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Infancia e Instituciones

Notas sobre la interdisciplina: de la inconmensurabilidad a la traducción


Por Mercedes Minnicelli

[…] ¿Qué determina que los conjuntos de criterios que


un hablante emplea cuando aplica el lenguaje al mundo
sean adecuados al mundo que ese lenguaje describe?
¿Qué deben compartir los hablantes que determinan la
referencia utilizando criterios distintos para ser
hablantes del mismo lenguaje, miembros de la misma
comunidad lingüística? (Tomas Kuhn, 1982, p. 67)

Introducción
Este escrito busca habilitar los intercambios en torno al campo de estudios que
configura Infancia e Instituciones, su impacto en la formación y las prácticas cuando se trata
de abonar la perspectiva que aporta la interdisciplina al abordaje de temas complejos.
El concepto de “inconmensurabilidad" de acuerdo al desarrollo de Tomas Kuhn nos
permitirá encontrar algunas pistas cuando uno de los problemas más importantes que
identificamos es el uso de términos comunes con connotaciones distintas según la red
argumentativa disciplinar en el cual se ubique.
Tal el caso de términos que abordamos en este seminario: Infancia – Instituciones –
Ley – Filiación – Trayectorias institucionales – Diagnósticos
Una salvedad, excusa o disculpa es necesaria. Al menos se me impone, ante la
propuesta de un análisis epistemológico en el marco de nuestro seminario, sin ser
epistemóloga. Apelo al lector a que considere este ensayo, por demás inconcluso, como
una reflexión sobre la propia investigación más que como un análisis epistemológico en el
propio sentido que el campo disciplinar presenta. Es decir, intentaré dar cuenta de aquello
que proviene de la experiencia psicoanalítica e interdisciplinaria que guía el recorte del
marco epistémico que por Infancia e Institución(es) se configura.
Comenzaremos por la primera parte de la pregunta y, la segunda, la retomaremos
al final del escrito desde lo analizado en Infancias en estado de excepción (Minnicelli, 2010).
En la denominación de mi trabajo, la distinción entre “psicoanalíticas” e
“interdisciplinares1” no es azarosa. Implica tomar posición a partir de preguntas ante lo real
de la experiencia. Se inicia en una sede discursiva – el psicoanálisis – como un hogar de
lectura elegido desde el cual salir de viaje y visitar otros lares, otros textos de autores

1
La propia denominación “interdisciplina” es objeto de debates y controversias respecto de sus
definiciones. Los usos de las palabras no siempre se corresponden con las referencias. Así,
interdisciplina, multidisciplina, transdisciplina – en numerosos casos considerados equivalentes –
amerita su profunda distinción que excede los propósitos del presente trabajo.
provenientes de la Filosofía del Derecho, la Sociología, la Antropología, la Educación, es
decir salir como visitante hacia otros campos epistémicos para regresar con nuevas
preguntas que renuevan una y otra vez, las lecturas de los textos psicoanalíticos ante lo real
de las prácticas sociales. Implica a su vez, identificar en los desarrollos psicoanalíticos y en
ciertas afirmaciones sin interrogación, los desvíos o conceptos importados que ameritan ser
pensados nuevamente. Un caso es aquel que afirma como “causal” del sin límite de ciertos
comportamientos infantiles, el desfallecimiento del padre (Minnicelli, 2010).
Intentaremos aportar a la posibilidad de analizar sobre los alcances y fronteras de la
interdisciplina que sostenemos como necesaria ante los límites de la experiencia y el saber
disciplinar a la hora de revisar las prácticas profesionales destinadas al tratamiento social
(Minnicelli, 2011) de los problemas que afectan a la niñez y adolescencia contemporánea,
por ende, a todos nosotros.
Nuestra investigación Infancia e Institución(es) se encuentra atravesada por el
problema de la inconmensurabilidad – en el sentido que Tomas Kuhn le otorga en su ya
clásico La estructura de las revoluciones científicas ([1962] 2004) y en su despliegue
posterior en Conmensurabilidad, comparabilidad y comunicabilidad (1982)- en tanto
considero de relevancia sostener lecturas de diversas disciplinas como alimento teórico que
intente dar cuenta de las dificultades de la praxis desde sus fundamentos.
Sin embargo, si no pretendemos quedarnos en la inconmensurabilidad como una
frontera que prohíbe el paso hacia un otro lugar, sino que es justamente ese borde, ese
límite el que nos convoca y promueve nuevos interrogantes, la frontera renueva el deseo
por construir puentes donde se visualiza un abismo respecto del tratamiento social de los
problemas de la niñez y adolescencia contemporánea.
Ahora bien, veremos que si nos quedamos en la inconmensurabilidad de las teorías,
el puente no se construye.
Nuestras experiencias de trabajo con equipos interdisciplinarios sometidas a
investigación, nos enseñan que la interdisciplina sólo es posible por el inacabado ejercicio
analítico de diferenciaciones y de ubicación de las significaciones en la red argumentativa
de procedencia disciplinar, con el fin de encontrar aquellas intersecciones posibles y, de
separar lo no común, distinguir lo no compartido de lo común respecto de ciertos términos
que resultan centrales y de uso frecuente. Tal el caso de infancia, derechos, educación, ley,
norma, violencia, creencia, entre otros.
¿Es posible que por la interdisciplina se cruce la línea de la inconmensurabilidad
que con claridad y contundencia expuso Tomas Kuhn en 1962 y renovó en 1982? ¿Hasta

