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EL ISLAM EN EL ARTE DEL CAMINO
DE SANTIAGO
Antonio E. Momplet Miguez
Universidad Complutense, Madrid
sultán de Granada para que permita pasar por su reino a un joven noble,
Jacques de Fleon, que iba de peregrinación a Santiago (Bango, El Camino
de Santiago 65). También está documentado en 1415 que el caballero
alemán Flnrique de Gravar llevaba credenciales y salvoconductos entre
otros lugares para el sultán de Granada y para el arzobispo de Santiago
(Antonio Antelo Iglesias 45).
Por otra parte, no hay duda de que los mercaderes viajaban durante
la Edad Media por las rutas entre las ciudades de Al-Andalus y los
mercados de Castilla, León, Navarra, Galicia y Portugal. Específicamente,
una fuente de mediados del siglo XII menciona a comerciantes que
viajaban entre Santiago y Valencia. La guía del peregrino de hacia
1140 señala la presencia de textiles musulmanes entre las mercaderías
vendidas en los mercados locales del Camino de Santiago. También
existe un documento de Celanova (Orense) de 1184 que menciona a
judíos vendiendo allí sedas y otros tejidos, gran parte de los cuales debía
sin duda tener origen hispanomusulmán. Igualmente se relaciona con
cuestiones económicas y con la presencia de musulmanes la orden dada
en Jaca por el rey Ramiro I de Aragón (1035-1063) de que pagase peaje
todo el que entrase o saliese, fuese cristiano o sarraceno (Olivia Remie
Constable 44-45, 108 y 132).
Así como se sabe con gran frecuencia de médicos judíos en el
camino de Santiago, también hay noticias de médicos musulmanes. Al
menos se mencionan tres del siglo XIV llamados Mahoma Sarracín,
Ezdra Alazar y Muza el Cortobí (Juan Ramón Corpas Mauleón 68-70),
y a fines del siglo XV dos mudejares, uno en Burgos, el maestre Hamete,
y otro en Haro, el maestre Abdalla (Miguel Ángel Ladero Quesada 68).
La misma prohibición del Concilio Compostelano del 24 de Mayo de
1335 para que ningún cristiano fuese atendido por médicos sarracenos
ni hebreos (Juan Tejada y Ramiro 3: 564) permite deducir la presencia
efectiva de galenos de estas religiones, lo que estaba vinculado al elevado
nivel de conocimientos médicos del que tanto judíos como musulmanes
disfrutaron.
La presencia de musulmanes arraigados y viviendo en localidades
del Camino de Santiago queda atestiguada por las referencias a
comunidades mudejares (Ladero 18, 19, 65, 77 y 91). En la ciudad de
Burgos hay menciones documentales a mudejares en 1 167 y 1 194, y estas
130Antonio E. Momplet MiguezLa corànica 36.2, 2008
leonesa dedicada a San Juan Bautista y San Pelayo que él renovaba. Sus
enviados obtuvieron una buena acogida por parte del rey Al-Mutamid,
lo cual es ejemplo de la flexibilidad que presidió con frecuencia las
relaciones entre los gobernantes musulmanes y cristianos, y finalmente
consiguieron recuperar los restos de San Isidoro. Su traslado a León
se hizo con toda ceremonia en 1063 consagrándose a su nombre la
nueva iglesia. Con motivo de ello, el rey Fernando y su esposa Sancha
realizaron importantes regalos a la institución (Bango, "La piedad de los
reyes Fernando I y Sancha").
El forro interior de la misma arca de las reliquias de San Isidoro es
una tela hispanomusulmana con representaciones de animales y tal vez
sea parte de la cortina de seda enviada por Al-Mutamid a Fernando I
envolviendo las reliquias del Santo (Partearroyo, "Las telas de los santos"
376). Asimismo, la arqueta de las reliquias de San Pelayo, del año 1059,
cuenta como forro con una tela taifa, y las figuras de sus placas de marfil
aparecen cobijadas bajo arcos de herradura. Otro ejemplo notable es
un tejido del siglo X con una inscripción que dice "hecha en Bagdad
para Abu Bakr", que es otro testimonio de la existencia de piezas no
sólo hispanomusulmanas, sino también procedentes de otros lugares del
Islam y llegadas a través de Al-Andalus (Partearroyo, "Las telas de los
santos" 367). Además se conservan otros fragmentos de telas islámicas,
así como cajitas y píxides metálicos del mismo origen.
