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Contexto histórico-filosófico.

○ Racionalismo y empirismo: René Descartes y David Hume


Racionalismo y empirismo:
● Objetivo epistemológico común: fundamentar un conocimiento seguro.
● Punto de partida: (Axiomas a priori) Matemática, (Experimentación-A posteriori)Física
(Bacon-Newton)
● Origen de las ideas: innatismo racionalista vs empirismo (tabula rasa)
● Consecuencias: solipsismo racionalista vs escepticismo empirista.

TEMA A DESARROLLAR

El debate metafísico moderno.


La teoría cartesiana de las
sustancias

● Tres substancias y sus


atributos. (Res cogitans, res
extensa, res infinita).
● Dualismo antropológico.

LUIS APARICIO

Contexto histórico-filosófico.
○ Racionalismo y
empirismo: René
Descartes y David
Hume

Racionalismo y empirismo:
● Objetivo epistemológico
común: fundamentar un
conocimiento seguro.
● Punto de partida: (Axiomas a
priori) Matemática,
(Experimentación-A
posteriori)Física
(Bacon-Newton)
● Origen de las ideas: innatismo
racionalista vs empirismo
(tabula rasa)
● Consecuencias: solipsismo
racionalista vs escepticismo
empirista.
● El debate metafísico moderno.
La teoría cartesiana de las
sustancias
● Tres substancias y sus
atributos. (Res cogitans, res
extensa, res infinita).
● Dualismo antropológico.

PROYECTO CARTESIANO
El proyecto cartesiano tiene como objetivo unificar las ciencias para alcanzar la certeza,
partiendo del hecho de que la razón es una, igual para todos. Esta ciencia que unifica a
todos, como racionalista que es, tiene que regirse por los mismo parámetros que las
matemáticas, ya que para Descartes, las matemáticas son la ciencia por antonomasia.
Para ello elabora un método, que va a aplicar primero a la metafísica o filosofía y más tarde
a todas las demás ciencias. En El discurso del método, Descartes define qué es un método y
establece las características del mismo. Un método es un conjunto de reglas ciertas y
fáciles que permiten no tomar algo falso por verdad y viceversa. El método Cartesiano
consta de cuatro reglas, que pretenden alcanzar la certeza. Estas son: evidencia, análisis,
síntesis y enumeración. La regla de la evidencia consiste en partir de principios evidentes
racionalmente hablando, que se den de forma clara y distinta. De forma clara porque se
deben conocer todos los elementos que lo constituyen y distinta porque debe diferenciarse
claramente de los demás. La evidencia es una intuición intelectual que surge tras la
aplicación de la segunda regla, el análisis. Analizar es descomponer un problema en sus
elementos o naturalezas simples. Las de los cuerpos son extensión y figura. La tercera regla
es la de la síntesis. Consiste en, una vez alcanzadas las naturalezas simples, llevar a cabo
un ascenso deductivo. Es un proceso encadenado de deducciones que nos llevan a ligar
unas ideas con otras. El análisis consiste en demostrar y la síntesis en deducir a partir de lo
analizado. La última regla es la enumeración, que es repasar, examinar, la cadena deductiva
con el fin de estar seguro de que no se ha omitido nada y que no se ha cometido ningún
error. Estas son, en definitiva, reglas de investigación científica. Para Descartes la ciencia y
la filosofía son lo mismo, así que estas reglas sirven para cualquier investigación, siendo la
primera a la que se aplica el método, la metafísica. Por lo cual Descartes comienza con la
duda cartesiana que posee unas particulares caracteres como la metódica sosteniendo que
lo primero que se requiere para que un conocimiento sea verdadero es que sea enteramente
indudable. Posteriormente debe se universal que se aplique a todo aquello de lo que se
puede dudar y Teorética que sólo se aplica al plano de la teoría o de la reflexión teórica no
se extiende a la vida práctica ni a la conducta moral. Descartes decide dudar, en primer
lugar, de los sentidos porque considera que lo captado a través de ellos genera, en
ocasiones, confusión y ambivalencia. Esta crítica a los sentidos es, a su vez, una crítica al
empirismo, corriente filosófica que sostiene que el único conocimiento posible es a través
de los sentidos. Descartes duda de todo aquello que nos ha engañado alguna vez. Decide
dudar de la realidad, de lo que tiene cuerpo, de la existencia de la realidad, la substancia
extensa. Establece así la relación entre sueño y vigilia. Por último, decide dudar también del
entendimiento, de la razón, que es lo más indudable. Esto lo hace porque dice que quizá, lo
que pensamos no sea más que la manipulación de un genio maligno que nos haga creer que
lo que nos parece cierto y verdadero sea erróneo y viceversa. Una vez que duda de los
sentidos, de la realidad y de la razón, de lo que no duda es de que está dudando, luego
piensa, luego existe (cogito ergo sum), pero la duda, que es su primer principio evidente, es
parte del entendimiento, que está en entredicho. La única opción es eliminar la idea del
genio maligno, por lo que decide ponerse a buscar demostrar la existencia de Dios. Una vez
demuestre su existencia a partir de dos principios, podrá estar seguro de la primera verdad
evidente y, por tanto, habrá alcanzado certeza.

