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Opinión Pública y Medios:

La Danza de la Manipulación en Chile

Psicología Social

Prof. Claudio Figueroa Grenett

Albany La Riva y Daniela Ponce

19 de octubre, 2023
La relación entre los medios y la opinión pública siempre ha sido un tema
contingente, especialmente considerando los acontecimientos históricos y políticos. Es
imperativo destacar cómo los medios moldean la opinión pública en Chile y cómo ciertas
narrativas promueven la personalidad autoritaria y el comportamiento popular en este
contexto particular.

Mirando hacia el pasado, podemos ver que los medios han sido determinantes en la
formación de los mecanismos psicológicos e identidad de la población chilena, protagonista
de censuras, difusión de propagandas e ideologías en el gobierno de Allende, acontecimientos
que llevaron al golpe de Estado en el 73´, y posteriormente, a la dictadura militar (Periodismo
de Oposición, s.f.). Producto de esto, se creó una brecha ideológica sustentada por
experiencias y creencias colectivas relacionadas a la posición en que el individuo se
encuentra en la estructura social, siendo el estrato social más bajo, el más perjudicado; lo
más raro e interesante, es que aun así, existen individuos que siendo parte del grupo más
afectado, justifican el contexto y las medidas tomadas durante la dictadura, asociándose e
identificándose con el grupo dominante, contagiándose con un sentido de pertenencia e
identificándose con el grupo social dominante. Por lo general este tipo de persona, suele ser
una persona con tendencia a aceptar la autoridad, y son intolerantes con personas diferentes
socialmente a él. Según Adorno (Frassinetti, 2007), a este individuo se le puede considerar
dispuesto psicológicamente para ser autoritario.

¿Cómo se relaciona la personalidad autoritaria con los medios de comunicación?

La relación que hay entre las personalidades autoritarias y los medios de


comunicación es un tema complejo que involucra factores sociológicos, psicológicos y
políticos. Para lograr una mejor comprensión de estas relaciones, es fundamental analizar
cada una de ellas.

Adorno sostenía que los individuos con personalidad autoritaria tendían a tener una
mentalidad más rígida, una lealtad dogmática a la autoridad y una tendencia a ser intolerantes
a las personas que difieren o desafían las normas establecidas. Estos tienden a buscar certeza
y seguridad en las reglas en estructuras más tradicionales (Adorno como se citó en
Frassinetti, 2007).

Ahora, si nos referimos a los medios de comunicación y la personalidad autoritaria, se


puede señalar que estos tienen gran cercanía para lograr influir en la formación y
consolidación en la personalidad autoritaria de algunas personas. Los medios pueden reforzar
las creencias autoritarias individuales al repetir mensajes, presentar información de manera
simplificada, amarillista, promoviendo ideas del estilo más conservador. Estos programas que
fomentan ciertos tipos de valores, crean un orden tradicional al alimentar constantemente las
tendencias autoritarias en la sociedad chilena.

¿Entonces cómo influyen los medios de comunicación en la opinión pública en Chile?

Según Baró (1990), los conflictos políticos-sociales y las orientaciones que se toman
en dichos conflictos son determinados por nuestra disposición a los objetos de la realidad
social y a los otros dentro de ella. Este concepto se definiría como actitud. La actitud de una
persona operaría en función de su tríada cognitiva, afectiva y conductual ¿qué quiere decir
Baró con esto? Que toda vivencia o experiencia con un objeto de actitud u otros, está sujeto a
un sistema de creencias personales, que provocan una respuesta emocional, predisponiendo
nuestras acciones y valoraciones hacia los objetos, hechos, personas, etc.

¿Qué significa? Que si estamos siendo repetidamente bombardeados con información


sensacionalista, que nos vende un discurso que defiende los intereses de un grupo élite,
promoviendo valores burgueses, supuestamente en pos de la paz y bienestar colectivo e
individual, contextualizados en un sociedad decadente por la falta de visibilidad de las
problemáticas sociales que afectan a sectores populares, de los cuales este mismo grupo es
causante, no es una sorpresa que el resto de la población piense, sienta y actúe en base a un
sistema de valores y creencias que vaya en contra de sus mejores intereses.

Así, la información falsa, tergiversada y parcial genera sentimientos de pánico e


inquietud, pudiendo alterar gravemente el orden público, llegando hasta ataques físicos
(Wardle y Derakhshan como se citó en Muñoz, 2020).

Un ejemplo más actual es el estallido social que ocurrió el 2019 en Chile. Si bien es
un solo país, se puede ver como todavía hay una divergencia interna de visiones ideológicas,
con distintas narrativas, separando a la población chilena en dos grupos contrapuestos,
determinados por el contexto histórico-político, de derecha e izquierda, clase burguesa y clase
trabajadora.

