Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Total 40%
“Felices ustedes cuando los injurien, los persigan y los calumnien de todo por
mi causa” Mt 5, 11.
Ejemplo.
2. Reflexión Filosófica.
La lección de Pasteur
Hace ya mucho tiempo en Europa, en el último cuarto del siglo XIX, un hombre
de unos 70 años, viajaba en tren y aprovechaba su tiempo leyendo un libro. A
su lado viajaba un joven universitario que también leía un voluminoso libro de
ciencia. De repente, el joven universitario percibe que el libro que va leyendo el
anciano es La Biblia. Con descortesía y con mucha soberbia le pregunta:
_El anciano entonces le pregunto. Dígame joven, ¿es eso lo que nuestros
científicos dicen sobre la Biblia?
Cuestionario
INDICACIONES.
Todas las criaturas están interconectadas y cada una de ellas debe ser valorada con
afecto y admiración. Todos los seres nos necesitamos unos a otros. El ser humano es
también una criatura de este mundo. La degradación ambiental también nos afecta.
Una forma insana de vivir. El crecimiento económico no ha supuesto un verdadero
progreso integral. Vivir rodeados de cemento y ajenos a la naturaleza no es bueno
para el ser humano Existe una ruptura de los lazos de integración y comunión social.
El exceso de información dificulta la verdadera sabiduría que es fruto de la reflexión y
el encuentro entre personas. Además, una comunicación mediada por internet soslaya
los desafíos que implican las relaciones reales con los demás.
Los pobres son excluidos. El ambiente humano y el ambiente natural se degradan
juntos. Millones de personas resultan excluidas, invisibles para los medios de
comunicación. En lugar de ponerse en el lugar de los pobres y pensar en un mundo
diferente, algunos piensan que la única solución está en reducir la natalidad. La
inequidad no afecta solo a individuos, sino a países enteros. La deuda externa de los
países pobres se ha convertido en un instrumento de control. Sin embargo, durante
siglos, el Norte ha estado depredando recursos naturales en el Sur y esa “deuda
ecológica” no es reconocida.
Al mismo tiempo, crece una ecología superficial o aparente que consolida un cierto
adormecimiento y una alegre irresponsabilidad. Ante esta situación, están quienes
esperan que la solución venga de los avances tecnológicos. En el otro extremo, otros
piensan que el ser humano es en todo caso destructor de la naturaleza. Entre ambos
extremos, la reflexión debería identificar posibles escenarios futuros con objeto de
encontrar respuestas integrales.
No es misión de la Iglesia proponer soluciones concretas. Pero sí hay que decir que el
actual sistema mundial es insostenible porque hemos perdido de vista la finalidad de la
acción humana.
La libertad humana puede hacer su aporte inteligente hacia una evolución positiva. Sin
embargo, puede también agregar nuevos males, nuevas causas de sufrimiento y
verdaderos retrocesos.
Los seres vivos no son cosas. El ser humano implica una novedad no plenamente
explicable por la evolución. Consideramos al ser humano como sujeto y nunca puede
ser reducido a la categoría de objeto. Pero sería erróneo pensar que los demás seres
vivos deban ser considerados como meros objetos sometidos a la arbitraria
dominación humana. El ideal de Jesús está en las antípodas de semejante modelo.
El fin último de las demás criaturas no somos nosotros. El fin de todas las criaturas es
Dios. Con nosotros y a través nuestro avanzan hacia la plenitud trascendente donde
Cristo resucitado abraza e ilumina todo.
Ver a Dios en todas las cosas. El ser humano es imagen de Dios. Eso no debería
llevarnos a olvidar que todo el universo material refleja el amor de Dios. Ese amor
inspira en nosotros el deseo de adorar al Señor en todas sus criaturas y juntamente
con ellas. Todo es hechura de Dios y, por eso, todos formamos una especie de familia
universal. Esto no significa olvidar la especificidad del ser humano. Como tampoco
puede llevarnos a una divinización de la tierra.
Para que Dios sea todo en todos. Jesús estaba lejos de las filosofías dualistas que
más tarde desfiguraron el Evangelio. Jesús trabajó con sus manos, santificando de
este modo el trabajo. Pero el Nuevo Testamento no solo nos habla del Jesús terreno y
de su relación tan concreta y amable con todo el mundo. También lo muestra como
resucitado y glorioso. Esto nos proyecta al final de los tiempos, cuando “Dios sea todo
en todos” (1 Cor 15,28). De este modo, las criaturas de este mundo ya no se nos
presentan como una realidad meramente natural, sino incorporadas a un destino de
plenitud en Cristo.
