Está en la página 1de 9

Trabajadores improductivos y represión estatal

Kirstin Murno

1. Introducción

La Teoría de la Reproducción Social (TRS) es una rama del feminismo marxista (Arruzza
2016; Bhattacharya 2017; Ferguson 2019) que enfatiza el potencial revolucionario y el
carácter obrero de los trabajadores improductivos cuyo trabajo asalariado y no asalariado
está involucrado en la reproducción de la mercancía fuerza de trabajo. La TRS toma de
Della Costa y James (1975) la idea de que las mujeres que ejecutan trabajos no asalariados
relacionados con la reproducción de la fuerza de trabajo son miembros de la clase obrera
y capaces de participar en la lucha de clases. De Lise Vogel (2013) toman la noción de
que la fuerza de trabajo no solo es reproducida en el hogar familiar a través del trabajo no
asalariado de madres y esposas, sino también a través del trabajo asalariado de ciertos
trabajadores improductivos. Al combinar estas dos aportaciones del feminismo marxista
del siglo XX para enfatizar el potencial revolucionario de aquellas trabajadoras que se
encuentran fuera de la economía “productiva”, la TRS ha hecho mucho por revertir la
ortodoxia marxista y arrojar luz sobre la importancia del trabajo improductivo llevado a
cabo de forma desproporcionalmente mayoritaria por mujeres de todas las razas y
hombres racializados.

Aunque Bhattacharya y Ferguson parecen acercarse al tema en algunos puntos, esta


Teoría de la Reproducción Social no examina específicamente cómo se relaciona la
reproducción de la fuerza de trabajo con la tendencia de la sociedad capitalista a las crisis.
Lo que Bhattacharya y Ferguson ofrecen, por el contrario, es una perspectiva
empobrecida en la que la explotación y la dominación son tratadas como extrínsecas a la
organización de la producción y la reproducción. Mi crítica de la TRS se basa en la idea
de que la explotación y la dominación son inherentes a la organización capitalista de la
producción y la reproducción, y que la reproducción de la sociedad capitalista tiene lugar
a través de la perpetuación de estas formas de organización. Los trabajadores
improductivos contribuyen a la reproducción de la sociedad capitalista como un todo,
igual que los trabajadores productivos.

Por ello la TRS no es una teoría crítica de la sociedad capitalista. En el mejor de los casos,
la TRS podría describirse como una estrategia revolucionaria que aspira a identificar
correctamente quién es la clase obrera asumiendo que su correcta definición, sumada a
una serie de demandas de transición (Trotski, 1981) que estuvieran conectadas con esta
identificación, podrían dar lugar al comunismo. Aunque el término “teoría de la
reproducción social” ha sido cooptado recientemente por autoras no-Marxistas –por
ejemplo aquellas que se encuadran en ese subcampo liberal/progresista que es la
economía feminista—la TRS tal y como fuera originalmente concebida por pensadoras
de corta trotskista como Arruzza, Bhattacharya y Ferguson teoriza las capacidades

1
revolucionarias de las trabajadoras “improductivas”, centrándose en ocupaciones como
las de enfermera, profesora y trabajadora social, trabajos desproporcionadamente
feminizados y estatalizados. Al hacerlo, la TRS pasa por alto el rol contradictorio y
antagonístico del Estado en las vidas de la clase trabajadora, dado que la reproducción de
la fuerza de trabajo en el capitalismo tiene lugar a través de la represión y dominación
estatales.

En este artículo argumentaré que la tarea de profesoras, enfermeras y trabajadoras sociales


no es la producción de cualquier tipo de “vida”, sino la producción de trabajadores dóciles
y explotables, y que esta reproducción de la fuerza de trabajo a cargo de trabajadores del
Estado no puede separarse de la represión estatal. En primer lugar, ofreceré una
descripción general de la reproducción de la fuerza de trabajo en la sociedad capitalista
inspirada en mis trabajos previos (Munro, 2019, 2021), argumentando que la acumulación
y reproducción del capital no puede divorciarse de la reproducción de la fuerza de trabajo
y viceversa. En segundo lugar, analizaré la naturaleza contradictoria (pero represiva) de
instituciones como la escuela, los servicios sanitarios y las agencias de servicios sociales,
argumentando que los profesionales del Estado cuyo trabajo está involucrado en la
reproducción de la fuerza de trabajo —y que son desproporcionadamente mujeres—
cumplen una función estatal represiva en la sociedad capitalista.

