Está en la página 1de 51

00-02_ug.qxp_Layout 1 16.08.

21 13:29 Seite 3

ENTRE DESGARRAMIENTOS Y ALTERNATIVAS EMERGENTES.


APROXIMACIONES CRÍTICAS AL TEJIDO SOCIAL
ANTE LA CRISIS CIVILIZATORIA
00-02_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:29 Seite 5

ENTRE DESGARRAMIENTOS
Y ALTERNATIVAS EMERGENTES.
APROXIMACIONES CRÍTICAS
AL TEJIDO SOCIAL ANTE LA
CRISIS CIVILIZATORIA
00-02_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:29 Seite 7

Índice

Prólogo ....................................................................................... 9
Raúl Zibechi

Introducción .............................................................................. 15
María Eugenia Sánchez y José de J. Legorreta

Los desgarramientos civilizatorios: una mirada .................... 25


María Eugenia Sánchez Díaz de Rivera

Una aproximación epistemológica desde el Sur


para el estudio de socialidades, tejidos sociales
y entramados comunitarios emergentes .................................. 73
Stefano Sartorello y Cristina Perales Franco

Aproximaciones al tejido social: un concepto en disputa ...... 109


José de J. Legorreta, Marcela Gómez Álvarez y Fabrizio Lorusso
00-02_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:29 Seite 8

Crisis del sistema-mundo,


el Estado y las transiciones estructurales.............................. 143
David Martínez Mendizábal y Mario Iván Patiño
Rodríguez-Malpica

Crisis del sistema-mundo: expulsiones, rupturas


y emergencia de entramados sociales..................................... 175
Jorge Armando Gómez Alonso y Guadalupe Fernández Aguilera

La perspectiva de conflictos: una herramienta


para trascender las violencias en el contexto
de los desgarramientos civilizatorios ..................................... 209
Gerardo Pérez Viramontes

Semblanzas de los autores ...................................................... 253


03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 25

Los desgarramientos civilizatorios: una mirada4

María Eugenia Sánchez Díaz de Rivera

Introducción

La configuración material, de poder y simbólica de la humanidad,


que desde el siglo XVI se fue conformando de manera moderno/co-
lonial, es decir, antropocéntrica, androcéntrica, clasista y raciali-
zante, se está resquebrajando. Los sistemas extremos de explotación
y despojo, la evolución demográfica, la conciencia de la dignidad de
todos los seres humanos y los nuevos procedimientos tecnológicos,
han vuelto inviable esa lógica civilizatoria.
Esta crisis inédita se manifiesta en la ruptura de andamiajes es-
tructurales e imaginarios sociales que durante siglos se habían natu-
ralizado, lo que genera muchas violencias e incertidumbres, pero
que también tiene el potencial de deconstruir formas de opresión y
discriminación. Es a esta dinámica de ruptura a la que llamamos
desgarramientos civilizatorios.

4 Sánchez, M. E. (coord.) (2021) Desgarramientos civilizatorios. Símbolos, cor-


poreidades, territorios. Puebla, SUJ-Universidad Iberoamericana-ITESO.

25
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 26

MARÍA EUGENIA SÁNCHEZ Y JOSÉ DE J. LEGORRETA

Para ubicar estos desgarramientos nos inspiramos en la metáfora


de la fosa común que Aguirre (2016) propone como punto de partida
para la comprensión de la producción societal contemporánea. Agui-
rre llama fosa común a la fosa clandestina, quitándole así la conno-
tación estigmatizante. La fosa común visibiliza la deshumanización
de territorios, la destrucción de cuerpos e identidades y la desarticu-
lación de las instituciones. Estas prácticas interpelan, dice el autor, a
la comprensión de la comunidad que somos. Es una categoría que
ayuda a entender la dinámica social a la manera como lo hacen la
prisión en Foucault o el campo de concentración en Agamben.
Sin embargo, aunque las características de la fosa común son per-
tinentes para agrupar los ámbitos de los desgarramientos, nosotros
los concebimos de una manera polivalente, no sólo de forma nega-
tiva, pues hay desgarramientos que tienen el potencial de deconstruir
diversas formas de enajenación. A continuación mencionamos los
tres ámbitos que los articulan.
Territorios y corporeidades resquebrajados, que hace alusión al
trastocamiento de la base material de la sociedad, de sus coordenadas
espacio-temporales y de la corporeidad societal.
Símbolos e identidades dislocados, que hace referencia a las rup-
turas de los entramados culturales y de las subjetividades de indivi-
duos y colectividades relacionados con procesos tecnológicos, ima-
ginarios rotos y futuros inciertos.
Regulaciones institucionales desestructuradas, que es el ámbito
que hace referencia a la desconfiguración de los aparatos regulatorios
de la sociedad que se concretizan en instituciones y normatividades.
Los tres ámbitos se refieren a la base material y corpórea, a los re-
ferentes simbólicos y a las lógicas político-regulatorias que conforman
las redes estructurales y los significantes sociales de una colectividad.

La crisis de la modernidad/colonialidad

A partir de la segunda mitad del siglo XX, la humanidad vive en un


escenario particularmente complejo, que expresa una crisis de las

26
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 27

LOS DESGARRAMIENTOS CIVILIZATORIOS: UNA MIRADA

estructuras económicas y políticas precedentes, y un resquebraja-


miento de los referentes culturales e institucionales que habían dado
una aparente estabilidad y sentido social durante más de dos siglos,
aún a pesar de dos guerras mundiales, de la guerra fría y de múltiples
violencias al interior de los países. La llamada globalización, anclada
en avances tecnológicos sin precedentes, trastocó las coordenadas
espacio-temporales previas, modificando el aparato productivo mun-
dial y sus territorialidades, las formas de comunicación y las identi-
dades, haciendo más visible el deterioro creciente del hábitat hu-
mano. Esta fase del desarrollo económico-político del capitalismo,
llamada neoliberal, fue como una gota que derramó el vaso, ha-
ciendo visible una crisis civilizatoria inédita por sus dimensiones
planetarias, demográficas y ambientales. Se hicieron visibles los lí-
mites de estructuraciones históricas de larga duración, así como la
dificultad para comprender la realidad emergente. Antes, los marcos
interpretativos globales permitían ubicar los acontecimientos, aun-
que fuera a partir de perspectivas antagónicas. Actualmente, la com-
prensión de lo que ocurre interpela de manera más aguda a los para-
digmas del conocimiento. Como señala Sassen (2015): “Cuando las
fuerzas destructivas hacen erupción y se vuelven visibles, el pro-
blema que surge es de interpretación. Las herramientas que tenemos
para interpretarlas son anticuadas y caemos en categorías familiares”
(p. 242). Se trata, como dice la autora, de detectar tendencias con-
ceptualmente subterráneas, de indagar las emergencias epistémicas
que propone Santos (2009) y que desarrollan Sartorello y Perales
(2020).
El concepto de crisis civilizatoria se arraiga en una larga trayecto-
ria de perspectivas diversas y debatidas. A principios del siglo XX,
Spengler (2009) consideraba que la civilización occidental estaba en
su fase terminal, y Toynbee (citado en Ortega, 2011) afirmaba que la
civilización estaba puesta a prueba, pero que era posible evitar su
destrucción. Actualmente, Crutzen (citado en Equihua et al., 2015)
ha acuñado el concepto de Antropoceno para definir una nueva era
geológica, es decir, un período en la historia de la humanidad en el
que el ser humano y la repercusión de su acción sobre el sistema Tie-

27
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 28

MARÍA EUGENIA SÁNCHEZ Y JOSÉ DE J. LEGORRETA

rra han traspasado un umbral importante. Wallerstein (2005) alerta,


desde hace muchos años, sobre el resquebrajamiento del sistema-
mundo capitalista contemporáneo. Algunos autores consideran que
en vez de Antropoceno habría de nombrarse Capitaloceno (Altvater,
2014.) El historiador Berry (2013) aspira a que la humanidad entre
en la era Ecozoica, transformando sus relaciones con la Tierra y con
todas las formas de vida.
Cuando hablamos de crisis civilizatoria en este trabajo, hacemos
referencia a la crisis de la modernidad/colonialidad. Somos cons-
cientes de los límites, de las críticas y también de la pluralidad de
este enfoque, pero nos parece, al menos por el momento, el más per-
tinente. Entendemos por modernidad/colonialidad las formas de in-
teracción establecidas entre el Occidente y el Oriente, el Norte y el
Sur; como el proceso civilizatorio producido por la humanidad en
los últimos siglos. Asumimos los planteamientos de que “la colonia-
lidad es constitutiva de la modernidad, y no derivativa” (Mignolo,
2005, p. 61), y que la modernidad no es el resultado de procesos in-
traeuropeos (Dussel, 2007), sino un fenómeno que se arraiga en la
subordinación de unas geografías por otras. Algunos autores enfati-
zan la subordinación económico-política, otros la cultural-simbólica,
pero todos coinciden en su carácter violento. La modernidad se
arraiga en estructuras epistemológicas y filosóficas que contienen en
sí mismas los elementos para generar “otros” excluidos y elimina-
bles, así como la justificación racional para tal eliminación (Bauman,
2006; Santos, 2009; Mbembe, 2016).
La modernidad/colonialidad —como proceso civilizatorio— y la
estructuración del sistema capitalista están imbricados, pero nuestro
enfoque no es capitalocéntrico, pues creemos que la modernidad/co-
lonialidad no es un resultado causa-efecto del sistema económico
capitalista. Capitalismo, colonialidad y patriarcado fueron confor-
mando históricamente un entramado complejo. “La relación entre
modernidad/colonialidad y capitalismo es una donde la primera,
como proceso civilizatorio, es constitutiva de y se enreda con la se-
gunda” (Grosfoguel, 2016, p. 61), de la misma forma como se “en-
reda” con el sexismo y el racismo.

28
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 29

LOS DESGARRAMIENTOS CIVILIZATORIOS: UNA MIRADA

La crisis de este proceso histórico se expresa en un apartheid cre-


ciente, con territorios destrozados que desde su deterioro alimentan
islas de bienestar y seguridad. Se manifiesta en la emergencia de
fundamentalismos religiosos y políticos que responden al desvane-
cimiento de horizontes utópicos, y en cinismos poderosos orientados
a la acumulación sin fin de la riqueza. Se visibiliza en la lucha inter-
minable por la igualdad de la mujer y por el reconocimiento de la di-
versidad sexogenérica que ha detonado innumerables violencias, y
sobre todo, se hace presente en la amenaza a la supervivencia de la
especie por la creciente depredación del hábitat natural.
Es muy posible que esa modernidad/colonialidad se esté colap-
sando, y en este proceso, viejas y nuevas formas de violencias están
haciendo del mundo un lugar inhabitable para la mayoría de la po-
blación. Tal parece que “el planeta no es entonces más un mundo po-
sible de vida [..] antes bien, es la excedencia inagotable de la des-
trucción de la humana condición” (Aguirre, 2016, p. 43). Se está
rompiendo el “tejido social” de esa forma civilizatoria, un tejido que
se construyó de manera asimétrica y violenta.
Crisis civilizatoria y violencias están vinculadas, no porque no
hubiera violencias en los siglos anteriores, sino porque las actuales
han adquirido o reforzado una fisonomía cruel, aunque tal vez lo
nuevo no son las dimensiones de la crueldad, sino “la indiferencia
ontológica que la acompaña” (Sartorello, 2020). Jóvenes y adultos
matando a niños y a otros jóvenes en las escuelas, a personas de to-
das las edades en las mezquitas, en las sinagogas, en los templos
cristianos. Grupos criminales exponiendo cuerpos desmembrados o
destruidos en ácidos; políticos dejando morir a migrantes en el mar
o en las fronteras terrestres; grupos terroristas destruyendo poblacio-
nes indiscriminadamente; Estados terroristas levantando muros y le-
gitimando muertes.
La violencia —relacionada con la hegemonía trasnacional del
capital financiero especulativo, vinculado a la revolución de la in-
formación y en un contexto de ausencia de protocolos de regula-
ción— está configurando la vida cotidiana en casi todo el mundo
(Appadurai, 2007). “La violencia en gran escala […] parece estar

29
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 30

MARÍA EUGENIA SÁNCHEZ Y JOSÉ DE J. LEGORRETA

acompañada por un exceso de furia, de odio, que produce innumera-


bles formas de degradación y violación, tanto del cuerpo como del
ser de la víctima” (Appaduraí, 2017, p. 127).
Aguirre (2016) enfatiza la dificultad de nombrar esas violencias,
pero propone un punto de partida epistemológico para el caso de
México, que retomamos por su pertinencia: la fosa común. El autor
denomina fosa común a la fosa clandestina, porque esta categoría
criminalizó a las víctimas y legitimó la inoperancia de las institucio-
nes del Estado para la búsqueda de personas desaparecidas. Se trata
de ese no-espacio que nos excede, porque “la fosa común convierte
el espacio de habitar en una oquedad doliente” (p. 77), y nos revela
la forma en que se está destruyendo el territorio habitable, convir-
tiéndonos en seres a-terrados. Los cuerpos encimados, mutilados,
desmembrados, que destruyen identidades y singularidades, mues-
tran además de la violencia al matar y el asesinato despiadado, la
destrucción de la condición humana. La forma en que los medios y
las instituciones comunican estas realidades destruye la singularidad
de las personas al convertirlas en números, facilitando así la natura-
lización de la violencia. Necesitamos, dice el autor, “Esclarecer la
comunidad que somos ante la oquedad producida” (p. 106).
Por otra parte, es conveniente distinguir conflicto de violencia,
porque precisamente una de las causas de muchas violencias es la
negación del conflicto, y por lo mismo, la incapacidad de gestionarlo
(sea éste político, social o psicológico). Y el conflicto, o al menos la
tensión, forma parte de la construcción social y de la creatividad hu-
mana. La ausencia de conflictos en un grupo humano suele darse en
estructuras autoritarias, y su negación es caldo de violencia.

