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00 La Ira de Alan
00 La Ira de Alan
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RESUMEN
Después de pasar cinco años en prisión por un crimen que no cometió,
Alan está más que cabreado. Está amargado, y no duda en decírselo a todos.
Cuando su compañero aparece en la taberna donde trabaja, Alan hace todo
lo que está en su poder para evitar al pequeño oso. Alan no necesita, ni
quiere un compañero.
Cuando Sasha entra en una taberna, para calentarse los dedos de los
pies, ni se imaginaba que encontraría a su compañero. Alan es todo lo que
Sasha podría querer alguna vez en un gran oso. El problema es que Alan no
lo quiere, y se lo deja claro.
Cuando Sasha se marcha, Alan entiende cuan idiota ha sido. Peina las
calles en busca de su compañero, pero Sasha no está en ‘ningún lado’. ¿Le
dará el destino otra oportunidad, o su ira ha arruinado la única posibilidad
que tenía de conseguir su feliz para siempre?
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CAPÍTULO 1
Alan alzó la vista desde donde limpiaba la barra, descubriendo a otro
par de bastardos borrachos que causaban problemas en el bar en el que
trabajaba. Sacudió su cabeza cuando vio a los dos hombres sacarse la
mierda a golpes el uno al otro y se preguntó cuando aprendería, esta gente,
de una vez.
Emitieron una pequeña protesta por ser echados a patadas del bar,
pero sabían que era mejor no enfrentarse a Alan. No era un hombre
pequeño sin importar la extensión de la imaginación. Cualquiera con su
mente lúcida se alejaría de él, pero la mayor parte de los borrachos no
tenían sus mentes lucidas. Tenían abundancia de coraje líquido, pero no
podían coordinar sus embriagadas mentes con sus puños.
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Todos aquí, deberían saber ya, que Alan no tenía sentido del humor.
También deberían saber que no conocía el significado de la palabra amistad
y que le importaba una mierda lo que cualquiera pensara de él.
Durante cinco largos años se había vuelto loco en prisión, su oso pardo
incapaz de vagar libre. La mayor parte de la condena la pasó en aislamiento
porque su cuerpo no podía manejar tener que refrenar el cambio.
Fred le había dado ese trabajo, cuando nadie más lo miraba siquiera.
No era el trabajo perfecto y tratar con todos estos bastardos borrachos le
provocaba malditos dolores de cabeza, pero le permitía mantener su
pequeño apartamento. Comía allí mismo. Fred había abierto una pequeña
cocina con un menú aún más pequeño, pero dejaba que Alan comiera gratis.
Lo triste era que Alan se temía que esto sería todo lo que obtendría en
la vida. Su peor temor, era terminar viviendo detrás de una barra cada
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noche de su vida. Soñaba con vagar libre, con volver a aquellos días en los
que no se preocupaba demasiado por nada. Pero, en prisión, se había
convertido en un intransigente realista. Tuvo que convertirse en un
miembro productivo de la sociedad, sin importar cuánto odiara su trabajo.
Pensó que habría menos personas, con alguien tan hosco como él
atendiendo la barra y haciendo de gorila1, pero los clientes parecían
multiplicarse. Fred le había dicho que la gente se sentía más segura cuando
1
Guardias de seguridad encargados de cuidar las puertas o de mantener el orden en los clubes nocturnos o bares.
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Alan trabajaba, ya que no tenían que preocuparse de ser acosados cuando
todo lo que querían era disfrutar de una cerveza.
—Estás haciendo un buen trabajo —le dijo Fred, su jefe y dueño del
bar—. Sigue así.
Alan sólo deseaba que uno de ellos la tomara con él así podría librarse
de toda la ira que bullía dentro de él. Tenía que soltar un poco de su rabia
acumulada, antes de que la sacara sobre algún pobre imbécil y perdiera su
trabajo.
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El chico caminaba hacia él, luciendo tan perdido y asustado como una
oveja en un cuarto lleno de lobos. Alan no podía creer que después de todo
este tiempo preguntándose donde estaban los de su clase, entraría uno
justo en el bar en el que trabajaba.
No necesitaba esto.
Alan se movió hacia al final de la barra, tan lejos como pudo ubicarse.
Se mantuvo ocupado sirviendo a los clientes, resistiendo el impulso de mirar
a nadie que no estuviera delante de él. Cuando una mano se agitó llamando
su atención, Alan no tuvo otra opción, que la de volver al otro extremo de la
barra donde se encontraba el pequeño cambiaformas oso.
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Eran tan alargados que dominaban su rostro. Eran verdaderamente
grandes. Tal vez solo era la imaginación de Alan porque trataba de
encontrar algo que le permitiera darse la vuelta.
Alan se mantuvo el resto de la noche tan lejos del chico como le fue
posible. Su compañero sólo se sentó allí, no lo molestó, en ningún
momento, ni a nadie más, sólo observaba.
Los únicos que quedaban en el bar eran los clientes rudos, hombres a
los que no les preocupaba la hora o si robaban o mataban a alguien. No
asustaban a Alan, pero se preguntó por qué su compañero era tan insensato
como para quedarse hasta tan tarde. No era que le preocupara. No, a él no
le importaba en absoluto si el chico quería arriesgar su propia vida.
Alan lavó el último de los vasos y apiló las sillas antes de que Fred le
agitara una mano para que se fuera. Mientras salía por la puerta podía oír a
su compañero cerca de sus talones. El renacuajo no dijo una palabra
mientras Alan caminaba. Sólo corría detrás de él, para mantener su paso.
Cansado, irritado, y con el deseo de que lo dejaran en paz, Alan se giró sobre
sus talones, su compañero chocó de lleno contra él.
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—¿Por qué me estás siguiendo? —gruñó las palabras, usando la voz
más amenazante de su arsenal. Esa voz, por lo general, hacía que hasta los
hombres más rudos se orinaran encima, pero no a este pequeño hombre.
El chico inclinó hacia atrás su cuello y sólo contempló a Alan con esos
grandes ojos azules. No dijo una palabra. Frustrado, Alan se giró y siguió su
camino acelerando su paso. Podía oír a su compañero corriendo más rápido
para seguirle el paso.
