Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Géneros, diversidad
y consumos problemáticos.
Una primera aproximación
Clase 1
Perspectiva de género en consumos
Les damos la bienvenida a la primera clase del curso virtual “La perspectiva de género y
diversidad en el abordaje de los consumos problemáticos de sustancias”. El objetivo de
este curso es fortalecer la formación de equipos técnicos que trabajan en el campo de los
consumos problemáticos de sustancias desde una mirada desde la perspectiva de género
y la diversidad.
A medida que avancemos, los contenidos de las clases nos ayudarán a reflexionar sobre
nuestras propias prácticas, a repensar estrategias de intervención y a diseñar modos
de acompañamiento y cuidados que tiendan a ser libres de violencias, desigualdades y
opresiones basadas en el género.
En la clase inicial hicimos una presentación del curso y un breve resumen del contenido de
cada clase. También les compartimos una hoja de ruta donde pueden observar en detalle
el recorrido de las clases y una guía para navegar en el aula virtual y familiarizarse con ella.
Recuerden que si tienen alguna duda, pueden comunicarse por mensaje privado con su
tutor/a o enviando un mail a campusvirtual@sedronar.gob.ar
- ¿Es lo mismo atravesar una situación de consumo problemático para varones, mujeres,
lesbianas, gays, bisexuales, trans, interesex (LGBTI+)?
- ¿Cuáles son las especificidades del abordaje y las intervenciones desde una perspectiva
de género en las situaciones de consumo problemático?
Página 2
Durante el recorrido del curso iremos desarmando y problematizando estos interrogantes
y otras cuestiones vinculadas a distintas representaciones presentes en el terreno de los
abordajes de los consumos problemáticos.
Contenidos:
- Tres dimensiones del género desde las que pensar los consumos problemáticos:
simbólica, estructural e individual.
7. Reflexiones finales.
8. Referencias.
Página 3
1. El sistema capitalista, el patriarcado y el consumo
Vivimos en una sociedad de consumo, por lo tanto no nos resulta extraño ni absurdo
que las personas sientan que pueden alcanzar un determinado objetivo, sentir placer,
mejorar sus experiencias, restablecer cierto bienestar, atravesar un malestar o resolver
sus problemas a través de prácticas de consumo. O incluso, también, para sentirse parte
o experimentar alguna pertenencia a determinado grupo social. El consumo,como uno
de los modos de atravesar un malestar -o para sentirnos mejor- se instala y se legitima
socialmente. En ese sentido, los consumos problemáticos de sustancias se constituyen
como uno de los emergentes de un sistema que impone el consumo constante y que,
a la vez, estigmatiza y señala a personas que consumen de manera diferencial como ya
veremos a lo largo de este curso. Es por esto que resulta importante comprender los
consumos problemáticos en este marco contextual y situado, y no como el resultado de
voluntades individuales.
Existe una extensa tradición política, activista y académica que ha analizado la relación
entre el patriarcado y el capitalismo. Sin adentrarnos en profundidad en estos debates,
necesitamos detenernos brevemente en algunos rasgos generales para entender cómo las
relaciones entre estas macroestructuras determinan las dinámicas de nuestras prácticas,
nuestros modos de relacionarnos y las experiencias locales en los territorios.
Una amplia diversidad de investigaciones indagaron sobre la situación de las mujeres en
contextos particulares y si bien existen diversas teorías sobre el origen del patriarcado, se
desarrollaron análisis que demostraron que este sistema ha sabido adaptarse y mutar a
formas diferentes a lo largo de la historia.
Página 4
(...)Podemos definir al patriarcado como una forma de organización política,
económica, cultural, religiosa y social, un sistema de relaciones sociales que
se basa en el predominio de varones sobre el resto de las identidades de
género. Es un sistema que crea, sostiene y diversifica instituciones que
permiten no sólo su supervivencia sino también su reproducción. Algunos
ejemplos de estas instituciones son la familia, las instituciones estatales y
la escuela, entre otros, así como los partidos políticos, las organizaciones,
el mercado y los medios de comunicación. Estos últimos juegan un rol
fundamental en la reproducción de este sistema político de dominación:
cada vez que vemos en televisión programas o publicidades con mensajes
y discursos sexistas, en las que las mujeres son tratadas como objetos
sexuales o relacionadas únicamente con productos de belleza, alimentación
o de limpieza, o en las que las personas trans son objeto de cuestionamiento
debido a su identidad de género, estamos frente a la reproducción del
patriarcado. Cada vez que escuchamos “las niñas no hacen eso” o “los
niños no hacen aquello” estamos frente a la reproducción del patriarcado.