Resulta impresionante el conjunto de marfiles que llegaron a reunirse
en el tesoro de esta colegiata leonesa. La pieza más sobresaliente está
hace tiempo expuesta en el Museo Arqueológico Nacional: el Crucifijo
de Don Fernando y Doña Sancha. En principio se trata de un objeto
eminentemente cristiano por su iconografía y, no obstante, la minuciosidad
en la labra de muchos de sus relieves así como los entrelazos vegetales
y figurativos parecen resultado inequívoco de la herencia técnica de
los marfiles califales y taifas. En realidad, lo que observamos en este
crucifijo es la continuidad, aunque a un nivel más limitado, de lo que es
característico en los marfiles mocárabes de fines del siglo X y principios
del XI. Casualmente, las piezas más significativas de este origen proceden
del taller de un monasterio íntimamente relacionado con el Camino: San
Millán de la Cogolla. Se trata de parte de un ara y, especialmente, de los
brazos de una cruz procesional repartidos entre el Museo Arqueológico
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real de Castilla desde fines del siglo XII, ya que la mayor parte de los
tejidos proceden de los ajuares funerarios. El Museo de textiles de las
Huelgas contiene un excepcional conjunto de telas procedentes de los
enterramientos de la casa real de Castilla que constituyen el mejor grupo
conservado de textiles hispanomusulmanes, en su mayoría almohades
(Vestiduras Ricas). Entre ellos puede destacarse la almohada de seda de
la reina Doña Berenguela (plate 10) en cuyo centro se representan dos
danzarinas dentro de un medallón rodeado por la inscripción árabe "No
hay más divinidad que Dios (Alá)" (Vestiduras Ricas 232). En el mismo
recinto se conserva el Pendón de las Navas de Tolosa, sin duda una obra
maestra en su género. Aunque su relación directa con la famosa batalla
sea discutible, parece claro que fue un estandarte militar obtenido en
la fase de conquista del valle del Guadalquivir que se inicia en 1212, y
depositado como botín de guerra en las Huelgas, probablemente ya por
Fernando III (Momplet 281).
La casulla de San Juan de Ortega pertenece a la parroquia de
Quintanaortuño (Burgos). El ser una prenda asociada a un personaje
histórico tan ligado a la peregrinación la hace doblemente interesante.
Está confeccionada con un tej ido almorávide y cuenta con una inscripción
alusiva al soberano Ali ibn Yusuf que dice: "Asistencia de Dios para el
emir de los musulmanes, Ali" (Partearroyo, "Tejidos almorávides y
almohades" 106).
Muchos tejidos ricos hispanomusulmanes fueron utilizados para
cubrir el interior de relicarios con intención de ennoblecerlos con los
mejores materiales, cosa que ya veíamos en ejemplos de San Isidoro de
León. Por la trascendencia de la pieza y la calidad de la tela merece
mencionarse el arca de madera de San Millán de la Cogolla, conservada
en su mismo monasterio. Durante la Guerra de la Independencia fue
despojada de gran parte de su revestimiento exterior, y sus placas de
marfil diseminadas, pero respetaron su forro de seda taifa del siglo XI.
En la misma Catedral de Santiago se conservan algunos fragmentos
de telas islámicas. Es de época del obispo Gelmírez un tejido de seda
roja, probablemente almorávide, de principios del siglo XII, encontrado
en una teca de reliquias del altar de San Martín Pinario, así como
otro procedente del relicario de Santa Susana, también de la catedral
compostelana. Son muestra de la existencia en Santiago de tejidos de
140Antonio E. Momplet MiguezLa corànica 36.2, 2008
Obras citadas
—. "Las telas de los santos, de los reyes y de los califas. Los tejidos
en el Al-Andalus (ss. X-XIII)". Santiago - Al-Andalus. Diálogos
artísticos para un milenio. Santiago de Compostela: Xunta de Galicia
y Arzobispado de Santiago de Compostela, 1997. 363-95.
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