El chico sólo levantó su mirada hacia él. No dijo una sola palabra.
No quería un compañero.
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«Al diablo con esto».
Alan era un oso muy gruñón hasta después de su primera taza de café.
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Después de meter sus pies dentro de sus botas, Alan las ató y agarró su
chaqueta. Hacía frío fuera esa mañana. Podía asegurarlo por el vapor que
salía del radiador de su diminuto apartamento
Por suerte su temperatura corporal era un poco más alta que la de los
humanos. Todo lo que necesitaba era una buena y gruesa chaqueta para
mantenerse caliente.
Y tal vez, sólo tal vez, cuando volviera en casa, el pequeño hombre se
habría calentado y se habría ido.
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Sasha miró a la puerta, esperando que su compañero volviera. La
noche anterior había entrado en aquel bar contra su mejor juicio, tratando
de encontrar un lugar para calentarse los dedos de los pies. Ni en un millón
de años había pensado que encontraría a su compañero.
Atracción instantánea.
Reclamación instantánea.
Aceptación instantánea.
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tenido sexo con él en medio de un bar, pero ellos deberían haber rodado
por toda la cama cuando Sasha lo siguió a casa anoche.
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general terminaba con una garra parda o con un hocico, pero nunca había
experimentado un cambio completo. Sus padres adoptivos humanos, lo
habían acogido hasta que fue lo bastante mayor, luego, en su dieciocho
cumpleaños, le dieron la patada alegando que era un gran desastre andante.
El hombre era más grande que el más alto edificio. Bueno, tal vez no
tan alto, pero era enorme. A Sasha le gustaba el hermoso pelo de su
compañero. Era tan oscuro como el carbón, y brillante como la seda.
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Sin embargo, Sasha aun no había tenido la posibilidad de ver el color
de sus ojos. Estaba seguro de que serían tan hermosos como su compañero.
El hombre en ningún momento lo había mirado por más de una fracción de
segundo, siempre lanzando miradas hacia todas partes, excepto hacia Sasha.
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Sasha sacó su pierna sobre el borde, saliendo de la bañera. Resbaló en
el piso mojado, aterrizando de regreso en la bañera produciendo un enorme
lío y golpeándose la cabeza contra la pared. El agua voló sobre Sasha,
ahogándolo mientras luchaba por volver a la superficie.
—Mierda.
Sasha sólo se quedo allí de pie dejándolo tocarlo, con miedo de hacer
cualquier movimiento que enfadara al ogro. Tal vez si se encogía lo
suficiente podría pasar desapercibido y su compañero lo olvidaría. Así
podría quedarse.
Tío, aquella voz era profunda y brusca. ¿Su compañero era siempre de
esta manera, o era sólo por la presencia de Sasha? Tenía la sensación de que
su compañero era espinoso como el infierno, estuviera él alrededor o no. El
gran oso gritaba rabia contenida desde la cumbre de su cabeza hasta la
punta de sus garras de oso. ¿Qué había vuelto a su compañero tan
iracundo?
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Azul océano.
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Sasha señaló a su garganta muy despacio y, entonces, formó palabras
en sus labios, negando con su cabeza.
Sasha meneó sus dedos para indicar que necesitaba papel y bolígrafo.
Su compañero asintió, salió del baño, con Sasha pegado a sus talones.
El hombre revolvió dentro de algunas de las cajas antes de conseguir un
bolígrafo y luego tomó un sobre del correo apilado en el suelo.
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«Ah, Alan». A Sasha realmente le gustó ese nombre. No conocía a
ningún otro Alan. Quitándole el papel de la mano, garabateó un poco más.
¿Alan, verdaderamente, era tan duro? Sasha sabía que el gran zoquete sabía
que eran compañeros. No había modo alguno de que ese hecho se le
hubiera pasado por alto, aunque esto puede que se hubiera quemado
debido a atmósfera orbital alrededor del grueso cráneo de Alan. Se rio ante
este pensamiento.
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Alan empujó el sobre hacia Sasha. —No quiero, ni necesito a un
compañero. Sólo tengo rabia contenida para ofrecerte, así es que ve y
encuentra a otro a quien molestar.
Sasha sintió que las lágrimas relucían en sus ojos. Aguantó el impulso
de lanzarse a la cama y llorar, aunque eso fuera lo que su cuerpo quisiera
hacer.
Fue la cosa más difícil que, Sasha, alguna vez, hubiera hecho.
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CAPÍTULO 2
No había manera de que Alan se estuviera sintiendo culpable.
Uh-uh.
No.
Eso no sucedía.
Sasha.
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El nombre sabía bien en su lengua. Alan se preguntó como, su
compañero, se había quedado mudo. Sacudió su cabeza para borrar la
desamparada imagen del hombre. No le importaba.
Alan gimió.
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Gyros o gyro Comida griega, consiste en una carne asada en un horno vertical que se sirve en un pan de pita (tipo de pan
árabe) o sándwich. Como acompañamiento a la carne se incluyen algunas verduras y salsas. Los más comunes son el
tomate, la cebolla y la salsa tzatziki.
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—No tomaré la comida de tu comida —Alan refunfuñó con los dientes
apretados. Mierda, no quiso sonar como si se preocupara por él porque no
lo hacía.
No, en absoluto.
Sasha empujó el Gyro otra vez hacia él, sus labios apretados en una
enojada línea. Sus ojos azules desafiaban a Alan a que discutiera.
Vio como Sasha bajaba sus ojos, apoyaba el pan pita sobre la cama,
entonces, levantó su pierna y se sentó a horcajadas sobre él. Esto era
demasiado. Los impulsos surgieron de repente, impulsos que no había
sentido durante años.
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Alan agarró el recipiente de Styrofoam4 lleno de chile.
Se sentía agradable.
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Styrofoam: Es una marca estadounidense de envases desechables de poliestireno expandido. Comúnmente llamado
telgopor, en Argentina, plumavit en Chile, unicel en México, poliespan o forespan en España.
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La luz de vestíbulo reflejó un pequeño bulto enroscado en medio de la
cama de Alan. Alan se quedo allí de pie durante un momento. Sasha
realmente era impresionante. Aun pareciendo tan pequeño, acostado, en la
cama de Alan.
