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CAPITULO V

ULTIMAPARTE DE LA EXPEDICION DE LOAISA


Orígenes de la expedición de Don Alaro de Savedra. Ls
Telación del Padre Aréizaga. Nolables instrucciones de
Hernán Cortés. Sale Saavedra de Zignatanejo. Primer
intento de tornaviaje. ¿Descubrió Saavedra las Caroli
nas? Total fracaso de la expedición. Vicisitudes de los
castellanos en el Maluco. Su desenlace. Regresa Urda
nela a España
oNSULA

L táAexpedición de Alvaro de Saavedra a las Molucas, es


muy relacionada con la vida de Andrés de Urdaneta,
porque demuestra las dificultades que Saavedra no pudo ven
cer y sí venció el Monje y Marino. En si mismo es episodio
muy notable en la historia de Méxicoy una de sus páginas
de gloria aun cuando haya terminado como terminó, en un
verdadero calvario. Saavedra muchas veces náufrago y fa
lecido en playas enemigas mereció bien de- la Vicia y de la
Nueva España.
Fué el cas0 que el Emperador Carlos V, tal vez por el
mismo contraste que le ofrecian su propio bienestar y hol
ganza en la Alhambra de Granada y los sufrimientos de sus
heroicos navegantes por el Pacifico, cuyas cartas acababa de
recibir, quiso aliviar tantas penalidades y juzgó que la mejor
manera de hacerlo era encomendarlos hombre más fuerte

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MONJE r MARINo

que tenia en sus dominios: a Hernán Corté, cuyas tierras


recién conquistadas imaginaba su Sacra Cesárea Católica Ma
estaban "muy cercanas" al M.
jestad que IMaluco o Especería.
En tal vitud, con fecha 20 de Julio de 1526, firmaba
para nuestro gran extremeño, las siguientes lineas, El Rey:
Don Hernando Cortés, nuestro Gobernador y Capitán gene
ral de la Nueva España: bien debéis saber, cómo cl año de qui
nientos y diez y nueve enviéà una armada de cinco naos a las
nuestras islas de Maluco e otras partes donde hay specería,
que caen dentro de los limites de nuestra demarcación, pa
ra les contratar, de que fué por nuestro Capitán general Her
nando de Magallanes, de la cual algunos navios llegaron a las
dichas islas de Maluco, y rescataron y cargaron en ellas, e la
nao capitana llamada la Trinidad quedó allá, porque hizo
ua, con hasta cincuenta y sicte hombres. Después, el año
agua,
pasado de quinientos veinte y cinco, mandé enviar otra ar
mada a ls dichas islas e contratación de especeria con ocho
naos, en las cuales fué por Capitán general el Comendador
Fr. Garcia de Loaisa, caballero de la Orden de San Juan, hasta
legar allá, porque después de cargadas las naos más gruesas
que lleva él
,con las con cierta gente que de acá leva,
ordene las que han de OemaLe dchas islas,asentando su
trato en ellas y gobernándolas: y asimismo este presente año
de quinientos veintc y seis ha partido Sebastián Caboto con
otra armada de tres naos e una carabela, el cual también ha de
ir a las dichas islas de Maluco; y porque ansi para saber qué
se hizo de la dicha nao capitana, llamada la Trinidad y de
sente que en quedó en las dichas islas de Maluco, como
para saber la llegada de dichas armadas acllas y el suceso que
han tenido, convenia que con diligencia se enviase por esas
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ULTIMA PARTE DE LA EXPEDICION DE LOAISA.

partes (México) una carabela o dos, a traer la relación de


cllo, habia mandado con diligencia proveer para que se efec
tuase.