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qué punto? ¿Bajo qué condiciones? ¿Se trata de un problema “interdisciplinario” o de
encontrar aquello “que deben compartir los hablantes que determinan la referencia
utilizando criterios distintos para ser hablantes del mismo lenguaje, miembros de la misma
comunidad lingüística?” (Kuhn, 1982, p. 67)
Entiendo que se trata de interrogar en los límites de la inconmensurabilidad,
constatada, la posibilidad de dar paso a la necesidad de traducción permanente de
términos que en el idioma original – disciplinar - presenta sus dialectos y, a la hora de la
puesta en común, en la extranjería de otra lengua disciplinar precisan ser reconocidos –
como paso preliminar - para luego - en un segundo tiempo- promover su traducción.
Con lo que nos encontramos en el trabajo interdisciplinar es con el supuesto de
entender por homofonía, lo que en sí, significa y presenta referencias y sistemas
argumentativos distintos. Uno de los términos ejemplares respecto de lo anterior es
“infancia”. Otro, es la noción de “ley”.
Una primera hipótesis ante la posibilidad de atravesar la barrera de la
inconmensurabilidad, es que más allá de las condiciones del objeto de análisis y de
conceptualización, se encuentran las posibilidades y límites de la posición subjetiva del
investigador y/o profesional llamado a pensar e intervenir con otros de manera
interdisciplinar. Es decir, una de las condiciones más complejas para la posibilidad de un
trabajo interdisciplinar, será el reconocimiento de las diferencias como base para la
identificación de lo común. Sin embargo, los “puntos ciegos” siempre estarán presentes,
tanto como el necesario interrogar-se respecto de la ética.
Un condimento es imprescindible para pensar en lo interdisciplinar. Se requiere de
la disposición subjetiva, que se construye si cada quien está dispuesto a la permanente
renuncia al encuentro con cualquier totalidad imaginaria. Sin embargo, la posibilidad de
renuncia a la posesión del objeto, y el hecho de ceder sin tensión ante un objeto en pugna,
es por demás trabajoso y contrario a la tendencia humana que le resiste. También
podríamos preguntarnos – según sea el caso - si debe ser “obligatorio” como afirman
nuevas legislaciones que establecen como función de los profesionales el ser ejecutores de
políticas públicas.
Descentrar el asunto de la lucha por la posesión, para pasar a considerar las
afinidades entre psicoanálisis y otras disciplinas, probablemente se habilite si consideramos
que nos encontramos ante lo real de la experiencia. En palabras de Zafiropoulos,
Es que el psicoanálisis es teoría de lo real. Lo que nos acerca a la misteriosa realidad que
existe fuera de nosotros”, he aquí lo que Freud dice apreciar, pasión por lo real: es lo que lo
hace afín con cualquier disciplina que la comparte… (2006, p. 54)
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En nuestro caso, infancia e institución(es) intenta escribir textos, crear narrativas
como bordear a lo real, lo inasimilable, lo inasible de la discontinuidad lingüística, dando
cierto marco que nos permita traducir y aproximarnos allí mismo donde se encuentran los
límites. Límite en el cual, sexo y muerte no pueden asimilarse al desnudo sin forma cultural
que lo invista de significación. Límite en el cual el desamparo de niños y niñas nos
confrontan a lo real de la experiencia.

