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En primer lugar quiero agradecerle a mi director de tesis, fue uno de los profesores que marcó
mi carrera en la Universidad Javeriana y gracias a él logré desarrollar una investigación
completa y terminar mi tesis de manera satisfactoria. Este agradecimiento se extiende a todos
los profesores que tuvieron una influencia dentro de mi pensamiento crítico a lo largo de
estos últimos seis años.
También quiero agradecerles a mis amigos que conocí durante estos últimos años, se
convirtieron en familia y sin su apoyo nunca hubiera logrado terminar este proceso
académico y personal. Junto con ellos, mi familia fue indispensable para la culminación de
este pregrado y agradezco infinitamente su apoyo constante.
I. Introducción…………………....................................................................................1
II. Pregunta de investigación ........................................................................................11
III. Objetivo general ………...........................................................................................11
IV. Objetivos específicos………………………………………………………………12
V. Marco Teórico…………………………………………………………………...…12
VI. Metodología …………...…………………………………………………………..20
VII. Andrés Pastrana y Álvaro Uribe: Securitización del discurso………………….….23
a. Andrés Pastrana: el narcotráfico como eje justificador de las políticas en
Colombia……………………………………………………………………….25
b. Álvaro Uribe Vélez: El terrorismo como nodo unificador……………………..28
VIII. El gobierno de Juan Manuel Santos: Diversificación y desecuritización de la política
exterior……………………………………………………... ……………………..37
a. El papel de Juan Manuel Santos y las negociaciones con las FARC en la
desecuritización de la política exterior colombiana…………………………….39
b. Diversificación de la agenda de política exterior colombiana: más allá de las
relaciones con Estados Unidos…………………………………………………43
c. La desecuritización de la lucha contra las drogas a raíz de la diversificación de la
agenda de política exterior colombiana…………………………………………45
IX. Conclusiones.............................................................................................................47
X. Referencias…………………….…………………………………………………...51
XI. Anexos………………………………………………………………………..……60
I. Introducción:
El 24 de noviembre de 2016, Juan Manuel Santos como presidente de Colombia y Rodrigo
Valencia en representación de la guerrilla conocida como las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia (FARC), hicieron la firma oficial del Acuerdo de Paz que
establece el fin del conflicto armado entre el gobierno colombiano y el grupo guerrillero más
antiguo de América Latina. A partir de la negociación y firma del acuerdo, Colombia
presentó cambios tanto domésticos como internacionales. Uno de los cambios más relevantes
fue la transformación de la imagen del país frente al sistema internacional y frente a sus
aliados históricos tales como Estados Unidos. La internacionalización de la paz se convirtió
en uno de los objetivos más importantes de la política exterior colombiana. Junto con esta,
las relaciones internacionales del país se diversifican atrayendo la atención de nuevos aliados
y mejorando la relación bilateral con los vecinos latinoamericanos. A pesar de la imagen
positiva que se ha buscado establecer en el ámbito internacional, y que ha caracterizado al
proceso de paz en Colombia, el narcotráfico y la guerra contra las drogas persigue cualquier
perspectiva que se tenga acerca del país y sus instituciones.
Según lo anterior, es imposible negar que “las relaciones internacionales colombianas han
estado orientadas por la política antidroga y han sido permeadas por el discurso
prohibicionista promovido en el ámbito mundial” (Bedoya, 2016, p. 239). Las relaciones con
Estados Unidos han sido las más estrechas y duraderas si se habla de la política exterior
colombiana. Teniendo en cuenta esto, Washington ha sido el aliado determinante cuando se
trata de políticas para combatir el narcotráfico y ha mantenido una línea constante en la lucha
contra las drogas. Según Tickner y Cepeda (2011), el texto de Tokatlian (1995) explica que
“desde mediados de los años ochenta las relaciones bilaterales comenzaron a narcotizarse
como producto de la expansión de las organizaciones narcotraficantes en Colombia, así como
la creciente preocupación en Estados Unidos por el consumo de drogas y el crimen asociado
con ellas” (Tickner & Cepeda, 2011, p. 211).
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excepción a dicha regla y por lo tanto, la visión estadounidense “influyó de manera sustancial
en la definición del enfoque y la orientación de las políticas para el posconflicto, incluso
antes de empezar las negociaciones” (Rojas, 2013, p. 41). A pesar de que gobierno de Juan
Manuel Santos (2010-2018) buscó cooperación internacional también por fuera del
continente, Estados Unidos se mantuvo como el principal aliado de Colombia, tanto
económica como políticamente.
Hay una tendencia de política exterior que se diferencia de las dos anteriores y que ha
predominado en los últimos años. “El presidente Santos construyó un nuevo eje de análisis
de las doctrinas de la acción exterior del país, que tiene que ver con el respice
omnia, orientada por el principio de «mirar al universo», «mirar al conjunto»” (Niño &
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Sánchez, 2018). Por medio de esta estrategia, el presidente Santos diversificó la política
exterior sin dejar a un lado las relaciones con Estados Unidos, utilizando el concepto
mencionado de “mirar al conjunto”. De esta forma se han cambiado las dinámicas que se
tuvieron a lo largo de la historia de la política exterior colombiana.
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la seguridad de Estados Unidos” (Rosen & Martínez, 2016, p. 68). De esta forma, Reagan
ubicó a los productores, y no a los consumidores, como la base y fuente del problema de las
drogas y el narcotráfico. Es en este momento en donde la lucha contra las drogas se convierte
en un asunto de seguridad nacional para los Estados Unidos, lo cual se intensifica con el fin
de la Guerra Fría y explica los acercamientos posteriores a América Latina, especialmente a
países como Colombia y México.
Continuando con la línea establecida por Reagan, a partir de los años ochenta las estrategias
para combatir la producción y tráfico de drogas se centraron en medidas prohibicionistas,
especialmente dirigidas al eslabón de producción, incluyendo cultivo, procesamiento,
distribución, venta y lavado de dinero. Al tener la intención de romper el proceso productivo,
se desea controlar la oferta, lo que a su vez tiene como consecuencia el aumento de precios.
“Estos abordajes han estado centrados en hacer creer que puede ocasionarse una reducción
de las drogas (…) partiendo del supuesto que el aumento en precios disminuye su consumo”
(Bedoya, 2016, p. 239). Dicho supuesto ha ido en contravía de la realidad, pues el consumo
no se ha reducido como se podría esperar, según la cantidad de esfuerzos realizados y dólares
invertidos para su lucha. Esta afirmación se ve sustentada en el informe mundial sobre las
drogas del 2018 de la Oficina de la ONU Contra la Droga y el Delito (UNODC), en donde
se evidencia un aumento en el consumo en los últimos años. Según el informe “63.632
personas murieron por sobredosis de drogas en los Estados Unidos en el 2016, que es la cifra
más alta de que se tiene constancia y que supuso un aumento del 21% con respecto al año
anterior” (UNODC, 2018, p. 5). Estos resultados en el campo del consumo pueden deberse a
que las drogas pertenecen a la categoría de productos que no tienen el comportamiento de
una demanda normal, pues generan adicción y como consecuencia, independientemente al
precio, la demanda se mantiene constante e incluso en aumento. Acorde a lo anterior,
teniendo en cuenta no solo el consumo sino la producción, la guerra contra las drogas se
puede considerar como una guerra fallida (Ramirez, 2017).
En cuanto al gobierno de Colombia, durante las últimas dos décadas “el tema de las drogas
ha sido monopolizado por la agenda política, dejándolo por fuera de los que se denomina la
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esfera pública, en donde podría estar sujeto a dinámicas orientadas por el debate público”
(Bedoya, 2016, p. 241). Esto es una consecuencia de la forma en la cual Estados Unidos
determinó la ruta de acción para la guerra contra las drogas. El tema del narcotráfico, el
consumo y la producción se ha elevado al punto de ser un tema de seguridad, repercutiendo
directamente en el margen de maniobra para esta lucha. El paradigma prohibicionista y
punitivo “establece los límites dentro de los cuales el debate sobre el tema puede tener lugar,
así como las políticas que deben adaptarse” (Tickner & Cepeda, 2011, p. 209).
Debido a la predominancia que toman los temas de seguridad, “los recursos económicos han
debido desviarse, por lo cual la financiación de políticas sociales no relacionadas con las
drogas ilícitas ha sido relegada a un segundo plano” (Bedoya, 2016, p. 241), derivando en
una falta de atención en las causas estructurales del problema. En este ámbito de cooperación
financiera, el Plan Colombia cumple una parte fundamental si se investiga acerca de las
medidas tomadas en contra del narcotráfico en el país. El Plan Colombia se firmó el mes de
julio del año 2000 entre Andrés Pastrana, presidente de Colombia y Bill Clinton, presidente
de Estados Unidos. Es importante aclarar que “el narcotráfico no era un asunto prioritario
para el presidente Pastrana, inicialmente diseñó el Plan Colombia como una iniciativa global
a la que contribuirían diferentes países en distintas formas para lograr el desarrollo y la paz
en Colombia” (Rosen & Martinez, 2014, p. 186). Sin embargo, Washington cambió los
objetivos principales del Plan de tal forma en la que Estados Unidos fuera el único país
participante en el acuerdo, y en la que la guerra contra el narcotráfico fuera el eje central de
la cooperación.
El Plan Colombia tuvo diferentes etapas, sin embargo la más determinante y la que más
transformó la base del Plan y sus conceptos fue la que llegó después del atentado del 11 de
septiembre de 2001. Esta fecha estableció un punto de quiebre en la historia de las relaciones
internacionales, tanto académicas como prácticas. Dicha acción sigue justificando la política
exterior estadounidense que dividió el mundo, ya no en dos bloques (comunistas y
capitalistas) como en la Guerra Fría, sino en lo que denominaron la lucha contra el terrorismo;
bajo este “nuevo orden global” se estaba con Estados Unidos o se estaba en contra de ellos,
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no existía un punto intermedio. Colombia estaba con la potencia, aún más debido a que el
entrante presidente Álvaro Uribe Vélez tenía líneas de acción y pensamiento muy en sintonía
con las políticas estadounidenses lideradas en ese entonces por el presidente George W. Bush.
