Está en la página 1de 97

I

Sombras en la oscuridad

Esa noche la ciudad ignoraba el evento paranomal que acontecía en sus calles, como de
costumbre. Ocultas bajo la penumbra de los árboles, dos siluetas amenazaban con enfrentarse
en medio del parque.
—¡Suéltala conchetumadre! —exclamó uno de ellos, un joven. Su perfil, dibujado a
contraluz de los faroles led, mostraba el torso descubierto y la forma irregular de sus hombros
que parecían cuernos, cubierto por líneas azules dibujadas sobre la piel.
Encaraba a un sujeto, o lo que quedaba de él bajo el humo negro que lo envolvió,
distorsionando su figura y fusionándolo con la oscuridad. Entre sus brazos sujetaba a una niña,
tapándole la boca para que no gritara. Su agarre era infalible y por más que ella pataleaba
parecía estar luchando contra arena.
Un tercer joven espiaba la escena, oculto detrás de un tronco. Era alto, tenía pelo negro
alborotado y llevaba ropas oscuras; ni el destello de los autos que pasaban por la avenida lo
delataban. Un círculo mágico lleno de símbolos ininteligibles giraba lentamente bajo sus pies.
«No la caguís Joshua», pensó, atento al encuentro. Estiró los brazos.
El joven de torso descubierto dio un paso adelante, precavido. Debía acortar distancia de
alguna manera, pero el ente sombrío alzó a la chica por el cuello, haciéndola quejarse de dolor.
Las palabras de Demian retumbaron en su cabeza: sin un ataque fulminante acercarse era
en vano. Para peor, aquello se deleitaba con su ira.
Apretó los puños, incapaz de contener el torbellino de emociones que desbordaron su
interior. El miedo, la adrenalina, la incertidumbre a lo desconocido y la expectación del mundo
sobrenatural que recién conocía se mezclaron en un poderoso combustible, el que lo impulsó a
actuar sin pensar. Llevó su mano al pecho, ahí donde se concentraba la vorágine y cargó contra
el hombre dominado por Sombras.
A una velocidad impensada le asestó un derechazo en la quijada. Las manchas negras
saltaron disparadas igual a una explosión de tinta.
—¡¿Qué weá?! —gritó Demian, abandonando su escondite.
Debido al asombro perdió el conjuro entre sus manos, no así el del suelo, el cual lo
siguió sin apagarse. Vio cómo ambos cayeron hacia el camino de tierra, seguidos por un rastro
blanco. Era el resplandor en el puño de Joshua, con el que machacó la hasta entonces intocable
criatura. Cuando la niña quedó libre la atrapó en un abrazo desesperado y la arrastró consigo,
lejos de esa cosa.
Sin perder un instante, Demian volvió a generar el círculo y lo empujó hacia la Sombra
debilitada, posicionándolo bajo su cuerpo. Este absorbió la masa negra que lo componía y
cuando la tragó por completo se consumió. En la tierra quedó tirado un hombre de apariencia
común y corriente, de unos treinta algo años en ropa casual, bien desmayado. Tanto su rostro
como su cuerpo no mostraban signos de violencia.
Con eso ya resuelto, puso un hechizo en la cabeza de la niña, dejándola en trance. Por él
sintió algo peculiar en su interior, similar a lo que ellos tenían. También notó a Joshua
temblando mientras susurraba cosas para reconfortarla. Ya a su lado habló amigable:
—¿Cómo te la piteaste?
—No sé —entreabrió sus ojos celestes, ocultos por un denso flequillo verde oscuro—.
Me chorié y… —Notó el círculo en la cabeza de la niña—. ¡¿Qué le hací?!
—Deletear lo que pasó, o se romperá por no entender ni pico. Pero, caché es una de
nosotros y esto sirve para despertarla. —Se echó para atrás, victorioso—. Por eso la Sombra
partió rajá a agarrarla.
—¡¿Qué?! —lo interrumpió, protegiendo contra su pecho a la chica hipnotizada—. No.
No lo hagai.
—¿Ah? ¿Te entró alguna weá que dije?
—Sí. Sí caché lo de la guerra.
—¡¿Tonces?! Mientras más seamos, más sacá de chucha pa’ las Sombras. Tú fuiste un
ata’o, pero… —pausó, atento a lo que descubría con el círculo en la chica—. Ella no ha
manifesta’o su don.
—Ella no ha hecho niúna weá rara. No como yo.
—Hum. Quizá y es menos cacho despertarla.
—Uta, no —suplicó, controlando el tono enchuchado—. No quiero vea está la cagá. Si
no queda otra, dale, pero, si puede quedar pa’ después…
Demian se apartó, indignado.
—¿Cachái que, si las Sombras la pillan, cagó?
—Yo la cuido. —Bajó la mirada, afectado porque todo esto fue su culpa—. Tendré más
cuida’o. Lo juro.
—No tenís opción po’. —Fingió seguir enojado. Se dio cuenta que Irina era alguien
especial para Joshua y por eso la Sombra la dañó, más allá de que fuera una colega. Esa
información extra despertó su interés—. Mira, tú usaste tu don hasta que despertó. Si ella no
ha hecho náa paranormal, se raja, porque la conocís, ¿no?
—Somos compañeros de curso.
—Ajá… Bien, la dejaré, pero igual debo nublarla o se asustará.
Joshua se levantó, aun estrujándola. La sacudió cuidadosamente para quitarle la tierra y le
cruzó su bolso rosa, dejándolo igual a como ella solía llevarlo. La guio con delicadeza hasta el
límite de la penumbra, donde él permaneció escondido.
—Ahí ‘ta bien —indicó Demian y jaló a Joshua hacia atrás.
El círculo que rodeaba la melena rubia de Irina desapareció al igual que ellos, tragados
por el conjuro en el suelo que cambió su patrón con un solo gesto del joven. Irina pegó un
respingo y parpadeó un par de veces antes de examinar el parque, muy extrañada. Estaba
segura de que la seguían, pero no había nadie tras ella (que pudiera ver).
«¿En qué momento pasé los árboles?». Se cuestionó aturdida, alarmada porque su
cabello, atado en una cola alta, estaba más desordenado de lo que recordaba. «Me duele el
cuello, ¿me iré a resfríar?».
Echó a andar para llegar rápido a su casa
***
En un garage abandonado, por otro barrio de la ciudad, Demian y Joshua emergieron del
círculo que los teletransportó. El primero apareció de pie, como si acabara de deslizarse sobre
el piso. Por el contrario, Joshua cayó y rodó a lo largo del concreto hasta darse contra un
mueble botado, quejándose con una voz aguda, distinta a la de antes.
Su fisonomía era completamente normal, sin protuberancias ni marcas que cubrieran su
cuerpo y de porte resultaba casi tan pequeño como Irina.
—Ah, volviste a ser tú. —Demian apenas se aguantaba la risa.
—¿Sí? —se revisó con ahínco a la luz del conjuro—. No cacho cómo. ¿Siempre voy a
cambiar pa’ pelear?
—Grábatelo: tu poder es más grande que tú. Hasta que no lo sepai controlar seguirá
pasando. Y hablando, ¿se te aclaró la película? ¿Cómo te piteaste a la Sombra?
—Algo. —Se levantó y llevó una mano al pecho descubierto—. Aquí. Sentí algo y lo
saqué con la mano.
—Y le diste su buen charchazo. —Le clavó un dedo de forma repentina, teniendo que
inclinarse por a la diferencia en estaturas—. Ahí está tu poder y también tu punto débil. Si te
atacan ahí cagaste.
—Pero, cómo…
—Pa’ eso estoy, papá. Entrenando lo podís usar cuando querái. Hoy te dije lo justo,
había que agarrar a la Sombra que choriaste por pastel. Los detalles pa’ mañana. Tempranito
nos juntamos y te explico, como son vacas no tenís ná que hacer, ¿o sí?
—No. —Sacudió la cabeza, cabizbajo. Al menos mañana no tenía nada planeado que
fuera más importante a entender lo que estaba sucediendo—. Gracias. Si no fuera porque me
seguíai eso habría mata’o a Irina.
Demian se avergonzó levemente. No estaba acostumbrado a que reconocieran su trabajo
contra las Sombras que corrompían a la sociedad. Siempre lo hizo en secreto, luchando solo.
—Somos pocos y menos los que nacen sin un guía. ¿Cómo dejarte pasar, bala loca? Creo
que nunca lo escuché en el clan.
—¿Nunca? Entonces, ¿cómo me pillaste?
—Porque soy seco, pero también porque te pegái los medios piques. Vivís a la cresta.
Fue pura cuea, aunque piola no la hací. Estaba con mi vieja, ayudándole con los regalos y caché
sapeabai a weones con Sombras. Así, care’ raja. Te seguí de entonces porque no entendía qué
hacíai. Y era, porque vi cuando detonaste a la Sombra de recién.
—Se tragó al hombre… ¿Qué pasó con él?
—Se le apagó la tele y cuando despierte no recordará na’ raro. Llenará el hoyo con la
lógica que su cerebro elija. Los controla’os tienen esa cuea que sus víctimas no. —Miró la hora
en el celular, las diez y media de la noche—. Te tiro a casa pa’ que no dejí la zorra.
—No puedo volver así. —Le enseñó el pecho desnudo, los pantalones ajados y que iba
descalzo—. Se rompieron cuando cambié.
—Mh. True. ¡Ah! Tengo weás viejas que demás te sirven. Te dejo en tu antejardín y
espérate a que las lleve. Aparezco altiro.
Lo atrapó sorpresivamente por un brazo y desaparecieron de la misma forma que
llegaron, dejando el cuarto en completo silencio.
II
Realidad paralela

A la mañana siguiente, Joshua tomó la micro que le indicó Demian cuando le pasó la
ropa en el patio de su casa. Iba atento, buscando la plaza donde debía bajar, una bastante lejos
de su barrio y del parque donde todo pasó. Iba sentado al fondo, así ninguna Sombra lo
asaltaba por la espalda, pero el recorrido estaba casi sin pasajeros. Mejor para él, se evitaba un
encontrón como el de ayer…
***
Desde que tenía memoria percibía siluetas oscuras que acompañaban a algunas personas
y que en ocasiones se las tragaban. Eran visiones pasajeras, algo que distinguía entre parpadeos
o de reojo, y que siempre lo tomaban por sorpresa, cosa que, al crecer, aprendió a callarse,
porque nadie entendía su comportamiento y menos algo tan macabro e inexplicable.
Así pasaron los años, hasta que unos meses atrás las visiones se hicieron más recurrentes
e intensas; algunas personas desaparecían en la masa negra y tomaban apariencia de monstruos.
Tras varios avistamientos confirmó lo que sospechaba de ellas: estaban relacionadas con las
intenciones y emociones de la gente, en especial aquellas negativas y tempestuosas.
Fue ayer que, practicando curioso hasta dónde llegaba la visión, se distrajo con el
hombre que caminaba adelante. Gritaba colérico, peleando con alguien por el celular y la masa
negra que rodeaba su cabeza y hombros crecía y crecía, alzándose cual oleadas con cada
puteada. ¿Las ramas de más adelante la botarían o pasaría de largo, como un fantasma?
De manera abrupta el señor se volteó, causando que ambos chocaran. Joshua vio cómo
el manto oscuro se apoderó del hombre, cubriéndolo de la cabeza a los pies. Pidió disculpas y
esperó que la aparición se fuera, pero esta vez no se desvaneció y acabó mirando directamente
en sus ojos blancos. Sintió un vacío punzante que alcanzó lo profundo de su ser.
Aterrado huyó en dirección opuesta cuán rápido lo llevaron sus piernas. Ya lejos se dio
cuenta que no lo perseguía y asumió que la cosa no era con él.
Después fue abordado por Demian en la puerta de su casa, interrogándolo con cosas
como por qué no peleó o por qué la Sombra, como llamaba a esa cosa, no lo cazó. Entre que le
explicó lo malo de no enfrentarla en el momento y que él también podía verlas, buscó un
punto ciego en el sector y usó su extraña habilidad de círculos mágicos, con los que se
transportaron al garaje.
Le dio información a la rápida y las cientos de preguntas que tuvo Joshua se esfumaron
cuando hizo hincapié en que, al mirar directamente al enemigo, delató los secretos más
profundos de su alma. En pocas palabras, la Sombra sabía con qué destruirlo. Pero si ella no lo
enfrentó en el acto ni siguió, ¿dónde estaba? ¿Qué podía aniquilar su voluntad lejos de él?
Mientras debatían, Demian liberó sus poderes, desatando la transformación, algo
inesperado incluso para el joven. Fue entonces que el chico pudo comprenderlo. La única que
hacía su vida menos miserable era la niña que le gustaba. Con los círculos ubicaron rápido a
Irina, pero la Sombra ya había dado con ella, aprovechándose de que estaba sola en el parque,
regresando a su casa tras ver a unas amigas.
De sólo pensar cómo pudo acabar todo se le encogió el corazón. El que la atacara por su
culpa lo puso más tenso que cuando pensaba en confesarle sus sentimientos. Irina era su faro a
la realidad, quien lo hacía sonreír cuando estaba a punto de hundirse. No podía perderla, ya
fuera por las Sombras o espantándola con lo que sentía. Apenas y se hablaban, ¿cómo iba a
decírselo…?
La plaza donde debía bajarse quedó atrás.
Alterado tocó el timbre, pero el micrero no paró hasta el siguiente paradero.
***
El lugar de encuentro abarcaba una pequeña cuadra en la esquina de dos avenidas, con
una pileta de agua bastante moderna en el centro. Solo unas cuantas personas se encontraban
en el lugar, aparte de los transeúntes casuales: un grupo de madres con sus bebés y otro de
fitness al aire libre. Demian descansaba bajo el fresco de un árbol apartado.
—¡Al fin! —celebró burlón su llegada.
—Anoche no pude dormir —se excusó jadeante. Tiró su mochila y se dejó caer en el
pasto, el que lo recibió con un frescor agradable.
—Lo imaginé, pero te pasa por longi y no darme tu cel.
—Te dije que no tengo.
—Sé que desconfiái, pero soy el único que puede ayudarte. —Recibió un golpe débil de
la mochila y dado que estaba abierta, se la quitó y vació de un movimiento. Había una polera
de cambio, una naranja, su carnet, dos lucas con un par de monedas, un lápiz mina, boletas y
mugre varia. Lo miró, tendido boca abajo, y era obvio que no traía nada en los bolsillos del
short—. ¿¿La dura??
Joshua tomó la naranja y se enderezó, pelándola.
—En casa compartimos el note de mi mamá con mis hermanas. Nica lo usaría pa’ hablar
de esto.
—Cierras la sesión y ya. —Pero la mirada incrédula del chico le hizo despeinarse el
flequillo negro—. Tocará juntarse no má’. Conozco harto lugar piola, como este, por donde
casi no pasan Sombras.
—¿Tu casa no es segura? Dijiste que tus papás saben la verdad.
—A’er, pare, pare. Si te llevo, imancito, caga la fachá. No es como que tenga un campo
de fuerza repele Sombras, eso sería la peor idea, las atraería más. Primero debís entender el
mote y cuando controlís tu poder, te podríai aparecer. Dime. ¿Te vai de vacas fuera, a la playa?
Pa’ ver cuánto tiempo tengo.
—No. —Joshua negó apesadumbrado, bajando la vista.
Demian se percató de la tristeza que dejó escapar su expresión, porque no era la típica de
un chico que no tiene un verano a todo reventar, sino más bien la de alguien que no puede
descansar, incluso cuando debería. Como recién se estaban conociendo, prefirió guardarse los
comentarios y proseguir.
—Bacán. Como dije ayer, solo los que están en guerra con las Sombras, los que tenemos
poderes, las ven, el resto no cacha niuna weá. Sí, verán el cambio de actitud, pero no la
apariencia culiá. Y ellas también nos ven si no te avispái. Justito lo que te pasó.
—Pero si no lo controlo…
—Es más papa de lo que creís. Cuando estái así, normal, tu poder se achica y si no usái tu
habilidad, no te fichan. Ya sabí la verdad, no hagái la misma cagá de ayer —recalcó con
pesadez—. Entrenando las vai a poder ver sin que te cachen cuando estís sapeando.
—Le pondré weno, lo prometo —asintió enérgico, sacudiendo su cabello verde oscuro
corto, medio inflado.
—No tenís má’ opción. Las Sombras vienen de otro plano, por eso nada de lo que existe
aquí las toca. Se alimentan de emociones negativas, mentes retorcidas y descontrol. Usan a la
gente, manipulándolas pa’ ganar fuerza, tanta que se vuelven reales.
—Como ayer. ¿La guerra es pa’ evolverlas a su casa?
—Tai vi’o. Solo a las que dejan la zorra, o la van a dejar. —Lo miró de reojo, extrañado
por hablar del tema sin que a Joshua le pareciera raro. Le agradaba que su futuro compañero
de peleas mostrara interés—. Pero no hay pa’ qué piteárselas a to’as. Algunos pierden la
Sombra después de un rato. Las maracas manipulan, pero jamás controlarán la fuerza de
voluntad y si tenís suficiente, podís echarla a patás solo, sin poderes especiales. A nosotros nos
tocan las brígidas.
—Como la de ayer… —Joshua tragó el gajo de naranja. «Siempre creí que esto era una
volaíta mía y le bajé el perfil pa’ que no molestara… Pero, la weá era cierta. Por fin entiendo lo
que me pasa. No toi loco y no soy el único que lo ve».
—Y más cuáticas aún. Hay unas que se sueltan y andan como Pedro por su casa dejando
la cagá pa’ ganar poder.
—¿Pueden andar solas?
—Las más fuertes sí.
—Esas nunca las vi. Solo las que andan con gente… —Hizo memoria, buscando alguna
experiencia sobrenatural que se explicara con eso. Si eran de las peores, no verlas fue bueno,
pero, ¿eso quería decir que salían poco o se ocultaban demasiado bien?
Un escalofrío lo recorrió, seguido por la imagen de ciertos lugares, pero antes de que
pudiera captar dónde, Demian lo distrajo.
—Porque no cachábai, pero tenís que andar aguja… Oye, eh, estái aceptando bien la
custión.
—Es que ahora sé que no es cuento…
Se sobresaltó porque el joven se inclinó brusco hacia él, casi picándolo en la cara con el
índice.
—Y má’ vale que te lo creái, si dudái te harán pico. Si no te cuidái verán todo lo que erís:
tus gustos, miedos, fortaleza. Tus secretos… —cargó el tono, haciéndolo pegar un respingo.
Joshua entendió que Demian descifró más de lo que quería—. Ya saí ya.
—¿Pero cómo les paro el carro haciéndola piola?
—Tuve pensando anoche. Tocará practicar pa’ cachar tu poder, porque no le suena pa’
ná a los viejos y erís el único de tu familia con don. Nadie sae de aónde saliste, bala loca —lo
molestó, echándose hacia atrás con las manos apoyadas en el pasto—. Hay caleta de info que
se perdió en el tiempo. Pa que te hagai la idea, toparnos los tres fue “la cuea”.
—¿Los tres?
—Con Irina. Partamos por el inicio, mejor si te destripo la historia

“Hace caleta, en lo que después sería la Época Oscura, las personas no sabían en qué
creer. La info de la realidad, la real, era un lujo que solo algunos tenían y la ocultaban pa’ tener
controla’os a los demás. Es má’ fácil controlar gente ignorante.
Y to’os se volvieron supersticiosos. A cagar. Inventaron creencias y ritos pa’ hacer
menos pelua la vida. Siempre ocupa’os no había cómo cachar qué mismo con cada weá.
El que pensara distinto le daban kick por ser problema. ¿Quién quiere más ata’os cuando
apenas podís sobrevivir? Una tontera, pero de esperarse. Supongo. Pero la curiosidad, si no
mata al gato le enseña a vivir otro día má’ y así la gente igual aprendió weás, por experiencia.
Desbloqueó la información, a espalda de los weones que la ocultáan y así cacharon que tenían
poderes inusuales, que había algo más allá.
Cuando andai en algo que no te deja pegar pestaña terminai encontrando más weones
metíos en la misma pasta que tú, un poco lo que nos pasó… Así estos locos se juntaron y entre
sus dones se ayudaron. La sociedá antigua era otra cosa, ¿pasar piola? Un webeo, pero se las
arreglaron para ofrecer ayuda sin meter la pata. Porque sino se los piteaban.
Cacharon que su enemigo no era un weón en el poder, sino que algo más abstracto, que
le gustaba el miedo y la represión. Que dependía de eso pero no de una forma física. Con sus
poderes destaparon la olla: era algo poderoso que afectaba a este mundo manipulando el
pensamiento de la gente.
Las Sombras.
Lo malo se necesita pa’ que haya equilibrio, por penca y cliché que suene, es la pulenta no
má’, pero ellas se pasaban dejando la mansa zorra por ganar poder. Estaban fuera de control.
Los que serían nuestros antepasados comenzaron a salvar gente con sus dones tratando
de hacerla piola, onda, que nadie cachara, como en gestos o sueños, dándoles un pedacito de
verdad de a poco y poquito a poquito fueron cambiando pa’ bien.
Las Sombras los cacharon y quisieron piteárselos, forzando el límite de su mundo pa’
llegar a la realidad. Eso torció las leyes de to’o lo que fuera místico como ellas. Ambos planos
acabaron medio que fusionándose por un rato a causa de labatalla, en una vibración que
siguehasta hoy- Explica nuestros poderes raros.
Para finiquitar el desfase, los antepasados pusieron un guardián en la brecha que
conectaba ambos mundos con un ritual. El Guardián de la Puerta, le dicen, tendría a raya el
flujo de Sombras, pa’ evitar una futura invasión como entonces.
De lo que me han conta’o, el rito funcionó y después de ganar, la mayoría del grupo se
separó, a lo boyband, pero porque así podían ayudar en diferentes partes.
Las weás no cambiaron de una, pero sí hubo una nueva era, está en la historia: como que
de la ná’ salió un montón de genios artistas, científicos, exploradores. Ahora cachai parte del
misterio.
Las Sombras siguen viniendo a comer energía negativa y malas intenciones, los dos
planos son parte de un ecosistema que nada ni nadie puede corregir, pero llegan debilitáas. Y
bien choriás. Por eso no podís andar sin saber cómo usar tus poderes; te cachan que andai
terrible perdío y juiste.
En la familia le dan con que hay que estar prepara’os. Juran de guata que un día se van a
vengar de los que las corrieron…”

—¿Qué? —Joshua sacudió la cabeza, incrédulo—. Ná que ver. Los que las echaron están
remuertos.
—Heredamos sus poderes. —Le pegó en la frente con un chasquido del índice y el
pulgar—. Y teniéndolos no hay pa’ ónde arrancar. La familia de mi viejo viene desde la pelea
original. Es nuestra pega pasar el relato a sucesores y pasteles como tú.
—¿La pulenta? ¿Tu papá también hace círculos mágicos?
—Sí. Y son trígidos, pero ‘toi que lo alcanzo. Dice que hago más de lo que él a mi edad y
por eso cree que to’o se apuró. Algo se viene. Otro choque.
—¿Como el pasado?
—Ajá. Tamos con la weá atravesá, porque es como si las Sombras salieran a espaldas del
Guardián pero no hay cómo sa’erlo. Explicaría por qué son má’ violentas. Y de que llegarái tú.
—Verdá que les hablaste de mí.
—Obvio.
—¿Qué creen soy? Me podrían ayudar…
—No tienen tiempo. A menos que toque una emergencia, tai atora’o conmigo.
Joshua miró ofuscado el pasto y estrujó sus pantorrillas.
«Si quiero entender qué weá y aprender a pelear debo seguir con él, me guste o no»
razonó, dejando ir el aire.
Juntó las cáscaras de naranja con la mugre que cayó sobre su mochila, ordenando las
ideas en su cabeza. Se sentía en total desventaja.
—¿Saben cuándo será?
—¿La mocha grande? Imposible sa’er, pero a mí me tinca que luego.
—¿Nosotros tendremos…?
—Qué weá preguntái. Sí. Todo el que pueda debe pelear.
Su gruñido provocó que las tórtolas cercanas echaran a volar. Joshua tenía la cabeza
hundida entre los hombros.
—¡Con cue’a no me cachan!
—Haremos que no pase. Next consejo, mantén tus vidas separa’as: la normal y la de las
Sombras. Ya sabís qué pasa al mezclarlas, lo de anoche…
—¿Pero cómo? Si salgo to’os los días en la casa me van a cachar. Tendré cue’a si mi
mamá no pregunta por la ropa que perdí. —Se llevó las manos a la cara y cayó de espaldas. Sí,
esa nueva realidad era emocionante, pero había muchos detalles que pasó por alto. No quería
preocupar a su familia, menos exponerla, por mucho que un miembro fuera tan aterrador
como una Sombra—. ¿Por qué nadie tiene mi poder? ¿Se saltan una generación? Una weá así.
—No, bala loca. Los viejos creen que tu línea desapareció en el tiempo. O sea, que está
ligado a tu alma y reencarnaste porque hacíai falta.
—¿Eh? —quitó las manos de la cara y se enderezó de golpe—. ¡¿EH?!
—Qué tanto show —lo empujó de vuelta al pasto y actuó como si lo ignorara—. No erís
el único sobre la faz de la Tierra. Creo que Irina está igual, pero ALGUIEN no me dejó cachar
qué mismo.
Joshua quedó helado, detenido en medio de su acción. ¿Existía la posibilidad de que él e
Irina se conocieran de otra vida? ¿Una donde hubieran compartido sentimientos por el otro?
De ser cierto resultaba increíble y le dio más esperanzas de las que alguna vez tuvo.
Reaccionó a que Demian recogía sus cosas, obligándolo a bajar a tierra y colgarse de lo
que decía:
—En el pasado, las Sombras rompieron el equilibrio y los ancestros tomaron la pega de
arreglar la cosa. Ellas y nosotros formamos una balanza. A’onde hay Sombras detonás, ‘ta uno
de nosotros. Y ‘onde estemos, aprecen.
—¿Querís decir que hay Sombras grandes aquí? —Joshua usó toda su concentración
para no ponerse a buscar por instinto.
—No po’. Más Vivaldi y menos Pavarotti, aquí en la ciudad, sacowea. —Se sacudió el
pantalón negro y aflojó el semblante—. Vamos por comía. Cruzando la calle hay unos chinos.
—Te sigo…
—Anda normal, pa’ que no te cachen. Si hablái del tema donde hay gente no usí la
palabra Sombras y tai al otro la’o. Igual, avíspate, nunca falta el gil con la parabólica prendía.
—No pasa ná. Tengo currículum de pasar por loco.
—¿Mh? —Enarcó una ceja ante el tono cansado. Era increíblemente fácil leerlo, pero
ahora no lo molestaría, debía tener la cabeza revuelta con tantas cosas—. Si te cacha alguien
con poder que las ayuda, ‘tai caga’o. Es la única razón por la que no tenemos ni una weá
escrita. Sin evidencia nos cagan menos.
—¿Y los chats?
Le dio un manotón leve en la nuca.
—Palabras clave, pastelazo.
Joshua entornó los ojos, cabreado, apartándose de él al llegar a la esquina. Botó la mugre
y cáscara en un basurero y se reagrupó en el semáforo verde. Meditó hasta que entraron en el
local, donde estaba mareado ya de tanto pensar. Demian lo notó distraído y al regañarlo recibió
por respuesta un rugido de estómago que hizo reír al cajero, quien dijo algo en chino a sus
colegas del local. El chico se avergonzó y rojo pidió lo más barato del menú, evitando decir
nada por más que el joven tratara de sacarle temas casuales.
III
Primer entrenamiento

