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UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DE LOS LLANOS

CENTRALES RÓMULOS GALLEGOS


DECANATO DEL AREA DE CIENCIAS POLITICAAS Y JURIDICAS
PROGRAMA DE MUNICIPALIZADO DE FORMACION EN DERECHO
PERIODO LECTIVO 2022-1

EL ABOGADO Y SUS DEBERES


PROFESIONALES

Participantes:
Albert Gómez V-14057721
Francis Ortiz V-29558223
Marco Figueroa V- 16045847
Mayrobi Vásquez V- 19656100
Eleanny Subero V- 20525869
Dulce Escalona V-15823759
Paola Mercado V- 31252910
Alvimar Garcia V- 31597068
Erick Borrego V- 12899698
Adier Tomes V-30742270

MAYO 2022

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INDICE

Pág.
Introducción 3
El Abogado. ¿Quién Es Abogado? Su Ejercicio Y Su Fuerza
Interior 4
Situaciones y Dificultades Que Se Presentan En La Profesión 8

La Abogacía Es Un Arte O Una Ciencia 11

El Abogado Profesional Liberal E Independiente 13

La Deontología En El Profesional De Derecho 16

El Abogado, Sus Derechos Y Privilegios 20

La Moral Individual Del Abogado 24

Conclusión 27
Recomendaciones 28
Referencias bibliográficas 29

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INTRODUCCIÓN

La Deontología Jurídica comprende las reglas del deber y, como tal, tiene
la misión de regular el proceder correcto y apropiado del abogado en su
ejercicio profesional. Esta función la realiza desde el ámbito de los llamados
Códigos Deontológicos que regulan toda la actividad de la Abogacía, los que
a su vez se nutren, indiscutiblemente, de la Moral y la Ética. La deontología
no es más que la ética profesional aplicada, donde sus contenidos
normativos son de acatamiento obligatorio para todos los abogados a los
cuales se dirigen.
Por consiguiente, existen muchos principios rectores de la Deontología
Profesional, entre los más importantes encontramos la justicia, la
independencia profesional, la libertad profesional, la ciencia y conciencia, así
como la probidad profesional. Estos principios brindan contenido y vigencia
práctica a la Deontología Jurídica, desde su eminente carácter preventivo, el
cual algunas veces se muestra vulnerado por actuaciones indebidas de los
abogados y surge, irremediablemente, la posibilidad extrema de imponer
sanciones disciplinarias a éstos.
Puede entonces afirmarse, que en el ejercicio de la abogacía la figura del
abogado representa una pieza fundamental en el funcionamiento de la
Administración de Justicia. Por la función social que representa, las normas
deontológicas resultan del todo necesarias en la figura del abogado, puesto
que trabaja con un arsenal ético tan importante como resulta de la seguridad
jurídica, la justicia, la lealtad, la equidad, entre otras.
Por tal razón, se especificara sobre el Abogado para conocer ¿Quién es
Abogado? su ejercicio y su fuerza interior; situaciones y dificultades que se
presentan en la profesión; la Abogacía es un arte o una ciencia; el Abogado
profesional liberal e independiente; el Abogado profesional liberal e
independiente, la deontología en el profesional de derecho, la moral
individual del Abogado.

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EL ABOGADO Y SUS DEBERES PROFESIONALES

El Abogado. ¿Quién Es Abogado? Su Ejercicio Y Su Fuerza Interior

Para comenzar su definición es importante exponer que etimológicamente


la palabra abogado viene del latín ad vocatus, que significa «llamado a», por
tanto, el abogado es el llamado a defender los intereses del litigante. Es
importante distinguir entre el hecho de abogar y la profesión de abogar. El
hecho de abogar consiste en defender a los demás por honor y gratitud;
jamás se buscó retribución económica alguna. El hecho de abogar se
encuentran en las legislaciones antiguas como: Babilonia, Israel, Grecia y
otras. La profesión de abogar aparece cuando las personas con
conocimientos en derecho buscan una retribución económica. En las
legislaciones de Oriente e Israel, no se encuentra todavía al abogado
propiamente dicho, sino tan sólo a defensores caritativos encargados de
ayudar a los demás. Es en Roma en donde el Derecho adquiere autonomía y
el ejercicio de la profesión se va institucionalizando.
Existen distintas definiciones de abogado. Para el Estatuto General de la
Abogacía Española, Abogado es aquel licenciado en Derecho que ejerza
profesionalmente la dirección y defensa de las partes en toda clase de
procesos, o el asesoramiento y consejo jurídico. Como se ha visto, el
abogado es percibido por otros sistemas legales no sólo como el
representante de sus clientes, sino también como un agente del sistema
legal y un ciudadano público con una responsabilidad especial en la calidad
de la justicia.
Otra definición dada por una enciclopedia jurídica es “Un Abogado es una
persona que se encarga de defender jurídicamente a otra en un juicio

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teniendo en cuenta los intereses del cliente. Se compromete a prestar
diligentemente y con eficacia sus servicios profesionales” (p. s/n). Según lo
expuesto por Dalloz (2016) “el Abogado designado también muchos textos
legales con el nombre de defensor, es quien, después de haber obtenido el
grado de licenciado en Derecho, se encarga de defender ante los tribunales,
oralmente o por escrito, el honor, la vida o la fortuna de los ciudadanos” (p.
39).
Por su parte, Parry (1998) asevera que “de todas las carreras, es, sin
duda, la abogacía es la que mayor número de conocimientos necesita, la de
cultura amplia y recia, la que mayor y más constante estudio requiere, pues
para ser un buen abogado no basta ser un buen legista” (P.35). Por su parte,
Bielsa afirma que la cualidad esencial del abogado es el sentido de justicia y
desde luego, su amor al estudio; su inteligencia su facultad de abstracción y
de generalización. Pero lo más necesario de esta profesión es inteligencia y
carácter.
Por ello, un Abogado, en cuanto miembro de una profesión legal, es al
mismo tiempo el representante de un cliente, un operador del sistema legal y
un ciudadano público que tiene una especial responsabilidad por la calidad
del sistema de justicia. Como operador del sistema legal, el abogado debe
demostrar respeto por el sistema legal y de justicia, así como por aquéllos
que lo sirven y lo hacen efectivo y, como ciudadano público, debe buscar la
mejora del sistema legal, el acceso a la administración de justicia y la calidad
del servicio ofrecido por esta profesión legal. Pero además, como
representante de un cliente, sus funciones son variadas.
Por otra parte, el Abogado puede ser un asesor o consejero y en tal caso
informa al cliente de sus derechos y obligaciones, de sus implicaciones
prácticas y le presta su consejo sobre el mejor curso de acción. También
puede actuar como evaluador, examinando los asuntos legales de su cliente
e informándole de su situación. Una de las funciones del abogado en su
misión de asesoramiento es la prevención.