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Algo que Alan era incapaz de hacer.
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quemaron, recordándole a Sasha que la respiración era una necesidad de la
que no debería pasar si no quería morir.
Y él no quería.
El olor a chile flotó por el aire hacia Sasha, y su estómago gruñó tan
alto que estuvo seguro que Alan se despertaría. No había modo alguno, que
él tomara algo de Alan sin el permiso de su compañero, así es que Sasha
llenó su vientre con el aroma.
Sasha trató de moverse, pero era imposible con Alan acostado por
encima de las mantas. Se esforzó en conseguir mover la manta por debajo
del enorme oso. Sasha se liberó cuando su compañero se giró
obedientemente en su sueño. Acomodando las mantas sobre ambos, Sasha
volvió a los brazos de Alan, y apoyó su cabeza contra el enorme pecho.
Suspiró, exasperado consigo mismo, cuando su corazón se aceleró. Pero
sonrió ampliamente cuando su compañero se acercó, envolviendo a Sasha
en el calor de su cuerpo.
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Esa era una fantasía que quería que su compañero hiciera realidad,
tanto que Sasha estaba malditamente cerca de gritar mientras estaba en los
brazos de su compañero. Fantaseó con tener lista la cena cuando su gruñón
oso llegara a casa, o con su compañero haciéndole el amor con tal ternura,
que trajo lágrimas a sus ojos.
Tal vez un día Sasha podría abrirse camino por el áspero exterior de
Alan y el oso lo reclamaría, le diría cuánto lo amaba y cuanto lo necesitaba.
Hasta entonces, Sasha tomaría lo que su compañero le ofrecía, incluso
mientras dormía.
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Finalmente Alan rompió el hechizo. Retiró las mantas, terminando el
cielo de Sasha cuando se dirigió al baño, sin decir una palabra. Sasha tiró la
manta hasta su barbilla, esperando a ver lo que su compañero haría.
Alan salió del baño unos minutos más tarde, luciendo bien descansado
y severo. —Creo que es momento de que te vayas a casa.
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«No tengo casa. Lamento haber sido una molestia. Gracias por la
cama caliente para pasar la noche.»
Y ahora la única cosa que Alan quería, era tener Sasha de regreso en
sus brazos.
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Sasha estaba dormido cuando Alan llegó a casa, así que no había
podido decirle a su compañero que el chile que Alan trajo a casa era para él.
Su compañero no solo estaría helándose en algún sitio por ahí, sino que,
además, seguramente estaría pasando hambre.
Ahora todo lo que Alan tenía para llevar a casa eran recuerdos,
recuerdos de una noche con su compañero seguro en sus brazos.
«Maldición.»
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CAPÍTULO 3
Sasha trató de no estremecerse cuando el extraño tocó su hombro
para mostrarle una cama. Con el clima tan frío, Sasha no había tenido otra
opción que ir al refugio de gente sin hogar más cercano. Estaba
prácticamente helando.
Sasha se preguntó lo que Alan estaría haciendo ahora mismo. Era muy
probable que, a esta hora ya estuviera en el trabajo.
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Ni siquiera podía cambiar completamente.
¿Qué tipo de maldito oso era de todos modos? Sasha odiaba el que no
pudiera cambiar. Había sido un problema al recorrer las solitarias carreteras.
Cuando salía del refugio, Sasha fue detenido por uno de los hombres
que trabajaban allí. —¿Puedes entrar en mi oficina? —Sasha cabeceó y lo
siguió, tomando asiento dentro de la pequeña y abarrotada oficina—. Uno
de mis amigos es encargado en el supermercado calle abajo. Le hablé esta
mañana sobre ti. Tiene un trabajo de reponedor, si estás interesado.
Piénsalo bien, no suelo ofrecerles esto a la mayoría de los que vienen aquí.
Porque la mayor parte de los hombres que buscan refugio aquí no tienen
deseos de trabajar. Dime si me equívoco, pero te veo como alguien que sí lo
tiene.
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Sasha agarró la tarjeta de visita que el hombre le ofreció, leyó la
dirección y, entonces, sonrió al hombre que le ofrecía un trabajo. Sacudió la
mano del hombre y se apresuró a salir de la oficina.
—Soy Ken Snyder. Estaba esperándote. —Ken agitó una mano hacia un
asiento, para que se sentara, delante del pequeño escritorio metálico. El
cuarto estaba tan abarrotado como la oficina del refugio—. Oí que buscas
trabajo.
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Sasha no pudo detener la sonrisa que se le formó cuando sacudió
enérgicamente la mano de Ken.
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Los pensamientos de Sasha volvían a su compañero la mayor parte del
tiempo estuviera en el trabajo o en casa. Para este momento, Sasha ya se
habría movido a la siguiente ciudad, pero sabiendo que su compañero
estaba aquí, Sasha se quedaría. Alan podría no quererlo, pero estar en la
misma ciudad hacía que Sasha se sintiese conectado a Alan aunque fuese de
un pequeño modo.
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Sasha se refiere a un juego de palabras que pierde el sentido en español, sittingroom y living room son lo que en español
llamamos comúnmente salas de estar. Sittingroom muy literalmente seria cuarto de sentarse, y living room cuarto de
vivir.
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Sasha sacudió su cabeza. No, aunque Troy, el cajero principal, lo había
invitado a salir, Sasha se había negado. A sus ojos, estaba apareado. Ningún
otro lo satisfaría ahora. Su compañero podía no haberlo reclamado, pero
Sasha no lo engañaría, aun si eso significaba que estaría solo el resto de su
vida.
—Ahora, querido, no puede ser tan malo. Dile a Stella por qué ese
hombre rompió tu corazón. ¿Sabe qué estás interesado? —Stella se rio
tontamente.
Sasha puso sus ojos en blanco. «Eso no pasará». Por una vez, estuvo
complacido de ser mudo. Sasha todavía se reía silenciosamente entre
dientes mientras se preparaba para el trabajo. Llegó a trabajar con tiempo
de sobra y trabajó durante toda la mañana.
