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CORTE SUPREMA DE JUSTICIA

SALA DE CASACIÓN CIVIL

MAGISTRADO PONENTE
SILVIO FERNANDO TREJOS BUENO

Bogotá, D. C., nueve (9) de diciembre de dos mil cuatro


(2004).-

Referencia: Expediente No. 6080-01

Se decide por la Corte el recurso de casación interpuesto por la


demandada contra la sentencia de 23 de noviembre de 1999,
proferida por la Sala Civil de Descongestión del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Bogotá, dentro del proceso
ordinario promovido por Luz Esperanza Castellanos Beltrán
contra María Bertilda López López.

I. EL LITIGIO

1. Pretende la demandante que se declare que le pertenece


el dominio del inmueble urbano situado la calle 68B No. 58 A -
49 de esta ciudad y, en consecuencia, se le ordene a la
demandada que se lo restituya y le pague los frutos
producidos.

2. Los hechos en que se sustentan las pretensiones admiten


el siguiente resumen:

a) Adquirió el dominio del citado bien urbano en virtud de la


adjudicación que se le hizo en la sucesión de Eulogio
Castellanos Pinzón tramitada en la Notaría Veintisiete de
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Bogotá, según consta en la escritura pública No. 122 de 7 de


enero de 1994.

b) Se encuentra privada de la posesión porque la


contradictora, quien fue autorizada para vivir en él por su
anterior propietario, su padre, Eulogio Castellanos Pinzón en
1991 y ante el fallecimiento de éste el 30 de agosto de 1993,
alega ser su poseedora y se niega sistemáticamente a
restituirlo pese a las plurales peticiones que le ha formulado en
ese sentido.

c) La posesión ejercida por Maria Bertilda es de mala fe por


carecer de título que la justifique, circunstancia que deberá
tenerse en cuenta para efectos de las prestaciones mutuas.

3. Notificada la parte pasiva, se opuso a la prosperidad de


las pretensiones aduciendo que la actora no tiene la calidad de
hija de Eulogio Castellanos Pinzón y que su posesión se originó
en la sociedad de hecho que tuvo con éste; además, formuló la
excepción previa de inepta demanda, la que tramitada fracasó;
y las de fondo que denominó, en su orden, “carencia de causa
legal para iniciar la acción”, “inexistencia de la mala fe”, falta
de legitimación en la causa por activa y por pasiva, “falsedad y
fraude procesal”, “nulidad supralegal o constitucional por
quebrantamiento a las formas propias del juicio y del debido
proceso” y “prescripción de acción reivindicatoria”.

4. Tramitada la primera instancia, se dictó sentencia


accediendo a la reivindicación del inmueble; ordenando su
restitución en el término de seis días; reconociendo a favor de
la demandada $3.000.000 por mejoras y $239.000 por
impuestos y en beneficio de la demandante $18.760.543 por
frutos civiles junto con los que se causen hasta la fecha de

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entrega del bien.

5. Apelado el fallo, el Tribunal lo confirmó en cuanto accedió


a la reivindicación, ordenó la restitución, reconoció a Maria
Bertilda mejoras e impuestos y condenó a ésta en costas;
modificó la condena por frutos fijándola en $15.115.731 desde
julio de 1994 hasta el 16 de noviembre de 1999, junto con la
actualización correspondiente hasta la fecha del pago.

II. FUNDAMENTOS DE LA SENTENCIA IMPUGNADA

Ellos admiten el siguiente resumen:

1. No hay duda alguna de que la demandada es Bertilda


López López, quien además es la persona que confesó ser la
poseedora del inmueble respecto del cual se pretende la
reivindicación. La equivocación de haberle agregado a dicho
nombre el apellido “de Ibañez” tiene como explicación el hecho
de que alguna vez “estuvo casada o tuvo como compañero a
un señor Ibañez, como lo cuenta uno de los testigos citados”.