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En resumen, un Abogado es el profesional responsable de asesorar,
orientar y representar a sus clientes en asuntos legales. Normalmente se
tiene la concepción de que estos individuos lidian mayormente con el
derecho penal; sin embargo, tal perspectiva es errada, ya que existe un
diverso número de especializaciones que van desde el derecho tributario y
mercantil, pasando por el de inmigración y el corporativo, hasta el civil y el
internacional.
Por lo general, trabajan en firmas jurídicas, en donde se especializan en
un área determinada, asimismo, algunos optan por trabajar de manera
independiente o autónoma. Dependiendo del lugar donde trabajen, estos
profesionales tienen diferentes títulos y responsabilidades. En tal sentido, los
Abogados pueden especializarse en áreas específicas del Derecho, tales
como el penal, corporativo, contratos y garantías, tributario, administrativo,
internacional, comercial, en bienes raíces, de familia y propiedad intelectual o
laboral.
Además de ello, los Abogados proceden como consultores o defensores
de sus clientes. Por su parte, un Abogado defensor pueden representar a
cualquiera de las partes involucradas en un proceso judicial, en el que
sustentan el caso mediante alegatos o evidencia. Quienes sirven como
Consultores Jurídicos aconsejan a sus clientes en el modo en que se aplica
la ley a un caso en particular.
En nuestro país, quien desee realizar la práctica de la profesión de
Abogado debe poseer título como tal expedido por universidad venezolana,
lo que implica la aprobación de las evaluaciones establecidas para ello por
las instituciones de educación universitaria de acuerdo con los programas y
demás especificaciones previstas.
Es importante acotar, que en el ejercicio profesional, el abogado queda
sometido a la normativa legal y estatutaria, al fiel cumplimiento de las normas
y usos de la deontología profesional de la abogacía, quedando sujetos a
responsabilidad civil, y disciplinaria, según proceda. Los abogados, antes de

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iniciar su ejercicio profesional, prestarán juramento o promesa de
acatamiento a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico.
El Abogado, según Miret (1994) debe reunir tres condiciones
fundamentales: Poseer un buen criterio de justicia, una inteligencia ágil y un
impulso moral por la justicia […]. Tener criterio de justicia significa tener esa
facultad particular de saber juzgar, a conciencia simplemente (sin tener en
cuenta el derecho), pero con acierto, hallando la solución justa a las diversas
controversias humanas. Esta capacidad de ser un buen juez lego o de juzgar
con acierto atendiendo solo al leal saber y entender no es ya una cualidad
muy común. Pero esa facultad intelectual poco valdría si no se acompaña de
un impulso moral por la justicia, que nos lleva a luchar por ella sin esperar
otra recompensa que la satisfacción espiritual producida por la realización de
la justicia misma (pp. 224, 225).
En cuanto a su fuerza interior, se puede constatar lo dicho por Ossorio
(2007) expone que “el hombre, cualquiera que sea su oficio, debe fiar
principalmente en sí. La fuerza que en sí mismo no halle no la encontrará en
parte alguna” (p. 22). Además expresa que frente a tan multiplicadas
agresiones, la receta es única: fiar en sí, vivir la propia vida, seguir los
dictados que uno mismo se impón, y desatender lo demás.
El mismo autor explica que no se trata de soberbia ni orgullo, sino que esa
máxima responde a que, una vez formado el criterio –incluso tras considerar
respetuosamente determinados estímulos externos a la luz de nuestros
conocimientos y sentires, se trazará un rumbo y olvidando todo lo demás
deberá seguirse “imperturbablemente nuestro camino” (pág. 27).
Concluye el trabajo de ese autor indicando que el abogado debe verificar
continuamente si se encuentra asistido de esa fuerza interior que le hace
superar las presiones del ambiente, y ser fiel a sí mismo, en ello radica su
fuerza, pues cuando le asalten dudas al respecto, debiera cambiar de oficio.
Por lo tanto, para lidiar con todo ello y mantenerse firmes en su labor a lo
largo de las extensas y numerosas jornadas de esa vista, con multitud de

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elementos de prueba, además de las tensiones con el Tribunal y las
acusaciones, entre otros, ha sido precisa una enorme fuerza interior. Fuerza
interior que todo abogado debe tener cuando ejercita el derecho de defensa
de sus patrocinados.
En tal sentido, cualquier hombre en cualquier oficio y absolutamente en la
abogacía, en que debe batallarse contra el adversario y sus interpretaciones
de los textos legales y de la jurisprudencia, contra opiniones de colegas y
otros menos expertos, contra halagos y críticas, contra injusticias y tensiones
éticas, contra desagradecimientos e incomprensiones.

Situaciones y Dificultades Que Se Presentan En La Profesión

La búsqueda y repartición de justicia es una actividad que la humanidad


ha practicado desde tiempos inmemorables. La profesión de Abogado
actualmente es una carrera que se ejerce en todo el mundo y cada país ha
creado un sistema jurídico que se adapta a las necesidades culturales de
cada sociedad. Algunas de las situaciones y dificultades que actualmente se
enfrenta la profesión son el siguiente:
Un conflicto de interés en la abogacía es la situación que se genera
cuando en el desempeño de su labor o competencias la decisión de un
profesional puede verse alterada o influenciada por sus intereses privados.
Por ejemplo, de forma sencilla, cuando un profesor corrige el examen de un
familiar sus decisiones pueden verse afectadas por esa relación personal y,
aunque de forma efectiva no sea así, el vínculo pone en entredicho su
independencia.
Otra situación es, que según vas avanzando e intentando promocionar
dentro de los despachos o como abogado autónomo, captar una buena
cartera de clientes se convierte en un requisito indispensable para poder
afianzarte dentro de la empresa, y muchas respuestas ponen de relieve la

