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LUZ DE LUNA

Florinda Nsue Okomo


Prólogo
NUEVA ORLEANS año 1000 d.C

La noche había consumido el bosque dejándolo expuesto a la sola luz de la luna. En


este predominaba la quietud y solo se escuchaba el tintineo de las luciérnagas con el
ligero silbido de las hojas de los árboles al ser azotadas por el viento. En medio de esa
tranquilidad, viajantes en un lujoso carruaje dirigido por un auriga atravesaban la
inmensidad de aquel ámbito forestal dirigiéndose al castillo del conde Van Helsher,
donde en unos días se celebraría su enlace matrimonial con Helen Sweesen, hija de unos
poderosos mercaderes.

El camino era extremadamente largo y llevaban dos días de travesía. Todos se


encontraban muy cansados y sus únicos deseos eran los de llegar lo antes posible. Tras
varios minutos de haber dejado atrás un par de árboles, algo exaltó tanto al caballo que
lo hizo relinchar y ponerse a dos patas. El auriga hizo todo lo posible para calmarlo
hasta que finamente lo consiguió.

 ¿Qué ocurre? —Preguntó el señor asomando la cabeza por la ventanilla –¿Por


qué nos detenemos?
 No se preocupen. El caballo ha debido de asustarse por algún animalillo.

Este regresó al interior y corrió la cortina. De repente, el auriga sintió otra presencia en
el bosque. Alguien corriendo, tal vez. El caballo se puso nuevamente inquieto. El
hombre comenzó a mirar por todas partes intentando encontrar al causante de esas
molestias. El animal volvió a relinchar haciendo que el caballero corriera nuevamente la
cortina que los separaba del exterior.

 ¿Dimitri? –Llamó al cochero, pero no obtuvo respuesta alguna.


 ¿Qué ocurre, cariño? –Preguntó una voz femenina.
 No lo sé. Pero no me está gustando.

La hija del matrimonio apoyó la cabeza en el pecho de su madre y esperó a ver qué
sucedía.

 ¿Dimitri? –Llamó de nuevo sin obtener respuesta.

De pronto, un hombre apareció frente a él haciéndolo retroceder del susto. Era alto, de
ojos azules y tenía el cabello recogido en una cola. Esbozó una sonrisa a modo de
saludo antes de pronunciar palabra.

 No deberían andar por el bosque a estas horas, caballero.

Tenía la voz tan aguda que resonó en forma de eco en el interior del carruaje.

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 Nos dirigimos a una boda. Este es el único camino para llegar al castillo al que
hemos sido invitados. –El individuo asomó la cabeza en el interior del carruaje y
descubrió a tres figuras más. La madre, la hija y la suegra.
 ¿Nunca se ha enterado de lo que le ocurre a la gente que viaja por las noches en
bosques como este?

El caballero tragó saliva. Estaba seguro de que aquella pregunta venía cargada de
segundas intenciones.

 ¿Qué le ha hecho a mi cochero?

El interrogado esbozó una amplia sonrisa.

 Digamos que… mis hermanos y yo estamos muy pero que muy hambrientos.

El hombre asomó la cabeza por la ventana y descubrió a tres siluetas bajo la luna llena.

 Traemos algo de comida. Podemos compartirla si ustedes quieren. –Dijo con un


ligero temblor de voz.

Este negó con la cabeza sin parar de sonreír en ningún momento.

 No está usted entendiendo, caballero. Nosotros no necesitamos de sales y grasas


para sobrevivir. Nos basta y nos sobra… con sangre humana.

Dicho esto, desplegó los colmillos y lo arrastró completamente al exterior atrayendo así,
al resto de sus acompañantes.

 Sírvanse, hermanos. Hay para todos.

No esperaron a que este lo repitiera dos veces y atacaron. La joven, hija del matrimonio,
intentó salir corriendo pero se encontró con otra joven frente a ella.

 ¿Adónde crees que vas?

La chica se agarró el pecho ante el susto. Corrió cuanto le permitieron las piernas y el
enorme vestido que llevaba puesto.

 ¡Demonios de la noche!

La otra joven volvió alcanzarla sin esfuerzo alguno y no esperó a que intentara nada de
nuevo. Clavó los colmillos sobre su yugular y absorbió el viscoso líquido hasta que se
sintió satisfecha. La dejó caer al suelo y se relamió la sangre que había quedado
alrededor de su boca.

 Yo prefiero que nos llamen vampiros. –Dijo pasando sobre ella –. Es mucho más
sofisticado.

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ACTUALIDAD

Risas, baile, alcohol, drogas, algún que otro pirado, parejas morreándose en cualquier
esquina, … El ambiente de las fiestas universitarias impregnaba toda la residencia. La
música se oía a kilómetros de la pequeña ciudad de Hallshire situada al norte de Nueva
Orleans, y las paredes retumbaban por el impacto de las ondas sonoras. La mayoría de
los estudiantes apenas podían mantenerse en pie. Algunos se habían dedicado a echar la
pota en cualquier lugar donde les pillase y otros sencillamente habían desconectado
cayendo rendidos por el sueño en los sofás de la estancia, en las escaleras de la entrada
o simplemente en el suelo.

 Oye, chicas. –Gritó una pelirroja por encima de la música para que las demás la
escuchasen – ¿Sabéis donde se ha metido Kristin?
 La vi marcharse con Nick hace media hora. –Respondió una de ellas.
 Ya nos imaginamos lo que están haciendo. –Habló una chica rubia apoyándose
en el hombro de la pelirroja.

Las risas no tardaron en darse paso.

 Ya nos lo contará todo mañana con lujo de detalle.


 Pero mientras tanto, sigamos disfrutando de la fiesta. –Dijo la rubia
arrastrándolas a la pista de baile.

Las estrellas iluminaban en lo más alto y el viento hacía bailar las hojas de los árboles
con su suave brisa. En medio de la nada, había instalada una tienda de campaña, y en su
interior, gozaban del placer de los besos que se repartían el uno al otro en sus
respectivos cuerpos como si no existiese un mañana, una pareja de universitarios.

 ¿Te has traído los condones? –Preguntó Kristin obligándolo a detener sus
movimientos.
 Oh, mierda. –El chico se incorporó –. Me los he dejado en el coche.
 Venga ya, Nick. –Dijo ella sentándose a su lado –. No pensarás dejarme así.
Solo a ti te pasan estas cosas.
 No te preocupes. –Dijo poniéndose la camisa y saliendo –. Voy a por ellos.

Ella salió igualmente.

 De paso tráete mi mochila.


 De acuerdo.

Se dieron un beso rápido en los labios y el joven se marchó.

El movimiento de las hojas producía susurros como voces fantasmales en un bosque


embrujado. Lo único que se escuchaba a esas horas eran los pasos de Nick avanzando
hacia el lugar donde había aparcado el coche una hora atrás antes de adentrarse en el
bosque. Después de haber recorrido un buen trecho del camino, distinguió el vehículo a
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unos metros de donde se encontraba. Aceleró el paso y lo alcanzó en menos de nada.
Cuando lo hubo abierto, sintió una presencia a su lado. Levantó la cabeza y por instinto,
miró a ambos lados de los hombros. No vio absolutamente nada por lo que volvió a
centrar la atención en lo que había ido a hacer. Alcanzó la caja azul del durex y la
mochila de Kristin, la cual colgó al hombro. Presintió nuevamente que había algo allí
con él. La puerta del coche se cerró sola de repente y eso le puso alerta. Comenzó a
mirar en todas las direcciones y por un momento creyó que todo era acción del viento,
hasta que vio una sombra desplazarse con rapidez de un lado a otro.

 Quien sea que ande por ahí, que dé la cara. –No obtuvo respuesta alguna.

La sombra volvió a pasar.

 No vas a intimidarme. ¡Sal y da la cara!


 Vaya, vaya, vaya. –Habló una voz aguda en algún lugar –. Me ha tocado un
machito esta noche.

El causante de todos aquellos ruidos apareció por fin. Era un hombre alto, de cabello
oscuro y gris y de unos ojos azules como el cielo. Pese a su buen aspecto y a su belleza,
tenía el semblante frío.

 Eres precisamente de mi gusto. Fuerte, saludable y apetecible.

Nick sintió como la saliva bajaba por su garganta reseca.

 ¿De dónde has salido? –Preguntó dando un paso hacia atrás.


 Yo lo llamaría el infierno. Otros no le pondrían nombre.
 ¿Qué narices quieres? ¿Dinero?
 Vaya, me gusta. Un chico que no se anda con rodeos. –Sonrió –. Con respecto a
tu pregunta… ¿por qué no lo adivinas tú?

Nick sintió las primeras gotas de sudor sobre su frente como el rocío que cubre las
plantas por la mañana.

 ¿Tú qué crees que ando buscando? –Se colocó frente a él en menos de lo que
tarda uno en pestañear.

Todo lo que portaba el chico cayó al suelo y este echó a correr sin rumbo. Llegado a
cierta distancia, el vampiro apareció frente a él haciéndole caer de espaldas.

 Da igual que corras. Soy más rápido que tú.


 Aléjate de mí. –Suplicó él gateando hacia atrás.
 Me temo que eso va a ser imposible. –Dijo acercándose lentamente –. Este es mi
bosque y esta mi hora de caza. –Su mirada se tornó oscura.

Nick ya sabía lo que venía. Sabía que no tenía escapatoria. ¿Cómo combatir con un ser
como aquel? El vampiro se concentró y escuchó como latían con fuerza las dos venas
que tenía a ambos lados del cuello.

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 ¿Sientes como late? –Preguntó irónicamente –. Eso es música para mis oídos.

El chico sentía como el corazón repartía bruscamente la sangre por su cuerpo. Sabía que
no había escapatoria y que hiciera lo que hiciese no conseguiría llegar a ninguna parte.
Como si leyera sus pensamientos, el vampiro lo atacó y clavó los colmillos sobre su
yugular, dejándole caer segundos después al suelo tras haber absorbido hasta la última
gota de sangre.

Kristin miró el celular por enésima vez. Nick se estaba demorando y ella estaba
comenzando a impacientarse. Miró nuevamente el móvil y no aguantándolo más, salió
en su busca.

 ¿Nick? –Llamó alzando la voz.

No obtuvo respuesta.

 Como me hayas dejado aquí tirada, juro que no te lo perdono.

Caminó durante dos minutos hasta que llegó al lugar donde habían aparcado el coche y
sintió cierto alivio al no ver sus sospechas confirmadas. Sin embargo, le llamó mucho la
atención ver su mochila tirada en el suelo y la linterna de su novio a solo varios metros.

 ¿Nick? –Pronunció con preocupación.

No obtuvo respuesta y sintió que se le encogía el corazón.

Comenzó a buscarlo alrededor vociferando su nombre.

 ¿Buscas a alguien? –Escuchó tras de sí.

El corazón le dio un vuelco al escuchar aquella voz. Se giró sobre sus pies para
encararlo. Le sorprendió ver a alguien por allí a esas horas, y aunque le latía el corazón
a mil por hora, decidió mostrar una forzada tranquilidad.

 Pensé que me encontraría con un arma apuntándome. –Dijo con una extraña
calma.
 Yo no soy de armas.

Sin saber por qué, sonrió.

 ¿Usted vive por aquí? ¿O es acaso el guardabosque?


 Podría ser.
 Escuche, es que estaba con mi novio en una tienda de campaña a unos cuantos
metros de aquí, pero ha desaparecido. ¿No lo habrá visto?
 Tienes mucha suerte esta noche. –Dijo él sonriendo –. Está allí. Sígame, por
favor.

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Al principio desconfió, pero acabó siguiéndolo igualmente. Este la llevó hasta el
cadáver de Nick.

 ¡Nick! –Gritó sin poder creer lo que veían sus ojos – ¡No! ¿Qué ha hecho con él?
 Estaba esperando a que me hiciera esa pregunta. –Sonrió malévolamente y acto
seguido, desplegó los colmillos llevándosela por delante y acabando con su vida
en tan solo una fracción de segundos.

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Capítulo 1

El bar de la señora Guillian estaba atestado como todos los días. Los clientes entraban
y salían y las meseras iban de un lado para otro sirviendo cerveza y algún que otro
aperitivo. El televisor que colgaba de una de las paredes estaba prendido y se estaba
emitiendo el informativo de la tarde.

 ¡Eh, tú! Sube el volumen –Dijo uno de los clientes a la mesera que tenía cerca.

Esta lo miró con malos ojos pero acabó haciendo lo que le pedía.

“Esta tarde han sido hallados sin vida los cuerpos de dos estudiantes universitarios en
medio del bosque. Se dice que podría ser la mordedura de una serpiente venenosa la que
ha ocasionado el horrible incidente. Sin embargo, la hipótesis todavía no está
confirmada y las investigaciones siguen en curso. Alison Mack informando para…”

La gente apartó la mirada del televisor y comenzó a comentar por lo bajo lo sucedido.

 Llegas tarde.

Tina arrastró a Bella hasta el cuarto donde se cambiaban las meseras mirando atrás en
todo momento para cerciorarse de que Guillian no la había visto.

 Lo siento. Es que acabo de terminar con las clases y he venido lo más rápido
posible.
 Déjate de palabrerías. Podrías perder tu trabajo por esto. –Tina abrió sus
enormes ojos –. Cámbiate antes de que la señora de acero se dé cuenta.

Bella sonrió ante el mote.

 La he visto cruzando la acera. Seguro que...

Antes de que terminase la frase, la puerta se abrió tras ellas y apareció la señora
Guillian.

 Es la cuarta vez que llegas tarde en una semana, Findlay.


 Lo siento. De verdad lo siento, pero es que…
 A mí no me des explicaciones. Cámbiate. Necesitamos meseras. –Cerró la puerta
y la escucharon alejarse.

Bella soltó todo el aire que había contenido hasta el momento.

 Por qué poco.


 Te espero fuera. –Dijo Tina saliendo del cuarto.

Bella Findlay, joven mestiza de veintiún años. Esbelta, cabello castaño, ojos claros
como la miel, de mirada penetrante, labios finos y rosados, que en ese momento estaban
cubiertos por su habitual brillo de labios, era una estudiante que estaba cursando su

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último año de carrera en derecho. Tenía los objetivos bien marcados. Deseaba abrir su
propio bufete de abogados, casarse y formar una familia.

Dejó el bolso sobre la mesa, se colocó el delantal, recogió el cabello en una cola y salió
a atender sus obligaciones.

 Pensé que te estabas poniendo el vestido de novia. –Comentó Tina cuando al fin
la vio aparecer.
 Créeme que para eso tardaré mucho más. –Dijo sonriendo mientras cogía su
libreta sobre la barra.
 Aquel señor acaba de llegar. –Le señaló al hombre que se acababa de sentarse en
su hilera –. Así que a curar.
 A la orden, capitana. –Dijo antes de darse la vuelta.

Cuando llegó hasta él, apuntó lo que quería el caballero y regresó a la barra para
servírselo.

Hilary se apartó de los cuerpos cuando llegó la ambulancia que iba a trasladarlos al
hospital para la práctica de la autopsia. El sheriff se acercó a ella para saber de
antemano su opinión.

 ¿Y? –Preguntó a sus espaldas.

Ella estuvo pensativa durante un instante antes de volverse hacia él para responderle.

 No creo que haya sido la mordedura de una serpiente. –Soltó finalmente.


 ¿Y qué crees que ha podido ser?
 Por mi experiencia, la serpiente únicamente ataca cuando se siente amenazada.
 ¿Y si eran dos jóvenes haciendo gamberradas?

Hilary negó con la cabeza.

 No lo creo. A unos metros de donde se encontraban los cadáveres había una


tienda de campaña. Seguramente era una pareja de enamorados que había venido
al bosque a pasárselo bien. Ya conoce a los jóvenes de hoy en día. Ya no se
conforman ni con la casa ni con la cama. Al parecer, el lugar más idóneo para
mantener relaciones sexuales es el bosque.
 ¿Quiere decirme lo que piensa ya? –Preguntó Tom impaciente.

Hilary frunció el ceño ante la idea que le estaba rondando en la cabeza. Sabía que era
una estupidez y que no podía ser posible. Sin embargo, su mente no paraba de pulular
en la misma teoría una y otra vez.

 Reconocería esa mordedura en cualquier lugar.


 Si no es de una serpiente, entonces…
 Es de un vampiro.

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Tom se quedó de piedra al escuchar la palabra “vampiro”.

 Estás delirando. –Dijo finalmente –. Hace siglos que esas bestias se largaron de
aquí.
 ¿Y si están de vuelta?
 Hipótesis rechazada. Búscate una mejor explicación.
 Pero y si es verdad…

Tom negó con la cabeza y levantó la mano obligándola a guardar silencio.

 No es verdad y la autopsia lo demostrará.


 Yo más que nadie espero que sea así.

El ambiente era el mismo. Discusiones, borracheras, alguna que otra pelea, hombres
intentando propasarse con las camareras… Bella agradeció cuando el gran reloj marcó
las diez, que indicaba el final de la jornada. Una vez que hubo recogido sus
pertenencias, salió a reunirse con Tina.

 Bella. –Escuchó tras de sí.

Se giró sobre sus pies y se encontró con la cara rechoncha de Lisa, una chica rubia de
ojos azules.

 ¿Sí?
 Quería preguntarte si mañana, ya que es fin de semana, podrías cubrir mi turno
de la tarde.
 Pero yo trabajo en la mañana.
 Lo sé. Pero es que mi chico y yo cumplimos tres años y queríamos salir a
celebrarlo.

Bella dudó un instante antes de responder.

 Lo tomaré como un favor personal.


 Está bien. –Dijo finalmente –. Pero no hay necesidad de tomarlo como algo
personal. Lo haré con gusto.
 Gracias. –Se abalanzó sobre ella envolviéndola en un abrazo.
 Disfruta de la celebración.
 Lo haré.

Lisa se alejó en el momento en el que Tina se acercó con el Dodge.

 ¿Qué quería? –Le preguntó una vez dentro del coche.


 Que le cubriera el turno de la tarde. Se irá de celebración con su novio por su
tercer aniversario.

Tina asintió lentamente con la cabeza.

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 ¿Y tú?

Bella se volvió hacia ella sin acabar de entender la pregunta.

 Tayler es un buen chico.

Ella puso los ojos en blanco con solo oír su nombre.

 No me interesa tratar con gente inmadura.


 Mira que no tienes remedio. Como sigas así, te quedarás a vestir santos.

Ella sonrió tristemente. Apoyó la cabeza en el respaldo de la silla, pensativa. El resto del
trayecto fue realizado en silencio hasta que Tina aparcó frente a la entrada de su casa.
Se bajó del coche y se despidieron con un “hasta mañana”.

 Estoy en casa. –Informó dejando las llaves sobre la mesa del recibidor.
 Estamos en el salón. –Dijo una dulce voz.
 Pensé que estarías durmiendo. –Clavó los ojos primero en su hermana y luego
en su tía.
 Hay comida en el microondas. –Dijo Camill apartando un momento la mirada
para clavarla en la enorme pantalla del televisor.
 No tengo hambre. Lo único que necesito en este momento es una ducha y dormir
hasta mañana.

Se alejó de la puerta y se dirigió a las escaleras que conducían al piso de arriba. Dedicó
unos minutos a una ducha de agua caliente. Se puso el pijama y se dejó caer agotada
sobre la cama. Antes de que pudiese cerrar los ojos, la puerta de su habitación se abrió y
apareció Gwen con una lánguida expresión. Bella se incorporó sobre la cama cuando
esta se hubo sentado a su lado.

 ¿Qué tal el instituto? –Preguntó intentando encontrar un tema de conversación.


 Pues como todos los días. Las caras largas de los profesores que se creen saberlo
todo y las mismas asquerosas y pesadas materias.

Bella enarcó las cejas. Sabía que Gwen no estaba bien, aunque ella nunca quería hablar
del tema.

 Dentro de poco es mi cumpleaños. –Hizo una larga pausa –. Necesito dinero


para invitar a mis amigos.
 ¿Y por qué no pueden venir aquí?
 ¿A intoxicarse con este ambiente? No, gracias.

Bella frunció el ceño, pero no mostraba enfado.

 Gwen…
 No me lo vas a dar, ¿verdad?

Ella prefirió no responder.

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 Joder, Bella. Yo nunca te pido nada y por una vez que lo hago me das la espalda.
¿Qué clase de hermana eres? ¿Es esta tu manera de apoyarme?
 Gwen no te pongas así. Solo dame una razón por la que no puedes hacerlo aquí.
Solo dime…
 ¡Porque no sería lo mismo sin papá y mamá! ¡Tú lo sabes! Pero te empeñas en
hacerme recordar lo mismo una y otra vez. ¡Eres una egoísta!

Salió de la habitación dando un portazo. Bella hundió la cara en las manos y sintió las
lágrimas mojarle las palmas.

Hilary dejó la placa y la pistola sobre la mesa de la cocina. Los truenos que habían
estado amenazando mientras conducía hacia su casa, dieron paso a la lluvia. Se dirigió
al salón, se sirvió una copa de Chivas Regal y se lo bebió de golpe. Cogió la botella
entera y se la llevó a la mesa de la cocina. Vertió el líquido anaranjado en el interior del
vaso y se quedó pensativa.

 ¿Ya estás bebiendo otra vez?

Levantó la cabeza y se encontró con la mirada de su hija.

 No. –Alejó la copa de su alcance –. No es lo que parece. Estoy algo frustrada


y…
 Para eso necesitas el alcohol.

Un trueno retumbó a lo lejos. La lluvia iba en aumento.

 Carlie, por favor. No empecemos otra vez.


 ¿El qué mamá? Tienes un problema.
 ¡Cállate! Hace mucho que superé esa etapa de mi vida.
 Sí. Se nota.
 Carlie.

Su mirada se desvió al piso de arriba.

 No te preocupes. George está durmiendo.


 Deberíamos hacer lo mismo. Tengo mucho trabajo mañana y tú seguramente
algún trabajo de la universidad. –Pasó de largo junto a ella y se dirigió a las
escaleras.

Carlie la siguió con la mirada hasta que escuchó como se cerraba la puerta de su
habitación.

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Los árboles eran azotados por la lluvia. Una lluvia violenta acompañada de truenos y
relámpagos como si anunciasen un mal augurio. Las casas estaban cerradas. Todo el
mundo estaba durmiendo y algunos seguramente soñando.

Un individuo se acercó a la mansión Van Hood, mojado al completo por la copiosa


tormenta. Esta estaba desocupada hacía siglos. Sin embargo, permanecía intacta. Tocó
la puerta y esperó durante un par de minutos hasta que comenzó a escuchar pasos
procedentes del interior. El portón se abrió y la sorpresa del nuevo propietario fue
inminente.

 ¿Sebastian?
 Hola, hermano. –Sonrió de esa manera particular que acostumbraba a hacer.

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Capítulo 2
Bella entró a la cocina y se detuvo un instante cuando se percató de la presencia de
Gwen. Tenía la mirada clavada en su cuenco de cereales que ni siquiera levantó la
cabeza cuando Bella pasó junto a ella dirigiéndose al frigorífico.

 Lo siento. –Soltó de golpe atrayendo por fin su atención.

Se acercó y ocupó una silla libre junto a ella.

 Sé que ha sido muy difícil para ti. –Gwen centró nuevamente la atención en sus
cereales –. Créeme que yo tampoco me he recuperado al completo pero la vida
continúa, Gwen. No podemos aferrarnos al pasado.
 Qué fácil te resulta olvidar. –Dijo por vez primera.

Bella negó con la cabeza intentando convencerse más a sí misma que a su hermana.

 Te equivocas. Es solo que una de las dos debe mantenerse fuerte.


 Yo no te lo he pedido. Cada cual lleva el dolor a su manera.

Gwen se levantó de la mesa.

 Estamos hablando, Gwen. No te vayas. ¡Gwen!

Ella se detuvo de espaldas en la puerta.

 Yo al menos he acabado con la conversación.

Bella colocó los codos sobre la mesa y apoyó la cara en las manos. Se sentía frustrada,
triste y preocupada por todo lo que estaba sucediendo. Sentía que la situación se le
estaba saliendo de las manos, y que, en lugar de mejorar las cosas, las estaba
empeorando cada día más.

Ambos estuvieron en silencio durante al menos cinco minutos sentados frente a frente.
Logan le observaba como si se tratase de un fantasma que había salido de su tumba para
perturbarle. Después de un largo tiempo sentado, Sebastian se levantó, caminó hasta una
mesa de licores que había en una esquina de aquella amplia estancia y sirvió dos vasos
de Vat 69. Le tendió uno a Logan, pero este lo rechazó.

 Como quieras. –Se encogió de hombros y acto seguido, se llevó el trago a la


boca devolviendo el vaso vacío a la mesa y quedándose con el otro.

Logan clavó la mirada sobre él mientras este caminaba de un lado a otro con ademán
pensativo hasta que se volvió hacia él.

 Logan, por favor. –Dijo finalmente –. No estás viendo a un fantasma. Soy yo.
Deja ya de examinarme como a una obra de arte.

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Este se puso finalmente en pie y lo primero que hizo fue plantarle un puñetazo en toda
la cara que lo hizo retroceder. Sebastian se agarró la mandíbula asintiendo con la
cabeza.

 Me lo tengo merecido.
 ¿Qué coño estás haciendo aquí?

Sebastian enarcó las cejas encontrando estúpida la pregunta.

 Esta también es mi casa. ¿Se te ha olvidado?

Logan sonrió de manera sarcástica ante el comentario.

 Increíble. ¿Ahora te llenas la boca llamando esto tu hogar? –Comenzó a dar


vueltas alrededor de él –. Después de un siglo desparecido, ahora apareces de la
nada con ínfulas de poder. –Se detuvo frente a él, a solo unos centímetros de su
cara – ¿De veras creíste que te recibiría con los brazos abiertos?
 No sigas por ese camino.
 ¡Nos abandonaste! –Explotó –. Después de todo lo que pasó, cogiste y te
largaste. ¡Te olvidaste del juramento! ¡De nuestro juramento! ¿Sabes cuánto
tiempo tardamos en recuperarnos?
 No me lo imagino, pero… ya estoy de vuelta. –Dijo dando un trago al líquido
que contenía el vaso.

Logan negó con la cabeza ante su falta de consideración, aunque esa actitud ya no le
sorprendía.

 No te mereces el apellido.
 Logan…
 Como tú bien has dicho, este es tu “hogar”. No pienso echarte, pero tampoco
voy a largarme para darte gusto. Solo espero que no traigas problemas. –Le dio
la espalda para salir lo más pronto posible de allí.

Sebastian chascó la lengua y le hizo detenerse.

 Me temo que ya los hay. He dejado un par de cadáveres mientras regresaba al


que había sido mi hogar.
 ¿Has hecho qué?
 Tienes los oídos lo suficientemente limpios como para haberme escuchado. Y
basta ya de preguntas y de sermones que tienes toda la eternidad para
reclamarme lo que quieras. Lo único que necesito ahora es una ducha, una bolsa
de sangre y descansar.

Dicho eso, recogió la bolsa que había traído consigo y se dirigió al piso de arriba para
hacer efectiva la lista que había enumerado con posterioridad.

 Ya sabes que mi grupo favorito es el cero positivo.

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 Hola, Gwen. Me alegro de verte.
 Bella, tienes visita.

Esta se asomó desde el piso de arriba y sonrió al ver de quien se trataba.

 A mí también me alegra verte, Carlie. –Dijo Carlie para hacerle ver que había
pasado de ella.

Gwen rodó los ojos y se alejó en dirección al salón.

Bella negó con la cabeza cuando Carlie le dirigió una mirada de confusión mientras
subía a reunirse con ella.

 ¿Qué le sucede? Ha pasado de mí como el culo.


 Es un tema del que prefiero no hablar.

Se dejaron caer sobre la cama tras haber entrado a la habitación.

 Pues cambiemos de asunto. No te he visto en la reunión que ha organizado hoy


la madre de Colin.

Bella frunció el ceño.

 ¿Para qué?
 Para la colecta dirigida a los orfanatos. ¿Recuerdas que el año pasado
recaudamos como medio millón?
 Ay, no. Se me olvidó. No sé dónde tengo la cabeza.
 En Tayler.

Ella achinó los ojos y frunció el ceño al escuchar su nombre.

 ¿Se puede saber por qué todo el mundo se empeña en recordármelo?


 Mmm… porque es la verdad.
 Que no. –Dijo ella tratando de convencerse más a sí misma que a nadie.
 ¿Significa eso que ya puedo atacar?

Bella abrió exageradamente los ojos.

 ¿Pero tú que clase de amiga eres? Espera que me recupere de la ruptura.


 ¡Ajá! Te he calado. Sigues por él hasta los huesos.

Carlie cogió una almohada y se la lanzó. Bella la alcanzó antes de que impactara contra
ella y se la devolvió.

 No, no y no. Ya no quiero saber nada más de él.


 ¿Se puede saber qué narices quieres en tu vida?

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 A un niñato, no. Eso está claro. Es que él está bajo la influencia de su padre y la
verdad es que no me apetece estar con alguien que es incapaz de tomar sus
propias decisiones.

Carlie se encogió de hombros e hizo una mueca.

 Deja de ser tan perfeccionista, Bella. ¿Por qué no intentas vivir el momento?
–Ella prefirió no responder –. Como sigas esperando a tu príncipe azul
perfecto, te quedarás soltera y con siete gatos. –Le devolvió la almohada que
esta vez le alcanzó la cara –. Porque créeme que esos, no existen.

Camill abrió la puerta interrumpiendo la conversación de las chicas.

 ¿Qué estás haciendo aquí, Bella? Pensé que estabas trabajando.


 Me he cambiado el turno. Trabajaré más tarde.
 De acuerdo. Buenos días, Carlie. –Dijo antes de cerrar la puerta.

Marcado las siete de la tarde, se despidió con un hasta luego y emprendió a caminar
hacia el bar. Tina no había podido pasar por ella porque también tenía que llegar
temprano. Aquel era el trabajo de su vida. Llevaba trabajando en el Descanso hacía siete
años desde que había perdido su puesto de trabajo como enfermera en el hospital. Su
marido se había encargado de aquella labor. Tras el divorcio, no conforme con haberle
roto el corazón, se encargó de que la culpasen de traficar con drogas en el hospital,
comprando a un par de enfermeros para que corroborasen las acusaciones. La
detuvieron, pero tras semanas de investigación, se descubrió que todo había sido
mentira. No quiso volver al hospital porque su puesto había sido cubierto y además
había visto manchada su imagen.

Bella la quería tanto como a una madre. Prefería no hablar de la biológica puesto que las
había abandonado a ella y a Gwen. Su padre se sumió en una depresión completa que
acabó llevándolo al suicidio. Tras su muerte, la hermana de su padre, Camill, las adoptó
y junto a ella se mudaron a Hallshire.

 ¿Llego tarde? –Preguntó a Tina cuando por fin llegó al bar.


 No. Además, Guillian ha salido un momento.

Bella se dirigió al cuarto donde se cambiaban, pero primero se detuvo a saludar a un


amigo.

 Hola, Zacarías.
 Bella, ¿qué tal?

Su sonrisa lo dijo todo.

Cuando volvió a salir, él la detuvo nuevamente.

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 Bella.
 Dime, Zac.
 ¿Haces algo después de salir?

Ella miró al cielorraso como si estuviese consultando algo, pero finalmente dijo que no.

 Pues bien. ¿Quedamos después para ir a tomar algo?


 De acuerdo.

Se alejó y él no pudo reprimir la sonrisa. Tina, que lo había visto todo, se le acercó.

 Créeme. No eres su tipo.


 ¿Y tú qué sabes? –Preguntó de mala manera.
 No es mujer para ti, Zacarías Peterson.
 Eso ya lo veremos.
 No digas que no te lo avisé jovencito.

Zac puso los ojos en blanco y siguió preparando las hamburguesas.

La tarde seguía su curso. Las mismas personas, las borracheras, las discusiones, los
comentarios obscenos hacia las camareras, los mismos temas de conversación, ... Todo
comenzaba a ser cansino. De pronto, la puerta del Descanso se abrió y apareció él. Alto,
de cabello negro azabache y ojos grises. Su mirada era penetrante como perdida, y el
cuerpo tan perfectamente proporcionado que podría decirse que el creador se había
tomado su tiempo en dibujarlo. Sus labios eran tan apetecibles como la manzana de la
bruja a Blancanieves. Podía ser la tentación y el pase directo al infierno de cualquier
mujer. Algunas ya se lo comían con los ojos. Él recorrió el amplio pasillo y se sentó en
una mesa aislada del resto para evitar llamar la atención, aunque ya lo había hecho
desde el primer momento en el que había abierto la puerta.

 Te estaba buscando. –Dijo Allie, una camarera pelirroja con la cara llena de
pecas.
 ¿Qué es lo que pasa? –Preguntó Bella depositando la bandeja sobre la barra.
 Hay un cliente en tu mesa. –Señaló al individuo que estaba de espaldas en la
mesa del fondo.
 Ahora lo atiendo.

Se acercó a la mesa y saludó mientras sacaba la libreta del bolsillo de su delantal. El


joven se dignó únicamente a levantar la cabeza para ver la cara de la persona que estaba
a su lado.

 ¿Qué te apetece be…ber? –Durante esa fracción de segundos, Bella había


clavado la mirada en la de él y se había quedado sin aliento.

“Qué boca tan perfecta. –Pensó, pero acto seguido sacudió la cabeza – ¿Es en serio
Bella? De todo lo que tiene, ¿solo te has fijado en eso?”

18
 ¿Va a tomar nota o no?

Hacía tiempo que había pedido lo que iba a tomar, pero ella no lo había escuchado.

 Sí. ¿Puede repetir? –Preguntó sin apartar la mirada de él.


 Ron con hielo.
 Ron con hielo. –Repitió tomando nota.

Se quedó mirándolo como una tonta. Él había vuelto a bajar la mirada hacia sus manos
hasta que se dio cuenta de que ella seguía a su lado. Levantó la cabeza y la ladeó con en
el ceño fruncido preguntándose qué hacía allí parada sin traerle lo que había pedido.

 Claro. El ron.

Bella soltó todo el aire que había estado conteniendo cuando llegó a la barra.

 Tina. Tina. –La llamó cuando esta se acercó a cumplir un pedido.


 Uh, ¿qué te ocurre? Te veo sofocada.
 Quiero que por favor atiendas a ese cliente. –Le señaló.

Tina volvió la cabeza hacia él y luego hacia Bella.

 Se ve buen mozo. ¿Por qué no quieres atenderlo?


 No hagas preguntas y hazme el favor.

Ella sonrió.

 Ya sé por dónde van los tiros. –Le apretó las mejillas –. No chiquilla. Vas a
hacerlo tú.
 Tina…
 No.
 Por favor.
 Tengo a unos clientes a mi disposición.
 Te los cambio.

Estaba desesperada por no volver a esa mesa.

 ¿El matrimonio Robert? –Preguntó Tina sabiendo que se iba a negar con solo
escuchar sus nombres.
 Ya atiendo al mío. Esa pareja es insoportable.

Puso un vaso de ron con hielo en una bandeja y regresó junto a su cliente.

 ¿Le apetece algo más?


 No. –Respondió secamente.

Ella asintió con la cabeza y se dispuso a marcharse cuando él habló.

 Oiga.

19
 ¿Sí?
 Tráigame la botella entera. Me quedaré un rato.

Hizo lo que le pidió. Trajo la botella del licor y la depositó sobre la mesa.

 ¿Es nuevo por aquí? –Preguntó con curiosidad –. No lo había visto nunca.
 Podría ser. –Respondió él sin levantar la cabeza.

Era imposible mantener una conversación de tres palabras con él. Era tan directo como
cortante que resultaba difícil encontrar las palabras adecuadas que lo hicieran ser más
dinámico.

 En ese caso, bienvenido a Hallshire.

Él levantó la vista y la clavó en su rostro. Estuvieron mirándose por una fracción de


segundos hasta que volvió apartar la mirada prefiriendo no responder.

 No es muy hablador, ¿verdad?


 No me gusta hablar cuando bebo. No vaya a ser que me atragante.

Ella sonrió ante la ocurrencia y por un momento atrajo nuevamente la atención del
joven hasta que este arqueó una ceja como preguntando, ¿por qué no te largas? Captó la
indirecta y se alejó dejándolo con su consoladora soledad.

Estuvo observándolo toda la noche y por un momento que se despistó para hablar con
Zac, este había desaparecido de la mesa donde hacía tan solo un minuto había estado
sentado. No había pedido la cuenta, sino que simplemente había dejado una cantidad de
dinero que no valía la botella.

Todo el mundo se dirigió a la salida a la hora del cierre. Tina había ido a por el coche y
Bella se había quedado esperándola junto a la carretera.

 Bella. –Se giró sobre sus pies y se encontró con Zac –. Tenemos una cuenta
pendiente.
 Ah, sí. ¿Podríamos quedar mañana? Es que estoy muy cansada.
 Claro. Lo entiendo.

Ella le sonrió agradecida.

20
Capítulo 3
El sol se había asomado al cielo alumbrando todo Hallshire. Se notaba que era domingo,
puesto que la salida de la iglesia estaba atestada de gente que había estado oyendo misa.
Como siempre ocurre, había viejas chismosas aferradas a sus bolsos contando historias
o lanzando indirectas a la vestimenta de las jovencitas que pasaban frente a ellas. Un par
de adultos saludándose y chicos jugando, esperando a que sus padres terminasen con la
conversación.

Logan entró al dormitorio de Sebastian y no pudo evitar negar con la cabeza al ver el
desastre en el que este vivía.

 Esto parece una pocilga. –Comentó cuando este salió del cuarto de baño.
 ¡Arg! Sigues obsesionado con la pulcritud. Pero puedo alegar para mi defensa
que todavía me estoy instalando.
 Podrías ser ordenado de vez en cuando.
 De eso ya se encarga Elisabeth. ¿No es así bonita?

La mujer de la limpieza levantó la cabeza al escuchar su nombre, pero no afirmó ni


negó nada.

 Además –cogió una bolsa de sangre sin acabar y le dio un sorbo –, cuando se es
lo que somos es imposible mantener la limpieza. La sangre mancha, ¿recuerdas?
–levantó la bolsa –y nosotros nos alimentamos de ella. No me digas que nunca te
has manchado la cama con damas de compañía. –Arguyó dirigiéndose al closet.

Logan se volteó a mirarlo.

 Eso eran otros tiempos.


 El tiempo pasa volando, sí. Pero las mujeres no se acaban. Nuevas generaciones
y las de ahora están más frescas que las de hace un siglo.
 Tú no piensas cambiar, ¿verdad?
 Yo al menos no intento ser quien no soy. Deberías volver a probar. –Sonrió –.
Recuerdo que eras adicto.

Se puso la cazadora sobre la camisa blanca y tiró la bolsa de sangre vacía al suelo.

 Eli, no has limpiado aquí.

La mujer se acercó obediente mientras ambos salían de la habitación.

 ¿Recuerdas lo bien que lo pasábamos? –Comentó Sebastian a medida que


bajaban las escaleras.
 Tiempo pasado. Por entonces no habías decido largarte.

Sebastian se detuvo durante una fracción de segundos dándole la espalda. Cogió aire en
los pulmones y lo expulsó tratando de mantener la calma.

21
 Te has vuelto un auténtico aguafiestas. –Se detuvo al pie de las escaleras –.
Quisiera retornar el tiempo y regresar al momento en el que eras el temible
Logan Van Hood.
 Preferiría no recordarlo. No es algo de lo que estoy orgulloso.

Sebastian se encogió de hombros y se dirigió a la puerta.

 ¿Adónde vas?
 ¿Ahora también vas a controlarme?
 Solo quiero cerciorarme de que no vayas a cometer ninguna estupidez.
 Tranquilo, hermanito. No soy tan estúpido de atacar a plena luz del día, y
aunque lo hiciera, tampoco soy tan tonto de contártelo.
 Sebastian…

Cerró la puerta de golpe y se alejó tan rápido que levantó las hojas que cubrían el largo
camino hecho de gravilla.

 Buenos días. –Saludó Bella entrando a la cocina.


 Hola. –Camill le devolvió el saludo con una sonrisa radiante – ¿Vas a salir hoy?
 No. Mañana regreso a la universidad y necesito descansar.
 De acuerdo.

Desayunaron en silencio. Gwen no había abierto la boca en toda la mañana. Suspiraba


de vez en cuando o ponía los ojos en blanco cada vez que una de las dos comentaba
alguna cosa. Dejó la leche sin acabar y se dirigió al piso de arriba.

 ¿Qué le ocurre? –Preguntó Camill.


 Tuvimos una pequeña discusión. Nada importante.
 Creo que debería hablar con ella.
 No, no. Yo me encargo.

Camill se levantó y colgó su bolso al hombro para dirigirse al hospital donde trabajaba
como enfermera.

 Hasta la noche.
 Que te vaya bien.

Se levantó y recogió la mesa. Se detuvo un instante frente a la ventana y miró al patio.


Apartó la mirada y se dirigió al cuarto de Gwen a mantener la conversación que tanto
había evitado.

 ¿Se puede? –Preguntó entrando a la estancia.


 Ya estás dentro.

22
Gwen se incorporó sobre la cama y se sentó con las piernas entrecruzadas. Bella se
acercó y se acomodó a los pies de la cama.

 Solo venía a decirte que lo siento.


 ¿Por qué? Tú no me has hecho nada.

Bella fingió no haber escuchado y prosiguió con lo que tenía en mente.

 Sé que no estuve contigo cuando murió papá. Sé que eso tuvo que habernos
unido más que nunca. Ser una sola. Sin embargo, me alejé y me encerré en mí
misma.
 Eso ya no tiene importancia ahora.
 Gwen, por favor. Esta conversación tenía que llegar en su momento.

Esta bajó la cabeza ocultando la mirada.

 Reconozco que fue muy egoísta de mi parte. Lo sé. ¿Pero que podía hacer yo? Él
también era mi padre, pero todo lo que pasó me superó bastante y lamento
haberme alejado de ti. Lamento haberte dejado a un lado. –Colocó los dedos
bajo la barbilla de Gwen y la obligó a mirarla –. No pretendo ser ahora la mejor
hermana del mundo porque eso sería hipócrita. Solo me queda pedirte perdón.

Esta no supo qué decir. Sentía un nudo en la garganta y sabía que en cualquier momento
se desataría. Se acercó a Bella y la abrazó dando paso a las lágrimas.

 Lo siento. –Susurró Bella correspondiendo al abrazo.

Se mantuvieron en esa posición durante al menos un minuto, analizando la situación y


pensando en cuál sería su próximo paso.

 Ay, ya. No seas tan sentimentalista. –Sonrió Gwen cuando se separaron –. Mira
que me has hecho llorar.

Las dos se echaron a reír. Gwen se abalanzó nuevamente a sus brazos y esta sonrió
satisfecha.

 Te quiero, Bella.

Tras salir de la habitación más aliviada que nunca, sintió como le vibraba el bolsillo del
pantalón.

 Colin. –Dijo tras descolgar el teléfono.

El chico le dijo algo que le hizo reaccionar.

 ¿El donativo?
 ¿Se lo has dicho a Camill?
 Sí. –Mintió –. Mañana lo tendrás en tus manos.

23
Colgó el móvil y se dirigió a su habitación. Se dejó caer agotada sobre la cama y
examinó la hora de su teléfono. A pesar de marcar las doce del mediodía no pudo evitar
bostezar. Estaba tan cansada que no supo en qué momento cerró los ojos hasta que el
ruido de la puerta al cerrarse la hizo despertar. Miró nuevamente la pantalla de su móvil.
Eran las siete y media. Había dormido toda la tarde. Bajó las escaleras y se encontró con
la expresión cansada de Camill.

 Te veo muy bien. –Ironizó mostrando empatía.


 ¿Te parecería mal si bostezo?
 Adelante. Estás en tu casa.

Camill se dirigió a la cocina donde depositó el bolso y el portátil sobre la mesa.

 ¿Dónde está Gwen? –Preguntó sacando un cartón de leche semidesnatada del


frigorífico y sirviéndoselo en un vaso.
 Supongo que estará en su habitación. No hemos salido en todo el día.

Ella depositó el vaso ya vacío sobre la mesa y se dirigió a la salida.

 Camill. Recordarte lo de la fundación.


 ¿Qué fundación?
 El proyecto que ha estado llevando la familia Belfort los últimos diez años.
 Claro. ¿Tiene que ser ahora? Es que…

No hubo necesidad de que terminase la frase, ya que su expresión lo decía todo.

 No te preocupes. Puedes hacerlo mañana por la mañana.


 Buenas noches. –Dijo dirigiéndose a las escaleras.
 Que descanses.

Logan entró al salón y no se sorprendió en absoluto de lo que encontró. Sebastian estaba


rodeado de un par de mujeres a las que había hipnotizado para así poder alimentarse de
ellas. Se quedó de pie con las manos en los bolsillos de la cazadora. Sebastian apartó a
la última cuando hubo satisfecho su sed de sangre. Una de ellas se acercó a él con una
copa de Whisky y se la tendió.

 Gracias te llames como te llames.


 Mi nombre es Lilly.
 Lilly, ¿eh? –Le dio una palmada en el trasero –. Acércate rubita.

Esta hizo lo que le pedía y le susurró algo al oído. La chica sonrió con picardía y se
levantó a cumplir su mandato. Se acercó a Logan, apartó el cabello dejando el cuello al
descubierto para que él se sirviese. Este se acercó a ella, colocó las manos a ambos
lados de la cerviz e hizo que clavase su mirada en la de él.

24
 Te agradezco el ofrecimiento, pero te agradecería aún más que recogieras tus
cosas y te largases. –La chica se dispuso a moverse, pero él la detuvo –. Tú aquí
no has visto nada, ¿de acuerdo? –Ella asintió levemente con la cabeza y se alejó
a cumplir con lo que él la había ordenado.
 Tú sí que eres un auténtico tocapelotas. –Soltó Sebastian cuando la joven se
hubo marchado – ¿Desde cuándo rechazas una oferta?
 ¿Te crees que esto es un burdel? Esto no son los años ochenta.

Sebastian lo fulminó con la mirada.

 Deja ya de hablarme como si estuviese retrasado. Sé perfectamente en qué año y


en qué siglo estamos. –Le dio otro trago al Whisky –. Estás siempre actuando
como si fueses el mayor. Te recuerdo que por orden de nacimiento –se apuntó a
sí mismo –, yo soy el mayor.

Logan asintió.

 Sin embargo, parece todo lo contrario.


 ¿No te cansas ser siempre tan estirado? Lo que pasa es que tanta bolsa me
asquea. Es mucho más rico degustar de la fuente principal.
 ¿Arriesgándote a que te descubran?
 ¿Cambiamos de tema por el amor de dios?
 Estaba esperando que dijeras eso.
 Amén. –Sebastian tendió las piernas sobre la gran mesa de madera que tenía en
frente y las cruzó.

Logan se apoyó al sillón con ademán pensativo.

 Odio cuando haces eso.


 Sigo sin entender…

Sebastian frunció el ceño cuando él dejó la frase a mitad del camino.

 ¿Por qué después de tanto tiempo decidiste regresar? ¿Dónde coño has estado?
 ¿Es que siempre tiene que haber una explicación para todo? ¿No puede ser un
porque sí, sin más?

Le dio el último trago al vaso, retuvo el líquido durante unos segundos y después lo
tragó. Ambos guardaron silencio. Logan tenía la mirada fija en él esperando a que
confesara en cualquier momento. Sebastian atrajo a la joven que estaba inconsciente a
su lado y clavó los colmillos en su muñeca.

 La nostalgia. –Dijo dejando caer la mano de la joven – ¿Qué pasa? ¿Uno no


puede extrañar sus raíces? ¿Siempre ha de existir un trasfondo para todo? –Se
relamió los labios mientras se ponía en pie –. Me crie aquí. Me convertí en lo
que soy en esta ciudad. Nuestros padres murieron entre las llamas en la iglesia
que tenemos a unos metros… ¿Quieres que prosiga con la lista?

25
Logan optó por no decir nada.

 Entonces… –volvió a acomodarse en el sofá –, no vuelvas a preguntarme cuáles


son las razones de mi regreso porque no las hay. Si quieres montarte una
película titulada “conspiración”, ese ya es asunto tuyo.

Sonaba tan convincente y sincero que Logan no hizo ni una sola pregunta más. O era
eso, o su mente quería pensarlo. Quería creer y confiar en él, aunque por cómo habían
salido las cosas, tenía miedo de volver a ser traicionado.

 De acuerdo. –Dijo finalmente –. Pongamos por hecho que te doy un voto de


confianza. Espero que no te lo cargues. –Se dio la vuelta y se marchó.
 Sí, mamá.

Capítulo 4
La mañana era preciosa, el cielo despejado y el sol alzado en lo alto. El ajetreo del lunes
era notorio en el ambiente universitario. Alumnos y profesores entrando y saliendo de
un aula a otra para seguir con las clases o para tomarse un descanso antes de volver a
comenzar.

26
 Buenos días. –Saludó Carlie uniéndose a Bella en uno de los amplios pasillos.
 Hola.
 ¿Biblioteca a las tres?
 Volviendo a la rutina. Ya sabes que mi respuesta es sí.
 Entonces hasta las tres. –Dijo alejándose entre la gente.

Bella levantó la mano a modo de despedida antes de entrar a su correspondiente aula.


Los mejores sitios ya estaban ocupados así que no le quedó más remedio que buscar
sitio en las mesas del fondo.

 ¿Por qué traes esa cara? –Escuchó tras de sí.


 Lo preguntas como si no lo supieras. –Respondió volviendo la cabeza hacia
Melanie.
 Querías sentarte en primera fila. La estudiante ejemplar. –Hizo unas comillas
con los dedos ante la última frase.

De repente, ella guardó silencio y levantó la mirada por encima de Bella.

 ¿Qué pasa? –Preguntó ella frunciendo el ceño.


 No te des la vuelta. Alguien se está acercando… ¡Tayler! –Dijo sonriendo a
modo de saludo.

Bella puso los ojos en blanco, aunque la única que pudo darse cuenta fue Melanie, ya
que le daba a este la espalda.

 Bella.
 Tayler. –Pronunció su nombre intentando sonar menos dura pero no le funcionó.
 Pese a tu tonito, ¿es posible que tengamos una pequeña conversación?
 La clase va a empezar dentro de poco.
 Faltan cinco minutos para eso. –Dijo mirando su reloj de mano.

Bella lo miró no muy segura de aceptar.

 ¿Entonces…?

Antes de responder, el profesor apareció por la puerta salvándola de aquella incómoda


situación.

 Cinco minutos, ¿eh? –Preguntó en tono burlón.

Los alumnos cobraron la compostura, rompiendo los grupos y se dispusieron a seguir la


clase.

 ¿Está ocupado el sitio? –Tayler señaló la silla que ella tenía al lado.
 Sí. –Intervino Melanie para rescatar a su amiga.
 ¿Por quién?
 Pour moi.

27
Ella dejó caer su bolso sobre el pupitre vacío y después se trasladó hacia él.

 Chao. –Dijo despidiéndolo con la mano.

Pudo notar como él apretaba los dientes antes de alejarse. Bella no pudo reprimir la
sonrisa ante lo que acababa de pasar.

 Definitivamente estás chiflada, Mel.


 Todo por ayudarte, nena. –Dijo en un tono seductor que provocó la risa de
ambas.

Cuando la clase hubo llegado a su fin, ambas recogieron sus pertenencias y se dirigieron
a la salida. Tayler la detuvo antes de que alcanzara el pasillo.

 ¿Cuál es la excusa ahora?


 Suéltame, Tayler. Tú y yo ya no tenemos nada de lo que hablar.

Hizo el amago de avanzar, pero él la detuvo nuevamente.

 Por favor. –Dijo con tono de súplica.

Bella clavó sus ojos en los de él. Un grupo de estudiantes se quejó tras ellos porque
estaban cortando el paso.

 Estamos estorbando. –Dijo saliendo del aula y alejándose con Melanie.

 Chicas.

Reconocieron la voz de Carlie incluso antes de verla.

 ¿Comemos antes de irnos? –Preguntó dirigiéndose a Bella.


 ¿Adónde? –Quiso saber Melanie.
 A la biblioteca. –Respondió Bella.
 Me dirigía allí ahora mismo, pero antes pensaba en hacer una parada en alguna
cafetería.
 Nos apuntamos. –Dijo Carlie rodeándole a las dos con los brazos.

Cuando se dirigían al aparcamiento, Bella distinguió a Colin Belfort a unos metros y se


acordó que debía entregarle el donativo.

 ¿Os parece bien si os alcanzo en unos minutos? Tengo que ocuparme de algo.
 De acuerdo. –Dijo Carlie antes de subirse a su Chevrolet.

Bella se alejó en dirección a Colin que estaba animosamente hablando con otra persona.

 Colin. –Llamó.

28
Ambos se volvieron hacia ella. Bella se quedó sin habla durante unos instantes cuando
su mirada se topó con la del otro chico. Sus ojos azules la cautivaron de inmediato.
Tenía el cabello entremezclado entre el blanco y el negro y una figura de infarto.

 ¿Bella? –Llamó Colin al notar su estado de shock.

Tardó unos segundos en pronunciar palabra porque cada vez que abría la boca
tartamudeaba. Colin la observaba con el ceño fruncido intentado descifrar las medias
palabras, mientras que el otro mantenía una media sonrisa que en parte mostraba
confusión.

 Decía. –Carraspeó –. Que tengo aquí lo que me pediste. –Dijo extrayendo el


sobre de su bolso.
 Gracias. –Extendió la mano para cogerlo –. Por cierto, no te vi en la reunión.
 Lo siento. Se me olvidó por completo.

El compañero de Colin los observaba sin pronunciar palabra, aunque Bella pudo notar
que no había apartado los ojos de ella en ningún momento. Buscó de forma rápida su
mirada, pero la apartó al instante cuando sintió que se ruborizaba.

 ¡Qué maleducado! –Soltó Colin de repente –. Bella, él es Sebastian. Un fiel


colaborador de la fundación “All for Children”. Fíjate que acaba de llegar a la
ciudad y ha donado una cuantiosa suma de dinero.
 Estupendo. –Dijo ella fijando sus ojos en los de él, por primera vez, de forma
permanente.
 Es por una buena causa.
 Claro. Todo por los niños.

Se produjo un incómodo silencio donde solo se intercambiaron miradas.

 Bienvenido a Hallshire, Sebastian. –Dijo ella finalmente tendiéndole la mano.

Él aceptó el ofrecimiento devolviéndole el saludo. El contacto de su piel era suave y


cálido. Bella sintió una corriente de electricidad recorrerle la columna vertebral y tuvo
que apartar la mano. Sebastian se dio cuenta de lo que provocaba en ella y no pudo
evitar sonreír.

 Me… me tengo que ir. Nos vemos luego Colin.


 De acuerdo. –Asintió despidiéndose con la mano.
 Adiós, Sebastian.

Él inclinó la cabeza para corresponderla.

Cuando se hubo alejado lo suficiente, le vibró el móvil y lo sacó para ver de qué se
trataba.

Has tardado más de la cuenta. Ya estamos en la biblioteca.

29
 Venga ya, Carlie. –Susurró mientras se encaminaba hacia el gran edificio.

Reinaba el silencio cuando llegó. Se acercó sigilosamente a la mesa que estas habían
escogido cerca de la ventana.

 Estás aquí. –Murmuró Melanie cuando hubo ocupado una silla.


 ¿Por qué has tardado tanto? –Preguntó Carlie con tono de reproche.
 No hablarás en serio. Solo han sido cinco minutos.

La bibliotecaria llamó su atención porque estaban alzando la voz.

 Lo sentimos. –Dijo Melanie en nombre de las tres.

Trabajaron como esclavas. No levantaron la vista de los libros a no ser para pedirse algo
prestado entre ellas. Únicamente se escuchaba el ruido de las hojas cuando alguna
pasaba de una página a otra. El proceso siguió hasta que Carlie dejó el bolígrafo sobre la
mesa mostrando signos de cansancio.

 Suficiente. –Soltó un suspiro revolviendo su oscura melena.


 ¿Qué hora es? –Preguntó Bella.
 Las ocho y media. –Respondió Melanie comenzando a recoger.
 Con razón me suena la tripa. – Dijo Bella provocando la risa de las tres.

Recogieron sus pertenencias y se dirigieron al exterior.

 Yo prefiero ir caminando. –Dijo Bella –. Necesito estirar las piernas después de


haber estado cuatro horas con el trasero pegado a una silla.
 ¿No te sientes cansada? –Preguntó Melanie dejando el bolso en el coche de
Carlie.
 Sí, pero créeme que lo último que me apetece en este instante es volver a
sentarme.
 Si tú lo dices. Hasta mañana entonces. –Dijo Carlie subiéndose al coche.

Bella levantó la mano a modo de despedida antes de ver alejarse al coche. Emprendió a
caminar encontrando oportuno la brisa que soplaba aquella tarde. Cerró los ojos en el
momento en el que iba a doblar una esquina, al sentir el viento en su cara, que no se
percató de que alguien venía por delante, hasta que chocaron. Se imaginó el dolor que
iba a sentir cuando su cabeza impactase contra el suelo, pero para su sorpresa, ese
momento nunca llegó. El individuo con el que había chocado le había agarrado la
cintura a tiempo y atraído hacia él dándole un abrazo accidental. Fue todo tan rápido
que Bella solo se vio envuelta en un delicioso aroma que la mantuvo en esa posición
durante un par de segundos.

 Lo siento. –Dijo apartándose y dando un paso hacia atrás.


 ¿Es que no miras por dónde vas? –Preguntó él con un tono de reproche.
 Te dije que lo sentí…a.

30
Había comenzado alzando la voz, pero cuando vio que se trataba del mismo que había
visitado el bar días atrás, esta había acabado convirtiéndose en un susurro.

 Yo a ti te conozco. –Dijo señalándolo.


 Lo dudo.

Iba a marcharse, pero ella lo detuvo colocando la mano sobre su pecho. Aquel acto los
dejó sin habla. Ella no retiró la mano ni la mirada hasta que él desvió la suya hacia su
pecho y luego hacia a ella, comprendiendo así que debía apartarse.

 Entraste al Descanso hace un par de días y yo te atendí. –Logan achinó los ojos
–. De hecho, me sorprendió mucho cuando despareciste misteriosamente
olvidándote trescientos dólares sobre la mesa.
 No me los olvidé.
 ¿Entonces te acuerdas? ¿Y por qué finges que no?
 No me relaciono con extraños.

Pese a su belleza y a que era capaz de dejar a cualquier chica sin aliento, sus respuestas
eran frías y distantes, como si quisiera evitar todo lo que le rodeaba.

 Pues en ese caso, dejemos de serlo. –Dijo Bella intentando simpatizar pese a su
actitud –. Yo soy Bella –Le tendió la mano – ¿Y tú?

El joven bajó la mirada hacia la mano, pero no le correspondió.

 ¿Siempre haces eso?

Ella frunció el ceño bajando la mano un tanto avergonzada.

 ¿El qué?
 ¿Decirle tu nombre al primer extraño con el que te cruzas?
 Solo cuando intento ser amable. Pero al parecer esa palabra no existe en tu
diccionario. –La crueldad comenzaba a darse paso con cada palabra – ¿Sabes
una cosa? Tengo la impresión de que te molesta mi presencia así que mejor me
voy.

Le apartó con la mano y prosiguió con su camino. El joven no pudo evitar sorprenderse
ante su cambio de humor repentino.

 Logan. –Dijo volviéndose hacia ella.


 ¿Qué? –Se giró confusa.
 Mi nombre es Logan.
 Demasiado tarde, Logan. –Dio un par de pasos que la colocaron a su altura –.
Así como tú no te relacionas con extraños, yo no lo hago con bipolares. –Dijo
mirándole directamente a los ojos antes de darle la espalda y marcharse.

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Capítulo 5
 La verdad es que no lo sé. –Dijo Bella saliendo del aula junto a Melanie.
 ¿No sabes el qué? –Preguntó Carlie uniéndose a ellas en los pasillos.
 Bella quiere perderse por primera vez la fiesta de la ciudad.
 ¿Qué? –Carlie se detuvo obligándolas a hacer lo mismo.

“Genial. Ahora se le van a cruzar los cables.”–Pensó.

 Este año nos toca llevar a cabo la organización y ¿tú nos quieres dejar colgadas?
¿Sabes cuánto tiempo llevo esperando este momento? –Bella hizo una mueca –.
Además, nunca hemos faltado. Es la costumbre.
 Pero…
 Nada de peros. –Dijo Carlie levantando el dedo –. No se te permite opinar en
esta situación. Al igual que tampoco se me permitiría opinar a mí o Melanie si
tomásemos una decisión tan descabellada.

Bella suspiró profundamente. Estaba claro que, si no cambiaba de opinión, Carlie no iba
a callarse en ningún momento.

 ¿En el supuesto caso de que aceptara asistir, dejarías esta charla por la paz?
 En eso consistía.
 Pues siéntete satisfecha porque me has convencido.

Carlie no pudo evitar sonreír y abalanzarse a sus brazos.

 Gracias, Melanie. –Articuló con la boca para que Carlie no se enterase.


 No hay de qué.

Bella la asesinó amablemente con la mirada.

 ¿Quedamos en tu casa para organizarlo todo? –Preguntó Melanie a Carlie


cuando hubieron llegado a la cafetería para almorzar.
 Por supuesto.

Ocuparon una mesa al lado de la ventana. Una camarera tomó nota de lo que querían y
minutos después ya estaban comiendo.

 ¿Sigues con lo de la dieta?

Bella se fijó en que Carlie seguía comiendo únicamente un plato de ensalada como
entrante, segundo plato y postre.

 Tengo que adelgazar si quiero caber en mi vestido.


 ¿Más de lo que ya estás? –Bella abrió exageradamente sus ojos –. Tienes que
alimentarte Carlie.
 Después de la fiesta. –Dijo poniendo los ojos en blanco.
 Te advierto que no queremos a Carlie saco de huesos. –Se burló Melanie.
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 Cállate y cómete tu pastel de carne. –Dijo en tono desenfadado.

Almorzaron en silencio hasta que Carlie lo rompió.

 ¿Cuándo decías que estabas libre, Bella?


 Creí que ya te conocías mis horarios.
 Chica, tengo tantas cosas en la cabeza que incluso suelo olvidarme de mi
nombre.
 ¿Te viene bien el sábado por la tarde? –Preguntó Melanie.
 Por supuesto.

Bella se puso el delantal y se recogió el cabello antes de salir. Se topó con Zac, quien
salía de la despensa situada justo al lado del cuarto de los empleados.

 ¡Hey! –Sonrió ella ante su presencia.


 Bella, tan linda como siempre.
 Gracias. –Dijo con una amplia sonrisa.
 Creo que tú y yo tenemos algo pendiente.
 Eso suena a cita. –Notó como este se tensaba –. Es broma, hombre. ¿Te parece
bien después de cerrar el bar?
 Más que bien. Pero esta vez sin excusas.

Ella asintió dándole la razón. Le dio una palmadita en el hombro antes de alejarse.

Tuvo la mala suerte de toparse con el matrimonio Robert. Eran dos pares de ancianos
cuya misión era hacerle la vida imposible a todo el mundo. No perdían detalle de todo
lo que pasaba en Hallshire y era un auténtico incordio toparse con ellos. Se quejaban
siempre del servicio del bar, pero cada ocho de la mañana estaban allí metidos hasta que
este cerraba.

 No es eso lo que he pedido. –Dijo Ingrid Robert dirigiéndose a Bella por quinta
vez.
 A mí me parece que sí. –estaba empezando a agobiare ante tanta negativa –Mire.
Lo tengo aquí apuntado. Una cerveza con h– i– e – l –o.
 Le estoy diciendo que no. De todos modos, la cerveza está caliente.
 Si mi mujer dice que no es lo que ha pedido es que no lo ha hecho. –Intervino el
señor Robert.
 El que faltaba. –Susurró Bella.
 ¿Qué ha dicho señorita?
 Nada señor Robert. –Bella recogió el vaso de cerveza y lo colocó en la bandeja
–. Como al próximo vaso que le traiga me diga que no es lo que ha pedido, juro
que le cruzo la cara.
 ¿Cómo? – Ingrid se escandalizó.
 Lo que escuchó. –Respondió Bella dándole la espalda.

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Los ojos de la señora Robert se salieron de sus órbitas.

 ¿Qué es lo que se piensan las jovencitas de hoy en día? –Se sujetó las caderas
con las manos –. Que como tienen minifalditas ¿pueden faltarle el respeto a uno?
 Tranquila mujer.
 ¿Y tú como es que no me defiendes?
 ¿Qué debía decirle?
 Mira que no tienes pantalones. No los tuviste de joven y mucho menos ahora.

 ¡Arg! No lo aguanto. –Arguyó Bella dejando la bandeja sobre la mesa.


 ¿Qué ocurre? –Preguntó Zac asomándose por la ventanilla de la cocina.

Solo tuvo que ver su cara para adivinar.

 Los Roberts. –Dijeron los dos al mismo tiempo. Hicieron una pausa y se echaron
a reír.
 La paciencia es virtud de sabios. –Expresó Zac intentando animarla.
 ¿Paciencia? Se necesita mucho más que eso para aguantar a los Robert.

Bella cambió el vaso de cerveza y le puso hielo. Caminó hasta ellos y lo depositó sobre
la mesa. La mujer buscó su mirada.

 ¿Alguna queja de su parte?


 No. Todo bien.
 Lo imaginaba.

Sonrió satisfecha y se dio la vuelta para marcharse.

El bar cerró llegada la hora y los empleados comenzaron a marcharse.

 ¿Estás segura? –Preguntó Tina antes de dirigirse a su coche.


 Sí. Es Zac. ¿Qué va a pasarme?
 Cuídate y no me vengas con sorpresas.
 Descuida. Es solo un amigo.
 ¿Nos vamos? –Preguntó Zac acerándose a ellas.

Bella asintió con la cabeza.

 Hasta mañana, Tina.


 La quiero sana y salva. –Dijo Tina con un tono de amenaza dirigiéndose a Zac.
 Descuida. –Expresó este tratando de tranquilizarla.

Le dieron la espalda y emprendieron a caminar por la acera. Ambos se conocían desde


hacía mucho tiempo. Prácticamente desde que Bella y Gwen se mudaron con Camill a
Hallshire. Su amistad había comenzado en secundaria y se mantuvo vigente hasta
entonces.

36
 Tengo ganas de un helado. –Dijo Bella con la boca hecha agua de solo pensarlo.
 ¿Lees mis pensamientos? Yo estaba pensando en lo mismo.
 ¿Así? Pues vamos a por uno.

Zac la miraba de vez en cuando buscando las palabras adecuadas para comenzar la
conversación que en realidad deseaba tener. Pese a que la había ensayado esa mañana
frente al espejo del baño, la mente se le había quedado en blanco.

 Bella, te conozco desde hace mucho tiempo, ¿verdad? Y tú a mí.


 Yo a ti. ¿Qué hay con eso? Eso lo sabemos ambos.
 ¿Sabías que cuando llegaste a Hallshire, me pareciste una niña horrible?
 Oye. –Lo miró entre la sorpresa y la diversión – ¿Estamos con las confesiones?
–Se hizo la ofendida.
 Eso parece. –Zac soltó una risita –. Sabes que es mentira. Me pareciste la chica
más guapa de todo Hallshire.
 Gracias. –Sonrió –. En cambio, tú me pareciste horrible. –Arguyó indiferente.
 No se vale. –Zac le dio con el hombro y aprovechó para quedarse pegado a ella
con ese gesto.

Bella se rio a carcajadas.

 Es mentira. Horrible no es la palabra para definirte. Yo diría que eras un tanto…


playboy.
 ¿Esa era tu opinión sobre mí? –Ella asintió sin ningún ápice de mentira – ¿Y
ahora?
 Ahora has madurado. Eres más inteligente, amable con las chicas y menos ligón.
¿Qué ha pasado? ¿Ya no te llueven las ofertas?

Ambos se echaron a reír. Zac la observó de reojo pensándose muy bien el que iba a ser
su siguiente paso.

 No es que no me lluevan las ofertas. Es que las rechazo. –Dijo de repente tras un
momento de silencio.
 ¿Cuál es el motivo? Cualquiera se volvería loca por estar contigo.

Él se detuvo tras escuchar lo último que había dicho. Bella imitó el gesto y se volvió
hacia él sin comprender muy bien por qué se detenía.

 ¿Cualquiera? –Preguntó con un ápice de esperanza.


 ¿Lo dudas?
 Es que no sé si la elegida querrá estar conmigo. –Bella optó por no decir nada –.
Mis sentimientos hacia ella van creciendo cada día más. –Dio un paso hacia ella
–. He llegado al extremo de no poder controlarlos.

Bella frunció el ceño intentando descifrar sus palabras.

 ¿Y por qué no se lo dices?

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 Lo estoy haciendo. ¿No es evidente?

Ella fijó sus ojos en los suyos y entonces comprendió que la persona a la que se refería
era ella.

 Zac yo…

Sin darle tiempo a decir nada, colocó las manos a ambos lados de su cuello y depositó
sus labios sobre los de ellas. El beso le tomó por sorpresa y no supo cómo reaccionar.
Cuando sus músculos y su cerebro decidieron por fin hacerle caso, se apartó de él y dio
un paso hacia atrás.

 ¿Por qué has hecho eso? –Preguntó entre cabreada y confundida.


 Lo siento. Siento haberme precipitado.

Bella negó con la cabeza intentando pensar que él estaba confundiendo su amistad con
otra cosa.

 No te pido que me digas nada en este momento. Solo piénsatelo, ¿vale?


 ¿Pensar el qué, Zac?
 Que tú también sientes lo mismo que yo.
 ¿No te das cuenta de que no hay nada que pensar?
 Hace un momento me dijiste que cualquier chica se volvería loca por estar
conmigo.
 Pero porque pensé que te estabas refiriendo a otra, no a mí. –Hizo una pequeña
pausa –Yo…yo no siento lo mismo. No te veo con los mismos ojos con los que
me ves tú.

Zac parecía haberlo asimilado en un principio, pero de repente, le dio una patada a un
coche negro que estaba aparcado.

 ¡Joder! –Profirió sobresaltándola.


 Zac…
 No quiero que me veas así. –Dijo sin mirarle a los ojos, pero ella podía notar
como tenía de tensas tenía las dos venas del cuello.

Se desarregló el cabello una y otra vez con la mirada perdida. Estaba como loco dando
vueltas de un lado para otro.

 Zac, lo siento. –Dijo ella intentando acercarse.


 ¡Lárgate!
 Por favor…
 ¡Vete!

Bella se sobresaltó dando un par de pasos hacia atrás. Le observó durante unos
segundos más con el pulso acelerado, antes de echarse a correr en dirección contraria.

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Lo último que hubiese querido era llegar a esa situación, pero era imposible razonar con
una persona que se encontraba fuera de sí.

 ¿Has tenido un enfrentamiento con pies grandes o qué? –Se burló Gwen cuando
Bella apareció por la cocina con el cabello enmarañado y un par de ojeras
asomándose bajo los ojos.
 Solo una mala noche. –Dijo abriendo el frigorífico y sacando un cartón de leche
semidesnatada.
 Buenos días. Madre mía Bella, ¿qué te ha pasado? –Preguntó Camill
compadeciéndose de ella.
 Es exactamente lo que le pregunté.
 Yo no recuerdo que me lo hayas preguntado así. –Dijo ella a la defensiva.

El sonido del timbre les hizo desviar la atención sobre el tema.

 Iré yo. – Dijo Bella poniéndose en pie.


 ¿Quién puede ser tan temprano? –Preguntó Camill sirviéndose una taza de café.

Bella abrió la puerta y fue recibida con un arreglo floral que provocó su sorpresa.

 Hola, Mayson.
 ¿Es usted Bella Findlay?
 Muy gracioso. –Respondió cogiendo las flores y firmando el recibo.

Regresó nuevamente a la cocina y las dejó sobre la mesa.

 ¿Flores? –Preguntó Gwen sorprendida – ¿Quién te envía flores?


 ¿Me ves con cara de saberlo?

Bella cogió entre sus manos la tarjeta roja que había entre estas y la abrió.

“Siento lo que pasó anoche. ¿Otra oportunidad? Zac.”

 ¿Quién es Zac y por qué te pide otra oportunidad? –Preguntó Camill leyendo lo
que ponía por encima de su hombro.
 El hijo de la señora Peterson. –Dijo Bella depositando la tarjeta sobre la mesa.
 ¿Estáis juntos?
 No.
 ¿Y qué pasó anoche?
 Nada importante. Se pasó con las copas y me besó. No preguntes nada más. –
Salió de la cocina y se dirigió al piso de arriba para darse un baño.

 ¡Bella!

39
Reconoció la voz de Tayler entre la multitud y apresuró el paso fingiendo no haberlo
escuchado. Entró precipitadamente por la puerta de su aula y llamó la atención de toda
la clase. Esta había comenzado hacía cinco minutos. Pidió disculpas y ocupó la primera
mesa libre que encontró. Las siguientes horas pasaron tan lentas que sentía que el
tiempo se había detenido.

 Ya era hora. –Dijo cuando hubo salido de la última clase.


 ¡Hey! –Escuchó tras de sí.
 Carlie.
 ¿Todavía tienes clases?
 Acabo de salir de la última.
 Qué envidia. Yo todavía tengo que asistir a una más.
 Te veo luego.

Carlie se alejó caminando hasta que se perdió al doblar una esquina.

Hilary entró a la comisaría y su mirada se topó de forma sistemática con la de Tom. Le


hizo una seña de llamada. Cerró la puerta del despacho cuando hubo entrado a la
habitación.

 ¿Qué ocurre?
 Te oculté el análisis forense de los jóvenes que hallamos muertos.
 ¿Por qué hiciste eso?
 El informe dice que murieron por ausencia de sangre. Algo debió absorberles
hasta la última gota, pero no determinan que clase de animal pudo haberlo
hecho.

Hilary achinó los ojos sin comprender adónde quería ir a parar.

 ¿Y?
 No me voy a dar por abatido. Quizá no hayan podido determinar el animal, pero
no ha podido ser un vampiro.
 ¿Por qué te niegas a aceptarlo?
 Porque esas criaturas fueron expulsadas de aquí y dudo mucho que hayan vuelto.
 Tom…
 No hemos tenido ningún otro cadáver con las mismas características. Vamos,
Hilary. Hubieran vuelto a atacar, pero no lo han hecho.

Hilary se levantó de la silla y se dispuso a marcharse.

 Ni tú te vas a dar por abatido ni yo lo voy a hacer. Tengo un extraño


presentimiento y mi instinto nunca falla. Es algo de lo que al menos puedo
presumir.

40
Bella entró al bar y se metió al cuarto de las camareras.

 Estás aquí. –Dijo Tina a modo de saludo cuando ella hubo salido.

Zac se asomó por la ventanilla y le brindó una sonrisa de oreja a oreja. Bella le
correspondió con otra, aunque esta era forzada.

 ¿Pasó algo entre ustedes dos? –Preguntó Tina con el ceño fruncido.
 Nada de qué preocuparse.
 De acuerdo. –Dijo Tina dudando de la respuesta.

Aquella tarde le tocó atender a un joven que acababa de entrar al bar y se había sentado
en una de las mesas que atendía. No se fijó en él hasta que este abrió la boca para
hablar.

 Un Bourbon, por favor.

Bella alzó la vista hacia él y se quedó sorprendida al verlo allí.

 ¿Sebastian?
 El mismo.
 Nunca me hubiese imaginado verte en un lugar como este.
 Formo parte del común de los mortales. ¿Qué puedo decir?

Bella no supo qué responder a eso. Le ofreció una sonrisa antes de darle la espalda para
regresar un minuto después con el vaso de Bourbon.

 ¿Te apetece algo más? –Preguntó dispuesta a marcharse.


 La verdad es que sí.

Su voz sonó un tanto provocativa. Bella sonrió nerviosa intentado imaginarse lo que se
le estaba pasando por la cabeza.

 ¿Y qué es lo que te apetece?


 Que te sientes un momento.

Ella arqueó las cejas ante su petición.

 Estoy trabajando, o es que no te has dado cuenta.


 Lo sé. Pero me apetece que lo hagas.

Ella frunció el ceño desenfadada dudando por un momento en lo que iba a hacer.

 Te daré una buena propina. –Dijo como si con eso iba a convencerla.
 ¿Estás intentando comprarme? Te advierto que conmigo eso no funciona.