2. Pese a que el juzgado de conocimiento no se pronunció


respecto de la solicitud formulada por la parte demandada,
después de superada la etapa de alegaciones, para que
decretara la prejudicialidad penal por estar en trámite
investigación en la Fiscalía en contra de la demandante, dos
razones impedían acceder a lo solicitado: la primera, de orden
procedimental porque la petición se hizo luego de vencido el
término para presentar alegatos de conclusión “cuando ya no
pueden proponerse incidentes (salvo el de recusación), ni
surtirse actuaciones posteriores distintas a las de expedición
de copias, desgloses o certificaciones” y la segunda, de

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carácter sustancial, porque la certificación expedida por la


Fiscalía no es suficiente para demostrar la íntima relación que
existe entre la inquisición allí adelantada con el tema debatido
en este proceso.

3. No es del caso aplicar el precedente contenido en la


sentencia de tutela 494 de 1992, como lo solicita la opositora,
porque, en primer lugar, la Corte Constitucional si bien en ella
protegió la posesión de una compañera permanente, no puede
decirse que haya “legislado” de manera general ni decidido que
siempre que ésta “posee un bien de su compañero, adquiere el
derecho a continuar en tal calidad”; y, en segundo lugar, los
hechos de uno y otro caso son sustancialmente distintos, pues
en el analizado por dicha Corporación se trataba de un hombre
y una mujer que durante la convivencia marital prolongada
durante varios años habían adquirido juntos un inmueble,
mientras en el asunto de este proceso Eulogio Castellanos
Pinzón compró exclusivamente par sí el bien objeto del debate
desde 1962, es decir, que cuando empezó la supuesta
cohabitación con la demandada el mismo ya hacía parte de su
activo patrimonial.

4. Los frutos que debe reconocer la contradictora a la actora


equivalen a la suma de $15.115.731 que corresponden a mitad
de los liquidados teniendo en cuenta los arrendamientos
producidos y que en el inmueble hay un apartamento que hace
parte de lo que le fue adjudicado a ésta en la sucesión de
Eulogio Castellanos Pinzón por lo que no se le pueden exigir a
aquella.

III. LA DEMANDA DE CASACIÓN

Se formulan contra la sentencia del tribunal cuatro cargos, los

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cuales serán estudiados los dos primeros en el orden propuesto


y los dos últimos de manera conjunta por guardar íntima
relación.

CARGO PRIMERO

Con fundamento en la causal 5ª del artículo 368 del Código de


Procedimiento Civil, se acusa a la sentencia de haber sido
dictada en un proceso viciado de nulidad insaneable, numeral
4o., del artículo 140 del Código de Procedimiento Civil, por
haberse tramitado la demanda por una vía diferente a la que
legalmente le correspondía.

En desarrollo de la acusación se aduce lo siguiente:

a) El Juzgado Treinta y Uno Civil del Circuito de Bogotá


inadmitió la demanda de entrega de inmueble presentada por
la parte actora contra la contradictora para que se confiriera
poder en legal forma, se indicara el extremo pasivo de la litis,
se tuviera en cuenta que la “entrega de que trata el artículo
614 del C.P.C., se peticiona ante el mismo juez que conoció el
trámite de la sucesión”, se señalara la clase de proceso y el
procedimiento y se aplicarán “los postulados del art. 75-2-11
ibídem, respecto de la parte demandada”. Es decir, que éste
auto llevaba la orden implícita de que se acudiera ante el juez
que tramitó el proceso de sucesión para obtener la entrega del
bien que se estaba reclamado, “porque tratándose de un
procedimiento especial, no se podía recurrir al procedimiento
ordinario”, orden que fue incumplida puesto que como
corrección se presentó una nueva demanda de reivindicación
“pero sin indicar si se trataba del procedimiento abreviado
base del presente proceso o, si por el contrario, se trataba del

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procedimiento ordinario diferente a la demanda base de la


acción de entrega, que se ordenó corregir para recurrir ante el
mismo juez que conoció del proceso de sucesión”.

b) El juzgado de conocimiento, a pesar de la orden dada en


el auto inadmisorio, aceptó la demanda reivindicatoria dándole
el trámite correspondiente y, a su vez, el tribunal al desatar el
recurso de alzada estimó que estaban reunidos los
presupuestos procesales y que dicho escrito “cumplía los
requisitos de ley para proferir el fallo de fondo”, esta situación
comporta quebrantamiento de los artículos 29 de la
Constitución Política y 396, 398, 408, numeral 3º, y 614 del
Código de Procedimiento Civil, porque, a pesar de existir una
orden judicial para que se subsanara la demanda y la solicitud
de entrega se rituara ante el mismo juez que conoció el
proceso de sucesión, la “demandante optó por confeccionar
una nueva demanda, sin indicar el procedimiento a seguir”, la
que, en últimas, fue admitida por el juez en contravía de lo
dispuesto por él mismo.

