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TEMA 2.

HISTORIA DE LOS ESTUDIOS DE ETNOLOGÍA Y FOLKLORE EN


ESPAÑA

La distinta antropología en nuestro país, en sus diferentes gradaciones –folklore,


etnología y antropología-, estuvo orientada por una confluencia de variables en las que
la experiencia personal de los protagonistas, las ideologías políticas y académicas, las
estructuras institucionales, los movimientos estéticos, y los etnicismos, jugaron un papel
importante.
Scholte indica que la tarea inicial es describir y analizar las tradiciones antropológicas o
actividades como productos culturales y procesos.
En cuanto a las fuentes para su estudio, podemos afirmar que las encontramos ya en
historiadores griegos. Relatos como Jenofonte, Meneandro o Plinio entre otros, no están
exentos de valiosísimas descripciones de pueblos no greco-romanos.
Pero existen fuentes más actuales de las que podemos destacar autores tales como Angel
Espina Barrio, con su manual de Antropología cultural; Caro Baroja, que nos muestra el
pensamiento antropológico moderno, o el trabajo de Marvin Harris que trata sobre la
antropología cultural con un aspecto más generalizado.
La historia de la antropología española podría tener tres grandes capítulos: Reconquista,
Colonialismo y Regionalismo. En cuanto a la Reconquista, podemos apuntar que según
Sánchez Albornoz, la idea de la “identidad de España”, se fragua durante la larga
marcha de la reconquista del suelo peninsular (711-1492). Los diversos reyes cristianos,
luchan contra su infiel, que es el musulmán. Se trata de una guerra de múltiples factores
que constituyen una identidad histórica de la que serán soportes básicos la lengua
castellana, la religión católica y la unidad política.
La idea pues, de la unidad político-cultural-religiosa la consumen los Reyes Católicos
en 1492. La Reconquista ha sido además una repoblación en la que los ríos han actuado
como espina dorsal.
De esta época, surgen dos tipos de Españas: la imperial y la liberal.
El Descubrimiento de América dio prestigio a Castilla, por eso todas las grandes
regiones soñaron con la expansión imperial.
La dimensión antropológica de las misiones católicas españolas no ha sido valorada
como se merece. Además los problemas administrativos que generaron las posesiones
de ultramar proporcionaron un fondo de información etnográfica, destacando entre otros
el Archivo de Indias de Sevilla.

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Pero cuando España empieza a perder la supremacía naval y otros mecanismos de
control que permitían importar las riquezas de las colonias, comenzó a sentirse una
disgregación regional interior. Los Borbones en 1700 intentaron arreglar este desastre
por medio de una centralización al estilo francés.
En esta España fragmentada, los Borbones concibieron la centralización administrativa
como previa a todas las reformas.
Esta centralización llegó a su cenit con Carlos III representando la Ilustración española,
y empieza su decadencia con Carlos IV y Godoy.
Como reacción a esta disgregación, se crea la Junta Central suprema que convocará las
cortes Constituyentes de Cádiz y que proclamará la constitución de 1812 que otorga la
soberanía nacional al pueblo.
En nacionalismo español había dejado de ser imperial y ahora quería ser imperial, pero
el centralismo burocrático que lo sustentaba no convenció a los terratenientes vascos ni
a la sociedad rural catalana, que gestaron su propio nacionalismo.
A partir de la Guerra de la Independencia y en una atmósfera romántica, aparece el
Regionalismo. Es la “España de las Regiones” donde se crean los llamados “pueblos del
norte” y donde se dan sucesivas repoblaciones y distribuciones demográficas.
A pesar de todo, la distribución territorial de los Borbones en provincias y partidos
indicales caló hondo y se integra en el mapa autonómico de 1977.
Un siglo de antropología española. El siglo XIX es una época convulsa en España.
Enmarcado entre la guerra de la Independencia (1808) y la pérdida de las últimas
Colonias ultramarinas.
Sin embargo, es en este siglo cuando surge la antropología científica naturalista y
además se impone el folclore como disciplina.
Para ordenar la producción antropológica española de este periodo, establecemos cinco
etapas: Viajeros y Naturalistas (s. XIX), Folkloristas (hasta 1900), Noucentistas y
Modernistas (1900-1936), Postguerra (1940-1960) y Academización (1960-1990).
Viajeros y naturalistas. En el siglo XIX, España despierta el interés exotista de
ingleses y franceses. Se escriben numerosos libros de viajes con cierto contenido
etnográfico y cuya fiabilidad resulta un tanto discutible. Abundan las descripciones
geográficas y costumbristas, refiriéndose casi siempre al atraso y a la pobreza por un
lado y al carácter y personalidad del español, por otro.
Estos libros están llenos de tópicos. De la bibliografía fundamental sobre estos viajes
por España, hay que citar las de Folklore Delbosc y Farinelli (sobre los siglos II y XX);