2. ¿Es reproducir la fuerza de trabajo algo bueno?

La fuerza de trabajo es la capacidad de producir valores de uso, que solo se convierten en


mercancías cuando son puestos a la venta en el mercado. La mercancía fuerza de trabajo
es vendida por el poseedor de la misma —el trabajador libre— porque no tiene nada más
que vender como resultado de un proceso histórico de expropiación forzosa. La existencia
del capitalista requiere de la existencia del vendedor de fuerza de trabajo, y el imperativo
de la acumulación necesita que la fuerza de trabajo esté constantemente disponible en el
mercado.

El salario no es exactamente idéntico a la cantidad completa de tiempo de trabajo


necesario para la reproducción diaria o intergeneracional de la fuerza de trabajo gracias a
la existencia de tiempo no asalariado involucrado en la transformación de las mercancías
en valores de uso [ej: cocinar] y la crianza de los niños (Quick 2018; Vogel, 2013), lo que
Lise Vogel (2013: 158) llama “el componente doméstico del trabajo necesario”. Los
programas estatales como la educación pública, la sanidad y otros servicios propios del
Estado del bienestar también contribuyen a la no-equivalencia entre el salario [directo]
del trabajador y el nivel de subsistencia del trabajo (Conference of Socialist Economists
1977: 4). Comprender las normas culturales que prescriben las “necesidades” de la clase
trabajadora, la proporción exacta de insumos, la asignación social de las tareas, y la
distribución espacial de los sujetos involucrados es una cuestión empírica que
corresponde a los historiadores –la reproducción de la fuerza de trabajo se ha llevado a
cabo de formas variadas a lo largo de la historia del capitalismo (Vogel, 2013: 154).

2
El imperativo de la acumulación implica que el capital debe “tender a socializar (esto es,
convertir en una actividad colectiva) las condiciones generales de la acumulación
capitalista” (Cockburn, 1977: 63). Mientras que el Marxismo feminista suele enfocarse
habitualmente en las mujeres, los hogares, la producción doméstica y su rol en la
reproducción de la fuerza de trabajo, esta última puede ser producida por otros medios –
como la proletarización—y en otros espacios como escuelas “campos de trabajo,
cuarteles, orfanatos, hospitales, prisiones, y otras instituciones de este tipo” (Vogel, 2013:
159). Marx señala que ser un trabajador productivo “no es una suerte, sino una desgracia”
(Marx, 1976: 644) –y la misma desgracia sufren aquellos trabajadores improductivos
cuyo trabajo, asalariado o no, contribuye a la reproducción de la fuerza de trabajo.

En el análisis trotskista de las teóricas de la TRS, la lucha de clases consiste en el intento


de los trabajadores de reapropiarse para su propio uso y disfrute una porción del valor
creado a través de su trabajo que ha sido “robado” por los capitalistas. Las demandas de
transición orientadas a la redistribución (el programa de mínimos) son vistas como una
piedra de toque hacia el fin último en que los trabajadores –ahora definidos de forma
amplia para incluir también a todos aquellos que participan de la reproducción de la fuerza
de trabajo—tomarían el poder y planificarían de forma centralizada una forma igualitaria
de distribución (el programa de máximos). Sin embargo, a pesar de lo que asume el
marxismo tradicional de la TRS, “la explotación y la dominación son intrínsecas a
cualquier forma concebible de la acumulación de capital… Todos estamos obligados a
participar en la reproducción del capital como relación social” (Hunter, 2021: 404-405).
Si la explotación y la dominación son inherentes a la organización de la producción y la
reproducción en el capitalismo, entonces la reproducción de la sociedad capitalista tiene
lugar a través de la perpetuación de estas formas de organización, independientemente de
las tasas de explotación o los niveles de redistribución.