CONSIDERACIONES DE LA CORTE

1. El artículo 368 del Código de Procedimiento Civil, en el


numeral 5º, regula como causal de casación el hecho de
“haberse incurrido alguna de las causales de nulidad
consagradas en el artículo 140, siempre que no se hubiere
saneado”.
A su vez, el numeral 4º del citado artículo 140 ibídem al
enlistar las causales de nulidad establece que “el proceso es
nulo en todo o en parte, solamente en los siguientes casos (…)

4. Cuando la demanda se tramite por proceso diferente al

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que corresponde”.

La Corte Constitucional en sentencia C-407 de 1997 declaró la


inexequibilidad del numeral 6º del artículo 144 del Código de
Procedimiento Civil que permitía el saneamiento de la nulidad
originada en haber tramitado por la vía ordinaria un proceso
que debía haberse rituado por un procedimiento especial.

2. En este caso, el proceso se tramitó por la vía ordinaria


como correspondía a su naturaleza reivindicatoria y dentro de
él la demandada y ahora recurrente tuvo todas las
oportunidades de defensa y contradicción. El hecho que se
hubiera presentado el libelo inicial pidiéndose la entrega del
inmueble adjudicado a la demandante en la sucesión notarial
de su padre, no fijó definitivamente dicho trámite ni implicó
fatalmente que tuviera que rituarse el susodicho proceso.

Ciertamente, la parte promotora del litigio, en ejercicio de sus


facultades y en respuesta al auto inadmisorio de la demanda
de entrega del inmueble, procedió a hacer las correcciones de
rigor pero precisando que lo pretendido era la reivindicación
del bien que estaba en posesión de la contradictora. El
pronunciamiento, entonces, del juez de conocimiento de
admitir la demanda y de darle el trámite del ordinario de
mayor cuantía se ajustó en un todo al texto del escrito, mucho
más cuando en el curso de la instrucción se agotaron todas y
cada una de las etapas procesales previstas para esta clase de
litigios.

No puede alegarse, como lo hace la recurrente, que se haya


incurrido en causal de nulidad insaneable por haberse
tramitado un proceso abreviado de entrega del tradente al
adquirente, es el que cita en la sustentación del cargo al

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mencionar el artículo 408, numeral 3º, del Código de


Procedimiento Civil, porque, tal como quedó anotado la
admisión, trámite y decisión del conflicto se hizo conforme
correspondía, esto es, como uno ordinario reivindicatorio de
mayor cuantía y, además, la situación planteada en ningún
momento corresponde a la entrega del tradente al adquirente,
puesto que no aparece que entre las partes se haya celebrado
previamente ningún contrato o acuerdo de voluntades que
impusiera el cumplimiento de dicha figura jurídica.

3. El cargo, pues, no está llamado a prosperar.

CARGO SEGUNDO

Se acusa la sentencia, con fundamento en la causal segunda


de casación, de no encontrarse en consonancia con las
excepciones propuestas por el demandado.

En la sustentación del cargo se afirma lo siguiente:

a) Al contestar la demanda fueron formuladas las


excepciones de fondo de falta de causa legal para iniciar la
acción, inexistencia de la mala fe manifestada en los hechos,
“falta de presupuesto legal de demanda en forma”, falta de
legitimación y de interés para pedir de la demandante y
respecto de la demandada, falsedad y fraude procesal,
prescripción de la acción reivindicatoria y nulidad suprelegal o
constitucional.

b) El juez de conocimiento no resolvió por completo las


excepciones, pues, se limitó a afirmar que por estar probados
los requisitos de la acción reivindicatoria tenía que accederse a
las súplicas de la demanda, a su vez el tribunal confirmó unos

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numerales y modificó otros, pero sin pronunciarse tampoco en


relación con las excepciones “bajo las mismas premisas
consistentes en que se encontrarían satisfecho los
presupuestos procesales y los requisitos axiológicos de la
pretensión reivindicatoria”, comportamiento del que surge la
inconsonancia denunciada “puesto que la sentencia en su parte
resolutiva debe contener la decisión correspondiente a la
prosperidad o denegación de las excepciones”.