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Le gustaba su trabajo. Era fácil, y la mayor parte de las personas nunca
lo molestaban.
—Bien, sigue viviendo una vida de solterona con esa vieja —escupió
Troy mientras se giraba y salía como un vendaval del salón de empleados.
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afirmó. Sasha echaba tanto de menos a Alan que sentía que su corazón
estaba siendo rasgado de su pecho.
«Sólo un vistazo».
Sasha se fue a casa después del trabajo con el plan de espiar a Alan
más tarde esa noche. Después de cenar con Stella, Sasha se duchó y se puso
su mejor ropa, aunque, sabía que su compañero no lo vería, porque
planeaba quedarse detrás del bar. Todo lo que quería hacer era ver a Alan,
no enfrentarse a él. Se contempló en el espejo y sonrió.
Sasha sonrió con satisfacción. Tal vez Alan lo vería por casualidad
después de todo.
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—Maldición, Alan, hemos hablado de tu actitud —Fred gruñó mientras
cerraba sus puños y los plantaba sobre sus caderas.
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afueras de la ciudad y luego caminaba millas suplementarias para correr
libre en el bosque cercano. El corazón de Alan dolía.
Podía estar amargado por lo que la vida le había hecho, pero encontrar
a un compañero era más raro que sacarse la lotería, y hacía dos meses había
dejado que sus ganancias se escurrieran entre sus dedos.
Alan tiro el trapo de la barra hacia Fred, con un fingido ceño en su cara,
y entonces entró en la cocina para cenar. Después de aquella mañana con
Sasha, Alan rehusaba comer chile. Su olor le hacía pensar en el rubio Adonis,
y esto sólo lo hacia sentirse más solo. ¿Dónde estaría Sasha? ¿Estaría bien?
¿Pasaría frío su compañero o estaría hambriento? Las preguntas y el no
saber lo volvían loco.
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Apartando su plato, Alan se preguntó cómo iba a hacer para encontrar
a su compañero. Rechazó aceptar la idea de que Sasha estuviese perdido
para él. Camino hacia la calle a través de la puerta de empleados, y miró
fijamente a las estrellas, preguntándose donde estaría Sasha y si ambos
estarían mirando la luna al mismo tiempo.
Su hombre.
Su pequeño oso.
Su compañero.
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El tiempo se había congelado, y todo lo que Alan podía hacer era rezar para
no joder esta segunda oportunidad.
Con Alan, eso era una posibilidad. No había nada más que decir.
—¿Estás bien?
—¿Tienes hambre?
Sasha negó.
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Volviéndose hacía Sasha, inseguro de que su pequeño oso fuese
receptivo, Alan ofreció su mano y esperó.
Alan había sido un tonto una vez. Rezó para no serlo una segunda vez.
Tragarse el orgullo era algo extraño para Alan, pero sabía que para
compensarlo y arreglar las cosas, tendría que tragarse un montón de ello.
Sólo con las palabras garabateada, Alan supo que había herido y enojado a
su compañero. No culpó al hombre, ni un poco. Alan estaba agradecido de
que alguien hubiera respondido a su rezo y hubiera enviado a Sasha de
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regreso a él. Ahora todo lo que tenía que hacer era mantener al hombre.
Eso parecía un gran logro, considerando que Alan era un maldito gruñón. Se
movió de un pie al otro, preguntándose como pedirle a su compañero que
fuera a casa con él.
Antes de que Sasha pudiera responder, una mujer agitó una mano
hacia él. Alan camino hasta la otra punta de la barra, agarró la cerveza que
le pidió, y la empujó hacia ella. Si su pequeño oso tuviera un novio, Alan iba
a desgarrar al hombre. Nadie tocaba lo que era suyo. ¿Y qué si él había sido
un completo idiota? Aun así Sasha estaba predestinado como suyo, y no
toleraría el engaño.
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CAPÍTULO 4
Sasha abrió la puerta trasera de la casa de Stella. Era tarde, así que
trató de ser tan silencioso como le fue posible. Fue de puntillas, tratando de
recordar donde crujían los peldaños de la escalera. Sasha hizo eso hasta el
peldaño superior, y se inclinó en la escalera para asegurarse que había
apagado la luz de abajo, antes de subir. Sasha no podía recordar si había
golpeado el interruptor o no.
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Ruborizado, sacudió nuevamente su cabeza.
—Bien, entonces tu galán debería estar feliz. Venga, vamos a por té.
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—Sabes, querido, a veces los hombres son así cuando no saben cómo
expresarse. Tienes que ver a través de eso, ver lo que realmente quiere
decir. —Stella acarició su mano—. Mi Harvey era de esa manera. Su manera
de decirme te amo era aplastarme contra cualquier superficie. —Ella se rio
tontamente mientras sus ojos verde suave adquirían aquella lejana mirada
como si ella volviera a revivir los recuerdos—. Hubo una vez que el…
Sasha se desconectó de lo que creía que ella diría. ¿Podría ser qué
estuviera equivocado con Alan? ¿Sería posible que sólo no supiera cómo
expresarse? Lo había echado bastante bien a juicio de Sasha. ¿Qué es lo que
trataba de decir entonces? ¿Te amo? Sasha resopló. Nunca había oído a
alguien decir ‘te amo’ con la punta de su bota.
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De todos modos, hizo lo que Stella le aconsejó. Llevaba ahorrados
doscientos veinte dólares y treinta y siete centavos hasta ahora. Esto lo
hacía sentirse realizado. Sasha nunca había tenido ahorros antes, y esto le
daba una leve tranquilidad de saber que tenía algo de dinero al que echar
mano si alguna vez lo necesitaba desesperadamente.
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Al día siguiente, Sasha observaba, constantemente, la puerta de la
tienda mientras trabajaba, buscando una montaña de hombre caminar hacia
él. Para el almuerzo Sasha tenía la horrible sensación de que Alan no
vendría. Almorzó con muy poco apetito. La única cosa que Sasha quería
hacer era llorar. Anoche en su cama se había permitido soñar, soñar con
Alan corriendo hacia él y sacándolo de allí, prometiéndole amor
incondicional.
