Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El tema de la migración en Cuba tiene dos aristas básicas. En primer lugar está
el papel indiscutible que tuvo este fenómeno en la conformación de la identidad
nacional. Directamente, desde un punto de vista sociológico y cultural, en la
estructuración de la sociedad cubana colonial, el ajiaco de Ortiz, formada en su
gran mayoría por inmigrantes europeos y africanos (regulares e irregulares),
hasta su papel protagónico en las luchas independentistas. Figuras como Martí,
Heredia o la Avellaneda permanecieron parte considerable de sus vidas como
emigrantes, pero son inseparables de la historia del creciente sentimiento
patriótico del siglo XIX. El exilio o la diáspora se convertían en labor
revolucionaria, y muchos de los acontecimientos fundamentales de nuestra
historia se iniciaron desde segundos países. Este sujeto migrante instituido en el
imaginario cubano era el patriota melancólico, imagen que los escritores ya
nombrados cementaron en la literatura. Era aquel personaje arrancado de su
tierra natal que estaba destinado a tenerla siempre presente. Esta construcción,
surgida bajo la dominación española, se mantiene durante las dictaduras
neocoloniales.
Con el paso de los años otras motivaciones han destituido a las políticas.
Estados Unidos se forma como un paradigma económico, o incluso como la
oportunidad de aprovecharse de políticas migratorias diferenciadas, una de las
causas principales que incitan la emigración ilegal de cubanos hacia este país:
1 La inmigración también se politiza, pero con una connotación positiva, pues los
extranjeros residentes en el país eran (o son) compañeros de causa. Ejemplos
ilustrativos son El Che o Carpentier.
2
Arboleya Cervera, Jesús: Cuba y los cubanoamericanos. El fenómeno migratorio
cubano, Editorial Casa de las Américas, La Habana, 2015. p. 32.
Solo para Cuba, Estados Unidos ha implementado cinco
programas diferentes de inmigración regular 3, que le atribuyen la
capacidad de selección de las características preferenciales de
elegibilidad para el otorgamiento de visados, según sus intereses.
Esos programas se aplican simultáneamente con la llamada Ley de
Ajuste Cubano (1966), y con otras regulaciones administrativas,
que se articulan en una política inmigratoria, cuyo efecto es un
estímulo a la emigración. Una de ellas, aprobada en 2006 y
orientada a alentar el éxodo de personal de la salud cubano,
establece la posibilidad de “…utilizar la potestad de parole en favor
de personal médico cubano que se encuentre en una misión
gubernamental en un tercer país y tome la decisión de desertar.
Esta política beneficiará también a la familia de estos
profesionales”. Este tipo de medida, que se convierte en una acción
para el entorpecimiento y desacreditación de los programas de
cooperación médica cubana con terceros países, politiza la
cuestión migratoria según los propósitos de la política
estadounidense hacia Cuba, por lo que supera el carácter selectivo
del “robo de cerebros”.» 4
Con la crisis del Mariel (1980), éxodo de alrededor de 125 000 personas, se
radicaliza la imagen del emigrante. Los “marielitos” 5 constituían personas
formadas dentro del proceso revolucionario: trabajadores y obreros. Arboleya
apunta que, en términos porcentuales, gran parte de los emigrados en el Mariel