Infancia e Institución(es): De la inconmensurabilidad a la traducción


En 1982, Kuhn nos propone que recordemos brevemente de dónde proviene el
término «inconmensurabilidad». Dirá que:
La hipotenusa de un triángulo rectángulo isósceles es inconmensurable con su lado, o la
circunferencia de un círculo con su radio, en el sentido de que no hay una unidad de
longitud contenida un número entero de veces sin resto en cada miembro del par. Así pues,
no hay medida común. Pero la falta de una medida común no significa que la comparación
sea imposible. Por el contrarío, las magnitudes inconmensurables pueden ser comparadas
con cualquier grado de aproximación requerido. Demostrar que esto podía hacerse y
explicar cómo hacerlo se cuenta entre los logros más espléndidos de las matemáticas
griegas. Pero este logro fue posible sólo porque, desde el comienzo, la mayoría de las
técnicas geométricas se aplicaban sin cambio, a los dos elementos entre los que se buscaba
una comparación” (p.49-50)
La inconmensurabilidad se vincula entonces a la falta de una medida común entre
los elementos, pero agrega que dicha falta no impide que la comparación sea posible con
cualquier grado de aproximación requerido.
¿Cuál sería la vara que permite medir dos teorías respecto de la infancia y su(s)
institución(es)? ¿Cómo debería ser dicha comparación? ¿Vale más la teoría el paradigma
del derecho que instala la “protección integral del niño” sobre su “tutela”? ¿Es mejor o
peor tutelar derecho que a los niños? ¿De qué se habla cuando se proclama la “des-
institucionalización” en términos genéricos?
Kuhn plantea que,
Cuando se aplica al vocabulario conceptual que se da en una teoría científica y en su
entorno, el término «inconmensurabilidad» funciona metafóricamente […l La frase «sin
medida común» se convierte en «sin lenguaje común» (1982, p. 50)
En Infancia e Institución(es) la inconmensurabilidad se atraviesa cuando se incluye
el problema del “sin lenguaje común” en su campo de análisis.

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Es decir, busca por su enunciado atender al “sin lenguaje común”, que opera de
manera avasallante, en el tratamiento de los problemas del trabajo interdisciplinario
destinados a la niñez y adolescencia. Lo que sigue es central:
Afirmar que dos teorías son inconmensurables significa afirmar que no hay ningún lenguaje,
neutral o de cualquier otro tipo, al que ambas teorías, concebidas como conjuntos de
enunciados puedan traducirse sin resto o pérdida.
La noción de interdisciplina que por Infancia e Institución(es) se plantea, se aleja de
la pretensión de totalidad que otras maneras de entenderla consideran. No se trata de
completar ni de tener en mano un saber universal. Tampoco de algún afán de totalidad. Se
trata de admitir que en la comparabilidad, siempre queda no sólo un resto, una pérdida
que hará posible la continuidad de pulsación de la pregunta, una y otra vez abierta, sino,
además, se configura un amplio campo de diferenciación necesaria y de referencia
compartida. Opera al modo del mínimo común múltiplo de las matemáticas, no significando
por ello que todo el universo quede así comprendido.
Kuhn afirma que la inconmensurabilidad no implica incomparabilídad, aunque
deriva en problemas de traducción,
Ni en su forma metafórica ni en su forma literal inconmensurabilidad implica
incomparabilídad, y precisamente por la misma razón. La mayoría de los términos comunes
a las dos teorías funcionan de la misma forma en ambas; sus significados, cualesquiera que
puedan ser, se preservan; su traducción es simplemente homófona. Surgen problemas de
traducción únicamente con un pequeño subgrupo de términos (que usualmente se
interdefinen) y con los enunciados que los contienen. La afirmación de que dos teorías son
inconmensurables es más modesta de lo que la mayor parte de sus críticos han supuesto (p.
50)
Tomemos el caso de cuatro términos directamente ligados a nuestro análisis, que
representan “expresiones problemáticas” (Kuhn, 1982) en los debates interdisciplinares en
infancia e institución(es): Infancia – Ley – Derecho – Educación - Filiación. Campos
semánticos distintos que atraviesan no sólo los debates intra-disciplinares sino, también,
los interdisciplinares. Atraviesa discursivamente complejas estructuras organizacionales y
circuitos de legitimación epistémica cuya tradición, rigidez y consolidación corporativa no
es de fácil flexibilización. En este sentido, las transformaciones discursivas se topan con
ellas produciendo efectos más próximos a un “como sí, epocalmente correcto” que a una
profunda y convincente voluntad de ser atravesados por la interrogación de sus fracasos
para promover otros intentos.