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dificultad de captar clientes, ya trabajes en un gran despacho de abogados o
como autónomo en tu propio despacho.
Existen además, diversas dificultades como lo es la falta de enfoque
práctico en la formación, que no prepara para el mundo real. Para los recién
graduados en Derecho, una de las principales dificultades es no haber
realizado durante el grado unas prácticas curriculares que les abrieran las
puertas a un despacho o, al menos, les mostrasen a qué se van a enfrentar
en la práctica si finalmente deciden dedicar su vida profesional al ejercicio de
la abogacía.
Otra por ejemplo, cuando se requieren los servicios de un mismo abogado
para defender al demandante y el demandado en un mismo proceso ya no
podrá velar al tiempo por los intereses de dos personas enfrentadas; también
se puede producir conflicto de interés cuando en un mismo despacho de
abogados se acepta como clientes a compañías de un mismo rubro de
negocios, tengan o no algún tipo conflicto, ya que la información sensible que
cada compañía revelará como cliente puede utilizarse para favorecer o dañar
a la otra empresa.
La figura del conflicto de interés en el ámbito de la abogacía está recogida
en el Código Deontológico de la profesión que un abogado no puede aceptar
la defensa de intereses contrapuestos con otros que esté defendiendo, o con
los del propio abogado. Como abogado, la deontología también marca que
no se podrán aceptar encargos que impliquen actuaciones contra un cliente
anterior si existe riesgo de vulnerar el secreto profesional, es decir, utilizar la
información que se obtuvo al representar a la otra parte para dañarle en un
nuevo caso en beneficio del nuevo cliente.
Ahora bien, junto con las situaciones que pueden sobrevenir y plantear un
conflicto de interés, están las incompatibilidades de la Abogacía a los
profesionales a la hora de ejercer la profesión: El ejercicio de la abogacía es
incompatible con cualquier actividad que pueda suponer menosprecio de la
libertad, la independencia o la dignidad que le son inherentes. Si un abogado

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realiza cualquier otra actividad deberá abstenerse de aquellas que sean
incompatibles con el ejercicio de la abogacía por suponer un conflicto de
intereses que impida respetar los principios en los que se apoya la profesión.
En concreto, un abogado en ejercicio no podrá:

 Desempeñar cargos, funciones o empleos públicos en el Estado o


cualquier Administración pública cuya normativa así lo especifique.
 Ejercer como procurador, graduado social, agente de negocios,
gestor administrativo y cualquier otra profesión cuya normativa así
lo indique.
 Mantener vínculos profesionales con cargos o profesionales
incompatibles con la abogacía que impidan el correcto ejercicio de
la misma.

De igual forma, otras dificultades más repetidas es el estrés y la presión


bajo la que se trabaja en esta profesión. Siempre sujeto a plazos, entregas,
reuniones con clientes, entre otras. Quizá este aspecto sea el que más
resaltan los abogados cuando les preguntas qué es lo que menos les gusta
de su profesión.
Así mismo, otra situación son las “preguntitas” de no-clientes. Si bien para
los amigos y familiares apenas es una “preguntita”, muchos abogados se
quejan de un gran volumen de “preguntitas” que les restan tiempo de trabajo
y por las cuales no se cobra. La falta de empatía y gratitud hacia la profesión
es otra de los aspectos que menos les gusta a los abogados del desarrollo
de su trabajo.
En otro orden de ideas, otra situación es que los abogados no sólo
enfrentan competencia sino, además, aspectos de la modernidad que, de no
actualizarse, los pueden dejar obsoletos ante las nuevas necesidades de la
sociedad. A raíz de la pandemia por Covid-19 se hizo más necesario el uso
de las tecnologías de la comunicación; los softwares de comunicación y

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mensajería como Skype, Meet o Zoom que ya existían, se hicieron
indispensables para seguir en contacto durante el confinamiento.
De la misma manera, el mundo de las leyes aceleró la modernización que
venía teniendo. En la abogacía, existen herramientas tecnológicas como:
gestión de contratos, agendas, bibliotecas virtuales, y firmas electrónicas,
entre otras; todas ellas, ayudan a los profesionales del derecho a realizar su
trabajo. Igualmente, la capacitación, la educación e, incluso, la posibilidad de
conseguir clientes o contactar con otros colegas utilizando la tecnología es
hoy una realidad. Así, la educación en modalidad online es parte de nuestra
vida.
A parte de las situaciones y dificultades ya especificadas se pueden
nombrar algunos problemas que se pueden presentar al ejercer la profesión
son: corrupción, delitos informáticos, crimen organizado, resolución de
conflictos laborales, discriminación, fraudes laborales, entre otros.

La Abogacía Es Un Arte O Una Ciencia

Existen múltiples posturas en cuanto que rodean a estas dos


características de la abogacía. Por una parte, la mayoría de las personas
dirían que es solo una ciencia. Esto se debe a su definición. Ciencia significa,
conjunto de conocimientos sistemáticamente estructurados y, susceptibles a
ser articulados los unos con los otros. Por tanto, es una ciencia debido a que
las reglas o normas jurídicas están organizadas sistemáticamente y la
modificación de una de ellas podría implicar un cambio en otra.

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Por su parte, cuando se habla de la “ciencia” se hace referencia a la
ciencia propia de la profesional sea, el Derecho; no solamente desde su
aspecto teórico sino también práctico. La ciencia propia del abogado es,
esencialmente, una ciencia jurídica comprensiva no solamente de la
normativa en rigor, sino además de su aplicación jurisprudencial y,
comprende, el conocimiento de la doctrina y de los principios jurídico-
filosóficos en que la doctrina se basa. Según Vázquez (1997) “El abogado
debe ser, además, un humanista. Su ciencia no es una colección de
principios abstractos y descarnados, sino aplicables a conflictos personales y
concretos. De aquí viene al abogado su vocación humanista” (p.58). En el
hombre confluyen todos los saberes y todos ellos, como todo los humano,
conciernen al jurista, aunque no con la misma intensidad y profundidad en
todos los casos.
En lo tocante al arte, se han planteado diversas ideas que, desde la
perspectiva de la belleza, lo caracterizan como claridad, simplicidad,
elegancia, agrado, esplendor, proporción, orden, integridad, coherencia,
superación de los contrarios, armonía, plenitud, unidad, infinito, desinterés,
particularidad, entre otros. Aunque suele decirse que el arte es indefinible,
dentro de una concepción tridimensional, referida siempre a hechos,
captaciones, ideales y valores, creemos esclarecedor indicar que se trata de
creaciones captadas ideológicamente y valoradas –las creaciones y las
captaciones– por la belleza, que es un valor de plenitudes proyectadas al
infinito.
Para Rubio (1997) “la interpretación jurídica es más un arte que una
ciencia” (p.18), dado que los criterios de interpretación son elementos
generales que pueden aparecer en diversos métodos y los métodos
combinan estos criterios de diversas maneras. Acota, en el mismo
planteamiento, que, “en el fondo, nadie ha desarrollado una teoría integral y
sistematizada de la interpretación jurídica (…) y la teoría de la interpretación
no constituye un conjunto de reglas generalmente admitidas, con unidad

