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Fernando I de León, el Magno o el Grande fue conde de Castilla y Rey de León. A su muerte,
repartió sus territorios a sus cuatro hijos. A Sancho le otorga Castilla, que era reino, a García el reino
de Galicia y a Alfonso el reino de León. Sin embargo, en este trance, su hijo Sancho que era el
primogénito, tenía otras pretensiones, considerando que no era justo la herencia que había recibido
de su padre, pensando que León era mucho más importante que el Reino de Castilla y que tenía,
según él, derecho antes que su hermano Alfonso. Muere su madre, la reina Sancha de León, y esposa
del Rey Fernando I, y así Sancho reclama a su hermano Alfonso el reino de León, produciéndose una
tensión entre hermanos, llegando a resolverlo en la batalla donde triunfa Sancho, enviando a su
hermano Alfonso al destierro. Sancho incorpora el reino de León a su jurisdicción. En ese afán de
poseer territorios. Sancho, arrebata a su hermano García el Reino de Galicia que pidió asilo en la
Taifa de Toledo.
A Sancho le quedaba por hacerse con los territorios de su hermana Elvira, las tierras de Toro
y Urraca, las tierras de Zamora. Urraca no accedió a esta cesión por lo que Sancho asedió la ciudad de
Zamora a lo largo de 7 meses y 6 días.
Zamora viendo la que se les viene encima, encomiendan la defensa a Arias Gonzalo, que
defendía a Doña Urraca. Fue un cerco largo con falta de víveres, que obliga a tomar decisiones
tajantes. A lo largo de la historia ha quedado este hecho con el nombre de “Zamora no se ganó en
una hora”. Aparece un personaje llamado Bellido Dolfos (hijo de Dolfos Bellido), que pretende de un
golpe casi suicida introducirse en el campamento castellano y llevar a cabo una iniciativa,
dirigiéndose al rey Sancho II directamente y mostrarle una entrada estratégica de Zamora donde
entrar con sus tropas y conquistar la ciudad, por la noche. Así acompañó al rey Sancho, y allí al llegar
a la puerta llamada “de la traición”, allí con una vira, atraviesa al rey. El Cid que estaba cerca
persiguió al regicida, pero con la excusa de no darle tiempo a no llevar calzadas las espuelas, huyó
Vellido, entrando en la ciudad.
El caballero Diego Ordóñez insulta y culpa a la ciudad y sus habitantes por cobardes. Arias
Gonzalo que servía a la reina recoge esa afrenta y quiere luchar con Ordóñez para levantar la
deshonra de su pueblo, pero la reina Urraca le recuerda que debe ser fiel al juramento que le hizo a
su padre Fernando, de proteger a Doña Urraca hasta el fin de su vida. Así, Arias Gonzalo, acepta el
agravio y manda luchar a cinco de sus hijos contra Diego Ordóñez. Uno a uno, van muriendo en el
Campo de la Verdad ante jueces de castilla y de León. Finalmente, el mismo Arias Gonzalo entra en
duelo con Diego Ordónez, al que hace salir de la linde del reto, perdiendo éste el duelo, con lo cual
Zamora quedaría libre de toda afrenta y culpa, exentos de traición. Comunican a Alfonso que se
encontraba en Toledo, que tomase ya posesión del reino de Castilla a la muerte de su hermano
Sancho, mensaje que le envió la Reina Urraca a su hermano. El Cid, Rodrigo Díaz de Vivar no aceptó
este reinado de Alfonso, por creer que había tenido parte en el asesinato de su hermano. Así pues, el
mismo Alfonso hizo juramento en la Iglesia de los Caballeros, de Zamora, en el mismo lugar cuando
niños iban a misa juntos. “Heredero sois, Alfonso, nadie os lo quiere negar; pero si os place, señor,
non vos debe de pesar que nos hagáis juramento cual vos lo quieren tomar, vos y doce de los
vuestros, los que vos queráis nombrar, de que en la muerte del Rey nos tenedes que culpar”.