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Legislación civil y protección jurídica el creador

Tema 2. La propiedad intelectual

La propiedad intelectual está vinculada a la historia del arte porque surge la


preocupación de cómo controlar el dinero que generan las obras una vez que han adquirido
un uso masivo, a partir de la creación en el siglo XV de la imprenta. Cuando en el siglo XIX
alcanza un gran desarrollo la fotografía, se empezó a cuestionar si se trataba de arte o no.
Hasta entonces se consideraba una actividad que podía realizar cualquiera, por lo que no
existía el término de «propiedad intelectual». Más tarde se demostró que para captar
determinadas escenas se requerían de conocimientos específicos, como en el cine.

Cuando se habla de propiedad intelectual se encuentran diversas acepciones:

● Por un lado está la propiedad industrial, donde intervienen otro tipo de


aspectos, como la producción industrial, y donde se plantea la protección de
la creatividad durante unos años determinados (generalmente 20 años). Es
por eso que se observa la fórmula idéntica de un medicamento distribuido por
diferentes marcas.
● Por otro lado está la propiedad intelectual, donde la protección corresponde a
elementos de la obra artística y falta el elemento de exclusividad. Ambos
conceptos implican originalidad, pero en este caso se permite en una obra
como idea esencial algo que ya existe. El factor distintivo se puede obtener
por medio de cambios sutiles.

Se trata, por tanto, del conjunto de derechos que corresponden al autor y a


otros titulares respecto a las obras y prestaciones fruto de sus creaciones.
Todas las creaciones de la mente humana originales (no copiadas) son
propiedad intelectual de su autor y la legislación las protege.

La propiedad intelectual otorga así una serie de derechos a sus autores,


entre las cuales destacan los derechos de autor, los derechos conexos y la
propiedad industrial.

- Derechos de autor: son los derechos y facultades que le corresponde


al autor sobre su obra por el mero hecho de haberla creado.

El autor, por el simple hecho de plasmar una idea original, tiene la


potestad de decidir sobre su uso o la manera en que puede ser
explotada, sin más límites que los que establezca la ley.

Cabe destacar que los derechos de autor no protegen la idea, sino


más bien el modo en que ha sido expresada. Por ejemplo, si un
profesor le pide a cada uno de sus alumnos que realice una tarjeta de
felicitación a su madre, cada dibujo, poema o figura de plastilina está
protegido por los derechos de autor porque, aunque la idea es la
misma para todos, cada uno ha elaborado su propia interpretación
creativa y ellos son los autores.

Estos derechos aportados a los autores también incluyen los


personales o morales y los patrimoniales o económicos. Los primeros
analizan el valor que tiene una obra para su autor, e incluye los
derechos de integridad, por el que el autor se puede oponer a
cualquier modificación que afecte a su honor, y al de paternidad,
derecho de todo autor para que se le reconozca como tal.

En cuanto a los segundos, se refiere a la explotación y a la simple


reproducción de la obra.

- Derechos conexos: protege a los individuos físicos o jurídicos que, sin


ser autores, han contribuido en el procedimiento a la puesta en
disposición de la misma.

Entre ellos están, por ejemplo, los artistas (por interpretación), los
productores fonográficos y productores audiovisuales (porque aportan
recursos económicos) y las entidades de radiodifusión (por emisión y
transmisión).

Una diferencia destacable es que una obra protegida por derechos de autor no
necesita de registro en ninguna oficina, mientras que la protección por derechos de
propiedad industrial sí debe registrarse en la oficina pertinente.

Además, los derechos patrimoniales de autor se extienden hasta 70 años después


de su muerte, mientras que los derechos patrimoniales de propiedad industrial para las
empresas tienen un máximo de hasta 10 años, aunque pueden renovarse indefinidamente.
No obstante, si una marca o empresa no hace uso de su creación durante tres años
consecutivos, cualquier persona interesada puede solicitar su cancelamiento, algo que no
podría hacerse con los derechos de autor.

Esta protección tiene una doble dimensión. Lo que se protege es la idea en tanto
que es exteriorizada y se establece sobre un soporte (se lee un libro, se escucha una
canción, etc.). De otra manera no puede ser protegida ni explotada. La única regla
fundamental es que se pide que exista un mínimo de originalidad (hay muchos libros con la
misma trama, pero eso no significa que uno sea plagio de otro ; o el videojuego arquetípico
en el que un personaje principal sin saberlo se convierte en el héroe de la historia, pudiendo
ser enfocado desde diferentes perspectivas). Las traducciones también están protegidas por
derechos de autor porque se consideran aspectos como el contexto, lo que hace imposible
utilizar expresiones exactas.

El plagio es más o menos difícil de identificar según el contexto, especialmente en el


mundo de la música. Por ejemplo, hace unos años un artista italiano llamado Al Bano
demandó a Michael Jackson por plagio de una de sus canciones, presente en el álbum
“Dangerous” (1990). En una primera instancia, el juicio fue ganado por Al Bano, pero MJ
apeló y en el segundo tribunal se demostró que ambas canciones estaban influenciadas por
la misma fuente. Si bien es cierto que no se trata de plagio si esta referencia es de dominio
público.

En cuanto a la remuneración, se debería siempre pedir por participación (cualquier


persona que venda por primera vez una obra única, tiene derecho a recibir parte de sus
reventas), por compensación por copias privadas (cuando se graba el original en otro
soporte) y por alquiler y comunicación (cuando una empresa ofrece la obra en una
plataforma). Esta dimensión es siempre temporal, mientras que el autor de la obra es
siempre su creador, salvo algunas excepciones en las que se produce una cesión casi total.
En el mundo anglosajón prima por encima de todo la dimensión patrimonial y la moral
adquiere un segundo plano (la empresa explota una creación sin que el autor cobre un duro
porque ya se le pagó en su momento).

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