Mientras que las teóricas de la TRS pueden hablar de “hacer vida” para así presentar como
algo virtuoso estas “actividades que hacen vida” (así como a quienes las ejecutan) (Jaffe,
2020), la vida que se “hace” en el capitalismo es la del trabajador que debe competir con
otras trabajadoras por la oportunidad de vender su fuerza de trabajo, y dedicar buena parte
de su vida a la maximización del plusvalor. Así vista, la tarea de las trabajadoras
reproductivas no es la producción de cualquier tipo de vida sino es esta peculiar clase de
propietarios de mercancías, los vendedores de fuerza de trabajo. Por lo tanto, la
reproducción de la fuerza de trabajo en la sociedad capitalista no es un proceso virtuoso
de “hacer vida” sino, por el contrario, un momento de un proceso más amplio que
perpetúa la organización capitalista de la sociedad. Según su uso marxista convencional,
el término “reproducción social” se refiere (correctamente) a la reproducción de la
sociedad capitalista como un todo, un proceso determinado por el incesante imperativo
de la acumulación y reproducción del capital. Este proceso no puede disociarse de la
reproducción de la fuerza de trabajo, y la reproducción de la fuerza de trabajo no puede
divorciarse ni de la reproducción de la sociedad capitalista ni del antagonismo de clase y
la miseria social que le son inherentes. De hecho, la sociedad capitalista como un todo
“solamente se preserva a sí misma a través del antagonismo” (Adorno, 1973: 311).

3
3. Represión estatal a través de la Sanidad, la Educación y los Servicios Sociales

La comprensión de las funciones represivas de las instituciones estatales involucradas en


la reproducción de la fuerza de trabajo brilla por su ausencia en la TRS. En este apartado
me gustaría argumentar algo más sofisticado que la afirmación de que los profesores son
policías, las enfermeras son policías, y las trabajadoras sociales son policías –lo que no
significa que esté completamente en descuerdo con el ánimo que subyace a esas
afirmaciones. Por el contrario, me gustaría enfatizar el carácter contradictorio de esos
trabajos (London-Edinburgh Weekend Return Group 1980) –tanto desde la perspectiva
de los trabajadores que los llevan a cabo como desde la de aquellos miembros de la clase
trabajadora que son objeto de ese trabajo.

El ensayo de Althusser “Sobre la reproducción de las condiciones de producción” (2014)


fue una influencia clave para muchas marxistas feministas de los 80. Althusser argumenta
que en el capitalismo las escuelas cumplen una función ideológica –son lo que llama
Aparatos Ideológicos del Estado—y aunque en realidad no lo elabora o enfatiza (Barrett,
1980), Althusser sugiere que las escuelas podrían cumplir simultáneamente una función
represiva, refieriéndose a que estas se asegurarían de garantizar “por la fuerza (física o de
otra clase) las condiciones políticas de la reproducción de las relaciones de producción”.
Me gustaría sugerir que las clínicas de salud y las agencias de servicios sociales cumplen
funciones represivas simulares, en las que los empleados de estas instituciones sirven
como agentes de la represión estatal a la vez que proveen –al menos en cierta medida—
servicios a la clase trabajadora.

Las escuelas, las agencias de servicios sociales, los hospitales y las clínicas de salud son
ejemplos de espacios fuera del hogar familiar en los que se reproduce la fuerza de trabajo,
y la naturaleza represiva de estas instituciones bajo el capitalismo ha sido
abundamentemente teorizada, tanto como el papel predominante de la mano de obra
femenina en esas instituciones. Foucault (1989), por ejemplo, argumenta que los
profesionales de la medicina tienen poder sobre los pacientes y los objetifican, mientras
que Lawler (1991) y May (1992) señalan que estas observaciones se aplican no solamente
a los médicos del pasado, sino también a las enfermeras del presente. Diers y Molde
(1983) y Allen (2015) analizan cómo parte del trabajo de las enfermeras consiste no solo
en proveer servicios, sino también en negar el acceso a esos servicios. Dyer (2002)
examina este trabajo de “gatekeeping” en el contexto de las políticas de austeridad, y
Khalil (2009) analiza la clasificación por parte de las enfermeras de los pacientes como
“buenos”, y por lo tanto merecedores de los servicios sanitarios, y “problemáticos”, y por
lo tanto sujetos al racionamiento de estos servicios o incluso a la negativa a
proporcionárselos. Dale y Foster (1986) estudian la historia de las mujeres en el ámbito
del Trabajo social, subrayando las funciones represivas de este tipo de trabajo. Ellis
(2011) analiza la función de “gatekeeping” que ejercen los trabajadores sociales, y los
límites existentes para su actuación arbitraria, actualizando las conclusiones de Lipsky
(2010), en las que se representa a los trabajadores públicos como sujetos dotados de poder

4
de decisión sobre unos recursos escasos. Y las cualidades represivas de escuelas y
profesores son analizadas por Schmidt (2001), Taylor (2013), Rancière (1991) e Ilich
(1971) por citar solo algunos ejemplos entre muchos. El papel de los profesores en
mantener y exacerbar la desigualdad es analizado por Vaught y Castagno (2008) y Fergus
(2016). La educación pública como una institución estatal represiva es objeto de un
énfasis explícito en Betasamosake Simpson (2014), Shange (2019) y Hill (2010).