Siguiendo el nuevo orden mundial establecido como consecuencia de los atentados por parte
del grupo Al-Qaeda, “el Plan Colombia asumió abiertamente la forma de una estrategia
contrainsurgente, legitimada en adelante como parte de la lucha global contra el terrorismo
tras el 11-S del 2001” (Rojas, 2013, p. 39). El conflicto en Colombia dio un giro en el
momento en que el presidente Álvaro Uribe define a las FARC como un grupo narcoterrorista
y cambia su categoría de grupo insurgente. El nuevo orden en el sistema internacional le
permitió a la administración Uribe “definir el conflicto colombiano en los mismos términos
y bajo los mismos parámetros de la guerra contra el terrorismo internacional (…) haciendo
que fuese más fácil relajar, al menos temporalmente, los estándares en materia de derechos
humanos” (Borda, 2007, p.83). De esta forma, el gobierno colombiano niega la existencia
del conflicto armado, reemplazándolo por una lucha contra el terrorismo. Al cambiar dicho
discurso, las políticas empleadas para combatir a las FARC se modifican, tomando la guerra
contra las drogas, una nueva ruta. La lucha contrainsurgente colombiana se une a la guerra
antinarcóticos y a los guerrilleros se les otorga un estatus de narcotraficantes, bandidos y
terroristas, despojándolos de todo posible sustento ideológico y político.
A partir del momento en el que la lucha contra las drogas se convierte en una guerra contra
el narcoterrorismo, el Plan Colombia se transforma en su base y objetivos. El ejemplo más
claro de dicha transformación es la autorización que recibe Colombia por parte de Estados
Unidos para utilizar los recursos del Plan en aras de combatir las guerrillas dentro del país.
Esto otorga una ventaja importante para el Estado colombiano en el conflicto y provee los
cimientos para un debilitamiento progresivo de la guerrilla, que comenzó con el periodo de
Álvaro Uribe como presidente. Con base en este debilitamiento es que se puede afirmar que,
pese a las críticas recibidas por parte de diferentes políticos y académicos, el Plan Colombia
ayudó a establecer bases para la salida del conflicto. En palabras de Juan Manuel Santos,
ministro de defensa durante el gobierno de Uribe y presidente de Colombia durante el periodo
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2010-2018, “se cambió la balanza de la correlación de fuerzas y se inclinó a favor del Estado”
(Santos, 2019, p. 169). Sin embargo, el Plan Colombia no se caracteriza por su efectividad si
se habla de su objetivo principal, el cual era luchar contra las drogas y por consiguiente la
disminución en la producción, tráfico y consumo de estas.
Luego de ocho años de combatir a la guerrilla colombiana por la fuerza con la política de
“seguridad democrática” del presidente Uribe y lograr una ventaja positiva por parte del
Estado, en el año 2010 Juan Manuel Santos se posesiona como presidente y comienza una
nueva etapa de la historia en Colombia. En cuanto a las relaciones con Estados Unidos, “la
llegada del gobierno de Santos en agosto del 2010 le da un nuevo aire a la relación bilateral
(…) y plantea la posibilidad de un rumbo mas equilibrado en el propósito de encontrar una
solución definitiva a la guerra en Colombia” (Rojas, 2013, p. 3). Sin embargo, la política
exterior del nuevo gobierno refleja la búsqueda de nuevos horizontes, aliados y formas de
cooperación. El gobierno “disminuyó la alineación irrestricta con Estados Unidos, diversificó
las relaciones internacionales, se preocupó por regresar al escenario regional (…) y se
interesó por establecer relaciones cercanas con Asia-Pacífico” (Pastrana & Gehring, 2017, p.
38). Evidentemente se refleja un cambio de paradigma en la forma de ver las relaciones
internacionales, sin embargo no se dejan de lado las relaciones estrechas con la potencia del
norte, la cual sigue cumpliendo un papel determinante en las decisiones y acciones del
gobierno colombiano.
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En lo concerniente a la política exterior colombiana hacia Estados Unidos, el gobierno buscó
“elaborar una nueva agenda bilateral que ampliaría más allá de los temas militares y
estratégicos, incluyendo temas como el desarrollo social, crecimiento económico, medio
ambiente, educación, energía y derechos humanos” (Rojas, 2013, p. 4). El posconflicto
incluye atacar las causas estructurales de la guerra y junto con estas, las causas
socioeconómicas que llevan al narcotráfico, pues la guerra contra las drogas persiste y el
proceso de paz no es una excusa para dejarla de lado. De esta forma, la perspectiva de Estados
Unidos para el posconflicto se centró en la “convergencia de los objetivos de la estrategia
puramente militar, por un lado, con los de la recuperación social y el fortalecimiento
institucional, por el otro” (Bedoya, 2016, p. 41). Combinado a esto, el gobierno de Santos
comenzó con el planteamiento de las rutas de acción en la guerra contra las drogas que se
complementen con el análisis de las causas de dicha lucha y las alternativas para lograr
resultados exitosos. En el 2011 Santos afirmó en una entrevista para The Guardian que era
tiempo de pensar de nuevo la guerra contra las drogas y el precio que debe pagar el país
dentro de esta; también puso sobre la mesa la legalización, no solo de la marihuana, sino
también de la cocaína, convirtiéndose en uno de los primeros líderes en hablar del tema y
recomendar nuevos enfoques (Tickner & Cepeda, 2017).
Anteriormente, las medidas tomadas por parte de los gobiernos en Colombia y en Estados
Unidos se basaban únicamente en el ámbito de seguridad y defensa para lograr resultados en
la guerra antinarcóticos. La estrategia se concentraba en “una combinación de interdicción,
erradicación, ataques a las organizaciones narcotraficantes en los países productores y la
criminalización y encarcelamiento en Estados Unidos para combatir la demanda como país
consumidor” (Tickner & Cepeda, 2017, p. 297). Sin embargo, dicha estrategia evidenció que
“la militarización de la guerra contra las drogas no resuelve problemas subyacentes como los
socioeconómicos” (Rosen & Martinez, 2014, p. 193). Por esta razón, a partir del gobierno de
Juan Manuel Santos se realizaron algunos cambios, tanto en las medidas tomadas, como en
el presupuesto que se asignaba a cada una de las estrategias.
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Los resultados de la guerra contra las drogas en los últimos 20 años demuestran que el
problema se debe abordar de una forma estructural y más amplia. Cabe señalar que “la
confección de las nuevas políticas vaya orientada no solamente a los países que son
productores de droga (…) sino también a los países consumidores” (Bedoya, 2016, p. 249).
Junto con esto, es indispensable buscar soluciones para el problema desde una visión de salud
pública y de esta forma incluir en la problemática el eslabón de la demanda. Para lograr los
objetivos establecidos a partir del nuevo paradigma que propone rodear la guerra contra las
drogas actualmente, la proporción de los recursos ha sido redirigida, pues anteriormente el
80% de la financiación recibida de Estados Unidos se destinaba a ayuda militar, “hoy esa
proporción ha cambiado, pues el 60% de la ayuda es militar y el 40% se destina al desarrollo
económico y a la política social” (Rojas, 2013, p. 4).
Es imposible negar la necesidad de atención a la lucha contra las drogas pues es uno de los
retos más importantes como país y dentro del posacuerdo. Es por esta razón que el acuerdo
de paz le dedica un capítulo entero al compromiso de las FARC de romper los vínculos con
el narcotráfico y una adopción de un enfoque integral que incluya una transformación de las
medidas meramente represivas atendiendo aspectos socioeconómicos. Junto con esto se
estableció el “plan nacional integral de sustitución de cultivos de uso ilícito” en donde se
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dispone que “la primera opción para acabar con los cultivos ilícitos es la erradicación
voluntaria, seguida por la erradicación manual forzosa y, como última instancia, la
fumigación aérea” (Rojas, 2013, p. 43). Lo anterior se debe complementar con dar una opción
de medios de vida sostenibles para las familias productoras, haciendo viable la sustitución de
cultivos.
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afirmó en una entrevista realizada por The Guardian en junio del 2019 que las fumigaciones
“comenzarían en pocas semanas” (RCN Radio, 2019), ignorando lo mencionado en el “plan
nacional integral de sustitución de cultivos ilícitos”, en donde se estableció la fumigación
aérea como última instancia, luego de la erradicación voluntaria y la erradicación manual.
A pesar de tener evidencias de las intensiones del nuevo gobierno colombiano, se opta por
no incluirlo en un análisis riguroso de las políticas antidrogas y de la diversificación de la
agenda de política exterior colombiana, pues el comienzo del periodo mencionado es muy
reciente. Lo anterior, implicaría anticipar conclusiones carentes de suficientes elementos para
sustentarlas. El presidente Duque lleva poco más de un año en el poder, el primer semestre
fue de empalme y por consiguiente no se vieron políticas claras ni implementación de un
plan de desarrollo. El segundo semestre se dedicó a la aprobación del Plan de Desarrollo, el
cual entró en vigencia el 25 de mayo del 2019 como la ley 1955. Debido al poco tiempo que
lleva el gobierno de Duque en el poder y por consiguiente, la falta de información y de
resultados, no es posible incluirlo en el análisis del presente texto.
II. Según lo mencionado en las páginas anteriores, el presente documento tiene como
propósito responder a la siguiente pregunta de investigación:
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IV. Objetivos específicos:
- Identificar de qué forma el proceso de securitización en el contexto colombiano
dependió de la ideología y personalidad de los presidentes colombianos durante el
periodo 2000-2010.
- Analizar una posible desecuritización de la guerra contra las drogas a partir del
comienzo del gobierno de Juan Manuel Santos y las negociaciones de paz con las
FARC.
- Establecer los principales cambios en los discursos, y por consiguiente en la agenda de
política exterior colombiana, antes y después de la posesión de Juan Manuel Santos
como presidente.
V. Marco teórico:
Dentro de la disciplina de las relaciones internacionales existen conceptos indispensables
para analizar las decisiones y acciones de los Estados; uno de estos conceptos es el de
seguridad. Este concepto comienza a tomar relevancia a partir de la Primera Guerra Mundial,
en donde la seguridad se rige por los intereses del Estado y es una de las principales fuerzas
que guía las decisiones, tanto en la política exterior como en el ámbito doméstico, pues
paralelamente se esta estudiando la paz y su mantenimiento. Lo anterior no implica que la
seguridad no se tuviera en cuenta en tiempos anteriores al periodo mencionado; sin embargo,
este no era uno de los conceptos más relevantes para las relaciones internacionales hasta la
Gran Guerra, pues había términos que recibían mayor atención, tales como los de poder o
disuasión (Verdes-Montenegro, 2015). A pesar de que los estudiosos comenzaron a tener en
la mira el concepto de seguridad a partir de la Primera Guerra Mundial, es solo hasta el final
de la Guerra Fría en donde es posible analizar el concepto de seguridad más allá del ámbito
estatal, pues la lógica internacional cambia y el sistema se aleja de la bipolaridad. A partir de
esta época, el Estado comparte protagonismo con otos actores dentro de la comunidad
internacional y otros objetos de referencia entran a jugar papeles determinantes en los
estudios de seguridad (Verdes-Montenegro, 2015).