Descartes demuestra la existencia de Dios a partir de dos principios, de forma racional.


Primero utiliza el argumento ontológico, es decir, de la razón del ser, que consiste en partir
de lo que es Dios para su demostración. Dios es intangible, omnipotente, tiene el don de la
ubicuidad y es perfecto. A algo que es perfecto no puede faltarle nada, es decir, no le puede
faltar la existencia, por lo que Dios existe. Es verdad aquello que percibimos de forma clara y
distinta. A Dios lo percibimos claramente como un ser perfecto, por lo que no puede no
existir, ya que si le faltara algo, no poseería perfección. El segundo argumento es
gnoseológico. Parte de aquello que el ser humano utiliza en el ámbito del conocimiento, las
ideas. Estas pueden provenir de tres fuentes: exterior, siendo adventicias, obtenidas de la
experiencia, fácticas, es decir, creadas por nosotros mismos e innatas, aquellas que se
encuentran en la mente al nacer y que, por lo tanto, se descubren. La idea de Dios no es
adventicia, por lo que podría ser fáctica o innata. No es fáctica porque en todo efecto debe
darse la misma o menor perfección que en la causa. Como las ideas fácticas son creadas
por seres imperfectos es inconcebible que la idea de Dios, que es perfecto, sea fáctica. Sólo
queda entonces que sea una idea innata, por lo que hemos nacido con ella. Si hemos nacido
con ella, alguien ha tenido que introducirla en nuestra mente, y ese alguien sólo puede haber
sido Dios. Con la existencia de Dios, Descartes elimina la idea del genio maligno, lo que le
permite recuperar como verdad todo aquello que se presenta al entendimiento, ya que dudar
es un proceso racional.Recupera así la res cogitans, la sustancia pensante. Con ello
recupera también la certeza en la realidad frente a lo onírico, es decir, que salva a la res
extensa. Esto es posible porque todo cuerpo está constituido por naturalezas simples, que
en este caso son tamaño, extensión y figura. Estas características no se observan a través
de los sentidos, sino que las proporciona el entendimiento con certeza, con lo cual,
Descartes invalida como real toda aquella sustancia corpórea que no posea dichas
naturalezas simples. Lo que no salva Descartes de la duda es todo aquel conocimiento que
se obtiene a través de los sentidos, ya que las percepciones sensibles son subjetivas, así
que no generan ciencia. En conclusión, a partir de su epistemología, Descartes establece
como certera la existencia de dos tipos de sustancia. La sustancia infinita que es Dios y las
sustancias finitas, que son la res cogitans y la res extensa, también llamadas sustancia
pensante y sustancia extensa.

