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Enrique Dussel *
Resumen
Este trabajo fue dictado como clase inaugural del curso de Estética de la Liberación
Latinoamericana, en el marco de la Cátedra Extraordinaria “Maestros del exilio
español” de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). 6 de Mayo de 2020.
1
Desgrabación, revisión y notas al pie estuvieron a cargo de Cecilia Fiel y Diego Del Basso.
Lessons on Aesthetics of Liberation
Enrique Dussel *
Abstract
This work was given as the inaugural class of the Aesthetics of Latin American
Liberation course, within the framework of the Extraordinary Chair “Teachers of
Spanish exile” at the Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) on May 6,
2020.
Comencemos, entonces, con estas lecciones de Estética. Para mí, como para todos
ustedes, es una experiencia nueva. En tiempos de pandemia debemos recluirnos en
nuestras casas y, por lo tanto, en esta ocasión no los tengo en frente, sino que están en mi
imaginación y por eso es que no se me hace tan sencillo hablar ante un micrófono. De
todos modos, tengo la ilusión de que mis alumnos puedan escucharme. Veremos cómo
resulta. Es también una experiencia que hago, ya que soy un poco analfabeto en estos
nuevos usos y costumbres. He dado muchas conferencias o cursos, pero me han grabado y
no es lo mismo que grabarse a sí mismo, en el escritorio y en ausencia de todos mis
alumnos. Pero intentaremos dictar de esta manera estas lecciones de Estética, al menos
las primeras, si es que no se abre la Facultad antes de terminar de darlas y entonces sí
tendría el gusto de tenerlos presente.
Serán lecciones de Estética de la Liberación; es decir, de una estética pensada
desde lo que llamamos en latín locus enuntiationis (lugar del enunciado consciente). No
estoy hablando en Berlín, ni en Roma o en Pekín ni en New York; estoy hablando desde
México, desde América Latina. Este es el lugar de mi enunciado, de mi discurso, de mi
curso, de mí pensar. De tal manera que cuando digo de “liberación” estoy refiriéndome a
una liberación del Sur Global que por supuesto también incluye al norte (Europa, Rusia,
Estados Unidos y quizás, lentamente, a la China). El Sur Global, América Latina, México,
tiene problemas propios… y también tiene una estética distinta. Por eso, el anhelo es
construir comunitariamente estas Lecciones de Estética de la Liberación; lecciones que
nunca he dictado, ni siquiera en la Escuela de la Filosofía de la Liberación. Estas lecciones,
entonces, serían como una introducción a la construcción de una Estética de la Liberación.
Tengo en mi página web un librito que se llama Para una Estética de la Liberación,
el cual tiene como tapa un dibujo de un modelo de la Escuela de Bellas Artes. 3 De tal
manera que la obra que se puede apreciar en la tapa es un carbón de colores pintado por
un servidor a los 16 años. El editor de aquél tomo quiso poner de portada dicha obra,
como para indicar que no me introducía por primera vez en la estética, sino que al menos
ya había estado en la Escuela de Bellas Artes. Hay también un segundo libro que acaba de
salir en la editorial Trotta, (2020), al que le he incorporado, casi al final, un texto
propiamente de estética. El texto se llama “Siete hipótesis para una Estética de la
Liberación” y es otro trabajo que de alguna manera está introduciendo la temática de la
estética. Por supuesto, en mi libro Filosofía de la Liberación, publicado en los breviarios
2
La presente lección se trata de una edición preliminar de un texto que formará parte del libro Lecciones de
Estética de la Liberación a publicarse próximamente, junto a los otros seminarios dictados por Enrique Dussel.