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Distintas teorías o escuelas se han dedicado a estudiar el concepto de la seguridad. Sin
embargo, la Escuela de Copenhague se ha destacado por su teoría de la securitización, su
análisis de la seguridad y sus diferentes sectores. Los principales autores de la teoría son Ole
Waever, Barry Buzan y Jaap De Wilde, los cuales plasman la base de la teoría, sus
definiciones, conceptos y metodología dentro del libro Security: A new framework for
analysis (1998). En este texto, los autores comienzan explicando las visiones tradicionalistas
de la seguridad para luego contrastarlas con su propia visión de dicho concepto. Algunos de
los aportes mas importantes del libro se concentran en las definiciones de conceptos de
seguridad y securitización, la explicación del papel del discurso dentro de dicha práctica, y
la división de niveles de análisis, sectores y regiones. Esta división se explicará en breve
dentro del presente texto, luego de explicar la relevancia de la teoría para el cumplimiento
del objetivo general planteado en la sección anterior y analizar algunos puntos de vista
tradicionalistas que van en contravía del foco de la Escuela de Copenhague.
Para comenzar con la base teórica de la securitización, es importante tener en cuenta las
visiones más tradicionales del concepto a estudiar, en este caso: la seguridad. Para los
teóricos clásicos, la seguridad se limita al ámbito estatal y militar, pues se afirma que entre
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más se amplíe el concepto de seguridad, mayor será la ambigüedad de lo que se entiende por
este (Verdes-Montenegro, 2015). Waever afirma:
“El concepto (de seguridad) lleva consigo una historia y un conjunto de connotaciones de las
que no puede escapar. En el corazón del concepto todavía encontramos algo que ver con la
defensa y el Estado. Como resultado, abordar un problema en términos de seguridad aún
evoca una imagen de defensa contra amenaza, asignando al Estado un papel importante para
abordarlo” (Waever, 1995, p. 46).
El estatocentrismo es una visión característica de las teorías clásicas tales como el realismo,
en donde se sostiene que la seguridad concierne únicamente al Estado. Dentro de este punto
de vista, el poder militar es lo que determina al Estado y debido a esto, es que los
tradicionalistas consideran que el concepto de seguridad no puede comprender sectores que
se alejen de la defensa por medio de la fuerza. Dentro de esta teoría, la seguridad es
equivalente al uso de la fuerza, pues se afirma que “los estudios de seguridad son acerca del
fenómeno de la guerra y que pueden ser definidos como el estudio de la amenaza, el uso y el
control de la fuerza militar” (Buzan, Waever & De Wilde, 1998, p. 3).
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Junto con la definición dada por Waever en 1995, es importante aclarar que cuando un
representante de Estado incluye un tema dentro del área de “amenaza”, esta requiriendo un
derecho especial a utilizar todos los medios necesarios para solucionar el problema. Esto
quiere decir que se utilizarán medidas extraordinarias para responder al problema de
seguridad, debido a la “urgencia” que hay por resolverlo. Dentro del texto principal de la
teoría -Security: A new framework for analysis- se presenta una definición de seguridad que
se complementa luego con lo que se entiende por securitización. Los autores afirman que “la
seguridad es el movimiento que lleva a la política más allá de las reglas del juego establecidas
y enmarca un tema como un tipo especial de política o como por encima de ella, (…) la
securitización puede verse así, como una versión mas extrema de politización” (Buzan,
Waever & De Wilde, 1998, p. 23).
Entendiendo de esta forma la seguridad, los autores ven el concepto como algo negativo,
pues la política debería tener la capacidad de resolver los problemas sin tener que recurrir a
medidas extraordinarias. Es por esta razón que establecer un tema como un problema de
seguridad se ve como un fracaso político. En este punto es en donde entra a jugar un papel
determinante el concepto de desecuritización, el cual se define como “la opción óptima de
largo plazo, pues significa no tener problemas expresados como amenazas contra las cuales
hay que tener respuesta, sino sacarlos de esta secuencia de ‘amenaza-respuesta’ y pasarlos a
la esfera pública ordinaria” (Buzan, Waever & De Wilde, 1998, p. 29). Todo tema de
seguridad debería aspirar a ser desecuritizado, para que así la política lo pueda tratar de forma
convencional, es decir sin utilizar medidas extraordinarias.
Habiendo discutido lo que se entiende por seguridad, es importante tener claro lo que
significa la securitización. Para entender la definición de este concepto, primero se deben
explicar los componentes y unidades principales presentados por los autores: actor
securitizador, objeto referente y actores funcionales. Luego de esto, es indispensable tener
claros los niveles de análisis que se exponen en la teoría para el análisis de los procesos de
securitización. Esto complementado con la explicación de los sectores y lo que los autores
entienden por regiones. Luego de tener claro el contexto teórico mencionado, se puede
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interpretar de mejor forma la definición que proveen los autores principales y otros estudiosos
sobre la securitización.
Comenzando con las unidades del análisis de seguridad, Buzan, Waever y De Wilde
presentan una distinción entre tres tipos de unidades involucradas: objeto referente, actor
securitizador y actores funcionales. El objeto referente consiste en lo que esta siendo
amenazado existencialmente, lo cual normalmente es el Estado y su soberanía. Este es el que
se utiliza para afirmar que ‘debe sobrevivir y por eso es necesario actuar’ (Buzan, Waever &
De Wilde, 1998). Esta afirmación proviene del actor securitizador, el cual consiste en “una
persona, o un grupo, que ejerce el acto de discurso, normalmente siendo un líder político,
burocracias, gobiernos, lobistas o grupos de presión” (Buzan, Waever & De Wilde, 1998, p.
40). Finalmente, los actores funcionales son aquellos que cumplen un papel importante
influenciando los procesos de toma de decisión en el sector de seguridad, podrían ser asesores
o académicos que aconsejan acerca de lo que se puede considerar una amenaza y como
introducirla al público (Buzan, Waever & De Wilde, 1998).
Los niveles de análisis se utilizan “para localizar actores, objetos referentes y dinámicas de
interacción que operan en el ámbito de la seguridad, (…) estos están definidos por un rango
de escalas especiales” (Buzan, Waever & De Wilde, 1998, p. 5). Dentro de las relaciones
internacionales hay cinco niveles de análisis para identificar en dónde suceden los eventos
dentro del sistema. El primero es el sistema internacional, el cual abarca todo el planeta. El
segundo consiste es los subsistemas internacionales que se distinguen del primero debido a
su nivel de intensidad en las acciones realizadas y a los actores participantes. El tercero es el
de las unidades, en donde se ubican los estados. El cuarto cosiste en las subunidades, las
cuales son comprendidas por grupos de individuos que afectan el comportamiento de la
unidad, tales como las burocracias o los lobbies. Finalmente, están los individuos, que son la
línea final del análisis de las ciencias sociales (Buzan, Waever & De Wilde, 1998).
Acorde a los niveles de análisis presentados, se puede afirmar que el tema de estudio de las
drogas se encuentra en el subsistema internacional, pues abarca mas de una unidad (Estados).
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Sin embargo, en este momento no tiene acción en un nivel global, como sí lo tiene un tema
como terrorismo. Este último se encuentra en lo que los autores llaman
“macrosecuritización”, pues es una práctica que “opera en una escala superior y con
estructuras más complejas” (Verdes-Montenegro, 2015, p. 13). Sin embargo, el actor
securitizador en el problema de las drogas y en el tema del terrorismo es el mismo: el
gobierno estadounidense ayudado por gobiernos aliados, como por ejemplo, Colombia. El
discurso de la securitización de la guerra contra las drogas fue implementado en primera
medida por los presidentes Nixon y Reagan, que prendieron el reflector sobre la amenaza de
las drogas y lo tornaron al espectro de la seguridad. Por otro lado, el objeto referente es EE.
UU. e incluye a su población.
“El sector militar es sobre relaciones de fuerza y coerción; el sector político es sobre
relaciones de autoridad, gobernabilidad y reconocimiento; el sector económico es sobre
relaciones de comercio, producción y finanzas; el sector social involucra identidades
colectivas y el ambiental es sobre relaciones entre el ser humano y la biosfera planetaria”
(Buzan, Waever & De Wilde, 1998, p. 7)
A pesar de tener diferentes sectores dentro del área de análisis, estos son “partes inseparables
de un todo complejo” (Buzan, Waever & De Wilde, 1998, p.8) y por esta razón se conectan
entre sí. Sin embargo, las amenazas son presentadas específicamente desde sectores por
separado, para luego combatirlas desde un punto elevado que es la seguridad. Las amenazas
varían de sector en sector, pues una amenaza económica no es lo mismo que algo que
amenaza el sector del medio ambiente. Esto no quiere decir que la amenaza no pueda afectar
a largo plazo a más de un sector y especialmente al todo, considerado en este caso de estudio
como el Estado.
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Finalmente, antes de pasar a la definición de securitización, los autores introducen el
concepto de regiones, que luego será utilizado en la publicación Regions and Powers (2003),
en donde presentan los “complejos regionales de seguridad”. En este punto es indispensable
el contexto del final de la Guerra Fría, pues en este momento de la historia los “súper poderes”
(Estados Unidos y la Unión Soviética, ahora Rusia) dejan de tener “motivaciones de rivalidad
ideológicas y evitan comprometerse políticamente con otros Estados, a menos de que tengan
intereses que están inmediatamente afectados” (Buzan, Waever & De Wilde, 1998, p. 9).
Esta situación lleva a que las regiones se acerquen comiencen a tener intereses en común.
Por consiguiente, una región dentro de la teoría de securitización se entiende como “el nivel
donde los Estados u otras unidades se conectan lo suficientemente cerca para que sus
seguridades no pueden ser consideradas por separado” (Buzan & Waever, 2003, p.43).
Habiendo definido lo que se entiende por región y explicado la importancia del contexto en
el cual comienzan a darse los complejos regionales de seguridad, se puede afirmar que dichos
complejos son “conjuntos de unidades cuyos principales procesos de securitización,
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desecuritización, o ambos, están tan interconectados que sus problemas de seguridad no
pueden analizarse o resolverse razonablemente por separado” (Buzan & Waever, 2003, p.
44). Los principales componentes de un complejo regional de seguridad son los miedos y las
aspiraciones de cada unidad, los cuales crean las estrategias que se manejarán dentro de la
región y sus dinámicas (Buzan & Waever, 2003).