Los Desgarramientos Civilizatorios como ejes analíticos

Los Desgarramientos Civilizatorios (Sánchez, 2015) se conceptuali-


zan como un quiebre histórico que ha resquebrajado entramados so-
ciales de larga duración, ha modificado de manera contundente es-
pacios y temporalidades, y está desnaturalizando relaciones e

30
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 31

LOS DESGARRAMIENTOS CIVILIZATORIOS: UNA MIRADA

imaginarios históricos consolidados, como son la lógica del pro-


greso, la relación sociedad-naturaleza, la superioridad del hombre
sobre la mujer, por ejemplo. Por lo mismo, esta dinámica está desen-
cadenando nuevas contradicciones y agudizando las ya existentes,
favoreciendo la emergencia de múltiples formas de violencias, va-
riadas formas de respuestas individuales y colectivas, así como di-
versas formas de reconfiguración de identidades y de construcción
de subjetividades. En ese contexto, la ruptura cognitiva es una de las
características de nuestro tiempo.
El análisis de esas rupturas podría ser útil para ahondar en esas
tendencias que sugiere Sassen (2015), y para profundizar en el en-
tendimiento de las lógicas violentas que atraviesan al mundo, en par-
ticular, a México.
Este planteamiento podría ubicarse en el contexto de las múltiples
reflexiones en torno a la crisis de la modernidad, sin embargo, aspira
a tomar distancia tanto de cierto pensamiento “posmoderno”, en el
sentido de un relativismo radical, así como del concepto de emanci-
pación, que es el eje de la modernidad y de la Teoría Crítica.
Entendemos por pensamiento posmoderno radical aquél que
evade la traducción entre diferentes racionalidades; a la perspectiva
que plantea la relatividad absoluta de las culturas, de las ideas y de
los valores, y que el diluir la posibilidad de una inteligibilidad com-
partida entre diferentes culturas o poblaciones termina por obscure-
cer antagonismos estructurales con sus consecuentes injusticias.
Por otra parte, el concepto de emancipación es problemático, por-
que le subyace un utopismo que habría que cuestionar. Es un con-
cepto heredado de la Ilustración, reelaborado por la tradición mar-
xista, anclado en el mesianismo judeocristiano, que está impregnado
de la convicción de que es posible llegar a una sociedad “transpa-
rente” en la que desaparezca toda forma de opresión y enajenación,
en la que las relaciones entre los seres humanos y con la naturaleza
serán armoniosas. En el imaginario occidental de la modernidad se
atisban ideas de paraísos perdidos y de paraísos a los cuales arribar.
Se construyó la ilusión de controlar la realidad y el futuro a partir de
la razón. El problema del mal —el dolor, el sufrimiento— se visua-

31
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 32

MARÍA EUGENIA SÁNCHEZ Y JOSÉ DE J. LEGORRETA

liza como un accidente a evitar frente a la “norma” del bien (Basset,


2004). La supuesta claridad en la explicación del mal, como algo to-
talmente eliminable, se convirtió en un ordenador cognitivo, social,
emocional e ideológico, que tiene relación con diversas formas de
violencia.
La idea de emancipación, eje de la modernidad, ha significado la
ruptura de ataduras. Las ataduras de la naturaleza mediante la tecno-
logía, las ataduras de los dioses a través de la secularización, las ata-
duras de la colectividad mediante la construcción del sujeto indivi-
dual y autónomo. Esas rupturas vinculadas a la lógica del progreso
lineal e indefinido se dieron simultáneamente a la consolidación de
la esclavitud y el racismo, y al despojo y subordinación de bienes y
territorios.
Es posible que la situación actual esté poniendo en tela de juicio
ese mesianismo subyacente a los conceptos de emancipación/libera-
ción, y ha hecho emerger, en diferentes latitudes, un Pensamiento
Crítico que va más allá de la Teoría Crítica, en un intento por proble-
matizar el legado epistemológico de la Ilustración, en el que dicha
Teoría y sus diferentes vertientes se arraigaron.
Este pensamiento crítico ha desarrollado diferentes miradas que
se cruzan, se confrontan o se vinculan. Es el caso de los estudios pos-
coloniales de origen anglosajón, del giro decolonial que enfatiza el
entrelazamiento de lo cultural con lo económico-político (Castro-Gó-
mez, y Grosfoguel, 2007), de los feminismos descoloniales que su-
brayan que la raza no es el único determinante de la configuración de
la colonialidad del poder, sino también el género, y con ello, el hete-
rosexualismo (Millán, 2014), de los planteamientos centrados en la
comunalidad (Martínez, 2002) que se arraigan en la experiencia his-
tórica de los pueblos originarios, del giro ontológico que plantea el
multinaturalismo vs. el multiculturalismo, es decir, la mirada amerin-
dia que desafía al pensamiento moderno occidentalocéntrico y a su
epistemología (Viveiros, 1998). Es una mirada semejante a la de San-
tos (2009), quien plantea la ecología de saberes y la traducción inter-
cultural. Sin embargo, el Perspectivismo de Viveiros (1998) sugiere
que lo que ha ocurrido, más que un epistemicidio, es un ontomicidio.

32
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 33

LOS DESGARRAMIENTOS CIVILIZATORIOS: UNA MIRADA

Algunos de estos enfoques plantean la construcción de nuevos ho-


rizontes civilizatorios. Con frecuencia, algunos de ellos idealizan el
concepto de “Buen Vivir”, pero se trata de planteamientos que pro-
blematizan el punto de partida epistemológico y teórico del andamiaje
del conocimiento científico dominante y la lógica del “progreso”.
La propuesta de los Desgarramientos Civilizatorios sugiere, como
lo hacen diferentes autores, que las perspectivas predominantes en el
mundo académico necesitan aguzar la mirada y deconstruir catego-
rías analíticas tradicionales, que en vez de ayudar a comprender las
realidades emergentes y la desnaturalización de relaciones histórica-
mente consolidadas, las encubren. Se necesitan perfilar nuevos ejes
de análisis para detectar las características de este contexto global
que parece caracterizarse por estar no sólo en un impasse (Augé,
2018), sino ante una “furia desnuda” (Aguirre, 2016, p. 45), una vio-
lencia que nos ha dejado “sin palabras”, colocándonos ante una si-
tuación “lingüísticamente caótica” (Cavarero, citado en Aguirre,
2016, p. 49).
Se trata de ejes analíticos que podrían ayudar a detectar esas ten-
dencias subterráneas de las que habla Sassen (2015), al señalar “ace-
leraciones o rupturas que generan significados nuevos” (p. 12), y a
clarificar si estamos frente a “versiones extremas de dificultades vie-
jas o manifestaciones de alguna cosa o algunas cosas nuevas y per-
turbadoras” (p. 16).
Estos Desgarramientos Civilizatorios atraviesan la existencia in-
dividual y social, trastocan los referentes culturales e identitarios
que dieron sentido a la “modernidad”: el sistema de familia patriar-
cal, el Estado-nación, los metarrelatos políticos y religiosos, la cosi-
ficación de la naturaleza. Asimismo, resquebrajan la lógica del pro-
greso con su componente de la omnipotencia de la ciencia y la
tecnología, su encubrimiento de los antagonismos sociales y su ca-
pacidad depredadora de la Tierra. Se trata de quiebres que están
siendo fuente de diferentes formas de violencia, de rupturas y re-
creaciones de tejidos sociales; de la emergencia de nuevas socialida-
des y de la reconfiguración de prácticas individuales y colectivas.
Estos quiebres no son necesariamente sincrónicos, en el sentido de

33
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 34

MARÍA EUGENIA SÁNCHEZ Y JOSÉ DE J. LEGORRETA

que en muchas geografías han estado presentes de maneras multifor-


mes, pero en la actualidad adquieren una visibilidad inédita.
En ese sentido este enfoque intenta construir una aproximación
que favorezca nuevas miradas de la realidad contemporánea.
Para apuntalar esta reflexión ubicamos los desgarramientos en
tres grandes ámbitos, que de alguna forma, y sin haberlo previsto, se
pueden relacionar con el desafío de la fosa común (Aguirre, 2016).
La fosa común es la metáfora que muestra la deshumanización del
espacio, la destrucción de los cuerpos, la negación de la identidad
humana, y la incapacidad y complicidad de las instituciones. Si para
Foucault la prisión es un punto de partida para entender la sociedad
disciplinaria, para Agamben (2006) lo es el campo de concentración,
ese estado de excepción continuo, que siendo el otro lado de la
norma, no es lo contrario del orden instituido, sino el principio que
le es inmanente. Tal vez la fosa común nos esté revelando los rasgos
centrales de la producción societal contemporánea.
Es cierto que la fosa común parece hacer referencia sobre todo a
la dinámica social de México; sin embargo, podría generalizarse si
se concibe como “el punto final de la muerte en vida constituida pre-
viamente en el espacio abierto, en la expulsión como cotidianidad,
en la deshumanización que se está produciendo en el espacio de lo
cotidiano y de manera paulatina” (Fuentes, 2020). La mirada desde
la fosa común converge con la interpelación de Appadurai (2017) a:

…una decisión renovada de mirar el centro de la oscuridad. Si esta-


mos dispuestos a hacerlo sin tener favoritismo entre nuestras fuentes
teóricas clásicas, este viaje puede también permitirnos volver de
manera renovada a teorizar sobre las fuentes del orden en la vida so-
cial, además de teorizar sobre la resolución de conflictos, la curación
de heridas… (p. 135).

Es posible que el trastocamiento acelerado de las coordenadas espa-


cio-temporales que acotaban la experiencia humana haya dislocado
territorios, corporeidades, símbolos e institucionalidades. Afirmaba
Leroi-Gourhan (1965, p. 139) que “El hecho humano por excelencia

34
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 35

LOS DESGARRAMIENTOS CIVILIZATORIOS: UNA MIRADA

es tal vez menos la creación del utensilio que la domesticación del


tiempo y del espacio, es decir, la creación de un tiempo y de un es-
pacio humano”. Tal vez la fase actual de la historia humana se carac-
terice por la “humanización deshumanizante” del tiempo y del espa-
cio, e invite a revisitar a los estudiosos de la llamada prehistoria,
como Leroi-Gourhan (1965), para iluminar cómo el resquebraja-
miento de territorios, símbolos y regulaciones está hoy reconfigu-
rando la existencia humano-natural o natural-humana.
Desde estas interrogantes, desde esa obscuridad de la que habla
Appadurai (2017), desde la sombra que proyecta la fosa común, pro-
ponemos analizar nuestro presente desde la categoría de desgarra-
miento civilizatorio, ubicado en los siguientes ámbitos:

- Territorios y corporeidades resquebrajados.


- Símbolos e identidades dislocados.
- Regulaciones institucionales desestructuradas.

Territorios y corporeidades resquebrajados

Territorios y corporeidades resquebrajados hacen alusión al trasto-


camiento de la base material de la sociedad, de sus coordenadas es-
pacio-temporales y de la corporeidad societal. Señalamos en este
ámbito tres formas de desgarramientos.

El desgarramiento entre la viabilidad del ‘desarrollo’ solamente


para una minoría, frente a la inviabilidad ecológica y política para
la mayoría de la población que lo subsidia o es expulsada, y que as-
pira a ello.

La emergencia de lo que Sassen denomina formaciones predatorias,


y que son “la combinación de élites y capacidades sistémicas con las
finanzas como posibilitador clave que presiona hacia la concentra-
ción aguda” (2015, p. 24), parece ser el resultado —y también la
ruptura— del llamado desarrollo.