La misma puede visualizarse ingresando en el siguiente link:
https://www.youtube.com/watch?v=hWZVw8BIfKA
3
Según se describe en Hacia una Estética de la Liberación, el dibujo fue realizado por Enrique Dussel en el
año 1950, Escuela de Bellas Artes de Mendoza, Argentina. La primera edición de este libro se realizó en 1984
bajo el título Filosofía de la producción por la editorial colombiana Nueva América.
del Fondo de Cultura Económica, está el contexto filosófico del tema de la estética, de la
belleza y de la producción. De tal manera que sería bueno que tuvieran esa obrita a mano,
ya que a veces haré referencia a ella cuando hable sobre Filosofía de la Liberación.
El programa de estas Lecciones de Estética de la Liberación tiene dos partes. La
primera, llamada “De la estética”, es muy corta, son sólo tres temas. La segunda se llama
“De la obra de arte”; es decir, es la estética y la obra de arte o la artística. Vamos a ver que
muchos autores, la mayoría, incluyendo a los grandes como Hegel o aún Sánchez Vásquez
―y tantos otros― no discernieron ni disciernen claramente entre la estética y la obra de
arte. Nosotros, desde esta primera clase, veremos la diferencia para poder irnos moviendo
en un ámbito de ciertas precisiones. Comencemos.
Les propongo a todos, si tienen un teléfono portátil o una computadora con
internet, que abran google y escriban “canário da mata” (da ―que en portugués significa
“de la”― y mata ―que significa “bosque”, “selva”). Me gustaría que lo vean.4 Se trata de
un pajarito que está sobre un “palo” haciendo como un gesto ante el sol. ¡Miren qué gesto
más espléndido! ¡Parece como que está saludando al sol! Abre sus alitas y “saluda al sol”.
Quiero iniciar estas lecciones con esa imagen; la imagen de un pájaro que parece que
saluda al sol como si lo estuviera adorando. Así, como cuando decimos: “El gallo canta en
la madrugada”. Claro, el gallo le canta al sol, y canta, pero al sol. Quiero empezar estas
lecciones de Estética con esta figura, porque en ella está dada la esencia de lo que
pretendo enseñar. El pajarito se da cuenta que del sol le proviene el calor y que el calor es
vida. En la noche tenebrosa y peligrosa, momento del día en que otros animales pueden
atacarlo, el canario ha tenido que sobrevivir. Pero al salir el sol, sale el origen de la vida y
por eso saluda al sol.
Proudhon (1980, 41)), un autor francés del socialismo utópico, dice que la estética
y sobre todo la belleza es sólo conocida por el ser humano.5 Dice, también, que sólo el ser
humano tiene estética y que los animales, como otros seres posibles, no saben lo que es la
estética ni la belleza. Esta vez quiero refutar a Proudhon. También quiero dedicar muchas
de las reflexiones de esta primera lección para entender ontológicamente el tema de la
estética, porque, de paso, la Filosofía de la Liberación es un sistema de pensamiento; es
un sistema filosófico pensado desde América Latina, desde México, desde los más
oprimidos y pobres, es decir, desde aquellos que son dejados fuera del sistema, en la
exterioridad, en aquello que decía la poesía de Parménides: “el ser es, el no ser no es”. Los
pobres, las víctimas, los dejados, los olvidados son el no-ser.
El enunciado “el ser es, el no-ser no es” ha sido interpretado de manera muy
superficial. Para Parménides el ser es griego y solo son plenamente humanos (anthropos)
los que habitan la ciudad griega. Los del norte eran los macedónicos (llamados europeos),
4
El video que el profesor mostró en la clase puede verse accediendo al siguiente link:
https://www.youtube.com/watch?v=Owu5hk_H6kA
5
Proudhon escribe: “Esta facultad es propio de nuestra especie; el animal, (…) no admira nada, no encuentra
gusto por nada, no distingue en absoluto lo bello de lo feo (…) Llamo, pues, estética la facultad propia del
hombre de percibir o descubrir lo bello y lo feo, lo agradable y lo falto de gracia, lo sublime y lo trivial.”