No es sorpresa que la manipulación de los medios fue particularmente influyente,


especialmente durante el estallido del 18 de octubre y la creación de la nueva constitución.
Durante este periodo, los medios de comunicación jugaron un papel crucial en la formación
de la opinión pública. Desde la cobertura de las protestas hasta las discusiones sobre la nueva
constitución, los medios han sido utilizados como herramientas para manipular las
percepciones y las emociones del público. Encontrando fake news sobre vandalismo,
agresiones o abusos, pero sobre todo, centrándose en el cuestionamiento de la propuesta de la
nueva constitución y divulgación de información errónea por parte de los medios
tradicionales y modernos.

No olvidemos que esta nueva propuesta fue abierta y enormemente criticada, desde
que la ley no protege la propiedad privada, aborto hasta los nueve meses de embarazo hasta la
eliminación de la salud y educación privada (Brutal desinformación sobre la nueva
Constitución propuesta para Chile, 2022).

En cambio, las redes sociales han surgido ante esta problemática como medio de
información durante y después del estallido, siendo más confiables que los canales
informativos y el diario, pues “la tele miente” y su real preocupación son los intereses
políticos y económicos. Como consecuencia, gran cantidad de la población percibe que los
medios tradicionales están teñidos de un color político que defienden y justifican las medidas
represivas, tergiversando los sucesos ocurridos en la capital y en todo el país (Flores y
González, 2020).

En el marco de Chile y en relación al autoritarismo, algunos medios de comunicación


pudieron adoptar aspectos autoritarios, en el aspecto de su cobertura y la forma en cómo
presentaron los eventos. Esto lo podemos ver reflejado en cómo se mostraban los medios para
el estallido del 18 de octubre, algunos aspectos que podemos destacar son:

1. La formación de la opinión pública, donde los medios fueron cruciales en la


formación de dicha opinión, debido a que delimitaron la forma en la que se
perciben e interpretan los eventos, influenciado por la cobertura mediática, los
discursos de los líderes, las entrevistas y los reportajes.
2. La agenda-setting, donde la opinión pública se vió altamente influenciada por
los medios, determinaron que temas eran más relevantes, al decidir ellos qué
aspectos de la vida revolución debían mostrarse cuales no y en qué orden.
3. Algunos medios pudieron haber retratado a los manifestantes de manera
negativa u ofensiva, utilizando términos que sugieren el caos y desorden, estos
tipos de encuadre pueden caracterizar una posición más autoritaria,
enfatizando la necesidad del desorden y de que exista control social.
4. Minimizar o desacreditar las demandas de los manifestantes algunos medios
pueden adoptar una postura autoritaria, al momento de restar importancia y
negar la necesidad de un cambio social.
5. Al justificar o glorificar la represión de manifestantes por parte del gobierno o
las autoridades. El hecho de enfatizar el conformismo y estabilidad. Al elevar
a las figuras políticas sin crítica. Todos estos aspectos pueden ser
característicos de una postura autoritaria.

Estas y muchas más estrategias fueron esenciales para la difusión selectiva de


información y la creación de narrativas polarizadas han influido e influyen significativamente
en la actitud de la población hacia el movimiento, enfocándose principalmente en la política y
su relación con el conflicto, los altercados y actos violentos ocurridos que se producían en las
manifestaciones, dejando de lado los problemas latentes que se encuentran subyacentes a las
protestas, provocando miedo y reforzando la idea de que el cambio se asocia a un ambiente
amenazante y peligroso.

Un estudio de investigación (Luna, 2020) comentaba que, en medio de la crisis, la red


social más usada habría sido Facebook, dejando de lado los medios como la televisión. Un
80% de los encuestados cree que la televisión se enfocó más en mostrar la violencia y los
destrozos y un 61% consideraba que representaba los intereses de la élite.

“Cuando comenzó el movimiento social, el foco de la cobertura televisiva fue, en


general, la cobertura de los hechos violentos que ocurrieron en torno a las manifestaciones,
que eran muy masivas y ocurrían todos los días. Eso generó mucha molestia entre los
telespectadores”, dijo la periodista y académica chilena Francisca Skoknic a LatAm
Journalism Review (Nalvarte, 2020).