Trasladando el análisis y los conceptos al caso de la guerra contra las drogas, América Latina,
especialmente países como México, Colombia, Perú y Bolivia, constituyen una región en
donde hay un mismo problema de seguridad, por consiguiente sus unidades tienen los
mismos miedos y muchas de sus aspiraciones se encuentran en líneas muy cercanas. Como
consecuencia, se podría afirmar que estos países constituyen un complejo regional de
seguridad, no solo por su ubicación geográfica, sino también por el discurso de securitización
en torno a dicho problema. Dentro del mencionado complejo no se puede dejar de lado el
papel que cumple Estados Unidos dentro del problema de seguridad. Debido a que los
complejos de seguridad se rigen también por la influencia de las potencias, la región responde
a esta incidencia directa incluyendo a Estados Unidos como principal aliado para buscar
soluciones.
Luego de tener claros los aspectos anteriores, los autores Buzan, Waever y De Wilde afirman
que “la exacta definición de la securitización es constituida por el establecimiento
intersubjetivo de una amenaza existencial, con una notoriedad suficiente para tener efectos
políticos” (Buzan, Waever & De Wilde, 1998, p. 25). Sin embargo, la autora Yulia
Vorobyeva en su capítulo Illegal Drugs as a National Security Threat: Securitization of drugs
in the U.S. Official Discourse dentro del libro Drug Trafficking Organized Crime, and
Violence in the Americas Today presenta una definición un poco más clara y más acertada a
la hora de analizar el tema de las drogas y la securitización:
19
que se va a securitizar (el objeto referente). Un asunto es exitosamente securitizado cuando
es presentado por el actor securitizador como una amenaza y la audiencia es persuadida de la
existencia de dicha amenaza” (Vorobyeva, 2015, p. 44).
Habiendo explicado los principales conceptos dentro de la teoría, se puede afirmar que el
análisis de la seguridad busca entender “quién securitiza, sobre qué asuntos (amenazas), para
quién (objeto referente), por qué, con qué resultados y bajo cuales condiciones” (Buzan,
Waever & De Wilde, 1998, p. 32). Uno de los principales objetivos del primer capítulo de la
presente investigación es resolver estas interrogantes analizando la securitización de la guerra
contra las drogas dentro de la agenda bilateral entre Estados Unidos y Colombia. Los
siguientes objetivos se dedicarán a analizar este proceso, sus implicaciones y sus cambios en
los últimos años, pasando por la posible desecuritización de la guerra contra las drogas en
Colombia y las razones por las cuales este es un panorama posible en el país actualmente.
VI. Metodología:
La presente investigación se realizará por medio de un método cualitativo y busca establecer
la relación entre la diversificación de la agenda de política exterior en Colombia, a partir del
comienzo del gobierno de Juan Manuel Santos y la posible desecuritización de la guerra
contra las drogas. Para alcanzar dicho objetivo se utilizará el método de análisis de discurso
ideológico acompañado de un contexto presentado por las representaciones históricas. Así,
20
la metodología del discurso ideológico, propuesta por la Escuela de Copenhague, afirma que
“la securitización puede ser estudiada (…) por medio del discurso y las constelaciones
políticas” -respondiendo a la pregunta- “¿Cuándo un argumento con una retórica particular
y una estructura semiótica logra tener un efecto suficiente para hacer que una audiencia tolere
las violaciones a las reglas, las mismas que en otras ocasiones tendrían que ser obedecidas?”
(Buzan, Waever & De Wilde, 1998, p. 25).
Esto quiere decir que los discursos alteran la forma en la que la audiencia percibe y entiende
el mundo que la rodea. Es decir, las representaciones que tiene cada uno de los individuos
están alineadas con actos discursivos, los cuales tienen diferentes objetivos. En este caso, es
importante preguntarse ¿cómo ciertas estructuras de conocimiento se vuelven dominantes?
(Dunn, 2008). Es por esta razón que dentro de la presente investigación se tendrá en cuenta
el papel que tiene Estados Unidos dentro de la relación con Colombia y las repercusiones de
este en el discurso de securitización.
21
Por otro lado, el análisis de discurso ideológico tiene como objetivo relacionar las estructuras
del discurso con las estructuras sociales, asociando las propiedades, por ejemplo, de raza,
género o clase, con unidades estructurales incorporadas a sus contextos sociales, políticos y
culturales (Van Dijk, 1996). Para lograr este objetivo, es importante identificar la forma en
la que se definen las ideologías y la razón por la cual son importantes para la construcción y
posterior análisis de un discurso.
“repertorio de normas y valores sociales, propios de la cultura general; aquellos que realicen
óptimamente sus fines e intereses, y servirán como los componentes que edifican sus
ideologías de grupo (…) Dado que las ideologías, las relaciones y los intereses del grupo se
encuentran en juego, podemos suponer también que ponen de manifiesto una estructura
polarizada entre ‘nosotros y ellos’” (Van Dijk, 1996, p. 19).
22
en cuenta lo vulnerable que se encuentra frente a la amenaza presentada (Vorobyeva, 2015).
Debido a esto, el primer paso de metodología dentro de la presente investigación será tener
claro el contexto del periodo a estudiar para así proseguir con el análisis de los discursos
sobre un contexto establecido.
23
discursos presentados en la presidencia de Andrés Pastrana (1998-2002) y los dos periodos
presidenciales de Álvaro Uribe Vélez (2002-2010). Este análisis se realizó acorde a lo
explicado en la sección de metodología y teniendo en cuenta la importancia del discurso y el
lenguaje dentro de la teoría de la securitización. Los presidentes mencionados transmiten
muchas de sus características ideológicas dentro de sus discursos, y especialmente en la
presidencia de Álvaro Uribe, el discurso presidencial formó una parte fundamental de las
políticas y de la forma de gobernar.
Para comenzar con el análisis de discurso, es importante tener en cuenta que el discurso es
indispensable para determinar las ideologías de los presidentes en cuestión, pues “la
dimensión política de una sociedad esta fundada en el lenguaje (…) La realidad cobra sentido
en tanto es ordenada por una serie de significantes, que encadenados simbólicamente y
articulados mediante operaciones de desplazamiento y sustitución, diferencian, relacionan y
ordenan la totalidad de (…) lo real” (Molina, 2011, p. 67).
Siguiendo esta idea y acorde a lo analizado, hay una separación y un contraste claro entre el
gobierno de Andrés Pastrana y los gobiernos de Álvaro Uribe. La realidad política difiere en
la forma de estructurar el discurso entre ambos periodos, y el lenguaje juega un papel
fundamental dentro de esta diferencia. Por esta razón, se tomaron discursos por parte de los
presidentes analizados, entrevistas, noticias y encuentros con mandatarios de otros países,
especialmente Estados Unidos, para realizar una codificación de conceptos, los cuales de
ahora en adelante para la practicidad de la investigación, se conocerán como “nodos”. Los
nodos mencionados se dividen por categorías de lenguaje, las cuales encierran los temas a
los que los diferentes presidentes se refieren en los discursos. Estos nodos son: seguridad,
narcotráfico, política exterior, relación con Estados Unidos, identidad colombiana, grupos
armados, derechos humanos, paz e intensiones de paz. Los últimos dos nodos se diferencian
en la intensión del discurso, pues el de “paz” contiene los extractos de los discursos que se
refieren explícitamente a encontrar la paz, firmar un proceso y buscar alternativas al
acercamiento por la fuerza; por otro lado, el de “intensiones de paz” incluye los extractos que
representan un lenguaje implícito de paz, un lenguaje que no incluye un proceso claro ni
24
prácticas alternativas al uso de la fuerza. Algunos de los nodos fueron añadidos al análisis a
medida que se realizaba la lectura de los discursos, pues anteriormente no se encontraba el
lenguaje en los textos analizados, algunos ejemplos de estos son “terrorismo” o “derechos
humanos”.
El análisis mencionado se realizará por orden de periodos, en primer lugar, se analizarán los
discursos de Andrés Pastrana, desde el año 1998 hasta el 2002. Luego estarán los dos
periodos presidenciales de Álvaro Uribe, desde el 2002 hasta el 2010. A lo largo del análisis,
los nodos se irán incluyendo transversalmente para probar argumentos o características de
cada uno de los presidentes y sus gobiernos. Junto con esto, se irán discutiendo las diferentes
formas en que la securitización entra a la lógica social y al lenguaje político.
Luego de analizar los discursos durante su presidencia, los principales nodos encontrados
fueron los de paz y narcotráfico. La búsqueda de un proceso de paz exitoso con las FARC
direccionó su discurso y modificó su lenguaje hacia el nodo que trata el tema de la paz. Uno
de los discursos que se caracteriza por su alto contenido de lenguaje refiriéndose a la paz fue
el de posesión en 1998, en donde se designa una sección para el subtitulo “Colombia en Paz”,
y el presidente afirma: “la paz es la tarea mas urgente en la agenda de nuestro país y el mejor
contrato social que podemos hacer hacia el futuro” (Pastrana, 1998). Sin embargo, la lucha
25
contra las drogas representada en el Plan Colombia, iniciado durante su mandato, llevan a
complementar dicho discurso de paz con el del narcotráfico y la guerra en contra de este. En
el año 2000, Pastrana escribe unas palabas acerca del Plan Colombia en el periódico El País,
en donde afirma:
“Otro punto vital del Plan Colombia es la lucha contra las drogas ilícitas. En Colombia, el
narcotráfico sigue creciendo como fuerza desestabilizadora. Provoca distorsiones en la
economía, frena los logros en la redistribución de tierra, produce corrupción, multiplica la
violencia, perjudica el clima de inversión nacional y foránea y nutre de recursos a los grupos
armados. Golpear al narcotráfico es básico para edificar la paz en el país” (Pastrana, 2000).
Esta frase pronunciada por el presidente lleva a uno de los hallazgos más importantes de la
presente investigación. El narcotráfico es la principal justificación para la situación que
atraviesa Colombia durante el periodo de 1998-2002, pues como se evidencia en la
pronunciación anterior no permite el desarrollo, aleja la inversión y evita la efectividad de
las políticas de gobierno. Dentro del mismo discurso Pastrana afirma que “para nadie es un
secreto que los sueños del pueblo colombiano y los esfuerzos de sucesivos gobiernos se han
visto frustrados por la violencia y el narcotráfico” (Pastrana, 2000).