CONSIDERACIONES DE LA CORTE

1. En lo pertinente, el artículo 305 del Código de


Procedimiento Civil reglamenta lo atinente a la congruencia al
disponer que “la sentencia deberá estar en consonancia con los
hechos y las pretensiones aducidos en la demanda y en las
demás oportunidades que este código contempla, y con las
excepciones que aparezcan probadas y hubieren sido alegadas
si así lo exige la ley (…)”.

2. Importa recordar que la causal segunda de casación se


halla instituida para enmendar el vicio de procedimiento que se
presenta cuando el sentenciador, por exceso o por defecto, se
aparta del cuadro de instancia que le traza la demanda y las
excepciones del demandado o que el juez deba declarar de
oficio.

3. No todas las argumentaciones en que el demandado


soporte su rechazo a los pedimentos formulados por la parte
demandante pueden calificarse, sin más, como excepciones.
Únicamente tienen el carácter de tales las que apunten a
combatir el derecho de aducido, bien para invocar que nunca
ha existido, ora para alegar que, aún existiendo, todavía no es

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exigible por estar sometido a plazo o condición.

4. Sobre el tema de las excepciones tiene sentado la


jurisprudencia de la Corporación, sentencia de casación N°.
109 de 11 de junio de 2001, expediente 6343, que “(...) la
excepción de mérito es una herramienta defensiva con que
cuenta el demandado para desmerecer el derecho que en
principio le cabe al demandante; su función es cercenarle los
efectos. Apunta, pues, a impedir que el derecho acabe
ejercitándose (...) A la verdad, la naturaleza de la excepción
indica que no tiene más diana que la pretensión misma; su
protagonismo supone, por regla general, un derecho en el
adversario, acabado en su formación, para así poder lanzarse
contra él a fin de debilitar su eficacia o, lo que es lo mismo, de
hacerlo cesar en sus efectos; la subsidiariedad de la excepción
es, pues, manifiesta, como que no se concibe con vida sino
conforme exista un derecho; de lo contrario, se queda
literalmente sin contendor (...) Por modo que, de ordinario, en
los eventos en que el derecho no alcanza a tener vida jurídica,
o, para decirlo más elípticamente, en los que el actor carece de
derecho porque este nunca se estructuró, la excepción no tiene
viabilidad (...) De ahí que la decisión de todo litigio deba
empezar por el estudio del derecho pretendido “y por indagar
si al demandante le asiste. Cuando esta sugestión inicial es
respondida negativamente, la absolución del demandado se
impone; pero cuando se halle que la acción existe y que le
asiste al actor, entonces sí es procedente estudiar si hay
excepciones que la emboten, enerven o infirmen” (G. J. XLVI,
623; XCI, pág. 830)”.

5. De otro lado, es sabido que no siempre que el sentenciador


omita un pronunciamiento expreso sobre las excepciones
propuestas por el demandado al contestar la demanda se

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genera de manera automática el vicio procesal de


incongruencia, pues, es menester que para que ello suceda
que el silencio implique fatalmente la ausencia de decisión
sobre uno de los extremos a que se contrae concretamente la
defensa formulada por la parte contradictora. Además, también
enerva la configuración de este error de procedimiento que
sobre el punto haya una resolución implícita que sea suficiente
para desestimar la argumentación en cuestión.

Sobre el punto sostuvo la Sala en la sentencia de casación N°.