Comieron bajo otro árbol de la plaza, ya que el previo fue ocupado por unos maestros
de la construcción. La lección continuó, quedaba mucho por aprender: qué tipos de Sombra
existían, cómo reconocerlas sin mirarlas directamente y qué hacer en su condición de novato,
aunque tuvieron que pausar debido al llamado de la naturaleza.
Fueron a una bencinera cercana con baños públicos.
Joshua salió del servicio sacudiendo las manos, no había con qué secarlas tras lavárselas.
Afuera descubrió a Demian tipeando a la velocidad de la luz por su celular. Parecía tenso y
cabreado. Alcanzó a ver una interfaz negra por completo donde subían unas líneas en blanco
antes de que bloqueara la pantalla y lo guardara en el bolsillo del jean.
—¿Pasó algo con…esto? —se corrigió antes de decir Sombras.
—Los viejos. Van a estar ocupados y quieren te vigile. Pa’ que veái no tenís de otra. —
Entró al minimarket y de un refri cogió una Sprite chica, un litro de agua y de otra nevera un
helado de piña—. Calor culiao que hace.
«Quién te manda a andar de negro en pleno verano», Joshua pensó de forma burlona,
esperándolo en la entrada mientras pagaba. «Yo me estoy asando y eso que voy mil veces más
fresco». Se sorprendió con el envoltorio del helado frente a su cara.
—Vámonos. Debís estar chato de tanto blablá. —Metió la botella de agua en la mochila
del chico y echó a andar, en dirección contraria a la plaza.
—Marea’o sí, pero chato, todavía no.
—Siento que no estái preguntando to’o lo que deberíai. —Destapó la Sprite y se la bebió
casi de un sorbo.
—No sé por dónde empezar. —Aprovechó que no lo veía y puso cara de hastío. «Y
porque a todo me dices que pa’ después. Así con qué ganas». Mascó un gran trozo de helado y
el frío le atravesó el cerebro. Sorbió hasta que el malestar bajó.
—No me trago que no tengái alguna dúa. Ponte, de ayer.
—Verdá. ¿Por qué no encerraste a la… cosa apenas llegamos?
—Porque arrinconá’ se piteaba a Irina. Puedo pasar piola, pero no si ya me vieron.
Muevo un de’o y cachan al toque mi nivel. Por eso te tiré al frente, como newbie se aweonaría y
en lo que te vacilaba hacía mi magia. Se llama estrategia, de ná.
—¡Lo hubiérai dicho! Pensé que no haríai niuna weá.
—No pude, se me ocurrió apenas llegamos. Y ‘taba terminando cuando te tiraste a lo
loco. Pensé me tocaría improvisar, pero la dejaste servida. Súper atontá’a.
—La verdá… no sé si le dolió. Era como líquida. —Apretó el puño derecho, donde la
sensación gelatinosa permanecía. Se percató a tiempo que el helado estaba por caer derretido y
lo tragó de golpe.
—Taba mutando a real. Y sí le dolió. No se resistió niún poco. Grábate ésta: solo cuando
están débiles pue’o mandarlas pa’ la casa. Mientras más molía y aweoná, mejor. Tenís que hacer
lo mismo pa’ la próxima.
—No cacho cómo lo hice, que mi poder rodeara la mano. O cómo se activó. —Llevó el
puño a su pecho, el cual tuvo un pálpito al rememorar las sensaciones de anoche. La adrenalina
lo recorrió y nervioso se encogió, no quería ver Sombras, menos ahora que no tenía la fuerza
abrumadora de ese momento.
—Ya cacharemos. Una vez lo controlís estái al otro la’o, porque no tenís que aprender
náh más. Es puro sacarles la chucha, a combos y patá’as hasta que caigan. —Lanzó la botella
vacía en el basurero de un paradero—. Pero… Quizá debamos entrenar pa’ los monstruos que
traen.
—¿Monstruos?
—Son una weá así como sus mascotas, con diferentes tamaños y ataques, pa’ distintas
weás. No les atraen las emociones, sino que las almas humanas.
—¡¿Quié?!
—Tranqui, cuesta topárselos de la ná y no andan encima de la gente. Siguen siendo
invisibles al ojo pela’o, pero no son pa ná’ transparentes. Todo lo que hacen afecta físicamente al
entorno. Como accidentes. Inexplicables. —Recalcó, con su actitud de charla casual que no hacía
sospechar a las personas en la calle. Podía estar hablando de una serie cualquiera—. La energía
de lo que provocan los mantiene vivos. Eso hasta comerse un alma y hacerse más fuertes.
Joshua recordó las cosas negras de formas indistinguibles que vio por allí, a pito de nada,
especialmente en las noticias. Tal cual dijo Demian, estaban siempre donde ocurrían eventos
inexplicables.
—¿Y pa’ qué les sirven a… ellas?
—Caos. Rajan las emociones de la gente pa’ poseerlas. Los monstruos pueden tocar y
mover cosas, sus dueños no. No sin controlar a un weón. Son más como animales. No se
coordinan, solo actúan, pero pegan más duro eso sí. Ah, no amenazan tu fuerza de voluntad. A
menos que estií caga’o de miedo.
Joshua clavó la mirada en el pavimento.
¿En qué se estaba metiendo?
La incertidumbre que afloró al enterarse de tantos peligros fue aplastada por la rabia de
entender que muchas cosas no eran simple casualidad. Que había algo detrás, algo que él vio
toda su vida y que ahora podía enfrentar. Comprendió porqué se trataba de una guerra y ya no
importaba quién la declaró primero.
—¿Te chupaste? —dijo burlón Demian, doblando por una calle tranquila, alejándose de
las avenidas—. Es muy tarde si querís echarte pa’ atrás.
—No me chupé. Mejaste chascón no má’.
—Mish. Y eso que llevai rato viendo weás raras.
—Es que, cachar qué mismo cambia todo.
—Oh, sí. True. Yo de chico que estoy metío en la mierda, poco me sorprende ya, pero
pa’ ti que no cachabai ná… Revelación. La matrix, una paranormal. Igual, conocer a alguien
con un poder distinto a los que cacho es bacán. Pensé era puro tollo que había elegidos con
ataques cuerpo a cuerpo y fulminantes.
—¿Cómo peleábai entonce’?
—Stratz. Te dije, estrategia. Hago campos de fuerza, escudos, algunas ilusiones.
Amarras. To’o lo combino pa’ cansarlas y luego, pa’ casa.
—A pura carta trampa.
—Jajá. Sí, nada muy al choque.
—¿Y los demás? Dijiste que no solo tu viejo tiene poderes.
—¿Mis tíos? Mmm —hizo una pausa, corroborando que eran los únicos en la calle—.
Demás que acabái conociéndolos. La tía Beri cambia de lugar cosas o gente por un rato y el tío
tiene como una armadura astral de luz dorada.
—¿Es un caballero del zodíaco?
—Wena. Casi, pero no. La proyecta y pelea por él.
—O un mecha astral. Tu familia es bacán.
—Já. Ah, sí. Pa’ evitar ataos. Mi familia y la del tío no somos parientes consanguíneos,
solo se acompañan por la causa, son yuntas. La tía viene de otra parte. Es normal pa’ los que
estamos en la guerra andar más solos que un dedo.
—¿No tenís hermanos?
—Nones.
—¿Tus tíos tampoco tienen hijos?
—Sí, pero… —lo evitó un instante antes de recuperar la parada altanera—. No tienen
poderes. Los tíos creen que sus poderes se anularon al juntarse y no se los pasaron. Lo que
explica porqué las dos familias que mantienen el legado, la de mi viejo y mi tío, nunca se
casaron.
—¿Y si son como Irina?
—¡Pff! Nica. Hicieron de tó’o cuando estaban chicos y ná. Al final los dejaron tranqui.
Son normales. Cuando empezaron a entrenarme, me hicieron guardar el secreto, amenaza’o de
quitarme la magia si decía algo.
—¿Eso se puede?
—No. A menos que tu poder sea quitar poderes, ni el enemigo puede. No te riái, tenía
seis y no cachaba niuna.
—Es que también me lo creí, y eso que tengo catorce —lo esquivó, tanto física como
literalmente. En verdad le causó gracia que el seco de Demian se hubiera tragado eso en su
momento.
—Ah, pensé que érai más chico. O sea que pasaste a primero medio.
—Sí, pero no me weí…
—Yo empiezo cuarto medio. Podemos usar el cole como excusa pa’ ir a pelear cuando
llegue marzo. Decís que soy el guía de taller de refuerzo y en casa se lo tragarán…
—¿Repetiste?
—¡¿Qué?! ¡Jamás! —Se inclinó de golpe hacia él—. ¡Ajá! Pensábai que era mayor. Tengo
diecisiete no má’.
—Qué te enojái —respondió en el acto, sudando la gota gorda por el calor. También
porque no quería se le tirara encima—. Es bacán poder ir donde sea sin que te webeen. Ya
quisiera tu suerte.
—Suerte a medias —masculló, echándose para atrás. No seguiría peleándole porque era
cierto, para muchas cosas verse así resultaba útil y podía apostar que pasaba menos vergüenzas
que el chico. Hasta que lo dijo le echaba doce.
—¿Cómo le haremos? Vamo’ a colegios diferentes.
—Mmm, cierto. Ya se me ocurrirá. El verano recién empieza, hay mucho tiempo pa’
entrenar y tramar. Y planificar es mi especialidad.
—Supongo… —Joshua entrecerró los párpados. Mucho en la actitud de Demian le hizo
sentido ahora que tocó temas personales, como su familia y crianza. Y ser el único joven con
habilidades de su círculo. Más solo que un dedo—. Oye, si los adultos con poderes son tres, ¿por
qué decís que yo e Irina somos pe’azo de caso? También somos tres.
—De primera, porque no heredaron sus poderes. Segundo, con ustedes el total de dones
que conocíamos aumentó a cinco, algo que no se veía hace caleta. —Se detuvo frente a un
enorme muro con grafitis—. ¿Cachái que es sospechosa la weá?
La pared de ladrillo se alzaba a dos metros y medio y encerraba una cuadra gigantesca,
llena de árboles y con algunas construcciones cilíndricas sobresaliendo. Hasta donde Joshua
entendía, pertenecía a una empresa de agua.
Demian apoyó la mano en la pared y dejó un círculo mágico que aumentó de tamaño
hasta tomar la altura de una persona. Se aseguró de que nadie viniera y tiró a Joshua adentro,
pasando rápidamente tras él. El chico trastabilló por el pasto lleno de hojas.
—Listo, aquí nadie weará.
—¿Con qué?
—Entrenar. Te presento mi escondite secreto. Vengo desde los trece y no pasa ná. Excepto
cuando riegan. El cuidador ni pesca pa’ acá.
—La mansa pared y encima está enrejá. Sólo alguien que vuela podría entrar piola —
reclamó con desdén, sacando el agua de la mochila, sentádose en la tierra y hojas secas
acumuladas—. Yo no podré pasarla por mi cuenta. —Empinó la botella y bebió grandes
sorbos hasta saciar la sed. Aún estaba fría y eso lo reconfortó.
—Deja de llorar. ¿Algo má’ que preguntar?
—¡Fiuf! —le tendió la botella, limpiándose el sudor con el dorso de la mano—.
¿Enfrentaste monstruos de Sombra con tus tíos?
—¿Y con quién más? Solo no me los pue’o. —Aprovechó y también bebió para
refrescarse—. Además, son creación de las Sombras en este plano, no hay dimensión pa’
donde kickearlos. Hay que piteárselos.
—¿La dura?
—Si se escapan vuelven y dejan la cagá. No se organizan entre ellos, pero las Sombras
los entienden y ellas sí arman la zorra.
—Así no entiendo por qué las Sombras hacen falta.
—Son parte del equilibrio. Algo las cambió en el pasado, antes que aparecieran nuestros
ancestros. Eso las volvió un puto problema. —Se instaló en una parte más frondosa—. Ven.
Transfórmate como ayer.
—No cacho cómo. Liberaste mis poderes y pasó.
—Sí, pero no te puedo despertar otra vez. Si recordái que pasó demás que funciona.
Poco convencido, Joshua se quitó la polera que llevaba puesta y las zapatillas. No quería
perder más ropa, no le sobraba.
Fue hasta ese árbol e hizo memoria de lo acontecido la noche anterior:
***
El círculo de Demian se desvaneció y tras unos segundos vio ondas de energía que se
movían por encima de su piel. Se asustó porque el destello era cegador, aunque no emitía una
luz real. Sintió que el cuerpo le quemaba y cuando el ahogo cesó, ya no era el mismo. Lo único
agradable fue la sensación que tuvo en el pecho a lo largo del proceso: sintió una ligereza
increíble en su corazón, como si por fin liberasen una fuerza que estaba sepultada bajo un
montón de preocupaciones.
***
Se concentró para llamar esas sensaciones. Quería sentirse liviano otra vez y que podía
tomar control de sus temores… Pero los minutos pasaron y nada sucedió.
—Ná’, ¿eh? —evaluó Demian.
—Ná. ¿Cómo usái tu magia?
—Ah, no. Lo mío es distinto, funciona con esto —se indicó la cabeza—. Me aprendí los
círculos de memoria y los traigo con el gesto que le asigné a cada uno. Pero tú usái tu cuerpo
pa’ manifestarlo. A puro ejercicio lo vai a controlar.
—Ok… ¿Qué debo hacer?
—Primero tengo que verlo. Si no me lo mostrái seguimos igual. —Se apretó el tabique
de la nariz. «Ayer se vio tan natural luchando y ahora ná. ¿Qué está saliendo mal?».
—Dame algo mejor que piensa en lo que pasó ayer. —Pateó las hojas. De manera repentina,
Demian le lanzó un golpe que esquivó a duras penas, cayendo sentado, sin cambiar—. ¿Qué
weá?
—Veía si por reacción te transformábai, pero no erís del tipo detona’o. Hum. ¿Quizá lo
opuesto? ¿Algo abstracto? —Terminó de hablar consigo y se dirigió a Joshua, quien se había
reincorporado y esperaba a una distancia prudente—. A’er, lo que me decían de chico. Piensa y
siente como cuando dibujai o te imaginái lo que lees, que estái viendo algo que técnicamente
no existe frente a ti. Trata así… Espero que se te dé alguna, si no, ya me quedo corto.
Pese al susto y lo atontado que estaba con todo, Joshua decidió que no daría pie atrás y si
ya estaba dentro, sería hasta el fondo y las últimas consecuencias.
Y más importante aún, la seguridad de Irina dependía de que pudiera controlar su poder,
para no hacerle daño sin querer y protegerla de las Sombras que la descubrieran como una
elegida involucrada en la guerra.
De pronto el consejo se convirtió en la luz al final del túnel. Las artes no eran lo suyo,
pero si se trataba de libros era un tema distinto. Inhaló profundo y se concentró, quería recrear
esa sensación, ser capaz de ignorar lo que está al frente para ver algo más allá. Acercó sus
manos al pecho, sintiendo un leve calor.
Demian caminó lento para no distraerlo, colocándose a unos metros frente a él.
«Creí que su don era reactivo. Me equivoqué», evaluó, incrédulo de que solo debía decir
lo correcto.
Quiso analizar lo que estaba sucediendo alrededor de Joshua, pero distinguió un
resplandor entre sus manos. Como reflejo levantó un círculo de magia frente a él, con cuatro
capas que flotaban a la misma distancia entre ellas.
Un poderoso rayo blanco y azulado salió despedido en su contra, el que rompió los dos
círculos exteriores tras reventar.
Parpadeó y ya había pasado.
—¡Chucha! ¡Fue sin querer! —Joshua levantó las manos, mostrando que la luz ya no
estaba. Su apariencia era la misma, no había cambiado—. Sentí algo y luego, ¡¡¡bam!!! Apenas y
lo vi… Sigo igual.
—Pasa porque erís débil. —Deshizo el conjuro, ignorando que sus palabras fueron
como una bofetada para Joshua, que lo hicieron sentir inútil y desvalido.—. Por eso anoche
creciste, con forma adulta lo controlái… Atácame otra vez.
—¡¿Seguro?!
—Ni queriendo me tumbái. —Hizo tronar los dedos de las manos, entretenido. El poder
de Joshua igualaba al suyo, pero era un novato y correr con la seguridad de ambos y el entorno
resultaba emocionante; al fin un desafío diferente—. Dale con todo, hasta que lo podái sujetar
sin que arranque.
Joshua resopló. Estaba cansado y mareado, pero la expectativa podía más. Y pensar que
Demian conocía sus sentimientos por Irina le daba un motivo para desquitarse. Nadie más lo
sabía, era su secreto más preciado y lo protegería a toda costa, como a Irina.
Eso lo motivó a seguir.
***
Dos horas después…
El rayo blanco seguía revelándose. Joshua no conseguía controlarlo por más de unos
segundos antes de que saliera despedido en cualquier dirección, momento en el que Demian lo
frenaba con círculos, impidiendo que saliera por entre los árboles o los dañara. Al verlo
exhausto dio por finalizado el entrenamiento.
—Mañana, aquí. —Contemplando la luz del día irse lentamente—. Te tiro a tu casa.
Él apenas reaccionó a agarrar la mochila. Ni bien lo tocó aparecieron en su antejardín, en
el rincón donde los arbustos estaban altos. Demian se desvaneció al instante y no alcanzó si
quiera a reclamarle con un gesto. Se puso la polera, calzó las zapatillas y agachado fue hasta la
reja de la calle. La abrió y cerró, parándose en el acto y actuando como si hubiera entrado
recién.
Estaba molido. Comería, se ducharía y caería como plomo en la cama.
Entró, pensando qué excusa dar para su día fuera cuando se topó con la imponente
figura de su padre que iba de un cuarto a otro.
—Otra vez tarde mie’chica. ¿Conseguiste algo?
—No. —Joshua trató de mantenerse firme, pero estaba tan cochino y hediondo que
dudó le creyera.
—Partiste mañana otra vez —dijo con desaprobación, dejándolo para seguir viendo tele
en la sala.
El chico puso cara de odio cuando se alejó, pero luego notó que desde la pieza al fondo
su hermana de doce años lo estaba vigilando, con la puerta entreabierta. Apresurado cambió la
expresión, ella no se merecía esa mirada. Apenado pasó a la cocina.
Se mentalizó que debía entrenar muy duro y concentrarse para que no lo descubrieran en
su casa. ¿Qué iba a hacer? ¿Cómo le daría el gusto a todos sin arriesgar una de sus vidas?
IV
Cambio de Planes

Joshua regresó a la calle del muro pintado tan temprano como pudo. Buscó a Demian,
pero no lo vio por ninguna parte. ¿Habría llegado antes? No, el lugar le quedaba lejos, debía
estar atrasado. Miró por encima del hombro, deseando que su compañero estuviera en la otra
esquina, pero la calle se encontraba vacía, ni autos venían. Solo en una casa al frente había una
abuelita que regaba el jardín delantero. La miró con disimulo, mientras regresaba sobre sus
pasos, tratando de no llamar mucho la atención.
Cuando la viejita se agachó tras un matorral de cardenales algo lo atrapó por la espalda,
cubriéndole la boca a la vez que la calle desaparecía atrás del muro, decorado con un círculo
mágico que se apagó apenas lo cruzó.
—Atrasa’o pa’ variar. Pensé que no ibái a venir.
—Me mandái a la chucha y querís que llegue temprano.
—Si avisárai por último. Te prestaría un celu que ya no uso, pero si lo pillan tus viejos,
será tema.
—Con cuática.
—¿Seguro que tenís catorce? —La mirada de Joshua queriendo matarlo fue la única
respuesta que obtuvo—. Quizá esto ayude. ¿Te interesaría hacer una pega?
—¿Pega? —descolocado por el repentino cambio de tema. ¿Se quedó espiándolo en
casa? Era demasiada coincidencia—. ¿De qué…?
—En un edificio de oficinas. Buscan alguien que lleve encargos y paquetes entre pisos.
—El de los mandados…
—Necesitái una excusa pa’ andar fuera todo el día y que tu familia no se estrese.
—Pero si acepto no podré entrenar.
—Excepto en esta pega. —Reacomodó su alborotado flequillo negro con un
movimiento de la cabeza—. Mi tío es el dueño, el mismo que pelea con Sombras. Como él
sabe la verdá no te va a echar si desaparecís un día entero por la misión.
—Ah, ya caché. No es que busquen a alguien pa’ eso, sino que algo pa’ mí —razonó en
tono ácido, dolido en su orgullo—. Quieren tenerme vigila’o.
—Touché. Pero fue lo mejor que se me ocurrió. Si tenís otra idea, te escucho, pero no es
webeo pal tío, no le molesta. Y te pagará incluso si te desaparecís, por pelea o entrenamiento.
—¿La dura? —eso fue demasiado suculento.
Lo analizó unos instantes. Sonaba muy bueno para ser cierto, pero tras los tropiezos del
comienzo necesitaba una ventaja. Algo que uniera sus vidas de forma armoniosa, sin
mezclarlas. Para colmo, era lo que estaba buscando, porque según su papá ya era hora de que
aportara en la casa.
Pensó que su cara de interesado lo delataba así que comentó:
—Con eso podría comprar un celu barato.
—Y en tu casa no webearían pregundando de a’ónde salió.
—¿Cuándo empiezo?
—Le aviso al tío y te digo. —Escribió un mensaje en wazzupp y tras mandarlo caminó
alrededor del chico, examinándolo.
—¿Qué tanto mirái?
—Por dónde empezar. A tu cuerpo le falta fuerza pa’ sostener el rayo.
—¿Querís que haga flexiones hasta morir?
—Estaría súper bueno, pero no ayuda ahora.
—¿Y la transformación?
—No sale, queda pa’ después. Vamos un problema a la vez y por hoy es ir a la piscina.
—¿A la piscina?
—Es tremendo ejercicio. —Movió los brazos como si nadara en el aire y luego recogió
su mochila junto a un árbol. Hurgó en su interior—. Y porque hoy hará un calor de mierda y
ni cagando me quedo aquí sopeándome en la humedá.
Sacó un traje de baño y se lo tiró a la cabeza. El chico lo apartó y miró con desdén, más
ropa que Demian ya no usaba. Suspiró cansado, los elegidos de la guerra contra las Sombras
estaban planeando su vida, y como era el último en llegar no tenía derecho a pataleo.
—Por un verano arrastrado a todas partes.
—Éeese es el espíritu.
***
Demian los teletransportó a las cercanías de un polideportivo con piscina. Este también
contaba con canchas para todos los deportes, áreas de juegos y asados. Era muy popular por lo
nuevo y bien cuidado que estaba y Joshua siempre quiso conoceerlo, pero como debía pagar
entrada se quedaba con las ganas. Esta vez Demian pagó por los dos y en breve se instalaron
sobre el pasto que rodeaba la piscina olímpica.
Aguardaban a que se absorbiera el bloquedaror, sentados en las toallas. Así el joven notó
las marcas que dejaban las poleras en los brazos de Joshua, en una línea casi perfecta que
dividía la piel tostada de la quemada por el sol.
—Pero qué poco sexy —puntualizó Demian, estirando el cuerpo.
—Algunos no tenemos el lujo de broncearnos —respondió molesto, inseguro con qué
contraatacar al verlo flexionar sus músculos definidos—. O aprender a nadar.
Demian se detuvo en seco.
—¿Qué? ¿Me estái diciendo que no sabís nadar?
—Nunca aprendí —complacido por ofuscarlo—. Tampoco es como que pudiera ir a la
piscina todo el rato.
—Chuchesumadre. En verdá erís ezpecial. Ya, partiste a trotar. Cinco vueltas a la piscina.
—¿Para qué?
—¡Diez!
Masculló con la mandíbula apretada, tragándose las quejas o acabaría peor. Ajustó el
nudo del traje de baño que le quedaba una talla grande y se dispuso a hacerle caso. Había poca
gente porque era temprano, pero para no confiarse evitó mirar directo a las personas.
Por su lado, Demian escrutó la zona. Todo tranquilo. Nadie tenía Sombras peligrosas,
sólo algunos individuos con nubarrones oscuros sobre sus cabezas. Lo normal. Si las
ignoraban, éstas no darían nota de ellos.
***
Joshua acabó sin aliento después de correr, pero Demian no le dio descanso. Lo arrastró
a la ducha de entrada, donde el agua fría le dejó una sensación muy desagradable, la que no
mejoró cuando se detuvo en la orilla. Miró el agua con recelo y temor, ¿qué debía hacer? No
previó que Demian lo empujara de un costalazo y se fuera de cara hacia el azul turquesa, a una
profundidad suficiente para no darse con el fondo.
Fue como si el alma se le saliera del cuerpo y a manotazos torpes se agarró de la orilla.
—¡¿Pero weón?! —tosió y se apretó la nariz, dolorido porque el agua le entró hasta el
cerebro.
—Así no sentís el frío. —De un salto se lanzó, salpicándolo. Apartó la larga melena
negra de su cara y se ubicó al lado—. En la orilla no te va a pasar nada y aquí no es tan hondo.
—Para ti.
—Mira. Aprendís a flotar y ‘tai listo. El cuerpo siempre flota. —Se echó de espaldas con
los brazos y piernas extendidos y mantuvo la pose, siendo mecido por las olas que produjo con
su chapuzón—. Así.
—Porque ya sabís hacerlo
—También. Agárrate de la orilla, así y patalea. Mantén el cuerpo horizontal y que no se
hunda. —Hizo una demostración y después lo supervisó, picándolo por debajo cuando era
atraído por la gravedad—. Cabeza arriba, espalda recta.
—¿Esto cómo ayuda?
—Cosas de tomar el curso rápido. Debís estar a mi nivel, no quiero preocuparme por tu
seguridad cuando peleemos en serio.
—En una semana ni cagando podré.
—Se intentará. ¡Sigue!
Joshua agachó la cabeza y medio ahogado con el agua la levantó de golpe, soltando un
reclamo. Se resignó, él mismo aceptó meterse en esto. Y qué era un día de piscina al lado de
encarar una Sombra sin saber cómo atacarla. Siéndose sincero, la situación estaba mejor de lo
esperado.
O eso creyó.
V
Monstruo de Sombra

