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TELEBACHILLERATO “CHICONQUIACO”

Asignatura:
Psicología

Proyecto:
Principales trastornos emocionales en la actualidad

Profesor:
Jorge Mancilla

Alumnos:
Flor Yoselin Durán Sangabriel
Ana Aide García García
Pedro de Jesús Martínez Hernández
Cesar Rivera Vázquez

Fecha: 03 Enero 2024


INTRODUCCIÓN
Hace unos años, las enfermedades mentales eran problemas característicos de la
sociedad adulta de clase obrera entre los 40 y los 55 años, que, motivada por el
estrés del trabajo, el hogar y su entorno veía perjudicada su salud. Ahora las
condiciones han cambiado, se exige más en el trabajo, se tiene menos tiempo, los
horarios han modificado nuestros hábitos y las tecnologías se han apoderado de
nuestro día a día. La evolución de la sociedad va de la mano del progreso de este
tipo de patologías.
Las personas que sufren obsesiones mentales pueden tardar una media de 8-10
años en acudir al psicólogo o al psiquiatra. Sin ser conscientes, comienzan a
transformar sus hábitos cotidianos y a ser subordinados de su trastorno. Solo
cuando esos problemas empiezan a afectarles en su día a día y a ocasionarles
serias dificultades en su vida laboral o personal deciden dar el paso y acudir a un
especialista, normalmente empujados por algún familiar cercano.

TRANSTORNOS DE ANSIEDAD

La ansiedad es una sensación de nerviosismo, preocupación o malestar que forma


parte de la experiencia humana normal. También está presente en una amplia gama
de problemas de salud mental, incluyendo el trastorno de ansiedad generalizada, el
trastorno de angustia y las fobias. Si bien cada uno de estos trastornos es diferente,
todos presentan una aflicción y una disfunción específicamente relacionadas con la
ansiedad y el miedo.
Cuando las personas experimentan ansiedad, a menudo también presentan
síntomas físicos, como dificultad para respirar, mareos, sudoración, taquicardia y/o
temblores.
Los trastornos de ansiedad a menudo cambian sustancialmente el comportamiento
diario de las personas, llevándolas incluso a evitar ciertas cosas y situaciones.
La ansiedad es una respuesta normal a una amenaza o una situación de estrés
psicológico. Está relacionada con la sensación de miedo y cumple una importante
función en la supervivencia. Cuando alguien tiene que afrontar una situación
peligrosa, la ansiedad desencadena una respuesta de lucha o huida.
Esta respuesta proporciona al cuerpo, a través de distintos cambios fisiológicos
como el incremento del flujo sanguíneo en los músculos y en el corazón, la energía
y la fuerza necesarias para afrontar situaciones amenazantes para la vida, como
huir de un animal agresivo o enfrentarse a un atracador.
Por otro lado, la ansiedad puede ayudar a una persona a adaptarse a factores
estresantes más comunes al motivarla a prepararse, practicar y ensayar. Incluso
puede incitar a una persona a abordar situaciones potencialmente peligrosas con la
debida cautela.
Sin embargo, la ansiedad se considera un trastorno cuando: Ocurre en momentos
inapropiados, Ocurre con frecuencia o Es de tal intensidad y duración que interfiere
en el desarrollo de la actividad habitual de la persona.
¿Cómo afecta la ansiedad al rendimiento personal?
A medida que el nivel de ansiedad aumenta, la eficiencia del rendimiento aumenta
de forma proporcional, pero solo hasta cierto punto. A partir de ese punto, si la
ansiedad sigue aumentando, la eficiencia del rendimiento disminuye. Antes del
máximo de la curva, la ansiedad se considera adaptativa, porque ayuda a la persona
a prepararse para una crisis y mejorar su actividad global.
Más allá del máximo de la curva, la ansiedad se considera inadaptativa, ya que
produce angustia y perjudica el desempeño de las actividades globales de la
persona.
Existen muchos trastornos de ansiedad:
• Trastorno de ansiedad por separación
• Mutismo selectivo
• Fobia específica (animal, entorno natural, lesión por inyección de sangre,
situacional, otras situaciones)
• Trastorno de ansiedad social
• Trastorno de angustia
• Agorafobia
• Trastorno de ansiedad generalizada
• Trastorno de ansiedad inducido por sustancias o por medicación
• Ansiedad debida a otra afección médica
DEPRESIÓN

La depresión es una enfermedad común pero grave que interfiere con la vida diaria,
con la capacidad para trabajar, dormir, estudiar, comer y disfrutar de la vida. La
depresión es causada por una combinación de factores genéticos, biológicos,
ambientales y psicológicos.
Algunas investigaciones indican que el riesgo genético para la depresión es el
resultado de la influencia de varios genes que actúan junto con factores ambientales
y otros factores de riesgo.
Algunos tipos de depresión tienden a darse en familias. Sin embargo, la depresión
también puede ocurrir en personas sin antecedentes familiares de depresión. No
todas las personas con enfermedades depresivas experimentan los mismos
síntomas. La gravedad, frecuencia y duración de los síntomas varían dependiendo
de la persona y su enfermedad en particular.
• La depresión es una enfermedad que se caracteriza por una tristeza
persistente y por la pérdida de interés en las actividades con las que
normalmente se disfruta, así como por la incapacidad para llevar a cabo las
actividades cotidianas, durante al menos dos semanas.