Es por esta razón que el Plan Colombia pasa a ser el eje central de la cooperación
internacional, especialmente en las relaciones con Estados Unidos. Sin embargo, como lo
señalan Rosen y Martínez (2014), este plan fue planeado por el gobierno colombiano de
forma diferente a la que realmente fue ejecutado luego de la firma del acuerdo con el gobierno
estadounidense. Como se explicó en la introducción, el plan consistió en ayuda
principalmente económica hacia el sector de la seguridad, pues como ya se mencionó,
comenzó teniendo el 80% de los recursos direccionados a la parte militar. Es decir, el método
utilizado en este punto para combatir el narcotráfico fue, en primera medida la securitización,
y a partir de esta, puramente un ejercicio de fuerza. La securitización se da por medio del
discurso, en donde se afirma implícitamente que sin la guerra contra las drogas el país no
26
podrá continuar “sus sueños”, no habrá desarrollo económico, no se realizará una
redistribución de tierras y finalmente no se podrá llegar al objetivo máximo: la paz.
En el Anexo 1 - figura 1 se puede evidenciar la utilización del nodo principal (paz) dentro de
los discursos de Andrés Pastrana durante el periodo de su presidencia. Junto con esta
información, también se pueden ver los discursos que mayor porcentaje tienen de dicho tema.
Por otro lado, en el anexo 1 - figura 2 se puede ver la información de uno de los discursos
mas importantes de la presidencia, el de posesión en 1998, y su codificación en diferentes
nodos. Dentro de esta gráfica se puede evidenciar cómo la política exterior sobrepasa al nodo
del narcotráfico, sin embargo esto se debe a que cuando el presidente Pastrana habla de
política exterior, ésta esta direccionada a la solución del problema de drogas en el país o a la
búsqueda de la paz dentro de este.
Pastrana enfoca su lenguaje dentro de los diferentes nodos hacia una mirada futurista del
país, siempre refiriéndose a una “nueva Colombia” cuando se refiere al inicio de los diálogos
con las FARC, y a una “nueva era de relaciones internacionales” cuando se refiere a la guerra
contra las drogas y los planes de cooperación internacional para ganarla. Un ejemplo de esto
es la frase pronunciada en el discurso de posesión cuando afirma “no sólo estamos hoy
invistiendo un nuevo Presidente, sino inaugurando la nueva era de una Colombia orientada
hacia el camino correcto” (Pastrana, 1998).
Cuando se refiere a las relaciones internacionales, especialmente con Estados Unidos, afirma
que “comenzamos también con ellos una nueva era de entendimiento y de confianza que nos
ha de permitir la diversificación de la agenda de nuestras relaciones” (Pastrana, 1998). A
pesar de esta afirmación, se puede concluir de lo analizado, que las relaciones con Estados
Unidos se basaron especialmente en la ejecución del Plan Colombia, es decir en la guerra
contra las drogas, sin mucha diversificación de temas dentro de dicha agenda bilateral.
27
como un “pueblo hermano”, un ejemplo de sus intensiones con el país vecino se puede
encontrar en el discurso por parte de Pastrana durante la cena para Hugo Chávez en el año
2001. En esta afirma: “entre pueblos como los nuestros, con tan intensas relaciones humanas,
territoriales, económicas y políticas, es natural que ocurran incidentes o que aparezcan
perturbaciones, pero estos jamás podrán soslayar la verdadera esencia de nuestra amistad y
de nuestra vocación integradora” (Pastrana, 2001).
Por otro lado, Pastrana realiza una propuesta encaminada a lo que podría considerarse como
un complejo regional de seguridad, cuando declara que “la estrategia del gobierno es
propiciar una alianza entre los países productores y consumidores de narcóticos basada en
los principios de corresponsabilidad e igualdad” (Pastrana, 2000). Esta alianza busca
combatir un problema común de seguridad, que afecta tanto a los productores como
consumidores, y de esta forma solucionar dicho problema por medio de un plan conjunto
entre la región, incluyendo a Estados Unidos como país consumidor.
28
los partidos tradicionales tenían para ofrecer en el momento. “Su hábil campaña supo
capitalizar los sentimientos de los colombianos de inseguridad y de rechazo tanto frente a la
actividad de los políticos corruptos como de las acciones de los actores armados” (Gonzalez,
2006).
Junto con la complicada situación que estaba viviendo el país luego del proceso de paz
fallido, del manejo de la crisis económica comenzada en 1999, del incremento en la
inseguridad y de la baja efectividad material del Plan Colombia, Álvaro Uribe llega con una
personalidad paternalista y “frente a los colombianos se define como un hombre providencial,
firme y generoso a la vez, dispuesto a sacrificarse por el país” (Richard, 2007, p. 73). Se
puede afirmar que “la gestión de Uribe se identifica con un patrón personalista y paternalista
de liderazgo político, apoyado en una ideología amorfa o ecléctica caracterizada por un
discurso antiestablishment, tales como la política de seguridad democrática y la lucha contra
la corrupción y la politiquería” (Galindo, 2007, p. 157). En este sentido, Uribe se muestra
como un líder con ideas apartadas de los pensamientos tradicionales de la política, como un
hombre que conoce a profundidad el país y se identifica con una identidad colombiana,
captando la atención de los votantes, esos que estaban buscando un orden diferente al que se
estaba presentando en el país en la época electoral.
29
confianza de la ciudadanía y de la opinión pública a cualquiera de los bandos” (Molina, 2011,
p. 68).
En este mismo discurso, los nodos de narcotráfico y política exterior igualan al de intensiones
de paz, pues el narcotráfico es, como ya se mencionó en la sección anterior, en donde se
analiza el discurso de Andrés Pastrana, el eje de justificación frente a los inconvenientes y
problemas a los cuales se enfrenta el país en este momento. Este nodo va a ser reemplazado
dentro del lenguaje por terrorismo y luego articulando ambos nodos como narcoterrorismo.
Por otro lado, en el anexo 1 - figura 4 se puede evidenciar que el nodo de intensiones de paz
va disminuyendo con el pasar de los años, sin embargo, el discurso con mayor número de
codificaciones de dicho nodo es el que el presidente pronuncia en el Simposio Internacional
30
sobre Justicia Restaurativa en Colombia en el año 2005, al cual atendió el Premio Nobel de
Paz Desmond Tutu. En este discurso se ve un cambio en el lenguaje y se incrementa el nodo
de intensiones de paz, el cual se presenta como un dato atípico frente al resto de resultados.
Habiendo discutido el primer discurso como punto de inicio de los temas presentados dentro
del gobierno de Uribe, es importante analizar la evolución en el tiempo de cada nodo por
separado. De esta forma se profundizarán los nodos que se hallaron más relevantes dentro
del lenguaje de Uribe durante sus periodos presidenciales. Estos son: terrorismo, seguridad
y narcotráfico. Estos temas son atravesados transversalmente por el nodo de identidad
colombiana y es por esta razón que será el primero a analizar.
La identidad colombiana dentro de los discursos de Uribe esta marcada siempre por “el salir
adelante” a pesar de cualquier adversidad, tal como lo es el narcotráfico y el terrorismo,
representados por los grupos armados. El pueblo colombiano, plasmado en el lenguaje del
presidente, es un pueblo víctima que busca encontrar el sentimiento de seguridad. “No es
posible encontrar en el mundo un pueblo más sufrido que el pueblo colombiano” afirma el
mandatario en su discurso de reelección en el año 2006. Por esta razón, su principal consigna
dentro de ambos periodos presidenciales es “seguridad democrática”, de esta forma todo lo
que cause una sensación de inseguridad será añadido al sector de seguridad y por
31
consiguiente al militar. Acorde a lo que menciona Uribe en diferentes discursos, dicha
seguridad democrática necesita de la ayuda internacional para ser una política exitosa. Así,
Colombia es mostrada en diversas ocasiones como un país sufrido y necesitado de
cooperación para lograr un desarrollo, tanto económico como social:
Para terminar con el análisis del nodo de identidad colombiana, es importante mencionar la
lógica de “nosotros y ellos” utilizada por Uribe, una lógica característica de un gobierno
personalista y de carácter populista (Galindo, 2007). Dentro de la época de la seguridad
democrática, el discurso de “los colombianos de bien” se agudizó y se estableció en el núcleo
del pueblo colombiano. Uribe se refiere de forma constante en sus discursos al grupo de
“colombianos de bien”, afirmando de forma implícita la existencia de los “colombianos del
mal”. Algunos ejemplos se pueden encontrar en las entrevistas a sucursales de radio: “Los
colombianos de bien estamos muy tristes porque el coronel Guevara murió en el secuestro”
afirma en el año 2010 en la emisora de la Policía Nacional. En este mismo año, en el que
termina su mandato, dentro de su última alocución presidencial, Uribe declara: “poco interés
prestamos a las tentaciones de engaño, de invitación al diálogo por los terroristas, pero dimos
todo nuestro amor al diálogo fraterno con los colombianos de bien” (Uribe, 2010). Esta
separación hace que los colombianos se clasifiquen a sí mismos en un grupo o en el otro,
profundizando la lógica mencionada de “ellos y nosotros”, y justificando las acciones
tomadas en contra del grupo adversario.
Antes de comenzar con el análisis del nodo de terrorismo, que acorde a la investigación, es
el nodo unificador de todos los temas dentro del discurso de Uribe, se analizará el nodo de
32
narcotráfico. Éste es el financiador de todo lo que causa problemas de seguridad dentro de la
Nación, pues “ninguno de estos grupos -grupos armados- puede eximirse del narcotráfico
(…) ninguno de estos grupos estaría subsistiendo si no tuviera recursos de narcotráfico”
(Uribe, 2005). Aparte de financiar a los grupos que causan la violencia en Colombia, Uribe
afirma que “el narcoterrorismo es amenaza para nosotros y para los vecinos” (Uribe, 2010),
queriendo decir que es un problema de seguridad que debería ser tratado por medio de una
actuación conjunta de la región completa, evocando así el mismo concepto de complejo
regional de seguridad propuesto en el gobierno de Andrés Pastrana.
33
Esto lleva la investigación a sus dos nodos finales: terrorismo y seguridad. El terrorismo es
el nodo principal de los discursos de Álvaro Uribe y se complementa con el tema de
seguridad. Siempre estos dos temas se acompañan dentro del lenguaje y se justifican el uno
al otro para llegar a proposiciones, acusaciones y finalmente, soluciones por parte del
segundo para el primero. El primer punto a tratar dentro de este tema terrorista es la forma
en la que éste atenta contra la democracia, y por consiguiente contra el mayor valor
propagado en el mundo por Estados Unidos. Uribe afirma que “derrotar el terrorismo
significa recuperar el respeto a la ley” (Uribe, 2010), una ley asignada por gobiernos
democráticos. Este el primer anclaje por parte de Colombia a Estados Unidos para asegurar
la cooperación internacional. Cuando el presidente Uribe se dirige al presidente de los
Estados Unidos George Bush en uno de sus encuentros en el año 2004, da la siguiente
declaración: “Nuestro triunfo contra el terrorismo, será el triunfo del pueblo, de la
democracia, de la supremacía de la ley. (…) Nuestro triunfo evitará el contagio a los países
hermanos y vecinos. Nuestro triunfo será motivo de orgullo para los pueblos norteamericano
y colombiano, martirizados por la droga” (Uribe, 2004).
