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Imaginarios y prejuicios en torno al emigrante cubano

Gabriela Casuso Cabrera

Una de las ideas introductorias al tema de la migración es su constancia como


fenómeno común a todas las épocas y lugares, una experiencia tan antigua como
la misma especie humana. No obstante, el acto de migrar ha adoptado una carga
ideológica marcada en los imaginarios sociales de nuestro país, tanto desde un
punto de vista positivo como negativo.

El tema de la migración en Cuba tiene dos aristas básicas. En primer lugar está
el papel indiscutible que tuvo este fenómeno en la conformación de la identidad
nacional. Directamente, desde un punto de vista sociológico y cultural, en la
estructuración de la sociedad cubana colonial, el ajiaco de Ortiz, formada en su
gran mayoría por inmigrantes europeos y africanos (regulares e irregulares),
hasta su papel protagónico en las luchas independentistas. Figuras como Martí,
Heredia o la Avellaneda permanecieron parte considerable de sus vidas como
emigrantes, pero son inseparables de la historia del creciente sentimiento
patriótico del siglo XIX. El exilio o la diáspora se convertían en labor
revolucionaria, y muchos de los acontecimientos fundamentales de nuestra
historia se iniciaron desde segundos países. Este sujeto migrante instituido en el
imaginario cubano era el patriota melancólico, imagen que los escritores ya
nombrados cementaron en la literatura. Era aquel personaje arrancado de su
tierra natal que estaba destinado a tenerla siempre presente. Esta construcción,
surgida bajo la dominación española, se mantiene durante las dictaduras
neocoloniales.

Luego llega el triunfo revolucionario, y como muchas cosas, el tema migratorio


cambia completamente de connotación. A partir de ese momento, el fenómeno
adopta una carga peyorativa importante. La salida definitiva del país suponía a
principios de la década del sesenta el rechazo al nuevo proyecto político, el
mayor acto de traición en una visión radical de “con nosotros o en contra”. En
este periodo se acentúa el carácter político de la emigración 1, quizás no con
pocas razones, pues efectivamente la primera oleada migratoria (Camarioca,
1965) estuvo protagonizada por la clase burguesa:

Su composición social refleja claramente su naturaleza clasista. El


31% eran empresarios, técnicos y profesionales; otro 33% estaba
integrado por funcionarios y comerciantes y apenas un 19% eran
trabajadores vinculados a la industria, los servicios y la agricultura.
(…) Si lo comparamos a partir del nivel educacional, los datos
resultan todavía más ilustrativos: el 36% de los emigrados eran
graduados de la enseñanza media superior, contra un 4% visto a
escala de toda la población. 2

Este éxodo desmedido de cubanos hacia Estados Unidos significó la pérdida


para el país de buena parte del personal preparado y calificado. La primera
emigración estuvo constituida en su mayor parte por la clase media, donde se
incluían sectores como empresarios, profesionales, técnicos.

Con la intención de crear un elemento desestabilizador del sistema socialista


cubano y un mecanismo a través del cual realizar propaganda política en su
detrimento, el gobierno estadounidense motivó desde un inicio la emigración
ilegal de cubanos hacia su país. Debido a los peligros de atravesar la ruta
marítima, las administraciones norteamericanas divulgan la idea de que la
emigración de los cubanos era un acto heroico porque huían, bajo muchos
peligros, de un sistema opresor. La etiqueta de “exiliado político”, marcada por
los intereses propagandísticos de Estados Unidos, ha definido la emigración en
el periodo revolucionario.