He visto que por vuestras relaciones que habéis enviado,


que hacéis memoria de las cuatro carabelas o bergantines que
teniades hechos y echados al agua en la costa del mar del Sur;
ycomo decis que las teniades hechas para el propósito de des
cubrimiento de la Especeria, por la gran confianza que
tengo de vuestra voluntad para en las cosas de nuestro
servicio y acrecentamiento de nuestra Corona Real, he acor
dado de encomendaros a vos ste negocio.
Por ende Yo os encargo y mando, que luego que ésta re
cibáis, con la diligencia e gran cuidado que en el caso requie
re, e vos soléis poner en las otras cosas que son a vuestro car
80, deis orden cómo dos de las dichas carabelas, o una de ellas
con el bergantin, o como mejor os pareciere que puede ha
ber mejor recaudo, enviando en ellas una persona cuerda y
de quien tengáis confianza que lo hará bien e bastecidas e
marinadas de la gente e todo lo demás necesario, vayan en
demanda de las dichas islas de Maluco hasta hallar nuestras
gentes que en ellas están. E mandaréis de mi parte, e Yo por
la presente mando que el capitán e la otra gente que en ella
enviáredes, asi su viaje e derrota, como después de lega
dos a las dichas islas, guarden la orden contenida en vuestra
instrucción que dentro de esta va, la cual vos ved: y demás
de aquello les dad un memorial firmado de vuestro nombre,
de lo que en todo os pareciere que deben seguir, porque como
persona de tanta esperiencia y quc tan adelante tiene la cosa,
lo sabréis mejor hacer, que de acá se vos puede decir.
Y será bien que proveáis cómo en las dichas carabelas e
MONJEY MARINO
bergantín se lleven algunas cosas de rescate, para que, a falta
de no hallar las dichas nuestras armadas, o por si toparen al
guna isla o tierra rica, pucedan contratar e rescatar en clla e
proveáis cóno lleven el mejor piloto que se pueda hallar y to
ella navegación que
das las demás personas espertas en squella
sea posibie, sobre lo cual escribo a Luis Ponce de León y a
nuestros oficiales, que provean lo que fuere menester para
ello y que vos ayude y solicite.
De Granada, a veinte días del me de Junio de mil c qui
nientose veintee seis años. YO EL REY. Por mandato de
S. M. Francisco de Los Cobos.
Era muy cierto que Hernán Cortés preparaba su expedi
ción por l Pacifico. Era idea suya muy antigua que proba
blemente coincidia con las primeras noticias que a la Nueva
España habian llegado sobre el viaje de Magallanes. Ultima
mente se le habian renovado por la legada de un patache
desgajado de la flota de Loaisa, que con su capitán Santiago
de Guevara y un clérigo vizcaíno llamado Don Juan de
Areizaga había logrado alcanzar uno de nuestros puertos
del Pacifico, Tehuantepec.
Bien merecen este clérigo, Don Juan de Aréizaga, su pin
toresco naufragio y los servicios por él prestados a nuestra
patria, que hagamos una oportuna digresión. A mediados
de Agosto de 1526, procedente de Tehuantepec tras un via
je de 375 leguas se presentó en la ciudad de México, llamando
a ls puertas del palacio de Hernin Cortés. El Conquistador
tan pronto como oyó Tehuantepec, el imán de sus más gran
des y secretas ambiciones, hizo pasar al Padre Aréizaga "y
lo recibió muy bien y le tractó de manera que este padre
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VLTIMA PARTE DE LA EXPEDICION DE LOAISA.
hablaba, loándole mucho de su cortesia y buen tracta
miento".
Contóle cómo había sabdo en un patache de la Armada
de Loaisay que creia que éte ya habia llegado a la Especeria,
Que habiendo ya pado ed strecho de Magallanes un vier
Des primero de Junio perdieron de vista a las naves y se afli
gieron mucho porque no tenian ya sino cuatro quintales de
bizcochoy ocho pipas de agua e no otra cosa alguna de co
mer y eran cincuenta personas e arbitraban que estaban de
primera tierra de donde pudiésen comer, dos mil leguas. E
decia este clérigo Don Juan que llevaban un gallo e una ga
lina e que cada dia ponia la gallina un huevo, salvo en el
Estrecho que por el mucho frio dejó de poner. Que le qui
sieron dar por el gallo y gallina cincuenta ducados y su due
ño no los quiso dar porque con aquellos huevos se hacia mu
cho bien y socorro a los enfermos.
Anduvieron perdidos y a 25 de Julio surgieron sobre un
cabo y acordaron que metido en una caja (pues no teniían
batel ni lancha) uno de ellos fuese a tierra llevado por el
aire y oleaje e que llevóse espejos y tijeras y peines por que
los indios no lo matasen o comiesen. El capellán rogó al ca
pitán Santiago de Guevara, que era su primo e a la otra
gente que hubiesen por bien que le dejasen a él salir en la
caja y estorbáronselo mucho; pero a su ruego, viendo su
buena voluntad le dieron licencia. A mitad de camino la
caja se desgobernó; l nadaba teniéndose recio y porfió de
ir a tierra pareciéndole cosa vergonzosa tornar atrás: e lle
gó a la costa a andar muy cansado y desatinado medio aho
gado. Equisole Dios socorrer e puso en corazón a los indios
que lo entrasen a ayudare asi se ccharon cinco gandules re