34
mismo lugar, que en este caso es Colombia. El discurso entonces se basa en una incapacidad
de Colombia para combatir el terrorismo financiado por el narcotráfico de forma autónoma,
y así el problema colombiano se torna en un problema conjunto que causa total interés por
parte del gobierno estadounidense. Esto sumado a la buena relación que se presentaba entre
el presidente Bush y el presidente Uribe durante los 7 años que tuvieron como homólogos.
Esta relación se evidencia en las declaraciones de Bush sobre Uribe en diferentes ocasiones,
por ejemplo cuando afirma: “el Presidente Uribe ha reavivado las esperanzas de su país, ha
mostrado qué es el liderazgo moderno para un hombre que sabe que el mundo mira a su país”
(Bush, 2009).
Fiigura 11
1
Mapa conceptual elaborado a partir de la argumentación propuesta en el presente capítulo. Elaboración propia.
35
Finalizando el análisis de discurso de Álvaro Uribe Vélez, el nodo de seguridad es
indispensable para entender y lograr el objetivo principal de este capítulo. Se puede comenzar
con la declaración de Uribe frente al Congreso en el año 2010: “la seguridad es una fuente
de recursos, en su ausencia, la economía no atrae inversión”. Esta afirmación se conecta
directamente con lo dicho por el presidente en el año 2005 cuando habla de la importancia
de proveer educación al pueblo colombiano y justifica la política de seguridad democrática:
“esto no lo garantizamos, si no hay un proceso sostenido y acelerado de crecimiento
económico. Sin crecimiento económico acelerado no hay recursos para sostener un plan
creciente de inversión social. Y ese crecimiento económico necesita confianza inversionista
y esa confianza inversionista necesita seguridad.” (Uribe, 2005).
El anterior pronunciamiento reúne los hallazgos finales del presente capítulo. Con la
existencia del narcotráfico se financia el terrorismo, este lleva a la violencia y a la constante
inseguridad, sin seguridad no existe desarrollo económico, sin crecimiento económico no
existe inversión social y por consiguiente no se llega al objetivo de mejorar la educación, y
así las condiciones del pueblo colombiano. Por esta razón, todos los nodos se unen en el nodo
de seguridad, la identidad colombiana no existe sin seguridad, el narcotráfico, y por lo tanto,
el terrorismo atenta contra esa seguridad, la democracia necesita seguridad para ser un
modelo de gobierno efectivo, la seguridad, como consecuencia, es la respuesta a cada una de
las necesidades colombianas.
Para concluir, se halla una constante entre los gobiernos analizados, la del narcotráfico. A
pesar de no ser el problema principal dentro de los periodos presidenciales de Álvaro Uribe,
la lucha contra las drogas por medios militares se mantiene a través de la historia, pues es la
fuente permanente de los problemas de seguridad colombianos. La securitización, por
consiguiente, viene implícita en cada uno de los discursos, en donde no se analiza ningún
tipo de alternativa a la guerra antinarcóticos por medio de la fuerza. Se convence que sin la
mencionada guerra, el país no podrá tener el bienestar anhelado por todos los ciudadanos y
así, se aceptan medidas que anteriormente no serían aceptadas para combatir ese “mal”.
36
Dentro de dicho discurso se ilustra la personalidad e ideología del líder, así no se diga de
forma explícita, el presidente, en este caso, se muestra al pueblo por medio del lenguaje.
37
colombianos hacia Washington por este plan de cooperación. Juan Manuel Santos, a pesar
de ser un presidente que buscó alternativas de autonomía para Colombia y alianzas por fuera
de la zona de influencia estadounidense, nunca dejó las relaciones con Estados Unidos a un
lado y nunca evitó expresarse con el mencionado agradecimiento constante hacia el país.
Durante la celebración de los 15 años del Plan Colombia, afirmó:
“Hoy vuelvo a Washington para dar las gracias al pueblo y al gobierno de los Estados Unidos
por el apoyo que han dado a Colombia en los últimos 15 años (…) todos los avances se deben,
en gran parte a que (…) cuando estábamos en tan serios problemas los colombianos recibimos
una mano amiga, y esa es la que provino de aquí, de Washington” (Santos, 2016)
Este pronunciamiento da a entender que muchos de los logros de Colombia en los últimos 15
años fueron debido al apoyo estadounidense y a su “mano amiga”, la cual brindó en
momentos de crisis, como los años anteriores al Plan Colombia. Esta es una pequeña muestra
de lo que ha sido la política exterior colombiana en los últimos años.
Por otro lado, se puede afirmar que hay una conexión directa entre la variable doméstica y la
política exterior colombiana, pues el contexto dentro del país limita y marca la política
exterior encerrándola dentro de los problemas y situaciones que se viven al interior de este.
“La incapacidad del Estado de hacer un uso efectivo de la soberanía interna (…) el vacío de
poder estatal, el condicionamiento por el conflicto armado interno y la existencia de
diferentes grupos subversivos, son factores que han limitado la política exterior a las
condiciones de política interior” (González, Mesa & Londoño, 2016, p. 271). Esto ha
derivado en el bajo margen de maniobra que ha tenido el gobierno colombiano en su relación
con la comunidad internacional, pues sus intereses y temas recurrentes han sido los
problemas de seguridad domésticos, lo cual ha causado una inevitable securitización del país
frente a los países del sistema internacional.
En agosto de 2010, se posesiona Juan Manuel Santos como Presidente de Colombia y las
dinámicas de la política exterior comienzan a cambiar por medio de implementación de la
38
estrategia de respice omnia. Durante el periodo de Santos se hicieron transformaciones
sustanciales en la forma de hacer política, los cuales serán explicados en las secciones que se
ejecutarán en el presente capítulo. Todos estos cambios mencionados se ejecutan debido a
que “pese a los avances en materia económica, la estrategia política propuesta por el gobierno
de Uribe generó de forma paralela un alto costo de oportunidad en términos políticos y
sociales” (Vergara, 2012, p. 152).
39
modo tal que fueran incluidos allí los temas de postconflicto y del desarrollo económico, con
miras a establecer una alianza más duradera y equilibrada” (Rojas, 2013, p. 4).
A pesar de haber sido Ministro de Defensa durante el gobierno de Uribe y haber orquestado
los mayores ataques a la guerrilla de las FARC, Santos relata en su libro “La batalla por la
paz” (2019), por medio de diferentes ejemplos, que siempre encaminó su vida política y
personal a la búsqueda y construcción de paz. En su discurso de posesión agradeció a su
antecesor, pero estableció una línea clara que se caracterizaba más con su forma de gobernar
y los cambios que iba a instaurar. En el mencionado discurso promete un “nuevo amanecer”
para el país, con el cual afirma que se tendrá “la oportunidad histórica para transformar a
Colombia y asumir un positivo protagonismo en el escenario internacional” (Santos, 2010).
Así termina su discurso y deja claro que habrá cambios importantes en el actuar político del
gobierno.
Los cambios que comenzaron al interior del país fueron en principio institucionales, esto lo
afirma Liliana Caballero, directora en aquel momento del Departamento Administrativo de
40
Función Pública, en una entrevista con RCN Radio, en donde establece que “en el primer
periodo de gobierno del presidente Santos se hizo una gran reforma donde se concentraron
los esfuerzos en cuatro áreas: la superación de la pobreza extrema, la consolidación de la paz,
el fortalecimiento de la competitividad y la lucha contra la corrupción” (Caballero, 2018). Si
se analizan las áreas, ninguna de ellas es explícita en la seguridad o en la lucha contra el
narcotráfico, pues la estrategia del gobierno Santos es combatir estos problemas de seguridad
por medio de una visión integral que ataque la raíz de dichos problemas, como lo es la
consolidación de la paz y la superación de la pobreza extrema.
El discurso al interior del país fue lo que realmente tuvo un cambio significativo, pues el
presidente Santos se empeñó en, por medio de éste, convencer a la población de la
importancia de la búsqueda de la paz y reconciliación. Por medio de movimientos políticos
como la aprobación de la Ley de Víctimas en el año 2011, o institucionales como el
establecimiento de nuevos ministerios como el de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible
o el Ministerio de Salud (antes vinculado al Ministerio de Trabajo), el discurso del gobierno
cambia para demostrarle al pueblo colombiano el giro hacia una nueva estrategia política y
social dentro del país. En su posesión en el año 2014, Santos afirma: “la primera decisión
que tomé es que, a partir del año entrante, el presupuesto destinado a la educación sea el más
grande de todos dentro del presupuesto nacional, por encima incluso del de Defensa y
Seguridad” (Santos, 2014). Esta medida informada durante el discurso presidencial, lo que
pretende es demostrar que las prioridades del gobierno han evolucionado y transformado para
atacar los problemas recurrentes del país por medio de la educación, la superación de la
pobreza y el mejoramiento de condiciones de vida, como el progreso en el sistema de salud.
El proceso de negociaciones de paz con las FARC fue uno de los ejes centrales de la política
exterior colombiana en los dos periodos presidenciales de Santos. Durante los últimos dos
años de presidencia (2017-2018), luego de la firma del acuerdo final en el 2016, el gobierno
se encargó de exponer este logro a la comunidad internacional con el propósito claro de
cambiar la percepción de Colombia en el exterior. Se presenta al país como una excepción
en el mundo y la paz en éste como un logro único. El presidente durante la sesión con el
41
Parlamento Europeo en el 2018 declara que “en un mundo en el que algunos siguen
privilegiando la opción armamentista sobre el dialogo y la convivencia, es bueno poder
contarles que las armas que empuñaron tantos colombianos contra colombianos están siendo
hoy convertidas en monumentos de paz” (Santos, 2018). Es aquí en donde deja claro que
Colombia cambió su forma de combatir los problemas de seguridad, ya no se afrontan por
medio de una opción militar y securitizada, sino que se buscan alternativas de participación
y soluciones integrales que ataquen las raíces de los enfrentamientos.
Lo anterior se conecta directamente con la posición del gobierno colombiano frente a las
relaciones con los países vecinos, tales como Venezuela y Ecuador. Debido a los costos
políticos que generó el gobierno de Álvaro Uribe en las relaciones hemisféricas, Santos vio
necesario el cambio en la estrategia de política exterior frente a la región. Por esta razón,
“dentro del programa de gobierno propuesto por la administración de Santos (…) se planteó
el desarrollo de un componente importante en torno a la dinamización de la agenda política
(…) esto, a través de una plataforma que tiene como principios la integración regional y la
liberalización del comercio” (Vergara, 2012, p. 151). Lo anterior se logró por medio de, no
solo cambios en la forma de aproximación a los gobiernos de Venezuela, Ecuador y Bolivia,
y su integración a procesos internos de Colombia como el proceso de paz, sino también de
un cambio de discurso cuando se habla de América Latina frente al mundo.
