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A Olga Teresa Depierro que me recibió dos veces en la biblioteca del ISFD 19 de Mar del Plata:
como estudiante en 1987 y como profesora de didáctica en 2004.
María Emilia López invita y sugiere revisar el concepto de disponibilidad – estética, lectora,
social – con el fin de repensar la relación entre las personas adultas y las infancias, las familias,
las y los cuidadores, las y los docentes, bibliotecarias, bibliotecarios y las niñas y los niños más
pequeños que: “exige sobre todo ese ejercicio afectivo y epistemológico de poner en suspenso
conceptos, certezas o gestos aprendidos” (López, 2016, p. 22). Y es en ese sentido en el que
podemos imaginar a la bibliotecaria, el bibliotecario entramado en la vida escolar sembrando
gestos lectores, trabajando en forma colectiva, construyendo comunidad. Para ello, la biblioteca
se constituye como parte de la escuela, como un espacio en donde se planifican proyectos,
secuencias y escenas amorosas de lecturas y escrituras, con el propósito democrático de ser
parte del espacio alfabetizador (Nemirovsky, 2009; Ferreiro,1999; Lerner, 2001). Un espacio
fértil de escucha y producción de sentidos donde la mediadora, el mediador cultural se atreve a
jugar, leer y escribir, decide compartir sus tesoros con ternura y se sabe responsable del diseño
de un territorio otro que a su vez dialoga con las aulas.
Quien media ofrece lecturas, libros y encarna un gesto que implica, al menos, la categorización
de la lectura como una práctica socio cultural históricamente cambiante (Chartier, 1994;
Kalman, 2003; A.M.Chartier, 2004; Littau, 2008; Viñao Frago, 2007), una práctica social que
forma parte y alimenta un proceso individual, unos modos de leer que son afuera y se propician
1 - Mila Cañón es Maestra de primaria, Profa. y Dra. en Letras. (FH- UNMDP). Es docente de Literatura infantil y juvenil (d.1994)
y de Teoría de la lectura. Dirige junto a Carola Hermida GRIEL: https://www.griel.com.ar/ (CeLeHis – CECID - FH-UNMdP) y
Catalejos. Revista sobre lectura, formación de lectores y literatura para niños.
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Ñ
Ñ es un fanático del manga. Los busca en las librerías especializadas y los lee en
Internet. Participa de varios foros de fanáticos como él y pasa mucho tiempo
buscando traducciones y traduciendo los mangas que quiere leer.
P
Yo tendría cinco años, calculo, porque mi abuelo estaba vivo todavía. Siempre lo veía
leer y eso me producía una especie de fascinación. Entonces, un día fui, subí a una
silla, agarré un libro de la biblioteca de mi abuelo y me senté en el umbral de la
puerta de mi casa. Nosotros vivíamos en Adrogué, en una calle que estaba muy
cerca de la estación. Aunque el barrio era muy tranquilo, la gente que venía de la
Capital pasaba por la puerta de mi casa. Cada media hora, un mundo de gente que
había tomado el tren. Evidentemente, yo me senté ahí para que los que pasaran me
vieran leer. Y, desde luego, yo no sabía leer. Pero estaba ahí sentado mirando ese
libro para que vieran cómo leía y de repente apareció una sombra que me dijo que yo
tenía el libro al revés (Piglia, 2010) (p. 15).
En la escuela la huella social es ineludible, cada aula y biblioteca son comunidades de lectoras,
lectores y escritoras, escritores inevitablemente, que más allá de la graduación pueden
desagregarse en otras que desarrollen prácticas diversas con el propósito social y didáctico de
recrear adentro las postales del afuera. En la escuela es posible planificar por ejemplo con estos
propósitos lectores: La sala de cinco años que lee un texto extenso como Dailan Kifky o los
primeros y segundos grados que se agrupan en forma flexible para trabajar autoras y autores
que producen libros álbum y se apropian de una poética eligiendo a su autora, a su autor
integral favorito (Isol, Anthony Browne, Istvansch); un club de lectores de historietas en la
biblioteca y el ateneo de las y los lectores de libros informativos sobre dinosaurios para
convertirse en expertas, expertos y recorrer las aulas exponiendo saberes; un taller poético que
dará por resultado una intervención en los recreos, la clase de literatura sobre textos de humor
para producir escrituras de invención o la investigación sobre Mafalda en sexto grado de la
escuela primaria con el propósito de diseñar una galería de viñetas preferidas, entre tantas
otras ideas. Cada grupo abraza un proyecto, una secuencia, un tema, un género, un
agrupamiento disímil, una autora o un autor y por un tiempo sostenido vive en esas lecturas
compartidas.