152 de 15 de noviembre de 1995, expediente 4396, que
“cuando se habla de la coherencia que debe existir entre la
sentencia, por un lado, y las pretensiones y los hechos de la
demanda, y las excepciones del demandado, por el otro, no se
está diciendo que ello representa una exigencia que solo pueda
ser cumplida de una cierta y determinada manera. Por lo
tanto, si bien es deseable que el juez aluda de modo específico
tanto a los hechos de la demanda como a las consecuentes
pretensiones y a las excepciones del demandado, en razón de
que así la sentencia gana en claridad y precisión, de hecho no
son pocas las oportunidades en las cuales la resolución
concerniente a un punto cualquiera suele estar implícitamente
consignada en el relativo a otro u otros, pues como desde vieja
data lo tiene señalado la jurisprudencia de la Corte, distinto a
no decidir uno de los puntos de la litis es decidirlo en cierto
sentido, así la determinación respectiva no sea perceptible
prima facie ora porque se halla sobreentendida o involucrada
en otra resolución, ora porque es en la motivación donde se la
identifica”.

Pronunciamiento que fue reiterado, entre otras en la sentencia


de casación N° 031 de 1° de marzo de 2001, expediente 6106,
en la que dijo que “cuando se trata de incongruencia por

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omisión, para que el cargo tenga mérito, tales


disconformidades deben ser reales y producto del olvido o
inadvertencia del juez, pues mediando alguna decisión, así
fuere implícita o virtual, la sentencia ya no puede ser atacada
con fundamento en la causal segunda en la medida en que,
como ha dicho esta Corporación, de todos modos implica "un
pronunciamiento del sentenciador sobre la pretensión de la
parte que solo podía ser impugnado a través de la causal
primera si con el se violó directa o indirectamente la ley
sustancial, de lo contrario se llegaría a la conclusión de que el
fallo sólo sería congruente cuando fuera favorable a las
pretensiones del demandante, lo que a todas luces es
inaceptable…." (G. J. t. CXXXVIII, pág. 36)”.

6. La recurrente acusa la sentencia del tribunal de no haber


hecho pronunciamiento expreso respecto de las excepciones de
fondo propuestas por ella al descorrer el traslado de la
demanda, como fueron falta de causa legal para iniciar la
acción, inexistencia de la mala fe manifestada en los hechos,
“falta de presupuesto legal de demanda en forma”, falta de
legitimación y de interés para pedir de la demandante y
respecto de la demandada, falsedad y fraude procesal,
prescripción de la acción reivindicatoria y nulidad supralegal o
constitucional.

7. La sentencia de segundo grado, si bien es cierto, no es un


modelo de técnica procesal en su redacción y en las decisiones
adoptadas, sí contiene un pronunciamiento sobre las
alegaciones formuladas por la demandada en su defensa, tanto
respecto de las que denominadas excepciones de fondo que sí
tienen esa característica como de aquellas que, no obstante tal
designación expresa, carecen de dicha connotación o entidad.
En efecto:

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a) Respecto de la excepción de carencia legal para iniciar la


acción reivindicatoria sustentada en que la posesión material
que reconoce tener la demandada tuvo su origen en la relación
concubinaria que existió entre ella y el fallecido Eulogio
Castellanos Pinzón, anterior titular del derecho de dominio, se
hace pronunciamiento expreso al respecto desestimando la
argumentación presentada. Concretamente se manifiesta que
no es aplicable a la situación planteada en este evento lo
doctrinado por la Corte Constitucional en la tutela 492 de 1992
porque en ningún momento la citada corporación “legisló” o
prescribió, como lo pretende la recurrente, “que siempre que la
compañera permanente posee un bien de su compañero,
adquiere el derecho a continuar en tal calidad”. Además,
explica que el caso estudiado por la citada Corporación era
distinto, pues, se trataba de una pareja que con su propio
esfuerzo había adquirido un bien común que al morir el
compañero se encontraba en cabeza exclusiva de éste,
mientras, en el evento a que se contrae el presente debate el
inmueble fue adquirido desde 1962 por Eulogio Castellanos
Pinzón, muchos años antes de iniciar la convivencia marital con
la contradictora.

Igual razonamiento cabe hacer en relación con la alegada


excepción de inexistencia de mala fe basada en que la
demandada entró en posesión del inmueble por el surgimiento
entre ella y el anterior propietario del inmueble de un
concubinato. El sentenciador de segundo grado, tal como ha
quedado analizado, expresamente dejó consignado que la
posesión que pudiere aparecer como secuela de la relación
sentimental no otorga ningún derecho adicional al que se
predica de quien ejerce actos de señor y dueño sobre un
inmueble sin serlo frente al titular del derecho de dominio.