(ATE, 2019, p.24).
Sin embargo, reducir el patriarcado a un sistema de opresión de los varones sobre las
mujeres es una lectura que debe ser complejizada y profundizar un poco más. De lo
contrario, sería seguir reproduciendo la lógica binaria que el mismo patriarcado impone,
y perderíamos de vista las especificidades de lo que implican las jerarquías en torno a la
noción de género. El patriarcado oprime a todos los cuerpos y las identidades de género
que escapan al esquema binario de cisnormatividad y heterosexualidad obligatoria.
... no es lo mismo un varón cis que un varón trans o un varón homosexual. El patriarcado
se complementa con otros dos sistemas que son el cisexismo y la heteronormatividad.
Una persona cis es alguien cuya identidad y expresión de género coinciden con
el sexo asignado al nacer. El cisexismo es el sistema que privilegia las identidades
cis por sobre las identidades trans sobre la base de considerarlo algo “natural”. La
heteronormatividad funciona del mismo modo y ubica a la heterosexualidad como
la orientación sexual privilegiada. Según estos preceptos, lo que se aparte será
“anormal”, subordinado y susceptible de ser discriminado y violentado.
Hasta aquí, realizamos una breve descripción de algunos de los conceptos que hacen al
contexto social: sociedad de consumo, patriarcado y capitalismo.
Página 5
2. La perspectiva de género: dimensiones para pensar los consumos
problemáticos de sustancias
Tres dimensiones del género desde las que pensar los consumos problemáticos:
simbólica, estructural e individual
Sandra Harding propone tres dimensiones del concepto de género que nos servirán para
abordar los consumos problemáticos (Jimenez Rodrigo y Guzman Ordaz, 2012).
La primera dimensión para pensar el género es la simbólica. Refiere a los modelos sociales
en torno a la masculinidad y a la feminidad (teniendo en cuenta sus variables en diferentes
momentos históricos y según las diferentes culturas y contextos sociales) que son
transmitidos en el proceso de socialización. Estas construcciones se sostienen y se manifiestan
en roles y estereotipos de género que funcionan como mecanismos de reforzamiento de
las diferencias entre los sexos que, como se dijo, refieren a las diferencias anatómicas.Los
consumos de sustancias están fuertemente condicionados por estos estereotipos. Los
modelos de feminidad y masculinidad han ido definiendo su aceptabilidad social como los
comportamientos adecuados o inadecuados para cada género.
En segundo lugar, existe una dimensión estructural del género, que alude a la forma
de organización social, a la división del trabajo entre los sexos y a las posiciones sociales
que de ésta se derivan y que condicionan el acceso a los recursos, entendidos estos en
sentido amplio; no sólo en cuanto a lo económico sino también al tiempo, la información,
los espacios de formación, el capital social o el poder. La distribución de las posiciones
sociales y recursos entre mujeres y varones ha determinado históricamente su relación
con diferentes sustancias en lo que se refiere a las posibilidades de acceso y de uso en sus
distintas modalidades. Los consumos problemáticos de sustancias se encuentran ubicados
en un tiempo y espacio concretos y situados en contextos sociales determinados donde
no todos lxs sujetxs cuentan con las mismas oportunidades de alcance. El género, al
actuar como delimitador de los espacios, tiempos y recursos, ha condicionado -facilitando
u obstaculizando- el acceso de las mujeres a determinados usos de drogas. Los consumos
problemáticos requieren, aunque de forma variable según las sustancias y su consideración
social y legal, de una disponibilidad de recursos económicos, sociales e informacionales
Página 6
desigualmente distribuidos entre mujeres, varones y población LGBTI+. Estas limitaciones
nos remiten necesariamente a la consideración de la interacción del género con la clase
social y otros factores de desigualdad social.