Lecturas y lectores que demandan planificaciones, intervenciones y tiempo didáctico, cuando
suceden en la escuela, como también constituir parejas pedagógicas que se fortalezcan en el día
a día y su seguimiento. Esta mirada podría configurarse al interior de los equipos docentes
cuando la bibliotecaria, el bibliotecario ofrece a las y los adultos sus tesoros: una forma
poético-académica de compartir palabras y alimentar subjetividades, lecturar, nos dice María
Emilia López (2018).
Imaginar la mediación de este modo, se sostiene en un conjunto de creencias, representaciones
y marcos teóricos que habilitan modos de leer amorosos: las infancias y juventudes todas como
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Habrá que establecer una diferencia entre las condiciones materiales para la práctica
de la lectura y la escritura o la disponibilidad de la cultura escrita y las condiciones
sociales para hacer uso y apropiarse de ella o el acceso a la cultura escrita. Se utilizan
ambos términos para distinguir la distribución de los materiales propios de la lengua
escrita de los procesos sociales subyacentes a su apropiación, diseminación y uso.
(Kalman, 2003, p.39)
En algún punto, este desarrollo de Kalman se cruza con la idea de Carina Kaplan acerca de la
necesidad de generar y acercar “soportes materiales y simbólicos, externos e internos al otro”
(2022, p. 17), puesto que no sólo es necesario poseer materiales sino oportunidades de acceso,
o sea, situaciones sociales para compartir – siendo lectora, lector convencional o no- escenas
sociales de lectura y situaciones escolares para formar parte de comunidades de lectores, para
aprender lo necesario, hacer uso y apropiarse de los soportes materiales y simbólicos, en y más
allá de la escuela.
Este texto homenajea en su título a Aidan Chambers (2007): Dime con quién lees 2 quiere invitar
a la escucha y al silencio, pero sobre todo quiere abrazar amorosamente a cada persona adulta
que habita la escuela – desde hace mucho o desde hace poco, porque tal vez recién se está
iniciando- , y necesita, quiere o puede habitarla desde la “tecnología de la atención” (Escudero,
2022; Patte, 2021), cuando, también su vida, como evidenció la pandemia, es atravesada cada
día por las urgencias, las subjetividades y la pauta social que empuja, enturbia, acelera, muchas
veces, decisiones apuradas. “Quiero un tiempo no apurado” piden las infancias, “un tiempo de
jugar que es el mejor”, escribió María Elena.
Fortalecer, entonces, la mirada adulta sobre la importancia del lenguaje, la construcción en el
juego, los itinerarios del silencio, o el poder de las ficciones, sin creer en las recetas fáciles, en los
resultados inmediatos, creer en los procesos y saber acompañarlos es una invitación y una
decisión política en la escuela como lugar y ocasión social de todos los sueños.
La lectura no es un mecanismo ni una habilidad, no se termina de aprender a leer y no es
transferible de una a otra situación, es una práctica situada y por ende cambiante que ofrece
nuevos desafíos mientras el mundo, los dispositivos y las subjetividades se modifican a una
velocidad inusitada (Viñao, 2007; Ferreiro, 2001). No obstante, afianzamos el sentido
democratizador de la escuela y la alfabetización. No es un decir, es un hacer, dice Octavio Paz, y
de la mano de la poesía y las metáforas que ensayistas e investigadores han desarrollado en
torno de la lectura: refugio, nido, choza, abrigo, casa, viaje (Petit,1999, Reyes, 2007; López, 2021),
2 - Este artículo es producto de la conferencia en el 1°Encuentro Provincial de Lecturas Más Lecturas es el Plan, que tuvo lugar
en la ciudad de Mar del Plata los días 22 Y 23 de septiembre 2022.
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que ofrecen miradas sensibles, las categorías lectura intensiva y extensiva aportan aquí un
anclaje para organizar la tarea (Viñao, 2007).
Las propuestas exploratorias de materiales digitales o analógicos recrean postales sociales
frecuentes: visitar la librería, buscar en sus mesas o anaqueles, revisar el estante en la
biblioteca, buscar información en un dispositivo, leer reseñas de libros o seguir a un booktuber.
Estas prácticas socio culturales se planifican en la escuela con un doble propósito: explorar,
descubrir, seleccionar, leer con otras, otros y para otras, otros – inclusive cuando aún no se
posee el nivel convencional-, buscar para estudiar e investigar, para por otro lado, construir
paulatinamente a la lectora y el lector explorador que lee por sí misma, mismo, a través de esta
lectura extensiva, más fragmentaria, superficial y errática, en la que se personalizan y dirigen
cada vez más específicamente los objetivos, como hacen las lectoras y los lectores expertos
(Viñao, 2007;Papalini, 2015; Albarello, 2019).