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metodológica y con capacidad de predecir un resultado dadas determinadas
condiciones. Es decir, la teoría de la interpretación no constituye,
propiamente hablando, una ciencia” (p.19).
Ahora bien, el arte de la abogacía se organiza y prepara material e
intelectualmente para obtener un resultado que está afuera de la persona del
Abogado o Abogada. Más allá que logra su beneficio económico –
honorarios- y a veces de tipo espiritual. Así como un regimiento militar
combate y llega a su objetivo – por ejemplo tomar una zona de su teatro de
operaciones – el Abogado gano el juicio en beneficio de su cliente, en su "
combate profesional ", ocupo una posición que lo lleva a la victoria. La
organización del despacho con todo lo que implica estuvo al servicio del
triunfo jurídico que es algo que corresponde al otro – cliente.
Pero hay tomar conciencia que el arte de la Abogacía no debe
desarrollarse mediante una adecuada organización, solo para lograr un
objetivo externo al profesional, sino porque a la vez se protege la salud,
sobre todo mental de éste. Uno suele leer que todo lo que hace a la
organización del despacho es esencial para el marketing profesional. Cabe
destacar, que el arte de la abogacía con adecuada estructura organizativa,
no solo tiene valor para el "afuera", sino para preservar al profesional del
estrés, de la angustia que trae la lucha jurídica, de las exigencias de una
sociedad que solo valora el resultado exitoso, en fin de lo incomodo de una
profesión que por esencia vive inmersa en el entuerto.
De cualquier manera, tal como se observa el desempeño de la profesión
en la actualidad, ella se aproxima más modelo del proceder técnico que al
científico y que la función del abogado en nuestros días, no es hacer ciencia,
sino utilizar el conocimiento científico disponible para proporcionar soluciones
más adecuadas, por ejemplo, en la elaboración de un dictamen profesional,
en la redacción de un contrato, en la constitución de una sociedad, en la
preparación de un concurso, actividades todas ellas encaminadas hacia la
realización de una finalidad práctica. Tal vez por ello, “por el ansia de la

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Ciencia”, el profesional abogado suele desempeñarse también en el ámbito
docente, o como investigador o doctorando, o como doctrinario, buscando de
ese modo relacionarse con el desarrollo de tareas científicas.
Desde luego, una especial reflexión para la actividad del Abogado en el
proceso es “el arte de argumentar”, en la materia el ejercicio de la abogacía,
en la estrategia del proceso, es una combinación de arte, astucia y ciencia.
Así el abogado, en representación de su parte en el proceso, intenta, a
través de sus escritos y actuaciones, persuadir y convencer al juez de la
legitimidad de la tesis defendida, de “su” verdad, y de que la verdad del
contrario no es tal, rebatiendo sus argumentos. Pero cuál es la auténtica
verdad, es un enigma que el proceso no resuelve.

El Abogado Profesional Liberal E Independiente

El principio de independencia profesional es quizá uno de los principios


esenciales más importantes de la profesión del abogado. Antes de continuar,
se estima pertinente esbozar el concepto del vocablo independencia
profesional. Referido al ejercicio de la abogacía, para Lega (2005) la
independencia se entiende como: “ausencia de toda forma de injerencia, de
interferencia, de vínculos y de presiones de cualesquiera que sean
provenientes del exterior y que tienden a influenciar, desviar o distorsionar la
acción del entre profesional para la consecución de fines institucionales y la
actividad desempeñada por los colegiados en el ejercicio de su profesión” (p.
217). Como se visualiza, la forma de definir el principio de independencia es
negativa, como la ausencia de injerencias y presiones en el ejercicio de la
profesión; pero también desde los aspectos positivos, como la autonomía y la
libertad en la citada actividad profesional.
Es manifiesto que el abogado debe atenerse profesionalmente a su saber
y conciencia, por lo que la independencia de su actuación, va referida, en
principio, a estos extremos. Partiendo de lo anterior, el primer obstáculo a la

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independencia profesional lo es la propia ignorancia del profesional en
derecho. Por ello, cuando se hace referencia a la independencia del
abogado, no es a esa autonomía o independencia a la que nos referimos,
sino a la que tiene su asiento en la voluntad, es decir, en la libertad del
profesional; esto es, a la posibilidad de tomar decisiones propias, no
condicionadas por injerencias o mediatizaciones externas. Estamos ante un
concepto de independencia exterior, no interior. La independencia del
abogado se puede ver amenazada, externamente, y venir del:
a) Órgano judicial;
b) Autoridades administrativas;
c) Poderes político-económicos;
d) Colegio profesional;
e) Clientes
En El Código de Ética Profesional Del Abogado Venezolano en su artículo
8 específica que el Abogado en ejercicio de su profesión deberá conservar
su dignidad e independencia; estas son irrenunciables e incompatibles con
toda ocupación que obstaculice. No deberá aceptar sugerencias de su
patrocinado, representado o asistido que pueda lesionar su honorabilidad.
Por otro lado, expresa en el mismo artículo que el Abogado hará respetar
su independencia frente a los poderes públicos, los magistrados y demás
autoridades administrativas frente a las cuales ejerza su ministerio, y actuará
siempre conforme a su conciencia, rechazando todo lo que contraríe a la
justicia y a la libertad de la defensa. En su condición profesional y como
representante de terceros, tendrá derechos ante los órganos públicos a una
atención preferente para el cabal cumplimiento de su ministerio.
Dicho de otro modo, la independencia del Abogado supone instrumentos y
medios para alcanzar la excelencia en su profesión. Esta independencia es
un principio deontológico del abogado, que le otorga cierto respeto respecto
del cliente y la sociedad. Esta independencia se configura como una
exigencia del Estado de Derecho para la defensa de los derechos de la

