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en Masculinidades.
Enfoque relacional en género, generación y
masculinidades.
Nicolás Vargas.
Introducción:
1
La organización social de la masculinidad, Robert W. Connel, pag 6.
particulares, en una estructura cambiante de relaciones. Cualquier teoría de la masculinidad que tenga valor
debe dar cuenta de este proceso de cambio2.
Como nos comparte Connel en este párrafo la pregunta por las “masculinidades
específicas” es una gran tarea para pensar procesos pedagógicos. La socialización en
el modelo hegemónico es fuerte y permanente, con una inteligencia que se
actualiza. Actúa a través de dispositivos, los cuales son cualquier procedimiento
social a través del cual un individuo y colectividad aprende, transmite y transforma
los componentes de género que conforman la subjetividad. El modelo hegemónico
actúa de manera tan sutil que lo consideramos natural y hasta deseado, aun sin
darnos cuenta de que existe como tal. Sus expresiones más brutales y evidentes son
rastreadas fácilmente, pero las sutiles son las peores por su elegancia y cinismo.
Entendemos también, que es un momento en el que ya no hay margen para
mantenernos fuera de la discusión y de la responsabilidad en torno al patriarcado,
sus lógicas en el ejercicio del poder y la violencia que promueve. Una violencia
globalizada que nos atraviesa, desde la relación con nosotros mismos, con nuestro
cuerpo, también en relación con los cuerpos de mujeres y niñes que nos rodean. Un
sistema patriarcal/capitalista que todo se lo come, lo tritura y comercializa.
Necesitamos poder mirar el propio lugar como varones dentro del patriarcado,
para poder empezar a desarmarlo. No hemos logrado mirarnos en la complejidad y
en las diferentes posiciones donde estamos parados, y en consecuencia
entender/nos. Solo nos hemos, en el mejor de los casos “desorientado”. Creemos
que no basta con transmitir una nueva información o un nuevo discurso o descubrir
una nueva masculinidad que anda por ahí dando vuelta, se trata de aprender a
mirarnos, a sentirnos. Entendemos que el camino es encontrar el lugar propio,
develar, identificar e intervenir en las maneras en que hemos sido socializados,
alfabetizados y en las formas en que ejercemos el poder sobre nosotros mismos, con
nuestras relaciones, con la naturaleza y las instituciones que nos expresan.
Consideramos que podemos encontrar perspectivas que critican estas lógicas y
esos modelos, denunciando las injusticias que sostiene y poniendo en cuestión los
fundamentos ideológicos de su dominación o los imaginarios sociales que la
justifican. Se trata de posiciones conscientes de su dimensión política y que buscan
unirse a las políticas por la igualdad y la redistribución de bienes junto con las
políticas por el reconocimiento de género, de generación, de raza, de clase, etc.
2
La organización social de la masculinidad, Robert W. Connel, pag 16.
Frente a esta concepción de masculinidad hegemónica, podemos contraponer, en
un primer momento, que no hay un único modelo de masculinidad, sino más bien
masculinidades, muchos modos de ser varón, tanto en los rasgos y roles que no
hemos elegido, como aquellos cuya construcción depende de nuestras recursos y
posibilidad para tomar decisiones al respecto. Entonces ¿para qué construir
masculinidades alternativas? Justamente para vislumbrar modelos ideológicos y de
relación alternativos, que tiendan a tejer nuevas tramas de convivencia entre
varones y mujeres, con nuevos colores, basadas en la equidad, con otras formas, sin
discriminación y sin violencias. Se requiere de modelos de masculinidad que
prevengan y sancionen la violencia y que puedan construir políticas institucionales
de equidad de género en distintos ámbitos y organizaciones. No buscamos
masculinidades débiles, que se tengan que desintegrar en el proceso de
identificación y modificación de sus aprendizajes y expresiones cotidianas. Buscamos
varones con poder de decisión sobre su vida, sobre sus decisiones, conectados con
su deseo y con capacidad de brindarse con autenticidad, sin estar respondiendo a
mandatos y roles pre establecidos desde la cultura y desde sus relaciones cotidianas.
La promoción de espacios de reflexión y encuentro entre varones nos parece la
forma adecuada de incentivar estos procesos. Espacios en una perspectiva crítica a la
MH y a las profundas raíces del patriarcado -qué des/aprender?- y simultáneamente,
espacios que posibiliten construir, juntos, maneras más sanas y no violentas de
habitarnos y de transitar nuestras relaciones -qué aprender-. Todo esto puesto en la
vida cotidiana como escenario necesario sobre el cual debemos trabajar nuestros
vínculos y relaciones.