Aquellos a quienes el Estado emplea en trabajos relacionados con la reproducción de la


fuerza de trabajo, desproporcionadamente mujeres, son los encargados de llevar a cabo
las ordenanzas estatales y de ejecutar sus normas. Esto implica tanto negar la provisión
de servicios como proveer servicios, a menudo manejando unos recursos irrisorios, y
estando expuestos al castigo o a ser vistos como superfluos si no siguen las normas. Ellas
deciden quién recibe atención sanitaria y quién es rechazado por falso enfermo o estar en
busca de drogas; a quién se prioriza en la provisión de vivienda, alimentos y subsidios
directos y a quién le quita el Estado la custodia de sus hijos; quién recibe apoyo educativo
para personas con dificultades de aprendizaje y a quién se le castiga, se le expulsa del
colegio o incluso se le arresta a manos de un “Oficial de Recursos de la Escuela”. Mientras
que algunos trabajadores estatales bienintencionados pueden querer subvertir las
cualidades represivas de la educación, la sanidad, y otros servicios sociales, la medida en
que este es reamente posible es limitada:

“Como trabajadores [socialistas] en empleos considerados “profesionales” como el


trabajo social o la enseñanza, a menudo nos vemos confrontados por problemas
imposibles de resolver; problemas que emergen de la pobreza o de la impotencia social
de nuestros “clientes”. Los recursos disponibles para apoyar nuestra intervención —la
provisión estatal de bienestar— son una gota en un océano de necesidad. Y, por otro lado,
está claro que mucho otros actos del Estado y la economía misma empujan en la dirección
contraria, empeorando aún más la situación de los pobres. A menudo sentimos que se nos
pide que manipulemos a las personas, que usemos el orgullo de la mujer en el hogar o su
amor por sus hijos, así como su necesidad de recursos prácticos que controlamos
parcialmente y a los que les podemos dar acceso, para inducir la cooperación” (London-
Edinburgh Weekend Return Group 1980).

Las entrevistas contenidas en En y Contra el Estado indican que los miembros de algunos
hogares proletarios sienten que dado que requiere de esos servicios estatales para su
supervivencia deben aceptar reducciones de su libertad e intrusiones en su vida cotidiana
a cambio de tan magros servicios: “La provisión estatal nos deja mal sabor de boca. Las
instituciones estatales son a menudo autoritarias, te humillan, te atan con sus
reglamentos” (London-Edinburgh Weekend Return Group 1980). Además, la tarea de
lidiar con el Estado en nombre de la familia obrera recae sobre los hombros de las mujeres
obreras: “¿Quién abre la puerta cuando llama el trabajador social? ¿Quién habla con el
profesor sobre el niño que se salta las clases? ¿Quién va a las oficinas de Hacienda? La
mujer, esposa y madre” (Cockburn, 1977: 58). Por lo tanto, las funcionarias de estos
ámbitos ejercen de intermediarias entre el Estado y los hogares de clase obrera, mientras

5
que las mujeres de clase obrera ejercen de intermediarias entre sus hogares y el Estado.
Las mujeres están a ambos lados de instituciones represivas como la educación, la sanidad
y otros servicios sociales (Wilson, 1977).

