como económicos; para analizarlos d~trina. Esta diferencia entre ambos sistemas ayuda a explicar
habría que acometer un estudio que nos llevaría mucho más allá por qué ciertas prácticas son peculiares a cada uno de ellos.
de nuestros propósitos. Los nuevos partidos pretenden de ordinario ganar las eleccio-
Lo único que podemos decir es lo siguiente: 1) que la distri- ne_s, pero con frecuencia sirven de impcrtante instrumento para
bución de votantes es un determinante crucial que configura la iiitluir en la política de los partidos ya existentes. Como los anti-
vida política de la nación; 2) que los principales cambios de 1a guos son ideológicamente inmóviles, no pueden adaptarse rápi-
misma constituyen uno de los sucesos políticos más importantes; damente a las variaciones de la distribución de votantes; en
3) que aun cuando a veces los partidos modifiquen su ideología cambio, los nuevos partidos pueden adoptar la posición que les
para adaptarse a la distribución, tratarán así mismo de mover a ~ulte más ventajosa. En los sistemas bipartidistas pueden sur-
los votantes hacia su localización, alterando con ello -la di~ ,g{t -partidos-influencia siempre que la convergencia haya movido
tribución. a runo de los dos principales a alejarse del extremo y sus adeptos
.c!Jrtremistas deseen hacerle volver a su posición original.
Si suponemos que la posición de un partido en la escala es un
VI. RESUMEN J)l;t'>medio ponderado de las posiciones ocupadas por sus distintas
políticas, es casi seguro que los partidos procurarán dispersarlas
Podemos transformar el conocido mercado espacial de Harold en un esfuerzo por resultar atractivos simultáneamente a diferen-
Hotelling en un útil instrumento de análisis de las ideología$ tes posturas. En el sistema bipartidista los partidos tienen una
políticas añadiéndole: 1) una distribución desigual de la pobla- d,ispersión de políticas mucho mayor, y, por tanto, una integración
de las mismas mucho menor, que en el multipartidista. De hecho,
17 Ya estudiamos este punto en la sec. II de este mismo capítulo. -, .cu los primeros existe una amplia zona de superposición de polí-

150 151
_ticas superpuestas cerca de la mitad de la escala, de modo que
los partidos se parecen mucho entre sí. Esta tendencia hacia la
similitud se ve reforzada por un equívoco deliberado sobre cada
tema en particular. Las políticas de los partidos pueden volverse
tan vagas, y los partidos tan parecidos, que a los votantes les
resulte difícil tomar decisiones racionales. Sin embargo, fomentar
la ambigüedad es el camino racional para cada partido en un
sistema bipartidista.

Un determinante básico del desarrollo político de una nación es


la distribución de sus votantes a lo largo de la escala política. De
este factor, en gran medida, dependerá si la nación tendrá dos o
muchos partidos principales, si la democracia conducirá a un
gobierno estable o inestable, y si los nuevos partidos
reemplazarán continuamente a los viejos o jugarán solo un papel
menor.

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