(1980:41).
los del este eran los asiáticos y los del sur eran los africanos; “eran”, pero no eran
propiamente humanos. El ser es griego y todo los demás humanos están de alguna
manera en el no-ser. Por ello que Aristóteles (1963) define a la política basándose en
aquello de que “el ser humano es el viviente que habita la ciudad”.
“(…) la ciudad es una de las cosas que existe por naturaleza, y que el hombre es por
naturaleza un animal político; y resulta también que quien por naturaleza y no por casos
de fortuna carece de ciudad, está por debajo o por encima de lo que es el hombre”
(1253a).
Quiero distinguir entre las distintas maneras que se sitúa la subjetividad humana
como corporalidad ante la realidad. No quiero hablar de un sujeto, sino de toda la
subjetividad carnal cuando se enfrenta a lo real.
La primera actitud del ser humano, aun cuando nace, es la de enfrentar a lo real
cognitivamente. El humano, entonces, capta lo real en su cerebro y construye así una
representación neurocerebral de lo real. A eso le llamaría Zubiri “la verdad real”. Si yo veo
un vaso (una cosa), me doy cuenta que es “de suyo”. “De suyo” significa aquí la realidad
de lo real. Cuando lo conozco me doy cuenta y tengo conciencia y autoconciencia que yo
no estoy produciéndolo, sino que la cosa (el vaso) es un a priori que yo capto
intelectualmente y que construyo neuronalmente gracias a las maneras como yo subjetivo
lo real en mi cerebro. Solo de esta manera podemos decir que el vaso es una
representación neuronal de lo real. Yo toco el vaso y siento que es suave. Cuando veo el
agua, puedo ver que es transparente y cuando la tomo, la gusto, y me gusta porque me
saca la “sed”. Volveremos después.
Construimos lo real en nuestro cerebro. Lo real de la cosa, entonces, existe en
nuestro cerebro, pero no en tanto objetividad real porque no agarro el vaso con agua y
9
El video de la Lección I se interrumpió en el minuto 35:25, pero encontramos el video de la segunda parte en
el siguiente link: https://www.youtube.com/watch?v=ewNYP9py2rE&t=2s
me lo meto en la cabeza, pues, destruiría mi cráneo y mi cerebro. Lo que de la realidad
existe es una actualización neuronal de lo real; ese es el aspecto cognitivo de la realidad.
Veremos después con más detalle lo que es la totalidad de lo real (por ejemplo, las
galaxias, el mundo de la corteza de la tierra, los vegetales, animales e incluso yo mismo
como ser real que puede tocarse y, al hacerlo, sentir el ruido de mi propia piel). Una cosa
es el cosmos real y otra distinta es captar esa realidad desde un mundo. Este tema lo trato
en la Filosofía de la Liberación.10 Allí hablo del cosmos como la totalidad de la realidad
antes de la existencia del ser humano. Hace 30 millones de años no había seres humanos,
pero por supuesto que había realidad, aunque nunca nadie la había conocido como la
conoceremos nosotros.
Con Heidegger11 voy a llamar “mundo” a la totalidad de sentido; es decir, a la
totalidad de mis experiencias del cosmos. Cuando uno nace es como una tabula rasa, es
decir, no se tiene experiencias. No obstante, cerca de los nueve meses de gestación del
feto llega un momento en que se empieza a tener ciertas experiencias intra-uterinas. Por
eso es que decimos comúnmente que el nuevo ser “ha nacido a la luz del mundo”. El
mundo es la totalidad de sentido de aquello que la carnalidad viva capta de lo real. Es
aquello que ha sido objeto de la experiencia empírica. Lo que no he conocido de lo real, de
todos modos, es real, ya que ciertamente hay muchas cosas reales que no conocemos,
como las millones de galaxias del universo. Ni siquiera sabemos qué es un agujero negro o
cuántos universos pueden haber. Y si hubo un Big Bang, hace más de 18 mil millones de
años, ¿fue el primero? ¿No hubo antes otros? ¿No pudo haber otros Big Bangs
simultáneos en otros universos? Bueno, eso lo suponemos, hay cosas posibles. Pero en
realidad lo que yo conozco es lo que he podido comprender en mi mundo.