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cios al agua aunque la mar andaba brava. Entre millares de


hombres le llevaron al rey le dieron de comer venado, torti
llas, cerezas y guayabas y otra cosa que el clérigo no supo
nombrar. Moströle el rey una cruz diciéndole "Santa Ma
ria". E luego como el clérigo la vido se quitó el bonete e se
hincó de rodillas al pie de ella e le adoró e hizo oración y el rey
y la otra gente estaban mirándole.
Saltaron a tierra los del patache y era tanta la gente que
salia a mirar a cstos cristianos que les parecía que no sola
mente era multitud grande para poblar a una ciudad mas
para poblar un reino. Dijéronles que a veinticuatro leguas
habia un cristiano. Era nada menos que el gobernador es
pañol puesto ahi de mano de Cortés. Vino hasta la playa
cchado en una hamaca que llevaban doce indios y luego que
vido al Capitán Guevara y al Clérigo se apeó y los fué a
abraz1r y les preguntó que cúyos eran y por quién iban en
aquella tierra y si eran cristianos y de qué nación y ellos di
jeron: "Cristianos somos y vasallos del Emperador Don Car
los y españoles y habemos aquí aportado con mucha nece
sidad y descamos saber qué tierra s aquesta, pues ha placido
a Dios que hallemos quien nos lo diga". A lo cual aquel cris
tiano respondió: "Señores, todos somos vasallos del Céar; en
Su tierra stín. Esta tierra s parte de la Nueva España, a
donde es Capitán General y gobernador el Señor Hernán
Cortés por sus Majestades y es una de las mejores tierras
señorios del mundo, en la cual hay muchas y muy grande:
poblaciones y ciudades y grandes señores de los indios natu
rales"
El gobernador castellano de Tehuantepec indicó al Ca
pitán Guevara que pasase a verse con Hernán Cortés que es
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ULTIMA PARTE DE LA EXPEDICION DE L0AISA.

taba en la ciudad de México a trescientas setenta y cinco le


guas. Guevara respondió que staba enfermo y que no
pensaba que podria llegar vivo. Fué en su lugar su primo el
P. Arizaga cuyos informes confirmaron a Don Hernando
en sus viejos idcales y fueron parte para impusar todas las si
_uientes expediciones a las isias del poniente. El simpático
cura vizcaino s, de todzs maners célcbre por haber sido el
primer navegante que de luecngas tierras vino a México por
las costas del Pacifico.
Ya para 1s26 en cuys postrimerias recibió Don Her
nando la tan honrosa carta dl Emperador que anteriormen
te copiamos se habia rehecho con esa admirable psicologia
suya de todos sus infortunios e inmensos descalabros en la
malhadada conquista de las Higkeras. Recibida la carta con
todas esas muestras de confianza que en ella consigna el Em
perador se sintió lleno de nuevos alientos y se fijó para ta
maña empresa en su primo, Alvaro de Saavedra Cerón, par
quien formuló una serie de instrucciones, fruto su larga
experiencia y preclaro espécimen de previsión, de fortaleza
y de fe cristian..
Una de esas instrucciones es la siguiente: "Porque Dios
Nuestro Señor os guie y encamine en vuestra jornada, haréis
pregonar o notificar en manera que venga a noticia de todos
los de vuestra compañia, que ninguna persona, de ninguna
calidad que sea, ose decir blasfemia de Dios Nuestro Señor,
ni de su gloriosa Madre, ni de alguno de sus santos, so la pena
que a vos os pareciere demás de las establecidas en derecho;
y ternis mucho cuidado y vigilancia en que ansi se cum
pla, encomendándolo a los capitanes de los navios donde vos
no fuéredes, e a los que fueren por tierra en vuestra absen
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MONJE Y MARINO