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ciudadanía. En este sentido, es un derecho y un deber para el abogado,
asesorar y defender los intereses de sus clientes manteniendo su
independencia respecto de toda clase de injerencias y frente a los intereses
propios y ajenos.
Por consiguiente, este principio le faculta al abogado para rechazar los
asuntos que considere que no podrá hacerse cargo de ellos preservando su
independencia. Otra característica de esta independencia es que al abogado
le está prohibido ejercer profesiones limitativas o incompatibles con el
ejercicio de la abogacía, así como asociarse o colaborar con otras
profesiones con las que es incompatible su ejercicio.
Cabe resaltar, que la independencia tiene varias connotaciones que le
diferencian del resto de principios de la profesión de abogado:
 Diferencia entre el principio de independencia y el principio de libertad
profesional del abogado: la independencia del Abogado tiene una dimensión
negativa al no permitir cualquier injerencia, presión o presión exterior, en
cambio, la libertad profesional tiene una dimensión positiva, por cuanto
otorga al abogado la autonomía plena en la toma de decisiones sobre la
forma y el contenido de su trabajo profesional.
 Diferencia entre el principio de independencia y el principio de
imparcialidad: el principio de imparcialidad supone el deber de permanecer
ajenos y externos a los intereses en conflicto, característica que les compete
a los Jueces y Tribunales; en cambio, los abogados no pueden ser
imparciales, sino que tienen que ser independientes y parciales actuando a
favor de su cliente defendiéndole con sujeción a los límites establecidos por
las normas legales y deontológicas.
El principio de independencia conlleva una serie de incompatibilidades
para el abogado ejerciente:
 No podrá ejercer su profesión de abogado cuando se encuentre
inmerso en una causa de incompatibilidad.

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 No podrá mantener vínculos profesionales con cargos o profesiones
incompatibles con su la abogacía que impidan el correcto ejercicio de su
profesión.
 No podrá desempeñar cargos o funciones públicas a la vez que ser
abogado ejerciente.

En relación a una profesión liberal, los abogados tienen una característica


muy particular como lo es la remuneración de quienes las ejercen, ya que
teniendo en cuenta que no están subordinados, su remuneración no es
salario en los términos del código sustantivo del trabajo sino que su
remuneración se realiza mediante el pago de honorarios, lo que supone que
no existe un contrato laboral sino un contrato de servicios, el cual está
regulado por la legislación civil.
Ahora bien, teniendo en cuenta las características que diferencian a los
profesionales liberales, podemos afirmar que el abogado es un profesional
liberal. De este modo, el abogado es un profesional independiente que debe
atenerse al secreto profesional. Estos dos rasgos, junto con la diligencia,
competencia, la libertad y la lealtad, constituyen los principios fundamentales
de la abogacía.
En resumidas cuentas, la intelectualidad y la alta cualificación son también
rasgos de la abogacía; el ejercicio de su profesión consiste en la resolución
de conflictos bajo la forma de asesoramiento, mediación o defensa en juicio
de los intereses de un ciudadano y para realizar este trabajo, que es
eminentemente intelectual, se requiere el haber superado unos estudios
superiores universitarios. La abogacía es una profesión colegiada y sus
profesionales ejercen determinadas funciones de manera exclusiva; de
hecho, sólo pueden recibir la denominación de abogados aquellos
profesionales que están inscritos en un colegio de abogados en calidad de
ejerciente.

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La Deontología En El Profesional De Derecho

La deontología señala el camino obligado a seguir en la actividad


profesional, en la conciencia de que si se sigue la senda del deber marcado
se está dentro del obrar correcto. Si la persona actuase siempre en busca del
bien, no haría falta hablar de deontología y bastaría sólo con la ética, pero no
es así debido a las propias limitaciones de la naturaleza humana y a su
egoísmo innato; el hombre busca su bien e interés y actúa conforme a sus
propias circunstancias.
A su vez, la deontología sería aquella disciplina encargada de establecer
la naturaleza, fin y sobre todo los límites en los que se ha de encausar una
actividad profesional. Estos límites no son otra cosa que los deberes,
principios y virtudes a los que ha de sujetarse quien realiza cualquier
profesión (Saldaña, 2013, pág. 38). La deontología es la aplicación al terreno
de las profesiones de los criterios éticos o morales, habrá entonces que decir
que la deontología jurídica es justamente la aplicación de los deberes,
principios, reglas y virtudes morales aplicados al terreno del derecho.
Por su parte, la deontología jurídica sería así aquel conjunto de reglas,
principios y virtudes morales que han de regir la conducta de los
profesionales del derecho. Para Simental (2015), la deontología jurídica es
“la rama de la filosofía jurídica que tiene como finalidad específica la
determinación de cómo debe ser el derecho y cómo debe ser aplicado” (p.
19). El término deontología también se concibe como el conjunto de “deberes
que han de cumplirse en una profesión determinada: de donde se desprende
que, en este sentido particular, la deontología jurídica se identifica con la
ética profesional de los juristas” (Idem). Adicionalmente, Simental (2015)
afirma que “la deontología jurídica es la expresión de los valores
considerados por la ética, de tal manera que la ética es el sustrato de la
deontología” (p. 165).

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La deontología jurídica (deberes morales del abogado), considera como la
principal obligación moral del jurista, en cualquiera de sus facetas, tener el
conocimiento y la capacidad para ejercerla, para ello es indispensable tener
“un buen conocimiento de la ley de la jurisprudencia y de la práctica de los
tribunales” a lo cual añadiríamos, el deber de actualizarse constantemente en
los aspectos doctrinales.

A través de la deontología, y más concretamente de sus fuentes


normativas, los comportamientos morales concretos que debe seguir el
abogado quedan positivados, de forma que el profesional dispone de una
imagen clara y precisa del patrimonio moral y ético que sustenta nuestra
profesión en determinado momento y que le servirá, como posteriormente
indicamos, de orientación.
Ahora bien, la deontología contribuye a humanizar la profesión, pues a
través de sus principios se dota a la misma de algo más que una serie de
reglas técnicas que, arropadas por la búsqueda de la eficacia y la
rentabilidad, convierten nuestra actividad en mero utilitarismo. Dada la
dimensión humanista de la abogacía, resulta fundamental disponer de una
serie de reglas que superando dicha concepción pragmática, fortalezcan esta
vertiente humana de la profesión, lo que sin duda repercutirá en las
interrelaciones diarias del abogado con los clientes y el resto de los
operadores jurídicos.
Sin duda, la existencia de todo un conjunto de principios y reglas que
regulan el comportamiento del abogado servirá de orientación y guía al
profesional en aquellas circunstancias en las que se planteen problemas en
sus relaciones con clientes, con los compañeros o con los órganos judiciales.
Adoptar los principios de la deontología servirá no solo para integrarse
plenamente en el rol profesional de abogados, reivindicando así frente a la
sociedad su especial estatus, sino que hará sentirse más comprometidos con
la profesión y con su misión, haciéndose, de paso, estar más alerta ante