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La base metodológica de la metáfora que Infancia e Institución(es) configura se
encuentra en la interrogación que en cada detalle, en cada resto una y otra vez permite
socavar, abrir una hiancia ante el dicho que sostiene los hechos porque “siempre fue así”,
por “ceremonias mínimas” (Minnicelli, 2008). Intenta en la repetición, lo distinto; ante lo
dicho, otros decires.
Una breve disgresión. Llamo “ceremonias mínimas” (Minnicelli, 2008 y 2010) al
dispositivo clínico-metodológico, clave y llave para múltiples intervenciones posibles.
Podemos servimos de ellas más que como un concepto que admite una única definición,
como una metáfora, es decir, un dispositivo para habilitar alternativas de análisis e
intervención no convencionales.
Las ceremonias mínimas, en cuanto metáfora, resultan de la escucha activa de una
forma discursiva que se recorta, circunscribe y puntualiza en función de lo dicho y de
hechos. Como todo dicho, como cualquier hecho, admite por su condensación vías diversas
de análisis e investigación si nos permitimos interrogarlo. Las ceremonias mínimas resultan
un marco simbólico que se agujerea por la pregunta que lo interroga, habilitando una
hiancia, un vacío, un “entre” lo dicho y lo no dicho; entre lo dicho y lo hecho; entre los
hechos – muchas veces deshilvanados-; para decir y promover otros enlaces discursivos; es
decir, nuevas formas de decir y de hacer que de ella deriven.
El reconocimiento de aquello que podemos identificar como ceremonias mínimas
resulta de la escucha de un dicho, un hecho o una acción que recortamos en los circuitos
institucionales y sociales sea para su interrogación o análisis -cuando lo reiterado se
encuentra naturalizado y encriptado-; sea porque nos interesa crearla, es decir instalarla a
fin de promover una interferencia, una interdicción, un corte a lo establecido esperando
operen otros enlaces discursivos.
Constamos cómo esos dichos renuevan el descubrimiento del psicoanálisis que
Follari nos recuerda,
El psicoanálisis ha demostrado cómo nuestra peculiaridad de seres humanos lleva a que el
inconsciente funcione por el mecanismo de repetir.
Es decir que aunque con algún comportamiento nos vaya mal, puede proveerse un
beneficio secundario y un goce secundario en repetirlo. Y entonces, este mecanismo de la
repetición es el mecanismo por el cual la interdisciplina una y otra vez aparece como,
digamos, una especie de promesa de que va a resolver y va a superar problemas como la
hiper-especialización, como el aislamiento; que va a hacer que pueda funcionar la práctica
docente. En fin, se asocia a la idea de interdisciplina diversas nociones más o menos mágicas
de resolución de problemas que suelen estar asociados, también, a mecanismos

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inconscientes que alguien llamó “obstáculos epistemológicos. (Follari, s/d
http://www.unter.org.ar/imagenes/10060.pdf, consulta 01 de abril 2013)
En nuestro estudio preliminar (Minnicelli, 2010) presentamos el problema que
encontramos en los diferentes senderos epistémicos que seguimos cuando de abordar los
diferentes campos disciplinares que se dedican a los problemas de las nuevas generaciones
se trata. Eso llamado infancia como sujeto sobre el cual se predica, en todos los casos,
implica las repercusiones singulares que el propio significante moviliza.
Nos preguntamos qué incide para que en esta época de saturación de saberes
sobre la infancia, la niñez, la adolescencia; tiempos de cambios legislativos, de derechos de
niños y más, los problemas que atraviesan a las nuevas generaciones lejos de disminuir se
acrecienten.
La literatura sobre los problemas de la infancia es amplia. Distintas teorías y marcos
teóricos dan por sentado que en todos los casos se habla de lo mismo, resultando una
fuente importante de alimento de los malos-entendidos que operan en desmedro de la
posibilidad de la atención interdisciplinaria de los problemas que afectan a las nuevas
generaciones.
Las variantes e invariantes históricas no son consideradas y, en ese caso, la
naturalización de los conceptos – por ej. Derechos del niño – desconocen la historicidad
que cada término presenta, se lee como nuevo aquello que presenta tan vieja data que la
imagen del eterno retorno de lo mismo puede resultar avasallante, al modo de lo siniestro
freudiano.
Sin embargo, es importante avanzar en la distinción entre aquello que se
experiencia como “desacuerdos y malos entendidos” cuando allí mismo opera la
inconmensurabilidad, cuestión intrínseca sobre la cual Kuhn expresa,
En el estado actual de la teoría del significado, la distinción entre términos que cambian de
significado y aquellos que lo preservan es, en el mejor de los casos, difícil de explicar o
aplicar. Los significados son productos históricos, y cambian inevitablemente en el
transcurso del tiempo cuando cambian las demandas sobre los términos que los poseen. Es
sencillamente poco plausible que algunos términos cambien sus significados cuando se
transfieren a una nueva teoría sin infectar los términos transferidos con ellos. Lejos de
suministrar una solución, la frase «invariancia del significado» sólo puede proporcionar un
nuevo ámbito para el problema planteado por el concepto de inconmensurabilidad. Esta
dificultad es real, no el producto de un malentendido” (1982, p. 51)
La noción de ley, no puede no ser invariante según se la ubique en la trama
argumentativa de las “leyes del lenguaje”, de las “leyes jurídicas”, de las “leyes físicas”. Lo

