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Juan Felipe Estrada Triana

Basado en el texto del autor Fernando Villamizar, explique los dilemas de la explotación
de agua dulce en la Antártida. Termina con un comentario crítico. En total, no más de
dos (2) páginas.
Encuentro varios dilemas en la explotación de agua en la Antártida. La fuerte legislación
que prohíbe su explotación, las repercusiones políticas que puede llegar a tener la
extracción de hielo y el daño que podrían causar en el ecosistema.
El primer dilema al cual se encuentra la explotación de agua es el Protocolo de Madrid y el
Sistema del Tratado Antártico (STA). Los anteriores protegen la región de la explotación de
minerales, dentro de los cuales se considera el agua, con fines distintos al científico. Es por
eso que es prácticamente imposible que se pueda explotar agua, ni siquiera en casos de
emergencia, como lo serían fines humanitarios, se está permitido explotar el recurso
hídrico. También hay que agregarle que la Antártida tiene el estatus de reserva natural y
es del interés de toda la humanidad.
Ahora, existe un “vacío” legal que permite la explotación de hielo, que después de pasar
por diversos procesos se convierte en agua potable. Sin embargo, es poco probable que la
comunidad internacional permita la explotación del mismo. Además, hay que agregar que
actualmente la Antártida es una región pacífica, y como se estipulo en el STA, se busca que
sea una región que no genere discordias entre las naciones, y en la que las reclamaciones
territoriales quedaron congeladas. Es por eso, que si se empieza a explotar y sacar redito
de la región, muy seguramente los Estados van a empezar a reclamar de nuevo el
territorio y se podría generar una escalada del conflicto. Sumado a lo anterior, el autor
postula que evidentemente una explotación de recursos en la Antártida podría ocasionar
devastadoras consecuencias para el ecosistema. Los polos son biomas muy sensibles a los
cambios, y la extracción intensiva de hielo podría desequilibrarlos completamente. Hay
que tener en cuenta que allí viven especies endémicas y debemos velar por su protección
y seguridad; así mismo, la Antártida regula la temperatura del globo, así que una
modificación en ella podría suponer una catástrofe ambiental mundial, empeorando el
calentamiento global.
A modo de conclusión propia, considero que la explotación de agua en la Antártida no
debe ser vista como la solución al problema de disponibilidad de agua potable. Debemos
trabajar por restaurar nuestras principales fuentes hídricas, y no ir a la fácil que es extraer
agua del polo. Tal vez a corto plazo de una solución, pero a largo plazo las consecuencias
pueden ser desastrosas. Como especie debemos aprender a cuidar nuestro planeta, y se
me hace que permitir la explotación de una zona protegida como lo es la Antártida es ir en
contravía de todo lo que hemos logrado en materia medioambiental. Sin importar la
razón, ni la Antártida ni el Ártico deben ser objeto de explotación. Son nuestra última
barrera contra el cambio climático.

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