El mundo cognitivo es la totalidad del cosmos incluido con sentido en mi
subjetividad y subsumido vivencialmente a través de mis experiencias. Es una totalidad de
sentido cognitiva. A eso Aristóteles le llama teoría (theo ―significa “dios”― y orao ―es
“ver”). Para los griegos, entonces, teoría significaba “ver a los dioses”. Sería como ver la
realidad y captarla desde la finitud humana, incorporando al mundo lo real en tanto que
es experiencia. Pero los humanos, además de la posición teórica, tenemos otra actitud.
Nosotros tendemos a las cosas; amamos a las cosas, deseamos a las cosas, tenemos
apetito por las cosas. Y cuando digo apetito, digo apetito. El apetito es tener hambre y
tener hambre es desear comer. Pero ¿cómo se cumple el deseo y aún el de la voluntad?
No sucede como con el conocimiento que conoce lo real como verdad, sino que se trata
10
Recomendamos la lectura del apartado “Mundo, cosmos”, del Capítulo II “De la Fenomenología a la
Liberación”, en: Dussel, Enrique (2011). Filosofía de la Liberación. México: FCE, pp. 54-55. Sobre este tema
volverá en la Clase II, 13 de mayo de 2020. Dicha clase puede visualizarse en el siguiente link:
https://www.youtube.com/watch?v=mYW1d8lz18U
11
Para una lectura del concepto de mundo (Welt) de Martín Heidegger véase el Capítulo IV “Esclarecimiento
de la esencia de la pobreza de mundo del animal por vía de la pregunta por la esencia de la animalidad, de la
vida en general, del organismo”, en: Heidegger, Martin (1970). Los conceptos fundamentales de la metafísica.
Mundo, finitud, soledad. Madrid: Alianza. En cuanto al concepto de mundo en la obra de Dussel, puede
consultarse, “Mundo, totalidad”, Capítulo II, de la ya citada Filosofía de la Liberación, pp. 52-4.
del cumplimiento de la afectividad que ama las cosas como cosas deseables. En el cerebro
esa función depende de otra parte del sistema.
Tengamos en cuenta que la neocortex cerebral tiene más de 150 mil millones de
neuronas relacionadas entre sí hasta 200 mil veces. Esta neocortex es la que nos posibilita
“pensar” o “conocer”. Pero, en cambio, hay también un sistema límbico que es el que
ama, el que tiende hacia… y en filosofía le llamamos “voluntad”, es el “querer”. Heidegger
también trabaja este tema, porque en Ser y tiempo habla de la totalidad cognitiva y en los
trabajos sobre Nietzsche trabaja el “querer al mundo”; es decir, la voluntad de querer.
Más, Schopenhauer llamará a esto, después de Kant, la “voluntad de vida”. Esta es una
segunda función del cerebro humano que ya no es cognitiva sino emotiva.
Y bien, la áisthesis es un tercer componente de las funciones cerebrales. Ésta no
solo conoce, sino que cuenta con el conocimiento. No ama ni tiende (Trip decía Freud) a
las cosas como voluntad, sino que se conmociona. El áisthesis es una emoción, un tono, un
gusto. El áisthesis gusta las cosas. El conocimiento conoce, pero no gusta. Conoce lo que
es el agua del vaso, pero no la gusta. Cuando yo tomo agua, ésta llega hasta las papilas
gustativas y, como tenía sed, siento un gusto. Pero ¿qué significa eso? Eso significa que mi
corporalidad, a través de las papilas gustativas, que en el fondo son mi piel transformada
en una mucosa específica, capta el gusto de los alimentos y dicha captación impacta en mi
subjetividad sin representación. El agua es fresca, pero no la puedo representar, sino que
la puedo gustar. Las papilas tocan la realidad de la cosa real ―cuidado, estoy usando
palabras muy precisas― y capta su sustantividad, su contenido mismo. Ese impacto es
emotivo, y si pudiera representarlo con una de las dimensiones de la emotividad diría que
es como una alegría. La alegría no es un querer de la voluntad (sistema límbico); no es un
mero conocer (del sistema neocortical), sino que es el tocar la sustancia misma de la cosa
en tanto que medio para la conservación de la vida. Ahí viene el punto final de esta
descripción. Aquí entra a jugar el tema de la vida.