La propuesta tiene como punto de partida el reconocimiento de la trayectoria de
les compañeres en torno a este tema, adhiriendo al camino de trabajar en
perspectiva critica a las desigualdades y opresiones del patriarcado, aunque se
plantee desde las masculinidades. Los varones necesitamos nuestros propios
espacios para pensarnos y reconocernos en relación a la MH. Sin perder de vista que
el objetivo final apunta a lo vincular y que la pregunta de cómo construimos
relaciones más equitativas, nos propone el desafío de mirarnos a los ojos y buscar
desde cada uno y cada una, un cuenco, un nuevo lugar donde abrazarnos,
identificarnos, descansar y confiar.
Con esta intención, de complejizar esta mirada sobre el mundo de los varones y
las masculinidades, es que hemos buscado desarrollar una serie de enfoques que
nos permitan puntualizar distintas dimensiones de la vida cotidiana de los varones.
Entendiendo que es necesario complejizar para pensar dispositivos pedagógicos y
herramientas más pertinentes para el trabajo cotidiano con las masculinidades y sus
relaciones.
El dispositivo pedagógico
Después de varios recorridos previos arribamos a la necesidad pedagógica y política
de construir una serie de enfoques en género y masculinidades que nos ayudaron a
ordenar la tarea pedagógica. Una clave fundamental para construir estos enfoques
fue la de promover espacios para pensar/nos, sentir/nos y reflexionar sobre cómo
aprendimos a ser varones, las implicancias en nuestra vida cotidiana y en las formas
en que construimos y sostenemos nuestros vínculos.
Enfoques: masculinidades, relacional y generacional.
En función de lo descrito en el párrafo anterior es que nos planteamos una serie de
enfoques que nos permitan “ordenar” esta realidad. El enfoque es la construcción de
un punto de vista, un dar luz a una parte silenciada o naturalizada y poder mirar de
manera particular un aspecto de esa realidad vivida. Esto lo hacemos con el objetivo
de encontrar caminos y dispositivos que nos permitan problematizarla, entenderla,
interpretarla e intervenirla. En este punto vamos a priorizar cuatro tipos de enfoques
para, a partir de esto, proponer dispositivos pedagógicos que nos permitan
interpelar estas experiencias.
1. enfoque en masculinidades. este movimiento nos permite mirar a las
masculinidades en relación a la MH. Buscamos mirarnos con nuestros propios lentes,
responsabilizarnos en ese mirar y des-aprender lo aprendido y naturalizado. Entrar
en nuestros procesos de socialización y de identificación, implica mirarnos a
nosotros mismos y nuestra propia biografía. Mirarnos a los ojos (en un espejo, que
es otro varón, en un primer momento). Para develar, identificar e intervenir en la
relación con los mandatos de la MH, en el vínculo con nuestro cuerpo, con nuestras
emociones, con las formas y prejuicios naturalizados que sostenemos cuando nos
percibimos y nos juzgamos a nosotros mismos. Observar la relación con nuestro
propio cuerpo hecho herramienta para la reproducción, con nuestra sexualidad y sus
mandatos, con la desconexión de la afectividad, el cuidado y la salud. Ponernos a
nosotros mismos en el centro del debate, nos permite mirarnos con nuestros
propios ojos y por lo menos por un rato, no estar mirándonos con lentes prestados,
o lentes impuestos. Creemos que este camino nos permitirá entrar en un diálogo
más profundo y afectivo con nosotros y con otres, paso fundamental para pensar y
construir relaciones más saludables y verdaderas.
2. un segundo enfoque, que nombramos como relacional, busca observar y poner
foco, en las relaciones que los varones construimos con otres (las mujeres, otros
varones, las infancias, la naturaleza). En este enfoque la perspectiva de los
privilegios y de las formas en que los varones hacemos uso y ejercicio del poder es
central. Volvemos a intentar develar, identificar e intervenir en las maneras en que
los varones hemos sido socializados para asumir roles preponderantes, naturalizar
lugares de poder y ejercicio del mismo e incluso sentirnos autorizados al uso de la
violencia cuando el “orden establecido” se rompe. Poder mirar críticamente la
división entre lo público y lo privado, para entrar de lleno en los vínculos y las
relaciones de poder, muchas veces ocultas, entre los varones y las mujeres y entre
las mujeres y los varones. Problematizar nuestro lugar en relación a la crianza y las
paternidades, la afectividad, la empatía, los límites y el consentimiento. Son
dimensiones asociadas al cuerpo de les otres, como un territorio que no nos
pertenece, pero que en la óptica de la MH si.