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que observamos es que se lee e interpreta a la ley, subsumida a la norma y moral que el
discurso jurídico moderno ha establecido por sus instituciones. El orden moral que se
pretende establecer en la normalización de los comportamientos humanos, cuando fracasa,
es considerado como “anómico” en el sentido que Durkheim le ha otorgado.
No podemos dejar de interrogar si por la interdisciplina, desde ciertas perspectivas,
no se pretende restablecer una totalidad de saber que restaure el orden perdido y
normalice comportamientos. Nos distanciamos de esa posición que, en la última década,
prioriza fundamentalmente a la patologización de los comportamientos infantiles y a la
medicación psicofarmacológica como aliado para su adaptación social.
Entendemos que podemos avanzar en esbozo de respuesta recuperando lo
planteado por Follari,
Entonces, por vía de repetición está otra vez lo interdisciplinario presente, después de
algunos años de ausencia. Pero toda repetición implica diferencia. Algunos filósofos
trabajaron esto. La diferencia se da precisamente en la repetición; las cosas se repiten, pero
nunca igual. Desde ese punto de vista, entonces, ahora este tema de la interdisciplina —que
estuvo de moda hace ya veinte años, incluso más, casi cuarenta años, después del ‘68
francés— ha vuelto a adquirir un auge enorme. Pero las modalidades no son exactamente
las mismas que caracterizaron este movimiento allá por los años sesenta.
(Follari, s/d http://www.unter.org.ar/imagenes/10060.pdf, consulta 01 de abril 2013)
¿Será necesario escribir un diccionario de palabras comprendidas por homofonía
aunque incomprendidas en sus referencias?
Por nuestra investigaciones, reconocemos que un trabajo interdisciplinar, será
posible – siempre en sus límites - si se logra desandar el diccionario de palabras
disciplinarmente entendidas por los unos y los otros. Lejos de malas intenciones, los
profesionales enfrentan con su malestar un problema epistemológico que Kuhn ubica como
intrínseco a la transferencia de términos de una disciplina a otra. En nuestro caso, más allá
de dicha transferencia de términos, confrontamos con un problema de traducción el cual se
presenta cuando, los mismos términos significan y referencian para cada uno, cuestiones
por demás diversas al modo de idiomas diferentes no reconocidos como tales, por lo cual
una pretende imponer a la otra la referencia válida en lugar de sostener la diferencia como
elementos disímiles en una red argumentativa mayor.
Testimonio de ello es el texto de la legislación que enuncia y, en ese acto, marca
una norma que implica multivocidad de significaciones y referencias semánticas,
disciplinares, tradiciones y costumbres diferentes. Si bien siempre ha estado implícitamente
presente, un nuevo actor ingresa en los debates paradigmáticos universitarios disciplinares