Por otro lado, esto es posible cuando la curaduría de los materiales por parte de docentes y
bibliotecarias y bibliotecarios, los circuitos, los recorridos forman parte de la planificación de las
escenas lectoras, entonces, diseñar la mesa de libros, los itinerarios de lectura, los talleres, o los
corpus – que tal vez incluyan lenguajes diversos- es una tarea que inicia el trabajo de la y del
mediador. La mesa de libros que con materiales sobre animales diversos para seleccionar sólo
los que viven en el mar, por ejemplo, debe ofrecer retos: diferentes géneros y soportes, textos
que habrá que descartar – por ser literarios ya que no ofrecen información científica- y otros
que por su extensión dificulten la tarea, o búsquedas más especializadas. En este sentido, no
sólo se aprende sobre un tema o sobre un contenido sino que se realizan y aprenden las
prácticas: discernir cómo leer, cómo buscar, en dónde, con qué propósito es un objetivo
fundamental (Valdivia, Malacarne, Cañón, 2022).
La escuela tradicional se amparó durante mucho tiempo, tal vez el periodo de la biografía
lectora de muchos, detrás de la lectura silenciosa e individual cuando los paradigmas respecto
de la alfabetización, la lectura y la escritura atendían a las habilidades (Dubois, 2015). Y si bien
es cierto que las y los lectores expertos leen textos extensos y complejos en soledad y la vida
académica lo demanda (novelas, ensayos, tratados, artículos, ni informes, manuales, etc.)
también lo es que para llegar allí hubo, en el sentido de Kalman, accesos y apropiaciones
sociales en el camino, derechos que a veces no existieron (Cándido, 2013; Petit, 2015). Por ello,
el enfoque de Dime recuerda que es en la construcción y los intercambios honestos donde se
dirimen, contrastan, polemizan los sentidos, es en las prácticas sociales con otras, otros, donde
se descubren inclusive los obstáculos y procedimientos textuales para crecer como lectoras y
lectores (Chambers, 2007; Fittipaldi, 2012). Las propuestas extensivas: mesas de libros, fiestas
de lectura (con tendales de poemas, proyecciones, PUP, recitados, por ejemplo), visitas de
autoras y autores o abuelas y abuelos que narran contribuyen a diseñar nanointervenciones en
el sentido de Analía Gerbaudo (2017) y alimentan los ambientes lectores, con el fin de compartir
escenas potentes, conservar y preservar representaciones necesarias pero deben equilibrarse
con las propuestas de lectura intensiva mediadas que paulatinamente emanciparán a la lectora
y el lector (Peroni, 2013).
La lectura intensiva que se describe en los inicios de la historia cultural es una práctica
necesaria: “Se trata de lecturas concentradas, atentas, rumiadas y digeridas, en las que el lector
se implica o se ve implicado y en las que, de un modo u otro, resulta afectado por lo que lee”
(Viñao, 2007, P. 58). En la escuela esta práctica se apoya, en principio y en cada nueva ocasión,
y además frente a los textos desconocidos (autores, géneros, temas) en la lectura mediada, a
partir de las intervenciones de la mediadora y del mediador que invitan y enseñan a releer, a
hallar patrones, focalizar, preguntar y contestar, comentar; atienden a la semántica del texto, a
las palabras nuevas y por descubrir, pero también a la estructuración de los discursos, sus
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En todos los casos la planificación de ambientes lectores donde se vivan escenas amorosas
considera a una o un mediador que liste previsiones y se sostenga en determinadas categorías
teóricas. El punto de arranque es la selección de textos: resistentes (Fittipaldi, 2020),
desafiantes - sorprendentes (Carranza, 2020), potentes (López, 2018). Textos que ofrezcan
niveles de complejidad, puesto que los niños, niñas y jóvenes atraviesan años de vida durante
su escolaridad, para crecer como lectoras y lectores es necesario que crezcan los desafíos, por
eso la progresión es una exigencia que va atada a la secuencialidad, y otro criterio que rige las
prácticas es la diversidad, el abordaje de textos variados con diferentes propósitos, cada vez
más complejos.
