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El monstruo y yo
El congreso efectuado ha sido francamente enriquecedor, aportando un amplio
panorama de la figura monstruosa en la literatura y en el arte.
Las palabras son una fuente de información inagotable, recurrir al étimo generalmente
es de ayuda a la hora de definir un concepto; en este caso, el monstruo debería ser
aquello que se desea mostrar, si bien, el término ha derivado a algo que infunde temor,
respeto, miedo, repulsión… El monstruo pasaría de ser extraordinario (entendido como
prodigio), a algo fuera de la norma (entendido de forma peyorativa).
El monstruo es una excusa que el “yo” utiliza para creerse racional por completo, la
oscuridad y lo incomprensible serán sus atributos; se moverá por zonas empañadas,
deshabitadas por la razón. La figura monstruosa aterra porque es reflejo del ser, en este
sentido Borges diría: “La paternidad y los espejos son abominables porque aumentan el
número de hombres”. La cita es bastante reveladora- el escritor bonaerense delimita lo
monstruoso al ser humano; puede llegar a ser atroz y digno protagonista de pesadillas.
Los miembros de la especie humana se han protegido de acusaciones señalando
culpables que no existen sino en ellos mismos. Los monstruos nacen de las dudas,
temores y conductas irracionales, en palabras de Rafael Ángel Herra: “El otro inquieta
porque el “yo” lo reconoce más allá de lo visible, la imagen duplicada revela algo del
sujeto, algo de sus angustias latentes, el yo repliega esto en el otro, el otro arrastra las
sombras de su productor, está al acecho, recoge su basura. Gracias a que el monstruo es
otro, gana en tranquilidad.”
El objeto de interés del congreso (y de este breve ensayo) tiene una y mil caras,
humanas, no humanas… que se reducen en una misma, pues, parafraseando un título de
Julio Cortázar, se esconde; todos los miedos, el miedo. Así es, el monstruo puede tomar
apariencias muy diversas, se disfraza, encuentra en su centro distintas causas, pero, en sí
mismo, se trata de un encuentro con el propio ser, con regiones poco exploradas de los
instintos.
La ciencia, que hoy parece respuesta universal, intenta reducir el monstruo a una
definición de enciclopedia, a enfermedades mentales. El afán empírico es enemigo de lo
insólito, porque la razón repudia, como si de un hermanastro odiado se tratara, al
espíritu irracional (heredado de una vida animal, previa a la evolución) enterrado en los
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Grajales Cardona, Sebastián
intentos de civilizar siglo tras siglo. Ser humano supone contradecirse, de la misma
forma, los monstruos son paradójicos, están vivos y muertos, son otro y son uno mismo.
Como decíamos, las brujas formaban parte del imaginario popular como una figura
terrible y amenazadora, si esto sucede, es porque gran parte de la sociedad era
perfectamente ignorante de las artes que ciertas mujeres podían conocer y cuyas
aplicaciones, en ocasiones, resultarían en beneficio de la comunidad; la vieja historia del
miedo y el orgullo. Como apunte, cabe destacar que Galileo fue acusado de hereje, no
de brujo.
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Grajales Cardona, Sebastián
era devorado por una serpiente para que cada mañana pudiera resurgir
rejuvenecido).
Más tarde, en la tradición mitológica griega se produce una racionalización del mito:
Las harpías eran las guardianas del ascenso del alma. Las sirenas, por su parte,
muestran el sonido terrible y atrayente del mundo animal. Y la esfinge sería
protectora de un tesoro no tanto material como de pensamiento, algo intangible.
Durante la Edad Media se experimenta una cristianización, lo monstruoso vuelve a
ser símbolo del pecado, del mal, del maligno, es el descenso a lo animal. Simbolizan
la muerte de la condición humana, las harpías muestran su sexo; llevan a la
perdición. Son un recordatorio de que la animalidad es algo que no se ha de seguir,
el camino del ser humano debe llegar a la espiritualidad. El símbolo del ascenso y la
pureza se representa sin rasgos monstruosos. Los monstruos están más allá del
espacio conocido, lo desconocido está habitado por el mal, por toda una suerte de
criaturas. Los dragones en este momento de la Edad Media es monumento de lo
monstruoso.
En el Renacimiento fueron símbolo de la filosofía neoplatónica, el camino del
humano hacia lo espiritual es el camino hacia lo monstruoso y animal.
El monstruo del XIX empieza a tener una seducción física, sensual que se
profundizará más en el XX. A finales del XIX y ppios del XX se produce una
espectacularización de lo monstruoso, se convierte en éxito y dinero la deformidad.
En siglo pasado el aparece el monstruo en el mundo cinematográfico; el hombre
invisible, Frankenstein… pero sin duda lo más monstruoso fue el fascismo que
terminó provocando la deshumanización de una etnia.
El monstruo necesita un asidero que recuerde su relación con lo humano. Para así
infundirles temor.
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Grajales Cardona, Sebastián
Durante al magdaleniense se dio lugar a una nueva consideración, lo animal se torna sagrado;
Altamira. Antes veímos un cuerpo humana y cabeza de León, ahora lo contrario.