Por eso el canário da mata… y ojalá que no haya muerto en los últimos incendios
del Amazonas que permitió el fascista de presidente que tiene Brasil; ojalá que no haya
muerto ese canario u otros más, porque sabemos que el fuego arrasó hasta con las
hormigas de las selvas tropicales del Brasil. Las selvas y bosques son el origen de la vida y
la condición de posibilidad de la reproducción de la vida, ya que reproducen el oxígeno
que respiramos y con el que vivimos. Si nos falta ese oxígeno morimos. También algunos
moriríamos si nos atacara el actual coronavirus, el cual ya se ha transformado en
pandemia, efecto de algo que ni siquiera es una célula o una bacteria, sino que es algo
mucho más pequeño y que todavía no es un ser vivo, pero, sin embargo, es algo que ya
tiene una organización orgánica capaz de atacarnos.
Sentimos el agua, a través de las papilas gustativas, y la tomamos como una
mediación para la vida. Además, al beberla, estamos reponiéndola en nuestro organismo,
ya que nuestra corporalidad está constituida casi por un sesenta por ciento de agua. Y si
gastamos toda nuestra agua moriríamos, porque la vida para poder ser vivida consume
materia y energía. La vida también es un fenómeno entrópico.
Por el momento, retengamos la siguiente idea: si se reproduce la vida, entonces, sí
podemos comenzar a concebir de otra manera lo que sea la estética.
12
En el apartado “La aparición de la estesis”, la autora comienza preguntándose: “¿Cómo definir la vida? (…)
Para no quedarnos atrás en las definiciones, incluyamos ésta: la vida es estesis, materia que percibe materia
y deja así de ser sólo materia”.
6. La ética de la vida se liga a la estética de la liberación
En estos principios vitales también se basa la ética fenicia de hace unos 5 mil años.
Recordemos el mito en el que la diosa egipcia Maat juzgaba al muerto ―porque ellos
creían en la resurrección― y para saber si había sido bueno o malo y si merecía o no la
resurrección le preguntaba: “¿Qué has hecho de bueno?”. Y el muerto, primero que nada,
decía: “He dado de comer al hambriento, he dado de beber al sediento, he dado de vestir
al desnudo”.
¿Qué es el comer? Comer es reponer la materia y la energía que la vida
entrópicamente destruye. ¿Y qué sucede si no la repongo? Me muero. ¿Y qué es beber?
Bueno, como soy prácticamente pura agua, casi un sesenta por ciento de mi organismo
está constituido por ella, si no la repongo me deshidrato y muero. ¿Y por qué el vestido?
Porque tengo temperatura y si no la conservo moriría de frío. ¡Miren qué notable! Los
criterios éticos están ligados a la vida: comer, hidratarse, guardar la temperatura,
etcétera. Lo mismo que la estética. La estética también se basa en gustar aquello que me
permite vivir. Me gusta porque me permite vivir y me da asco porque no me lo permite. El
asco me permite evitar la muerte. ¿Por qué a los niños les gusta tanto el chocolate?
Además de ser mexicano, les gusta porque al gastar tantas energías necesitan reponerlas.
Sus células gustativas tocan el chocolate, captan no sólo el dulce sino su capacidad de
reproducir la energía y por eso les gusta. Eso es la estética. La carnalidad viva toca la
realidad y le gusta. La belleza, entonces, tendrá que ver con el gusto.
