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Alfabetización en el aula: ¿Cómo enseñamos para que aprendan todos y todas?

Clase 4. Algunas preguntas y respuestas necesarias

Bienvenidos y bienvenidas a la clase 4 del curso Alfabetización en el aula: ¿Cómo enseñamos para
que aprendan todos y todas? Esta última clase la vamos a dedicar a responder distintas preguntas
que nos hacemos los y las docentes cuando nos enfrentamos con ciertas situaciones en el aula.

¿Corregir sí o no?

En este curso nos referimos a la escritura y a los “errores” posibles. Ahora vamos a extendernos un
poco sobre este tema. ¿Podemos o debemos corregir? ¿Por qué? ¿Para qué?

Las y los docentes nos quejamos todo el tiempo de los “horrores” de ortografía que cometen los
chicos y las chicas, incluso cuando son más grandes y ya están en la escuela secundaria. ¿Cómo fue
que esos chicos y esas chicas llegaron hasta ese nivel escolar sin poder escribir conforme a las
normas? Tratemos de entender qué pudo haber pasado… y cómo resolverlo.

Los errores en la escritura de ciertas palabras son lógicos; como vimos, empezamos a escribir a
través de la recodificación fonológica, es decir, por la vía indirecta, usando las habilidades de análisis
fonológico y las reglas de conversión de fonemas en grafemas. Si es así, y lo que se escribe es el
reflejo de cómo suena, es normal que aparezcan ciertos errores como:

Veso por beso

Elado por helado

Cansión por canción


En estos casos, parece claro que todas estas producciones se generan porque los chicos y las chicas
escriben como suena. Y es algo que esperamos de las primeras escrituras, porque les enseñamos a
usar esta estrategia de convertir fonemas en grafemas. Y ya aclaramos que en nuestro sistema
ortográfico algunos fonemas se pueden transcribir como grafemas distintos. Pero, como explicamos
en las clases anteriores, una vez que empezamos a escribir palabras, y lo hacemos a través de la vía
indirecta, con un par de escrituras esas palabras ya ingresan a nuestro léxico ortográfico. Ese léxico
mental –que es una memoria que guarda información– almacena las representaciones tal como las
escribimos, entonces, si repetimos la escritura que tiene errores (y no sigue las convenciones
ortográficas) y no ponemos “límite” a la repetición del error, esa palabra se va a incorporar a
nuestro diccionario con los errores.

Pero hay otros tipos de errores que tienen que ver con las reglas más complejas de correspondencia
entre fonemas y grafemas, que deben ser enseñadas y aprendidas porque responden también a
convenciones ortográficas de nuestro sistema, como el caso de:

Giso por guiso

Qeso por queso

Entonces, ¿qué debemos hacer en todos estos casos? Dos cosas importantes, rápidamente:

a. corregir para que no se aprendan esas formas (es decir, que no se “instalen” en el léxico
mental) que no siguen las reglas ortográficas o que no son las formas convencionales. Esto
significa mostrar el error, explicar la dificultad y proponer la forma adecuada.

b. trabajar mucho y con distintas estrategias la escritura correcta de las palabras que tienen
complejidades ortográficas que llevan al error, teniendo en mente que estamos ante una
memoria que “graba” lo que escribimos tal como lo escribimos. La forma convencional se
afianza y se recuerda cuando se escribe con más frecuencia y en contextos diversos, sobre
esto hay que enfocarse.
La conclusión es que no está mal corregir la ortografía, sino que es necesario, porque nuestro
sistema ortográfico las va a tomar como “buenas escrituras” si no las modificamos. A su vez, es
importante reforzar las escrituras adecuadas o convencionales en distintas tareas (los dictados con
revisión/modelo, las copias, los crucigramas, el deletreo oral y un montón de juegos). La idea
principal es que todas las actividades lleven a escribir en repetidas ocasiones las palabras sin errores
para que se “memoricen” de esa manera en el léxico.

Entonces, ¡a corregir sin culpa!

¿Con qué letra debemos enseñar a leer y a escribir?

Otra de las preguntas que nos repetimos hasta el cansancio. Vamos por partes. La primera
respuesta es CON TODAS. Los chicos y las chicas pueden leer y escribir con todo tipo de letras, si se
les enseña. En la vida cotidiana nos enfrentamos con carteles en la calle, revistas, libros,
documentos, billetes, instructivos que están escritos con tipografías distintas. Es necesario,
entonces, que puedan reconocer cada tipo de letra y leer la información que contienen.

