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ABSOLUTISMO FRENTE A LIBERALISMO.

EVOLUCIÓN POLÍTICA DEL REINADO DE FERNANDO VII.

1.- Introducción: España entre el liberalismo de Cádiz y “el Deseado”.


La necesidad de centrar sus fuerzas en el frente ruso hará que Napoleón acelere el fin de
la guerra en España. Por el tratado de Valençay (diciembre 1813), el emperador
devuelve la corona a Fernando VII, que no regresa a España hasta marzo de 1814. En su
ausencia y desde Cádiz, se había producido una revolución política en la monarquía. La
Nación había asumido la soberanía en nombre del monarca preso y había transformado
de raíz el régimen político español al desmontar las bases políticas y sociales del
Antiguo Régimen a través de una nueva Constitución para el reino. Pero la España
liberal no se extendía más allá de los muros de Cádiz. El resto de los españoles había
luchado contra los franceses para ver restaurada la España que conocían de monarcas
absolutos, nobleza e Iglesia privilegiadas, señoríos e Inquisición. Se inicia así una
disputa entre dos proyectos políticos antagónicos, una larga transición entre el Antiguo
Régimen y la época liberal que no se resuelve por completo en el reinado de Fernando
VII, que se mueve a caballo entre ambos, sino en el de su sucesora.

2.- El reinado de Fernando VII.


Se divide en tres períodos: el Sexenio Absolutista (1814-20), Trienio Liberal (1820-23)
y Década Ominosa (1823-33).

A) Sexenio Absolutista (1814-20).


En marzo de 1814, Fernando VII a su vuelta a España no se dirigirá a Madrid, donde el
Consejo de Regencia y las Cortes le esperaban para que jurase la Constitución, sino a
Valencia donde el 4 de mayo emite un real decreto por el que suprime las Cortes, la
Constitución y toda la legislación que la acompañaba. Su golpe de estado contra la
soberanía nacional era apoyado por gran parte del ejército y los estamentos
privilegiados, que previamente habían manifestado sus mismas intenciones en el
llamado Manifiesto de los Persas. Su real decreto restauraba (como en toda Europa) el
Antiguo Régimen, con sus privilegios y señoríos, y eliminaba todas las libertades
conseguidas.
La siguiente consecuencia fue la represión contra los afrancesados y los liberales de
Cádiz, que fueron perseguidos, detenidos y llevados a juicio con sentencias de prisión,
destierro, confiscación de bienes o muerte.
Fernando VII gobernaba como monarca absoluto como si nada hubiera pasado, rodeado
de una camarilla de hombres de confianza que rechazaban cualquier reforma o cambio.
Su incapacidad para el gobierno agravó aún más la crisis heredada de la guerra: a la
persistente bancarrota estatal (12.000 millones de deuda) se unieron una profunda
crisis económica (ruina del campo, restablecimiento de las cargas señoriales y el
diezmo, hundimiento de la producción industrial, colapso del comercio con América) y
un malestar generalizado en el ejército (poco reconocido por sus esfuerzos en la pasada
guerra, mal pagado y equipado) que se negaba a ser embarcado para luchar en América
contra los independentistas.
Esta situación de profunda crisis política y económica explica el pronunciamiento en
Cabezas de San Juan (Cádiz) el 1 de enero de 1820 del comandante Riego y las tropas
que iban a ser embarcadas para América. En los meses siguientes las principales
ciudades y el pueblo se sumaron a su deseo de restablecer un nuevo régimen liberal que
desplazase el Antiguo Régimen y los obstáculos de éste al desarrollo económico:
privilegios señoriales, desigual distribución del régimen de la propiedad, etc.
B) Trienio Liberal (1820-23).
Con el éxito del pronunciamiento de Riego se inicia el Trienio Liberal. El rey,
atemorizado por las revueltas campesinas, jura la Constitución por primera vez el 7 de
marzo de 1820. El Trienio se caracterizó por una continua crisis de gobierno debido a
varias causas:
1) la división de los propios liberales entre doceañistas (más moderados y reformistas) y
radicales (más jóvenes y revolucionarios).
2) los continuos obstáculos del rey a la labor de las Cortes. Fernando VII conspirará
secretamente para que la Santa Alianza intervenga en España y le restaure en su poder
absoluto.
3) la violencia generalizada que impidió la paz social.
4) la persistencia de la crisis económica.
Las Cortes del Trienio reactivaron la labor reformista, además de restablecer todas las
medidas decretadas en Cádiz en 1812, con la venta de nuevas tierras amortizadas
(conventos, propios y baldíos) y se estableció una Contribución territorial única y
directa (el primer intento de hacer pagar impuestos a los propietarios de tierras según su
riqueza).
Desde su inicio, grupos absolutistas, sobre todo del norte de España, conspiraron contra
el gobierno liberal, aunque fue la actuación del ejército de la Santa Alianza (Los
100.000 Hijos de San Luís) en abril de 1823 la que derrotó al ejército liberal y restauró a
Fernando VII como monarca absoluto.