—Iré al club esta noche, Club Chatanz. ¿Vienes conmigo? —Era más
una afirmación que una pregunta.
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Cuando Sasha caminaba por el pequeño vestíbulo que conducía de
regreso a la tienda principal, silenciosamente gritó cuando lo empujaron
contra los armarios, su pecho golpeó en el metal.
—Hola, Sasha.
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Alan era el sueño húmedo de cualquier chico gay. Por supuesto había
visto a su compañero antes, pero nunca de esa manera. El Dios tenía botas
de motociclista negras, vaqueros que marcaban deliciosamente sus muslos,
y un abrigo de cuero, sobre una apretada camiseta negra estirada
fuertemente a través de la amplia extensión de su pecho. Un pañuelo negro
con calaveras cubría el renegrido pelo de Alan, y las negras gafas de sol solo
embellecían su rostro. Sasha casi se corre en los pantalones de su uniforme
mientras estaba arrodillado ante los pies de ese dios.
«Siempre que estoy solo y pienso en ti». Sasha extendió sus dedos.
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Alan deslizó su mano detrás de Sasha y agarró una botella del
detergente. —También podría conseguir lo que necesito mientras estoy
aquí. —Alan estaba tan cerca que Sasha podía sentir sus pequeños soplos de
aliento sobre su mejilla. También pudo oír la velada insinuación. Babeando
arrodillado ante el enorme oso, Sasha se sintió como si necesitara un
maldito babero.
«¡Mío!»
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Sasha interiormente sonrió enormemente ante la ignorancia de Troy.
Alan iba a pestañear más que un ojo cuando Sasha consiguiera al hombre
desnudo.
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Alan tenía la sensación de que si perdiera a Sasha otra vez, el hombre
lo habría perdido para siempre.
Hizo una mueca cuando miró alrededor del cuarto, notando por
segunda vez lo simple que era. Sin duda al lugar le vendrían bien unos
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muebles y un poco de decoración, tal vez un juego de cortinas en la única
ventana. Alan tenía que hacer de esto un hogar, algo que ellos pudieran
llamar suyo. No era mucho, pero dos personas que vivieran y se amaran
podrían construir un hogar en cualquier parte.
‘¿Verdad?’
El dinero sería escaso, sin duda, pero con dos ingresos podrían
lograrlo. Tal vez hasta pudieran conseguir un apartamento de una
habitación con sala de estar y cocina separada. Alan redujo la marcha de sus
pensamientos. Se estaba adelantando. Primero, tenía que reclamar a su
compañero, y luego hablarían de mudarse juntos.
Perfecto.
—¿Listo?
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Sasha se dio vuelta y sonrió a Alan, haciendo que Alan contuviera el
aliento y que se le acelerara el pulso. Sasha era simplemente sorprendente.
Los ojos del hombre centellearon mientras asentía, dejando a Alan mudo.
Caminaron lado a lado de regreso al apartamento de Alan, Alan no dijo una
palabra y Sasha no trató de escribir nada. Podía ver a Sasha temblar
ligeramente y supo que no era solo por el frío invernal.
Alan hinchó su pecho con orgullo cuando los ojos de Sasha se volvieron
tan grandes como dos lunas cuando Alan lo invitó a entrar. La cabeza de su
pequeño oso giraba alrededor mientras observaba lo que había hecho.
Tenía que confesar, que el ambiente era muy romántico. Las velas
parpadeaban mientras el aroma a ajo y a la salsa de la pasta impregnaba su
pequeña vivienda. La cama tenía sábanas limpias que Alan roció con alguna
cosa que había comprado junto con las velas que olía a melocotones y
canela, justo como su pequeño oso.
Sasha no era el único que estaba nervioso. Alan era todo un manojo de
nervios.
Después, Alan sirvió ambos platos con la comida que había comprado,
sirvió un poco de vino en los dos vasos de papel, y luego colocó las
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servilletas y una caja de galletas, usando una plancha metálica como
bandeja para servir.
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boquiabierto, aunque una manada de vacas invadieran su casa, solo tendría
ojos para el cuerpo que Sasha tenía.
Era la cosa más jodidamente sexy que Alan hubiera visto en toda su
vida. Sasha se estremeció y luego dejó caer su cabeza hacia adelante,
mirando fijamente a Alan con tal placer en sus ojos azules que Alan supo
que el hombre lo tenía en corazón y alma.
Sasha se relajó.
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Inclinándose, Alan desabrochó los vaqueros de su compañero y bajó la
cremallera. Sasha levantó sus caderas permitiéndole a Alan tirar de los
pantalones para quitárselos. Alan se quedó de pie allí durante un momento,
adorando visualmente la deidad que no había visto antes.
Con unos tirones, Alan podía sentir que su propia polla empujaba para
liberarse.
Alan echó un vistazo para ver que Sasha había puesto su cabeza entre
sus manos, observándolo. Sus ojos estaban llenos de lujuria mezclados con
miedo.
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sus rodillas, meciéndose contra la boca de Alan mientras este lo lamía y
probaba la apretada entrada de su compañero.
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Sasha apretó las sabanas con sus manos y asintió.
Sasha asintió, soltó un gemido y cerró sus ojos. Alan tensó cada
músculo en su cuerpo para evitar empujar. Después de un momento Sasha
dio un golpecito a la cama.
—¿Sigo?
Sasha asintió otra vez, estirándose hasta acariciar con sus manos los
brazos de Alan. Alan empujó, finalmente tocando fondo. Tuvo que
mantenerse quieto durante un momento hasta que el hormigueo en su
columna pasara. Sasha era una criatura exquisita que podría envolver a Alan
alrededor de su meñique en un abrir y cerrar de ojos.
Sasha le dio dos pulgares con una amplia sonrisa. Alan se rio entre
dientes mientras se retiraba, casi del todo, y luego extendió más las piernas
de Sasha para deslizarse de regreso.
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Sasha estaba tan jodidamente lleno. Alan golpeó su punto dulce en
cada empuje llevando a Sasha malditamente cerca de correrse otra vez. Un
baño caliente en la bañera estaría en el orden del día después de esto. Alan
era enorme en cuanto a su polla se refería, y maldito si el oso no sabía bien
lo que hacía. Sasha miró a Alan con asombro. Todo era tan surrealista, tan
fantástico. Amó las velas, la comida y a Alan.