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y en la ciencia de manera explícita, el discurso normativo que determina la metodología de
trabajo antes reservada a los parámetros e incumbencias disciplinares.
Ya no se trata sólo de las diferentes vertientes paradigmáticas de la ciencia y los
problemas (políticos) que atraviesan a sus investigadores. Ahora el problema es otro, se
renueva. La letra de la legislación ordena. Nuevos debates se abren afectando a las
incumbencias profesionales, códigos de ética, dependencias jerárquicas que pueden
subordinar la investigación a las políticas gubernamentales, lejos del sostén de las
preguntas ante lo real que no cesa de no inscribirse.
La definición del campo epistémico que se produce por el enunciado Infancia e
Institución(es) apela de manera permanente no sólo a la traducción de textos considerando
que “interpretación y traducción son dos procesos diferentes” sino, a la reescritura de
significaciones que nos aporta el texto histórico, filosófico, mítico, literario respecto de ella.
Estamos advertidos cuando,
La confusión es fácil porque la traducción real contiene a menudo, o quizá siempre, al
menos un pequeño componente interpretativo” (Kuhn, 1982 p. 52)
Toda traducción tiene su cuota de traición respecto de la versión original, en tanto
es imposible despojarla del componente interpretativo.
Citando a Kuhn, podemos avanzar en nuestra hipótesis de trabajo,
[…] La traducción es algo efectuado por una persona que sabe dos idiomas. Al enfrentarse
con un texto, oral o escrito, en uno de estos idiomas, el traductor sustituye
sistemáticamente palabras o secuencias de palabras en el texto por palabras o secuencias
de palabras en el otro idioma, a fin de producir un texto equivalente. Por el momento, qué
significa ser un «texto equivalente» puede permanecer sin especificar. Tanto igualdad de
significado como igualdad de referencia son desiderata obvios, pero no recurro a ellos aún.
Vamos a decir simplemente que el texto traducido cuenta más o menos la misma historia;
que presenta más o menos las mismas ideas; o que describe más o menos la misma
situación que el texto del cual es una traducción.
Dos características de la traducción así concebida requieren un énfasis especial. En primer
lugar, la lengua en la que se expresa la traducción existía antes de que esta última
comenzara.
Esto es, el hecho de la traducción no ha cambiado los significados de las palabras o frases.
Naturalmente, puede haber aumentado el número de referentes conocidos de un término
dado, pero no ha alterado el modo en que esos referentes, antiguos y nuevos, se
determinan. Una segunda característica está estrechamente relacionada con ésta. La
traducción consiste exclusivamente en palabras y frases que reemplazan (no
necesariamente una a una) palabras y frases del original. Las glosas y los prefacios de los

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traductores no forman parte de la traducción, y una traducción perfecta no los necesitaría
en absoluto. Si a pesar de todo se requieren, necesitamos preguntar por qué. No hay duda
de que estas características de la traducción parecen idealizaciones, y seguramente lo son.
(1982, p. 53)
Si Infancia e Institución(es) nos permiten traducciones y nuevos cruces discursivos
respecto de los términos comunes que son investigados por diversas disciplinas sociales y
humanas, nos habilita también a idear otros recorridos a los establecidos en los marcos
curriculares y circuitos de legitimación de los saberes válidos y correctos para la época2.
Establece además un salto cualitativo que hace entrar en conflicto más que a las diferentes
disciplinas, a cada uno de los investigadores y profesionales que precisan deconstruir sus
referencias para poder decir “lo que para vos es esto… para mí significa esto otro…”
Intenta, una formación basada en promover un análisis que habilite otras aristas ante el
tratamiento de los problemas de la infancia en tanto término que resiste a cualquier
definición unívoca. Trabajo de traducción que resulta el primer recurso para un trabajo
interdisciplinar, en la medida que las personas quieran tratar de comprenderse, tal como lo
expresa Kuhn,
Dicho en pocas palabras, la taxonomía debe preservarse para proporcionar categorías
compartidas y relaciones compartidas entre dichas categorías. Si no se preserva, la
traducción es imposible […]. Por supuesto, la traducción es sólo el primer recurso de las
personas que intentan comprenderse. (1982, p. 70)
El trabajo interdisciplinario se construye caso a caso, equipo a equipo, investigador
con investigadores, problema a problema, lo cual pone en jaque las posibilidades de cada
uno de ubicarse en pugna por el narcisismo de las pequeñas diferencias, o bien de sostener
en la renuncia y la apertura a la escucha de los otros ante la evidencia que el punto de vista
propio no es el único posible.
Infancia e Institución(es) habilita a crear un hábitat común en un universo
disciplinar que, hasta el momento, en las propias luchas internas psicoanalíticas intra-
paradigmáticas, no nos ha permitido encontrar alternativas diferenciales a las de otros
tiempos ante las vicisitudes del tratamiento social de los problemas de la infancia y, ante las
vacancias en lo que denominamos “escrituras de la ley en tiempos tempranos”.