• Las personas con depresión suelen presentar varios de los siguientes


síntomas: pérdida de energía; cambios en el apetito; necesidad de dormir
más o menos de lo normal; ansiedad; disminución de la concentración;
indecisión; inquietud; sentimiento de inutilidad, culpabilidad o desesperanza;
y pensamientos de autolesión o suicidio.

• La depresión no es un signo de debilidad. Se puede tratar con terapia o


intervención psicológica, con medicación antidepresiva o con una
combinación de ambos métodos.

• Las personas expuestas a violencia frecuentemente experimentan una


variedad de reacciones que incluye: ansiedad, estrés, frustración, temor,
irritabilidad, enojo, dificultad de concentrarse, pérdida del apetito y pesadillas.

¿Qué puede hacer si piensa que está deprimido?


Solicite ayuda profesional. Hablar con un profesional sanitario local o con su médico
de cabecera es un buen punto de partida, recuerde que puede sentirse mejor si
recibe la ayuda adecuada, siga realizando las actividades que le gustaban cuando
se encontraba bien, no se aísle. Mantenga el contacto con familiares y amigos.
Haga ejercicio regularmente, aunque se trate de un pequeño paseo, mantenga
hábitos regulares de alimentación y sueño, acepte que puede tener depresión y
ajuste sus expectativas. Tal vez no pueda llevar a cabo todo lo que solía hacer, evite
o limite la ingesta de alcohol y absténgase de consumir drogas ilícitas, ya que estos
productos pueden empeorar la depresión.
Si tiene pensamientos suicidas, pida ayuda a alguien inmediatamente.

ESTRÉS
Se puede definir el estrés como un estado de preocupación o tensión mental
generado por una situación difícil. Todas las personas tenemos un cierto grado de
estrés, ya que se trata de una respuesta natural a las amenazas y a otros estímulos.
Es la forma en que reaccionamos el estrés lo que marca el modo en que afecta a
nuestro bienestar.
Cuando tenemos estrés nos resulta difícil relajarnos y concentrarnos, y podemos
sentirnos ansiosos o irritables. Además, el estrés puede causar dolor de cabeza o
de otras partes del cuerpo, malestar gástrico, dificultades para dormir o alteraciones
del apetito (comer más o menos de la cuenta). Cuando el estrés se cronifica, puede
agravar problemas de salud y dar lugar a un aumento del consumo de tabaco,
bebidas alcohólicas y otras sustancias.
Las situaciones estresantes pueden causar o exacerbar problemas de salud mental,
frecuentemente ansiedad o depresión, que requieren atención médica. Hay
problemas de salud mental que pueden deberse a la persistencia del estrés si este
ha empezado a afectar a nuestra vida y nuestro desempeño educativo o laboral.
La OMS propone aprender las siguientes técnicas de autoayuda:
• Siga una rutina diaria
Realizar una serie de actividades cada día nos puede ayudar a sentir que
controlamos mejor nuestra vida y a ser más eficaces. Así, podemos programar
momentos concretos para comer, pasar tiempo con nuestros familiares, hacer las
tareas cotidianas y practicar ejercicio físico u otras actividades de ocio.
• Duerma mucho
Es importante dormir lo suficiente para cuidar el cuerpo y la mente. El sueño repara,
relaja y revitaliza nuestro organismo y nos ayuda a hacer frente a los efectos del
estrés. La higiene del sueño o, dicha de otro modo, los buenos hábitos de sueño
consisten en ser constante y acostarse cada noche a la misma hora y levantarse
cada mañana también a la misma hora, incluso los fines de semana.
• Hacer ejercicio físico.
La actividad física durante el día puede ayudar a conciliar el sueño con más facilidad
por la noche. No coma en exceso ni tome bebidas con alcohol o con cafeína antes
de la hora de acostarse.
• Manténgase en contacto con los demás
Hable con sus familiares y amigos y explique sus preocupaciones y sus sentimientos
a personas de confianza. Mantenerse en contacto con los demás le puede ayudar
a sentirse más animado y menos estresado.
• Lleve una dieta saludable
Todo lo que comemos y bebemos afecta a nuestra salud. Trate de alimentarse de
forma equilibrada y de comer a intervalos regulares. Hidrátese bebiendo
suficientemente y, si puede, tome abundantes frutas y hortalizas frescas.
• Haga ejercicio con regularidad
Hacer ejercicio a diario le puede ayudar a reducir el estrés. Puede tratarse de
ejercicios intensos o simplemente de caminar.
• No pase demasiado tiempo con las noticias
Ver o leer noticias durante demasiado tiempo en la televisión o en las redes sociales
puede causar estrés. Si percibe que esta actividad le genera estrés, reduzca el
tiempo que le dedica.