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Dillon, Ponz y Ford (sobre los siglos XVI y XVII), Díez Bosque y Shaw Fairman para
el siglo XVII y para el XVIII y XIX López Ortega, Aynes o Mercadal.
Médicos y Naturalistas. La moderna antropología española no podría entenderse sin su
referencia durante el siglo XIX, a la antropología física, cultivada por médicos y
naturalistas.
Generalmente en el siglo XIX cuando se hablaba de antropología se referían a la
antropología física, mientras que para referirse a la cultural, utilizaban el término
etnología. Para los naturalistas, la etnología era ciencia complementaria de la
antropología.
En 1833, año en que muere Fernando VII, aparece el libro de Adán, “lecciones de
antropología ético-político-religiosa” que hablaba sobre el hombre como ser sociable,
religioso y moral.
Según Puig Samper, pueden distinguirse tres etapas en el desarrollo antropológico
español entre 1833 y 1894, año en el que se consuma la importancia científica de la
antropología coincidiendo con la pérdida de nuestro imperio colonial.
El primer periodo, carece de institucionalización. Será en 1865 con la fundación de la
Sociedad Antropológica Española cuando se institucionalice la antropología. Esta
sociedad se crea gracias al interés del Dr. Velasco por las ciencias antropológicas y a
raíz de la publicación de las teorías darwinistas. En 1859, Paul Broca crea la sociedad
Antropológica, desapareciendo años más tarde.
Pero la creación del Museo Antropológico en 1875 bajo la aportación económica del Dr.
Pedro González de Velasco, fue uno de los aspectos más destacados en estos años.
Con la muerte del doctor Velasco en 1881, la sociedad Antropológica desaparece.
Muchos médicos que habían estudiado en Francia, Sevilla, etc. Colaborarán con la
Institución Libre de Enseñanza, cuyo eje esencial será Madrid-Sevilla.
En Canarias, los estudios naturalistas van a tener una importancia decisiva en la
aparición de estudios de folclore.
En Barcelona, la corriente provocó una cierta reacción en los medios católicos
conservadores. Destacando los escritos de Valenti dedicados a las razas o a la
antropología criminal y escolar.
El ambiente naturalista de Madrid, Sevilla y Canarias por un lado, y de núcleos de
Cataluña, Baleares y hasta Valencia, por otro, fue creado fundamentalmente por
médicos naturalistas que habían estudiado en Francia. Estos naturalistas no tuvieron