cia, e a los maestros de campo; e sabiendo que no se cumple,


hacerloeis castigar con mucho rigor, ejecutando las penas en
los que contrario hicieren.
"Item: porquese la principal cabsa para blasfemar es los
juegos de naipes y dados, prohibiréis ansimismo por pregón
o por otra manera que se sepa, que ninguna persona jue
guen los dichos juegos, e ansimismo lo castigad con todo ri
gor; y porque en los ejércitos, mayormente en los que se
hacen por mar, hay necesidad de algún género de recreación
o pasatiempo, permitiréis que una cantidad moderada, que :
vos os paresciere, se pueda jugar, con tal que sea en vuestra
presencia donde vos estuviéredes y en vuestra absencia en
presencia del capitán que estuviere en vuestro lugar, porque
desta manera se evitará las blasfemias y la gente terná algún
ejercicio.
"Item: no consentiréis que en los dichos navios, ni en
ninguno dellos vayan mujeres de quien se espere escándalo
entre la gente y en esto se tenga mucha vigilancia, porque
suelen ser muy dañosas en semejante compañiías".
Para que la entregase "al Rey de la isla o tierra a donde
arribase con su armada" Cortés con patriarcal ingenuidad
puso en manos de Saavedra una curiosisima carta que cn
parte copiamos: "A vos el honrado e buen Rey de (aqui
un espacio en blanco) sabiendo el Emperador Don Carlos V
de esas partes donde vivis, ha querido ser informado de la
manera e gente dellas, c para ello ha enviado algunos ca
pitanes por la mar, e habiendo conocido por cosmógrafos e
personas expertasy sabios de este arte (de navegar) que estas
tierras( México) donde yo en su real orden resido, están tan
cerca de esas (de la Especeria) agora nuevamente me ha

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ULTIMA PARTE DE LA EXPEDICION DE LOAISA.

enviado a mandar que yo tome este cargo, y para que con


más brevedad yo le pueda dar alguna relación de ello me
pareció que debi enviar tres navios para que os hiciese sa
ber que la voluntad de tan gran señor no es dañaros, ni per
judicar vuestros señorios y estados, antes teneros por amigo,
e que sus súbditos y vasallos tengan contratación e comercio
con vos e con los vuestros".
Otra carta cscribía ya directamente al Rey de Cebú toda
via más cordial, llamándole: "vos el honrado e buen Rey de
Cebú, que es en las partes del Maluco".

En el nombre de la Santisima Trinidad, como expresa


mente se lo habia mandado Cortés, Alvaro de Saavedra levó
anclas de cara a la inmensidad del Mar Pacífico. Sali, nos
dice en su diario, del Puerto de Ciguatanejo que es en la
Nueva Fspaña, en la Provincia de Zacatula, jueves, vispera
de Todos los Santos, que se contaron postrero de Octubre de
1527, con dos navíos y un bergantin.
La aexpedición de Saavedra por el Pacifico en demanda
de la Especeria, quedó muy por menudo descrita en un dia
rio suyo que ha llegado hasta nuestros días y que publicó el
meritisimo Don Martín Fernández de Navarrete.
Ala velocidad media de treinta a cuarenta leguas diarias,
con sus dias enteros y aún semanas de aterradoras calmas; con
cpidemias a bordo, señaladamente la del cscorbuto; con las
defunciones de personajes utilisimos como fueron Biurco el
piloto, el cirujano Maestre Francisco, Pedro Laso y otros quin
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MONJE Y MARINO