FRUSTRACIÓN

La frustración es la respuesta emocional común que experimentamos cuando


tenemos un deseo, una necesidad, un impulso y no logramos satisfacerlo; entonces
sentimos ira, molestia y decepción, un estado de vacío no saciado, donde cuanto
mayor sea la barrera a nuestro deseo, mayor será la frustración resultante.
También se ha definido la frustración o contraste negativo como el estado o
respuesta del organismo que se desencadena cuando una persona experimenta
una devaluación sorpresiva, en la calidad o cantidad de un reforzador apetitivo, en
presencia de señales previamente asociadas con un reforzador de mayor magnitud.
Es una emoción estrictamente desagradable que aparece en aquellas situaciones
en que nos damos cuenta de que no podemos conseguir algo que es importante
para nosotros, a pesar de los esfuerzos físicos, psíquicos, actitudes y tiempo
invertidos con la finalidad de lograr un objetivo o meta establecida previamente y,
en su lugar, obtenemos la anulación de este. No obstante, es una emoción normal
que impacta en nuestras vidas.
La frustración se origina en sentimientos de incertidumbre e inseguridad que se
derivan de una sensación de incapacidad para satisfacer las necesidades. Si en un
individuo éstas son bloqueadas es más probable que se produzcan malestar y
frustración. Cuando esas necesidades son constantemente ignoradas o
insatisfechas es probable que avancen a la ira, la depresión, la pérdida de confianza
en sí mismo, la molestia, la agresión y, a veces, la violencia.
Algunas personas están predispuestas a sentimientos de frustración, identificados
en términos de temperamento (frustración) en la adolescencia y neuroticismo en la
edad adulta. La frustración temperamental se asocia con alteraciones de la
percepción, incluidos cambios en la percepción del afecto en las relaciones.
La frustración se puede clasificar como un comportamiento-respuesta asociado a
un problema de salud mental y puede tener una serie de efectos, dependiendo de
la salud mental del individuo. En casos positivos, cuando la frustración se acumula
hasta un nivel demasiado grande para que el individuo la contenga o permita
continuar, éste produce una acción dirigida a resolver el problema inherente, en una
disposición que no causa daño social o físico.
Sin embargo, en los casos negativos, el individuo puede percibir que la fuente de la
frustración está fuera de su control y, por lo tanto, esta emoción continuará
aumentando, lo que eventualmente conducirá a un comportamiento más
problemático (por ejemplo, una reacción violenta contra los opresores o enemigos
percibidos).
TRATAMIENTOS

Ansiedad:
Tratamiento psicológico. El tratamiento psicológico que consigue mejores
resultados para la mayoría de los trastornos de ansiedad es la terapia cognitivo-
conductual (TCC) que incluye lo que se llama "exposición". La TCC tiene como
objetivo que la persona aprenda a afrontar ("exponerse a") las situaciones que le
dan miedo/ansiedad o las cosas que ha dejado de hacer, sin utilizar conductas de
evitación ni de seguridad, de tal manera que la persona compruebe que la ansiedad
va disminuyendo sin escapar de la situación.
Paciente y terapeuta definen un programa de tratamiento para ir afrontando las
situaciones temidas y conseguir una disminución de la ansiedad. Este tratamiento
psicológico requiere de una implicación activa por parte del paciente durante
semanas o meses. Conseguir cambios efectivos a través del propio trabajo es muy
importante para la persona que tiene el trastorno, porque mejora la autoconfianza y
permite seguir afrontando situaciones temidas y mantener las mejoras conseguidas.
Tratamiento farmacológico. Los trastornos de ansiedad, a menudo, son tratados con
tratamiento farmacológico. Los más utilizados son un tipo de antidepresivos que se
llaman inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina que tardan unas
semanas en hacer efecto. A pesar de que se llamen "antidepresivos", estos
fármacos han sido muy estudiados también en el tratamiento de los trastornos de
ansiedad.
Mientras se espera la respuesta del tratamiento con antidepresivos se puede
recomendar la utilización de otra familia de fármacos, las benzodiacepinas, durante
un tiempo muy breve. Cuando se prescriben estos fármacos, se debe informar a los
pacientes de los efectos secundarios, de la duración del tratamiento y de la no
conveniencia de interrumpirlo de forma brusca.