Demian no dejó en paz a Joshua hasta que le dio hambre. Se secaron en las toallas y el
joven sacó de su mochila unas marraquetas envueltas en servilleta, dentro de bolsas plásticas.
—Toma —le ofreció una, lanzándosela—. Los hizo mi vieja.
—Gracias —dijo sorprendido, agarrando torpemente el bulto.
Joshua miró el pancito relleno a reventar con jamón, verduras y aliño. Se le hizo agua la
boca y lo probó de un mordisco, profiriendo un reclamo feliz por su buen sabor. Necesitaba
algo así, rico y saciador.
A Demian le causó gracia su reacción y nostálgico bajó la mirada. Recordó el tiempo que
compartió meriendas así con Vicente, su amigo de la infancia e hijo menor de los tíos, antes de
que su actitud cambiara y ya no lo reconociera, por más que intentó seguirle el ritmo.
—Dile a tu mamá que se pasó —los distrajo Joshua.
Demian sacudió la cabeza y se sirvió.
—Cuando controlís tu poder te llevo y se lo decís tú.
—¿No habrá ata’o?
—El único cacho es que arrastrís algo, por eso, cuando te manijí. Lo demás, pa’ ná. Ella
sabe. No tiene poderes ni se mete en la guerra, pero cacha la custión. Mi viejo le explicó antes
de proponerse.
—¿Y no le da susto?
—Tal vez. Nunca me dijo qué piensa. —Se encogió de hombros y contempló su comida
—. Una vez le paró los carros al viejo, por las notas, pero náa má’. Sin secretos ni volviendo
hechos pico no hace show. Sabe de ti —mascó el pan y lo acomodó para hablar con él aun en
la boca—. De má’ que le costó, pero creyó en el viejo.
Joshua dejó de zampar. Redujo la velocidad del mascado y luego tragó, aguardando en
un estado meditabundo. A sus ojos, el papá de Demian fue muy valiente por confesarle
semejante realidad a quien le gustaba.
¿Él podría conseguirlo? ¿Qué era menos terrible: declararse a Irina o tener que contarle
la verdad?
—Y hablando de amor… —Demian puso tono cargoso—. Si despertamos a Irina
estaríai con ella má’ rato.
—¡Ni-cagando! —se puso colorado hasta las orejas y como lo vio explotar en risa
comprendió que metió la pata—. Weón, si ve mi transformación va a quedar pal hoyo.
—Entonces ponte las pilas. Porque, de que se unirá se unirá, es su destino. Por mucho
que la protejái, si no es ella será el Enemigo.
—Puta… Es que no…
—Ya, te ahorro la plancha un rato. No lo haré. Igual, erís suficiente pega como pa’ tener
a otro pollito nue’o. —Equivó el manotazo—. Pero si no queda de otra, tocará.
—Qué paja —gruñó—. Cómo hago pa’ no irme a la chucha.
—Uta. Te cacho. Yo estoy metío en la weá de chico, pero a ti te cayó to’o hace dos días
no má’ po. Mira. Con que estís ready luego la hací, onda, ahora en enero, pero si necesitái un
tiempo pa’ pensar, quiero que me lo digái.
Joshua suspiró y se mostró más animado.
—Por ahora le doy.
—No es webeo.
—Ta bien. Te paso factura si necesito. Am… ¿Cómo hacís pa’ que tus amigos no te
cachen?
—Estando en todas.
—¿Partes…?
—No po’, weón. Siendo alguien normal. —Le mostró su teléfono, lleno de apps de
redes sociales. Abrió una y deslizó el dedo hacia arriba, exponiendo que subía posteos con
regularidad, además de un lote que tenía pendiente por revisar, la mayoría eran fotos y videos
de jóvenes en la playa y fiestas—. Cuando la guerra viene a wear, invento una weá creíble pa’
ellos y ya. Mira, esto lo subí ayer cuando estaba contigo.
Le enseñó una foto de un garaje donde salía él en primer plano y al fondo un hombre de
pelo negro reparando una moto. Abajo se leía “arreglando a la Scarlet con el viejo”.
—La tomé hace unos días y la guardé pa’ cuando no pue’o pescar. Así tengo un lote.
A’ers, un sec.
Joshua lo vio tenderse hacia atrás, acomodar las gafas de sol y poner cara intensa antes
de tomarse un par de selfies donde sólo se veía la toalla y el pasto de fondo. Luego se sentó,
escogió las mejores y las subió y mandó a diferentes apps y chats, hablándole mientras escribía
en cada uno cosas como #diadepiscina y #summertan.
—Y listo. Lo positivo de que tengai cero presencia en internet es que nadie notará si te
desaparecí.
—“Jajá” —se mofó, harto de ser insultado—. La weá es cuando estái con tus amigos y te
atacan o tenís que ir a pelear.
—Te inventái algo y ya. Que vai al baño, que tu vieja quiere la ayudís con alguna weá. Lo
que se te ocurra y al resto le dé igual.
—¿Hay peleao en la calle con una weá como la de anteayer?
—Sí.
—¿Cómo hiciste pa’ que no cacharan?
—Me voy haciéndola piola y si hace falta me teletransporto a un sitio a’onde pelear sin
dejar la cagá. Con enemigo y todo. —Bajó el teléfono y se puso serio—. Los poderes son
nuestra ventaja, pero también una responsabilidad. Están pa’ cuidar a los que no tienen, de la
mejor forma que podái. Cómo yo tomo una emergencia va a ser muy distinta a la tuya cuando
estís solo.
—Pa’ empezar yo no puedo desaparecer.
—Yep. Por ahora no te expongái y estái da’o. En lo que bajamos la comía te doy un par
de ideas pa’ cuando controlís tu poder.
***
Demian le explicó que en su caso lo mejor era conocer el entorno, buscar sitios, huecos,
resquicios en donde no lo vieran cambiar de apariencia ni los golpes creados por su habilidad.
Aseguró que el rayo era invisible para la gente, pero no lo que reventara por él. También que si
ya estaba a buen nivel podía desafiar a las Sombras y hacer que lo siguieran donde él quisiera.
Si repetía lo del primer día, pero a consciencia, tendría el control de la situación, ya que no
verían a través de él.
También lo aconsejó qué hacer con su familia ante una pelea, para que luego no hubiera
información contradictoria entre familiares al decir que fue con alguien donde nunca llegó. De
momento podía usar el trabajo como fachada.
Después de eso volvieron al agua.
—Me tenís que bracear pal final del día. —Lo amenazó, sentado en la orilla.
—Si antes no me convierto en pasa —reclamó entrecortado, pataleando agarrado al
borde.
—¡Pfft! —escupió en una pseudo carcajada—. No le pongai color. No bajís el ritmo o te
arrastro hasta la parte honda.
—¡Toy tratando, qué más querí!
—Podís más. A’er, ya que no anda nadie, contéstame éstas. Si lo hacís bien te dejo parar.
¿Cómo llegan las Sombras?
Agobiado e incómodo por el ejercicio, se concentró para responder sin dejar de mover
las piernas.
—Depende. Emociones negativas. Malas intenciones. Ambición. Codicia. Gente que
vería normal los pensamientos que les meten.
—¿Solo…?
—Y los de espíritu débil. ¡Uf!
—¿A cuáles les sirven esos?
—Cuatro de las cinco típicas.
—Bieeeen. ¿Veí? Podís parar. —Se quitó el sudor de la frente y pensó en entrar, pero
algo lo tenía inquieto desde que regresaron y quería descubrir de qué se trataba—. Dime cuáles
son los tipos de Sombras más débiles.
—A… Aetha, parásito y… las que tienen forma de gusano, pero si la persona es de buen
corazón a esos no.
—Tenenta —lo corrigió—. Las clasificamos pa’ saber cómo actúan y qué tan peligrosas
son, pero to’as mutan, evolucionan o retroceden. ¿Los otros dos tipos se llaman…?
—Te… ¿Tegmas y Venas?
—Vennat. Si son más de una es Vennates. Ojalá nunca toque una weá así, sería la mansa
sacá de chucha pa’ nosotros.
—Son las más fuertes, ¿no?
—Sí. Antes me tiro de hocico contra un monstruo que una Vennat. Esas andan por allí,
sueltas, sin un controla’o, atacando directo a la gente.
—Brrr…
—Hay que deletear la weá altiro, pero, si toca elegir entre ella y un monstruo, el
monstruo tiene priori porque deja má’ la cagá. Si deja la zorra con un accidente la Vennat se va
a hinchar como garrapata y ahí no hay forma de echársela.
—Keasco. ¿Por qué me dái esa imagen? ¿Les pasó?
—A los taitas. Los viejos no me han conta’o la weá en detalle, pero con lo que caché
busqué y paré’e que se cayó un edificio.
—La mansáca’. ¿La perseguían?
—Te digo que no sé. Algunos monstruos andan libres dando vueltas, pero otros los
plantan en sitios y no se mue’en.
—¿En cualquier parte?
—Peor que araña de rincón. Los he visto salir de donde no te podí imaginar —y dicho
aquello se colocó de pie, estirándose—. ¡A patalear! Y de ahí te enseño braceo. ¡Echen
bombas!
Joshua cerró los ojos y se preparó a que el chapuzón lo empapara. Y posiblemente fuera
arrastrado a la parte honda de todas formas.
Le cargaba.
Bajo otras circunstancias, él y Demian jamás se habrían conocido. No tenían nada en
común y aún le causaba desconfianza, pero compartían un secreto único y sólo contaban con
el otro para cuidarse las espaldas. Tenía que aguantarlo, no quedaba más alternativa.
Los segundos pasaron y nunca oyó el chapuzón. Confundido, alzó la cabeza.
Demian seguía de pie, donde mismo, observando inmóvil hacia la parte más profunda
con expresión grave. Joshua se dio vuelta y buscó en esa dirección, pero lo único que notó fue
lo vacía que estaba. Tuvo un mal presentimiento.
—Hay gente atorá’a al fondo… —Demian forzó la vista—. ¡Conchesumadre!
—¡¿Qué?!
—Un monstruo de sombra tiene gente agarrá. —Corroboró que el salvavidas no estaba.
La silla se encontraba vacía—. ¡Por la chucha! Sígueme.
De un piquero se lanzó al agua, acortando bastante la distancia. Bajo el agua distinguió
los tentáculos negros que emergían del filtro en la parte honda y que apresaban a tres personas,
robándoles su energía e impidiéndoles escapar. Salió a tomar aire y se apresuró, no contaban
con demasiado tiempo.
Joshua supo que sería imposible seguirlo toda esa distancia. Salió por el borde donde
estaba afirmado y caminó pegado a la orilla a paso rápido, no sabía si alertar al salvavidas del
otro lado era buena idea para lo que acontecía. Desde la superficie vio al monstruo como una
planta de tentáculos sacudiéndose frenéticos ante la presencia de Demian, quien los paralizaba
con conjuros y frenaba el robo de energía.
—¡No te descartí! —lo alentó desafiante, manteniéndose a flote con las piernas—.
Sácalos de a uno, rapidito no má’. Te apurái sosí, toy clavao aquí afirmándotelo.
Llegó el momento de demostrar que no era un inútil.
Joshua se tapó la nariz y saltó dentro, nadando de forma torpe hacia la persona que tenía
más cerca y que no estaba muy sumergida. Soltó el tentáculo y se dio cuenta que el hombre era
el salvavidas, con un círculo alrededor de la cabeza, igual al que Demian puso en Irina la otra
noche. Le costó sacarlo y dejarlo a medio cuerpo sobre la orilla.
Regresó enseguida por la siguiente persona y apurado repitió los pasos con la chica de
bikini azul. Aflojó la masa carnosa y desagradable que la sujetaba, la jaló a la superficie y ya que
era de su porte la pudo sacar rodando por el borde. Su cara se le hizo familiar, pero la
confusión le impidió seguir pensando, debía ir por quien faltaba.
Estaba tan metido que ni escuchaba a Demian, el que lo alentaba y pedía se apurara.
La tercera víctima era una niña que estaba en el fondo. El tentáculo la aplastaba contra el
suelo y el peso le impedía salir a flote.
Joshua tomó una gran bocanada de aire antes de zambullirse otra vez. Su nado era torpe
y descoordinado, casi no avanzaba para lo mucho que se movía, pero no se iba a rendir.
Llegó agarrándose del tentáculo para no reflotar contra su voluntad. La niña no era tan
pequeña como creyó, debía tener su edad. Tiró de sus piernas para librarla, pero no cedió.
Desesperado, se colocó frente a ella por si tenía mejor suerte de ese lado.
Horrorizado dejó ir el aire que le quedaba.
«¡Irina!».
VI
Nick

Medio ahogado regresó a la superficie.


—¡¿Por qué no la sacái?!
—¡Es Irina! —Joshua nadó hacia él, tosiendo—. ¡Stá pegá!
—¡¿Khé?! Puta la weá… Saca al salvavidas y ándate. Si me hundo esta weá se suelta. —
Se sumergió al instante, sin reparar en que Joshua permaneció donde estaba.
Algo por dentro lo hería, le arrancaba del corazón. Era un dolor que le impedía moverse.
Primero la Sombra que atacó a Irina en la calle y ahora un monstruo. ¿Era mera coincidencia,
verdad? Demian le explicó que los monstruos no cazaban a alguien en específico, como las
Sombras, salvo se tratase de un elegido despierto.
«No pudo despertar en dos días… ¿O sí? ¡Demian habría cachado, como a mí!!». Dejó
de moverse, agarrotado. «Dije que la protegería, pero no pude hacer niuna weá».
Tomó una gran bocanada de aire y se llevó las manos al pecho, hundiéndose. Trató de
concentrar el rayo para lanzárselo al monstruo, pero no sentía la energía ni el calor. Sólo un
intenso dolor que le atravesaba el pecho, doblegándolo, dejándolo sin aire y haciéndole perder
control de su cuerpo. De pronto vio un tentáculo cernirse sobre él y todo se volvió negro.
***
Demian colocó un portal debajo de Irina y aprovechó que era presionada contra el suelo
para sacarla fácilmente. Se teletransportó junto a ella fuera de la piscina, detrás de unos
arbustos espesos que cubrían los generadores, cerca de la parte honda.
Una oleada de agua los acompañó. Esperó escondido por si el ruido alertó a alguien,
revisando en todas direcciones. Seguro de que estaban a salvo la revisó: respiraba débil a causa
del robo de energía, pero gracias al círculo y que la sacó a tiempo estaba bien. La tendió de
lado y se enderezó para buscar a Joshua.
Nada.
«No me digái que te agarró». Con una pisada fuerte creó un círculo radar bajo sus pies,
pero un borboteo extraño lo distrajo, seguido por una explosión submarina que hizo saltar
agua por toda la orilla de la parte honda. Preocupado revisó el radar: el monstruo no aparecía
en él, solo Joshua. «¿Qué chucha?».
Regresó a ver la piscina y descubrió a Joshua transformado junto al borde, asomando
apenas la cabeza. Lo miraba fijamente con cara de pocos amigos; las marcas azules le cubrían el
mentón y las mejillas, apenas se notaban bajo el largo pelo verde empapado.
«¡¿La hizo?!».
Esperanzado, lo teletransportó de inmediato a su lado. También llegó con una ola que
fue atraída por la gravedad hacia el barro.
El cuerpo alterado para la batalla no pasaría inadvertido. Esa era la apariencia que adoptó
cuando liberó sus poderes. Al menos con traje de baño estaba más cómodo y se podía ver el
patrón de franjas azules en su espalda, arremolinándose sobre cada omóplato. El denso
flequillo de su forma adulta le cubría por completo los ojos.
—¿La ‘ura que te lo pietaste solo? —inquirió suspicaz. Joshua tenía algo perturbador esta
vez, algo que no estaba antes. No le respondió y se limitó a recoger a Irina, estrechándola en
sus brazos—. ¡Weón, no me ignorís!
“¡No la toquís!” —gritó Joshu, distante.
Demian se sobresaltó. Lo escuchó con su voz normal de cabro chico, como un susurro
mental. Miró con gravedad al sujeto que tenía en frente.
—¿Joshua?
—Vaya —dijo, levantando la cabeza—. Puedes oír mentes.
—Quién erís y qué cresta hiciste con Joshua —exigió, notando su mirada y actitud
diferentes a las de su compañero.
—Nada. Soy una parte suya, una que dormía hasta que él despertara por completo para
mostrarle el camino.
—¿Erí… la línea perdida de dónde reencarnó?
—Es posible, mis recuerdos están fragmentados y no puedo confirmarlo. Lo único que
tengo claro es cómo ayudarlo a usar su habilidad.
“¡No quiero tu ayuda!” —insistió Joshua, atrapado en ese espacio abstracto del que no
podía huir, pero donde podía ver y escuchar perfectamente—. “Dijiste que salvaríai a Irina, no
que usaríai mi cuerpo sin permiso”.
—No tienes opción, somos parte de lo mismo. —Alzó la cabeza de Irina y la besó en la
frente.
“¡¿Qué cresta hací?!”
—Quito la marca que le puso la Sombra el otro día.
“¡¿Marca?! ¡Yo no veo ni una weá!”.
Demian se enderezó al oírlo. Quitó algo de hostilidad, pero no toda, aún no le tenía
confianza a eso.
—Así que era verdá’. Lo sospechamos, pero nunca pudimos comprobarlo.
—Es una marca astral. Solo pueden verla aquellos en contacto con el otro plano, sean o
no de los nuestros. —Recostó a Irina en el pasto y se apartó—. De ahora en adelante viviré en
el interior de Joshua y saldré cuando se necesite. Tú podrás escucharme al estar encerrado igual
que como haces con Joshua ahora —sonrió confiado y colocó una mano en el pecho de Irina,
a través de la cual le pasó de su energía—. Mi nombre es Nick.
—¿Nick? Es bastante moderno pa’ ser alguien… antiguo.
—Es lo que recuerdo. —Se levantó, retrocediendo hacia los matorrales junto a la pared
limítrofe—. Cuídala bien.
—¡¿Ah?! —Demian quiso putearlo porque se escondía así sin más, pero justo despertó
Irina, tosiendio arcadas fuertes. La ayudó a enderezarse, preocupado—. Oye, ¿cómo estái?
—¿Qué… pasó? Pensé que iba morir…
—Te atoraste con el filtro y del susto te fuiste a negro, pero ya ‘tas bien. —Le sobó la
espalda y se forzó a sonar amable, no quería que se pusiera a llorar—. Te traje aquí pa’ que no
se juntara gente. Tómate tu tiempo, de ahí te llevo a tu toalla.
—Gracias —dijo avergonzada, frotándose los ojos llorosos.
***
Joshua los veía tras los árboles, ya vuelto a la normalidad. Estrujaba el traje de baño con
una ira que le dejó los nudillos blancos.
“¿Pensabas aprender a controlar tu poder sin la guía apropiada?” —cuestionó Nick,
siendo él quien estaba encerrado.
«No te necesito…» pensó Joshua, respondiéndole. «¡Ándate!».
“Ja ja ja” —Nick soltó una larga carcajada con su voz grave—. “Por más que quieras no
me iré, no hasta que estés listo, y falta demasiado para eso. Entiendo que no quieres repetir una
situación como la de hoy, ¿o sí? ¿Tener que rescatar a Irina y no poder hacer nada más que
mirar?”.
Joshua golpeó con el revés del puño el árbol donde estaba apoyado.
«¡Por la cresta! ¡No! Pero lo quiero hacer solo, no alguien más haciéndose pasar por mí».
“Entonces presta atención” —dijo de forma brusca y cortante—. “Sé manejar todos los
poderes que tienes y cómo transformarme a voluntad. Te puedo contar todo con detalle, pero
hay cosas que sólo aprenderás viviéndolas. Ya cuando compruebe que te las puedes arreglar tú
solo, te dejaré en paz. Y deja de pensar en cómo sacarme de ti, es inútil”.
Joshua se erizó, justamente es lo que estaba planteándose.
“Leerte es demasiado fácil, necesitas entrenar mucho”.
—¡Puta! —exclamó, colapsando. Primero Demian diciéndole que era un inútil de forma
indirecta y ahora esta cosa, que habitaba su mente y lo catalogaba de caso perdido—. ¿Qué erí?
“De lo que puedo recordar, soy una parte de tus poderes que fue sellada en un espacio
atemporal, en donde las Sombras no pudieran meter sus narices, esperando a que apareciera
alguien con tu habilidad. Estamos atados, así que más te vale acostumbrarte a mi presencia”.
Joshua bajó el puño, tratando de comprender esta nueva y loca situación.
VII
Conflictos en marcha