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b) Sobre la falta de legitimación tanto por activa como por


pasiva sustentada la primera en que la demandada fue María
Bertilda López de Ibañez o María Bertilda López López de
Ibañez y la segunda, en que la demandante Luz Esperanza
Castellanos Beltrán no es hija del titular anterior del inmueble
Eulogio Castellanos Pinzón, también se aprecia, no obstante
que no se trata de excepciones sino de presupuestos de la
sentencia de fondo, que el tribunal sí aludió a dichos aspectos
en el fallo combatido.

En cuanto al nombre correcto de la demandada se dice en el


fallo atacado que es María Bertilda López López, identificada
con la cédula de ciudadanía 41.607.139 de Bogotá, y que, si
bien es cierto que se demandó a María Bertilda López López de
Ibañez, se trata inequívocamente de la misma persona, puesto
que, “si hubo un error, consistente en agregarle el apellido “de
Ibañez”, obedece exclusivamente a que en alguna época
estuvo casada o tuvo por compañero un señor Ibañez, como lo
cuenta uno de los testigos citados y como puede deducirse por
el apellido de quien en la diligencia de inspección judicial y
delante de ella, dijo ser hijo de la demandada y habitar el
inmueble junto con su esposa e hija: Jorge Ibañez”.

La legitimación por activa de la demandante Luz Esperanza


Castellanos Beltrán la encontró el tribunal en el hecho de
haberse allegado al expediente la prueba de la calidad de
propietaria actual del inmueble, según adjudicación que de él
se le hizo en el trámite notarial de la sucesión de su progenitor
Eulogio Castellanos Pinzón, circunstancia que fue más que
suficiente para determinar que en dicha condición estaba
habilitada legalmente para ejercer con éxito la acción
reivindicatoria y, en consecuencia, desestimar tácitamente la
alegación de que no tuviera realmente respecto del causante y

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anterior propietario del inmueble la calidad de hija, la que


además, era totalmente irrelevante en dicho trámite frente a la
aportación de la prueba solemne del dominio a que se contrae
el requisito de procedibilidad examinado.

Análogo planteamiento cabe hacer respecto de la también


supuesta excepción de falsedad o fraude procesal basada en
los mismos argumentos de haberse obtenido la adjudicación
del inmueble en la sucesión de Eulogio Castellanos Pinzón
tramitada ante notario con la presentación de documentos
falsos y sin idoneidad para acreditar el parentesco de hija y,
por ende, de sucesora de dicho causante. Esto es, una vez
probado el dominio del inmueble la legitimación por activa para
reivindicar quedaba definitivamente establecida y cualquier
discusión relativa a la validez de dicho estado civil tenía que
desatarse en un escenario procesal distinto.

La conclusión anterior no se modifica con la equivocación en la


que sí incurrió el tribunal al justificar la conducta silente y
omisiva del a quo que no se pronunció respecto de la solicitud
de suspensión del proceso por una eventual prejudicialidad
penal formulada por la parte demandada sosteniendo que “fue
presentada vencido el término de traslado para alegar cuando
ya no pueden proponerse incidentes (salvo el de recusación),
ni surtirse actuaciones posteriores distintas a las de expedición
de copias, desgloses y certificaciones”, puesto que no tuvo en
cuenta que la indicada suspensión, artículo 170, numeral 1º,
no es un incidente, ni mucho menos alguno de los trámites
especiales que sustituyeron a éstos a partir de la reforma
contenida en el decreto 2282 de 1989, y, como si lo anterior
fuera poco, la decisión sobre su estructuración procesal no solo
debe hacerse cuando el expediente se encuentre en estado de
dictar sentencia, sino que, además, tiene que hacerse aún de

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oficio, artículo 171 ibídem.

c) En la sentencia recurrida, no obstante que la demandada


formuló la excepción de prescripción de la acción
reivindicatoria apuntalada en el hecho de que la demandante
desde hace más de veinte años, exactamente desde 1969, no
tenía la posesión del inmueble, se guardó silencio sobre el
punto, aunque de manera implícita se desestima el éxito de la
misma como secuela de haberse accedido a la reivindicación.