35
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 36

MARÍA EUGENIA SÁNCHEZ Y JOSÉ DE J. LEGORRETA

La crítica al paradigma del “desarrollo” (Sachs, 1992) tiene ya


una larga historia en el mundo académico. La Teoría de la Depen-
dencia (Santos, 1998) y el enfoque de la modernidad/colonialidad
(Fanon, 1952; Quijano, 2000; Santos, 2009) han visibilizado de ma-
nera muy esclarecedora cómo el llamado “progreso”, y a partir de la
Segunda Guerra Mundial, el llamado “desarrollo”, con sus modelos
de consumo y su impacto ambiental, han sido una realidad que ha
ocultado y legitimado las dinámicas estructurales de despojo de los
bienes naturales y del hábitat de vastas poblaciones de las que se han
sustentado. Los modos de vivir que esa lógica estableció como para-
digmáticos, suponen un gran consumo de agua, de energía, de mine-
rales, de recursos de todo tipo, y una inmensa producción de dese-
chos, que por el aumento de la población y por las estructuras de
acaparamiento de la riqueza, solamente son viables —actualmente—
para una minoría, a expensas de la mayoría de la población y de los
ecosistemas (Fernández, y González, 2018). De esta manera se hace
presente un desgarramiento de difícil solución: aquéllos que han al-
canzado niveles importantes de ese “desarrollo” desean mantenerlo
y aumentarlo, mientras la población que no ha tenido acceso a ello
aspira a vivirlo, siendo la relación entre ambos sectores de antago-
nismo estructural.
Los sistemas económicos y financieros que se estructuraron his-
tóricamente, sufrieron una modificación profunda. Los procesos tec-
nológicos significaron un salto cualitativo que permitió la desterrito-
rialización o multilocalización del capital para optimizar sus
utilidades. Esta financiarización es “el capitalismo en su expresión
más pura de la búsqueda interminable de dinero por el dinero a través
de la producción de mercancías por mercancías” (Castells, 2000a, p.
510). El capital financiero adquirió no sólo hegemonía, sino autono-
mía de la vida económica real. Y si Marx habló de la transformación
de la relación mercancía-dinero-mercancía (M-D-M) en una relación
dinero-mercancía-dinero (D-M-D), ahora es posible hablar de la re-
lación dinero-dinero (D-D) (Rodríguez, 2016).
La marginación, la explotación y la exclusión/expulsión, son tres
paradigmas de la relación entre desarrollo y subdesarrollo que coe-

36
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 37

LOS DESGARRAMIENTOS CIVILIZATORIOS: UNA MIRADA

xisten en diferentes combinaciones; sin embargo, es a partir de la se-


gunda mitad del siglo XX cuando la lógica de despojo-expulsión se
vuelve predominante. Hemos entrado en una era que se caracteriza
por un hecho inédito, el aumento creciente de población “sobrante”
(Bauman, 2005), de población innecesaria para el funcionamiento
del sistema económico, población no sólo excluida, sino sistemáti-
camente expulsada, incluso de las mediciones formales (Sassen,
2015).
Si el proceso capitalista se detonó por una acumulación primitiva,
en lenguaje marxista, es decir, por un despojo violento para transitar
a formas complejas de extracción de riqueza, a partir de la segunda
mitad del siglo XX el despojo de tierra, agua, biodiversidad y semi-
llas esenciales para la vida y para la alimentación en el ámbito rural,
y la especulación inmobiliaria en las ciudades, han depredado pobla-
ciones y espacios vitales
La eficacia del despojo material de maneras burdas, tanto en el
ámbito rural como en el urbano, se relaciona, paradójicamente, con
la extraordinaria sofisticación y control de las nuevas tecnologías
En este contexto, el carácter multi-escalar de la globalización
(Sassen, 2015), en el que se entrecruzan lo global, lo nacional y lo
local, reconfigura territorios y jerarquías espaciales en términos de
poder, de normatividades y de culturas. Y aunque es evidente que las
corporaciones trasnacionales (financieras, energéticas, farmacéuti-
cas, del crimen organizado) se están beneficiando de esta interesca-
laridad, también es cierto que se abren otros espacios posibles de ac-
ción política de resistencia activa. Pero se trata de resistir a la presión
de una fracturación territorial y corporal de grandes dimensiones.
A este resquebrajamiento de andamiajes desarrollistas corres-
ponde la ruptura de los dos mitos principales del Occidente moderno:
la conquista de la naturaleza-objeto y el falso infinito del progreso
(Morin, 2011).
No obstante, Sachs (1992) tiene razón cuando dice que el imagi-
nario colectivo construido en torno al concepto de desarrollo sigue
actuando de manera negativa en toda la población: la beneficiada y
la excluida de los avances tecnológico y científico. “El desarrollo

37
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 38

MARÍA EUGENIA SÁNCHEZ Y JOSÉ DE J. LEGORRETA

ocupa la posición central de una constelación semántica increíble-


mente poderosa. Nada hay en la mentalidad moderna que pueda
comparársele como fuerza conductora del pensamiento y del com-
portamiento” (p. 1). Se puede argumentar que el creciente (aunque
lento) uso de energía renovable, los avances de la biotecnología y el
reciclaje de desechos sí pueden permitir la generalización de ese es-
tilo de vida ofertado por el progreso. Sin embargo esto no es muy
probable, entre otras cosas, porque la renovación de la biósfera no es
posible a corto plazo, y porque las relaciones de fuerza vigentes no
favorecen la acción de las mayorías para lograr cambios significati-
vos. La distribución desigual del poder en el mundo obstaculiza que
la investigación y la producción de conocimiento se orienten a resol-
ver los problemas prioritarios de la humanidad. Y simultáneamente,
las mayorías empobrecidas o expulsadas, o las clases medias par-
cialmente beneficiadas por la lógica del “desarrollo”, aspiran a esos
estilos de vida que promueve la mercadotecnia capitalista, que sólo
son posibles para una minoría, a expensas precisamente de esa ma-
yoría.
La eliminación de toda atadura vinculada a la abundancia ilimi-
tada de bienes era la fuente de la felicidad y la base cultural del “pro-
greso”. Y ese imaginario de felicidad, paradójicamente, impregnó
también la perspectiva socialista. Se ha analizado poco si el fracaso
de las experiencias llamadas socialistas, o del socialismo realmente
existente, no tiene una relación con un aparato simbólico que pro-
metía ese tipo de felicidad. El horizonte proclamado no era el bie-
nestar sencillo o frugal y solidario.
Posiblemente, entre los muchos factores relacionados con el de-
rrumbe de algunos gobiernos progresistas, como en el caso de Brasil,
habría que tomar en cuenta la salida de la pobreza de millones de
personas que posteriormente aspiraron a dar un paso más, en el sen-
tido de su progreso y bienestar; un paso cada vez más difícil, porque
salir consistentemente de la pobreza supone destruir las formas pre-
datorias de acumulación de riqueza, y eso no está ocurriendo. Se
despoja de sus territorios a poblaciones indígenas y campesinas en
diferentes latitudes, mientras por otro lado, una población en au-

38
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 39

LOS DESGARRAMIENTOS CIVILIZATORIOS: UNA MIRADA

mento demanda el uso de celulares y computadoras que utilizan mi-


nerales presentes en dichos territorios. El problema es que esas for-
mas predatorias se asientan en andamiajes culturales y en referentes
ontológicos —además de políticos— difíciles de revertir por su iner-
cia histórica.
Entramos así en el complicado ámbito de las aspiraciones. Appa-
durai (2017) ha insistido en la importancia de que las poblaciones
precarizadas desarrollen la capacidad de aspiración como única ma-
nera de pasar de la espera pasiva a la espera activa, para posibilitar
“un diálogo disciplinado entre las presiones de la catástrofe y la dis-
ciplina de la paciencia” (p. 169). Pero, ¿no hay detrás de la idea del
autor una idea obsoleta de desarrollo y una tonalidad asistencialista?
En determinados entornos, la “producción de lo local” —es decir, la
producción de cotidianidad— requiere enormes esfuerzos, gran crea-
tividad, mucha paciencia (Appadurai, 2017). ¿Cuál es el horizonte
de esa energía invertida diariamente?
Las aspiraciones a escalar hacia ese estilo de vida paradigmático
de confort y bienestar, propio de las élites, entran claramente en con-
flicto con su viabilidad. Y ése es un drama social de particular enver-
gadura, que fortalece viejas contradicciones y violencias, y genera
nuevas. Por otra parte, a partir de ese desgarramiento también están
emergiendo nuevas socialidades humanizantes en diversas latitudes,
y cuyo análisis (Sánchez, y Almeida, 2005; Leyva et al., 2015;
EZLN, 2016; Sánchez y Almeida, 2018) responde al planteamiento
de Sassen sobre los espacios de los expulsados que “están creciendo
y se están diferenciando. Son concepciones conceptuales subterrá-
neas que es necesario traer a la superficie” (Sassen, 2015, p. 249).
Estos procesos son esperanzadores, pues revelan la capacidad hu-
mana de rebelarse ante la naturalización de la deshumanización. Por
ejemplo, conviene enfatizar que las luchas políticas, sociales y epis-
témicas de los movimientos étnicos en todo el mundo, son una rup-
tura emblemática del paradigma moderno colonial. Los territorios
autónomos zapatistas han sido un caso emblemático. Creemos que
se trata de la construcción de presentes dignos (Sánchez, 2016), que
no dejan de luchar por transformaciones más amplias; sin embargo,

39
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 40

MARÍA EUGENIA SÁNCHEZ Y JOSÉ DE J. LEGORRETA

pensamos que para comprender su potencial dignificante y disrup-


tivo es necesario aguzar la mirada.

El desgarramiento entre los patrones demográficos y la destrucción


del hábitat vital.

Este desgarramiento es inseparable del anterior, pero permite enfati-


zar las consecuencias de la destrucción del medio ambiente y de la
evolución de la estructura demográfica.
La humanidad ha superado la capacidad de carga del planeta; su
huella ecológica señala que se necesitarían tres planetas tierra para
sostener el estilo actual de desarrollo, y la población de altos ingresos
es quien depreda más el nicho vital. En los países pobres el creci-
miento demográfico es más rápido que en los países ricos, pero la
superpoblación de estos últimos y sus hábitos de consumo tiene un
impacto mayor en el deterioro ambiental, y por lo mismo, esa super-
población es más amenazante para el hábitat humano (Ehrlich, y
Ehrlich, 1993).
Después de la Segunda Guerra Mundial la contabilidad de la po-
blación se volvió una obsesión que no se enfocaba en problematizar
la orientación del desarrollo, sino en el crecimiento demográfico
desde un enfoque malthusiano. A lo largo del siglo XX se ha cuadru-
plicado la población mundial, y sigue aumentando en 80 millones
cada año (Comisión Mundial del Medio Ambiente y del Desarrollo,
1988). Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en el
2100 el planeta tendrá 10 mil millones de personas, el doble de habi-
tantes que el mundo tuvo en 1987, cuando la población llegó a 5 mil
millones de individuos.
La gestión de la dinámica poblacional se centró en políticas de
planificación familiar para reducir la fecundidad en el mundo, sin
tomar en cuenta realidades culturales diferenciadas, como las socie-
dades en donde los hijos representan una ayuda para el trabajo y
para la vejez. Precisamente el envejecimiento de la población está
planteando un gran desafío para todas las sociedades, trastocando
los patrones demográficos y la supervivencia, y el cuidado de los an-

40
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 41

LOS DESGARRAMIENTOS CIVILIZATORIOS: UNA MIRADA

cianos. La población de personas mayores de 60 años en el mundo


era en 2006 de 688 millones, según estimaciones del Departamento
de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas (2006),
que a su vez proyecta que para 2050 el número de adultos mayores
probablemente superará, por primera vez en la historia humana, a
los menores de 15 años. “El índice de envejecimiento pasará de 15
mayores de 65 años por cada 100 menores de 15 años, a 83 en 2050”
(Cardona y Peláez, 2012, p. 338).
En las últimas décadas la distribución y la dinámica de la pobla-
ción ha modificado el rostro de la humanidad.

Para el primer cuarto del presente siglo XXI, las tendencias parecen
situarse, salvo cambios imprevistos, en una presencia de la pobla-
ción asiática en más de 50 por ciento, seguida de la población afri-
cana, que le ha quitado el segundo puesto a la europea; en tercer lu-
gar se encuentra la población americana, que sigue creciendo por el
sur, incluyendo su traslado al norte mediante los procesos migrato-
rios (Alcañiz, 2008, p. 238).

Las mejoras sanitarias aumentaron la esperanza de vida en ciertas


regiones del mundo; de este modo, en Europa es de 80 años o más
(sobre todo para las mujeres), y en Japón es de 77 años para los
hombres y 84 para las mujeres. Sin embargo, en África es de 20 años
menos que en Europa, y en Haití es de 47 años (Alcañiz, 2008). La
esperanza de vida refleja las desigualdades estructurales en el pla-
neta.
Los desafíos que presentan esta evolución y reconfiguración de-
mográfica se relacionan directamente con el estilo de vida propuesto
por el “desarrollo” ilimitado y la lógica capitalista que lo sustenta, y
cuya huella ecológica está destruyendo el nicho vital de toda la hu-
manidad, con un impacto claramente diferenciado entre las pobla-
ciones.
Se está presenciando el desarrollo sin precedentes del mercado
mundial de tierras para extraer minerales, producir biocombustibles
y alimentos; para apropiarse de los acuíferos, generando enormes

41
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 42

MARÍA EUGENIA SÁNCHEZ Y JOSÉ DE J. LEGORRETA

superficies de tierra y agua muertas (Sassen, 2015), todo ello orien-


tado a una minoría de la población mundial, cuyos estilos de vida es-
tán anclados en andamiajes económicos, tecnológicos y políticos de
largo aliento, difíciles de modificar. Las consecuencias de estas ac-
ciones en el cambio climático han detonado una situación constante
de desastres ambientales que afectan a numerosas poblaciones, en
especial, a las históricamente vulneradas.
Desde una perspectiva marxista inspirada en Lukács, Martínez
(2007) utiliza la categoría de desgarramiento para analizar cómo el
problema de la producción de basura se sustenta en un conocimiento
“científico” cosificante —al servicio del poder del capital— que des-
garra las relaciones sociales y con la naturaleza.
Procesos demográficos, desarrollo capitalista y sustentabilidad
de la vida han entrado en una contradicción sin precedentes.