Sebastian sonrió mostrando la dentadura y negando con la cabeza.

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 Lo estás malentendiendo. No quiero comprarte ni nada por el estilo.
Simplemente quiero que te sientes y me hagas compañía.

Bella recorrió el bar con la mirada buscando a la señora Guillian. Afortunadamente no


se la veía por ninguna parte, por lo que apartó una silla y se acomodó sobre ella
apoyando los codos sobre la mesa.

 ¿Ves lo fácil que te ha resultado? –Preguntó Sebastian arrancándola una sonrisa


de los labios.
 Mi jefa va a matarme.

Se produjo un largo silencio en el que únicamente intercambiaron miradas hasta que


Sebastian decidió romperlo.

 ¿Sabías que este bar antes no existía?


 ¿Así? ¿Y qué se supone que este sitio?
 Un burdel.
 ¡Un burdel! –Bella abrió exageradamente los ojos ante la sorpresa.
 En efecto. –Afirmó con la cabeza corroborando su respuesta –. Este lugar
siempre le ha pertenecido a los Guillian, una familia adinerada. El negocio
estaba en manos del abuelo de la actual propietaria y en las de su padre antes que
esta. A ella no parecía gustarle aquel negocio, por eso tal vez, decidió cambiarlo.
 Pero seguramente heredó un gran patrimonio. ¿Qué habrá hecho con tanto
dinero? Abrir un negocio como este cuando puedes vivir invirtiendo en algo
muchísimo más grande, me parece ilógico.
 El dinero nos vuelve locos. Nos trastorna. –Le dio un trago al vaso de Bourbon
–. Crees que te sobra hasta que comienzas a despilfarrarlo sin reponer lo que te
gastas.
 ¿Quién lo hubiera dicho?

Bella volvió la vista atrás buscando distraída a la señora Guillian. El silencio se hizo en
la mesa durante un buen rato hasta que ella volvió a romperlo.

 No obstante, aquí es donde acaba la mayoría de los hombres y mujeres después


de una larga jornada laboral. Y tú te acabas de unir a ellos.
 A lo mejor lo que los atrae no es la cerveza, sino otra cosa. –Dijo de repente
posando fijamente su mirada en ella.
 ¿A qué te refieres?
 ¿Quién se resistiría a no ser atendido por una hermosa camarera?

Bella apartó su mirada de la de él mirando a otra dirección, pero se percató que él no le


quitaba la vista de encima.

 ¿Te estás refiriendo a mí?

Él optó por no responder.

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Bella sintió como le ardían las mejillas. Estaba empezando a incomodarse, por lo que se
revolvió en la silla.

 He oído por ahí que todavía se celebra el cuatro de abril. –Dijo él cambiando el
tema de conversación, a lo que Bella agradeció profundamente.
 Por supuesto. Es la fiesta de Hallshire.
 ¿Te importaría acompañar a alguien que ya no se acuerda de las tradiciones?

Ella comprendió la invitación indirecta que le estaba haciendo.

 Oh, lo siento. Es que yo ya voy con mis amigas. Queremos disfrutar de una
noche sin compromisos.
 Ven conmigo. –Siguió insistiendo –. Nosotros también podremos disfrutar de la
noche.
 De verdad que lo…
 Sin compromisos. –Soltó de pronto sin dejarle acabar la frase –. Disfrutemos sin
compromisos.

Bella lo observó fijamente intentando descubrir algún motivo oculto. Sebastian le


brindó una sonrisa a la que no se pudo resistir.

 De acuerdo. –Dijo poniéndose en pie –. Pero ahora tengo que volver al trabajo.

Capítulo 6
 El ayuntamiento se encargará de colocar las flores por toda la plaza. –Dijo Carlie
mientras observaba a Melanie desde la cama.
 Ni que se tratase de una boda.
 Tienes razón. Demasiado cursi. –Asintió ella dejando caer al suelo el blog de
notas –. No me puedo creer que falte una semana para la fiesta y que todavía no
tengamos nada. –Se dejó caer boca arriba sobre la cama y clavó la mirada al
cielorraso –. Yo pensé que sería pan comido organizarlo todo, pero ahora me
doy cuenta de que fue una mala idea aceptar tanta responsabilidad.
 Conseguiremos hacerlo. –Dijo Melanie intentando animarla.

La puerta del dormitorio se abrió de repente y Carlie se incorporó rápidamente sobre la


cama pensando que se trataba Bella. Sin embargo, estaba equivocada.

 ¿Qué quieres, George?


 ¿Podrías prestarme un momento tu ayuda?
 Estoy ocupada. Estamos preparando la fiesta.

43
 ¿Tendrás tiempo más tarde?
 Claro.

Antes de cerrar la puerta, George clavó su mirada en la de Melanie y ambos sonrieron


tímidamente.

 ¿Podrías explicarme qué narices acaba de pasar aquí? –Preguntó Carlie


poniéndose en pie.
 Nada. ¿Qué tendría que pasar?
 ¿Cómo que nada? ¿Me tomas por estúpida?
 Que conste que yo no he dicho eso.

Melanie evadió su mirada y se sentó sobre la silla que estaba al lado de la ventana.

 ¿Crees que no me he dado cuenta?


 ¿Te estás poniendo así por una simple sonrisa?
 Tiene dieciocho recién cumplidos, Mel. –Sonó a amenaza, pero sin serlo –. Sé
que siempre le has gustado a mi hermano, pero lo que no sabía es que el
sentimiento fuese recíproco.

El sonido del timbre la salvó de responder y salió corriendo de la habitación a atender la


llamada.

 Que sepas que esta conversación no se ha acabado. –Gritó Carlie desde donde
estaba.
 Bella. –Dijo Melanie desde el piso de abajo.
 ¿Llego tarde?
 Media hora tarde.

Subieron al piso de arriba a reunirse con Carlie. Esta ya había recogido el blog de notas
del suelo y estaba sentada sobre la cama con las piernas entrecruzadas.

 Estoy esperando el escarmiento. –Dijo Bella cuando hubieron entrado a la


habitación.
 Dejémoslo para más tarde.

Bello posó primero la mirada sobre Melanie, que estaba a sus espaldas, y luego sobre
Carlie.

 ¿Soy yo o el ambiente está algo tenso?


 No. –Respondió Melanie sentándose junto a Carlie –. Para nada.
 De acuerdo…
 Al parecer soy malísima con las ideas –comenzó a decir Carlie para darle la
vuelta a todo –, así que voy a apuntar todas las que se nos ocurran y luego
elegiremos las mejores.

Las otras dos asintieron.

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 Bien. –Se colocó un mechón de cabello rebelde tras la oreja y se dispuso a tomar
nota –. Molino de ideas.

A 10 kilómetros de la frontera de Hallshire

Un Porche negro pasó a excesiva velocidad dejando atrás un montón de árboles. En su


interior iba una chica rubia de ojos verdes, que en ese momento estaban ocultos tras
unas gafas de sol. Sus labios estaban cubiertos por un pintalabios rojo cereza y llevaba
puesto un vestido negro ajustado –que le marcaba a la perfección cada facción corporal
–complementado con unos tacones del mismo color. Pasó de largo una señal de
reducción de velocidad y a tan solo unos metros, dos policías la obligaron a detenerse.
Uno de ellos se acercó al coche y ella bajó la ventanilla para atenderlo.

 Señora…
 Señorita. –Lo corrigió.
 Señorita, se acaba usted de saltar una señal y va conduciendo a excesiva
velocidad.
 ¿Así? –Preguntó mirando hacia atrás –. Lo siento señor agente es que no me
había percatado de que estaba allí.
 Bien. Documentación del vehículo. –Pidió el policía.
 Vamos, señor agente. No sea malo conmigo. –Habló con voz seductora –. Es
que tengo mucha prisa porque voy a la boda de mi hermana y llevo yo el vestido
de la novia.
 Sí, señorita. Yo también me caso mañana. Documentación del coche, ahora.
 ¿Le confieso algo? –Preguntó sonriendo –. No tengo ni el carné de conducir.
Pero seguramente podrá pasarlo por alto a esta cara bonita, ¿verdad?
 ¿Me ve usted sonriendo? Ahora, bájese del coche.
 Vamos, señor agente. Podemos resolverlo de otra manera.
 Sale usted, o la saco yo.

La chica suspiró e hizo lo que le pedía. El otro oficial de policía se acercó para
informarse de la situación. Ella dio un rodeo hasta posicionarse frente a ellos.

 Oh, venga señores. ¿Es esto necesario?


 Cállese y apártese del coche. –Ordenó el que se acababa de unir a ellos.
 No creo que sea necesario.
 Le he dicho que se aparte.
 ¿Va a utilizar la fuerza contra una mujer? Eso sería muy poco profesional,
oficial.

Este sonrió echándole un vistazo a su compañero. Cuando volvió a clavar la mirada


sobre ella, su semblante se había vuelto frío.

45
 Conoces muy bien las leyes, señorita. Pero en este tramo de carretera mi lema
es: “yo digo y yo dispongo”. Sujétala, Jack. Esta tía ya me está tocando las
pelotas.

El tal Jack sacó un arma de fuego y la apuntó intentando intimidarla.

 Oh, oh. –Dijo ella sonriendo –. Tremendo error.

Dicho eso, desplegó los colmillos haciéndoles retroceder del susto.

 Mira que pensaba dejarlo pasarlo por alto. –Comenzó a caminar hacia ellos
haciéndoles retroceder con cada paso –. Pero lo que no soporto es que se hayan
intentado aprovechar de una chica indefensa. Oye, Jack. Está sola. ¿Qué tal si le
quitamos todo, abusamos de ella y quién sabe, hasta la matamos y nos
deshacemos de su cuerpo en cualquier lugar del bosque? –Con un movimiento
rápido le quitó el arma de las manos al tal Jack, y se pegó dos tiros en la palma
de la mano. Tiró la pistola al suelo y se arrancó las balas frente a ellos
dejándolas caer igualmente al suelo.
 ¿Qué coño eres tú? –Preguntó el último en unirse al grupo.
 Me habéis hecho cabrear de la peor manera posible. Pero a diferencia de ustedes,
yo si les voy a dar un tiempo récord para escapar. ¿Qué les parece diez
segundos?

Ella comenzó a contar desde el diez esperando a que los individuos emprendieran con
una carrera que estaba seguro de que no iban a ganar. No obstante, aprovecharon al
máximo sus últimos segundos de vida intentando huir de algo de lo que era imposible.
Cuando llegó al número cinco en la cuenta atrás, decidió no seguir perdiendo el tiempo,
y en menos de un segundo alcanzó al primero posicionándose frente a él. Se abalanzó
sobre su cuello y clavó los colmillos sobre su yugular haciéndole proferir gritos de
terror a medida que iba perdiendo la vida con cada sorbo. Tras dejar caer el cuerpo
inerte al suelo, fue a por el segundo y le hizo exactamente lo mismo. Arrastró ambos
cuerpos al interior del bosque y regresó al lugar donde se encontraba su vehículo.
Caminó hasta el maletero y lo abrió dejando al descubierto una bolsa de cadáveres. En
su interior se encontraba un joven pálido con una estaca clavada en medio del pecho.

 Siento que te hayas perdido el festín, Dean. –Dijo con un tono de lástima que en
realidad no sentía.

Cerró la bolsa de cadáveres, el maletero y regresó al interior del coche. Buscó unas
servilletas y su pintalabios práctico en el interior del bolso que tenía en la silla del
copiloto. Se limpió la sangre que había alrededor de su boca y volvió a pintarse los
labios observando su rostro en el espejo retrovisor.

 Como nueva. –Dijo alabándose a sí misma tras aquel intervalo de tiempo.

46
Logan abrió los ojos sobresaltado, pero los entrecerró cuando la luz que entraba por la
ventana incidió sobre su rostro.

 ¿Una pesadilla? –Preguntó Sebastian volviéndose hacia él tras haber corrido por
completo las cortinas.
 Eso a ti no te incumbe. ¿Qué quieres? –Preguntó poniéndose en pie y
revolviéndose el cabello.
 Dos cosas. La primera es que no quedan bolsas de sangre en el frigorífico.
 Sabes dónde está el hospital. No me necesitas para eso.
 Solo era para que lo añadieras a la lista de la compra.
 ¿Me has tomado por tu secretaria?
 En efecto. –Respondió él riéndose por lo bajo.

Logan lo fulminó con la mirada, pero optó por no decir nada.

 La segunda es que voy a ausentarme durante un par de días.


 ¿Unos días u otro medio siglo?
 Haré de oídos sordos.
 ¿Y a donde coño vas? —Preguntó sirviéndose una copa de Whisky de la mesa
que estaba junto a la puerta de entrada.
 No creo que sea muy importante el destino.

Le dio un trago al vaso antes de su siguiente pregunta.

 ¿Por qué tanto misterio?


 Es una sorpresa.
 No me gustan las sorpresas y mucho menos si vienen de ti.
 Lo siento hermano. —Dijo colocando una mano sobre su hombro —. Tendrás
que esperar a ver de qué se trata. —Le sacó el vaso de las manos y le dio u trago
—. Ahora me voy a retirar para que te des una ducha. —Se detuvo un instante
antes de salir —. Gracias por la copa.

 Muy bien chicas. Ya tenemos las ideas seleccionadas. –Dijo Carlie satisfecha de
su trabajo –. No sé qué hubiera hecho sin vosotras.
 Morirte. –Intervino Melanie.
 Posiblemente. –Asintió mientras sacaba una jarra de zumo del frigorífico – ¿Por
qué estás tan callada Bella? –Preguntó tras haber repartido la bebida en los tres
vasos.

Ella clavó la mirada en Carlie buscando las palabras adecuadas para decirle lo que tenía
en mente.

 No puedo ir con vosotras. –Soltó de golpe –. Me han invitado y he dicho que sí.

47
 Yo tampoco puedo ir contigo Carlie. –Confesó Melanie aprovechando la
iniciativa de Bella.

Esta miró primero a una después a otra como si su chip todavía estuviese procesando la
información.

 ¿Vais a dejarme sola? –Preguntó finalmente –. Quedamos que nada de


compromisos.
 Tienes razón, pero… –comenzó a decir Melanie.
 ¿El mundo se ha vuelto loco o qué? ¿Vais a plantarme para iros con unos
chicos?

Bella y Melanie intercambiaron miradas.

 Fue decisión de las tres no asistir con nadie.


 Lo siento, Carlie. –Dijo Bella.
 Yo también lo siento. –Se disculpó Melanie.

Carlie tomó aire y volvió a expulsarlo para intentar tranquilizarse.

 Está bien. –Habló intentando sonar calmada –. Seguro que encuentro a alguien
con el que asistir.
 Claro que sí. –Dijo Bella intentando animarla – ¿Quién no quería ser
acompañante de Carlie Reinhart en una fiesta?
 Ya os vale que existan muchos porque soy capaz de cargarme a vuestros
acompañantes para que así os vengáis conmigo.

Las tres se echaron a reír ante la ocurrencia.

 Buenas noches. –Saludó Bella para que se dieran cuenta de su presencia.


 ¿Has comido? –Preguntó Camill asomándose por la puerta de la cocina.
 En casa de Carlie.

Un trueno sonó a lo lejos.

 Parece que va a llover. –Dijo Gwen asomándose por la ventana.


 Yo me voy a ir a acostar. –Informó Bella comenzando a subir los escalones –.
Siento como si se me van a caer los ojos.

No sabía por qué le costaba conciliar el sueño pese a lo avanzada que estaba la noche.
Se levantó de la cama y comenzó a pasearse por la habitación a oscuras. La lluvia
golpeaba con tanta fuerza sobre el tejado que parecía que el creador estaba enfadado por
algo. Bella abrió la puerta y bajó al piso de abajo a por un vaso de leche. De regreso a su
habitación, se percató de que Camill estaba acurrucada sobre el sofá con la televisión
encendida. Se acercó sigilosamente y la apagó, cubriendo después a Camill con una
manta. Regresó a su dormitorio y rebuscó en su mesita de noche hasta que encontró lo

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que buscaba. Se dejó caer sobre la cama, conectó los auriculares a su móvil y comenzó a
escuchar música hasta que sus ojos decidieron por fin cerrarse.

El olor a bacon y a huevos fritos impregnaba la planta baja de la casa. Camill se había
despertado temprano y había preparado el desayuno. Recibió a las dos chicas con una
sonrisa de oreja a oreja.

 ¿Qué tal habéis dormido?


 No sabría decirte. –Respondió Bella alcanzando una tostada y untándola con
mantequilla.
 Mejor, imposible. –Dijo Gwen sentándose a la mesa.
 Ya me estoy imaginando por qué. –Arguyó Camill con un vaso de zumo de
naranja.
 Alguien cumple dieciocho mañana. –Dijo Bella captando la indirecta.
 Me pregunto quién será. –Habló Gwen con sorna arrancándole una sonrisa a las
dos.
 ¿Ya sabes lo que quieres hacer? –Preguntó Camill mientras colocaba un plato
para cada una.

Se produjo un largo silencio.

 ¿Gwen? –Llamó nuevamente Camill.


 Sí. –Dijo ésta respondiendo a la primera pregunta –. Quiero celebrarlo en
familia. Algo pequeño e íntimo.

Le dirigió una mirada a Bella. Esta le ofreció una sonrisa satisfactoria.

 Me alegro de que hayas cambiado de opinión. –Dijo Camill sin poder creerse lo
que acaba de escuchar.

Desayunaron en silencio, y por primera vez, todo fue perfecto, sincero y cómodo.

Carlie y Melanie salieron de la tienda cargadas de bolsas hasta la nariz. Se trataba de la


decoración que iban colocar en las calles y en la plaza. Alguna gente ya había
comenzado a instalar pequeños puestos en los que iban a vender bebida o comida.

 Esto es la revolución. –Dijo Melanie colocando las bolsas en el maletero del


coche de Carlie.

Esta arrancó el vehículo y lo aparcó a unas cuantas manzanas.

 Señor Miller. –Llamó al jefe de los hombres que las iban a ayudar.
 Dígame, señorita Carlie.
 Prefiero Carlie. A secas.

Él asintió para la próxima.

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 ¿Por dónde empezamos? –Preguntó de nuevo el señor Miller.
 Por la plaza. –Respondió Carlie.
 Sígannos. –Dijo Melanie cargando con las bolsas.
 ¿Dónde está Bella? –Preguntó Carlie.
 No lo sé. Ya debería estar aquí. Quizá le ha surgido algo.
 ¿Y para qué están los móviles? Ya podría avisar para la próxima vez.

Marie Belfort acaba de colocar el último cartón de ropa en el maletero, cuando Bella
apareció.

 Hola, señora Belfort.


 Bella. –Dijo a modo de saludo mientras cerraba el maletero.
 ¿Adónde lleva todos esos cartones?
 Al orfanato de Santa Ana. –Respondió subiéndose al coche.
 ¿Está Colin dentro?
 Sí. No ha salido en todo el día.

Bella se apartó para dejarle paso. Cuando ella se hubo marchado, se acercó a la casa,
pero antes de tocar el timbre, la puerta se abrió y apareció Tayler.

 ¿Qué estás haciendo aquí? –Preguntó él cerrando la puerta tras de sí.


 Lo mismo que seguramente hacías tú. Vengo a ver a Colin.
 Que, ¿ahora estáis junto?

Ella puso los ojos en blanco, e ignorando su último comentario, extendió la mano para
alcanzar el aparato blanco, pero él la detuvo a mitad del camino.

 ¿Qué crees que estás haciendo? –Preguntó ella zafándose de su agarre.


 ¿Por eso has roto conmigo? ¿Por Colin?
 A veces me pregunto Tayler, si de verdad llegaste a conocerme.

Le dio la espalda dispuesta a marcharse y regresar cuando él no estuviese para


amargarle el día. Tayler fue corriendo tras ella y consiguió detenerla agarrándole la
mano y atrayéndola hacia él.

 Lo siento. –Dijo colocándole las manos a ambos lados del cuello y clavando su
mirada en la de ella – ¿Qué nos ha pasado? ¿Cómo hemos llegado hasta este
extremo?
 No lo sé. –Ella apartó sus manos y dio paso hacia atrás – ¿Por qué no intentas
analizarlo desde tu perspectiva y dejas de echarle la culpa a los demás de tus
desgracias?
 ¿Tan fácil te ha resultado olvidarte de mí?
 ¡¿Y quién te ha dicho que lo he hecho?! –Soltó ella de golpe provocando su
sorpresa – ¿Sabes lo difícil que también resulta para mí? ¿Cómo ibas a saberlo

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si solo te preocupas por ti? ¿Sabes cuál es aquí el problema? Que yo ya soy lo
suficientemente madura para estar con alguien que vive bajo la influencia de su
padre, que es incapaz de saber lo que quiere y que es incapaz de tomar sus
propias decisiones. –Tayler abrió la boca para intentar defenderse, pero ella no
se lo permitió –. Mi padre quiere que estudie derecho, no podemos quedar
porque he quedado para ayudar a mi padre, mi padre esto, mi padre lo otro… –
Ella realizó una pequeña pausa para permitir que el aire entrase por sus
pulmones – ¿Tú de verdad piensas que yo quiero a alguien así en mi vida? Y
aunque lo aceptase ahora, ¿qué pasaría a la larga?
 Bella…
 Se acabó Tayler. Admítelo.

Le sostuvo la mirada durante unos segundos antes de caminar hacia la casa. Tocó el
timbre y fue atendida por el ama de llaves.

 ¿Está Colin?
 En la sala.

Volvió la vista atrás y descubrió que Tayler no se había marchado todavía. Se metió en
la casa y atravesó un largo pasillo que conducía al salón. Colin levantó la mirada del
libro que estaba leyendo detenidamente cuando se percató de su presencia y le brindó
una sonrisa a modo de saludo.

 ¿Qué te trae por aquí, Findlay?

En lugar de responder introdujo la mano en el interior del bolso que traía colgado del
hombro, y extrajo un libro de cubierta verde.

 El libro que me prestaste. –Dijo mientras se lo tendía.


 Espero que te haya servido.
 No sabes cuánto. Gracias.

El timbre volvió a sonar. Se hizo el silencio en la casa y acto seguido, comenzaron a


escuchar unos pasos acercarse en dirección a ellos.

 Por aquí. –Dijo el ama de llaves dirigiéndose a su acompañante.

El individuo apareció por el salón llamando la atención de ambos.

Logan detuvo su mirada en la de Bella al darse cuenta de su presencia, pero ella desvió
la atención de él a Colin.

 Yo solo estaba de paso. Me voy para que puedas conversar con tu invitado.
 He oído que tú, Carlie y Melanie sois las encargadas de organizar la fiesta del
cuatro de abril.
 Te han informado bien. Espero verte por allí. –Dijo sonriendo mientras se
disponía a marcharse.

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 Sabes que nunca me la pierdo.

Al pasar junto a Logan, sus miradas se cruzaron de nuevo y ella sintió una punzada en el
pecho. Apartó los ojos y se dirigió a la salida.

 ¿Colin Belfort? –Este asintió con la cabeza –. Logan Van Hood. –Se presentó
tendiéndole la mano –. Mi hermano, Sebastian, estará fuera durante un par de
días y me ha dejado al corriente de sus asuntos.
 Me acuerdo de él. Tome asiento por favor.

Una pareja de borrachos conducía a cien kilómetros al este, cuando al hombre le


entraron ganas de ir al baño.

 Alice, detén el coche. Tengo que plantar un pino.


 ¿Tiene que ser exactamente ahora?
 Que detengas el coche, te digo. Lo tengo en la punta del culo.

Ella aparcó de una forma tan brusca que rechinaron los frenos. El hombre se bajó del
coche y se adentró en el bosque. Dos minutos después, comenzó a gritar el nombre de
su compañera.

 ¿Adónde coño has ido a plantar el pino?


 Te estoy diciendo que vengas aquí ahora mismo. –Le gritó desde el bosque.
 No sé en qué momento acepté salir con este paquete. –Susurró la mujer mientras
seguía la voz.
 ¡Alice!
 Joder, que ya estoy aquí. ¿Qué coño quie…? ¡¡Aaaahhh!!

Dos policías estaban tirados sobre la hierba, con los ojos y la boca abierta, el cuerpo
hinchado y un par de moscas haciéndoles compañía.

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Capítulo 7
 Por el estado de los cuerpos, podría decirse que llevan tres días muertos. –Dijo el
forense dando parte a la sheriff.

Dos hombres enguantados colocaron los cuerpos inertes en el interior de una bolsa de
cadáveres, y ayudados por otros, los trasladaron al interior de la ambulancia que estaba
aparcada en la carretera.

 Gilbert, intenta averiguar a qué jurisdicción corresponden. –Dijo la sheriff a un


policía de mediana altura situado a su derecha.

Otro policía se le acercó y le entregó las declaraciones de la pareja que había encontrado
los cadáveres.

 Alice O’Connel y Robert Owen. –Leyó en voz alta –. Muy bien. –Dijo y se
dirigió hacia la carretera.
 Creo que no conseguiré volver a conciliar el sueño. –Confesó Alice sintiendo
cómo se le ponía la piel de gallina.
 Intenta mantener la calma. –Dijo Robert intentando tranquilizarla.
 Pero ¿por qué siguen reteniéndonos aquí? Ya hemos dado nuestra declaración.
¿Qué más quieren? –Preguntó esta comenzando a impacientarse.
 Habrá que ver.

El teléfono se descolgó por la otra línea y dio paso a la voz de un hombre.

 ¿Diga?
 ¿Es usted el sheriff de Hallshire? –Preguntó el policía.
 El mismo. ¿Qué sucede?
 Mi nombre es Paul y estoy llamando desde Greenforest. Dos policías de su
departamento han sido hallados muertos en nuestros bosques.
 ¿Cuál ha sido la causa de la muerte?
 Todo parece indicar que han muerto por ausencia de sangre.

Se hizo el silencio en la otra línea y acto seguido, se escuchó el clic que denotaba que
habían colgado.

 Vienen para acá. –Dijo Paul informando a su superiora.


 Bien. Nos vamos. –Dijo ella emprendiendo a caminar hacia su coche.

 Perfecto. –Comentó Carlie bajando de la escalera–. Creí que no lo conseguiría.

 Conseguiríamos, Carlie. Conseguiríamos. –Dijo Melanie corrigiéndola.


 De acuerdo. Con una mínima parte de vuestra ayuda.

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 No me digas. A la próxima, que habrá una próxima, lo harás completamente
sola.
 No te lo tomes tan a pecho, Mel. Solo estaba bromeando. –Expuso mientras se
reía –. La verdad es que no lo hubiera conseguido sin ti ni sin Bella, que por
cierto, todavía no ha aparecido.
 Mira, allí viene. –Señaló Melanie.

Carlie siguió con la mirada el dedo de Melanie. De pronto, sonó un trueno a lo lejos y
desvío la vista al cielo.

 Espero que no llueva o todo se irá al traste.


 Despreocúpate. Todo va a salir genial.

Las ojeras bajo sus ojos habían dejado al descubierto sus signos de cansancio.

 ¿Es que tú acaso no sabes avisar cuando vas a llegar tarde? –Reprochó Carlie.
 Lo siento. Estaba algo ocupada.
 ¿Quién se te ha muerto? –Preguntó Melanie mientras la observaba con
detenimiento.
 Nadie. –Dijo soltando un suspiro –. Es una especie de crisis pre–cumpleaños.
Camill y yo estamos organizando una pequeña sentada para Gwen.
 A la que por supuesto estamos invitadas, ¿verdad? –Preguntó nuevamente
Melanie.
 Eso no se pregunta. –Respondió Bella con una sonrisa.
 ¿Y a qué hora es? –Sondeó Carlie mientras caminaban por la plaza.
 A las siete.

 Los nombres de los fallecidos son Marcos Díaz y Lewis Parker. –Leyó un
policía dejando los documentos de identidad sobre la mesa de la Sheriff.
 ¿Causa de la muerte?
 La falta de sangre. Es como si algo se los hubiera absorbido toda.

Alguien tocó la puerta y acto seguido asomó la cabeza.

 El sheriff de Hallshire está aquí. –Informó.


 De acuerdo. Que pasen.

Tras unos segundos de espera, Tom y Hilary se dejaron ver en el despacho.

 Buenas tardes. Soy Sarah Hastings. Tomen asiento por favor.

Ambos ocuparon las dos sillas dispuesta frente a la mesa de Sarah y esperaron a que ella
comenzara a hablar.

 ¿Quiénes son los muertos? –Preguntó Tom intrigado.

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 Un tal Marcos Díaz y Lewis Parker.

Tom y Hilary intercambiaron miradas.

 ¿Ocurre algo?
 Lamento informarle que esos nombres no me suenas de nada. –Dijo Tom
finalmente.
 Pero la placa que traían pertenece a su jurisdicción.
 Le repito que esos nombres no me suenan de nada.

Sarah achinó los ojos.

 Le aseguro que no estoy entendiendo nada. Tal vez si los ven puedan
reconocerlos.
 Tal vez. –Habló Hilary por vez primera.
 Entonces vengan conmigo.

Salieron de la comisaría y fueron a por sus vehículos. Tras unos minutos en carretera,
distinguieron el hospital a unos metros de distancia. Tom aparcó el coche tras el de
Sarah y se reunieron con ella al pie de las escaleras. Esta los guió al interior del gran
edificio. Las paredes eran blancas y las puertas estaban pintadas de azul cielo. Aquellos
colores transmitían paz y tranquilidad. Después de un buen rato caminando, Sarah se
detuvo frente a la puerta del tanatorio, la abrió y dejó entrar a sus acompañantes. El
interior era frío, ya que se estaba trabajando con cadáveres. Había seis camillas
dispuestas en horizontal pero solo dos estaban ocupadas. Tom y Hilary se acercaron a
los cadáveres y destaparon las sábanas de sus rostros. La sorpresa de ambos fue
inminente.

 ¿Los reconocen? –Preguntó la sheriff.


 Perfectamente. –Asintió Hilary.
 Afortunadamente no son policías. –Dijo Tom con un extraño sentimiento de
alivio –. Sin embargo me sorprende que no los conozca.
 ¿Por qué?
 Son Archie Evans y Francis Fernández. Dos estafadores, asesinos y traficantes
de drogas. Llevamos años tras ellos pero siempre se las ingeniaban para escapar.
Alguien nos ha hecho el trabajo sucio.

La mirada de Hilary se desvió al cuello de uno de ellos y descubrió las mordeduras. Se


puso tensa y apretó el hombro de Tom.

 Alguien no sería la palabra adecuada para definirlo.

Sarah se acercó a los cadáveres y también se percató de los dos agujeros. Alzó la vista
hacia Hilary, esta hacia Tom y Tom hacia ella.

 ¿Significan algo esas mordeduras? –Preguntó Sarah intrigada.

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Se hizo un incómodo silencio en la estancia.

 No. –Respondió finalmente Hilary.

Sarah desvió la mirada primero en uno y luego en otro.

 Me da la impresión de que ocultan algo.


 Pues se equivoca. –Dijo Tom intentando sonar convincente –. Todo perfecto.

Cerraron la puerta del tanatorio y se dirigieron a la salida del hospital.

 Habrá que localizar a sus familiares. –Comentó Tom mientras bajaban las
escaleras –. Pese a todo se merecen un funeral digno.
 Y tan digno. –Dijo Hilary de forma irónica.
 Pueda que se hayan librado de un juicio aquí en la tierra, pero que el señor se
encargue de juzgarlos.

El timbre sonó por enésima vez aquella tarde. Bella recibió con una gran sonrisa a
Melanie y a Carlie. Estas dos últimas saludaron a Camill y felicitaron a Gwen.

 ¿No iba a ser algo íntimo? –Preguntó Carlie entre dientes al ver a tanta gente en
la casa.

Bella suspiró tras recorrer de forma rápida a los presentes.

 Le dijimos que podía invitar a un par de amigos y al parecer sus amigos han
traído a los suyos. –Bella fijó los ojos en Gwen y se sintió feliz al verla reírse
con ganas por algo que estaban comentando entre ellos –. Lo necesitaba. Ha
pasado por un mal momento y esta es una forma de escapar de los problemas.
 ¿Qué os parece si cogemos algo de whisky y salimos al porche? –Propuso
Melanie.
 A decir verdad, no suena nada mal. –Dijo Bella sonriendo con picardía.

Después de un par de minutos, se reunió con las chicas y las tres se sentaron en las
escaleras de la entrada.

 Esto es para liberarme del estrés por el que he pasado esta última semana con la
organización de la fiesta. –Habló Carlie antes de llevarse un trago a la boca.
 ¿Cómo te va con George, Mel? –Preguntó Bella de sopetón.

Carlie detuvo el vaso a medio camino y se volvió lentamente hacia Bella.

 ¿Tú también lo sabías?


 Me sorprende que no te hubieses dado cuenta.

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 Increíble. –Dijo Carlie moviendo negativamente la cabeza –. Una de mis
mejores amigas sale con mi hermano de dieciocho. ¿Qué más cosas me has
ocultado? –Se volvió hacia Melanie – ¿Ya os habéis…?
 Carlie, por favor. –Dijo está claramente avergonzada.
 ¿Qué? Es que no entiendo cómo pasó. ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Dónde? ¿En mis
narices?
 Me parece que los detalles sobran. –Dijo Bella sirviéndose otra copa del licor.

Carlie asintió aunque no sabía por qué, debido a que su subconsciente no se había hecho
todavía a la idea.

 No me lo digas. Vas a ir con él a la fiesta.

No hubo necesidad de que ninguna de las dos contestase. Carlie se sirvió una copa de
whisky y se lo tomó de golpe. Se sirvió otra y repitió el proceso.

 Me parece que te estás pasando. –Dijo Melanie.


 Sí, y no pienso parar. Tengo que procesarlo amicuñada.
 Bueno, ya vale. –Expresó Bella quitándole el vaso de las manos.
 Si tú asistes con George –apuntó a Melanie con el dedo –, ¿tú con quien lo
harás? –Preguntó señalando a Bella – ¿Con mi tío abuelo? Pues en ese caso,
debería plantearme asistir con tu padre, Mel.
 Se le han pasado las copas. –Dijo Melanie poniéndose en pie –. Debería llevarle
a su casa.
 Tienes razón. –Bella también se puso en pie y juntas arrastraron a Carlie hasta su
coche.
 Sí. –Dijo Carlie desde el asiento de atrás –. Es una muy buena idea asistir con tu
padre, Mel. ¿Me imaginas bailando pegada a él? ¿Qué pensará tu madre?

Melanie y Bella intercambiaron miradas y dieron paso a las risas.

 Procura que esté fresca para mañana.


 Lo intentaré.

Bella se apartó para que Melanie pudiese pasar con el coche.

La gente fue abandonando la casa poco a poco hasta que esta se quedó únicamente con
sus propietarias. Camill se despidió con un “buenas noches” y se dirigió al piso de
arriba.

 Feliz dieciocho, Gwen. –Dijo Bella dándole un abrazo.


 Gracias.

Ambas guardaron silencio hasta que Gwen decidió romperlo.

 Creo que…necesitaba esto para pasar página. Para darme cuenta de que nada
volverá a ser como antes, pero que a partir de ahora todo irá a mejor.

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Bella sonrió tristemente.

 Me alegra oír eso.


 Bueno, hoy comienza una nueva etapa de mi vida y es mejor dejar atrás el
pasado.
 Y yo siempre estaré contigo.

Gwen asintió con la cabeza y se dieron otro abrazo.

El sábado por la noche, Bella se puso un colgante como último complemento. Llevaba
puesto un vestido blanco de corte griego que le llegaba por encima de las rodillas
complementado con unas sandalias artesanas marrones. Sus labios estaban cubiertos con
su habitual brillo de labios y se había hecho una trenza en el cabello.

 Estás preciosa. –Le alabó Camill desde la puerta.


 Gracias.
 Bendito sean los ojos que te van a mirar esta noche. –Dijo Gwen deteniéndose
igualmente en la puerta.
 Anda ya. No seas tan exagerada.

El timbre sonó de repente.

 Supongo que es él. –Adivinó Camill.

Su sonrisa lo dijo todo.

Las tres bajaron las escaleras pero fue Gwen quien abrió la puerta. Sebastian, que estaba
de espaldas en el porche, se quedó sin habla cuando la vio la salir.

 Así que tú eres el afortunado que se ha ganado a Bella. –Dijo Camill desde la
puerta.
 Sebastian. Mucho gusto. –Se presentó tendiéndole la mano –. No estoy seguro
de habérmela ganado todavía. Digamos que estamos en un proceso de… ¿citas?
–Fijó su mirada en la de Bella tras pronunciar la última frase como si estuviese
buscando que ella corroborara lo que había dicho.
 Me gusta este tío. –Expresó Gwen sin darle tiempo a responder, dando paso a la
risa de los presentes.
 Deberíamos irnos ya. —Indicó Bella volviéndose hacia las escaleras.
 Ya nos veremos por allí. –Dijo Camill cuando bajaron el último escalón.

Las luces de la plaza se distinguían desde cualquier punto donde uno se encontrase y la
música se escuchaba a kilómetros. Bella y Sebastian caminaban a paso lento ajenos a lo
que sucedía a tan solo unos metros de ellos, como si necesitasen unos minutos de
intimidad antes de llegar al corazón de todo. Sebastian la miraba de reojo de vez en

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cuando pero por primera vez no encontraba las palabras adecuadas para entablar una
conversación.

 Me pregunto cómo eran estas fiestas hace cincuenta años. –Comentó Bella
rompiendo finalmente el silencio.
 Cuentan que en tiempos de vampiros eran mucho más entretenidas que hoy en
día. –Dijo Sebastian provocando que ella se detuviera a escuchar la historia –. Se
sacrificaban a personas en honor a los fundadores de Hallshire y los vampiros se
bañaban en esa sangre disfrutando hasta la última gota. La fiesta se celebraba
por todas partes pero los sacrificios se llevaban a cabo en los bosques porque los
mortales no se atrevían a adentrarse por ellos.
 ¿Y es que acaso los vampiros pensaban que los fundadores estaban contentos
con lo que estaban haciendo? Arrebatarle la vida a otro ser humano es el pecado
más grande del mundo.

Sebastian abrió la boca un par de veces pero no le salían las palabras. Las últimas
palabras de esta le habían hecho inexplicablemente reflexionar. Achinó los ojos con la
mirada clavada en ella, que lo miraba fijamente esperando a ver cuál sería su respuesta
ante aquella grandiosa verdad.

 Yo considero que el hacerlo en honor a los fundadores era una mera excusa. –
Dijo finalmente cuando sus cuerdas vocales decidieron funcionar –. La sangre
humana los hacía ser más fuertes, feroces y veloces.

Bella alzó las cejas, asintió lentamente con la cabeza como si estuviese asimilando la
información, pero de repente, se echó a reír desestabilizándole completamente.
Sebastian frunció el ceño ante aquella risa repentina intentando comprender a qué se
debía.

 ¿Qué te ocurre? ¿He dicho algo gracioso?


 ¿De veras creíste que me iba a tragar esa historia? –Preguntó sin poder parar de
reírse – ¿Vampiros? ¿Aquí? ¿Hallshire?
 ¿No crees en vampiros? –Preguntó Sebastian sonando demasiado serio.

Ella dejó de reírse.

 Por supuesto que no. Siempre los he considerado una leyenda. Cuentos infantiles
para no dormir. No existen, no existieron y nunca existirán.

Él la observó con detenimiento buscando algún truco en sus palabras pero acabó
dándose cuenta de que estaba hablando en serio. Bajó su mirada hacia la vena que tenía
en el cuello y por alguna extraña razón no sintió deseos de sangre. Allí estaba. Intacta.
No escuchaba el latir de su yugular como siempre le ocurría. Era como si por vez
primera habían desaparecido sus deseos de sangre. Por vez primera podía volver a
sentirse normal después de tanto tiempo.

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 ¿Sebastian? –Escuchó su voz como un susurro a medida que volvía a la realidad
– ¿Te encuentras bien?

Clavó su mirada en la de ella y sonrió.

 Mejor que nunca.

El ambiente era cálido y alegre. La música sonaba por encima de las voces y la gente
tenía que gritar para que la que se las escuchase. La plaza estaba abarrotada de personas
bailando, bebiendo, comiendo, jugando… Eran como un montón de hormigas sobre una
miga de pan. Bella distinguió a Carlie y a Melanie a lo lejos, sentadas en una mesa y
charlando animosamente con dos chicos, entre los que pudo distinguir a George.

 Ven. –Dijo tirando de él –. Te los voy a presentar.


 ¡Bella! –Exclamó Carlie a modo de saludo poniéndose en pie – ¿Y este bombón
quién es?
 Chicos, os presento a Sebastian.

Este hizo una reverencia.

 ¿Vais a quedaros ahí parados? –Preguntó George invitándoles a sentarse.


 Aquí te servimos lo que quieras. –Dijo Carlie –. Disponemos de Ron, Whisky,
Bourbon, Beluga…
 Un Whisky con hielo estaría bien.
 Me encanta este tío. Va a lo que va. Directo como una bala. –Comentó Carlie
alejándose unos minutos y regresando con una botella de Whisky y un cubo de
hielo –. Sebastian, te voy a robar a esta linda dama durante unos segunditos. –
Dijo ella levantando a Bella y obligándola a alejarse del grupo.
 Aquí estaré.

Pese a que se quedó en buena compañía, Sebastian afinó el oído para escuchar todo lo
que estaban diciendo.

 No me dijiste que traerías a Colin como tu acompañante.


 Me quedé sin opciones así que… Hey, no intentes cambiar de tema. ¿De dónde
has sacado a ese caramelo? Y ya puedes comenzar a desembuchar antes de que
te lo saque al estilo Reinhart.

Bella no pudo evitar reírse ante las ocurrencias de esta.

 Lo conocí hace muy poco. Pero no es para que se te encienda el instinto


protector ni la batería de preguntas porque todavía nos estamos… ¿conociendo?
 ¿Conociendo? Ese conociendo ha sonado a…ti.
 Carlie…Carlie te conozco.

Esta levantó las manos a la defensiva.

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 Tranquila que todavía no se me han cruzado los cables. Pero ya puedes ir
controlando a ese papacito. No vaya a ser que al final de la noche acabe
conmigo.

Ambas se echaron a reír a medida que se acercaban a la mesa.

 ¿Qué era tan gracioso? –Preguntó Sebastian cuando se hubieron sentado.


 Cosas de chicas. –Respondió Carlie – ¿De qué estaban hablando ustedes?
 Cosas de chicos. –Respondió su acompañante aquella noche dando lugar a un
par de carcajadas.
 Muy gracioso. –Dijo ella mostrándose un poco molesta.

La conversación estaba siendo cada vez más animada a medida que avanzaba la noche.
Los vasos se rellenaban una y otra vez y se devolvían vacíos a la mesa una y otra vez.

 ¿Cuánto tiempo llevas fuera de Hallshire? –Quiso saber el compañero de Carlie.


 Un siglo.
 ¡Venga ya! –Exclamó Carlie sorbiendo el limón de su cóctel.
 ¿Y dónde has estado en todo este tiempo? –Preguntó Melanie.

Bella fijó sus ojos en él intrigada por saber la respuesta.

 Viajando por todo el mundo.


 ¿Y cuántos países has visitado? –Preguntó Bella implicándose en la
conversación.

Sebastian sonrió.

 ¿Qué tiene de graciosa la pregunta? –Inquirió ella de nuevo.


 Es que he viajado por todo el mundo.
 Wow. Yo solo he visitado tres países y lo consideraba suficiente. –Intervino
Carlie.
 Perdonad que cambie de tema pero ¿nunca os habéis preguntado por qué se
celebra esta fiesta? –Preguntó Colin.
 Y yo que sé. Supongo que para no trabajar durante un par de días. –Respondió
Carlie, provocando la risa de los que estaban en la mesa.
 Lamento informarte que te equivocas. –Intervino Sebastian.

Todos los presentes dirigieron la atención hacia él.

 ¿Sabes tú por qué? –Inquirió nuevamente Colin.


 Bueno, digamos que esta fiesta se celebraba anteriormente en honor a los
fundadores de Hallshire para conmemorar el esfuerzo, el sufrimiento y la
dedicación que le pusieron a la fundación de lo que hoy es todo esto. Pero el
motivo de la celebración se cambió tras la masacre del cuatro de abril del setenta
y cuatro que coincidió con este día.

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 ¿Y qué pasó el cuatro de abril del setenta y cuatro? –Preguntó Melanie,
intrigada.

Sebastian guardó silencio durante un instante.

 La expulsión de los vampiros de Hallshire.

La afonía dominó en la mesa durante aproximadamente un minuto hasta que George lo


rompió.

 ¿Vampiros, aquí?
 Los vampiros fueron expulsados en dicha masacre con la colaboración del
pueblo, los cazadores de vampiros y las brujas. –Concluyó –. Así que esta fiesta
ya no es en honor a los fundadores, sino que se celebra como el día en el que se
recobró la tranquilidad de la ciudad.

En medio de la pausa, Carlie se echó a reír y fue imitada por el resto de la mesa, excepto
por Colin y por Sebastian.

 Venga, ya. ¿Vampiros aquí? ¿En esta ciudad tan tranquila en la que nunca
ocurre nada? –Expuso Carlie sin poder contener la risa.
 Pues por un momento me he creído la historia. –Dijo Colin.
 A ti lo que te pasa es que eres un frique y te encanta todo lo relacionado con el
misterio. –Comentó nuevamente Carlie – ¿Ahora también vas a decirme que
crees en hombres lobos, brujas y de más? Por favor. Si esas cosas existieran o
llegaron a existir prometo que me pondría un cinturón de castidad.
 Tienes razón. –Apuntó Sebastian – ¿A que es gracioso?
 Más de lo que te puedas imaginar.

Sebastian sonrió a medias y le dio un trago a su vaso de whisky.

 Bueno, ahora que hemos dejado las bromas atrás… quisiera conocer un poco
más del chico que acompaña a mi mejor amiga.
 Carlie… –Comenzó a decir Bella.
 No, tranquila. –Dijo él levantando la mano –. Puedes preguntar lo que quieras.

Carlie sonrió satisfecha.

Bella ya sabía que comenzarían las baterías de preguntas que media hora antes le había
prohibido realizar.

 ¿Naciste y viviste aquí? –Se adelantó a preguntar Melanie.


 Sí. En las afueras.
 ¿Y tienes hermanos? –Intervino Carlie.

Sebastian guardó silencio durante unos instantes.

 No respondas sino quieres. –Dijo Bella.

62
Él se removió en la silla y carraspeó antes de dar paso a las palabras.

 Somos cuatros hermanos pero la relación entre nosotros no es lo bastante buena


así que…no nos llevamos tan bien como me gustaría. Me hacen responsable de
esta situación, y lo peor de todo, es que sí que me siento culpable.

Se produjo un prolongado silencio tras aquella confesión. Bella colocó la mano sobre la
suya dándole a entender que le comprendía perfectamente.

 Disculpen, tengo que hacer una llamada.

Se puso en pie y se alejó entre la gente.

 Gracias, Carlie por espantarlo. –Dijo Bella asesinándola con la mirada.


 Yo solo he hecho una pregunta. No me esperaba esa respuesta.
 Voy al baño. –Se puso en pie y se alejó.

Caminando entre la gente, se detuvo en un puesto de limonadas y se compró una.


Necesitaba algo dulce o agrio para quitarse la borrachera que se le estaba subiendo a la
cabeza. Se giró sobre sus pies y descubrió a Logan sentado entre varias personas. De
pronto, la mirada de él se encontró con la suya como si supiera que lo estaba
observando. Bella apartó la suya para evitar cometer ninguna estupidez puesto que sus
últimos encuentros no habían sido del agrado de ninguno de los dos. Se adentró entre la
multitud hasta que sintió unas manos tirando bruscamente de ella, haciéndole echar el
suelo el vaso de limonada. El individuo la arrastró hasta la parte trasera de un vehículo
ambulante que tenía las luces apagadas. El chico se quitó la máscara y dejó al
descubierto su rostro.

 ¿Se puede saber qué coño pasa contigo, Tayler? –Preguntó empujándole hacia
atrás.
 Solo quería estar contigo un momento a solas. –Dijo agarrándola de las manos
evitando que siguiese empujándole –. Tenemos que hablar, Bella.
 Pero ¿hablar de qué? ¿Hablar de qué?
 De nosotros.
 ¿No está todo ya dicho entre nosotros? ¿De qué más quieres hablar?

Se liberó de su agarre y dio un paso hacia atrás.

 Vuelve conmigo por favor. –Su aliento apestaba a alcohol –. Bella, te necesito.
Volvamos a estar como antes. ¿Te acuerdas? La pareja perfecta.
 ¿Pareja perfecta? –Tayler asintió desesperado – ¿De qué pareja perfecta me estás
hablando? Por favor, Tayler. ¡Despierta! Esto se acabó. Esta historia escribió su
punto final hace mucho tiempo. ¡Deja ya de buscarme! ¡Deja ya de molestarme!

Tayler negó con la cabeza.

 Da igual. No importa. Seguro que si lo intentamos de nuevo, va a funcionar.

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 ¿Me estás escuchando? ¿No oíste lo que dije?
 ¡¿Y qué importa eso, Bella?! ¿Qué importa? –Le dio un golpe al furgón –
¡Joder! ¿Es por el imbécil con el que has aparecido? ¿Quién es él, eh? ¿Quién
es?
 Tayler, compórtate.
 Que me comporte, dices. ¡QUE ME COMPORTE! –Le dio otro golpe al
vehículo estimulando un grito ahogado de Bella.
 ¡Para ya! Me estás asustando.
 ¿Quieres que pare? ¿Quieres que pare? —La acorraló entre él y el furgón.
 Si sigues así, voy a gritar. —Dijo Bella con la respiración más acelerada que
nunca.

Él se echó a reír como un auténtico psicópata.

 Adelante. —Levantó los dos brazos y los volvió a bajar —. No creo que nadie te
rescate. La música insonoriza el resto.

Por primera vez sintió miedo de lo que allí podía ocurrir en ese momento. Tayler la
observaba como un depredador que acecha a su presa dispuesto a lanzarse en cualquier
momento. Le apretó las mejillas con la mano y la obligó a mirarle. Recorrió su cuerpo
lascivamente con la mirada y centró sus ojos en los de ella.

 Nunca pensé que tendría que hacer esto. —Bella apartó la mirada pero él la
siguió con la suya —. Recuerdo tenerte entre mis brazos. Sin resistencia alguna.
Solos tú y yo. —La primera lágrima se deslizó sobre su mejilla —. Eso es lo que
quiero, Bella. Es lo único que te pido. ¿Tan difícil es concedérmelo? ¿De veras
tenemos que llegar a esto?
 Déjame marchar, Tayler.
 ¡Cállate! —Ella cerró fuertemente los ojos —. Cállate y no repitas eso.

Bella sentía el desenfrenado latir de su corazón, consciente de que si no hacía nada,


saldría muy mal parada. Él acercó su boca a la suya y la poseyó con fuerza. Ella luchó
contra su peso con uñas y dientes hasta que consiguió apartarlo y darle un golpe en la
entrepierna, que dio paso a un grito de dolor de su parte. Pese a eso, la agarró del brazo
antes de que ella llegase a ninguna parte y le dio un puñetazo de tal manera que la hizo
caer al suelo. Como si oyera sus desesperantes gritos de socorro que nunca llegó a
pronunciar, Logan apareció de la nada y le propinó a Tayler un par de puñetazos,
rompiéndole literalmente la nariz.

 ¿Así es como te han enseñado a tratar a las mujeres? —Inquirió mirándole desde
arriba.

Tayler escupió la sangre que tenía acumulada en la boca y se levantó a duras penas
debido a la borrachera y a los puñetazos que había recibido.

 ¿Y tú quién eres? ¿Su defensor?

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Esa pregunta aumentó tanto su ira, que comenzó a verlo todo negro. Apretó los dientes
y con un solo golpe lo mandó nuevamente al suelo y lo inmovilizó colocándole la bota
en el cuello, y apartando el pie en el momento en que este cayó inconsciente. Respiró
hondo antes de volverse hacia Bella, que todavía seguía en el suelo.

 ¿Estás bien? ¿Te ha hecho daño? —Preguntó agachándose a su lado y


examinándola de arriba abajo.

Ella le sostuvo la mirada durante unos segundos entre los nervios y la confusión, y la
apartó prefiriendo no responder.

 Vamos, te llevo a casa.


 No me toques. –Dijo apartando la mano.
 No seas terca. Déjate ayudar.
 He dicho que no me toques.
 Bella, por favor. —Dijo alzando un poco el tono de voz.

Ella fijó su mirada en la suya. De alguna manera u otra estaba sorprendida de que se
acordara de su nombre. Sin ya siquiera pensar en lo que estaba haciendo, colocó una
mano sobre su hombro y la otra sobre su pecho para levantarse, accediendo así a su
ayuda.

Capítulo 8
Caminaron en silencio uno al lado del otro. Habían dejado atrás el ruido de las voces y
la música, y ahora solo escuchaban el murmullo de las hojas de los árboles al ser
acariciadas por el viento. Bella abrazó sus hombros durante unos segundos, y aunque no
dijo nada, Logan se dio cuenta de que tenía frío. Le formuló la pregunta pero ella lo
negó rotundamente con un leve movimiento de cabeza. Pese a eso, él se quitó la
cazadora y se la puso sobre los hombros resguardándola del frío. Ella se detuvo unos
instantes y clavó sus ojos en él sin comprender de dónde había salido tanta amabilidad.

 Gracias. –Musitó y continuaron caminando.


 ¿Quieres hablar de lo que acaba de ocurrir? –La preguntó y ella volvió a negar
con la cabeza pero entonces rompió a llorar.
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Se detuvo y hundió la cara en las manos. Logan la atrajo hacia sí y la envolvió en un
abrazo. En ese momento, se agolparon sobre él un cúmulo de sensaciones entre las que
dominaba la rabia. Apretó los dientes y los puños y cerró los ojos intentando contener
las ganas de regresar al lugar donde había dejado a Tayler y acabar definitivamente con
él. Matarle como el perro que era.

 Me siento una estúpida. –Bella golpeó suavemente el pecho de Logan todavía


abrazada a él –. Una maldita estúpida. No sé cómo pude estar tanto tiempo con
un tipo como ese. ¿Cómo no me di cuenta de la realidad?
 Eh, no es culpa tuya. –Dijo él casi en un susurro tratando de compenetrar con su
estado de ánimo –. Hay personas que se muestras de una manera cuando está
entre la gente, y de otra, cuando está sola. –Le acarició el cabello tratando de
tranquilizarla –. Las apariencias engañan.

Tras un rato abrazados, Bella fijó su mirada en la de él. Sus ojos grises eran confusos.
Era imposible intuir lo que pensaba. Estaban más cerca de lo que jamás habían estado, y
por primera vez habían podido mantener una conversación no tan agradable pero
tampoco desagradable. Ella había podido descubrir aquella parte protectora de él y se
había dado cuenta de que en verdad tenía razón. Las apariencias engañan.

 Será mejor que te lleve a casa. –Dijo él apartándose y haciendo que el frío
volviera a apoderarse de ella con su lejanía –. Necesitas descansar.

Ella asintió lentamente con la cabeza y se limpió lo que quedaba de las lágrimas.
Emprendieron a caminar de nuevo hasta que ella se detuvo frente a las escaleras de su
casa poniendo fin al trayecto. Las luces estaban apagadas, lo que podía significar dos
cosas: que Gwen Camill no estaban en casa o que ya estaban durmiendo. Se posicionó
frente a frente con Logan y lo miró a los ojos.

 Gracias por lo de esta noche. –Sonrió tristemente pidiendo olvidar lo vivido.


 Que descanses. Mañana será un nuevo día.

Ella prefirió no decir nada y perderse en sus ojos unos últimos instantes más antes de
meterse en la casa. Le devolvió la cazadora y se dispuso a subir las escaleras que
conducían al porche cuando se detuvo en seco y se volvió hacia él.

 ¿Quieres pasar? Es que siento que no voy a poder conciliar el sueño. No todavía.

Logan no estaba seguro de aceptar la proposición.

 Por favor. Podemos hacernos compañía con una taza de café o té. Lo que
prefieras.

Finalmente accedió subiendo a reunirse con ella. Se detuvieron en el porche mientras


Bella metía la llave en el cerrojo. Ella se metió al interior de la vivienda pero se detuvo
en el recibidor al darse cuenta de que él no iba tras ella.

 ¿Qué te ocurre?

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 No puedo pasar.

Bella frunció el ceño pero sin denotar enfado.

 ¿Por qué?
 No acostumbro a entrar en casas ajenas sin previa invitación.

Pese a lo raro que le pareció, no tenía cabeza suficiente para ponerse a pensar en el
significado de sus palabras así que lo invitó a entrar. Logan metió primero el pie
derecho para comprobar que efectivamente podía cruzar la puerta, y luego introdujo el
cuerpo entero.

Sebastian regresó a la mesa y frunció el entrecejo al percatarse de que Bella no estaba.

 ¿Dónde está Bella?

Carlie levantó la cabeza y recorrió la plaza hasta donde le alcanzaba la vista.

 Pues no lo sé. Se enfadó conmigo y se levantó diciendo que se iba al baño y


todavía no ha vuelto. Debe estar entretenida con alguna atracción.
 Voy a buscarla. –Dijo él alejándose.

Recorrió la plaza sin resultado. Preguntó a un par de gente si la habían visto pero como
la mayoría apenas podía sostenerse en pie, no obtuvo respuestas coherentes.

 La chica ha estado aquí. –Respondió el hombre del puesto de limonadas donde


ella se había detenido –. Me compró una bebida y se marchó.
 ¿Por qué dirección? –Preguntó Sebastian impacientándose.
 Ahora que lo recuerdo –dijo el hombre haciendo memoria –, la vi marcharse con
un joven. Por lo visto se conocían porque no opuso resistencia.
 ¿Conoce al chico?

El hombre negó con la cabeza volviendo a sus quehaceres.

 ¿La has visto? –Preguntó Melanie al percatarse de su presencia.


 No.
 A lo mejor se ha sentido mal y ha decidido irse a casa. –Intervino George.

El móvil de Sebastian vibró en su bolsillo y se alejó a contestar la llamada.

Bella se había quedado dormida en el hombro de Logan. Este la levantó como a una
pieza de porcelana y se dirigió al piso de arriba. La primera habitación era demasiado
sofisticada, por lo que dedujo que no podía ser la suya. La segunda tenía un aire a chica
adolescente y la última era una mezcla de las dos primeras. Entró en esa última y la
metió en la cama. Observó en silencio sus facciones y se quedó un rato embelesado por

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su belleza. Le apartó el cabello de la cara y descubrió la pequeña mancha violeta que le
había dejado el golpe recibido por Tayler. Sintió cómo se tensaba de repente. Apretó el
puño imaginándose que tenía en frente a dicho ser en ese momento pero un leve
movimiento de Bella lo sacó del trance. Logan se fijó en una fotografía que había sobre
la mesita de noche y la cogió entre sus manos. En esta había cuatro miembros y entre
ellos la distinguió a ella. Devolvió el cuadro al lugar donde lo había encontrado y la
observó unos segundos más antes de marcharse.

Los débiles rayos del sol que se asomaron por la ventana la despertaron. Clavó la
mirada en el cielorraso y luego realizó un recorrido por la habitación como si estuviese
buscando algo. Su reloj de mesa marcaba las ocho en punto. Quiso levantarse de la
cama pero recordó que era domingo por lo que ni se inmutó. Su mente la trasladó a todo
lo que había ocurrido el día anterior y no pudo evitar sonreír al recordar que Logan
había estado allí con ella. El mal trago que había pasado había puesto fin con un final
feliz del que siempre se acordaría.

Hallshire, año 925 d.C.

Las enormes tiendas de campaña tenían una distribución dispersa y laxa constituyendo
una gran comunidad formada por hombres, mujeres y niños. Las mujeres se ocupaban
de las labores de la casa y los hombres de la caza. Aquel día habían regresado pronto y
con gran éxito. Como siempre, las mesas ya estaban dispuestas para iniciar un banquete
en honor a su llegada y triunfo.

 El ciervo intentó escaparse por un error que había cometido al pisar una rama
seca pero la escopeta fue más rápida que las piernas del pobre animalillo. –Dijo
uno de ellos en la mesa provocando la risa de los presentes.

Cayó la noche cubriendo con su oscuridad todo el campamento. Después de cada caza,
se celebraba un baile alrededor del fuego realizando sacrificios para agradecer a la
madre naturaleza. Cuatro chicos bailaban al ritmo de la música cogidos de la mano. La
más pequeña tropezó con una piedra y se cayó al suelo dando paso a las lágrimas. Sus
hermanos se precipitaron hacia ella.

 ¿Te has hecho daño? –Preguntó el mayor.


 Una pequeña herida. –Mostró la palma de la mano –. Resistiré.
 Déjame que te la cure. –Dijo otro depositando un beso suave sobre su palma.
 Gracias Logan. Me siento mucho mejor pero tengo mucha sed. ¿Dean? –Se
dirigió al tercero de ellos.

Este no la hizo esperar y le trajo el vaso de agua. Lo único que les importaba era el
bienestar de la pequeña y hacían todo lo posible porque así fuera.

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Logan entró al salón y dejó la cazadora sobre la silla. Agradeció el silencio que reinaba
en la casa puesto que lo último que deseaba en ese instante era toparse con Sebastian. Se
acercó a la mesa de licores y se sirvió un vaso de Bourbon. Ya estaba a punto de
llevarse el primer trago a la boca cuando una voz que provenía del fondo le interrumpió.

 A mí también me vendría bien una copa, ¿no crees?

Logan bajó lentamente el vaso que estaba de camino a sus labios y lo dejó sobre la
mesa. Había reconocido la voz. Era imposible no saber de quién se trataba con ese
timbre tan peculiar que tenía.

 Katherine. –Pronunció volviéndose hacia ella.


 ¡Bingo! –Exclamó sonriendo.

Él se la quedó mirando un instante. Seguía siendo la misma con su melena rubio platino
y sus ojos verdes esmeralda.

 ¿Qué estás haciendo aquí? –Preguntó sin poder creerse que la tenía en frente.
 ¿Esa es la forma de darle la bienvenida a tu hermana pequeña? –Respondió con
otra pregunta acercándose a él.

Ambos se fundieron en un abrazo y acto seguido, Logan depositó un beso sobre su


frente.

 Echaba de menos esos ojos verdes. –Dijo mirándola a los ojos.


 Por lo visto te ha gustado la sorpresa. –Sebastian apareció por la puerta.
 ¿Esto es una especie de reunión familiar o qué? –Preguntó Logan frunciendo el
ceño.
 Ha sido idea suya. –Intervino Katherine –. Él me encontró y me trajo de vuelta.
 Me pregunto cómo narices lograste convencerla. ¿Con otras promesas que
seguramente no cumplirás?

Se produjo un incómodo silencio en la estancia.

 Siempre encuentras forma de aguar la fiesta. –Dijo Sebastian rompiendo la


elipsis.
 Será la costumbre, puesto que aprendí del mejor.
 ¿Y si cambiamos de tema? –Katherine se puso entre los dos evitando que ahí
ocurriese nada.

Consiguió que ambos se tranquilizaran y se sentasen aunque fuese en asientos


separados.

 ¿Alguien de ustedes conoce el paradero de Dean? –Preguntó Logan.

Tuvo lugar otro prolongado silencio hasta que Katherine levantó la mano.

 ¿Dónde está? –Inquirió Sebastian.

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 En el maletero de mi coche. Le he clavado una estaca en el pecho.
 ¿Has hecho qué? –Exhaló Logan mirándola confuso.

Sebastian no se lo pensó dos veces y caminó en dirección al coche de Katherine. Abrió


el maletero y descubrió la bolsa de cadáveres. La sacó de donde estaba y la depositó en
el suelo de la amplia estancia. Abrió la cremallera y quedó al descubierto el cuerpo
pálido de Dean.

 ¿Se puede saber por qué lo has hecho? –Preguntó Sebastian mientras arrancaba
la estaca del pecho de Dean. Se mordió la muñeca y dejó que un par de gotas le
mojaran los labios resecos antes del cierre de la herida.
 Quiso matarme. Se había vuelto loco.

Sebastian le puso sobre uno de los sillones del salón y Logan había ido a por un par de
bolsas de sangre, que dejó sobre la mesa al alcance de Dean en el momento en el que
despertase.

Camill ya se había levantado para cuando Bella llegó a la cocina. Estaba tomándose un
té de manzanilla y agarrándose la frente con la mano que tenía libre.

 ¿Tienes resaca? –Preguntó Bella sentándose para hacerle compañía.


 Siento que la cabeza me va a estallar.
 ¿A qué hora volviste?
 Creo que entre las una o las… ¿Qué es lo que te ha pasado ahí? –Camill abrió
exageradamente los ojos al ver el gran moratón que tenía Bella bajo la mejilla.
 ¿A qué te refieres?

Ella le cogió de la mano, la arrastró hasta el pequeño espejo que adornaba el recibidor y
le señaló la mancha morada. La mente de Bella retornó automáticamente a la noche
anterior deteniéndose exactamente en el momento en el que recibió el golpe. No se
había dado cuenta hasta entonces de que eso le había marcado la cara. Se miró fijamente
al espejo y acto seguido, su imaginación comenzó a elaborar una mentira ya que lo
último que deseaba en ese momento era olvidarse de Tayler y así evitarse problemas
que le harían enfrentarse a él constantemente, porque algo sí estaba claro, y era que
Camill tomaría cartas en el asunto si se enteraba de la verdad.

 Eh… pues… no me había dado cuenta. No sé qué es lo que ha podido pasar.


 ¿No lo sabes o estás protegiendo a alguien? ¿A Sebastian, por ejemplo? ¿Él te ha
hecho eso?
 ¡No por dios, Camill! –Exclamó apartándose del espejo y dirigiéndose
nuevamente a la cocina –. Él no sería capaz de algo así. No sé. Tal vez me he
dado un golpe contra algo sin darme cuenta. Además, supongo que fue la
borrachera. Alguien debió de golpearme sin querer o me metí en una pelea a

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causa de los tragos y me llevé una buena. O tal vez soy yo la que intentaba
separar una. No lo sé tía Camill. Hay miles de explicaciones para esto.

Camill la observó detenidamente intentado descubrir la verdad a través de sus ojos.


Bella no paraba de apartar constantemente la mirada y aunque sabía que ese era un
factor que no contaba a su favor, no podía evitarlo a causa de los nervios.

 Espero que me estés diciendo la verdad. Porque como me entere yo de ella


estaré muy indignada contigo por no habérmela contado.
 La verdad es que no sé lo que pasó. Pero supongo que me metí en una pelea.
 Como te he dicho, espero que me estés diciendo la verdad.
 Buenos días. –Saludó Gwen aunque su cara no tenía pinta de que fuese una
buena mañana para ella –. Decirme por favor que hay café o té.
 En la tetera. –Indicó Camill dirigiéndose a la salida.
 ¿Le ocurre algo? –Preguntó Gwen notando cierta tensión el aire.
 Supongo que lo peor de todo esto es que pese a su jaqueca, tiene que ir a
trabajar.

Gwen sonrió mientras se servía una taza de té.

 ¿Qué tienes ahí? –Preguntó ella deteniendo la taza que iba camino a sus labios.
 Una pelea. No eres la única que sabe meterse en líos. –Dijo Bella intentando
sonar divertida.
 Habría que paralizar este momento pero no tengo el móvil cerca y estoy tan
agotada para ir a por él. Así que lo guardaré para siempre en mi memoria.

Bella sonrió ante sus ocurrencias y salió de la cocina dirigiéndose al piso de arriba. Allí
se dio una larga ducha y sustituyó la toalla por unos jeans negros, una blusa blanca y
unas converse del mismo color que la blusa. Se detuvo frente al espejo y observó
nuevamente el moretón. Cogió el polvo de cara que estaba sobre su tocador e hizo todo
lo posible por ocultarlo. Alcanzó su móvil sobre la cama, se dirigió nuevamente al piso
de abajo cerrando la puerta de la entrada tras haberse despedido. Cogió el coche de
Camill y condujo hasta donde le llevó el destino.

 ¿Carlie leyendo? –Dijo Bella sorprendida desde las escaleras del porche de la
casa de esta –. Esto hay que memorarlo. –Sacó el móvil y le hizo una foto.
 Me gustan los libros. Solo que tú no conocías esa faceta de mí.

Bella se dejó caer a su lado y se apoyó al respaldo de la silla.

 ¿En qué momento abandonaste la fiesta? Te enfadaste conmigo pero no pensé


que había sido para tanto.
 Y no lo había sido. Siento haberos preocupado pero es que me sentí un poco mal
y preferí irme a casa.

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 ¿Olvidándote de tu invitado? Pudiste al menos haberle avisado a él. Estaba como
loco buscándote por toda la feria. Yo, como te conozco sabía que te habías ido a
casa pero Bella… ya puedes avisar la próxima vez.
 Tienes toda la razón del mundo. –Dijo ésta tapándose la cara muerta de la
vergüenza –. Le debo una disculpa aunque dudo que quiera volver a verme.
 Yo no le culparía.
 ¡Carlie!
 ¡Qué!
 ¡Cállate! –Profirió lanzándole un cojín que no la alcanzó.

Ambas se echaron a reír.

 Me muero de sed. –Dijo Carlie rato después.


 Yo también.

Se pusieron de pie y entraron a la casa.

Su semblante ya había recobrado su color natural. Abrió los ojos y los clavó al techo.
Recorrió la estancia con la mirada y la posó en los rostros de Logan y Sebastian que
estaban esperando pacientemente a que se recuperara. Estaba confundido porque no
sabía cómo había llegado hasta allí pero su mente todavía no estaba lo suficientemente
consciente para preguntar nada porque lo único en lo que pensaba en ese momento era
acabar con Katherine. Se sentó sobre el sillón y observó las bolsas de sangre que
estaban sobre la mesa, pero apartó la mirada de ellas y la clavó de nuevo en los dos
rostros que tenía en frente.

 ¿Dónde está? –Preguntó dejando notar la rabia en su voz.

No hubo necesidad de que pronunciara el nombre puesto que todos sabían a quién se
refería.

 Tienes que tranquilizarte. –Dijo Logan lo más sereno posible.

Dean apretó los dientes.

 ¿Dónde está?
 Estás cansado. –Intervino Sebastian –. Llevas mucho tiempo sin alimentarte. Lo
necesitas. Tienes todo el tiempo del mundo para hablar con ella.
 ¿Hablar? –Dean sonrió pero su semblante se tornó serio al instante – ¿Acaso
habló conmigo cuando me clavó la estaca? ¿Estabas tú allí para saber lo que
pasó? No tienes ningún derecho a pedirme nada porque lo perdiste en el
momento en el que te largaste. No tienes ningún derecho a defenderla porque lo
que me hizo no tiene nombre. No tienes ningún derecho a defenderla porque fui
yo el que siempre estuvo allí al pendiente de lo que necesitaba, y no tienes
ningún derecho a defenderla ¡porque me traicionó clavándome una estaca y

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haciéndome perder no sé cuánto tiempo de mi vida! ¿¡DÓNDE ESTÁ!? –Se
puso en pie pese a su debilidad y se puso a buscarla como loco por la parte baja
de la casa.

Logan y Sebastian lo imitaron y trataron de tranquilizarle pero él no se dejó. Estaba tan


enfadado que ni el cansancio ni la sed de sangre podían detenerlo.

 ¡Dean! –Escuchó tras de sí. Volvió la cabeza en dirección a la voz y la vio al pie
de las escaleras –. Aquí estoy.
 ¡Tú! –Gritó dirigiéndose hacia ella.

Logan la protegió con su cuerpo evitando que él la alcanzase.

 ¡Suéltame! –Le gritó a Sebastian cuando este intentó detenerlo – ¡Suéltame,


traidor! Sois todos unos traidores. Tú por abandonarnos, la otra por clavarme
una estaca y tú –señaló a Logan –, por ponerte de su parte. ¿No se suponía que
también estabas enfadado por lo que nos hizo? ¿Cuándo has decidido
perdonarle?
 Somos hermanos, Dean. Te guste o no. Por nuestras venas corre la misma
sangre. –Dijo Logan tratando de defenderse.
 ¿Hermanos? ¿Hermanos que se abandonan unos a otros? ¿Hermanos que se
clavan una estaca? ¿Hermanos que se traicionan? ¿Cuáles hermanos, Logan?
¡¿Cuáles hermanos?!
 ¡Basta! –Exclamó Katherine poniéndose en medio de Logan y de Dean –.
Lamento haberte clavado una estaca pero ¿es que acaso os imagináis por todo lo
que pasé? –Las lágrimas se dieron paso sobre sus mejillas –. Me sentí
acongojada, abandonada, olvidada. Perdí el control sobre mí misma. Mataba por
puro placer hasta el extremo de provocar una masacre. Entonces, os odié. Os
odié y me odié por odiaros. ¡Me dejasteis sola! ¡Me abandonasteis! –Los tres la
miraban en silencio incapaces de decir nada –. Pero en cierto modo os lo
agradezco porque gracias a eso me hice fuerte y dejé de lado la dependencia
“Van Hood”. Esa maldita hermandad que se desmoronó por culpa de uno. –
Clavó la mirada en Sebastian –. Por todo ello, me juré acabar con cada uno de
vosotros. No podía mataros por esa estúpida inmortalidad que por momentos
deseo no poseer. Pero me prometí dormiros el tiempo necesario hasta que se me
haya pasado el enfado. –Recorrió a cada uno de los presentes con la mirada –.
Esta es mi historia. Ahora que la sabes Dean… Ahora que la sabéis, podéis hacer
conmigo lo que queráis porque ya no soy la chica estúpida del pasado que
necesitaba de la protección de sus hermanos.

Se produjo un incómodo silencio en la sala. Sentían que no se conocían. Eran como un


par de desconocidos unidos por el destino, que después de tanto tiempo conviviendo,
finalmente habían decidido sincerarse entre ellos. Era increíble el odio que se
profesaban en ese momento, hermanos que en el pasado habían sido inseparables. Ese
sentimiento había ido ganando peso con el paso del tiempo como un virus que se
apodera de tu cuerpo hasta tal punto de ser incurable.

73
Los días siguientes pasaron demasiado rápido para darse uno cuenta. Las cosas seguían
su curso. Nada nuevo que comentar. El moretón había desaparecido de la cara de Bella
y eso ya era asunto olvidado. Afortunadamente, no se había vuelto a encontrar con
Tayler tras el incidente, lo que le ayudó a darle la vuelta a esa página de la historia.

El bar estaba abarrotado como siempre. Tina le sonrió desde su posición cuando la vio
entrar porque estaba ocupada con un par de clientes. Bella entró al cuarto de las
camareras y se puso rápidamente el delantal para ocuparse de sus quehaceres.

 Hola, preciosa. –Escuchó tras de sí cuando salió del cuarto.

Sintió como se le tensaba el cuerpo de inmediato. Pese a haberle perdonado, todavía no


había superado del todo la forma en la que Zac se había portado con ella. Se volvió
sobre sus pies y se puso frente a él.

 Zac. –Dijo intentando sonar amable pero no le funcionó.


 ¿Te pillo en un mal momento?
 No exactamente pero se supone que tenemos que estar trabajando.
 Te noto muy rara y distante conmigo desde nuestro encuentro.

Bella clavó fijamente su mirada en la de él segundos antes de darle la espalda.

 Bella. –La agarró con fijeza haciéndole daño en el brazo – ¿Sigues molesta
conmigo?
 ¿Qué crees que estás haciendo? Suéltame, me haces daño.
 Responde. –Dijo con cierta dureza.

Ella se zafó de su agarre

 No sé qué diablos pasa contigo pero para ya. Intenta controlarte.

Le dio la espalda y se marchó. Zac apretó los puños intentando contener la rabia, pero
no se había dado cuenta que portaba un cuchillo hasta que sintió cómo este se le clavaba
en la carne. Observó cómo el líquido viscoso de la sangre se acumulaba sobre la palma
de su mano hasta que su mente decidió reaccionar obligándole ir al baño para limpiarse.

 Bella, tienes un cliente en la mesa siete. –Le informó Kristal, una chica pelirroja
con la cara llena de pecas.
 Ahora lo atiendo.

Kristal se alejó con un vaso de cerveza mientras Bella cogía su libreta sobre la barra.
Antes de que ella pudiera abandonar el lugar, sintió que Zac le agarraba nuevamente del
brazo.