METAFÍSICA
Descartes alcanza su teoría metafísica a través de su teoría del conocimiento, demostrando
la existencia de Dios con los dos argumentos, gnoseológico y ontológico, demostrando así
también el método. La metafísica cartesiana tiene por objetivo garantizar la razón, es decir,
alcanzar la certeza en cuanto a la existencia de las sustancias de la que se ocupa. Por esto
se dice que la metafísica se deduce de su teoría del conocimiento. Una vez demostrada la
existencia de Dios, Descartes recupera todo aquello que anteriormente había puesto en
duda, a excepción del conocimiento que se obtiene a través de la experiencia, planteando
así su crítica al empirismo, corriente basada en la experiencia. La existencia de la certeza en
el entendimiento, res cogitans, es concluyente al eliminar la idea del genio maligno. La
certeza en cuanto a la realidad, res extensa, queda también patente ya que se ajusta a los
parámetros del espacio y del tiempo. Todo lo que se ajusta a estos parámetros posee
realidad, por lo que Descartes concluye que se puede distinguir el sueño de la vigilia. En su
búsqueda de un fundamento para la razón, Descartes encuentra dos realidades,
radicalmente independientes entre sí: la sustancia infinita y las sustancias finitas. Denomina
sustancia a aquello que existe por sí mismo y no en otro. Cada sustancia posee un atributo
que la define esencialmente. El atributo de la sustancia infinita es la infinitud, de la sustancia
pensante es el pensamiento y de la sustancia extensa es la extensión. Tienen también
ciertos modos de darse. Los de la sustancia infinita son la perfección, bondad,
omnipotencia, omnisciencia…Los de la sustancia pensante son la duda, imaginación,
sensación, deseo…y los de la sustancia extensa son la profundidad, figura, anchura,
movimiento…
ANTROPOLOGÍA
La antropología Cartesiana nace de su metafísica. Uno de los principales problemas de
Meditaciones VI es la distinción entre las sustancias en el ser humano, ya que alma y
cuerpo, sustancia pensante y sustancia extensa están completamente separadas. Esto llega
al punto de que la muerte para Descartes no es la separación del alma del cuerpo, sino
sencillamente que este deje de funcionar como cualquier máquina. Los cuerpos de todos
los seres vivos no son más que máquinas, lo que choca con la concepción aristotélica de
alma como principio de vida. La diferencia con los humanos es que poseen un yo o
conciencia. Es el único es en que coexisten las dos sustancias, que para Descartes deben
tener alguna interacción, pero es difícil de explicar con su concepción metafísica de que son
radicalmente independientes. Alma y cuerpo son sustancias diferentes con distintos modos
de darse. El alma, cuyo atributo es el pensamiento, es propia del ser humano y sus modos
son entendimiento y voluntad. Como entendimiento el alma siente e imagina de forma
pasiva, por lo que la información sensible es dudosa. Cuando concibe es activo, permitiendo
el conocimiento claro y distinto. Como voluntad, el alma ama, odia, desea, admira, afirma,
duda…por ser libre existe la posibilidad de error, ya que la voluntad puede pronunciarse sobre
cualquiera cosa y equivocarse. El alma, al tener voluntad, actúa por fines. En conclusión, el
alma permite concebir, dudar, imaginar…y ser libre, lo que en ocasiones lleva a errar. El alma
se concibe como la mente y de su estudio se encarga la metafísica. El cuerpo forma parte
de la realidad material, su atributo es la extensión y sus modos la anchura, figura,
profundidad y movimiento mecánico. El universo material es mecánico y su movimiento
también lo es, en contraposición al thelos de Aristóteles. De su estudio se encarga la física.
La mente controla al cuerpo, creando un dualismo que tiene origen en una gran pregunta
¿Cómo es posible la unión entre cuerpo y mente?¿Cómo es posible que en un universo
mecánico, el control lo posean seres que actúan por fines? Descartes propone que la
conexión se realiza en la glándula pineal, lugar de encuentro de ambas sustancias en el ser
humano. Otros autores dieron respuestas diferentes. Malebranche, ocasionalista, propone
que cada vez que ocurre un movimiento en el alma, Dios lo ejecuta en el cuerpo y viceversa.
Spinoza propuso que cuerpo y alma no son necesariamente sustancias sino atributos de
Dios o de la Naturaleza. Las ideas y cosas serían sencillamente modos de esta sustancia.
Leibniz estableció que en el momento de la creación, Dios sincronizó cuerpo y alma como
dos relojes, que no interactúan pero avanzan a la vez. El dualismo Cartesiano fue puesto en
duda posteriormente por el empirismo y el positivismo, que solucionan el problema de la
relación cuerpo-mente eliminando la idea cartesiana de sustancia.