4. Conclusión

Las escuelas, centros de salud, y otras instituciones del Estado del Bienestar son
instituciones contradictorias, que proveen servicios necesarios a los hogares de clase
obrera a la vez que se encargan de restringir o negar esos servicios —con el objeto de
reproducir las relaciones de producción capitalistas y, de este modo, la sociedad
capitalista en su conjunto. Además, podemos ver cómo los empleados públicos —que son
desproporcionadamente mujeres— sirven como intermediarios entre el Estado, a través
de sus instituciones represivas, y la clase trabajadora. En EEUU y Reino Unido las
mujeres están sobrerrepresentadas en el empleo público como un todo, pero
especialmente en muchas profesiones relacionadas con la reproducción de la fuerza de
trabajo, como profesores, trabajadores sociales y profesionales sanitarios aparte de los
médicos (UK Office for National Statistics 2019; US Bureau of Labor Statistics 2021).
Las académicas liberal-progresistas que trabajan en el ámbito de la economía feminista
describen estos oficios como “trabajos de cuidados” (Folbre, 2012) y las teóricas de la
TRS como trabajos asalariados involucrados en la reproducción de la fuerza de trabajo o
en “actividades que hacen vida” (Ferguson, 2019). Mientras que sus roles y su relación
con la clase trabajadora son complejos y contradictorios, me gustaría poner sobre la mesa
un argumento provocador: en el capitalismo los profesores, profesionales sanitarios y
trabajadores sociales sí guardan parecidos con la policía –al encargarles el Estado la
ejecución de normas y leyes, la provisión pero también la denegación de servicios, y al
ser culpables de infligir violencia psicológica e incluso física sobre miembros de la clase
trabajadora.

La popularidad actual de la TRS ha impulsado un creciente interés académico por el


feminismo marxista, el trabajo improductivo y la reproducción de la fuerza de trabajo,
temas a menudo despreciados o ignorados. Teóricas de la TRS como Arruzza,
Bhattacharya, y Ferguson han realizado contribuciones importantes sobre esta cuestión,
dado la vuelta a cierta ortodoxia marxista, y arrojado luz sobre eventos contemporáneos
como las huelgas de profesores (Bhattacharya 2019) y la pandemia de la COVID-19
(Bhattacharya 2020; Jaffe 2020; Marxist Feminist Collective 2020). Sin embargo, la TRS
pasa por alto el rol contradictorio de las profesionales femeninas que trabajan en sectores
estatales relacionados con la reproducción de la fuerza de trabajo, así como el papel
antagonístico del Estado en las vidas de la clase trabajadora. ¿Es posible separar las
funciones de provisión de servicios que cumple el Estado de sus funciones relacionadas
con la violencia y la represión? Mi respuesta a esta pregunta es no. La reproducción de la
sociedad capitalista depende de que el trabajador se reproduzca continuamente a sí mismo
como trabajador –y el trabajador es compelido a ello tanto “física como socialmente”
(Clarke, 1995: 19-20), dado que él mismo es tanto un producto del proceso de producción
capitalista como reproducido por este. Así, las actividades supuestamente virtuosas de

6
“hacer vida” llevadas a cabo por funcionarias públicas como profesoras, enfermeras y
trabajadoras sociales perpetúan el antagonismo y la miseria inherente al capitalismo.