La tecnociencia bien orientada puede mejorar la calidad de vida del ser humano, pero
estos conocimientos científicos y sobre todo, el poder económico para utilizarlos
está en manos de muy pocas personas que tienen, de este modo, un dominio
impresionante sobre el conjunto de la humanidad y del mundo entero. Esto supone un
riesgo tremendo.
El trabajo tiene valor en sí mismo. Dar dinero a los pobres debería ser algo puntual. A
los pobres hay que facilitarles que puedan ganarse la vida por sí mismos. Para que
ello sea posible, es imperioso promover una economía que favorezca la diversidad
productiva y la creatividad empresarial. De hecho, existe una gran variedad de
sistemas alimentarios campesinos que sigue alimentando a la mayor parte de la
población mundial con un gasto mucho menor de territorio y de agua. Una libertad
económica solo proclamada deteriora el acceso al trabajo y deja fuera a la mayoría.
El medio ambiente. La ecología estudia las relaciones entre los organismos vivientes
y el ambiente donde se desarrollan. Cuando se habla de “medio ambiente” nos
estamos refiriendo a la relación que existe entre la naturaleza y la sociedad que la
habita. Esto nos impide entender la naturaleza como algo ajeno a nosotros, como un
mero marco de nuestra vida. No hay una crisis ambiental y otra social, sino una sola y
compleja crisis socio-ambiental.
Una riqueza cultural que está en peligro. La ecología supone también el cuidado de
la riqueza de las distintas culturas, no sólo del pasado, sino muy especialmente del
presente. La actual economía globalizada tiende a homogeneizar las culturas. La
inmensa variedad cultural es un tesoro del que no podemos prescindir. Muchas
culturas están en peligro de extinción y ello es preocupante.
La desaparición de una cultura puede ser tanto o más grave que la desaparición de
una especie animal o vegetal. La imposición de un estilo hegemónico de vida ligado a
un modo de producción puede ser tan dañina como la alteración de los ecosistemas.
Crisis social. A veces es encomiable la ecología humana que pueden desarrollar los
pobres en medio de tantas limitaciones. Para los habitantes de barrios muy precarios,
el paso cotidiano del hacinamiento al anonimato social que se vive en las grandes
ciudades puede provocar una sensación de desarraigo que favorece las conductas
antisociales y la violencia. Sin embargo, quiero insistir en que el amor puede más.
La calidad de vida en las ciudades tiene mucho que ver con el transporte, que suele
ser causa de grandes sufrimientos para los habitantes. Pero, si las ciudades son
muchas veces deshumanizantes, no podemos olvidarnos de quienes viven en zonas
rurales. Allí donde muchas veces no llegan los servicios esenciales y hay trabajadores
reducidos a situaciones de esclavitud, sin derechos ni expectativas de una vida más
digna.
El propio cuerpo. La aceptación del propio cuerpo como don de Dios es necesaria
para acoger el mundo entero como regalo de Dios. Una lógica de dominio sobre el
propio cuerpo se transforma en una lógica de dominio sobre la creación. La valoración
del propio cuerpo en su femineidad o masculinidad es necesaria para reconocerse a sí
mismo en el encuentro con el diferente.
En las condiciones actuales de la sociedad mundial, donde cada vez más personas
son descartadas, el principio del bien común se convierte en un llamado a la
solidaridad y en una opción preferencial por los más pobres. La noción de bien común
incluye también a las generaciones futuras. Desarrollo sostenible equivale a
solidaridad intergeneracional. Las predicciones catastrofistas ya no pueden ser
miradas con desprecio. A las generaciones futuras podríamos dejarles demasiados
escombros, desiertos y suciedad.
La dificultad para tomar en serio este desafío tiene que ver con un deterioro ético y
cultural que acompaña al deterioro ecológico. Muchos problemas sociales se
relacionan con el inmediatismo egoísta actual. No imaginemos solamente a los pobres
del futuro, basta que recordemos a los pobres de hoy, que tienen pocos años de vida
en esta tierra y no pueden seguir esperando.