C) Década Ominosa (1823-33).


La última etapa de su reinado, la Década Ominosa, está caracterizada por la vuelta al
absolutismo, la persecución de los liberales, la crisis económica, y el enfrentamiento de
los absolutistas contra los ultraabsolutistas (aquellos que intentaban evitar cualquier
mínima reforma del Antiguo Régimen y veían en Carlos Mª Isidro, el hermano del rey,
un mejor defensor del mismo). El decreto del 1 de octubre de 1823 declaraba nula toda
la legislación del Trienio y restablecía el Antiguo Régimen (aunque se suprimió la
Inquisición).
La persistencia de una profunda crisis económica, la bancarrota estatal y una deuda
pública creciendo por los préstamos solicitados –problemas todos derivados en gran
medida de los privilegios otorgados a nobles e Iglesia, quienes no pagan impuestos ni
contribuyen por sus tierras- hace que Fernando VII se aleje de los absolutistas radicales
y nombre a algunos ministros reformistas que pudieran plantear soluciones. Se creó por
primera vez un presupuesto nacional para ajustar el gasto (que se intentó reducir) pero la
solución pasaba por obligar a los privilegiados a pagar impuestos. La pérdida de las
colonias americanas y la lucha en España contra los ultraabsolutistas (o Realistas puros)
no hizo sino incrementar el problema. En su Manifiesto de los Realistas puros de 1826,
éstos solicitaban la restauración de la Inquisición, una mayor represión contra los
liberales y la destitución de los ministros moderados. Las revueltas ultraabsolutistas se
extienden por el norte y Cataluña, que se suman a las liberales en otras zonas del país,
que unidas a las revueltas campesinas por la miseria y el hambre dibujan una crisis
general del reinado. A todos estos problemas se sumará la llamada crisis sucesoria.
Cuando la cuarta esposa de Fernando VII se queda por fin embarazada se plantea un
problema sucesorio: la ley Sálica vigente impediría reinar a su heredero en caso de que
fuese niña y el trono pasaría a su hermano menor, Carlos Mª Isidro, con quien estaba
profundamente enemistado por conspirar contra él. Así, el 29 de marzo de 1830 publica
la Pragmática Sanción (elaborada por las Cortes de 1789 y que no había entrado en
vigor) que eliminaba la ley Sálica y reestablecía el orden sucesorio de las Partidas de
Alfonso X el Sabio que sí permitía reinar a una mujer, siempre que no hubiera un
hermano varón. Esta decisión excluía de hecho a Carlos Mª Isidro de cualquier opción
de ocupar el trono (y a los ultras).
En su último año de reinado y vida, Fernando VII se rodeará de reformistas y, previendo
que su sucesora necesitará los máximos apoyos posibles, destierra a su hermano Carlos,
decreta la libertad para los presos políticos, concede una amnistía general a los exiliados
liberales para que puedan volver a España, y entrega el poder a su esposa Mª Cristina
como regente. Cuando muere en septiembre de 1833 deja un reino profundamente
dividido entre dos proyectos políticos antagónicos: el absolutista y el liberal. Pero
también dejaba marcada la línea por la que transcurriría la definitiva transición hacia
una España burguesa y liberal, que en el caso español estaría aliada con los sectores más
reformistas del absolutismo frente a los más radicales, agrupados ya en un movimiento
ultraconservador conocido como el Carlismo.

3.- Conclusión.
La lenta transición hacia un cambio de época histórica, de la modernidad a la
contemporaneidad, se había iniciado desde mediados del siglo XVIII. Una tras otra las
naciones europeas realizan a su manera el cambio. En España, éste se inicia realmente
en 1808, con la crisis sucesoria generada por la invasión napoleónica. Pero será durante
el reinado de Fernando VII cuando realmente se ensayen los dos proyectos políticos,
sociales y económicos que en toda Europa se están enfrentando (si exceptuamos el
breve período liberal de las Cortes de Cádiz): uno, el absolutista, que lucha por persistir
sin reconocer su agotamiento, y otro, el liberal, que anuncia el cambio de época.

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