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Descartes tiene como objetivo unificar las ciencias a través de un método basado en
la certeza, inspirado en que la razón es universal. Para él, este método debe seguir
los principios de las matemáticas, que considera la ciencia por excelencia. En su
obra "El discurso del método", define este método como un conjunto de reglas
certeras para evitar aceptar falsedades como verdades, aplicándolo primero a la
metafísica y luego a todas las ciencias.

El método cartesiano se compone de cuatro reglas con el propósito de alcanzar la


certeza: evidencia, análisis, síntesis y enumeración. La evidencia requiere principios
claros y distintos, obtenidos racionalmente y a través de la intuición trás el análisis,
que descompone problemas en elementos simples como la extensión y la figura. La
síntesis implica un ascenso deductivo a partir de estas naturalezas simples. La
enumeración verifica la cadena deductiva para evitar omisiones y errores. Descartes
considera que estas reglas son aplicables a cualquier investigación, siendo la
primera a la que se aplica el método, la metafísica, ya que para él, ciencia y filosofía
son equivalentes.

Descartes inicia con la duda cartesiana, caracterizada por ser metódica, exigiendo
que el conocimiento sea enteramente indudable, universal y teorético, limitándose a
cuestionamientos y reflexiones teóricas, sin extenderse a la vida práctica ni a la
conducta moral. Comienza cuestionando los sentidos, criticando el empirismo que
confía en ellos. Duda de la realidad, la substancia extensa, y cuestiona la relación
entre sueño y vigilia. Luego, duda de la razón, planteando la posibilidad de un genio
maligno que manipula el pensamiento. Aunque duda de todo, reconoce que el acto
de dudar prueba su existencia (cogito ergo sum). Esta verdad se convierte en el
punto de partida para su método filosófico, como se expone en sus “Meditaciones".
Define al yo como una sustancia puramente espiritual, independiente del cuerpo y
del mundo exterior.

Para eliminar la duda, busca demostrar la existencia de Dios, lo que, al lograrse,


proporciona certeza a su primer principio evidente. Descartes emplea el argumento
ontológico para demostrar racionalmente la existencia de Dios, partiendo de su
perfección. Dios, siendo intangible, omnipotente y ubicuo, no puede carecer de
existencia, ya que la perfección implica existencia. La percepción clara y distinta de
la perfección de Dios confirma su existencia. En segundo lugar presenta un
argumento gnoseológico que se basa en el origen de las ideas en el ámbito del
conocimiento humano. Estas ideas pueden ser adventicias, obtenidas de la
experiencia, fácticas (creadas por nosotros mismos) o innatas (presentes en la
mente al nacer). La idea de Dios no se considera ni adventicia ni fáctica debido a su
perfección, por lo que solo puede ser innata. Esto sugiere que hemos nacido con la
idea de Dios en nuestra mente, lo que implica que alguien (Dios) la introdujo en
nosotros.
De lo anteriormente expuesto se comprende fácilmente que Descartes distingue
tres esferas o ámbitos de la realidad: Dios o Sustancia Infinita ("Res Infinita"), el yo o
sustancia pensante ("Res cogitans") y los cuerpos o sustancia extensa ("Res
extensa"). El atributo fundamental o esencia del yo es el pensamiento, en tanto que
en los cuerpos lo es la extensión.