 Tú y yo no hemos acabado. –Susurró a su oído y la soltó de inmediato


dirigiéndose a la cocina.

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Bella lo siguió con la mirada mientras se alejaba. Había comenzado a sentir miedo por
él pero no estaba dispuesta a hacerle ver que estaba consiguiendo lo que buscaba.
Caminó hasta la mesa siete y descubrió que el cliente se trataba de Logan, que como
siempre tenía la mirada gacha hacia la mesa pensando en dios sabe qué.

 Hola otra vez. –Saludó Bella ofreciéndole la mejor de sus sonrisas.

Logan alzó la vista un par de segundos pero volvió a bajarla hacia la mesa. Bella enarcó
una ceja algo confusa. Tal vez no esperaba que su reencuentro tras lo que pasó, fuese
así.

 Lo de siempre. –Dijo sin esperar a que ella le preguntase por lo que iba a tomar.
 ¿Lo de siempre? ¿Estás seguro?

Él volvió a levantar la cabeza y frunció el ceño mostrándose confuso ante la pregunta.

 ¿Por qué me miras así? Te lo pregunto porque pensé que te apetecía otra cosa ya
que cambias de actitud y tal vez de gustos constantemente.

Él no dijo nada. Bella puso los ojos en blanco y fue a por el ron con hielo.

 Su ron, caballero. –Dijo con sarcasmo depositando el vaso de mala manera sobre
la mesa —. Pensé que eras diferente. —Dijo dándole la espalda
 ¿Por qué? –Preguntó tomándole la mano por sorpresa y haciéndole volver la
mirada hacia él–. Todas las personas somos diferentes. –Dijo apartando la mano
–. Tal vez nos parezcamos en el aspecto unos a otros pero somos tan diferentes
como el agua y el aceite. Por supuesto que soy diferente. Tú eres diferente. ¿Por
qué intentar comparar nuestra manera de proceder cuando nuestra forma de
pensar y de actuar se difiere a la del resto?

Bella abrió la boca un par de veces pero no encontraba las palabras adecuadas para
responder a esa pregunta. Quizá él la hubiese planteado para quedar suspendida en el
aire. Logan había vuelto a concentrar su atención en el vaso de ron, por lo que le dio la
espalda y se marchó.

La noche había caído sobre Hallshire. Las estrellas iluminaban el firmamento y las
farolas de la calle ya estaban prendidas. El silencio en la mansión Van Hood era
inminente. Las luces estaban apagadas y la fachada era propia de una película de terror
ante la afonía y la falta de luminosidad. Logan se tropezó con Dean y Sebastian al pie de
las escaleras cuando entró a la casa. El aspecto del último había cambiado bastante con
el paso de los días.

 ¿Sucede algo? –Preguntó al ver la cara de ambos.


 Vuestra hermanita reclama nuestra presencia. –Informó Dean adelantándose
hacia la cocina.

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Sebastian y Logan cruzaron una mirada rápida segundos antes de ir tras Dean.

La cocina parecía un santuario adornada con la sola luz de las velas, dándole un aire
más tétrico digno de un funeral. La mesa estaba cubierta por un mantel oscuro y sobre
ella se encontraban un montón de comida dispuestas en bandejas. Katherine había
ocupado la silla principal que le permitía ver todo aquello que rodeaba la mesa. Desde
esa posición, observaba a las tres siluetas que acababan de realizar su aparición en la
estancia, con una copa de vino y las piernas entrecruzadas bajo la mesa. Todo su
estilismo era rojo. Desde los labios cubiertos por un pintalabios rojo pasión, hasta sus
tacones, pasando por un vestido estrecho igualmente rojo que le marcaba todas las
facciones.

 ¿Qué es todo esto? –Inquirió Sebastian.

Katherine sonrió antes de responder a cualquier pregunta.

 ¿Por qué primero no tomáis asiento y disfrutáis de estas delicias?

Los tres la miraron indecisos pero no se hicieron esperar y ocuparon asientos separados.

Katherine se puso en pie con la botella de vino y pasó al lado de cada uno sirviéndoles
el líquido.

 Un Château Latour. –Dijo al servir el último vaso –. Una delicia.

Dean miró a Sebastian, él a Logan y este último dirigió la mirada hacia Katherine.

 Brindemos. –Propuso alzando la copa –. Tranquilos que no soy tan perversa para
envenenaros. –Dijo al observar que ninguno cogía el vaso para seguirle el juego
–. Todo lo que hay aquí está limpio. Además deberías sentiros afortunados de
ser inmortales.

Cada uno alcanzó su vaso, lo alzó en dirección a ella y le dieron un trago,


devolviéndolos después a la mesa. Katherine posó la mirada en cada uno de sus
hermanos, que seguían sin comprender lo que pasaba.

 ¿Por qué no paras de jugar con nuestras mentes y vas directa al grano? –
Preguntó Dean harto de la situación.
 Ay, Dean. Tan aguafiestas como siempre. Pero tienes razón. Basta ya de tantos
rodeos, ¿verdad? –Dijo arqueando las cejas dispuesta a decir lo que ellos querían
escuchar –. Puesto que el odio entre nosotros es más que evidente y tras nuestras
pequeñas confesiones, queda claro que ninguno ya no se fía ni de su propia
sombra. Por todo ello, he decidido preparar este pequeño festín, junto con
Elisabeth —que por cierto, es una magnífica cocinera—, para darle inicio a una
convivencia infernal. El futuro es incierto, hermanos. ¿Quién sabe? Quizás esta
noche decidamos matarnos entre nosotros.
 Cierto. –Afirmó Sebastian poniéndose en pie – ¿Me preguntó quién será el
culpable de este comportamiento? –Fijó su mirada en la Katherine, quien apretó

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los dientes conociendo la respuesta –. Aquí todos me culpáis de vuestras
desgracias. De convertiros en lo que os habéis convertido. –Realizó una pequeña
pausa –. Tienes razón Katherine. Tal vez necesitamos esta cena para dejar las
cosas claras.

Ella le ofreció una sonrisa forzada mientras le daba otro trago a su vaso. Sebastian
comenzó a dar vueltas de un lado a otro como buscando las palabras adecuadas para
comenzar.

 Tú me culpas de haberos abandonado. –Apuntó a Logan –. Tú lo mismo –Señaló


a Dean –. Y tú. ¿De qué me culpas tú? –Se dirigió a Katherine –. Ah sí, de
haberte empujado al abismo. Todos me culpáis de algo. Todos me juzgáis y me
apuntáis con el dedo apoderándoos hasta del aire que respiro. Todos pensáis en
vosotros pero ¿quién piensa en mí? ¿Quién pensó en mí en ese momento?
¿Alguna vez os habéis preguntado el por qué desparecí? No, ¿verdad? –Apoyó
los puños a la mesa –. Pues abran bien los oídos, porque esta noche… sabréis la
verdad.

Ocupó una silla frente a ellos y se dispuso a relatar las razones que lo llevaron a
desaparecer durante tanto tiempo.

“La semana que íbamos a abandonar Hallshire rumbo a cualquier parte porque la
gente ya se había dado cuenta de nuestra existencia y cada vez más estábamos siendo
cazados por los cazadores de vampiros, hice un trato con Arabella, una de las brujas
más poderosas de entonces. Desde el momento en el que nos convertimos en lo que
somos, comenzamos a sufrir. Comenzamos a cometer el pecado más cruel de la
existencia del ser humano. Matar para alimentarnos. Recuerdo perfectamente que
odiábamos lo que hacíamos desde el primer momento en que lo hicimos, pero era
imposible parar porque era nuestro único sustento. Entonces pensé que había una
manera de acabar con todo. Volver a ser normales. Mortales. Sentir en carne propia la
sensación de envejecer. De morir. Arabella me prometió que podía hacerlo. Una noche
antes de nuestro encuentro, tuvo lugar la masacre contra los vampiros llevado a cabo
por brujas y cazadores. En ese incidente, asesinaron al que era su amante. Un vampiro
con el que pensaba huir para dejar atrás la comunidad de brujas y comenzar una nueva
vida. Ella quiso salvar a su amado enfrentándose a su hermandad pero una sola bruja
no puede con cientos. Se la llevaron y realizaron todos los rituales preparándola así
para ser enterrada al día siguiente. Sin embargo, yo me robé su cuerpo. La noche
anterior a la masacre, ella me avisó de que iba a suceder y realizó un hechizó de
protección para ella y para su amante, pero lo que no sabía era que la sangre que
estaba utilizando para el ritual era la nuestra y no la de él. La traicioné por vosotros.
Para conseguir que dejaseis de sufrir lo que conlleva ser lo que somos. –Hizo una
pequeña pausa y prosiguió –. Me llevé su cuerpo lejos de Hallshire y esperé a que se
recuperase para que cumpliese con lo que acordamos. Tardó una semana en
despertarse y cuando lo hizo, supo que la había traicionado. Por lo que no cumplió con
el trato y me castigó de la peor manera posible. Me borró la memoria y me confinó en
un centro en el que se encargaron de encerrarme a cal y canto y proporcionarme los

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peores maltratos posibles, pero siempre manteniéndome vivo. Años después, un tal
Lizard visitó el centro y me salvó la vida pero por órdenes de Arabella. Por ese motivo,
me vi obligado a trabajar bajo sus órdenes y poco a poco fui recobrando la memoria
con pequeñas visiones sobre vosotros. Finalmente, conseguí jugársela y regresé.

La estancia parecía un cementerio cuando Sebastian puso punto final a su historia. No


se atrevían a decir nada porque no encontraban las palabras adecuadas. Hasta el
momento, lo habían juzgado sin más anteponiendo primero su sufrimiento, pero podían
alegar para su defensa que no conocían su historia. Sin embargo, es más fácil juzgar a
uno sin conocer sus secretos ni las razones que lo llevan a actuar de una manera u otra.

Sebastian se acercó a Katherine y se detuvo frente a ella.

 Pese a tu odio hacia nosotros, en especial hacia mí… te sigo queriendo igual,
hermana. –Depositó un beso sobre su frente y se dirigió hacia la salida.

Katherine cerró los ojos y una lágrima se deslizó por su mejilla.

Logan también se puso en pie y se dirigió hacia ella.

 No soy quién para juzgarte. Pero nunca olvides que siempre te querré. –Depositó
un beso sobre su frente y fue tras Sebastian

Katherine se dejó caer rendida sobre una silla y en el intento de dejar el vaso de vino
sobre la mesa, lo tiró al suelo accidentalmente, rompiéndose este en mil pedazos. Dean
se puso en pie, caminó hacia ella y ocupó una silla a su lado. Tendió la mano sobre la
mesa en dirección hacia ella. Katherine lo miró primero a los ojos y luego deslizó la
mirada hacia la mano, la cual unió con la suya. Ahora más que nunca necesitaban estar
unidos y el hecho de perdonarse suponía un gran paso.

Sebastian volvió la mirada hacia Logan que se había detenido a su lado. Ambos
guardaron silencio y fijaron la vista al frente, con las manos metidas en los bolsillos.

 ¿Vienes a comparecerte de mí o a seguir juzgándome? Créeme, no necesito ni lo


uno ni lo otro. –Dijo dándole un trago a la petaca que tenía en la mano.

Logan apretó los dientes.

 Vengo a disculparme, que es distinto.

Sebastian sonrió desganado.

 ¿Debería sentirme afortunado? Logan Van Hood disculpándose. Eso es nuevo.


 ¿Sigo arrastrándome o ha sido suficiente a la primera?

Sebastian guardó silencio durante un instante.

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 Si vas disculpas, hazlo bien. –Dijo con la mirada todavía al frente –. Un poco de
súplica no me vendría mal. Me has tratado como un traidor y un desalmado, así
que, adelante. –Le miró de reojo y sonrió.

Logan negó con la cabeza. Sabía que estaba disfrutando con la situación.

 De acuerdo. Lo…
 No. Déjalo. –Soltó haciéndole detenerse.
 ¿Lo hago o no lo hago?
 No. Quedas perdonado. Aunque espera. Arrástrate un poco más. Mejor. De
rodillas.
 Sebastian…
 En serio, déjalo. –Dijo sin poder contener la risa.

Logan le dio un suave empujón que solo lo desplazó dos pasos de donde estaba. Se
rieron con ganas y se sintieron a gusto. Se notaba que los dos echaban de menos estar
así y no se molestaron por esconderlo. Minutos después, volvieron a clavar la mirada al
frente y guardaron silencio, pero esta vez se notaba que era distinto. Sebastian le ofreció
la petaca y él lo aceptó dándole un trago.

 Lo siento. –Susurró Logan desde lo más profundo de su corazón.

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Capítulo 9
Corría con desesperación volviendo la vista atrás de vez en cuando. Los pasos se
aproximaban cada vez más hacia ella. Sentía que ya no podía. Era demasiado la carga
que tría consigo. A medida que corría apartaba las ramas que le impedían la visión hacia
donde iba. Se detuvo en seco cuando vislumbró varias luces a lo lejos. Volvió la vista
atrás y entrevió las antorchas cada vez más cerca. Tomó aire y corrió con desesperación
hacia las luces descubriendo así un pequeño pueblo. Era de noche, por lo que las puertas
estaban cerradas. Bajó la mirada hacia sus brazos y observó con gran dolor y tristeza al
bebé envuelto en un par de sábanas. Sabía que la idea que se le estaba pasando por la
cabeza era tanto descabellada como realista. No podía seguir con él. No podía permitir
que también lo matasen. Podían acabar con su vida pero no iba a permitir que se la
quitasen a aquel ser inocente cuyo único pecado había sido venir al mundo. Corrió
durante un par de minutos más hasta que se detuvo frente a una casa. Subió las escaleras
y se detuvo en el porche. Se agachó y observó durante un par de segundos más al bebé.
Una lágrima se deslizó sobre su mejilla y cayó sobre la del bebé, que dormía
plácidamente ajeno a lo que ocurría. Depositó un último beso sobre su frente antes de
dejarlo frente a la puerta de aquel hogar –en el que presentía que sería feliz –y correr
hacia su destino.

Las clases habían llegado a su fin aquel día. Las chicas se reunieron en la cafetería de la
universidad para tomar algo antes de marcharse. El día era caluroso, por lo que la
mayoría iba en mangas cortas y con alguna que otra botella de agua en la mano. Tayler
entró al establecimiento y su mirada se topó automáticamente con la de Bella, que la
apartó enseguida. Este decidió marcharse impidiendo una situación incómoda. Esa era
la primera que se topaban de nuevo desde lo que había ocurrido en la fiesta. Al parecer,
él también estaba evitando cualquier encuentro con ella porque se sentía avergonzado
con lo que había pasado y no sabía cómo disculparse.

 Nos vemos. –Dijo Bella despidiéndose.

Carlie y Melanie levantaron la mano a modo de despedida antes de que el coche de la


primera desapareciera por la carretera.

 Ya estoy en casa. –Anunció depositando las llaves en la pequeña cesta de la


mesa del recibidor.

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 En la cocina. –Informó Camill.
 ¿Para quién son tantas flores? –Preguntó Bella asombrada al ver tantos arreglos
florales dispuestos tanto sobre la mesa como en el suelo.
 Eso mismo queremos saber nosotras. –Dijo Gwen desde el otro extremo de la
cocina.
 ¿No traen tarjeta?
 No. –Respondió Camill –. Hemos revisado todos los ramos pero nada.
 ¿Un admirador secreto? –Preguntó Gwen con curiosidad.

Bella y Camill intercambiaron miradas de confusión.

 Tendremos que multiplicarnos por cincuenta para atender a toda esta clientela. –
Comentó Kristal dejando la bandeja sobre la mesa y ocupando uno de los
taburetes de la barra.
 Por cincuenta, te quedas corta. –Dijo Tina haciéndole compañía.
 ¿No os parece que estáis exagerando? –inquirió Dawn, la chica que trabajaba en
la barra.
 ¿Me cambias el puesto y a ver qué tal? –Intervino Kristal mostrando signos de
enfado.
 Chicas, tranquilas. –Dijo Bella entrando tras la barra y sacando tres botellas de
agua, las cuales repartió entre las tres –. La temperatura nos está haciendo entrar
en calor.
 ¿Necesitas un poco de aire fresco? –Preguntó Zac entrando en la conversación.

Bella le dirigió una simple mirada pero no dijo nada.

 La señora de acero debería contratar más empleados. –Dijo Tina poniéndose en


pie.
 ¿Todavía sigues con ese mote? –Dawn se rio con ganas contagiando al resto.
 Y allí se quedará. Venga, a currar. –Tina agarró su blog de notas cuando un
cliente gritó desde el fondo reclamando la presencia de una camarera.
 Eh, Bella. –Ella se detuvo a escuchar lo que tenía que decirle – ¿Tienes planes
esta noche?
 Sí, Zac. Quedarme en casa durmiendo.
 ¿Y si volvemos a intentar lo de la última vez?

Ella se rascó la cabeza y colocó un mechón de pelo rebelde tras la oreja.

 Mira, creo que lo mejor es que no volvamos a intentar nada. Yo quiero… que
vuelva el Zac de antes. –Le dio la espalda y se retiró a atender a sus clientes.

El bar cerró a las diez como de costumbre y los empleados comenzaron a marcharse.

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 Lo siento Bella. Lu se ha muerto. –Le informó Tina mientras caminaban por la
acera –Después de diez años juntas, esa chatarra ha decidido dejar de funcionar.

Lu era en nombre con el que Tina había bautizado a su Dodge.

 No la culpo. Ha aguantado demasiado.

Esta asintió con la cabeza deteniéndose en el lugar donde se separaban.

 Te veo mañana. Y cuídate.


 Descuida.

Bella emprendió a caminar de nuevo guiada por la luz de las farolas cuando observó
cómo Logan abandonaba la frutería con un par de plásticos en la mano. Apresuró el
paso para alcanzarlo y simular un encuentro casual.

 ¿La cena? –Preguntó colocándose a su lado y llamando inmediatamente su


atención.

Logan le dirigió una mirada rápida pero volvió a clavar la vista la frente.

 Comienzan a ser muy frecuentes estos encuentros. Comenzaré a pensar que me


vigilas.
 No todo gira en torno a ti. –Dijo ella colocándose frente a él y caminando de
espaldas – ¿Siempre eres así o es solo conmigo?

Él la miró pero no respondió.

 Voy a acabar pensando que eres misógino. –Volvió a colocarse a su lado.

Esta vez fue él quien se detuvo y se volvió hacia ella.

 ¿Tú siempre tienes algo que decir? ¿No puedes caminar en silencio?
 Perdona, rey del mutismo. –Frunció el ceño y cruzó los brazos– ¿Por qué tengo
la sensación de que te molesta mi presencia? ¿Puedo saber qué pasa contigo?
 No hay nada que saber. Confórmate con eso.
 Eres una persona increíblemente extraña. Puedes llegar a ser tan frío como el
hielo pero así como te muestras frío, cambias rápidamente de actitud, y pasas a
ser la persona más amable, comprensible y protectora que jamás he conocido en
mi vida. –Lo miró fijamente a los ojos tratando de descifrar lo que se le estaba
pasando por la cabeza – ¿Por qué… por qué eres tan difícil de comprender?

Él guardó silencio y le retuvo la mirada. Pese a sus cambios drásticos de humor, Bella
no comprendía por qué le atraía tanto un ser como aquel. Su forma de ser y de
comportarse llamaba tanto su atención que era imposible parar de romperse la cabeza
tratando de entender por qué actuaba de esa manera. Se había dado cuenta de que él
trataba de apartarla pero lo que conseguía era todo lo contrario.

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Él dio dos pasos hacia adelante y ocupó todo el espacio que había entre ambos. Bella
sintió cómo se le aceleraba el pulso cuando bajó su cabeza hasta la altura de su oído,
embriagándola con todo su aroma.

 Tal vez, porque realmente sí lo sea. –Susurró a su oído y levantó la cabeza


devolviéndole todo el aire que había contenido al tenerlo tan cerca.

Le dio la espalda y continuó con su camino. Se había alejado un par de metros, cuando
escuchó un grito ahogado, y acto seguido, silencio.

 Bella. –Pronunció casi en un susurro.

Todo lo que portaba cayó al suelo y regresó al lugar donde minutos antes había estado
con ella. Bella estaba inconsciente en el suelo y un individuo agachado a su lado. Este
intentó huir al darse cuenta de la presencia de Logan, que le alcanzó antes de llegar a
ninguna parte. El chico intentó cambiar de dirección pero se encontró con él al otro
lado.

 ¿Qué clase de ser eres tú?

Logan sonrió mostrando la dentadura y dando paso después a sus colmillos. Antes de
que el joven se diera cuenta, estos ya estaban clavados en su cuello. Sorbió la sangre de
su cuerpo arrancándole la vida con cada trago pero se detuvo a tiempo, dejándole
inconsciente en el suelo. Rebuscó en sus bolsillos y encontró su cartera. La abrió y
descubrió la identidad del individuo. Guardó la cartera en el bolsillo de su cazadora y
caminó hasta Bella y la cargó entre sus brazos.

La puerta de la mansión se abrió con un estruendoso ruido induciendo la aparición del


resto de ocupantes, que clavaron primero la mirada en el cuerpo que traía y luego en su
aspecto.

 ¿Qué ha pasado y quién es ella? –Preguntó Katherine.


 Bella. –Respondió inconscientemente Sebastian.
 ¿La conoces? –Inquirió Logan sorprendido.
 Creo que este no es momento de preguntas. –Intervino Dean acercándose a
Logan –. Necesita ayuda.
 Llamen a un médico. –Arguyó Logan subiendo las escaleras.
 Llama al médico, Katherine. –La ordenó Sebastian yendo tras Logan.
 ¿Me habéis tomado por vuestra secretaria?

Era más que obvio que nadie le hacía caso. Puso los ojos en blanco y sacó el móvil para
hacer la llamada.

Logan entró a su dormitorio y la depositó sobre la enorme cama que ocupaba la


estancia.

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 El médico está en camino. –Informó Katherine entrando al dormitorio.
 ¿No crees que deberías lavarte? –Preguntó Dean fijándose en su aspecto. Tenía
la boca, las manos y la camisa cubiertas de sangre –. No pueden verte con estas
pintas.

Logan fijó la mirada en sus manos y luego en Bella. Su corazón latía a mil por hora al
verla en ese estado. Conocía la identidad de la persona que se lo había hecho y esta vez
no lo dejaría escapar.

 ¿Os habéis fijado en que está sangrando? –Preguntó Katherine de repente.

Hasta el momento, ninguno de los tres se había dado cuenta en la herida que tenía en la
frente. Se desató su instinto vampírico dando lugar al despliegue de sus colmillos y a la
aparición de un par de venas bajo sus ojos. Observaban con detenimiento el hilo de
sangre que descendía de su frente a punto de atacar en cualquier momento, cuando una
llamada del timbre los sacó del trance.

 Despreocúpense. Está bien. –Informó el médico tras unos minutos examinando a


Bella –. Solo tiene que descansar. Mañana estará como nueva.

Después de haberle agradecido su atención, Katherine lo acompañó a la puerta.

Bella abrió lentamente los ojos con los primero rayos de sol. Sentía un ligero dolor de
cabeza a causa del golpe que había recibido la noche anterior. No había conseguido
verle la cara a la persona que lo había hecho, pero intuía de quién se trataba. Se llevó las
manos al cuello y comenzó a darse suaves majases. De repente, detuvo los movimientos
y frunció el ceño. Había caído en la cuenta de que no sabía dónde se encontraba. Bajó
lentamente las manos y comenzó a recorrer la estancia con la mirada. Le dio un vuelco
el corazón al descubrir una silueta de cabello rubio observándola desde la puerta que
conducía al balcón.

 ¡Madre mía! –Gritó a punto de caerse de la cama.


 Ya era hora de que te dieras cuenta de mi presencia. –Dijo Katherine caminando
hacia ella –. Buenos días, bella durmiente.

Bella alcanzó uno de los almohadones que había sobre la cama, a modo de defensa y se
echó para atrás. No entendía cómo había llegado hasta allí y temía que aquella chica,
estuviese en colaboración con la persona que le había dado el golpe en la cabeza.

 ¿Quién eres? ¿Dónde estoy? ¿Cómo he llegado hasta aquí? Y… y ¿qué estoy
haciendo aquí? –Soltó finalmente la batería de preguntas que no paraban de
rondarle por la cabeza.
 En primer lugar, tranquilízate. Aquí estás a salvo. No te ha secuestrado la mafia
ni nada que se le parezca. –Dijo Katherine con una sonrisa tranquilizante –. En

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segundo lugar, mi nombre es Katherine, la hermana de Sebastian y Logan, que
por cierto, fue él quien te trajo hasta aquí porque…
 Alto. –Dijo deteniéndola en seco – ¿Puedes rebobinar al momento en el que has
dicho que eres la hermana de…?
 Logan y Sebastian.

Bella abrió los ojos como platos, no creyéndose lo que acababa de escuchar. Logan y
Sebastian… ¿hermanos? ¿Podía ser más cruel el destino?

La puerta se abrió de repente y apareció Sebastian, que se mostró aliviado al verla


despierta. Katherine volvió la mirada hacia él y comprendió que debía abandonar la
estancia.

 Yo, me largo. –Arguyó poniéndose en pie –. Mucho gusto en conocerte, Bella. –


Dijo saliendo de la habitación.

Bella la siguió con la mirada sin comprender nada todavía. Tras cerrarse la puerta, clavó
nuevamente la mirada en Sebastian.

 No entiendo nada.
 Lo que importa es que estás bien. –Indicó Sebastian sentándose sobre la cama –
¿Sabes quién te ha hecho esto?

Ella negó con la cabeza, aunque en el fondo sospechaba de alguien.

Ambos se retuvieron la mirada, dando paso al silencio.

 Bella…
 Sebastian…

Pronunciaron al mismo tiempo. Realizaron una pequeña pausa y se echaron a reír.

 Tú, primero. –Dijo él cediéndole la palabra.

Bella guardó silencio durante unos instantes procesando lo que iba a hacer. Se acercó
más hacia él, dirigió la mirada hacia su mano y la alcanzó tímidamente, juntándola con
la suya.

 Lo siento.
 ¿Por qué? –Preguntó él con el ceño fruncido pero sin denotar enfado.
 Por haberme marchado de la fiesta sin avisarte y conseguir que con eso te
preocuparas. –Hizo una pequeña pausa y prosiguió –. No quiero que me odies.
 ¿Odiarte? Ese es un sentimiento muy fuerte y… no creo que llegara a sentir eso
por ti en mi vida.

Bella se perdió en sus ojos tratando de descubrir que había más allá. Se había dado que
cuenta que las últimas palabras, las había pronunciado sinceramente y que no había
ningún ápice de mentiras en ellas. Sin darse cuenta, comenzaron a acercarse lentamente,

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y cuando ya estaban a tan solo unos centímetros de sus bocas, Logan abrió
completamente la puerta –que había estado entreabierta en todo momento permitiéndole
escuchar todo lo que estaban diciendo –, devolviéndoles a la realidad.

 Veo que estás bastante bien y por lo que parece, muy bien acompañada. –
Pronunció con cierta dureza en la voz.

Bella se dignó únicamente a dirigirle una mirada y guardar silencio.

 ¿Conseguiste localizar a su tía? –Preguntó Sebastian poniéndose en pie.


 Con todo lo que pasó ayer, no. –Expresó Logan sonando igual que la primera
vez.
 ¿No qué? –Preguntó Katherine apareciendo nuevamente en la habitación.
 Oh, madre mía, Camill. –Dijo Bella levantándose de la cama y alcanzando su
bolso en el sillón que había en la estancia.

Tenía cientos de llamadas tanto de Camill como de Gwen.

 Tengo que irme a casa. –Expuso colgándose el bolso al hombro y alcanzando


sus zapatillas.
 De acuerdo. –Asintió Sebastian –. Te acompaño. –Dijeron los dos al unísono.

Katherine y Bella les dirigieron una mirada rápida y confusa. Esta última, abrió la boca
un par de veces para salvar la situación, pero no encontraba la manera de adecuada para
expresarse.

 Uh, esto se está volviendo embarazoso. –Intervino Katherine –. Así que voy
contigo, Bella.
 No sé si se han dado cuenta de que puedo ir por mi propio pie.
 No obstante, te acompaño. Necesito salir de estas cuatro paredes.

Bella asintió levemente con la cabeza. Siguió a Katherine hasta la salida y ni siquiera
alzó la vista cuando pasó junto a Logan y Sebastian.

 ¿Llevas aquí mucho tiempo? –Le preguntó Bella en el transcurso de vuelta a


casa.
 No, para serte sincera. Llegué hace unos días. Echaba de menos esto. La paz y la
tranquilidad de Hallshire y su gente.
 ¿Eso significa que has estado aquí antes?
 Sí. Pero de eso hace muchísimo tiempo… así que no me acuerdo de nada.

Bella sonrió ante su simpatía.

Observaba a Katherine y a Sebastian y no comprendía de dónde había salido Logan. Los


dos primero, eran más abiertos y simpáticos con la gente pero Logan era distinto. Era
frío. Distante. Levantaba un muro de protección contra el mundo y contra la gente,

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como si quisiese ocultar quien era realmente y evitar así que descubriesen sus
debilidades. A veces, se mostraba comprensivo y protector, pero siempre regresaba a
esa actitud fría que le caracterizaba, y por la que inexplicablemente ella se sentía
atraída.

 ¿Has dicho que echabas de menos a la gente?

Katherine asintió para sus adentros.

 Pues si conocieras a cierta gente, cambiarías de opinión.


 ¿Alguien en concreto?
 Un matrimonio. Los Roberts.

Katherine sonrió ante su respuesta.

 No los conozco pero del modo en el que hablas de ellos, deben ser insoportables.
 No has podido describirlos mejor.

Ambas se echaron a reír. Intercambiaron palabras a lo largo del trayecto hasta Katherine
aparcó frente a la casa de Bella. Tras agradecerle el haberla acompañado, entró a la casa
mientras Katherine se alejaba con el coche.

 ¿Se puede saber en dónde coño has estado? –Recibió a modo de saludo tras abrir
la puerta –. Nos has tenido preocupadas toda la noche. Te he hemos dejado un
par de mensajes y llamadas y no nos has devuelto ninguna. ¿En qué estabas
pensando cuando actuaste de esa manera? ¿Sabes por lo que hemos pasado?
 Me han dado un golpe en la cabeza. –Soltó Bella haciendo detenerse a Camill en
seco.
 ¿Que qué?
 Me han dado un golpe en la cabeza. Me he despertado en casa de Sebastian
porque uno de sus hermanos estaba allí en el momento que sucedió y él me
ayudó.
 Hay que poner una denuncia. –Propuso Gwen.
 ¿Y a quien denuncio si ni siquiera vi al que lo hizo? Además, quiero olvidarme
de eso. Lo único que quiero en este momento, es darme una ducha de agua
caliente y meterme en la cama. –Se dirigió al piso de arriba para cumplir lo que
había dicho.

Katherine aparcó el coche a unos metros y abrió la guantera. Extrajo la cartera que le
había dado Logan aquella mañana y la abrió dejando al descubierto la identidad de la
persona que había atacado a Bella la noche anterior. Levantó la vista y vio al individuo
entrando a su casa. Cerró la puerta tras bajar del coche y caminó hasta la casa.

 ¿Sí? –Zac asomó la cabeza sin abrir completamente la puerta.


 ¿Zacarías Peterson? –Preguntó Katherine con las manos en la espalda.

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 El mismo. ¿Qué se le ofrece?
 Cuánta formalidad. –Apuntó ella con un tono irónico –. Me pregunto por qué no
la tuviste anoche cuando agrediste a una amiga mía.
 ¿Nos conocemos?
 Yo acabo de tener el gusto. –Dijo enseñándole la cartera abierta que mostraba su
identidad.

Zac se apresuró a cerrar la puerta pero ella la derribó de una sola patada llevándoselo
por delante.

 ¿Te acuerdas acaso de Bella? –Preguntó desde la puerta porque no podía entrar a
una casa donde no le habían invitado.
 Juro que no quise hacerle daño. –Expresó dando un par de pasos hacia atrás –.
Solo quería hablar con ella. Lo juro. No quise hacerle daño.
 Oh, Zac. Es de muy mala educación hablar con las personas desde fuera. ¿Por
qué no me invitas a pasar y negociamos lo que va a pasar contigo desde ahora?

Ante el temor de lo que podía sucederle si no hacía lo que le pedía, la invitó a pasar.
Katherine sonrió diabólicamente entrando a la casa y despegando a Zac del suelo en
menos de un segundo.

 Eres uno de ellos. –Dijo él temblando por todas partes –. Eres una de esas cosas.
 Nos gusta llamarnos vampiros, pero no sabía que eras un chico tan inteligente.
 Dijiste que hablaríamos.
 ¿Y quién te ha dicho a ti que yo quiero hablar? –Le lanzó contra la pared –.
Nunca te fíes de uno de nosotros porque en nuestro diccionario no existe la
palabra negociar.

Katherine salió de la casa y se relamió la sangre que había alrededor de su boca. Se


cercioró de que nadie se había enterado de lo que había ocurrido y regresó al coche.
Condujo hasta la mansión, aparcó el coche frente a la casa y caminó hasta Logan que la
estaba esperando bajo uno de los árboles que rodeaban la propiedad.

 Hecho. –Informó colocándose a su lado.


 ¿Lo has matado verdad? –Preguntó volviendo la mirada hacia ella.
 No. Le he obligado a marcharse pero antes me he servido por mí misma.

Él asintió levemente con la cabeza.

Katherine dio un par de pasos hacia adelante pero se detuvo y se volvió hacia él.

 No es que me importe pero… ¿es importante para ti?


 ¿Quién?
 Logan, por favor. Sabes perfectamente de quién te estoy hablando.

Ella observó cómo se tensaba.

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 Estaba en el lugar y en el momento adecuado para evitar una desgracia. Eso es
todo. –Dijo finalmente.

Katherine negó con la cabeza y sonrió.

 Te conozco, Logan. Incluso mejor que tú mismo. Y para ser honestos, hace
tiempo que no te veo así desde lo de Carline.

Él cerró los ojos para que Katherine no viera su sufrimiento a través de ellos.

 ¿Por qué tienes que mencionarla?


 Porque sé lo que significó para ti y siento lo que…
 No te atrevas. –Impidió que terminase la frase.

Katherine soltó un suspiro.

 No deberías hacerte daño a ti mismo. Quizás no sea la mejor para dar consejos
pero…aprovéchalo porque por si no te has dado cuenta a Sebastian también…
 No es asunto mío.

Le colocó la mano sobre el hombro.

 No te engañes. ¿No crees que es hora de dejar atrás el pasado?

Le retuvo la mirada durante un momento antes de darle la espalda y alejarse en


dirección a la casa.

Logan apretó los dientes y se revolvió el cabello como si con aquella acción consiguiera
olvidarse de todo. Bella era tan pertinaz, que en ocasiones, ese comportamiento suyo le
desconcertaba. Se había acostumbrado a ser él, el frío, el distante y el obstinado, que
encontrarse con una persona que se enfrentase a él en todo momento sin tener en cuenta
las consecuencias, lo tenía desequilibrado.

El cielo se había puesto anaranjado por el atardecer y Hallshire parecía una obra arte
pintada al estilo romántico si se observaba desde arriba. El sonido del bolso al impactar
contra el suelo llamó la atención del resto de los presentes, que fijaron su mirada
primero en el equipaje y luego en Dean, quien los observaba desde la entrada de la
cocina. Logan frunció el ceño mostrando cierta confusión ante aquella situación.

 ¿Qué significa esa maleta, Dean? –Sebastian clavó los ojos en los de él.
 ¿Es que piensas marcharte? –Intervino Katherine.

Dean levantó la mano para hacerles guardar silencio.

 Ante todo, he de deciros que para mí todo está olvidado. El rencor y la rabia que
tenía acumulada se han esfumado con el viento. Pero…todavía no me siento

89
parte de esto. Necesito saber lo que quiero, y la única forma de descubrirlo es
marchándome.
 ¿Y cuándo has decidido toda esta paranoia? –Preguntó Logan todavía con el
ceño fruncido.
 Llevo días pensándolo y creo que esa es la única solución.

La afonía se apoderó de la estancia.

 ¿Adónde piensas irte? –Terció nuevamente Katherine.


 A cualquier lugar que sea lejos de aquí.

Logan asintió con la cabeza todavía procesando la información. Caminó hacia él y


colocó la mano sobre su hombro.

 Que te vaya bien en tu locura. –Dijo abandonando la estancia.

Dean lo siguió un instante con la mirada, y la volvió a clavar en Katherine y Sebastian.


Estos le observaban en silencio y aunque no dijeron nada más, sabía que estaban en
desacuerdo con su decisión pero era una sentencia que no tenía vuelta atrás. Cogió el
bolso del suelo y lo agarró con fuerza. Les dirigió una última mirada antes de dirigirse a
la salida. Apoyó la mano en la puerta y observó por última vez el interior de la mansión.
Cerró el portón y salió disparado como una bala levantando las hojas que cubrían la
carretera que conducía a aquella imperiosa construcción en la que había vivido los
momentos más felices pero también tristes de su vida.

Capítulo 10
 ¡¿Cómo?! –Carlie abrió exageradamente los ojos –. Había jurado sepultarte viva
por no contestarme a las llamadas pero no tenía ni idea de que había sido por
eso.
 ¿Tienes idea de quién ha podido atacarte? –Preguntó Melanie.
 Sí. No. No lo sé.
 ¿Cómo que no lo sabes? Es sí o no. –Dijo Carlie mostrándose confusa ante las
respuestas de Bella.

90
 No estoy segura pero mi intuición me dice que ha sido Zac.
 ¿Zacarías Peterson? ¿El rubito de ojos azules? ¿Ese… ese que trabaja en el bar
de la señora Guillian? –Bella asintió con la cabeza –. Dios, nunca me lo hubiese
imaginado. Parecía tan… ¿inofensivo? –Expresó Carlie sin todavía creerse lo
que estaba escuchando.
 Inofensivo con graves pérdidas de control.
 Con todo esto, me ha entrado el hambre. –Intervino Melanie – ¿Qué os parece
pasarnos por el Pitt’s?
 ¿Esa hamburguesería a la que íbamos de pequeñas? –Preguntó Bella
entusiasmada recordando viejos tiempos.
 El viejo Pitt ni se acordará de nosotras. –Dijo Carlie con una sonrisa.
 No es una mala idea. –Sentenció Bella levantándose del césped y colgándose el
bolso al hombro.

Las otras dos la imitaron y emprendieron a caminar hacia el aparcamiento.

 Bella, mira. –Carlie le cogió del brazo obligándola a detenerse y le susurró al


oído señalando algo con el dedo.

Esta siguió con la mirada su dedo índice y descubrió la figura de Sebastian apoyada en
su BMV.

 Lo que daría porque un galán tan guapo me esperase así a la salida de la uni. –
Habló Melanie con una sonrisa coqueta.
 Pues te quedarás a pintar cuadros porque tu galán todavía va al instituto. –Dijo
Carlie borrando de inmediato la sonrisa de la cara.
 Carlie… –Comenzó a decir Bella.
 ¡¿Qué?! ¿Te vas a quedar aquí o vas a ir a su encuentro?

Bella le dirigió una mirada a Melanie que todavía seguía seria.

 ¡Anda, vete! –Dijo ella dándole un empujoncito.

A Bella se le dibujó una sonrisa de oreja a oreja mientras caminaba hacia él.

 Hey, tú. –Fue lo primero que se le ocurrió decir cuando le tuvo de frente.
 ¿Estás mejor después de lo ocurrido? –Preguntó Sebastian colocando una mano
sobre su hombro.
 Ahora mismo estoy agotada por las clases pero se me pasará con una buena
hamburguesa. De hecho, las chicas y yo íbamos a comer algo en este preciso
momento.
 ¿Y si se convierte en una comida entre tú y yo?

Bella se quedó sin habla durante un rato.

 Me lo estoy imaginando o me estás invitando a salir.


 ¿A ti qué te parece?

91
Ella levantó el dedo índice indicándole que la esperase un momento, sin abandonar la
sonrisa, que en ese momento parecía más estúpida que nunca, y regresó junto a las
chicas.

 Me está invitando a salir. ¿Qué le digo?


 Madre mía, Bella. –Dijo Carlie poniendo los ojos en blanco –. Pareciera que
nunca has aprendido nada estando conmigo.
 ¿Eso es un sí o un no?
 ¡¿Qué estás haciendo aquí como una estúpida en la parada del bus?! –Exclamó
Carlie abriendo exageradamente los ojos –. Anda, corre y dile que sí.

Asintió con la cabeza y regresó junto a Sebastian e intentó poner la expresión más seria
que tenía.

 Con una condición. –Sebastian arqueó una ceja esperando su respuesta –. Yo


elijo el lugar.
 Lo que mande la señorita. –Hizo una reverencia con la cabeza a modo de
aprobación.

Bella se sentó en la silla del copiloto y Sebastian ocupó la del conductor. Arrancó y
salieron del aparcamiento. Quince minutos después de trayecto, distinguieron el cartel
del Pitt’s alumbrado por luces amarillas. Él aparcó a unos cuantos metros del
establecimiento y caminaron hacia él. La campanilla de entrada sonó cuando Sebastian
abrió la puerta dándole paso. La distribución interna seguía intacta pero había cambiado
el color de las paredes, que anteriormente habían sido blancas y ahora eran amarillas,
para darle más luz al interior. Las sillas de cuero rojo y las mesas de madera pintadas de
blanco, estaban dispuestas como un sillón en forma de ele en todo el establecimiento. La
barra estaba posicionada de forma que se pudiera ver todo lo que ocurría ahí dentro y al
fondo de todo se encontraba el cuarto de baño. En toda la estancia, había una pared que
se empleaba como un mural, y en ella se pegaban fotografías de todas las personas que
pasaban por el lugar y querían inmovilizar el momento. Este estaba plagado por un
montón de retratos, que apenas quedaba sitio para pegar ninguna más. Era como un
álbum de fotos más para Bella porque allí había pasado muchos de los momentos felices
de su vida, y había alguna que otra fotografía para recordarlos.

El viejo Pitt levantó la cabeza al notar la presencia de ambos, y enseguida sonrió al


reconocer a Bella. Hacía mucho tiempo que no iba por allí, pero no era motivo
suficiente como para olvidarse de su cara.

 La pequeña Findlay. –Dijo con una amplia sonrisa.


 Ahora ya no soy tan pequeña. –Alegó ella correspondiéndole con otra sonrisa.
 Para mí siempre lo serás. –Fijó la vista en Sebastian – ¿Quién es el que te
acompaña en esta ocasión?

Ella hizo las presentaciones pertinentes.

 ¿Dónde están las otras dos? ¿Cómo se llamaban?


92
 ¿Melanie y Carlie?
 Exacto. Dispensa a este pobre viejo. Ya me falla un poco la memoria.
 No se preocupe.
 Pero no se queden ahí parados y tomen asiento.

Se dirigieron a una mesa y sentaron uno frente al otro.

 No sé por qué no había venido últimamente. –Dijo Bella recorriendo la estancia


con la mirada–. Echaba en falta esto. Es un lugar especial para mí.
 ¿Qué lo hace tan especial?
 Este fue el primer lugar al que vinimos Gwen, Camill y yo cuando llegamos a
Hallshire después del suicidio de nuestro padre.
 No sabía que se había suicidado.
 Da igual. –Bella bajó la mirada –. No lo sabe nadie hasta que se lo cuento.
 Marchando dos raciones de patatas fritas, dos hamburguesas dobles y dos
refresco cola. –Dijo una camarera colocando cada cosa en su sitio y dejándoles
intimidad.
 ¿Y tu madre? –Preguntó Sebastian cada vez más intrigado por conocerla a
fondo.
 Nos abandonó. De hecho, fue la causa por la que mi padre se suicidó. –Hizo una
pequeña pausa –. Era un hombre muy sensible que se preocupaba por el
bienestar de su familia. No encajó muy bien el golpe y acabó pegándose un tiro
un mes después de que esa mujer se largara, mientras estábamos en la planta
baja de la casa.

Sebastian guardó silencio encajando cada una de las palabras que habían salido de su
boca. No había consuelo para un dolor como aquel y lo mejor era dejar que la persona
se desahogase. Alargó su mano sobre la mesa y alcanzó la de Bella. Juntó sus manos y
le dio un suave apretón mostrándose empático ante la situación.

 Basta ya de hablar de cosas tristes. –Dijo ella apartando la mano y enjugándose


las lágrimas que se habían dado paso, y mostrando la mejor de sus sonrisas –
¿Por qué no me hablas de ti? –Preguntó alcanzando el refresco cola y dándole y
sorbo.
 No creo que haya mucho que saber.
 Venga, ya. Una persona que ha viajado prácticamente por todo el mundo, ¿no
tiene que contar? Además, me lo debes. Me has sonsacado la historia de mi vida
de una sentada así que va. Cuéntame algo que no sepa sobre ti.

Sebastian se rascó el cuello dudando sobre lo que podía contar sobre él sin que ella
saliera huyendo.

 Bien. Odio las hamburguesas, las patatas fritas y la cola.

Bella abrió exageradamente los ojos y se echó a reír.

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 ¡No! Eres la primera persona a la que oigo decir eso.
 Dijiste algo que no sepas sobre mí.
 Eso amigo mío. –Cogió un par de patatas fritas y se las lanzó –, es hacer trampa.
Además, creo que no es verdad.

Tras una larga tarde hablando, abandonaron el establecimiento, pero antes se hicieron
una foto y la pegaron al mural para memorar para siempre ese momento. Sebastian
aparcó frente a su casa y se bajó para acompañarla hasta el porche. Bella se fijó en que
Camill no se encontraba en casa porque no vio su coche por ningún lado.

 Gracias por una tarde tan agradable.


 Por muchas más así.
 ¿Es esa otra invitación? –Sebastian prefirió no responder, por lo que ella dedujo
que su silencio significaba que sí – ¿Por… por qué… por qué me estás mirando
de esa manera? –Preguntó nerviosa al fijarse que él no le quitaba la vista de
encima.
 No lo sé. –Dijo él apartando momentáneamente la mirada –. Supongo que eres
diferente a todas las personas que he conocido. –Dio un paso hacia adelante y
ocupó todo el espacio que los separaba –. Eres como un imán, ¿sabes? Atraes a
todo lo que hay a tu alrededor.

Bella guardó silencio y le retuvo la mirada.

 No sé qué decir. –Dijo casi en un susurro.


 Simplemente no digas nada.

En ese instante sobraban las palabras. Valían más las miradas, los gestos y la expresión
corporal ante el cúmulo de sensaciones que se estaba formando a su alrededor.
Sebastian comenzó a bajar lentamente la cabeza hacia ella, deteniéndose por segundos
para cerciorarse de que ella aprobaba lo que estaba a punto de pasar. Bella cerró los ojos
y separó instintivamente los labios a la espera de que él los juntase con los suyos, que
no se hicieron esperar por más tiempo. Ella le colocó las manos sobre la espalda y
comenzó a ascender hasta que las posicionó sobre su cuello incitándole a profundizar
más el beso, que pasó de ser un simple beso a uno cargado de fogosidad.

 ¡Eres una torpe! –Gritó la señora Guillian a Dawn –. Nunca haces nada bien.

Se interrumpió toda actividad. Las camareras se detuvieron y el bar entero guardó


silencio para prestar atención a lo que estaba pasando.

 Lo siento señora Guillian. Le garantizo que no volverá a pasar.


 Claro que no volverá a pasar porque estás ¡DESPEDIDA! –Le espetó en la cara.
 Por favor no me despida. Necesito este trabajo para poder alimentar a mis hijos.
–Dijo Dawn entre lágrimas.
 Esto no puede seguir así. –Le susurró Bella a Tina.

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 Bella, no intervengas. Os acabará echando a las dos.
 Que haga lo que le venga en gana pero esto tiene que acabar.
 Bellaaa… –Llamó Tina casi suplicando.
 Que los mantengan sus padres. Eso lo tienes merecido por acostarte con el
primero que te dice te quiero, incluso sin sentirlo. Y ¿para qué? Para dejarte
preñada y luego largarse con otra más sexy a la que sí valore y no se abra tan
fácilmente de piernas como tú.
 Oiga, esa no es forma de tratar a las personas. –Dijo Bella llamando
inmediatamente su atención.

La señora Guillian se volvió hacia ella y puso los brazos en jarras.

 ¿Quién te crees que eres tú para dirigirte a mí de esa manera?


 ¿Y quién se cree que es usted para hablarle de ese modo? Es usted una
amargada, una desagradecida y una sin escrúpulos que solo piensa en el dinero
que se embolsa mientras les paga a sus empleados una miseria.
 Señorita… –Comenzó a decir la señora Guillian.
 Agradecida debería estar de tener a personas que aguanten sus desfachateces
pero eso no implica que no debería cambiar. Porque créame que como siga así,
lo va a perder todo. Este negocio, los poquitos amigos que aún le quedan y la
casa donde vive.

Esta tenía los ojos tan abiertos, que parecía que iban a salírsele de las órbitas.

 ¡Estáis las dos despedidas! –Gritó muy alterada –. Despedidas las dos. Os quiero
fuera en cinco minutos. Cinco minutos. –Sentenció y se marchó a su despacho.

Tina se le acercó con el ceño fruncido y echando humo por las orejas.

 Te dije que no te metieras.


 No podía permitir que la siguiese hablando así.
 Y eso te ha costado el trabajo. ¿Es que alguna vez le haces caso a alguien?
 Bueno, ya. Lo hecho, hecho está. –Bella se encogió de hombros y se dirigió al
cuarto de camareras a recoger sus pertenencias.

Dawn estaba de espaldas cuando ella abrió la puerta.

 Bella. –Dijo casi en un susurro y algo avergonzada –. Agradezco lo que has


hecho por mí allí fuera, pero te han despedido por mi culpa.
 Despreocúpate. Iban acabar despidiéndome tarde o temprano.
 Gracias por defenderme. Nunca nadie lo había hecho por mí.

Bella se acercó a ella y la abrazó. Dawn sonrió tristemente. Era dos años mayor que
Bella y tenía dos hijos. No pudo acabar sus estudios por motivos económicos y tuvo que
empezar a trabajar a temprana edad para aportar su granito de arena a la casa donde
vivía.

95
Tomaron caminos distintos cuando abandonaron el establecimiento. Bella consultó la
hora de su reloj, que marcaba las nueve de la tarde y emprendió a caminar sin rumbo
hasta que sus pies se detuvieron en el parque. Se dejó caer en uno de los bancos y cerró
los ojos, dejando que la suave brisa le refrescara la cara.

 ¿Una mala tarde? –Preguntó una voz femenina, que reconoció de inmediato.

Bella abrió los ojos y clavo la mirada en Katherine, que estaba de pie delante de ella.

 Me han echado del curro y me desahogado con mi empleadora. No lo


consideraría tan mala tarde. ¿Y qué tal la tuya?

Katherine se sentó a su lado.

 Un tanto complicada. Me siento un poco ausente con todo lo que ha pasado estos
últimos días.
 ¿Y qué es lo que ha pasado si puede saberse?
 Dean se ha marchado.

Bella se mostró confundida.

 Qué estúpida. No llegaste a conocerlo. –Dijo Katherine al ver la expresión de su


cara –. Era el tercero de mis hermanos, y desde que se marchó me siento
inexplicablemente vacía. Podría decir que era con el que mejor me llevaba pese
a nuestras pequeñas diferencias.
 Quisiera decirte que sé lo que se siente pero estaría mintiendo. –Las dos
sonrieron ante su comentario –. En todo caso, lo siento.
 Nah, da igual. Yo siempre supero cualquier obstáculo que se me ponga de frente.
 Eso es envidiable.
 Supongo.

Guardaron silencio durante un instante con la vista clavada al frente, hasta que
Katherine lo rompió.

 ¿Y si vamos a algún club? Me apetece atiborrarme de alcohol.


 ¿Por qué no? No hay nada que perder. –Dijo Bella encontrando atractiva la idea.
 Esooo. –Katherine levantó las manos para festejarlo.
 ¿Te importa que invite a unas cuantas más?
 Tú invita a quien quieras. Cuantas más mejor.

Tras realizar las llamadas y que le dijeran que sí, esperaron un par de minutos a que
Carlie y Melanie pasaran a por ellas. Condujeron hasta un club nocturno llamado
“Darkness”, que se encontraba en las inmediaciones de Hallshire y Greenforest. Había
una extensa caravana de coches aparcados y una fila larga de personas que estaban
esperando entrar, y otras que simplemente estaban disfrutando del aire libre con un par
de botellas de cerveza en la mano y cigarrillos. El edificio era de tres plantas y tenía un
color plateado. Además de las cámaras de vigilancia que la rodeaban, la entrada estaba

96
custodiada por dos hombres cuyo simple aspecto ya daba miedo. El interior estaba tan
abarrotado como el exterior. A simple vista, se observaba que era un prestigioso club a
la acudían diversas personalidades. El establecimiento apestaba a alcohol, tabaco y
sudor, pero la decoración interna era espectacular. La pista de baile era amplia y los
reservados estaban muy bien acomodados. Las chicas subieron a la segunda planta y se
sentaron en la barra. Katherine levantó la mano llamando la atención de un joven
barman de ojos castaños.

 Buenas noches y bienvenidas al Darkness. ¿Qué les ofrezco para tomar?


 Eres un chico muy educado. Quizás acabemos tú y yo en alguna parte esta
noche.

El joven sonrió de manera coqueta.

 Para un Whisky sobre las rocas. –Dijo finalmente.


 Que sean dos. –Habló Carlie.
 Tres. –Indicó Melanie.
 Un coctel, por favor. –Pidió Bella.

Esperaron un par de minutos a que él preparase lo que habían pedido.

 Había oído hablar del Darkness pero nunca había venido. –Comentó Carlie
dándole un trago a su Whisky –. Es mucho más impresionante de lo que decían.
 Tayler siempre venía con sus amigos. –Comentó Bella –. Supongo que ahora sé
lo que sentía.
 La última vez que estuve aquí, todavía no se había construido. –Dijo Katherine
uniéndose a la conversación.
 Es un buen lugar para olvidarte de los problemas. –Intervino Melanie.

Katherine se acabó su vaso de Whisky y llamó nuevamente al joven que las había
atendido antes.

 Eh, tú. –Alzó la voz debido a que la música estaba alta –. Otra. –Le tendió el
vaso –. Espera –él se detuvo –. Que sea una botella entera.

El ambiente estaba muy animado. La mezcla de las luces, la música y los gritos de los
que se sacudían como gusanos en la pista, le daban vida al local.

 No sabía que Sebastian tuviese una hermana pequeña. –Dijo Carlie dirigiéndose
a Katherine.
 Digamos que compartimos el mismo techo pero vivimos en distintas galaxias
¿comprendes? Yo a lo mío y él a lo suyo.
 ¿Empatizando? A veces los hermanos pueden llegar a ser jodidamente
insoportables.
 ¿Tienes mucha experiencia?
 Oh, sí.

97
Pidieron una ronda tras otra.

 Vamos a bailar. –Melanie tiró de Bella hasta la pista y se volvió hacia las otras
dos – ¿Venís o qué?

Arrastraron a Katherine con ellas ya que no hubo necesidad de obligar a Carlie.


Buscaron un hueco entre la gente y se dejaron llevar por la música, gritando con cada
cambio de melodía, saltando y sacudiéndose como si no fuesen a tener agujetas ni
dolores de cabeza. En medio del baile, un individuo se acercó a ellas y tocó el hombro
de Katherine, que se volvió de inmediato.

 Creí haberme equivocado pero acabo de salir de dudas. ¿Qué tal Katherine?
 ¿Andrew? –Expresó casi en un susurro.

La expresión de su cara lo decía todo. Había sido toda una sorpresa encontrárselo allí.
Dirigió una mirada a sus acompañantes, que parecían no haberse percatado de nada, le
cogió del brazo y le guió hasta el exterior.

 ¿Qué estás haciendo aquí? –Le preguntó sin salir todavía del asombro.
 No esperaba un recibimiento así pero… eres tan imprevisible Katherine.
Después de cuánto tiempo… ¿doscientos años? Te encuentro en el lugar menos
esperado. –Hizo una pequeña pausa –. No has cambiado absolutamente nada.
 Soy un vampiro, Drew. No esperabas que cambiase nada. –Le observó con
detenimiento –. Me dijeron que habías muerto.
 ¿Muerto? –Andrew se revolvió el cabello –. Déjame adivinar… tus hermanos. –
Katherine no respondió –. Tú les creíste sin más y te fuiste. Te fuiste y me
dejaste solo.
 Me dijeron que habías muerto.
 ¿Si hubieses sabido que era mentira te habrías quedado? –Ella guardó silencio –.
Era clara tu respuesta. Siempre te han tenido controlada.

Katherine frunció el ceño y dio un paso hacia adelante.

 No hables de cosas que no sabes. A mí también me abandonaron. A mí también


me dejaron sola. Yo he sufrido tanto o incluso más que tú. No me eches en cara
tu pasado, Drew que yo también traigo el mío sobre la espalda.

Andrew asintió lentamente con la cabeza.

 Debe ser costumbre en tu familia dejar tirada a la gente.


 Como puedes haberte dado cuenta, nadie es perfecto.
 Lo hubiera dado todo por ti, Katherine. Todo. –Su tono de voz era una mezcla
de reproche y de sufrimiento.

Ella guardó silencio ante aquella confesión.

 No me fui porque quise. Me obligaron las circunstancias. –Dijo finalmente.

98
 Circunstancias cuyos nombres son Sebastian, Logan y Dean. ¿Me he olvidado
de alguno?

Katherine lo fulminó con la mirada.

 Creo que ha sido un error este encuentro. –Sentenció dándole la espalda para
regresar al interior del local pero él la detuvo agarrándola del brazo.
 Te marchaste una vez. No habrá una segunda.

Ella se zafó de su agarre y cruzó los brazos.

 ¿Qué es lo que quieres saber?


 Todo. Quiero saberlo todo. ¿Dónde has estado en todo este tiempo?
 París, Roma, Egipto, Francia, Rusia… La lista es muy larga, Drew. Nos
pasaríamos aquí toda la noche.
 ¿Por qué motivo habéis regresado a Hallshire?
 Ese… no creo que sea asunto tuyo.
 Te han cambiado Katherine. –Dijo con un tono de decepción.
 Nunca he sido una niña inocente. Será que tú nunca llegaste a conocerme del
todo.

Andrew guardó silencio ante lo último que había dicho. Él siempre había creído saberlo
todo sobre ella, pero se había dado cuenta de que únicamente sabía lo que ella le
mostraba.

 Mis amigas me estarán buscando. –Hizo una pequeña pausa en la que solo
intercambiaron miradas –. Hasta pronto, Drew. –Le dio la espalda y regresó al
interior del club –. Nos vamos. –Informó al resto que había vuelto a la barra a
por más bebidas.
 ¿Dónde has estado? –Preguntó Bella cuyo aliento apestaba a alcohol.
 En el baño.
 Dejar que me acabe este trago. –Suplicó Melanie que apenas podía sostenerse en
pie.
 He dicho que nos vamos. –Katherine le quitó el vaso y lo dejó sobre la barra.
Pagó con tarjeta todo lo que habían consumido y salieron.

Andrew regresaba al local en el momento en el que ellas salían, y sus miradas se


cruzaron una vez más. Katherine la apartó de inmediato y condujo a las chicas hasta el
lugar donde habían aparcado el coche.

En la mansión reinaba la oscuridad y el silencio cuando Katherine abrió la puerta. Se


quitó los botines pardos que traía puestos para no hacer ruido y se dirigió a las escaleras.
Cuando alcanzó el pasillo que se dirigía a su dormitorio, las luces de ese corredor se
prendieron. Se volvió sobre sus pies y descubrió la silueta de Logan apoyada a la pared.

99
 No hace falta que entres como una intrusa en tu propia casa.

Ella ladeó la cabeza y achinó los ojos.

 Se me olvidaba que somos capaces de escuchar incluso la respiración de una


mosca.
 ¿Por qué tanto sarcasmo?
 ¿Sarcasmo? Más bien, ¿por qué tantas mentiras?

Logan frunció el ceño.

 ¿A qué te refieres?
 Andrew está vivo, Logan. Está vivo. –Notó como él se tensaba y apretaba los
dientes –. Me mentisteis. Me engañasteis haciéndome creer que había muerto en
el desastre de 1874. ¿Por qué?

Él optó por no responder.

 Me imaginaba que esa sería la respuesta. –Ella bajó la mirada al suelo


momentáneamente y la volvió a clavar en él –. Otra decepción. Pero ¿eso es lo
que caracteriza a los hermanos Van Hood, verdad? –Le dio la espalda y se retiró
a su dormitorio.

La puerta del establecimiento se abrió con el habitual tintineo de la campana. El viejo


Pitt levantó la cabeza y sonrió al descubrir la identidad del individuo que acababa de
presentarse.

 Archie Pitt. –Dijo a modo de saludo.


 Sebastian Van Hood. –Saludó con una sonrisa oculta bajo sus arrugas.
 Pensé que no me reconocerías.
 ¿Cómo olvidar esos ojos? Pero toma asiento. Invita la casa.

Sebastian hizo lo que le pedía y le sirvió un vaso de Vat 69.

 Por los viejos tiempos y por saber guardar un secreto. –Levantó el vaso
brindando por los dos.
 Por los viejos amigos.

100
Capítulo 11
 Pareces salida de una peli de terror. –Dijo Melanie provocando la risa de las dos.
 ¿Os habéis mirado esta mañana al espejo? –Preguntó Bella a la defensiva.
 He intentado maquillarme lo mejor posible, pero el maquillaje no elimina los
ojos cansados.

Las clases parecieron durar dos minutos porque Bella se las pasó prácticamente
durmiendo, activando posteriormente la grabadora de audios para no perderse ninguna
explicación. Alguien le dio un par de golpes suaves para despertarla cuando la clase
llegó a su fin. Se limpió los ojos antes de abrirlos y mirar de quién se trataba.

 Parece que alguien se ha pasado la noche de marcha. –Reconoció


inmediatamente la voz de Tayler – ¿Café?

Bella apagó la grabadora y recogió sus cosas.

 Gracias pero no. –Le esquivó y se dirigió a la puerta.


 De acuerdo. La excusa del café para hablar contigo no ha sido convincente pero
¿podrías detenerte, por favor?

Ella se detuvo y se volvió hacia él.

 Gracias.
 ¿Qué quieres?
 Disculparme. Fui un completo idiota y lo siento.
 Disculpas aceptadas. –Le dio la espalda pero él se puso frente a ella
impidiéndole el paso.
 Bella, tenías razón. De verdad que lamento lo que pasó. Estaba ebrio y no
pensaba con claridad.

Por más extraño que parecía, ella sentía que decía la verdad.

 No te pido que me perdones ahora. Solo quiero que sepas que lo siento. Joder,
yo no soy así. Tú sabes que yo no te habría hecho daño conscientemente. Estaba
cegado por los celos. Estaba dolido porque me había dejado pero lo que más

101
daño me hacía era saber que tenías razón cada palabra que me decías sobre mi
padre.

Ella asintió lentamente con la cabeza.

 Tienes razón. Es hora de cortar el cordón.


 Sí. –Dijo en un susurro.

Guardaron silencio hasta que Bella decidió romperlo.

 No había aceptado el café porque pensé que le habías puesto algo. Pero ahora sé
que es seguro. –Dijo quitándoselo de las manos y dándole un trago –. Gracias.
La verdad es que lo necesitaba.
 Lo sabía.
 Tengo que marcharme pero antes…
 ¿Sí?

El golpe contra su mejilla fue tan inesperado que no supo cómo reaccionar.

 Ahora estamos en paz. –Sonrió y le dio la espalda.


 Claro. Lo tengo merecido.

 ¿Bebiendo tan temprano? –Preguntó Sebastian entrando a la biblioteca


 ¿Existe una hora exacta para comenzar?

Katherine se levantó de la silla, dio un rodeo a la mesa y se apoyó contra ella.

 ¿A qué debo esta visita mañanera?


 Si no estás de humor puedo regresar más tarde.

Ella bajó la mirada a sus manos y observó que portaba dos camisas. Una negra y otra
blanca.

 ¿Por qué no debería estarlo? ¿Es acaso existe algún motivo que debería saber?
¿Algún secreto que desvelar?
 Katherine, ¿por qué no vas al grano?
 Un nombre. Andrew Edwards. ¿Te dice algo?

Sebastian guardó silencio.

 ¿De repente os come la lengua el gato cuando oís hablar de él?


 Lo único que sé de él es que está muerto.
 ¡Muerto! –Chascó la lengua –. Muerto para vosotros y vivo para el mundo. –
Hizo una pequeña pausa –. Te haré la misma pregunta que le hice a Logan. ¿Por
qué? ¿Por qué tantas mentiras? ¡¿Por qué?!
 No hay una respuesta para todas las preguntas. Y esta es una de ellas.

102
Lo fulminó con la mirada sabiendo con posterioridad que esa sería su respuesta.
Depositó el vaso medio acabado sobre la mesa del escritorio y se dirigió a la salida
empujándole el hombro al pasar a su lado. Sin embargo, se detuvo y se volvió hacia él,
que todavía estaba de espaldas.

 ¿Quieres mi consejo? –Posó la mirada sobre las camisas que todavía tenía en la
mano –. La camisa negra te quedaría perfecta porque así es como tenemos el
alma. Negra como el azabache.

 Hoy tengo guardia en el hospital. –Informó Camill poniendo la mesa para comer
–. Bella, quiero que te cerciores de que Gwen esté estudiado para sus últimos
exámenes. Últimamente se la pasa de arriba para abajo y no sé en qué momento
se centra en los libros.
 Tía Camill, estás hablando como si no estuviera detrás de ti. –Dijo Gwen
levantando las manos y abriendo exageradamente los ojos en señal de protesta.
 Lo hago precisamente por eso. Para que me escuches.
 He quedado. –Dijo Bella llamando la atención de las dos –. Además, Gwen ya
no es una niña pequeña. Es hora de que comience a responsabilizarse de sus
actos.
 ¿Has quedado con las chicas?
 No. Con Sebastian. –Delató Gwen subiendo y bajando las cejas.

Bella la asesinó cariñosamente con la mirada con una sonrisa que denotaba su
nerviosismo.

 No sabía que habías comenzado a quedar juntos. –Camill ocupó una silla junto a
ellas.
 Pues déjame decirte que están quedando hace un par de semanas.
 ¡Gwen! –Bella le lanzó una servilleta que no la alcanzó.
 ¿Y vais en serio? –Preguntó Camill clavando el tenedor en la ensalada.
 No sabría decirte. Pero…me gusta mucho.
 Se nota. Se nota. –Gwen volvió a subir y a bajar constantemente las cejas.
 ¿Quieres callarte? Me estás poniendo nerviosa.
 A mí no me hagas responsable de tu nerviosismo. Estás así desde anoche.

Bella contuvo las ganas de contestarla.

 En cuanto a ti Gwen, ya te vale quedarte estudiando para los exámenes.


 Que sí. Has escuchado a Bella. Es hora de que me haga cargo de mis
responsabilidades.
 Mira. Al final me va a salir trabajadora la chica. –Dijo Camill con cierto
sarcasmo en la voz.

Esta se encogió de hombros y se centró en su plato.

103
La tarde pasó volando. Camill se fue al hospital y Bella ya estaba lista para su cita
cuando el reloj marcó las ocho y media. Gwen bajó las escaleras igualmente arreglada y
ya estaba a punto de atravesar la puerta cuando la voz de Bella la hizo detenerse.

 ¿Adónde crees que vas?


 Déjame pensar. ¿A la calle? –Hizo el ademán de abrir la puerta.
 ¡Alto! –Se detuvo y se volvió hacia ella poniendo los ojos en blanco – ¿No se
suponía que ibas a quedarte estudiando?
 Tú lo has dicho, nena. Se suponía. –Hizo la señal del entrecomillas – ¿Tú de
verdad pensaste que yo, Gwen Findlay, iba a quedarme en casa empollando? –Se
rio –. Nee. Eso no va conmigo.

Le dio la espalda. Bella caminó con paso rápido y le obstaculizó el paso.

 Gwen, no vas ninguna parte.


 Venga ya, Bella. No seas injusta. ¿No eres tú quien dijo hace unas horas que
debía hacerme responsable de mis actos?
 No utilices mis palabras contra mí.

Gwen miró hacia arriba con desesperación.

 Esa es la última fiesta a la que voy a asistir y ya después… estudiaré. Si yo sé


que tengo que aprobar.

Bella asintió con la cabeza.

 Exacto. Por esa misma razón, te vas a quedar en casa.


 Bella…Mis amigas estarán allí. No seas aguafiestas porfa.

Las luces de un coche iluminaron el interior de la casa. Gwen se acercó a la ventana del
salón a mirar de quién se trataba.

 Tu cita. –La informó todavía desde la ventana –. Katie también acaba de llegar.

Katie era una amiga suya del instituto.

 Te quedas. –La apuntó con el dedo alcanzando las llaves.


 Bella, no me hagas eso.
 Te quedas. –Abrió la puerta y la cerró a toda prisa.
 ¡Bella! –Dio un golpe contra la puerta con el bolso. Se detuvo con las manos en
la cabeza intentando pensar con rapidez –. Que te lo has creído.

Se dirigió a la cocina y esperó a que Bella se subiera al coche. Observó cómo hablaba
con su amiga y acto seguido, esta se alejaba con el coche. Profirió por lo bajo una
maldición mientras rezaba en su mente que el coche de Sebastian arrancara. Cuando por
fin este se hubo alejado, abrió la ventana de la cocina, por la que pasó y se dejó caer
sobre el césped. Corrió de puntillas sobre la hierba hasta que sus pies alcanzaron la
carretera y pudo correr con total libertad.

104
 ¿Por qué frunces el ceño?

Sebastian desfrunció el entrecejo y trató de mostrar tranquilidad, aunque ella notó que
todavía estaba tenso por la fuerza con la que agarraba el volante.

 Me parece que ha sido una mala idea lo de esta noche.


 ¿De qué estás hablando? Claro que no.
 Tú no estás bien. Pareciera que algo te molesta.

Él aparcó el coche, suspiró y se volvió hacia ella.

 Quiero dejarte claro que si algo me molesta, no eres tú.


 ¿Y entonces?
 Es un asunto que prefiero tratar más tarde. –Carraspeó –. Siento haberte
incomodado pero te prometo que intentaré que no se note esta actitud.
Además… tú me haces mejor persona.

Bella sonrió con la mirada clavada en él. De repente, sintió el impulso de besarlo y así
lo hizo. Acercó sus labios a los él y disfrutó durante un minuto de su boca.

Katherine vio una sombre moverse entre los árboles del jardín que apuntaban a la
cocina. Salió a inspeccionar el área pero no vio a nadie. Se volvió sobre sus pies y casi
se cae de espaldas al descubrir una silueta frente a ella, pero esta lo impidió agarrándola
con una increíble rapidez y atrayéndola hacia él.

 ¿Me estabas buscando? Sigues siendo muy mala para jugar al escondite.

Katherine dio un par de pasos hacia atrás para verlo mejor.

 ¿Qué coño estás haciendo aquí, Drew?


 ¿Casi te mato del susto?

Ella puso los ojos en blanco.

 Si yo soy mala para el escondite, tú lo eres para hacer chistes.


 Gracias por el cumplido.
 Al grano, Andrew.
 ¿Vas a dejar que hablemos aquí fuera? ¿No vas a invitarme a una copa como en
los viejos tiempos?
 Los viejos tiempos, como su nombre indica, se han quedado atrás. En el pasado.

Andrew sonrió mostrando la dentadura.

 ¿Sabes qué creo que pasa? Que no le has dicho a tus hermanos que me has visto.
¿Me equivoco?

105
 Completamente. Los he afrontado. ¿Y sabes que me han respondido? –él frunció
el ceño –. Nada.
 Claro. Era de esperar. –Comenzó a dar vueltas alrededor de ella –. Ellos
preguntan, tú respondes. Tú preguntas, no responden. ¿No es esa la norma?
 No me parece que hayas venido precisamente por eso. Habla de una vez.

Después de una vuelta completa, él se situó frente a ella.

 Tienes razón. No he venido por eso. –Hurgó en el bolsillo de su cazadora –.


Tranquila, no es una estaca. –Dijo al darse cuenta de que había activado las
alarmas –. Toma –Le tendió tres sobres blancos con bordes plateados.
 ¿Qué es esto?
 Una invitación.
 ¿Invitación?
 Para un baile de disfraces. Pueden ir acompañados de una pareja.

Katherine miró primero las invitaciones y luego a él.

 Si esto es alguna especie de trampa…


 ¿Trampa? ¿Quién ha hablado de trampas? Es una simple fiesta a la que acudirán
decenas de personas.

Ella no dijo nada.

 Dale saludos a tus hermanos, aunque podré hacerlo personalmente dentro de un


par de noches.

Tras dejar el coche en el aparcamiento, se adentraron en la bolera. El establecimiento


era grande y espacioso. Disponía de una barra y mesas en la que había varias personas
conversando mientras se tomaban alguna que otra bebida, y otra, disfrutando del juego.

Bella y Sebastian esperaban en una pista a que les trajesen las bolas de bolo.

 Aquí tienes, guapo. –Dijo una chica dejando el cesto a unos metros de ellos.

Bella se volvió hacia ella y la recorrió de pies a cabeza. Era una chica delgada y bien
estructurada, que iba en shorts, zapatillas y camisa de manga corta, que dejaba al
descubierto el sinnúmero de tatuajes que tenía en los brazos, en el cuello y en algunas
zonas de las piernas. Llevaba puestos dos piercings en la ceja derecha, uno en la nariz y
otro en la lengua. Tenía en el cabello una mezcla de negro y azul, que resaltaba sus ojos
igualmente azules. Al percatarse de su mirada de pocos amigos, la chica sonrió
amablemente y se retiró.

 ¿Has jugado alguna vez? –Preguntó Sebastian intentando dejar atrás aquel
momento de tensión.

106
 No. Pero aprendo rápido. –Respondió ensimismada, todavía sin apartar la
mirada de aquella chica.
 Bella.

Clavó la mirada en Sebastian saliendo del trance.

 ¿Lista para aprender?

Ella cogió una bola de bolo y volvió a clavar la mirada en la de él con una sonrisa.

 Lista.
 Bien. Regla número uno. La partida consta de diez cuadros. El jugador lanza dos
bolas en cada uno de los nueve primeros cuadros a menos que marque un strike,
es decir…
 Que derribe los diez bolos a la primera.
 Bien.
 No sé jugar pero algo he leído. –Dijo encogiéndose de hombros.
 Se considera buena puntuación a partir de doscientos bolos, pero la máxima es
de trescientos, que para conseguirla es necesario lograr doce strikes
consecutivos. De ciento ochenta hacia abajo puede calificarse como una mala
partida. No obstante, lo importante es jugar y divertirse.
 Eso está más que claro. Aunque si ganara…

Sebastian achinó los ojos y sonrió mostrando la dentadura.

 ¿Crees que no puedo? –Le lanzó la bola que había cogido con anterioridad y él
la cogió en el aire.
 No he dicho nada por el estilo.
 Tu cara dice todo lo contrario.
 Se considera spare si derribas todos los bolos utilizando los dos lanzamientos del
juego. –Continuó obviando el último comentario –. Los strikes se marcan con
una equis y los spares con una barra. Regla número dos. ¿Ves esa línea? –Bella
bajó la mirada hacia la línea –. Si la atraviesas a la hora de lanzar la bola, se
considera falta, y entonces la puntuación es de cero.
 Pero existen los accidentes.
 En el bolo, no.
 De acuerdo. Creo que estoy preparada. –Dijo quitándose la cazadora y dejándola
sobre una silla.

Sebastian le devolvió el bolo que tenía en la mano. Se posicionó tras ella y colocó las
manos sobre las suyas para enseñarle a qué altura debía colocar la bola para estar más
cómoda.

 Perfecto.

107
Ella sintió un ligero cosquilleo en la cerviz. Volvió la cabeza hacia él y buscó sus ojos.
Se mantuvieron en esa posición durante unos instantes hasta que Sebastian bajó las
manos y se alejó con un par de pasos.