Con el paso de los años otras motivaciones han destituido a las políticas.
Estados Unidos se forma como un paradigma económico, o incluso como la
oportunidad de aprovecharse de políticas migratorias diferenciadas, una de las
causas principales que incitan la emigración ilegal de cubanos hacia este país:

1 La inmigración también se politiza, pero con una connotación positiva, pues los
extranjeros residentes en el país eran (o son) compañeros de causa. Ejemplos
ilustrativos son El Che o Carpentier.
2
Arboleya Cervera, Jesús: Cuba y los cubanoamericanos. El fenómeno migratorio
cubano, Editorial Casa de las Américas, La Habana, 2015. p. 32.
Solo para Cuba, Estados Unidos ha implementado cinco
programas diferentes de inmigración regular 3, que le atribuyen la
capacidad de selección de las características preferenciales de
elegibilidad para el otorgamiento de visados, según sus intereses.
Esos programas se aplican simultáneamente con la llamada Ley de
Ajuste Cubano (1966), y con otras regulaciones administrativas,
que se articulan en una política inmigratoria, cuyo efecto es un
estímulo a la emigración. Una de ellas, aprobada en 2006 y
orientada a alentar el éxodo de personal de la salud cubano,
establece la posibilidad de “…utilizar la potestad de parole en favor
de personal médico cubano que se encuentre en una misión
gubernamental en un tercer país y tome la decisión de desertar.
Esta política beneficiará también a la familia de estos
profesionales”. Este tipo de medida, que se convierte en una acción
para el entorpecimiento y desacreditación de los programas de
cooperación médica cubana con terceros países, politiza la
cuestión migratoria según los propósitos de la política
estadounidense hacia Cuba, por lo que supera el carácter selectivo
del “robo de cerebros”.» 4

Estas políticas diferenciadas, independientemente de ideologías, son un


elemento que atrae hacia Estados Unidos como lugar de destino. No obstante,
los prejuicios alrededor del migrante cubano, tanto regular como irregular,
persisten y los imaginarios se mantienen.

Con la crisis del Mariel (1980), éxodo de alrededor de 125 000 personas, se
radicaliza la imagen del emigrante. Los “marielitos” 5 constituían personas
formadas dentro del proceso revolucionario: trabajadores y obreros. Arboleya
apunta que, en términos porcentuales, gran parte de los emigrados en el Mariel

3 Family-Sponsored Inmigrant Program (FSIP), Diversity Lottery Visa Program (DLVP),


Programa para Refugiados, Programa Especial para la Emigración de Cubanos y Cuban
Family Reunification Parol (CFRP). Nota de GCC.
4 Sorolla Fernández, Ileana: « Estado actual del debate internacional sobre la gestión

de los flujos migratorios calificados», en Cuadernos Turquinos, Revista cubano-turca de


estudios latinoamericanos. Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO),
Programa Cuba, y del Centro de Estudios Latinoamericanos, Universidad de Ankara,
Turquía. Vol.1, No.1, Enero-Diciembre 2011, pp. 97-117.
5 Término con el cual se designa a los emigrados del Mariel.
eran niños o menores de 39 años, además la mayoría eran trabajadores y
muchos otros profesionales 6. Este fenómeno provocó contradicciones dentro del
país:

(…) un acontecimiento que sorprendió a la sociedad cubana, la cual


vivía una relativa estabilidad toda vez que atravesaba por uno de los
mejores momentos de la economía, la contrarrevolución apenas
tenía vigencia en el plano interno y las relaciones con el gobierno
norteamericano eran menos tensas que en años anteriores. 7

De esta gran masa, el 74% trabajaba habitualmente y el 11% eran profesionales,


el 57% eran personas vinculadas a la producción y los servicios, del cual el 45%
eran obreros. Solo el 16% tenían antecedentes penales, de los cuales 4% eran
delitos graves; y 1500 personas tenían retardo mental.

A pesar de las estadísticas, las plataformas nacionales promovieron una imagen


del emigrante que desafiaba la realidad en muchos casos. Soportes como la
caricatura ridiculizaban a este sujeto, y fue una de las vías para cementar los
imaginarios que aun hoy persisten en la sociedad cubana. La caricatura sobre
los marielitos se encargó de dejar a estos sujetos en una situación de inferioridad
social, y anatematizó al emigrante cubano dentro de los conceptos de
delincuente, paria, escoria, lumpen, etc. Otro de los prejuicios que arrastró el
fenómeno fue la inclusión de grupos como no deseados dentro del sistema, que
se equiparaban al mismo nivel de los delincuentes y atestiguaban la voluntad de
rechazo total y generalizado por parte de la sociedad. Esta carga negativa se
mantuvo a pesar de las estadísticas y del contradiscurso que manifestaciones
como la fotografía documental planteaba, al mostrar sujetos omitidos
oficialmente como niños y ancianos.