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mucho impacto en la sociedad española y además sufrieron la presión religioso-
conservadora.
A raíz de las famosas “cuestiones universitarias” y la expulsión por Orovio (entonces
Ministro de Fomento) de profesores, muchos de estos naturalistas se refugiarán en los
Ateneos y Museos.
Los discursos pronunciados por Costa, Coello, Azcárate,... contribuyeron eficazmente a
hacer de la antropología el tópico de moda en los discursos de los Ateneos y sociedades
provinciales.
Por otro lado, los miembros de la Institución Libre de Enseñanza derivaron hacia un
krausopositivismo de intenciones renovadoras y pedagógicas.
La ILE tendrá en el centro sur de España, una importancia decisiva en la introducción
de los estudios científicos de folclore.
Los folkloristas hasta 1900. Podríamos decir que la historia del folklore en España a
partir de 1981 podría tener dos capítulos bien diferenciados: el folklore español y el
regionalismo folklorista. Entre ambos hubo una abundante comunicación, pero también
recelo. No obstante el conocimiento mutuo era bastante amplio.
- El folklore español. Antonio Machado y Álvarez puede ser considerado el promotor de
los estudios científicos del folklore en España.
En principio Machado Y Álvarez pensaba que recoger materiales tenía tanta
importancia, que le consideraba como la característica de la nueva era científica iniciada
por Darwin.
Machado y Álvarez crea en la revista “la Enciclopedia” fundada en 1877, una sección
de “literatura popular” donde define su posición etnográfica: “no basta decir que existe
una literatura popular, es necesario estudiar esas formas y señalar su naturaleza y
eslabonamiento con las anteriores y siguientes, las cosas sólo llegan a entenderse
estudiándolas como materia científica”.
Machado y Álvarez también funda el folklore español y publica sus bases de
organización en 1881, inspirado en la recién creada “folklore society” de Londres.
La 1ª base dice que el objetivo de esta sociedad es recoger, acopiar y publicar todos los
conocimientos de nuestro pueblo en los diversos ramos de la ciencia.
En la 2ª base se habla de los centros de los que constará la sociedad y será uno por
región.
En la 4ª habla de las subsecciones de cada centro regional.

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Y destacamos la 8ª en la que se considera la conveniencia de crear bibliotecas
regionales.
La muerte de Machado y Álvarez en 1893 y el traslado del epicentro de actividades a
Madrid (Ateneo e ILE), paralizan en buena parte la actividad sevillana.
En Madrid, la Institución Libre de Enseñanza tomará las riendas e impulsará los
estudios antropológicos y etnológicos.
En 1882, José Mª Starbi y Osuna fundó la Academia Nacional de Letras Populares,
redactando una serie de bases similares a las de Machado para el Folklore Español.
El folklore español de Machado y Álvarez supone para España el inicio de la etnología
moderna, científica por su metodología naturalista y académica por su desarrollo en los
ambientes ateneístas parauniversitarios.
- El regionalismo folklorista. Por el contrario, los pueblos del norte, poseedores de una
tradición medieval, encontraron en el historicismo romántico una forma de recuperar la
identidad. Esta vuelta o renacimiento de los valores medievales que propugna el
historicismo romántico alemán, va a calar profundamente en los pueblos del Norte con
singularidad idiomática, secundándolo con la vivencia de un nacionalismo político, de
carácter rural-conservador, religioso e histórico.
Los folkloristas del historicismo romántico afirman la cultura popular rural como
incontaminada y portadora de los valores eternos del pueblo. Se toma la identidad
cultural tradicional como firma ideológica y política de afirmación colectiva y
nacionalista.
En España, las guerras carlistas y el fuerismo pueden ser un claro ejemplo de la lucha
entre dos tipos de sociedades: una urbana que se entrega al modernismo liberal y
reniega de las antiguallas tradicionales y otra rural que niega el industrialismo y se
refugia en la tradición religioso-rural, en el nacionalismo y en la tradición oral. Ambas
corrientes van a encontrarse en Madrid. Por una parte el movimiento folklorista que
nace con Machado y Álvarez de ideología liberal y españolista. Por otro lado el
movimiento folklorista que nace en Milá y Fontanals, de carácter filológico de ideología
conservadora y regionalista.
- El Resurximiento gallego empieza con la generación de 1846 dentro del movimiento
romántico-nacionalista, de carácter literario y político. Defenderán la lengua y literatura
como la máxima expresión de identidad.