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cualquier desviación deontológica, nuestra o de terceros. Dicho compromiso
contagiará sin duda al colectivo, que se verá reforzado.
En resumidas de cuenta, la razón de ser de los códigos deontológicos no
es otra que hacer mejores profesionales para servir mejor a la sociedad; es
decir, potenciar la función social de la abogacía, lo que contribuirá sin duda
alguna a dar credibilidad e imagen positiva a nuestra profesión. En la medida
en que se sea deontológicamente correctos, el colectivo se verán
beneficiados.
En Venezuela el Código de Ética Profesional del Abogado Venezolano es
de obligatorio cumplimiento para todos aquellos que tengan las capacidades
académicas para ejercer la profesión. En el artículo dos del mencionado
código se establece que «el abogado tendrá como norte de sus actos servir a
la justicia, asegurar la libertad y el ministerio del Derecho. El abogado que
conozca de cualquier hecho que atenta contra las prohibiciones de este
Código, está en el deber de dar información inmediata al Colegio de
Abogados al cual está inscrito el infractor». La probidad, honradez,
discreción, eficiencia, desinterés, veracidad y lealtad son requisitos
fundamentales para la actuación profesional. De igual manera, se dispone
que el abogado debe conservar la independencia en su actuación laboral al
no aceptar sugerencia de su representado o patrocinado para lesionar su
integridad y dignidad profesional.
Dentro de este orden de ideas, se considera como principales deberes
generales del abogado en relación a sus clientes los siguientes: el deber de
conocimiento, refiriéndose a la relación cliente-abogado. Al aceptar un caso
surge el deber de fidelidad con el cliente guardando absolutamente el secreto
profesional, negándose a proporcionar cualquier tipo de información
perjudicial para el mismo, a la parte contraria. El deber de igualdad de trato
consiste en el deber moral de tratar a todos los clientes por igual sin
distinciones por su rango o posición económica.

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En conclusión, la deontología, esencial para el abogado y para el colectivo
de la abogacía, cumple numerosas finalidades, todas eminentemente
positivas, que favorecen la idea del abogado humano, responsable, honesto,
diligente y eficaz que toda la sociedad demanda.
En cuanto a los deberes específicos del abogado varían de acuerdo a la
actividad que se realiza, por ejemplo una de las más importantes es la
función de juzgar, a pesar del tiempo y de los avances teóricos que han
acontecido en la ciencia del derecho, sigue funcionando de forma primitiva.
Es verdad, que la vida social en sí misma es conflictiva, cada vez más
violenta, con manifestaciones de poder en todos los ámbitos, en los que cada
quien pretende obtener el mayor beneficio para sus fines lícitos o ilícitos. En
un ambiente de esa naturaleza, es más complicado definir cuáles son los
deberes de los que ejercen la profesión de abogado, en un mundo que clama
por la realización de la justicia.
Del análisis deontológico de la conducta debida en los diferentes aspectos
en que puede realizarse la profesión de abogado, es primordial la del juez.
¿Cuáles son los principales deberes morales del juez? Su principal deber es
la imparcialidad sin la cual es difícil la administración de justicia. La
imparcialidad se consigue con determinados factores por ejemplo es
incompatible con el desempeño de cargos políticos, o estar inmerso en una
serie de intereses económicos o comerciales que afecten su función.
Legalmente cuenta con los medios para defender su imparcialidad, por
ejemplo, la abstención o la recusación, para aquellos casos en que el juez
está unido por relaciones de parentesco o amistad o enemistad manifiesta
con alguna de las partes, en estos casos surge el deber moral y la obligación
jurídica de abstenerse de juzgar así como, en los casos en que por razones
personales puede renunciar, jubilarse, pedir licencia o su traslado sin que por
ello haya ninguna implicación deontológica.
Con respecto a, el Notario tiene sus deberes específicos como es el de
proceder con absoluto apego a la verdad, sin certificar datos falsos y

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guardando el secreto profesional. “Cuando se habla de la verdad en la
profesión notarial se quiere decir que el notario no puede mentir, que no
puede autorizar la mentira presentada por el cliente, si el notario sabe que es
efectivamente una mentira”. El deber moral de no mentir es parte de la
deontología del notario, aun cuando la verdad interesa más al cliente porque
de ella depende la firmeza del acto jurídico.
Por su parte, el Ministerio Público, tiene como principal deber, el de la
investigación imparcial con absoluto apego a la verdad, moralmente no debe
acentuarse su actuación como figura eminentemente punitiva, sino como
colaborador estricto de la justicia a través de una investigación seria de los
hechos, respetando primordialmente el principio de inocencia.

El Abogado, Sus Derechos Y Privilegios

Los abogados, como los demás ciudadanos, tienen derecho a la libertad


de expresión, creencias, asociación y reunión. En particular, tendrán derecho
a participar en el debate público de asuntos relativos a la legislación, la
administración de justicia y la promoción y la protección de los derechos
humanos, así como a unirse o participar en organizaciones locales,
nacionales o internacionales y asistir a sus reuniones, sin sufrir restricciones
profesionales a raíz de sus actividades lícitas o de su carácter de miembro
de una organización lícita. En el ejercicio de estos derechos, los abogados
siempre obrarán de conformidad con la ley y con las reglas y normas éticas
que se reconocen a su profesión.
Ahora bien, los abogados estarán facultados a constituir asociaciones
profesionales autónomas e incorporarse a estas asociaciones, con el
propósito de representar sus intereses, promover su constante formación y
capacitación, y proteger su integridad profesional. El órgano ejecutivo de las
asociaciones profesionales será elegido por sus miembros y ejercerá sus
funciones sin injerencias externas. Los abogados tendrán derecho a una

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audiencia justa, incluido el derecho a recibir la asistencia de un abogado de
su elección.
Cabe destacar, el Abogado debe actuar con probidad, honradez,
discreción, eficiencia, desinterés, veracidad y lealtad. Debe conservar
absoluta independencia en sus actuaciones profesionales. Debe mantener
en todo caso y momento el respeto a su dignidad como persona y como
profesional.
1. Derecho de anunciarse para el ejercicio de la profesión en general, de
ofrecerse como especialista de una rama determinada.
2. Derecho a percibir honorarios por las actuaciones realizadas, bien
sean de carácter judicial o extrajudicial. La retribución económica de
los abogados se fijará en concepto de honorarios, que son
remuneraciones que los profesionales tienen derecho a percibir por
los servicios inherentes a su profesión, que prestan a una persona o
Entidad Pública.