Por último, existe la dimensión individual y subjetiva. El género a nivel individual se relaciona
con las actividades, identidades y experiencias de mujeres, varones y el colectivo LGBTI+
en la vida cotidiana. Es decir, el modo en que las personas a partir de los marcos normativos
y las condiciones estructurantes, construyen su identidad de género en su vida diaria en
cuanto prácticas corporales, apariencia física, gestión y manifestación de las emociones.
El abordaje de esta dimensión implicaría preguntarnos por las motivaciones y sentidos
que mujeres, varones y colectivo LGBTI+ atribuyen a sus consumos problemáticos y cómo
dotan de significación a sus experiencias. Este elemento es fundamental para comprender
el impacto del género en los consumos problemáticos de sustancias, ya que mediante
estudios cualitativos se podrá contribuir a develar motivaciones y significaciones detrás
de los consumos sin despojar a las y los sujetos de su capacidad de agencia y reflexividad
en relación a la utilización de sustancias.
¿Qué consumos de sustancias suelen ser vistos como “naturales” para los varones?
¿Cómo se ve ese mismo consumo en mujeres? ¿De dónde crees que surge esta
diferenciación?
¿Qué características encontramos en los consumos de mujeres que son madres?
¿En tus prácticas de intervención encontrás motivaciones diferenciales según el género?
Página 7
3. El sistema de asignación de sexo-género
Hasta acá hemos dado cuenta del género como una herramienta de análisis en el abordaje
de los consumos problemáticos pero, ¿a qué llamamos género? ¿y sexo? ¿son lo mismo?
Desde los inicios del proceso de socialización se da por sentado que los seres humanos
se dividen fundamentalmente en dos grandes grupos: varones y mujeres. Ser varón o ser
mujer es algo que nos diferencia más que cualquier otra característica. Según el sistema
de pensamiento dominante a través del cual conocemos el mundo, ser varón o ser mujer
se define en función de la genitalidad. Esto significa que si un bebé nace con una vagina,
eso determina que será “mujer”, y de lo contrario será “varón”. La asignación de un rol a
cada persona en base a su genitalidad se denomina sexo y es por eso que se dice que hay
dos sexos: varón que se iguala a pene ,y mujer, a vulva. Esto, que dicho así parece algo
obvio, es el punto de partida del sistema de asignación de los géneros. Está basado en la
idea de que el sexo es una característica biológica que simplemente le da nombre a una
diferencia anatómica que existe entre las personas.
Sobre este sistema de asignación de sexo entendido como algo biológico, se monta el
género. El género se define social, cultural e históricamente. Abarca el conjunto de ideas,
representaciones y prácticas que se esperan de cada persona según el sexo asignado al
nacer. Refiere a aquello que la sociedad, a través de sus instituciones, ha establecido como
patrones de conducta para cada uno de los sexos y para las formas de relación entre ellos.
Abordar la sexualidad desde una perspectiva de género permite hacer foco en las formas
en que sus prácticas, como en lo que se piensa acerca de él, es producto de construcciones
históricas, sociales y políticas que definen, entre otras cosas, cómo deben comportarse las
personas según estereotipos de masculinidad y feminidad, condicionando sus prácticas y
posibilidades de existencia; lo cual deriva, generalmente, en formas de opresión.
Página 8
Las feministas de la segunda ola: Naturaleza (sexo) y Cultura (género)
El Ministerio de Salud de la Nación, en su material “Adolescencias LGBTI. : herramientas de
abordaje integral para equipos de salud” (2017) indica lo siguiente:
Página 9
Siguiendo los aportes de las autoras mencionadas, esta manera de ver el mundo -que
vamos interiorizando a lo largo de toda nuestra vida- acerca de cómo son y cómo deberían
ser las personas y las sociedades implica sostener que algunas cosas siempre fueron de
la misma manera o que son así “naturalmente”, por lo cual no tendría sentido pensar en
modificarlas. Una de las ideas más potentes del pensamiento hegemónico y dominante
en el que todos y todas solemos creer firmemente sin hacernos ninguna pregunta ni
cuestionarlo, es la división binaria de los géneros basada en el sexo asignado al nacer, y la
idea misma de que esa forma de entender la sexualidad, es del orden de lo natural.