Sasha paseó sus manos, bajando por su pecho, sus piernas, y luego su
mano derecha se estiró para sentir a su compañero, mientras que la
izquierda frotaba su polla entre sus muslos.
Sasha enrolló sus dedos sobre el pene de Alan, bombeando el duro eje
a la vez que este se empujaba en él. La cabeza de Alan cayó adelante, sus
labios soltando un gruñido cuando empujó más profundo en el culo de
Sasha. Sasha jaló fuertemente su polla, el semen golpeó en su muslo.
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—Sasha, bebé —gritó Alan cuando colmó a Sasha con su caliente
semilla.
Sasha podía sentir las pulsaciones dentro de él, sentía como el calor lo
bañaba. Liberó sus manos para agarrar los brazos de Alan, animándole a
acostarse a su lado.
—¿T… tú puedes? —Sasha había temido que una vez que la urgencia
del apareamiento se terminara, algo se quebrara entre ellos de alguna
manera, y los dejaría esforzándose por entenderse otra vez el uno al otro.
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—Sí, amor. Puedo. Déjame oír esa hermosa voz otra vez.
Sasha notó que Alan no lo había dicho en voz alta. Pero estaba muy
feliz con la declaración de Alan. Esto significaba que ellos se movían en la
dirección correcta.
—¿Puedo ayudar?
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—¿Casi terminas? —Pudo oír como Alan se reía mentalmente. Sí,
entonces, ahora Sasha podía hablar a su compañero y no quería terminar su
conversación. Demándenme.
—Vas a hablar hasta sacarme los oídos, ahora... Puedo verlo. —Alan
usó el enlace para contestar.
Sasha sintió que su cara podría partirse por la mitad por la sonrisa en
ella. Alan quería oírlo hablar. ¿Qué tan loco era eso? —Me siento solo.
Alan trajo una toalla con él del cuarto de baño, separando suavemente
las mejillas de Sasha limpió la semilla que ahora corría por la espalda y los
muslos de Sasha. —Vamos a tener que cambiar la cama. Está llena de salsa
roja y semen.
«Que desperdicio.»
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—En una de aquellas cajas. —Alan señaló el armario.
Sasha excavó entre las cajas hasta encontrar una sabana negra.
—¿Dónde vives?
—En Los Olmos. Contesté un anuncio para alquilar un cuarto. Vivo con
una anciana llamada Stella. Es una muñeca. Hace las mejores
snickerdoodles6. Son para morirse. Tienes que conocerla. Habla hasta por los
codos, pero su mente aun es aguda para su edad. Es graciosa, también. Pero
tienes que conocerla. Habla del sexo como si no fuera gran cosa. Realmente,
siempre consigue que me sonroje, pero uno no podría encontrar a nadie más
bondadoso. También hace mis almuerzos y me despierta a tiempo. Tiene la
6Nota de la traductora: Snickerdoodles: Galletas de azúcar hechas con crémor tártaro y bicarbonato de sodio, rebozadas
en azúcar ycanela. Se caracterizan por tener la superficie agrietada y pueden ser crujientes o blandas según el gusto y el
tiempo de horneado. Existen muchas variantes para esta antigua receta y muchas preferencias en cuanto a su textura,
pero todas conducen a una riquísima galleta de nombre extraño.
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cena lista cuando llego a casa. Stella es una mujer muy agradable, y… ¡Oh
Dios, estoy hablando hasta sacarte los oídos!
—No lo haré.
Sasha se quedó en los brazos de Alan hasta que su gran oso comenzó a
roncar.
Se quedó allí, pensando sobre lo difícil que debió haber sido para Alan,
dejar atrás su ira. Sasha no estaba seguro del por qué su compañero había
estado tan enojado, pero ya no lo estaba, al menos no con él, Alan lo estaba
intentando. Era todo lo que Sasha podía pedir.
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Ahora, el lugar lucía mucho mejor. Sasha echó un rápido vistazo a Alan
para ver, y oír, que todavía estaba dormido. Dejó a su oso con sus ronquidos
y entró en el cuarto de baño para tomar una ducha caliente.
Con la manta entre las cosas que necesitaban lavarse, Sasha no tenía
nada para cubrirlos. Avanzó lentamente de regreso a la cama, temblando
hasta estar de nuevo entre los brazos de su oso. Alan se le acercó
comenzando a roncar otra vez. Sasha iba a tener que conseguir tapones
para los oídos ya que pensaba dormir todas las noches con su compañero,
pero de alguna manera logró dormirse.
—Oh, no, no lo harás. Cuando alguien le dice a una persona que tienen
que hablar más tarde, entonces la persona a la que le dijeron eso se vuelve
70
loca tratando de entenderlo hasta que la persona que lo dijo finalmente
hable con…
Alan besó a Sasha, haciéndolo olvidar lo que decía. El beso fue dulce,
acalorado, y terminó demasiado malditamente rápido, en opinión de Sasha.
Pero lo hizo callar, y Sasha sabía que ese era el objetivo de Alan.
‘Bastardo astuto.’
—¿De verdad?
—De verdad. No tienes que darme una respuesta ahora. Sólo piensa
acerca…
71
—¿Hola? He estado cuidando de mí mismo toda mi vida. Un viaje
nocturno en autobús es algo a lo cual estoy acostumbrado.
Sasha retrocedió ante la gran sonrisa dentuda que Alan le dio. Alan
lucía como si fuera a comérselo.
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Tomaron el autobús, bajando una calle antes de donde Sasha vivía con
Stella.
Sasha hizo girar sus ojos. Debería haber sabido que Stella lo
amenazaría. Podía estar entrada en años, pero era una galleta dura de roer.
Sasha tuvo la sensación de que ella quiso decir cada palabra de lo que dijo.
73
apartamento apenas era adecuado para Alan y él. Además, ella mantenía
una vida muy activa, y vivir con una pareja gay probablemente no entraba
en sus planes.
Alan se rio entre dientes a la vez que tiró a Sasha en sus brazos. —
Estamos en una relación comprometida. ¿Ayuda eso?