Le costó aceptar a Nick y por más días que pasaron seguía sobresaltándose al oírlo de la
nada, distrayéndolo cuando conversaba con otras personas. Pero eso no era lo peor. Él podía
escuchar sus pensamientos y veía lo que imaginaba; por fugaz que pasara, retenía la imagen con
un nivel de detalle que le ponía los pelos de punta. Ya no tenía privacidad.
Lo único bueno era que respetaba su silencio y lo dejaba tranquilo de ser necesario, sin
que se lo pidiera, casi como si él también lo precisara.
A esas alturas, una semana después, le tenía un pelín más de confianza, o resignación
suficiente, e insistió con preguntas que él se rehusó a contestar en un inicio.
«¿Por qué apareciste dos días después?» consultó de forma casual, camino a reunirse con
Demian.
“Debías usar tu poder para que te encontrara”.
«Lo usé antes».
“Usarlo con el propósito que se le otorgó. La primera señal fue débil. Me despertó, pero
no bastó para encontrarte. A la siguiente lo conseguí y vi que no estabas listo. Es importante
que aprendas a controlarlo o se volverá en tu contra”.
«¿En mi contra? Pero si es mía la weá…».
“Una herramienta, por inofensiva que sea, si se la manipula indebidamente se vuelve un
arma de doble filo”.
—¿Amiguis al fin? —Demian le salió al encuentro en la calle.
—¿Podríai dejar de sapear? Seguiré sin pensar náh cuando estís cerca.
Él se molestó y lo picó en la frente con su característico chasquido.
—Weeena, ni que fuera el profesor X. Me tengo que concentrar caleta pa’ escuchar lo
que pensai. Pero, cuando los dos hablan de’aentro es como si gritaran.
—¿Gritar?
“Dice la verdad” —corroboró Nick, muy calmo—. “Cuando nos comunicamos estamos
en una frecuencia superior a un pensamiento”.
Demian rezongó, sacudiendo la cabeza.
—Tú no erís un pensamiento, partamos por allí. Quizá un espíritu o entidad de otro
plano.
“Tal vez, o sólo un eco de un espíritu. No lo recuerdo”.
Joshua entornó los ojos hacia el cielo y se encogió de hombros, negándole a Demian.
—No me mirís, nome ha dicho ni una weá que no sepái.
—Igual te voy a cachar. —Amenazó por encima de Joshua antes de hablar normal—.
Tengo que recoger algo que me pidió mi vieja, de ahí vamo’ a la piscina. Ya se debió calmar la
cosa después del accidente. ¿De verdá no te ha dicho ná al irte de entrenar?
—Me webea —sentenció sin preámbulos.
—Ya, sí, pero algo más importante.
—Pregúntale tú a él po’, si lo escuchai —se recogió—. ¡Te juro que no ha dicho ni una
weá útil!
Como si el ejercicio impuesto por Demian no bastara, Nick lo obligaba a continuar en
casa antes de dormir. Tenía los músculos doloridos y sentía que el cuerpo le reaccionaba a
medias. Lo único que quería era un día haciendo nada.
“Le indico sus errores y cómo corregirlos”.
—Solo te burlái —refutó Joshua—. No me cuenta náa personal y le pregunté si iba a
ocurrir otra guerra, pero tiene pico idea.
“Estoy atado a tu poder, no a eventos”.
Demian frenó a Joshua.
—A’er, chanta la moto. —Era claro que se dirigía a Nick y no al chico—. Aunque no
tengai memoria te dai cuenta que algo raro pasa. Demá que teníai señales clave en tu época.
“¿En mi época? Ni sé cuál es. Por más antiguo que sea, no puedo predecir el futuro. Me
sellaron para mantener a salvo los conocimientos que necesitaría aquél que reencarnara con los
poderes que tiene Joshua, en pocas palabras, él. Lo que menos sé es qué sucede ahora en el
mundo. De no estar unido a Joshua ni entendería qué dicen a veces”.
Demian atajó a Joshua por los brazos.
—Si te encerraron fue porque sabían tu rama desaparecería —se cernió sobre él.
“Fue por previsión. Cuando Joshua usa su poder se delata porque altera su cuerpo.
Quizás ese sea el motivo por el que supusieron le pasaría algo antes que a los de tu tipo”.
—Demian… —los interrumpió Joshua, molesto—. ¿Me soltai? ¡No soy él!
“En parte sí soy tú y tú eres yo, pero mi cuerpo no es el suyo. Suéltalo”.
«¡No soy tú!». Le recriminó en su mente. «No me trago que te veai como cuando tomo
mi otra forma, erís tú puro usándome».
“La próxima vez que salgas de la ducha lo comprobamos”.
Demian soltó a Joshua cuando se lo pidió, y se hubiera puesto a pensar profundo la
creciente duda que tenía de no ser porque empezaron a discutir.
—Es imposible ignorarlos, ¿me invitan o lo dejan pa’ después? —dijo con sarcasmo.
Joshua se puso colorado, mientras que Nick ni se inmutó—. Si tú e Irina son ramas perdidas sí
va a pasar algo, pero qué. —Se masajeó la frente con una mano y echó a andar—. Tenís que
entrenar como animal este verano.
—¡¿Más?!
—Y despertar a Irina.
—¡No!
—Sé no querís que vea lo patético que erís, pero si lo chuteamos mucho la podemos
vender.
—¡¿Que qué?!
“Es cierto, pero por ahora puede esperar” —sugirió Nick, aguantándose la risa; Demian
había planteado el inconveniente de forma magistral.
—¿Estái pa’ ayudarme o hacer bullying?
—Estái cagao —continuó Demian—. El monstruo de la piscina con cuea era como una
planta. Lo que se viene es mucho más brígido.
“Déjamelos a mí. Me los cargo mientras tú lo mueles con entrenamiento”.
Joshua pateó enojado el suelo, sin detenerse.
—¿No que debo pelear por mi cuenta? Así el día del pico voy a aprender.
“Cuando me demuestres que puedes, yo te dejo hacerlo, pero por ahora no entiendes ni
de lo que hablamos”.
—Que sí.
Demian aplaudió frente a su cara, llamándole la atención.
—Recojamos las weás y a practicar. Tenís un fin de semana pa’ memoriza lo que falta.
Despuéh te fiscalizo en la pega, pero no to’os los días. Ya saí, sábado y domingo ni se te ocurra
arrancar.
—¿Y tú no tenís amigos con los que juntarte? —chistó, esperando no pasar pegado a
Demian de ahora en adelante.
—Pff. Se fueron a la playa por to’o el verano. Iba con ellos hasta que pillé a ALGUIEN
dando jugo con su habilidad.
—Nadie te mandó a seguirme —se escudó, avergonzado. Le dolía admitir que gracias a
Demian, Irina se salvó—. ¿Qué pasa si los atacan allá?
—Ná, pero nicagando. La están pasando chancho. ¿Qué weá los va a influenciar? Aparte
del copete. ¡Cof! —carraspeó, recuperando la seriedad tras el chisme—. Grábate que algunas
tienen pega importante en la existencia humana, no hay pa’ que cazarlas a to’as. Son las que
dejan la cagá que se ganan un vale por una sacá’a de chucha. Igual y las peores orbitan cerca
nuestro.
—Espera…
“Sí. Quiere decir que ustedes dos atraen más Sombras problema de un radio mayor a que
si estuvieran solos”.
—Mi viejo y los tíos pelean desde la U aquí. Así concentraron en la ciudad a las más
brígidas de la región.
“Se pueden fijar campos de batalla para arrearlas fácil. Las más peligrosas siempre los
van a perseguir, así se mantienen bajo control”.
Joshua se puso pálido.
—Si en total somos seis…
—¿Seis? ¿Eh? ¡Ah! Ná’ que ver. Se suman los poderes si son diferentes. A’er. Si hay cien
de nosotros, pero to’os tienen la misma habilidad, cuentan como uno. Atraerán un montón de
enemigos porque son caleta, pero son menor amenaza pa’ ellas.
“Es un equilibrio que se establece teniéndolos a ustedes, los elegidos, separados tanto en
distancia física como brecha de edades. Uno muy joven y sin guía es una presa fácil para ellas, y
es cuando toman ventaja”.
—¿Viste que sí sabíai weás importantes? —lo molestó Demian—. También un elegido
muy viejo y con su poder agotado. Las habilidades se desgastan. Alcanzan su punto máximo en
la juventud, cuando estamos listos para preparar y defender a un sucesor.
—¿Sucesor?
“Un hijo o alguien joven compatible con la habilidad”.
Su comentario incomodó a los dos chicos. Joshua se puso colorado, le faltaba demasiado
para pensar en eso. Demian ya lo sabía, pero no quería decirlo por lo mismo. Trató de ignorar
el bochorno y continuar:
—Mientras más poder controla el aprendiz, más le quita a su antecesor. Por eso a veces
llamamos a esta weá maldición: aunque no querái, el enemigo te cachará y si no sabís manejar
tu don fuiste bueno. Chavela.
—¿Y si no pasái tu poder?
—Se pierde, pero contigo y Irina, y Nick, ya no sa’emos qué mismo. Los que heredamos
por línea familiar sí estamos cagaos. Igual, aún no alcanzo el nivel de mi viejo, él todavía me
vuela la raja cuando competimos.
—¡Por eso cambié cuando me liberaste! Mi poder vino completo conmigo.
—Exacto —le dio palmaditas en la cabeza, felicitándolo—. Hoy andai vío’, ¿eh?.
—¡Córtala! —quitó su mano.
—Los viejos van de salida. Hay que estar ready pa’ cuando nos toque el cacho entero. —
Se detuvo frente a una tienda de telas, forros de cojines y almohadas—. Recojo y seguimos.
Joshua optó por quedarse afuera, chuteando piedritas. Seguía enojado con Nick.
«No voy a dejar que Irina despierte hasta tener más poder».
“¿Más poder?” —lo ridiculizó—. “Escúchate. Tienes ya todo el poder que puedes
alcanzar, pero no lo sabes manejar”.
Joshua se echó para atrás en actitud defensiva y chocó con alguien que iba saliendo del
negocio aledaño, donde vendían artículos de arte.
—¡Ay! —chilló la chica.
Con torpeza la agarró y estabilizó, utilizando los reflejos que despertaban finalmente
después de tanta tortura.
Se puso tieso: era Irina.
Quiso salir corriendo, pero ella ya lo vio.
—Joshua —dijo sorprendida—. ¿Qué haces por aquí?
—Toy buscando pega… —fue lo primero que se le ocurrió. No iba a decirle la verdad,
pero eso tampoco sonaba muy genial y quiso golpearse la cara. Se abstuvo y la soltó, nervioso a
cagar—. ¿Y tú?
—Vine por pintura. Acrílicos —respondió tranquila, abriendo la bolsa para que echara
un vistazo—. En navidad me regalaron un atril y lienzos. Los óleos están muy caros así que
pensaba partir con esto.
—¡La raja! —exclamó fascinado—. Con lápices ya hacís cosas muy bonitas. La pintura te
saldrá igual de bacán.
—Eso espero, porque no cacho ná’. ¿Te puedo preguntar algo?
—¡¿Qu-Qué cosa?!
—¿El otro día estabas en la piscina grande del recinto Mure?
Con el corazón colgando de un hilo atinó a asentir y nada más. ¿Eso era bueno? ¿Era
malo?
—Entonces sí eras tú.
—¿Estuviste el… lunes? —mentir era la única salida segura.
—Sí, y te vi —divertida porque asumió que él no la vio—. Estabái con un weón alto de
pelo negro. ¿Qué hacíai con él? Me contaste que no sabías nadar.
Doble estocada.
«Siempre tan avispá», pensó, estrujando su polera justo en el pecho, pero moviendo los
dedos como si le picara la tela.
“No le veo problema. Una chica despierta es buena tratando a los demás”.
Joshua hizo su mejor esfuerzo por aparentar calma, pese a que quería matarlo.
—Weno… Me está enseñando a nadar…
—¿De verdá? ¿Cómo así?
—Lo… Lo conocí jugando básket en la plaza de la muni, por año nuevo y nos
hicimos… amigos…
—¡¿Sí?! Wa’, qué bacán. Mmm, ¿buscabas pega pa’ poder pagar la entrada?
—En parte… Quisiera llevar a mis hermanas, pero… bueno… Sabes cómo están las
cosas… —frunció el ceño y miró hacia otro lado. «No puedo más, son demasiadas mentiras
juntas».
“Solo sigue, yo llevo el contador”.
—Claro… —Ella se dio cuenta estaba yéndose por la tangente y volvió al tema—. ¿Ese
día te fuiste temprano? Porque no te vi después, aunque también nos fuimos luego. —Inclinó
la cabeza, desanimada—. Tuve un accidente y ya no me dejan ir sola.
—¿Qué accidente? —Actuó preocupación.
—Fue algo muy raro. Con la Kari estábamos en la parte honda y me atoré en el filtro,
aunque no lo recuerdo. El salvavidas se tiró para sacarme y chocó con ella, eso dijo el que me
ayudó… Que creo era el que estaba contigo, pero no sé, estaba súper aturdía. Quiero volver a
la piscina, pero la próx semana no hay quien me acompañe. ¿Podríai ir conmigo? ¡Te enseño a
nadar!
Se le iba a salir el corazón del pecho. Resultó que por fin una coincidencia era positiva, y
hasta caída del cielo.
“Qué exagerado”.
«¡Cállate!». Joshua miró con odio hacia el costado, en el momento que Irina revisó un
mensaje en su celular.
—Me tengo que ir. ¿Qué dices? ¿Podís el miércoles?
—¡Seguro! ¿Temprano?
—Sí. A las diez en la entrada. —Sonrió contenta y se apartó—. ¡Nos vemos!
Joshua suspiró cuan meloso podía, despidiéndose de ella con la mano.
—¿Se te olvidó que entrái a trabajar? —lo sobresaltó Demian, quien estuvo espiándolos
desde el interior de la tienda. De su hombro colgaba una bolsa de tela llena a reventar.
—¡¡¡Aaah!!!
“No seas así, es su primera cita de la vida”.
—¡Cómo sabís si llegaste recién! —Joshua estaba colérico.
“Puedo verlo todo en ti”.
—Yo le explico al tío —dijo Demian en tono amiguero—. No habrá drama, total, ahora
somos amigos, ¿verdad? —lo molestó, jalándole las mejillas.
—¡Shuéldague! —forcejeó con él hasta librarse—. Los dos son como patá en la guata.
—Pero queda perfect. A ella no le parecerá raro si me ve contigo siempre.
—Por fa, no.
—Oye… —emprendió el camino hacia el polideportivo—. De lo que escuché, ella ni
cacha lo que sentís.
“Afirmativo”.
—¡Paren la weá! —reclamó agotado.
—Soi entero pollo. —Demian dejó caer pesada una mano en su hombro—. Hagái o no
una movía tai entero frito, las minas son cosa peligrosa si no la sabí hacer, ya vai a ver.
Volviendo a lo que importa…
«Nick, ¿qué weá quiso decir?».
“Ni idea”.
«¡Ah, no po’! Erís mucho más viejo que yo, debiste cachar el subtexto».
“Estoy para asesorarte en la pelea contra las Sombras, no me concierne nada más”.
«Claaaro, ahora no te metís, después de ver to’a mi vida. En algún momento veré la
tuya».
“Las memorias del pasado son delicadas, jugar con ellas sólo trae dolor”.
—¿Entendiste? —dijo Demian.
—¿Qué, qué?
Lo picó en la cara, agachándose encima de él.
—Dejé de hablar hace caleta porque estábai chucheándote con Nick. No me hace gracia
me ignoren. Por eso el entrenamiento de hoy será atróh —sentenció, tronando los dedos.
Joshua se llevó las manos a la cabeza, despeinándose, sufriendo el tormento. ¿Por qué
los únicos que estaban para ayudarlo lo castigaban de esa forma?
Para sí, tratando de no pensarlo, juró que algún día tanto Demian como Nick lo
llamarían a él por ayuda y los haría callar.
***
Tal y como dijo Demian, ese fin de semana y el lunes fueron un infierno de
entrenamiento, pero el martes lo dejó descansar llevándolo a conocer su futuro lugar de
trabajo, el edificio de oficinas. Le explicó de qué iban los diferentes pisos y le indicó las rutas
de escape, aquellas que debería usar si tenían que ir a un enfrentamiento repentino.
—Te escondís aquí y te saco con portal —explicó el joven bajo unas escaleras donde
amontonaban archivadores y un armario metálico.
—¿Cómo cacho tengo que venir?
—Verdá que no tenís cel…
“Déjamelo a mí”, propuso Nick.
—¿A ti? —preguntaron con incredulidad.
“Puedo sentir cuando alguno de nosotros usa sus poderes, dentro de un radio cercano.
La habilidad de Demian es muy peculiar y conociéndola es fácil de rastrar. Podría detectarlo en
cualquier lugar del edificio”.
—¿La dura? —Demian se mostró desafiante—. A’er, sígueme esta.
Y como lo apostara se metió en el punto ciego tras los gabinetes, abrió un portal en el
suelo que lo absorbió en un santiamén y desapareció.
Joshua miró los alrededores, temiendo que alguien lo hubiese notado.
“Estate tranquilo o llamarás la atención”.
Tras unos segundos regresó Demian, de la misma forma en que se fue.
—¿Y bien, eh?
“Primero estuviste en un baño del quinto piso, luego en los estacionamientos y luego en
la azotea…”.
—Sí. Tal cual —lo interrumpió, mirando fijamente la cabeza de Joshua.
—Wow —dejó escapar el chico, asombrado de que Nick era su radar, aunque lo ayudara
solo cuando le diera la regalada gana—. ¿Lo viste en esos lugares?
“Sí, aunque no tanto como una visión nítida. Imagínate un punto brillante que se prende
y apaga en diferentes lugares. No hace falta ver a Demian, su magia equivale a él, lo delata”.
Joshua soltó una risa cortada, como un carraspeo. A Nick le sorprendía tan poco lo que
hacía Demian que a veces era como si se burlara de él. Distraído, no vio cómo su compañero
se sobaba el brazo izquierdo, sobre una marca de piel irritada.
«Así que Nick lo vio», entrecerró los párpados, dejádoles hablar. «Olvidé no tengo que
webear en el edificio. Me rajé por muy poco».
La imagen de su tío alcanzándolo en la azotea lo asaltó nuevamente. Apareció de la nada,
levantando su campo de retención alrededor de él, casi incrustándolo en las paredes
transversales. Él pensó que Demian estaba siendo atacado por algo que no podía quitarse de
encima, y por eso iba y venía en el edificio, como pidiendo ayuda discretamente para no
emerger en medio de su oficina.
—¿Oye? —preguntó Joshua al notarlo tan callado.
—Este es el cuento que tenís que decir si te preguntan: erís el hijo de un amigo de mi tío,
al que no veís hace rato y por eso no lo conocís bien. Con eso te tendrán confianza en los
pisos y entenderán por qué no sabís ná’ personal de él. Si te hinchan, diles que te está
ayudando pa’ comprarte una cleta o algo así.
—¿Tai seguro?
—Segurisísimo. Actúa como siempre y ‘tai perfect. Todas las señoras apenas te vean
dirán weás como chiquitíiito —le apretó una mejilla para molestarlo—. Desaparécete de a
ratos. Así les parecerá normal cuando sea por misión.
“Han adaptado su vida en torno a las Sombras, de tal forma que la sociedad actual ni se
percata”.
—Las Sombras hacen la misma weá, nosotros solo les copiamos.
—¿Cómo se llama tu tío? —preguntó Joshua con curiosidad.
—Tim… —respondió suspicaz—. Dudo que lo veái. Pasa tapa’o en pega y lo que hacís
anda lejos de su oficina.
—Era pa’ puro saber.
—Es la costumbre —se encogió de hombros.
“Oye” —susurró Nick, esta vez audible sólo para Joshua—. “Antes de ir a preguntarle a
su tío todas las dudas que tienes, escucha y practica lo que te he dicho”.
«Sí, ‘toy pica’o, pero quiero agradecerle. Siento que hacen más de lo que deberían».
“Estás en la misma campaña que ellos, la que no cuenta con muchos miembros. Se
entiende que te quieran cuidar en lo que alcanzas tu máximo potencial”.
—Esta bodega también sirve como escondite —explicaba Demian sin enterarse—, sólo
evítala cuando vengan por papel o archivos…
***
Demian usó el resto del día para mostrarle el barrio. Había lugares que mejor evitaba,
porque pese a que su tío vigilaba el edificio y lo mantenía seguro, la calle era un asunto fuera de
su alcance. El disimulado campo de protección aturdía a las Sombras que venían pegadas con
la gente, de forma que ignoraban lo sucedido y no se daban cuenta desde afuera, pero si a él lo
perseguía algo era mejor que no arrastrara el conflicto adentro. Más que nada para que él no
tuviera un accidente como el que casi le ocurrió, sin mencionárselo.
Lo puso a prueba en cuanto a sus conocimientos y se cercioró de que estaba listo para
andar solo por la ciudad. No le interesaba tocar violines en la piscina, por mucho que le
interesara la copucha.
Entremedio Nick complementaba la información, cortando a Demian cuando estaba
más inspirado, corrigiéndolo. El enojo del pelinegro era un relajo para Joshua, donde no salía
bien parado por reírse.
A él seguía molestándole la presencia de Nick y cómo lo trataba, pero ya se llevaban
mejor y que molestara más a Demian que a él por una tarde le dio puntos. Quizás podrían ser
amigos, cuando dejara de burlarse por todo lo que le salía mal.
VIII
Recuerdos