Es verdad que al principio parece más sencillo leer la IMPRENTA MAYÚSCULA. Pero este tipo de
letra tiene la desventaja de que las letras son muy similares (¡muy parejitas!) y las diferencias son
difíciles de encontrar. Cuando leemos la minúscula, se hacen más evidentes las diferencias entre las
letras y es menos fácil confundirlas con otras. Por ejemplo, la b y la p son muy parecidas pero tienen
un rasgo característico cada una que es la línea para arriba y la línea para abajo. Esto facilita tanto la
lectura como la escritura.

¿Y la cursiva?

Como ya dijimos, la letra cursiva (o manuscrita) tiene el beneficio de que, al estar ligadas las letras
entre sí, se pueden trazar con mucha mayor velocidad. ¿Es necesaria la velocidad al trazar? Quizás
al principio no, pero cuando los chicos y chicas tienen que comenzar a escribir textos, tienen que
realizar un enorme esfuerzo cognitivo para ir pensando lo qué van a escribir, armar las frases, y
elegir las palabras adecuadas. Necesitan, entonces, que las habilidades de nivel inferior le
consuman el menor esfuerzo posible. En términos físicos, de hecho, ¡escribir en cursiva suele cansar
menos la mano! Existen varios estudios que mostraron una relación estrecha entre el escribir en
cursiva y producir textos de mayor calidad y extensión. Es cierto que al principio puede resultar más
engorroso aprender a trazar las letras y la manera en que se unen, pero, una vez aprendida, es la
letra más fácil de trazar.

¿La escritura en espejo es un síntoma de problemas?

La escritura al revés y las reversiones de letras son comunes en las etapas iniciales del desarrollo de
la escritura en todos los niños y las niñas. ¿Por qué? Porque los chicos y las chicas no se dan cuenta
de que ciertas letras como b y d o p y q son distintas porque el sistema visual las trata como las
mismas, vistas desde ángulos diferentes. Hagamos el ejercicio de “rotar mentalmente” alguna de
ellas y vamos a entender que son perfectamente simétricas. Por eso, hay que enseñarles
explícitamente que son distintas, cuál es cada una, con sus rasgos identificatorios, la orientación y
cómo suena cada una. Esto se puede hacer combinando el gesto de escritura de cada una junto con
su pronunciación.

Así, los chicos y las chicas pueden “romper la simetría” y reconocer que, por ejemplo, la p y la d son
unidades distintas que se escriben a partir de gestos motores distintos y representan sonidos
diferentes.

¿Leer en voz alta? Una práctica con sentido

Hay muchas actividades que fuimos dejando de lado a través del tiempo, como si hubieran
envejecido. Una de ellas es la lectura en voz alta. ¿Qué información nos da la lectura en voz alta?

Cuando leemos en voz alta se ponen en juego varias cosas: tenemos que reconocer las palabras
escritas, pero también combinarlas con las otras que están antes y después en la oración, al mismo
tiempo que vamos pronunciándolas. Junto con ir entendiendo el significado de la oración, además
tenemos que darle la entonación adecuada (¿es una pregunta? ¿Es una afirmación? ¿Hay alguna
palabra a la que tenemos que darle más énfasis?). Cuando estamos ya alfabetizados, todos estos
procesos los hacemos de forma automática, rápidamente y con fluidez. Reconocemos lo escrito y
entendemos, le damos la entonación adecuada, es decir, leemos “de corrido”.
Cuando los chicos y las chicas están aprendiendo, la lectura en voz alta es una oportunidad para
entender cómo están sus mecanismos lectores, si está leyendo a través de la vía directa o indirecta,
si su lectura es fluida o fragmentada, si puede darle la entonación adecuada, si está entendiendo lo
que lee… Muchas veces creemos que están leyendo sin problemas y escuchar la lectura nos indica
que hay que seguir trabajando para promover la fluidez.

Pero ¡ojo! A veces es una actividad un poco vergonzante para hacer enfrente de otros, así que
podemos hacerlo de manera individual y sin exponerlos ni exponerlas frente a los demás.

¿Todos los chicos y las chicas que tienen dificultades para aprender a leer tienen dislexia?

No. Hay una tendencia a creer que cuando un chico o una chica presentan problemas para aprender
a leer en función de lo que se espera que pueda a su edad, entonces es disléxico o disléxica. Se
escucha muy seguido ese “diagnóstico”. Pero en verdad, las estadísticas en todo el mundo dicen
que el porcentaje de niños y niñas con dislexia es muchísimo menor al que se suele escuchar.
Entonces, es importante que desde la escuela y en el aula nos preguntemos qué podemos hacer
para que los chicos y las chicas puedan aprender.