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- El movimiento fuerista vasco nace con las guerras carlistas al enfrentarse la burguesía
industrial urbana, de ideología liberal y españolista, con los movimientos rurales
conservadores y amantes de los fueros.
- La Reinaxença catalana es también un movimiento romántico con proyección literaria
y política que trata de recuperar la identidad cultural perdida. Milá y Fontanals será el
verdadero animador del folklore catalán.
- Baleares desarrolla una Reinaxensça “rondallística y cancionística”.
En conclusión, el estudio del folklore es el estudio de la diversidad y la complejidad
cultural frente a la tentación reduccionista de la etnografía. El movimiento folklorista de
finales del siglo XX es el triunfo de la etnografía particularista con intenciones
etnohistóricas.
Lo importante del estudio del folklore era para unos el poder analizar científicamente la
cultura popular para otros, era retener el tiempo y luchar contra una modernidad
disolvente de la cultura tradicional.
Modernistas y Noucentistas. El modernismo es un movimiento estético que aparece en
1884 y dura hasta 1912. tiene una implantación urbana en los núcleos industriales
españoles en los que empieza a florecer una importante burguesía que lo patrocina.
Representa la entrada de las corrientes culturales francesas.
En Barcelona surge como movimiento de modernidad frente a la Reinaxença catalana.
El modernismo que trasciende a Madrid es el literato.
El novecentismo es un movimiento cultural que nace en 1906 con D’Ors en Cataluña y
liderado por Ortega y Gasset en Madrid. Retoman el regeneracionismo de la generación
del 98, el impulso vital del modernismo y el impulso modernizador de los krausistas.
Por tanto es un movimiento ecléctico que se basa en la modernización y en la ciencia.
Trata se comprender el pasado científicamente y compararlo con otras culturas e ideas.
A partir de la muerte de Machado y Álvarez, Madrid se transforma en un importante
núcleo de investigación antropológica, en dos direcciones que se consideran
complementarias: la antropología física y la etnología.
Manuel Antón Ferrándiz representa el impulsor de la segunda generación de
antropólogos físicos.
Pero el desinterés universitario por la cultura regional hace que en las diversas regiones
del Norte se produzcan movimientos y se creen instituciones parauniversitarias.
En Cataluña destacará Eugenio D’Ors y en el País Vasco, Aranzadi y Barandiarán,
constituyendo junto a otros la primera generación de etnógrafos académicos.

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La Postguerra Civil. La Guerra Civil española fue un trauma que afectó
profundamente a la investigación etnográfica iniciada en el Novecentismo.
Institucionalmente los trabajos etnográficos se reagrupan alrededor de institutos
vinculados al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Con todas las limitaciones económicas y políticas de la postguerra civil, la etnografía
española puede presentar entre 1940 y 1960, trabajos como los de Barandiarán, Caro,
Iribarren, Risco, García Matos,... entre otros, que posibilitarán en los años sesenta el
advenimiento de la etnología académica en España.
Academización e Institucionalización. La primera presencia académica de la
antropología cultural de la postguerra, se da en la Universidad de Valencia de la mano
del profesor Julián San Valero, el cuál comienza a impartir un curso de doctorado desde
1950 hasta 1983, sobre antropología cultural.
Por su parte, Barandiarán regentó una cátedra de etnología vasca en la Universidad de
Navarra.
José Alcina Franch, crea el seminario de Antropología Americana en la Universidad de
Sevilla.
Esteva Fabregat, fundó en Madrid la escuela de Estudios Antropológicos, en la Sede del
Museo Antropológico.
Y en la Universidad de Barcelona surgirá el primer Departamento de Antropología
Cultural que dirigirá Esteva.
A partir de esta fecha, las Universidades españolas dotan a sus facultades de
titularidades y cátedras de antropología, aunque académicamente las más importantes se
encuentran en Madrid, Barcelona y Sevilla.
Pero la institucionalización no se realiza sólo en la universidad, sino también en otras
instituciones.
Y para concluir, se podría decir que la historia de la antropología española está
compuesta por tres etapas: Reconquista, Colonialismo y Regionalismo.
De la etapa de la Reconquista ya se han dado importantes pasos, pero todavía queda por
realizar una labor de síntesis (711-1492).
Del Colonialismo, tenemos obras espléndidas de protoetnografía debido a la
confrontación de España con “Nuevo Mundo” colonizado (1492-1898).
Y el Regionalismo, responde a los últimos ciento cincuenta años de antropología
española, y surge en España debido al desgaste y la pérdida colonial.

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