Está en la página 1de 3

TEMA 8. ABSOLUTISMO FRENTE A LIBERALISMO.

EVOLUCIÓN POLÍTICA DEL REINADO DE

FERNANDO VII.

INTRODUCCIÓN

Durante el reinado de Fernando VII (1814-1833) España, como toda Europa, se debate entre el
absolutismo y el liberalismo. Durante la Guerra de Independencia las cortes de Cádiz habían redactado la
Constitución de 1812 y aprobado una serie de decretos para sentar las bases de una sociedad liberal. El
regreso de Fernando VII supone la supresión de la Constitución y la vuelta al absolutismo. La primera
etapa del reinado fue absolutista (1814-1820 ), la segunda liberal ( 1820-1823 ) y la última absolutista.
España sufrió además una grave crisis económica y la pérdida de las colonias americanas excepto Cuba,
Puerto Rico y Filipinas.

DESARROLLO

1. La restauración del absolutismo (1814 – 1820)


Cuando Fernando VII regresó a España en marzo de 1814, no cumplió sus promesas de acatamiento del
régimen constitucional. Debido a las peticiones de los absolutistas, formuladas en el Manifiesto de los
Persas, procedió al restablecimiento del Antiguo Régimen. Tras su llegada a Madrid declaró nula la
Constitución y los decretos de Cádiz e inició la persecución de liberales y afrancesados, que fueron
detenidos y ejecutados o huyeron al exilio.
En los meses siguientes el rey procedió a la restauración de las antiguas instituciones y del régimen
señorial en un contexto internacional de restauración del absolutismo, actuando como si fuese posible
volver a la situación anterior a 1808. Rehusó emprender reformas y no se tomaron medidas ni para
reconstruir la sociedad de posguerra, ni para sanear la Hacienda y hacer frente a la deuda. Además, el
estallido de movimientos de emancipación de las colonias exigió recursos extraordinarios para hacerle
frente e interrumpió los flujos monetarios que llegaban de América.
Los gobiernos se mostraron incapaces de solucionar los problemas, si bien diversos ministros de
Hacienda plantaron reformas fiscales que tenían un punto común: la necesidad de que los privilegios
contribuyesen al fisco pagando determinadas contribuciones. Pero el rey no las aceptó y se negó a
aprobar medidas que alterasen las normas tradicionales.
Desde 1814 se produjeron diversos pronunciamientos encabezados por mandos liberales (Min, Porlier,
Lazy…) que fracasaron y a los cuales la monarquía respondió con una fuerte represión.