 Cuenta cuatro pasos de la línea de falta. –Ella hizo lo que le pidió –. Avanza un
primer paso con el pie derecho y aleja la bola del cuerpo con las dos manos. –.
Siguió el procedimiento con atención –. Sin retirar la vista del objetivo, balancea
la bola hacia abajo. Avanza el pie derecho y balancea la bola hacia atrás. No
apartes la mirada del objetivo. Ahora, desliza el pie izquierdo flexiónalo. Bien.
Ahora, desliza la bola a través de la pista y deja que siga su curso.

Bella dio el último paso y deslizó la bola en la pista. Esta fue rodando bajo la atenta
mirada de los dos hasta que llegó a su destino derribando los diez bolos a la vez.

 ¡Toma! –Gritó excitada –. Un strike. –Se volvió hacia Sebastian con una alegría
incontrolable –. He realizado un strike.

Corrió hacia él y lo abrazó entusiasmada.

 Felicidades.
 No me lo puedo creer. Te echo una partida.
 ¿Estás segura?
 He realizado un strike en mi primer lanzamiento, ¿quién quita y te gane?
 Lo dudo.
 Vamos a comprobarlo.

Sebastian sonrió ante su mirada desafiante.

 De acuerdo.

Pidieron un par de copas antes de empezar y comenzaron la partida. Sebastian sumó


ciento cincuenta puntos en las primeras seis casillas y Bella solo llevaba ciento treinta y
cinco. A medida que avanzaba la partida él comenzó a perder a posta para que ella
consiguiera más puntuación, hasta que finalmente acabó ganando ella con ciento
ochenta puntos.

 Ha sido una noche espectacular. –Dijo Bella cuando Sebastian hubo aparcado el
coche frente a la casa –. Puedo presumir de haber aprendido a jugar a los bolos y
de ganar a mi profesor en mi primera vez.
 Es la suerte de principiante. –Alegó Sebastian a la defensiva.
 Eso es lo que siempre dicen los perdedores. –Apuntó entre risas –. Puede ser que
ya haya jugado antes en otra vida.
 O que simplemente eres una buena alumna.
 ¿Lo soy? –Preguntó mordiéndose el labio mientras sonreía burlándose
claramente de él.

108
 Evidentemente. –Afirmó correspondiendo a su sonrisa.

Ella subió y bajó las cejas un par de veces sin abandonar la sonrisa.

Cerró los ojos durante unos segundos y los volvió a abrir.

 ¿Sabes que ha sido lo mejor de toda la noche? —Sebastian se quedó esperando a


que lo dijese —. Tú.
 Yo al menos, en este momento, no cambiaría tu compañía por otra.
 Ni yo la tuya por otra.

Él comenzó a acercarse poco hacia ella, y cuando ya estaba a tan solo unos centímetros
de su boca, colocó la mano a un lado del cuello y la besó. Bella sintió una corriente
recorrerle el cuerpo entero de los pies a la cabeza. Era lo que tanto había estado
esperando toda la noche. Sus labios cálidos sobre los suyos, sus manos sobre su rostro,
su cuerpo ocupando su espacio, su olor, su aroma… Era perfecto. Tal y como lo había
imaginado. Tan perfecto que ya no quería que llegase el momento en el separarían sus
labios. Mantuvieron las frentes unidas y los ojos cerrados cuando se separaron. Bella
colocó la mano sobre la que él todavía sostenía en su nuca y la acarició suavemente.

 Creo que debería entrar. –Dijo en un susurro –. No vas a tenerme aquí toda la
noche. ¿O sí?

Sebastian sonrió ante la ocurrencia y se separó de ella.

 Tienes razón. Es muy tarde.


 Muy tarde. Además no quiero dejar sola a Gwen.
 Está sola en casa.
 Sí.
 Sí. –Asintió con la cabeza haciéndose a la idea.

Repetían cada palabra dejando claro que no querían separarse esa noche pero no
quedaba de otra.

Bella suspiró antes de abrir la puerta y bajarse del coche. Caminó hasta la casa,
introdujo la llave en el cerrojo y antes de entrar, se volvió sobre sus pies para despedirse
con la mano. Sebastian se despidió con el saludo militar, colocando los dedos índice y
corazón en la sien y retirándolos segundos después.

 ¿Gwen? –Llamó cuando cerró la puerta y salió del recibidor.

No obtuvo respuesta alguna.

 Gwen. –Volvió a llamar con el mismo resultado. Frunció el ceño y comenzó a


subir las escaleras. – ¿Estás en casa?

109
Se acercó a la puerta de su habitación y cuando ya estaba a punto de girar el pestillo, la
puerta se abrió de repente y apareció Gwen en pijama y con el libro de biología en la
mano.

 Has vuelto. –Dijo con una sonrisa de oreja a oreja –. No te he oído llegar.

Bella achinó los ojos ante su comportamiento.

 Pues te he llamado un par de veces y… ¿dónde estabas?


 Pues aquí…estudiando. Después que te fuiste encerrándome en casa, no me
quedó de otra.
 De acuerdo. –Dijo ella sin todavía acabar de creerse nada –. Buenas noches
entonces. Que te vaya bien en tu estudio.

Gwen sonrió y cerró rápidamente la puerta.

Bella dudó un momento de si entrar o no, pero finalmente se dirigió a su habitación.

Gwen respiró hondo y tiró el libro de biología sobre la cama. Todavía tenía la
respiración agitada de haber escalado por la pared de su habitación, y de haber
sustituido su ropa por el pijama en una carrera impresionante.

Sebastian aparcó el coche frente a la mansión y entró a la casa. La sonrisa de su cara se


borró cuando entró al salón y se encontró a Katherine y a Logan sentados uno frente al
otro.

 ¿Qué sucede? –Preguntó dejando su cazadora vaquera sobre la silla sobre la que
se apoyó.

Katherine se puso en pie y le tendió un sobre blanco. Él lo cogió algo inseguro y lo


abrió. Frunció el ceño al leer la primera palabra de la invitación y levantó la vista hacia
Katherine.

 ¿Andrew Edwards tiene el honor de invitarnos a un baile de disfraces que da en


honor a la inauguración de su nueva casa?
 Me lo preguntas o me lo informas. –Dijo ella indiferente – ¿Por qué os
sorprende? Ah, me sé la respuesta. Porque después de haberle dado por muerto,
haya aparecido de la nada y os está invitando a una fiesta como si nada hubiese
pasado.

Sebastian miró a Logan y este le devolvió la mirada.

 ¿Vais a asistir o no? O es que acaso tenéis miedo.


 No tenemos absolutamente nada que temer. –Habló Logan por vez primera.

110
 Eso me parecía. –Fijó la mirada primero en uno y luego en otro –. Bien.
Entonces nos arreglaremos y asistiremos a ese baile para demostrarle que a pesar
de todo estamos unidos. –Le tendió su invitación y él lo cogió con firmeza.

Ella sonrió satisfecha, aunque esa vez parecía diferente. No parecía ser la sonrisa
sincera típica de ella. Era como si bajo aquel gesto, se ocultaba algún motivo.

 ¿Dónde has estado? –Preguntó Logan cuando Katherine hubo abandonado la


estancia.
 ¿Qué? ¿Ahora también vas a convertirte en mi perro guardián?
 Lo pregunto porque las razones por las que has vuelto tienen un nombre.
Arabella. Y estoy muy seguro de que te estará buscando. No puedes huir de una
bruja tan poderosa para siempre.
 Te recuerdo que aquí estoy, y estoy muy bien. –Le dio la espalda.
 Debes tener cuidado, Sebastian.
 ¿Quieres parar ya? Dios, echo de menos cuando pasabas de mí y me echabas en
cara el haberos abandonado. Era mucho más cómodo y no tenía que dar
explicaciones.
 Solo me preocupo porque todos estemos bien.
 Pues yo lo estoy y sé proteger de mí mismo. Y si tanto quieres saber dónde he
estado… he estado con Bella en una partida de bolos. Y no veas cómo juega. –
Sonrió y se alejó.

Logan sintió una punzada en el estómago al escuchar que Sebastian había estado con
Bella, y su semblante se tornó frío como el hielo. Era un sentimiento extraño, que hacía
tiempo que no sentía. Era una mezcla de enfado e indiferencia, como si intentase dejar
de lado el tema pero por más que lo intentaba, su mente no lo permitía. Sintió cómo sus
mandíbulas se tensaban al apretar los dientes y cómo le palpitaba la vena del cuello, lo
que denotaba que su arrebato iba en aumento.

Tom estaba a punto de abandonar el despacho cuando de pronto, sonó el teléfono de su


escritorio. Maldijo entre dientes la llamada pero se acercó a contestar.

 ¿Diga? –Dijo intentando sonar amable.

Una voz femenina habló al otro lado del auricular llamándolo por su nombre.

 ¿Sheriff? ¿A qué se debe esta llamada?


 Tenemos que hablar.

Estas tres palabras le hicieron ponerse nervioso. Aunque no podía ver su cara, sabía que
el asunto era verdaderamente serio por cómo había pronunciado las palabras.

 ¿Dónde quiere que nos encontremos?

111
Tom apuntó la dirección sobre el primer papel que encontró.

 Allí estaré.

Capítulo 12

112
GREENFOREST

El sábado por la tarde, Tom entró al restaurante donde se iba a reunir con la sheriff,
acompañado de Hilary. Era un espacio pequeño pero agradable adaptado para el tipo de
reuniones que ellos iban a tener. Estaba sentada en una mesa junto a la ventana y los
había visto llegar. Levantó la mano dándoles una señal para que se acercaran y tomaran
asiento.

 Buenos días. –Saludó con una mueca.


 Sheriff. –Dijo Tom tendiéndole la mano y tomando asiento.

Hilary lo imitó.

 Por favor, pueden llamarme Sarah.


 Muy bien…Sarah. –Expuso Tom –. No me ha hecho conducir kilómetros para
llegar hasta aquí y no obtener nada. Espero que sea importante lo que tenga que
decirnos. –Se señaló a sí mismo y después a Hilary.
 Creo que deberían pedirse algo porque esto va para rato.
 Cerveza para mí. Café para ella. –Respondió él por los dos.
 Jimmy, un café y una cerveza, por favor.

El mesero levantó el pulgar en señal de aprobación.

 Bien. –Expuso Sarah cuando todos ya estaban acomodados –. No me voy a


andar con rodeos. Han aparecido más cadáveres con las mismas marcas en el
cuello. Observé vuestra reacción al descubrir esos dos agujeros en los cuerpos de
aquellos hombres, y eso me hizo sospechar.

Hilary tosió simulando que se había atragantado con el café.

Tom le dio un trago a su cerveza.

 ¿Sospechar el qué? –Preguntó Hilary.


 Que ustedes saben lo que está atacando a esas personas, y aunque me dé miedo
aceptarlo, yo también tengo una corazonada.
 ¿Y… cuál es tu punto de vista? –Quiso saber Tom.

Hizo una pausa en la que se acabó el té que quedaba en su taza

 Miren. Voy a ser con ustedes lo más sincera que jamás he sido en mi vida. Pero
necesito que ustedes también colaboren.

Tom y Hilary intercambiaron miradas.

 Tú primero. –Invitó Hilary.

Sarah jugueteó con los dedos durante unos segundos, y acto seguido se peinó el cabello
con los dedos soltando todo el aire que había estado conteniendo.

113
 El hecho de que las víctimas muriesen en extrañas circunstancias con esas
marcas y la pérdida de sangre como únicas señas, me puso intranquila y me puse
a investigar. Ningún animal salvaje ataca si no se siente atacado o amenazado. –
Hizo una pausa pensándose muy bien lo siguiente que iba a decir –. En mi
investigación descubrí un diario que perteneció a mi bisabuelo. Creí que eso solo
eran cuentos pero… me acabé dando cuenta a medida que indagaba de que no.
Con todo esto quiero deciros que mi bisabuelo pertenecía a una asociación
contra… que era un cazavampiros. –Tom se removió en su asiento –. En el
diario explica detalladamente todo sobre esas bestias. Contiene dibujos y fue allí
donde vi el de las marcas.

Hilary miró a Tom como pidiéndole permiso para hablar. Este le dio el pase tras asentir.

 Yo…siempre lo sospeché desde un principio. Siempre había estado obsesionada


con las historias de vampiros y gracias a mi abuelo, que también era
cazavampiros, aprendí muchas cosas sobre ellos. Él también tenía en su poder un
diario en el que hablaba de todo eso.

El silencio se apoderó de los tres tras aquellas palabras.

 ¿Qué creen que deberíamos hacer? –Preguntó Sarah.


 ¿Hacer el qué? –Inquirió Tom –. Por el amor de dios, conviven entre nosotros y
son como nosotros. Ninguno lleva colgado un cartel en la frente de “hola, soy un
vampiro”.
 ¿Y qué propone? ¿Cruzarnos de manos y piernas?
 ¿Y qué propone usted? ¿Lanzarnos a la aventura de cazarlos a todos? Somos tres
gatos contra cientos de ellos.
 Por el momento, conformarnos de que han regresado y que no es para nada una
buena señal. –Dijo Hilary intentando calmar la tensión.
 ¿Y después qué? –Preguntó Sarah.
 Después… después no lo sé.

Bella abrió la puerta y sus fosas nasales fueron embriagadas por un olor a comida rica.

 Madre mía, tía Camill. Eso huele tan rico que me voy a comer incluso la olla. –
Dijo entrando a la cocina, en la que se quedó de piedra – ¿Se…Sebastian?

Este llevaba puesto el delantal y Camill estaba a su lado junto al hornillo observando
todo lo que hacía.

 Le he dejado entrar. Bella, tenemos chef para nochevieja. –Dijo provocando la


risa de él.

Bella soltó una risita nerviosa.

 Vuelvo en un momento. –Expuso Camill saliendo de la cocina.


114
 ¿Te vas a comer la olla?
 Ya puedes obviar eso último. –Dijo acercándose a él y percibiendo más de cerca
el olor –. No sabía que cocinabas.
 Hay muchas cosas que no sabes de mí. –Apagó el fuego y se volvió hacia ella –
¿Ponemos la mesa?

Ella asintió dirigiéndose al armario de platos.

 Me imagino que no habrás venido a prepararme la comida, ¿verdad?


 Imaginas bien.
 ¿Y bien? –Preguntó ella deteniéndose con un par de cubiertos en la mano.

Sebastian la imitó.

 ¿Quieres venir a un baile de disfraces conmigo?


 ¿Alguien ha dicho disfraces? –Camill entró nuevamente y se dispuso a
ayudarles.
 Sebastian me ha invitado a un baile de disfraces y yo he dicho que sí.

Sus miradas se cruzaron y sonrieron.

 ¿Y dónde es el gran evento? – Curioseó Camill.


 En Greenforest.
 Un pueblo precioso.
 Tenemos un problema. –Interrumpió Bella –. No tengo un disfraz.
 Katherine se encargará. Es una de las cosas que más le gusta hacer.
 De acuerdo. ¿Y Gwen? –Se dirigió a Camill.
 Está al caer.

 Estaremos en contacto. –Dijo Sarah despidiéndose de ellos en el aparcamiento.

Se subieron al coche y tomaron la carretera de vuelta a casa. Durante el trayecto, se


percibía cierta tensión en el aire por parte de los dos.

 ¿Por qué no me hablaste del diario de tu abuelo? –Preguntó Tom con tono de
reproche.
 Porque nunca crees en mí. –Hilary se volvió hacia él –. Llevo siendo tu
compañera desde hace diez años y todavía sigues cuestionando mis decisiones.
¿Quién me iba a decir a mí que esta vez me ibas a apoyar?
 Pudiste probar.

Hilary soltó un bufido.

 No estamos jugando a policías y ladrones, Tom. Esto es serio.


 ¿Crees de verdad que no me lo tomo en serio? –Él levantó la voz.

115
 ¿A qué viene ahora esta estúpida discusión?
 A que no confías en mí. –Apartó momentáneamente la vista de la carretera para
clavarla en ella.

Hilary abrió exageradamente los ojos.

 ¿Cuántas veces te dije lo que pensaba desde que comenzaron a aparecer los
cadáveres? –Gritó – ¿Qué me contestabas tú, Tom? No, Hilary. No puede ser
posible. Esas bestias fueron expulsadas de aquí hace siglos. ¿Te paraste a pensar
alguna vez que yo estaba en lo cierto?
 Sí. Muchas veces.
 Pues menuda manera de demostrarlo.
 Estaba asustado, ¿vale? Estoy asustado. Era preferible pensar en otra cosa.
 Pues con el silencio… no se solucionan las cosas.

El ambiente era fresco puesto que aquella mañana había llovido. Sebastian aparcó frente
a la mansión. Al principio parecía que no había nadie cuando entraron, hasta que
Katherine se asomó a la barandilla.

 ¿Lista para tu cita con la moda?


 Oh, sí. –Dijo Bella subiendo las escaleras para reunirse con ella.

Recorrieron el pasillo hasta que alcanzaron la puerta de su habitación. Katherine abrió la


puerta y vio en un primer vistazo, montones de bolsa de sangre esparcidos por el suelo.

 Ups. –Susurró – ¿Me das un segundo?

Entró a la habitación y recogió como una ráfaga de viento aquel desastre, dejando todo
apilado bajo la cama.

 Adelante. –Dijo abriendo nuevamente la puerta.

Bella entró a la estancia y se dejó caer en la cama.

 Te voy a enseñar un par de vestidos y ya elijes tú el que más te guste. –Expuso


mientras se acercaba a un armario empotrado en la pared.

Fue sacando un par de vestidos y los fue dejando sobre la cama para que Bella se
decantara por el que más le gustaba. Los había de diversos colores y estilos pero
finalmente optó por uno rojo y otro azul Klein Ambos eran largos pero la única
diferencia era que el rojo tenía volantes y el azul era drapeado con un acabado negro en
el cuello y en la parte baja de las mangas.

 Me parece que hemos encontrado el que encaja contigo. –Dijo Katherine


dándole un vistazo al vestido.
 Pues a mí me gusta mucho el rojo.

116
 ¿Por qué no te pruebas este?
 Porque me favorece más el rojo.
 Te digo que es el azul. ¿Por qué no le pedimos opinión a otra persona? Eh,
Logan. –Llamó esta de repente. A Bella le dio vuelco el corazón – ¿Tú qué
opinas? ¿Azul o rojo?

Logan se apoyó a la puerta con los brazos y las piernas cruzadas. Se quedó mirando
detenidamente los vestidos, luego posó la mirada en la de Bella, que desvió la suya.

 Te favorecería mejor el azul. –Dijo finalmente.


 Razón de más para quedarme con el rojo.
 ¿Por qué no intentas convencerla para que se quede con el verde mientras yo voy
a por algo de beber? –Katherine se puso en pie y se dirigió a la salida.
 Aquí hay agua. –Bella señaló a la mesita de noche –. Además ya tengo decidido
con cuál me quedo.
 Necesito algo más fuerte.

Salió de la habitación y los dejó a solas. Ella sonrió forzosamente cuando su mirada se
encontró accidentalmente con la de él, y después la apartó centrándola en el suelo.

 Así que vas a acudir con Sebastian al baile. –Dijo él desde la puerta.
 ¿Me imaginabas con otra persona? –Preguntó con frialdad clavando sus ojos en
los de él –. Además no tiene importancia con quien vaya o quien deje de ir. No
eso de lo que estamos hablando. –Volvió la mirada al suelo.
 Tienes razón.
 La tengo.

Logan bajó los brazos y se rascó el cuello con el ceño fruncido.

 Con respecto al vestido, mantengo que te quedaría mejor el azul. –Se dispuso a
marcharse cuando lo siguiente que dijo Bella le hizo detenerse.
 ¿Es que alguien te ha pedido tu opinión? –Se puso en pie – ¿Ahora de repente el
rey del mutismo y de la frialdad me está dirigiendo la palabra? Pensé que lo de
hablar no era lo tuyo, y menos si es conmigo.
 Oye –Carraspeó –, quizás hemos empezado con mal pie…
 Malísimo, que incluso ahora le he cogido el gustillo.

Logan guardó silencio y se la quedó mirando.

 ¿Qué estás mirando? ¿No es acaso esto lo que querías? Intenté de todas las
maneras posibles llevarme bien contigo pero tú siempre me apartabas.
 No sé a qué viene esto pero no voy a entrar en el juego.
 Ni más faltaba.
 Bella. –Dijo con tono amenazante.
 ¿Y? ¿Qué habéis decidido al final? –Preguntó Katherine apareciendo de repente
– ¿Te quedas con el verde?

117
 Como le decía aquí a Logan… a gustos colores. Voy a hacer lo que me parezca
bien.

Sus miradas se encontraron y por primera vez, él sintió lo que ella sentía cuando clavaba
aquella mirada fría en sus ojos. Se sintió helado y vacío al mismo tiempo. Era un
sentimiento muy difícil de explicar que se clavó como una espina, que repartía el dolor
punzante desde la columna vertebral hasta su cuello. Se apartó de la puerta y se alejó
por el pasillo.

Katherine se acercó nuevamente a su armario y buscó una bolsa enorme en la que


pudiesen caber los vestidos.

 Te voy a guardar los dos por si cambias de opinión.

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Capítulo 13
Francia 1044 a d.C.

La finca estaba repleta de gente bebiendo, conversando y otros dejándose llevar por la
música jazz. Era increíble como una simple celebración podía reunir a amigos y a
enemigos, a mortales e inmortales, a sinceros e hipócritas en el mismo lugar y con un
mismo fin: divertirse y emborracharse.

Katherine, la anfitriona, bajó las escaleras como la dama que era. Llevaba puesto un
vestido púrpura con volantes y escotado, que alzaba sus pechos, acompañado de un
recogido updo.

 Preciosa como siempre. –Dijo Sebastian al pie de las escaleras tras recibirla y
darle un beso en la mano.

Le ofreció una sonrisa.

 Feliz cumpleaños hermana. –Apuntó Logan besándola igualmente la mano.


 Gracias.

Se alejó de ellos y se unió a sus amistades, alcanzando una copa de la bandeja que
portaba un azafato.

 No puedo parar de mirarlo. –Dijo una de sus amigas.

Katherine dirigió la mirada hacia donde esta estaba mirando. Sebastian le sonrió y alzó
la copa para brindar por ella.

 Olvídate, Sophie. Nosotros no nos enamoramos.


 Tal vez cambie esta vez.
 Lo dudo.
 Gracias por el apoyo. –Dijo con sarcasmo.
 Hermana. –escuchó tras de sí.

Ella se volvió y descubrió la figura de Dean.

 Tarde como siempre.


 Todo tiene explicación.
 ¿Con qué excusa barata vas a venirme ahora? –Preguntó caminando entre los
invitados y ofreciendo una sonrisa de vez en cuando.
 Me he desorientado. –Expuso alcanzando una copa en una de las mesas.
 ¿Te has desorientado entre los tragos de la taberna y tus apuestas en las cartas?
 Vale. Me has descubierto. Odio que me conozcas tan bien.

Katherine se volvió hacia él y le recorrió de arriba abajo.

 Cámbiate impresentable. –Dijo una voz tras él.

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 Es agradable oír tu voz, Sebastian.
 He dicho que te cambies.

Le agarró fuertemente del brazo y le condujo entre la gente como un niño pequeño hasta
el piso de arriba.

Katherine puso los ojos en blanco.

La música jazz concluyó y comenzó a sonar una balada.

 ¿Me concedes este baile?

Katherine se volvió sobre sus pies y se encontró con un joven sonriéndole.

 Kyle. Come decirte que no. –Le tendió la mano y se dirigieron al centro de la
pista.

Ella observó de reojo cómo Sophie buscaba con la mirada a Sebastian y no pudo evitar
sonreír. Tras un minuto de baile, cogió a Kyle de la mano y se dirigieron al piso de
arriba, donde comenzaron a comerse a besos. No podía evitar escuchar el pálpito de las
dos venas que tenía en el cuello a medida que el beso iba intensificándose y los
colmillos iban dándose paso. Lo empujó con furia al interior de la biblioteca y fue a caer
sobre el sillón que allí había. Se acercó a él y le desabrochó el botón bajándole acto
seguido, la bragueta. Se subió el vestido, se puso a horcajadas, cogió su miembro con la
mano y lo hundió en su interior soltando un gemido una vez que llegó al fondo.
Comenzó a moverse sobre él tomando el control total de la situación y escuchando el
fuerte latido de la yugular a medida que aumentaban los orgasmos. Finalmente,
arremetió contra él clavándole los colmillos en dicha vena y absorbiendo con placer
cada gota de sangre. Echó la cabeza hacia atrás cuando se hubo satisfecho y se puso en
pie. Le subió la bragueta y observó la expresión de horror que se le había quedado con
los ojos abiertos y la sangre por toda la camisa y algunas partes de la cara.

 ¿Por qué siempre acabas matándolos? –Preguntó Dean entrando a la biblioteca y


descubriendo el cadáver.
 Porque nunca me satisfacen. Kyle… un poquito pero está muerto porque me
engañó.

Se arregló el vestido, se limpió la sangre con un pañuelo banco que arrojó al suelo y
regresó a la fiesta.

Bella no podía pegar ojo en toda la noche deseando únicamente que amaneciera. Dio un
par de vueltas en la cama hasta que finalmente se sentó y encendió su lámpara de mesa.
Consultó la hora del móvil y observó que todavía faltaba mucho para que saliera el sol.
Se puso en pie y se acercó a la ventana, la cual abrió para dejar pasar el aire. Ya estaba a
punto de volverse cuando algo le llamó la atención en la casa de enfrente. En esta había
un árbol y frente él, estaba sentado un perro con la altura de un pastor alemán, que por

120
más extraño que parecía, estaba mirando hacia su dirección. Bella también se lo quedó
mirando hasta que después de un minuto aproximadamente, se levantó y se marchó
perdiéndose calle abajo. Ella cerró la ventana y regresó a la cama. No supo en qué
momento cerró los ojos hasta que los primeros rayos del sol la despertaron. Se calzó las
zapatillas y bajó las escaleras hasta la cocina.

 Buenos días. –Saludó Gwen con una radiante sonrisa.


 Sí que has madrugado.
 Pues sí. ¿Tortitas? –Preguntó levantando el plato donde las había colocado.
 ¿Tú haciendo el desayuno? Espero que no se te haya pasado la mano con la sal.
 Muy graciosa. –Dijo esta con ironía.

Bella sonrió mientras tomaba asiento.

 Hola, chicas. –Saludó Camill.


 Gwen ha vuelto a cocinar.
 Oh, no. –Dijo Camill tomando asiento.

Gwen puso los ojos en blanco.

 ¿Queréis parar ya? Una mejora con el tiempo. Como podéis observar todo está
en su sitio y la cocina no está carbonizada, así que tranquilas. Además, seguro
que ya no cocino como hace dos años atrás. –Les sirvió una tortita a cada una –.
A ver qué tal saben.

Degustaron el manjar y por su expresión, ella pudo denotar que les había gustado.

 No están nada mal. –Dijo Camill dejando el tenedor en el plato.


 Yo diría que son las mejores tortitas que he probado en mi vida. No te ofendas
tía Camill.
 Ya tendré tiempo para darte un escarmiento.

Las tres se echaron a reír.

Gwen ocupó una silla.

 Buen provecho.
 Te aseguro hermanita que lo va a ser.

Logan aparcó el coche frente a la tienda y entró.

 Todo lo de la lista. –Le dijo a la dependienta tendiéndole un papel.

Una vez que esta alargó la mano, sus dedos se rozaron y ambos sintieron una oleada de
calor recorrer sus cuerpos. Él alzó la vista hacia ella y sus miradas se cruzaron. Apartó
inmediatamente la mano y la cerró en un puño.

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 Deme un minuto. –Expuso ella intentando disimular lo que había pasado.

Carlie se acercó a la mesa a pagar la factura de todo lo que había cogido.

 ¿Dónde está? –Preguntó en un susurró.


 Vuelve en un momento. –Respondió Logan captando inmediatamente su
atención.
 Vaya. Qué oído tan fino tienes. –Le ofreció una sonrisa.

Guardaron silencio pero Carlie lo rompió muerta de la curiosidad.

 ¿Eres de por aquí? –Preguntó con una mano sobre la mesa y otra en la cintura.
 Sí.
 Qué extraño. Nunca te había visto por los alrededores, y eso que conozco a
prácticamente toda la gente.
 Vivo en las afueras y no suelo salir a menudo.
 Quizás. –Dijo ensimismada –. Mira, ahí viene.
 Perdón por la espera es que no encontraba algunas cosas. –Explicó dirigiéndose
a Carlie.
 No importa. Solo factúrame esto.

El ruido de los plásticos envolviendo los productos, era el único que se escuchaba en
toda la tienda.

 Treinta con noventa y nueve. –Dijo finalmente levantando la vista.

Carlie le pagó y se volvió a Logan a punto de salir.

 Mucho en gusto en conocerte forastero. Soy Carlie.


 Logan.
 Ya nos veremos por allí, Logan.

Cuando Carlie se hubo marchado, él dejó paso a un anciano y a su nieto que solo iban a
comprar chuchería. Finalmente, fue atendido y tras pagar la cuenta e intentar salir, la
puerta ya no se abría. Volvió la vista atrás y se encontró a la dependienta fuera de la
barra con una sonrisa de oreja a oreja.

 ¿Qué está pasando? ¿Por qué no puedo salir? –Preguntó impaciente.


 Soy una bruja y… reconocería a un vampiro en cualquier esquina.

Logan se quedó quieto donde estaba cuando ella dio un par de pasos hacia él.

 Debe ser difícil intentar llevar una vida normal cuando en realidad no lo eres.
 Déjame salir o te arrepentirás.
 ¿Por qué te sulfuras? Me fascina que después de tanto tiempo, hayáis decidido
regresar…y me pregunto qué os traerá por aquí.

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 No sé por qué estamos teniendo esta conversación pero te advierto que ya me
estoy cansando. Y créeme. No quiero hacerte daño.
 ¿Hacerme daño a mí? –La chica se rio socarronamente.

Ella se lo quedó mirando durante unos instantes.

 Ya puedes salir. –Dijo finalmente.

Logan la observó durante unos segundos más antes de abandonar la tienda. Ella se
acercó al escaparate y estuvo allí hasta que él se alejó con el coche. Acto seguido,
sonrió.

Había una larga fila de coches aparcados frente a la propiedad de Andrew. En la


entrada, había dos guardias que recogían las invitaciones, y al final del largo recibidor,
un par de chicas que colocaban una pulsera de bienvenida a cada invitado.

El lugar que seguramente más tarde sería destinado para el salón era enorme y estaba
muy bien organizado. Las mesas en las que se sentaban los invitados estaban cubiertas
con manteles blancos y sobre ellas habían colocado jarrones con rosas como centro de
mesa. Había dos mesas largas de bufés repletos de comida. La sala estaba iluminada por
lámparas blancas que colgaban del techo y de fondo la sinfonía de Chopin, Nocturne
número2. El servicio iba de un lado a otro con bandejas que portaban vasos de champán
y algún que otro licor. Otros portaban bandejas con algo para picar antes de dar
comienzo al gran evento. Katherine alcanzó dos copas de vodka y le tendió una a
Logan.

 Pensé que optarías por no venir. –Dijo Andrew tras ellos.

Se volvieron hacia él. Llevaba un antifaz de cuervo.

Katherine le tendió mano, la cual él besó, incitando una sonrisa suya.

 ¿Por qué tu mente se imaginó algo semejante? –Preguntó Logan –. No tenemos


nada que temer así que aquí nos tienes.
 Logan Van Hood. Tan honorable como siempre.
 Te has superado, Drew. –Intervino Katherine.
 No está nada mal. –Opinó Logan.
 Viniendo de ustedes, es un honor. ¿Dónde está Sebastian?
 Seguramente a punto de llegar. –Respondió Logan.

Andrew alcanzó una copa de champán y volvió a centrar su atención en sus invitados

 Y hablando del rey de roma… –Dijo Katherine llevándose el trago a la boca.

Logan y Andrew volvieron la mirada hacia la entrada, y el primero se quedó con el


trago a medio trayecto de sus labios. Sebastian había entrado con Bella cogido de su

123
brazo. Esta había optado finalmente por el vestido azul oscuro drapeado de espalda
abierta con acabados negros. Sus labios estaban cubiertos por un pintalabios rojo pasión
acompañado de un antifaz de cisne negro y unos tacones del mismo color.

Se detuvieron a saludar a un par de personas antes de percatarse de la presencia del trío


que los observaba a distancia. Bella alzó la vista y los descubrió. Su mirada se clavó
sistemáticamente en la de Logan, que la observaba fijamente. Después de un par de
saludos más, se acercaron al grupo.

 Sebastian, es un placer volver a verte. –Dijo Andrew tendiéndole la mano.


 Yo no diría lo mismo. –Dijo entre dientes mientras forzaba una sonrisa aunque
sabía que todos lo habían escuchado.
 Señorita. –Besó la mano de Bella –. Tan buen gusto como siempre, Sebastian.
 ¿Vas a parar ya de hacer la pelota? –Preguntó este harto de tanta galantería.
 No te sulfures. La noche es joven. Bueno… ahora que estamos al completo,
dirijámonos a la mesa que he preparado para nosotros.

Después de haberse acomodado en sus respectivos asientos, Andrew se puso en pie, y


con una cucharilla, dio un par de ligeros golpes al vaso de champán que tenía en la
mano, llamando así, la atención de todos los presentes.

 Gracias a todos los asistentes por haber acudido a este baile de disfraces en
honor a la inauguración de mi nueva casa, aunque por el momento tenga que
convivir solo. –Le echó una ojeada a Katherine –. Como podéis observar, esta
está siendo una noche de reencuentros entre viejos amigos. ¿O debería decir lo
contrario? –Posó primero la mirada en Logan y luego en Sebastian –. Bueno,
creo que estoy extendiendo este discurso cuando en realidad pretendía ser breve.
Por lo que para terminar, espero que pasen una noche agradable porque yo
intentaré hacer lo mismo. Disfrutemos de la fiesta. –Levantó la copa de champán
y todos los presentes lo acompañaron.

Se acomodó nuevamente en la silla.

 ¿Eso ha sido una invitación? –Le preguntó Katherine.


 ¿Tenía que haber sido más claro?

Ella sonrió.

 No, Drew. Dudo que vuelva a pasar algo entre nosotros.


 Me lo tomaré como un reto.

Bella devolvió la copa de champán a la mesa y le echó un vistazo a Logan, que estaba
sentado frente a ella, reteniéndole la mirada. De pronto, este alzó la vista y frunció el
entrecejo. Acababa de entrar la joven que lo había atendido en la tienda aquella mañana
con un reluciente vestido plateado y un antifaz de la misma modalidad. Se había
recogido las trenzas blancas y negras en una cebolla. Caminó con paso decidido y se
sentó dos mesas antes de la que se encontraban. Bella, que lo había estado observando,

124
volvió la vista atrás, y descubrió a la chica a la que estaba mirando. Volvió la mirada
hacia los miembros de la mesa y cerró la mano en un puño bajo la mesa, clavándose las
uñas en la carne.

 Y bien Andrew, ¿por qué no nos cuentas lo que has estado haciendo en todo este
tiempo? –Sugirió Sebastian.
 Supongo que intentado salir adelante después de lo que pasó.
 ¿Qué es lo que pasó? –Preguntó Bella con curiosidad.
 Oh, qué maleducado he sido en toda la noche. –Dijo fijando la mirada en Bella –
¿Cómo te llamas preciosidad?
 Bella. –Respondió Sebastian por ella.
 Muy oportuno como siempre, Sebastian, pero creo que tiene una boca para
responder ella solita las preguntas.

Este se revolvió en la silla.

Bella relajó los músculos y buscó la mano de Sebastian bajo la mesa.

 No te recomiendo la compañía de estos hermanos. –Volvió a clavar en Bella.


 No me digas. ¿Por qué semejante consejo?
 Es que tienen la costumbre de hacerte depender de ellos, usarte por un tiempo y
luego abandonarte dándote incluso por muerto.
 Yo te recomiendo que no le hagas mucho caso. Está delirando. –Intervino Logan
por primera vez en toda la noche.
 Yo no creo… –Una patada de Katherine bajo la mesa le hizo reaccionar –. Sí.
No me hagas caso. –Le dio un trago a su copa de champán –. La verdad es que
nunca me han soportado.
 Será porque eres un chico malo. –Bromeó Bella.
 Puede. –Se levantó para dejar el vaso medio acabado de la burbujeante bebida
sobre una bandeja y coger otro de Kensington – ¿Por dónde íbamos?
 Por el momento en el que reconocías que eres un capullo y rectificabas tus
palabras. –Recordó Sebastian.

Andrew negó con la cabeza con una media sonrisa.

Logan volvió a alzar la vista y descubrió que aquella joven seguía mirándolo
detenidamente. Esta alzó una copa hacia él en señal de brindis. La fiesta seguía su curso.
La gente disfrutaba mientras bebía, conversaba y degustaba los ricos manjares. Las
sinfonías se alternaban una tras otra. Andrew se puso en pie y caminó hasta Bella.

 ¿Me concedes este baile? –Preguntó tendiéndole la mano.


 Por supuesto.

La condujo hasta la pista de baile y tras ponerse en posición, comenzaron a moverse al


son de la música.

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 No le soporto. –Espetó Sebastian mientras los observaba moverse de un lado a
otro siguiéndose los pasos mutuamente.
 Pues acostúmbrate porque vamos a verlo muy a menudo. –Habló Logan sin
apartar la mirada de la dama plateada.
 Pareciera que se va a acabar el mundo con solo ver vuestras caras. –Dijo
Katherine.

Logan se puso en pie de repente y caminó hasta la mesa de aquella joven. Ella alzó la
vista hacia él y sonrió al ver que tendía la mano para sacarla a bailar. Bella lo veía todo
desde la perspectiva donde se encontraba y en el momento menos esperado, le dio un
pisotón a Andrew.

 Lo siento. –Dijo avergonzada.


 Tranquila. No lo haces nada mal para ser tu primera vez.
 No te confundas. Para nada es mi primera vez.
 En ese caso, debo disculparme yo.
 Disculpas aceptadas.
 ¿Quién es ella? –Preguntó Katherine observando con detenimiento a la chica con
la que estaba bailando Logan.
 ¿Si no lo sabes tú, lo voy a saber yo?
 Estás muy poco receptivo esta noche. ¿Se puede saber que te ocurre?
 Andrew me enerva.

Katherine suspiró.

 Deja de pensar ya en él por un segundo y sácame a bailar. –Dijo ella poniéndose


en pie y agarrándole del brazo.

 ¿Sabes que odio que me miren fijamente sin conocer la razón? –Inquirió Logan
dándole una vuelta y pegándola nuevamente a su cuerpo –. Me pone nervioso. Y
cuando me pongo nervioso…no quieres saber cómo soy.
 No sé de qué estás hablando. –Expuso ella con tono irónico –. Eres tú el que no
ha parado de mirarme en toda lo noche.
 Si no te hubiese conocido esta mañana ya te habría matado.

Ella se rio con ganas.

 ¿Te sientes muy superior por tus dotes vampíricos? Te recuerdo que la
hermandad de brujas fue la que os desterró de Hallshire.
 Odio a las cotorras como tú. –. La echó para atrás utilizando su mano como
punto de apoyo y volvió a pegarla a su cuerpo.
 Sin embargo, estás bailando en este instante conmigo.

Logan se la quedó mirando fijamente sin saber qué decir.

126
Más gente se había unido al sonido de la música. De pronto, una voz salió por el altavoz
anunciando un intercambio de parejas. Se realizaron dos intercambios más, hasta que
coincidió con Bella. Se detuvieron unos instantes mirándose a los ojos. Justo en ese
momento, comenzó a sonar una balada. Logan le tendió la mano y tras unos segundos
de duda, ella colocó la mano sobre la suya y en menos de nada, estuvo pagada a él. El
olor de su perfume embriagó de forma inmediata sus fosas nasales y una corriente de
escalofríos ascendió desde su columna vertebral hasta el lóbulo de su oreja. Su corazón
dio un vuelco y se le puso la piel de gallina cuando él deslizó la mano con suavidad
hasta colocarla en su cintura. Fue soltando poco a poco la respiración que había
contenido durante al menos un minuto, cuando fue adaptándose a su cuerpo, aunque no
llegó a hacerlo completamente.

 Creí que dijiste que te pondrías el vestido rojo. ¿Por qué cambiaste de opinión? –
Preguntó cerca de su oído.
 Si crees que fue por alguna razón en especial, estás equivocado. El mundo no
gira en torno a tu reino oscuro. –Levantó la cabeza de su brazo y clavó la mirada
en él.
 ¿Te has propuesto enfrentarte a mí?
 ¿Es eso una amenaza?
 Tómalo como quieras.

Ella hizo el ademán de apartarse pero él no lo permitió

 Te dije que te favorecería este vestido. –Dijo como si no hubiese pasado nada.
 A veces me pregunto, Logan, si estás bien de la cabeza. –Expresó con frialdad –.
Pensaba disculparme por lo que te dije pero veo que no vale la pena. No sé por
qué has levantado ese muro de protección contra la humanidad y tampoco me
importa pero…
 ¿Pero qué?

Ella guardó silencio y se lo quedó mirando. Todo el mundo a su alrededor se movía


excepto ellos.

 Dilo, Bella. Vamos, suéltalo.


 No puedes obligarme a hablar cuando te dé la gana. –Apartó las manos de su
cuello –. Eres muy diferente a tus hermanos. Sois mundos completamente
distintos.
 Has hecho bien quedándote con el mejor de los hermanos, ¿no crees?
 Puede ser. Sebastian me inspira paz y tranquilidad. Tú, en cambio, eres frío
como el hielo. Y esa frialdad te corroe por dentro apoderándose de todo. De tu
personalidad y de tus sentimientos.
 Qué buena eres analizando a las personas, Bella ¿Alguna vez te has analizado a
ti misma? Te aseguro que en el momento en el que lo hagas, descubrirás más
defectos que virtudes, y entonces odiarás ser quien eres. Entonces y solo

127
entonces, llegarás a comprenderme. –Le dio la espalda y se marchó entre la
gente.

 Te he visto venir hacia aquí y he decidido seguirte. –Escuchó tras de sí.

La dama plateada se colocó a su lado en el balcón y clavó la vista al frente. En este,


apenas había gente, y la que había, estaba fumando y conversando. Le tendió una copa
de bourbon y ella se quedó con otra.

 ¿Por qué tan pensativo?


 ¿Por qué tan preguntona?

Ella sonrió.

 Me caes bien, Batman.

Lo dijo por el antifaz, que ya se había sacado, y por primera vez consiguió arrancarle
una sonrisa.

 Logan. Logan Van Hood.


 Morgan. Morgan Savater.

Se miraron durante unos instantes y dieron paso a la sonrisa. Volvieron a clavar la


mirada al frente. Ella levantó su copa y la chocó con la de él, para después llevarse el
trago a la boca.

La mañana del domingo había comenzado con una copiosa tormenta. Había poca gente
circulando a esas horas de la mañana. La puerta principal de la mansión Van Hood se
abrió de repente con un estruendoso ruido como si hubiese sido empujada por un
vendaval. Los tres propietarios se acercaron a ver lo que estaba pasando, y se quedaron
perplejos por la imagen que vieron. Un individuo estaba parado frente a la puerta con un
cuchillo de carnicería en la mano. Parecía poseído por la manera en la que los observaba
sin parpadear. Estaba mojado al completo y el cabello le cubría parte de la cara.

 Primera advertencia. –Fue las únicas palabras que salieron de la boca del
hombre antes de clavarse el cuchillo en el cuello.

La sangre comenzó a brotar como un grifo abierto antes de que el hombre impactara
contra el suelo y lo llenara todo con aquel líquido viscoso.

 ¿Qué significa esto? –Preguntó Katherine sin moverse de donde estaba.


 ¿Crees que si lo supiera estaría aquí? –Respondió Sebastian con otra pregunta.

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Logan se acercó al cadáver y observó que tenía una mano cerrada en un puño. Se
agachó y sin el menor esfuerzo alguno, la abrió y entrevió un colgante con un triángulo
forjado, que tenía en medio las dos caras de la luna.

 ¿Qué has encontrado? –Inquirió Sebastian.

Logan levantó el colgante y se acercaron a observarlo más de cerca.

 ¿Este símbolo os dice algo? –Fue él quien realizó esta vez la pregunta.
 No. –Respondió Katherine –. Esto no me está gustando. –Se revolvió el cabello.
 Pues habrá que averiguarlo. –Dijo él guardándose el colgante en el bolsillo del
pantalón y saliendo bajo la tormenta.
 ¿Adónde vas? –Preguntó Sebastian.
 Hablamos luego.

Una vez que Logan hubo desaparecido entre la lluvia, Sebastian se agachó y cargó a la
víctima sobre su hombro.

 Hay que deshacerse del cadáver.


 ¡Elisabeth! –Esta apareció un minuto después –. Limpia este desastre –. Señaló
la sangre del suelo –. Necesito un trago. No, mejor una bolsa de sangre –se
dirigió a la puerta que conducía al sótano y bajó las escaleras en busca de su
objetivo.

Logan entró a la tienda de Morgan, que para su suerte estaba vacía. Ella alzó la vista de
su blog de notas y sonrió.

 Sabía que volverías. –Salió de la barra – ¿Qué te trae por aquí, Batman?
 Necesito tu ayuda.
 Soy toda oídos.

Él sacó el colgante del bolsillo y se lo tendió.

 ¿De dónde has sacado esto?


 Quiero saber a quién le pertenece.
 ¿No vas a contarme primero como ha llegado hasta ti?
 Sobran los detalles.
 De acuerdo.

Se acercó a la puerta y dejó a la vista del público el cartel de cerrado, corrió las cortinas
de la tienda y regresó junto a Logan tomando asiento en una mesa dispuesta en una
esquina.

 ¿Vas a sentarte o vas a quedarte ahí de pie?

Logan ocupó la otra silla.

129
Morgan encerró el colgante en un puño y lo observó con detenimiento.

 Ayer fui, hoy soy, mañana seré. –Comenzó a pronunciar en voz baja –. Los
espíritus hablan en mí. Están presentes, guían, revelan, señalan. Los honré, los
honro y los honraré. Nada está oculto, nada está escrito, todo siempre sale a la
luz. –Cerró los ojos –. Nada está oculto, nada está escrito, todo siempre sale a
luz.

Repitió las mismas palabras una y otra vez, y de pronto, comenzó a vibrar como si
estuviese poseída por un espíritu. Comenzó a agarrarse la cabeza, que le dolía como si
se la estuviesen martilleando.

 Morgan. –Logan se puso en pie, se acercó a ella y la zarandeó con fuerza


obligándola a abrir los ojos. Esta los puso del revés y solo se veía la conjuntiva
bulbar – ¡Morgan! –Le abrió la mano y le arrebató el colgante. Fue como si la
hubiese liberado del mismísimo infierno.

Logan sostuvo su cabeza entre sus manos. Su cuerpo recuperó la estabilidad y fue
abriendo lentamente los ojos, clavándolos directamente en los de Logan. En cierto
modo, sintió alivio y soltó un suspiro.

 ¿Estás bien? –Asintió levemente con la cabeza –. Lo siento. Creo que ha sido
una mala idea.
 No. –Le sostuvo la mano –. Puedo hacerlo. Solo necesito tiempo.
 No.
 Confía en mí. Puedo hacerlo. Déjame el colgante y te daré las respuestas que
buscas.

Logan dudó en dárselo pero ella se lo quitó de las manos.

 Confía en mí.

 ¡Andrew! –Gritó con furia.

Este se asomó en albornoz con una copa de sangre en la mano y apoyó la mano que
tenía libre en la barandilla.

 Logan. Qué grata sorpresa. No me esperaba una visita tan repentina.


 Qué casualidad que desde que apareciste nuevamente en nuestras vidas, han
comenzado a pasar cosas extrañas.
 ¿Perdón?
 ¿Perdón? Escucha, no sé muy bien a qué estás jugando pero te advierto –Se
colocó frente a él en menos de un segundo –… deja en paz a mi familia.
 No sé por qué tú y tus…adorados hermanos os habéis ensañado conmigo pero te
puedo asegurar que no sé de qué cojones me estás hablando.

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 ¿Ah, no? Pues entonces, déjame refrescarte la memoria.

Lo empujó con una fuerza sobrenatural provocando que rompiera la barandilla y se


despeñase contra un mueble de madera que estaba a diez metros del suelo. Logan bajó
veloz las escaleras y le plantó varios puñetazos en la cara rompiéndole la nariz, cuya
herida se cicatrizó segundos después, dejando a la visa el hilo de sangre.

 ¿Puedes explicarme que narices te pasa?


 Que no voy a permitir que juegues con mi familia. No somos perfectos, pero si
hay algo de lo que me enorgullezco es de nuestra fortaleza.

Volvió a agarrarle y ambos fueron a impactar contra la pared destrozándola y dejando al


descubierto la cocina.

 ¿Tú lo resuelves todo a golpes?


 Va a ser que sí.

Esta vez, Andrew no se dejó golpear y comenzó a defenderse. Estuvieron un buen rato
intercambiando puñetazos, destrozando la casa y desangrándose uno a otro, hasta que
Logan lo inmovilizó contra una pared que podía presumir de seguir entera, le agarró del
cuello y separó sus piernas del suelo.

 ¿Quieres decirme que coño he hecho para que reacciones así? -Preguntó apenas
pudiendo respirar y levantando las manos en señal de rendición.
 Los sabes mejor que yo.
 Si lo supiera no te lo estaría preguntando, imbécil.

Logan relajó sus músculos en tensión y le devolvió al suelo. Andrew se masajeó el


cuello y lo primero de lo que se preocupó fue de recomponerse el albornoz, que estaba
manchado de sangre. Se sirvió dos copas de una botella de vino rota y le ofreció una a
Logan. Ambos bebieron en silencio tratando de recuperar la calma. Andrew recorrió con
la mirada todo lo que le rodeaba. Estaba completamente destrozado. Limpió algunos
trozos de cristal en una silla y se acomodó en ella.

 ¿Vas a decirme de qué se trata todo esto?


 Esta mañana, ha aparecido un hombre en nuestra casa y se clavado un cuchillo
en el cuello frente a nosotros. Por la forma en la que estaba, pudimos notar que
le obligaron a hacerlo.
 ¿Y qué coño tengo que ver yo en este asunto?
 Creí que fuiste tú. Me parecía demasiado raro que tras aparecer tú, comenzara
todo esto.

Andrew se acabó su trago y dejó el vaso en suelo, porque de lo que era la mesa, ya no
quedaba nada.

 En primer lugar, me importan una mierda vuestras vidas, puesto que estáis
literalmente locos. Estaba despechado porque me abandonasteis pero lo superé.

131
En segundo lugar, te recuerdo que no somos los únicos vampiros que existen en
el mundo. ¿Y si la mayoría de ellos están de vuelta como nosotros?
 El hombre traía puesto un colgante muy extraño en el cuello. Era el símbolo de
un triángulo con las dos caras de la luna. ¿Qué crees que significa?
 No lo sé. –se puso en pie –. Y ahora si me disculpas tengo que hacer reformas.

Logan recorrió la casa con la mirada y enarcó las cejas ante tal desastre.

 Sí. –le imitó –. Me parece que voy a dejarte solo.

Tras entrar en el salón de la mansión, se dirigió directamente a la mesa de licores y se


sirvió una copa de whisky. Bella y Sebastian hicieron su aparición segundos después
cogidos de la mano. Logan se volvió al oír los pasos y posó la mirada en Bella y luego
la deslizó a sus dedos entrelazados.

 ¿Qué ha sucedido? –Preguntó Sebastian al ver su ropa arrugada y manchada de


sangre.
 He cometido un asesinato. –observó cómo Bella enarcaba las cejas y parpadeaba
un par de veces –. Si me disculpan. –Depositó el vaso sobre la mesa y se dirigió
a la salida pasando al lado de la pareja.
 No estaba hablando en serio, ¿verdad? –Preguntó Bella segundos después de que
se hubiera cerrado el portón de la entrada.

Sebastian no respondió.

Morgan seguía en su afán de descifrar la identidad del individuo a quien le pertenecía el


colgante. Sin embargo, a medida que repetía una y otra vez el conjuro, comenzó a
sangrar por la nariz y por la boca. No obstante, no se detuvo y siguió intentándolo.

 ¡Nada está oculto! ¡Nada está escrito! ¡Todo siempre sale a la luz! –Gritó con
todas la poca fuerza que aún le quedaba.

Una ráfaga de viento abrió violentamente la ventana haciendo volar todas las cosas
ligeras que había en el cuarto. Apareció un rayo, que casi la cegó, seguido después de
un estruendoso trueno.

 Arabella. –Susurró y después cayó inconsciente al suelo.

132
Capítulo 14
Logan se despertó en una casa y en una cama que no eran las suyas. Miró por debajo de
las sábanas y descubrió que estaba únicamente en bóxer y su ropa estaba esparcida de
cualquier manera en aquella habitación. Se levantó de la cama y se puso los pantalones.
La puerta se abrió de repente, en el momento en el que recogía su camisa de debajo de
la cama, y apareció en bata una chica rubia con dos tazas de café en la mano.

 Ya era hora dormilón. –Le sonrió amablemente.


 Perdona… ¿tú eres…?
 La chica con la que te acostaste anoche. Mi nombre es Tiffany. –Dijo apoyada
en la puerta.
 ¿Cómo he llegado hasta aquí?
 Coincidimos en bar anoche y bebimos hasta el cansancio. –Le tendió su taza de
café –. Me cogiste confianza y me contaste tus penas. Luego dijiste que no

133
querías volver a tu casa, por lo que te traje hasta aquí. Ya puedes imaginarte tú
el resto.

Logan asintió lentamente con la cabeza.

 Bonito tatuaje. –Señaló el sol de rayos serpenteantes que tenía en el costado.

Él dirigió la mirada a esa zona pero no comentó nada. Se puso la camisa y salió de la
habitación.

 Te invitaría a desayunar pero mi nevera está más vacía que el estómago de un


sintecho.
 No tengo hambre.
 Es un gran alivio para mí.

Le acompañó hasta la salida.

 Gracias Tiffany.

Ella sonrió.

 Por cierto, esa tal Bella es una cabrona. –Dijo antes de cerrar la puerta.

Logan frunció el ceño sin comprender lo que acababa de suceder. Caminó hasta la
tienda de Morgan pero la cara del cartel de “cerrado” seguía allí. Miró en vano el
interior de la tienda por si ella estaba dentro y todavía no había abierto.

 No ha llegado todavía. –Escuchó tras de sí. Se volteó y vio a un hombre de unos


sesenta años aproximadamente –. Es muy raro porque ella suele ser una de las
primeras en llegar. –Dijo mientras abría la ferretería y se metía en ella.
 ¿Podría decirme dónde vive?
 Lo siento. Solo somos vecinos de establecimiento.

Logan respiró profundo. ¿Qué le había podido suceder? Sacó el teléfono y marcó su
número pero nadie descolgaba el auricular. Colgó y volvió a marcar obteniendo el
mismo resultado.

Morgan seguía tirada en el suelo tras haber caído inconsciente la noche anterior.
Primero movió los dedos de la mano y apretó fuertemente los ojos. Comenzó a escuchar
el ligero sonido de su móvil a medida que iba abriendo lentamente los ojos. Se sentó en
el suelo pero se sintió un poco mareada. Sentía la cabeza como si se hubiera tomado una
botella entera de absenta. Su móvil ya había parado de sonar pero segundos después, la
habitual melodía del iPhone se dio nuevamente paso. Apoyó la mano sobre la mesa y se
puso en pie a duras penas, tambaleándose en el intento. Tras conseguir el objetivo,
alcanzó el móvil y lo descolgó al ver el nombre de Logan salir en la pantalla. De
repente, sintió húmeda la nariz y los oídos.

134
 ¿Diga? –Dijo palpándose la nariz y descubriendo la sangre –. Sí, sí. Estoy bien.
–tranquilizó su voz agitada –. Tenemos que hablar. –Se llevó la mano a la
cabeza al sentir una fuerte punzada en la sien –. Ya sé a quién le pertenece el
colgante.

Logan entró agitado a la mansión y se tropezó con Elisabeth.

 ¿Dónde están mis hermanos?


 En el jardín de atrás.

Se dirigió a la cocina para salir por la puerta de atrás que conducía al jardín pero se
detuvo en seco al ver que Bella estaba en ella tomándose un café.

 ¿Qué estás haciendo en mi casa?


 ¿Tú casa? Perdona, tenía entendido que aquí vivían tres personas. Cuatro, si
contamos a la asistenta.
 Tú siempre tienes respuestas para todo. –Dijo dirigiéndose a la puerta.
 ¿Se puede saber qué pasa contigo? –Apresuró el paso, lo alcanzó y le obligó a
mirarla –. ¿He hecho yo algo mal para que me trates así? Llevas haciendo lo
mismo desde el momento en el que nos conocimos y yo la verdad me estoy
cansando porque…
 Haces demasiadas preguntas.
 ¿Qué yo hago demasiadas preguntas? Si las hago es porque necesito respuestas.
 No es un buen momento, Bella.
 Nunca es un buen momento para ti.
 Exacto. –Le dio la espalda y se marchó dejándola sin palabras.

Ella cerró los ojos y respiró hondo.

 ¿Qué sucede? –Preguntó Sebastian cuando Logan se puso frente a ellos.

Él no hizo esperar la respuesta.

 El colgante le pertenece a Arabella.

Katherine dirigió sistemáticamente la mirada hacia Sebastian.

Logan alzó la vista y la vio acercarse.

 ¿Por qué os habéis callado al verme? –Preguntó Bella cruzándose de brazos.


 Por nada. –Sonrió Katherine.

Ella medio cerró su ojo derecho.

 No sé por qué no me lo creo.


 Son cosas de familia. –Respondió Logan con un tono de voz duro.

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Bella bajó las manos y se revolvió el cabello. Posó la mirada en la espalda de Logan,
aunque él podía sentir como lo hacía.

 Voy a llevarte a casa. –Dijo Sebastian poniéndose en pie.


 No… no es necesario. –Expuso con un ligero temblor de voz –. Puedo irme sola.
Además, Gwen está fuera. Le pedí que pasara a buscarme.
 Bien. Te acompaño a la salida.
 No te preocupes. La conozco. Tienen un tema importante de familia que tratar.

Se dio la vuelta evidentemente enfadada y se alejó hacia la casa.

 ¿A qué ha venido eso? –Le preguntó a Logan cuando Bella se hubo alejado lo
suficiente.
 ¿Querías que se enterase de que está tratando con vampiros y brujas poderosas
dispuestas a vengarse? No, ¿verdad? Entonces centrémonos en lo que es
importante.
 Ella lo es.

Se produjo un silencio cargado de mucha tensión hasta que Katherine lo rompió.

 ¿Cómo es eso de que el colgante le pertenece a Arabella?


 El hombre de ayer fue enviado por ella. Y supongo que lo que mencionó sobre
la advertencia es porque está viniendo hacia aquí.
 ¿Y por qué enviarnos a nosotros el mensaje?
 Porque sabe que estoy aquí. –Dijo Sebastian atrayendo la mirada de sus
hermanos sobre él.

 George, ¿podrías abrir la puerta? –Pidió Carlie desde su dormitorio tras escuchar
el sonido del timbre.
 No soy tu esclavo. –Gritó él desde el suyo.
 Me parece que es Melanie. –Dijo a sabiendas de la reacción que tendría en él.

En efecto, no se hizo esperar y salió corriendo hacia las escaleras.

 Nunca falla.

Minutos después, la puerta de su habitación se abrió y aparecieron Bella y Melanie


junto a George.

 Te dije que estaba durmiendo. –Dijo Melanie dirigiéndose a Bella.


 No estaba durmiendo. –Carlie salió a la defensiva.

Bella se adelantó a entrar en la habitación.

 ¿Sigue en pie lo de esta noche? –Preguntó George por lo bajo.


 Sí. –Asintió en un susurro.

136
 Podrías hablar más alto para que nos enteremos. –Expuso Carlie desde la cama.

Melanie la asesinó cariñosamente con la mirada.

George se acercó a ella y le dio pico en los labios, marchándose segundos después.

 Besuqueos cuando no esté delante, ¿vale? No soporto que otra chica me esté
robando la atención y el cariño de mi hermano.
 Carlie. –Melanie cerró la puerta –. Cállate.
 ¿Sigue la flecha de cupido clavada en ti o ya vas a hacernos caso? –Intervino
Bella.

Melanie alcanzó un cojín y se lo lanzó.

 Bien. –Dijo Carlie –. Ahora que ya estamos todas en la tierra –dirigió la mirada
hacia Melanie –, hablemos del multicine.
 ¿Es que ya no conoces otro tema de conversación? –Bella se levantó de la cama
–. Llevamos toda la semana machacándonos con lo mismo.
 ¿Y de qué quieres que hablemos?
 De cosas nuestras, por ejemplo. –Propuso Melanie.
 Cuando dices de cosas nuestras, te refieres a los chicos, ¿verdad?

Esta se encogió de hombros.

 Pues no. –negó rotundamente –. Tema del día: el multicine.

Bella se dejó caer rendida sobre la cama.

 Vamos, chicas. Es la primera vez que hacemos esto y es por una buena causa.
Los niños. La señora Belfort ha confiado en nosotras y no podemos hacerlo mal.
Tiene que salir perfecto.
 Sí, madame, pero ya estaba perfecto desde que nos pidió organizarlo. –Se quejó
Melanie.

Carlie levantó el dedo índice en señal de que no iba a aceptar ninguna excusa.

 Sois un par de quejicas. Vamos a repasarlo una vez más y ya está. No es tan
difícil.

Bella y Melanie se miraron. Sabían que no quedaba de otra. Cuando Carlie insistía en
algo no había forma de hacerle cambiar de opinión. Esta abrió el cajón de la mesita de
noche y sacó una pequeña libreta donde lo tenía todo apuntado.

 Tenemos las pelis alquiladas al igual que la enorme pantalla. La tienda de


Jeremy nos concederá las sillas. ¿Un buen sitio para organizarlo? La plaza.
Perfecto. Y ahora…
 Bla, bla, bla. –Interrumpió Bella –. Como puedes ver, lo tenemos todo.

Carlie miró primero a una y luego a otra.


137
 Vale. –Dejó caer la libreta sobre la cama –. ¿De qué historias cursis queréis que
hablemos?
 Sabía que cederías. –Dijo Melanie alabándose a sí misma.

Carlie movió la cabeza de izquierda a derecha con media sonrisa en los labios.

 Tengo un par de amigas locas.

Bella abrió la puerta y dejó las llaves sobre la mesa. La casa estaba en silencio así que
determinó que Gwen y Camill no se encontraban. Se dirigió a la cocina y se preparó una
manzanilla. Cuando estuvo lista, le dio un sorbo y cogió la taza dispuesta a dirigirse al
piso de arriba. Sin embargo, antes de que alcanzara las escaleras, sonó el timbre.

Se trataba de Sebastian.

Se hizo a un lado para dejarle paso y después se dirigieron al salón.

 ¿Se han solucionado ya vuestros asuntos de familia? –Preguntó con cierto


sarcasmo y le dio otro trago al té.

Sebastian suspiró.

 Logan a veces puede ser un tanto…


 ¿Imbécil? ¿Gilipollas? ¿Idiota?
 No hay adjetivo para definirlo.

Eso le arrancó una sonrisa.

 Yo siempre paso de sus comentarios. –Dijo sentándose a su lado y quitándole la


taza de las manos –. Tú deberías hacer lo mismo.
 Lo intento pero créeme que a veces tengo ganas de… ¡arg! Estrangularlo.
 Yo las tengo siempre.

El comentario les hizo reírse.

 ¿Era algo importante?


 No tanto para preocuparse.
 Bien.

Ambos guardaron silencio. Bella levantó un par de veces la mirada y vio que él no
apartaba la suya de su rostro, así que también se quedó mirándolo.

 La casa está muy silenciosa. —Dijo él casi en un susurro.


 Sí. —Le tembló la voz —. Es que Gwen y Camill no están.

Sus rostros cada vez estaban más cerca. Bella podía sentir como le temblaba el cuerpo y
le palpitaba el corazón a mil. Sebastian ocupó todo el espacio que los separaba, colocó

138
las manos alrededor de su cuello y rozó sus labios con los de ella. Inició un recorrido de
besos desde la frente, pasando por las mejillas, el cuello y regresó otra vez a la boca.
Pegó su frente a la de ella con los ojos cerrados. Ambos los abrieron al mismo tiempo y
sus miradas se encontraron, bastando únicamente ese momento para saber que tenían
claro lo que querían. Se fundieron en un beso que fue aumentando de intensidad a
medida que pasaban los segundos. Sebastian le atrajo hacia sí de manera que se puso a
horcajadas sobre él facilitándole levantarse del sofá. Cuando llegaron al piso de arriba,
la depositó en el suelo frente a la puerta de su habitación y ahí comenzó a recorrerle el
cuello — al mismo tiempo que exploraba su cuerpo bajo la camisa —, depositando
besos suaves alrededor de este, y dejando fluir una corriente de frío cuando dejaba de
besar la zona. Ella le agarró del cabello y buscó nuevamente su boca, al igual que el
pestillo, y entraron a la habitación. La tensión sexual entre ambos era tan fuerte que se
dejaron llevar por lo que sentían y por lo que les pedía el cuerpo.

Sebastian se despertó en mitad de la noche y miró a su lado. Verla dormir era tan
maravilloso, que le arrancó una sonrisa de la cara. Se levantó y se acercó a la ventana.
El crujir de la cama tras moverse, provocó que Bella también abriese los ojos. Ella
también se puso en pie y se colocó a su lado.

 ¿Qué miras con tanto detenimiento?


 Nada. –Se volvió hacia ella y le acarició el cabello –. Estaba perdido en mis
pensamientos.

Ella clavó la vista al frente pero él se la quedó mirando.

 ¿Qué pasaría si algún día te das cuenta de que no soy como te imaginas?
 ¿Por qué me preguntas eso?

Sebastian se alejó de ella y comenzó a dar vueltas por la habitación.

 Hay cosas de mí que no entenderías. –se detuvo –. Cosas muy complicadas


difíciles de explicar.
 Nunca se pierde nada intentándolo.

De pronto, sintió el impulso de revelarle el mayor secreto de su vida. Pero ¿cómo


decirle a alguien que eres un vampiro y evitar que saliera corriendo? ¿Que se alejara de
ti y comenzara a verte como el monstruo que verdaderamente eres?

 Olvídalo. –Dijo finalmente –. A veces pienso en voz alta y digo cosas sin
sentido.

Bella se acercó a él y le sostuvo las dos manos.

 Yo siempre te aceptaré tal y como eres.


 ¿Lo prometes?
 Lo prometo.

Sellaron la promesa con un beso.

139
Bella entró al bar donde hacía un mes que no trabajaba. Tina se acercó sonriente cuando
la vio entrar y la saludó con dos besos en la mejilla.

 Te veo muy bien.


 Es que estoy bien.

Se acercaron a la barra, donde saludó a sus excompañeras, y tomaron asiento. Ella se


percató de que habían cambiado de cocinero. Este era moreno con el cuerpo lleno de
tatuajes y piercings.

 ¿Qué ha pasado con Zac? –Preguntó clavando la mirada en Tina.


 Una mañana apareció y entró al despacho de Guillian. Desde entonces no lo
hemos vuelto a ver. –Contestó Kristal por Tina.
 Me tropecé con su madre en una tienda y le pregunté por él pero me dijo que se
había marchado del pueblo. –Dijo Tina.
 ¿Por qué?
 No me contestó a eso. Al parecer no lo sabe ni la pobre.
 ¿Y ese quién es? –Preguntó señalando al cocinero.
 Se llama Rodrick. –Respondió Kristal.
 ¿Habéis venido a trabajar o a cotillear? –Criticó una chica con el cabello afro
dejando la bandeja sobre la barra –. Kristal, dos copas de whisky. –Esta le sirvió
la bebida – ¡Vamos! El bar no va a funcionar solo.

Bella la siguió con la mirada cuando se retiró.

 ¿Y esa?
 Tu sustituta. –Expuso Tina poniéndose en pie.
 Desde que llegó aquí, se cree la reina de todo esto. –Comentó Kristal –. Se la
pasa dando órdenes a diestro y siniestro. No creo que la aguante por más tiempo.
 Sí, si quieres conservar tu trabajo. –Dijo Tina –. Bella, nos agrada tu visita pero
como puedes ves tenemos a alguien peor que una cámara de vigilancia.

El comentario provocó la risa de las tres.

 De todos modos, ya me iba a marchar. –Se puso en pie –. Buenos días.

La hierba estaba mojada por el rocío de la mañana. Sobre ella, estaba tendido un cuerpo
desnudo formando la fisionomía de un hombre moreno, que abrió sus hermosos ojos
verdes y observó el paisaje durante unos segundos, antes de percatarse de que estaba
desnudo. Al darse cuenta de su estado, se levantó y corrió sobre los matojos verdes
buscando una solución para su condición. Distinguió una cabaña a lo lejos y corrió
hacia ella, descubriendo un par de ropas colgadas en una cuerda. Se las puso a toda prisa
evitando ser descubierto y caminó de igual modo hasta que se alejó de aquel lugar. Tras

140
media hora aproximadamente caminando, llegó al escondite donde tenían montado un
enorme campamento. Caminó directamente hasta la morada del jefe, que se puso en pie
al instante.

 ¿Y? ¿Cómo está?


 Mejor de lo que se imagina.

Aquel hombre sintió una paz interna que se adueñó del resto de su cuerpo.

 Gracias Benjamin. –Le puso la mano sobre el hombro –. Tu trabajo será


valorado.

Cuando el joven abandonó la tienda, el hombre no pudo reprimir la sonrisa que se le


dibujó en la cara.

 Muy pronto estaremos juntos.

Capítulo 15
Hallshire 1874

Era una masacre.

Dos días antes del ataque, apenas había gente en la calle. Se encerraban en sus hogares
con miedo a salir y enfrentarse a lo que estaba pasando fuera. Los vampiros atacaban a
cualquier hombre, mujer o niño con tal de poder huir del terrible destino que los
aguardaba. Muchos de ellos habían conseguido escapar pero la mayoría había muerto en
el intento. El pueblo se había revelado.

Hubo un el momento en el que creyeron en la posibilidad de ganar la batalla, pero


entonces brujas y cazadores se unieron a la revolución. Los sitiaron en la iglesia y
comenzaron a recitar conjuros. Era un dolor insoportable para aquellos seres, que
comenzaron a agarrarse la cabeza profiriendo desgarradores gritos. Sin embargo, entre
las brujas, había una en especial que estaba a su favor. Sufría igual o peor que ellos,
puesto que entre el grupo de los chupasangres se encontraba su amado, con el que tenía
previsto huir aquella noche. Verle sufrir era como arrancarle el corazón entero del
pecho. No podía permitir que acabasen con su vida, por lo que se puso en contra de su
propia especie para defender a los vampiros.

 ¿Qué estás haciendo, Arabella? –Le preguntó su hermana, que estaba justo a su
lado.
 No puedo permitir que lo maten. –Respondió entre lágrimas.
 No puedes traicionar a tu especie por uno de ellos.
 O estás conmigo o estás contra mí.

Sus miradas se cruzaron y se convirtieron en segundos de duda.

 Lo siento. Estoy con ellos. –Expresó finalmente.


141
 Yo lo siento más. –Dirigió la palma de la mano hacia ella y la despegó del suelo
lanzándola contra una pared. La levantó y la inmovilizó –. Te quiero hermana. –
Cerró los ojos y cuando los volvió a abrir, las llamas se apoderaron del cuerpo
de la joven abrasándola entera.

Al ver que la situación se había complicado, brujos y brujas, se volvieron contra ella.
Resultaba fácil un enfrentamiento entre dos, pero era imposible enfrentarse a centenares
de brujos. Este hecho, incitó que sus poderes menguaran, y con eso su derrota.

Cuando ya no hubo ningún tipo de impedimento, los brujos formaron un enorme círculo
de fuego alrededor de la iglesia, que fue ascendiendo hasta que cubrió todo el edificio.
Muchos vampiros salieron ardiendo del interior y se desmoronaron en el suelo.

Tras la matanza, los brujos que habían perdido la vida durante el incidente fueron
trasladados al santuario donde iban a recibir una santa sepultura. Antes de ser
enterrados, se les concebía un ritual para conmemorar su estancia en la tierra. Para ello,
se destapaba los ataúdes para despedirse como era debido. La sorpresa fue que todos los
cuerpos estaban allí excepto el de Arabella.

 Este es el diario de mi abuelo. –Dijo Sarah depositando la libreta de cubierta


marrón medio gastada sobre la mesa.

Hilary comenzó a pasar las páginas leyendo por encima lo que ponían.

 Interesante.
 ¿El qué? –Preguntó Sarah dejando dos tazas de té sobre la mesa y ocupando la
silla que estaba frente a la de Hilary.
 Ni el ajo ni las cruces los afectan. Solo pueden morir si se les clava una estaca en
el corazón. Pueden salir a la luz del sol gracias a un tatuaje en forma de sol con
rayos serpenteantes hecho únicamente con la esfera solar.
 ¿Qué es eso?

Hilary señaló una ilustración de lo que parecía ser el objeto mencionado con
posterioridad.

 Aquí dice que es una herradura forjada en el siglo quince por un poderoso
hechicero. Existen cinco ejemplares en todo el mundo repartido por los cinco
continentes. Este sol solo puede ser tatuado por una bruja en el cuerpo de un
vampiro, si no, no será válido.
 ¿Qué más dice?
 Son cazados por cazadores y los lobos son sus peores enemigos, ya que un
mordisco de estos puede acabar con la vida de uno de ello. El mordisco más letal
para un vampiro es de un lobo perteneciente al clan de los Sangre Azul. Son
lobos que en la antigüedad pertenecían a la realeza, y su mordisco no solo mata a
vampiros sino también a otros lobos que no son de ese clan.

142
 Así que no solo nos estamos enfrentando a vampiros sino también a hombres
lobos. Genial. –Sarah soltó una risita nerviosa.

Hilary le dio un trago a su taza de té y la devolvió a la mesa.

 ¿Podrías prestarme el diario? Pueda que coincida con los datos del de mi
bisabuelo, o que el de este, contenga datos que este no.
 Por supuesto.

Bella abrió los ojos justo en el momento en el que Sebastian entraba con una bandeja de
comida.

 Buenos días. –Saludó con una sonrisa.

Él depositó la bandeja sobre la cama y se sentó a su lado.

 Eres preciosa cuando te despiertas.


 Mientes. –Dijo cubriéndose la cara con las manos –. Soy igual que un zombi en
una peli de terror.
 Yo nunca miento.

Ella realizó una mueca.

 Es muy difícil creerte. Todo el mundo miente en algún momento de su vida.

Sebastian alcanzó los vasos que contenían un jugo de naranja y le tendió uno.

 Sobre lo de anoche, creo que será un éxito.


 ¿El multicine? –Asintió con la cabeza –. Ya lo creo. ¿Podrás asistir?
 No me lo perdería por nada del mundo.

Ella sonrió satisfecha.

 Bien. Ahora quiero darme una ducha. –Dijo poniéndose en pie.


 Déjame ver si lo he entendido. ¿Me estás invitando a abandonar mi propia
habitación? –Preguntó haciéndose el sorprendido.
 A mí me parece que sí.

Él se puso en pie y se acercó a ella.

 ¿No podrías hacerme antes un desfile al desnudo?


 ¡No! –Exhaló mientras sujetaba la sábana con una mano e intentaba apartar a
Sebastian con la otra.

Se dejó llevar hasta la puerta.

 Un beso. –Dijo volviéndose hacia ella.

143
 No.
 Solo uno.

Bella achinó los ojos pero finalmente acercó sus labios a los de él y le dio un pico.

 ¿Cuántas veces os lo habéis montado? –Preguntó Katherine cuando ella salió de


la habitación.

Ella sintió el rubor de sus mejillas.

 ¿Cinco? –Bella la miró horrorizada – ¿Diez, tal vez?


 No soy una máquina, Katherine.

Esta se rio por lo alto.

Logan y Sebastian guardaron silencio cuando las vieron bajar por las escaleras.

 ¿Por qué os habéis callado de repente? –Preguntó Katherine con el ceño


fruncido.
 Nada importante. –Respondió Sebastian intentando sonar convincente.
 Me tengo que ir. –Interrumpió Bella.
 Te acompaño. Tengo que hacer un par de cosas. –Dijo Katherine.