El argumento en que se sostiene la excepción de la


prescripción de la acción reivindicatoria es totalmente
inaceptable, pues, es sabido que para el buen suceso de esta
acción también llamada de dominio no es necesario que la
persona que reivindica haya tenido antes la posesión de la cual
se encuentra privada por la parte demandada. Fuera de lo
anterior, debe tenerse en cuenta que la posesión que en el
fallo se le reconoce a la excepcionante solamente aparece a
partir del fallecimiento del compañero permanente hecho que
tuvo ocurrencia el 30 de agosto de 1993, tiempo insuficiente
para que se consolide el término prescriptivo extintivo de
veinte años.

d) La denominada excepción de “nulidad supralegal o


constitucional” fundamentada en la violación del debido
proceso previsto en el artículo 29 de la Constitución Política por
haberse tramitado por la vía del proceso ordinario sometido al
procedimiento abreviado, no tiene el carácter de excepción
como erradamente lo plantea la parte demandada. Se trata de
una figura jurídica distinta como es la nulidad, motivo por el
cual no puede aducirse falta de pronunciamiento sobre un
medio exceptivo propuesto expresamente. Fuera de lo
anterior, el punto fue estudiado y desechado en la sentencia al

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concluirse que no se estructuraba ninguna causal de nulidad y


que a la demanda se le había impartido el trámite del proceso
ordinario de mayor cuantía que era el que legalmente le
correspondía.

4. Por consiguiente, el cargo no prospera.

CARGO TERCERO

Con fundamento en la casual primera de casación, se acusa a


la sentencia de quebrantar, por la vía indirecta y por falta de
aplicación los artículos 1, 2, 3, 4, 5, 8, 101, 102 y 103 del
decreto 1260, reglamentario de la ley 8ª de 1969, a causa de
error manifiesto de derecho respecto de la apreciación de la
confesión de la parte demandante.

En desarrollo del cargo se expresa:

a) Se cometió error de derecho al estimar como confesión la


declaración de María Bertilda López de Ibañez, persona que no
tiene la calidad de demandada en ninguna de las actuaciones
procesales como son “la demanda, el auto admisorio, el
informe del notificador, las sentencias y demás relacionados”,
puesto que quien ostenta dicha calidad es María Bertilda López
López, que es una persona diferente.

b) La prueba de confesión acogida para concluir que la


contradictora aceptó la calidad de poseedora no puede ser
tenida en cuenta porque la persona que aparece como
demandada es una distinta, violándose de esta manera los
artículos 174, 175, 177, 194, 195 y 203 del Código de
Procedimiento Civil.

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CARGO CUARTO

De manera subsidiaria al anterior, con fundamento en la causal


primera se ataca la sentencia de violar de manera indirecta, a
causa de error de hecho en lo relativo al estado civil de la
demandante, los artículos 67, 68, 69, 70, 71, 101, 102 y 103
del decreto 1260 de 1970, reglamentario de la ley 8ª de 1969.

En desarrollo del cargo se manifiesta:

a) Está probado que el estado civil de la demandada María


Bertilda López López no evidencia, como se dice en la
sentencia, que estuviese casada y lo hubiere estado y que, por
lo tanto, su nombre fuera María Beltilda López de Ibañez, pues,
a los autos no se allegó el respectivo registro civil de
matrimonio para acreditar tal acto.

b) Se quebrantaron los siguientes artículos del Código de


Procedimiento Civil reguladores de la actividad probatoria 232,
251, 252, 253, 254 y 264 del Código de Procedimiento Civil
“por cuanto se tiene como cierto el estado civil de casada sin el
soporte documental correspondiente”.

CONSIDERACIONES DE LA CORTE

1. Adelantadamente debe dejarse clarificado que, tal como


lo ha sostenido la jurisprudencia de la Sala, entre otras en la
sentencia de casación No. 227 de 30 de noviembre de 2001,
expediente 5980, la formulación de cargos, unos como
principales y otros como subsidiarios de éstos, no condiciona la
labor imperativa que tiene la Corte de resolver todas las
acusaciones que se formulan contra el fallo combatido, salvo

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que uno de ellos esté llamado a prosperar.