El desgarramiento del espacio-cuerpo como lugar/sujeto ante el es-


pacio-cuerpo como flujo/objeto, y el del tiempo histórico-vital ante
el tiempo ahistórico-instantáneo.

La velocidad y la intencionalidad de los procesos tecnológicos en


diferentes ámbitos —nuevas tecnologías de comunicación, nanotec-
nología, técnicas de reproducción, ingeniería genética, ingeniería nu-
clear, inteligencia artificial—, transformaron de una manera abrupta
la relación humana con el tiempo y el espacio, con la vida humana y
la no-humana, con el cuerpo y con la mente. Y aunque esos procesos
han impactado de manera directa a una población minoritaria que ha
tenido acceso a ellos, el impacto ha sido igualmente potente, aunque
con características distintas, en el resto de la población.
El espacio como lugar entró en tensión con el espacio como flujo,
y el tiempo vital lo hizo con el tiempo instantáneo, modificando há-
bitos, ritmos e imaginarios. “La sociedad red se caracteriza por la
ruptura de la ritmicidad, tanto biológica como social, asociada con
la noción de un ciclo vital” (Castells, 2000a, p. 480).
El patrón de acumulación capitalista se transformó de manera
contundente, porque la velocidad de las transacciones ha hecho po-

42
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 43

LOS DESGARRAMIENTOS CIVILIZATORIOS: UNA MIRADA

sible la circulación de un gran volumen de flujos financieros orien-


tados a la especulación, desencadenando efectos perversos para la
mayoría de la población. “Por primera vez en la historia ha surgido
un mercado de capital unificado y global, que funciona en tiempo
real” (Castells, 2000a, p. 468).
La digitalización de la comunicación favoreció la transnacionali-
zación de la economía, la modificación del trabajo y la reconfigura-
ción de las subjetividades. La sofisticación tecnológica ha permitido
una mayor concentración de información, acrecentando el poder en
los centros tradicionales de dominación, el control inédito de los se-
res humanos (Snowden, 2019) y la exclusión laboral de grandes ma-
yorías. Emergieron nuevas lógicas, nuevos códigos culturales, nue-
vas subjetividades individuales y colectivas, que han ido
transformando las relaciones cuerpo, mente, tiempo y espacio.
La deslocalización de la producción que refuerza procesos de ex-
plotación humana, la construcción de identidades “virtuales” que li-
quidifican los vínculos, así como la inmediatez de las comunicacio-
nes que conectan con seres queridos y permiten resolver
emergencias, todo ello forma parte de transformaciones que van
desde la sexualidad hasta las formas de hacer política o la organiza-
ción de la industria del crimen.
Paradójicamente, los nuevos procesos tecnológicos han impac-
tado muy poco en las transformaciones en el transporte y sus conse-
cuencias ambientales. La industria automovilística, consumidora no
solamente de agua en la producción de los vehículos, sino también
de energía para funcionar, y productora de emisiones tóxicas, se vol-
vió consumidora creciente de tiempo y de espacio. Y ninguna ins-
tancia propone la desaparición del automóvil individual y la trans-
formación de la movilidad hacia el transporte público por los costos
económicos, políticos y sociales que significaría. Tal vez es una pro-
puesta casi inviable, por lo que se opta por continuar con una práctica
irracional.
El trastocamiento de las coordenadas espacio-temporales y de
nuevas prácticas tecnológicas va acompañado de una transformación
física y simbólica del cuerpo. Si como dice Castells (2000a): “nues-

43
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 44

MARÍA EUGENIA SÁNCHEZ Y JOSÉ DE J. LEGORRETA

tras sociedades se estructuran cada vez más en torno a una oposición


bipolar entre la red y el yo” (p. 29), el cuerpo individual adquiere es-
pecial protagonismo. Las transformaciones físicas mediante técnicas
plásticas, la posibilidad de implante de órganos y prótesis, la creación
de corporalidades virtuales que ocultan la realidad física del comu-
nicador, son algunas de las realidades que en poco tiempo han res-
quebrajado relaciones y cosmovisiones previas sobre el ser humano.

Los cuerpos se han desintegrado de innumerables maneras, que los


científicos sociales han comenzado a documentar minuciosamente.
Los órganos se han convertido en parte de una mercantilización glo-
bal, y así llevan vidas que exigen una separación de los cuerpos que
los albergaban […]. La cirugía plástica suma, resta y redistribuye
grasa de manera indiscriminada para reorganizar la estética del todo
corporal. […] La vida en Internet ha alentado numerosas formas de
multiplicación y división de nombres, identidades, imágenes, voces
y vidas, de modo que ha llegado a crearse un cibermundo paralelo
de partes y todos cuya lógica es diferente de la vida social primaria.
Los cuerpos se han convertido, de todas estas maneras, en el mate-
rial para recombinaciones de formas y visiones sociales más amplias
(Appadurai, 2017, p. 129).

Las nuevas visiones y significados en torno a la corporeidad, en re-


lación a las tecnologías reproductivas, llevan a pensar que estamos
en un mundo en el cual “el hospital substituye al lecho conyugal, el
médico y el biólogo compiten con el cónyuge o el padre, las figuras
alternativas de parentesco se toman en cuenta en el ámbito legal”
(Tain, 2005, p. 52). Diferentes individuos participan en el acto de
procreación, por ejemplo, en la donación de semen o en los úteros
prestados. Estas nuevas tecnologías reproductivas y las diferentes
formas de manipulación de óvulos y embriones, están trastocando
las nociones de paternidad, maternidad, filiación y herencia (Stolcke,
2018).
Por otra parte, aunque el vínculo entre el cuerpo, la violencia y la
reproducción social ha sido una constante en la historia humana, ac-

44
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 45

LOS DESGARRAMIENTOS CIVILIZATORIOS: UNA MIRADA

tualmente “presenciamos formas de crueldad corporal desenfrenada


y masiva, tanto en alcance como en intensidad” (Appadurai, 2017,
p. 130).
El cuerpo se ha transformado, y con él, las identidades. El tema
de la reconfiguración de las identidades ancladas en el ciberespacio
ha sido motivo de numerosas investigaciones. Las industrias cultu-
rales fueron desplazando a los metarrelatos, esparciendo por el
mundo imágenes, música, significados, unos más mercantilizados y
manipuladores que otros, todos fragmentados, que con la transfor-
mación inédita de las tecnologías de la comunicación dieron lugar a
la aparición de un mundo virtual. Claro está que ese mundo virtual
excluye a aquella población que por razones tecnológicas y/o políti-
cas permanece “desconectado”.
Los procesos tecnológicos de la comunicación visibilizan ese
quiebre civilizatorio que tensiona poderosamente la relación entre la
“interfaz” y la “realidad”, que es la relación de temporalidades y es-
pacialidades distintas que está problematizando la intersubjetividad,
lo inconsciente, las identidades, las relaciones materiales y las rela-
ciones de poder.
Sin embargo, apropiaciones contrahegemónicas de la tecnología
por redes de grupos organizados de hackers, los hacktivistas (Vi-
cente, 2004), evidencian prácticas emergentes de resistencia y de lu-
cha social a través del ciberespacio.
Tiempo, espacio, cuerpo y mente han sufrido trastocamientos que
ubican al ser humano ante desafíos inéditos.

Símbolos e identidades dislocados

El ámbito de símbolos e identidades dislocados hace referencia a las


rupturas de los entramados culturales y de las subjetividades de indi-
viduos y colectividades relacionados con procesos tecnológicos,
imaginarios rotos y futuros inciertos. Tres son los desgarramientos
que nos parecen más relevantes:

45
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 46

MARÍA EUGENIA SÁNCHEZ Y JOSÉ DE J. LEGORRETA

El desgarramiento ante la imposibilidad de articular ciudadanía y


diversidad cultural en una igualdad que no uniforme y una diversi-
dad que no discrimine.

La tensión ciudadanía-diversidad se hizo más visible al resquebra-


jarse la relación Estado-nación. Los Estados-nación dejaron de ser
esas entidades que se fueron construyendo a partir del Tratado de
Westfalia en el siglo XVII, en el que se construyó la base del Estado
moderno centrado en la integridad territorial y la soberanía nacional.
Las diferentes dinámicas globales tecnológicas, financieras, políticas
y de la comunicación, resquebrajaron ese constructo que se conso-
lidó en la primera mitad del siglo XX. El supuesto de la convergencia
entre territorio, etnia y soberanía se desestabilizó. “Las dinámicas
actuales de re-scaling cortan transversalmente la dimensión institu-
cional del territorio producida por la formación de los estados nacio-
nales” (Sassen, 2012, p. 14). Es así como se reconfiguran las jerar-
quías territoriales, como emergen nuevos actores y nuevas
identidades trasnacionales y subnacionales, con complejas relaciones
y alianzas inéditas. Hay territorios controlados por el crimen organi-
zado —y/o por las corporaciones trasnacionales— que se convierten
en una especie de soberanías que compiten o se articulan con la del
Estado. El Estado nacional ya no es el contenedor del proceso social,
puesto que más allá de la emergencia de los nuevos nacionalismos,
dejó de haber correspondencia entre lo nacional y el territorio nacio-
nal (Sassen, 2012).
Este resquebrajamiento está directamente relacionado con la pro-
blematización de las identidades nacionales y con las subjetividades
que le subyacen.
La soberanía es considerada como nacional, en el sentido de que
reside individualmente en la nación entera y no de manera divisa en
la persona, ni tampoco en ningún grupo de nacionales. La nación es
entonces soberana como colectividad unificada (Mwayila, 1995, p.
34). Por esa razón la identidad nacional es el sustrato del Estado. Y
en la mayoría de los casos es el Estado el que ha producido la nación
como identidad colectiva. El Estado nacional ya no es fuente de

46
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 47

LOS DESGARRAMIENTOS CIVILIZATORIOS: UNA MIRADA

identidad colectiva, y es precisamente en ese contexto en el que se


hace visible la incompatibilidad entre ciudadanía y diversidad, in-
compatibilidad naturalizada y “escondida” en las identidades nacio-
nales construidas por procesos racializantes de asimilación e inte-
gración.
Ciudadanía y diversidad cultural han enfrentado siempre grandes
contradicciones, que a través de diferentes dispositivos se habían en-
cubierto o gestionado. Al liberalismo le subyace la concepción del
individuo como ser autónomo que se relaciona con otros seres autó-
nomos y con la naturaleza como exterioridad. Ése es el ciudadano, y
la sociedad es la suma de esos individuos autónomos aglutinados
por la cultura de una etnia dominante. Los Estados-nación se cons-
truyeron por la imposición de las etnias dominantes sobre el resto de
la población. Es el caso de los ingleses sobre los galeses y escoceses
en el Reino Unido, o de los castellanos sobre los catalanes y vascos
en España. Si esta situación se hace visible en Occidente, con mayor
razón y mayor complejidad ocurre en África o en Asia, en donde las
potencias coloniales delimitaron fronteras que rompieron límites tra-
dicionales, reconfigurando dinámicas interétnicas a partir de sus in-
tereses.
El concepto de ciudadano —al que subyace la jerarquía ciudad-
campo— asume una individualidad desvinculante, por lo que tiende
a esconder la diversidad cultural y las contradicciones de clase (Tis-
chler, 2016).
En un intento por ir más a fondo de la cuestión relacionada con el
Estado, Garcés (2013) afirma que

La privatización de la existencia no nace de la derrota del Estado y


de lo público frente a la fuerza privatizadora del mercado, como se
argumenta habitualmente, sino que hunde sus raíces en la construc-
ción misma del Estado moderno. El Estado nace como comunidad
de propietarios voluntariamente asociados […] El Estado moderno,
nacido de este contrato entre individuos autónomos, proyectó la
vida del hombre hacia dos dimensiones fundamentales: la dimensión
pública, en la que se alían la sumisión y el derecho como las dos ca-

47
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 48

MARÍA EUGENIA SÁNCHEZ Y JOSÉ DE J. LEGORRETA

ras de la ley, y la dimensión privada, en la que se preserva la libertad


como atributo individual, ya sea la libertad del intercambio mercan-
til, ya sea la libertad de conciencia. Tanto la dimensión pública como
la dimensión privada que componen al individuo son el fruto de una
misma abstracción privatizadora, que se da sobre una negación más
profunda: la negación de los vínculos que enlazan cada vida singular
con el mundo y con los demás” (p. 32).