Otro punto a destacar, es el surgimiento de sentimientos e ideas compartidas por


varios individuos, ya sea el miedo o el sentido de justicia, produce una especie de efecto en
las personas que se identifican con ellos, haciéndolos sentir parte de al mismo tiempo que los
segrega del resto. Freud (1921) parte de que la conformación de una masa se produce por una
especie de contagio casi hipnotizante que inhabilita cualquier pensamiento
racional-individual y motiva derechamente a la acción en conjunto. Estas masas tienen la
habilidad de dotar a la persona de sentimientos de omnipotencia y anonimato, por lo tanto,
todo lo que ocurra como colectivo, no lleva consecuencias.
En el contexto de las marchas, los grupos se dividen en sistemas de creencias
distintas, donde los protestantes, se agrupan para luchar por lo que creen justo y necesario
(salud, educación de calidad, pensiones dignas, no a la privatización, etc.), mientras los
anti-protestantes, se resguardan en la conformidad de la tradición ante una sociedad hostil y
liberal. Ambos unidos por un espíritu colectivo.

Por estas razones, podemos concluir que históricamente, en Chile, los medios de
comunicación han realizado un papel importante en la creación de la identidad y las
percepciones políticas de la población. La relación entre los medios de comunicación y la
opinión pública en Chile, durante los eventos del 18 de octubre de 2019 demuestra la
complejidad de cómo los medios tradicionales influyen en la percepción y comportamiento
de las masas, ampliando aún más la brecha ideológica marcada por las experiencias y las
opiniones de los ciudadanos. En este caso, las diversas narrativas que estigmatizan a ciertos
grupos o exageran la violencia pueden provocar comportamientos colectivos, como
enfrentamientos violentos con las fuerzas del orden, y aumentar las tensiones sociales

La interacción entre los medios de comunicación y las personas autoritarias es


compleja porque las personas con esta tendencia buscan certeza y seguridad en estructuras
tradicionales, y los medios pueden reforzar estas creencias al difundir mensajes simplificados
y conservadores. En este contexto, las tácticas mediáticas selectivas han tenido un impacto en
la creación de una opinión pública diversa y polarizada. Estas tácticas han fomentado la
percepción de miedo y desorden asociados al cambio social al destacar ciertos aspectos y
reducir otros. Un efecto de colectividad, que desinhibe el pensamiento individual y motiva la
acción, ha resultado de la formación de grupos con ideas y sentimientos compartidos.

Referencias bibliográficas

Baró, M. (1990). Acción e Ideología. San Salvador: UCA editores.

La “brutal” desinformación sobre la nueva Constitución propuesta para Chile (y


algunas de las confusiones más difundidas). (2022). BBC.
https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-62245073.
Deusdad, B. (2003). El concepto de liderazgo político carismático: Populismo e
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http://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1012-15872003000200002&lng=es&
tlng=es.

Muñoz, J. (2020). Fake news en la evolución de los conflictos sociales. Estudio


preliminar. Revista Academia de Ciencias Policiales. Santiago, Chile. Vol 2. pp. 08-25.

Flores, V. y González, D. (2020). Estallido social en Chile 2019: comparación del


tratamiento sobre el conflicto de la prensa tradicional y los medios nacidos en redes sociales.
(Trabajo Fin de Grado Inédito). Universidad de Sevilla, Sevilla.

Frassinetti, A. M. (2007). Teodoro Adorno y la Personalidad Autoritaria: Una lectura


a 50 años de su publicación. Argumentos. Estudios críticos de la sociedad, 139-15

Freud, S (1921). Psicología de las masas y análisis del yo. Edición Paidós

La Teoría de la Personalidad Autoritaria de Adorno. (2023). Recuperado el 15 de


octubre de 2023, de
https://psicologiaymente.com/personalidad/la-teoria-de-la-personalidad-autoritaria-de-adorno
-que-es-y-que-estudia.

Luna, P. (2020). Chile: los medios de comunicación tradicionales no se escapan del


descontento. FRANCE 24.
https://www.france24.com/es/20200131-protestas-chile-desconfianza-medios-tradicionales-pl
ataformas.
Nalvarte, P. (2020). Estallido social en Chile y crisis de credibilidad de la prensa
tradicional generaron más medios alternativos y de fact-checking. LatAm Journalism Review.
https://latamjournalismreview.org/es/articles/estallido-social-en-chile-y-crisis-de-credibilidad
-de-la-prensa-tradicional-generaron-mas-medios-alternativos-y-de-fact-checking/.

Periodismo de oposición (1976-1989) - Memoria Chilena. (s/f). Biblioteca Nacional


de Chile Digital: Portal. Recuperado el 15 de octubre de 2023, de
https://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-773.html.

Vaca, M. (2018). Regímenes políticos y medios de comunicación. Hacia una


reconsideración de la dicotomía entre los modelos autoritario y liberal. Foro internacional,
58(3), 537-580. https://doi.org/10.24201/fi.58i3.2462.

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