El cambio climático. En lo relacionado con el cambio climático, los avances son muy
escasos. Algunas estrategias de baja emisión de gases contaminantes buscan la
internacionalización de los costos ambientales. De este modo se agrega una nueva
injusticia envuelta en el ropaje del cuidado del ambiente. La estrategia de la
compraventa de “bonos de carbono” puede dar lugar a una nueva forma de
especulación y no servir para reducir la emisión global de gases contaminantes.
Por otra parte, hacen falta marcos regulatorios globales que impidan acciones
intolerables, como es el hecho de que países poderosos exporten sus residuos e
industrias altamente contaminantes a otros países. La protección de las áreas marinas
más allá de las fronteras nacionales continúa planteando un desafío especial. Es
intolerable que los países ricos exporten su contaminación a los países pobres.
El estudio del impacto ambiental de cualquier proyecto debería ser siempre previo a su
desarrollo. En caso de duda, debería detenerse o modificarse. Esto no implica
oponerse a cualquier innovación tecnológica que permita mejorar la calidad de vida de
una población. Pero debería quedar claro que la rentabilidad no puede ser el único
criterio.
Hay que insistir en que la protección ambiental no puede asegurarse solo en base al
cálculo financiero. La salvación de los bancos a toda costa, sin reformas en
profundidad, muestran el dominio absoluto de las finanzas.
De todos modos, hay que pensar también en detener un poco la marcha, en poner
algunos límites racionales e incluso en volver atrás antes que sea tarde. Por eso ha
llegado la hora de aceptar cierto decrecimiento en algunas partes del mundo de modo
que se pueda crecer sanamente en otras partes.
Es necesario redefinir el progreso. Los términos medios son sólo una pequeña demora
en el derrumbe. El discurso del crecimiento sostenible no es sino marketing. El
principio de maximización de la ganancia es una distorsión conceptual de la economía.
Mientras unos sólo buscan el rédito económico y otros conservar o acrecentar el
poder, el resultado son guerras o acuerdos espurios, mientras preservar el medio
ambiente o cuidar de los más débiles se torna irrelevante.
Más allá de la ciencia. No se puede sostener que las ciencias empíricas explican
completamente la vida, el entramado de todas las criaturas y el conjunto de la realidad.
Eso sería sobrepasar indebidamente sus confines metodológicos.
Por otra parte, cualquier solución técnica que pretendan aportar las ciencias será
impotente para resolver los graves problemas del mundo si la humanidad pierde su
rumbo. En todo caso, habrá que interpelar a los creyentes a ser coherentes con su
propia fe y a no contradecirla con sus acciones.
La mayor parte de los habitantes del planeta se declaran creyentes. Por ello debería
haber un diálogo interreligioso en torno al cuidado de la naturaleza y la defensa de los
pobres. Es imperioso también un diálogo entre las ciencias mismas. Finalmente es
necesario que los propios ecologistas dejen atrás sus diferencias ideológicas.
Una buena educación escolar en edad temprana coloca semillas que pueden producir
efectos a lo largo de toda una vida. Pero hay que destacar la importancia central de la
familia. La familia es el lugar de la formación integral. A la política y a las diversas
asociaciones les compete la concientización de la población. También a la Iglesia.
La lucha por un mundo mejor. Hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a
otros, que somos responsables por los demás y por el mundo, que vale la pena ser
buenos y honestos. Cuando alguien reconoce el llamado de Dios a intervenir junto con
los demás en estas dinámicas sociales, debe recordar que eso es parte de su
espiritualidad, que es ejercicio de caridad y que de ese modo madura y se santifica.
No todos están llamados a trabajar directamente en la política, pero en la sociedad
existen muchas asociaciones que intervienen a favor del bien común preservando el
ambiente natural y urbano.
Para los cristianos, creer en un solo Dios que es comunión trinitaria lleva a pensar que
toda la realidad contiene en su seno una marca propiamente trinitaria. Las Personas
divinas son relaciones subsistentes. Esto no sólo nos invita a admirar las múltiples
conexiones que existen entre las criaturas, sino que nos lleva a descubrir una clave de
nuestra propia realización.
María, la madre que cuidó a Jesús, ahora cuida con afecto y dolor materno este
mundo herido. Junto con ella, se destaca la figura de san José. Él cuidó y defendió a
María y a Jesús con su trabajo y su presencia generosa. Por eso fue declarado
custodio de la Iglesia universal. Él también puede enseñarnos a cuidar de este mundo
que Dios nos ha confiado.