Referencias

Adorno, Theodor W. [1966] 1973. Negative Dialectics. Trans. E. B. Ashton. New York: Continuum. Allen,
Davina. 2015. Inside “bed management”: Ethnographic insights from the vantage point of UK hos-
pital nurses. Sociology of Health and Illness 37 (3): 370–84.
Althusser, Louis. [1970] 2014. On the Reproduction of Capitalism: Ideology and Ideological State
Apparatuses. Trans. G. M. Goshgarain. London: Verso.
Arruzza, Cinzia. 2016. Functionalist, determinist, reductionist: Social reproduction feminism and its critics.
Science & Society 80 (1): 9–30.
Australia Bureau of Statistics. 2021. Labor Force Survey January 2021 Table 26b. Employed Persons
by Sector (Public/Private) of Main Job, Age, and Sex. Accessed at: https://www.abs.gov.au/statistics/
labour/employment-and-unemployment/labour-force-australia-detailed/jan-2021.
Barrett, Michèle. 1980. Women’s Oppression Today: Problems in Marxist Feminist Analysis. London:
Verso.
Barrett, Michèle, and Mary McIntosh. [1982] 2015. The Anti-social Family. London: Verso. Betasamosake
Simpson. 2014. Land as pedagogy: Nishnaabeg intelligence and rebellious transformation.
Decolonization: Indigeneity, Education & Society 3 (3): 1–25.
Bhattacharya, Tithi. 2017. How not to skip class: Social reproduction of labor and the global working class.
In Social Reproduction Theory: Remapping Class, Recentering oppression, ed. Tithi Bhattacharya, 68–93.
London: Pluto Press.
———. 2019. Caring enough to strike: US teacher’s strikes in perspective. Monthly Review January 15.
Accessed at: https://mronline.org/2019/01/15/caring-enough-to-strike-u-s-teachers-strikes-in-perspec-
tive/.
———. 2020. Social Reproduction Theory and Why We Need It to Make Sense of the Corona Virus Crisis.
Online blog April 2. Accessed at: http://www.tithibhattacharya.net/new-blog/2020/4/2/social-repro-
duction-theory-and-why-we-need-it-to-make-sense-of-the-corona-virus-crisis.
Bonefeld, Werner. 2014. Critical Theory and the Critique of Political Economy: On Subversion and
Negative Reason. New York: Bloomsbury.
Brenner, Johanna. 2000. Women and the Politics of Class. New York: Monthly Review Press.
Brenner, Johanna, and Barbara Laslett. 1991. Gender, social reproduction, and women’s self-organization:
Considering the US welfare state. Gender & Society 5 (3): 314.
Clarke, Simon. 1991. The state debate: Introduction. In The State Debate, ed. Simon Clarke, 1–3. London:
Palgrave Macmillan.
———. 1995. Marx and the Market. Online paper, April. Accessed at: https://homepages.warwick.
ac.uk/~syrbe/pubs/LAMARKW.pdf.
Cockburn, Cynthia. 1977. The Local State: Management of Cities and People. London: Pluto Press.
Conference of Socialist Economists. 1977. On the Political Economy of Women. CSE Pamphlet no. 2.
London: Stage 1.
Cooper, Melinda. 2017. Family Values: Between Neoliberalism and the New Social Conservativism.
Cambridge, MA: Zone Books.
Dale, Jennifer, and Peggy Foster. 1986. Feminists and State Welfare. London: Routledge & Kegan Paul.
Dalla Costa, Mariarosa, and Selma James. 1975. The Power of Women and the Subversion of the
Community.
Bristol: Falling Wall Press.
Deacon, Desley. 1989. Managing Gender: The State, the New Middle Class and Women Workers, 1830–
1930. Melbourne: Oxford University Press.
Diers, Donna, and Susan Molde. 1983. Nurses in primary care: The new gatekeepers? American Journal of
Nursing 83 (5): 742–45.
Dyer, Owen. 2002. BMA suggests nurses could become gatekeepers of the NHS. British Journal of