Ese miércoles Joshua llegó más de mediahora antes. Avergonzado por lo ansioso que
estaba, y sin más que hacer, tomó asiento en el pasto exterior, cerca de la entrada para que
Irina lo viese, si él no la pillaba primero. Se enderezaba esperanzado con cada melena rubia que
aparecía detrás de los arbustos decorativos.
“Deja de hacer eso”. —Le recriminó Nick cuando repitió la acción por décima vez—.
“Se va a sentir incómoda si te ve inquieto”.
«¿Cómo lo sabís? No recordái ná de tu vida y ahora dai consejos».
“Hay cosas inherentes a la época, como ser un pelmazo”.
«¿Inherente? ¿Pelmazo? ¿De verdad no querís piense erís más antiguo que la cresta?».
“Ya. A estas alturas es inútil convencerlos de lo contrario. Deduzcan todo lo que
quieran, lo único que recuerdo y tengo claro es tu poder, cómo usarlo y las Sombras. Veo tu
cruiosidad tan clara como el agua e ignoro cómo saber de mí aportará en tu desempeño”.
Joshua se rascó una mejilla e hizo una mueca.
«¿Está todo pal loli como dijo Demian…? Comparar antes con hoy podría servir pa’
cachar qué tanto está la cagá. Porque, sí creo que erís añejo, por cómo hablai y las cosas que te
llaman la atención. Cosas que se usan hace rato, como los interruptores de la luz».
“¿Ah, sí? ¿Cómo crees?”.
«Tu silencio. Pero de ser tan viejo deberíai hablar aún más raro».
“Buena, Sherlock” —lo molestó, irritado por haberse delatado solo y no darse cuenta—.
“Hablo parecido porque al estar en tu interior me adapto a lo que conoces. Tu idioma,
vocablo, conocimientos. Lo que no me hace más tú, sigo siendo un ente aparte y hay cosas que
debo tener marcadas en el alma como la personalidad, así como tú tienes marcas en la tuya”.
«¿Podís ver eso? ¿Qué hay?».
“Nada que me sorprenda”.
«¡No seái maricón! ¡¿Las veí pero no me vai a decir?!».
“Así como escucho tus pensamientos, tú podrías hacerlo con los míos, pero necesitas
que pase tiempo. Debes entender más la situación y lo que ocurre, dejar que pasen más cosas,
más peleas. Eso soltará tus sentidos”.
Joshua se masajeó la frente y aceptó el consejo a regañadientes. Pelear era inútil, en
especial cuando le cambiaba el tema de esa forma. Y para peor, él seguía su pensamiento, así
que no ganaba nada con expresar cuánto lo detestaba.
«Más tiempo… ¿Cuánto? Ni ahí con que Irina te conozca o me vea con la apariencia
deforme. Pero… si nuestros poderes despiertan mientras peleamos, los usamos, tampoco se
puede unir muy tarde».
“Es correcto. Pero si tú ya sabes hacer lo que debes, puedes cuidarla mientras se adapta a
esta realidad. Míralo así: tendrá a alguien que ya conoce y en quien confía para sentirse segura”.
«Eso si no se enchucha porque se lo escondí».
Nick sonrió para sí, atrapado en la dimensión interior. El vaso de agua en el que se
ahogaba Joshua le parecía absurdo, pero sabía que era inútil explicárselo, no lo aceptaría, aún.
Desistió de seguir con ese tema y lo desvió sutilmente.
“¿Por qué te gusta tanto? Con suerte se hablan y apenas han interactuado desde que se
conocen. No hay nada romántico de su parte que explique te tenga hasta las patas”.
«Es bonita».
“No es la única de tu curso que consideraría bonita. O la más bonita… Aunque como
eres tímido entiendo que prefieras a una de bajo perfil”.
—¡¿Ah?! —exclamó sin poder evitarlo, indignado.
“O mejor dicho, una bajita para que no te quedes corto a su lado” —y tras decirlo estalló
en una carcajada incontenible.
—Culiao… —murmuró, apretándose la cabeza con las manos. En ese momento estaba
tan enojado que deseó con todo su ser arrancar a Nick de su interior, aunque fuera imposible.
No le gustaba cuando se burlaba de él y ahora que estaba molestando a Irina mucho menos.
“Visto así creo que puedo entender tu elección” —comentó burlón cuando sintió una
leve descarga. «¿¿Consiguió atacarme??» pensó para sí, aturdido.
Entendió que cruzó el límite y guardó silencio.
A Joshua le hubiera gustado creer que lo dejó solo de una vez por todas, pero sabía que
continuaba con él; sentía su presencia y compañía. Apoyó los brazos sobre las rodillas y luego
la frente en estos. Botó un hondo suspiro, no quería estar de mal humor ni triste cuando
llegara Irina.
Entonces, empezó a recordar cuando la conoció…
Tres años atrás su familia se mudó de casa y su colegio anterior quedó demasiado lejos,
así que tanto él como Kala debían cambiarse a alguno del sector. De los cercanos, su mamá
decidió matricular a Kala en uno de sólo niñas, porque cuando Mandy tuviera edad para asistir
al prekinder les harían un re-ajuste por ser hermanas. Debido a la inestabilidad económica que
pasaban fue una buena elección a largo plazo.
Por su parte, Joshua no estaba contento con los lugares donde lo llevaron a rendir
examen de admisión. Algo en su interior lo mantenía alerta: en un colegio veía una amenaza
oscura recorriéndolo, y en el otro, parte del personal eran los que tenían esa silueta negra que
veía de reojo.
Afortunadamente pudo convencer a su mamá de que lo intentaran en otro lugar, un
colegio del que casi no habían oído comentarios, pero cuando entraron sintió de inmediato la
diferencia. No habían amenazas y el ambiente hasta le resultó agradable, dentro de lo que
representa un colegio para un niño de once años.
Su ubicación permitía que convergieran alumnos de barrios como el suyo y un poco más
altos, y debido a ello el costo de la matrícula estaba por encima del presupuesto, sin embargo,
su desempeño en el examen fue tan bueno que le pidieron se matriculara a cambio de un
descuento, el que podría conservar si tenía buenas notas.
El primer día de clases, cuando llegaba a la entrada, lo pasaron a llevar unos alumnos de
media que venían molestándose. Se cayó y golpeó en las escaleras, donde el portero lo ayudó
junto a una niña, la que salvó de ser arrollada gracias a su grito asustado. El portero supo que
era un alumno nuevo al no reconocerlo y le pidió a la niña que lo guiara hasta la enfermería, a
lo que ella accedió incómoda.
En el tramo ella le dio un rápido resumen del colegio: dónde estaba inspectoría, el baño,
las salas de clase y la sala de profesores. Lo dejó con la enfermera y se largó rauda.
Cuán grande fue la sorpresa de ambos al encontrarse en la sala de clases, más porque
Irina pensaba que él era de un curso inferior.
Ya que fue la primera compañera que conoció quiso acercársele en el recreo, pero la
actitud de Irina era muy diferente a la que le mostró en la mañana.
***
«Eso me mató un poco», le comentó a Nick, buscando romper el hielo. «Pero… después
vi cómo ese grupito de siempre la molestaba por todo, porque les parece divertido hacerla
enojar. Entendí por qué era tan arisca».
“Me sigue pareciendo una excusa débil de su parte, mas, tampoco estuvo mal”.
Joshua alzó la cabeza, más tranquilo. Nick habló con seriedad y sin burlarse.
«Cuando me la topé fuera del cole vi como era: dulce, ocurrente y muy divertida. Tiene
una imaginación tremenda que se me pega. No le importa de dónde vengo, que le cuente poco
de mi familia o lo que no me sale. Me trata como igual. Vio que no le solté a nadie lo que me
dijo y como nunca le seguí el juego al grupito pesa’o, confió en mi. En clases nos evitamos,
pero fuera ni un drama».
“Así nunca se conocerán bien. El lugar donde pasan más tiempo juntos termina siendo
donde más apartados están” —enfatizó.
A Joshua no le gustaba eso, pero era verdad. Inquieto comenzó a pellizcar el césped.
«¿Alguna vez te gustó alguien?».
“Estoy seguro que sí, aunque no me acuerde de quién”.
—¿Joshua?
El chico pegó un respingo y descubrió a Irina de pie a su lado.
—¡I-Irina! —Se concentró en el presente—. Hola… ¿Llegaste recién?
—Sí, ¿y tú? ¿Hace mucho?
Ella actuaba normal, aunque le llamaba la atención en dónde lo encontró.
—No, no tanto —mintió. Se puso de pie con un salto y se sacudió el short—. La micro
que me sirve pasa cuando quiere, pero hoy vino apenas llegué al paradero y rajó.
—O sea que te sobró tiempo —comentó con una risita, entretenida por las expresiones
que hizo—. Entremos, hoy debís quedar como un profesional.
—¿Se puede…?
—Lo intentaremos… Con todo lo que sé… —bajó el tono de a poco; ella no era una
maestra de nado precisamente—. Al menos no te ahogarás si caes al agua.
Joshua sonrió al verla complicarse.
—Entonces estaré más que bien —afirmó contento.
Entraron y ella le preguntó cómo perdió el miedo a la piscina de un día para otro.
—Me arrastró y cagué no má.
—¿Cómo se llama?
—Demian.
—¿Va a la U? ¿Qué estudia?
“Jajaja. Se lo diré para ver la cara que pone”.
«Hazlo cuando tú estés afuera» lo advirtió Joshua, controlando su reacción para no verse
enfadado. Detestaba que Nick lo metiera en problemas sin medir consecuencias.
Se descalzaron y pasaron a la zona de césped.
—No —respondió apenado por su equivocación—. Recién pasó a cuarto medio. Tiene
diecisiete.
—¡¿En serio?! ¡Waaa! Se ve súper grande.
—Porque es bien alto. Creo que mide uno ochentaisiete. Me pasa haciendo bullying con
eso.
—¿Se llevan bien o no? —Estiró la toalla que sacó de su mochila.
—Cuando jugamos partidos de básket hacemos buen equipo —dijo pensando en los
entrenamientos y las pocas peleas que habían tenido a la fecha con Sombras pequeñas—. Cae
bien si lográi pasarlo.
Irina se llevó una mano a la cara y soltó otra risita.
—Weá loca tener un amigo grande.
—Ni pa’ tanto —se encogió de hombros e hizo una mueca. La palabra amigo no era un
término que usaría con Demian todavía, cómplice quedaba mejor.
—Yo sólo tengo a las chiquillas del curso y todos mis primos son más chicos. No me
imagino hablando con alguien de la media…
—Pero si este año pasamos a media.
—Verdá —arrugó la cara, sonrojada por el despiste—. No me acostumbro. ¿Entramos?
Yo me puse bloqueador en la casa ¿y tú?
—También —respondió tranquilo, quitándose la polera. Ya no tenía las mangas
marcadas en los brazos.
Se dirigieron a la entrada que estaba más cerca.
—¡Ah qué rico! —exclamó ella, adelantando el paso—. Pasan diciendo que si no vai a la
playa en verano no tuviste vacas, pero pa’ mí esto es igual de divertido. —Entusiasmada rodeó
a Joshua—. Lo mejor es que los saco’ wea están fuera de la ciudad.
—Jeje —rió Joshua, de forma leve. «Es verdad, menos mal. Si nos vieran juntos nos
molestarían todo el año».
“¿Qué pueden decir que sea tan terrible?”.
«Que nos gustamos, que yo le gusto o que ella me gusta y si cacha me voy a las pailas.
No me hablaría ni me dejaría acercarme…».
“¿Pero tú te estás escuchando?” —lo interrumpió—. “Claro, no es lo ideal, pero al final
deberás encararlo. Si quieres estar con alguien así debes apoyarle en todo, como ella hará por ti
si el sentimiento que comparten es mutuo”.
Joshua se puso rojo.
«¡No lo digái así que da plancha! Apenas y nos conocemos. Y si hay algo no es seguro
que duremos…».
Eso le mataba un poco las ilusiones, pero era una posibilidad y no convenía negarla.
“Ni si quiera has hecho algo para que ella se interese en ti”.
Tanto Joshua como Nick se erizaron al empaparse bajo la ducha fría.
—¿Joshua? —lo llamó Irina, alcanzándolo después que él saltara al otro lado, alterado.
El chico zarandeó la cabeza y se quitó el agua de la cara con las manos, tratando de no
descomponerse. Cuando fue rociado una sensación desagradable, dolorosa e incómoda trepó
por su espalda, algo que jamás había experimentado y no podía explicarse. Se forzó a poner
otra cara para no asustarla.
—Estaba helá —reclamó y rápido saltó dentro de la piscina. «¿Qué fue eso? El cuerpo
no me duele pero me siento asqueado… Nick, ¿hay una Sombra amenazándonos?». No
obtuvo respuesta y ya a flote miró alrededor. «Ni cagando nos atacarnos sin que cachara. Nick
es demasiado fuerte. Si algo llega a noquearlo yo la vería negra al toque».
Irina emergió a su lado y lo distrajo, riéndose porque su flequillo mojado no la dejaba
ver.
—Oye, ¿ya sabes aguantar la respiración bajo el agua?
—Sí… —respondió distraído. No había Sombras de nivel alto en los alrededores y
donde se encontraban era demasiado bajo como para que anduviera un monstruo escondido.
—A ver qué tanto. ¡Compitamos! —propuso sin enterarse de lo que le pasaba. Se llevó la
mano a la nariz e infló las mejillas.
Él la imitó, hundiéndose. No quería preocuparla ni arruinar el día. Evitaría mirar directo
a las personas y se concentraría solo en Irina y lo que ella le enseñara. Después de todo, quería
que Nick se callara y dejara de molestarlo, ¿no era bueno en cierto modo? ¿No?
***
Tras repetir el ejercicio un par de veces, donde compitieron por quién aguantaba más la
respiración, la siguió por diferentes partes de la piscina en lo que ella le explicaba qué quería
hacer.
De Nick no supo más, pese a que la sensación desagradable se había ido. Concluyó que
no los atacaron, pero tampoco comprendía por qué no respondía. Sentía su presencia, seguía
allí. Si a la noche la cosa no cambiaba llamaría a Demian.
A la hora de almuerzo salieron y se sentaron en una mesa frente del kiosko al lado de la
piscina, bajo un toldo blanco.
—Aprendís rápido —lo elogió Irina, sentándose de vuelta tras botar los envases de su
comida, envolviéndose en la toalla de flores.
—¿Sí? ¿Tú creí? Oye, ¿nadar en el mar es muy distinto?
Ella negó con la cabeza, agitando su flequillo despeinado.
—Depende de cómo esté el mar y la playa.
—Hace caleta que no voy. Apenas me acuerdo cómo era —dijo nostálgico, agachando la
cabeza—. Éramos rechicos. Con mi hermana hacíamos el tremendo hoyo en la orilla hasta que
le salía agua por abajo. Ahí nos bañábamos.
—Oh, con hermanos todo es divertido. De partida no estái solo —comentó, pero se dio
cuenta de algo—. ¿O sea que nunca salen a niuna parte?
—No… —Pese a que respondió suave, en el fondo estaba alterado porque también se
percató de lo mismo que Irina. Jamás le había contado en detalle su situación familiar, no era
algo que lo enorgulleciera y lo que menos quería era darle lástima. Debía cambiar el rumbo de
la conversación—: Tener hermanos no es la me’a weá. Sí, no estái solo, pero olvídate de tu
privacidad.
—Pero te encerrái y ya.
—Na’. Llegan y se te meten —se quejó, pero lo hizo sonar como una anécdota
entretenida—. Juran de guata que lo tuyo es suyo. Pasái a ser de su propiedá.
—Yo pensé que era piola, o es lo que vi ‘onde mis primos y amigas…
—Porque estai de visita, se comportan. Una cosa es verlos un rato, otra vivir con ellos
todos los días.
—Ahora cacho por qué pasái to’o el día afuera, con Demian, o buscar pega… ¿Podís a
nuestra edad?
—Con ayúa sí. Onde toy es puro llevar weás y reca’os de un la’o a otro.
—Ah, piola.
—To’o el día sube y baja escaleras. Ná imposible.
—Claro, una weá que es una reverenda paja pa’ los adultos —dijo simpática, echándose
hacia adelante—. Mi papá ni loco me dejaría, por más que se lo pidiera… Aunque nica haría lo
mismo que tú.
—No po’, pa’ ti una weá así no pinta —tiró en talla, haciéndola sonreír por el doble
sentido—. ¿Pero por qué querríai trabajar? ¿Necesitai algo? —fingió interés para acallar la
pesadumbre que sentía. Irina no descubrió la verdad, lo que era perfecto, pero a la vez sentía
como si tuviera un hueco en el pecho.
—La verdá no. No sé, lo decía no má’, de puro metía. Onda, ¿si pudiera, qué haría?
—Mmm… ¿Una feria de dibujo?
—¡Ah, no vendería ná! —agitó las manos.
—¿Cómo qué no? Si erís seca. ¡Oye! En el cole de mis hermanas hacen unas en el año,
¿te tincaría?
—Gracias, pero antes quisiera mejorar. —Suspiró, aún colorada por las altas expectativas
que Joshua le tenía—. Pienso como pa’ variar. En el cole es todo pura tarea y lo pasái como el
hoyo. Si no te va bien en to’o, los demás creen que no te esforzái, cuando en el fondo te
cuesta. Me parece abusiva la weá. Es injusta.
Joshua se echó hacia atrás, agarrándose del borde de la mesa.
De pronto vio una silueta difusa sobre Irina, la que tenía una voz distinta a la de ella y
que decía lo mismo, es injusto. Era una figura cálida y para nada sombría, de la que apenas podía
identificar sus rasgos porque estaba muy borrosa.
—¿Qué pasó? —Irina se dio la vuelta, pero no vio nada detrás de ella. Extendió una
mano hacia él—. ¿Tai bien?
El cuerpo del chico reaccionó solo, apartándose antes de que ella pudiera tocarlo.
—No… Ya vuelvo —articuló, colocándose de pie y yendo raudo hacia los baños.
Aquél malestar que tuvo cuando cruzó la ducha regresó, acompañado esta vez por
visiones extrañas, donde el día soleado era opacado por uno negro, lluvioso y maloliente. Su
cuerpo se sentía restringido de alguna manera y eso lo hizo trastabillar mientras corría, como si
las extremidades se le entumecieran de la nada.
La ira, el odio, la impotencia y frustración desbordaron su interior. Quitó la mirada del
suelo fangoso y notó una muchedumbre gris que pasaba sin prestarle atención, sin acercársele,
despreciándolo, hasta que una silueta amenazadora se cernió sobre él. Cuando pensó que iba a
ser atacado, ésta cortó sus ataduras, permitiéndole moverse otra vez.
Estaba dispuesto a aceptar cualquier cosa a cambio se su libertad y asintió a todo lo que
murmuró ese sujeto, que no pudo entender. Quería destruirlos a todos y aprovecharía la
oportunidad, pero entonces notó una pequeña luz atrás del tipo y su calidez diluyó el rencor.
IX
Enemigo inesperado

Una mano atrapó con firmeza su brazo y lo jaló hacia atrás, sacándolo de allí. La visión y
todos esos sentimientos se alejaron hasta desaparecer.
—¡Joshua! —llamó Irina, deteniéndose cerca de los camerinos de hombre.
Un joven estaba sentado en la banca exterior, envuelto en una gran toalla estampada que
lo cubría de los hombros hasta las pantorrillas. Algo en su largo cabello verde oscuro y ojos
celeste se le hizo familiar, pero nerviosa por su mirada penetrante se apartó e inclinó hacia la
entrada.
—¿Buscas a alguien? —preguntó el desconocido.
—Sí… —respondió tímida—. Dijo que no estaba bien…
—Debió ser el niño que entró rajado. Puedo ir a ver cómo está por ti —le propuso,
enderezándose con la toalla bien sujeta—. Se llama Joshua, ¿verdad?
—Sí. —Irina agachó la cabeza y se puso colorada como un tomate. ¿Qué tenía ese tipo
que la ponía tan nerviosa?
El joven entró sin prestarle atención.
«¿Estás mejor?» preguntó Nick, acercándose a los lavamanos.
En su interior Joshua aún temblaba, aterrado por lo que experimentó. Para él la rabia era
un sentimiento conocido, pero jamás había sentido algo tan oscuro y ciego como aquello.
“Algo… Gracias por distraerla”. —Observó en el espejo el reflejo de Nick envuelto en
la toalla estampada.
«Tenemos suerte que las marcas son invisibles al ojo común, igual que los círculos de
Demian, pero nada puedo hacer por mi forma de batalla». Asomó un brazo para examinar la
dureza que lo protegía y el filo en el codo que sobresalía por varios centímetros.
“Al menos pillaste ese toallón” —suspiró más tranquilo, quitándose el agobio restante—.
“¿Por qué te fuiste? ¿Qué weá vi?”.
«No sé por qué la ducha fría me noqueó», admitió, examinando las líneas azules en su
pecho, que le parecían una diana de tiro bastante tonta. «Lo que viste es algo que está arraigado
a mi alma, que no puedo recordar y menos explicarte».
“Ecos de alma…”. —Joshua abrió los ojos de forma exagerada. ¿Había husmeado en sus
recuerdos sin querer?
«Aún estás muy inestable, le diré que te dé más tiempo». Nick prefirió cortar el tema.
Salió y encontró a Irina esperando sentada en la banca—. Dice que no te preocupes, ya se le
pasa.
—¿Pero qué fue?
Nick carraspeó.
—Tiene un retorcijón. Dale un rato más y ya está, no es nada grave.
—Oh… —Irina se sonrojó y miró el suelo. Quiso saber la verdad, así que no podía
incomodarse por escucharla.
“¡Soi mala clase, ¿por qué le dijiste eso?!”.
«Si decía que estabas enfermo del estómago iba a preocuparse de verdad».
—E-entonces aprovecharé también —Irina se levantó y evitó mirarlo, rumbo al
camerino de damas—. ¿Puede… decirle que si no me ve aquí afuera me espere?
Nick asintió e Irina huyó fugaz.
“Qué weá fue eso”.
«¿Qué cosa?» Nick miró los alrededores, atento a algo que lo inquietaba.
“Irina. Primera vez que la veo ponerse así”. —Se percató de que estaban alejándose de
los baños—. “¿A’ónde vai?”.
«Hay algo en este lugar… Parece Sombra, pero no lo es».
“¿Parece? ¿Tonces es peligroso?”.
«No tengo idea, pero echaré un vistazo» agitó la cabeza para acomodar el largo flequillo
sin sacar las manos de abajo de la toalla. «Me inquieta que esté en la frecuencia de lo que
cazamos pero que no lo sea».
Se fue por un pasaje paralelo al camino que usaban los visitantes, oculto por una espesa
vegetación decorativa. Al final de este había un camino de tierra para vehículos de servicio y
jardinerías que atravesaba todo el recinto. Antes de seguir, Nick prestó atención a un grupo de
niños que lloraban y se quejaban por las heridas que les ardían.
—Deberían mantener mejor los juegos —exigió una mujer que iba con ellos.
—En la mañana me contaron que un cabro tuvo un accidente parecido al de ayer —dijo
otra señora—. Como tenía doce pensé que fue en los juegos pa’ grandes.
—Pero paré que son to’os. Demá que son clavos sueltos…
“¿Es algo que ataca a los niños?” —inquirió Joshua y luego se sorprendió, ya que Nick
echó a correr por el camino de tierra y grava sin importarle estar descalzo.
«No es una Sombra ni un monstruo», lo alertó. «Muy pocos se alimentan del llanto de
niños; un descuido y la energía de ellos los destruye. Por otro lado, sólo hay un tipo de
monstruo que ataca a niños, y es tan poderoso que hasta tú lo hubieras notado, sin mi ayuda».
El chico tragó grueso. Desde el interior de Nick pudo entrever a medias cómo sería esa
criatura. Era abominable y aterradora, inmensa y muy difícil de contener debido a su fuerza
explosiva.
“¿Llegaste a pelear con esa weá?”.
«Alguna vez». Aminoró la marcha, el camino por el que iba se unió al principal en un
cuello de botella por donde pasaba mucha gente. «Pero es algo que tú no enfrentarás y eso me
tranquiliza. Consume muchos recursos de las Sombras y necesita de un hecho nefasto a nivel
masivo para poder crearse».
“¿Algo así como un terremoto?”.
«Parecido, pero hecho adrede» respondió distraído, buscando cómo salir del ojo público.
La toalla era grande pero no podía ocultar del todo sus gruesas rodillas.
Divisó los juegos pasando una gran área de picnic y asados y fue hacia ellos por entre los
matorrales que decoraban la zona, buscando dónde esconderse. Estaba tan apartado de las
piscinas que perdía su coartada.
“¿Sabí ‘ónde está?”.
Nick miró los arbustos que delimitaban el perímetro, percatándose que los árboles de
atrás estaban mucho más allá. Se acercó a gachas y encontró una acequia de concreto bastante
ancha y profunda. Estaba seca por ser verano.
«Perfecto».
“Pícala o Irina se pasará el medio rollo porque no salgo del baño”.
—Lo sé —contestó molesto. Revisó que no hubiera nadie a la redonda y sin necesitar
impulso dio un salto muy alto por encima de los matojos y la reja, dejando caer la toalla. Fue
tan rápido que Joshua gritó en su interior, asustado por la caída, pero el aterrizaje de Nick fue
perfecto. «Acostúmbrate, más adelante harás lo mismo».
Echó a correr, esquivando los escombros que plagaban el concreto caliente y la maleza
seca. No había rastro de actividad sospechosa salvo por él.
Cuando llegaron a la altura de los juegos Nick se detuvo de golpe. Las espigas de pasto
seco se levantaron en contra de la gravedad y se volvieron metálicas, igual que agujas enormes.
“¿Qué chúuucha?”.
—Nos vio —buscó al culpable y desde un sauce descubrió una ola de proyectiles
volando hacia él.
Llevó rápido una mano hasta su pecho e hizo como si agarrara algo antes de extender el
brazo hacia adelante, todo en un santiamén. El rayo blanco salió disparado desde la mano
abierta y lo que llovía sobre él se deshizo en su interior, pero lo que quedó por fuera del rango
se clavó en el concreto. Eran hojas pequeñas metálicas, afiladas cual navajas y tan cortantes
como el diamante. A los segundos perdieron esa consistencia y dejaron al descubierto su
apariencia original de hojas de plantas secas.
—¡No puede ser!
Nick esquivó el siguiente ataque y trepó por el muro de la acequia en una carrera veloz,
cubriéndose cuando llegó arriba. Cruzó los brazos por encima de la cabeza y se agachó lo más
posible. Joshua observó cómo un humo fragmentado de tono azul salió por su espalda,
envolviéndolo y repeliendo la siguiente racha de navajas.
Estaba pasmado con el desplante de habilidades, que Nick no le mostró ni dijo que tenía.
En los entrenamientos ni se dignó a salir y con las dos Sombras chicas que pelearon esos días
las acabó a puro charchazo limpio.
En cuanto cesó el ataque Nick se lanzó bajo el sauce, sorprendiendo a su enemigo. Para
asombro de ambos, se trataba de una niña de unos once o doce años, de tez morena y cabello
rizado de un rosa encendido, cuyos ojos sin brillo estaban perdidos en el vacío.
A través de Nick, Joshua vio que partes de su cuerpo estaban cubiertas por una brea
inestable color magenta, la que se concentraba principalmente en su cuello y manos.
La niña lo miró con odio y movió su brazo para que las ramas de sauce se interpusieran
entre los dos, volviéndolas alambres de púas. Aprovechó para huir por la pandereta de atrás
que daba a la calle. Nick permaneció en su lugar.
“¿Qué mierda?”. Joshua no daba crédito a lo sucedido, más con la malla hecha de ramas
al frente. “¡¿Cómo chucha vuelve metal las cosas?!”.
—Porque es una de nosotros.
“¡¿Ah?!”.
—Y se fue al reconocernos. —Las hojas de sauce retornaron a la normalidad y se
quitaron del camino, permitiéndole encontrar el campamento improvisado de la chica entre las
ramas del árbol—. Algo la está manipulando, pero se dio cuenta que con nosotros salía para
atrás.
“¿Algo? Hay que ayudarla…”.
—Pero no hoy. Tienes una cita en espera —lo molestó, deshaciendo camino—. Se lo
informaremos a Demian y veremos qué pasa.
“Otra más con poderes raros. Cresta. ¿La dura que no sabís náh de lo que pasa?”.
«Ni yo lo comprendo».
“¿Y el humo?”.
«¿Cuál humo?»
“El de recién, que salió por tu espalda”.
«Ah… Otra habilidad, que podría enseñarte si le pones empeño», se mofó, saliendo de la
acequia y metiéndose entre unos arbustos que iban al camino principal para cederle el lugar. Su
cuerpo decreció y fue suavizándose, perdiendo las durezas de su forma de batalla. Las líneas
azules se desvanecieron y aprovechó la transición para pensar sin que lo escuchara. «Si no las
vio es porque aún le falta una meta clara. Sin ella jamás las podrá usar».
—Así como va la cosa tenís mucho que mostrarme —reclamó Joshua, saliendo del
arbusto que lo aruñó—. Verdá que dejaste la toalla tirá… Mucho webeo volver. Fue.
***
Corrió de regreso a los camerinos y como ya no tenía que ocultarse pudo ir por el
camino rápido, sin embargo, supuso que Irina estaría esperándolo en la entrada. Vio las
ventanas de los baños y se detuvo bajo ellas, aguardando el momento exacto en que nadie
pasara para trepar por una de un brinco y así entrar. Su porte pequeño le permitió deslizarse
sin inconvenientes.
Cayó entre el muro y el inodoro, golpeándose la espalda. Reclamó y sacó las zapatillas
que escondieron detrás de la taza. Se calzó y fue hacia la entrada.
“¿Pero qué haces?” —Nick tenía un tic en la ceja.
Joshua permanecía escondido detrás de la puerta, apenas asomando por el filo. Observó
a Irina tomando fotos a las chinitas que había por los arbustos; se deleitó con sus expresiones
mientras las hacía andar por sus manos. De pronto ella giró la cabeza y lo descubrió.
—¡Joshua! —se acercó contenta, dejando los bichitos en la planta. Se detuvo a unos
pasos de la entrada porque él seguía oculto—. ¿Tai bien?
—Sí —respondió—. Uta… Sorry.
—¿Ah?
Su expresión confundida le indicó a Joshua que apenas lo escuchó, así que dejó de
esconderse, saliendo al pasillo techado.
—Fue feo irme sin decir ná —trató de hablar normal, pero la verdad se moría de
vergüenza.
—Era una emergencia, ta bien. ¿Te cayó mal algo?
—No, no… Taba medio tranca’o de ayer. —Con la cara roja se despeinó el pelo en la
nuca—. Pero ya se me pasó, te juro.
—¿Sí?
—Sí —dijo convincente—. Tamos pa’ volver a nadar. Porque, ¿qué hora es?
—Las dos. —Apartó el celular y sonrió tranquila—. Tení mejor cara. Tonces, siguen las
clases.
—¿Clases? Acuérdate de las cabritas que conociste antes de ir a almorzar. Quedamos de
jugar con ellas.
—¡Verdá! A lo mejor ya volvieron.
Joshua la jaló por la toalla para apresurarla. Por dentro trató de hacer a un lado todo lo
raro que había experimentado ese día, ya cuando estuviera a solas repasaría lo sucedido y
hablaría con Nick.
X
El chico con visión mística