Kant decía que “sobre el gusto no hay nada escrito”. ¡Acha! El pobre Kant era muy
eurocéntrico. No sabía que al interior de una cultura puede gustarme una tortilla más
cocida o menos cocida, con queso, carne o frijoles, etcétera. Entonces, ¿no hay nada
escrito? Ya veremos, porque si a mí me gusta comer tortilla y en cambio me dan un pan, la
realidad es que no me va a gustar. Entonces, señor Kant, sí está escrito que a cada uno le
gusta aquello de su cultura. ¿Cómo que no está escrito? Ahora, dentro del gusto de la
cultura hay maneras distintas de poder afirmarla. Lo que hay, entonces, es un gusto
colectivo.
Hay sensibilidad desde la célula. Pensemos en qué es aquello que le permite a la
ameba unicelular lanzar el pseudópodo. ¿Cómo descubre que ahí afuera hay algo? La
célula tiene cierto conocimiento; tiene un cierto querer. Esa sal le permite alimentarse y
reproducir aquello que ha consumido viviendo. Además, la célula posee una fuerza
motora que le permite disolver aquello, hacerlo su propia corporeidad, y termina por
gustarle. De esta manera tenemos la estética en el unicelular. Pero Mandoki lo lleva aún
más allá. ¡Upa! ¿Una estética vegetal? ¿Sienten las plantas? No sienten como los seres
humanos o los vivientes animales, pero sí tienen un contacto con su medio regido por el
mismo sol, que es el origen de la vida del canário da mata. El sol está al origen del
unicelular, del multicelular, del vegetal, del animal y del ser humano. Es Huitzilopochtli
para los aztecas. Y bueno, entre las cosas que vemos y conocemos, ¿qué es superior al
sol? Éste es el absoluto de la vida, es lo sagrado. Sin el sol estamos perdidos. Entonces,
habrá que pensar.
¿Con qué lógica crecen los vegetales? Su lógica es la de poner sus órganos bajo el
influjo del sol y gracias a que exponen sus hojas al sol, el calor de éste y su energía
producen un efecto fotosintético que transforma la energía solar en energía vegetal.
Entonces, ¡el vegetal tuvo que tener un proto-sentimiento! Porque, sino, ¿por qué creció
hacia el sol y no hacia la tierra? ¡Ah!, justamente, las raíces también crecen, pero no hacia
el sol, sino que buscan la humedad. De aquí que la diosa femenina de los mitos aztecas
adora a la tierra y al agua, en relación con la luna, porque sin agua no hay vida. Y un
planeta, como Marte o Júpiter, que no tenga agua no puede tener vida. Entonces algunos
dicen: “¡Tiene agua, podría tener vida!”. Está muy difícil, pero podría.
La raíz del vegetal busca el agua porque tiene cierta sensibilidad. No se pierde por
allí, sino que la busca hasta que la encuentra y la “chupa” a través del fenómeno de la
osmosis. Este fenómeno es el encargado de transportar el agua hasta la hoja, la cual
produce la función fotosintética. Las raíces, entonces, también siente.
El milagro mayor surgió hace unos 400 millones de años cuando los vegetales
produjeron las flores. Hasta ese no tenían flores, sino que eran todos verdes y no se
diferenciaban suficientemente. Entonces, en un acto de poíesis, de proto-obra de arte (la
proto-obra artística), el vegetal produjo flores con colores. De esta manera, teniendo las
flores colores, se hicieron fácilmente cognoscible, pero ¿cognoscibles para quién? Para los
insectos. Éstos nacieron al mismo tiempo que las flores. Los insectos, entonces, vieron la
flor por su color. Esta es la función del color. Pensemos que entre los seres humanos hay
pintores; les gusta el color como a los insectos. Las abejas, por ejemplo, son unas proto-
pintoras que aunque todavía no pinten, sí aprecian el color. Luego, comen el polen y con
sus patitas lo transportan y fecundizan así otras plantas. Esto quiere decir que las plantas
supieron (proto-conocimiento) usar a los insectos como sus “esclavos”, como sus
mediaciones para reproducirse a sí mismas. Con las flores, las plantas se vistieron de lujo
para atraer a los insectos.