Hemos visto que el género se nos presenta bajo la forma de un binomio: varón-mujer.
Resulta fundamental resaltar que todos, todas y todes tenemos una identidad de género.
Está explicitado en la Ley de Identidad de género N° 26.743 que fue reglamentada en
nuestro país el 2 de julio de 2012 y dispone el reconocimiento a “la identidad de género
y el libre desarrollo de la persona”. También conceptualiza la identidad de género como
“la vivencia interna e individual del género tal como cada persona la siente, la cual puede
corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento, incluyendo la vivencia
personal del cuerpo. Esto puede involucrar la modificación de la apariencia o la función
corporal a través de medios farmacológicos, quirúrgicos o de otra índole, siempre que
ello sea libremente escogido. También incluye otras expresiones de género como la
vestimenta, el modo de hablar y los modales” (Art. 1).
La ley permite que cualquier persona pueda cambiar el género asignado al nacer por
aquel que se corresponda con el cual se identifica y expresa.Esto quiere decir que este
marco legislativo considera que el sexo asignado al nacer no determina de una vez y para
siempre lo que unx es, en tanto la identidad no es un elemento estático sino que podemos
pensarnos como personas con identidades múltiples, flexibles y variables.
Página 10
5. Interseccionalidad: además del género, ¿qué otros aspectos se interrelacionan
a la hora de pensar los consumos problemáticos?
En apartados anteriores hemos mencionado que además del género, existen otros aspectos
o categorías a tener en cuenta sobre las vidas de las personas ,ya sea que atraviesen
situaciones de consumo problemático o no: la etnia, la posición económica, la edad, la
religión entre muchas otras. Con esto nos referimos al concepto de interseccionalidad:
este enfoque es fundamental en los estudios feministas, siendo una de las contribuciones
de la teoría y el activismo más importantes de los últimos años. Su primera formulación
fue realizada por Kimberlé Crenshaw (1989), nutriéndose del pensamiento feminista
afroamericano. Este concepto revela que las desigualdades sociales son producidas por
las interacciones entre los sistemas de subordinación de género, orientación sexual, edad,
etnia, religión, origen nacional, situación socio-económica, etc.; que se constituyen uno a
otro de forma dinámica.
Tal como vimos desde el inicio de la clase, en las sociedades patriarcales como en la cual
nos desenvolvemos, existe una jerarquía de género determinada socialmente. Los varones
son los que detentan las estructuras de poder material y simbólico por sobre el resto de
las identidades de género. Esto podemos verlo reflejado si pensamos por ejemplo en los
principales referentes de los partidos políticos, en la dirección de las empresas, en los
altos cargos de los sindicatos, en la dirigencias de los clubes, en la ciencia, la psiquiatría
y cualquier otro espacio que se nos ocurra pensar. Pero no es lo mismo un varón cis/
heterosexual que un varón trans ni que un varón homosexual, porque como dijimos antes,
en una sociedad marcada por la cisnormatividad y heterosexualidad obligatoria, todo lo
que se aparte de esto será “anormal”, subordinado y susceptible de ser discriminado. Y si
en el contexto de una sociedad capitalista los varones trans y homosexuales además son
pobres, las discriminaciones y violencias se potencian.
Página 11
6. ¿Qué aporta la perspectiva de géneros y diversidad al abordaje de los
consumos problemáticos de sustancias?
En apartados anteriores dijimos que abordar los vínculos entre los consumos de sustancias
y la perspectiva de género y diversidad requiere mirar el contexto social y la época desde
donde se producen. También señalamos que al mismo tiempo, necesitamos analizar el
sentido que las personas construyen alrededor del consumo y cómo se inscriben en lo
singular de sus historias de vida y los espacios de pertenencia por los que transitan, el
lugar de trabajo, sus familias, etc.