A partir de la década de los noventa el nivel de profesionales que emigran


comienza a extenderse. De los migrantes del año 1990, 28% eran profesionales
y técnicos calificados, 35% obreros y 22% trabajadores de servicios. Los
porcentajes brindados por Arboleya indican que entre los emigrados estaban
ligeramente sobrerrepresentados los profesionales, técnicos y trabajadores de

6 Arboleya Cervera, Jesús: Op. cit. pág.56


7 Ídem, pág. 48
servicios y sub-representados los obreros, lo cual se correspondía, tanto con los
criterios de selección aplicados por los Estados Unidos, como con el patrón que
ubica en los sectores medios el principal potencial de emigrantes en Cuba.
Según Antonio Aja, entre 1995 y 1999, los emigrantes ilegales estaban
constituidos por un 68% de hombres entre 15 y 35 años con nivel escolar de
medio a medio superior, mientras que los legales eran mayormente mujeres
profesionales, técnicos y estudiantes.

La emigración cada vez más creciente de personal calificado a nivel mundial ha


creado la necesidad de contemplar alternativas que atenúen la pérdida de estos
recursos para el país de origen. Entre estas medidas la crítica destaca la
creación de programas de intercambio académico, la eliminación de barreras a
la movilidad académica y la necesidad de políticas que propicien la contribución
de los emigrados calificados al desarrollo de los países emisores. Todas estas
tienen como base común el objetivo de mantener lazos con ese migrante, en
orden de que este pueda colaborar en el desarrollo nacional.

El problema está en que siendo ya Estados Unidos el destino mundial más


popular para los migrantes calificados, y existir el conflicto político bilateral entre
este y Cuba, existe todavía la tendencia a hiperpolitizarse la salida hacia ese
país. Los prejuicios e imaginarios sobre el emigrado persisten todavía, si bien se
han atenuado, debido al cambio generacional. El emigrante actual presenta
diferencias en su composición y actitud, tendientes a favorecer las relaciones
normales con el país de origen, las cuales gracias a las nuevas tecnologías de
telecomunicaciones es más fácil y constante.

Es imprescindible, entonces, perseguir la desarticulación de los sistemas de


ideas anquilosados y eliminar tabúes. El flujo migratorio circular debe ser
promovido en los entornos calificados, para garantizar la inserción de Cuba en
el intercambio académico global.
Bibliografía

Aja Díaz, Antonio: Al cruzar la frontera, Editorial Ciencias Sociales, La Habana,


2014.

Arboleya Cervera, Jesús: Cuba y los cubanoamericanos. El fenómeno


migratorio cubano, Editorial Casa de las Américas, La Habana, 2015.

Kreimer, P: “Migración de científicos y estrategias de reinserción”, en Charum, J.


Meyer, El nuevo nomadismo científico. La perspectiva latinoamericana, J.B.
Editores, Bogotá, 1998, pp. 281-296.

Sorolla Fernández, Ileana: “Estado actual del debate internacional sobre la


gestión de los flujos migratorios calificados”, en Cuadernos Turquinos, Revista
cubano-turca de estudios latinoamericanos. Facultad Latinoamericana de
Ciencias Sociales (FLACSO), Programa Cuba, y del Centro de Estudios
Latinoamericanos, Universidad de Ankara, Turquía. Vol.1, No.1, Enero-
Diciembre 2011, pp. 97-117.

_____________: “El Caribe: de punto de partida a cruce de caminos. Sobre los


flujos migratorios calificados” en Turismo y Migración en el Caribe. Estudio de
casos. Coordinadoras Ligia Aurora Sierra Sosa e Ileana Sorolla Fernández.
Universidad de Quintana Roo, México, 2016.

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