¿Qué son esas flores que regalamos en cumpleaños, bodas y en otros eventos
festivos? Son los órganos sexuales de las plantas. “¡Regalamos órganos sexuales!”, claro.
“¡Y son bellos!”, claro. ¿Por qué lo hacemos? Ya Darwin descubrió la relación entre la
sexualidad y la belleza. Los órganos sexuales no son indignos, no hay que estar
ocultándonos. La civilización nos obliga, pero es lo más noble del ser humano. Tanto como
el cerebro o quizás más, porque es lo que nos permite la sobrevivencia de la especie. Si no
tuviéramos órganos sexuales no viviríamos. Y ahí viene la obra de Darwin.
Darwin escribió El origen de las especies y trabajó la función de los órganos, pero
antes escribió un libro que se llama The Descent of Man, and Selection in Relation to Sex.
En este libro, hablando del sexo, demostró que la evolución de la vida es estética y pone
un ejemplo bellísimo: el del pavo real.
Me acuerdo que estando en Cuernavaca, en un Restorán pintoresco, había unos
pavos reales. De pronto, uno de ellos extiende su cola…. y es un fenómeno tremendo. Es
realmente una exageración. Es como el título del libro de Mandoki, El indispensable exceso
de la estética. La cola tiene una cantidad de detalles; unas formas ovales que parecen ojos
de distintos colores. Entonces, el pavo real va caminando y despliega su belleza. Yo veía
que había tres o cuatro hembras que estaban en frente, chiquitas, feítas, sin cola y lo
miraban… Y el pavo se pavoneaba, y las hembras observaban como quien ve un desfile de
modas buscando al modelo más bello. ¿Cuál pavo es más bello? La hembra, en el fondo,
es quien elige al más bello de los machos. Así empieza Darwin a descubrir que esto
acontece en todas las especies.13 Los pájaros que cantan más bello son los elegidos por las
hembras y los sapos que croan de manera más fuerte son los elegidos por sus hembras.
Mandoki toma como hipótesis general el hecho de que en el acto de la sexualidad,
momento de la reproducción de la especie, el criterio de elección de la pareja (o del
macho, porque no hay pareja, aunque sí hay macho y hembra) es un criterio de belleza. En
el mundo animal, como dice Darwin, la estética es esencial para la evolución de la vida.
Además, Mandoki empieza a dar una cantidad de ejemplos bellísimos ―hablando
justamente de la belleza. Realmente habla de cosas increíbles, como diciendo: “Pobre
Proudhon, pensó que la estética sólo valía para el ser humano”.
Lo que hemos hecho los humanos gracias a la autoconciencia; gracias a llegar a
tener un cerebro súper desarrollado y gracias a haber llegado a una nueva etapa de la
evolución de la vida (conocimiento, voluntad y también una emotividad mucho más
compleja que la de los animales), hemos desarrollado de manera cuasi infinita lo que
todos los animales han comenzado a hacer mucho antes que la especie humana. Al fin, el
origen de nuestra especie se remonta a ciertos primates que vivieron hace
aproximadamente unos 70 millones de años, después de que desaparecieron los
dinosaurios. De ahí salimos nosotros. Pero los animales nos llevan de ventaja muchos
millones de años practicando, justamente, una proto-estética que yo llamaría una estética
natural. Pero una estética natural-vegetal no es tan compleja como la estética-natural
animal y qué decir de la estética-humana-natural, la cual llega a su culminación, aunque
todavía no es obra de arte.