Esa tarde, Joshua llamó a Demian desde el teléfono público en el recinto para contarle lo
que descubrieron, omitiendo detalles que los delatasen. Éste lo regañó por no avisarle antes y
en seguida se teletransportó para buscar por su cuenta. Usó el radar, tratando de seguirle el
rastro a la niña, pero nada.
De noche patrulló la comuna, sin hallar pistas de su actual paradero.
Se había esfumado.
***
Dos días después…
—Los viejos también la andan buscando —les contó Demian a Joshua y Nick, reunidos
en las escaleras de emergencia de las oficinas—, pero tampoco la han pilla’o.
—Perdón —lamentó Joshua.
“No te disculpes. No estabas en condiciones de perseguirla… y yo no debí encararla, eso
la ahuyentó”.
—Ta clarito po’. —aplaudió Demian y acto seguido negó con la cabeza, tratando de
calmarse—. Por la weá que vieron, lo que la controla, nadie sabe qué es. No es Sombra ni
monstruo.
—¿Su poder la habrá deja’o loca?
“Tú viste cómo lo usaba. Era consciente de él antes de perderse”.
—Perderse, ¿eh? —repitió Demian—. Los dos me dieron pedazo e’ idea. Si ella sa’e usar
sus poderes es porque la entrenaron. Hay un predecesor buscándola.
—¡Personas desaparecidas!
—Ajá. Le diré a mi viejo pa’ que se pegue una sapeá en su oficina. Si tenemos cuea
tendré info mañana. —Le puso una mano en el hombro—. Cuando acabís aquí date una vuelta
larga pa’ tu casa, a ver si la pillai. Con tu apariencia normal no te va a cachar, pero no te
acerquís. Será nuestra misión del finde.
—Oka.
Demian se apartó, abrió un portal y desapareció.
«Por fin un break del entrenamiento», suspiró Joshua mientras subía las escaleras hasta el
sexto piso, cargando una pila de sobres con documentos.
“Deberán abarcar mucho terreno si quieren encontrarla rápido. Aquello que la controla
es ajeno a nuestro conflicto, pero nos vio como una amenaza que prefiere evitar”.
«¿Sabíai que podían controlarnos y no dijiste ni una weá?».
“Entiende, no recuerdo nada”. —Con eso hizo a Joshua chocar contra la puerta antes de
abrirla—. “Pero de que es posible, lo es. Incluso por las mismas Sombras. Todos tenemos
emociones que nos hacen sucumbir”.
«Y la masa rosada ¿tampoco sabís qué es?».
“Ni idea. Solo que la mantiene con lo mínimo para seguir utilizándola. Me pregunto qué
buscaba lastimando a los niños en los juegos”.
Joshua revisó los nombres en los sobres y salió al pasillo, girando hacia los cubículos.
Buscó en las tablillas afuera de cada uno a los susodichos. Nick se mantuvo en silencio para no
distraerlo, sentía lo nervioso que se ponía, más cuando le tocaba lidiar con alguien con mal
carácter o que estaba peleando por teléfono, lo que revivía sensaciones del primer día que todo
se desató.
El edificio se mantenía libre de Sombras, pese al estrés y los malos ratos, gracias a que el
tío de Demian estaba muy atento al ambiente en los diferentes pisos. Con el pasar de los días
Joshua se dio cuenta de que era como un santuario, en términos de lo que ellos hacían.
«Al fin se acabó» celebró cuando dieron las seis de la tarde y entregó la última caja.
“Con lo que sabemos deberíamos buscar en lugares similares. Lugares al aire libre donde
juegan los niños y ella tiene cómo esconderse”.
Joshua tuvo un escalofrío.
«¿En serio no tenís idea qué es?».
“La sociedad ha evolucionado mucho y las entidades de otros planos también han
cambiado. Yo sólo entiendo bien lo que respecta a las Sombras, pero quizás no sea algo tan
extraño desde otra perspectiva”.
El chico sólo podía pensar en demonios y cosas de esa índole, porque no conocía mucho
de criaturas paranormales más allá de la tele y las leyendas urbanas.
Recordó que rumbo a casa había un parque que bordeaba la autopista, donde había
huecos en los pasos sobre nivel, donde ella podría meterse y atacar sin ser vista. Se concentró
en su esencia y teniéndola clara, como si fuera un aroma, echó a andar confiando en que Nick
la detectara si la pillaban.
Iba sin mirar directo a nadie, pensativo.
Las últimas dos semanas había aprendido un montón y visto más de lo que imaginó le
pasaría en su vida respecto a eventos inexplicables. El cambio en su rutina y todas las mentiras
que usaba para encubrirse con el resto del mundo, para mantenerlos a salvo. O para evitarse un
problema innecesario. Demian sólo podía borrar recuerdos recientes, no aislar algo que ocurrió
hace mucho.
Se preguntaba respecto a la guerra y cómo avanzarían hasta que se desatara. ¿Sería ese
año? ¿El siguiente? ¿En cinco más? Lo único que entendía era que todo empeoraría. Casi que
podía sentirlo.
Como positivo rescataba el haberse acostumbrado a Nick, también porque este lo
trataba un poco mejor. Le resbalaba que escuchara sus pensamientos, en especial cuando le
hacía de cómplice o le recordaba detalles de sueños.
Ensimismado y casi en trance pensó:
«¿Nick soñará? ¿Cómo será?».
Ingoró que no obtuvo respuesta y siguió el hilo, acordándose de lo que pasó el miércoles
en la piscina, después de almuerzo. Las imágenes y sensaciones. Fue algo crudo y desagradable,
perturbador.
«Si su pasado fue así entiendo porqué no puede recordar. Yo también quiero olvidar lo
que vi…».
“¡Oye, oye! ¿Me escuchas?”.
Joshua se detuvo en medio del camino de tierra, bordeado por unas partes con algo de
pasto y uno que otro árbol. El sol de la tarde le pegaba por un costado de la cara, el que ahora
se daba cuenta estaba caliente.
Había avanzado más de lo que creyó.
«¿Qué pasó?» preguntó aturdido. No supo cuándo se abstrajo de la realidad.
“No me escuchabas. Te decía que hay algo extraño acercándose, a un par de cuadras”.
«¿Dónde?» se preparó para salir corriendo en la dirección que Nick indicara.
“Se mueve muy rápido, ya viene… Esto requiere medidas drásticas. ¡Permiso!”.
—¡Gh! —se quejó Joshua, encorvándose al sentir pinchazos que atacaron todo su
cuerpo hasta entumecerlo.
Las marcas azules treparon por sus piernas, brazos y rostro, pero no cambió en
apariencia. Sólo su mirada era diferente: era la expresión de Nick.
Este apretó las manos para asegurarse de que estaba bien sincronizado con el cuerpo de
Joshua y se lanzó en una carrera a toda velocidad, alejándose de la autopista en dirección de los
edificios. Cruzó la calle a la mitad, sin mirar, y de pura suerte fue en un momento que andaban
pocos autos, los que pegaron bocinazos.
“¡Pero weón!” —Gritó Joshua desde el interior, con el alma en un hilo.
—Dos cuadras al este… —Nick lo ignoró por completo.
Forzó el cuerpo de Joshua hasta el límite y fue tan veloz que cuando llegó a la esquina
donde le dio rojo, se vio obligado a frenar abruptamente, abrazándose a un poste para no irse
de largo.
—¡Mierda! —maldijo con su voz levemente agudizada. Aquello que percibía aproximarse
estaba por pasarlos a una cuadra.
Descubrió que en la esquina opuesta, cruzando en diagonal, había un terreno cerrado
donde construían un edificio, el que abarcaba casi toda la cuadra y sin planificarlo mejor
aprovechó para cruzar en ele y llegar hasta él. Por la hora los maestros ya se habían ido. Trepó
la reja y saltó adentro como si se tratara de un mero deporte. Cruzó el terreno deshabitado
rápido, esquivando los montículos de tierra e implementos con gran facilidad.
Joshua salió de su asombro inicial.
«Quiero hacer lo mismo…» pensó.
Nick usó una pila de ladrillos para llegar al muro que daba a la calle, aferrándose del
borde apenas. Forcejeó y se encaramó igual a un gato, lanzándose sobre un chico que pasaba
en bicicleta.
Lo tumbó y ambos cayeron, causando un estrépito en la vereda. Rodaron y de la
canastilla salió despedido un ser diminuto que quedó entre ambos. Parecía un muñeco de trapo
con ropas hechas de retazos, que se movía.
Nick se colocó frente al duendecillo.
«Así que esto era. Un guardián espiritual roto».
“¿Eso?” —Quiso reclamarle que el golpe le dolería a él después, pero la intriga y
situación extraña, junto con la oleada de adrenalina, lo dejaron mareado.
El chico de la bicicleta reclamaba y se quejaba. Quitándose el casco dejó ver su cabello
blanco lacio y pálida tez. Su expresión enchuchada cambió abruptamente cuando miró bien a
Nick, analizando sus brazos y piernas.
—Un alma perdida… ¡Deja su cuerpo!
—No creo ser el caso —trató de explicarse Nick.
El duendecillo desenvainó de su espalda un alfiler del porte de un lápiz y saltó para
atacarlo, pero Nick extendió las manos y lo atrapó en una esfera de luz blanca con manchas
azuladas, la que duró unos segundos antes de apagarse y dejarlo caer chamuscado. Luego
envolvió el puño derecho en el mismo resplandor y se dispuso a golpearlo.
—¡Espera! —Suplicó el peliblanco, interponiéndose—. Déjalo… Y te dejaremos
tranquilo.
—Ignoro qué clase de acuerdo tienen, pero olvídalo. Puede ser peligroso para ti.
“¿De qué weá hablái?”.
El desconocido bajó las manos.
—¿Quién dijo eso? —forzó la vista—. ¿Dos almas compartiendo en armonía?
“¡¿También es uno de nosotros?!”.
«No, no lo es». Nick desistió y se echó para atrás hablándole:
—Tienes una visión mística natural muy aguda, entiendo por qué él está contigo —
elogió Nick, apuntando al muñeco en el suelo—. Él transmite una vibración similar a lo que
busco. Quisiera hacerte unas preguntas, a cambio claro de responderte lo que tú quieras. ¿Te
parece si vamos a otro lugar y lo conversamos?
El semblante enojado del desconocido parecía una negativa segura. Había recogido su
bicicleta y puesto al duende dentro del casco que acomodó en la canastilla. Sacó del bolsillo su
teléfono y comprobó que no se hubiera roto ni trizado.
Personas que iban por allí pasaron entre ambos, algunos extrañados porque los dos
chicos estuvieran de pie sin decirse palabra, otros más tranquilos al ver que no se agarraron tras
lo que pasó.
—No te haré nada —reiteró Nick—. Vayamos donde no escuchen, al parque junto a la
autopista, si eso te hace sentir más seguro.
—¿Por qué me atacaste? —exigió saber.
Pero Nick sólo le indicó el parque, caminando hacia él. El peliblanco lo siguió a una
distancia prudente y con la vista fija en las marcas de su cuerpo.
«Por ahora no hables» recomendó Nick. «Creo que no es una mala persona, pero la
curiosidad es lo único que lo retiene conmigo».
Joshua asintió, espectante. Él no hubiera podido convencer al chico así de rápido y
menos pararlo por más que lo necesitara. Primero la compañera poseída en la piscina y ahora
un chico que podía ver a Nick, sin ser parte de la guerra.
¿Qué estaba pasando?
***
Una vez en el parque se ubicaron en un bloque de concreto que hacía de banca, bajo un
escuálido pimiento joven. El desconocido recargó la bicicleta con la canasta hacia él, pero no
se sentó.
Nick tampoco lo hizo.
—Dado que yo empecé todo responderé tus preguntas antes de hacer las mías, a modo
de disculpa. —Con eso se aseguraba de romper el silencio y captar su atención—. ¿Qué soy?,
pues, soy una entidad del pasado que está aquí por una misión: guiar al dueño de este cuerpo
para que pueda defenderse de su enemigo natural. Entenderás a la perfección que tener un don
inusual acarrea cargas que pocos imaginan.
El chico agachó la cabeza, mordiéndose el labio. Eso sí que lo entendía. Miró de reojo la
canastilla.
—Por eso lo sentiste a él.
—Una colega fue raptada por algo que no es nuestro enemigo. Es algo místico, cuyo
origen desconozco. Buscándola detecté la esencia de tu guardián y pensé que estaban
relacionados.
—¿Algo místico? ¿Cómo se veía? —preguntó con cautela. Era tan extraño para él
encontrarse con gente que hablara su mismo idioma.
—Como una masa amorfa que cubría partes de su cuerpo, de color rosado y negro.
Tiene nublado su consciente y no la manipula como las cosas que enfrentamos.
—¡Es lo que estamos buscando! —se acercó esperanzado, queriendo presionarlo, pero
Nick ni se inmutó con su gesto, por el contrario, puso un pie sobre la losa de concreto y se
inclinó hacia él.
—Qué coincidencia, ¿no? Entones, ¿qué es lo que retiene a nuestra compañera y por qué
lo buscan?
Intimidado por su confianza desbordante, el chico retrocedió y bajó la cabeza. Luego
apretó un puño, se dio ánimos y lo miró a los ojos.
—Te lo diré, pero tenemos que trabajar juntos.
—¿Tenemos? ¿Te sirve de algo aliarte conmigo?
“¡No seái pesao, o’!”.
—Ustedes saben cómo encontrar rápido a su compañera y nosotros cómo liberarla. —
Extendió la mano abierta y lo miró con determinación—. Me llamo Saimon y puedo ver
fantasmas y seres de otros planos. Con Xen perseguimos criaturas místicas que abusan de las
almas.
“¡La zorra!” —saltó Joshua—. “Podría ver a la gente marcada por las Sombras”.
—Está bien, pero solo hablaré por mí —Nick se levantó y le dio la mano en un gesto
tosco—. Me llamo Nick, me dedico a cazar Sombras que nublan el juicio de las personas y esta
no es mi verdadera apariencia, aunque las líneas sí son mías. Imagino fue lo que te confundió.
Al grano. ¿Qué tiene nuestra compañera?
—Una Manía —lo soltó y comenzó a explicar muy animado, con las ansias de quien al
fin se siente escuchado—. Los cuentos con monstruos que se comen a los niños si se portan
mal tienen un origen real: existencias espectrales que viven de su culpa y miedo. La Manía
come pataletas. Se va cuando se les pasa, pero esta mantuvo por tanto rato enojada a su
compañera que no se calma y se hizo tan poderosa que la sentimos a lo lejos. Llevamos días
buscándola.
—Así que Xen las encara.
—Sí. Yo lo ayudo en lo que puedo. No es lo primero que cazamos, pero sí es lo más
hardcore hasta ahora.
—Vaya que lo es. ¿Tú ves a sus enemigos?
—A veces, pero los fantasmas siempre. Xen se me apareció de chico, cuando caché que
hablaba con gente que los demás no veían. Me ayudó y supe qué eran. También me cuida de
entes peligrosos o que las almas me sigan. Somos amigos.
—¿No te pide nada a cambio? —Nick se mostró confuso.
Saimon negó con la cabeza.
«Esto es raro». Nick compartió su preocupación con Joshua. «Los guardianes espirituales
sólo vienen a este plano porque tienen una misión que cumplir, relacionada con las almas. Me
intriga que nunca le haya mostrado su verdadera forma ni sus intenciones a Saimon. Se nota
que no sabe nada de él».
“¿Qué es un guardián espiritual?”.
Saimon se percató que sus voces eran diferentes.
—¿Es él a quien debes guiar? ¿Los dos se llaman Nick?
—¿Ah? ¡Pfff! —Nick escupió una risotada y animado por el chiste dio un paseo a su
alrededor—. Joshua es el que se ve así, sin las marcas. Dejaré que se presente, pero no pierdan
la tarde hablando tonteras. Como iremos juntos hasta dar con la Manía ya podrán compartir.
—Um… ¿Supongo?
—¿Supones? ¿Acaso haz conocido a otros como nosotros antes?
Saimon se apenó y bajó la vista, frotándose los dedos.
«Y de pronto es tímido».
“Tú intimidas a cualquiera”.
«Eso es una forma efectiva de ganarse el respeto», sonrió malicioso. «Tu turno, pero
prepárate porque estás más molido que antes».
Rio para adentro y cerró los ojos, concentrándose en ese rincón al interior de Joshua. Las
líneas azules que cubrían su rostro, brazos y piernas fueron retrocediendo y concentrándose en
su pecho, aunque no se veía bajo la polera.
De improviso y a sus espaldas, Xen se reincorporó con sus ojos brillando intensamente.
Saltó del canasto y en el aire fue envuelto por una neblina gris espesa, de donde emergió un
brazo largo muy humano que atrapó a Nick por la cabeza.
—No nos volverás a atacar —dijo una voz grave y susurrante.
XI
La separación

Xen aprovechó que Nick bajó la guardia para contraatacar, tomándolo desprevenido.
Salió de la neblina con la apariencia de un sujeto cubierto por un manto sombrío, el que tapaba
su rostro y cuerpo. Solo se distinguían sus brazos pálidos y ojos rasgados que resplandecían en
un vapor verde radioactivo; parecía un depredador listo para matar.
—¡¿Xen?! —exclamó Saimon, paralizado.
—Espíritu retorcido…
—Mira quién lo dice —respondió Nick, retomando el control del cuerpo de Joshua.
Con su mano rodeada en el resplandor blanco empujó el brazo de Xen hacia arriba a la
vez que se impulsaba en dirección opuesta, apartándose en un movimiento tan rápido que
acabó deslizándose por la tierra. Se dio la vuelta para encararlo y pelear, pero la sangre se le
heló.
Xen sujetaba contra sí a Joshua, uno transparente que caía dormido.
Enfurecido, Nick arremetió contra él. Con el puño rodeado por la luz blanca y la mano
izquierda buscando agarrar a Joshua, al abalanzársele los atravesó como aire. Pasó de largo,
cayendo sobre la bicicleta y enredándose con ella.
Saimon observó a Xen abrir un vórtice tras él, del que emanó un aire gélido acompañado
por unos susurros perturbadores. Con las piernas hormiguéandole saltó hacia adelante,
interponiéndose entre ellos y el vórtice.
—¡No lo destierres! —suplicó.
Lo invadió un frío petrificante y unas náuseas incontrolables. Se agachó para vomitar,
pero al instante se vio frente a ellos y sintió cómo un viento lo succionaba hacia atrás.
Xen reaccionó y despertó. Cerró el vórtice y se lanzó hacia Saimon, cubriéndolo con su
manto, en el momento que Nick se levantaba.
Él estaba listo para intentarlo otra vez, pero Xen no se hallaba en el camino, ni el vórtice.
Sólo quedaba Saimon, que se fue de cara al suelo, inconsciente.
—¡¿Joshua?! —llamó, pero él no estaba en su interior ni lo sentía cerca. Se acercó a
Saimon y lo levantó, sacudiéndolo para que despertara—. ¡Oye! Qué mierda hiciste…
El chico no reaccionó.
Pateó la bicicleta y caminó en círculos, pensando qué hacer. Lo ocurrido sobrepasaba su
poder y conocimientos; nada de lo que pudiera recordar le daba pistas. Jamás vio algo
semejante, el único que tenía las respuestas era Saimon, por lo que debía quedarse a su lado.
A regañadientes lo sentó con la espalda apoyada en la baca de piedra y tras acercar la
bicicleta fingió como si conversaran. De lejos pudo interpretarse como que pelearon y él se
sobrepasó.
—Dije que esa cosa era un problema —gruñó, despeinándose el flequillo. ¿Qué haría si
ninguno de los dos regresaba?
***
Para Saimon, todo ocurrió en un abrir y cerrar de ojos. Cuando Xen lo cubrió con el
manto sombrío no vio tinieblas, sino que un espacio desconocido, indefinible y purpúreo,
donde cielo y suelo se fundían en el horizonte. El frío y el horror tampoco se percibían.
A su lado Joshua caía desplomado. Se apresuró en atraparlo, sorprendiéndose por lo
ligero que era, no le costó nada detenerlo y recostarlo. También le impresionó su aspecto, se
veía más adulto al que conoció en la calle. Y más transparente.
«¿Somos almas?» pensó, consternado porque no entendía qué pasó ni dónde estaba. Iba
a llamar a Xen cuando visiones ajenas a él lo asaltaron.
Vio sombras que salían de la gente, que se tragaban a las personas y que las desfiguraban.
Nadie se percataba de lo que sucedía, solo él, y las caras poco amigables que recibía de aquellos
a los que pedía ayuda lo hacían querer guardarse todo. Sintió como propios el desasosiego, el
aislamiento, la rabia y el miedo…
Sacudió la cabeza y volvió en sí, respirando angustiado. Miró fijamente el alma de
Joshua.
—Vivió lo mismo… —Estupefacto.
—¿De verdad quieres salvarlo? —preguntó Xen.
Saimon regresó a verle, listo para enfrentarlo sin importar su aspecto amenazador, pero
enmudeció. Aquél que se acercaba era similar al ente de afuera, pero sin el manto encima ni la
piel blanca parecía un joven normal, de etnia oriental. Le faltaban algunas partes de su cuerpo,
las que estaban ocultas bajo una neblina turquesa que se arremolinaba sin parar. Su ropa era
ligera y sencilla, antigua, de otra época. Consigo cargaba una empuñadura de espada llena de
detalles rojos y verdes, cuya hoja estaba rota y quemada.
—¿Xen…?
—El vórtice casi absorbe tu alma cuando te paraste frente a él —explicó, deteniéndose a
su lado—. Te traje a mi dimensión para que no desaparecieras. Por consecuencia él vino
también.
—Pero se deshace —indicó los pies de Joshua que se desvanecían en un humo
ascendente.
—Tú y yo estamos unidos, por lo que mi espacio también es tuyo. Él es un ajeno… ¿Por
qué no me dejaste arrojarlo?
Saimon lo miró con horror.
—¡No tenías por qué! —gritó sin soltar a Joshua, temiendo que Xen actuara de
improviso—. No escuchaste, pero vamos a buscar juntos a la Manía… Además, él no te atacó.
Fue el que usa su cuerpo, Nick.
—Ése es un ser peligroso. Si le arrebatamos algo importante aprenderá a medir sus
actos.
—¡¿Y tú?! ¿Qué es esta forma? ¿Por qué nunca me dijiste? ¿Por qué no te mostraste? Sé
que acepté no haría preguntas y me tragué la curiosidad, necesitaba un amigo y lo que menos
quería era que te fueras… Pero ahora ya no puedes ocultarlo. —Bajó la cabeza y arrugó el
ceño, estaba aturdido por todo—. Quiero la verdad, pero ahora debes ayudarlo.
—Sigo creyendo que es peligroso. Explícame, ¿por qué quieres que lo haga?
—¡Porque él es como yo! Vive cosas que no puede decirle a nadie, que lo persiguen
todos los días. Por fin no soy el único al que le pasan cosas paranormales ¿y quieres que siga
solo?
Xen echó la cabeza para atrás, incómodo. Su cabello lacio y negro, escalonado, dejó
entrever que sus orejas eran puntiagudas.
—¿Por qué afirmas que él es como tú?
—Lo vi —dijo con hastío, inclinándose sobre Joshua para levantarlo—. Puedo tocar su
alma.
—Cómo es posible…
Por primera vez la expresión de Xen cambió, de forma exagerada. De indolente pasó a
sorprendido. Se agachó a su lado, fijo en su cara. Lentamente la imagen infantil de Saimon, de
cuando lo conoció, se desvanecía en el rostro del adolescente que tenía en frente.
—No me percaté que pasó el tiempo.
—¡De-deja eso y ayúdalo! —ordenó, forzándose a estar firme. Xen le infundía temor
ahora que se daba cuenta no lo conocía realmente, pero aún seguía queriéndolo.
El joven sonrió, lo que pareció más una mueca torpe.
—De acuerdo. Lo regresaré a su cuerpo. —Puso una mano en la cabeza de Joshua—.
Pero me es imposible recuperar lo que se perdió. Eso deberá llenarlo el tipo que lo acompaña.
Saimon asintió y cuando quiso abrir los ojos le costó un montón. Sentía que todo en él
pesaba diez veces más, hasta respirar era difícil. Alzó la cabeza y se dio cuenta de que estaba en
la plaza nuevamente.
Afuera habían transcurrido sólo cinco minutos, pero para Nick fue una eternidad.
—¿Volviste? ¡Dónde está Joshua! —lo increpó.
Saimon apuntó hacia arriba, a Xen que descendía con Joshua sujeto por debajo de los
brazos, posicionándose para que entrara por la espalda de Nick. Al hacerlo le puso las manos
en los hombros, las que emitieron un tenue resplandor verdoso.
—Quieto, estoy armonizándolos —dijo suave para no alterar más a Nick, que estaba
tieso como palo—. Un fragmento de su alma se perdió para siempre, pero te tiene a ti y no
sentirá el vacío.
—¡¿Qué cosa?! —exclamó sin moverse.
Xen sonrió a Saimon.
—Joshua es en verdad un buen chico.
Quitó sus manos, se volvió el muñeco de trapo y cayó sobre el suelo.
—¿Terminó? —preguntó Nick, aún paralizado.
Saimon no le respondió porque recogía a Xen, quien parecía dormir.
«Recuerdo que cuando nos conocimos dijiste que estabas cansado, que fuiste a una pelea
de la que aún no te recuperabas… ¿Lo que vi envuelto en neblina son partes que perdiste?».
Saimon lo estrechó contra su pecho. «Confío en ti y sé que me explicarás todo, así que esperaré
a que despiertes».
—Te advertí que un guardián espiritual incompleto era peligroso —Nick se masajeó la
frente. La idea de golpearlo y desquitarse seguía presente—. Joshua no me responde, pero al
menos lo siento conmigo. Al parecer Xen te arrastró con él a otro plano, ¿me explicas qué te
dijo?
—Síp, pero… ¿podemos buscar comida? Siento un hoyo en el estómago.
—¡Bah! —se mofó, sacudiendo los brazos—. Vives con un espíritu de alto nivel y ni te
avisa de lo que es capaz.
—Te lo iré contando todo —aclaró, con las tripas sonándole y sacudiéndose la tierra que
le quedó en la cara tras caer.
***
Caminaron de regreso a la avenida donde chocaron y subieron hasta dar con unos
locales de barrio. Compraron un churrasco y un italiano y se sentaron en la escalera del edificio
de al lado, uno muy antiguo. Saimon trató de repetir las palabras de Xen tal cual las dijo y
lamentó no poder explicarle mejor.
—Pero qué parte de su alma perdió —reclamó Nick, dándole un gran mordisco al
completo—. ¿Afectará su poder? ¿Su personalidad? ¿Sus recuerdos?
—Xen estaba tranquilo, no debe ser gave.
—Puede ser algo sutil que haga una gran diferencia… —suspiró cansado—. Parece que
no reaccionará hasta mañana. Qué molestia, tendré que hacerme pasar por él en casa.
—Xen tampoco despertará luego. Si te consuela, me quedaré sin protección de los malos
espíritus hasta que despierte. Quizás no deba salir…
—¿Se te olvida la Manía?
—Xen me dice qué hacer. Sin él soy inútil.
Nick tragó rápido para poder hablar, aunque continuaba con algo de comida en la boca.
—No lo eres. La visión mística es tuya, no de él. También lo que sabes, explicarnos es
valioso porque, como viste, nuestra compañera también hace cosas raras. Solos no iban a
poder con ella. Nosotros te podemos cuidar.
El celular de Saimon sonó y se apresuró en contestar, haciendo a un lado el pan. Nick se
aprovechó y le sacó un pedazo de carne con la mano.
—¡Oye! —Reclamó antes de volver al teléfono—. Sí, en la dirección que mandé, afuera
de un edificio amarillo con escalera. No, me está acompañando un amigo… —le dirigió una
mirada rápida a Nick—, que no es Xen. Sí, es alguien real. En la casa les cuento. ¿Diez
minutos? Yap —rió por su comentario anterior y colgó—. Mi papá está cerca, de ahí te puedes
ir.
—¿Tus padres conocen a Xen? —preguntó curioso. Alzó el cartón e hizo caer la palta y
tomate que rebosaron del pan directo a su boca.
—Sí. Mi mamá y padrastro lo saben, él es el quien me viene a buscar. Mi papá murió
cuando tenía cinco años. Él veía y hablaba con entes de otros planos, un don que dijo heredó
de la bisabuela. Mi mamá no veía cosas, pero siempre le atrajo lo paranormal y lo ayudó
mucho.
—Eran tal para cual —comentó con un deje nostálgico.
—Él trató que viera entes de otros planos, pero solo pudo con los chicos —soltó una
risa jocosa, pero luego se apagó—. Lo que más estudiaba eran las fuerzas oscuras. Quería
entender cómo funcionaban en relación a nuestro plano y por qué hacían lo que hacían. No
vivía de su investigación y tenía un trabajo de lo más normal… Y un día que viajó le pasó un
accidente… del que no sé todo. Mi mamá se bloquea cuando le pregunto, así que ya no lo
hago.
Nick se puso serio.
—Fue ese entrenamiento que le permitió a tu madre ver a Xen.
—Sí, aunque él llegó mucho después.
—¿Después? ¿Cómo se conocieron?
Saimon se encogió de hombros.
—Apareció cuando tenía siete. Entró por la ventana, se presentó y me preguntó si podía
acompañarme. Le dije que sí al toque. Siempre estaba solo. Al inicio no quería jugar conmigo,
pero después se dejó. —Comenzó a reír de la nada—. Un día jugábamos a las escondidas y mi
mamá lo encontró. Pegó el medio grito y trató de hacerle un machitún. Cuando tenía la casa
pasada a palo santo y vio que no le hacía nada me escuchó. Ahora la ayuda con algunas cosas y
echa a los malos espíritus que la siguen del trabajo.
Nick entrecerró los párpados, arrugando el cartón hasta convertirlo en una pelota. La
lanzó a la calle sin darle importancia.
—Es… curioso cómo en tu casa viven el asunto de forma tan amena.
—Estamos acostumbrados.
—¿Y tu padrastro también lo ve?
—No. Chris no le hace a nada paranormal. Mi mamá se lo dijo desde un inicio y él creyó
que era una broma, para ser única y diferente —recalcó, haciendo el gesto de comillas con los
dedos—. O para espantar jotes. Después vio que no era mentira, pero lo aceptó. De a poquito.
A mí me cae bien y nos quiere mucho a los dos. Como está desde que tengo nueve lo llamo
papá sin darme cuenta.
Hablar de lo último le quitó la tristeza que le daba recordar su infancia. Chris era un
hombre muy bueno y cariñoso, siempre lo guio, ayudó y apoyó en todo, salvo lo referente a su
don que era algo entendible.
A su lado Nick arrugó el ceño, llevándose una mano al pecho. Estrujó la polera porque
la punzada de dolor que lo atravesó fue intensa y no comprendía a qué se debió.
«¿Qué es esto? Lo que contó me da igual. Es triste y pienso que tuvo suerte de acabar
bien, pero nada más… ¿Son las emociones de Joshua? Parece que sí, él se conmovería con su
historia». Giró la cabeza al contrario para que Saimon no viera su expresión de disgusto. «El
que yo me quedara en su cuerpo me afecta más que cuando lo compartimos. En esta forma él
es más fuerte que yo…».
—¿Saimon? —preguntó un hombre en bicicleta que se detuvo al pie de la escalera,
apoyándose en un peldaño. Tenía el cabello café oscuro y una barba que recorría todo su
mentón, apretada por la hebilla del casco negro—. No deberías andar por aquí tan tarde.
—Pero no estaba solo.
—Igual —siguió reprendiéndolo antes de cambiar el semblante frente a Joshua—. Al
menos parece que tiene tu edad. ¿Sabe…?
Saimon asintió enérgico, sonriendo porque Chris no veía las marcas azules.
—N… —Nick iba a presentarse y se detuvo, era mejor si le ahorraba confusiones al
hombre—. Hola, soy Joshua.
—Y yo el papá de Saimon, como te habrá dicho. ¿Tienes quién te venga a buscar? —en
ello le lanzó a Saimon una bolsita de tela escarlata.
—No, pero estoy bien. Si tomo una micro en ese paradero quedo a dos cuadras de mi
casa —mintió con mucha calma, reconociendo el talismán que Saimon se guardó en el
pantalón. «Así que una medida temporal mientras Xen está fuera de servicio…».
—Anda a tomarla altiro.
Saimon hurgó en el banano de Chris y sacó un bolígrafo, con el que anotó en el plato de
cartón su número de celular y redes sociales, tendiéndoselo a Nick.
—Toma, así nos juntamos otro día, más temprano —explicó, inclinando la mirada para
verlo fijamente antes de calarse el casco. Nick entendió que se refería a buscar a la Manía.
—Temprano como debe ser —aprobó Chris—. Ahora nos tenemos que ir, tu mamá
tiene lista la comida. Ve con cuidado Joshua —se despidió sonriéndole algo incómodo por esa
presentación fugaz. Remontó la bicicleta y se fue por donde vino, seguido de Saimon que se
despidió con el brazo hasta que cruzaron el semáforo.
Nick guardó el cartón dentro de la mochila y miró ambos lados de la calle.
«¿Para qué gastar en otro pasaje si pocas cosas me ponen en peligro?». Apretó un puño
frente a sí, rodeándolo con el resplandor blanco. Sonrió torciendo el labio. «Ya que tengo el
mando continuaré entrenándote. Mañana le cuentas a Demian de nuestro hallazgo. Saimon no
sabe en qué se metió».
Se puso el polerón, jaló la capucha para ocultar un poco las marcas y echó a andar.
XII
Papeles invertidos