2
Estos han sido fundamentos del joven plan de estudios de la especialización de posgrado en
Infancia e Instituciones, cuya acreditación en el sistema de validación universitaria (CONEAU) no
resultó sencilla aunque fue lograda por Resolución Ministerial No. 10771/10. De acuerdo a pautas
normativas ministeriales, los títulos de posgrado no pueden tener (), por lo cual, hubo una pérdida
en el campo de significación que se recupera en sus fundamentos.
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¿Podríamos hablar de lo misma a partir de la noción de “socialización”? No. No se
trata de lo mismo. Socialización (primaria y secundaria) es un término importado por la
psicología desde la sociología para niños de familias “normales” en instituciones
“normales”. Las teorías sobre la socialización obturan posibilidades de pensar - por sus
íntimos vínculos con la normalización de las crianzas y las familias en instituciones
modernas, bajo influencia de la noción de anomia Durkheiniana - en todos aquellos que
quedaron por fuera de las hegemonías académica en la formación de grado y posgrado,
sostenidas en la noción de anomia como perturbadora del orden social y subjetivo.
Infancia e institución(es) por ejemplo, nos habilita a interrogarnos por la filiación de
niños y niñas desplazados de su hábitat familiar por decisiones judiciales3 sin pensar de
manera anticipada que se trata de vidas anómicas y anónimas, atendiendo a la lectura de
las formas de la filiación más allá de la cuestión de la familia nuclear moderna.
El problema contemporáneo es de qué manera analizar las intervenciones
profesionales cuando tanto los referentes de ciertos términos como los criterios para
identificarlos se alteran de manera drástica y sistemáticamente en las mesas de trabajo de
profesionales de diversas disciplinas, convocados por ley nacional4 – y sus adecuaciones
provinciales- a atender “casos” que involucran a niños, niñas y adolescentes
interdisciplinariamente.
Pérez Ransanz,
Hay que decir que si bien las diferencias que campean en una comunidad dividida revelan
que el proceso de elección de teorías es mucho más complejo de lo que hasta entonces se
había supuesto, sin embargo el análisis detallado de la inconmensurabilidad -en el que Kuhn
trabajó hasta sus últimos años- permitió poner en claro que existen vías efectivas para
restablecer la comunicación y el acuerdo en una comunidad de especialistas, aunque
ciertamente no se trata de las vías que desde la filosofía tradicional de la ciencia se hubieran
podido vislumbrar. (1999, p. 54)

Algunas notas a partir de la pregunta por el concepto de anomia…


Hilda Eva Chamorro Greca de Prado en su trabajo “El concepto de anomia, una
visión en nuestro país” plantea que el concepto de anomia, fue introducido por Durkheim

3
Lampugnani, S. Proyecto de tesis doctoral aprobado por la Facultad de Psicología, UNR
denominado “Infancia e Instituciones: La problemática de la filiación en niños y niñas desplazados de
su ámbito familiar por decisiones jurídico-administrativas”, 2012 en curso.
4
El caso que nos ocupa es la Ley Nacional de Protección de Derechos de niños, niñas y adolescentes
aunque puede hacerse extensivo el análisis a la Ley Nacional de Salud Mental; Ley Nacional de
Violencia Familiar, otras que implementan – por ley – la misma metodología de trabajo.
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en el campo de sociología aunque sus antecedentes nos remontan a Herodoto de
Alicarnaso (484-406 a.C.), quien lo usó cuando se refirió a la guerra entre griegos y persas.
El concepto ha tenido un uso religioso, ya que también en la Antigüedad se incluye el
concepto de anomia sobre todo, en el Antiguo Testamento. En las traducciones fue
intercambiado por “hamartia”, en ambos casos para significar “pecados”. En Grecia,
significó lo malo, lo perverso, la falta de orden social, la desesperación, toda forma de vicios.
En 1688, Vico en su Cátedra de Ética decía: “La edad de los hombres inicia su decadencia
cuando los seres humanos dejan de respetar la ley, cuando la licencia descompone la
igualdad y cuando la filosofía sucede a la religión”. (3 de mayo de 2005, conferencia.
Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba. Argentina. En
www.acader.unc.edu.ar).
La autora expone que después de dos siglos de silencio con respecto a la anomia,
aparece en el siglo XIX con los filósofos franceses, sin connotaciones religiosas, como una
expresión correspondiente a la ética. Ubica el nuevo uso del término, resignificado, en la
monografía de Durkheim sobre El suicidio (1897) en el debate entre el “realismo” de
Durkheim y el “nominalismo” de Jean Marie Guyau y de Tarde.
Si bien somos herederos de dicho concepto, la correlación que establece Durkheim
entre la disminución de la acción reguladora de la sociedad y, el aumento de tasas de
suicidio equivaldría en el decir de Agamben (2004) a tener que admitir una necesidad de los
seres humanos de ser regulados en sus actividades y en sus pasiones. Para el filósofo
italiano, si se da por descontada la ecuación entre anomia y angustia (cuando los materiales
etnológicos y folclóricos parecen mostrar lo contrario) se neutraliza de entrada, además,
que la anomia tenga una relación más íntima y compleja con el derecho y con el orden
social.
El problema de fondo es el de los efectos en la subjetividad del orden social y
viceversa, según las épocas, las culturas que desde mi punto de vista no debemos confundir
con las formas en que opera la ley – del lenguaje- en la escritura subjetiva. Ley que se
inscribe y circunscribe la anomia estructural que por el lenguaje y en el campo del discurso
se viste e inviste de significación. Especialmente cuando – tal como desarrollamos en
Minnicelli, 2010- en la primera mitad del siglo XX, los estudios sociológicos, especialmente
los llevados adelante por la escuela de Durkheim, fijaron una red argumentativa sostenida
en –y por– la normalización de la familia en las ciencias sociales como modo de evitar la
anomia subjetiva, la cual resultaba asignada como pilar del desajuste subjetivo, cuya
derivación en el suicidio diera soporte a sus teorizaciones.