La autora, que se inspira en Merleau-Ponty, visibiliza de esta manera


la concepción de subjetividad y de intersubjetividad que subyace a
la modernidad y al Estado.
La ruptura del vínculo Estado-nación deconstruye un sentido co-
lectivo o el imaginario de ese vínculo colectivo; devela sus discrimi-
naciones y evidencia el tipo de subjetividad que lo sostiene. El con-
cepto de ciudadano queda a la intemperie. La narrativa, los héroes,
la música (himno) y los rituales (Mandoki, 2007) que construían la
adhesión emocional al Estado-nación, van perdiendo legitimidad.
Esta dinámica detona la emergencia de identidades individuales y
colectivas diversas: regionales, étnicas, familiaristas, trasnacionales.
También provoca un vacío de sentido que se orienta hacia formas
colectivas de violencia o hacia identidades de tonalidad fundamen-
talista. Touraine, para quien el sujeto es la categoría central de su
análisis, considera que el proceso de subjetivación requiere actual-
mente una doble resistencia: al totalitarismo del mercado y a las
identidades comunitaristas (Touraine, 2005).
Por otra parte, es importante subrayar que el liberalismo se con-
solida con la expansión industrial que tenía la necesidad de una po-
blación identitariamente homogénea como ciudadanía controlable y
como consumidores masivos. Las identidades nacionales homoge-
neizadoras se establecieron, inevitablemente, por limites diferencia-
les, porque la única manera de construir identidad es a través de la
dialéctica reconocimiento/diferenciación; pero las líneas de diferen-
ciación entre ciudadanos y no ciudadanos no se establecieron sola-
mente con poblaciones externas al territorio nacional, sino con po-
blaciones al interior del mismo, como es el caso de los indígenas y

48
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 49

LOS DESGARRAMIENTOS CIVILIZATORIOS: UNA MIRADA

de los afrodescendientes. Esa estructuración se hizo subordinando o


negando la diversidad cultural, a través de mecanismos de discrimi-
nación y de racialización. Ciudadanía y racismo han funcionado
como las dos caras de la misma moneda.
El racismo como forma de deshumanización de la diversidad está
inserto en la lógica de la modernidad. “La idea de la ‘colonialidad’
plantea que el racismo es un principio organizador o una lógica es-
tructurante de todas las estructuras sociales y relaciones de domina-
ción de la modernidad” (Grosfoguel, 2016, p. 158).
En el caso de América Latina, y en especial, de México, estas
fronteras internas parecen estar relacionadas con la ciudadanización
individualizada y con el blanqueamiento cultural. El concepto de
ciudadano individual/autónomo parece haber formado histórica-
mente un binomio aparentemente indisoluble con el racismo (Collier,
1999). Es interesante constatar cómo en el siglo XIX se consolida la
categoría de ciudadano al mismo tiempo que se consolida el “ra-
cismo científico” que tanto impacto habría de tener en América La-
tina. El ethos de la blanquitud (Echeverría, 1998) se convirtió en si-
nónimo de progreso. En el caso de México y América Latina, es a
través de la categoría de mestizo como se escondió la aspiración a la
blanquitud y el racismo correspondiente (Gómez y Sánchez, 2012).
Sartori (2001) se pregunta cómo operativizar esta articulación en-
tre ciudadanía y multiculturalidad, conceptos que según él forman
parte de dos paradigmas diferentes, aunque no necesariamente anta-
gónicos. La pregunta que surge es si realmente no son antagónicos.
El discurso de la multiculturalidad que emerge como un paso hacia
la tolerancia y el diálogo, se ha ido convirtiendo en un mecanismo
de refuncionalización de las diferencias al servicio del mercado y
del clientelismo político.
El tema del multiculturalismo, la interculturalidad y la pluricultu-
ralidad, ha sido uno que ha detonado numerosas reflexiones en las
últimas décadas (Wieviorka, 2012). No es sino en la segunda mitad
del siglo XX cuando se multiplican las investigaciones y las discu-
siones sobre la complejidad de las relaciones resultantes de las iden-
tificaciones entre individuos, entre grupos y entre colectividades.

49
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 50

MARÍA EUGENIA SÁNCHEZ Y JOSÉ DE J. LEGORRETA

Aparecen en Occidente como una respuesta a la necesidad de re-or-


ganizar la propia imagen individual y colectiva frente a nuevas ex-
periencias de otredad: la descolonización de los países de África, la
migración masiva del campo a la ciudad, los movimientos indígenas
y de afrodescendientes, la migración trasnacional, los cambios tec-
nológicos y de las comunicaciones. De pronto la herencia de la Ilus-
tración, la democracia liberal, el Estado-nación, entran en tensión
con identidades culturales de grupos con una matriz originaria dife-
rente, ubicados en una situación de subordinación y de discrimina-
ción. Así, en la segunda mitad del siglo XX emergen las propues-
tas multiculturales que intentan articular la modernidad liberal
y la diversidad (Kymlicka, 1996), agudizando las discusiones so-
bre los conceptos de cultura e identidad.
A esta conflictividad se añadió la toma de conciencia de que la
modernidad no sólo se había construido a partir de la colonialidad,
con su consecuente despojo material y el resultante epistemicidio de
las sociedades subordinadas (Santos, 2009) u ontomicidio, si segui-
mos la propuesta del “giro ontológico”, sino que tenía como eje de
la universalidad al varón blanco, productivo, heterosexual. Ya no se
trataba de identidades culturales, sino de identidades de género, de
color de piel, de características corporales. Y es así como surgen rei-
vindicaciones al derecho a la diversidad, que mezclan realidades de
diferente índole, etnia, género, cultura, y en las que se cruzan exi-
gencias de justicia económica y de reconocimiento de la diferencia,
exigencias que como analiza Fraser (1997), pueden interferirse e in-
cluso contraponerse. “Las políticas de reconocimiento y las de redis-
tribución parecieran a menudo tener objetivos contradictorios. Mien-
tras que las primeras tienden a promover la diferenciación de los
grupos, las segundas tienden a socavarla” (p. 25). Es el problema
que enfrentan las políticas de acción afirmativa, que pretenden “ciu-
dadanizar” a ciertas poblaciones históricamente vulneradas (indíge-
nas, negros), despojándolos de sus especificidades, y con frecuencia,
reforzando la discriminación. A esta situación se le ha llamado el
“dilema de la diferencia”. Es un dilema porque “el estigma de la di-
ferencia es reproducido tanto al ignorarlo como al subrayarlo” (Mi-

50
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 51

LOS DESGARRAMIENTOS CIVILIZATORIOS: UNA MIRADA

now, citado en Collier, 1999, p. 12). El dilema de la diferencia es


uno de los síntomas de la incapacidad de inclusión de la diversidad,
a partir del concepto de ciudadanía.
El desgarramiento que enunciamos ha evidenciado la desafortu-
nada coexistencia —de larga duración— entre ciudadanía y racismo,
favorecida por narrativas e imaginarios que naturalizaban, o más
bien, que invisibilizaban el carácter simbiótico de ese binomio. Mo-
vimientos y organizaciones indígenas y afroamericanas confrontan
esta realidad desde una perspectiva crítica de la interculturalidad que
problematiza las identidades hegemónicas.
El desgarramiento entre ciudadanía y diversidad visibiliza tam-
bién que el concepto de ciudadano no tiene un carácter neutral, “en
realidad se alude a un sujeto de derecho sexuado, racializado y en-
clasado” (Escalante, 2019, p. 12).

El desgarramiento entre la defensa del patriarcado frente a la igual-


dad de las mujeres y la ruptura de la norma heterosexual.

El patriarcado ha sido, probablemente, desde el origen de la humani-


dad, la forma como el conglomerado humano se ha autoconcebido,
se ha organizado y ha funcionado. Ese constructo social se ha res-
quebrajado.
La estructuración moderno/colonial se sustentó en una específica
concepción de lo “universal”. Construyó una civilización en la que
“el orden universal es masculino, propietario, heterosexual. En lo
particular se amontonan: los pueblos sujetos, las mujeres, los homo-
sexuales, los locos, los niños” (Gutiérrez, 2014). Este “universalismo
sustitutivo” (Benhabib, como se cita en Sánchez, 2009) no sólo invi-
sibiliza a las mujeres, sino que invisibiliza y niega dimensiones hu-
manas fundamentales de carácter femenino.
Una de las manifestaciones más visibles del malestar ante el pa-
triarcado ha sido la dominación de la mujer por el hombre, la asigna-
ción de la mujer al espacio privado y del varón al espacio público,
situación que se fue confrontando desde diversas formas de feminis-
mos, buscando la igualdad o la equidad de género. La lucha por la

51
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 52

MARÍA EUGENIA SÁNCHEZ Y JOSÉ DE J. LEGORRETA

equidad de género ha supuesto la lucha contra el monopolio mascu-


lino del espacio público, con el poder que eso implica. Ha sido la lu-
cha contra la expropiación que del cuerpo y de la sexualidad de la
mujer han hecho el Estado, las creencias y los hombres. Esta expro-
piación ha desencadenado —y sigue desencadenando— violencias
múltiples que lograban esconderse y que ahora se visibilizan. La
violencia machista en el ámbito doméstico, los feminicidios y otras
formas culturales como es el caso de la mutilación genital o ablación
que se lleva a cabo en una gran cantidad de comunidades de diversos
países africanos y en población africana emigrada a Europa, es una
forma de “cirugía política cuyo propósito es afirmar de manera con-
tundente que el cuerpo femenino puede usarse para poner en escena
las tradiciones patriarcales” (Appadurai, 2017, p. 130).
Algunas autoras señalan que los feminismos anglosajones, o ins-
pirados en dichos feminismos, han beneficiado poco a las mujeres,
porque han cuestionado selectivamente el orden patriarcal, sobre
todo cuando se han vinculado al Estado y a su discurso del “desarro-
llo” (Galindo, 2014). El Estado ha convertido la lucha de las mujeres
contra el patriarcado en un sector domesticado, tal como lo ha hecho
con otros sujetos políticos para desmovilizarlos. Es así como ha
creado políticas para mujeres, políticas para indígenas, políticas para
pobres (Galindo, 2014).
Es evidente que el Estado se ha construido patriarcalmente, y que
aunque en Occidente exista actualmente la llamada “cuota de gé-
nero” en los puestos públicos, eso ha cambiado poco su naturaleza.
La lógica y el sustrato ontológico del Estado tienden a desmovilizar
las acciones que suponen su cambio de paradigma.
Para Segato (2014) no se trata solamente de una lógica de desmo-
vilización, sino de una de guerra. En su análisis sobre la reconfigu-
ración de las guerras sostiene que la destrucción del cuerpo femenino
ocupa un lugar central.

Ese cuerpo en el que se ve encarnado el país enemigo, su territorio,


el cuerpo femenino o feminizado, generalmente de mujeres o de ni-
ños y jóvenes varones, no es el cuerpo del soldado-sicario-mercena-

52
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 53

LOS DESGARRAMIENTOS CIVILIZATORIOS: UNA MIRADA

rio, es decir, no es el sujeto activo de la corporación armada ene-


miga, no es el antagonista propiamente bélico, no es aquél contra
quien se lucha, sino un tercero, una víctima sacrificial, un mensajero
en el que se significa, se inscribe el mensaje de soberanía dirigido al
antagonista (s/p).

Por su parte Federici (2010) analiza la forma en que el ajuste de la


reproducción de la vida —humana y natural— al proceso de acu-
mulación capitalista sigue una lógica vigente desde el origen del ca-
pitalismo hasta nuestros días.
Sin embargo, es importante subrayar que a contracorriente de es-
tas dinámicas de desmovilización y de guerra, se observa “la presen-
cia masiva de las mujeres en la acción colectiva de los movimientos
populares de todo el mundo, y su autoidentificación explícita como
actoras colectivas” (Castells, 2000b, p. 214).
La familia patriarcal —nuclear o extensa— está en tela de juicio
en muchas latitudes. La incorporación creciente de las mujeres al
ámbito laboral modificó imaginarios y prácticas en relación a la fa-
milia, en los diferentes estratos sociales. Y si bien es cierto que siem-
pre ha habido diversas formas de familia, no es sino en las últimas
décadas en las que estructuras, legalidades e imaginarios se han mo-
dificado, y poblaciones con posturas encontradas se han confrontado
públicamente.
Por tanto, la ruptura del patriarcado se arraiga en los desafíos re-
lacionados con las formas de organización de la población, y también
por la modificación de las formas de parentesco que se han reconfi-
gurado ante la relación con una corporeidad resignificada y las nue-
vas tecnologías reproductivas.
Y en este ámbito quisiéramos resaltar la problemática relacionada
con la interrupción voluntaria del embarazo y la confrontación entre
las posturas opuestas. El debate sobre la despenalización del aborto
—y las violencias que ha desencadenado— representa un ámbito
nodal para la comprensión del quiebre civilizatorio, no solamente en
torno a la sexualidad, a la relación hombre-mujer, a la posición y al
imaginario de y sobre la mujer en la sociedad, sino en torno a la re-