 He oído por allí que vais a organizar un multicine. –Comentó Katherine en


medio del trayecto.
 Sí. La señora Belfort quiere construir un orfanato y creo que parte de ese dinero
también será destinado a las pequeñas reformas de la iglesia.
 Me gustaría participar.
 Claro. Sería un placer recibirte en el proyecto.

Katherine le ofreció una sonrisa.

 ¿Dónde pensabais instalarlo todo?


 En la plaza. Tiene suficiente espacio para reunir a tantas personas.
 O…
 ¿O qué?
 Podrías hacerlo en casa. El jardín es muy grande y creo que cabrían más
personas que en la plaza.
 Am… no sé.
 Insisto. Esa sería una pequeña aportación de mi parte.

Bella lo dudó durante unos segundos.

 De acuerdo. Se lo comunicaré a Carlie y a Melanie cuando llegue a casa.

144
Todas las entradas ya estaban vendidas para el día señalado. Las chicas se habían
encargado de darle su toque de belleza al jardín, aunque las flores que estaban en él
ayudaron bastante. Había alrededor de trescientas sillas y una enorme pantalla a la vista
de todos los que iban a participar. En la entrada había dos guardias para controlar que
todo saliera bien, y la cocina estaba ocupada por un par de camareras se encargarían de
la distribución de la comida y bebida.

Carlie iba de un lado para otro con su libreta cerciorándose de que todo estaba en su
sitio, cuando escuchó la voz de Bella tras de sí.

 Carlie. –se volvió con una sonrisa –. Llevas igual toda la mañana. ¿No te has
dado cuenta ya de que todo está bien?
 No pierdo nada revisándolo otra vez. Sebastian. –Le dio dos besos en la mejilla
–. Cada día estás más bueno. Bella, échale bien el ojo. No vaya a ser que otra te
lo robe de un momento a otro. No estoy mirando a nadie.

Bella sonrió. De repente, la mirada de Carlie se fijó en alguien que se estaba acercando
al trio.

 No me lo puedo creer. –Dijo con una mezcla de confusión y sorpresa.

Bella y Sebastian volvieron la mirada hacia donde estaba la suya y descubrieron a


Logan.

 ¿Qué hay por aquí? –Preguntó Logan uniéndose al grupo.

Él también fijó su mirada en la de Carlie y la reconoció en el acto.

 Oh, sí. te presento a mi hermano… –Comenzó a decir Sebastian.


 Logan.

Bella y Sebastian se miraron confundidos.

 Tú debes ser Carlie.


 Servidora siempre es la misma.

Se acercó a él y le abrazó con fuerza.

 ¿Y… y qué tal? Este es el sitio en el que menos pensé encontrarte.


 ¿Os conocíais? –Preguntó Bella aún más confundida que nunca.

Carlie colocó la mano en la espalda de Logan y se revolvió el cabello.

 Nos conocimos en una tienda, y he de confesar que pensé que era un fantasma
porque no volvería a verlo. Sin embargo, aquí estás.
 He de confesar que para mí también es un placer volver a verte.

Bella dirigía la mirada de uno a otro constantemente.

145
 Así que eres el hermano de Sebastian. –Fijó la mirada en Bella –. Qué bien te lo
tenías escondido eh. Pudiste hacer las presentaciones oficiales.
 Te me has adelantado. –Forzó una sonrisa.

El calor de su cuerpo era sofocante. Sentía que necesitaba respirar, o una copa, tal vez.
No sabía si podía seguir soportando aquella escena que en sus adentros calificaba de
cursi. No quería reconocerlo, pero sabía sin duda que eso solo le ocurría cuando estaba
molesta o cuando estaba celosa. ¿Pero por qué iba a estar celosa de una persona con la
que se pasaba todo el tiempo discutiendo? ¿Con la que era imposible mantener una
conversación de cinco minutos que no acabase en ofensas? Buscó la mano de Sebastian
y entrelazó sus dedos.

 Bueno. Creo que ya tengo compañía para toda la noche. –Dijo Carlie mirando a
Logan –. No queremos seguir aburriéndoos con nuestra conversación, así que
mejor nos vamos. ¿Te parece?
 Las damas primero.
 Que lo paséis bien. –Exhaló Bella sintiendo el ardor detrás de sus orejas.

Los siguió con la mirada hasta que entraron a la cocina.

La gente comenzó a llegar y pronto la entrada de la mansión estuvo abarrotada de


coches. Tras ocupar sus respectivos asientos, la señora Belfort se puso frente a sus
invitados para dar el discurso de apertura.

 Buenas noches damas y caballeros. –Saludó con una sonrisa de oreja a oreja –.
Una vez más, gracias por venir hasta aquí y donar lo poco o mucho que tengan
por una maravillosa causa, que son los niños. ¿Qué es más importante que el
bienestar de esas criaturas que no han tenido el privilegio de gozar de las
comodidades de las que han disfrutado nuestros hijos? ¿Qué no han tenido el
apoyo de una familia que los quiera, los eduque y los dirija por un buen camino?
Y por otra parte, les agradezco también…
 ¿Cuándo va a poner fin al discursito de los cojones? –Inquirió Katherine
poniendo los ojos en blanco –. Te juro que una palabra más y me sirvo de su
sangre. –Le susurró a Andrew.
 Tranquila. Seguro que está al terminar.
 Con tanta palabrería me ha entrado el hambre.
 ¿De sexo? –Preguntó él con un tono de voz lascivo.
 Piérdete. –Dijo dándole la espalda.

Él la detuvo cogiéndola del brazo.

 Me encantan los retos, y más si son contigo.

Katherine sonrió zafándose de su agarre y se alejó de su alcance. Se dirigió al salón


donde había un poco más de calma y se sirvió una copa de bourbon. Antes de llevarse el

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trago a la boca, descubrió a Bella en una de las esquinas con una copa en una mano y
una botella en la otra.

 Veo que pensamos igual. Pero… ¿tú estás bebiendo porque…?


 Por la justicia de la vida.
 Vale… –Katherine se acercó y le quitó la botella de la mano –. Creo que esto no
te hará ningún bien. ¿Qué pasa?
 Nada. –Se apresuró a contestar –. Estaba un poco agobiada por el ambiente de
fuera y he preferido entrar. Aquí por lo menos se escucha…nada
 Estamos hablando el mismo idioma. –Dijo Katherine llevándose un trago a la
boca –. El discurso de la señora Belfort está siendo tan largo, que me pone los
pelos de punta.

Se rieron con gusto.

 Escucha. –Dijo Katherine de repente –. Ya no se oye nada. Debe de haber


concluido.
 Puede.
 Pues si es así, creo que voy a ir saliendo. ¿Vienes?

Bella negó con la cabeza.

 Dame unos minutos.


 De acuerdo.

Cuando Katherine se hubo retirado, Bella dirigió la mirada en dirección a Logan y


Carlie, que estaban animosamente hablando de solo dios sabe qué. Conocía a Carlie y
posiblemente sus intenciones. Sintió una punzada en el pecho con el simple hecho de
imaginarlos juntos, que sin darse cuenta, tiró el vaso al suelo, rompiéndose ese en mil
pedazos y sacándola del trance.

 Buenas noches. –Saludó un hombre alto de raza negra. El guardia lo miró por
encima de las gafas –. Necesito que me ayude a descargar un par de cajas. Es
para lo que se está montando allí dentro.
 Puedo llamar a unos cuantos del personal.
 No. –Dijo apresuradamente –. Será algo rápido. Ustedes son dos. Uno se queda
vigilando y el otro puede ayudarme.

El guardia miró al otro como pidiendo permiso.

 De acuerdo. –Finalmente accedió.

Lo llevó a un rincón apartado y oscuro donde había una camioneta roja.

 ¿Qué hay que descargar?


 A usted. –Manifestó tras él.

147
Cuando el primero quiso darse cuenta de lo que estaba sucediendo, recibió un golpe en
la cabeza y cayó al suelo inconsciente.

Agredieron también al que se quedó vigilando, y el hombre negro y otro ocuparon la


posición de los dos primeros, permitiendo la entrada de seis miembros más a la
mansión.

 Katherine me ha dicho que estabas aquí. –Dijo Melanie entrando al salón en el


momento en el que Bella salía.
 ¿Qué es lo que pasa?
 La señora Belfort quiere hablar con nosotras.

Ambas entraron a la cocina donde encontraron a la señora Belfort junto a Katherine y a


Carlie.

 ¿Dónde te habías metido? –Preguntó esta última.


 Estaba en el salón. —Respondió sin gana alguna.
 Ahora que estáis todas, quería agradeceros vuestra colaboración. Esto no habría
sido posible sino os hubierais implicado tanto.
 No hay de qué. –Habló Carlie por las tres.

La señora Belfort les ofreció una sonrisa antes de dirigirse nuevamente al jardín.

La noche siguió su curso con normalidad. El evento llegó a su fin y la gente comenzó a
abandonar la mansión.

 Vuelvo enseguida. –Susurró Bella al oído de Sebastian.

Entró nuevamente a la casa por la puerta de la cocina, y se tropezó con tres personas.

 Perdona, no deberían estar aquí. La salida es por allí.


 Ya lo sabemos. –Dijo una mujer de ojos saltones –. Pero tienes que venir con
nosotros.
 ¿Qué? ¿De qué estás hablando?
 Ven con nosotros. –Expuso otro de los acompañantes.
 ¿Alguien me puede explicar qué está pasando? Mire, si no se van, tendré que
llamar a los…
 Te lo explicaremos por el camino. –Dijo nuevamente la mujer cogiéndole de la
muñeca e intentando tirar de ella.
 ¡Suélteme! –Exclamó ella con fuerza.

La mujer le dirigió una mirada rápida al joven que tenía a su lado.

 Sino vienes con nosotros por las buenas, tendrá que ser por las malas. Mason.
 ¿Qué es lo que pasa aquí? –Preguntó Sebastian que acababa de entrar.

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Katherine, Logan y Andrew hicieron lo mismo. Los otros tres que entraron a la casa y
los dos que se quedaron vigilando, hicieron su aparición en la cocina. Bella se puso
junto a Sebastian sin comprender todavía lo que estaba pasando.

 Katherine, Andrew. Llevadla a casa.


 ¿Qué está pasando? –Peguntó Bella dejándose llevar.

Cuando el coche se hubo alejado, Logan y Sebastian volvieron a posar la mirada en los
ocho que tenían en frente.

 Da igual adonde la lleven. La encontraremos. –Habló la mujer que parecía estar


al mando.
 ¿Cómo habéis entrado aquí?
 Ha sido muy fácil engañar a los idiotas que habéis colocado como guardias.
Queremos a la chica y no es un ruego.
 Va a ser que no. –Dijo Sebastian.

La mujer dejó entrever su blanca dentadura a través de la sonrisa.

 No estáis jugando con inteligencia. Queremos a la chica, y la queremos por las


buenas.
 Tú no me dices lo que tengo o no tengo que hacer.
 ¿Así? –Sus ojos castaños pasaron a ser dorados, al igual que de todos los que les
rodeaban.
 Lobos. –Susurró Logan.
 La chica se queda con nosotros.
 ¿Así? –Preguntó con tono amenazante.
 Sí.

Dejaron entrever las venas bajo sus ojos y desplegaron los c0lmillos. Se produjeron
segundos de tensión en los que ambos bandos esperaban a ver quién atacaba primero.
Sin embargo, los lobos no se hicieron esperar y se lanzaron al ataque convirtiendo la
casa en un campo de batalla. Luchaban como las auténticas fieras que eran utilizando
todas las habilidades de las que estaban dotados. Logan apareció detrás de uno de ellos
y le clavó los colmillos en la yugular absorbiéndole la suficiente sangre para debilitarle
y dislocarle el cuello. Se lastimaban mutuamente destrozando al completo la casa. En
medio del combate, tres de ellos salieron de la casa y corrieron en dirección a la
carretera para alcanzar el coche en el que estaba Bella. De un momento a otro, la mujer
que parecía liderar al resto sorprendió a Logan clavándole los colmillos en el brazo y
arrancándole completamente la piel, provocando un grito desgarrador por parte él. Al
darse cuenta, Sebastian arremetió contra ella y la lanzó fuera de la casa rompiendo el
cristal de la ventana. El único que quedaba todavía con vida, salió de la casa y juntos se
perdieron en el bosque que rodeaba la propiedad.

 ¿Cómo te encuentras? –Preguntó agachándose junto a Logan.


 Mira que haces unas preguntas. –Respondió este con mala cara.

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 Eres imbécil aun estando herido. –Le ayudó a ponerse en pie, caminaron hasta el
salón y Logan se tumbó en uno de los sofás.

Al otro lado, Andrew conducía a toda prisa para llegar lo antes posible a la casa de Bella
y regresar a la mansión.

 ¿Qué acaba de pasar hace unos minutos? –Preguntó Bella todavía confusa.
 Nada importante. –Respondió Katherine –. Deben de haberse confundido de
persona y estoy segura de que Logan y Sebastian van a arreglarlo.
 No lo creo. Esa mujer venía directamente a por mí. Me ha repetido como diez
veces que me fuera con ellos, que me explicarían lo que pasaba.
 No estoy segura de lo que podía ser.
 Trata de tranquilizarte. –Le aconsejó Andrew.
 No puedo. Necesito saber lo que está pasando. Sino por qué Sebastian tenía el
apuro de que me llevaseis a casa.

De repente, tres hombres lobos se dejaron ver en la carretera, induciendo que Andrew
pisara con rapidez los frenos haciendo chirriar el coche. Comenzaron a dar vueltas en
círculos hasta que chocaron con un árbol. La parte delantera se levantó y comenzó a
salir humo. Andrew y Katherine estaban ilesos. Esta última volvió la vista atrás y
descubrió que Bella estaba inconsciente con una herida en la frente.

Los tres hombres se acercaron hasta el coche. Uno agarró a Andrew por el cuello de la
camisa. Otro a Katherine y los lanzaron fuera del coche haciéndoles impactar
fuertemente contra el suelo. Ambos se levantaron con rapidez del suelo para hacer
frente a lo que se les venía encima.

 Es nuestra. –Dijo uno de ellos señalando el coche donde estaba Bella.


 Yo creo que no. –Expuso Katherine –. Tiene familia y esta va a dormir con ella.
 Bata ya de palabras. –Expresó Andrew colocándose frente al coche – ¿La
quieren? Pues cójanla.
 Eso pensábamos hacer.

Dos de ellos saltaron sobre Andrew y el tercero se lanzó contra Katherine. Le desgarró
el vientre con las uñas largas que se dejó crecer haciéndola retroceder un par de pasos.

 Cuidado preciosa. Los mordiscos de hombre lobo matan a vampiros.


 No pensaba darte ese gusto.

En esta ocasión, fue ella la que atacó primero y ambos se sumieron en una lucha a
muerte.

Andrew por su parte, embistió brutalmente la cabeza de su contrincante contra un árbol,


induciéndole una abertura en la frente que no lo volvió a levantar del suelo. Después de
un duro enfrentamiento con el otro, finalmente le noqueó dejándole caer al suelo.

150
Katherine, que no tenía tanta paciencia, clavó los colmillos en la yugular de su
adversario, y absorbió entre una mezcla de furia y placer, el líquido viscoso de la
sangre, controlándose a sí misma para no matarlo. Echó la cabeza para atrás como una
manera de recuperar la calma, retrajo los colmillos y se volvió hacia Andrew.

 ¿Estás bien?
 Siempre lo estoy.

De repente, su mirada se desvió hacia el coche y descubrió a Bella observándolos desde


el suelo con una mirada aterradora. Hacía rato que se había recuperado y había salido
del coche a rastras, presenciando el momento en el Katherine le clavaba los colmillos a
aquel lobo. Su rostro seguía pálido pero esa palidez se debía en ese instante a lo que
habían visto sus ojos.

 ¿Katherine? –Susurró y volvió a caer inconsciente.

Andrew dirigió la mirada a hacia ella y esta se la devolvió.

Andrew entró con Bella en brazos en el momento en el que Sebastian se dirigía al salón
con las cenizas de la pulpa de la bergamota en una mano y un cuchillo en la otra.

 ¿Qué ha sucedido? –Preguntó entregándole lo que portaba a Katherine.


 Nos han atacado en la carretera. –Respondió mientras colocaba a Bella en sus
brazos –. Ella está bien. Lo que no sé es si vosotros seguiréis estándolo.
 ¿A qué te refieres?

Él y Katherine cruzaron una mirada rápida.

 Lo sabe. –Habló Katherine –. Sabe que somos vampiros.

151
Capítulo 16
Katherine retiró el cuchillo de la chimenea después dejarlo calentar durante unos
minutos. Se sentó junto a Logan, que tenía el rostro pálido debido a la herida del brazo.
Estaba tiritando por la fiebre y había comenzado a tener convulsiones. Ella cogió un
montón de cenizas con los dedos y se lo echó sobre la herida colocando después el
cuchillo sobre esta. Pese a su estado febril, soltó un grito ahogado. Katherine siguió el
mismo proceso hasta que la cubrió entera y la envolvió con un paño caliente.

 ¿Sigue dormida? –Preguntó acercándose a Sebastian.


 Sí. ¿Y Logan?
 Se pondrá bien.

Se sentó a su lado en el suelo y clavó la mirada a la pared de enfrente.

 ¿Estás pensando en cómo se lo vas a explicar?


 ¿Qué hay que explicar? ¿Qué explicación razonable hay para eso? Tranquila
Bella. Eran efectos especiales.

Katherine sonrió aunque su semblante volvió a recobrar la seriedad.

 Lo siento. Ha sido culpa mía.


 No ha sido culpa tuya de que aparecieran los lobos.
 Siempre podemos hacerla olvidar.
 ¿Hasta cuándo? ¿Hasta que vuelva a descubrirnos? Dejemos que sea decisión
suya.

Los rayos del sol penetraron por la ventana alumbrando parte de la habitación. Bella
comenzó a abrir lentamente los ojos sintiendo un ligero dolor de cabeza. Al darse cuenta
de que la estaban observando, se sentó de golpe sobre la cama y recorrió con la mirada
uno a uno de los presentes. Andrew, Katherine y Sebastian. Este último hizo el ademán
de acercarse a ella, pero esta se levantó de golpe de la cama y se apoyó a la pared.

 No te me acerques. —Dijo apuntándole con el dedo en señal de amenaza


aunque se estaba muriendo de miedo por dentro.
 Tranquila. –Levantó las manos en son de paz –. No vamos a hacerte daño.

Su cerebro le pedía a gritos salir corriendo de allí pero sus piernas se habían paralizado.

152
 Bella… –Esta vez fue Katherine quien hizo el intento.
 ¡He dicho que nadie se me acerque! –Su respiración comenzó a ser agitada –.
Estoy… intentando creer que lo que vi solo fue fruto de mi imaginación. Pero…
por más que lo pienso me doy cuenta de que no. Estaba más despierta que
nunca, y no intentéis decirme que no es así porque lo vi. Lo vi.
 No tenemos la intención de hacerlo. –Dijo Andrew interviniendo por primera
vez.
 Entonces… ¿qué coño sois?

Se produjo un minuto de silencio como si los tres estuviesen esperando que lo dijese
cualquiera.

 Somos vampiros. –Respondió Sebastian por los tres.

Bella sintió la sequedad de su boca como un volcán apagado. Se apoyó a la pared con
más fuerza y trató de respirar pero sentía que no podía.

 Necesito estar sola. –Dijo finalmente.

Cuando se hubieron marchado, recogió sus tacones del suelo y se acercó a la puerta.
Antes de salir, se cercioró de que no había nadie en los pasillos y se dirigió a las
escaleras. Bajó con cautela intentado hacer el menor ruido posible pero cuando llegó al
piso de abajo se dio cuenta de que la estaban observando desde el salón, donde
descubrió el cuerpo de Logan tendido en el sofá. Le dio un vuelco el corazón al pensar
que uno de ellos iba intentar detenerla y evitar que saliera con vida de allí y contara lo
que había visto. Pero para sorpresa, nada de eso sucedió. Clavó los ojos en los de
Sebastian unos segundos antes de dirigirse a la puerta que conducía a la salida, y salir
corriendo de allí.

Unas semanas después de lo ocurrido, la vida siguió su curso. Bella se alejó


evidentemente de los hermanos Van Hood, aunque su cabeza nunca dejó de pensar en lo
que había descubierto. Saber que eran vampiros no había sido algo muy fácil de encajar.
Siguió con las clases, que estaban en la recta final, por lo que en lo único en lo que
había estado pendiente en las últimas semanas, había sido el café, la biblioteca y los
libros. En algunas ocasiones, se había quedado mirando el móvil con el número de
Sebastian marcado en la pantalla, pero siempre acababa devolviéndolo a la mesa. Había
salido con las chicas de vez en cuando para despejar la mente y hacer frente a los
últimos exámenes que definirían su fututo.

 Por fin he presentado el último examen. –Dijo depositando el bolso sobre la


mesa del Pitt’s.
 ¿Y qué tal? –Preguntó Melanie.
 Yo diría que bien.
 El mío es mañana. –Dijo Carlie –. Es una suerte que hoy podáis cerrar los ojos y
abrirlos al mediodía del día siguiente.
153
La camarera se acercó a tomar nota.

 Unos sándwiches y un batido de chocolate. –Pidió Melanie.


 ¿Sigues a dieta? –Preguntó Bella dirigiéndose a Carlie.
 Sí. Pero hoy tengo tanta hambre que me la voy a saltar. Una hamburguesa doble
y un refresco cola.
 Sí que te la vas a saltar. –Expuso Bella burlándose de ella –. Pero creo que voy a
pedir lo mismo.

Katherine aparcó el coche frente a la casa y se acercó a tocar el timbre.

 Buenos días. –Saludó amablemente la que parecía ser el ama de llaves.


 No son tan buenos. –Respondió apartándola a un lado – ¿Está Andrew? –La
mujer abrió la boca para responder pero Katherine la interrumpió –. Ya le
encuentro yo. Odio a las tortugas, ¿sabes? –dio un paso hacia adelante pero
volvió la vista atrás –. Y me refiero a usted que es lenta incluso a la hora de
hablar.

Le dio la espalda y se dirigió a las escaleras. Le llevó cuatro habitaciones encontrar a


Andrew, que estaba apoyado a una mesa de madera con un vaso de sangre en la mano.

 Estás aquí.
 Si hay algo que me molesta es que traten mal a mis empleados. Aunque seas tú.
 Eso ha sonado a amenaza. –Dijo cerrando la puerta.

Andrew dejó el vaso sobre la mesa y se acercó a ella como una ráfaga de viento,
encerándola entre la puerta y su cuerpo. Apoyó una mano sobre la madera y le colocó
un dedo bajo la barbilla con la que tenía libre.

 Que no se repita.
 ¿O qué? –Le retó.

Sus rostros estaban tan cerca que podían prácticamente respirar el aire del otro. Andrew
bajó la mirada a sus labios y luego volvió a clavarla en sus ojos.

 Volvemos a estar así otra vez. ¿Qué piensas hacer para resistirte?

Ella se mordió el labio.

 No pensaba hacerlo. –Le colocó la mano en la nuca y le pasó la lengua por la


mejilla.

Buscó sus labios, le plantó un beso apasionado, le mordió el labio inferior y buscó sus
ojos. En ese instante sobraron las palabras, y esta vez fue Andrew quien tomó la
iniciativa. Se fundieron en un beso en el que se comían literalmente la boca. Katherine
le empujó con rudeza contra la pared, se acercó a él en menos de un segundo, le quitó la

154
camisa y admiró ansiosa su estructural abdomen. No era necesario decir nada. La boca y
las manos se convirtieron en la única comunicación entre ambos. Ya conocían sus
cuerpos a la perfección por el simple y verdadero hecho de haber sido amantes en el
pasado. Se besaban y se tocaban con posesión tratando de revivir su antigua adicción.
Andrew se puso sobre la mesa, en la que anteriormente estuvo apoyado, y arrojó al
suelo todo lo que suponía un impedimento en ese momento. Buscó la cremallera del
vestido, lo bajó y se deshizo de él en el acto. Katherine hizo lo mismo con la bragueta
de su pantalón con las ansias de volver a sentir esa sensación orgásmica de tenerlo
dentro. Andrew no la hizo esperar por más tiempo y la poseyó, haciéndole clavar las
uñas en su espalda. Cada embestida revivía cada momento juntos en el pasado. Los
besos, las escapadas, el sexo, los recuerdos…

 ¿Habéis vuelto a hablar con Bella desde entonces? –Preguntó tras haber
revivido sus momentos de placer.
 No. Está claro que nos quiere fuera de su vida. –Respondió Katherine
recogiendo el vestido del suelo y poniéndoselo.
 Quizás necesita algo más de tiempo. –Le tendió un vaso de whisky.
 Yo creo que ya ha tenido bastante tiempo para procesarlo y que su decisión ya
está tomada.
 ¿Te vas?

Katherine se revolvió el cabello.

 No. Me estoy preparando para nuestra cena. –Expuso burlándose de él.


 Quédate un rato más. –Se acercó a ella y buscó sus ojos.
 ¿Acaso creíste que esto era una reconciliación? Vine aquí buscando sexo y tú me
lo has dado. Así que ya no tengo nada que hacer aquí.
 Eres una manipuladora.

Ella sonrió.

 Ay, Drew. –Le dio un beso corto en los labios –. No pasará nada más entre
nosotros. Cada vez que quiera placer vendré a buscarte y sé que me complacerás
porque sigues enamorado de mí.
 Hasta que me canse.
 Eso nunca pasará.

 ¿Quería pruebas? –Hilary dejó caer el diario sobre la mesa del despacho del
alcalde.
 ¿De qué estás hablando?
 Los vampiros han regresado a Hallshire. Lea el diario y observará que muchas
de las cosas que mencionan en él están pasando.

155
Marcus cogió el diario entre sus manos sin apartar la mirada de la de Hilary. Abrió un
par de páginas y leyó por encima.

 No cabe duda de que algunas de las cosas coinciden.


 Algunas, no. Todas.

El alcalde se quitó las gafas y se limpió los ojos.

 Le creo.
 ¿Puede repetir eso?
 Le creo. He intentado hacer la vista gorda pero con tantas muertes es imposible.
 ¿Y?
 No lo sé. Por primera vez, me siento incompetente.
 No me digas. –Dijo una voz desde la puerta.

Ambos se volvieron hacia ella. Tayler había entrado y los estaba mirando con los brazos
cruzados.

 ¿Cuántas veces te he dicho que irrumpas de esa forma en mi despacho? –Expuso


molesto.
 Perdona señor alcalde, A veces me olvido de que tus responsabilidades son más
importantes que los intereses de tu familia.
 Tayler.
 Estoy trabajando en un caso y Marcus puede servirnos de ayuda –Intervino
Hilary intentando apaciguar a los dos hombres.
 ¿Qué has hecho esta vez?
 Tranquilo, Tayler. No ha hecho nada.

Recogió el diario de la mesa y caminó hasta la salida.

 Siéntate. –Ordenó.

Tayler alzó las manos en señal de paz y tomó asiento.

 ¿Por qué no te estás presentando a tus últimos exámenes? ¿No te das cuenta de
que estás jugando con tu futuro? Por dios, Tayler. Estás en tu último año de
carrera, en los últimos exámenes, a punto de graduarte…
 Te advertí un millón de veces que no quería estudiar derecho.
 ¿Y me lo dices ahora, a solo unas semanas de graduarte?
 ¿Y si quisiera cambiar de carrera?

Marcus abrió exageradamente los ojos.

 ¿Y tirar a la borda cuatro putos años de tu vida? ¿Te has vuelto loco? ¿Es que
acaso has comenzado a consumir drogas o qué?

156
 Ese es el problema, papá. –Dijo poniéndose en pie –. Que es mi vida, no la tuya.
Y como tal, voy a hacer de ella lo que se me venga en gana, así si quiera cinco
veces cambiar de carrera.

Él también se puso en pie y rodeó la mesa posicionándose frente a Tayler.

 Óyeme bien, grandísimo idiota. –Dijo con tono amenazante –. Te vas a presentar
a esas últimas pruebas y las vas a aprobar. Te vas a graduar al igual que los
demás. Vas a ejercer de abogado tanto te guste como si no, porque si no lo
haces… voy a hacer realidad tu peor pesadilla. ¡¿Estoy siendo lo suficientemente
claro?!

Tayler apretó los dientes y los puños intentando contener la ira, aunque en el fondo lo
que más deseaba era romperle la nariz. Se alejó de él un par de pasos y le dio la espalda.
Antes de cerrar la puerta se volvió hacia él.

 Nunca más volveré a acatar tus órdenes. ¿Te ha quedado a ti claro? –Dicho esto,
cerró la puerta y se dirigió a la salida.

Se revolvió el cabello mientras bajaba las escaleras mirándose los pies enojado. Se
subió a su coche y cerró tan fuerte la puerta, que crujió el cristal de la ventanilla.
Condujo sin rumbo a cien kilómetros por hora con la intención de despejar la mente.
Golpeó varias veces el volante profiriendo maldiciones. Abrió la guantera y sacó de ella
una petaca que contenía vodka y le dio varios tragos, suspirando después aliviado. Iba
tan centrado en sus problemas y menos en la carretera, que no vio el auto que se estaba
acercando por delante. Cuando se percató de lo que estaba pasando, ya era demasiado
tarde para frenar o para darle un esquinazo, por lo que colisionaron. El airbag de ambos
vehículos se abrió para evitar que los que estaban dentro se hicieran daño. Tayler y los
tres ocupantes del otro coche se bajaron para hacer frente a la situación.

 Oh, no. Mi Mercedes. –Se lamentó Tayler examinando los daños que le había
ocasionado el impacto.
 ¿Te lamentas por un coche? –Preguntó uno de ellos –. Has estado a punto de
llevarte vidas humanas, capullo.
 ¿Sabes tú acaso cuenta cuesta este coche?
 ¿Sabes tú acaso cuánto cuentas una vida? –Expuso el chico rubio –. La cárcel,
gilipollas.

Tayler les dio la espalda y se subió de nuevo al coche.

 ¿Se puede saber quién coño va a pagarme el arreglo del coche? –Preguntó el
pelirrojo, que parecía ser dueño del coche –. Cómo odio a estos hijos de papá.

Tayler abrió la puerta del coche, sacó una pierna y asomó la cabeza.

 Retira eso.
 ¿Si no qué? ¿Irás corriendo a decírselo a papá?

157
Los tres se echaron a reír.

Tayler se bajó furioso del coche y le dio un rodeo hasta el maletero. Agarró el gato y
caminó con paso apresurado y decidido hacia el pelirrojo. El grupo se dio cuenta
demasiado tarde de lo que estaba por suceder.

 ¡Te he dicho que lo retires! –Le dio un golpe en la cabeza con el gato.

El chico cayó inconsciente al suelo y enseguida se formó un charco de sangre.

 ¡Lo has matado! –Gritó el chico rubio.

Tayler dejó caer el gato al suelo y se arrodilló junto al cuerpo.

 Vámonos, tío. No quiero tener nada que ver. No quiero volver a la cárcel. –Dijo
el otro.

Miraron a Tayler con terror y salieron huyendo de la escena del crimen. Este observó el
cadáver durante aproximadamente un minuto todavía en shock. Tenía la boca seca y
amarga al mismo tiempo. Se levantó del suelo y corrió hasta su coche donde cogió el
móvil para llamar a emergencias.

 Emergencias, dígame. –Contestó una voz femenina al otro lado de la línea.

Al oír aquella voz, guardó silencio. La mujer siguió insistiendo hasta que él finalmente
colgó por miedo a lo que podía suceder si siguiese hablando. Regresó junto al cuerpo, se
quitó la camisa, recogió el gato del suelo y lo limpió. Cargó el cadáver sobre los
hombros y lo guardó en el maletero junto al arma homicida. Condujo hasta las afueras
de la ciudad y se detuvo en un bosque. Bajó del coche y dio un rodeo hasta el maletero,
el cual abrió y sacó al cadáver junto con el gato. Se adentró en el bosque y cuando se
dio cuenta de que se había alejado lo suficiente, escondió tanto el cadáver como el arma
tras unos arbustos, en los que quedaron bien ocultos, y regresó al coche. Mientras
conducía, se fijó en que tenía algunas gotas de sangre en el brazo. Intentó limpiarlas con
la mano pero entonces estas se le metieron en la piel y comenzaron a ascender por el
brazo produciéndole quemaduras a medida que se extendían. Detuvo bruscamente el
coche y comenzó a frotarse las zonas por donde se explayaba la sangre como si de esa
manera consiguiera detenerla. Tenía la sensación de que lo estaban quemando vivo y
eso le producía un tormento interno. La sangre siguió expandiéndose hasta que
finalmente esa sensación de quemazón cesó.

Parecía un auténtico demente cuando entró a su casa. Tenía el cabello enmarañado y


sudaba por todas partes. Subió a su habitación y lo primero que hizo fue meterse al
baño, tirar la camisa en la papelera de metal y quemarla. Se metió a la ducha y activó el
agua caliente. Su mente no dejaba de pensar en lo que había hecho. Veía el cadáver de
aquel chico con los ojos abiertos cada vez que cerraba los suyos. Le temblaba el cuerpo
entero. Podía sentir el latido de su corazón, el palpitar de sus venas, el tiritar de su
cuerpo…Era como un cuerpo electrocutado por la corriente. Cerró los ojos, se tiró de

158
los pelos, se dio un par de bofetadas a sí mismo y acabó rompiendo el cristal de la ducha
de un solo puñetazo.

Logan aparcó frente a la casa. Morgan se bajó del coche y se detuvo a admirar la
propiedad.

 Bonito pero descuidado. –Dijo mirando a su alrededor.


 ¿Entramos? –Preguntó apoyando la mano en su cintura y guiándola hasta la
puerta principal.

Katherine y Sebastian se pusieron en pie cuando los vieron entrar.

 Hermano, hermana, os presento a Morgan.

Katherine le recorrió con la mirada.

 Me ahorro las presentaciones. –Dijo finalmente.


 Tampoco eran necesarias, Katherine. –Respondió Morgan con sarcasmo.
 Cuidado brujita.
 Cuidado tú.

Ambas forzaron una sonrisa, y tras ese minuto de tensión se centraron en el tema del
que había que tratar.

 Logan nos dijo que el colgante que llevaba aquel hombre le pertenecía a
Arabella. –Habló Sebastian.
 En efecto. –Admitió extrayéndoselo del bolsillo de la cazadora.
 Necesitamos que hagas un hechizo de seguimiento para saber dónde está en este
momento. –Requirió Logan.
 No me tachen de cotilla pero si voy a hacer esto por vosotros…necesito saber el
por qué.
 Oye, brujita. Déjame aclararte un par de cositas. –Comenzó a decir Katherine
cuando Logan la detuvo levantando el dedo.
 Primero lo haces y después te explicamos de qué va todo esto.

Morgan se cruzó de brazos y achinó los ojos.

 No. Primero vosotros.


 Te lo resumiré en dos palabras. –Dijo Sebastian –. Creo que viene a por mí.
 Han sido más de dos pero me vale. –Dijo bajando las manos.
 ¿Y ahora qué? –Preguntó Katherine.
 No es tan fácil como parece.
 ¿Qué necesitas? –Cuestionó Sebastian.
 Ya tengo algo que le pertenece. –Dijo señalando el colgante –. Pero necesito las
sangre de alguien vinculado a ella, y como sé que es imposible conseguirla

159
porque supongo que todos sus antepasados están muertos, me bastará con las
cenizas de un familiar.
 Genial. –Dijo Katherine – ¿Y cómo las conseguimos?
 En el cementerio. –Expuso Morgan de nuevo –. Anteriormente se exhumaban
los cadáveres de los brujos más poderos, y por lo que sé, su hermana estaba en
esta lista. Janina Santana.
 Un punto para la brujita.

Morgan la asesinó con la mirada.

 De acuerdo. –Asintió Logan –. Pero Katherine te acompañará.


 ¿Es necesario hacer de niñera?
 No te vengas arriba, preciosa. –Respondió Morgan con una sonrisa forzada.

Katherine frunció el ceño. Parecía que de un momento para otro, le iba a saltar encima.

Al anochecer, se pusieron rumbo al cementerio. Estaba muy bien cuidado, pero había un
montón de hojas por todas partes. En la entrada había tallada sobre una columna:
“CEMENTERIO DE HALLSHIRE”. La verja crujió cuando Morgan la empujó para
adentrarse en el camposanto. Sacó el móvil del bolsillo y encendió la linterna para
alumbrar el camino. Pasaron el corredor donde las tumbas estaban en el suelo y llegaron
al lugar donde estaban incrustadas en la pared. Comenzaron a leer los nombres hasta
que encontraron el que buscaban.

 Janina Klein. –Leyó Morgan –. Un alma pura y limpia.


 Coge la cantidad que necesites y vámonos.

Le tendió el móvil a Katherine.

 Podrías ir un poco más deprisa que tenemos toda la noche para nosotras. –Dijo
Katherine con sarcasmo.
 Lo estoy intentando pero no se abre.

Katherine la apartó y rompió la lápida de un puñetazo.

 Voilà.

Morgan puso los ojos en blanco mientras volvía a su tarea. Extrajo un cofre rojo que ya
había perdido el color con el paso del tiempo, y lo abrió. Katherine le tendió una caja
pequeña y en ella echó la ceniza que necesitaba.

 De acuerdo. Hasta mañana. –Dijo Hilary colgando el móvil.


 ¿Hasta mañana? –Preguntó Carlie depositando el bolso en la mesa – ¿Con
quién?
 Estaba hablando con Tom.

160
De repente, su mirada se posó en el diario que estaba sobre la mesa.

 ¿Qué es esto? –Lo cogió entre sus manos.


 Nada importante.

Pese a esas dos palabras, ella comenzó a curiosear entre las páginas.

 ¿Vampiros?
 Te dije que no era importante.
 ¿Por qué tiene esto a tu poder? ¿De verdad crees en estas fantasías?

Hilary le quitó el diario.

 Lo encontré entre las cosas de tu abuelo y simplemente me entró la curiosidad de


saber lo que contenía. No sé por qué todavía sigue aquí si pensaba devolverlo al
sótano.

Carlie achinó los ojos sin convencerse de la explicación.

 Papá era muy soñador. –Dijo intentando restarle importancia al asunto –.


Olvídalo. ¿Vampiros? –rio de manera sarcástica –. Por favor. ¿Quién cree en
estas memeces? Solo existen en las películas.
 Ya…
 ¿Dónde estás George? –preguntó intentando cambiar de asunto.
 Deberías llamarle. No me lo cuenta todo.

Subió al piso de arriba tras haberse servido un vaso de leche.

Bella se detuvo en las escaleras de la entrada al descubrir a Gwen parada en el porche.

 ¿Qué estás haciendo fuera?


 Te están esperando dentro.
 ¿Me has esperado aquí para decírmelo? –Preguntó subiendo a su encuentro.
 Para nada. Estoy esperando a Katie. Vamos a salir.
 Esa amiguita tuya no me gusta para nada.
 Por suerte, no tengo por qué hacerte el menor de los casos. Yo no me quejo de
que tus amistades. Y hablando de Katie…

La chica aparcó a unos metros de la casa y saludó a Bella con la mano. Esta le ofreció
una sonrisa devolviéndole el saludo. Gwen miró una vez a su hermana antes de bajar a
su encuentro. En cuanto se hubieron alejado, Bella entró a la casa.

 ¿Qué estás haciendo aquí? –Preguntó dejando el bolso sobre el sofá.

Logan se volvió al oír su voz.

 Eres el que menos me esperaba ver por aquí.


161
 Ya sé que sabes lo que somos.
 Vampiros es la palabra adecuada.

Él asintió con la cabeza.

 Sé que has decidido alejarte de nosotros, lo cual comprendo y respeto, pero


deberías tener en cuenta que si hubiésemos querido hacerte daño, ya lo
habríamos hecho.
 Pero eso no quita que me lo hayáis ocultado. Me quitasteis el derecho a elegir.
 Tienes razón. Pero ¿cómo confesarte algo tan grande y evitar que salieras
corriendo?

Ella optó por no responder.

 Deberías hablar con Sebastian. Tienes mucho que saber.


 No sé si quiero. No estoy preparada.

Logan dio un paso hacia adelante y ella retrocedió otro.

 ¿Tienes miedo de mi presencia?


 ¿Debo tenerlo?

Fue él quien guardó silencio en esta ocasión.

 Hazlo cuando te sientas preparada.

Ella asintió lentamente con la cabeza.

Logan se dispuso a marcharse pero le detuvo agarrándole del brazo, el cual soltó al
instante y clavó la mirada en la suya.

 ¿Por qué lo haces? –Preguntó sin todavía comprender cuáles eran sus
intenciones.

Él guardó silencio durante unos segundos.

 No deberías tenerme miedo. –Dijo finalmente.

Mantuvieron sus miradas clavadas el uno en el otro durante unos instantes hasta que
Bella apartó la suya haciéndose a un lado para dejarle pasar. Cuando la puerta se hubo
cerrado, ella se apoyó contra la pared y se deslizó hasta el suelo. Se abrazó a sus
rodillas y apoyó la barbilla sobre ellas. Estaba en sus manos permitir o no la entrada de
la familia Van Hood de nuevo a su vida, pero mirase por donde mirase no hallaba una
respuesta certera que diera solución a esa situación tan complicada. Tenía miedo de que
decidiera lo que decidiese, cometiera un error.

162
Capítulo 17
La oscuridad subyugaba sobre Hallshire, que estaba iluminado por la luna llena
acompañado de un cielo despejado. El silencio era sepulcral puesto que a esas horas
apenas se veía un alma. Una pareja de enamorados, que regresaba de un club nocturno
pasó al lado de una calle estrecha que conducía a un par de contenedores de basura. La
chica dirigió accidentalmente la mirada hacia aquella calle y descubrió el cuerpo
desnudo de una joven tirado en el suelo.

 Fred, mira. –Le tiró de la manga de la camisa obligándolo a detenerse.

163
 ¿Crees que estará muerta?
 No lo sé. Acerquémonos.
 No. –Dijo él deteniéndola –. Ya otros se darán cuenta y llamarán a la poli.
 ¿Pero tú te estás escuchando? No pienso dejarla aquí.

Él siguió negándose.

 Fred.
 De acuerdo. –Puso los ojos en blanco y se encaminó hacia el cuerpo –. Parece
muerta. –Expuso agachándose y colocándole los dedos índice y corazón en la
yugular para comprobarle el pulso –. No tiene pulso. –Se puso en pie –.
Vámonos de aquí.
 Llamemos al menos a la policía para que se ocupen.
 Ellie, vámonos de aquí.

De pronto, la joven que estaba en el suelo comenzó a toser.

 Ayúdenme, por favor.

La pareja cruzó una mirada rápida.

 Por favor. –Suplicó nuevamente.

Ellie enarcó las cejas intentando convencerle. Este apretó los dientes y se agachó de
nuevo junto a ella.

 Tranquila. Ahora llamamos a la ambulancia.


 Hambre. Tengo hambre. –Susurró.
 ¿Qué?
 Tengo hambre.

Él volvió la mirada hacia su pareja.

 Se encargarán de ti en el hospital. –Dijo centrando reiteradamente la atención en


la joven.

Esta clavó los ojos en él y le observó sin pestañear.

 Hey, ¿estás bien?

Ella no dijo nada. Siguió observándolo en la misma posición.

 Creo que ha palmado.


 ¿Estás seguro?

Él acercó el rostro aún más al de la chica y de pronto, ella le colocó las manos a ambos
lados del cuello, desplegó los colmillos y se los clavó en su palpitante vena
desangrándolo al completo. Su pareja comenzó a gritar con una mezcla de
desesperación y terror. La joven se puso en pie de un salto y se posicionó frente a esta
164
en menos de un segundo. Clavó los colmillos en su cuello y absorbió hasta la última
gota. La dejó caer al suelo, pasó sobre su cuerpo inerte y se perdió en la oscuridad de la
noche.

 ¡No quiero mirar, no quiero mirar! –Exhaló Carlie tapándose los ojos con una
mano y sujetando el brazo de Bella con otra.
 ¿Quieres calmarte? –Expuso Melanie poniendo los ojos del revés –. Lo haré por
ti.

Recorrió la listas de arriba abajo buscando el nombre de Carlie.

 Aquí está.
 ¿Y qué pone?

Melanie y Bella intercambiaron miradas cómplices.

 ¿Vais a decirme lo que pone antes de que me muera infartada? –Preguntó


impaciente.
 Pues…
 ¿Pues…?
 ¡Has aprobado! –Gritaron Bellas y Melanie al unísono.
 ¿En serio? –Se destapó los ojos y las apartó de un empujón para comprobarlo
ella misma.

Al descubrir que lo que decían era verdad, se puso a gritar y a bailar como loca.

 ¡Hemos aprobado! –Gritó Bella por las tres.


 ¡Eso significa que nos graduamos! –Corroboró Melanie.

Comenzaron a gritar y a bailar de nuevo.

 ¿A qué se debe tanta felicidad? –Preguntó Tayler tras ellas.


 Se debe a que nos vamos a graduar. –Respondió Carlie por las tres.
 Felicidades.
 ¿Y tú qué tal? –Se interesó Bella.
 Creo que bien.
 ¿Solo lo crees?

Él sonrió sin ganas y su semblante volvió a recobrar la seriedad.

 Me tengo que ir, y… felicidades de nuevo.

Se dirigió a la salida pero Bella se percató de que algo no iba bien, y decidió seguirlo.

 ¡Tayler! –Lo llamó cuando ya estaba a punto de arrancar el coche – ¿Estás bien?
 ¿Por qué la pregunta?

165
 No sé. Me parece raro que no quieras festejar que al fin dejamos atrás todo esto.
 No me pasa nada. Es solo que tengo que estar en otro sitio.

Ella guardó silencio durante unos instantes.

 Tayler. –Llamó nuevamente – ¿Si te pasase algo me lo contarías?


 Ten por seguro de que sí.

Sonrió desganada.

 ¿Me disculpas?
 Sí. –Se alejó del coche y observó como este se alejaba a toda pastilla.
 ¿Qué le sucede? –Preguntó Carlie uniéndose a ella.
 Nada. Tenía que estar en otro sitio.
 Bien. Se me está ocurriendo…
 No nos gustan tus ocurrencias. –Intervino Melanie.

Carlie puso los ojos en blanco y haciendo caso omiso prosiguió.

 Podríamos salir esta noche para celebrarlo antes de la auténtica fiesta.

Bella y Melanie intercambiaron miradas.

 Venga, chicas. Yo creo que el hecho de que al fin nos graduemos y pasemos a
formar parte de la vida laboral, es motivo suficiente para pegarnos una buena
borrachera.
 ¿Sí? –Expuso Bella refiriéndose a Melanie.

Esta se detuvo a pensar, aunque ya sabían cuál acabaría siendo su respuesta.

A las ocho, Carlie ya estaba pitando el claxon frente a la casa de Bella, invitándola a
salir.

 Adiós familia. –Dijo esta desde la puerta.


 Recuerda coger tus llaves sino quieres dormir fuera. –Gritó Camill desde la
cocina.
 Hace tiempo que ya lo hice.
 Pues entonces, pásatelo bien.
 Eso haré.

Carlie condujo durante varios kilómetros hasta el Darkness y aparcó el coche en el


primer hueco que encontró. Bella sintió una leve punzada en el pecho al leer el nombre
del club.

 ¿Por qué no me has dicho que veníamos aquí?

166
 ¿Tienes algún problema con este local? –Preguntó Carlie sin entender lo que
pasaba.
 No. Es que está un poco lejos.
 Ay, Bella. Lo que importa es que estamos juntas. ¿O no?
 Claro que sí.
 ¿Entonces?

Ella guardó silencio durante unos segundos.

 Entonces, pasémoslo bien.


 Esa es mi chica. –Expresó Carlie cogiendo a las dos de la mano y arrastrándolas
al interior.

El interior era semejante a un enjambre de abejas. Gente apretujada, vociferando las


canciones mientras se dejaban llevar por la música y por la bebida.

 Un Martini, por favor. –Pidió Carlie sentándose en uno de los taburetes de la


barra – ¿Y vosotras?
 Beluga. –Dijo Melanie.
 Que sean dos. –Apuntó Bella.

Desde que habían entrado, no había parado de mirar en todas las direcciones para
cerciorarse de que Andrew no estaba ahí. Lo último que necesitaba era encontrarse con
uno de ellos.

 ¡Bella! –Melanie le chacó los dedos frente a los ojos –. Estás presente ausente.
¿Se puede saber qué te pasa?
 Nada.
 ¿Vas a estar así toda la noche? –Intervino Carlie –. Porque si es así, no sé qué
estamos haciendo aquí.
 No, no. De ningún modo nos movemos de aquí. Os prometo que ya no vuelve a
pasar.
 Eso espero.
 En vista de que ya estamos todas presentes, me gustaría hacer un brindis. –Dijo
Melanie alzando el vaso–. Brindo porque ya no tendremos que verle la cara a
todos esos profesores amargados y solteros, que pareciera que llevan un siglo sin
tener un buen sexo.

Eso arrancó la risa del resto.

 Eh, que tampoco eran todos tan amargados. –Carlie salió en su defensa.
 Momento. Momento. Yo también quiero brindar. –Dijo Bella alzando su vaso –.
Yo le digo adiós a las noches sin dormir y con eso a las ojeras.
 En eso estamos de acuerdo. –Expuso Melanie asintiendo con la cabeza.
 Brindo por nosotras, por un buen futuro y porque sigamos juntas.

167
Melanie y Carlie soltaron un extenso y cariñoso “ooohh” y luego se abrazaron entre las
tres.

 De acuerdo. Me toca a mí. –Carlie alzó igualmente el vaso –. Yo brindo por esta
noche. Porque disfrutemos, porque nos emborrachemos y porque de aquí no
salgo sin tirarme a alguien en uno de los baños. Salud, chicas.
 Salud. –Dijeron las tres al unísono.

Se acabaron los tragos de golpe y volvieron a pedir otra ronda.

 Vamos a bailar. –Propuso Bella tras varios tragos.

Antes de unirse a las chicas, Carlie pidió una última copa, que se acabó de golpe y se
encaminó hacia la pista. Se pusieron a bailar como locas. Varios chicos se les acercaron
y comenzaron a bailar con ellas. Carlie se soltó la coleta y se pegó a su acompañante
como una lapa. El alcohol se le había subido a la cabeza y comenzó a bailar como una
stripper subiendo y bajando, dando vueltas alrededor de este intentando provocar que el
chico se excitara. Lo cual, no tardó en llegar. Pudo notar la erección y la dureza del
miembro mientras bailaba pegada a él.

 ¿Te apetecería…? –Acabó la frase en su oído.

Este sonrió a modo de respuesta. Carlie le cogió de la mano y se perdieron entre la


gente. Afortunadamente, el baño estaba desocupado cuando la puerta fue abierta con
brusquedad. Empujó al chico al interior y acto seguido, se subió sobre este juntando sus
labios con lo de él y haciéndole el amor con la lengua. Él la puso sobre el lavabo y
comenzó a explorar su cuerpo con las manos a medida que los sonidos se succión se
intensificaban. Esta sintió un hormigueo en su zona húmeda, que aumentó la excitación
que ya sentía. Desabrochó el cinturón del chico mientras él le recorría el cuello y los
pechos con la lengua, provocando que los pezones se le pusieran duros. Este le subió la
falda hasta el vientre y le bajó las bragas, que fueron a parar al suelo. Carlie cogió su
miembro entre sus manos y lo condujo hasta su abertura, soltando un profundo gemido
de placer mientras él se hundía en ella. Él la levantó del lavabo y la pegó contra la pared
donde la embistió con más fuerza, incitando el aumento de sus gemidos. De repente, un
individuo entró volando al baño y los hizo volver a la realidad.

 ¡Andrew, por favor! –Suplicó Bella desde fuera.

Andrew entró al baño y lo levantó del suelo separando sus piernas de las baldosas.

 Andrew, déjalo. Me parece que ya ha aprendido la lección.


 Lo siento. De veras que lo siento. –Consiguió articular el chico, que había
perdido los dos dientes incisivos, entre lágrimas.
 Tienes mucha suerte esta noche. No creo que te libres de la próxima.

Salió del baño agarrando al chico del cuello de la camisa y lo sacó fuera del club.

 ¿Era esto necesario? –Preguntó Bella molesta.

168
 Tenía que protegerte. Se estaba propasando contigo.
 Sé defenderme sola, Andrew. No necesito la ayuda de ninguno de vosotros. Te
has portado como un auténtico animal.

Él apretó los dientes y guardó silencio. Bella suspiró y le dio la espalda.

Morgan se detuvo frente a la mansión a la hora que habían acordado y tocó el timbre.

 Buenos días, brujita. –Saludó Katherine con sarcasmo cuando la vio aparecer
junto a Logan.
 Cuántas ganas tenía de verte, Katherine.
 ¿Lo tienes todo? –Preguntó Sebastian detrás de ellos.

Ella se volvió y levantó una bolsa que portaba en la mano a modo de respuesta.

Se dirigieron a lo que parecía una sala de juegos, con una enorme mesa de billar en
medio de la estancia, una zona dedicada a las noches de cine, un montón de palos de
hockey y golf amontonados en una equina, con sus respectivas pelotas en un cesto…
Todo lo que allí había estaba lleno de polvo por los años y la falta de utilidad. Morgan
desplegó el mapa sobre la mesa y depositó las cenizas y el colgante sobre este. Sacó de
la bolsa cuatro velas rojas y las dispuso en forma de cuadrado en los bordes del mapa,
para después encenderlas. Echó las cenizas sobre el mapa y agarró el colgante con
fuerza en la mano izquierda.

 ¿Un Whiskito antes de empezar? –Ofreció Katherine.


 No, gracias.
 Tú te lo pierdes.

Morgan volvió a centrar la atención en el hechizo.

 “Fuerzas oscuras de mis antepasados, yo os invoco con este conjuro. Guíenme


en el trayecto y muéstrenme el camino para poder encontrar a esta alma perdida
que tanto anhelo. Llévenme hasta ella, os ruego. Déjenme ver dónde está.” –
Siguió repitiendo las mismas palabras una y otra vez. Las cenizas comenzaron a
moverse siguiendo una trayectoria definida pero de repente, se esparcieron sobre
el mapa.
 ¿Qué ocurre? –Preguntó Logan.
 Su espíritu es demasiado fuerte.
 Estamos hablando de una de las brujas más poderosas del mundo. No creo que
se deje encontrar fácilmente. –Expuso Katherine.

Morgan volvió a amontonar las cenizas y comenzó de nuevo con el hechizo de


seguimiento. Las cenizas comenzaron a moverse nuevamente siguiendo la misma
trayectoria pero volvieron a esparcirse.

169
 No me permite acceder. Está evitando el hechizo. Es como si pudiera
sentirlo. Creo que en lugar de controlarle yo, ella me está controlando a mí.
 Dejémoslo para otro momento. –Sugirió Sebastian.
 No. Quiero hacerlo.
 No creo que sea buena idea. –Insistió.
 Déjame hacerlo. Va a ser difícil pero sé que lo voy a conseguir.

Una vez más, amontonó las cenizas y comenzó de nuevo. En medio del conjuro, las
ventanas se abrieron y cerraron constantemente, trayendo consigo una ráfaga de ciento
que apagó las velas e hizo volar sus cabellos. Sin embargo, Morgan no se detuvo.
Siguió pronunciando las palabras, esta vez con más insistencia y alzando la voz, a
medida que las cenizas avanzaban. Elevó las manos hacia arriba y abrió los ojos, que
previamente había cerrado. Estos se habían vuelto completamente blancos. El viento fue
intensificándose, tirando al suelo la mayoría de los objetos de la estancia, abriendo la
puerta que conducía al lugar donde se encontraban, levantando papeles, haciendo rodar
pelotas… Morgan comenzó a sangrar por la nariz, la boca y los ojos.

 ¡Morgan, detente! –Exhaló Logan intentando sacarla del trance pero fue
sacudido por una descarga eléctrica, que lo lanzó contra la pared.

Era ajena a lo que pasaba a su alrededor. Estaba centrada en sus palabras y nada más
que en ellas. El humor acuoso antes blanco, se tornó rojo por la sangre que bajaba por
sus mejillas a modo de lágrimas.

 ¡Morgan! –Llamó Logan intentando hacerla volver en sí pero seguía siendo


sacudido por su cuerpo.

Sebastian recorrió la estancia con la mirada y descubrió un palo de madera. Lo agarró y


se acercó a ella.

 Lo siento. –Dijo antes de darle un golpe en la espalda que le hizo perder la


conciencia.

Logan utilizó su velocidad para evitar que impactara contra el suelo.

 ¿Era necesario? –Lo fulminó con la mirada.


 ¿Tenías tú otra salida?

La cargó entre sus brazos y la llevó hasta su dormitorio. La dejaron dormir hasta que
comenzó a recobrar el conocimiento a primera hora de la mañana. Se sentó sobre la
cama y se agarró la cabeza, que le dolía como si se hubiese tragado una botella entera
licor. Se sintió un poco mareada y se apoyó al respaldo de la silla. De repente, la puerta
se abrió y apareció Logan.

 ¿Qué ha pasado? –Preguntó con dificultad.


 Hemos tenido que recurrir a nuestros métodos para sacarte del trance en el que
estabas. ¿Estás bien?

170
 La pregunta correcta sería: ¿estoy viva? Pues sí. Estoy viva.

De pronto, se quedó pensativa y fue como si su cerebro se reactivaba al instante.

 ¡El hechizo! –Saltó de la cama y se dirigió al piso de abajo hasta aquella


estancia –. Acercaos.

Los tres hermanos entraron a la habitación y se colocaron junto a Morgan, que no podía
evitar sonreír. Las cenizas se habían detenido en un punto concreto.

 Lakebrook. –Leyó Katherine en voz alta.

PRIMERA LUNA LLENA

Dos semanas después…

Tayler abrió de repente los ojos por una especie de dolor punzante que sentía por todo el
cuerpo. Aquello fue intensificándose, haciéndole caer al suelo tras varias vueltas en la
cama. No tenía control de su cuerpo. Sentía que su metabolismo estaba cambiando.
Estando en el suelo, sintió la rotura de su brazo derecho, y profirió tal grito, que espantó
a varios pájaros. Pero más asustado estaba al ver el estado en el que este había quedado.
A continuación, sintió como se le dislocaba la pierna izquierda. Profirió otro grito de
dolor. Aquello era muy doloroso e inaguantable. Se arrastró fuera de la habitación y
después por los pasillos buscando las escaleras. De pronto, sintió otra rotura en la pierna
izquierda, que lo hizo rodar escaleras abajo loco de dolor. La saliva se asomó por su
boca, las lágrimas por sus ojos y las venas por todo el cuerpo. Se arrastró como pudo
hasta la puerta principal y la abrió con la única mano que aún tenía intacta, pero que
después de salir y ser iluminado por la luna, también se desarticuló. Entonces comenzó
a producirse una serie de roturas en las cuales él podía sentir y oír cómo se le rompían
los huesos, recolocándose en la forma que tenía que cobrar. En ese instante, prefirió la
muerte a soportar aquel suplicio. Le crecieron los colmillos y sus pupilas castañas se
tornaron amarillas como el oro. El vello corporal se dio paso, y tras un par de roturas
más, se transformó en un lobo. Aulló a la luna y se alejó corriendo, perdiéndose en la
oscuridad de la noche.

Al alba, Bella aparcó el coche frente a la mansión Van Hood no muy segura de lo que
iba hacer. Miró a su alrededor buscando alguna señal de vida pero todo estaba en
silencio. Caminó hacia la puerta, se detuvo y observó el timbre durante
aproximadamente un minuto antes de decidirse a tocar. Esperó impaciente durante unos
minutos pero nadie abría. Pensó que tal vez no se encontraban en casa, así que se
dispuso a regresar al coche. Antes de alcanzar el último escalón, escuchó un ruido
procedente del interior y acto seguido, se abrió la puerta. Ella se volvió y sus ojos se
encontraron.

171
 Bella. –Pronunció Sebastian confuso pero al mismo tiempo satisfecho de verla
allí.

Ella volvió a subir los escalones bajados y se puso a su altura.

 Hablemos. –Dijo entrando a la casa.

Sebastian la condujo a una de las terrazas que había en la casa y se situaron uno al lado
de otro, guardando cierta distancia y con la vista clavada al frente.

 Pensé que no volverías. –Dijo él finalmente rompiendo el silencio.


 Si te soy sincera, yo tampoco sé todavía lo que estoy haciendo aquí.
 Sin embargo, estás aquí.

Ella carraspeó.

 Me he pasado la noche pensando… ¿cuánto tiempo podré huir de esto? Estoy


intentado fingir que nada ha pasado tratando volver a la rutina, centrándome en
otras cosas, saliendo con mis amigas, pero cada vez que me encuentro sola, me
sumerjo en mis pensamiento y acabo cayendo en la cuenta de que por más que
lo intente, no podré olvidar y mucho menos cambiar… –soltó un fuerte
resoplido –. Cada vez que cierro los ojos, oigo tu voz revelándome una y otra
vez vuestro secreto.

Cerró los ojos un instante y los volvió a abrir.

 Lamento que te sientas así. –Comenzó a decir Sebastian –. No es fácil ser lo que
somos. No es fácil ocultarlo. Arrebatamos vidas para alimentarnos y eso nos
convierte en monstruos, y aunque tratemos de comportarnos como personas
normales, siempre existirá ese instinto animal que nos empujar a matar
haciéndonos recordar que existe una parte inhumana en nosotros.

Bella le observaba de reojo. En ese momento sintió el impulso de acercarse a él y


colocar su mano sobre la que tenía sobre la barandilla, pero se contuvo. Sabía lo que era
sentirse como un bicho raro. Una chica abandonada por su madre, con un padre suicida,
viéndose obligada a dejar atrás su pasado y mudarse a otra ciudad para comenzar una
nueva vida con personas que apenas conocía. No podía comparar eso con lo de ser un
vampiro pero era su manera de empatizar con él para llegar a comprenderlo.

 ¿Es como en las películas?


 ¿Y cómo son las películas?
 Los vampiros levitan, se les puede matar con ajo, cruces, agua bendita...

Sebastian sonrió.

 Eso suena absurdo. Básicamente somos inmortales a no ser que se nos atraviese
con una estaca directamente en el corazón, aunque los mordiscos de un hombre
lobo también resultan mortales para un vampiro. En ese caso, se tratan con las

172
cenizas de la pulpa de la bergamota antes del tercer día de la hora que recibiste
el mordisco.
 Así que también existen los hombres lobos.
 Sí. De hecho, los que se colaron en el multicine eran lobos.

Bella escuchó en silencio todas las explicaciones tratando de asimilarlas. Sin embargo,
había una cuestión que le estaba rondando en la cabeza desde que había comenzado con
la batería de preguntas.

 ¿Alguna vez fuisteis humanos?

Sebastian tardó un rato en contestar.

 Sí. –Dijo finalmente.


 ¿Lo extrañas?
 Algunas veces. –Dijo con cierto pesar.

Se acercó a él, le cogió de la mano y clavó su mirada en la suya. Tenía razón. No era
fácil ser así, y pese a todo, sabía que eran más humanos de lo que creían. El miedo que
había sentido cuando descubrió que eran vampiros se desvaneció al instante.

 ¿Cómo era vuestra vida antes de todo esto?


 Aburrida y con complicaciones.
 Y… –Carraspeó – ¿Y cómo os convertisteis?
 Esa es una historia demasiado…larga, que ya te contaré en otro momento. Si es
que hay otro momento.

Bella comprendió enseguida a qué se refería con eso. Acortó la distancia y rellenó por
completo el espacio que quedaba entre ambos. Buscó primero su mirada y luego sus
labios, y no pudiendo reprimir más lo que sentía, se lanzó y lo besó.

 Ahí tienes la respuesta. –Dijo al apartarse de él.


 Eso puede significar muchas cosas. Un habrá muchos momentos más o un adiós
para siempre.
 A mí me gusta más la primera opción.

Ambos sonrieron complacidos y se envolvieron en un cálido y confortante abrazo. Bella


cerró los ojos, hundió la cabeza en su cuello e inhaló el rico aroma de su perfume.

173
Capítulo 18
Inglaterra año 1654 d.C

Después de casi un día entero cabalgando, Logan y Esteban entraron a las cabellerizas
para dejar que los caballos pura sangre descansasen.

 Ha sido un día magnífico. ¿No te parece? –Preguntó esteban saliendo de las


caballerizas.
 Magnífico. Habría que repetir.
 Me parece bien. ¿Mañana? Me debes una revancha.
 Por supuesto.

Se separaron y cada uno tomó un camino distinto.

Logan se metió a sus aposentos y se desnudó para meterse en la bañera. Minutos


después, entró una doncella que venía para hacerle compañía y relajarle con masajes. En
medio del baño, entró una señorita toda refinada de los pies a la cabeza y obligó a la
doncella abandonar la habitación, ocupando su posición.

 Tienes unas manos mágicas. –Dijo Logan echando la cabeza atrás con los ojos
cerrados al sentir que la joven había dado en el punto exacto.

Esta se limitó a sonreír.

174
 Mi hermano me ha comentado que le has vuelto a ganar la carrera. –Habló por
primera vez.

Logan abrió los ojos al instante y volvió la mirada hacia la dama.

 Carline. ¿Qué estás haciendo aquí?


 A juzgar por tu expresión, no te alegras de verme. –Dijo ella frunciendo el
entrecejo.
 No es eso. Sabes que es peligroso que estés aquí. Nadie sabe nada acerca de esta
relación.

Ella le colocó las manos en el cuello y le obligó a mirar adelante, volviendo a retomar
los masajes.

 ¿Ni siquiera tus hermanos?


 Ellos sí. Y tampoco les parece adecuado.
 ¿A ti te lo parece? –Dijo deteniendo los movimientos.

Logan soltó un fuerte suspiro y buscó sus ojos.

 Sabes que sí.


 Pues con eso me basta.

Ella apartó las manos de sus hombros y se puso en pie frente a él.

 ¿Por qué te detienes?


 ¿No te parece mucho más divertido si me meto contigo? –Preguntó dejando
deslizarse el vestido hasta el suelo, y quedando desnuda frente a él.

Logan la contempló durante unos segundos hasta que se metió en la bañera y se acercó a
él posando sus labios sobre los suyos y fundiéndose en un apasionado beso.

 Te matarían si supieran que eres un vampiro. Y yo me moriría si te matasen.


 No creo que lo descubran porque nos iremos antes de que eso pase.
 ¿Nos iremos pronto?
 Más de lo que te imaginas.

Ella sonrió satisfecha.

 Te quiero. –Dijo ella en un susurro.


 Yo también te quiero.

Tras aquella confesión que ambos ya sabían, volvieron a fundirse en un beso.

Al principio, el canto de los pájaros sonaba ajeno a medida que iba abriendo lentamente
los ojos, permitiendo que la resplandeciente luz de la mañana penetrase por ellos.
Examinó el ambiente en el que se encontraba. Quieto, pacífico y verde. Se sentó sobre

175
la hierba mojada por el rocío y recorrió con la mirada su cuerpo desnudo, acordándose
de todo lo que había sucedido la noche anterior. Tayler se puso en pie echó a andar
tratando de encontrar una solución para su condición. Afortunadamente, encontró una
pequeña cabaña y se acercó buscando ayuda. Pegó la frente a una de las ventanas para
examinar el interior, y al descubrir que estaba vacía, se atrevió a entrar. Desde el
diminuto salón podía visualizar la cocina, el baño y el único dormitorio que albergaba la
cabaña, y al cual se adentró en busca de ropa. Encontró un par de atuendos que le
parecieron favorables. Ya se había calzado los pantalones y cuando ya estaba a punto de
ponerse la camisa, sintió algo frío en su nuca.

 Quieto ahí o te vuelo la cabeza. –Dijo la voz de un hombre.

Tayler levantó las manos en son de paz y comenzó a voltearse despacio.

 Tranquilo.

Se trataba de un hombre de aproximadamente sesenta años.

 ¿Quién te ha autorizado a entrar?


 Solo necesitaba algo de ropa.
 ¿Y has considerado mi casa como una boutique?
 Le garantizo que no he entrado a robar.
 Eso es lo que dicen todos los gamberros, y yo ya estoy harto de ellos.

Estuvo a punto de apretar el gatillo pero Tayler arremetió contra él y consiguió desviar
la bala al techo, aprovechando esa oportunidad para escapar. El hombre no se quedó
atrás y fue tras él disparando el arma tratando de alcanzarle. En medio de la carrera,
consiguió terminar de ponerse la camisa y echó a correr con más fuerza. Tuvo la suerte
de ver aparecer un camión en el momento en el que llegó a la carretera. Comenzó a
agitar los brazos y consiguió que el camionero se detuviese.

 ¿Adónde va, joven?


 Usted solo lléveme. –Dijo subiéndose al asiento del copiloto –. Ya le diré donde
me deja.

El camionero arrancó y dejaron atrás la entrada por donde él había aparecido. Lo


examinó de arriba abajo y descubrió que no llevaba zapatos.

 ¿Y su calzado?

Tayler dirigió la mirada hacia sus pies.

 Es que me han atracado. –Mintió –. Me han quitado el móvil, el reloj y los


zapatos.
 La juventud de hoy en día ya no sabe qué hacer con su vida.
 Sí. Es lamentable.

176
Bella abrió la puerta del Descanso y se dirigió a la barra donde distinguió a Tina.

 ¡Bella! –Exclamó sonriente –. Gracias a dios que estás aquí. –Tiró de ella y le
hizo esperarla en el cuarto de empleados –. Necesito de tu ayuda. –Dijo entrando
de nuevo tras un minuto de espera y le colocó el delantal blanco que utilizaban
todas.
 ¿Qué? No, no, no. Yo ya no trabajo aquí.
 Es solo por hoy, mujer. Tu sustituta se ha puesto enferma y el bar tiene más
clientes de lo habitual.
 Si Guillian me ve trabajando aquí, tienes asegurado el despido.

Tina se encogió de hombros.

 Menos dejar de poner excusas y más trabajar.


 Increíble. Yo venía a verte aunque fueran solo unos minutos y tú me pones a
trabajar.
 Te quiero. –Dijo abriendo la puerta y señalándole la salida.

Ella cogió una libreta de la barra y se dirigió hacia una de las mesas.

 Mira quien ha vuelto.


 A mí también me alegra de verte, señora Robert. –Dijo irónicamente.

Tras varios pedidos y haber cruzado varias miradas asesinas con los Roberts, Bella se
detuvo a descansar y le pidió a Rodrick una botella de agua.

 No sé qué haría sin ti, preciosidad. –Dijo Tina acariciándole la mejilla.


 Morirte.
 Anda, mira. Acaba de entrar alguien.

Se trataba de una joven de cabello castaño, delgada, ojos verdes y de aproximadamente


diecinueve años.

 Demasiado joven para meterse aquí. –Comentó Bella alcanzando la libreta.


 Sí. Pero en este negocio, dinero es dinero. –Expuso Tina a su vez.

Bella caminó hacia ella, la saludó y le preguntó lo que quería consumir.

 ¿Tienen bolsas de sangre cero negativo? –Preguntó con cierta dificultada de


pronunciación.

Parecía algo cansada.

 ¿Per…perdona?
 Que si aquí hay sangre cero negativo.

Bella dedujo al instante que se trataba de una vampiresa.

 Aquí no hay de eso. Me parece que deberías ir a un hospital.


177
De pronto, la joven dejó escapar una sonrisa.

 Me estoy quedando contigo. Siempre funciona.


 Ya… Bueno, ya que hemos dejado las bromas atrás, ¿puedes decirme lo que
quieres consumir?
 Me parece que sabes de lo que estaba hablando. ¿No es así?
 No sé de lo que estás hablando. Y si no te importa…
 Claro. Un Jack Daniel, por favor.

Un minuto después, Bella le trajo lo que había pedido y ella se lo bebió de golpe.

 ¿Me traes otro?


 ¿No eres muy joven para consumir alcohol?

La chica se levantó de la mesa y acercó su cara a la de Bella.

 Si te dijera lo que realmente me apetece, no estarías aquí plantada. –Bella ladeó


la cabeza y enarcó las cejas –. He consumido cosas peores que el alcohol, bonita.
Y créeme que el licor es como beberme un jugo de manzana. Así que, si eres tan
amable, tráeme la botella.
 Como gustes. –Respondió esta con un tono irónico.

Regresó con la botella y la puso sobre la mesa.

 Que aproveche.
 Eso haré.

Bella se metió tras la barra, volvió la mirada hacia la mesa y descubrió que la joven
también la estaba mirando.

 ¿Qué opinas de ella? –Preguntó dirigiéndose a Rodrick y apartando la mirada de


la chica.
 ¿De quién?
 De la que acaba de entrar.
 No la he visto. ¿Qué pasa con ella?

Bella sacudió la cabeza.

 Olvídalo.

 Por aquí. –Oyeron decir a la secretaria del alcalde desde fuera.


 Gracias. –Dijo Sarah, y acto seguido, la puerta del despacho se abrió y la sheriff
de Greenforest dejó ver su bronceado rostro.

Todos los presentes se levantaron para recibirla.

 Señor alcalde. –Dijo finalizando con los saludos.


178
 Tome asiento, por favor. –Le ofreció.

Una vez que todos tuvieron a mano lo que iban consumir, y después de que la secretaria
se hubo retirado, Marcus se dispuso a hablar.

 Hilary y Tom me han comentado sobre ti y sobre lo que sabes acerca de esas
bestias.
 Esta mañana se ha descubierto más cadáveres en un edificio de construcción y
la semana pasada, una pareja fue hallada muerta en un callejón sin salida de
contenedores de basura. –Comentó Hilary –. Esto se está descontrolando. La
gente ya comienza a hacerse preguntas. Hallshire era una ciudad pacífica con lo
típicos delitos de hurto, exceso de velocidad, escándalos públicos…hasta hace
un par de meses.
 Sé que tienes razón, Hilary. –Comenzó a decir Marcus –. Pero ¿qué hacemos
para detener esto?
 Lo mejor es convocar una reunión en el ayuntamiento para informarles sobre la
situación. –Intervino Tom –. El pueblo tiene derecho a saber lo que está
pasando para andarse con cuidado.
 Pero es que conviven entre nosotros y son como nosotros. –Expuso nuevamente
el alcalde.
 Lo importante es que lo sepan. –Dijo Sarah.
 Esto va a sonar ridículo. –Marcos soltó una risotada cargada de preocupaciones
–. Gente de Hallshire, los he convocado aquí para informarles de que los
vampiros han regresado a la ciudad. Pero no se preocupen, que juntos
combatiremos para echarlos de nuevo. ¿Saben que van a preguntarme? –Los
recorrió a todos con la mirada – ¿Usted y cuantos más? ¿Y cuántos somos?
Cuatro gatos contra un ejército de vampiros. Ustedes me van a perdonar, pero
nos van a apedrear como a María Magdalena.
 Un momento. –Dijo Sarah poniéndose en pie –. Contaríamos con más gente.
 ¿Qué gente? –Preguntó Tom.
 Nuestros antepasado tenían una asamblea contra vampiros compuesta por brujas
y cazavampiros. –Tras una pequeña pausa, continuó – ¿Os habéis planteado
crear una nueva?

Intercambiaron miradas entre ellos analizando la propuesta que Sarah acababa de dejar
sobre la mesa.

El timbre sonó por toda la casa, y tras unos minutos de espera, comenzaron a escucharse
pasos procedentes del interior. Una sonrisa apareció en el rostro de la joven al descubrir
de quien se trataba. Lo invitó a pasar y caminaron hacia el salón, donde sirvió una copa
de whisky para cada uno.

 Dilo. ¿No es impresionante el cambio?


 Más que impresionante. No te hubiera reconocido sino me lo hubieras dicho.

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Ella sonrió satisfecha.

 ¿No me habrás llamado únicamente para ser tu compañero de copas, verdad?

Ella le dio un trago a su copa y comenzó a moverse de un lado a otro hasta que se
detuvo frente a él.

 Me gusta que seas tan inteligente.


 ¿Y bien?
 Dentro de poco llegará más a gente a la ciudad. –Retomó la caminata de un lado
a otro –. Sin embargo, los considero pocos. Necesito más aliados. Gente de tu
confianza.
 Toda mi gente es de confianza.

Se detuvo y apoyó la mano contra el sillón.

 ¿Seguro? ¿No habrá alguno que se mee en lo pantalones cuando se trata de


asuntos serios?
 Todos me son fiel.
 Bien. Me gusta.