ce; esas páginas del diario de Saavedra, reflejan la desorienta


ción, la angustia y d infortunio que los acompañaban. Eran
tres las naves, (1) pero a mitad del camino, la noche del quin
ce de diciembre, dos de ellas, las naos "Santiago"y "Espiritu
Santo", se perdieron para siempre en la inmensidad, sin dejar
rastro ni memoria.
Al llegar a Mindanao, recogieron a un español, Sebastiän
del Puerto, náufrago de la expedición de Loaisa, quien les
dió no poca ayuda como guia y como intérprete. Tocó la
"ao "Florida" en Sarragán y avanzan a donde muy
poco faltó para que cayesen en manos de los portugueses de
Ternate, de los que escaparon merced a la sagacidad y pru
dencia del capitán Saavedra.
Fondeó por fin la "Florida" en la isla de Tidore el 27
de Marzo de 1528. No es fácil imaginarse el contento que
recibieron. los castellanos después de tres años de terribles vi
cisitudes
que ya conoce el lector, al mirar esa nucva compa
ñia de compatriotas suyos, portadores, además, de nuevas tan
alentadoras y de relaciones tan curiosas sobre la tierra de
donde inmediatamente venian, la Nueva España. Alli pu
dieron oir de labios de algunos de nuestros conquistadores,
frescas y llenas de vida, sus hazañas en la inmensa epopeya
de Hernán Cortés. Algo debe haber quedado escrito, de tan
sabrosos diálogos y algún dia saldrá a flote en algún archivo
liispano o portugués. Fué en esta ocasión cuando Urdaneta
Naos: "Florida". Capitán General. Alvaro de Saavedra. 12 hom
bres de mar, 38 de guerra,
"Santiago". Capitán General. Luis de Cárdenas, natural de Córdo
Va, 45 hombres
"Espiritu Sante. Capitán. Pedro de Fuentes, natural de Jerez, 15
hombres.

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ULTIMA PARTE DE LA EXPEDICION DE LOAISA.

tuvo amplias y halagadoras noticias de México, primeras se


mills de la afición que mostró a nuestro país al que años más
tarde habria de prestar señalados servicios.
Proveyó Saavedra a Urdaneta y a sus compañeros, des
de luego, de indumentaria, pues ya para esas fechas andaban
vestidos o desvestidos como los indigenas y descalzos de pie y
pierna. También los proveyó de plomo, que ya se les había
agotado y de toda suerte de armas.
Esto último vino a ser mis bien para perjuicio de aque
llos restos de la expedición de Loaisa de la que era muy se
ñalado miembro Andrés de Urdaneta. Y tal decimos porque
con esas arms proporcionadas por Saavedra se prolongó esa
absurda vida de guerrillas y contraguerrillas entre los es
pañoles de Tidore y los portuguescs de Ternate. Faltó en
ambos bandos una cabeza serena que coordinase lo que
podia y debia coordinar. Faltaba un hombre superior que
se impusiese en cada bando, para asi evitar el inútil derra
mamiento de tanta sangre cristiana. Verdad es que Urdane
ta tenia todos los elementos de csa deseada superioridad pero
no todos ellosdesarrollados ni reconocidos, como quiera que
entonces era aún un muchacho de menos de veinte años.
Las razones primarias de dichas contiendas entre caste
llanos y lusitanos eran los supuestos señorios de sus monar
cas sobre aquellas islas. Pero con estos motivos primarios so
mezcló la defensa que de los reyezuelos de aquellas isas to
maron sobre si los capitanes de Castilla contra los de Por
tugal.
Saavedra, exceptuando esas provisiones ya mencionadas,
de boca y guerra que con toda cordialidad ofreció a los es
pañoles, no quiso tomar parte en sus reyertas locales ante to
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MONJS Y MARINO