Entre los privilegios que se da por sentados en el ejercicio de la profesión


de abogado se encuentra el secreto profesional, de acuerdo con la cual el
secreto profesional es inviolable. Dentro de las claridades necesarias para
abordar dicha figura, está que el privilegio se predica del abogado, por
supuesto, pero en beneficio de su cliente, quien es el titular del derecho a
que la información o asunto que comparte con su asesor o defensor se
mantenga bajo reserva, incluso después de cesar la prestación de servicios.
En esa medida, el secreto profesional para el abogado, más que un
privilegio, es una responsabilidad. En complemento, debe entenderse que el
privilegio se refiere única y exclusivamente a la asesoría legal pura y dura.
Conceptos que sean más de orden comercial o financiero, que también
pueden ser dados por abogados formados o entrenados en otras disciplinas,
no están cobijados con la reserva.
Se puede señalar, que dentro de los derechos tenemos:

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Independencia: La diversidad de obligaciones a las que el Abogado se
encuentra sometido exige del mismo una independencia absoluta, exenta de
cualquier presión, principalmente de aquella que surja de sus propios
intereses o de influencias exteriores. El abogado debe ser independiente de
su cliente, puesto que ostenta la confianza de terceras partes y de los
tribunales. Debe ser independiente respecto de los poderes públicos y,
especialmente, de los jueces y magistrados. Esta independencia es también
necesaria para mantener la confianza en la Justicia y en la imparcialidad del
juez. Un abogado debe evitar todo ataque a su independencia y velar por no
comprometer los valores de la profesión por complacer a su cliente, al Juez o
a terceros.
Esta independencia es necesaria tanto en la actividad judicial como en la
extrajudicial. El asesoramiento dado por un abogado a su cliente no tendrá
ningún valor si ha sido únicamente por autocomplacencia, por interés
personal o bajo la influencia de una presión exterior. El abogado debe ser
independiente del Estado y de otros grupos de poder, y no debe permitir que
su independencia se vea comprometida por las presiones indebidas de
intereses económicos o de sus propios socios. En caso de ataque
injustificado, que impida el libre ejercicio profesional, podrá acudir al colegio
de abogados al que pertenezca en demanda de ayuda.
Libertad de defensa: Los abogados deben poder actuar con total libertad y
garantía en la defensa de los intereses de su cliente. Si los abogados no
pueden expresar libremente y sin sufrir persecución por ello, ante cualquier
foro y por cualquier medio lícito cuanto estimen oportuno para la defensa del
interés que tienen encomendado, resulta imposible alcanzar la justicia ya que
cualquier limitación a la libertad e independencia del abogado atenta contra
el derecho de defensa y tutela judicial efectiva de los jueces y tribunales. El
abogado debe ser libre política, económica e intelectualmente en el ejercicio
de su actividad como asesor y representante del cliente.

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Deber y Honor Profesional: El abogado debe mantener el honor y la
dignidad profesionales; no solamente es un derecho, sino un deber, combatir
por todos los medios lícitos la conducta reprochable de jueces, funcionarios
públicos y compañeros de profesión, y hacerla conocer, sin temor, a las
autoridades competentes o a los colegios de abogados, apartándose de una
actitud pasiva.
Honradez: El abogado debe obrar con honradez y buena fe. No ha de
aconsejar actos fraudulentos, afirmar o negar con falsedad, hacer citas
inexactas o tendenciosas, ni realizar acto alguno que estorbe la buena y
expedita administración de justicia. El abogado que en el ejercicio de su
profesión cohecha a un empleado o funcionario público, falta gravemente al
honor y a la ética profesionales. El abogado que se entera de un hecho de
esta naturaleza, realizado por un colega, está facultado para denunciarlo a
quien corresponda.
Confianza e integridad: Las relaciones de confianza con el cliente
dependen directamente de la inexistencia de cualquier duda sobre la
probidad, la honradez, la rectitud o la integridad del abogado. Para el
abogado, estas virtudes constituyen obligaciones profesionales.
Secreto Profesional: El secreto profesional es tanto una prerrogativa o
derecho como, a su vez, una obligación o deber que tiene el abogado en la
relación con su cliente ligado al derecho de defensa, constituye un deber de
sigilo, en sentido amplio y genérico que se extiende no sólo a las
confidencias y propuestas del cliente, sino a las del adversario, las de los
compañeros y a todos los hechos y documentos de que haya tenido noticia o
haya recibido por razón de cualquiera de las modalidades de su actuación
profesional. La confianza y confidencialidad en las relaciones entre cliente y
abogado, inserta en el derecho de aquel a su intimidad y a no declarar en su
contra, así como en derechos fundamentales de terceros, impone al abogado
el deber y le confiere el derecho de guardar secreto respecto de todos los
hechos o noticias que conozca por razón de cualquiera de las modalidades

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de su actuación profesional, sin que pueda ser obligado a declarar sobre los
mismos.

La Moral Individual Del Abogado

La moral es el conjunto de reglas que se generan de manera individual o


grupal y que se aplican a los actos de vida cotidiana de los ciudadanos.
Estas normas guían a cada individuo, orientando sus acciones y sus juicios
sobre lo que es moral o inmoral, correcto o incorrecto, bueno o malo
(Morales, Nava, y Chapa, 2011).
No es lo mismo ser un abogado con moral que un abogado ético. Debes
saber que moral y ética son dos cosas distintas. La ética es una rama de la
filosofía que estudia el bien y el mal y como estos se relacionan con los
comportamientos humanos, es decir, tiene un enfoque teórico.
La moral, en cambio, se centra en el comportamiento humano y en
determinar qué conductas humanas son aceptables y cuáles no, llegando a
formar un conjunto de normas y costumbres, por lo que tiene un enfoque
más práctico y cotidiano. Se puede ser un abogado ético y no tener una
conducta moral.
En todo caso, la moral es el conjunto de normas creadas por el hombre
como el medio para la realización del bien. El sentido moral existe en todo
hombre normal, incluso en el delincuente, pertenece, como la capacidad para
la lógica y la matemática, a la esencia misma del ser humano. Pues en última
instancia no es sino una forma especial del pensar, si por pensar
entendemos la captación consiente de significaciones y conexiones
significativa.
Por lo mismo, todo abogado debe comenzar la abogacía en la rectitud de
la conciencia, defender con moral lo que no es correcto, ya que la rectitud en
las acciones de un abogado en un asunto ante los tribunales y sobre todo