San Jorge no es más que el mito del recolector que elimina las amenazas de las cosechas.
En la EM experimenta una cristianización, lo monstruoso vuelve a ser símbolo del pecado, del
mal, del maligno, es el descenso a lo animal. En las figuras románicas podemos encontrar que
se pueden leer como músicas. Simbolizan la muerte de la condición humana, las harpías
muestran su sexo llevan a la perdición. Son un recordatorio de que hacia la animalidad es algo
que no hemos de seguir, nuestro camino debe llegar a la espiritualidad.
Los monstruos están más allá del espacio conocido, la alteridad geográfica, lo desconocido está
habitado por el mal. Toda una suerte de criaturas.
En el Gótico también se deja ver su faceta sagrada, cuerpos humanos con alas.
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Grajales Cardona, Sebastián
España y la leyenda negra; nos tienen envidia y como somos lo otro político, se nos representa
como monstruos.
El monstruo en el XIX empieza a tener una seducción física, sensual que se profundizará más
en el XX. A finales del XIX y ppios del XX se produce una espectacularización de lo monstruoso,
se convierte en éxito y dinero la deformidad.
El monstruo necesita un asidero que recuerde su relación con lo humano. Para así infundirlos
temor.
El paradigma de Hefesto;
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Grajales Cardona, Sebastián
Paul Quinn;
(Copiar inicio)
Incipiente nazismo (Nosferatu), luego Stephen King tb vincula lo monstruoso con los tiempos
de crisis. Hay una carga cultural en el monstruo.
La década de oro del cine de terror español: 1995 El día de las bestias y el Laberinto del fauno.
El monstruo fílmico, se verá en estos textos. El cine fantástico español subvierte el llamado
maravilloso religioso al deconstruir de forma crítica y paródica el panorama español nacional
católico, emplean la figura del monstruo para representar la monstruosidad del fascismo.
La monstruocultura ibérica. La marca del hombre lobo, antes del estreno, se dice que en lo que
es el cine de terror, solo hay sombras de algo que no existe.
Los monstruos ideológicos no aparecen hasta os 60, con el fantaterror, es una tendencia
estética cinematrográfica que combinan y fusionan lo fantástico y el terror, se manifiesta entre
finales de los 60 y mediados de los 70. El declive coincide con un cambio biológico e
ideológico- la muerte de Franco. Según otro autor dice que se refiere a la variante española del
género que se desarrolla durante la etapa final de la dictadura que se caracteriza por un
mimetismo (copiar), tono pesismita y malhumorado , conviven monstruosidades
sobrenaturales con amenazas realistas.
Dentro del fantaterror nos enfrentamos con los monstruos clásicos del génro:
Drácula
La criatura de Frankenstein
La momia
Qué relación existe entre esto y el franquismo; precisamente Paul Nassi nos ofrece un punto
de partida: cuando pegabas un hachazo a una cabeza, lo que hacías era romper un sistema que
te había provocado una gran frustración inconsciente, tiene un valor alegórico el fantaterror.
En el ciclo de películas Amando os odio de los templarios se nota esto.
Los templarios son una metáfora del puritanismo franquista. En La noche de las gaviotas; se
representa el resurgir de la España que trata de silenciar por las armas el descontento de una
población que se atrevía a alzar la voz para pedir un cambio en la política.
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Grajales Cardona, Sebastián
Iván Gómez nos da otra perspectiva; los hombres lobos, los vampiros y los templarios serían un
ejércitos de muertos que estarían dispuestos a subvertir los principios morales de una
sociedad que asistía a una etapa final brutal del franquismo en España.
Lo que se puede denominar etapa de oro (75 al 76) se encarna de un lado al monstruo y a la
ideología franquista, pero paralelamente, de otro lado, se encarna al monstruo de la
prohibición.
Años 90; resurge el monstruo, la figura mosntruosa aparece y vuelve a desaparecer, en esta
época vuelve a poblar las pantallas. El monstruo ha resucitado, tiene hambre y no es
vegetariano. Renacimiento de la bestia cinematográfica se debe a varios factores (copiar)
Dentro de este relevo generacional sobresale El dia de la bestia; es tópica, quijotesca que versa
sobre el fanatismo religioso, a través de la sátira, así como los fantasmas del nacional
catolicismo, el consumismo, el poder de los medios, la ficcionalizacion de lo real que dichos
medios realizan y movilizan al crear una realidad paralela (simulacro).
Retomando el late motiv de la aventura quijotesca, el film relata los estrafarios avatares de un
jesuita, catedrático de teología consigue el mensaje encriptado del fin del mundo (será en
Madrid), descenso a los infiernos, un Madrid dantesco, da con el paradero del Anticristo.
Sobre el laberinto del fauno puede ser una yuxtaposición entre los mundos de hadas y el
mundo de la posguerra (o mundos paralelos que no se tocan).
Copiar conclusión.
Pedir lo de Trabado