Veamos qué es la dislexia a través de una definición que da la Asociación Internacional de la


Dislexia, es decir, la que usan profesionales de todo el mundo.

La dislexia es una Dificultad Específica del Aprendizaje (DEA) de origen neurobiológico,


caracterizada por la presencia de dificultades en la precisión y fluidez en el
reconocimiento de palabras escritas y por un déficit en las habilidades de
decodificación. Estas dificultades son consecuencia de un déficit en el componente
fonológico del lenguaje. Se presentan de manera inesperada, y a pesar de recibir una
adecuada enseñanza de la lectura y la escritura.

En síntesis, un niño o niña con dislexia tiene problemas para reconocer palabras escritas, no puede
decodificarlas adecuadamente, no es fluido/a para la lectura y tiene problemas para poner en uso
las habilidades fonológicas necesarias para leer (como segmentar, detectar partes de la palabra
hablada, etc.). Esto básicamente nos dice la definición. Entonces, lo primero que debemos
preguntarnos es, ¿estamos enseñándoles todo esto? Como también describe la definición ¿les
estamos dando una adecuada enseñanza?

Cuando estamos frente a un chico o una chica que tiene problemas para aprender en nuestras
aulas, antes de pensar en etiquetarlo con una patología, debemos revisar cómo estamos
enseñando a leer y escribir.

Antes de “etiquetar” hay que entender que hay muchas otras razones por las que pueden aparecer
dificultades, pero que la mayor parte de ellas pueden subsanarse en el aula. ¿Cómo?

a. usando un enfoque de enseñanza adecuado y explícito para que puedan aprender, es decir,
hay que enseñar, como explicamos, los procedimientos de lectura y escritura. Enseñar,
trabajar y modelar las actividades;

b. desarrollando en profundidad las habilidades fonológicas para que puedan realizar todas las
operaciones de análisis, segmentación y síntesis sin dificultad, tanto para leer como para
escribir;

c. enseñando claramente la relación entre fonología y ortografía;

d. trabajando el error y proponiendo modos de subsanarlo;

e. realizando actividades que promuevan la oralidad, que es una parte esencial de las
habilidades de lectura y escritura. Vocabulario, sintaxis, textos, todo desde la lengua oral.

Si, eventualmente con trabajo intensivo de este tipo vemos que algún niño o niña no avanza como
esperamos, entonces hay que consultar a profesionales que puedan hacer un diagnóstico serio y, si
es necesario, las adaptaciones curriculares necesarias. Pero insistimos, la dislexia es la excepción,
no la regla y lo que muchas veces es necesario es el trabajo sistemático de enseñanza de la
lectura y la escritura.

Un pequeño resumen para estar atentos y atentas:

✔ Los problemas de lectura ocurren, principalmente, en el nivel de la palabra (también pueden


ocurrir en otros niveles, pero este es el más común).

✔ Las dificultades de decodificación en la lectura están primariamente asociadas con


problemas para segmentar palabras y sílabas en fonemas y otras operaciones de
manipulación fonológica y, por lo tanto, para poder comprender y establecer
adecuadamente las relaciones entre fonemas y grafemas. Esto es así para casi todos los
lectores que tienen dificultades para aprender (niños, adolescentes e incluso adultos).

✔ La comprensión requiere una lectura precisa y automática de las palabras. La mala


decodificación es una de las causas más frecuentes de una comprensión deficiente.

✔ Creer que las dificultades de lectura y escritura de un niño se “irán” o desaparecerán con el
paso del tiempo –es decir cuando crezcan o cuando “maduren”– es errónea. Los problemas
empeoran y demorar la intervención pedagógica adecuada tiene consecuencias negativas.

¡Y llegamos al fin del curso! Esperamos que lo hayan disfrutado y le sirva a la hora de pensar
nuevas prácticas.

Nos vemos en el próximo módulo de este trayecto, en el curso Más allá de las palabras:
Comprensión y producción de textos.

Bibliografía de referencia

Serrano, F. y Defior, S. (2004). Dislexia en Español: estado de la cuestión. Revista Electrónica de


Investigación Psicoeducativa y Psicopedagógica, 2, 13-34.

www.dyslexiaida.org (https://dyslexiaida.org/definition-of-dyslexia/)
Créditos
Autores: Virginia Jaichenco y Marina Ferroni

Cómo citar este texto:

Jaichenco, V. y Ferroni, M. (2023). Clase 4: Algunas preguntas y respuestas necesarias. Alfabetización en el


aula: ¿Cómo enseñamos para que aprendan todos y todas? Buenos Aires: Ministerio de Educación de la
Nación.

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