Los desarrollos respecto del concepto modos de leer provenientes de la teoría literaria,
muestran en forma sucesiva las dos operaciones que marcan el trabajo de quien media cuando
se trata de la formación lectora: qué leer y cómo leer (Ludmer, 2015; Bombini y López, 1994;
Hermida, 2019). Y el cruce de saberes necesarios señala que el territorio de la lectura, en general,
implica conceptualizaciones en zona de borde disciplinar (Gerbaudo). 3 Las articulaciones entre
los estudios acerca del campo literario para las infancias que se encuentra atravesado por
operaciones – editoriales, culturales, críticas, pedagógicas – y los modos de leer, impactan en las
condiciones de producción y en la selección de textos y su mediación, en relación con los
posicionamientos adultos que redefinen su relación histórica y política con los niños, niñas y
jóvenes evidenciando las representaciones sociales; se suman a este subcampo de lo literario,
por ello, operaciones específicas de un campo cultural que se ha delimitado desde el tutelaje
(Díaz Rönner, 2011; Carranza, 2007; Cañón, 2019, Valdivia y otros, 2022).
Las colecciones de libros que el Estado ha enviado a las escuelas argentinas apuestan a la
diversidad y a la complejidad en función de su representación de las infancias (Hermida y otros,
2016) y a las circunstancias, por supuesto. Pluralidad de autoras y autores integrales, escritoras
y escritores e ilustradoras e ilustradores, no sólo argentinas, argentinos: María Wernicke,
Liliana Bodoc, Pablo Bernasconi, Istvansch, María Teresa Andruetto, Cecilia Pisos, Florencia
Gattari, Tove Jansson, Fabio Morábito o, entre otras, otros, Clarice Lispector, libros de
editoriales monopólicas, pero también de editoriales independientes o pequeñas editoriales
bien distintas, que fueron protegidas por el Estado en plena pandemia; géneros complejos y
lectoras, lectores imaginados en los protocolos de lectura que se proponen.
De los libros que han llegado a las escuelas y sus bibliotecas escolares
(2003-2015/2021-2022-2023) se pueden leer y seleccionar varios que diseñen un itinerario de
lecturas organizado a partir del criterio espacial que imagina la lectura como nido, el libro como
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3 - “llamo zona de borde a los espacios de intersección que se crean en los límites de las disciplinas, sin incluirse de modo
completo en ninguna pero recuperando aportes de todas las involucradas” (Gerbaudo 2009, p. 171)
4 - Estas ideas fueron desarrolladas en profundidad en Cañón, 2017, 2021.
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llegue a las escuelas en papel. Bustamante genera un universo de relatos que van de lo
cotidiano a lo fantástico y realiza un trabajo intertextual que puede interpelar o no a una lectora
o lector entrenado, cuando apela a los cuentos maravillosos, a Kafka en la Metamorfosis, a la
misma Teresa Andruetto y su novela Veladuras, por ejemplo. La ironía es el procedimiento para
incluir el tema de la muerte, pero también para reírse de las facturas que trae el cartero.
Veladuras
-Es cierto que la escritura es terapéutica – pensó-, pero no debo desudarme al punto
de que todos descubran los intersticios de mi alma.
Sentada ante su computadora, decidió trabajar con veladuras. No se dio cuenta en
qué momento dejó de escribir para dedicarse a pintar ángeles y santos (p. 39).
La niña, el corazón y la casa de María Teresa Andruetto es una novela presente en los envíos del
Plan Provincial de Lecturas y Escrituras de la Provincia de Buenos Aires
Bibliografía
investigación del campo de la literatura para niños, niñas y jóvenes y las prácticas lectoras, 16
de abril de 2021. (2020)
Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=qut8k1NCugI&t=4173s
Gerbaudo, A. Literatura y enseñanza. En Dalmaroni, M. (direc.). La investigación literaria.
Problemas iniciales de una práctica (pp. 165-194). Ediciones UNL. (2009).
Gerbaudo, A. Más allá de la anécdota. Algo más sobre una fantasía. En Gerbaudo, A. y Tosti, I.
(2017). Nano-intervenciones con la literatura y otras formas de arte. UNL. Facultad de
Humanidades y Ciencias. (2017).
Disponible en: https://www.fhuc.unl.edu.ar/cedintel/wpcontent/uploads/sites/16/2019/07/mas_alla_anecdota_vf2.pdf
Hermida, C., Cañón, M., D’Antonio, F. y Hermida, A. C. Libros que importan. La literatura para
niños en la Educación Primaria. Punto de fuga/ 19. (2016).
Disponible en https://drive.google.com/file/d/0B8IMY8zPH6jlMGs0OW9fT0YzSk1EeWlpRXRfUXcxUTEtaDJF/view?usp=sharing