Para cuando Nick llegó a casa era sábado. La mamá de Joshua lo estrechó y regañó con
mucha severidad, ignorando por completo que aquél no era su hijo; ella no veía las marcas
azules que lo recorrían y como Nick no se resistió ni se quejó, la reprimenda fue breve. Explicó
que se equivocó de micro y que no le quedaba para tomar otra. Tras un rosario de lo que debía
hacer la próxima vez que ocurriera algo así fue enviado a la cama con un pancito de jamón.
Las hermanas dormían y el papá había salido a tomar con los colegas de oficina. La casa
estaba en total silencio y eso tenía aún más inquieto a Nick, quien observaba el techo del
cuarto sin poder conciliar el sueño. Estaba en pijama con la forma de Joshua.
—Por qué no despiertas —murmuró, desquitando su frustración de alguna forma—. No
consigo que reaccione por más que jalo su mano, como en la piscina con la visión. —Suspiró,
sobándose los nudillos de las manos—. Quizás su cuerpo está muy cansado y eso le impide
volver. En verdad hoy lo llevé hasta el límite.
Tuvo unos encontrones camino a casa, pero afortunadamente salió fácil de ellos. Seguía
enojado por lo que hizo Xen, y los sujetos que le cortaron el paso fueron el saco de arena
perfecto para desquitarse. Ellos nunca se dieron cuenta en qué se metían cuando decidieron
pelearse con él, se veía pequeño e inofensivo. No alcanzaron ni a desenfundar lo que fuera
tuviesen por arma.
De paso apaleó las Sombras menores que tenían pegadas.
Sí, forzó el cuerpo de Joshua más allá de lo que el chico jamás hizo y un cansancio que
para él resultaba común no lo era para alguien de esta época. Satisfecho por su obra, inhaló
profundo y se concentró para dejar la mente en blanco.
Hasta caer dormido.
***
Nick soñó que recorría un lugar del mundo donde jamás estuvo en su tiempo. Era un
paraje natural que vio cuando Joshua miraba un documental en la tele, días atrás, de bosques
verdes entre las montañas y en donde podían encontrarse pequeñas aldeas que compartían una
cultura milenaria. Esto lo llevó a cuestionarse si ellos también eran acosados por las Sombras y
qué métodos usaban para combatirlas.
Quiso acercarse a uno de estos asentamientos, pero alguien lo detuvo, regresándolo al
camino. Bajó la vista para saber quién lo acompañaba y se espantó al descubrir que se trataba
de Irina. Se libró de ella, consternado, sin embargo, la chica le sonrió e indicó la ciudad al final
del sendero, que resultaba ser donde vivían Joshua y los demás.
Irina le tomó las manos y lo obligó a agacharse, mirando sus ojos sin parpadear.
Se sintió amenazado, igual a Joshua el día que todo se desató cuando la Sombra vio en su
interior. Irina no transmitía peligro ni nada parecido a sus enemigos, tampoco era una pesadilla
haciéndose pasar por ella y eso lo perturbaba aún más. El poder que emanaba al retenerlo era
suficiente para espandarlo.
Nick despertó en el acto, no quería que ella siguiera observando en su interior.
Era temprano en la mañana.
Se llevó una mano a la cara, descubriendo que seguía en posesión del cuerpo de Joshua y
que más encima perdió su aspecto, adquiriendo su forma de adulto joven con las deformidades
de batalla. El pijama roto y rajado cayó de sus hombros.
—¿Joshua? ¡Joshua! —llamó Nick, desesperado. Podía sentirlo con él, mas, seguía sin
despertar—. ¿Qué mierda pasa aquí?
—¿Joshua? —Preguntó la madre desde el pasillo—. ¿Estás bien?
Nick se abalanzó en dos zancadas a la puerta y la empujó, impidiendo que entrara.
Inmediatamente retomó la apariencia de Joshua, sintiendo mucho dolor en el proceso.
—S-sí —respondió, actuando el tono sumiso del chico—. Solo fue una pesadilla. Toi
bien.
—Eso te pasa por acostarte tan tarde —lo retó con cariño—. Ven a desayunar.
—Ya voy. —Permaneció apoyado contra la puerta hasta que la escuchó alejarse. «¿Y
ahora qué hago?».
Era sábado, Joshua no debía ir a trabajar, ¿por qué tenían el desayuno? Se vistió deprisa y
escondió en la mochila la ropa rota. En ello sacó el cartón que le pasó Saimon. Él y Demian
eran los únicos que podían ayudarlo.
«Mientras más tiempo pase más me costará mantener su apariencia. Su cuerpo está
conectado a él, no a mí».
Salió al pasillo, descubriendo por la puerta entreabierta del cuarto principal al papá,
tendido encima de la cama y tapado con un cobertor diferente al que estaba puesto. Para Nick
no fue una sorpresa, y para Joshua tampoco lo hubiera sido, aunque seguramente él se habría
enojado.
Rumbo a la cocina cayó en cuenta de algo importante.
«Debería tener una Sombra pegada alimentándose de su mal carácter, pero no he visto
nada… ¿Extraño? Eso es decir poco».
—Si algo te molesta dime —insistió la madre, sirviéndole unos huevos revueltos—. Y
por el cambio de voz, que no te dé pena, es normal pa’ tu edad.
—Eso… Me acostumbraré de a poco… —la evitó.
—Acuérdate, hoy visitamos a la tía Jacinta. Terminas de comer y te alistas rápido, mira
que ni la cara te lavaste —le limpió una mancha de la pelea que tuvo anoche—. Tiene todo
listo para el asado así que no podemos faltar.
Nick se paralizó, pero fingió que el cuerpo le dolía, lo que era cierto. Sí, verdad que lo
dijo, pero a Joshua. A él le daba lo mismo porque era un día muerto, no se lo grabó en la
cabeza.
—¿Tengo que ir? —preguntó desanimado—. Me duele el cuerpo.
Trató actuar avergonzado, pero eso lo irritaba más. Él y Joshua tenían personalidades
muy diferentes y Nick se creía incapaz de llevar la farsa frente a un grupo de familiares.
Aunque los conociera de los recuerdos, no sentía nada por ellos.
—Ay cabrito, no sabís el susto que pasé anoche. Menos mal volviste entero —lo
estrechó amorosa—. No lo vuelvas a hacer. Bueno, fue tu primera semana trabajando…
Puedes quedarte, pero evita a tu papá cuando despierte. Sabís que se levanta con la pata
izquierda tras la farra. A cambio te encargo ordenar la cocina entonces.
—Sí. —Nick asintió con la cabeza y se sirvió. Unos pasos ligeros se acercaron raudos a
la cocina.
—¡Mamá! Mandy no se quiere vestir —reclamó Kala, la hermana del medio, asomándose
por el umbral. Era menuda, de largo cabello negro lacio y ojos claros como los de Joshua, los
que abrió exageradamente cuando vio a Nick.
—¿Se volvió a acostar? Cabrita mañosa. Vamos… ¿Te pasa algo hija?
—No —dijo cortante y corrió de regreso al cuarto.
Nick observó extrañado sin darle mayor importancia, pero cuando tuvo que despedirse,
Kala pasó de largo y se alejó de él lo más posible.
«¿Qué le pasa? Ella adora a Joshua, no entiendo por qué me evita de esa forma si nunca
notó mi presencia… ¿Será que vio mis marcas?».
Buscó en los recuerdos algún indicio de que Kala tuviera una habilidad especial, poco
obvia, pero aparte de que era muy débil y miedosa no había nada que lo confirmara. Sólo una
cosa resultaba cierta: no era una de ellos.
Por el teléfono fijo llamó a Saimon para darle la mala noticia y preguntarle dónde podían
juntarse. Luego se contactó con Demian, el que apareció a su lado con un círculo mágico sin
haber colgado la llamada.
—Qué chucha.
—Baja la voz. Te dije que no había nadie a mi lado, pero tampoco estamos solos.
—Tonces pa’onde no escuchen, tengo que saberlo ya —abrió un círculo debajo de los
dos.
—Espera, déjame acabar —Nick se soltó de forma brusca. En condiciones normales
hubiera ido con Demian sin chistar, pero ahora sentía la responsabilidad que Joshua ponía en
las promesas como propia. Colgó y volvió a la cocina para terminar de lavar los platos—.
Además debo presentarte a alguien.
—¿A alguien?
***
Minutos más tarde, en una plazoleta por donde nadie pasaba debido a lo perdida que
estaba entre varios edificios…
—Él es Saimon. Saimon, mi compañero de misiones Demian —los presentó Nick,
arremangándose. Continuaba con la apariencia de Joshua y para tapar algo las líneas azules
andaba con polera de manga larga y pantalón de buzo, por si le tocaba cambiar—. Ya le conté
a Demian lo que pasó ayer, sabe lo que puedes hacer.
Saimon le miró inseguro antes de alzar la vista hacia Demian.
—¿Tú también haces cosas fuera de lo común?
—Las Sombras, sí, pero lo mío es más sofisticado —recibió un manotazo por parte de
Nick. Escupió el aire que le sacó y lo vio con rabia—. Tú sabí qué manipula a nuestra
compañera.
—Síp, una Manía, pero Xen puede explicarlo mejor —se quitó la mochila y la abrió
frente a ellos—. Sal, estamos seguros. —Xen asomó tras unos segundos y permaneció apoyado
sobre el cierre.
—¿Ese es el guardián espiritual? —Demian reaccionó sorprendido, inclinándose hacia él.
—. Pal pico.
—Está roto —repuso Nick, tratando en vano de ocultar la mala cara—. Por eso se ve
así.
—Débil —corrigió Saimon, volviendo de la sorpresa que le provocó Demian. No esperó
que él también pudiera verlo.
Xen alzó un bracito e indicó a Nick, a quien estuvo examinando apenas salió.
—Joshua ya debió haber despertado, ¿qué pasó? —Se le escuchó decir sin que moviera
los labios, con una vocecilla más aguda y espectral que la de ayer. Demian se rascó los oídos,
incómodo por ese sonido tan diferente.
—Explícamelo tú —repuso Nick, cruzándose de brazos—. Dijiste que perdió parte de
su alma. Quizás eso tenga que ver.
—Para nada. Contigo acompañándolo no debió sentir la pérdida. Lo único que se me
ocurre es que él no despierta porque no quiere.
—¿No quiere? —preguntaron los tres chicos a la vez.
—Probablemente no es consciente de ello. Permíteme.
Saltó sin más a la cabeza de Nick, asustando a Demian y sobresaltando a Saimon, quien
se apresuró en explicar:
—Necesita tocarte para entender qué pasa. Juro que no te hará nada.
Nick se dejó a regañadientes. Demian observaba impresionado y tras unos segundos de
análisis se volvió hacia Saimon.
—Si te nos unís no hay vuelta atrás.
—Lo sé. Lo vi cuando sujeté el alma de Joshua. Lo pensé y quiero ayudar.
—Ah, baia baia —dejó escapar con aprobación—. Si ya te lo craneaste ‘tonces welcome.
Siempre falta ayu’a, pero no sé si podái ver a las Sombras. Bah, a lo mejor Xen sí.
—¿Qué cosa? —El espíritu regresaba a la mochila.
Nick extendió su mano hacia Demian en gesto autoritario.
—Pásame tu celular.
—¿Eh? ¿Pa’ qué lo querí?
—Joshua está bloqueado. —Xen se mostró afligido—. Ayer, cuando los separé, como
Nick usaba su cuerpo quedó vulnerable y la extracción fue brusca. Teme, encuentra que su
cuerpo no es seguro, pero hasta que él no desee volver por su cuenta, no despertará.
—Weón, yo estaría igual si me exorcizái de la ná’ —comentó Demian, frunciendo el
ceño. ¿Era Saimon tan inofensivo como se veía?
Nick bajó la mirada.
—Como ocupamos el mismo cuerpo, al estar en su lugar lo dejé desprotegido. No sabe
aferrarse a mí aún. —Apretó la mandíbula, insistiéndole a Demian—. Tu teléfono.
—Va, va. Pero dime pa’ qué —lo sacó de su bolsillo y apenas lo desbloqueó Nick se lo
arrebató, buscando el ícono con forma de auricular de teléfono—. ¿A quién vai a llamar?
—A Irina.
—¡¿La vai a despertar?! —exclamó aturdido y contento. Saimon y Xen observaban con
dudas, ajenos al respecto.
—Todavía no, eso sólo me enemistaría más con Joshua, pero ella es la única que puede
hacerlo volver. —Nick marcó y se llevó el celular al oído, escuchando el tono de marcado—. Y
no hace falta explicarle lo que pasa.
—¿Aló? —contestó Irina, con la desconfianza tiñendo su voz.
—¿Aló, Irina? Soy Joshua —Nick suavizó su voz para sonar igual a la del chico—.
¿Cómo está…i?
—¿Joshua? ¿Por qué…? ¿Conseguiste un celular?
—¡Ah, no, no! —Nick sonaba avergonzado y nervioso, pero su cara era seria y casi no se
movía mientras hablaba. Estaba concentrado por completo en la misión—. Es de Demian.
Vamos a la piscina. Te avisaba por si querías venir con nosotros.
Saimon miró a Demian con sorpresa y le susurró que por qué irían a la piscina, a lo que
el joven le pidió silencio.
—¿Ahora? —Saltó Irina—. No puedo…
—¿Y en la tarde?
—Hoy no puedo —respondió cortante.
—Ah… chuta, perdón —se apresuró en decir arrepentido, tratando de no incomodarla
más. Pensó rápido cómo podía solucionarlo, para que ella no se enojara y aceptara el plan—.
Me arrastraron y sólo quería aprovechar… ¡Ey! ¿te gustaría quedar otro día?
—Mmm… —soltó más interesada—. El lunes puedo, este finde tengo que limpiar mi
pieza y ir a un cumpleaños.
—¡Bacán! —celebró y sin querer usó su propia voz. Carraspeó y volvió al tono más de
Joshua—. Digo, por el cumple. No es muy entrete limpiar.
—No, pero si no lo hago me retan… ¿No que trabajái el lunes? —se oyó por detrás a
alguien que estaba con ella, hablándole—. Es Joshua. Sí, ya voy… —dijo apartada del auricular
antes de acercarse el teléfono nuevamente—. Tengo que cortar.
—De ahí te explico el lunes. Ánimo.
—Gracias. Nos vemos. Chao.
Nick le entregó el teléfono a Demian para que cortara la llamada. Él no pudo por más
que deslizó el dedo; todavía no captaba la tecnología que Joshua usaba poco o nada. Se
despeinó y soltó un reclamo mudo.
—No creo aguantar hasta el lunes… Detesto ser Joshua.
—Te toca y no te queda de otra. Esta cagada es tu culpa —lo acusó Demian.
—En parte —intervino Saimon, frenando a Nick antes de que golpeara al joven que bajó
la guardia para meter el teléfono en su bolsillo trasero—. Xen metió un poco la pata al
defenderme.
El duendecillo hizo una mueca y habló evitándolos:
—Pensaré en una solución si tu plan del lunes no da resultado. Lo que no puede
aguardar es buscar a su compañera. Si la Manía se hace fuerte se comerá su alma.
—¡¿Ah?! —Soltaron Demian y Nick, este aguantando a penas el puñetazo.
—Todos nacen con un tipo de energía pura, muy poderosa contra ciertos entes, por eso
pocas cosas pueden tocar a los niños. Pero las Manías son capaces de debilitarla y consumirla.
—¡Por eso la utiliza! —Gruñó Nick—. Le está haciendo un favor a aquello que no
puede tocarlos —miró a Demian—. Las Sombras, entre otras cosas.
—Pero Saimon no cacha de Sombras.
—La verdad no, pero sí las otras cosas. Por eso dije que dependía de Xen, él evita que me
molesten cuando salgo.
—Interesting. ¿Y no querís pelear junto a él? Xen debe tener mucho pa’ ofrecer y no lo
hace porque te cuida, pero ahora no estái solo. —Demian sonrió, alzando el mentón—. ¿Y si
hacemo’ equipo? Los tres peleando contra Sombras y entes paranormales.
Xen sacudió la cabeza.
—No saben en qué se meten.
Nick rió para adentro. Él no pertenecía al mundo de Saimon, pero tampoco le era algo
ajeno. Se plantó frente al chico y encaró a Xen.
—¿Puedes cumplir tu misión sin decirle qué necesitas? Si no lo preparas, ¿cómo esperas
se cuide cuando tengas las manos llenas? No necesito detalles. Descubriste quién soy, pese a
que ignoro las partes esenciales de mi pasado, pero basta para que entiendas que no somos
sólo gente fuera de lo común. Saimon no tiene porqué arriesgarse si no quiere unírsenos, pero
si lo hace, nosotros estaremos junto a él en lo que sea y sin importar el peligro.
—¿Xen…? —Saimon lo miró inseguro.
Ayer su espíritu amigo le explicó parte de lo que le pasó y qué estaba buscando: debía
erradicar ciertos entes que escaparon de la gran guerra astral donde fue convocado. Mientras
no lo consiguiera, no podría descansar ni recuperarse y seguiría vagando hasta que su esencia
se extinguiera.
Xen entrecerró los ojos, molesto con Nick, el que fue arrastrado hacia atrás por Demian
quien intervino:
—Nos topamos por algo, no me trago que de pura coincidencia —trató de amenizar el
ambiente en lo que pensaba. «¿Qué weá Nick? Está más detona’o que de costumbre».
Saimon sacó a Xen de la mochila, tomándolo entre las manos y dejándolo a la altura de
su cara.
—Te apoyaré sin importar el peligro. Me ayudaste cuando lo necesitaba y te lo quiero
devolver haciendo lo mismo por ti.
Xen bajó la cabeza, moviendo indeciso los brazos.
—Si lo haces no volverás a ser el mismo.
—¿Eso es malo? —dijo con una sonrisa avergonzada—. Donde vaya soy el raro, el que
trae mala suerte, el que no habla porque veo lo que nadie quiere oír. Ya estamos aquí, ¿por qué
no seguir? Sé que no me lastimarías adrede.
—Está bien —suspiró—, pero debo prepararte antes de que puedas dar el siguiente
paso, así que espera un poco. Mientras, ayudémosles con la Manía.
—¡A buscar ‘tonces! —Demian salió en una marcha exagerada, pero se detuvo al ver que
Nick no se movió—. ¿Qué pasó?
—Puedo un rato no más. Si pillan que Joshua salió lo van a castigar. —Se bajó las
mangas con tal de cubrir las marcas azules y le dio una palmada amistosa a Saimon en la
espalda—. Bienvenido a la cacería.
—Siento que por fin haré algo útil con mi don.
—Si es lo que buscas llegaste al hoyo correcto. Creo que tú y Joshua se llevarán bien.
—Pero eso lo sabremos el lunes —molestó Demian—. Si es que funciona.
—Debería —intervino Xen, sentado al hombro de Saimon—. Sólo no dejes todo patas
arriba o tu protegido no sabrá cómo lidiar con la situación.
Nick se hubiera molestado con la advertencia, pero tratándose de Joshua, Xen tenía
razón. Sonrió fanfarrón.
—Veamos qué tanto debo presionar para que reaccione. Ah. Prométeme que no le dirás
a Joshua lo que leíste en mi alma.
—¿¿Él cachó?? ¡Ajá! Confirma’o erís un espíritu.
—No se lo diré —prometió Xen—. También creo que es muy pronto para él… Pero tú
eres incapaz de recordar. ¿De verdad prefieres ignorarlo?
—Tentador pero no. Siento que eso sería una mala influencia para Joshua.
—¡Já! —Demian soltó una carcajada—. Como si no lo fuérai. Oye Xen, ¿qué veís en mi
alma? —a punto de tocarlo fue rechazado por el muñeco.
—Nada. Lo siento, eres un alma nueva, no tienes vidas previas a esta. —Su franqueza le
cortó la inspiración al moreno, impidiendo que cateteara como acostumbraba hacer.
—En tu cara —lo molestó Nick.
—Y qué, sigo siendo el más bacán aquí —contestó algunos mensajes de redes y actuó
despreocupación—. Ya sé quién es la niña perdida.
—¡¿Y lo dices recién?! ¡Habla!
Demian se apartó, amedrentado por el aura amenazadora que salía a raudales del cuerpo
de Joshua. Jaló a Saimon y lo usó como barrera, fingiendo que era para que no se quedara atrás
al ponerse a caminar.
—¡Tábamos ocupa’os con la cagá que dejaste! ¡Ajem! Se llama Alicia, tiene doce y lleva
casi un mes perdía. Escapó pa’ navidad y la familia buscó sin llamar a los pacos.
—¿Por qué? —Saimon se sobresaltó.
—Por su don. A ojo pelao nadie normal ve lo que hacemos, pero si movemos weás que
ya existen, no pasa piola nicagando y ella vuelve de metal hojas y ramitas. O tsea, ¿cómo
explicái que tajée a alguien con un pasto? Que esté poseída pasa por rabieta, pero lo otro, se va
a la cresta.
Nick frunció el ceño.
—Tienen miedo.
—De que se pitee a alguien sin querer, por ayudarla.
Oyeron de Xen un montón de murmullos ininteligibles que delataban su ira. Saimon
quedó estupefacto y apenas pudo articular:
—Por eso la Manía no la suelta. No le importa su alma, sino que herir a los niños; su
dolor también le sirve.
—Conchetumare. —Demian se masajeó las sienes—. Sapiemos las plazas que hay cerca.
No creo la pillemos pero pa’ cachar. Avisen si sienten a la Manía culiá. —Indició lo siguieran y
cambiaron de dirección.
XIII
Un macabro hallazgo