Lo anterior se evidenció en la forma en que Juan Manuel Santos, por medio de su cargo y las
plataformas que este le provee, se enfoca en un discurso que enaltece a Latinoamérica y la
posiciona en un lugar de potencia en términos humanos, de cultura, de recursos y
económicos. En una conferencia en Brown en el año 2011, realiza varias afirmaciones con el
propósito de hacer ver a la comunidad internacional el enorme potencial que tiene el
subcontinente. Algunas de estas son: “Nuestra región tiene lo que el mundo necesita:
alimentos, agua, energía, bosques, biodiversidad y una fuerza de trabajo joven y creciente,
todo esto en un continente con estabilidad democrática y sanas políticas económicas”,
también afirma que “en la medida que nuestros países se integren y trabajen juntos, estas
42
fortalezas se potencian y convierten a la región en un factor insoslayable de poder económico
y político en el planeta” (Santos, 2011).
Estas declaraciones dan fuerza a la visión de integración regional que el gobierno colombiano
estaba buscando en el momento, y se resume en la afirmación que realiza en el discurso de
posesión en el 2014, cuando declara que “hace cuatro años Colombia tenía dificultades que
parecían insalvables con algunos vecinos, hoy podemos decir que (…) prevalece el respeto,
la amistad y prevalece el deseo de cooperación que debe existir entre pueblos hermanos”
(Santos, 2014). Es aquí, en donde se ve el cambio en el discurso y en la forma de ejecutar la
política exterior. La diversificación proviene de una apertura de relaciones internacionales
del país, no solo enfocada en una diversificación de agenda, sino también de socios políticos
y sociales.
La dinamización de la política exterior lleva también a una desecuritización del país frente al
sistema internacional, pues se proyectó una “idea de un país de oportunidades y soluciones
para cambiar la imagen de “Estado problema” (…) -así, fue posible- mejorar la calificación
de riesgo país y liderar (…) iniciativas multilaterales en temas ambientales, educativos, de
derechos humanos y de cooperación en seguridad” (Pastrana & Vera, 2015, p. 108).
Colombia cambió la percepción de un país inundado en problemas de seguridad, por un
aliado confiable para la comunidad internacional. Es por esta razón que se puede afirmar que
la desecuritización presentada en Colombia, a raíz de la diversificación de la agenda de
política exterior, no se muestra solo en los problemas de seguridad del país, como por ejemplo
en la lucha contra las drogas, sino también en la imagen de Colombia dentro del sistema
internacional.
43
deteriorado de alguna manera. La estrategia planteada por el gobierno de Santos para la
política exterior durante sus dos periodos se basó en una
“autonomía relacional, (…) que se caracteriza por una integración regional con acento
económico, lo cual permite la construcción de una interdependencia regional. Esta
integración debe estar acompañada por la integración en infraestructura física y por una
participación activa, comprometida y responsable en los asuntos mundiales, (…) siempre
enmarcada en un régimen político democrático. El logro de niveles de autonomía no implica
la confrontación con Estados Unidos” (González, Mesa & Londoño, 2016, p. 276)
Lo anterior muestra el giro hacia una política exterior que buscó diversificar sus aliados
internacionales, recomponer las relaciones con sus vecinos, involucrarse más en los asuntos
mundiales tales como la crisis de Haití, y al mismo tiempo, no dejar a un lado la ayuda y
cooperación con Estados Unidos, pero esta vez teniendo una relación de asistencia mutua y
no de dependencia. “Tras años de una agenda dominada por los temas de narcotráfico y
seguridad militar, por primera vez se habla en ambas capitales (Washington y Bogotá) de
‘rebalancear’ la asistencia” (Ramírez, 2011, p. 86). De este modo, se logra no solo una
diversificación de la agenda bilateral, pero también una desecuritización de dicha agenda. El
discurso cambia y las acciones junto con él, pues se transforma el papel que tiene Colombia
en la seguridad internacional e incluso en la lucha contra las drogas, en donde “el país ha
dejado de ser considerado una “amenaza” para convertirse en un “socio activo” de Estados
Unidos en materia de lucha contra el narcotráfico y seguridad regional” (Rojas, 2013, p. 6).
El tono que Santos comenzó a utilizar en sus relaciones con Estados Unidos y en sus
discursos frente a la comunidad internacional, se caracterizó por la convicción de gobernar
un país capaz de cooperar y no de simplemente depender. Santos dejó claro en cada uno de
sus discursos la enorme capacidad que tiene Colombia, y Latinoamérica, para jugar un papel
importante dentro del sistema internacional. La transformación del discurso se da en
diferentes ámbitos, uno de ellos son los pronunciamientos que realiza frente a los
estadounidenses cuando afirma en una conferencia en la Universidad de Brown en el 2011:
44
“No vengo a decirles a los estadounidenses que América Latina necesita de su ayuda, no.
Hoy vengo a decirles (…) que es tiempo de que Estados Unidos revalúe sus prioridades en
relaciones internacionales y dirija su mirada hacia su propio hemisferio. (…) Por su propio
bien, Estados Unidos no puede, y no debe, continuar ignorando el inmenso potencial
económico, político, ambiental y humano que existe al sur de sus fronteras” (Santos, 2011).
Se puede afirmar que, según la sección presentada, las relaciones con Estados Unidos se
diversifican a través de diferentes vías. La primera se caracteriza por las alternativas que tiene
Colombia durante el gobierno Santos con sus aliados internacionales y regionales. La
segunda, establece una diversificación en los temas tratados dentro de la agenda, los cuales
incluyen (allende al narcotráfico y el terrorismo), temas como los que se mencionan en la
introducción de la presente investigación cuando se expone el contexto del análisis:
desarrollo social, medio ambiente, educación, entre otros. Finalmente, la relación se
diversifica por medio de su cambio en la cooperación, en donde se “fortalece el papel
diplomático colombiano en una relación vis a vis con los grandes actores el sistema
internacional” (Vergara, 2012, p. 162).
45
Por otro lado, el presidente enfatizó en repetidas ocasiones el costo que ha tenido que pagar
Colombia en la guerra antinarcóticos, que según las afirmaciones del presidente durante su
discurso en la ceremonia de aceptación del Nobel de Paz, es “una guerra igual o incluso mas
dañina que todas las guerras juntas que hoy se libran en el mundo” (Santos, 2016). En este
mismo discurso reiteró las profundas consecuencias que ha tenido que soportar el país en esta
lucha, mencionado que “Colombia ha sido el país que más muertos y sacrificios ha puesto”
(Santos, 2016).
A parte de la importancia del debate en sí, Santos siempre dejó claro que el proceso de paz
con las FARC era uno de los pasos claves para replantear las estrategias de la lucha contra
las drogas. Esto debido a que “gracias al acuerdo, las FARC se comprometen a romper
cualquier vínculo con esta actividad y a cooperar con acciones concretas para combatir este
fenómeno” (Santos, 2016). Las negociaciones se convierten en un proceso indispensable,
pues uno de los mayores beneficiados del negocio de las drogas ilícitas era el grupo
insurgente con el cual se estaba llevando a cabo el proceso.
Así como se mencionó en la introducción, el presidente Santos fue uno de los primeros líderes
en poner el tema de la legalización sobre la mesa, lo hizo en una entrevista realizada por The
Guardian en el año 2011 (Tickner & Cepeda, 2017). Sin embargo, el gobierno de Estados
Unidos no estuvo de acuerdo con su posición, el presidente Obama, durante la VI Cumbre de
las Américas en el año 2012, estableció que la legalización no es la respuesta para el problema
del narcotráfico en el mundo, pues generaría más problemas que soluciones y empeoraría el
problema. A pesar de estas declaraciones, el presidente Santos en esta misma cumbre,
mantuvo su posición de la necesidad de replantear las estrategias y encontrar formas de actuar
más efectivas para la lucha antinarcóticos (El País, 2012). Luego de este encuentro, en el que
hubo opiniones diferentes sin llegar a ningún tipo de conflicto, Santos continuó debatiendo
el tema en diferentes escenarios nacionales e internacionales, y buscando alternativas para
atacar el problema del narcotráfico en Colombia.
46
Como se puede evidenciar en el Anexo 3, todas las declaraciones del presidente Santos
muestran un cambio drástico del discurso refiriéndose al tema de las drogas, en comparación
con el gobierno de Álvaro Uribe y el de Andrés Pastrana. Sin embargo, el cambio
fundamental y más claro se ve únicamente en el discurso, pues en estrategias materiales no
se evidencian cambios que tengan repercusiones sustanciales en cuanto a la desecuritización
de la lucha contra las drogas. Colombia continuó realizando erradicación de cultivos, pero
durante el gobierno de Santos se interrumpieron las fumigaciones con glifosato y se optó por
la sustitución manual. Como se mencionó en la introducción, se estableció el “plan nacional
integral de sustitución de cultivos de uso ilícito”, el cual le da prioridad a la erradicación
manual voluntaria y deja como última opción la erradicación aérea forzosa.
IX. Conclusiones:
A lo largo de la investigación se evidenció que la agenda de política exterior colombiana ha
estado marcada históricamente por los temas de narcotráfico y terrorismo, teniendo como
consecuencia una relación constante de dependencia por los últimos años con Estados
Unidos. En esta relación, la securitización juega un papel indispensable dentro de la agenda
bilateral entre Colombia y la potencia estadounidense. Debido a esto, el primer capítulo se
enfocó en explicar la forma en la que el discurso, complementado con la personalidad y
posición ideológica de los presidentes Andrés Pastrana y Álvaro Uribe, construye el lenguaje
securitizador. Dentro de este lenguaje, la lucha contra las drogas toma una posición
determinante creando una necesidad de ayuda y cooperación internacional por parte de
Colombia.