53
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 54

MARÍA EUGENIA SÁNCHEZ Y JOSÉ DE J. LEGORRETA

configuración de la subjetividad humana. Este debate, ciertamente


complejo, está teniendo enormes consecuencias políticas, que van
más allá del tema, como se puede constatar en las campañas de
Trump o de Bolsonaro, para quienes la defensa de “la vida” ha traído
muchos dividendos. Están en juego, de manera muy compleja, los
conceptos de vida, sujeto, cuerpo, derechos. Y los debates al respecto
requieren un mayor nivel analítico.
Paralelamente a las luchas feministas, fueron surgiendo otras lu-
chas relacionadas con las diversas identidades sexo-genéricas, la de
los grupos LGBTIQ+: Lesbianas, gays, bisexuales, transgénero, in-
tersexuales, queer. Estas luchas se fueron arraigando en el enfoque
polémico de la propuesta Queer, que se orienta a desencializar cual-
quier identidad sexual o genérica, considerando las identidades se-
xuales como construcciones socioculturales. Butler (2007), quien
inicialmente fundamenta este enfoque, considera que puede enten-
derse el sexo y el género como una construcción del cuerpo y de la
subjetividad, resultado del efecto performativo de una repetición ri-
tualizada de actos que acaban naturalizándose y produciendo la ilu-
sión de una sustancia, de una esencia, y que estas asignaciones gené-
ricas y sexuales se dan en el marco de la matriz heterosexual. Por su
parte, Galindo (2014) sostiene que la propuesta Queer es política-
mente suicida, porque la agresión del patriarcado sigue estando cen-
trada en un machismo que violenta a las mujeres.
Estos debates no habrían surgido sin el avance en el conocimiento
de la sexualidad y de la subjetividad. Y aunque los debates entre tesis
biologicistas y tesis constructivistas están lejos de terminar (Fournier,
2014), hay suficientes evidencias que transforman las miradas sobre
la sexualidad y el género. Por ejemplo, la toma de conciencia de que
cada ser humano tiene cinco sexos: el genético, el anatómico, el hor-
monal, el psicológico y el social, los que no siempre coinciden o se
superponen, y que permiten variaciones en las identidades sexuales
(Dortier, 2014); la constatación de una gran diversidad de orientacio-
nes sexuales fijas o performativas, o la naturalización de situaciones
que no son naturales, sino productos sociohistóricos, que modificaron
las perspectivas sobre sexualidad y género.

54
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 55

LOS DESGARRAMIENTOS CIVILIZATORIOS: UNA MIRADA

Castells (2000b) considera que la ruptura de la heteronorma es lo


que más problematiza al patriarcado. Y los conflictos en diferentes
latitudes por los matrimonios igualitarios, por ejemplo, muestran las
tensiones que esa realidad contiene.
El resquebrajamiento del patriarcado es un desgarramiento civili-
zatorio de gran envergadura, al cuestionar identidades sexuales, cír-
culos de intimidad y formas de reproducción de la vida que subyacen
a las instituciones de larga duración que han regulado la vida de las
poblaciones, lo que explica —tal vez— la polarización tan intensa
que ha detonado. Si se toma en cuenta lo que plantea Memmi (1968)
sobre la dinámica compleja que se desencadena cuando se rompe la
simbiosis en la relación entre dominador y dominado, surge la pre-
gunta de si el aumento de los feminicidios no tiene que ver con la
forma en que se está resquebrajando la identidad masculina históri-
camente construida.
Probablemente, desde el punto de vista civilizatorio, este desga-
rramiento sea medular en la comprensión de las dinámicas actuales.
En la deconstrucción del patriarcado está implícito el cuestiona-
miento de las subjetividades que sostienen dicho régimen, las que a
su vez están en la base de las construcciones institucionales.

El desgarramiento de los mapas cognitivos y emocionales que daban


certezas frente a una incertidumbre que dificulta el procesamiento
de las experiencias vitales.

El trastocamiento de las coordenadas espacio-temporales, y con ello


la ruptura de los referentes culturales en los que se había anclado la
“identidad” humana —la familia, el Estado, las religiones, la cien-
cia—, resquebrajó los llamados metarrelatos. Para Lyotard (1979),
los metarrelatos, concepto acuñado por él, haciendo alusión a las na-
rrativas totalizadoras, universalistas, que de alguna manera contenían
un sentido unitario de la Historia y una explicación abarcadora de la
realidad, se rompen con la entrada en la “posmodernidad”.
Estas narrativas políticas y religiosas que dieron sentido y legiti-
maron a las sociedades occidentales en los últimos siglos —el libe-

55
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 56

MARÍA EUGENIA SÁNCHEZ Y JOSÉ DE J. LEGORRETA

ralismo, el socialismo, y desde antes, el cristianismo— han ido per-


diendo su credibilidad, cuestión que ocurre también con las institu-
ciones que los sostenían, llámense partidos políticos, gobiernos, igle-
sias o universidades, desembocando en un sentimiento de vacío
existencial muy extendido.
La domesticación del tiempo y del espacio —su organización y
simbolización— es el acto humano por excelencia, según Leroi-
Gourhan (1965). La identidad es un proceso de ubicación en el
tiempo y en el espacio (ubicación cognitiva, emocional y simbólica),
que permite el procesamiento de las experiencias (Sánchez, 2012).
La potente reconfiguración socio-espacial contemporánea rompió
los mapas cognitivos y emocionales que permitían procesar esas ex-
periencias vitales y encontrar una ruta por la cual transitar.

Los impactos de esta fase ‘sin nombre’, por su carácter caótico, son
diferentes según los individuos estén ‘arriba’ o “’abajo’, ‘adentro’ o
‘afuera’ de las estructuras trasnacionales o nacionales; según expe-
rimenten de manera más cercana o lejana las amenazas de la posible
catástrofe planetaria; según predominen en sus ambientes el desa-
liento o la esperanza (Almeida y Sánchez, 2014, p. 217).

“Para la mayoría de la gente común —y para quienes llevan vidas de


pobreza, exclusión, desplazamiento, violencia y represión— el fu-
turo se presenta a menudo como un lujo, una pesadilla, una duda o
una posibilidad en disminución”. Se trata de aquellas poblaciones
para quienes “la rutina diaria exige un milagro de cooperación”, y
para quienes la vida “se vive cada vez más bajo el signo de la excep-
ción” (Appadurai, 2017, p. 115). “Esta realidad es la “del 50% de la
población mundial, según todas las mediciones” (Appadurai, 2017,
p. 394).
Una especie de angustia existencial aparece en los diferentes es-
tratos sociales. De la Fuente (2012) analiza el impacto que la llamada
globalización ha tenido en la salud mental. Los problemas de salud
mental, según el autor, han aumentado a escala global: psicosis, de-
mencias, angustia, depresión, suicidios e intentos de suicidio. Son

56
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 57

LOS DESGARRAMIENTOS CIVILIZATORIOS: UNA MIRADA

relevantes los trastornos asociados a la alimentación y a la imagen


corporal, al uso compulsivo de las computadoras y los teléfonos ce-
lulares, y los trastornos propios de las migraciones.
Por otra parte, como reacción a esta incertidumbre, van apare-
ciendo otras narrativas fundamentalistas, más locales o regionales,
que se orientan a llenar esos vacíos existenciales. Esta búsqueda de
sentido, aunada a intereses geopolíticos, ha entrelazado nuevas y
viejas identidades religiosas y políticas, dando lugar a polarizaciones
sumamente violentas. Nuevas violencias relacionadas con el renacer
de los racismos y la xenofobia.

Al exacerbarse la incertidumbre se generan nuevos incentivos para


la purificación cultural […]. Esto nos recuerda que la violencia en
gran escala no es sólo el producto de identidades antagónicas, sino
que la violencia en sí misma es una de las maneras en que se produce
la ilusión de identidades fijas y cargadas, en parte para aquietar las
incertidumbres sobre la identidad que producen invariablemente los
flujos globales (Appadurai, 2017, p. 124).

Bernstein (2006) sostiene que estamos presenciando un choque de


mentalidades que no sólo no distingue lo religioso de lo secular, sino
que los atraviesa. Y en la actualidad, ese choque de mentalidades
está poniendo en juego nuestra forma de pensar y actuar, y de cómo
lo haremos en el futuro. La observación que el autor hace de los nue-
vos discursos sobre el bien y el mal que dividen al mundo según una
“dicotomía simplista y absoluta, muestra cómo esos discursos cons-
tituyen un obstáculo central para desarrollar prácticas y hábitos crí-
ticos y flexibles que puedan ayudarnos a lidiar con contingencias
inesperadas” (p. 69).
Bernstein (2006) recuerda que Dewey entendía “que en los perío-
dos de gran incertidumbre, ansiedad y miedo, hay una necesidad im-
periosa de certeza y absolutos morales” (p. 51). La reflexión de
Bernstein plantea, además, cómo en la política y en la religión se
han manipulado los miedos y se han construido “enemigos” nebulo-
sos y confusos. El miedo y la impotencia para enfrentar las amenazas

57
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 58

MARÍA EUGENIA SÁNCHEZ Y JOSÉ DE J. LEGORRETA

múltiples, en muchas ocasiones parecen estar desembocando en in-


diferencia y en cinismo, y en otras, en nuevas formas de “producción
de la violencia” (Appadurai, 2017).

Hay numerosas formas en que la violencia puede parecer produc-


tiva, si bien de manera perniciosa. Produce escenarios efectivos de
identificación, nuevos estímulos para la participación social y nue-
vos sentidos de colectividad social; renueva los lazos sociales (Ap-
padurai, 2017, p. 140).

La reconfiguración del fenómeno religioso merece especial atención.


Castells (2000b) señala que en la búsqueda de construcción o re-
construcción de identidades emergen cuatro espacios privilegiados:
la nación, las identidades locales, la tierra y la naturaleza, y la reli-
gión. Este último espacio ha adquirido una nueva visibilidad.
En la segunda mitad del siglo XX se detonaron diversos funda-
mentalismos religiosos. Contrariamente a lo que se suele pensar,
esos fundamentalismos, más que un renacer de un fenómeno arcaico,
han sido una respuesta emocional y política a la globalización. Son
una mezcla de reformulación de tradiciones antiguas, de absolutiza-
ción de textos, o de “ethnical revival”. Trascienden fronteras nacio-
nales y radicalizan negativamente “la otredad”. Sus consecuencias
políticas se hacen visibles en todas las latitudes. En Estados Unidos
y en América Latina los movimientos evangélicos están sustentando
el poder de presidentes como Trump o Bolsonaro, y el catolicismo
fundamentalista tiene hoy a su representante en Jeanine Añez en Bo-
livia. En el Medio Oriente, el llamado Estado Islámico ha sido parti-
cularmente significativo. Irán ha reforzado su carácter teocrático, y
Arabia Saudita refuerza, por intereses múltiples, el fundamentalismo
sunita.
Lehman (1998) sostiene que todo esto no puede ser explicado so-
lamente por factores estructurales porque

estos fenómenos se pueden encontrar en contextos culturales muy


distintos y en niveles económicos también muy diferentes. Por tanto,

58
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 59

LOS DESGARRAMIENTOS CIVILIZATORIOS: UNA MIRADA

la explicación ha de recurrir también a la utilización de los modernos


métodos de organización y marketing, así como a la utilización de
estrategias para llegar a determinados grupos sociales (p. 114).

Por otra parte, este autor enfatiza que “el control de la sexualidad fe-
menina ha parecido ser una característica importante de todos los
fundamentalismos” (p. 114), y esta constatación nos remite al desga-
rramiento entre la defensa del patriarcado frente a la lucha por la
igualdad de género.
Pero no son solamente los nuevos fundamentalismos las formas
novedosas en que se ubica la religión ante la dislocación de símbolos
e identidades. Hervieu-Léger (2002) plantea que la problematización
de las evidencias éticas y de la relación con el mundo que las religio-
nes modelaron durante siglos, confrontan a las religiones con un
“hecho cultural radicalmente nuevo”, en el que se generalizan fenó-
menos como “creer sin pertenecer” y “pertenecer sin creer”. En el
primer caso se trata del alejamiento de la religión como asunto insti-
tucional, sea para una individualización de la creencia o para su ex-
periencia variada en pequeñas comunidades vitales cuasi-invisibles,
lo mismo en el cristianismo que en el islam o en las religiones orien-
tales. En el segundo caso se trata de la pertenencia cultural a las tra-
diciones de una religión histórica, pero sin que a este apego corres-
ponda ninguna creencia ni en Dios ni en ninguna trascendencia
teológica. Un caso emblemático, pero no el único, es el de gran parte
del pueblo judío.
La ruptura de los mapas cognitivos y emocionales que daban cer-
tezas desembocan en tendencias contradictorias: desde una cultura
del cinismo hasta diferentes formas de fundamentalismos religiosos,
ambos con sus componentes de violencia. Por otra parte, esta ruptura
también da lugar a la emergencia de búsquedas y espiritualidades
profundas (Gonella, 2011), y de procesos solidarios y combativos
inmersos en las incertidumbres.

59
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 60

MARÍA EUGENIA SÁNCHEZ Y JOSÉ DE J. LEGORRETA

Regulaciones institucionales desestructuradas

La dimensión material de la realidad expresada en territorios y cor-


poreidades, y la dimensión simbólica de la misma visibilizada en
identidades y referentes culturales, establecen una relación interac-
tuante entre ellas y la desestabilización de las instituciones político-
regulatorias de las que habla este apartado. Señalamos un desgarra-
miento:

El desgarramiento de los andamiajes normativos que regulaban la


convivencia frente a nuevas formas de coexistencia o de violencia
que los hacen inefectivos.