2. El trienio liberal (1820-1823).


El 1 de enero de 1820 triunfó un pronunciamiento a favor de la Constitución . Lo encabezó el coronel
Rafael de Riego, al frente de una compañía de soldados acantonados en Cabezas de San Juan (Sevilla),
que habían de embarcar para ir a combatir en las colonias americanas. La pasividad del ejército real y la
acción de los liberales en las ciudades obligaron al rey a aceptar la Constitución de 1812. Se formó un
nuevo gobierno que proclamó una amnistía que permitió el regreso de liberales y afrancesados y convocó
elecciones, que fueron ganadas por los liberales.
Las nuevas cortes se formaron con una mayoría de diputados liberales e iniciaron una importante obra
reformista. Una serie de leyes desarrollaron las libertades de imprenta, asociación y reunión. Se llevó a
cabo la supresión de los señoríos jurisdiccionales y mayorazgos, lo que permitió liquidar el feudalismo en
el campo. La tierra se convirtió en mercancía, lo que favoreció las relaciones de tipo capitalista entre
propietarios y campesinos
Además, se aprobó una reforma eclesiástica, que suprimía los conventos y secularizaba a los frailes. Se
llevó a cabo una desamortización de tierras del clero regular, que pasaron al Estado y fueron vendidas a
particulares en subastas públicas. Así se pretendía limitar el poder de la Iglesia, conseguir recursos para la
Hacienda pública y potenciar la producción agraria. Otra reforma importante fue la del sistema fiscal para
aumentar los recursos del Estado y la disminución del diezmo que cobraba la Iglesia. Se eliminaron los
gremios y se aprobó la libertad de industria y de circulación de mercancías, lo que favoreció el desarrollo
de la burguesía comerciante e industrial.
Para mantener el orden público y defender el régimen constitucional, se instauró la Milicia Nacional, un
cuerpo de ciudadanos armados formado por clases medias urbanas. También se procedió a una nueva
división del territorio en provincias y a organizar los nuevos ayuntamientos y diputaciones por medio de
sufragio. Así mismo se promulgó un primer Código Penal (1822), se procedió a la reforma del ejercito
(1821) y se planteó el impulso de la educación.
Conflictos y tensiones
Las reformas suscitaron rápidamente la oposición de la monarquía y de los absolutistas. Fernando VII
había aceptado el nuevo régimen forzado por las circunstancias. Desde el primer momento paralizó las
leyes que pudo recurriendo al derecho de veto que le otorgaba la Constitución. También conspiró contra el
gobierno, buscando recuperar su poder absoluto mediante el apoyo de las potencias absolutistas.
Asimismo, el descontento de los campesinos se tradujo en protestas y levantamientos. Las reformas del
Trienio, si bien abolían los señoríos jurisdiccionales, no incorporaban aspiraciones básicas como el acceso
a la propiedad de la tierra y una efectiva rebaja de los impuestos. La nueva realidad del pago monetario de
las rentas y de los diezmos y las nuevas contribuciones estatales agravaron su situación y los campesinos
pobres se vieron indefensos ante las nuevas relaciones capitalistas y se sumaron a la agitación antiliberal.
La nobleza tradicional y la Iglesia, perjudicadas por la supresión del diezmo y los privilegios, y por la
venta de bienes monacales, estimularos la revuelta contra los gobernantes del Trienio.
En 1822 se alzaron partidas realistas en Cataluña, Navarra, Galicia y el Maestrazgo, llegaron a dominar
amplias zonas del territorio y a establecer una regencia absolutista en la Seo de Urgel en 1823.
Finalmente, las tensiones se produjeron también entre los liberales, que se dividieron en dos tendencias:
Los moderados o doceañistas, que gobernaron hasta 1822. Eran partidarios de reformas más favorables a
las élites sociales (nobleza y burguesía propietaria), que no provocasen conflictos con el rey y estaban a
favor de la negociación política con los realistas, a los que persiguieron con poca determinación.
Por otro lado, se encontraban los exaltados, que planteaban la defensa inapelable de las libertades, el
pleno desarrollo de la Constitución y la necesidad de reformas radicales más próximas a las clases medias
y populares.
La liquidación del trienio.
La revolución liberal de España contagió a otros territorios, y alarmó a las potencias que habían formado
la Santa Alianza (Prusia, Rusia, Austria a las que se alió Francia) con el objetivo de intervenir militarmente
ante cualquier amenaza liberal.
Las demandas de ayuda de Fernando VII como “rey secuestrado por los liberales” dieron lugar a la
formación de un ejército francés, los Cien Mil Hijos de San Luis, que bajo el mando del duque de
Angulema atravesó los Pirineos en 1823 con el fin de restablecer el orden tradicional.
La resistencia del ejército liberal fue escasa.
Tras la ocupación de Madrid, se nombró un consejo de Regencia y un gobierno absoluto, que derogó las
normas y decretos promulgados durante el Trienio. Fernando recuperó su condición de monarca absorto
(octubre 1823), inició inmediatamente la persecución de los liberales e implantó un régimen de terror.

3. La década ominosa (1823-1833)


El regreso del absolutismo fue acompañado de una gran represión de la oposición (ejecución de los
liberales Antonio Torrijos y Mariana Pineda) y de un retorno al inmovilismo político, sin que el rey, por el
miedo al liberalismo, iniciase las reformas que el país requería. Además, se creó un cuerpo militar (los
voluntarios realistas) encargado directamente de la persecución del liberalismo.
Ante la gravedad de emergencia social, algunos ministros proponían la necesidad de una amnistía para
superar la situación de violencia, una reforma de la Hacienda y una Administración capaz de garantizar el
funcionamiento de la monarquía. La pérdida de colonias americanas agravó la crisis.
A partir de 1825 el rey acuciado por los problemas económicos, buscó la colaboración del sector
moderado de la burguesía y propuso un nuevo ministro de Hacienda que impulsase una reforma liberal
para recaudar más impuestos, haciendo pagar a los sectores privilegiados. Esta actitud incrementó la
desconfianza de los sectores mas tradicionales de la Corte, descontentos con el monarca porque no había
restablecido la Inquisición y no actuaba de forma más contundente contra los liberales. En 1827 los
realistas más intransigentes impulsaron alzamientos, denunciando una pretendida influencia de
revolucionarios en la Corte, que había secuestrado al rey. Algunos de ellos llegaron a lanzar consignas a
favor de su hermano Carlos.

4. El conflicto dinástico
En esta situación de conflicto y descontento con el monarca interfirió la cuestión sucesoria: Fernando
VII se casó con su sobrina María Cristina de Borbón (1829) y en 1830 nació su hija Isabel. Para poder
nombrarla su sucesora, el rey promulgó la Pragmática Sanción, norma que autorizaba la sucesión
femenina al trono, prohibida hasta entonces por la Ley Sálica. Los más conservadores consideraron ilegal
la sucesión de Isabel sosteniendo que debía recaer en Carlos María Isidro, hermano del rey y ferviente
defensor del absolutismo.

CONCLUSIÓN
El final del reinado de Fernando VII supone el principio de la construcción del Estado liberal burgués. La
consolidación de este sistema político no estuvo exento de problemas, puesto que las guerras carlistas
fueron un importante factor de desestabilización durante el siglo XIX.

También podría gustarte