Descartes define la sustancia como algo que existe de manera independiente, sin
necesitar otra cosa para su existencia. Esta definición, aplicable de manera absoluta
solo a la sustancia infinita (Dios), se mantiene en términos relativos para la
independencia mutua entre la sustancia pensante (alma) y la sustancia extensa
(cuerpo). Así, se preserva la autonomía del alma frente a la concepción mecanicista
y determinista del mundo material en la Física cartesiana. Descartes sugiere que la
unión entre la sustancia pensante y la extensa se manifiesta en las pasiones, que
son ideas confusas y oscuras difíciles de definir. Propone que esta conexión ocurre
en la glándula pineal, considerada el punto de encuentro de ambas sustancias en el
ser humano.
Metafísica: Crítica y Propuesta
Immanuel Kant, en su influyente obra "Crítica de la Razón Pura", lleva a cabo una
revisión profunda de la metafísica tradicional, desafiando sus fundamentos y
proponiendo un enfoque radicalmente nuevo para abordar las cuestiones
fundamentales sobre la realidad última. Para entender completamente su crítica y su
propuesta, es esencial explorar detenidamente varios aspectos clave de su filosofía.

Kant comienza su análisis cuestionando la capacidad de la razón humana para


trascender los límites de la experiencia sensible y acceder a conocimientos sobre
los "noúmenos" o cosas en sí mismas. Argumenta que las pretensiones de la
metafísica tradicional de alcanzar un conocimiento objetivo y cierto sobre Dios, el
alma y el mundo son problemáticas porque la estructura de nuestra mente está
condicionada por formas a priori como el espacio y el tiempo, que solo se aplican al
ámbito fenoménico. Esto lleva a la razón a caer en paralogismos y antinomias, es
decir, contradicciones y conflictos lógicos, cuando intenta trascender los límites de
la experiencia.

"Disposición Natural":
A pesar de su crítica contundente, Kant reconoce que existe una inclinación innata
en la razón humana a buscar una comprensión más profunda y unificadora de la
realidad. Esta disposición natural, argumenta, puede actuar como una guía
heurística o regulativa para la investigación filosófica. Las ideas trascendentales de
Dios, alma y mundo sirven como principios unificadores que orientan nuestro
pensamiento y nos impulsan a buscar una mayor coherencia en nuestros
conocimientos. Aunque estas ideas no pueden proporcionar un conocimiento
objetivo sobre la realidad, tienen un valor regulativo en la medida en que inspiran
nuestra búsqueda de comprensión y coherencia.

Kant sostiene que las ideas trascendentales no nos ofrecen conocimiento objetivo
sobre la realidad, ya que carecen de contenido empírico y no pueden ser verificadas
por la experiencia. Sin embargo, tienen un valor regulativo en la medida en que
orientan nuestra investigación y nos ayudan a buscar una mayor unidad y coherencia
en nuestros conocimientos. Al utilizar las ideas trascendentales como guías para el
pensamiento, podemos evitar los errores de la metafísica dogmática y avanzar hacia
una comprensión más profunda y coherente del mundo.

Una de las contribuciones más significativas de Kant a la metafísica es su distinción