3. Otra perspectiva o enfoque que consideramos fundamental tienen que ver con lo
generaciones y lo intergeneracional. La MH es un espejo de las lógicas
adultocéntricas, como forma en la que el poder en los vínculos se expresa. “el
adultocentrismo es una noción que refiere a la existencia de un sistema de dominio
que, visto en una sociedad de pluridominio, se conjuga con otros sistemas de
dominio como el patriarcado, el racismo, el capitalismo, la segregación territorial.
Entonces en ese sentido lo que queremos indicar es que la adultez, o la mayoridad
(la mayoría de edad), ha sido construida como algo que de por sí permite el control,
la subordinación sobre las personas que están en la minoridad”3. Necesitamos
construir puentes y acercarnos a la diversidad de vivencias que estamos teniendo
como varones. Con el objetivo de sanar y entender cómo han variado los contextos
de socialización en las distintas generaciones e interpelar las lógicas de reproducción
de la MH en el ámbito de lo privado y de las instituciones educativas, sobre todo.
4. Finalmente, otro elemento que nos ordena en torno a la manera de nombrarnos y
de ordenar la relación, tiene que ver con la idea de “cuerpos masculinizados”. En un
proceso complejo que articula, características culturales que son comunes a un
3
DUARTE QUAPPER, Claudio.
contexto histórico/territorial y caminos biográficos individuales en donde se juegan
las historias y vínculos personales. Esta categoría es significativa en la propuesta
pedagógica para diferenciar los procesos culturales de socialización de las
definiciones individuales que cada uno/e ha podido tomar en su biografía personal4.
Y cómo los aprendizajes de la masculinidad se han internalizado desde las vivencias
más primarias y significativas de nuestra biografía. Esta diferenciación define una
estructura de aprendizajes y de no aprendizajes que se van a proyectar y articular
progresivamente en el conjunto de las instituciones por las que esa persona va a
transitar en el transcurso de su vida, en función de roles preestablecidos. A los
cuerpos masculinizados se les va a proponer el contacto con su fuerza, con la
competencia, con la concreción y la creatividad para resolver cuestiones materiales y
operativas, con la planificación y con una sobre valoración de sus aspectos
racionales. Y no se les va proponer o mejor dicho, se los va a expulsar (a través de
una valoración negativa), de un contacto con su capacidad creadora y afectiva, con la
reproducción y la gestación, con la empatía y el cuidado de todos y todas. Esta
determinación cultural que es común para todes y se diferencia en función de los
contextos sociales y económicos donde transcurre la socialización, se terminan
conjugando con las posibilidades de cada sujeto/a de asumir posiciones de simbiosis
o critica con las lógicas del sistema. Esta dialéctica entre mandatos, posibilidades y
propias decisiones, van construyendo la biografía de cada uno/una y desarrollando
individualidades que se dirimen entre adaptación, sobre adaptación y confrontación.
Acá la diversidad de experiencia, de expresiones y de posibilidades a tener en cuenta
en los procesos pedagógicos y de reflexión.
La propuesta de trabajo.
La metodología en perspectiva de género, masculinidades y poder, reúne los
principios de la pedagogía liberadora y de educación popular de Paulo Freire, así
como los aportes de otras técnicas vivenciales que permiten el reconocimiento y la
expresión de los sentimientos, que proceden de técnicas psicológicas de grupo,
como la Gestalt. Principios de la educación popular válidos para el trabajo con
varones, la metodología participativa es el hilo conductor de la didáctica de los
4
Esta dificultad se agrava por el hecho de que integramos a nuestras personalidades (es decir
interiorizamos) las estructuras sociales de opresión y poder. Esta interiorización no solo afecta
nuestra visión de la realidad, sino que, en cierto sentido, pasa a ser nuestra visión de la
realidad. Cada uno de nosotros es parte del mundo que procuramos entender; nuestro
conocimiento no es imparcial. Michel Kaufman. Hombres, placer, poder y cambio. Pag 11.
talleres de masculinidad. El aprendizaje de una masculinidad alternativa supone el
cuestionamiento y ruptura de los esquemas ideológicos tradicionales que sostienen
la cultura patriarcal. Como lo expone Ramelini (2004): “Se hace entonces necesario
desarrollar procesos educativos que estimulen la participación consciente y activa de
las personas desde las vivencias cotidianas, que abran posibilidades al cambio
actitudinal necesario para poder re-mirar y re-significar. Una educación colectiva que
parta de las personas, sus problemas y necesidades; que promueva la participación y
las relaciones horizontales, para cambiar las concepciones culturales que legitiman la
violencia.” Sin dudas, por historia, recorrido y acumulado político y pedagógico la
Educación Popular, tiene mucho para decir y aportar a estas preguntas.