47
De la primera parte del capítulo 1, en la cual se analiza el discurso de Pastrana desde el año
1998 hasta el 2002, se pueden rescatar dos conclusiones generales. En primer lugar, el
discurso del narcotráfico y su securitización lleva a que este fenómeno sea utilizado por el
gobierno como una justificación de la violencia y el atraso de un país que cuenta con todas
las capacidades para ser una potencia regional. Este se convierte en el eje central de la política
exterior colombiana y se representa por medio de la aprobación e implementación del Plan
Colombia, el cual es esa “mano amiga” por parte de Estados Unidos que Colombia estaba
convencida de necesitar. En segundo lugar, se puede afirmar que el discurso del proceso de
paz y de la “nueva era” que comenzaría Colombia, tenía como finalidad una diversificación
de la agenda que la comunidad internacional tenía frente al país, junto con la mejora de las
relaciones dentro de la región latinoamericana. Como conclusión, es posible determinar que
la contribución más importante de Pastrana a la securitización del país y de la guerra contra
las drogas, es la firma e implementación del Plan Colombia.
Por su parte, el discurso securitizador del presiente Álvaro Uribe se analiza en la segunda
parte del capítulo 1. Su personalidad y forma de presentarse frente a los colombianos logró
una votación histórica a su favor en el año 2002 y su reelección en el año 2006. El discurso
de Uribe se basó en el lenguaje de seguridad por medio de su política de “seguridad
democrática”. Este gobierno cambió el lenguaje político y lo dirigió a los temas de terrorismo
y de identidad colombiana. Sin embargo, el narcotráfico nunca se deja a un lado, pero se une
siempre con el primer tema mencionado, convirtiéndose en una amenaza “narcoterrorista”.
El discurso del terrorismo proviene de Estados Unidos a partir de los atentados del 11 de
septiembre del 2001, y Colombia lo acoge para referirse a los grupos insurgentes y a los
narcotraficantes. De esta forma, Estados Unidos y Colombia comienzan a unificar más que
nunca sus discursos y la securitización se aborda de forma más evidente. Para el gobierno de
Álvaro Uribe cada uno de los asuntos por resolver dentro del país eran temas de seguridad y
es en este periodo en el que la securitización de la guerra contra las drogas toma una fuerza
sin precedentes en el país.
48
Debido a las políticas internacionales del gobierno de Uribe, el acercamiento a Estados
Unidos y la falta de interés en la integración regional, la relación con los vecinos
latinoamericanos, tales como Venezuela, Ecuador y Bolivia, se deterioró a tal punto en donde
se movilizaron tropas colombianas y venezolanas a las respectivas fronteras. Dentro de este
contexto, el país no solo había securitizado la lucha contra las drogas, sino también su política
exterior como tal.
En el año 2011, Juan Manuel Santos asume la Presidencia de Colombia y los cambios
comienzan a ser evidentes, no solo en el ámbito doméstico, sino también en la ejecución de
la política exterior. El discurso utilizado por Santos, que lleva a la diversificación y luego a
una desecuritización del país frente a la comunidad internacional y de la lucha contra las
drogas, se analiza a lo largo del capítulo 2. Este análisis lleva a concluir que el discurso
principal del gobierno es el de alcanzar la paz por medio de un proceso de negociación con
el grupo insurgente más antiguo de América Latina. Por medio de este discurso, el lenguaje
reemplaza al narcotráfico como eje justificador de la situación colombiana, por el anhelo del
logro de una paz estable y duradera que llevará a conseguir la “prosperidad democrática” que
Santos prometió desde el inicio de su presidencia. Es el discurso el que realmente cambia la
securitización que se venía manejando en el ámbito político y social del país. Por medio de
este cambio, se evidencian transformaciones en la política exterior colombiana, incluyendo
las relaciones con los vecinos regionales y con el aliado histórico, Estados Unidos.
49
socio global, convirtiéndose en el único país de América Latina en pertenecer a esta
organización.
¿Por qué parcial e incompleta? La desecuritización de la lucha contra las drogas que se ha
venido presentando a partir del gobierno de Juan Manuel Santos todavía es un proceso en
crecimiento. Como se ha mencionado en diversas ocasiones en el presente texto, el proceso
de securitización se desarrolló por más de 30 años en Colombia, por medio de la influencia
de Estados Unidos como potencia y a través del discurso de los diferentes mandatarios
colombianos. Como consecuencia, es probable que el proceso de desecuritización tome aún
mas tiempo, pues requiere una transformación significativa, no solo de las construcciones
sociales provenientes del lenguaje, la cual puede afirmarse que esta ocurriendo actualmente,
sino también en toma de decisiones políticas y sociales y la generación de estrategias para
combatir el problema.
50
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Republica-de-Colombia-Juan-Manuel-Santos-al-aceptar-el-Premio-Nobel-de-Paz
- Santos, J. M. (2017, Junio 27). Palabras del Presidente Juan Manuel Santos en el acto
final de dejación de armas de las FARC. Disponible en:
https://www.cancilleria.gov.co/newsroom/news/palabras-presidente-juan-manuel-
santos-acto-final-dejacion-armas-farc
- Santos, J. M. (2018, Abril 25). Palabras del Presidente Juan Manuel Santos durante su
visita al Comando Sur de Estados Unidos. Disponible en:
http://es.presidencia.gov.co/discursos/180425-Palabras-del-Presidente-Juan-Manuel-
Santos-durante-su-visita-al-Comando-Sur-de-Estados-Unidos
58
- Santos, J. M. (2018, Mayo 30). Palabras del Presidente Juan Manuel Santos ante el
Parlamento Europeo. Disponible en: http://es.presidencia.gov.co/discursos/180530-
Palabras-del-Presidente-Juan-Manuel-Santos-ante-el-Parlamento-Europeo
- Santos, J. M. (2018, Mayo 30). Palabras del Presidente Juan Manuel Santos durante
ceremonia de adhesión de Colombia a la OCDE. Disponible en:
http://es.presidencia.gov.co/discursos/180530-Palabras-del-Presidente-Juan-Manuel-
Santos-durante-ceremonia-de-adhesion-de-Colombia-a-la-OCDE
Entrevistas:
- Caballero, L. (2018, Agosto 7). Las entidades de Santos. (RCN Radio, entrevista).
Disponible en: https://www.rcnradio.com/politica/las-entidades-de-santos
- Pastrana, A. (2002, Julio 22). “Me tocó bailar con la más fea” (R. Semana, entrevista)
Disponible en: https://www.semana.com/nacion/articulo/me-toco-bailar-mas-
fea/53239-3
- Uribe, A. (2007, Septiembre 25). Entrevista al Presidente Uribe - Caracol Radio.
Disponible en:
http://historico.presidencia.gov.co/entrevistas/entrevistas2007/caracol_251007.html
- Uribe, A. (2009, Noviembre 20). Entrevista al Presidente Álvaro Uribe Vélez con la
cadena RCN Radio. (RCN Radio, entrevista). Disponible en:
http://historico.presidencia.gov.co/entrevistas/entrevistas2009/rcn_20091120.html
- Uribe, A. (2010, Abril 5). Entrevista del Presidente Álvaro Uribe Vélez con la Emisora
de la Policía Nacional. (Emisora Policía Nacional, entrevista). Disponible en:
http://historico.presidencia.gov.co/entrevistas/entrevistas2010/policia_20100129.htm
l
- Uribe, A. (2009, Enero 13). Rueda de prensa del Presidente de Colombia, Álvaro
Uribe Vélez, en Washington, luego de ser condecorado con la Medalla de la Libertad.
Disponible en: http://historico.presidencia.gov.co/sp/2009/enero/13/18132009.html
59
XI. Anexos: Para practicidad de la lectura, los anexos que se han dejado en este
documento son los que se mencionan dentro del texto. Los anexos completos
están en el CD entregado.
ANEXO 1: Figuras
Figura 1
60
Figura 2
Figura 3
61
Figura 4
NODO: DROGAS
62
Internals\\Conferencia en Brown - 2011 - § 4 references coded [ 2.92% Coverage]
Reference 1 - 0.77% Coverage
Después de la caída del Muro de Berlín y de la desaparición de la Cortina de Hierro, se desvaneció el
fantasma del comunismo, que era el pretexto para la acción colectiva entre nuestros pueblos.
Las dictaduras militares en América Latina y el Caribe también desaparecieron, al punto de que hoy
—salvo una excepción, que espero no dure— todos nuestros países viven en democracia. La amenaza
del comunismo fue, entonces, reemplazada por otra causa: la lucha contra las drogas.
Reference 2 - 0.79% Coverage
En Colombia hemos combatido al narcotráfico, tal vez más que cualquier otro país del planeta. En
esta sangrienta lucha hemos perdido a nuestros mejores líderes, a nuestros mejores policías, a nuestros
mejores jueces, a nuestros mejores periodistas.
Pero déjenme ser claro. Nosotros combatimos al crimen organizado y al narcotráfico por convicción
propia, porque sabemos que son un poderoso enemigo de la democracia colombiana, y una amenaza
para las comunidades y familias del mundo.
Reference 3 - 1.05% Coverage
Por eso hay un sentimiento creciente que pide la adopción de nuevas estrategias, nuevas visiones y
nuevos enfoques para esta problemática. Y esto sólo es posible si lo hacemos a nivel global, porque
es un desafío que afecta no sólo a unos pocos, sino al mundo entero.
Y en esa discusión, Estados Unidos, como el mayor consumidor del mundo, tiene que estar presente.
De nuestra parte —con la autoridad moral y experiencia que tenemos a partir de nuestros sacrificios
y los logros obtenidos— estamos listos para participar en este debate, compartir nuestra experiencia
y explorar alternativas con otros países.
Pero, repito, no podemos hacerlo solos.
Reference 4 - 0.31% Coverage
Varios países, incluido Colombia, enfrentamos bandas criminales financiadas por el narcotráfico, y
debemos robustecer nuestro compromiso para combatirlas, erradicarlas y castigarlas.
63
Internals\\Nobel de Paz - 2016 - § 3 references coded [ 2.24% Coverage]
Reference 1 - 0.96% Coverage
Me refiero a la urgente necesidad de replantear la Guerra mundial contra las Drogas, una guerra en la
que Colombia ha sido el país que más muertos y sacrificios ha puesto.
Tenemos autoridad moral para afirmar que, luego de décadas de lucha contra el narcotráfico, el
mundo no ha logrado controlar este flagelo que alimenta la violencia y la corrupción en toda nuestra
comunidad global.
Reference 2 - 0.81% Coverage
El Acuerdo con las FARC incluye el compromiso de este grupo de romper cualquier vínculo con el
negocio de las drogas, y de contribuir a combatirlo.
Pero el narcotráfico es un problema global y requiere una solución global que parta de una realidad
inocultable: la Guerra contra las Drogas no se ha ganado, ni se está ganando.
Reference 3 - 0.47% Coverage
La forma como se está adelantando la guerra contra las drogas es igual o incluso más dañina que todas
las guerras juntas que hoy se libran en el mundo. Es hora de cambiar nuestra estrategia.
64