do y sobre todo porque no era esa su misión, sino la de ins


peccionar la conquista de la Especeria y tornarse a Nueva
España, con las convenientes relaciones para Cortés y para
la Corona.
Eso mismo entendió que debía hacerse el capitán español
en Tidore, Hernando de la Torre y en efecto prestó todas sus
actividades e influencias con d rey de Tidore para que Saave
dra reparase su nave y largamente se abasteciese de viveres pa
ra tan larga y dificil navegación a través de todo el Océano
Pacifico.
El 12 de Junio de 1$28, o sea poco mis de dos meses
después de su llegada, Saavedra emprendia su
su regreso
Nueva España llevando como piloto a Macias del Poyo.
Cargó su nao sesenta quintales de clavo y otras especias cu
riosidades de aquellas tierras. Dicho sea de paso a este pro
pósito que aparte de los habitantes salvajes e indigenas de
civilización rudimcntaria, había en esas islas muchos restos
de la cultura y artes musulmanas importadas junto con la
religión del Islam, desde el siglo nono y muchos de s habi
tantes de aquellos archipiélagos son hasta nuestros dias ma
hometanos y llamados por los españoles, moros. Poseian
industriasy artes de cultura superior y armas y alhajas muy
dignas de ver.
Con Saavedra iban cartas y enviados de Hernando de
la Torre y dos portugucscs, un tal Brito y un tal Cordeiro,
que iban según ellos "para besar las manos de Su Majestad
católica". Ya veremos en qué pararon esos besos.
Tomó Saavedra el rumbo del Nordste y luego 250 le
guas al Este, hasta las islas de Papúa, que no es otra cosa
sino el sur de la Nueva Guinea. Fué pues Saavedra y su ar
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ULIIMA PARTE DE LA EXPEDICION DE LOAISA.

mada mexicana quienes descubrieron la Nueva Guinea. Y


como alli permanecieron una nueva temporada, sin duda
obtuvieron noticias de Australia y aquí queremos ver nos
otros el origen del conocimiento que sobre estas dos islas tu
vo Urdaneta ya que cono veremos a poco volvió a verse en
Tidore con Saavedra.
Estando pues en Papúa los portugueses Brito y Cordei
ro desertaron y lo que peor fué se llevaron consigo d batel
o esquife de la nao, con lo que la dejaron sin ninguna em
barcación menor para los necesarios desembarcos.
Fueron los de Saavedra cien leguas adelante con rumbo
Noreste y legaron a a isa del Almirantazgo y a otras islas
cercanas en el Archipiélago de Bismark, donde dicen que
vieron hombres naturales de la tierra, de color blanco.
Desde aqui comenzaron una nueva ruta hacia el Norte
y el Nordeste; pero luego, o por desaliento, o por topar con
corrientes itimas contrariarias fueron retrocediendo, pri
mero a las islas Marianas, luego a Mindanao, hasta que final
mente volvieron a presentarse en Tidore, para gran sorpresa
ydesagrado de los compzãeros de Urdaneta, que tantas espe
ranzas habian cifrado en Saavedra. Cuando ellos se imagi
naban, porque creian ya muy factible el viaje de vuelta a la
Nueva España, que poderosos galeones de Acapulco capita
neados tal vez por el mismo Hernán Cortés en persona vinie
sen a levantar un magnifico imperio occánico; se les vino el
mundo encima cuando vieron que no venía más que el vie
jo barco de Saavedra cargado de enfermos y con la confir
mación de una tremenda noticia, o sea que por el Paci
fico no se podia retroceder a Nueva España. Noticia que
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MONJE r MARINO