Desde hace 7 años trabajamos en una propuesta de encuentro y reflexión con
varones. El dispositivo está destinado a varones de organizaciones sociales,
culturales, artísticas, políticas y educativas (escuelas secundarias y universidades).
Buscamos generar procesos de transferencia metodológica para trabajar las
temáticas de género y masculinidades de manera autónoma, promoviendo espacios
de reflexión y análisis crítico acerca de las trayectorias vitales contextualizadas de
varones en la vida cotidiana, en las organizaciones y la comunidad. El punto de
partida es la realidad cotidiana de los varones (las vivencias, experiencias, escenas
de la vida real). Se interrelacionan afectos y pensamientos dialógicamente. En la
búsqueda por re contactar con la afectividad se hace imprescindible el trabajo con el
cuerpo por lo que éste será central en los encuentros, como sede de las reflexiones.
Entendiendo que la MH se produce y reproduce en un circuito dialógico de
socialización, naturalización e internalización de las formas de dominación en torno a
las relaciones de género (a partir de la coacción y el consenso), creemos que el
dispositivo pedagógico de Desorientación-Orientación propuesto, sirve como una
forma de develar (traer a lo consciente) mandatos y privilegios, identificar en mi
propia experiencia e intervenir para poder modificar estas prácticas sobre mis
vínculos, sobre la comunidad y sobre mí mismo. Así la propuesta pedagógica,
articula y pone en movimiento de manera dialéctica, al estilo de la praxis en la
Educación Popular, distintas dimensiones y posiciones, de la realidad y de la vivencia
de los varones. Algunas vivencias están ocultas, otras más visibles y otras
naturalizadas, pero sin lugar a dudas, todas difíciles de observar. En otro plano
también se conjugan posiciones distintas relacionadas y que a la hora de actuar
funcionan de manera encadenada y articulada entre mandatos y privilegios: el
vínculo conmigo y mi interior, mis relaciones con otros/otras y las formas en que nos
desenvolvemos en la comunidad y las organizaciones.
Creemos que el dispositivo pedagógico propuesto sirve como:
. una forma de develar (quitar el velo, traer a la conciencia) mandatos y privilegios.
. identificar en mi propia experiencia como funcionan estos mandatos y privilegios.
. intervenir para poder modificar prácticas sobre sí mismos, mis relaciones y la
comunidad.
El programa de trabajo:
La estructura de la propuesta consta de cuatro bloques con varios talleres en cada
uno de los bloques.
El bloque uno, que nombramos como de “Reconocimiento y Diagnóstico de la
Masculinidad Hegemónica y las miradas que nos constituyen”, es un momento
dispuesto para trabajar sobre el develar e identificar, cuáles han sido y cuáles son,
las miradas que nos atraviesan y cómo fueron transformándose en las formas
propias en que nos miramos a nosotros mismos y desde donde miramos/actuamos
nuestras relaciones. Cuáles han sido los aspectos y características que tienen estos
aprendizajes que hemos ido interiorizando en el transcurso de nuestra socialización
los varones. Un problematizar aprendizajes que viven en nuestro quehacer
cotidiano, que se expresan en nuestro cuerpo y formas de comunicación, muchas
veces sin darnos cuenta de cómo y desde dónde los traemos. Desde la
problematización de los Mandatos y privilegios de la masculinidad hegemónica
tradicional, reconociendo y abrazando las heridas recibidas y provocadas en nuestras
historias biográficas (tanto personales, como colectivas), pasando por los arquetipos
de lo masculino y lo femenino (cómo conviven en nosotros mandatos, privilegio,
luces y sombras que se visualizan en las imágenes arquetípicas que nos constituyen),
hasta las miradas y proyecciones que hoy las compañeras y compañeres nos traen,
desde su propia experiencia de mujeres y disidencias, frente a “los hombres” y sus
violencias.
Todo esto se transforma en lentes y miradas, muchas veces contradictorias entre si,
que nos llegan y funcionan en nuestra vida cotidiana como parámetros de lo bueno y
lo malo, estructuras que determinan como nos expresamos, valores internalizados,
las exigencias que portamos, las violencias que ejercemos, con nosotros mismos, con
nuestras relaciones e incluso con la naturaleza.