Se apartó del sillón, se acercó a él y alzó el vaso.

 Brindemos.
 ¿Por qué?
 Por nosotros.
 Un brindis demasiado escueto.
 ¿Quieres hacerlo tú?
 Brindemos por los vampiros. Brindemos por Hallshire, porque esta ciudad
vuelva a ser nuestra como en los viejos tiempos. Brindemos por la venganza
hacia aquellas personas que nos hicieron daño quitándonos lo que más
queríamos. Por aquellas que nos traicionaron para conseguir sus propios
propósitos. Y para concluir, brindemos por nosotros y por nuestra alianza.

Chocaron los vasos y se miraron sonrientes antes de darle un trago a sus respectivos
vasos.

 No sabía que tenías tanta labia.


 Cuando se trata de hacer lo justo, siempre me sobran palabras de ánimo.

Ella el último trago a su vaso y se acercó a la mesa para servirse otro.

 ¿Por qué me miras de esa manera?


 ¿De qué manera?
 Tienes la mirada penetrante. Es como si sintieses curiosidad por algo.
 En efecto, lo siento.
 Permíteme revolverte le duda.

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 ¿Cómo se supone que debería llamarte ahora?

Ella sonrió.

 Melinda. Simplemente Melinda.


 Un nombre precioso, Melinda.

Chocaron nuevamente los vasos y le dieron un trago.

 Antes de que te marches, necesito que me hagas un pequeño favor.


 Estoy a tu entera disposición.
 Hay una brujita que me sigue los pasos por ayudar a los hermanos Van Hood.
Quiero que le dejes claro que se equivoca de bando. Necesito tiempo para
organizarlo todo y no quiero a intrusos estorbándome.
 ¿Dónde puedo encontrarla?
 Seguramente se pondrán de camino a Lakebrook.
 ¿Tienes miedo de que encuentren algo allí?
 No. Simplemente quiero que no regresen.

Él asintió con la cabeza.

 ¿Me acompañas a la puerta de tu casa?

Lo guió hasta la salida y regresó al salón, donde corrió las cortinas. Cuando estuvo
completamente a oscuras, susurró un par de palabras, y acto seguido, se formó una
pantalla en la estancia, donde pudo ver a su verdadero yo tendido sobre una cama de
sábanas blancas en posición horizontal, en un cuarto oscuro como su salón con las
paredes hechas de piedra.

George tiró de Melanie al doblar una esquina, y acto seguido, pegó sus labios a los
suyos fundiéndose así en un beso ardiente, hasta que el ruido de un trueno los hizo
detenerse y mirar al cielo. Este estaba repleto de enormes cúmulos de nubes y apareció
algún que otro relámpago.

 Parece que va a llover. –Dijo Melanie.


 Sí. Creo que deberíamos irnos. –Expuso colocando el brazo sobre los hombros
de Melanie.

Esta asintió pasando una mano por la espalda de él y la otra en su abdomen.


Comenzaron a descender por el parque cuando de pronto oyeron un crujido tras ellos,
que los hizo volver la cabeza hacia atrás.

 Tranquila, debe ser el viento.

Continuaron con el trayecto pero volvieron a escuchar otro crujido.

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 Parece que nos están siguiendo. – Dijo Melanie.
 Camina y no mires atrás.

Continuaron caminando y no volvieron a escuchar nada durante el resto del trayecto.


Llegaron a la casa de Melanie y se detuvieron al pie de las escaleras.

 ¿Seguro que no quieres entrar? Es muy tarde.


 Te confieso que es una invitación muy tentadora pero hoy no puedo.

Ella realizó una mueca decepción.

 Te veo mañana.
 De acuerdo.

Ella acercó sus labios a los suyos y depositó un beso suave sobre ellos.

 Buenas noches. –Expresó Melanie.

Cuando se dio la vuelta para subir las escaleras, George la detuvo y volvió a besarla,
esta vez, intensificando el beso.

 Buenas noches. –Dijo él finalmente.

Esperó a que ella se metiera a la casa antes de emprender a caminar hacia la suya. Ya se
había alejado bastante, cuando presintió unos pasos tras él. Volvió la cabeza pero no vio
a nadie, y cuando se decidió a seguir caminando, descubrió una figura frente a él. Este
salió tras la sombre que proyectaba el árbol y se dejó ver.

 ¿Zac? –Llamó George sin poder ocultar la sorpresa – ¿No te habías ido del
pueblo?
 Me fui. Pero ahora estoy de vuelta.
 Me has pegado un buen susto.

Zac sonrió mostrando la dentadura pero George notó que algo no marchaba bien.

 Tío, ¿estás bien?


 Fenomenal. El que no creo que siga estando bien, eres tú.
 ¿A qué te refieres?
 No lo sé. –Respondió acercándose y comenzando a dar vueltas a su alrededor –.
No deberías estar fuera a estas horas. No es conveniente. –Se detuvo tras él y
observó con detenimiento las venas de su cuello –. Ya que no preguntas, lo digo
porque Hallshire se está convirtiendo en un lugar muy peligroso. –Se posicionó
frente a él –. Últimamente, se están cometiendo muchos asesinatos. ¿Te has
preguntado por qué?

George apretó los dientes, alerta a cualquier situación.

 Según las noticias, son animales salvajes.

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Zac soltó una carcajada un tanto espeluznante.

 ¿Animales salvajes? –Su semblante se tornó serio –.Sí. Son animales


salvajes. Monstruos humanos sedientos de sangre. Los tienes frente a ti y ni
siquiera puedes distinguirlos porque son iguales que tú…salvo por una
pequeña diferencia.
 ¿Pretendes asustarme?
 ¿Es que no lo estás? –frunció el ceño –. Estamos aquí. Solos. En medio de la
noche y, ¿no tienes miedo de lo que pueda pasar?
 Tío, ¿te estás quedando conmigo? –George sonrió – ¿De qué va todo esto?
¿Ensayando para un papel o qué?
 No sé si aplaudirte o reírme de ti.
 Bueno, vale. Ya basta. –Sentenció George emprendiendo a caminar de
nuevo.

De pronto, se detuvo porque tenía a Zac frente a él.

 ¿Cómo…cómo has hecho eso?


 Te dije que deberías estar asustado, George. Cualquier cosa pasa en la
oscuridad.

Varias venas se dejaron entrever bajo sus ojos y en el cuello.

 ¿Qué coño…? –George dio un par de pasos hacia atrás.


 ¿Conoces acaso, el significado de la palabra vampiro?

Desapareció frente a él y se colocó a sus espaldas, agarrándole del cabello e


inclinándole la cabeza a un lado. Podía sentir el latir de la yugular y no pudo contenerse
más. Desplegó los colmillos y los clavó en la palpitante vena, absorbiendo con fervor el
viscoso líquido, arrancándole la vida con cada trago. De repente, fue arrastrado y
estampado contra un árbol por una fuerza veloz.

 Vaya, vaya. –Dijo levantándose de golpe y ladeando la cabeza a ambos lados –.


Acaba de aparecer mi jueza.
 Te obligué a que no volvieras. –Expuso Katherine sorprendida de verlo allí.
 Digamos que alguien igual o más que tú, me ayudó a volver. Ahora soy como
tú. Ahora me puedo enfrentar a ti.
 ¿Y a qué esperas?

Él se echó a reír negando con la cabeza.

 No me voy a enfrentar a ti en un lugar donde no hay testigos de tu derrota.


 Querrás decir de la tuya.
 No voy a caer en tu trampa. Esta no es nuestra noche.

Dicho esto, se alejó tan pronto como aparece y desaparece un rayo del cielo. Katherine
se acercó al cuerpo pálido de George, que por un momento pensó que estaba muerto

183
hasta que comprobó que todavía tenía constantes vitales. Este abrió débilmente los ojos
pero los volvió a cerrar en el acto. Katherine sintió una punzada al sentir que lo estaba
perdiendo. Levantó suavemente su cabeza y la colocó sobre sus rodillas. Podía escuchar
el leve pálpito de su corazón, que cada vez era más pausado. No estaba segura de lo que
iba a hacer pero si de algo estaba segura es que no pensaba dejarlo morir. Desplegó los
colmillos y le dio un mordisco a su muñeca, que empezó a sangrar en el acto. La colocó
sobre la boca de George y le obligó a beber de ella. De pronto, dejó de sentir el latir de
su corazón y su cabeza se inclinó a un lado, dando entender que había muerto.

Los rayos y los truenos dieron paso a una copiosa tormenta que golpeaba el suelo y los
tejados como latigazos. Logan entró a la mansión algo empapado y se dirigió a salón.
Antes de servirse la copa que tenía prevista, escuchó ruidos procedentes del piso de
arriba, y subió a averiguar de qué se trataba. En el momento que dobló la columna que
comunicaba la escalera con el pasillo de las habitaciones, Bella salió de la de Sebastian
y le dio un vuelco el corazón por el susto que se llevó al verle ahí de pie.

 ¿Cómo has entrado aquí? –Preguntó confuso.


 Sebastian me dio las llaves. —Logan arqueó las cejas — ¿Algún problema?
 En absoluto. –Respondió dándole la espalda y dirigiéndose al piso de abajo.

Bella fue tras él.

 ¿Dónde está Sebastian?


 No soy su niñera como para saber dónde se encuentra en todo momento.

Él se dirigió al salón y ella a la puerta principal.

 ¿Te vas a marchar bajo la lluvia? –Preguntó desde la estancia.


 Tengo el coche aparcado fuera aunque no creo que pueda conducir con esta
tormenta. –Respondió apoyada a la puerta.

Se mantuvo en esa posición alrededor de dos minutos hasta que encontró absurdo la
idea de quedarse allí a esperar a que amainase la tormenta, por lo que caminó hacia el
salón con paso lento y decidido.

 Ya me parecía que no ibas a aguantar por más tiempo allí de pie. –Comentó
volviéndose hacia ella al sentir su presencia – ¿Una copa? –Le tendió una de
whisky.

Bella extendió la mano para alcanzar la copa y sus dedos se rozaron al quitársela de las
manos, provocando un intercambio de miradas.

 Gracias. –Dijo finalmente, y acto seguido, se llevó el trago a la boca apartando


sus ojos de los de Logan –. Eres muy confuso, ¿sabes? –Comentó con el ceño
fruncido.
 No te entiendo.

184
Bella realizó una pequeña pausa antes de retomar la palabra.

 A veces eres tan amable y protector que por momentos me olvido de cómo es tu
verdadero yo. Tu yo frío, distante e incomprensible. Ese yo con el que es
imposible mantener una conversación de cinco palabras que no sean igual de
frías.
 Nunca lo comprenderías. –Dijo dándole un trago a su vaso.
 El hecho de saber que sois vampiros, ¿no crees que me pone en una situación en
la que ya nada me sorprendería?

Un trueno retumbó a lo lejos.

 Probablemente tengas razón. –Bella abrió los ojos más de la cuenta al escuchar
lo que acababa de decir –. Pero comprenderme no es algo tan fácil porque
recientemente ni yo mismo me entiendo.
 ¿A qué te refieres? –Preguntó intrigada.

Logan soltó un suspiro y se revolvió el cabello, no creyéndose lo que iba a decir.

 Desde que llegaste a mi… a nuestras vidas –Bella sintió cómo se le detenía la
respiración –, lo has puesto todo del revés. Has conseguido lo que nadie en
mucho tiempo.

Ella dio varios de pasos hacia delante acortando la gran distancia que había entre
ambos.

 ¿El qué?

Estuvo a punto de escapársele de la boca que ella había conseguido que volviese a sentir
algo por otra persona por primera vez en mucho tiempo, pero de repente frunció el ceño
y se dirigió molesto hacia ella.

 ¿Qué es esto? ¿Una especie de terapia?


 ¿De qué estás hablando?
 ¡Deja ya de sicoanalizarme, Bella! ¡Basta!
 ¿A qué viene este cambio de comportamiento?
 Tu problema es que intentas comprender a todo el mundo. Siempre estás
tratando de empatizar con todos, pero eso no es posible. Te ha funcionado con
mis hermanos pero no conmigo. ¡Déjalo ya! Nunca llegarás a comprenderme.
Nadie puede hacerlo. ¿Entendiste? ¡Nadie!

Se dirigió a la salida pese a la tormenta tratando de despejar la mente, pero ella fue tras
él.

 ¡¿Te crees que eres el único que tiene problemas?! –Le alcanzó y le obligó
volverse hacia ella – ¡¿Te crees que eres el único que huye de algo?! ¡¿Te crees
que eres el único con un pasado oculto?! Todas las personas hemos sufrido en
algún momento de nuestras vidas, Logan, pero no convertimos ese sufrimiento
185
en un escudo contra los demás. Tratamos de salir adelante. No es fácil olvidar
pero siempre se consigue.
 ¡Basta! No necesito a nadie para hacer frente mis problemas, ¿te queda claro? Lo
que necesito es que te alejes de mí.
 ¡¿Por qué?! ¿Por qué te encierras en ti mismo? ¿Por qué no te dejas ayudar?

La lluvia los había empapado al completo pero la discusión–conversación, les hacía


entrar en calor.

 ¿Y quién va a ayudarme? ¿Tú? Por favor. –se rio de forma sarcástica – ¿Te has
parado a pensar por un momento que no necesito que me ayuden? Te lo dije una
vez, Bella. Deja de intentar cambiar a las personas.

Ella cerró los ojos durante una fracción de segundos, tratando de controlarse, y los
volvió abrir.

 Por última vez, no necesito de ti. No necesito de nadie. Lo mejor que harías en
tu vida, es alejarte de mí.

Le dio la espalda y dio un par de pasos hacia adelante hasta que lo próximo que dijo, le
hizo detenerse.

 De acuerdo. –Asintió con la cabeza –. Tienes razón en decirme que nunca


llegaré a comprenderte porque visto lo visto eso es imposible. Tienes razón en
decirme que lo mejor que haría en mi vida sería alejarme de ti. Pero no tienes
razón en decirme que las personas no pueden cambiar. Todos nos merecemos
segundas oportunidades, ¿no crees?
 La vida no es color de rosa, Bella. –Se volteó a mirarla.
 ¿Me lo vas a decir a mí? –Hizo una pequeña pausa–. Creo que soy bastante
experta en ese tema. Perdí a dos de las personas más importantes de mi vida en
muy poco tiempo. Una porque nos abandonó y otra porque se suicidó. Sé
bastante perfecto que la vida no es color de rosa, Logan, pero no me dejo hundir
por eso. –Avanzó un par de pasos hacia él –. Porque tengo personas que me
quieren, tengo personas que me apoyan, y yo lo único que intento es no perder la
esperanza en los demás. Y si eso es un defecto…pues lo siento. Lo siento porque
así de estúpida soy yo.

Le retuvo la mirada durante unos segundos antes de darse la vuelta y emprender a


caminar en dirección contraria. Logan la vio alejarse, y aunque su cabeza y su corazón
no estaban de acuerdo, hizo lo que sintió en ese momento. Se colocó frente a Bella en
menos de un segundo y la hizo detenerse. Esta sintió como se le aceleraba la respiración
y los latidos de su corazón, al sentirle tan cerca de lo que jamás habían estado, que pese
a la tormenta, abrigó un efecto cálido en su piel, poniéndose esta de gallina.

 Pues así de estúpidos somos los dos. –Susurró a unos milímetros de su boca
antes de besarla.

186
Ya no importaba nada. Ni la lluvia ni el hecho de que se mojasen. Ni el bien ni el mal.
Ni el cielo ni el infierno. Solo ellos, que por un momento se habían olvidado de todo y
se habían dejado llevar. ¿Qué importaban ya las consecuencias? A fin de cuentas, lo
hecho, hecho estaba.

 ¿Por qué lo has hecho? –Preguntó buscando su mirada.


 No lo sé. –Observó cómo la expresión de su cara cambiaba a decepción.
Entonces se dio cuenta que pese a lo que ambos sentían, eso no iba a llegar a
ninguna parte. Se dio cuenta de que se ese beso había sido un error. Un error que
había que remediar. Clavó fijamente sus ojos en los de ella, y acto seguido, estos
se tornaron plateados –. Olvida lo que ha pasado, corre hacia el coche y
márchate.

Apartó las manos de su rostro, pero pese a esto, Bella se lo quedó mirando durante unos
segundos antes de echar a correr en dirección al coche. Él apretó los dientes y echó la
cabeza hacia atrás, permitiendo que la lluvia impactase directamente en su cara. No
había podido evitarlo. Eran demasiadas emociones juntas. La adrenalina, la rabia, la
atracción que sentía por ella, lo habían empujado a besarla. Sin embargo, ese momento
ya no permanecería en el recuerdo de ambos. La había hecho olvidar por su bien, pero
esa duda de si había hecho lo correcto, permanecería para siempre en lo más profundo
de su mente.

187
Capítulo 19
GRADUACIÓN

Logan apareció en la cocina con un bolso ya preparado para adentrarse en la


búsqueda de una de las brujas más poderosas de todos los tiempos.

 ¿Adónde vas con eso? –Preguntó Katherine colocándole una pajita a una bolsa
de sangre.
 Voy a ausentarme un par de días.
 ¿Y puede saberse cuál es el destino? –Escuchó tras de sí.

Sebastian acababa de entrar junto con Bella, que dirigió primero la mirada hacia el
bolso y luego hacia Logan.

 Lakebrook.
 ¿Pensabas irte sin avisar?
 No lo consideré relevante. –Dijo recogiendo el bolso de la mesa y dirigiéndose a
la salida.
 ¿Ah, no? ¿Crees que puedes tomar decisiones así como así?
 No es que lo crea, lo estoy haciendo.
 Pues entonces, voy contigo. –Expuso Sebastian yendo tras él.
 De ninguna manera. –Sentenció este deteniéndose y volviéndose su hermano.
 Logan…este asunto nos incumbe a todos. Y más a mí que soy su objetivo.
 Te estoy diciendo que no vas a ninguna parte. Como objetivo suyo, considero
que tienes más razones para quedarte.
 ¿Tú y cuántos más habéis votado esa ridícula idea?

Logan soltó un fuerte suspiro y le dio nuevamente la espalda. Sebastian le obligó a


volverse agarrándole del hombro. Katherine llegó tras ellos en el momento que se abría
la puerta y aparecía Morgan al instante. Los dos hermanos dirigieron la mirada hacia la
puerta y se la quedaron mirando. Bella no tardó en realizar su aparición deteniéndose a
varios metros de aquella escena, y recorriendo a Morgan de los pies a la cabeza.

 ¿Interrumpo algo? –Preguntó esta última, confusa.


 No. Llegas justo a tiempo. –Respondió Logan.
 Logan… –Comenzó a decir Sebastian.
 No está en discusión. Además, aquí hay asuntos más importantes. –Clavó la
mirada en Bella y luego otra vez en su hermano –. Hasta la vuelta.

Él y Morgan se dirigieron al coche. Tiró el bolso en el asiento trasero y se colocó en el


asiento del conductor con Morgan a su lado. Arrancó el auto y se alejó por la carretera.

188
George se levantó de la cama y miró a su alrededor. Estuvo un buen rato sin reconocer
su dormitorio. Aquella parte de la casa estaba en silencio. Miró el reloj que tenía en la
muñeca para consultar la hora pero este estaba roto. Seguía sin recordar lo que había
pasado. Solo sentía un terrible dolor de cabeza que no lo dejaba ni pensar. El reloj de su
mesita de noche marcaba las doce del mediodía. Rebuscó en sus bolsillos y sobre su
cama pero no encontró el móvil en ningún lado. El rugir de su estómago le hizo darse
cuenta de que estaba hambriento. Se levantó de la cama pero el dolor de cabeza le hizo
tambalearse de un lado a otro, así que tuvo que apoyarse a la pared para salir de la
habitación. Bajó al piso de abajo y se dirigió a la cocina. Abrió el frigorífico y sacó todo
lo que había en él. Cuando probó la primera cuchara de lasaña sintió que ya no iba a
poder parar. La cuchara era demasiado pequeña para el hambre que tenía, así que la dejó
a un lado y comenzó a comer con las manos. Todo lo que encontró a su paso
desapareció en su estómago pero aún sentía que no había saciado su hambre. De pronto,
sonó el móvil del salón y tuvo que desplazarse hasta allí para descolgarlo.

 ¿George? –Era la voz de Melanie – ¿Dónde te has metido? Te he dejado varios


mensajes en el móvil porque me manda directamente al contestador. ¿Se te ha
olvidado que hemos quedado hoy?

Su estómago volvió a rugir.

 ¿Te importa si te llamo luego? Tengo que ocuparme de una cosa.

Devolvió el auricular a su sitio y se dirigió a la calle, donde comenzó a caminar sin


rumbo. Tenía frío pese a que el sol estaba más fuerte de lo normal, así que se abrazó a
su cuerpo. Después de un buen rato caminando, se apoyó contra un árbol que estaba
cerca de una cafetería para tratar de recomponerse, pero de pronto, ocurrió algo extraño.
Podía escuchar las conversaciones de gente que estaba tanto fuera como dentro del
establecimiento. Conversaciones como: ¿De qué vas tío? Yo soy la que te dejo a ti, un
café con leche, anoche lo pasamos muy bien, ¿no crees?, ¿Qué te parece si quedamos
en la oficina?, estoy harta de que siempre hagas lo que te dé la gana…Se agarró la
cabeza como si con ese gesto, las voces se detendrían. Continuó caminando hasta que
sin darse cuenta, acabó frente a la casa de Melanie y tocando el timbre.

 ¿No me dijiste por teléfono que tenías algo que hacer? –Preguntó una vez abierta
la puerta.
 No me acuerdo ni de lo que dije. –Expuso entrando a la casa y dirigiéndose
directamente a la cocina.
 ¿Estás bien? –Preguntó nuevamente al ver su rostro tan pálido.

En lugar de responderle, abrió la nevera y sacó todo lo que vio, dejándolo sobre la mesa.
Ocupó una silla y se puso a tragar como si no hubiese un mañana. Sin embargo, todavía
seguía hambriento. Era como si la comida se le escapara por un agujero.

 ¿George? ¿Qué te ocurre?


 ¡Joder! –Profirió.

189
 ¿Qué narices te pasa?

Se puso de pie y se dirigió a los armarios en busca de más comida.

 Esta mañana, me he despertado con un terrible dolor de cabeza. Era capaz de


escuchar conversaciones a varios metros de mí. Mi mente ha borrado
literalmente todo lo que ocurrió ayer. Solo consigo recordar hasta el lugar donde
te acompañé a casa.

Abrió y cerró todos los armarios de la cocina y se desesperó al comprobar que pese a
todo lo que había comido, todavía se había satisfecho.

 Te estás portando como un psicópata.


 Te recuerdo que estás saliendo con este psicópata.

Se detuvo y apoyó las manos contra la pared y comenzó a respirar de forma agitada.
Melanie se acercó a él con paso lento y colocó la mano sobre su hombro llamándole por
su nombre.

 ¡Apártate de mí! –La agarró fuertemente de las manos y la puso contra la mesa.

Tenía tensas todas las venas del cuerpo. Melanie comenzó a temblar de pánica. Nunca
lo había visto así. Este se dio cuenta del daño y miedo que le estaba causando, por lo
que relajó la presión de las manos y las soltó completamente. El miedo impidió la
reacción de sus piernas y de su cuerpo entero.

 Lo siento. Lo siento. –Se disculpó abrazándola y depositando un par de besos


sobre su cabello pero podía sentir el temblor de su cuerpo –. Lo siento. Lo mejor
será que me vaya. Sí. Es lo mejor.

Se alejó de la estancia y Melanie solo escuchó el ruido de la puerta al cerrarse. Tras un


instante tratando de asumir lo que acababa de pasar, sacó el móvil del bolsillo de su
pantalón y marcó el número de Carlie, quien no tardó en realizar su aparición minutos
después de la llamada.

 ¿Dónde está George? –Preguntó una vez que Melanie hubo abierto la puerta.

 Te doy dos días y ni uno más. –Dijo Sebastian colgando el teléfono.


 ¿Estabas hablando con Logan? –Preguntó Bella apoyada a la puerta.
 Sí.
 ¿Quieres contarme lo que ocurre? –Preguntó nuevamente acercándose a él.
 Será mejor que te mantenga al margen.
 Quiero participar en todo lo que tenga que ver con vosotros. Te he notado
inquieto en esta última semana y quiero saber por qué.
 Verás, Bella, yo…

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Escucharon pasos aproximándose hacia ellos y tras estos, Katherine.

 ¿He interrumpido algo? –Preguntó al darse cuenta de la mirada de Bella sobre


ella.
 ¿Dónde estabas? –Respondió Sebastian con otra pregunta.
 Ah, no. Considero que ha pasado la etapa en la que dejas de controlarme y me
dejas hacer mi vida.
 No hace falta que digas nada. El ambiente ya apesta a Andrew.
 Si lo sabes, no preguntes.

El sonido del timbre calmó la tensión que había en la estancia.

 Sigo sin confiar en él.


 ¿Y cuándo lo has hecho?

Volvió a sonar el timbre.

Esta vez, Katherine se giró sobre sus pies y se dirigió hacia la puerta.

 Yo no te aconsejo con quien o no puedes meterte. –detuvo a Elisabeth con un


gesto y giró el pomo abriendo la puerta –. Deja de meterte en mis cosas.

Carlie y Melanie entraron atropelladamente sin percatarse de la presencia de Katherine.

 Buenas tardes a vosotras también. –Dijo esta con tono irónico.

Bella frunció el ceño al notar que ambas estaban agitadas.

 Carlie, ¿qué estáis haciendo aquí? ¿Qué ha pasado?


 George estás desaparecido y al parecer ha perdido la cabeza.
 ¿Quién es George? –Preguntó Sebastian.
 Mi hermano.

Bella dirigió una mirada rápida a Sebastian, la cual comprendió de inmediato.

 ¿Y a qué estamos esperando para buscarlo?


 Sebastian y yo iremos juntos. –Dijo Bella –. Tú y Melanie pueden buscar en los
lugares donde más frecuenta.

Las dos asintieron y regresaron por donde habían venido.

 Tenemos una conversación pendiente. –Dijo Sebastian dirigiéndose a Katherine.


 Estaré esperándote. Pero antes…voy a quitarme el olor a Andrew.

Este negó con la cabeza y salió a reunirse con las chicas. Comenzaron una incesante
búsqueda por bares, restaurantes, parques, la casa de sus amigos…pero no tuvieron
éxito alguno. La noche los pilló en medio de la búsqueda y ambos grupos decidieron
reunirse en la mansión para seguir organizándose. De camino al punto de encuentro, un

191
individuo cruzó frente al coche de Sebastian, y casi se lo lleva por delante de no pisar
rápidamente los frenos, provocando un chillido ensordecedor.

 Es él. –Dijo Bella bajándose rápidamente del coche – ¿George?

Estaba sucio y parecía asustado. Tenía el cabello enmarañado, la ropa desgastada y


varias heridas.

 Bella. –Susurró aliviado envolviéndola en un abrazo, pero de pronto, perdió el


conocimiento y se desplomó en el suelo.
 ¡George! –Se arrodilló junto a él.

Sebastian se acercó y se agachó a examinarlo. En ese proceso, descubrió que tenía dos
cavidades en el cuello. Dirigió una mirada a Bella y ella se la devolvió, comprendiendo
entonces lo que pasaba.

 Vampiros.

Sebastian lo levantó del suelo y cargó con él hasta el coche, donde le colocó en el
asiento trasero.

 Carlie. –Dijo Bella cuando por fin esta descolgó el auricular –. Lo hemos
encontrado.

Carlie y Melanie salieron a recibirlos cuando distinguieron las luces del coche desde el
interior de la casa.

 Mamá me ha llamado un par de veces y he tenido que decirle que estamos de


acampada. –Explicó Carlie mientras Sebastian colocaba a George sobre el
sillón.

Katherine, que acababa de bajar las escaleras, se detuvo a unos metros de la estancia al
descubrir al chico del que hablaba Carlie. Era el mismo al que había salvado la vida.

 Sebastian. –Llamó sin atreverse a entrar.

Este se acercó y ambos se alejaron lo suficiente para no ser escuchados.

 ¿Es este el hermano de Carlie?


 Sí. Le ha mordido un vampiro, y al parecer está en proceso de conversión.
 Lo sé. Yo le di de mi sangre.
 ¿Qué hiciste qué? ¿Es qué te has vuelto loca?
 Antes de que explotes, quiero informarte que no fui yo la que le atacó. Yo solo
le salvé la vida.
 ¿Convirtiéndole en uno de nosotros?
 ¿Quieres calmarte?
 ¿De qué estáis hablando? –Los interrumpió Bella.

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Ambos guardaron silencio durante un tiempo.

 George está en proceso de conversión. –Dijo finalmente Katherine.


 ¿Y eso qué significa?
 Zac le mordió.
 ¿Qué Zac? ¿Zacarías Peterson?
 El mismo.
 No estoy entiendo nada. ¿Cómo es posible que Zac sea un vampiro?
 No es momento de explicar nada sobre Zac. –Expuso Katherine saliéndose del
tema –. Zac le mordió y estaba desangrándose. Estaba a punto de morirse. Pero
antes de que eso pasase, yo le di de beber de mi sangre. Murió con sangre
vampira en su organismo y eso le permitió volver a la vida, pero…en modo
vampiro. Si no toma sangre humana para completar la conversión…ya os
podéis ir despidiendo de él.

Bella volvió la mirada hacia el salón y luego la clavó nuevamente primero en Sebastian
y luego en Katherine.

 ¿No creéis que se merecen saber lo que está pasando?


 Dejadme esto a mí. –Habló Katherine.

Los faros del coche vislumbraron el gran cartel que ponía en letras grandes:
“BIENVENIDOS A LAKEBROOK”. El primer edificio que descubrieron al entrar al
pueblo fue el de un mini restaurante que para su sorpresa seguía abierto.

 Para aquí. –Pidió Morgan.


 No puedo. Hay que encontrar un lugar donde quedarse durante nuestra estancia
aquí.
 Ya lo sé don perfecto. Pero pasa que yo estoy muerta de hambre y no pienso
desaprovechar esta oportunidad.

Logan detuvo el coche a unos metros del establecimiento.

 No lo dirás en serio. Has comido durante todo el trayecto.

Morgan miró a su alrededor. Estaba rodeada de bolsas vacías de patatas fritas y latas de
cola.

 ¿A esto le llamas comida? –Levantó una de las bolsas –. Pueda que a vosotros
no os haga falta alimentaros de legumbres, verduras, carne, o cualquier mierda
que os comáis. Pero a mí no me sometas a tu ayuno. –Abrió la puerta del coche
y se bajó –. Yo tengo hambre y voy a comer.

Dio un par de pasos hacia adelante pero se detuvo y echó la vista atrás.

 ¿Vienes o qué?

193
Logan sonrió y negó con la cabeza bajando del coche.

 En primero lugar, sí que nos alimentamos de otras cosas que no sea la sangre. Y
en segundo lugar…tienes que reconocer que no puedes ir a ninguna parte sin mí.
 Será la costumbre. Además, ¿te has parado a pensar que podríamos preguntar
allí primero?
 Cierto.

Logan abrió la puerta del establecimiento y entraron en su interior. Era un lugar muy
acogedor. El blanco de sus paredes transmitía paz. Las mesas y sillas estaban dispuestas
en horizontal dejando un corredor en medio. Ya no quedaba nadie a esas horas. Sin
embargo, se acercaron a la barra, donde atendía una chica morena de ojos castaños.

 ¿Turistas? –Preguntó ella recorriendo a Logan con la mirada.


 No. Solo estamos de paso.
 Tienen suerte. Íbamos a cerrar en quince minutos.
 Ah, no. –Dijo Morgan –. Póngame lo más rápido para llevar.
 Solo puedo prepararte una hamburguesa, y porque me da lástima que te vayas
así, te regalaré un trozo de pastel de chocolate.
 Que sean dos hamburguesas. ¿Y…te importaría darme una botella de agua?

La chica desapareció tras darle la botella para meterse en la cocina.

 Te ha echado el ojo. –Comentó Morgan dándole un trago a su botella.


 Centrémonos en lo que hemos venido.
 No tienes sentido del humor.

La chica volvió a aparecer tras unos minutos, pero esta vez, traía consigo un plástico
blanco donde había metido las hamburguesas y el pastel de Morgan.

 Lamento que no hayas podido degustar las delicias de la casa. Pero si os quedáis
más tiempos –dijo mirando a Logan –, podréis probar la menestra de mi abuelo.
 Nos encantaría. –Dijo Morgan sonriente – ¿Y…te importa si te robamos unos
minutos más? Sabemos que es tarde pero es que nos urge.
 ¿En qué puedo ayudar?
 Estamos buscando a alguien y según la información de la que disponemos, sus
últimas señas de vida son en este pueblo.
 ¿Cuál es su nombre?
 Arabella. Arabella Klein. –Habló Logan.

La chica frunció el ceño.

 No me suena de nada. Y eso que conozco a la mayoría de gente. ¿Tenéis alguna


fotografía?

194
 De hecho… sí. –Dijo Morgan poniendo sobre la mesa su mochila y extrayendo
de ella un libro antiguo de cubierta marrón. Pasó un par de páginas hasta que
llegó a la que buscaba –. Es esta.

La joven la observó con detenimiento hasta que finalmente dijo que no la conocía de
nada.

 Lamento no haber servido de ayuda.


 Tranquila. Seguiremos buscando.
 Debe haber sido una turista. Aquí apenas hay gente a menos que sea en verano.

Salieron del establecimiento acompañados por ella, que cerró la puerta una vez que los
vio alejarse en dirección al coche.

 ¿De dónde has sacado el libro? –Preguntó Logan, intrigado.


 De la iglesia. Ventajas de tener a un tío que es sacerdote.
 Eres una caja de sorpresas.
 Que te seguirá sorprendiendo cada vez más. –Respondió esbozando una sonrisa.

Cuando el coche se hubo adentrado en el pueblo, un hombre corpulento de uno con


ochenta metros salió de la oscuridad y se dejó iluminar por la luna. Sacó el móvil del
bolsillo y realizó una llamada.

 Los he encontrado.

 Me estás tratando de decir que existen los vampiros, que sois uno de ellos, que
convivís entre nosotros y que para colmo, ¿has convertido a mi hermano en un
mosquito humano? –Repasó Carlie tratando de ubicarse.
 No podría haberlo dicho mejor. –Expuso Katherine.
 ¿Tú sabías esto? –Preguntó dirigiéndose a Bella.

Esta musito un sí.

 Esto es de locos. –Se revolvió el cabello y comenzó a caminar de un lado a otro


–. Hace un par de semanas descubrí un diario sobre vampiros que tenía mi
madre. Ella me dijo que se trataba de una simple fantasía pero ahora estoy
encajando todas las piezas del puzle.
 Eso significa que tiene ciertas sospechas de su existencia. –Intervino Melanie.
 ¿Esa es la única solución? ¿La sangre humana?
 Sí. Si quiere vivir. –Dijo Sebastian.

Carlie dirigió una mirada a George, cuyo estado estaba empeorando.

 Puede elegir la sangre humana y la animal. –Explicó Katherine –. Los vampiros


que se alimentan de sangre animal se hacen llamar vegetarianos pero para
completar la conversión, debería consumir sangre humana.
195
 Mi hermano no va a convertirse en un monstruo.
 ¿Prefieres perderlo? –Preguntó Bella – ¿Qué le vas a explicar a tu madre? Tienes
la oportunidad de salvarlo aunque eso implique un gran sacrificio. No te
permitas lamentar el haber tenido la posibilidad de salvar a tu hermano y haberla
desperdiciado. Entiendo que sea difícil pero...
 Tú no puedes entenderlo. No es Gwen la que está postrada en este sofá.
 Carlie…
 ¡Cállate! Todo esto es culpa tuya. Tú sabías esto y no nos lo dijiste.
 ¿Tú te crees que me resultó fácil encajarlo?

Carlie abrió la boca un par de veces pero no encontraba las palabras, así que profirió un
grito.

 Lo siento. –Dijo Bella al borde las lágrimas tratando de abrazarla pero ella la
aparó.
 Es culpa tuya.
 Lo siento. –Repitió.
 No importa que lo sientas. Quiero a mi hermano de vuelta. Quiero al George de
antes.
 No cambiaría nada. –Intervino Katherine.
 ¡Ya basta! –Gritó Melanie – ¿Os habéis parado a pensar que mientras estáis
intentado entrar en razón, George se está muriendo? ¿Por qué no le preguntas
qué es lo que quiere? –Clavó la mirada en Carlie –. Deja de pensar en ti y en lo
que quieres por un segundo y analiza todo lo que está pasando. ¿No te das
cuenta de que no es decisión tuya? Permítele que haga lo quiera por una vez en
su vida sin que tengas que estar tú allí en medio.

La sala se quedó en silencio tras aquellas palabras. Carlie se limpió las lágrimas y
caminó hasta el sofá, donde se sentó junto a George y le cogió de la mano.

 George –realizó una larga pausa –…yo no soy quién para decirte lo que tengas
que hacer pero decidas lo que decidas, voy a estar aquí para apoyarte.
 Solo sé una cosa. –Dijo a duras penas –. Sé que no quiero morir. Quiero
disfrutar de la vida. Quiero estar con Melanie. Quiero tenerte siempre a mi lado.
–dijo refiriéndose a Carlie –. Y si tengo que convertirme en un vampiro para
cumplir mis deseos…pues adelante.

Dos días se pasaron volando en un abrir y cerrar de ojos, y Morgan y Logan ya habían
comenzado a perder las esperanzas de encontrar respuestas sobre Arabella.

 Me parece que esta búsqueda está siendo en vano. –Arguyó Morgan bajándose
del coche por quinta vez en ese día.
 Seguro que aquí encontraremos respuestas. –Dijo Logan tratando de animarse.
 ¿Cómo puede haberse esfumado así?

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Logan tocó el timbre de la última casa del pueblo y esperaron pacientes a que los
atendieran.

 ¿Quiénes sois? –Preguntó una voz ronca al otro lado de la puerta.


 Queríamos hacerle un par de preguntas si es tan amable. –Expuso Morgan.
 No me relaciono con extraños.
 Es sobre una tal Arabella. –Dijo Morgan esperando a que el nombre surtiera
efecto.

Y en efecto, pasó lo que esperaba. Se abrió la puerta y apareció ante ellos un hombre de
edad avanzada y estatura media. Las canas de su cabeza resaltaban el verde de sus ojos
bajo una piel blanca cubierta de arrugas.

 Gracias. –Agradeció ella ofreciendo una de sus mejores sonrisas.

Logan carraspeó a sus espaldas.

 Oh, sí. ¿Si es tan amable de invitar pasar a mi amigo? Es que no acostumbra a
entrar a casas ajenas sin previa invitación.

El anciano lo invitó a pasar y les guió hasta el salón. Era una estancia pequeña. Las
paredes estaban pintadas de verde, los sofás eran igual de verdes, y la mayoría de los
objetos que decoraban la casa estaban llenos de polvo y podían tener alrededor de
cincuenta años. Las cortinas estaban corridas y el vidrio de las ventanas dejaba traspasar
la cálida luz del sol. Una vez que se hubieron acomodado, un perro labrador, igual de
viejo, se acercó al anciano y se dejó caer en sus pies.

 ¿Qué quieren saber sobre Arabella?


 Verá. –Comenzó a decir Morgan –. Nosotros –se señaló a ella y a Logan –,
somos hijos de su hermana. Esta falleció hace aproximadamente un mes y ahora
estamos buscando a nuestra tía. Es la única familia que nos queda.
 Lamento su perdida.
 Lo superaremos. –Dijo Morgan buscando la mano de Logan y dándole un suave
apretón.
 En primer lugar, nunca la habrían encontrado con ese nombre –. Se lo cambió
por el de Frida McKeon. En segundo lugar, lamento informales que también
falleció hace tres meses.
 No me diga. –Morgan intentó sonar dramática.
 Lo lamento.
 ¿Podríamos ver s tumba? Necesitamos darle un último adiós.

Tras las indicaciones del hombre sobre cómo llegar al camposanto, se despidieron de él
y regresaron al coche.

 ¿Tú y yo, hermanos? –Preguntó Logan riéndose de ella.


 ¿Y por qué no?
 ¿No es evidente?
197
Morgan se fijó en la diferencia de color.

 Puedo haber sido perfectamente la hija adoptiva.

Cuando se hubieron alejado con el coche, el hombre corpulento que los llevaba
siguiendo desde el primero día que pisaron el pueblo, apareció por la puerta del salón y
liberó a la esposa del anciano, que corrió a los brazos de su marido.

 Buen trabajo. Se nota que aprecias tu vida para lo poco que te queda.

Morgan y Logan recorrieron el cementerio hasta que dieron con la lápida que estaban
buscando. Logan se agachó y recorrió la escritura con los dedos.

 Frida McKeon. Muerta y bien sepultada. –Dijo Morgan por encima de él.
 El viaje ha sido innecesario.
 No del todo. De no haber venido no nos habríamos enterado de que estaba
muerta.
 Algo sigue sin encajar.
 Deja de darle tantas vueltas. Regresemos a por nuestras cosas y larguémonos de
aquí.

Condujeron hasta el motel donde se habían estado quedando, y tras recoger sus
pertenencias, cogieron la carretera que los enviaba de regreso a casa. Eran los únicos
que circulaban por la carretera. Pero como les había dicho la dueña del restaurante
donde se habían detenido, solo había actividad en verano.

 ¿Te acuerdas de que dijiste de que algo no te encajaba?


 Sí, ¿por qué?
 Porque me está pasando a mí. Siento que algo no va bien.
 ¿Intuición de bruja?
 Es más que eso.
 Pues no le des demasiadas vueltas.

Logan aumentó la velocidad del coche. Una hora después, se encontraron con una señal
de reducción de velocidad.

 ¿Esa señal estaba allí cuando venimos? –Preguntó Morgan frunciendo el ceño.
 No lo recuerdo pero habrá que hacerle caso.

Pisó los frenos para tratar de reducir la velocidad pero estos no funcionaban. Lo intentó
un par de veces más pero seguían sin funcionar.

 ¿Qué ocurre?
 Los frenos no funcionan.
 ¡¿Cómo?!

198
Él no respondió. Siguió conduciendo, tratando de hacer que funcionasen los frenos pero
como no conseguía su objetivo, decidió salirse de la carretera para estrellar el coche
contra un árbol.

 Morgan. –se miraron durante un segundo –. Agárrate.

Esta asintió con la cabeza mientras presionaba las piernas sin darse cuenta debido a la
situación. Logan visualizó un árbol enorme que podía servir de contrapeso. Fue en
cuestión de segundos. El coche impactó contra el árbol, se levantó la capota y se
expulsaron los airbags. El humo salía sin control de la parte delantera del coche y
contaminaba la atmósfera. Logan, que no había sufrido ningún daño, dirigió
automáticamente la mirada al asiento de al lado. Morgan sangraba en la frente y por la
nariz. Él se bajó del coche para caminar hacia ella. Pero en el momento en el que colocó
la mano en la parte de arriba del vehículo, sintió una estaca atravesársela y en ese
momento apreció el peor dolor posible. Volvió la cabeza y descubrió a un hombre
corpulento sosteniendo otra estaca.

 Doloroso, ¿verdad? Lo entiendo perfectamente.


 ¿Por qué no me ayudas a quitármela y comprobamos cuan doloroso puede llegar
a ser?
 Es preferible observar. –Dijo con una sonrisa de oreja a oreja.

Logan empleó la mano que tenía libre para tratar de liberar la otra. La estaca estaba tan
clavada que había atravesado la cubierta. Era un dolor insoportable. Se le habían
tensado todas las venas del cuello y de la frente por los intentos sin éxito de librarse de
aquel suplicio.

 Esto está comenzado a ser aburrido.

El hombre se lanzó contra él y como un relámpago, cortó la parte de arriba de la estaca,


liberando su mano, y le clavó la otra en el pecho. Logan soltó un grito ahogado mientras
le agarraba del cuello. Podía sentir como le rodeaba la muerte. Fue relajando los
músculos hasta que se quedó sin fuerzas.

 Cortesía de una amiga. –Susurró aquel individuo antes de que él perdiera


completamente el conocimiento.

Su cuerpo ya inerte y frío, comenzó a secarse dándole un color blanquecino a su piel y


dejando entrever las venas.

199
Capítulo 20
Morgan abrió los ojos al caer la noche y miró a su alrededor. Le martilleaba la cabeza y
el dolor que sentía en el cuello era comparable al que se siente cuando por accidente te
trabas el dedo con la puerta. La puerta del conductor estaba abierta pero no veía a Logan
por ninguna parte. Lo llamó para comprobar si estaba cerca pero no obtuvo respuesta.
Salió por el lado en el que estaba sentada y una vez pisado el césped sintió cierto mareo
y apoyó la mano en el coche para evitar la caída.

 ¿Logan? –Volvió a llamarlo alzando la voz. Sin embargo, el resultado fue el


mismo.

Cuando se sintió con fuerzas para caminar, comenzó a dar vueltas por los alrededores
sin alejarse demasiado. Al no obtener éxito, decidió regresar junto al coche. En el
instante en el que se volvió sobre sus pies, descubrió el cuerpo de Logan tirado junto al
coche con una estaca clavada en el pecho. Corrió junto a él, se agachó y colocó ambas
manos alrededor de la madera en un intento de arrancársela. Tras varios intentos,
finalmente lo consiguió. La estaca fue a caer a un lado y ella se derrumbó en el suelo.
Estaba tan cansada y adolorida que sentía que iba a desmayarse en cualquier momento.
Se arrastró y se apoyó al coche a la espera de que Logan se despertase.

Dicha espera se convirtió en eterna. Era una noche cálida y ella había comenzado a
tener sed. Se relamió los labios por la sequedad, apoyó la cabeza contra el coche y cerró
los ojos. Pasó aproximadamente media hora cuando Logan por fin abrió los ojos,
sobresaltado. Morgan hizo lo mismo y al instante, corrió hacia él y lo abrazó.

200
 El accidente fue provocado. –Dijo Logan cuando se hubieron separada.
 ¿Provocado? ¿Por quién?
 No lo sé. Pero lo que sí sé es que fue mandado por alguien.
 ¿Tienes idea de quién?
 ¿No te haces a la idea? –Morgan frunció el ceño –. Nos la han jugado. Arabella
está viva y apostaría lo que quieras que ha sido ella.

 No puedo contactar con Logan desde esta mañana. –Dijo Sebastian llevándose
un trago de whisky a la boca.
 ¿Quieres tranquilizarte? Seguro que estarán de camino.
 No estoy preocupado. Me da rabia que no me atienda las llamadas.
 Oh, el padre protector. –Dijo Katherine burlándose de él –. Ya aparecerá en
cualquier momento. –Se puso en pie y caminó hacia la salida –. Solo recuerda
una cosa. Es Logan. Siempre hace lo que le da la gana.

Una vez que Katherine hubo desaparecido del salón, él se dirigió a la salida, cogió el
coche y condujo donde antes trabajaba Bella. Pidió un whisky y se lo bebió pensativo
cuando de repente una mano sobre su hombro lo sacó del trance. Agarró con fijeza la
mano y alzó la vista para ver de quién se trataba. Una joven de cabello castaño y ojos
verdes le sonrió. Él le soltó la mano y volvió a bajar la cabeza.

 Tienes la mirada perdida. –Dijo tomando el atrevimiento de sentarse a su mesa –


¿Puedo hacerte compañía?
 No la necesito. –Respondió este de forma cortante.
 Melinda Harrison. –Dijo tendiéndole la mano y obviando su último comentario.
 ¿No he sido lo suficientemente claro? No necesito de tu compañía.

La joven sonrió y de forma atrevida, le quitó el vaso de whisky y le dio un trago,


quedándoselo después para ella.

 ¿Son tan grotescos todos los hombres de Hallshire?


 Estás comenzando a impacientarme.
 Siento que no te he pillado en el mejor de tus momentos, ¿verdad?

Sebastian le dedicó una mirada de pocos amigos e hizo el amago de levantarse. Sin
embargo, ella lo detuvo agarrándole la mano y entonces toda su vida pasó por sus ojos
en cuestión de segundos. Su nacimiento, su adolescencia, su juventud, su conversión, la
masacre de Hallshire…y ahí se detuvo.

 No era mi intención molestarte. –Dijo apartando la mano –. Solo hacerte


compañía.
 No soy compañía para ti.

Abandonó el establecimiento tras haber pagado lo que había consumido.

201
 Sebastian Van Hood. –Susurró ella llevándose a la boca lo que quedaba en el
vaso –. Te encontré. En el lugar menos esperado, te encontré.

De pronto, su móvil sonó.

 Lizard.
 Hecho. –Dijo este al otro lado del auricular.
 Perfecto. –Expuso sin poder reprimir la sonrisa.

Las horas pasaron volando. El móvil de Logan y de Morgan seguía mandándole al


contestador. Comenzó a dar vueltas de un lugar a otro, deteniéndose de vez en cuando
en la ventana. Se dejó caer sobre uno de los sofás y se revolvió el cabello. Tras cinco
minutos, la puerta se abrió y le hizo ponerse de pie de un salto. La sonrisa de Andrew y
de Katherine desapareció cuando lo tuvieron en frente.

 Pensaba que eras…

Dejó la frase sin acabar y regresó al salón.

 ¿Todavía no ha aparecido?
 No.
 ¿Quién no ha aparecido? –Preguntó Andrew.
 El imbécil de Logan. –Respondió Sebastian –. Se suponía que iba a regresar hoy
junto con Morgan pero todavía no ha llamado.
 A lo mejor ha decidido apagar el móvil. Como eres tan insistente. –Expuso
Katherine.
 ¿Qué sucede? –Inquirió Bella que acababa de entrar acompañada de Carlie.

Se produjo el silencio en la sala.

 ¿Es que nadie piensa hablar? –Intervino Carlie.


 Cabe la posibilidad de que a Logan le haya pasada algo. –Habló Sebastian.
 Creo que te estás precipitando, Sebastian. –Dijo Andrew.
 ¿Por qué crees que le ha pasado algo? –Preguntó nuevamente Bella –. Te
recuerdo que siempre hace lo que le viene en gana. ¿Por qué debería
sorprenderte ahora?

Sebastian guardó silencio durante unos instantes.

 Si hay algo que nunca me falla, ese es el instinto. No espero que lo comprendáis.
–Dijo y se retiró de la estancia dirigiéndose al piso de arriba.

Bella recorrió a cada uno de los presentes con la mirada antes de ir a reunirse con él.

 ¿De veras crees que le ha pasado algo? –Preguntó cerrando la puerta de la


habitación.

202
 Ya debería estar aquí.
 Tal vez. Pero seguramente se estará entreteniendo con su amiguita. –Dijo con
cierto tono irónico. Se acercó a él y colocó las manos sobre sus brazos dándoles
un ligero apretón –. Ya verás que antes de nada, estará aquí. Te lo aseguro. –Le
abrazó –. Sebastian. –Él respondió para sus adentros –. Te quiero.

Pudo sentir el aire cálido sobre su cuero cabelludo tras un suspiro de alivio. Sin
embargo, segundos después, ya estaba arrepintiéndose de su confesión. No quería
admitirlo pero tenía miedo de que las sospechas de Sebastian fueran ciertas. Quizás
estaba de cuerpo presente en la estancia pero sus pensamientos estaban a kilómetros de
allí. Quería tener razón. Quería que volviese. Quería escuchar el sonido de la puerta al
cerrarse, bajar y comprobar que se trataba de él. Nunca lo había admitido hasta esa
noche. Siempre se lo había guardado para sí misma aunque su forma de actuar y de
preocuparse por lo que él pensaba, tratando de descubrir lo que lo hacía ser así, era más
que evidente. Extrañaba aquellos ojos grises. Aquellos ojos que no sabía cuándo
denotaban alegría, enfado o tristeza. Aquellos labios que se conformaba con mirarlos
en la distancia como cuando lo tenía cerca, sabiendo con desilusión que nunca llegaría
tan siquiera a rozarlos. Nunca entendía su forma de actuar y tal vez nunca llegaría a
hacerlo pero aun así, quería todo de él. Absolutamente todo.

El alcalde había convocado un reunión en la plaza del ayuntamiento, la cual estaba ya


abarrotada de gente. Entre la multitud se encontraban los hermanos Van Hood, Bella,
Carlie y Melanie. George todavía no podía salir a la luz del sol porque esta le provocaba
quemazones en el cuerpo. Marcus se acercó a la ventana y echó un vistazo. Agarró la
corbata y la movió de un lado a otro haciendo notar su nerviosismo.

 Todos estamos nerviosos, Marcus. Pero no queda de otra. – Habló Hilary.


 La gente ya empieza a murmurar cosas. – Dijo Tom –. Ayer estuve en el bar de
la señora Guillian y no se habla de otra cosa que de las muertes. Ya nadie cree
que sea obra de un animal salvaje.
 El número de muertos también ha incrementado en Greenforest. – intervino
Sarah –. Los habitantes ya están al tanto.
 ¿Y cómo fue la reacción al enterarse? – Curioseó Marcus.
 Un tanto… salvaje.

Él asintió con la cabeza pero su mente ya no se encontraba allí sino de cómo iba a ser su
funeral.

 Genial. Buena manera de animarme.


 Señor. – apareció su secretaria –. La gente está esperando.
 Gracias Elena. Ahora salimos. – Esta hizo el ademán de cerrar la puerta pero él
la detuvo –. Oiga– se asomó de nuevo –, usted también viene con nosotros.
 Sí, señor. Su mujer y su hijo acaban de llegar. – Dijo finalmente dejando paso a
Tayler y a la señora Eaton.

203
Marcus recorrió a su hijo de pies a cabeza.

 Podías haberte arreglado un poco más.


 Yo me veo bien.

En las últimas semanas, Tayler había hecho todo lo posible por disgustarle. Llevaba
puesto unos pantalones vaqueros, camisa y zapatillas.

 ¿A qué se debe esta reunión? – Preguntó la señora Eaton dirigiéndose a él.


 Lo sabrán todos en unos minutos.
 ¿Salimos? – Preguntó Hilary llamando su atención.

Este asintió no muy seguro de lo que iba a hacer.

Hicieron acto de presencia ante todo el pueblo y el alcalde se puso frente al micrófono.
Volvió a mover la corbata de izquierda a derecha antes de comenzar a hablar.

 Queridos habitantes de Hallshire. Esta reunión se debe a un motivo muy


importante y no solo incluye a la alcaldía sino también a la policía y al resto de
los civiles. Vamos a desvelaros el motivo de las muertes que se han llevado a
cabo en los últimos meses. – Hizo una breve pausa antes de proseguir –. Como
podéis notar las muertes se han ido acumulando una tras otra y todas tienen una
cosa en común. – se limpió la cara con un pañuelo que había sacado del bolsillo
de su chaqueta –. La verdad es que las muertes no son causa de ningún animal
salvaje. – comenzaron a escucharse los primeros murmullos entre los presentes
–, sino obra de los vampiros. Esas bestias han retornado a Hallshire y ahora
están entre nosotros utilizando nuestra sangre para alimentarse.

Como era de esperar, comenzaron las preguntas seguidas de unas cuantas protestas.
¿Cómo es que lo comunican hasta ahora?, ¿Qué se supone que vamos a hacer?, ¿No
los habían desterrado para siempre?, ¿Cómo podremos distinguirlos?, Estamos en
peligro, ¿Qué medidas se van a tomar al respecto?, La de vidas que se han perdido y
¿han esperado hasta hoy para decírnoslo?, La maldición ha recaído sobre Hallshire,
Dios nos libre de tal mal, …

Tom dio un paso al frente y levantó las manos para intentar apaciguar a la
muchedumbre. Bella intercambió la mirada con los había venido acompañados. Aquello
ya no era un secreto.

 Un poco de calma por favor – Gritó Tom.


 ¿Cómo puede pedir calma con lo que tenemos encima? – Protestó un hombre.
 ¿No se da cuenta de la gravedad de la situación? – Gritó otro hombre.

Y continuaron las protestas.

 Silencio, por favor. – Pidió de nuevo Tom.

204
 Tenemos… – se adelantó Hilary a decir apartando a Marcus –una solución. –Por
un instante, se hizo el silencio –. Vamos a crear una asamblea contra vampiros.
Intentaremos reunir a muchos integrantes para luchar contra esas bestias.
 ¿Y qué nos garantiza eso? –Preguntó una voz femenina desde el fondo.
 Eso nos garantiza seguridad. Tendremos la tranquilidad y la certeza de que habrá
gente luchando por proteger nuestras vidas y la de nuestras familias.

Marcus volvió a dar un paso al frente.

 Eso era todo lo que había que comunicar. Ahora regresen a sus hogares e
intenten llevar una vida normal que nosotros nos ocupamos del peligro. Gracias.

Dicho esto, se retiraron al interior del gran edificio. La gente comenzó a alejarse
hablando obviamente de la situación.

 ¿Desde cuándo sabes lo de los vampiros, Marcus? – Preguntó su esposa una vez
que estuvieron dentro.
 Me enteré desde la primera muerte.
 ¿Por qué nunca me lo comentaste? ¿Es que acaso no confías en mí?
 Precisamente para no ponerte como te estás poniendo.
 ¿Es verdad lo que acabas de decir ahí fuera? – Preguntó Tayler interrumpiendo
la conversación.
 Completamente.

Se sirvió una copa de vino y se la llevó a la boca.

 Si es verdad lo de la asamblea… quiero formar parte – Propuso Tayler.


 Tú que vas a formar parte. Eres muy jovencito para andar metiéndote en asuntos
de tan alto nivel de importancia.
 Si no me permites formar parte, espero que hagas algo que valga la pena por
primera vez en tu vida. – Tayler se alejó dejándole con la palabra en la boca.
 Es que tú nunca vas a cambiar. – Dijo Sophie alejándose ella también.
 Sophie.

Sebastian aparcó frente a la casa de Bella. Esta esperó a que Gwen y Camill se hubieran
bajado para hablar con él.

 Ya es público lo de los “vampiros”. – Comentó ella haciendo un entre comillas


entre los dedos –. Ahora habría que andar con más cuidado.
 Llevamos siglos andándonos con cuidado. No van a descubrirnos ahora. –Bella
asintió pensativa con la cabeza –. Además tú sabes que no somos los que están
ocasionando tales muertes.
 De eso estoy segura.

Le ofreció una media sonrisa.

205
 ¿Qué has decidido al final con respecto a Logan? – preguntó intentando sonar lo
menos preocupada posible.
 Andrew y yo saldremos mañana para Lakebrook.

Se produjo un breve silencio.

 Sebastian – él clavó su mirada en la de ella –… encuéntralo. – Casi suplicó.


 Lo intentaré.

 He oído por las calles que se ha hecho público la vuelta de los vampiros. –
Comentó Zac entrando al gran salón.

Melinda y Lizard levantaron la cabeza al escuchar su voz.

 Sí. –Respondió Melinda –. Y no recuerdo haberte visto en dicha convocatoria.


 Tenía cosas más importantes que hacer.
 Pues ya sabes que no debes cazar en al menos una semana para evitar la lluvia
de comentarios. –Le advirtió ella sirviendo tres copas de whisky y brindándole
una a cada uno.
 ¿Qué puedo decir? La sangre humana es irresistible.
 Pues resístete joven vampiro. Hay reserva de esa en la cocina. Y si cazas, que
sea fuera de aquí.
 Lo que tú digas.
 Lo que yo diga, no. Más te vale seguir mis reglas porque si no es así… –se puso
frente a él –…del mismo modo en el que te concedí ese don, puedo quitártelo.
Yo no soy tan compasiva como la pequeña de los Van Hood.

Depositó el vaso sobre la mesa y se alejó.

 Lo dice en serio. –Intervino Lizard por primera vez.


 ¿Alguien te ha dado vela en este entierro? –Le miró de mala manera y también
se alejó.

Morgan había dejado a Logan a varios metros de distancia y se apoyó al tronco de un


árbol para intentar descansar. Le flaqueaban las piernas. Llevaban caminando durante
dos días sin comida y sin agua. Se relamió los labios resecos con la poca saliva de la
que aún disponía. De repente, escuchó un golpe seco. Volvió la mirada hacia atrás y
descubrió a Logan tirado en medio de la carretera con la mirada clavada en el cielo.
Caminó con paso rápido hacia él y se sentó a su lado.

 ¿Qué te ocurre?
 Necesito sangre. Llevo dos días sin probar una gota.

206
 Casi olvido que eres un vampiro. –Intentaron sonreír pero solo realizaron una
mueca.

Morgan lo imitó y se tumbó a su lado clavando la mirada al cielo. Tenía mala cara por
el cansancio y por su garganta reseca que necesitaba con urgencia sentir el agua bajar
por ella.

 Logan. –Él la miró de reojo –. Antes de morirme, confiésame algo que nunca le
has contado a nadie.
 Nadie va a morirse.
 A este paso…yo creo que sí. –Le miró de reojo –. Y no me cambies el tema que
ya sé que siempre lo haces cuando evades una pregunta.
 No era una pregunta.

Morgan sonrió.

 Bien. –Dijo tras un prolongado silencio –. Pues lo haré yo primero. –Realizó una
pequeña pausa –. Cuando era pequeña, creo haberme cambiado de familia unas
tropecientas de veces. He perdido la cuenta. –Hizo una mueca –. Era una niña
muy difícil y ninguna familia aceptaba quedarse conmigo por poco más de tres
meses. –Realizó una larga pausa –. Nunca antes me había atrevido a usar mis
poderes pero tras la muerte de mis padres, se descontrolaron. Me independicé
con dieciséis y comencé a trabajar para pagarme los estudios pero nunca llegué a
terminar.
 ¿Te había dicho ya que eres una caja de sorpresas? –Preguntó finalmente tras
guardar un minuto de silencio procesando la información.
 Sí. Bueno, te toca. –Dijo volviendo la cabeza hacia él.

Logan aparató la mirada y la volvió al cielo.

 Soy un mal hermano. Un idiota y un completo estúpido.

Morgan frunció el entrecejo.

 Wow. ¿A qué viene eso?


 A que me está pasando lo que nunca pensé que volvería a pasarme.
 ¿Y puede saberse a qué te refieres?

Él guardó silencio durante un instante y finalmente clavó la mirada en la de Morgan.

 A Bella. –Dijo sintiendo como el alivio se apoderaba de todo su cuerpo.

Nunca se había atrevido a decirlo hasta el momento. Sentía una sensación tanto
agradable como desagradable cuando la tenía cerca. Agradable porque le hacía sentirse
bien y en paz cuando estaba con ella aunque se empeñaba en alejarla porque temía
hacerle daño. Y desagradable porque ella lo enfrentaba y le hacía ver sus defectos.
Defectos que odiaba pero que lo caracterizaban, y que hiciera lo que hiciese, no podía

207
cambiar. Pero la razón más poderosa de todas era que ella le recordaba a Carline. La
mujer a la que él verdaderamente había amado como nunca en su vida, y por la que
sentía que estaba traicionando el juramento que le había hecho minutos antes de morir
en sus brazos. Era cierto que había pasado muchísimo tiempo pero él nunca rompía una
promesa. Nunca.

 M siento un traidor porque está con Sebastian pero el hecho de saberlo no me


hace dejar de pensar en ella. Me late el corazón a mil por hora cuando la tengo
cerca y no sé cómo actuar. La evado y la trato mal pero no porque quiera sino
porque conozco mis límites. —Realizó una pequeña pausa—. Ella no es para mí.
 ¿Alguna vez le has preguntado lo que realmente quiere?

Él soltó un fuerte suspiro, apretó los dientes, cerró los ojos unos segundos y los volvió a
abrir.

 Yo no soy para ella. No soy para nadie.


 Logan…
 Olvídate. Se acabaron las preguntas.
 No era una pregunta.

Apartaron la mirada al mismo tiempo y la volvieron a clavar al cielo. De pronto,


Morgan se sentó y buscó sus ojos.

 Bebe de mi sangre. –Se ofreció.


 ¿De qué estás hablando? –La imitó y se sentó.
 Si queremos salir de esta, tendrás que hacerlo. Necesitas fuerzas y solo lo
consigues con la sangre.
 Tú también la necesitas para vivir.

Ella negó con la cabeza rehusando a hacerle caso.

 ¿No te das cuenta de que ambos estamos cansados? Si quieres salvarme la vida,
tendrás que beber de mi sangre.
 Morgan, no. No quiero hacerte daño. Llevo mucho tiempo sin alimentarme
directamente de las personas. Siento que no podré controlarme.

Le cogió de la mano y volvió a clavar la mirada en la suya.

 Confío en ti.
 No lo hagas cuando se trata de esto.
 Escúchame. Estoy deshidratada y siento que mis piernas ya no pueden más.
Confío en ti, Logan. Sé que pararás a tiempo. –Apartó las trenzas dejando el
cuello descubierto –. Ahora quiero que lo hagas.

Allí estaban. Podía sentir cómo latían. Aquellas palpitantes venas le estaba llamando a
su encuentro. Se puso de rodillas y llevó la mano al cuello de Morgan mientras sus
colmillos se desplegaban dispuestos a perforar la piel.

208
 Confío en ti. –Susurró una vez más.

Entonces lo sintió. Una sensación jamás sentida. Cerró fuertemente los ojos cuando
apreció cómo los colmillos perforaban la vena como cuando te sientes malito y la
enfermera tiene que ponerte el suero que te hará sentir mejor. Cuando las primeras gotas
de sangre llegaron a su lengua, Logan concibió una sensación de libertad. Volvía a
renacer. Cada vez que aquel espeso líquido bajaba por su garganta, era como una
inyección a la vida. Ya no podía parar pese a los intentos fallidos de Morgan de
apartarlo. Cuando Logan volvía a la vida, ella la perdía. Los golpes cesaron y dejó caer
las manos. De pronto, él se dio cuenta de lo que estaba pasando y se apartó, depositando
su cabeza en sus manos.

 Morgan.
 Ahora te toca a ti. –Dijo cerrando los ojos.

La cargó entre sus brazos y se levantó del suelo. Apretó los pies contra el suelo y respiró
hondo antes de salir disparado como una bala. Comenzó a dejar atrás los paisajes y los
carteles que indicaban los kilómetros que faltaban para llegar. El hecho de que Morgan
todavía respirase, aunque lo hiciera de forma irregular, le daba más fuerzas para
continuar. De repente, captó el sonido de un coche acercándose y se detuvo en seco. El
vehículo no tardó en realizar su aparición y al ver de quién se trataba, sintió tanto alivio
como jamás lo había sentido. Sebastian y Andrew se bajaron del coche y se acercaron a
él.

 ¿Qué ha pasado? –Preguntó Andrew.


 Ahora mismo no hay tiempo de explicar nada. Hay que salvarle la vida. –Dijo
dirigiendo la mirada hacia Morgan.

Sebastian la cogió entre sus brazos y se sentó con ella en el asiento trasero.

 Andrew, conduce. –Le ordenó.


 No. Prefiero hacerlo yo. –Expuso Logan sentándose en el asiento del conductor.
 Es preferible que descanses. –Le aconsejó Andrew.
 Es mi responsabilidad y no está en discusión.

Andrew se sentó a su lado. Una vez que entraron en Hallshire, se dirigieron al hospital.
Allí, Sebastian fue el primero en bajarse del coche con Morgan en brazos. Andrew se
quedó fuera por una llamada y Logan siguió a su hermano. Una vez que hubieron
entrado, varias enfermeras se acercaron a ellos, mientras otra corrió a por el médico.

 ¿Cuál es la causa? –Preguntó una de ellas mientras la ponían sobre una camilla.
 Un accidente. Ha perdido mucha sangre. –Se apresuró a decir Logan.
 Le ha mordido un vampiro. –Respondió Sebastian captando de inmediato su
atención.
 Necesita una transfusión urgente. –Dijo el médico uniéndose a ellos en el
pasillo –. Paciente grave. Preparen la sala cuatro.

209
Logan les siguió hasta la sala pero allí le cerraron la puerta en sus narices.

 Necesito entrar allí.


 Caballero, no puede estar aquí. –Expuso la enfermera que se quedó fuera.
 Es mi amiga la que está allí dentro.
 Lo sé. Pero de verdad que no puede estar aquí. Lo menos que puede hacer ahora
es rellenar el formulario de entrada. Váyase, por favor.
 Logan, vámonos. –Dijo Sebastian cogiéndole del brazo.

La enfermera le sonrió agradecida antes de entrar a la sala.

 ¿A qué ha venido lo de hace un momento? –Preguntó al recordar que Sebastian


había desvelado la verdadera causa del estado de Morgan.
 Hermano, han ocurrido muchas cosas en tu ausencia. Pero cuando todo esto se
calme, te informaré.

Logan se limitó a asentir con la cabeza. Lo único que le importaba en ese momento, era
que Morgan se mejorase. Sebastian se dirigió a la salida y él se quedó en la recepción
para rellenar el formulario de entrada. Agarró el bolígrafo que le había prestado la mujer
que lo había atendido. Sin embargo, antes de escribir nada, dirigió la mirada hacia la
puerta de entrada que se acababa de abrir. Bella, que acababa de entrar agitada, se
detuvo en seco sin poder creer lo que veían sus ojos. Logan podía escuchar su
respiración desde donde se encontraba. El aire apenas se daba paso en sus pulmones,
por lo que respiraba por la boca tratando de recuperarlo. El instante en el que sus
miradas se encontraron, ella sintió una punzada en el pecho y una corriente recorrerle
todo el cuerpo. Tenía un cúmulo de emociones que sentía que explotaría si no los
liberaba en aquel momento. Cogió carrerilla, se echó sobre su cuello, cerró los ojos y le
envolvió en un abrazo, ocultando la cara en el espacio entre el brazo y su cuello. Soltó
todo el aire que había contenido convirtiéndolo en un suspiro de alivio. Él podía sentir
como le temblaba el cuerpo de arriba abajo y sintió cierto placer al apreciar el aire
cálido cosquillearle el cuello.

 Creí que te había perdido. –Susurró ella a su oído.

Aquellas palabras sonaron como un clic en su cabeza. No habían podido ser


pronunciadas en el mejor momento. Habían sido como la llave a esa zona del cerebro
suyo que se negaba a reconocer lo que sentía. En ese momento, se había dado cuenta
que pese a todas las personas que estaban a su alrededor, ella era la única que deseaba
que realmente estuviese allí. Y por fin, el momento más esperado para Bella había
llegado. Él rodeó su pequeña cintura con sus brazos y también la envolvió en un abrazo.

 Nunca estaré lo suficientemente lejos para que me eches de menos. –Susurró de


igual forma provocando una sonrisa por parte de ella.

Levantaron la cabeza al mismo tiempo y buscaron respectivamente sus ojos. Logan le


apartó el cabello de la cara y le acarició las mejillas con la yema de los dedos,
estimulando que cerrara los ojos con su tacto, y los volviera abrir segundos después. De
210
repente, levantó la mirada y la sostuvo donde la había clavado, apartando sus manos del
rostro de Bella. Esta no comprendía su reacción, por lo que se volteó para averiguar lo
que estaba pasando. Sebastian llevaba acababa de entrar y se los había quedado
mirando. Su mirada denotaba ira, confusión, dolor…era imposible determinar lo que se
le estaba pasando por la cabeza. La entrada de Katherine y Andrew suavizó el ambiente
de tensión que se había formado. Bella pudo observar cómo Sebastian apretaba los
dientes intentando contener lo que sentía. Katherine se acercó a abrazar a Logan, que la
correspondió sin apartar un solo instante la mirada de la de su hermano. Tras una hora
aproximadamente, el médico salió a informarles que Morgan ya estaba estabilizada.

 Me quedaré con ella. –Informó Logan.


 Déjame a mí. –Dijo Katherine –. Necesitas un buen baño y descansar.
 Será lo mejor. –Intervino Bella acaparando la mirada de los dos hermanos, que
después cruzaron las suyas.

El camino de vuelta a casa resultó ser muy largo para Bella. La tensión se notaba en el
aire. Podía sentir la constante mirada de Sebastian sobre ella. Este aparcó a unos metros
de la casa y apagó el motor del coche. Bella le observó de reojo pero no dijo nada.

 ¿Vas a bajarte del coche o esperas a que alguien te abra la puerta? –Preguntó con
la mirada fija al frente.
 Sebastian…
 Bájate. –Dijo con cierta dureza en la voz.

Bella abrió la puerta del coche pero volvió la vista hacia él una vez más antes de
bajarse. Cuando se hubo alejado, él apretó los dientes y agarró con fuerza en volantes.
Tras un minuto de reflexión, encendió nuevamente el motor y condujo como loco hasta
la mansión aparcando el coche de cualquier manera. Fue saludado por la oscuridad y el
silencio una vez estuvo dentro. Se encaminó hacia el salón y descubrió la silueta de
Logan detenida en la ventana.

 ¿Disfrutas mucho conduciendo de esa manera? –Preguntó el último sin volverse


hacia él –. Tienes suerte de ser inmortal.
 Supongo que Katherine ya te habrá puesto al corriente de lo que ha pasado
durante tu ausencia. –Expuso sirviéndose una copa de whisky.
 En efecto. –Dijo dando una vuelta sobre sus pies –. Hemos dejado de ser un
secreto para Hallshire.

Sebastian le dio un trago a su copa sin apartar la mirada de él.

 ¿Qué habéis averiguado sobre Arabella?


 Llegamos demasiado tarde. Ya se había marchado.
 ¿Adónde?
 A la tumba. O eso nos hicieron creer. –Depositó el vaso vacío cubierto de sangre
sobre la mesa –. El hombre que nos atacó a mí y a Morgan, me dejó bastante

211
claro que había sido cortesía de una amiga. ¿Y quién si no querría hacernos
daño?
 Te sorprendería conocer la lista. –Le dio el último trago a su whisky, retuvo el
líquido durante unos segundos y después lo tragó –. Bien. Ahora que ya está
todo dicho y aclarado… pasemos a otro asunto.
 Tú dirás.

Sebastian depositó el vaso sobre la mesa mientras se acercaba a él.

 Claro que sí. Yo digo y tú escuchas.

Los dos puñetazos en la cara fueron tan inesperados que Logan no los vio venir.
Levantó la cabeza y se dejó ver la sangre que bajaba por su boca y por su nariz, cuyas
heridas se cicatrizaron al instante. Para sorpresa de Sebastian, Logan se echó a reír
mientras se limpiaba los restos de sangre.

 Esto no es ninguna broma. –Dijo con tono amenazante –. Aléjate de Bella.


Como vuelva a verte cerca de ella, desearás no haber regresado. –Le dio la
espalda.
 ¿Y cómo piensas impedírmelo? –Preguntó haciéndole detenerse – ¿A qué le
temes exactamente, Sebastian? Solo me estaba dando una calurosa bienvenida.
 No te lo pienso repetir. —Dijo volviéndose hacia él.

Logan avanzó unos pasos que le colocaron a su altura.

 No te preocupes, hermano. Si el sentimiento es recíproco…no tienes nada que


temer.

En esta ocasión, fue Logan quien se retiró. Sebastian apretó los puños y los dientes
tratando de controlarse pero acabó haciéndole una grieta a la pared con un puñetazo.
Observó cómo las heridas que se habían dado paso en los nudillos fueron cicatrizándose
hasta cerrarse completamente.

Capítulo 21
Habían pasado ya dos semanas desde que en Hallshire se había corrido la voz del
regreso de los vampiros a la ciudad. Todo parecía marchar perfecto hasta la mañana del

212
martes de la semana entrante. Fue sobre las siete de la mañana cuando fueron
descubiertos los más de diez cadáveres tirados en la plaza, muertos en extrañas
circunstancias. Algunos tenían los ojos abiertos fruto del terror que les había causado lo
que fuese que los había matado. Otros estaban quemados, sin ojos, sin lengua, sin
extremidades… Era una escena propia de una película de terror.

 Abran paso a la policía. –Ordenó Tom apartando a alguna de la gente que se


había amontonado para curiosear – ¡Santo Dios! –Exclamó al ver el estado de
los cadáveres – ¿Quién decís que ha encontrado los cuerpos? –Un compañero de
trabajo le señaló a la anciana a la que estaban tratando de calmar.
 Es horrible, es horrible, es horrible. –Repetía una y otra vez.
 Buenos días, señora. –Saludó Hilary.
 ¡La maldición ha recaído sobre Hallshire! –Exhaló la anciana.
 Trate de calmarse. –Dijo Hilary colocándole la mano sobre el hombro.
 Esto es obra de los vampiros. Están entre nosotros. Quieren apoderarse
nuevamente de la ciudad. ¡Estamos condenados!