Minnicelli, M. Infancia e Institución(es) Notas sobre la interdisciplina: de la inconmensurabilidad a la traducción.


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Los efectos de sentido de estas alianzas conceptuales se plasman en el desconcierto
que producen cuando se los considera como modo certero para dar cuenta de la
emergencia de comportamientos infantiles, que se presentan a la deriva pulsional, sin
límites y en permanente demanda de sujeción.
La investigación nos condujo al análisis de un supuesto que – entendemos – nos
atraviesa en los debates disciplinares e interdisciplinares que confunden ley – norma
jurídica occidental – con legalidad – del lenguaje –. La ley jurídica conformando los
fundamentos de los Estados modernos, suponiéndolos en todos los casos bajo la forma de
los estados democráticos, ha llevado a una ilusión en el decir de Agamben la de una vida
sujeta a derecho, cuando de hecho rige el estado de excepción.
El problema de su definición es para Agamben, que el estado de excepción no es ni
externo ni interno al ordenamiento jurídico. Por tanto concierne precisamente a un umbral,
o a una zona de indiferenciación, en el cual dentro y fuera no se excluyen sino que se
indeterminan. La suspensión de la norma no significa su abolición, y la zona de anomia que
ella instaura no está (o al menos pretende no estar) totalmente escindida del orden
jurídico. (Agamben, G, 2004 p. 59)
El tratamiento del tema, escueto por cierto, habilita a nuevas indagaciones. Bajo
punto de vista alguno se lo puede dar por cerrado sino, el camino es aún joven en Infancia e
Institución(es) y su interdisciplina, renovando nuestras investigaciones respecto a la posible
configuración de aquello que deben compartir los hablantes, qué bases determinan la
referencia, para encontrar aproximaciones que permitan ser hablantes del mismo lenguaje,
miembros de la misma comunidad lingüística, cuando del tratamiento social de los
problemas que afectan a las nuevas generaciones se trata.
Podríamos finalizar este breve e inconcluso ensayo con una nueva hipótesis de
trabajo: Si es aceptada la inconmensurabilidad – parcial- como parte del problema; si es
aceptada la anomia como aquello que permite circunscribir la ley – es decir, la ley que
enuncia un no todo es posible-, justamente será el mínimo denominador común de lo
interdisciplinar lo que permita lecturas entre pares en diferencia de puntos de vista
disciplinar, siempre provisorios, ante el caso a caso.
Tal será el caso de este seminario al abordar los siguientes ejes: Filiación –
Trayectorias institucionales – Niñas y niños malheridos. Estas líneas de abordaje nos
permitirán salir de los lugares comunes para pensar en temas diversos: cuidados parentales
y sus infortunios; adopción y sus vicisitudes; niñas y niños atrapados en divorcios
conflictivos entre otros.

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MINNICELL, M. Fraternidades y parentalidades malheridas. Puntos de encuentro familiar:
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Ceremonias mínimas una apuesta a la educación en la era del consumo.
Rosario, HomoSapiens, 2013
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Infancias públicas. No hay Derecho. Buenos Aires, Noveduc, 2004
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ZAFIROPOULOS, M. Lacan y las ciencias sociales. La declinación del padre [1938-1953]
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