La conclusión de este primer movimiento, es un intento de desprendernos de las
miradas que nos han determinado y nos determinan como varones. Un primer
movimiento que nos deja en un lugar complejo para transitar, pero confiados y
convencidos de que es un lugar que necesitamos habitar. Un lugar que podemos
llamar de desorientación, como lo nombra “Luciano Fabri”, o de vacío de respuestas
frente a las decisiones y vínculos cotidianos, sobre todo entendiendo que uno de los
grandes mandatos con los que fuimos socializados es el de “tener respuestas para
todo y ante todo, mostrándonos con determinación y seguridad”.
El bloque dos trata de buscar y construir alternativas y herramientas posibles y
viables para habitar y transitar este lugar de desorientación/vacio y proyectarnos así,
a lugares más propositivos y saludables. Hemos denominado este bloque como de
“indagación sobre otras maneras de sentirnos, de encontrarnos y habitarnos
(Orientación)”.
En este momento nos proponemos conectar con aspectos con los que hemos tenido
negada o con poca conexión en nuestra socialización de “cuerpos masculinizados”.
Buscamos proponer recursos que nos permitan empezar a percibirnos y sentirnos de
otras maneras. Volvemos a trabajar haciendo incapie en el movimiento de develar e
identificar, para intervenir.
En este bloque lo que intentamos trabajar son recursos y herramientas que nos
permitan transitar de otras maneras nuestros vínculos y relaciones. retomamos la
idea de que trabajamos con nosotros mismos y con otros en el mismo movimiento.
Un bloque que se caracteriza por el trabajo alrededor del contacto y la empatía. Dos
preguntas enmarcan esta parte del proceso: Cómo ha sido y como está siendo, en
nuestra vivencia como varones, el contacto conmigo mismo y con otres. Y, qué
registro/percepción tengo de lo que “me pasa/siento” y de lo “que pasa/siento
de/en mis relaciones”.
Entendiendo qué nuestra socialización como varones está marcada por el peso de la
desconexión con nuestro mundo emocional y afectivo vemos que:
- nuestra afectividad está teñida de hipersexualización y homofobia. Así, por ejemplo,
nuestros vínculos con padres, hermanos, amigos, hijos varones, se tiñen de duda y
prejuicio, por lo tanto, de ausencia y vacío en el contacto y afectividad.
- nuestra emocionalidad está bloqueada a partir de la prohibición de la expresión, por
percibirse como debilidad. Por consecuencia nuestro mundo emocional queda
atrapado en un analfabetismo permanente. Con la posibilidad casi exclusiva de
mostrar solo el enojo o mejor dicho, todo traducido en enojo.
- lo permitido es la fuerza y la competencia, el control y no mostrar debilidades.
Desde ese mismo lugar construimos nuestros vínculos y relaciones, con poca
capacidad de reconocer al otre, priorizando lo propio, el propio sentir y el propio
deseo. Proyectando el deseo y el cuidado como un derecho propio sobre el
cuerpo/territorio del otre, una apropiación del otre.
En consecuencia, son claves de este bloque el reconocimiento, registro y apropiación
de la afectividad, las emociones, el contacto, los límites, el deseo, la empatía, el
cuidado, el dialogo y la responsabilidad.
El Bloque tres es una bajada a la vida cotidiana desde las perspectivas y procesos
transitados en los bloques anteriores. Proponemos un ir y venir entre soltar y tomar,
entre cuestionar/nos y abrazar/nos, entre desaprender/nos y aprender/nos.
Sabiendo que el lugar que hoy nos toca transitar y habitar es la desorientación y el
vacío, casi como un fenómeno de época, como un lugar necesario y posibilitador
para que algo realmente cambie y no solo se acomode.
Este bloque intenta ser un ejercicio de dialogo y revisión en tres ámbitos (priorizados
entre varios) de la vida cotidiana de los varones. Bucearemos en nuestras
experiencias sobre el cuidado en torno a la crianza y las paternidades, en torno al
poder y las formas de expresarnos, tomar decisiones, movernos (corporalmente
hablando), dentro de las dinámicas organizacionales e institucionales. Finalmente
nos involucramos en las violencias y sus formas de manifestación. Responsabilidad y
contextualización. Los registros y los avisos que nos da cuerpo. Las emociones y la
violencia. Nuestras cicatrices. Promotores de relaciones libres de violencia.
El Bloque 4. Finalmente, la propuesta es compartir los dispositivos pedagógicos, los
enfoques metodológicos y las herramientas para trabajo con varones en perspectiva
de género, generación, masculinidades y poder. Generar procesos de transferencia
metodológica para trabajar las temáticas de género y masculinidades en las
organizaciones. Desde dónde trabajamos, cómo trabajamos y para qué trabajamos.