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Ensayo: el poder político de derecha en Colombia influye en el manejo de la información.

Ricardo Benitez
Luisa Caicedo

El poder político de derecha y su estrecha relación con los medios de comunicación


como estrategia de control social.

“Cuídate de los medios


de comunicación porque
vas a acabar odiando al
oprimido y amando al opresor”
Malcolm X.

Entendiendo que el ser humano es social por naturaleza, y que acostumbra a relacionarse
de forma jerárquica, el modo en que las personas usan el poder es un aspecto muy importante.
En este sentido, el psicólogo, teórico social y filósofo francés Michel Foucault, fue capaz de
analizar el tema con sabia profundidad y definió el poder como “una relación asimétrica que
está constituida por dos entes: la autoridad y la obediencia, además es una situación
estratégica que se da en una determinada sociedad; el poder incita, suscita y produce.” Según
Foucault, el poder designa relaciones entre sujetos que, de algún modo, conforman una
asociación o grupo; y para ejercerlo, se emplean técnicas de amaestramiento, procedimientos
de dominación, y sistemas para obtener la obediencia. La relación de poder busca que el
sujeto dominado realice las conductas deseadas, es decir, incita, induce, desvía, facilita,
amplía o limita ciertos comportamientos y se lleva a cabo siempre sobre personas libres y,
por ende, capaces de ver afectadas sus decisiones; esta relación también exige una
diferenciación jerárquica entre los miembros del grupo.

El poder político de derecha en Colombia es un claro ejemplo de esta relación autoridad-


obediencia; dado que usa los medios comunicativos como estrategia de amaestramiento y
sistema para ejercer e inducir su pensamiento a los ciudadanos que están bajo su poder. Para
nadie es un secreto que los medios de comunicación, a cualquier nivel de nuestro país,
manejan códigos de privacidad y conveniencias en cuanto a la realidad editada y la noticia
informada que en la mayoría de las situaciones está muy distante de la verdad. Todo esto lo
encontramos al indagar un poco más acerca de cómo funciona en realidad la relación
política-comunicación en nuestro país y cómo ambas partes salen beneficiadas en este
acuerdo, que solo afecta negativamente al pueblo. Es entonces cuando surgen tres aspectos
esenciales que rescatan los medios a los que acude este poder derechista en la sociedad; un
discurso manipulador que solo evoca esperanza pero que mantiene el miedo, la evasión de
responsabilidades siempre que se cuestiona sobre sus prácticas sociales y la legitimación de
la violencia política. También se señalará cómo éstas sirven de medio para mantener un
control social e inducir un miedo al cambio en los dirigentes del país, todo esto con el fin de
que sigan siendo los mismos oligarcas de derecha los que gobiernen.
¿Quién tiene el poder? ¿el que posee las armas o el que sabe cómo utilizarlas?
Estas son las preguntas que surgen en los diferentes ámbitos sociales cuando nos cuestionan
acerca de cómo se maneja la información y los medios de comunicación que se utilizan para
la transmisión. En nuestro contexto, el manipular la información se ha vuelto costumbre, al
pueblo se le mal informa, o en su defecto, se le complace con lo que quiere oír y no con lo
que en realidad debe saber y conocer al respecto de las diferentes problemáticas, sus orígenes
y consecuencias; esto han generado múltiples controversias y grandes discusiones al respecto
de quién y cómo utiliza la información de forma adecuada. El poder de derecha influye en el
manejo de la información, manipulando toda la que va destinada al público masivo. Dando
cuenta de una perspectiva “neutra” que representa una visión “objetiva” del mundo real. Sin
embargo, si investigamos a fondo, nos percatamos que toda esa información que creemos
verdadera ha sido disimulada a través de los medios de comunicación. Según Van Dijk
(2000), aunque la naturaleza interactiva y práctica del discurso está generalmente asociada al
uso del lenguaje como interacción oral, se considera que la escritura y la lectura también son
formas de acción social, por lo tanto, los textos escritos se constituyen en prácticas
discursivas y sociales que comunican diversas creencias y, a su vez, pueden contribuir a la
reproducción de éstas en el sistema social. El objetivo de todo ello es, al igual que en
cualquier otro agente de influencia, conseguir la adhesión de los sujetos a sus posiciones
(Sabucedo, Grossi y Fernández, 1998)