Apenas le dejaba decir nada.

 Fuentes. –Este se acercó –. Lleváosla de aquí y que traten de tranquilizarla. La


escena le ha impactado demasiado.
 Como usted diga.

El policía dirigió a la anciana hacia uno de los coches y Hilary regresó junto a Tom.

 Es imposible hablar con ella en este momento. Está muy alterada.


 ¿Qué opinas de esto? –Preguntó Tom sin poder aparatar la mirada de los
cuerpos, que en ese momento se estaban colocando en bolsas de cadáveres.
 ¿Te digo la verdad? No lo sé. Pero…no han podido ser los vampiros. Esto es un
mal mayor.
 Tenemos que prepararnos para enfrentarnos a lo peor.

Hilary soltó un suspiro y se quedó mirando como trasladaban los cuerpos.

 Pongan las noticias. –Dijo Gwen entrando a la casa como una bala.
 ¿Qué es lo que pasa? –Preguntó Camill cambiando de canal.

“Noticias de primera hora –comenzó diciendo la reportera –. Esta mañana han sido
hallados alrededor de quince cadáveres muertos en extrañas circunstancias. La policía
está tan desconcertada ante la escena que no se atreven a dar un pronóstico de lo
sucedido. Este horrible acontecimiento ha dejado muy aturdido a los presentes pero
sobre todo a la anciana que los descubrió, cuyo estado mental podría decirse que en
este momento es un poco crítico. Nos hemos acercado a preguntar sobre qué opina
alguna gente de este suceso y estas han sido alguna de sus respuestas.”

213
 Yo considero que esto ha sido obra de los vampiros. Quieren vengarse por lo
que hicieron nuestros antepasados.
 Yo no creo que esto haya sido obra de los vampiros. Ellos se alimentan de la
sangre humana. No queman a las personas ni les quitan los ojos.
 La maldición ha recaído sobre Hallshire y no hay forma de acabar con ella.

“Como ustedes pueden ver, esto es lo que opinan nuestros habitantes sobre los extraños
sucesos que están aconteciendo. ¿Será verdad? ¿Será mentira? ¿La maldición habrá
recaído sobre Hallshire? ¿Por qué motivos? Aquí Allison Mack informando para la
Televisión Local.”

 ¿Y? ¿Qué opináis? –Preguntó Gwen al final del reportaje.


 Esto es increíble. –Expuso Camill –. Cuando piensas que las cosas no pueden ir
a peor, sucede esto.
 ¿Qué habrá podido pasar? –Preguntó Bella.
 ¿Es que no te enteras? Que ha sido obra de los vampiros. –Respondió Gwen.
 Eso es la opinión de algunas personas. Yo considero que el que o los que hayan
hecho esto, pretenden que toda la culpa recaiga sobre ellos.
 ¿Tú por qué los defiendes tanto? ¿Es que tal vez conoces a uno y no nos lo has
dicho?
 Deja de decir estupideces, Gwen. –Expuso Bella poniéndose a la defensiva –.
Solo estoy dando mi opinión como todo el mundo. Lo que estoy tratando de
decir es que quizás no todos los vampiros son tan malos como los pintan.
 Sí, claro. Espero que los sigas defendiendo cuando uno te clave los colmillos
sobre la yugular.
 ¡Bueno, ya basta, chicas! –Sentenció Camill tratando de poner punto final a la
discusión –. Esto es demasiado serio como para andarse con suposiciones. Y me
refiero a ti, Bella.

Gwen le brindó una sonrisa triunfal.

 Esto sí que es increíble. –Dijo ella poniéndose en pie –. Esperaba eso de la


alocada de Gwen pero no de ti, tía Camill. Estáis juzgando lo que no conocéis.
¿No eres tú la que siempre dice que no hay que ser prejuiciosos?
 Todo el mundo conoce el paso de los vampiros en Hallshire, Bella. Y no ha sido
precisamente un cuento de hadas.
 Yo me largo. –Dijo poniéndose en pie.

Alcanzó las llaves de la casa y del coche de Camill sobre la mesa y condujo hasta las
afueras.

 Esto no pinta bien. –Distinguió la voz de Katherine a medida que se acercaba a


la cocina.
 Bella. –Dijo Sebastian cuando la vio entrar, llamando la atención de Logan que
estaba de pie junto a Katherine – ¿Qué estás haciendo aquí?

214
 ¿Habéis visto las noticas? –Preguntó colocando el brazo en la espalda de
Sebastian.
 Estábamos hablando de eso. –Respondió Logan captando su atención.
 Esto aconteció una vez en 1405 y otra en 1679. –Habló una voz a sus espaldas.

Morgan acababa de realizar su aparición y portaba con ella un libro viejo de cubierta
verde.

 La epidemia de las almas errantes. –Dijo Sebastian haciendo memoria.


 Diez puntos para ti. –Dijo depositando el pesado libro sobre la mesa.
 ¿Y qué es eso? –Preguntó Bella interesada.
 Las almas errantes son entes que han sido personas inescrupulosas cuando
todavía pertenecían a este mundo y que tras morir no han podido cruzar al otro
lado por el alto número de pecados. Este tipo de muertes son propiciadas por el
alma de los brujos. –Morgan pasó alrededor de veinte hojas del libro hasta que
se detuvo en lo que estaba buscando –. El inframundo se divide en tres partes y
dos de ellos a su vez, se subdividen en dos más. Como estamos hablando del
mundo brujo, este tiene la cámara de los brujos de magia blanca, que son lo que
se han dedicado a hacer el bien y la cámara de los brujos de magia negra que ya
os imagináis lo que es. –le dio la vuelta a la página –. Esas almas errantes
pertenecientes al mundo brujo tienen entendida una tradición que lleva
cultivándose durante más de mil generaciones.
 La tradición del cuervo negro. –Dijo Logan recordando lo que eso suponía.

Morgan señaló la ilustración del cuervo, que era el emblema de una bandera. Debajo de
esa ilustración había otra donde se mostraba a gente bailando alrededor de una hoguera.

 Están haciendo un sacrificio. –Morgan prosiguió con la explicación –Estas


tienen entendido que la sangre de los inocentes que derramaron han de
compensarse con más sangre. Se piensan y como lleva diciendo la tradición, que
es así como consiguen el perdón para cruzar al otro lado.
 ¿Y es que acaso lo consiguen? –Preguntó Bella de nuevo.
 Consiguen cruzar el umbral que separa nuestros mundos pero al lugar donde van
a parar es mucho peor. Allí las torturan y los castigan de una manera que jamás
llegaríamos a imaginar para hacerles pagar por todo el daño que hicieron aquí en
la tierra.
 ¿Cuándo se lleva a cabo cada sacrificio?

 Hay una luna llena a la que los lobos no aúllan porque la tienen miedo. –
Intervino Katherine –. Se le llama la luna de plata y esta sale cada doscientos y
pico de años. Cuando eso pasa, el umbral se abre dándole paso a esas almas.
 Lo malo es que la luna se mantiene durante tres días. –Morgan tomó de nuevo la
palabra –Lo que significa que serán…
 Tres días de caza. –Finalizó Bella.

215
 ¿Qué es todo este revuelo mamá? –Preguntó Carlie entrando a la comisaría.

Los policías entraban y salían de una oficina para otra. Cinco minutos atrás, habían
tenido una reunión donde habían decidido organizar patrullas para vigilar el pueblo y
atrapar a las “cosas” que estaban acabando con la vida de los ciudadanos.

 A veces me pregunto si es que realmente vives aquí. –Respondió guardándose la


pistola.
 ¿Me he perdido algo?

Hilary salió de su oficina y comenzó a avanzar por los pasillos.

 Mientras tú estabas haciendo no sé qué, esta mañana han aparecido quince


cadáveres en la plaza, muertos en extrañas circunstancias. –Se detuvo y se
volvió hacia ella –. Si hubieras visto las noticia, se hubieses enterado. –Y
continuó caminando.
 Hubieras empezado por ahí y nos hubiéramos ahorrado el sermón.

Se detuvieron frente a la oficina de Tom.

 ¿Te parece pesada mi preocupación? ¿Cuánto tiempo llevo sin verte por casa?
 He estado ocupada con George.
 ¿Haciendo el qué?
 Esa es una pregunta que deberías conocer la respuesta. Tú dices que llevas días
sin verme por casa, perero si hablamos de las veces en las que hemos tenido que
dormir solos porque tú no estabas, te coronarían “reina de las ausencias y la falta
de atención a tus hijos”. Pueda que tengas que cumplir con tu deber pero te
recuerdo mamá que tienes unos hijos que por momentos necesitan de tu apoyo y
de tu comprensión. –Hilary levantó el dedo y abrió la boca para hablar pero
Carlie no se lo permitió –. Si hubieras estado en casa en todos los momentos en
lo que te necesitamos, te hubieras enterado de todo lo que nos está sucediendo, y
en especial a George.
 ¿Qué ocurre con George?
 ¿Cómo pretendes saberlo sin nunca estás? Es más importante para ti el puto
trabajo que tus hijos.

Hilary abrió exageradamente los ojos.

 Estás siendo muy egoísta. Estás siendo muy egoísta, Carlie. –La apuntó con el
dedo –. Con este trabajo puedo protegerte a ti, proteger a George y poner a salvo
todas las vidas de Hallshire. No tienes ningún derecho en comparar mis
obligaciones laborales con mis obligaciones como madre. Son cosas muy
dispares. Con este trabajo os mantengo, os pago los estudios, la comida, el techo
en el tú vives. ¿Cómo te atreves a decir que no me preocupo por vosotros?

216
Carlie asintió con la cabeza dejando claro que había entendido absolutamente todo lo
que había dicho.

 Sin embargo, a veces, necesito escuchar de tu boca que todo va a salir bien. –
Hilary soltó un suspiro –. Si quieres saber lo que pasa George, pregúntaselo a él.
–Le dio la espalda y se marchó.

Hilary cerró fuertemente los ojos para evitar que se le escaparan las lágrimas. La puerta
del despacho de Tom se abrió de repente y él realizó el acto de presencia.

 Lo he escuchado todo. –Dijo tras unos segundos.

Hilary se limpió los ojos y se volvió hacia él.

 Estamos listos. –Dijo evadiendo el tema.


 ¿Quieres tomarte un descanso?

Ella dudó la respuesta pero finalmente negó con la cabeza.

 ¿Estás segura?
 Necesito mantener la mente ocupada. No me mandes a descansar en este
momento.
 Si insistes.
 Insisto.
 Pues entonces, vámonos.

Tom se adelantó y ella se quedó de pie durante unos instantes hasta que él la llamó por
su nombre haciéndola volver a la realidad.

Logan se detuvo al descubrir la silueta de Bella apoyada contra la barandilla de la


terraza. Se acercó sigilosamente y se detuvo en la puerta durante un rato a observarla.
Parecía pensativa y con la mirada perdida.

 ¿Por qué no estás con los demás? –Preguntó haciéndola volverse hacia él.
 Yo podría preguntarte lo mismo.

Caminó hacia ella y le ofreció uno de los dos vasos que portaba.

 Ron o Bourbon.

Ella se decantó por el Bourbon y le sonrió a modo de agradecimiento.

 Pensé que no estarías sola en toda la tarde.


 ¿Y por qué?
 Porque parecía que Sebastian no pensaba dejar escapar a su presa para evitar que
fuese atrapada por otro gato.
 ¿Se supone que tú eres el gato?

217
En lugar de responder, apartó la mirada de sus ojos y bebió un trago de su vaso.

 ¿En qué estabas pensando? –Bella frunció el ceño sin entender a qué se refería –.
Tenías la mirada perdida cuando llegué. ¿En qué tanto pensabas?
 En todo. –Clavó la mirada al frente –. En cómo han cambiado las cosas. Vuestra
aparición en mi vida, descubrir que sois vampiros, la conversión de George, las
muertes…podría seguir así hasta mañana. –Realizó una pequeña pausa en la que
bebió de su vaso –. Yo nunca creí en esas cosas, ¿sabes? –Buscó sus ojos –.
Siempre lo consideré como supersticiones. Cuentos para no dormir. –Sonrió –.
Y no sabía lo que me deparaba el futuro. ¿Debería considerarlo como algo cruel?
–Preguntó más para sí que para él.
 ¿Crees que es cruel para ti?
 Demasiada información que asimilar.

Ambos guardaron silencio durante un buen rato hasta que Bella decidió romperlo.

 Tengo una pregunta. –Logan clavó la mirada en la de ella – ¿Has sido siempre
así?
 No te entiendo.
 Tan encerrado en ti mismo. No sé. Tengo la sensación de que te hicieron
demasiado daño.
 No lo sé. –Respondió evitando su mirada.

Bella negó con la cabeza.

 Eso no es una respuesta.


 ¿Cambiamos de tema? –Expuso intentando poner fin a aquella embarazosa
conversación.
 ¿Por qué coño siempre haces eso? Intentas evadir la conversación cuando se
trata de ti.

Logan arrugó la frente.

 No sabes de lo que hablas. –Se puso tenso y bebió lo que quedaba del vaso.
 ¿Sabes lo que pienso?
 No me interesa saberlo. Guárdate las opiniones para luego.
 Pienso que sucedió algo que te marcó para siempre, y que por eso no permites
que nadie se te acerque. No confías en nadie. Ni siquiera en ti mismo.
 Te repito que no sabes de lo que hablas. –Dijo dándole la espalda y dirigiéndose
a la salida.

Bella puso los ojos en blanco y se volvió hacia él.

 Adelante, vete. –él se detuvo –. Esta vez no pienso detenerte como siempre. Pero
creo que he descubierto lo que pasa contigo.

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De repente, se giró sobre sus pies y caminó con paso rápido y decidido posicionándose
frente a ella.

 Crees saberlo todo pero no sabes nada. –Habló apretando los dientes, con el
ceño fruncido y denotando enfado – ¿Quién te crees que eres, eh? No puedes
venir aquí y poner mi mundo del revés. No te lo voy a permitir. –Avanzó unos
pasos haciéndola retroceder –. Deja de intentar cambiarme, Bella porque no lo
vas a conseguir. Yo soy y siempre he sido así. Y si no te gusta, ya puedes
ponerte a la cola porque no eres ni serás la primera ni la última persona que ha
intentado cambiarme. Basta ya, Bella. ¡Basta! No quiero tener que volver a
repetírtelo. –Dijo con tono amenazante.

Sus ojos grises se tornaron oscuros, y pese a que intentaba ocultarlo bajo esa coraza de
tipo duro, ella pudo notar que había removido algo en él. Viejos sentimientos, tal vez.
Antiguos recuerdos que había decidido enterrar en el pasado y que ahora habían
conseguido escapar de aquel baúl, apoderándose nuevamente de su mente.

 No necesito de tu ayuda. No necesito de nadie. –Dijo clavando con dureza la


mirada en sus ojos.

Por vez primera, sintió un nudo en la garganta. Un nudo entremezclado entre el dolor y
el picor. Un nudo que solo se forma cuando tienes concentrado en ti la rabia y sientes la
impotencia de defenderte ante algo de lo que se te acusa. Nunca unas palabras la habían
afectado tanto. Se le habían clavado como agujas en la piel y sentía fuertes punzadas en
el pecho. La primera lágrima se deslizó por su mejilla dejando ver su debilidad. La
debilidad que sentía cuando estaba frente a él.

Logan se apartó y se dispuso a marcharse cuando apareció Katherine.

 Estáis aquí. –Dijo deteniéndose en la puerta –. Tenéis que entrar. Faltan diez
minutos para que salga la luna.

Logan no esperó a que se lo repitiera dos veces y se adentró en la casa. Katherine


avanzó tres pasos pero al notar que Bella no iba tras ella, se volvió hacia ella.

 ¿Vas a entrar o piensas quedarte ahí como una estatua?


 Voy enseguida.

Katherine asintió con la cabeza y siguió con su camino.

Bella echó la cabeza para atrás permitiendo el contacto directo del viento. Las palabras
de Logan no paraban de repetirse en su cabeza una y otra vez. Habían sido duras como
tajantes. Estaba claro que había entrado en terreno prohibido pero por más que lo
intentaba no podía salir de él. Necesitaba explorarlo. Cada palmo de tierra, cada planta,
cada pozo… Era semejante a la adicción de drogas, que sabes que es algo malo pero
sientes que no puedes parar. Tienes ganas de descubrir algo nuevo con cada sustancia,
hasta que acabas cayendo en un pozo sin fondo y sin salida. Se llevó las manos a la cara,

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se limpió las lágrimas, se revolvió el cabello y entró a la casa, cerrando la puerta que
permitía el acceso a la terraza.

 ¿Dónde estabas? –Preguntó Sebastian cuando la vio aparecer.

Escuchaba su voz como un susurro.

 Necesitaba tomar el aire. –Respondió clavando la mirada en Logan, pero este


apartó la suya.
 Ya es hora. –Anunció Morgan apartando la mirada del reloj.

Katherine corrió las cortinas del salón y todos pudieron observar la salida de la luna de
plata.

 Es hermosa. –Comentó Bella.


 Sí. –Apuntó Morgan –. Pero así de hermosa, trae consigo muchas desgracias.

El móvil de Bella sonó y se retiró a contestar la llamada,

 Camill. –Dijo tras volver –. Tengo que irme.


 Eso no va a ser posible. –Expresó Logan atrayendo su atención.
 ¿Y quién me lo va a impedir? ¿Tú?
 No. –Respondió indiferente –. Lo hará la luna. Si no quieres morir esta noche,
ya puedes quedarte donde estás.
 Tiene razón. –Corroboró Katherine –. Esas almas están de caza.

Bella suspiró resignada.

Carlie se había retirado al club nocturno de Andrew tras la discusión con Hilary. Se
había puesto borracha tras varios tragos. Lo único que le apetecía era olvidarse de todo
lo que sucedía. Ella se consideraba una chica fuerte capaz de enfrentarse a cualquier
cosa, pero todo lo que pasaba a su alrededor era demasiado para ella. Hacía tan solo
unos meses, ignoraba la existencia de cualquier ser mítico pero acabó descubriendo que
existían y que para colmo convivían con ellos.

 Llevo observándote toda la noche y creo que deberías parar ya con los tragos. –
Le aconsejó Andrew sentándose a su lado.
 ¿Y quién lo dice? ¿Drácula? –Comentó llevándose otro trago a la boca.
 Muy graciosa. –Andrew le retiró el vaso de las manos –. Lo digo muy en serio.

Carlie posó su mirada en la de él pero la retiró tras unos segundos.

 En lugar de reprocharme, podrías hacerme compañía. Lo pasaríamos muy bien.

Andrew suspiró quitándole la botella de las manos.

 ¿Alguna razón en especial para querer perder el conocimiento?

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 Mi vida. Estoy viviendo un completo asco. ¿Qué razón más poderosa que esa?

Extendió la mano y realizó el intento de alcanzar la botella que Andrew le había


quitado.

 No, es no.
 Venga, Andrew. Necesito un último trago para olvidarme de las ganas de querer
suicidarme.
 Y así dirás una tras otra copa hasta que ya no te reconozcas.
 Esa es la idea.

Andrew levantó la mano y uno de los tres bármanes se acercó. Le devolvió la botella de
whisky y le ordenó que no le diera ninguna otra copa a Carlie.

 Me estás arruinando la fiesta.


 Es tarde y deberías irte a casa. Pero creo que voy a llevarte yo. No puedes
conducir en ese estado.

Carlie puso los ojos en blanco y se levantó del taburete. Se tambaleó a causa de los
tragos y Andrew tuvo que sostenerla para que no se cayese.

 ¡Andrew! –Llamó un chico de cabello enmarañado y verde. Todo su atuendo era


negro y su cuerpo estaba forrado de tatuajes –. Tenemos un problemas. Deberías
venir.
 Espera aquí un momento. –Dijo dirigiéndose a Carlie.
 Tranquilo. No me moveré de aquí.

La colocó nuevamente sobre el taburete y se perdió entre la gente.

Los minutos pasaban y Andrew no regresaba. Carlie recorrió la estancia con la mirada y
no lo vio por ninguna parte. Sacó el móvil y consultó la hora. Marcaba las doce y
cuarto. Soltó un resoplido. Recorrió una vez más la sala con la mirada y al no
distinguirlo entre la gente, decidió no esperarlo ni un minuto más. Salió el exterior y se
metió en su coche. Cinco minutos después de que Carlie se hubiese marchado, Andrew
regresó al lugar donde la había dejado. Miró por todas partes pero no la vio por ninguna.

 Jamie. –Llamó al barman – ¿Has visto por casualidad a la chica que estaba aquí
sentada?
 Sí, pero hace cinco minutos que se fue. Al parecer se cansó de esperarlo y
decidió largarse por su cuenta.
 Mierda. –Profirió alejándose.

Carlie conducía a ochenta por hora e iba escuchando la radio aunque su mente estaba a
kilómetros de lo que se decía por ella. De pronto, le entró una llamada y observó de
reojo la pantalla del móvil donde resaltaba el nombre de mamá. Puso los ojos en blanco
hizo caso omiso a la llamada. De un momento a otro, el teléfono dejó de sonar pero
segundos después volvió a darse paso la habitual melodía del iPhone. Alcanzó el móvil

221
sobre el asiento del copiloto y lo apagó guardándolo después en la guantera. Tras varios
minutos conduciendo, algo se le apreció delante tan de repente, no dándole tiempo a
frenar. Abrió exageradamente los ojos en el momento en el colisionó contra esa cosa
pero para su sorpresa, lo atravesó y se suspendió en el aire como el humo. Carlie volvió
la vista atrás tras aquel acontecimiento y cuando la volvió al frente, descubrió a otra
silueta más. Esta se le metió en el motor del coche haciendo que este dejase de
funcionar al instante. Ella se agarró con fuerza al volante esperando a ver qué sucedía.
Podía escuchar su respiración y el latir desenfrenado de su corazón. Aquella silueta
realizó nuevamente su aparición y dejó ver su rostro estampándolo contra el parabrisas
del coche, y haciéndole pegar un grito de terror. Era un auténtico horror. Oscuro como
la noche y digno de formar parte de una pesadilla. Comenzó a incrustar la mano por la
ventanilla intentando alcanzarla. Carlie agachó la cabeza sin parar de gritar un solo
instante, y acto seguido, se desplazó a la silla del copiloto logrando abrir la puerta. Se
arrastró al exterior pero antes de conseguir sacar el cuerpo entero, sintió como aquella
sombra tiraba de su pierna derecha arrastrándola nuevamente al interior del vehículo.

 ¡Suéltame! –Gritó sacudiéndose lo máximo que podía.

La criatura le arañó la cara dejando las marcas de uñas en su rostro. La cogió por el
cuello y la lanzó volando por la puerta por la que había intentado escapar. Carlie
profirió un grito de dolor cuando su cuerpo entero fue a impactar contra la carretera,
abriéndole varias heridas en la piel. Levantó la cabeza con cierta dificultad y dirigió la
mirada hacia el coche. Al principio, no vio nada pero de pronto, la criatura se abalanzó
sobre ella, incitando su reacción. Carlie rodó sobre la carretera saliendo de su alcance y
pese al dolor que sentía, se puso en pie y echó a correr como si existiese otra cosa en el
mundo.

 Puedes correr pero no conseguirás escapar. –Repetía una y otra vez.

Su voz era como un susurro y cada palabra era arrastrada por el viento haciendo que se
prolongase más. Carlie siguió corriendo, haciendo caso omiso al punzante dolor que
sentía en el costado. De repente, la aparición de varias siluetas más, la hicieron
detenerse en seco. Se volvió sobre sus pies para cambiar de dirección pero descubrió
otras más al otro lado. Miró primero a un lado y luego al otro. Estaba rodeada. No había
escapatoria.

 No me hagan daño, por favor. –Suplicó agarrándose el costado –. No me hagan


daño. –Las primeras lágrimas se deslizó sobre sus mejillas.

A estas les valían sus súplicas. Tenían un único objetivo. Matar. Matar para cruzar al
otro lado y dejar de ser un alma errante. En cuestión de segundos, se abalanzaron todas
sobre ella haciéndola proferir auténticos gritos de terror. Unos la arañaban. Otros le
metían las manos por los oídos, la boca, la nariz…

El coche de Andrew se detuvo tan pronto como visualizó el de Carlie. Se bajó y lo


revisó. De pronto, escuchó los desesperados gritos de esta a unos cuantos metros. Se
dirigió hacia allí en menos de un segundo y descubrió la escena.
222
 ¡Hey! –Todas volvieron la cabeza hacia él olvidándose por completo de Carlie –
¿Por qué no os metéis con alguien de vuestro tamaño?

Aquella pregunta fue como una llamada para ellas. Se proyectaron hacia él como lanzas
directas a la diana. Andrew empleó su velocidad para alejarlas de allí pero algunas le
cortaron el paso. Se detuvo y hubo un intercambio de miradas durante un instante antes
de que estas se dispersaran contra él. Le arañaron en numerosas ocasiones pero esas
heridas no eran como cualquiera. Tardaban en cicatrizarse porque se producían como
heridas provocadas como el fuego. En el momento menos esperado, un coche aparcó a
cierta distancia de donde se encontraban y de él bajó una chica morena, que se
posicionó en medio de la carretera, sacó un silbato, se lo llevó a los labios y pitó. El
silbido de aquel silbato era insoportable para cualquier persona que se encontrase a su
alcance. Andrew se tapó los oídos y se arrodilló sobre la carretera. Aquellas criaturas
comenzaron a soltar gritos ahogados y a desaparecer. Cuando la última se esfumó, la
joven dejó de pitar. Andrew apartó las manos de los oídos, se levantó y caminó hasta
ella.

 No sé quién eres pero te lo agradezco.

Esta se limitó a sonreír.

 No me gusta deberle favores a nadie. Prometo que encontraré la forma de


recompensarte.
 No es momento de hablar de recompensas. Hay alguien que necesita ayuda.

Él dirigió la mirada hacia Carlie. Caminó hacia ella y la cargó entre sus brazos.

 Prometo que te recompensaré.

Y sin más, le dio la espalda y se alejó como una ráfaga de viento hacia Hallshire.

 Claro que lo harás, Andrew. Y será más pronto que tarde. –Expuso Melinda sin
poder contener la sonrisa.

223
Capítulo 22
 Ha llegado el gran momento. –Dijo Morgan abriendo la envoltura de piel y
dejando al descubierto la esfera solar.

Era un objeto de bronce, grueso y redondo. Tenía en medio la forma del sol con rayos
serpenteantes.

 Cabeza, tronco o extremidades. – Se dirigió a George sosteniendo el objeto en


las manos.
 ¿Te perece bien el brazo derecho?
 Ya estás tardando en acercarte.

George se acercó y se dejó caer sobre un taburete. Morgan arrimó otro para ponerse
junto a él. Este tendió la mano derecha y dejó que ella hiciese lo que sabía hacer.

 Esto va a escocerte un poco.

Le colocó el objeto sobre el brazo y comenzó a susurrar el conjuro para plasmar el


tatuaje del sol sobre su piel. A medida que pronunciaba las palabras, la esfera iba

224
volviéndose cada vez más plan hasta que llegado a cierto punto, Morgan soltó el objeto.
Este encerró el brazo de George como cuando se cierra un reloj de mano y se activó,
provocando que soltara un grito ahogado. Le estaba escociendo el brazo y un minuto
después, desprendió una centellante luz, y acto seguido, se escuchó un clic de su
liberación. Morgan lo recogió del suelo con un trapo y lo dejó caer en un recipiente, que
posteriormente había llenado de agua. Dentro, recuperó su forma inicial.

 Ya está. Ahora solo queda comprobar si funciona.

George dirigió la mirada hacia la puerta donde se encontraban Melanie. Morgan se


acercó a las ventanas y corrió las cortinas. Él se levantó y se acercó con mucho
nerviosismo hacia donde proyectaban los rayos del sol. Levantó la mano y comenzó a
acercarla lentamente hacia la luz. Cuando esta alcanzó el resplandor pudo comprobar
para su felicidad que salir a la luz del día, ya no supondría un impedimento para él.

Melanie recibió una llamada de Bella y tras un instante hablando, colgó el móvil y se
dirigió a los presentes.

 ¡Carlie está en el hospital!


 ¿Qué ha pasado? –Preguntó George.
 Le ha atacado un alma errante. –Respondió Morgan, que acababa de recibir un
mensaje de Andrew.

 ¡¿Dónde está mi hija?! ¿Dónde está Carlie? –Preguntó Hilary una vez haber
cruzado la puerta de hospital como alma que lleva el diablo.

 Mamá, tranquila. –Dijo George acerándose a ella –. Ella está bien.


Afortunadamente no ha sido tan grave como pensábamos.
 ¿Por qué me has avisado hasta esta mañana?
 Porque nos hemos enterado esta mañana. –Respondió Melanie.
 Quiero verla. Llévame hasta donde está.

George condujo a Hilary a lo largo del pasillo hasta la habitación en la que se


encontraba Carlie, que en ese momento estaba conversando con Bella.

 Carlie. –Pronunció entrando a la habitación y acercándose a la cama donde le


dio un abrazo.
 Mamá. –Dijo correspondiendo el abrazo.
 ¿Estás bien? ¿Seguro que estás bien?
 Sí. Un poco adolorida pero me repondré.

Hilary suspiró aliviada.

 Siento mucho lo que pasó. –Comenzó a decir –. Es culpa mía lo que ha


sucedido.

225
 No digas eso. –Expuso cogiéndola de la mano –. No digas eso. Ha sido culpa de
mi imprudencia y de mi terquedad.
 Sí. Pero tenía que haber insistido más con las llamadas y tal vez así...
 Lo pasado, pasado está. Lo importante es que estoy bien.

Ambas sonrieron dulcemente.

 Bueno, ¿y qué pasó? –Preguntó tras un minuto de silencio.

Carlie buscó un instante la mirada de Bella y esta alzó las cejas como aprobación a que
se lo contase. Tras ese momento, ella le detalló cada uno de los acontecimientos
sucedidos sin omitir detalle.

 ¿Crees que estoy loca? –Preguntó tras haber finalizado la historia.


 Con todo lo que está pasando, ya no me creo que nadie esté loco. Vampiros,
brujos, almas que se alimentan de otras para cruzar al otro lado…ya no me
sorprende prácticamente nada. –Dijo peinándose el cabello con los dedos – ¿Y…
dónde está ese tal Andrew? Me gustaría agradecerle lo que hizo por ti.
 ¿He oído mi nombre en alguna parte? –Preguntó Andrew entrando por la puerta.
 Mamá, él es Andrew.

Hilary se acercó a él y le tendió la mano.

 Muchísimas gracias por todo. De no ser por usted, creo ahora mismo estaría
enterrando a mi hija.
 No fue nada. Aunque si me hubiera hecho caso, ahora mismo no estaría
postrada en esa cama.
 Muchas gracias, Andrew. –Expuso Carlie con tono irónico.
 Sé que vienes de fuera, ¿pero te importaría acompañarme por un café? –Propuso
Hilary –. Me gustaría hablar contigo de algunas cosas.
 Claro que no. –Abrió nuevamente la puerta –. Usted primero.
 Vuelvo enseguida, cariño. –Dijo volviendo la vista hacia Carlie antes de salir
por la puerta.

Esta levantó la mano a modo de despedida.

 Tienes una pinta horrible. –Dijo Bella cuando se hubieron marchado –.


Necesitas un poco de maquillaje.
 Menos mal que te tengo a ti para recordármelo.
 Siempre.

Se echaron a reír.

 Bella.

Esta cerró los ojos un instante y los volvió a abrir. Ya sabía lo que venía.

226
 Adelante, Carlie. Pídeme lo que quieras.
 ¿Me traes un descafeinado? Porfiii. —Comenzó a hacer pucheros.
 Te voy a consentir solo porque estás postrada en una cama y no puedes valerte
por ti misma.
 Uh, qué golpe tan bajo. Te recuerdo que es solo por un par de días.
 Pues espero que pasen volando porque si no dejaré de venir de visita.
 Las dos sabemos que eso no es verdad.

Bella sonrió mientras se dirigía a la puerta pero esta se abrió antes de que ella la
alcanzara. Su sonrisa se desvaneció al descubrir la figura de Logan frente a ella.

 ¿Vengo en un mal momento? –Preguntó clavando primero la mirada en Bella y


luego en Carlie.
 No. –Se apresuró a responder esta última –. Vienes en el mejor de los
momentos.

Bella se hizo a un lado para dejarle pasar.

 Voy a por el descafeinado. –Informó saliendo de la habitación y dejando la


puerta entreabierta.
 Vaya, vaya y vaya. Tengo que exponerme todos los días a las almas errantes
para verte a menudo. –Bromeó.
 Espero que no tenga que ser así. –Dijo acercando la silla y sentándose a su lado.

Ella sonrió.

 ¿Te confieso algo? –Logan enarcó las cejas –. Eras el último al que esperaba ver
por aquí.
 ¿Y por qué?
 No sabría explicarte. Pero estoy muy contenta de estés aquí.
 Me enteré de que fue Andrew quien te salvó.
 Sí. Es una gran persona. Le debo la vida.
 ¿Y te sientes mejor?
 Es extraño porque me sentía un poco adolorida pero ahora me siento bien.
 ¿No seré yo la causa de esa mejora tan repentina?

Ella arrugó la nariz.

 No seas tan presuntuoso, Logan.

Él se rio con ganas.

 Me encanta ser yo la que causante de esa risa. –Dijo de repente haciéndole


convertir la risa en sonrisa.

Carlie se lo quedó mirando durante un instante sin pronunciar palabra.

227
 ¿Te había dicho ya de que me alegra que estés aquí?
 Sí. Y me alegra ver que estás bien.
 Será que tu presencia me hace sentir bien. –Colocó la mano sobre la de él y se
acercó un poco más – ¿Crees que conectamos desde el primer momento que nos
encontramos en esa tienda? –Preguntó dividiendo la mirada entre sus ojos y sus
labios.
 Nos divertimos mucho cuando estamos juntos.
 ¿Verdad que sí? Y como parte de la diversión, no pienso quedarme corta ante la
idea que se me está pasando por la cabeza.

Acercó los labios a los de Logan y ambos se dejaron llevar por el momento.

Bella, que venía caminando con el descafeinado en la mano, se detuvo en la puerta al


descubrir la escena del interior de la habitación. Fue como si un jarro de agua fría le
cayese sobre la cabeza tirando todo su mundo abajo. Sintió una punzada de dolor en el
pecho y una inyección de lágrimas en los ojos. El hombre por el que sentía una fuerte e
inexplicable conexión se estaba besando en ese momento con su mejor amiga. Se dio la
vuelta y caminó directamente hacia la salida, tirando el descafeinado a la basura. Sentía
que se ahogaba y necesitaba salir lo más pronto posible de allí. Estando fuera, alzó la
cabeza hacia arriba y se revolvió el cabello. Se apoyó contra la pared y se cubrió la cara
con las manos, aparatándolas nuevamente tras haberse limpiado las lágrimas. No sabía
por qué lloraba exactamente. Si por el beso que se había dado con Carlie o porque sabía
que algo así nunca iba a suceder entre ambos.

 ¿Ya te vas? –Escuchó la voz de Melanie tras ella.

Se limpió lo que quedaba de las lágrimas antes de volverse hacia esta y George.

 Sí. Acabo de recibir una llamada de Camill.


 ¿Todo bien?
 Sí. –Le tembló la voz pero carraspeó para intentar ocultar lo triste que estaba –.
No he podido contestar la llamada pero supongo que será algo importante.

George arrugó la frente al notarla un poco nerviosa.

 ¿Estás tú bien? –Preguntó.

Ella sintió como se le humedecían nuevamente los ojos.

 Sí. Creo que voy a coger un constipado y no puedo evitar las lágrimas. –Expuso
mientras se las limpiaba –. Mel, no he tenido tiempo de despedirme de Carlie.
¿Puedes hacerlo tú por mí?
 Claro.

Ella asintió con la cabeza antes de darles la espalda.

 Ah, sí. Quería un descafeinado.

228
 Ahora mismo se lo llevamos.
 Gracias. Sois los mejores.

Les dio la espalda y se marchó.

La puerta del Descanso se abrió y Andrew caminó entre la gente hasta ocupar una mesa.
Tina se fijó en él nada más entrar y se acercó a atenderlo.

 ¿Qué se le ofrece, caballero? –Preguntó con una amable sonrisa.


 El licor más fuerte que tengan.
 En seguida.

No tardó en regresar con el vaso de… y lo depositó sobre la mesa.

 ¿Usted es nuevo por aquí, verdad? No lo había visto antes.


 Digamos que vivo en Greenforest pero me encanta pasearme por Hallshire.

Tina le brindó una sonrisa.

 No entiendo como un hombre tan elegante como usted, haya acabado metido en
este infierno.
 Todos en esta vida vivimos un infierno. De una manera o de otra.
 En eso tienes razón.

Andrew realizó una reverencia con la cabeza a modo de agradecimiento.

Tras varios minutos sentado, observó cabizbajo cómo alguien se detenía frente a él.
Alzó lentamente la vista distinguiendo primero unos pantalones tobilleros ajustados,
seguido de una camisa de seda blanca y finalmente unos ojos verdes resaltado por su
cabello castaño.

 ¿Me invitas a una copa? –Preguntó ofreciéndole la mejor de sus sonrisas.

Andrew la reconoció de inmediato. Se trataba de la joven que los había ayudado a él y a


Carlie a deshacerse de las almas. En lugar de responder con palabras, levantó la mano
indicando que se sentara en la silla de enfrente.

 No sabía si volvería a verte.


 Yo soy la que acostumbra a encontrar a la gente. –Dijo quitándole el vaso de las
manos y dándole un trago.

Andrew siguió la trayectoria del vaso hasta sus labios y observó cómo bebía del líquido.

 No es de mi agrado tratar con gente de la que desconozco el nombre, y mucho


menos invitarles a una copa.

La joven sonrío.

229
 Me llaman por muchos nombres pero según mis documentos figuro como
Melinda Rodríguez. –Dijo tendiéndole la mano.
 Andrew. Simplemente Andrew. –Expuso devolviéndole el saludo.

Ella levantó la mano y cuando se acercó una de las camareras, le pidió un vaso de
Bourbon.

 Andrew. Andrew. –Pronunció mientras se llevaba el trago a la boca – ¿Por qué


tanto interés en encontrarme?
 Porque no me gusta deberle nada a nadie y estoy deseoso de saldar mi deuda de
una vez por todas.
 Soo. No corras tanto. –Realizó una pequeña pausa –. Primero, te ayudé porque
estabas en apuros y segundo… ¿por qué no nos conocemos un poquito más antes
de hablar de negocios?

Andrew sonrió a medias.

 Me parece que te estás yendo por las ramas. Lo siento. Eres demasiado joven y
no creo que aguantarías ni el primer asalto.

Ella se rio con ganas.

 Que quede claro que no me refería a conocernos en ese sentido, sino de una
forma más cordial. –Se colocó el cabello tras la oreja –. Presiento que pretendes
devolverme el favor y largarte. Yo te propongo conocernos un poco más y
quizás al final del día, no quieras alejarte de mí.

Andrew se revolvió en la silla y apretó los dientes comenzando a encontrar rara aquella
situación.

 ¿Por qué tanto interés en conocerme?


 Para serte sincera, ahora mismo no hay nada que puedas hacer por mí. Siento
informarte que seguirás encontrándote conmigo hasta que realmente te necesite.
–Comenzó a seguir con el dedo el círculo que formaba la boca del vaso –. Así
que no te queda de otra que aceptar.

Él guardó silencio durante aproximadamente un minuto hasta que decidió romperlo.

 Suena muy tentadora la propuesta. –Le sostuvo detenidamente la mirada –.


Acepto.
 Tenía la sensación de que iba a ser así. –Le brindó una sonrisa de oreja a oreja.
 Siento dejarte aquí, pero tengo que irme.
 Quedas disculpado, amigo.
 Todavía falta mucho para que puedas emplear ese calificativo. –Dijo poniéndose
en pie tras haber pagado las dos bebidas.
 Soy una persona muy paciente.

230
Le sostuvo la mirada durante un instante y se dirigió a la salida.

 ¡Eh, Andrew! –Volvió la cabeza hacia ella –. Dejarte claro que yo aguanto todos
los asaltos que se me vengan encima.

Este hizo una reverencia con la cabeza, abrió la puerta y se marchó.

Había caído la noche. Soplaba una suave brisa que era del agrado de cualquier persona
que estuviese a esas horas por la calle. Logan se detuvo a varios metros cuando la
descubrió sentada de espaldas en uno de los bancos que rodeaban el parque. Tenía la
mirada perdida y parecía sumida en sus pensamientos. No sabía si era buena idea
acercarse. Sin embargo, cuando descubrió que se llevaba una botella de cerveza a la
boca, supo que algo no marchaba bien y decidió aproximarse. Bella volvió la mirada
atrás cuando escuchó los pasos tras ella y puso los ojos en blanco, tornando la mirada al
frente al descubrir de quien se trataba.

 ¿A qué has venido? ¿A perturbarme? –Preguntó mirándole a los ojos.


 Me parece que te vales sola para eso. –Dijo dirigiendo la mirada al montón de
botellas vacías que había en el suelo – ¿A qué viene esto?
 Eso a ti, no te importa. –Dijo tambaleándose al ponerse en pie.
 Yo creo que sí. Mírate, no puedes ni sostenerte en pie.
 Eso es asunto mío y si me permites tengo que marcharme a seguir con la fiesta.
–Dio un paso hacia delante y casi se cae si él no llega a amortiguar la caída.

Se quedó mirándolo durante unos segundos antes de apartarse.

 Suéltame. –Dijo zafándose de su agarre –. No estoy borracha. Por desgracia, soy


perfectamente consciente de mis actos. Además, si lo estuviese, sería culpa tuya.
Tú me haces estar así. –Se puso a unos centímetros de su cara y lo observó
detenidamente. Levantó la mano y le acarició la mejilla provocando que él
apretase los dientes y cerrase los ojos durante unos instantes–. Eres
increíblemente sexy. Misterioso pero sexy. –Le miró a los ojos antes de acercar
su boca a la suya.
 Bella… –Pronunció apartándole la mano de la mejilla –. Será mejor que te lleve
a casa.

Esta volvió a soltarse de mala manera.

 No quiero ir a casa. Quiero perder completamente el norte y olvidarme incluso


de mi nombre para ver si así me olvido de una vez por todas de ti. –Le apuntó
con el dedo – ¿Qué le has hecho a mi vida, Logan? ¿Por qué no puedo dejar de
pensar en ti? ¿Por qué me haces sufrir? ¿Por qué te fijas en otras menos en mí?
¿Te parezco horrible?
 Sabes que eres preciosa.

231
Se acercó nuevamente a él y le colocó las manos a ambos lados del cuello.

 ¿Y qué es lo que coño te frena? ¿Por qué no te atreves a decirme lo que sientes?
–Se mordió el labio inferior mientras se perdía en sus ojos –Bésame, Logan.
Bésame. –Dijo casi en un susurro.

Él sabía que no estaba en sí en ese momento. Sabía que no se acordaría de nada de esa
noche cuando el sol asomase nuevamente el cielo. Claro que sí se moría de ganas de
besarla. Pero no así. No en ese estado.

 No es conveniente. Lo mejor en este momento es que te lleve a casa.

La expresión de esta cambió de repente. Apartó las manos de su cuello y se alejó.

 No quiero tu ayuda. Lo único que necesito por si no te ha quedado claro, son tus
besos. Márchate y déjame con el frío de la noche y el alcohol como consuelo. –
Dijo apoyando las manos en el banco donde había estado sentada –. Además,
ahora mismo me siento mejor que nunca –Se subió al banco y se puso de
espaldas –. Mira como floto. –Se dejó caer pero él evitó el impacto contra el
suelo cogiéndola entre sus brazos –. Wow. Me has cogido. Sabía que lo harías.
¿Significa eso que te importo?
 Me importas, Bella.
 ¿Mucho? –Logan respondió afirmativamente a la pregunta – ¿Más que Carlie? –
Su mirada reflejaba preocupación. Temía preguntar, pero más temía la respuesta.

Logan soltó un suspiro. Por fin había comprendido el motivo de su borrachera.

 Voy a llevarte a casa.

Esta asintió con la cabeza y la hundió en su cuello inhalando el olor de su perfume. Fue
como cerrar los ojos durante unos segundos y en menos de nada ya estaban frente a su
casa. Logan la depositó nuevamente en el suelo para abrir la puerta puesto que en su
situación no podía ver el agujero de la cerradura. Bella no podía apartar la mirada de él.
Observaba con detenimiento todos sus movimientos. Una vez que la puerta estuvo
abierta, él le colocó la mano en la cintura y la ayudó a entrar cerrando la puerta tras
ellos.

 ¡Camill, Gwen! –Gritó el nombre de ambas una vez que estuvo en el interior de
la casa.
 Baja la voz. Deben estar dormidas.
 ¿Por qué me mandas callar? –Lo miró a los ojos– ¿Es que acaso vas a violarme?
 No digas tonterías. –Dijo conduciéndola al salón.

Ella se detuvo en la puerta y se volvió hacia él.

 Porque no me importaría, ¿sabes?


 Bella, por favor. No eres consciente de las cosas que dices.

232
Ella puso los ojos en blanco.

 Sí que soy consciente de todo lo que estoy diciendo. Lo estoy.


 Lo dudo mucho.
 ¿Quieres dejar ya de ser tan perfecto por una vez en tu jodida vida? –Colocó la
mano sobre su mejilla y pegó la frente con la suya cerrando los ojos –. Déjate
llevar por lo que sientes porque aunque intentes negarlo, sé que sientes lo mismo
que yo. –Clavó fijamente su mirada en la de él intentando encontrar la paz
interna que buscaba –. Utilizas a Sebastian como excusa para evitar lo que
provoco en ti. ¿Crees que no me doy cuenta? Intentas apartarme de tu lado pero
lo único que consigues con eso, es atraerme más hacia ti. Eres como una droga a
la que me he vuelto adicta y por más que lo intento ya no sé cómo
desengancharme.

Logan apretó los dientes. Estaba tenso pero al mismo tiempo le latía el corazón a mil
por hora. Su cercanía, su olor, su tacto. Toda ella le volvía loco pero la veía como un
imposible. Algo inalcanzable. No por Sebastian, ni por ella, sino por él. Tenía miedo de
volver a sentir. De volver a sufrir. Ya lo había hecho bastante en el pasado y no tenía la
intención de volver a experimentarlo. Todo aquello que había amado le había sido
arrebatado en una sola noche, llevando consigo sus ilusiones, sus sueños, sus
esperanzas… Bella era como ella. Pura, cristalina y demasiado confiada para lo cruel
que era el mundo. Y era precisamente eso lo que le frenaba. Por eso se había encerrado
tanto, y por eso había decidido no volver a sentir. Aunque eso último, era más que obvio
que no podía seguir manteniéndolo.

 Será mejor que no sigas hablando. –Dijo dejando cierto espacio entre ambos.
 No voy a callarme. Llevo haciéndolo mucho tiempo y ahogándome con el
silencio.

Él se peinó el cabello con los dedos y le dio la espalda para evitar seguir mirándola.

 Ambos lo sentimos en el hospital, Logan. –Dijo acercándose por detrás –. Casi


me muero cuando supe que habías desaparecido. –Le colocó la mano sobre el
hombro y le obligó a mirarla –. No me des la espalda. Quiero que me mires a los
ojos para que sepas que sí estoy consciente de lo que estoy diciendo.
 Bella, no hagas esto más difícil. Tienes una prioridad con nombre y apellido.
Sebastian Van Hood.
 Sebastian. Deja de hablar de él. ¡Tú no eres él! –Se acercó a él y le cogió de las
manos –. Si yo soy su prioridad, ¿cuál es la tuya, Logan? –Hizo una pequeña
pausa en la que intercambiaron las miradas – ¿Por qué por una vez no nos
olvidamos de todo? Olvidémonos de Sebastian. Olvidémonos de todo. –Dijo
colocando las manos a ambos lados de su cuello, clavando su penetrante mirada
en la suya.

Logan unió sus manos a las de ella y las acarició, cerrando ambos los ojos durante unos
instantes.

233
 Esto es la vida real, Bella. –le susurró al oído –. Y la verdad aquí es que tú estás
ebria y mi labor en esta casa ha terminado. –Levantó la cabeza –. Que descanses.
–Depositó un suave beso sobre su frente y se alejó.

Bella apareció por la entrada de salón donde se detuvo.

 ¿Vas a huir otra vez? ¿Cuándo te vas a enfrentar a esto? Tienes razón, ¿sabes?
—Logan se detuvo de espaldas con la puerta entreabierta—. Esto es la vida real.
Y en esta vida real tú sabes que lo que sentimos es inevitable. Da igual que te
vayas, que corras, que huyas... en esta vida real, nada va a cambiar.

Logan cerró la mano que contenía el pomo en un puño. ¿Qué coño estaba haciendo?
¿Por qué seguir negando lo que era evidente? Por primera vez, después de tanto tiempo,
Bella había vuelto a despertar en él aquel maravilloso sentimiento del amor. Ya era hora
de pensar en él. ¿No había sufrido ya bastante? Se había hecho daño a sí mismo
cerrándose contra el mundo y por fin había encontrado a la persona que lo liberaría de
aquella cárcel de máxima seguridad que él mismo había forjado con el paso de los años.

 A la mierda con todo. –Profirió.

Se volvió y caminó hacia ella con paso rápido y decidido. Cuando estuvo la tuvo frente
a frente, ocupó todo el espacio que le correspondía pegándola contra la pared. Colocó la
mano sobre su cuello y la besó. El beso la tomó por sorpresa pero supo encajarlo. Lo
habían estado esperando por mucho tiempo que sentían que no pararían. Fueron
intensificándolo a medida que pasaban los segundos. Él dejó caer una mano y le rodeó
la cintura atrayéndola con sutileza hacia él. Bella abrió más la boca dando paso a su
lengua, sintiendo la calidez de esta al entrar en contacto con la suya. La borrachera se le
había pasado y solo podía concentrarse en los movimientos de su boca en torno a la de
Logan. Los sonidos de succión fueron intensificándose al igual que su respiración
estaba siendo cada vez más agitada. Logan sintió cómo se le ponía la piel de gallina con
el contacto de ella. Un solo roce, una simple caricia, lo trasladaba a otro mundo.
Comenzó a recorrer su cuerpo con las manos sin permitirle un solo instante para
recuperar el aliento. Era un beso deseado, salvaje, ardiente… Sin embargo, ocurrió algo
con lo que no contaba. De un momento a otro comenzó a escuchar el pálpito de su
yugular y cada vez estaba siendo más fuerte. Llevaba mucho tiempo sin alimentarse
directamente de la carne humana, que el simple hecho de haberse nutrido de la sangre
de Morgan había vuelto a despertar ese dote vampírico suyo. Fue aminorando el ritmo
de los besos hasta que finalmente separó los labios de los de ella. Sin embargo, seguía
escuchándolo. Era como una invitación a que las perforase. No quería hacerle daño así
que se alejó dejando atrás una suave brisa. Bella abrió los ojos cuando escuchó el ruido
de la puerta al cerrarse. Todavía le temblaba el cuerpo por el cúmulo de emociones que
tenía acumulado. Se acercó a las escaleras y se dejó caer sobre el primer escalón para
después hundir la cara en las manos. La levantó segundos después y no pudo evitar
dejar escapar una sonrisa.

234
Logan se detuvo tras haberse alejado suficientemente de la casa. Apoyó la mano contra
el tronco de un árbol y echó la cabeza atrás. Se le habían desplegado los colmillos. Su
pulso seguía acelerado y tenía ganas de sangre. Podía sentir como el deseo se apoderaba
cada vez más de él. Se apartó del árbol y comenzó a caminar por la carretera sin rumbo
fijo. Podía escuchar como un coche se aproximaba a unos metros de donde se
encontraba. Cuando sintió su cercanía, se detuvo de espaldas y un minuto después, vio
su sombra proyectada por las luces del vehículo.

 ¿Qué hace allí en medio? Apártese por favor.

No se inmutó. Era como si su sed de sangre le hubiera bloqueado los demás sentidos.

 ¿Se encuentra usted bien? –Preguntó asomando la cabeza por la ventanilla.

Al observar que no se movía, se bajó del coche y caminó hacia él.

 Oiga. –Le colocó la mano sobre el hombro haciéndole volverse hacia ella – ¿Se
encuentra bien?
 Perdóneme.
 ¿Por qué? –Preguntó la mujer confusa.

Con un movimiento rápido, la atrajo hacia sí, le dobló el cuello y le clavó los colmillos
sobre la palpitante vena de forma muy agresiva. Cuando se hubo satisfecho, dejó caer el
cuerpo inerte.

Estaba de espaldas observando con detenimiento una fotografía que tenía en la mano.
La sonrisa de la mujer era amplia. De felicidad plena. Portaba a la hija de ambos en sus
brazos ajena de cualquier preocupación. Eran viejos tiempos. Tiempos de alegría, de
festines, de paz. Lo recordaba como si fuese ayer. ¿Quién iba a imaginarse aquel final
tan trágico?

Estaba sumido en sus pensamientos cuando la puerta de la cabaña se abrió con un ligero
crujido haciéndole volver a la realidad.

 Lo siento. –Dijo el hombre dando un paso hacia atrás –. Creo que he llegado en
mal momento.
 Tú nunca molestas, Benjamin. –Expuso regresando la fotografía a la mesa.
 Venía a informarle que la luna de plata desaparece mañana y voy a retomar mi
tarea.
 Muy bien. Hazlo lo antes posible. Necesito saber cómo está. Necesito saber si es
feliz.
 Hay que reconocer que la familia que le tocó no le hizo nada mal. Es una joven
muy fuerte.

El hombre se sirvió una copa de brandy y le dio un trago.

235
 Sí. –Dijo ensimismado retomando la fotografía –. Ella siempre sabía lo que
había que hacer en cada momento. –Acarició la cara empapelada de la mujer –.
Nunca se había se había equivocado en sus decisiones. Era perfecta.
 Todos lamentamos su pérdida. No creo que lleguemos a olvidar lo que pasó.

El hombre suspiró devolviendo la fotografía a la mesa.

 Tan pronto como la luna desaparezca, vuelve a lo de antes.


 De acuerdo. –Respondió y abrió la puerta dispuesto a marcharse.
 Benjamin. –Llamó de repente –. Cambio de planes.
 Lo escucho.

Este comenzó a pasearse de un lado para otro por la estancia.

 En estos últimos días, he estado pensado y…creo que ya es hora de dar un paso
más. Quiero que reúnas a tres personas más y que os mudéis a la ciudad. Es
momento de comenzar el acercamiento.
 Creí que nunca lo dirías. –Dijo Benjamin sorprendiéndole.
 Yo tampoco. Pero creo que es hora de que nos conozcamos.

Benjamin asintió con la cabeza y se retiró.

El hombre se acercó a la mesa y retomó nuevamente la fotografía entre sus dedos.


Depositó el vaso de brandy sobre la mesa y alcanzó una chincheta en una cajita de
plástico. Con ella, sujetó la fotografía en la pared y retomó el vaso sobre la mesa.

 Ya es hora de que nos conozcamos y que vuelvas a tu hogar. ¿Entiendes? A tu


hogar. –Y le dio un trago a la bebida.

236
Capítulo 23
Inglaterra 1655 d.C.

Los gemidos de placer inundaban la habitación manteniendo a los amantes exentos de lo


que ocurría fuera. Solo existían ellos y ese momento.

 Quiero que me muerdas. –Susurró a su oído.

Logan no se hizo esperar y clavó los colmillos en la palpitante vena del cuello a medida
que aceleraba las embestidas, provocando el aumento de los gemidos de su compañera.
Ella lo abrazó con fuerza y pegó su olfato en su cuello inhalando su olor a hombre.
Recorrió su cuerpo con las manos ya conociendo cada parte de él. Le rodeó con las
piernas permitiendo que el miembro llegase a lo más profundo. Él buscó su boca y se
fundieron en un fogoso beso. Una vez finalizado el acto, salió de ella y se tumbó a su
lado. Carline se acercó a él, depositó la cabeza sobre su pecho y entrelazó sus dedos con
los de él.

 Te quiero. –Declaró sin mirarlo a los ojos – ¿Tú me quieres? –Preguntó


retóricamente.
 Estoy hasta la saciedad de decirte que sí. –Respondió acariciando sus cabellos.
 ¿Harías cualquier cosa por mí?
 Por supuesto.

Carline levantó la cabeza y se apoyó en la cama con los codos mientras clavaba su
mirada en la de él.

 Entonces conviérteme. Quiero ser como vosotros.


 Carline… –Comenzó a decir apoyándose al respaldo de la cama –. Hemos
hablado de esto muchas veces y la respuesta es no.
 ¿Por qué no? –Preguntó indignada mientras se sentaba sobre la cama y se cubría
con las sábanas.
 Esto no es tan fácil como parece. No quiero que vivas condenada a alimentarte
de sangre humana.
 Eso no es decisión tuya. Quiero mantenerme siempre joven para ti. No quiero
que tengas ojos para otra que no sea yo.

Logan se acercó a ella y depositó un beso suave en sus labios.

 Eso no pasará.

237
 Si no quieres que pase, conviérteme. ¿O es que también tienes que decidirlo en
asamblea con tus hermanos?

Logan suspiró.

 ¿Por qué no lo hablamos mañana cuando nos vayamos de aquí?


 ¿Lo prometes?
 Lo prometo.

Guardaron silencio durante unos instantes.

 Ya tengo todas mis cosas preparadas. Solo espero que salga bien. –Dijo ella con
cierta preocupación en la voz.
 Saldrá bien. Lo tenemos todo preparado.
 Ya estoy contando las horas para salir de entre estas cuatro paredes. –Se acercó a
él y colocó la cabeza sobre su hombro –. Creo que me hubiera acabado tirando
desde la torre sino hubieras aparecido en mi vida. Me sentía ahogada en esta
fortificación. Era una joven destinada al matrimonio sin amor y más por alianzas
y por poder. Tú me has devuelto la esperanza. Estar contigo es como volver a
nacer.
 Yo diría exactamente lo mismo. –Dijo Logan entrelazando sus dedos.

Pasada la medianoche, la puerta de la habitación se abrió con tal estruendo que


sobresaltó a los que se encontraban en su interior. Una joven, de aproximadamente
veinte años, entró toda agitada intentado recuperar el aliento.

 ¿Qué es lo que sucede, Xana? ¿Cuántas veces he de decirte que entres sin tocar a
mis aposentos?
 Lo siento señorita pero es fuera es un completo baño de sangre. Los están
matando a todos.
 ¿Por qué? –Preguntó Carline levantándose de la cama y acercándose a ella –
¡Habla! –La zarandeó.
 Su padre y su hermano están acabando con los vampiros. Hacía semanas que
corría la voz de este ataque.
 Esteban lo sabe. –Dijo Logan apartando la mirada de la ventana.
 ¿Mi hermano? –Preguntó Carline volviéndose hacia él.
 Por eso siempre estaba cerca de mí. Empeñado en que saliéramos juntos a
cabalgar o a cazar. Ha estado estudiando tanto a mis hermanos como a mí.
 Tiene que irse, señorita. –Dijo la doncella cogiéndola de la mano –. No solo
están matando a los vampiros sino a las personas que los encubrían.

Logan clavó su mirada en ella.

 ¿Es posible partir esta noche?


 Los carruajes están al otro lado del río. Tardaríamos menos en caballos pero no
creo que consigamos llegar hasta ellos en este momento.

238
 Dense prisa. Su padre aparecerá en cualquier momento.

Logan abrió la ventana que estaba a diez metros el suelo y se dirigió hacia ella.

 Bajaré primero para poder cogerte cuando saltes.

Esta asintió con la cabeza.

Una vez que Logan estuvo abajo, ella se colocó sobre la ventana y se dispuso a saltar.

 Es demasiado alto. –Dijo visualizando los diez metros de caída libre.


 ¿Confías en mí? –Asintió con la cabeza –. No pienses en nada y salta.

Ella cerró los ojos y se dejó caer directamente en los brazos de Logan. Un minuto
después de que se hubieran perdido entre el griterío, las llamas y el sendero de
cadáveres, la puerta se abrió y apareció Esteban acompañado de más hombres. Al ver
que la habitación estaba vacía se acercó a la asustada doncella y separó sus pies del
suelo.

 ¿Dónde están? –Preguntó con rabia.


 No lo sé. He llegado y ya no estaban.
 ¡MIENTES! –Esta cerró los ojos con fuerza – ¡¿Dónde están?!

La joven dirigió accidentalmente la mirada hacia la ventana y él se percató del gesto.

 Gracias por la información. –La tiró al suelo y acto seguido, la disparó.

Logan y Carline corrieron con desesperación entre la gente, escondiéndose de vez en


cuando tras los árboles o los carruajes que a esas alturas, estaban abandonados. La gente
se empujaba entre ella tratando de huir de una muerte cruel. Después de minutos
corriendo, Logan visualizó a un caballo negro, que venía corriendo en sentido contrario
al de la gente. Cuando lo tuvo a unos metros, se posicionó frente a él haciendo que el
animal se pusiera a dos patas ante el susto. Le llevó un buen rato tranquilizarlo pero
finalmente lo consiguió. Se subió sobre su lomo y ayudó a Carline a hacer lo mismo.
Una vez que esta se hubo agarrado a su cintura, él emprendió a cabalgar para alcanzar el
otro lado del río donde estaba seguro de que lo estaban esperando sus hermanos. De
pronto, escucharon como alguien gritaba “¡por allí!”, y acto seguido, las herraduras de
cientos de caballos. Ambos echaron la vista atrás y visualizaron los caballos.

 ¡Corre, Logan! ¡Corre! –Gritó ella con desesperación.

Arreó el caballo con fuerza y el animal echó a correr más deprisa. Sin embargo, los
demás caballos les rodearon, obligándole a detenerse. Esteban y su padre se bajaron de
sus respectivos caballos mientras que los hombres que los acompañaban apuntaban con
flechas a la pareja.

 Vaya par. Patético. —Comentó Esteban.


 Bajaos del caballo. —Ordenó el padre de ambos.

239
Ambos hicieron lo que les pedía.

 Padre. Ahí tienes al impostor.

Este se acercó con paso decisivo hacia ellos y una vez que los tuvo delante, levantó la
mano y abofeteó a su hija. Logan se dispuso a atacarlo pero Esteban le lanzó una flecha
directa al hombro.

 Te recomendaría que no te movieras porque la próxima será para ella.


 No puedo creer que te hayas vendido de esta manera. –Dijo Carline denotando
cierta crueldad en la voz.
 Y yo no puedo creer que te hayas dejado embaucar de esa manera.
 ¡Silencio! –Gritó el padre de ambos –. Os abrí las puertas de mi casa –comenzó
a decir mirando a Logan –, os senté en mi mesa, os invité a mis banquetes, os di
prácticamente un hogar y vosotros traicionasteis mi confianza, sedujiste a mi
hija y la pusiste en mi contra. –Hizo una pequeña pausa – ¿Cuál debería ser el
precio por dicha traición?
 Nadie me puso en contra de ti, padre. Eres tú el que lo está haciendo ahora.
 Por primera vez, hazme caso y apártate de él. –Dijo más a modo de advertencia
que de súplica.
 No. –Respondió ella taxativamente.
 Que te apartes. –Dijo a medida que extraía una estaca de la parte de atrás de sus
pantalones.
 No.
 Pues entonces, tendrás que verle morir. –Expresó lanzándose hacia Logan con la
estaca en la mano.

Este le detuvo agarrándole con firmeza de la mano y arrancándole el garrote con


facilidad. Desplegó los colmillos y en menos de un segundo, los clavó sobre su cuello
arrancándole la vida después de fraccionárselo. La reacción del bando contrario no se
hizo esperar y arremetieron contra él con armas, palos, estacas… Logan se movió entre
ellos con facilidad arrancándoles la vida uno a uno. Aquello se convirtió en un auténtico
campo de batalla donde existía una enorme desigualdad entre los bandos enemigos. De
pronto, escuchó un grito de Carline que le hizo bajar la guardia. Se volvió hacia donde
procedía y descubrió que su hermano la tenía acorralada a punta de pistola.

 No te atreverás. –Dijo con tono amenazante.


 Ponme a prueba.

De repente, fue como si el tiempo, las personas y los movimientos se congelasen.


Durante esa fracción de segundos, escuchó el grito ahogado de Carline como si
estuviese en un sueño. Bajó la mirada hacia su pecho y descubrió la estaca que le habían
atravesado en medio de este. La adrenalina fue la que le ayudó a zafarse de las garras de
su hermano y correr hacia Logan para intentar sujetarlo. De pronto, se escucharon tres
disparos seguidos. Ella se enarcó, se agarró con fuerza a sus brazos y abrió
exageradamente los ojos mientras tenía la mirada clavada en la de él. Acto seguido, la

240
sangre se dio paso en la nariz y en la boca y segundos después impactaron contra el
suelo. Él, seco como el tronco de un árbol y ella muerta sobre su pecho.

Logan abrió los ojos sobresaltado. Tenía la frente repleta de pequeñas gotas de sudor.
La misma pesadilla se reproducía en sus sueños una y otra vez, remontándole a
acontecimientos del pasado que prefería no recordar por el daño que causaban en él. Se
revolvió el cabello y su mirada se detuvo en el cuerpo desnudo que tenía justo al otro
lado de la cama. Apartó el cabello del cuello de la mujer y descubrió los dos agujeros
idénticos que tenía a un lado de este. Se levantó y se puso los pantalones. Acto seguido,
se abrió la puerta y apareció Sebastian, que se quedó de piedra sin poder creer lo que
veían sus ojos.

 Estoy soñando o está pasando.


 ¿Te he dicho que podías pasar a mi habitación?
 ¿Es que ya necesito un permiso especial para pasearme por mi casa?

Se acercó a la mujer y la observó detenidamente.

 No está nada mal. ¿Por qué finalmente has decidido seguir mis consejos?
 Piérdete. –Expresó Logan dirigiéndose al cuarto de baño.

Sebastian mantuvo la sonrisa burlona durante unos instantes antes de apartar las sábanas
del cuerpo de la chica haciéndola reaccionar al sentir la corriente de frío.

 Hora de marcharse.
 ¿Quién eres tú? No recuerdo haber estado contigo anoche.
 Ni fue conmigo. Estuviste con el aguafiestas de mi hermano.
 Puedo escucharte. –Dijo Logan desde el cuarto de baño.
 Ya sabes que no me importa. –Clavó nuevamente la mirada en la de la joven –.
Natasha, Martina, como quiera que te llames, arriba.

Esta se levantó de la cama.

 Supongo que vas a dejar que termine de arreglarme.


 Claro. Tienes dos minutos.

Ella se lo quedó mirando como diciendo: “¿pero tú de que vas?”. Se metió al baño en
el momento en el Logan regresó a la habitación, y salió minutos después.

 Aquí te dejo la tarjeta, bombón. –Dijo refiriéndose a Logan –. Llámame cuando


me necesites.
 Ya te llamará. Yo mismo me encargaré de eso.

Logan le fulminó con la mirada. Se notaba que estaba disfrutando con la situación.

La mujer sonrió satisfecha y se marchó.

241
 Después de haber invadido mi intimidad y de haber despedido a mi invitada,
¿quieres hacer el favor de salir de mi habitación? –Preguntó Logan abriendo la
puerta e invitándole a abandonar la estancia.

Sebastian se dirigió a las escaleras y de pronto, la puerta principal se abrió.

 La desaparecida acaba de realizar su aparición. –Dijo anunciando la entrada de


Katherine.
 No eres mi padre para controlarme.
 Soy más que eso.
 Piérdete. –Expuso mientras subía las escaleras.
 ¿Os habéis tragado esa frase esta mañana? Porque no paráis de repetirla.

Tayler entró a la cocina y se dirigió directamente al frigorífico. No se había percatado


de su ausencia hasta que habló.

 ¿Tú seguías viviendo en esta casa? –Preguntó Marcus sin apartar la mirada del
periódico.
 ¿Es que acaso tengo escapatoria? –Respondió con otra pregunta mientras
sostenía una jarra de zumo.

Dobló el periódico que estaba leyendo, lo dejó sobre la mesa y levantó la vista hacia él.

 Sigues aquí porque no tienes donde caerte muerto si abandonas la casa.


 No. Te equivocas. –Devolvió el zumo al frigorífico y lo cerró –. Si sigo aquí es
porque tengo la desgracia de que a cualquier lugar donde vaya, vas a
encontrarme.
 ¿En esta casa ya no se va a tener una mañana tranquila, o qué?

Ambos dirigieron la mirada hacia la voz.

Tayler caminó hacia la salida pero antes se detuvo frente a ella.

 Eso ya es imposible, mamá. –Le dio un beso en la frente y se marchó.

Cuando la puerta se hubo cerrado, clavó su mirada en la de su esposo.

 ¿Qué? –Preguntó este encogiéndose de hombros.

Ella negó con la cabeza y también se retiró.

Tayler ocupó una mesa en el Pitt´s y esperó a que lo atendieran. Un minuto después de
que hubiese entrado, la puerta se abrió nuevamente y un individuo con capucha se
acercó a su mesa, depositó un papelito sobre ella y se dirigió de nuevo hacia la salida.
Tayler lo cogió entre sus dedos, desdobló el papel y leyó lo que ponía. “En el lago en
cinco minutos”. Volvió la mirada hacia la ventana y descubrió al sujeto de pie junto a

242
un árbol. La nota le había quitado el hambre, así que se levantó y se dirigió a la salida.
Cogió el coche y condujo hasta el lago.

 Has dejado esto sobre mi mesa. –Dijo acercándose al individuo, que estaba de
espaldas obviamente esperándolo –. Quisiera saber por qué.

Este se dio la vuelta y se quitó la capucha dejando al descubierto su rostro. Se trataba de


una chica de ojos claros, con una melena corta y con flequillo y con el cuerpo cubierto
de tatuajes.

 Por el simple hecho de que soy una como tú.


 ¿A qué te refieres?

Ella sonrió.

 Ambos sabemos a qué me refiero.

Tayler guardó silencio y esperó a ver adónde acaba todo eso.

 Te estarás preguntando por que a ti. –No hubo necesidad de que respondiera –.
Tranquilo, no ere el primero al que le asignan un guía.
 ¿Un guía?
 Desde siempre se le han asignado protectores a los lobos jóvenes. –Al ver la
expresión de la cara confusa de Tayler, decidió profundiza la explicación –. Un
lobo joven es aquel que acaba de convertirse y está experimentando ese proceso.
Los guías les ayudan a desarrollarse, les enseñan a manejar sus habilidades, a
controlar su conversión hasta el extremo en el ya puedan decidir cuándo cambiar
de forma y cuando no.
 ¿Incluso en luna llena?
 Sí.

Tayler se quedó un rato pensativo analizando la información.

 Dile a esa organización que yo me siento lo suficientemente independiente para


disponer de niñeras.
 Mira chato, no eres ni serás el primer ni el último lobo al que he ayudado con
esto, así que bájate de esa nube de superioridad. Si esto no va a funcionar,
prefiero que te asignen a otro.

Tayler frunció el ceño pensando en lo siguiente que iba a decir.

 Supongamos que acepto, ¿cuál sería el siguiente paso?


 ¿Alguna pregunta antes de comenzar?
 Quisiera saberlo todo sobre la especie.

La joven miró al cielo como si estuviese buscando algo.

243
 Los lobos existen hace generaciones. –Comenzó a decir mientras caminaba –. Se
clasifican según las estirpes entre las que se encuentran los media luna, los luna
nueva, y los sangre azul. Estos últimos, son el linaje de lobos más temido de
todos los tiempos. Se les conoce comúnmente como lobos Reales porque sus
descendientes pertenecían a la realeza. Eran los protectores de príncipes y
princesas.
 ¿Y a qué estirpe pertenecemos?
 Media luna. Somos el linaje más pequeño que existe y los que menos tiempo
vivimos. Los luna nueva pueden vivir durante seiscientos años. Los media luna
lo hacemos durante cuatrocientos y los sangre azul durante mil. –Se detuvo y se
volvió hacia Tayler –. El mordisco de cualquier hombre lobo es letal para los
vampiros aunque hace siglos que encontraron una cura para eso. El único
mordisco más peligroso tanto para un vampiro como para un lobo es el mordisco
de los sangre azul, cuya única cura es una transfusión de sangre directa del lobo
que te ha haya mordido. No solo mata a vampiros sino también a lobos. –
Emprendió a caminar nuevamente –. En cada manada hay un alfa, que es el jefe
del grupo y literalmente el padre de todos los lobos pertenecientes a él.
 ¿Cuál es el proceso de conversión? Es decir, ¿cómo se te activa la parte lobezna?
 Cuando le arrebatas la vida a una persona, ya sea accidental o
intencionadamente. La sangre se te mete por las articulaciones y sientes una
sensación de quemazón.

Tayler la observaba recordando cómo había vivido aquel momento que le había
cambiado la vida para siempre.

 Pero… ¿por qué a mí?


 ¿Te refieres a por qué te has convertido? – No hubo necesidad de que
respondiera a la pregunta –. Porque tienes un descendiente lobo. Tu madre, tu
padre, tus abuelos...

El solo hecho de imaginar a su padre o a su madre transformándose en una fiera era algo
insólito, pero era la única explicación razonable que podía hallar para explicar lo que
estaba sucediéndole. El misterio le carcomía por dentro. ¿De qué parte era
descendiente?

 La aclaración de la mayoría de mis dudas ha estado bien pero no me parece muy


educado de tu parte no presentarte formalmente. Si tú conoces mi nombre, yo
tengo el derecho de conocer el tuyo.
 Te equivocas. En ningún momento he mencionado conocer el tuyo.
 Pues empecemos de nuevo.

Ella asintió dándole la razón.

 Yo soy Tayler. –Dijo tendiéndole la mano.


 Beth. –Le devolvió el saludo.
 ¿De Elisabeth?

244
 Simplemente Beth. ¿Significa esta presentación que me aceptas como tu
protectora?

Tayler la miró fijamente a los ojos.

 Yo creo que sí.

Bella abrió los ojos y los calvó al techo. Hacía mucho que había amanecido. Se levantó
de la cama y se dirigió al cuarto de baño. Tenía la cabeza pesada y adolorida, que sentía
que se le iba a separar del cuello. Se detuvo frente al espejo y observó su rostro en
cristal pulido. Tenía el cabello enmarañado y le habían dibujado dos pequeñas bolsas
bajo los ojos. Entonces detuvo la mirada en sus labios y recordó todo lo que había
sucedido la noche anterior. Todavía tenía plasmada en la mente la viva imagen de los
labios de Logan sobre los suyos. Su base de datos había decido borrar todo lo ocurrido
el día anterior excepto eso. Acarició los labios un par de segundos, recordando el
momento, y después sonrió.

 La bella durmiente acaba de despertarse después de sus cien años de sueño. –


Comentó Gwen cuando la vio aparecer por la cocina.
 Cállate, ¿quieres?
 No te pregunto qué has estado haciendo anoche porque sé que no me vas a
responder.
 Qué bien que lo sepas. –Dijo dándole un trago a su taza de café.
 Y… ¿qué has estado haciendo anoche?
 ¿Y tú?
 Estudiando, durmiendo…–soltó un resoplido –Vamos, que me he aburrido.

Bella sonrió y se dirigió a la salida.

 Voy a salir. –Anunció antes de que Bella desapareciera.


 ¿Adónde?
 Una excursión a Greenforest, y antes de que preguntes, la tía Camill me ha dado
permiso. Puedes llamarla si quieres.
 No hace falta.
 Termino de desayunar y voy a por la mochila.

Bella asintió con la cabeza, abrió la puerta y salió al porche. Se sentó en la silla que
había en una de las esquinas y le dio otro sorbo al café. No podía parar de pensar en la
noche anterior. Aquel simple recuerdo, le ponía la piel de gallina. Desvió la mirada calle
abajo y descubrió a un hombre que la observaba con detenimiento pero al percatarse de
que lo había descubierto, apartó la mirada y comenzó a caminar como si nada hubiera
pasado. Frunció el ceño pero le restó importancia al asunto. Minutos después de lo
ocurrido, Katie aparcó frente a la casa y un minuto después, se abrió la puerta y apareció
Gwen.