Cuidado, también hay estética como obra de arte. Pensemos, por ejemplo, en el
nido de un pájaro. Aún más, el canto del pájaro es una proto-obra de arte. El gallo le canta
al sol por las mañanas; esa es la estética. Y la gallina no canta al sol, entonces, ¿qué es lo
que hace? Cacarea al huevo. De paso la palabra “cacarear” es machista. No dice “canta al
13
Katya Mandoki explica que Darwin pasó entonces de estudiar los procesos de selección natural del Origen
a los de selección sexual en el Descent o descendencia. Según la nueva versión, el proceso de evolución no
obedece solamente al ciego y fiero mecanismo de selección natural del más apto desde variaciones por
mutaciones azarosas y retención selectiva de rasgos en lucha por la supervivencia, sino a algo distinto y aún
más radical: La idea de que la hembra de cada especie pudiera estar dirigiendo el proceso de selección. Para
colmo, lo realiza con un criterio estético. ¡La biología en manos del capricho estético de las féminas!
huevo”, y eso que es tanto o más digno que cantarle al sol. Pero se entiende que cantarle
al sol es muy sublime, es lo limpio, lo majestuoso; mientras que la otra, la gallina, solo
“cacarea”. Machismo hasta con los animales. La gallina canta su obra, no al sol, sino al
fruto de sí misma, al fruto de la especie. Canta, entonces, una obra que está dirigida nada
menos que al nuevo miembro de la especie. Se trata del canto por la sobrevivencia de la
especie y ésta es la obra de las obras.
En realidad, lo más bello para un viviente es otro viviente de la misma especie. Por
eso que el varón es lo más bello para la mujer y la mujer para el varón. Y si hay distintos
ejercicios de la sexualidad (como lesbianas, gays y otros), lo más bello sigue siendo el otro
humano por ser ambos de la misma especie. Pero lo fundamental para la vida es la
reproducción. Y algunos me dirán: “¿Cómo profesor? Usted es muy tradicional, cree que
las relaciones sexuales se hacen sólo para reproducir la vida. Eso era antes, ahora las
relaciones sexuales son libres, son por amor”. Estoy de acuerdo, la relación humana debe
ser libre y por amor. La sexualidad es bella, es placentera, gusta. ¿Inventamos nosotros
acaso el útero, la vagina, el clítoris o el pene en su región más erógena? No, tenemos todo
heredado por especie; es decir, genéticamente. Y, ¿por qué estos órganos son los más
erógenos y los más emotivos? ¿Los hemos hecho nosotros? No. ¿Quién los hizo? La vida.
Somos un don de la vida. Podemos usar el sexo para aumentar el amor humano y libre,
estoy de acuerdo. Pero no podemos dejarnos de reproducir. Si lo dejáramos de hacer,
después de una generación, desaparecería la especie humana. Es un tema para discutir. Lo
cierto es que entre los animales no hay una pura relación afectiva sin estar unida, al
mismo tiempo, a un efecto reproductivo. En los animales no hay sexo libre ni amor libre,
aunque sí existen cosas parecidas. El macho dominante de un grupo de primates, por
ejemplo, puede realizar el acto sexual como acto de dominio, y aún de afectividad, con las
hembras de su especie sin que este acto esté dirigido a la reproducción. Entonces ahí ya
tenemos una acción que empieza a liberar la sexualidad de la reproducción. Pero, de todas
maneras, siempre conservando la reproducción de la especie. De no ser así, la vida de la
especie se terminaría y no existe ninguna especie suicida, si no la humana, pero ese es
otro tema.
Hemos avanzado bastante. Lean ustedes el texto de Mandoki para poder seguir
trabajando el tema en la segunda lección.
Debo decir que para mí, el hablar ante un aparato, ha sido toda una experiencia. Es
una experiencia y quizás para alguno de ustedes también haya sido una experiencia
encontrar a un profesor de la UNAM hablándoles desde una computadora. Una situación
extraña, pero necesaria y útil. Hasta la próxima lección.
Referencias bibliográficas
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