La búsqueda resultó imposible. Sombras de bajo calibre les salían al encuentro cada par
de calles, todo gracias a las marcas de Nick. Por más tapado que iba, solo un pasamontañas
solucionaría el problema y en verano eso llamaría más atención. No tuvieron más opción que
enfrentarlas en el primer lugar útil que pillaran, o donde no se viera raro lo que hacían.
En una pelea que estalló doblando una esquina, Demian sugirió fingir que imitaban una
pelea de película para que los transeúntes no se asustaran, saltando rápidamente a encapsular la
tennetia que fue golpeada por Nick sobre la cabeza de la desconocida. A su pesar, Saimon
apoyó la farsa con el diálogo que se sabía y ni bien tuvieron a la Sombra fuera de su huésped
corrieron desenfrenados a algún escondite, lejos de la mirada de las personas.
Llegaron a un callejón vacío.
Demian tiró al suelo el círculo que apresaba a su enemigo y aprovechando que seguía
atontada por el combo de Nick, lo cambió por aquél que las desterraba de esta dimensión.
De pronto algo se alzó de la oscuridad en el fondo. Se trataba de un monstruo de
Sombra grande como la Mole. Medía dos metros de alto y era mazizo, hecho completamente
de oscuridad.
Demian cubrió la salida con un círculo de ilusión, el cual los hizo invisibles al resto y puso
un conjuro protector bajo él y Saimon, con el que evitó los escombros lanzados por la
abominación los golpearan. El peliblanco reclamó asustado, incapaz de ver a la bestia.
Nick saltó hacia el muro y lo usó para esquivar por raspada el brazo del monstruo, el que
dejó una hendidura en los ladrillos.
—Qué peste —se quejó.
Rodó por encima de la basura y en un solo gesto se descalzó y quitó la polera,
recuperando su aspecto en el instante preciso que el brazo negro caía encima, pesado cual
martillo de demolición. Nick apretó la mandíbula y forcejeó contra él.
Saimon estaba pasmado.
—Creció…
—No, así se ve Nick —lo corrigió Demian, tratando de crear más conjuros sin soltar los
que ya sostenía.
—Algo dijo ayer… —Se sobresaltó. Nick desvió aquello a un costado y tras darle un
rodillazo, la basura apilada en la esquina estalló, aplastada por un peso descomunal—. ¡¿Tanto
pesa?! ¡Cómo se lo puede!
—Con mucha voluntad. —Consiguió hacer dos círculos en el piso y estos se arrastraron
por el suelo, apresándole torso y piernas al coloso. Este se resistió y amenazó con romperlos,
forzando al joven a quitar el conjuro que lo protegía y así pelear de vuelta. Prefería eso a quitar
la ilusión. Se percató de algo inusual a través de ellos—. ¡Conchalalora!
—Me harté. —Nick le pisó la cabeza al enemigo, azotándolo en el cemento. Concentró
en una mano la luz blanca que salía de las marcas en su pecho y fue tan brillante que Saimon
debió cubrirse. Cuando el resplandor aminoró sólo había un charco negro evaporándose.
Demian quedó libre de la presión.
—Te aguantabai un segundo má’ y cachaba qué mismo. Algo lo fijaba al callejón. —Le
lanzó la polera y zapatillas.
—¿Tú crees? —preguntó escéptico, decreciendo para vestirse.
—Era demasiado grande pa’ este lugar enano. Una weá como esa sirve pa’ destruir o
dejar la cagá con accidentes brígidos.
—Hoy no me sobra tiempo. —Nick sacudió la tierra de los pantalones y se los ajustó—.
Mejor agradece que acabé con él. Un problema menos.
Mientras los dos discutían Saimon se reponía de la impresión.
—¿Estás bien? —Xen descansaba sobre su cabeza.
—Sí. Que bacán cómo combinan sus poderes… —Se frotó los brazos, sintiendo un frío
repentino. Una energía lúgubre teñía el lugar. Sin el monstruo quedaron al descubierto los
restos de sus acciones—. Qué… horrible…
Nick y Demian se regresaron a mirarlo, alertados por su comentario.
—¿Saimon? —Demian se agachó, preocupado porque estaba más pálido de lo que era.
Nick apuntó a Xen con el índice.
—Dinos, qué ve.
—Lo que ese monstruo hacía. —Avanzó, saltando sobre un basurero y Nick para llegar
al fondo del callejón. —Está bien así, yo llamo más la atención de los espíritus que él.
—¿Espíritus? —Demian arrugó el ceño, muy serio.
—Sus víctimas. —Saimon temblaba, pero se rehusaba a apartar la mirada—. El
monstruo usó a la gente que venía de noche y los controló para que hicieran cosas horribles.
—Se cubrió la boca, sentía que iba a vomitar.
—Las almas que tenía atrapadas lo vieron todo —continuó Xen, apesadumbrado por
Saimon—. Esto es un pozo de perdición. Incluso sin haber muerto, quienes fueron atacados y
manipulados quedaron marcados de por vida, y deben estar alimentando a nuestros enemigos
con un festín de ira, culpa, rencor, miedo y confusión.
Nick apretó los puños con rabia.
—El daño está hecho. ¡Mierda! ¡¿Desde cuándo?! —observó en todas direcciones. Era
incapaz de ver a los espíritus, tampoco los escuchaba, pero no era necesario para saber lo que
experimentaron.
—Dije que era sospechosa la weá —repitió Demian, tratando en vano de sacar a Saimon
de su posición—. ¿Por qué el monstruo no se comió las almas?
—Las almacenaba, comandado por otro que tenía forma distinta, más animal. Después
se los describiré.
—¡¿Un monstruo mandando a otro?! —el joven permaneció inmóvil, digiriendo la
revelación. Necesitaba avisar a los viejos, nunca oyó algo parecido.
Xen sacó de su espalda el alfiler enorme y lo alzó, clavando el aire con él. Por encima del
callejón se abrió un portal blanco en cuyo interior podía verse una potente y cálida luz.
—No las usarán más. Vayan y descansen.
Nick se dirigió a la salida del callejón con la mirada sombría. Estaba emputado y se sentía
impotente. ¿Qué monstruo podía tener semejante inteligencia? Nada de lo que él conocía le
ayudaba. ¿Tanto evolucionaron desde su tiempo?
Sacudió la cabeza. La imagen que vio a través del portal que abrió Xen lo asaltaba cada
vez que intentaba pensar. Era una puerta enorme cubierta de símbolos y surcos; le resultaba
familiar y desconocida a la vez.
—¿A’ónde vai? —lo detuvo Demian.
—A casa. Recuerda que hoy Joshua no debía salir —miró desconfiado a Xen, quien se
reunía con Saimon y lo alentaba a pararse—. Los tres pueden seguir buscando sin mí.
—Paso por ti mañana.
Nick negó con la cabeza.
—Todos estos tropiezos son mi culpa. Sin Joshua no tengo cómo ocultar las marcas, soy
un letrero de neón que no necesitamos ahora.
Saimon se les unió, sujetando la mochila entre los brazos con Xen asomando por ella.
—¿Es seguro sin ti?
—Como Demian no se haga el longi, sí —bromeó, recuperando su aire irreverente—.
Será mejor para los dos, las Sombras salieron a atacarnos únicamente porque pasé cerca. —
Metió las manos en los bolsillos, observando a Demian que escribía a toda velocidad en su
celular y no pescó el insulto. Se dirigió a Saimon—. ¿Crees que te acostumbrarás?
—Sí, solo debo entenderlo mejor.
—Además —Xen saltó sobre el hombro de Saimon—, no podemos ignorar lo que
acabamos de descubrir. Me preocupa mucho que estén utilizando almas humanas.
—Me parece. Pídele a Demian que te dé clase, yo me voy antes que llegue otra Sombra
—metió la mano en el bolsillo del joven y sacó su billetera.
—¡Pasa pa’cá! —ladró, recuperándola—. ¡¿Qué querís?!
—Tú me sacaste de casa sin nada, ni las llaves.
—¡Ough! ¡Te tiro y qué weá! —Los encerró en un círculo, dejándolos en el patio trasero
de la casa de Joshua, detrás de la ropa colgada.
—Ese tino tuyo —se quejó Nick, observando rápido por la ventana de la cocina,
aliviado de que nadie anduviera por allí.
—Tabai apura’o, ¿o no? —tomó a Saimon por un hombro, evitando que cayera debido a
la teletransportación—. Avisai a qué hora el lunes.
Nick asintió, viéndolos desaparecer, causándole algo de gracia lo aturdido que estaba el
peliblanco. Paró el oído y escuchó la televisión encendida.
«El padre despertó de la resaca», evaluó, sin importarle mucho. Lo evitaría y listo, era un
problema que no debía enfrentar.
Se miró una mano.
—Terminemos de entrenar, aún eres demasiado débil. —Sonrió con malicia, tronando el
cuello—. Haré que no te puedas mover cuando regreses.
XIV
Lazo de amistad

Ejercitó en el patio y después que la madre y hermanas regresaron siguió en el cuarto,


haciéndose el que leía o dormía cuando iban a buscarlo a lo largo del domingo. La hermana del
medio seguía actuando extraño cada vez que se lo cruzaba y la incomodidad se volvió un dolor
en su pecho que atribuyó a la preocupación de Joshua. Pero ni eso despertó al chico.
Llamó a Irina en la tarde para confirmar la hora y con eso solo quedaba esperar.
El lunes temprano, Nick se reunió con Demian y Saimon en la entrada del polideportivo
Mure, mucho antes de la hora acordada con Irina.
—Dado que no puedo fingir por tanto tiempo necesito que me ayuden a distraerla. —Se
quitó el polerón, con el que cubría las marcas de los brazos y cara—. Igual si aparece una
Sombra. Lo que menos quiero es espantarla actuando raro.
—¿Algo má’? —Demian se cruzó de brazos y apoyó contra el pilar en pose cómoda.
Estaba más acostumbrado a la improvisación que Saimon, quien vigilaba si aparecía Irina, a
quien la describieron como una chica bajita de pelo rubio peinado en una cola alta. Como ella
no lo conocía podía alertarlos y así Nick salirle al encuentro. Los movimientos torpes del
espíritu llamaron la atención del joven—. ¿Qué weá te pasó el finde?
—¿Por?
—Te movís raro, como si te hubieran saca’o la chucha. Pero no tenís náh…
—Me cuesta controlar este cuerpo…
—Ahí viene una niña rubia —indicó Saimon—. ¿Es ella?
—Sí, escóndanse. —Se caló la mochila al hombro y adelantó el paso. Los dos chicos se
quedaron tras el pilar.
Irina detuvo su trote frente a él y tomó una gran bocanada de aire.
—Uf, perdón, tuve que limpiar el living antes de salir —lo miró y se sintió un poco
extraña—. ¿Esperai hace mucho?
—No. Hoy le achunté bien a la micro.
—¡Bacán!
—¿Cómo estás?
—Aparte de sin aire, bien. ¿Eh? —Se extrañó porque él le puso una mano en la espalda y
de forma gentil la invitó a entrar—. Y… ¿Y tú?
—Algo molido con la práctica del trabajo. —Fingió desinterés, limpiándose un oído en
lo que se acercaban a la caseta de entrada—. No es pesado, pero quería mostrar interés.
Empiezo mañana —inventó.
—Ah, justo…
—Sí, ¿qué cuea, no? —Nick le sonrió y se dispuso a pagar su entrada, sin notar que la
hizo erizarse; fue una sonrisa más propia de él que de Joshua.
Saimon observó extrañado desde el escondite.
—Si ella no sabe de las Sombras ni lo paranormal, ¿cómo despertará a Joshua?
—Oi la pregunta aweoná, erís igual de pastelito que él. —Sintió los ojos de Xen
destellear con furia en la mochila del chico y rápido se corrigió—. La dejai clarita, pero, si no
cachai, lo que menos necesita son leseras míshticas. Un día común y silvestre quizá sea el
remedio pa’ su taima. Con alguien que le importa —remató en tono pícaro—. Irina es una de
nosotros, pero no está despierta ni usa su poder. Ni idea cuál puede ser, pero en lo que
cachamos el mote con Joshua la dejamos pa’ despué’. No ve las marcas de Nick y fijo no
pillará a Xen. Trátala como a alguien normal.
—¿Es del grupo? —Se detuvo antes de hacer su siguiente pregunta. De lo poco que
conoció a Joshua el día que se encontraron supuso que había un motivo importante para que
no estuviera con ellos en la lucha—. Ya entendí. Nada de cosas raras.
—Esasto. Now, mueve la raja.
***
Eran casi las once, el sol estaba en lo alto y pegaba con fuerza, dejando en claro que ése
día sería tan pesado como los anteriores.
—Espero mi última clase —sentenció Nick, sentados en las toallas.
—Primero el bloqueador —dijo, sacando el frasco de su mochila—. No alcancé antes de
salir. ¿Tú ya te pusiste?
Nick se paralizó a medio quitarse la polera. Lo había olvidado. Él nunca usó algo
semejante cuando se bañaba, en su tiempo. Fingió el despiste y vergüenza de Joshua.
—Se me quedó.
—Ten —ofreciéndole la botella de lo más casual.
Él la tomó junto con su mano y le sostuvo la mirada. Nerviosa volteó y se apartó,
esparciéndose las motas blancas que puso sobre sus brazos y piernas, tapando el rubor con la
crema.
—En la pega dijeron que si le ponía weno me pagarían cada viernes, no cada dos
semanas —la distrajo, hablando como si fuera una anécdota más—. Va a ser tan raro tener
plata para mí, aunque sea poco.
—¿No te dan mesada?
—Nop —dijo de manera simpática para que ella no se sintiera mal.
—Oh… Y… ¿Hay algo que querai comprar?
—Sí. Un skate. Pero… un celu mejor. Es una lata andar pidiendo a los demás que me
presten el suyo.
Irina soltó una risita. Le causó gracia cómo lo dijo y lo cierto que era, sin embargo, algo
no le cuadraba.
—Un sec. Tú tenías un skate. Lo llevaste al colegio.
—Se rompió —resopló, apoyando la cabeza sobre una rodilla. Eso de verdad le pasó a
Joshua, no se lo inventaba, al igual que sus ganas por comprarse uno nuevo.
—¿Cómo?
—Saltando en una plaza —mintió—. Pagó por mí el porrazo.
—¿Eh? ¿Porrazo? Qué mal, pero su sacrificio no fue en vano —bromeó, fingiendo
solemnidad para hacerlo reír—. Lo del cel es buena idea. El otro día me infarté con el número
desconocido. Pensé que alguien me doxeó en la web. —Entrecerró los párpados y puso cara
puntuda, mirando el horizonte. Tenía entre ceja y ceja a los posibles culpables de algo
semejante.
—¿La web? Ah, ¡ah! —Nick reaccionó al darse cuenta de qué hablaba realmente. Se
golpeó la frente con la mano y lo usó para volver a personaje—. Son weones pero no tanto.
—Sabí que sí.
Se refería a los compañeros que la molestaban siempre, pero porque la encontraban rara
e impredecible, lo que les divertía.
—Una mariconada así no todavía. Y nadie tiene tu teléfono aparte de tus amiguis —le
tiritó la ceja al decir esa palabra. Había cosas en la actualidad que no las pasaría por más que
compartiera con Joshua.
—Y tú —dijo avergonzada, recogiendo las piernas contra el pecho—. Con un cel me
podrías avisar cuando tienes tiempo libre…
Nick se colocó de pie, impidiendo que viera su expresión incómoda.
«Casi, pero no bastó para despertar a Joshua. Vamos, sé que quieres estar aquí con ella».
Pensó, apretándose el pecho. Vio las marcas sobre su piel.
Le tendió la mano.
—¿Vamos?
Ella asintió, confundida por su comportamiento distante. Estaba segura de que algo le
pasaba, pero no podía entender bien qué. ¿Le preguntaba? ¿Y si eso lo ponía más raro? ¿Qué
era? Estaba como incómodo… Y desde que se saludaron se sentía inquieta, insegura. De un
jalón él la dejó de pie, casi chocando entre sí.
—Ups, perdón —se disculpó Nick, guiándola de la mano hasta la piscina.
Irina lo veía fijamente.
«Es como… si no fuera él. Naaaa. ¡Es imposible! Lo tengo aquí al frente, lo escucho, ¡es
él! ¿Cómo pienso que no es Joshua? Qué weá me pasa». Sacudió la cabeza, sacándose esos
disparates de encima y lo miró, impactándose por lo que notó. «¡Se pegó el medio estirón!».
La pequeña brecha de cuatro centímetros que los separaba se había triplicado y su visión
ahora quedaba en la línea de su hombro. Tensa, agradeció que la soltara al pasar por las duchas,
las que Nick evitó a toda costa, sin importarle hacer el ridículo con su acrobacia. No quería
averiguar qué ocurriría esta vez, sin Joshua atento.
Saltó a la piscina, pensando qué hacer para que el chico reaccionara, pero sin incomdar a
Irina. Se dejó guiar por ella, moviéndose torpe por el cuerpo resentido debido a tanta actividad.
Lo de perder el control era mentira.
Se distrajeron con un par de juegos simples, donde no hablarse facilitó la farsa y la
concentración… Aunque la idea de robarle un beso se implantó como la solución más rápida y
eficiente. Y caótica.
—Pero miren la sorpresita —dijo alguien en la orilla, al lado de ellos.
Era Demian, acompañado por Saimon y Xen, quien iba sentado en el hombro del
peliblanco.
—Ah, tu amigo del básket —dejó escapar Irina. Para ella resultó toda una coincidencia
—. ¿Demian?
—¿Te contó de mí? Debís ser muy amiga suya —continuó la actuación.
—¡¿Muy?! ¡Solo somos compañeros!
—¿Ah, sí? —sonó decepcionado a propósito—. Ya cacho por qué no quiere le enseñe,
contigo va sopla’o.
—Me llamo Irina —avergonzada se hundió en el agua. Reparó en Saimon, tan pálido
como su cabello blanco, protegido por una gruesa capa de bloqueador—. ¿También te enseña
a nadar?
—¿A éste? Nah, Saimon sa’e nadar. Weón, dicen que harán treinta cuatro grados, nica
me quedaba sopeándome en casa de gratis. ¿Quieren jugar algo o malterciamos?
—Todo depende de la profe —dijo Nick despreocupado.
—¡¿Eh?! ¡No, pa’ ná! Podemos jugar los cuatro y en eso practicas. P-podemos hacer
carreras de un extremo al otro, aunque demás que Demian gana… ¡Pero igual! A menos que
tengan alguna idea más entrete. ¿No? ¿Qué dicen…?
Se detuvo cuando vio el rostro triste de Joshua.
—¡Estupendirijillo! —bromeó Demian, empujando a Saimon al agua antes de saltar.
Xen se vio obligado a mantenerse suspendido en el aire hasta que su elegido emergió,
apoyándose en su cabeza empapada. Prefería eso a zambullirse.
—¡No nos asustes así! —Se quejó Saimon, limpiándose la cara y apoyándose justo entre
Nick e Irina.
—¡Wa! —exclamó ella—. Tu pelo se ve plateado.
—Cuando se moja, sí —incómodo por estar entre ambos se apartó, instancia que Nick
aprovechó para jalar brusco a Demian y susurrarle.
—Sigamos con la farsa.
***
Se persiguieron por toda la piscina, con Demian siendo el tiburón que salía detrás de “los
peces” que ellos escogieron. Aún dándoles ventaja, siempre agarraba primero a Saimon porque
era sumamente lento.
De a ratos olvidaban que estaban allí por un asunto delicado y acababan divirtiéndose,
contagiados por Irina que desconocía la verdad. Para ella era un día de piscina de lo más
entretenido; rara vez la acompañaba gente así de activa, que pareciera nunca cansarse. Sus
amigas eran más de un chapuzón para luego tomar sol.
El único ajeno a la diversión era Nick, quien sólo buscaba los momentos precisos para
actuar, fingiendo que la pasaba bien entre sus movidas, frustradas sin querer por lo que pasaba
y golpes accidentales. Concluyó que, a menos que agarrara a la chica y la dejara quieta, iba a ser
imposible tener un acercamiento serio. Ni hablar del beso, el universo daba todas las señales de
que debía descartarlo de la lista.
Tras mucho nadar y rabiar se encontró solo con ella, afirmados de la orilla. Saimon venía
a medio tramo y Demian amenazaba con alcanzarlo nadando cual deportista olímpico, listo
para sumergirlo por los pies. El que la chica estuviera distraída le dio la apertura que buscaba.
—Así que… Solo compañeros de curso —repitió, actuando que eso lo apesadumbraba
sobremanera.
—¿Eh? ¡Ah! —Nerviosa negó con las manos—. Lo dije pa’ que no se pasaran rollos.
—Vale, pero entre nos, ¿somos amigos?
—Eh… La verdad… La paso bien contigo y hemos hablado un poquito más, pero, no
sé mucho de ti… y… No sé. Si nos ve alguien del curso no van a parar de webearnos y no
quiero que te traten como a mí…
—Ya veo —sonrió con amargura. Esta vez la verborrea de Irina golpeó directo a Joshua,
liberando su pesar y las palabras que nunca se atrevía a decir—. Aunque no nos conocemos
mucho, eres de las pocas personas con las que me siento en confianza, con quien puedo ser yo
mismo. Yo sí te considero una amiga, pero… perdón por haberme pasado. Lo del cole es
cierto, mejor no añadir más dramas. —Se impulsó con la orilla y salió del agua—. Voy al baño,
ya vengo.
Irina permaneció en la orilla, confundida. Su corazón latía más rápido que antes y cada
pálpito se agolpaba en su cabeza.
Recapacitó sus propias palabras y se molestó por lo que transmitieron. Dio a entender
que Joshua era igual a cualquier otra persona que conociera por el día y ya, y no era así. Él la
acompañó y ayudó en muchas ocasiones, aunque fuera en silencio, siendo cómplice de su
secreto: la conoció como era y nunca lo mencionó a nadie.
Se dio cuenta de que hirió sus sentimientos, aunque desconociera la profundidad de
estos.
«Después no podremos compartir…» se planteó, saliendo del agua. «Cuando empiecen
las clases no podrá acercarse ni decirme ná sin que nos webeen y claro, dije que no lo conozco,
pero cómo, si rara vez podemos hablar tranquilos…».
Lo detuvo cuando estaba por llegar a la ducha, sujetándolo de un brazo.
—Perdón —pidió arrepentida—. Yo… no quise decir eso. Asumí que estaríai ahí
siempre, esperando cuando ya no me quedaba nadie, pero me equivoqué y lo siento. Quiero
conocerte más. ¿Me aceptai como tu amiga?
Nick alzó levemente la cara, mostrándole una sonrisa afligida. Afectado por las
emociones de Joshua le costaba concentrarse, así que no habló y se limitó a abrir los brazos
hacia los costados, inseguro de si Irina entendería el gesto
Ella captó enseguida y lo abrazó.
Joshua echó la cabeza hacia atrás e inhaló profundo, despertando a la realidad. Se
percató de que él e Irina se abrazaban y pese a estar aturdido la estrechó con dicha, desatento a
las líneas azules en su piel que se desvanecían. El vacío se fue y de a poco Nick le entregó la
información de lo ocurrido esos días que estuvo ausente, pero en especial de lo que acababa de
pasar para no quedar como loco.
—¡Obvio! —dijo sonrojado, soltándola aunque no quería—. Me encanta ver tus monos
y ademá’, ¿con quién pelaría los animes? Eh… Gracias por ser sincera.
Ella negó, todavía avergonzada cual tomate.
—Tú siempre lo hai sido.
—Tonces seguiré igual —afirmó, sonriendo como él, ya no como Nick—. Ya vuelvo, no
era mentira que necesito salir.
Apenas se apartó de ella comenzó a pelear con Nick.
Qué sucedió. Qué hacía abrazado con Irina. Cómo era posible que la hiciera sentir
culpable, aunque fueran sus propias palabras. Cómo es que Saimon acaballó allí, con ellos. Qué
hizo esos tres días que le dolía todo el cuerpo, apenas podía caminar.
“¡Entrenándote! Eso estuve haciendo, ya que eres tan endeble te cansas antes de alcanzar
tu límite. He de reconocer que hice un estupendo trabajo”.
«¡Pero estoy hecho pico! Con cuea aguantaré al final del día», se resignó a que debería
poner su mejor cara y admitir que no podía moverse tanto. «¿Cómo chucha se te ocurre
hacerle eso? Sí, lo quería oír pero agh…».
“Estabas con cuello del año pasado, ahí en un rincón esperando a que se acordara de ti.
Gallina. No cantes victoria, recién te ve como amigo Te queda harto tramo si quieres que
corresponda tus sentimientos”.
«Lo sé». Entró en el baño y fue hasta los lavamanos, mirándose en el espejo. De a ratos
le costaba reconocerse y sentía que en cualquier momento se iba a despegar de su cuerpo . Era
una sensación parecida a cuando uno está por caer raja. «Pero iré de poco, a mi ritmo, hasta
alcanzarlo».
“Eso es mejor que hacer nada y si te detienes te levanto a patadas. Ahora… disfruta del
día, a partir de esta semana todo escala”.
«Hay que ir por Alicia y ayudar a Saimon. Si cacha bien nuestro mundo podrá ayudarnos
junto a Xen…». Sacudió la cabeza. Seguía confundido por tantas cosas que pasaron, que
supuestamente vio y vivió, pero en verdad eran recuerdos de Nick. «Y en la casa dejaste la
cagáa. ¿Qué le hiciste a Kala?».
“Nada. Me vio y fue rechazo instantáneo. Ya te toca averiguar a ti qué le dio. Si se te
pasó por alto todos estos años, ni idea de lo que ella pueda tener”.
—Sí, sí —reclamó, entrando a un cubículo tras la mirada extrañada de un tipo que se
lavaba las manos. «Por hoy la weá que importa es compartir con Irina y después vemos qué
onda Saimon… y Xen». Tuvo un escalofrío que se sacudió con un gesto. «Ojalá que nos siga la
corriente y no se eche pa’ atrás, porque yo, con nada».

También podría gustarte