Depresión:
Tratamiento psicológico. Se ofrece seguridad, confianza, comprensión y apoyo
emocional; se intentan corregir los pensamientos distorsionados; se explica el
carácter temporal y se desdramatiza la situación; se consigue la participación del
paciente en el proceso curativo y, por último, se enseña a prever las posibles
recaídas.
Tratamiento farmacológico. Se utilizan antidepresivos, ansiolíticos y otros fármacos
coadyuvantes, como las hormonas tiroideas, el carbonato de litio o
psicoestimulantes.
Tratamiento electroconvulsivo. Se realiza en algunas circunstancias (depresión
mayor grave del adulto, depresión resistente), bajo control anestésico y
miorrelajación. Es una técnica segura y sus efectos secundarios sobre la memoria
son habitualmente leves y transitorios. Por razones operativas, económicas y
socioculturales se reserva a indicaciones muy concretas.

Estrés:

Terapia cognitivo conductual. Es un tratamiento que analiza cómo las situaciones


pueden conducir a pensamientos que tendrán un impacto en sus sentimientos y
comportamiento. Su objetivo es cambiar su forma de pensar y de comportarse y le
ayuda a afrontar pensamientos o sentimientos negativos. La Terapia cognitivo
conductual, puede ayudar a tratar muchos problemas, como dificultades para
dormir, problemas en las relaciones personales, abuso en el consumo de drogas y
alcohol, ansiedad y depresión. La terapia se centra en sus pensamientos, imágenes,
creencias y actitudes (conocidos como procesos cognitivos) y cómo esto se
relaciona con su comportamiento personal.
Medicamentos. A veces, según la intensidad del estrés, su médico podría recetarle
antidepresivos. Si bien los antidepresivos se usan principalmente para tratar la
depresión, muchos de ellos pueden recetarse para otras afecciones, tales como
distintas formas de ansiedad.
Masajes y la aromaterapia. Estos pueden promover la sensación de bienestar y
proporcionar un entorno relajante que puede ayudarle a relajarse. Existe poca
evidencia científica que demuestre que la aromaterapia sea o no un tratamiento
eficaz para el estrés, aunque existen pruebas anecdóticas que respaldan su uso. La
aromaterapia puede no ser adecuada para todas las personas.
Remedios herbolarios. Los remedios naturistas contienen ingredientes activos, y
pueden tener interacción con otros medicamentos o producir efectos secundarios.
No empiece a tomar ningún remedio a base de hierbas sin primero consultar a su
médico o farmacéutico.

Frustración:
Tratamientos Psicológicos. Cuando no somos capaces de aceptar que la vida tiene
momentos en los que hay que decidir y renunciar, incluso momentos realmente
difíciles, pero nosotros no vemos el dolor como algo soportable e incluso como algo
que nos hará avanzar y desarrollarnos como personas, sino que sentimos el dolor
como algo destructivo que debemos evitar o, en caso de no luchar contra él, acabará
con nosotros. Debemos acudir a terapia.
Psicoanálisis y Psicodinámica: para explorar en profundidad cómo se ha ido
generando la baja tolerancia a la frustración y reparar esos momentos en los que
se generó, al tiempo que se va reconstruyendo tu vida de una forma más saludable
y se trabaja con las defensas psicológicas que no te dejan avanzar.
Terapia Humanista y Gestalt: para trabajar desde la percepción de que el paciente
sabe qué le pasa y cómo solucionarlo, ver qué se te activa cuando algo te frustra,
etc.
Terapia Cognitivo-Conductual: para generar nuevas estrategias de actuación,
resolver problemas, control de la ansiedad, cambio de creencias erróneas.
Terapia De Los Sistemas De La Familia Interna: para poder trabajar con esa parte
de ti que no tolera la frustración.
Terapia Mindfulness: para llegar a evitar las rumiaciones, calmar la ansiedad,
entender que no somos nuestros pensamientos ni emociones, aceptar lo que venga,
vivir el momento presente, generar paciencia… El mindfulness también ayuda a
aceptar las cosas negativas y dolorosas de la vida.
Terapia Con Hipnosis: para el trabajo de situaciones específicas generadoras de
ansiedad, el trabajo de creencias negativas o estados disfuncionales, etc.
Medicamentos. Hasta el momento, no se ha aprobado ningún medicamento para su
tratamiento específico. Pero en muchos casos se utilizan medicamentos para tratar
determinados síntomas. Sin embargo, en casos de frustración y agresividad se
puede administrar: Fluoxetina (Prozac), Sertralina (Zoloft) y citalopram (Celexa)
Para el trastorno del sueño, Trazodona (Normon) o Melatonina (Benedorm)

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