2. Puestos los ojos en los cargos antes compendiados,


observa la Corte que entre los requisitos de la demanda de
casación se halla, cuando se invoca la causal primera, el
señalamiento de “las normas de derecho sustancial que el
recurrente estime violadas”, según dispone el artículo 374,
inciso 3°, del Código de Procedimiento Civil, indicación que, en
armonía con lo dispuesto en el artículo 51 del decreto 2651 de
1991 impone singularizar las normas que se estiman
supuestamente quebrantadas y que sean atañederas con el
derecho disputado en juicio, cuando menos una que sea base,
o que haya debido serlo, esencial del fallo acusado.

3. En esa medida, no es de recibo, ni se cumple con tal


exigencia formal, si el recurrente se limita a enunciar o enlistar
un número plural de artículos de determinada ley o decreto
pero que carecen de los alcances sustanciales que exige el
precepto mencionado o que no tienen relación directa con el
derecho controvertido en el proceso.

4. Desde esa perspectiva, ninguno de los artículos citados


del decreto 1260 de 1970, “por el cual se expide el estatuto del
registro del estado civil de las personas”, tiene entidad de ser
norma sustancial o por lo menos que siéndolo gobierne el
presente caso que, como se dijo, corresponde a un proceso
reivindicatorio: el 1°, lo define; el 2°, establece de dónde se
deriva; el 3°, determina qué es el nombre y cuáles son sus
elementos; el 4°, regula el derecho a demandar judicialmente
cualquier perturbación del uso del nombre; el 5°, impone la
obligación de inscribir todos los hechos y actos que a él se
refieren; el 8°, determina los elementos que componen el
archivo del registro; el 67, se refiere a la inscripción de los

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matrimonios; el 68, precisa a solicitud de quién debe hacerse


la inscripción del matrimonio; el 69, indica lo que debe
expresar la inscripción del matrimonio; 70, fija los requisitos
esenciales de la inscripción del matrimonio; 71, impone unas
obligaciones al funcionario que inscriba un matrimonio; el 101,
señala la obligación probatoria de que el estado civil conste en
el registro del estado civil; 102, establece la validez de la
inscripción; el 103, determina la presunción de autenticidad y
pureza de las inscripciones.

5. En ese sentido, los dos cargos que ahora se despachan


están llamados a fracasar porque no alcanzan la suficiencia
requerida que permita realizar un examen de fondo, y porque
dada la naturaleza dispositiva del recurso no es dable dejar
que sea la Corte, en lugar del recurrente quien, ante un elenco
indeterminado de normas que no son sustanciales o que no
son definitorias del litigio sometido a la jurisdicción, se aplique
a la tarea de buscar y encontrar las que sí deben ser objeto de
examen para verificar la legalidad de la sentencia;
simplemente, la acusación propuesta en esos términos se
torna imprecisa por no señalar cuáles son en últimas las
normas sustanciales en que se sustenta la legalidad del fallo
impugnado o en que debió asentarse la misma, e igualmente
indefinible porque no hay manera de realizar las
confrontaciones requeridas para hacer las verificaciones
consiguientes, apartada como se halla evidentemente su
proposición del derecho disputado en juicio.

6. Sin más, se impone entonces despachar de modo


adverso los cargos mencionados.

VI. DECISIÓN:

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En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia, Sala


de Casación Civil, administrando justicia en nombre de la
República y por autoridad de la Ley, NO CASA la sentencia de
23 de noviembre de 1999, proferida por la Sala Civil de
Descongestión del Tribunal Superior del Distrito Bogotá, dentro
del proceso ordinario promovido por Luz Esperanza
Castellanos Beltrán contra María Bertilda López López.

Condenar en costas del recurso de casación a la parte


impugnante, las cuales serán tasadas en su oportunidad.

NOTIFÍQUESE Y DEVUÉLVASE

PEDRO OCTAVIO MUNAR CADENA

MANUEL ISIDIRO ARDILA VELASQUEZ

JAIME ALBERTO ARRUBLA PAUCAR

CARLOS IGNACIO JARAMILLO JARAMILLO

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SILVIO FERNANDO TREJOS BUENO

CESAR JULIO VALENCIA COPETE

EDGARDO VILLAMIL PORTILLA

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