Las instituciones que regulaban la convivencia social a través de


cosmovisiones, andamiajes jurídicos, y usos y costumbres sociales
—como han sido la familia patriarcal heteronormada, el Estado-na-
ción, el sindicalismo o el corporativismo clientelar, las instituciones
religiosas o la empresa local— se trastocaron. Se diluyeron las na-
rrativas que les daban sustento, y los arreglos jurídicos que las nor-
maban fueron rebasados por las nuevas realidades.
Andamiajes internacionales que habían adquirido cierta estabili-
dad, más allá de su eficacia real o de su perversidad, están en crisis.
Los acuerdos de Bretton Woods, la OTAN o la ONU, y nuevas con-
figuraciones como la Unión Europea, que anunciaban una orienta-
ción mundial multiestatal, empiezan a resquebrajarse. El BRICS,
que despertó diferentes expectativas, se fue debilitando.
El Estado-nación, institución reguladora central de la modernidad,
todavía en la década de los ochenta del siglo XX lograba regular los
antagonismos de clase característicos de las sociedades industriales,
y buscaba, a través de diversas formas del llamado Estado de Bie-
nestar, incluir a la mayor cantidad posible de ciudadanos al llamado
“desarrollo”. Pero a partir del fin de la Guerra Fría, la nueva geogra-
fía del poder reconfiguró los Estados, desembocando en dinámicas
políticas expulsoras de población (Sassen, 2015). “El fin de la Guerra
Fría desencadenó una de las fases económicas más brutales de la

60
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 61

LOS DESGARRAMIENTOS CIVILIZATORIOS: UNA MIRADA

época moderna” (p. 29), en términos de concentración económica y


de expulsión social.
El Estado-nación, como se indica en otro apartado, articulaba te-
rritorio, andamiaje jurídico-político e identidad nacional, como una
unidad indisociable. Ésa fue la forma de la organización de la pobla-
ción en el escenario mundial durante un poco más de dos siglos. A
partir de la segunda mitad del siglo XX, conceptos y realidades como
soberanía, integridad territorial e identidad nacional se desestabili-
zaron de diferentes maneras. La hegemonía del capital financiero y
de las grandes trasnacionales redujeron el margen de maniobra de
los Estados, sobre todo de aquellos históricamente subordinados, y
los convirtieron, de manera más contundente, en agencias del gran
capital. El espacio público se fue privatizando y la vida privada mer-
cantilizando. El llamado Estado de Bienestar se fue desmantelando,
dejó de ser un referente político, y sobre todo, se hizo visible su ló-
gica incongruente. Los arreglos o combinaciones de estructuras del
Estado de Bienestar generaban una dinámica compleja que dotaba
de condiciones los mismo para la violación que para el acceso a los
derechos humanos. Se trataba de arreglos sociales que provocaban
desigualdad, lo que se conoce como violencia estructural (Galtung,
1985).
A partir de fines del siglo XX, las políticas públicas no sólo se
convierten en regresivas respecto a los derechos humanos, sino en
abiertamente amenazadoras de la ciudadanía, “vivimos en socieda-
des que son políticamente democráticas y socialmente fascistas”
(Santos, 2016, p. 47). Santos denuncia que hoy en día se usa la na-
rrativa de los derechos humanos para destruirlos, la defensa de la
vida para destruirla, la reivindicación de la democracia para des-
truirla. Las formas de poder nunca se disfrazaron tan bien de su con-
trario, como ocurre en el presente.
Hablar de la desestructuración del Estado liberal es hacer visibles
las formas coloniales de su conformación y los ámbitos de “estados
de excepción” en los que se ha sostenido, siguiendo a Agamben
(2006). Por otra parte, se constata un escepticismo creciente en torno
a las democracias, hecho que está favoreciendo autoritarismos y vio-

61
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 62

MARÍA EUGENIA SÁNCHEZ Y JOSÉ DE J. LEGORRETA

lencias de diferente cuño, discursos legitimadores de masacres —


como es el de la lucha contra el terrorismo—, y sofisticadas formas
de vigilancia que no buscan proteger a la población sino controlarla.
Kalumlambi (2003, p. 159) plantea que “Las guerras africanas de
hoy día pueden considerarse como la manifestación de la crisis del
Estado-nación, en tanto que formación social y política”.
Dusso (2015) señala —en sus investigaciones sobre la genealogía
e historia de los conceptos políticos— el carácter aporético de los
conceptos modernos en torno a la visión del Estado. Son los concep-
tos modernos de individuo, igualdad y libertad, y de manera central
este último, los que llevan a la construcción de la soberanía del Es-
tado como un constructo racional y universal. Ese sujeto político co-
lectivo, unitario, es “autorizado” y legitimado por la voluntad de los
individuos a través de los mecanismos de representación, meca-
nismo de mediación entre los individuos y el poder. El autor analiza
cómo la construcción de ese Estado soberano —como sujeto colec-
tivo de carácter incuestionable— es lo que hace que lo sujetos indi-
vidualizados pierdan, de hecho, su dimensión política. La soberanía
estatal se sustenta en la voluntad libre de los ciudadanos, pero de
ciudadanos abstraídos de sus relaciones concretas, y al ser mediada
por la representación, lo que resulta es justamente la despolitización
del ciudadano. Considera que ciertamente hay que repensar la de-
mocracia, pero que el concepto de democracia directa no resuelve el
problema.

Es así como de este límite de la racionalidad formal de la democra-


cia nace el continuo recurrir a la temática de la governance. Pero si
la relación representativa es formal, entonces también lo es el con-
cepto de democracia directa. […]. Ello no sorprende si se piensa
cómo la democracia representativa y directa es una declinación de
la soberanía, por lo que se encuentra en el mismo horizonte concep-
tual. El debate político actual parece estancarse en las dos caras de
la democracia, por lo cual no vislumbra una salida de la crisis polí-
tica que caracteriza el presente (p. 42).

62
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 63

LOS DESGARRAMIENTOS CIVILIZATORIOS: UNA MIRADA

El análisis conceptual de Dusso (2015) es iluminador en cuanto a


que pone en tela de juicio una subjetividad, la de la modernidad y su
relación con la construcción política. Algo que el autor no menciona,
pero que puede inferirse, es que el concepto de ciudadano tiene,
como ya se dijo, un anclaje sexista, clasista y racista, y que es dicho
concepto, aparentemente igualitario y neutral, separado de sus rela-
ciones sociales, el que legitima un Estado soberano incuestionable.
Así, ese Estado es incapaz de asumir la diferencia; sólo la refuncio-
naliza o la expulsa, como es la situación de los movimientos étnicos,
feministas y de diversidad sexual, en el primer caso, y en el segundo,
la situación de los migrantes.
En el primer caso, las nuevas subjetividades étnico-culturales y
de diversidad sexual problematizan el concepto de ciudadanía que
subyace al Estado. El Estado se resiste a una pluri-nacionalidad que
iguale indígenas con criollos y mestizos, como en el caso de Bolivia,
o al reconocimiento político de la diversidad sexual, porque son nue-
vas formas de convivencia que agrietan sus cimientos. Muchos de
los nuevos movimientos sociales, especialmente de poblaciones in-
dígenas, no sólo confrontan al Estado liberal, sino que no son en ab-
soluto estadocéntricos, ni en su horizonte, ni en sus vinculaciones, ni
en su lógica, ni en su organización (Zibechi y Hardt, 2013).
En el segundo caso, la migración, fenómeno de expulsión o de
desplazamiento forzado de la población por situaciones de extrema
pobreza/desigualdad, de violencia estatal y social, y de desastres am-
bientales, ha detonado la configuración de nuevas subjetividades
colectivas de carácter trasnacional, que viven procesos de “desciu-
dadanización” de facto.
Un Estado formal que lograba articularse a las informalidades es-
tatales o paraestatales se vio rebasado por diversas formas de resis-
tencias y de violencias.
Entre las violencias más visibles está la del crimen organizado,
que a raíz de su globalización a fines del siglo XX, y de su vincula-
ción creciente con la economía formal, ha capturado, en casos como
el de México, ámbitos estatales significativos, y en ocasiones, ha
sido el mismo Estado el precursor, gestor, propulsor y copartícipe de

63
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 64

MARÍA EUGENIA SÁNCHEZ Y JOSÉ DE J. LEGORRETA

estos fenómenos. Los cárteles de la droga, de trata de personas, de


robo de combustible y de otros bienes sociales, no sólo han rebasado
a las por sí poco confiables instituciones de procuración de justicia,
sino que han logrado reforzarse a través de su complicidad con por-
ciones del Estado y con corporaciones transnacionales, controlando
amplios territorios.
Por otra parte, como se puede constatar en los últimos años, el
fracaso de la globalización para cumplir las promesas “globalizadas”
de un desarrollo y bienestar para todas las poblaciones, está alimen-
tando un regreso a nuevas formas de nacionalismos autoritarios y ra-
cistas como en EUA, en Brasil, o el caso del BREXIT, y a una re-
configuración del “orden” mundial de impredecibles consecuencias.
Estamos ante el desgarramiento de un orden civilizatorio de largo
aliento, que se expresa también en otras instituciones. Es el caso de
la familia y de las nuevas formas de reproducción de la vida que han
rebasado las legislaciones y los códigos éticos existentes.
Es el caso de las nuevas tecnologías digitales que están permi-
tiendo un control inédito de la privacidad e intimidad de las personas,
y para las que ni las leyes, ni las conciencias, ni los imaginarios es-
taban preparados.
Esta desestructuración de las instituciones ha provocado no sola-
mente dificultades legales, sino como se decía en apartados anterio-
res, la desestabilización de los sentimientos de pertenencia y de la
certidumbre de las prácticas individuales y colectivas.
La relación entre territorios y corporeidades resquebrajados, sím-
bolos e identidades dislocados, e instituciones regulatorias deses-
tructuradas, expresan la erosión del entramado material, cultural y
político-regulatorio de la sociedad.

Reflexiones finales
¿Presentes dignos ante el horror y la incertidumbre?
El trastocamiento acelerado de los entramados estructurales y de los
imaginarios sociales de larga duración histórica, y de las coordena-
das espacio-temporales que acotaban la experiencia humana, dislo-

64
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 65

LOS DESGARRAMIENTOS CIVILIZATORIOS: UNA MIRADA

caron —para bien y para mal— territorios y corporeidades, símbolos


e identidades, regulaciones e institucionalidades. El constructo civi-
lizatorio moderno/colonial se está resquebrajando. Ante la fosa co-
mún, lugar desde el que se proyecta la dinámica societal contempo-
ránea, habrá que preguntarse nuevamente qué clase de comunidad,
qué clase de sociedad somos ante esa oquedad doliente (Aguirre,
2016). Habrá que hacer eco a la inquietud de Appadurai (2017) y su-
mergirse en el núcleo de la obscuridad para lograr construir una mi-
rada otra y enfrentar digna y solidariamente la situación actual. Será
necesario tomar en cuenta la provocación de Sassen (2015) de de-
construir las categorías familiares de análisis y detectar tendencias
subterráneas para elucidar cómo gestionarlas. Este trabajo es un in-
tento y una búsqueda con esa orientación.
Hemos evitado ser prescriptivos, porque los atisbos de otros hori-
zontes posibles, la emergencia de nuevas socialidades y prácticas
que en el texto hemos esbozado, no permiten hacerlo. Y se corre el
riesgo de seguir ocultando las entrañas de las rupturas que vive la
humanidad, rupturas que nos interpelan cognitiva, emocional y prác-
ticamente, y que nos impulsan a detonar nuevas formas de lucha po-
lítica. Se corre el riesgo también de reeditar posturas de tonalidad
mesiánica de las que nos distanciamos.
Sin embargo, hemos señalado que los desgarramientos civilizato-
rios se caracterizan por la desnaturalización de relaciones e imagina-
rios históricos consolidados, como son la lógica del progreso, la re-
lación sociedad-naturaleza, la superioridad del hombre sobre la
mujer, por ejemplo, y creemos que esa desnaturalización contiene
un potencial vivificador.
Ante el horror y la incertidumbre, las miradas y las herramientas
analíticas que hemos propuesto pueden ser útiles para detectar los
huecos benéficos de los Desgarramientos Civilizatorios, y tal vez
potenciar la construcción de “presentes dignos” (Sánchez, 2016) y
de peregrinajes solidarios a contra corriente, sin dejar de luchar, y
desde donde resistir y celebrar la vida.