​ hora bien, los medios de comunicación en Colombia también se han encargado de


A
influenciar la percepción que los ciudadanos tienen sobre la guerra en el país, en tanto que un
grupo impone su propia realidad en la que ellos son víctimas y los opositores los victimarios.
A través del discurso, los partidos de derecha legitiman la violencia que se ejerce, satanizan la
imagen del adversario y convencen a la población civil de la legitimidad de la guerra,
suministrando a los medios de comunicación materia prima ideal para elaborar relatos
noticiosos que se prestan fácilmente a la simplificación de roles de los actores implicado el
bueno, el malo y despertando así un interés particular en los receptores que desean conocer el
desenlace de la historia (Abello, 2001; Bonilla, 2002; Bougnoux, 1999). Para lograr todo esto
los grupos usan la propagación de información falsa, la censura, la propaganda, la
intimidación, entre otras tácticas que se caracterizan porque no utilizan la violencia física,
sino que combaten al adversario en el terreno discursivo (Géré, 1997). Los actores armados
instrumentalizan los medios de comunicación, estableciendo relaciones sólidas con los
periodistas y directivos de medios importantes y afines a su causa, esta situación plantea la
necesidad de analizar el rol que juegan los medios de comunicación en la legitimación de la
violencia política de los grupos que tienen acceso a dichos medios.
¿​ Realmente creemos que la responsabilidad se evade “porque solo fue una vez”, “lo hice
con la mejor intención”, “la ley no dice nada sobre eso” y “los demás lo hacen”? ​Algunas
autoridades distraen la atención de aquello que realmente deberían acometer y a menudo la
“responsabilidad política” es aceptada por estos señores para dar por cerrada la discusión de
los traspiés gubernamentales. Esta se ha convertido en una responsabilidad sin consecuencias;
el funcionario la “asume”, con un aire de heroicidad, y nada pasa. Las consecuencias del error
permanecen, por lo general, sin que se sienten verdaderas responsabilidades. Así entendida, la
“responsabilidad política” es un concepto hueco; simple descripción de una maniobra
empleada para evadir responsabilidades reales que tiene también, un dejo de arrogancia. Por
lo general, cuando el funcionario “asume” la responsabilidad, la opinión pública ya se la
había asignado. Entendida como la afectación de la imagen o el prestigio, sin más
consecuencias, la responsabilidad política no es un bien del que dispone el funcionario para
asumirlo o rechazarlo. Los autores de abusos y otros desaguisados no tienen control sobre el
reproche social, aunque insistan en aparentar lo contrario, “asumiendolo” como si tuvieran la
opción de no hacerlo.

De acuerdo con lo anterior, el acceso y control de los medios de comunicación es parte de


esa estrategia discursiva de los poderes políticos de derecha en su búsqueda de
legitimación-deslegitimación; esto hace que la distinción entre información y comunicación,
planteada por Moisy (2001), parezca pertinente: la información se refiere a la búsqueda de
contenidos, mientras que la comunicación hace referencia a la promoción de los intereses que
defiende aquel que comunica (Bougnoux, 1995). Si se aplica esta distinción al caso de una
política autoritaria, esta comunica, más no informa. Su meta, en las relaciones que establecen
con los medios de comunicación no es buscar la “verdad” de los hechos, ni describir la
“realidad” para que la población se mantenga informada, de lo que se trata, más bien, es de
conservar el poder al menor costo posible y para ello la promoción de sus propios intereses es
indispensable (Moisy, 2001) y los medios de comunicación les ofrecen un valioso potencial.
Esta estrecha relación entre poder político, medios de comunicación pone de relieve que
cualquier grupo que ejecute acciones violentas o pacíficas, incluidos los estados, necesitan
realizar una justificación constante ante la sociedad. En otras palabras, la cuestión es conocer
la ideología de los grupos; una ideología de importancia social dado que a través de ella se
construyen marcos de interpretación de determinada situación, con los que se pretende influir
en la adquisición y modificación de ideologías en la sociedad, a través de uno de los medios
de difusión de ideologías más importante, el discurso.
Referencias
Abello J. (2001). El conflicto armado como espectáculo del infoentretenimiento. En
Bonilla J. Patiño G. (Eds.), Comunicación y Política. Viejos conflictos, nuevos
desafíos (pp. 412-420). Bogotá: Centro Editorial Javeriano.
Bougnoux, D. (1995). La communication contre l’information. Baume-les-Dames:
Hachette.

Dijk, V. (2000 ). El discurso como interacción en la sociedad. En T. V. Dijk, ​EL


discurso como interacción social. Estudios sobre el discurso II. Una
introducción multidisciplinaria.​ (págs. 19-65). Barcelona: Gedisa.

Géré, F. (1997). La guerre psychologique. Paris: Economica.

Sabucedo, J. M., Grossi, J., & Fernández, C. (1998). Los movimientos sociales y la
creación de un sentido común alternativo. En P. Ibarra, & B. Tejerina, ​Los
movimientos sociales: transformaciones, políticas y cambio cultural. (págs.
165-180). Madrid: Trotta.
Barreto, I., & Borja, H., & Serrano, Y., & López-López, W. (2009). La legitimación
como proceso en la violencia política, medios de comunicación y construcción de culturas
de paz. ​Universitas Psychologica, 8 ​(3), 737-748.

Moisy, C. (2001). La communication: un risque de manipulation de l’information. En M.


Mathien (Dir.), L’ information dans les conflits armés. Du Golfe au Kosovo (pp. 197-205).
Paris: L’Harmattan.

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