entre fenómeno y noúmeno. Según Kant, el fenómeno es el objeto tal como se nos
aparece a través de nuestras formas a priori de intuición y concepto, mientras que el
noúmeno es la cosa en sí misma, independiente de nuestra percepción. Esta
distinción es fundamental para comprender los límites del conocimiento humano y
la naturaleza de la realidad última.
Teoría del Conocimiento según Immanuel Kant: Desarrollo Detallado
La teoría del conocimiento de Immanuel Kant: cuales son las condiciones de
posibilidad del conocimiento que llevan a la razón, aquellos sin los cuáles yo no
puedo conocer. No se pregunta por el proceso filosófico de la percepción. Se
pregunta por el fundamento del conocimiento y sus límites.
Kant aborda la cuestión fundamental sobre cómo es posible el conocimiento
humano. Sostiene que el conocimiento proviene de la interacción entre la mente
humana y el mundo exterior. Sin embargo, argumenta que nuestro conocimiento no
es una mera copia de la realidad externa, sino que está mediado por las estructuras
cognitivas innatas de nuestra mente.
El Idealismo Trascendental de Kant sostiene que nuestro conocimiento no es una
simple reproducción de la realidad externa, sino que está mediado por las
estructuras cognitivas innatas de nuestra mente. Esto implica que nuestras
percepciones y comprensiones del mundo son subjetivas y limitadas por las
condiciones de nuestra sensibilidad y entendimiento. Esta perspectiva reconcilia el
empirismo y el racionalismo al reconocer la importancia de la experiencia y las
facultades cognitivas a priori en la formación del conocimiento. Al aceptar las
limitaciones de nuestro conocimiento, podemos evitar tanto el dogmatismo como el
escepticismo, adoptando una postura crítica que reconozca la validez de nuestro
conocimiento dentro de los límites establecidos por nuestras capacidades
cognitivas.
Kant distingue entre fenómenos, que son los objetos como aparecen en nuestra
experiencia sensible, y noúmenos, que son las cosas en sí mismas, independientes
de nuestra percepción. Nuestro conocimiento está limitado a los fenómenos, ya que
nuestras representaciones del mundo están mediadas por las estructuras cognitivas
de nuestra mente, como el espacio y el tiempo. Aunque nuestro conocimiento está
restringido a los fenómenos, podemos obtener un conocimiento válido y significativo
del mundo a través de la experiencia sensible, que proporciona la materia prima del
conocimiento, y las estructuras cognitivas a priori de nuestra mente, que organizan y
dan forma a esta materia prima, permitiéndonos comprender y dar sentido al mundo
que nos rodea.
Formas A Priori de la Intuición y los Conceptos del Entendimiento:
Kant introduce la idea de juicios sintéticos a priori, los cuales son fundamentales
para comprender cómo es posible el conocimiento en la física y otras ciencias.
Mientras que los juicios analíticos simplemente explican lo que ya está contenido en
el concepto del sujeto, los juicios sintéticos agregan nueva información. Además, los
juicios a priori no dependen de la experiencia para ser conocidos. Kant argumenta
que los juicios sintéticos a priori son posibles gracias a las estructuras cognitivas
innatas de la mente humana, como las categorías del entendimiento y las formas a
priori de la intuición, que proporcionan el marco conceptual para comprender
verdades universales sobre el mundo.
Una de las contribuciones más importantes de Kant es su explicación de los juicios
sintéticos a priori. Estos son juicios que amplían nuestro conocimiento y son
necesarios, pero no se derivan de la mera análisis de los conceptos. Kant sostiene
que estos juicios son posibles porque nuestra mente combina las intuiciones
sensibles con los conceptos del entendimiento, lo que nos permite ir más allá de lo
que está presente en la experiencia inmediata.
Crítica de la Metafísica Tradicional:
Kant critica la metafísica tradicional por su pretensión de alcanzar conocimientos
sobre realidades trascendentales, como Dios, el alma y el mundo. Argumenta que
estas ideas trascendentales no pueden ser objeto de conocimiento, ya que están
más allá de los límites de nuestra experiencia posible. Sin embargo, reconoce su
valor como principios regulativos que guían nuestra búsqueda de comprensión y
coherencia en el mundo.
La distinción entre fenómeno y noúmeno nos ayuda a comprender los límites del
conocimiento humano y a reconocer que nuestras representaciones están
necesariamente mediadas por las estructuras de nuestra mente.

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