65
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 66

MARÍA EUGENIA SÁNCHEZ Y JOSÉ DE J. LEGORRETA

Referencias

Agamben, G. (2006) Homo sacer I. El poder soberano y la nuda vida. Valencia,


Pre-Textos.
Aguirre, A. (2016) Nuestro Espacio Doliente. Reiteraciones para pensar en el
México Contemporáneo. Atizapán (Estado de México), Afinita Editorial.
Alcañiz, M. (2008) “Cambios demográficos en la sociedad global”. Papeles de
población, 14, No. 57, pp, 227-255.
Almeida, E.; Sánchez, M. E. (2014) Comunidad: Interacción, conflicto y utopía.
La construcción del tejido social. Puebla de los Ángeles, UIA Puebla-
BUAP-ITESO.
Altvater, E. (2014) “El Capital y el Capitaloceno”. Mundo Siglo XXI, 9, No. 33,
pp. 5-15.
Appadurai, A. (2017) El futuro como hecho cultural. Ciudad de México, Fondo de
Cultura Económica.
____________ (2007) El rechazo de las minorías. Ensayo sobre la geografía de
la furia. Barcelona, Tusquets.
Augé, M. (2018) El porvenir de los terrícolas. El fin de la prehistoria de la huma-
nidad como sociedad planetaria. Barcelona, Gedisa.
Azria, R.; Bastenier, A.; Bobineau, O. et al. (2002) Croyances religieuses, morales
et éthiques dans le processus de construction européenne. Paris, Commis-
sariat Général du Plan Institut Universitaire de Florence.
Basset, L. (2004) Le pardon originel. De l’abîme du mal au pouvoir de pardonner.
Ginebra, Labor et Fides.
Bauman, Z. (2006) Modernidad y Holocausto. Madrid, Sequitur.
__________ (2005) Vidas desperdiciadas. La modernidad y sus parias. Barcelona,
Paidós.
Bautista, E.; Garza, M.; Matamoros, F.; Galilea, A. (eds.) (2016) Oaxaca 2006-
016. Antagonismo, subjetividades y esperanza. Ciudad de México, Mapo-
rrua-UABJ.
Benhabib, S. (1986) Critique, Norm and Utopia. A Study of the Foundations of
Critical Theory. Nueva York, Columbia University Press.
Bernstein, R. (2006) El abuso del mal. La corrupción de la política y la religión
desde el 11/9. Buenos Aires, Katz Editores.

66
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 67

LOS DESGARRAMIENTOS CIVILIZATORIOS: UNA MIRADA

Berry, T. (2013) “The Determining Features of the Ecozoic Era”. The Ecozoic, 3,
pp. 4-6.
Butler, J. (2007) El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identi-
dad. Barcelona, Paidós.
Cardona, D.; Peláez, E. (2012) “Envejecimiento poblacional en el siglo XXI: opor-
tunidades, retos y preocupaciones”. Salud Uninorte, 28, No. 2, pp. 335-
348.
Castells, M. (2000a) La Era de la Información. Vol. I. La Sociedad Red. Ciudad de
México, Siglo XXI Editores.
__________ (2000b). La Era de la Información. Vol. II. El Poder de la Identidad.
Ciudad de México, Siglo XXI Editores.
Castro-Gómez, S.; Grosfoguel, R. (eds.) (2007) El giro decolonial. Reflexiones
para una diversidad epistémica más allá del capitalismo global. Bogotá,
Siglo del Hombre Editores.
Collier, J. (1999) “Liberalismos y racismo: dos caras de una misma moneda”. Di-
mensión Antropológica, 15, pp. 11-26.
Comisión Mundial del Medio Ambiente y del Desarrollo (1988) Nuestro Futuro
Común. Madrid, Alianza.
Department of Economic and Social Affairs, Population Division (2006) Popula-
tion Ageing. New York, United Nations.
Dussel, E. (2007) Política de la liberación: historia mundial y crítica. Madrid,
Trotta.
Dusso, G. (2015) “Conceptos políticos y realidad en la época moderna”. Historia
y Grafía, 22, No. 44, pp. 17-46.
Echeverría, B. (1998) La modernidad de lo barroco. Ciudad de México, Era.
Equihua, M.; Hernández, A.; Pérez, O.: Benítez, G.; Ibáñez, S. (2015) “Cambio
global: El Antropoceno”. Ciencia Ergo Sum, 23, No. 1, pp. 67-75.
Ehrlich, P.; Ehrlich, A. (1993) La explosión demográfica. El principal problema
ecológico. Barcelona, Salvat.
Escalante, N. (2019) Los factores desincriminantes y atenuantes del aborto indu-
cido en México y la configuración de una imagen biologizada y naturali-
zada de la mujer. Tesis de doctorado. Manuscrito inédito. BUAP.
EZLN (2016) El Pensamiento Crítico frente a la Hidra Capitalista. Participacio-
nes de la Comisión Sexta del EZLN. Vols. I, II y III. San Cristóbal de las
Casas, Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

67
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 68

MARÍA EUGENIA SÁNCHEZ Y JOSÉ DE J. LEGORRETA

Fanon, F. (1952) Peau noire, masques blancs. Paris, Editions du Seuil,


Federici, S. (2010) Calibán y la Bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria.
Madrid, Traficantes de Sueños.
Fernández, R.; González, L. (2018) En la espiral de la energía: Colapso del capi-
talismo global y civilizatorio. Volumen II. Madrid, Editorial de Ecologistas
en Acción.
Fournier, M. (2014) Masculin-Feminin, Pluriel. Paris, Sciences Humaines Edi-
tions.
Fraser, N. (1997) Iustitia Interrupta: Reflexiones críticas desde la posición pos-
tsocialista. Santa Fé de Bogota, Siglo de Hombre Editores.
Fuente de la, J. R. (2012) “Impactos de la Globalización en la Salud Mental”. Ga-
ceta Médica de México, 148, pp. 586-90.
Fuentes, A. (2020). Comunicación personal.
Galindo, M. R, (2014) Feminismo urgente. A despatriarcar. Buenos Aires, La-
vaca.
Galtung, J. (1985) Sobre la paz. Barcelona, Fontanamara.
Garcés, M. (2013) Un mundo común. Barcelona, Bellatierra.
Gómez, J.; Sánchez, M. E. (2012) La ideología mestizante, el guadalupanismo y
sus repercusiones sociales. Una revisión crítica de la identidad nacional.
Puebla de los Ángeles, UIA Puebla-BUAP.
Gonella, G. (2011) El perfume del viento en el desierto. Siguiendo las huellas de
Dios, entre soledad y cercanía. Ciudad de México, Buena Prensa.
Grosfoguel, R. (2016) “Caos sistémico, crisis civilizatoria y proyectos descolo-
niales: pensar más allá del proceso civilizatorio de la modernidad/colonia-
lidad”. Tabula Rasa, 25, pp. 153-174.
Kalumlambi, M. (2003) “Guerras, normalizaciones, crisis del Estado-nación en
África Subsahariana”. Nómadas, 19, pp. 152-167.
Kymlicka, W. (1996) Ciudadanía multicultural. Buenos Aires, Paidós.
Lander, E. (comp.) (2000) La colonialidad del saber: Eurocentrismo y Ciencias
Sociales. Buenos Aires, CLACSO-UNESCO.
Lehmann, D. (1998) “Fundamentalismo y globalismo”. Third World Quarterly,
19, No. 4, pp. 607-634.
Leroi-Gourhan, A. (1965) Le geste et la Parole. Paris, Albin Michel, vol. 2.

68
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 69

LOS DESGARRAMIENTOS CIVILIZATORIOS: UNA MIRADA

Leyva, X.; Alonso, J.; Hernández, A.; Escobar, A.; Köhler, A. et al. (2015) Prácti-
cas de conocimiento(s). Entre crisis, entre guerras. San Cristóbal de las
Casas, Cooperativa Editorial Retos, vols. I, II y III.
López, F. (ed.) (1998) Los Retos de la Globalización. Ensayos en homenaje a
Theotonio Dos Santos. Caracas, UNESCO.
Lyotard, J, F. (1979) La condition post-moderne. Paris, Editions de Minuit.
Maíz, R. (ed.) (2009) Teorías Políticas Contemporáneas. Valencia, Tirant lo
Blanch.
Martínez, J. (2002) Comunalidad y Autonomía. Guelatao de Juárez (Oaxaca), Fun-
dación Comunalidad.
Martínez, O. M. (2007) Saber, poder y basura. La imposibilidad de resolver el
problema de la basura en el contexto del capitalismo. Puebla de los Ánge-
les, BUAP.
Mandoki, K. (2007) La construcción estética del Estado y la identidad nacional.
Ciudad de México, Siglo XXI Editores-Conaculta, Fonca.
Mbembe, A. (2016) Crítica de la razón negra. Ensayo sobre el racismo contem-
poráneo. Barcelona, Futuro Anterior Ediciones, Nuevos Emprendimientos
Editoriales.
Memmi, A. (1968) L’Homme Dominé. Paris, Gallimard.
Millán, M. (ed.) (2014) Más allá del feminismo: Caminos para andar. Ciudad de
México, Red de Feminismos Descoloniales.
Minow, M. (1990) Making All the Difference: Inclusion, Exclusion, and American
Law. Ithaca (New York), Cornell University Press
Morin, E. (2011) La vía para el futuro de la humanidad. Barcelona, Paidós.
Mwayila, T. (1995) “El África negra y la herencia revolucionaria del Estado-na-
ción”. África América Latina. Cuadernos, No. 20, pp. 33-44.
Ortega, J. D. (2011) Toynbee revisado. El Estudio de la Historia y el futuro de Oc-
cidente. Madrid, Universidad Abat Oliba.
PISOR. Grupo de investigación (2018) Movimientos sociales, resistencias y uni-
versidad, Sobre la incidencia social del conocimiento. Ciudad de México,
Gedisa.
Sachs, W. (1992) The Development. Dictionary. A guide to knowledge as power.
London, ZedBooks.
Sánchez, M. E. (2016) “Pensamiento crítico e identidad nacional”. En El Pensa-
miento Crítico frente a la Hidra Capitalista. Participaciones de la Comi-

69
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 70

MARÍA EUGENIA SÁNCHEZ Y JOSÉ DE J. LEGORRETA

sión Sexta del EZLN. Vol. II. San Cristóbal de las Casas, Ejército Zapatista
de Liberación Nacional (EZLN), pp. 99-106.
_____________(2015) “Abyayala: el despojo, el racismo y los desafíos civilizato-
rios”. Eureka, 12(M), pp. 27–47.
Sánchez, M. E.; Hernández, L. (2012) Como las mariposas monarca. Migración,
identidad y métodos biográficos. Puebla de los Ángeles, UIA Puebla.
Sánchez, M. E.; Almeida, E. (2005) Las Veredas de la Incertidumbre. Relaciones
interculturales y supervivencia digna. Puebla de los Ángeles, UIA Puebla-
UASLP-UAS-UV-UJAT-ELPAC-COLPUE-CNEIP.
Santos, B. S. (2009) Una epistemología del sur. Buenos Aires, CLACSO-Siglo
XXI Editores.
Sartorello, S. (2020) Comunicación personal.
Sartorello S.; Perales, C. (2020) Una aproximación epistemológica desde el Sur
para el estudio de socialidades, tejidos sociales y entramados comunitarios
emergentes. Manuscrito inédito. Ciudad de México, Sistema Universitario
Jesuita.
Sartori, G. (2001) La sociedad multiétnica. Pluralismo, multiculturalismo y ex-
tranjeros. México, Taurus.
Sassen, S. (2015) Expulsiones: brutalidad y complejidad en la economía global.
Buenos Aires, Katz.
_________(2012) Una sociología de la globalización. Buenos Aires, Katz.
Segato, R. (2014) “Las nuevas formas de la guerra y el cuerpo de las mujeres”.
Sociedade e Estado, 29, No. 2, pp. 341-371.
Snowden, E. (2019) Vigilancia Permanente. Ciudad de México, Planeta.
Spengler, O. (2009) La Decadencia de Occidente. Madrid, Espasa.
Stolcke, V. (2018) “Las nuevas tecnologías reproductivas, la vieja paternidad”.
Papeles del CEIC, 2018, No. 2, papel 193.
Tain, L. (2005) “Les nouvelles techniques de reproduction. Nouveaux acteurs,
nouveaux enjeux”. Information Sociales, 8, No. 128, pp. 52-59.
Touraine, A. (2005) Un nouveau paradigme. Pour comprendre le monde d’au-
jourd’hui. Paris, Fayard.
Vicente, L. (2004) “¿Movimientos sociales en la Red? Los hacktivistas”. El Coti-
diano, 20, No. 126.
Viveiro, E. (1998) “Cosmological Deixis and Amerindian Perspectivism”. The
Journal of the Royal Anthropological Institute, 4, No. 3, pp. 469-488.

70
03_ug.qxp_Layout 1 16.08.21 13:30 Seite 71

LOS DESGARRAMIENTOS CIVILIZATORIOS: UNA MIRADA

Wieviorka, M. (2012) “Multiculturalism. A concept to be redefined and certainly


not replaced by the extremely vague term of interculturalism”. Journal of
Intercultural Studies, 33, No. 2, pp. 225-231.
____________ (2009) El racismo: una introducción. Barcelona, Gedisa.
Wallerstein, I. (2005) Análisis de sistemas-mundo. Una introducción. Ciudad de
México, Siglo XXI Editores.
Zibechi. R.; Hardt, M. (2013) Preservar y compartir. Bienes comunes y movimien-
tos sociales. Buenos Aires, Mardulce.

71

También podría gustarte