quedó confirmada poco después con el nuevo fracaso de


Saavedra.
Saavedra era el único que mostraba alientos y resolución
para volver a emprender y con rumbo oriental, su regreso a
la Nueva España. En esta decisión suya iba contra los con
scjos que Hernando de la Torre y los más de su cxpedición
le daban a fin de que se dejase de tornaviajes y se dirigiese a
la antigua España por el Cabo de Buena Esperanza.
Asi que, después de que hubo calafatedo su vetusta y
asendereada "Florida", Saavedra salió una vez más del Puer
to de Tidore a los tres dias del mes de mayo del año del Se
ñor de 1529.
Veintiún dias despus fondeaba en la isla Paine y hasta
aqui no iba muy descaminado Saavedra, como que unos
ochenta años después se descubrió a esa altura una corriente
más, de Poniente a Oriente, que cs la que posteriormente
siguieron las naves que venian a Acapulco. Lo malo fué que
de Paine subió a la isla de Uray y allí ya no podia encontrar
ninguna corriente de vuelta. Se dió por vencido y se de
cidióa seguir los consejos de Hernando de la Torre, o sea,
de regresar a la Vieja España por el rumbo del Cabo de Bue
na Esperanza. A poco desiste como avergonzado y se dirige
a las islas Marshall.
Tanta responsabilidad y tantas fatigas ocasionaron la
muerte del abnegado Alvaro de Saavedra Cerón primo y lu
garteniente de Hernin Cortés y benemérito de la Corona de
Castilla.
Sucedióle en el mando Pedro Laso, no durando más que
ocho dias, sorprendido también por la muerte. El Maestre
y l piloto de la "Florida" regresan de nuevo a la isla de
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ULTIMA PARTE DE LA EXPEDICION DE LOAISA.

Gilolo, con cuyo regreso se dió por terminada la infausta


navegacißn que habia encabezado Saavedra. Urdaneta, en
todos estos comedios y alternativos de la suerte, iba ateso
rando datos y más datos, que coordinados lucgo por su ta
lento obervador.r, dieron por resultado años adelante el por
tentoso viaje que caracteriza su vida.
Hubo cambios substanciales en la situación de los espa
ñoles en las Molucas: en parte por lo versátil del carácter de
los isleños y en parte por las opresiones y desafucros que reci
bian de españoles y de portugueses, mayormente de estos úl
timos. Los indios al amparo de ambos, es decir, los de Gilolo y
Ternate respectivamente, preparaban un movimiento de re
belión contra todos los europeos quicnes dificilmente pudie
ran salir victoriosos, tan pocos eran en número y tan distan
tes como staban de sus bases de aprovisionamiento.
Este irremediable peligro y cd instinto de conservación
hizo que Pspañoles y portugueses se uniesen y a poco andar
resultaron hasta aliados. El joven Urdaneta, con grande ac
tividad y tacto, fué sicmpre el intermediario diplomático en
estas negociaciones, asi como en la de disuadir a los indios de
Gilolo que ya le habian cobrado mucha confianza y aprecio.
Otro decisivo elemento para las paces fué la llegada del
nuevo Gobernador portugués: Gonzalo Pereyra quien traía
la desconcertante noticia de haber Carlos V, empeñado sus
posesiones en el Maluco, al Rey de Portugal. Asi habia sido
arlos V ahogado por sus cuantiosas deudas en
en efecto: Carlos
España y en cl corazón del Imperio, arrendó, mis que em
peñó la posesión y el usufructo de unas islas que le resultaba,
no sólo quiméricas sino contraproducentes. Como, sin em
bargo, alli habia verdadera y positiva riquezs, Ia Corte de
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MONJE Y MARINO

España nunca quitó el dedo del renglón y cuando subió al


trono Felipe II, en ese mismo renglón, no sólo no quitó d
dedo sino que asentó ambos sus robustos puños y desde enton
ces hasta la fecha su real nombre quedó como presidiendo
aquellos archipiélagos, en el mis noble y más rico de ellos,
las islas Filipinas.
La noticia que el Gobernador portugués Gonzalo Pereyra
comunicaba a los españoles, era de suyo razón más que sufi
ciente p1ra que étos, liando sus bártulos, saliesen por don
de pudiesen de aquellos infiernillos y sc tornasen a sus mieses
castellanas, o a sus verdes montañas de Guipúzcoa.
Pero el caso fué que Pereyra no presentó documento
oficial de ninguna clase que comprobase aserto y de en
tre los mismos portugueses salió voz de que aquello no era
más que una mera añagaza para perder a los castellanos.
Hernando de la Torre escribió entonces al Virrey de la
India, rogándole que, si Su Excelencia tenia en su poder al
gún documento sobre haber empeñado el Rey de España las
islas Molucas, tuviera a bien enviárselo para saber a qué ate
nerse; y quc en todo caso diese a los spañoles pasaje para
España y dos mil ducados para ayudas de costa.
Para ncgociar esta su vuelta en una embarcación que de
buen grado les prestaron los portuguescs, enviaron a Pedro
de Montemayor. Esto fué en Enero de 1532. Y mientras
tanto que Montemayor regresaba se pusieron los españoles a
cazar jabalies. Nuestro Urdaneta se dedicó al tráfico comer
cial, navegando hasta la isla de Gapi a cien leguas de distan
cia y a la isla de Amboina.
Unos dos años tardó Montemayor en regresar. Trajo los
dos mil ducados que pedia Hernando de la Torre y todas las