Con todo lo trabajado hasta acá, podemos afirmar que incorporar la perspectiva de
género y diversidad en los abordajes de los consumos problemáticos, permite:
Reconocer las relaciones de desigualdad que se producen entre los géneros a la hora
de pensar nuestras intervenciones: ¿Nos detuvimos a observar, por ejemplo, si se
reacciona de la misma manera si se ve tomando alcohol a un varón que a una mujer? Y
si esa mujer está embarazada, ¿se hace el mismo juicio? ¿A quién se le otorga un mayor
castigo social y por qué? Las mujeres y colectivo LGBTI+ ¿tienen iguales condiciones
de accesibilidad a tratamientos que los varones cis?
Comprender que las relaciones de poder basadas en el género no son naturales sino que
responden a construcciones sociales e históricas que atraviesan a todas las personas:
¿nos preguntamos, por ejemplo, por qué cuando un varón consume alcohol se vuelve
“extrovertido” y por el contrario si una mujer lo hace se vuelve “menos femenina”?
¿Masculinidad y alcoholismo se retroalimentan? ¿Qué oculta la frase “Dale, tomá.
No seas maricón”? ¿Qué relaciones encontramos entre las responsabilidades en los
trabajos de cuidados que recaen en las mujeres cis, trans, travestis y el consumo de
psicofármacos? ¿Qué personas comenzaron a aparecer en las publicidades de cerveza,
que hasta hace unos años sólo aparecían en plano secundario y ahora se las muestra
como bebedoras? ¿Por qué crees que las incluyeron?
Página 12
Evidenciar que las desigualdades por diferencias de géneros atraviesan todo el
entramado social y se articulan con otras relaciones sociales como la clase, la etnia,
la edad, la identidad sexual y religión: por ejemplo, ¿son igualmente valoradas los
consumos de sustancias en una mujer migrante, una mujer que vive en un barrio
popular o una mujer universitaria de clase media? ¿Por qué solemos escuchar que las
mujeres-trans y travestis migrantes por delitos vinculados a tenencia y tráfico de
sustancias ya están “condenadas de antemano”?
Página 13
7. Reflexiones finales
Por último, hicimos un recorrido acerca de cuáles serían los aportes de la perspectiva de
género en el abordaje de los consumos problemáticos y planteamos algunas preguntas
disparadoras para visibilizar la necesidad de incorporar esta perspectiva en nuestras
intervenciones.
Hasta acá llegamos con la primera clase. En la próxima, trabajaremos sobre representaciones
sociales y estereotipos basados en los géneros y el abordaje de los consumos problemáticos,
teniendo presentes todos los conceptos que estuvimos recorriendo en la clase de hoy.
Luego de este cierre, les invitamos a realizar la actividad correspondiente a esta clase.
Página 14
8. Referencias
Butler,J. (2008). Cuerpos que importan. Sobre los límites materiales y discursivos del sexo.
Buenos Aires: Paidós.
Contratá Trans. 19/5/2020. ¿De qué hablamos cuando hablamos de sexo, género e
identidad? Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=rpc694bDWGo&t=3s
Facio, A. (2005). Feminismo, género y patriarcado, en: Revista sobre enseñanza del
derecho en Buenos Aires.
Fernández, A.M. (1993). La mujer de la ilusión. Pactos y contratos entre hombres y mujeres.
Buenos Aires. Paidos.
Jiménez R., Guzmán Ordaz, R. (2012). Género y usos de drogas: dimensiones de análisis
e intersección con otros ejes de desigualdad en Oñati Socio-Legal Series, v. 2, n. 6 (2012)
Red CAAC. (2019). Acompañamiento y cuidado desde una mirada integral comunitaria de
los consumos problemáticos. Cuadernillo de formación red CAACS.
Rubin, G. (1998). El tráfico de mujeres: Notas sobre la ‘economía política del sexo. En:
Navarro, Marysa y Stimpson, Catherine (comps.) ¿Qué son los estudios de mujeres?.
México: Fondo de Cultura Económica.
Tajer, D. (2012). Construyendo una agenda de género en las políticas públicas en salud. En
D. Tajer (Comp.). Género y salud: las políticas en acción (p.17-36). Buenos Aires, Argentina:
Lugar Editorial.
Página 15