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con su cliente, tiene que ser el eje central del comportamiento ético de todo
profesional que ejerce la práctica del derecho.
Ejemplo de la moral de un abogado: un abogado se niega a asesorar para
evadir impuestos siguiendo las normas deontológicas del colegio de
abogados es una conducta ética, mientras que en el mismo caso, si se
negase por convicciones familiares o religiosas por haber sido educado con
unos valores determinados, es una conducta moral.
En definitiva, la abogacía es uno de los oficios con más conflictos morales
que existen. Esto se debe a las innumerables ocasiones en que el Abogado
se ve en la situación de actuar siguiendo su moral y rechazando el asunto.
Sin embargo, la sociedad también percibe la figura del Abogado poderoso,
frecuentemente poco dado a la moral y a lo correcto, que tiene un
comportamiento poco adecuado o incorrecto y que solo se preocupa por
servir a clientes a cambio de un precio. ¿Dónde está aquí la moral del
abogado?
Ahora bien, el abogado ocupa un lugar muy importante en la sociedad,
tiene que ser un señor. Tiene una gran responsabilidad y tiene que tener una
conducta ejemplar. No puede ser torpe, grosero ni mucho menos tener un
lenguaje soez; no puede ser insolente, porque esto indudablemente denigra
la profesión. Tiene que ser un hombre de una gran cultura, porque no se
puede limitar sólo al conocimiento del derecho, ya que mientras más cultura
tenga, más fácil le será encontrar la solución de los asuntos que le llegan.
Además, es necesario que sea prudente, de trato mesurado y afable, no sólo
con los jueces sino también con sus colegas.
Una vez que el abogado ha realizado su trabajo, lo más importante es
tener la convicción de haberlo hecho cumpliendo tanto la ética como la
moral. Ahí reside el auténtico valor del abogado. Es necesario que la moral
del abogado esté siempre acorde a la realidad del caso.
De estos principios se disgregan las dimensiones de la moralidad del
abogado y, respondiendo a sus definiciones se concentran en los siguientes:

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1-.Actuar con probidad, honradez, discreción, eficiencia, desinterés,
veracidad y lealtad.
2-.Conservar absoluta independencia en sus actuaciones profesionales.
3-.Mantener en todo momento el respeto a su dignidad como persona y
como profesional.
4-.Defender los derechos de la sociedad y de los particulares cooperando
en la conservación y perfeccionamiento del orden jurídico y en la realización
de una recta y eficaz administración de justicia.
5-.Fortalecer la fraternidad de sus colegas, mediante el respeto mutuo con
trato cordial y racional tolerancia

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CONCLUSIÓN

La figura del abogado, a lo largo de la historia ha sufrido numerosas


vicisitudes en cuanto al rédito en su actividad. Es por ello, que este trabajo se
centra en ella; ya que como operador jurídico, sus funciones resultan
heterogéneas y dispares frente a la sociedad. En esa línea se contempla que
los abogados pueden ejercer un sinfín de tareas profesionales, como dirimir
o mediar en conflictos, ejercer el derecho de defensa de los condenables,
asesoramiento empresarial, personal, en colaboración con las
administraciones en infinidad de gestiones y procedimientos, y qué duda
cabe, como funcionario público en el propio funcionamiento de la tutela
judicial efectiva.
Dentro de estas particularidades, la consideración como profesional
liberal, quedan sometidos los preceptos deontológicos que resultan
exigencias normativas precisamente porque en caso de incumplimiento tiene
como respuesta la incoación de un procedimiento disciplinario. Vistas así las
cosas, el abogado en el ejercicio de sus funciones queda sometido no sólo a
un régimen jurídico especial como profesional, sino también como ciudadano
a la ley general.
Entre orden de ideas, la ética profesional del abogado son las obligaciones
y deberes que rigen la práctica de su profesión. De esta manera se garantiza
la máxima protección a cada cliente. Así un código deontológico obligará al
profesional jurídico de manera positiva a cumplir con ciertas obligaciones. De
ahí la importancia de la ética profesional de un abogado. Estas te ayudarán
tanto a su trabajo como a la protección de tu cliente, la libertad en el ejercicio
de la abogacía sin estar sujeto a presiones o coacciones de los poderes
públicos o de otras entidades.

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Por otra parte, el deber de mantener el secreto profesional: como abogado
tienes la obligación de mantener en secreto cualquier comunicación o
información que tu cliente le proporcione, así como mantener al cliente
informado. Asimismo, tienes que comunicarle siempre el estado del proceso,
y consultar con él cualquier cuestión que pudiese afectar de manera
particular o que afecte al caso.

RECOMENDACIONES

A las autoridades del Colegio de Abogados, implementar evaluaciones


del aspecto moral del abogado, antes de habilitarlo; siendo criterios
obligatorios que no tengan quejas o denuncias por infringir el Código de Ética
del Abogado. Este proceso de evaluación podría contemplar evaluaciones de
los usuarios, jueces, fiscales, personal judicial y administrativo del Poder
Judicial y Ministerio Público, a fin de obtener resultados objetivos sobre el
actuar moral del abogado, haciendo un proceso similar al referéndum de
jueces y fiscales que se realizaba para evaluar su idoneidad y honestidad.
Adicionalmente, se sugiere que se haga más eficaz la actuación de los
consejos y tribunales de ética de los colegios profesionales, sobre todo
sintetizando y difundiendo los procedimientos y trámites para que los
afectados puedan hacer denuncias, eliminando barreras que generaron
conductas inmorales por ausencia de controles.
A los futuros abogados, fortalecer su vocación de servicio a través de su
activa participación en acciones de responsabilidad social, que le muestren la
importancia de la actuación moral en la sociedad y el verdadero valor de la
justicia.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Chinchilla Sandí, C. (2006). “El Abogado Ante la Moral, la Ética y la


Deontología Jurídica”, Revista de Ciencias Jurídicas, Costa Rica, Número
109, enero-abril, p. 226.

Dalloz, L. (2016) La responsabilidad Jurídica de Abogados y


Administradores de Justicia en el Derecho Colombiano. Revista de Derecho.
N° 33, 96-120.

Miret, L. (1994). Introducción al Derecho. Tomo II. Ed. CED.

Ossorio, A. (2007) El alma de la toga. Editorial Maxtor, Valladolid, 2ª


edición.

Parry, N. (1998). Introducción a la ética. Editorial esfinge.

Rubio C., M. (1997). “La interpretación jurídica” en “El sistema jurídico.


Introducción al Derecho”. Módulo de Razonamiento Jurídico. Pág. 175.
Programa de Formación de Aspirantes.

Vázquez G., F. (1997) Ética, Deontología y Abogados. Cuestiones


generales y situaciones concretas, Barcelona.

www.economipedia.com/definiciones/abogado.html

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