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ULTIMA PARTE DE LA EXPEDICION DE LOAISA.

facilidades por parte del Virrey portugués de la India. Cer


tificado oficial del empeño o venta de las Molucas, no pudo
obtenerse, pero sí la certidumbre moral que los hechos con
firm de haberse celebrado tales convenios, con lo que,
automáticamente guedaban los españoles sin responsabilida
des y sin aliciente proporcional para empresas tan heroicas.
La hueste hispana estaba ya para entonces reducida a diez y
siete hombres. ¡Todos los demás eran muertos!
El capitán Hernando de la Torre, con otros castellanos,
partió de Ternate en Febrero de 1534. Urdaneta qucdóse a
cobrar ertos dineros, por lo que demoró su ds un año.
Abandonó las islas del Maluco con gran sentimiento de sus
muchas amistades allá adquiridas con su trato simpitico y
beneficencia para todos. Esto fué a fines de febrero de 1535.
Su itinerario de regreso a España fué el siguiente: Prime
ramente las islas de Banda y de alli a Java, Malaca, Ceilán y
Cochin, donde encontró a Hernando de la Torre. Este pre
firió que saliesen para España en dos grupos. Fué entonces
cuando se le ocurrió a Urdaneta hacer la siguiente proposi
ción: "E por cuanto podia ser que el dicho Hernando de la
Torre falleciere en ed camino o le acaesciere otro desastre al
guno, por lo cual no passe ess partes, parescionos bien
que el dicho Hernando de la Torre hiciese alguna relación a
Vuestra Majestad y la enviase conmigo. E asi ed dicho I Her
nando de la Torre hizo una relación en breve para Vuestra
Majestad remitiendo lo demás a mí, para que yo hiciera re
lación a Vuestra Majestad. E asimismo, escribió una carta a
a Vsestra Majestad donde hacía reiación de los muchos y lea
les servicios que yo habia hecho a Vuestra Majestad en aque
llas partes".

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MONJE Y MARINo
De Cochín salió Urdaneta el 12 de Enero de 1536 en la
nao San Roque y a 30 de Marzo dobló el Cabo de Buena
Esperanza. Tocó en Santa Elena' y en Junio de dicho año
llegó a Lisboa después de haber dado la vuelta al mundo, la
segunda que registra la historia, en 1l años menos 28 dias.
Las autoridades portuguesas lo recibieron con un injus
to despojo de sus importantisimos papeles. Algunos de ellos
pasaron a España, como ya hemos anteriormente indicado;
otros, junto con gran cantidad de mapas deben hallarse en
Portugal, en los rigquísimos archivos de la Torre do Tombo.
El Embajador de España en Portugal Don Diego Sar
miento, disuadió a Urdaneta que quería protestar ante el
Rey de Portugal y le aconsejó que huyese a uña de caballo.
Pasó pues el guipuzcoano a Valladolid donde no pudo ver
al Emperador por hallarse éste a la sazón en Italia. El Real
Consejo oyó al intrépido navegante y holgaron mucho, dice
Ternández de Oviedo, saber de Urdancta muy particular
mente estas cosas; porque demás de convenir al servicio de
Su Majestad que su Real Consejo fucse de la verdad plena
mente certificado, este Urdaneta era sabio y lo sabía muy
bien dar a entender, paso por paso, como lo vido y aquellos
señores le mandaron socorrer con sesenta ducados de oro en
tanto que el Emperador, nuestro Señor, venia a sus Reino de
Castilla.

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