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—Oh, tonterías. Vosotros dos sois como PG7 de mis libros. Sasha,
muéstrale la sala mientras hago el té.
7
Después de buscar y considerar numerosas opciones creo por el contexto que la escritora se refiere con PG a Paternal
Guide (guía paternal) que es la clasificación para las películas, espectáculos, libros etc. En español es el equivalente a ATP
(apto para todo público).
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CAPÍTULO 5
Alan echaba de menos a Sasha.
Sólo habían pasado cuatro horas desde que lo había dejado en casa de
Stella, pero la necesidad de sostener a su compañero en sus brazos lo
llenaba de dolor y vacío. Estuvieron de acuerdo en que Sasha no se mudaría
hasta que consiguiera el apartamento. Ya que su alquiler estaba pagado
hasta primeros de mes, ellos tenían más de dos semanas para hacerlo. Era
demasiado tiempo en opinión de Alan.
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Alan gruñó. Sólo dejó a Fred escaparse de algo así porque el hombre
era muy viejo. Además, Alan realmente trataba de pasar página. Pero sabía
que tarde o temprano alguien más sacaría sus dientes de sus amígdalas.
—No me gruñas. Guarda eso para tu joven. Ahora, dime que tienes
metido en tus calzoncillos.
Alan estaba anonadado. ¿Por qué sería tan generoso Fred después de
que Alan fuese menos que amable en su bar? La pregunta de Fred lanzaba a
Alan una cuerda. Odiaba pedir, pero, no tendría que hacerlo. Fred se lo
había ofrecido.
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No había manera alguna que Sasha y él pudieran permitirse el coste de
mudarse si no tomaba un préstamo de Fred. —Lo devolveré.
Alan torció su dedo dentro de su oreja. —¿Dilo otra vez? Podría jurar
que me acabas de decir que me regalas el dinero. Debo estar sordo.
—Estás distraído otra vez —gritó Fred desde el otro lado del cuarto.
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En lugar de irse a casa después de su turno, Alan decidió caminar hasta
el supermercado. No podía esperar hasta las cinco para ver nuevamente a
su compañero.
Un beso de buenos días era buena idea. Sasha era el maldito mejor
besador del mundo, aunque Alan no tuviera mucha experiencia con los
besos.
Alan giró en sus talones y comenzó a caminar por la acera con rápidos
pasos. Lo hizo por media calle antes de detenerse de repente en medio de la
acera. El pensar en otro hombre tocando a su compañero lo comía vivo.
No podía hacerlo.
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encontraría. No sabía si podría realmente controlarse si veía a Sasha con
alguien más. No tenía ese tipo del control.
Cuando volvió a escuchar otra vez ese sonido, Alan lo siguió a una
puerta que tenía un cartel anunciando ‘Solo Empleados’.
Ellos se besaban.
Por primera vez desde que había oído bajar el mazo del juez
condenándole, Alan sintió lágrimas colmar sus ojos. Se había jurado en
aquel momento que nunca soltaría otra lágrima. Y sin embargo, aquí
estaban.
Aquello sólo hizo que Alan se cabreara tanto que veía rojo. Tenía el
deseo perverso de ver más rojo, preferentemente cubriendo al hombre que
besaba a su compañero. Alan caminó con majestuoso paso a través del
cuarto y aferró al tipo por la nuca, arrojándolo lejos de Sasha.
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Echó un vistazo abajo hacia su compañero y lo que vio arrancó el alma
de Alan directamente de su cuerpo. Dejó caer al tipo al que había estado a
punto golpear hasta sacarle la mierda y corrió al lado de Sasha. Tan
suavemente como pudo, levantó a Sasha en sus brazos y acunó a su
compañero cerca de su pecho.
Los ojos azules de Sasha estaban turbios, pero miraron a Alan con tal
alivio que él tuvo que tragar con fuerza sólo para respirar. Alan no podía
hacer que sus dedos dejasen de temblar cuando los levantó hasta acariciar
el costado del rostro de Sasha.
Alan hizo una lectura rápida del cuerpo de Sasha, tanto como pudo sin
soltarle. Su camisa estaba medio rasgada, y él tenía varios rasguños rojos
oscuros en su pecho. Su pantalón estaba desabrochado, pero el alivio corrió
por Alan cuando vio que no habían sido bajados.
Alan no sabía qué hacer. No sabía hasta donde podría tocar a Sasha sin
causarle más dolor. Sasha tenía que estar muy dolorido. Alan tenía que
ayudarlo, pero no sabía cómo. Sentía que había fracasado completamente
en lo que a su compañero concernía.
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Un grosero resoplido en la esquina del cuarto recordó a Alan que no
estaban solos. Sus ojos se estrecharon cuando su cabeza se giró para
contemplar al hombre que había dañado a su compañero.
—¿Por favor?
Tanto como Alan quería desgarrar al extraño, pieza por pieza, Sasha
necesitaba que lo cuidase y tenía que mantenerse lejos del hombre que lo
atacó. Alan siempre podría volver a por él más tarde, después de que Sasha
estuviera en algún sitio seguro.
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—Tócame y te demandaré —contestó el hombre a la vez que le daba a
Alan lo que pretendía ser una mirada amenazante. El hombre falló
completamente. Alan recordó al tipo. Era el cajero. Alan se reservó aquella
información mientras sacaba a Sasha del cuarto.
—Troy.
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—¿Por qué? No he hecho una maldita cosa mal, aunque quisiera
asesinar a Troy con mis propias manos.
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Apreció el gesto más de lo que podría expresar alguna vez, pero esto
no era sobre él. Sasha necesitaba que castigaran a Troy por lo que le había
hecho. Echar un vistazo a su compañero y ver las contusiones sólo le
recordó lo que tenía que hacer.
—La policía está aquí —dijo Ken asomando su cabeza por la puerta de
la oficina—. Uno de ellos fue a hablar con Troy. El otro está aquí mismo. —
Ken retrocedió, permitiendo al policía entrar en el ya apretado espacio.
Troy había hecho varias jugadas y se volvía cada vez más agresivo, y
Sasha no le había dicho una palabra. Alan sintió que le había fallado a su
compañero.