7
Medicine 324: 565.
Ellis, Kathryn. 2011. “Street-level Bureaucracy” revisited: The changing face of frontline discretion in adult
social care in England. Social Policy and Administration 45 (3): 221–44.
Fergus, Edward. 2016. Social reproduction ideologies: Teacher beliefs about race and culture. In DisCrit:
Disability Studies and Critical Race Theory in Education, eds. David J. Connor, Beth A. Ferri, and
Sbini A. Annamma, 117–127. New York: Teachers College Press.
Ferguson, Susan J. 1999. Building on the strengths of the socialist feminist tradition. Critical Sociology 25
(1): 1–15.
———. 2019. Women and Work: Feminism, Labour, and Social Reproduction. London: Pluto Press.
Folbre, Nancy, ed. 2012. For Love or Money: Care Provision in the United States. New York: Russell Sage
Foundation.
Foucault, Michel. [1963] 1989. The Birth of the Clinic: An Archaeology of Medical Perception. London:
Routledge.
Hill, Dave. 2010. Class, capital, and education in this neoliberal and neoconservative period. In
Revolutionizing Pedagogy: Education for Social Justice Within and Beyond Global Neo-Liberalism,
eds. Sheila Macrine, Peter McLaren, and Dave Hill, 119–43. New York: Palgrave Macmillan.
Hunter, Rob. 2021. Critical legal studies and Marx’s critique: A reappraisal. Yale Journal of Law & the
Humanities 31 (2): 389–412.
Illich, Ivan. 1971. Deschooling Society. London: Calder & Boyars.
Jaffe, Sarah. 2020. Social reproduction and the pandemic, with Tithi Bhattacharya. Dissent Magazine April
2. Accessed at: https://www.dissentmagazine.org/online_articles/social-reproduction-and-the-pan-
demic-with-tithi-bhattacharya.
Khalil, Doris D. 2009. Nurses’ attitude towards “difficult” and “good” patients in eight public hospitals.
International Journal of Nursing Practice 15 (5): 437–43.
Lawler, Jocalyn. 1991. Behind the Screens: Nursing, Somology and the Problem of the Body. Edinburg:
Churchill Livingstone.
Lipsky, Michael. [1980] 2010. Street-Level Bureaucracy: Dilemmas of the Individual in Public Services.
New York: Russell Sage Foundation.
London-Edinburgh Weekend Return Group. 1980. In and Against the State. Edinburgh: Conference of
Socialist Economists. Accessed at: https://libcom.org/library/against-state-1979.
Marx, Karl. [1867] 1976. Capital, volume 1. Trans. Ben Fowkes. London: Penguin.
Marxist Feminist Collective. 2020. On social reproduction and the Covid-19 pandemic. Spectre Journal
April 3. Accessed at: https://spectrejournal.com/seven-theses-on-social-reproduction-and-the-covid-
19-pandemic/.
May, Carl. 1992. Nursing work, nurses’ knowledge, and the subjectification of the patient. Sociology of
Health and Illness 14 (4): 472–87.
Munro, Kirstin. 2019. “Social reproduction theory,” social reproduction, and household production. Science
& Society 83 (4): 451–68.
———. 2021. The welfare state and the bourgeois family-household. Science & Society 85 (2): 199–206.
Neocleous, Mark. 2000. The Fabrication of Social Order: A Critical Theory of Police Power. London:
Pluto Press.
O’Kane, Chris. 2018. Moishe Postone’s new reading of Marx: The critique of political economy as a critical
theory of the historically specific social form of labor. Consecutio Rerum 3 (5): 485–501.
Postone, Moishe. 1993. Time, Labor, and Social Domination: A Reinterpretation of Marx’s Critical Theory.
Cambridge: Cambridge University Press.
Quick, Paddy. 2018. Labor power: A “peculiar” commodity. Science & Society 82 (3): 386–412. Rancière,
Jacques. [1987] 1991. The Ignorant Schoolmaster: Five Lessons in Intellectual Emancipation.
Trans. Kristin Ross. Palo Alto, CA: Stanford University Press.
Schmidt, Jeff. 2001. Disciplined Minds: A Critical Look at Salaried Professionals and the Soul-Battering
System That Shapes Their Lives. Lanham, MD: Rowman & Littlefield.
Shange, Savannah. 2019. Progressive Dystopia: Abolition, Antiblackness, and Schooling in San Francisco.
Durham, NC: Duke University Press.
Statistics Canada. 2021. Table 14-10-0288-02: Employment by Class of Worker, Monthly, Seasonally

8
Adjusted (x 1,000). Accessed at: https://doi.org/10.25318/1410028801-eng.
Taylor, Emmeline. 2013. Surveillance Schools: Security Discipline and Control in Contemporary
Education. New York: Palgrave Macmillan.
Trotsky, Leon. [1938] 1981. The Death Agony of Capitalism and the Tasks of the Fourth International:
The
Mobilization of the Masses around Transitional Demands to Prepare for the Conquest of Power: The
Transitional Program. London: Labour Publications.
UK Office for National Statistics. 2019. Who Works in the Public Sector? Accessed at:
https://www.ons.gov.uk/
economy/governmentpublicsectorandtaxes/publicspending/articles/whoworksinthepublicsector/2019-
06-04#workers-in-the-public-sector-are-more-likely-to-be-women.
US Bureau of Labor Statistics. 2021. Table B-5b. Employment of Women on Nonfarm Payrolls by Industry
Sector, Not Seasonally Adjusted. Accessed at: https://www.bls.gov/web/empsit/ceseeb5b.htm. Vaught,
Sabina E., and Angelina E. Castagno. 2008. “I don’t think I’m a racist”: Critical race theory,
teacher attitudes, and structural racism. Race Ethnicity and Education 11 (2): 95–113.
Vogel, Lise. [1983] 2013. Marxism and the Oppression of Women: Toward a Unitary Theory. Leiden:
Koninklijke Brill.
Wilson, Elizabeth. 1977. Women and the Welfare State. London: Tavistock.

También podría gustarte