245
 Te veo luego. –Dijo bajando las escaleras.

Bella levantó la mano a modo de despedida y vio marchar al coche. Se levantó y se


dispuso a entrar nuevamente a la casa pero alguien la llamó por su nombre.

 Hola, Katherine. –Dijo al descubrir de quién se trataba.


 ¿Es muy temprano para una visita?
 Para nada. Adelante.

Permitió que ella pasase primero y después cerró la puerta tras de sí.

 Bienvenida a mi humilde morada. ¿Café?


 ¿Tienes por aquí unas bolsas de cero positivo?
 Whisky.
 Me conformo.

Caminaron hasta la cocina y se acomodaron en las sillas de la mesa de comer.

 ¿Te has enterado de lo de Andrew?


 No. Sebastian no me ha comentado nada. –Dijo tendiéndole el vaso de Whisky –
¿De qué se trata?
 Celebra el cincuenta aniversario de su club, y como ya puedes imaginarlo,
piensa tirarlo por la ventana.
 Seguramente.
 Pues estoy aquí para invitarte personalmente.
 ¿Y van a acudir tus hermanos?
 ¿Te soy sincera? No me importa. –Le dio un trago a su whisky.

Guardaron silencio durante un rato hasta que Bella decidió romperlo.

 ¿Se puede saber qué es lo que les hizo Andrew?


 La pregunta correcta sería, ¿qué le hicieron mis hermanos a él?
 ¿Puedo conocer la respuesta?

Katherine carraspeó y le dio otro trago a su vaso.

 Mi familia es muy complicada. –Soltó una risa nerviosa –. Aquel que intente
encontrarle sentido a esa trola perdería la cabeza, eso te lo garantizo. Digamos
que…tenemos una muy mala costumbre y por más que lo intentemos no
podemos cambiarlo.
 ¿Y cuál es?

Katherine se mantuvo en silencio intentando encontrarle sentido a lo que iba a decir.

 Yo lo llamaría nomadismo. –Hizo una pequeña pausa –. Llegado cierto punto, lo


abandonamos todo. Dejamos todo atrás y esa parte de nuestras vidas, prevalece
únicamente en nuestro recuerdo. Solo importamos nosotros. Si estamos juntos

246
significa que todo está bien. Da igual el ayer. Da igual el pasado. Solo existe el
mañana y nosotros plasmados en él.

La afonía se adueñó de la cocina cuando Katherine se detuvo. Se percibía un ambiente


de tensión inexplicable.

 ¿Significa esto que…? –Comenzó a preguntar Bella.


 ¿Sabes? –Dijo Katherine impidiendo que concluyese la pregunta –. Tengo la
sensación de que esta vez es diferente. No sabría explicarlo pero es así. Tu
llegada a nuestras vidas ha cambiado muchas cosas. Tú quizás no lo veas pero te
aseguro que es así.

Se produjo un minuto de reflexión en el que Bella trató de analizar lo que acababa de


escuchar.

 Bueno, a lo que iba. –Dijo Katherine haciéndola volver en sí – ¿Paso por ti a las
diez?
 De acuerdo.

Katherine dejó el vaso de whisky sobre la mesa y se dispuso a irse.

 Katherine. —Se volvió hacia ella — ¿Qué hay entre tú y Andrew?

Esta sintió el ardor de sus mejillas, que seguramente se estaban poniendo coloradas.

 Ni yo misma sabría explicarlo. Tuvimos lo nuestro en el pasado pero ahora…no


sabría decirte lo que somos.
 Hacen buena pareja.
 ¿Pareja? —Negó con la cabeza —. No. Yo lo definiría como un ni contigo ni sin
ti.
 Yo sigo pensando lo mismo.

Katherine no dijo nada durante un buen rato como si estuviese barajando las
posibilidades.

 ¿Dijimos a las diez? —Dijo finalmente cambiando de tema.


 Sí. —Respondió Bella comprendiendo la indirecta.
 Hasta entonces.

Bella la acompañó hasta la puerta y la cerró cuando ella se hubo marchado.

 No sabía que las pirañas salían de los ríos y se metían en casa. —Comentó
Katherine llamando la atención Morgan.

Esta rodó los ojos y cruzó los brazos.

247
 Tendrás que aprender a lidiar con esta piraña porque prácticamente me verás
todos los días. —Bajó los brazos —. Creí que el hecho de que estuve a punto de
morir por vosotros te ablandaría pero me estoy dando cuenta de que no. Tal vez,
debiste tú estar en mi lugar.
 Oooh. ¿Le he destrozado los sentimientos a la brujita? —Sonrió por una fracción
de segundos. Se acercó a la mesa y se sirvió dos copas de Bourbon —. Por una
parte debería admitir que tienes razón. —Le tendió uno de los vasos — ¿No
piensas cogerlo? —Morgan cogió el vaso de sus manos pero no le dio un trago
—. Debo estarte agradecida por salvarle la vida a mi hermano.
 ¿Gracias?
 Esta vez lo digo en serio, Morgan. Cualquiera no hace lo que tú hiciste. Has
demostrado lealtad y con eso te has ganado mi respeto.

Morgan no podía creer lo estaba escuchando.

 ¿Hay una cámara oculta o qué te pasa?


 Te estoy dando la bienvenida a la familia. Y… —levantó la mano al ver que
esta abría la boca para hablar —… no me hagas repetirlo.
 ¿Cómo puedo confiar en ti ahora si lo único que has hecho desde que nos
conocimos es lanzarme pullas?
 Cuando Katherine Van Hood dice algo, lo dice en serio. Por eso tengo muchos
enemigos. Por no tener pelos en la lengua. Me considero un libro abierto. Digo
y hago lo que siento en cada momento. Y ahora siento que puedo confiar en ti.

Quedaron mirándose detenidamente durante una fracción de segundo hasta Morgan


avanzó hacia ella y levantó la copa.

 Salud por eso.

Katherine chocó la suya con una amplia sonrisa y acto seguido, le dieron un trago cada
una.

 ¿Debería preocuparme por algo? —Preguntó Logan llamando la atención de


ambas.
 Estamos aquí firmando nuestro tratado de paz. —Respondió Katherine.
 ¿Eso es bueno o malo? Viniendo de ti podemos esperarnos cualquier cosa.
 ¿Por qué no se lo preguntamos a Morgan?

Ambos dirigieron su mirada hacia ella.

 Tengo la sensación de que está hablando en serio.


 No es una sensación. Lo estoy haciendo. ¿Tan raro parece querer solucionar las
cosas y reconocer que había estado equivocada?

Morgan y Logan intercambiaron miradas.

 Sí. —Dijeron al unísono.

248
Katherine puso los ojos en blanco.

 ¿Dejamos el tema de una vez por todas? Le has comentado a Morgan lo de esta
noche.
 ¿Qué hay esta noche?
 Nos iremos al Darkness. Andrew está de celebración. Es el centenario
aniversario de ese cochambroso club y no quiere pasarlo solo. Así que…si
quieres pasarte por m bien.
 De acuerdo.
 Pues bien. Yo los dejo.

Morgan y Logan cruzaron las miradas cuando ella se hubo alejado y no pudieron evitar
reírse.

 ¿Se puede saber lo que le pasa con Andrew?


 Es un lío amoroso de hace siglos. No me meto en esos asuntos.

Esa noche el Darkness estaba más repleto que nunca. La música y el alcohol
movilizaban el ambiente. Cuando Bella y Katherine entraron, fueron recibidas por un
hombre que las acompañó hasta el lugar donde se encontraba el resto y después se
marchó.

 Creí que te habías arrepentido en el último momento. —Comentó Andrew


poniéndose en pie para recibirlas.

La mirada de Bella buscó sistemáticamente la de Logan y no pudo evitar sonreír.

Cuando Sebastian se levantó para dejarle sitio y se sentó a su lado, Logan apartó la
mirada y apretó los dientes. Alcanzó su vaso sobre la mesa y bebió todo lo que contenía,
sirviéndose otra después.

 ¿Qué tienes previsto para la noche, Drew? —Preguntó Katherine volviéndose


hacia él.
 ¿Te lo digo ahora o después de cerrar?

Ella simplemente sonrió y le dio un trago a su vaso.

 No sabía que el Darkness llevaba tanto tiempo funcionando. —Comentó


Morgan.
 Ni yo mismo me hago a la idea. Tal vez no fue mala idea que los hermanos Van
Hood me dejaran tirado después de todo.
 Si vamos a comenzar la noche así lo mejor será que nos vayamos separando. —
Dijo Logan haciendo el ademán de ponerse en pie aunque la verdadera excusa
por la que quería largarse de allí era que no soportaba ver a Sebastian y a Bella
juntos.

249
 ¿Adónde crees que vas? —Morgan evitó que se moviera tomándole de la mano.
 Solo ha sido un estúpido comentario. No te ofusques. —Dijo Andrew tratando
de dejar las cosas en su sitio.
 Propongo un brindis para calmar el ambiente. —Expuso Katherine levantando la
copa, siendo después imitada por el resto —. Brindemos por nosotros, por
nuestro pacífico reencuentro y por muchos más años para el Darkness.

Bella se percató, que a excepción de ella y Morgan, el resto estaba brindando con
sangre.

 Oh, se me olvidaba. —Intervino Sebastian por primera vez en toda la noche —.


Brindemos también por Logan, quien finalmente ha roto su fachada de tipo
perfecto, estirado y aburrido.
 Un nombre demasiado largo para mi persona ¿no crees?
 Y… ¿por qué estamos brindando exactamente? —Curioseó Bella.
 Por Natasha.
 ¿Natasha? ¿Quién es Natasha? —Preguntó nuevamente.
 Sebastian. —Pronunció Logan con un tono de advertencia.
 Damas y caballeros, brindemos porque ha retornado el antiguo Logan Van
Hood. Aquel que se acostaba con mujeres por diversión y se alimentaba de su
sangre.

Hubo un pequeño revuelo en la estancia. Bella no supo en qué momento pasó, pero de
repente sintió una punzada de dolor en las palmas de las manos. Bajo la mirada observó
que tenía las uñas clavadas en la carne. A todos podía parecerles divertido pero para ella
era como una traición. Era como si el beso entre ellos no hubiese significado nada
porque después de todo, había salido corriendo a acostarse con otra.

 Se acabó. —Se puso en pie —. Necesito un trago pero fuera de aquí.

Salió y se perdió entre la multitud.

 Necesito ir al baño. — Dijo Bella levantándose —. Vuelvo en seguida.

Cuando corrió las cortinas que separaban el reservado con el resto del club, fue recibida
por el griterío de la gente. Se dirigió a las escaleras y cuando llegó abajo, comenzó a
abrirse paso entre la gente en busca de Logan, hasta que lo descubrió en una de las
butacas de la barra.

 Un vodka. Doble. —Pidió al barman cuando se situó a su lado.


 Deberías pedirte algo más suave.
 ¿No crees que eres el menos indicado para darme consejos sobre nada?

Logan dirigió la mirada hacia ella y pudo denotar que desprendía fuego por los ojos.

 ¿Por qué juegas conmigo, Logan? ¿Es que ese beso no significó nada para ti?
 Si supieras lo que significó para mí no me estarías preguntado eso.

250
 Precisamente porque no lo sé. Porque no te entiendo y creo que tenías razón.
Jamás llegaré a comprenderte. Jamás llegaré a saber lo que piensas, lo que
sientes, lo que quieres…jamás. —Lo dijo con un tono de decepción. No eran de
esas que se daban por vencida pero él lo había conseguido.

Le dio la espalda para retirarse pero de repente, sintió su mano sobre la suya y volvió la
mirada hacia él.

 Lo siento. —Articuló tras unos segundos de reflexión.

Le retuvo la mirada durante unos instantes. Sabía que esas dos frases le habían salido
verdaderamente del corazón, y aunque fuera tan solo unos instantes, pudo determinar lo
que realmente sentía. Era como si con esas dos frases le había abierto, aunque solo fuera
un poco, las puertas de su corazón. Pudo denotar tristeza en su mirada y arrepentimiento
en su voz pero sentía que no podía quedarse. Al menos esta vez no. Apartó la mano y le
dio nuevamente la espalda perdiéndose entre la gente.

 ¿Adónde crees que vas? —De repente se vio envuelta en un aroma de sudor y
alcohol de la persona que estaba frente a ella.

Alzó la mirada hacia el tipo y no pudo evitar sorprenderse.

 ¿Zac?

La última noticia que tuvo de él fue que se había ido del pueblo.

 Veo que todavía te acuerdas de mí. Ya era hora de nuestro reencuentro ¿no te
parece? —la agarró del brazo y tiró de ella hasta un reservado, donde echó a
quienes lo ocupaban con solo mostrarles los colmillos.
 Suéltame. Me estás haciendo daño. —se zafó de su agarre pero él asió
nuevamente su brazo y la pegó de espaldas a su cuerpo.
 Yo digo cuando se acaba. —Acercó su nariz a su cabello e inhaló su rico olor a
canela. Colocó la mano bajo su barbilla e intentó volver su cara hacia él pero ella
le apartó la mano —. Deberías portarte un poco mejor. —Dijo con cierta dureza
en la voz. Tiró de ella hasta la cortina y la corrió —. Echa un vistazo en cada
esquina donde alcance tu mirada y dime lo que ves. —Bella recorrió la estancia
con la mirada y observó que en cada esquina había un grupo de personas que
miraban hacia su dirección y se dio cuenta de que también se trataban de
vampiro. Zac la atrajo nuevamente al interior de la estancia y cerró la cortina —.
Creo que ya te haces a la idea de que va el asunto así que cuidadito con hacer
una de las tuyas. Voy a ir relajando la presión de mi mano lentamente y espero
que te comportes cuando te suelte del todo. —Una vez que estuvo libre, avanzó
tres pasos y se volvió hacia él —. Buena chica.
 Te has vuelto un completo paranoico. No es que no lo fueras antes sino que
ahora has empeorado.

251
 Cuidado con lo que dices, Bella. Mis sentimientos hacia ti no van a evitar que te
separe la cabeza del resto del cuerpo como no midas tus palabras. —Dijo con
completa calma.

Bella se relajó cuanto pudo porque desafortunadamente sabía que hablaba en serio.

 No has estado jugando limpio, amor. —Comenzó a decir mientras se servía una
copa de Ron —. Me has sido infiel por partida doble.
 ¿De qué estás hablando?

Se rio, le dio un trago al licor y se volvió hacia ella.

 Yo que creo que sí sabes de lo que estoy hablando. —Realizó una pequeña
pausa —. La verdadera pregunta aquí sería… ¿lo saben los dos? Oh, sí. Lo
saben Logan y Sebastian Van Hood está como idiota lamiéndote el culo. —Dijo
a unos centímetros de su cara. Bella levantó la mano para abofetearlo pero él la
esquivo a tiempo y detuvo el golpe en seco —. Eres igual o peor que yo, Bella.
—Le soltó la mano y se alejó unos pasos de ella —. Pero ¿sabes qué? A pesar de
todo…te perdono. Te entiendo. —Se acabó el trago y dejó el vaso sobre la mesa
—. Entiendo que nunca te hayas fijado en mí porque no era uno de ello. Pero
ahora lo soy. —Cogió su manos entre las suyas —. Soy inmortal igual que ellos
y puedo complacerte igual o mejor que ellos.

Bella negó la cabeza con el ceño fruncido.

 ¿De verdad creíste que yo, después de que estuviste a punto de matarme,
después de que convertiste a George, cambiando su vida y la de Carlie por
completo, iba a plantearme estar contigo? Estás enfermo, Zac.

Su semblante cambió por completo. Soltó sus manos y comenzó a dar vueltas de un
lado a otro, revolviéndose el cabello como un auténtico psicópata.

 Yo siempre he estado por ti y para ti, Bella. Pero tú nunca reconociste mis
esfuerzos. Todo lo que he hecho lo he hecho por ti. ¿¡Y que es lo que me he
llevado a cambio!? ¡NADA! —Las venas se dieron paso bajo sus ojos y en su
cuello. Bella comenzó a retroceder del miedo que sentía en ese instante —. No
mereces que te quieran. —A medida que él avanzaba ella retrocedía —No
mereces nada de lo que tienes porque a fin de cuenta nunca lo valoras. —Se
desplazó con rapidez y en menos de nada la tuvo pegada a la pared ahogándola
con la mano.

Bella comenzó a verlo todo negro y no supo en qué momento dejó de sentir la presión
en su garganta pero pasó. De un momento a otro, vio volar a Zac, desde donde se
encontraban hasta una mesa y solo escuchó el ruido de las botellas al entrar en contacto
en el suelo. De repente, alguien se acercó a ella y escuchó que le pregunta si estaba bien
y si podía caminar. Ella solo recordaba haber asentido con la cabeza. No obstante,
aquella voz, le hizo apoyarse a su hombro y le ayudó a salir de aquella estancia. Pero de

252
pronto, fue como si tocasen un silbato de alarma, porque el club se convirtió en un
auténtico campo de batalla, donde se mezclaron el griterío de la gente, las pisadas,
botellas rompiéndose… y de un momento a otro dejó de sentir el apoyo de la persona
que estaba a su lado. Era como si hubiese desaparecido. Recorrió el local con la mirada
buscando…no sabía exactamente lo que buscaba y repentinamente, percibió un golpe en
la nuca que le hizo perder el conocimiento.

El humo se apoderó del Darkness. Por lo visto, el fuego había comenzado fuera pero se
extendió a un ritmo incontrolable como si hubiesen rociado el edificio con gasolina
antes de prender la mecha. La gente ya no corría ni gritaba por la pelea entre vampiros y
lobos sino por las ganas desesperadas de encontrar la salida. Sebastian se encontró
buscando a Bella con la mirada y abriéndose paso entre la gente que iba de un lado a
otro intentado salvar su vida. Entre tanto embrollo, sintió una mano tirando de él. Se
volvió hacia esa dirección y descubrió a Morgan que apenas podía respirar por el humo.
Le ayudó a apoyarse en su hombro y se dirigió a la salida, alejándose lo más posible del
incendio.

 No te muevas de aquí. Voy a entrar a por Bella. —Dijo apoyándola contra un


árbol.
 No estarás hablando en serio. —Dijo con dificultad. Haber estado expuesta tanto
tiempo al humo le había hecho perder la voz — ¿Piensas dejarme aquí así como
estoy?
 Si le pasa algo, no me lo perdonaría.
 No va a pasarle nada. Es una chica inteligente. Habrá encontrado la manera de
salir. Además creo que Katherine, Logan y Andrew siguen dentro. Algunos de
ellos le habrán ayudado a encontrar la salida.

Y como si la hubiesen invocado, Katherine hizo acto de presencia, con el cabello


enmarañado, la ropa hecha jirones y el cuerpo lleno de carbón.

 ¿Está bien? —Preguntó examinando a Morgan de arriba abajo.


 Sí. ¿Dónde está Bella?
 Creí que estaría contigo.

Sebastian fulminó con la mirada a Morgan, profirió una maldición y regresó al interior
del edificio.

Después de un rato abriéndose paso entre la gente, Logan descubrió un cuerpo tirado en
suelo por el que todo el mundo pasaba por encima. Se acercó y se agachó junto a él y no
pudo evitar sentir una punzada de dolor en el pecho al descubrir que se trataba de Bella.
Lo primero que hizo fue cogerla entre sus brazos y dirigirse a la salida lo más pronto
posible sin importarle a quién dejaba por el piso a medida que avanzaba. Los bomberos
y las ambulancias ya habían llegado al lugar de los hechos y habían comenzado con su
labor de apagar el fuego mientras otros arriesgaban su vida entrando al edificio para
salvar a la gente que todavía seguía atrapada. Logan se encontró con Sebastian una vez
que estuvo fuera, y lo primero que hizo este último, fue dirigir la mirada hacia sus

253
brazos. Sintió una presión en el pecho al ver a Bella en ese estado que se la quitó de los
brazos sin pensárselo dos veces y se dirigió hacia las ambulancias. Allí, tuvieron que
colocarle una máscara de oxígeno— porque había inhalado demasiado humo—y
llevarle inmediatamente al hospital.

 ¿Alguien va con la señorita? —Preguntó uno de primeros auxilios.


 Yo. —Respondieron los dos al unísono.
 Voy yo. —Dijo finalmente Sebastian.

Se subió a la ambulancia y la puertas se cerraron con la imagen de él cogiéndole de la


mano a Bella.

 ¿Qué sucede? —Preguntó Katherine con la mano sobre su hombro.


 Tenemos que ir al hospital. Bella va en esa ambulancia.

Capítulo 24
 Entramos en conexión en tres, dos, uno…

“En la pasada madrugada se vivió un incendio terrible en el famoso club Darkness. Se


dice que el fuego comenzó pasado las tres y media de la mañana pero se extendió a un
ritmo incontrolable llevándose por delante la vida diez personas. Los demás afectados
han sido trasladados inmediatamente al hospital. Se desconoce la causa del incendio
pero todas las hipótesis apuntan a un cortocircuito. Alison Mack informando para la
Televisión Local.”

 ¿Cómo ha quedado? —Preguntó revolviéndose el cabello.


 Como siempre Allie. Lo has clavado.
 Gracias, Andy.

254
 Uy, mira, mira, mira. —Dijo este último enfocando la atención de la reportera en
Andrew.
 El apuesto Andrew McLaren. Nunca había tenido el honor de conocerlo en
persona. —Le tendió de manera distraída el micrófono a su compañero y se
dispuso a andar hacia él.
 ¿Te acompaño?
 No hace falta Andy. Yo me encargo de esto.

Este se encogió de hombros. Conocía perfectamente a su compañera y sabía que no iba


a acercarse a él por asuntos de reportaje.

 Señor McLaren. —Llamó cuando este estaba abriendo la puerta de su auto.


 ¿La conozco?
 No ha tenido el placer.
 Bien. —Dijo él dando la conversación por terminada y haciendo el ademán de
subirse al coche.
 Me interesa mucho… —comenzó a decir la reportera cerrando la puerta del
Ranger Rover —. Me interesa mucho el reportaje. Usted, yo y todo el mundo
sabe que últimamente están ocurriendo cosas muy extrañas y no me sorprendería
que el incendio fuese provocado.
 ¿Alguna sugerencia?
 Se lo definiré con una palabra. Vampiros.

Andrew le sostuvo la mirada durante un par de segundos.

 En caso de que así fuera, ya me encargaré yo de ajustar cuentas con esa persona.
—Levantó la mirada y la fijó más allá de donde se encontraban —. Dile al
imbécil de tu amigo que si no para de enfocarme con esa estúpida cámara, la
destrozo y lo destrozo.

Alison volvió la mirada hacia Andy y le obligó a apartar la cámara con un gesto.

 Lo siento, es que tiene medio cerebro.


 Pues que aprenda a controlarlo. —Dijo él sin todavía aparatar la mirada del
camarógrafo.

Su compañera soltó una risita nerviosa.

 Creo que lo he pillado en un mal momento. Ha perdido su club, ha muerto gente


y otra está hospitalizada esperándose escuchar cualquier cosa. —Dijo tratado de
empatizar —. Le voy a dejar mi tarjeta para que cuando esté más tranquilizado
podamos hablar con más calma. —Le tendió la tarjeta —. Como ya le he dicho,
me interesa el reportaje.

Él asintió con la cabeza, se subió al coche y arrancó. Cuando ya se había alejado lo


suficientemente lejos, tiró la tarjeta por la ventanilla y siguió su camino.

255
 ¿Y? —Preguntó Andy cuando la tuvo enfrente.
 Que tú y tu estúpida cámara lo habéis arruinado todo.
 Eso quiere decir que no.
 Vámonos. Tengo una cita con el yoga. —Dijo caminado hacia el coche.
 A la orden mi capitana.

Alison puso los ojos en blanco y susurró la palabra “idiota” mientras se subía al coche.

Camill fue la primera en levantarse al percatarse de que el médico se acercaba a ellos.

 ¿Cómo está… cómo está mi sobrina? —Preguntó esperándose lo peor.


 Si hubiese estado expuesta al humo por más tiempo quizás no hubiésemos
podido hacer nada. —Habló con sinceridad —. Afortunadamente no tiene los
pulmones dañados pero los niveles de monóxido de carbono en la sangre son
altos. Hemos tenido que introducirle un tubo respiratorio por la nariz para
mantener abiertas las vías respiratorias. Ha tenido varias convulsiones pero está
estable.
 ¿Puedo verla? —Preguntó nuevamente Camill.
 No puede recibir visitas. Tendrán que esperar a que sea trasladada a una
habitación normal. —Dicho esto, se retiró.

Gwen cogió a Camill de la mano, la condujo a uno de los sofás de la sala de espera y se
abrazó a ella.

Logan salió a tomar el aire. Necesitaba salir de allí. Había estado a punto de volver a
suceder. Tan solo unos minutos más y la habría perdido. Otra vez. No pudo evitar
acordarse de Carline, unas horas antes de que muriera a manos de su propio hermano.
Se acordaba de sus besos, de su tacto, de su mirada… La mirada que lo sobresaltaba
todas las noches al recordar la última vez que fijó la suya en aquellos ojos, que
entonces, lo observaron fríos y llenos de miedo. Miedo a perderlo y dejar atrás todo lo
que por entonces habían conseguido.

Salió del trance al sentir una mano sobre su hombro.

 ¿Todo bien? —Preguntó Morgan observándole con preocupación.


 No he podido evitar acordarme de Carline.
 ¿Sabes que eso no fue culpa tuya verdad? Ni esto ni aquello.

Él negó con la cabeza.

 Siento que voluntaria o involuntariamente le hago daño a todas aquellas


personas que me importan, Morgan. Incluso a veces tengo miedo por ti. Tengo
miedo de que tu cercanía a mí y a mi familia sea causa de tu perdición.

256
 No digas esas cosas. —Le colocó la mano sobre el hombro —. Yo estoy a tu
lado porque quiero. Y el hecho de quererlo, implica asumir todos los pro y
contra que eso conlleve.
 No me estás entendiendo.
 Claro que lo hago.
 ¡Morgan, no! —Alzó la voz —. Carline murió por sacrificar su vida para estar
conmigo. Tú estuviste a punto de perder la tuya por acompañarme en una causa
que nada tiene que ver contigo. Y ahora está Bella que —… Se sintió incapaz de
terminar la frase —. ¿Por qué no entiendes que no quiero perderte a ti también?
No quiero perderla. —Dijo apuntando al interior del hospital.
 Y no las vas a perder. No me vas a perder.
 Tienes razón. —Asintió con la cabeza —. No me voy a permitir perderos a
ninguna de las dos.
 ¿De qué estás hablando Logan?
 De alejarme.
 Logan…

Este no esperó a que dijese nada más y se evadió con el viento.

 ¿Qué es esto? ¿Un entrenamiento o una clase de yoga?

Beth volvió la mirada hacia Tayler y sonrió.

 No puedes comenzar una casa por el tejado. — Expresó poniéndose en pie sobre
la alfombrilla y caminando hacia él —. Primero tienes que elegir el terreno,
excavarlo, cimentarlo — comenzó a dar vueltas alrededor de él y se detuvo a la
altura de su oreja —, realizar la fundición, seguido del esqueleto de la casa —
Tayler bajó la mirada hacia su abdomen cuando ella colocó las manos sobre él y
comenzó a recorrerlo lentamente sobre la camisa—, plomería completa, eléctrica
y de climatización. —detuvo los movimiento a la altura de su cuello y buscó su
mirada —. Instalación del aislamiento, acabados y… —susurró a su oído
deslizando el dedo índice por sus labios —… fin de la obra. —Dicho esto, se
alejó permitiéndole recuperar el aire.
 ¿Me acabas de dar un lección completa de cómo construir una casa?
 Acabo de repasarte el manual de instrucciones de cómo va a ser el
entrenamiento.
 Si será así todos los días, no creo que falte a ninguna clase.

Ambos sonrieron con complicidad.

 Siéntate. —Dijo indicándole la esterilla que tenía enfrente.

Hizo lo que le pedía y ella seguidamente ocupó la suya.

257
 Hoy te voy a enseñar cómo controlar tu mente, tus impulsos, tu cuerpo… —.
Cierra los ojos. —Ambos los cerraron —. Ahora imagínate algo o alguien cuya
presencia te altera o te pone de muy mal humor.
 Mi padre. —Dijo inconscientemente.
 Bien. Estás con tu padre y te está repitiendo una y otra vez aquello que no te
gusta escuchar. Entre aquello que te define pero te molesta, aquello que se
inventa, aquello…

De un momento a otro, Tayler dejó de escuchar la voz de Beth y se sumergió en sus


propios recuerdos, visualizando todos esos momentos en los que se enfrentó a su padre,
recordando cada palabra cruel, los insultos, los golpes por replicarle… Todos aquellos
recuerdos encadenaron un bucle del que no podía salir. De pronto, fue como si lo
tuviese en frente y de un impulso se abalanzó sobre él y comenzó a darle golpes. De
antuvión, el impacto contra el suelo le hizo salir del trance y abrir los ojos. Beth lo había
inmovilizado y colocado la mano sobre su cuello para evitar así que se moviera. No
obstante, se apartó de inmediato cuando se percató que se había tranquilizado.

 Lo siento. —Dijo poniéndose en pie —. No quise atacarte. Lo vi a él y salté.


 No tiene importancia. Tenemos mucho que trabajar.
 Las clases se han acabado por hoy. —Recogió la mochila del suelo y se dispuso
a marcharse.
 Hey. —Se colocó frente a él evitando que siguiera avanzando —. No puedes
marcharte. Yo digo cuando se acaba.

Tayler le retuvo la mirada durante unos instantes y prosiguió su camino negándose a


hacerle caso.

 ¡Tayler! ¡Tayler!

 ¿Qué os parece?

Benjamin dejó el bolso sobre la mesa de la cocina y se volvió a sus compañeros.

 No está nada mal. No sé cómo no habíamos venido antes. —Habló Leah, una
pelirroja.
 Pues este ahora va a ser nuestro hogar hasta que lo decida el alfa.
 No me quejo. Solo me pediría el cuarto más grande.
 ¿Qué pasa Chris? ¿No estás conforme? —Preguntó Benjamin volviéndose al
chico moreno de ojos verdes.
 Nunca me he separado de la manada. Me resulta un poco raro.
 Pues acostúmbrate. —Le rodeó el cuello —. Bien. Vamos a dejar las cosas aquí
y vamos a dirigirnos a la casa.

Dejaron sus pertenencias en el suelo y se dirigieron al coche. Tras un rato conduciendo,


Benjamin aparcó el coche a unas manzanas de la casa.
258
 ¿Estás seguro de que no están? —Preguntó Leah.
 Yo sigo pensando que esto es absurdo.
 Vamos, Krista. —Habló Benjamin volviéndose hacia ella.
 ¿Por qué nadie me entiende? No sería más fácil plantarnos y decirle, tu padre no
está muerto, eres una loba y él reclama tu presencia. ¿No os parece que será más
complicado si lo dejamos pasar tanto tiempo?
 Pueda que tengas razón. Pero esto no depende de nosotros, así que vamos.

Ella puso los ojos en blanco y fue tras ellos.

La vivienda estaba en silencio y en perfecto orden. Recorrieron la casa de arriba abajo


examinando el ambiente en el que había crecido la pequeña. Benjamin encontró un
álbum de fotos entre los cajones y comenzó a ojearlo dejando escapar de vez en cuando
una pequeña sonrisa.

 No se puede negar que creció en un lugar lleno de amor. —Comentó Leah


alcanzando sobre un mueble un cuadro de fotos en el que aparecían Camill,
Bella y Gwen.
 Llevo observándola mucho tiempo. —Dijo Benjamin devolviendo el álbum al
lugar donde lo había cogido —. Y no he visto persona más feliz.
 ¿Creéis que querrá abandonar todo esto para unirse a la manada? —Preguntó
Chris.
 ¿Quién está hablando de abandonar? El objetivo es que sepa de dónde viene y
que vuelva a recuperar el contacto con su padre. —Aclaró Benjamin.
 Deberíamos irnos. —Dijo Leah —. Pueden aparecer en cualquier momento.

Devolvieron a su sitio todo lo que habían movido y se dirigieron a la salida. Cuando ya


estuvieron fuera, vieron acercarse a lo lejos el coche de Camill.

 Son ellas. —Habló Benjamin —. Vamos.

Tras llegar al coche, Leah volvió la vista atrás.

 Momento. ¿Y Krista?

Los otros dos se volvieron y confirmaron que ella no iba con ellos.

 No, no, no, no. —Profirió Benjamin haciendo el ademán de volver a la casa.
 ¿Qué piensas hacer? —Preguntó Leah deteniéndolo.
 ¿En qué está pensando ella? Va a mandar todo el plan a la mierda.
 Confiemos en ella, ¿sí? A lo mejor no le dio tiempo a salir.
 Si pasa algo, será responsabilidad tuya. —Expuso apoyándose al coche.
 ¿Y mía por qué?

Krista escuchó los pasos aproximarse por el pasillo y se metió al cuarto de Bella,
dejando la puerta un tanto entreabierta para poder salir de allí sin hacer el menor ruido
cuando se presentara la ocasión.

259
 Deberías descansar. Nos has dormido en toda la noche. —Le aconsejó Gwen
abriendo la puerta de su habitación.
 No tengo sueño Gwen y no creo que lo conciliara aunque lo intentase.
 Entremos de todos modos.

Cuando se metieron a la habitación, Krista contó hasta diez antes de salir. Caminó
sigilosamente por el pasillo e hizo los mismo por las escaleras. Cuando creía que ya lo
había conseguido, la voz de Gwen la sorprendió.

 ¡Hey! ¿Tú quién eres? —Preguntó desde el piso de arriba.

Volvió la mirada durante unos segundos antes de cerrar la puerta y salir corriendo.
Gwen bajó a toda prisa las escaleras pero ya no consiguió alcanzarla.

 Allí viene. —Dijo Chris.


 ¿Se puede saber en qué estabas pensando? —Comenzó a decir Benjamin.
 En que arranques el coche y nos vayamos de aquí antes de que os vea. —Dijo
subiéndose al coche.
 ¿De qué estás hablando?
 Que arranques el coche te digo.

El resto se subió al coche y salieron de allí.

 ¿Y bien? —Preguntó Benjamin cerrando la puerta tras ellos.


 No pude salir a tiempo de la casa así que me encerré en el cuarto de una de ellas.
Cuando pensé que todo ya estaba seguro, intenté salir lo más rápido posible pero
me descubrieron.
 ¿Qué, qué?
 Que sí. Que me vio. Pero creo que conseguí que no me siguiera.
 Para tu bien, espero que sea verdad. —Dicho esto, se retiró.
 ¡¿Qué?! —Preguntó alzando los brazos al ver que sus compañeros no apartaban
la mirada de ella —. No sé por qué hay que alargar tanto esta situación. ¿No han
sido ya bastante los años que el Alfa ha tenido que esperar? ¿Cuánto tiempo más
se va a prolongar esto? —Soltó un bufido y se marchó cerrando la puerta de
mala manera.

Los días siguieron su curso y durante ese período de tiempo todo se mantuvo en su sitio.
El incendió fue declarado un accidente y parte del edificio se encontraba en ruinas.
Bella había ido progresando poco a poco y había sido ya trasladad a una sala normal
donde ya podía recibir visitas. Tayler no había vuelto a ver Beth desde lo sucedido
porque necesitaba tiempo para asimilarlo todo. Convertirse en hombre lobo lo había
cambiado todo y tal vez ese cambio no había llegado en el momento adecuado. Arabella
seguía sus planes junto con Lizard de reunir a cuantos vampiros fueran posibles para
volver a conquistar Hallshire, sin desistir de la idea de tener a Andrew de su parte para

260
que la ayudara a vengarse de los hermanos Van Hood. Sin embargo, el proceso tomaba
su tiempo. Era cuestión de inteligencia pero sobre todo de paciencia. Ya había dado el
primer paso, que era acercarse a él, y ahora solo tenía que envenenarle poco a poco la
cabeza.

 Ya sé quién provocó el incendio. —Dijo Andrew llamando la atención de los


presentes.
 ¿Quién fue?
 Zacarías Peterson y sus vampiros.
 Ese vampirito está comenzando a cabrearme. —Expuso Katherine poniéndose
de pie —. Creí haberle dejado claro que no podía regresar. No solo lo ha hecho,
sino que por culpa suya me vi obligada a convertir a George, ha destruido el
Darkness, Bella ha acabado en un hospital y se han perdido muchas vidas por él.
A lo mejor debería ocuparme definitivamente de ese sujeto. —Dijo caminando
hacia la salida.
 No, hermana. —Expresó Sebastian deteniéndola —. Déjamelo a mí. Voy a
hacerle pagar todas y cada una de las cosas que ha provocado desde su regreso.
—Apretó los dientes haciendo denotar su enfado.

La puerta se partió en mil pedazos con la patada que le propinó y sin más, se adentró al
interior de la vivienda en busca de su objetivo.

 No hace falta que recorras toda la propiedad. —Escuchó desde el fondo del
salón —. Estoy aquí. —Zac asomó la cabeza tras el sofá y sonrió.
 Tú.
 Estaba esperándote. —Dijo levantándose y caminando hacia él —. Aunque
podrías ir arrestado por la manera en la que has irrumpido en mi casa. Eso se
llama allanamiento de morada.
 Te aseguro que lo último que me importa en este momento son las leyes. —Dijo
apretando los puños todavía sin avanzar hacia él.

Zac levantó las manos y bajó la cabeza en son de paz.

 Supongo que vienes por lo del incendio. ¿Te das cuenta? Siempre voy un paso
por delante de ti.
 Ese incendio le costó la vida a muchas personas.
 No seas hipócrita Sebastian. —Dio un paso hacia adelante —. A ti no te
importan las personas en general. A ti solo te importa una. Si está ella bien, el
resto puede irse a la mierda.
 Tú a mí no me conoces. —Dijo realizando pequeñas pausas entre palabra.
 No me hace falta. Somos iguales. —Se puso a su altura—. Completamente
iguales, aunque a diferencia de ti… yo no soy estúpido. —Sebastian apretó los
dientes —. Quizás lo mejor que hubiera pasado es que Bella perdiese la vida en
ese incendio.
261
Aquella frase fue la gota que colmó el vaso. Se produjeron unos segundos de tensión y
en el momento menos esperado, Sebastian le dio con la cabeza en toda la cara. Acto
seguido, le agarró de la nuca, levantó la rodilla y le golpeó la cara contra ella. Le cogió
del cuello y de un empujón lo estampó contra la estantería de libros. Caminó hacia él y
le colocó la bota en la zona de la tráquea, aunque para su sorpresa Zac se echó a reír.

 ¿Te parece gracioso? ¡Dime! ¿Te parece gracioso? —Presionó.

Cuando vio que se estaba ahogando, apartó la pierna, lo levantó y lo sentó de mala
manera sobre el sofá.

 Definitivamente es hereditario lo de resolver vuestros problemas a golpes. ¿Es


que se os negó el don de la labia?
 Agradece que no te mate ahora mismo.
 ¿Y a qué esperas, eh? —Preguntó relamiendo la sangre que bajaba de su boca.

Sebastian le dio la espalda y de una patada rompió una de las patas de la mesa de
madera que adornaba el salón.

 Espera, espera, espera. —Dijo Zac levantando la mano.


 ¿No querías morir? ¿Por qué voy a esperar para disfrutar de tu agonía?
 ¿Estás a punto de clavarme esa estaca por Bella? —Le cogió del cuello de la
camisa y le tiró hacia él —. Esa zorra no merece nada de ti. Si supieras lo que
hacen tu novia y tu hermano a tu espaldas no me estarías atacando a mí. —Le
soltó.
 ¿De qué narices estás hablando?

Zac soltó una risotada.

 Pregúntaselo a Logan. Estará deseoso de responderte.

Sebastian le sostuvo la mirada durante un período de tiempo intentando encontrar algún


motivo oculto tras aquellas palabras. Finalmente soltó la estaca y dio un paso hacia atrás
pero antes de marcharse levantó el dedo en señal de “como me estés mintiendo…”

 Lista. —Dijo Bella saliendo del baño ya cambiada de ropa —. Voy a echar de
menos este vestido de gala. —Expuso dejando la bata de hospital sobre la cama.
 Eso seguro. Te quedaba como un guante. —Dijo Gwen cogiendo su bolso sobre
la silla y colgándoselo al hombro.
 ¿Y la tía Camill?
 Firmando el alta.

Cuando cerraron la puerta tras ellas, Bella buscó a Sebastian con la mirada.

 ¿Y Sebastian? Me dijo que iba a venir.


 No lo sé. No ha aparecido en toda la mañana. A lo mejor se pase por casa.

262
 Sí, tal vez. Voy a llamarlo. —Dijo buscando su nombre entre los contactos —.
Me manda al contestador. —Apartó el móvil de la oreja y colgó.
 ¿Por qué estás tan preocupada? Quizás se pase por casa. —Gwen acarició su
hombro tratando de animarla.

Esta esbozó una sonrisa y asintió con la cabeza.

 Todo listo. —Informó Camill abrazándolas por las espalda — ¿Salimos de aquí?
 Sí, por favor. —Dijo Bella casi suplicando.

Tras unos minutos conduciendo, Camill aparcó frente a las casa y las tres se bajaron del
coche. Cuando Bella abrió la puerta de la casa fue recibida con un “sorpresa” por parte
de Carlie, Melanie, George, Tom, Hilary y Katherine.

 Oh, chicos. Muchas gracias. —Agradeció repartiendo abrazos para todos.

Sin saber por qué, recorrió la estancia con la mirada en busca de Logan y de Sebastian
pero no los vio por ninguna parte. Se sintió muy triste pero trató de disimularlo con una
sonrisa cuando Hilary se le acercó.

 Me alegro de que estés bien. Nos preocupamos muchísimo por ti. —Dijo
dándole un apretón en el hombro.
 Afortunadamente sí.
 Ya puedes decir que le has vencido a la muerte. —Comentó Tom uniéndose a
ellas.
 Ay, Tom, mamá. No la agobiéis tanto. —Dijo Carlie metiéndose en medio —.
Lo último que necesita en este momento es que le falte el aire.
 Solo le estábamos dando la bienvenida. —Se quejó Tom.
 No te preocupes, Carlie. Estoy bien.
 Pues asegurémonos de que siga siendo así. —Le cogió de la mano y la
acompañó a la cocina —. Vuelvo enseguida.
 ¿Y vas a dejarme sola?
 Que vuelvo enseguida. No me seas quejica.

Bella suspiró cuando esta se hubo alejado. No entendía por qué ninguno de los dos
estaba allí. Era el día que salía del hospital y ninguno había ido a recibirla. ¿Acaso se
habían olvidado? Sacó el móvil del bolsillo y antes de llegar al nombre de Sebastian se
detuvo en el de Logan. Lo observó con detenimiento indecisa entre si marcar o no.
Cuando se resolvió a hacerlo, la puerta se abrió y apareció Katherine.

 ¿Qué estás haciendo aquí?


 Digamos que Carlie me ha secuestrado aquí.
 Venga, sal. Que hemos preparado esto para ti.
 Oye, Katherine. ¿Dónde están tus hermanos?

263
 Solo dios sabe. Llevo aquí toda la mañana. Seguro que Sebastian aparece en
cualquier momento. —Dijo dándole la espalda y al percatarse de que no iba tras
ella, se volvió nuevamente — ¿Vienes o qué?
 Sí. Dame un minuto.
 Bien.

Cuando Katherine se hubo alejado, marcó nuevamente el número de Sebastian y otra


vez la mandó al contestador. Algo no marchaba bien. Lo intuía. Sin que nadie se diera
cuenta, salió de la cocina, cogió las llaves del coche sobre la mesa del recibidor y salió a
la calle. Se subió al coche, arrancó y salió en dirección a la mansión.

 Estoy de vuelta. —Dijo Carlie entrando con dos copas — ¿Bella? —Frunció el
ceño —. Oye, ¿alguien ha visto a Bella? —Preguntó llamando la atención de
todas las personas que estaban en el salón.
 Estaba en la cocina. —Dijo Katherine.
 Pues ya no está.

Camill se levantó, caminó hacia la mesa del recibidor y descubrió que las llaves ya no
estaban.

 No están las llaves del coche.


 Y tampoco está el coche. —Dijo Gwen mirando por la ventana.
 Sé adónde ha ido. —Expuso Katherine poniéndose en pie.
 Lo sabemos todos. —Habló Melanie.
 Yo me encargo. —Dijo Katherine dirigiéndose a la salida.

Lo primero que hizo Sebastian cuando llegó a la mansión fue recorrer todas las
habitaciones en busca de Logan, y sentía que su rabia iba en aumento cada vez que abría
una y esta estaba vacía. Salió de la casa y su mirada se dirigió sistemáticamente al
camino que llevaba al estanque de la parte de atrás de la casa. Tomó aire y se dirigió
hacia allí. Sintió una inyección de adrenalina cuando lo vio de espaladas con la mirada
perdida a unos metros donde se encontraba.

 ¿Tomando conciencia de tus actos? —Preguntó caminando hacia él.

Logan se volvió y clavó la mirada en su rostro.

 ¿No deberías estar en otro sitio?


 Incluso lo sabes mejor que yo. A lo mejor deberías ser tú el que este allí.

Logan frunció el ceño sin acabar de comprender sus palabras.

 ¿Tienes algo que reclamarme?


 ¿Tienes tú algo que decirme? Tienes muchas cosas sobre las que reflexionar,
Logan.

264
 ¿Por ejemplo?
 Déjame hacerte memoria.

El puñetazo en la mandíbula fue tan inesperado que no le dio tiempo a reaccionar. Se


dio cuenta de que el asunto iba en serio con los dos siguientes por lo que se vio obligado
a defenderse.

 ¿Te has hecho ya a la idea de por qué es la pelea? —Preguntó Sebastian tras
hacerle impactar contra un árbol.
 Quizás necesite que me sigas refrescando la memoria.

Respondió con un movimiento rápido que le permitió tener cierta ventaja sobre él. Le
dio un par de golpes en la espalda, volvió su rostros hacia él y cuando pretendió
golpearle de nuevo, Sebastian le detuvo el puñetazo y le dislocó la muñeca, provocando
que gruñera de dolor. Le agarró por la parte de atrás de la camisa y le hizo volar hasta
que impactó contra el suelo a unos metros de él.

 ¡Eres un hijo de perra! —Profirió

Logan se levantó del suelo con la respiración agitada y se recolocó la muñeca.

 Te recuerdo hermano que fue la misma mujer la que nos trajo al mundo. —Dijo
relamiendo la sangre que le bajaba por la boca.
 Reniego de ti.

Tras esas palabras, se lanzó contra él y ambos comenzaron a dar vueltas en círculo
chocando de vez en cuando contra los árboles. Sebastian soltó un grito de guerra que los
hizo acabar a ambos en el interior del cobertizo, rompiendo las paredes hechas de tablas.
Logan cayó entre la leña y Sebastian entre las herramientas.

 ¿Por qué no hablamos claro? —Preguntó Logan poniéndose en pie — ¿Qué es lo


que tanto daño te hace?
 Te dije… que te alejaras de Bella. Ella me pertenece.
 Bella no es propiedad de nadie.
 ¡Vaya! Te lo tenías bien guardado. Eres de lo peor, Logan. Vas por el mundo
amargado desde que perdiste a Carline, haciéndonos creer a todos que nada te
importaba. Sí. Bella es una joven muy hermosa, amable, cariñosa, pura.
Cualquiera se enamoraría de ella. ¿Pero sabes lo que pasa, hermano? Que ella
me eligió a mí. —Logan apretó los dientes —. Eligió estar conmigo. Y por eso
mismo, no voy a permitir que nadie se le acerque.
 Tienes razón. No me enamoré de Bella únicamente por su belleza. Su pureza y
su inocencia me hicieron ver el mundo de otra manera. ¿Estabas buscando una
respuesta? —Se hizo el silencio durante unos segundos —. Sí. Sí estoy
enamorado de Bella así como ella lo está de mí. Y por eso, no vas a impedirme
protegerla cuantas veces se me pegue la gana de hacerlo.

265
Sebastian sintió una punzada de dolor en el pecho. Era más rabia que dolor. Se sentía
engañado y traicionado. Su mente estaba bloqueada y todo a su alrededor se tornó
oscuro. No sabía cómo reaccionar. Cogió un trozo de cuartón del suelo, se lo lanzó a
Logan y esto lo atrapó en el aire.

 O eres tú o soy yo. —Cogió otro trozo —. Pero te aseguro Logan, que los dos de
aquí no saldremos vivo.

Comenzaron a girar en círculos sin aparatar la mirada el uno del otro, esperando ver
quién atacaba primero. No hubo necesidad de esperar por mucho tiempo porque ambos
atacaron al mismo tiempo. Se llevaron buenos golpes del trozo de madera que les dejó
heridas abiertas y enormes moratones. Logan lanzó el trozo de madera contra él y este
supo esquivarlo con mucha habilidad. Sebastian imitó la misma acción pero tampoco
tuvo éxito. Tras quedarse sin armas, se agarraron a golpes.

Bella aparcó el coche y fue recibida por Katherine tras abrir la puerta de la casa.

 Me asustaste.
 ¿Por qué te has ido así de la casa?
 Necesitaba hablar con Sebastian.
 Pues aquí no está. He revisado la casa de arriba abajo y no hay rastro de ninguno
de los dos.

De pronto, escucharon un fuerte estruendo que venía de la parte de atrás de la casa.

 El cobertizo. —Dijo Katherine dirigiéndose hacia allí al instante.

Bella fue tras ella y el espectáculo que encontraron no era digno de observar. Ambos
peleaban como las auténticas fieras que eran, dejando claro que era una lucha a muerte.
Bella sintió una presión en el pecho. Esa presión que no había parado de sentir desde
que había salido del hospital segura de que algo estaba pasando. Y tenía razón. Todo
eso era por ella. Estaban dispuestos a matarse por ella. Tenía que pararlo. No podía
seguir observando cómo se lastimaban el uno al otro sin importarles que eran hermanos.

 ¡Logan! ¡Sebastian! —Gritó.

Logan lanzó a Sebastian a unos metros pero este supo amortiguar la caída.

 ¿Cómo? ¿Cómo os atrevéis a montar tremendo espectáculo? —Dijo acercándose


más hacia ellos — ¿Os dais cuenta de que estabais dispuestos a mataros por mí?
—Primero miró a uno y después a otro.
 ¿No te parece que soy yo el que debería hacer las preguntas? —Intervino
Sebastian colocándose frente a ella — ¿Por qué, Bella? ¿Por qué? —Su mirada
dejaba entrever el dolor que sentía — ¿Tan difícil era decirme que no sentías
nada por mí?
 Claro que lo sentía. —Dijo sin apartar la mirada de él —. Sebastian yo… —
trató de tocarle pero él se apartó.

266
 ¿Y por qué? ¿Por qué con él? ¡¿Por qué?!

Se le llenaron los ojos de lágrimas. Se sentía acorralada. No quería hacerle daño. No


pretendía hacerle daño a nadie. Había llevado la situación hasta los extremos que
decidiera lo que decidiese ahora, causaría daño a uno de los dos o a ambos.

 No es lo que parece. —le tembló la voz.


 ¿No? —Ella negó con la cabeza — ¿Quieres explicarme tú lo que parece?
Porque esto no tiene otra manera de interpretarse. Los dos me habéis
traicionado.

Las lágrimas se le deslizaron sobre las mejillas. La expresión de dolor de Sebastian le


oprimía el corazón pero era incapaz de reaccionar. Incapaz de decir nada. Tenía el pulso
acelerado, el calor abrasaba su cuerpo, y lo único que hizo en ese momento fue bajar la
mirada para evitar seguir mirándolo a los ojos.

 Mírame a la cara, Bella. Al menos ten el valor de mirarme a la cara ahora.

Levantó la mirada hacia él.

 Dices que no es lo que parece, entonces, si tuvieras que elegir, ¿con cuál de los
dos te quedarías?
 ¿Qué? Eso es inaudito.
 ¿Tan absurdo parece? Has jugado con los dos, Bella. Me has mentido a la cara.
Has dicho y hecho cosas que realmente no sentías.
 Eso no es verdad. —Dijo tratando de defenderse —. Todo lo que he hecho, lo he
hecho porque lo sentía.

Sebastian se la quedó mirando durante un instante. Ya no creía en ella. Por un momento,


deseó que todo eso fuera mentira. Una pesadilla de cual despertaría en un abrir y cerrar
de ojos. Pero la miraba, y lo que veía en sus ojos, lo enfurecía aún más.

 En base a esos sentimientos. Dime, ¿con cuál de los dos te quedarías?

Bella frunció el ceño.

 ¿Te estás escuchando? ¿De qué coño me estás hablando Sebastian?


 De que por una vez por todas definas tus sentimientos. Nos tienes aquí a los dos.
Solo tienes que decir un nombre. No puedes seguir teniéndonos confundidos
porque hemos llegado hasta aquí por tus mentiras y tus engaños. —Bella negó
con la cabeza — ¡Habla de una vez!
 ¡No lo sé! —Soltó finalmente con las lágrimas en los ojos —. Lo último que
quería era hacerle daño a nadie. No me obligues a esto. No quiero acabar así.
Eres importante en mi vida al igual que lo es él. —Fijó la mirada en Logan.

Este último decidió no seguir escuchándola. Después de todo lo que había pasado no
esperaba esa respuesta de su parte. Estaba más que claro que no sabía lo que quería y lo
que más le dolía era que se lo había creído todo. A Bella le dolió ver cómo se marchaba
267
pero estaba bloqueada en ese momento. Su cabeza y su corazón no estaban de acuerdo.
Ambos le aportaban cosas diferentes a su vida y reconocía su egoísmo al no querer
perder a ninguno de los dos.

 Lo siento. Lo siento muchísimo.


 Yo sí que lo siento. —Habló Sebastian.
 Yo…te quiero Sebastian. Te quiero pero…
 No de la misma manera ni con la misma intensidad con la que lo quieres a él. —
Dijo mirando al cielo.

Tras unos segundos tratando de asimilarlo, se apartó y se alejó.

Bella levantó la mirada hacia Katherine y pudo leer la palabra decepción en sus ojos.

 Creí que eras especial, Bella. Pero eres solo una más del montón. —Se puso
frente a ella y se acercó los labios a su oído —. Aléjate de mi familia. —fijó la
mirada en la suya —. Ya bastante daño has causado.

Tras aquellas palabras ella también se retiró, dejando atrás a una desconsolada Bella,
que en ese momento se sintió las persona más horrible y miserable del mundo. Se había
dejado llevar por lo que sentía sin importarle las consecuencias, pero ¿hasta qué punto
podía ser doloroso el amor?

La puerta se abrió momento después de haber sonado el timbre. Morgan fijó la mirada
sobre su rostro al instante pero no dijo nada. Se hizo a un lado para dejarle paso y cerró
la puerta tras ellos. Se quedó donde estaba durante un minuto sin ir tras él y cuando
decidió hacerlo, lo hizo con paso rápido y decidido. Logan había ocupado unos de los
sofás de la estancia y ella se quedó de pie a su lado.

 ¿Vas a contarme lo que ha pasado?

No obtuvo respuesta de su parte.

 Aspecto de méndigo, la camisa manchada de sangre, el cabello enmarañado,


incluso puedo percibir la tensión. Déjame adivinar. Sebastian.

Logan levantó la mirada por primera vez.

 ¿Por qué?

Él todavía prefería guardar silencio.

 Logan, no puedes plantarte así en mi casa y quedarte callado. —Reprochó —. Si


quieres que te ayude, como tu amiga que soy, más vale que empieces a hablar.
Creo que he demostrado en varias ocasiones que puedes confiar en mí y que
juntos encontramos la solución a cualquier cosa.

268
 ¿Incluso a un corazón roto? —Soltó dejándola con la palabra en la boca —. La
verdad es que no sé lo que estoy haciendo aquí. —Se puso de pie —. No quiero
molestarte con mis dramas familiares que creo que tienes suficiente con
habernos conocido. No sé. Iré a cualquier parte que no sea a la mansión porque
lo último que quiero en este momento es regresar a ese lugar. —Echó a andar
hacia la puerta —. Lo mejor será que…
 ¿Quieres parar ya de decir estupideces? —Le cogió del brazo y le obligó a
detenerse de espaldas hacia ella—. Claro que no me molesta que estés aquí. No
me molesta que compartas las cosas conmigo, aunque utilizar el verbo compartir
ya es mucho decir. —Se puso frente a él —. Estoy aquí para lo que necesites,
pero… tienes que contármelo. Tienes que decirme lo que te pasa. No puedes
intentar resolverlo todo por tu cuenta. No puedes hacerlo todo a la vez. Tienes
que dejarte ayudar, Logan. Por primera vez… —Cogió sus mano entre las suyas
y buscó su mirada —. Por primera vez, déjate ayudar.

Apartó las manos y caminó hacia el salón a sabiendas de que él iba a ir tras ellas.
Cuando Logan hubo ocupado de nuevo el sofá, se sentó en la mesa frente a él.

 Estoy aquí, ¿vale? Estoy aquí.

Él se revolvió el cabello y apretó los dientes, en un intento de contener que todo lo que
llevaba dentro, explotara de golpe.

 Me juré a mí mismo que esto no iba a volver a pasarme, Morgan. —Clavó sus
ojos grises en los de ella —. Desde lo que ocurrió con Carline, no quise volver a
saber nada sobre el amor. Y así fue hasta que apareció Bella en nuestras vidas. A
pareció y le dio un giro de trescientos sesenta grados a todo el mundo que había
creado a mi alrededor. Se atrevió a barrer, fregar y ordenar toda la basura que
hacía siglos tenía encerrada en el sótano de mi cerebro. — Guardó silencio y
apretó la mano en un puño —. No sé por qué la deje entrar. Me negué una y otra
vez pero la dejé entrar. Y ahora está aquí —. Se dio dos golpes con el puño
sobre el pecho —. Aquí entró y aquí se quedó. Aquí. —Expuso con rabia y se
dio varios golpes en el pecho.
 Nadie es dueño de sus sentimientos, Logan. Es algo que no se puede controlar.
 Yo sí. Yo sí podía.
 ¿Te das cuenta de que estás hablando en pasado?

Se cubrió la cara con las manos y acabó peinándose el cabello con los dedos.

 Así que tú y Sebastian os habéis enfrentado porque finalmente se ha dado cuenta


de tus sentimientos hacia Bella. Y los de ella hacia ti.
 No. —Negó expresamente —. Ella no siente lo mismo. Ni siquiera sabe lo que
siente. Lo único que ha hecho es jugar con los dos.
 Tú no puedes afirmar eso.
 No siente lo mismo. Si sintiese lo mismo, me habría elegido a mí. —Dijo con
cierto pesar.

269
Después de un prolongado silencio, Morgan se trasladó de la mesa al sofá y colocó la
mano sobre la suya.

 ¿Sabes lo que me gusta del tiempo? —Logan la miró a los ojos —. Que con él,
todo se soluciona.

Consiguió arrancarle media sonrisa.

 ¿Sabes lo que me gusta de esto? —ella ladeó la cabeza esperando la respuesta


—. Que eres la única persona que desde que conocí, me ha hecho sentir bien
siempre. La única que nunca me ha juzgado y que me acepta tal y como soy.
 Por eso nunca me arrepentiré de haberte bloqueado la puerta en la tienda, de no
haberte quitado los ojos de encima en la fiesta de Andrew, de haber bailado
contigo y de haber hecho todo lo que hicimos juntos después de esa noche.

Se rieron con ganas.

 Aunque hayas estado a punto de perder la vida por nosotros.


 Siempre que sea contigo, me arriesgaré porque tengo la certeza de que tú nunca
permitirás que me hagan daño. —Le brindó una sonrisa y se abrazaron.

Al momento de separarse, se quedaron a medio camino con la mirada fija el uno con el
otro. Sus rostros estaban muy cerca. Demasiado cerca. Consciente de lo que hacía,
Logan comenzó a acercar su boca a la de ella, pero Morgan lo detuvo a unos
centímetros de esta.

 No me parece una buena idea. —Dijo en un susurro puesto que lo tenía casi
rozando sus labios.

Él asintió dándole la razón, pero eso no le detuvo y juntos sus labios con los de ella.

 Logan yo… —la cortó con otro beso —. Logan no… —y otro —…no creo que
sea lo correcto.

El último beso fue el que la dejó fuera de juego. Colocó las manos tras su nuca y le
permitió besarla. A medida que pasaban los segundo, el beso fue intensificándose al
igual que lo hacían los sonido de succión. Era tal la tensión sexual que se percibía en el
aire que Logan acabó atrayéndola hacia sí de manera que se colocó a horcajadas sobre
sus piernas. Bajó las manos hasta sus muslos e inició un recorrido por estos a medida
que arrastraba el vestido hasta que se deshizo de él y volvió a poseer su boca. Morgan
solo tuvo que romper lo poco que quedaba de su camisa para poder apreciar su
abdomen, su espalda y sus fuertes brazos bajo sus dedos. Se separaron por un instante y
se miraron a los ojos en silencio. Morgan le acarició la cara y el cerró los ojos con su
contacto para volver a abrirlos segundos después.

 Deberíamos parar. Tú no quieres esto.

Tras unos segundos de duda, Logan colocó la mano tras su nuca y la besó.

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 Claro que lo quiero. —Dijo tras separarse.

Tras aquellas palabras, Morgan se puso de pie, le cogió de las manos y le condujo hasta
la habitación. Allí, ella tomó la iniciativa dando lugar a los fogosos besos, dejando atrás
las dudas y dejándose llevar. Fue en cuestión de nada que los dos se quedasen
completamente desnudos, él encima de ella sobre la cama. Logan dirigió la mano hacia
su miembro y entró en ella con fuertes embestidas que dejaron escapar alentadores
gemidos de placer. La poseía con brusquedad como si ella fuese la culpable de todo lo
que estaba pasando. Culpable porque se hubiese vuelto a abrir al amor. Culpable porque
hubiese salido herido. De diferente manera pero con el mismo resultado. Esta vez no se
contuvo, desplegó los colmillos y los clavó sobre la palpitante vena de su cuello.
Morgan lo abrazó con fuera clavándole las uñas en la espalda. Era una sensación
extraña. Dolía pero no podía evitar sentir placer. Le colocó las manos en el cuello y
buscó sus labios. Le besó sin importarle el líquido rojo y viscoso que rodeaba su boca.
Nunca se había imaginado acostándose con un vampiro, pero ahora había comprobado
que era más placentero que con un humano. Todas las emociones eran el doble de
intensas. De repente, lo sintió. Echó la cabeza atrás mientras él se corría por dentro y
ella por fuera. Habían llegado al final, y lo que al principio pareció ser un castigo, acabó
convirtiéndose en la experiencia más placentera que jamás había tenido en la vida.

La mansión Van Hood estaba convertida en un auténtico puticlub. Música a todo


volumen, hombres y mujeres por todas partes, bebidas, drogas, sangre, sexo…
Sebastian había decidido tirar la casa por la ventana después de lo de Bella. Necesitaba
olvidar aunque fuera tan solo una noche. Se sentía engañado, traicionado, triste,
enfadado, … eran un montón de emociones que necesitaba controlar. Necesitaba sentir
que tenía el control de sus sentimientos al menos por una vez. Se había dejado llevar por
ella. Creía que todo había cambiado, que era distinto. Con ella podía sentir paz, sentir
que todas las cosas malas que había hecho no tenían importancia cuando estaba a su
lado. Se lo había creído todo. Que lo quería, que realmente estaban juntos porque tenía
sentimientos hacia él, que nunca lo dejaría solo, que siempre le apoyaría pasase lo que
pasase. ¿Y de que había servido todo? Solo había vivido en una mentira. Se había
dejado arrastrar por una mujer por la que lo habría dado todo, y ¿para qué?

Se acabó la cuarta botella de whisky y la bolsa treinta de sangre mientras cuatro mujeres
le daban el placer y las caricias que necesitaba. Tiró el vaso al suelo y se unió a ellas en
una orgía. Se alimentó de su sangre, dio y recibió placer, sintió lo que era divertirse de
verdad reencarnando a su antiguo yo. Su mente había conseguido desconectar durante
unas cuantas horas cuando de repente la música se detuvo y el silencio reinó en la casa.

 ¿Qué significa esto, Sebastian? —Preguntó Katherine en medio de la gente.

Apartó a las mujeres y se puso de pie como vino al mundo.

Katherine suspiró tratando de mantener la calma. Cogió los pantalones que estaban
sobre el sofá y se los tiró a la cara.

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 Haz el favor de cubrirte.
 Tranquilos chicos, que la fiesta continúa. —Dijo subiéndose los pantalones.
 De ninguna manera. ¡Todos fuera!
 ¡Quietos todos! —Katherine lo miró desafiante —. Tú no vas a decirme lo que
puedo o no puedo hacer. —Dijo colocándose frente a ella —. Pongan la música.
Esta vez más alta y que continúe la fiesta.

Tras unos segundos, la música comenzó a sonar de nuevo y el ruido volvió a la


propiedad. Sebastian la cogió de la mano y la arrastró hasta la salida.

 ¿Tú qué crees que significa esto, eh? —Katherine se zafó del agarre —. Tu
hermano me ha traicionado. Tu amiga se ha burlado de mí. He estado engañado
prácticamente todo el año. Lo único que necesito es un poco de diversión para
calmar las ganas que tengo de salir y acabar con los dos. —Habló entre diente
—. Así que sino te vas a unir a la fiesta te daré tres opciones. La primera,
quedarte tranquila y no interferir en mis asuntos. La segunda, largarte de aquí y
la tercera… adivina cuál es la tercera.
 ¿Me estás amenazando, Sebastian?
 ¿Tengo que ser más claro? —Expuso a medida que se le asomaban las venas
debajo de los ojos.

Katherine acortó las distancia entre ambos.

 Mírate. Das pena.

Fueron los instantes más tensos de toda la noche que acabaron con un enfrentamiento
entre los dos. Sebastian la cogió del cuello y la lanzó a unos metros de la casa.

 ¡Lárgate! —Profirió.

Katherine no tardó nada en ponerse de pie y correr a la velocidad del rayo hacia él. Sin
embargo, él la detuvo y la estampó contra la pared de la casa.

 Cuidado hermanita, que todavía sigo siendo más fuerte que tú. —Dijo con los
colmillos desplegados y los ojos plateados.
 ¿Qué? ¿Vas a pagar tu frustración conmigo? —Preguntó ella con las mismas
condiciones que él.

Sebastian fue relajando los músculos hasta que la dejó libre y replegó los colmillos
recuperando también así el azul de sus ojos.

 Déjame tranquilo. Es lo único que te pido. —Le dio la espalda y regresó al


interior de la casa.

Logan se levantó en medio de la noche, se dirigió al baño, se metió a la duche y cerró


los ojos cuando las primeras gotas de agua resbalaron sobre su frente. Había sido un día

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muy difícil. Necesitaba despejar la mente pero ni el agua caliente consiguió relajarle.
Estaba tenso, frustrado y lleno de coraje. No estaba enfadado por su enfrentamiento con
Sebastian, ni porque Bella no se hubiese decantado por ninguno de los dos. Estaba
enfadado porque ya no podía controlar lo que sentía. Se había negado tanto al amor que
ese sentimiento de negación se había vuelto en contra de él. No podía reprimirlo. Ya no
sabía cómo. Bajó la cabeza mientras el agua rebotaba sobre esta. Se revolvió el cabello,
apoyó las manos a la pared pero era tanto la presión que sentía que acabó abriendo una
grieta a la pared de un solo puñetazo, y observó como las pequeñas heridas se
cicatrizaban.

A la mañana siguiente, Morgan abrió los ojos y se encontró sola. Dirigió la mirada al
lado de la cama donde se encontraba Logan y se encontró con una nota que ponía: “lo
siento.”

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Capítulo 25
La vida no se contuvo. Al contrario, siguió su curso porque como ya es obvio el tiempo
no se detiene, no espera a nadie, solo sabe que sigue adelante. El pasado quedó atrás.
Quedó atrás pero no cicatrizó sus heridas. No era tan fácil. Todos se habían visto
perjudicados de una manera o de otra.

ARABELLA.

Seguía reclutando vampiros para atacar Hallshire y hacerla suya. Convertirla en la


ciudad de los vampiros. Una ciudad que viviese bajo sus órdenes. Una ciudad
despiadada que atacase cuando ella lo pidiera y que matase sin compasión a los
humanos. Una ciudad libre, donde no iba a ser necesario vivir ocultos con temor a ser
descubiertos y a atacar en la oscuridad. No por ella sino en honor a la especie. En honor
a él. Nunca lo había olvidado, y nunca iba a olvidar que por culpa de los hermanos Van
Hood lo habían matado. No le importaba que todos no se hubiesen visto implicados, ya
que solo bastaba uno para para incluir al resto. Aguardaba pacientemente como fiera
que acecha a su presa, en silencio, calculadora, avanzando lentamente entre la hierba,
controlando cada movimiento de su cuerpo al mismo tiempo que procura que su comida
no le descubra y se escape, amiga del tiempo, hasta que de pronto… ¡zas! La tiene entre
sus garras.

MORGAN

Después de aquella noche, ambos actuaron como si nada hubiese sucedido entre ellos.
Seguía frecuentando la mansión Van Hood aunque ya no tanto como al principio porque
lo que se respiraba allí era pura tensión. Decidió que lo mejor para ella era alejarse
durante un tiempo, retomando el trabajo en la tienda y dedicándose a su libro de
hechizos. La vida había vuelto a la normalidad, aunque echaba de menos el riesgo de
vez en cuando. Nunca se había sentido tan cerca de la muerte hasta que los conoció. Sin
embargo, le gustaba. Le gustaba saber que hacía algo bueno para proteger a lo más
próximo que había sentido como una familia. Su infancia no fue nada fácil. Nunca nadie
la había protegido como ellos lo habían hecho. Sí, era una familia disfuncional, alocada,
con sus altos y bajo, pero una familia al fin y al cabo.

KATHERINE

Se pasaba la mayor parte del tiempo en casa de Andrew. La mansión se había


convertido en una mansión fantasmal. No se veía a nadie por ningún lado y cuando se
encontraban por casualidad, era imposible estar en la misma habitación. Esta vez no
sirvieron de nada sus trucos de ser la pequeña y las más querida de la casa. Ninguno la
escuchaba, más bien la atacaban a ella como si fuese la culpable de que Bella hubiese
jugado con los dos.

No quería admitirlo debido al orgullo que les caracterizaba, pero Andrew le había
servido de apoyo en todos los sentidos. No la había dejado sola ni un instante y ella
sabía por qué. No solo lo sabía sino que también le correspondía aunque no quería

274
ponerle etiquetas a la relación. Parecía una mujer insensible con respecto a esos temas
pero en su interior tenía miedo a perderlo. Miedo a que en algún momento él se cansara
de solo acostarse con ella y exigiera algo más. Algo de lo que no estaba dispuesta ni
preparada a ofrecerle. No porque no quisiera ni tuviera sentimientos hacia él sino por
miedo de no estar a la altura. Era increíble pensar que mujer como ella le tuviera a
miedo a algo así. Nunca le habían faltado pretendientes. Podía tener a quien quisiera y
cuando lo dispusiera. Pero con Andrew era diferente.

Lo observaba en silencio desde su lado de la cama, después de un apasionado momento


de sexo. Era increíblemente sexy cuando dormía. Parecía ajeno a todo lo que le rodeaba
así dormido. Sin saber por qué, se le escapó una sonrisa. Estaba feliz de poder contar
con él en todo lo que necesitaba. Feliz de estar a su lado.

TAYLER

Por fin había tomado la decisión de abandonar la casa de sus padres. Decisión que no
sentó bien a ninguno de los dos porque su madre culpaba a su padre de la situación,
tanto que le había pedido el divorcio. A fin de cuentas, Tayler era el único que aún los
mantenía juntos. Si él se iba estaba claro que no iban a seguir juntos.

Había desistido de regresar a los entrenamientos tras la primera vez que lo intentó y la
cosa no acabó bien. Beth lo había llamado un montón de veces pero él siempre lo
rechazaba o dejaba sonar el móvil hasta que la mandaba al contestador. Seguía
transformándose cada luna llena. Y cada vez era como la primera, doloroso a más no
poder. Se mantenía trabajando de mesero en el Pitt´s aunque su madre insistía en que se
mudara con ella.

Una noche regresando de trabajar, se encontró con un hombre frente al edificio en el


que vivía. Dijo ser enviado por el clan de Media Luna para ser su guía porque Beth
había renunciado. Tras haber asentido con la cabeza sacó el móvil y marcó el número
de esta. Tras mandarle al contestador en los dos primeros intentos por fin respondió al
tercero. Tayler no le permitió decir nada y le citó en el lago donde se encontraron la
primera vez. Salió corriendo de inmediato sin importarle la visita. Cuando llegó al lago
no albergaba ninguna esperanza de que Beth fuera a aparecer. No obstante, esperó.
Esperó por más de una hora y cuando pareció que no fuera a venir se dispuso a
marcharse, y al girarse sobre sus pies, se encontró frente a frente con ella. Alzó los
brazos en señal de “aquí me tienes” y le retuvo la mirada esperando a que comenzara a
hablar. Él le preguntó por qué había decidido dejar de ser su guía, y ella clara y concisa
le respondió que porque no pensaba ir detrás de una persona inmadura que no sabe lo
que quiere, que desaprovecha las oportunidades que tiene frente a sus ojos, que siempre
vive en el pesimismo y que no lucha por intentar sacar la mejor versión de sí mismo.
Tayler le dio la espalda como una forma de analizar todo lo que le había dicho, se
revolvió el cabello, volvió la mirada hacia ella y en el momento menos pensado, caminó
hacia ella más decidido que nunca y la besó. “Ayúdame a ser mejor persona” —Susurró
a escasos centímetros de su boca casi rozando sus labios, en tono de súplica. Beth
accedió con los ojos cerrados y él volvió a poseer su boca.

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SEBASTIAN

Estaba destrozado. Era una versión de Logan pero peor. Desde lo de Bella no hacía más
que organizar orgias, alimentarse de inocentes atacando a plena luz del día, beber,
destrozar la casa, enfrentarse a Katherine cada vez que ella intentaba hacerle entrar en
razón y coleccionar estacas para Logan. Cada vez que pulía una no le parecía lo
suficientemente afilada para atravesarle el corazón. En ese momento le odiaba. Le había
arrebatado lo único que le hacía sentirse normal. Que le hacía sentirse humano y con lo
que estaba en paz consigo mismo. Por más que lo analizaba no lo entendía. O su cabeza
no quería entenderlo. Traicionado por su propio hermano. Le importaba una mierda el
juramento en ese momento. Ese podía irse al infierno junto con Logan.

En cuanto a Bella, la seguía queriendo con locura pero pensar en ella era pensar en
vengarse. Inconscientemente quería hacerle daño. Hacerle sentir como él se sentía pero
no era capaz. Todos sus recuerdos con ella eran preciosos. Cada rato juntos, cada beso,
cada mirada, cada caricia, … Sin embargo, ahora todos esos recuerdos se habían vuelto
oscuros al imaginarse que los compartía con Logan.

Tiró el vaso de whisky contra la ventana y se volvió sobre sus pies. Katherine que lo
había observado todo, se lo quedó mirando y él tuvo que apartarla de un empujón para
salir de allí. El cielo estaba exento de estrellas y la luna oculta por las nubes. Esa
madrugada atacó a siete personas y amontonó los cadáveres en plena carretera. Cuando
se alimentó del último una voz femenina le preguntó si por fin había satisfecho sus
ansias. Sebastian levantó la mirada hacia la joven, que se presentó como Melinda y le
ayudó a ponerse en pie.

 Estas no son horas para que alguien como tú ande por la calle. —Dijo dispuesto
a seguir su camino.
 No si soy una como tú.

Sebastian se detuvo a unos metros y se volvió hacia ella. Tras unos segundos, ella
también se volvió hacia él con los colmillos desplegados.

 ¿Te apetece seguir cazando?

Él sonrió malévolamente mientras le tendía la mano y juntos continuaban con la cacería.

LOGAN

Había cambiado. Había cambiado bastante y él lo notaba. No había querido admitirlo


pero Bella lo había conseguido. Inconscientemente lo había conseguido. Pese a todo lo
que había pasado últimamente, no se la había quitado de la cabeza. Su rostro había
remplazado al de Carline. Su recuerdo seguía vivo en él pero ya no como hacía siglos
atrás, y lo mejor de todo es que no se sentía culpable como pensaba que sucedería si
reemplazaba su recuerdo.

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