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—¿Qué va a pasar con Troy? —Alan preguntó cuando volvió a coger a
Sasha en sus brazos. No le preocupaba lo que pensaran los demás. Sasha era
su compañero y lo necesitaba.
El policía se dio vuelta hacia Alan, una ceja se elevó lentamente. Ken
sonreía nerviosamente mientras acompañaba al policía fuera de su oficina.
8
Cutter: Tipo de navaja utilizada como herramienta, también llamada trincheta, cortador de cajas, cuchillo cartonero,
estilete, etc.
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—¿Tú volverás, verdad? —Ken preguntó cuando se encontró con Alan
y Sasha en la puerta—. Troy ha sido despedido. No tienes que preocuparte
más por él. Sólo lamento no saber de antemano que te acosaba.
—¡Infiernos, no!
—Alan, díselo —dijo Sasha más firmemente, sus labios tan apretados,
que en opinión de Alan lucía malditamente doloroso. No quería que su
compañero sufriera más de lo que ya sufría.
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EPÍLOGO
Alan y Sasha estaban de pie en el vacío apartamento de una
habitación, mirando alrededor mientras que Herb, el propietario, se
apoyaba en el marco de la puerta. —Hay un cuarto de baño, un dormitorio,
y una bonita cocina de buen tamaño. Es tres veces el tamaño del mono
ambiente que alquilas ahora, Alan.
—Está claro que es mucho más grande que el mío —dijo Alan en voz
alta mientras echaba un vistazo a la cocina. Sasha se moría por mudarse en
seguida. El mes de Alan terminaba, y podrían mudarse aquí. Sasha bullía por
la excitación.
—¡Lo amo! Ya tengo planes sobre como quiero decorar el lugar. Vi esa
tienda de segunda mano abajo por el mercado. Abrieron hace poco, y tienen
algunas cosas geniales.
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Aún no podía creer que el hombre les diera el dinero, pero Sasha
estaba agradecido por su bondad.
Sasha parpadeó.
Fred meneó sus cejas, sonriendo como el gato que se había comido al
canario. —¿Stella, querida, te gustaría acompañarme a tomar algo?
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Sasha y Alan entraron en el dormitorio. Sasha se rio al pensar que
Stella ahora no estaría sola, y notó que Herb no los había seguido. Sasha
estaba muy agradecido por eso. —Quiero hacer de esta una casa para los
dos —dijo a través de su enlace, volviendo a lo que ellos habían estado
discutiendo antes de que Fred y Stella llegasen. Sasha puso mala cara y pisó
fuerte con su pie—. Quiero comprar cosas para nuestro nuevo apartamento.
—¡Sí! —Sasha empujó a Alan hacia él, salpicando besos por todas
partes de su rostro.
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—No lo creo. —Alan se rio entre dientes cuando agarró la puerta y
entró en el apartamento—. Nada va a evitar que consiga tu culo.
Sasha puso sus ojos en blanco. Amaba cuando Alan jugaba con él, pero
su compañero decía algunas cosas bastante sentimentales. Sasha gimió y
colapsó en la cama cuando Alan meneó el extremo del plug que había
colocado antes en su culo. Maldito si el hombre no sabía justo como
ganarle.
—Demuéstralo.
—¿Te sientes un poco peleón hoy? —Alan meneó el plug una vez más
y luego directamente lo sacó de un tirón del culo de Sasha. Él mentalmente
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gritó, sus piernas se deslizaron hacia delante extendiéndose mientras
luchaba por no correrse.
—No es justo.
Alan se empujó en Sasha con la última palabra, haciendo que los dedos
de Sasha se aferrasen en la manta y que sus ojos se cruzasen. Su cabeza
rodó atrás sobre sus hombros cuando Alan aporreaba en él más fuerte.
—¡Sí, eso es, eso es, eso es! —Sasha lanzó un grito en su enlace cuando
su polla explotó y su semilla humedeció la sabana de abajo.
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Sí, Sasha sabía que Alan siempre tomaba una siesta después del sexo.
Pero realmente quería aprender como cambiar. Alan había prometido
enseñarle.
—¿Mejor?
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Se quedó congelado encima de la cama, mirando fijamente a su compañero
con fascinación. ¡Alan era magnífico, y enorme como el infierno! Su piel era
del color de las nubes oscuras durante un día tempestuoso, y su cuerpo era
tan grande que abarcaba tanto del cuarto que Sasha estaba asombrado de
que su compañero no tirara los cajones.
Pero sus ojos seguían siendo del mismo azul océano. Eran
sorprendentes.
Y era impresionante. Eso sólo hizo que Sasha ansiara más cambiar a su
forma de oso.
Sasha lo hizo.
—Lo siento.
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parecido su coloración. Visualizó cada detalle como Alan le había dicho… y
luego solo sintió el cambio.
Abrió sus ojos cuando sintió el roce de una mano sobre su cabeza. —
Eres un pequeño y sexy oso —dijo Alan, su voz sonaba ahogada—. Eres
magnifico, Sasha.
Sasha parpadeó y luego miró hacia su cuerpo, sintiendo que todo esto
era un sueño. ¡Él finalmente había cambiado!
—Parece que todo lo que tenías que hacer era cambiar para curarte,
mi dulce —dijo Alan con una amplia sonrisa cuando se estiró y acarició el
costado de la mejilla de Sasha. La ternura en los ojos de Alan trajo las
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lágrimas de Sasha. No podía creer que todos sus sueños se realizaran, y con
su compañero.
Sasha se rio en voz alta saltando de la cama, besó a Alan con tanto
calor que sintió que su polla se endurecía una vez más.
FIN.
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Lynn Hagen ama escribir sobre algo imperfecto, pero adorable.
También ama los héroes que pueden pasar por todo para al fin encontrar el
diamante de un hermoso corazón.
Puedes encontrarla cualquier día frente a su portátil con una taza de
caliente té de Java, trabajando en lo que dirán los personajes de su siguiente
historia
www.lynnhagen.com
http://facebook.com/lynnhagen.manlove
http://lynnhagen.blogspot.com
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