Está en la página 1de 12

FIN DE LA POBREZA

Riqueza para todas y todo

Crecimiento económico

(El análisis del crecimiento económico se hace a partir de la variable macroeconómica

denominada producto interno bruto (PIB), indicador que mide el total de producción de un

país en un lapso determinado, generalmente un año, por todos los residentes del país.)

El nivel de crecimiento observado por la economía guatemalteca durante la última década

ha sido irregular e influenciado fuertemente por la situación internacional. Su desempeño

se ha dado por debajo del crecimiento promedio de los años sesenta y setenta del siglo

XX. La tasa de crecimiento promedio anual durante el período 2000-2013 fue de 3.34%,

con matices distintos que pueden desglosarse claramente en cuatro subperíodos:

El primero se inició a partir del año 2000 —con algunos altibajos en los períodos iniciales

producto de la crisis del café de 2001 y la desaceleración de la economía internacional—

y continuó hasta 2007. Se caracteriza por un fuerte crecimiento que se incrementa

gradualmente desde un 2.5%, en 2000, hasta alcanzar la mejor tasa de crecimiento de la

década: 6.3%, en 2007. Ello fue inducido por un contexto internacional favorable y se vio

reflejado en prácticamente todas las variables macroeconómicas.

En 2008 inició el segundo subperíodo, cuando la dinámica económica internacional sufrió

un súbito deterioro. La economía guatemalteca altamente vinculada con importantes

economías avanzadas sufrió una severa desaceleración, sensible durante el año 2009,

cuando se observó una reducción de 5.8 puntos porcentuales con respecto a la cima

alcanzada en 2007(A ello contribuyó el marcado deterioro que sufrieron los principales

sectores productivos relacionados con la construcción y las industrias extractivas (minas y

canteras), cuyas tasas de crecimiento se contrajeron en más de un 6%. 102 Cifra


preliminar según el Banco de Guatemala.). Pese a ello, Guatemala fue uno de los pocos

países de Latinoamérica que no entró en recesión. Sin embargo, importantes variables

macroeconómicas sucumbieron ante la desaceleración económica: los ingresos

tributarios, el comercio exterior y el crédito.

El tercer subperíodo dio inicio a partir del año 2010. La recuperación económica comenzó

a manifestarse impulsada por la moderada recuperación de la demanda internacional.

Esto incidió en un aumento de las exportaciones, la inversión extranjera directa (IED), las

remesas y los ingresos por turismo; además, se dio un mayor dinamismo en la demanda

interna. El crecimiento resultó positivo para todos los sectores productivos.

A finales de 2011 y hasta 2013 se observa un cuarto subperíodo. En este, la economía

internacional nuevamente entró en un proceso crítico producto de los problemas de deuda

de la zona del euro, la ralentización en el ritmo de crecimiento de los EE. UU. y China, así

como los precios de las principales materias primas que, aunque se han reducido, aún

continúan en niveles elevados (maíz, petróleo y trigo).

Este contexto internacional adverso amenaza nuevamente la moderada recuperación de

la dinámica económica del país, pues presenta el riesgo de llevar hacia una

desaceleración o, cuando menos, a un estancamiento. Producto de ello, los pronósticos

del Banco de Guatemala (Banguat) estiman una tasa de crecimiento para 2014 de entre

un 3.3 y un 3.9%, muy próxima a la observada en 2013 (3.7%102). Esta cifra está

condicionada por el menor dinamismo en el ritmo de crecimiento del comercio exterior y

las remesas familiares, así como por la invariabilidad de la tasa de crecimiento del crédito

al sector privado. El desafío para el país consiste en compatibilizar los resultados

económicos con un mayor esfuerzo en materia de equidad e inclusión social.


Inversión extranjera directa (IED), remesas familiares y turismo: factores

importantes para el crecimiento económico del país

La inversión extranjera directa (IED)

La IED constituye el vínculo más fuerte que tiene el país con el sistema financiero

internacional; le siguen los préstamos dirigidos al Gobierno y a bancos del sistema, y los

créditos comerciales. Guatemala se ha vuelto un destino atractivo para la inversión en los

últimos años, aunque partió de un nivel bajo. La atracción de inversión se ha realizado en

el marco del programa de privatización de empresas públicas, el otorgamiento de

incentivos fiscales y, más recientemente, en torno a la explotación de recursos naturales.

Si bien el uso de incentivos fiscales se justifica para atraer IED (BID, 2014), en el caso de

Guatemala, país donde la recaudación tributaria continúa siendo insuficiente para justificar

el gasto fiscal, los Sistemas de incentivos podrían resultar costosos al erosionar más la

base tributaria.

Los sectores más dinámicos en IED son la electricidad (32.2% del total, en 2011) y

agricultura, minas y canteras (31.7% del total, en 2011). El primero de los casos

corresponde a inversiones en la generación y comercialización de la energía eléctrica; en

el segundo ha ido adquiriendo prominencia, en la última década, la actividad minera.

Cabe indicar, como señala la Comisión Económica para América Latina (CEPAL, La

Inversión Extranjera Directa en América Latina y el Caribe, 2013), que también se ha


observado una tendencia hacia inversiones importantes en el sector agrícola (palma

africana y azúcar) ligadas con la compra de grandes extensiones de terreno. Continúa

siendo relevante el sector manufacturero, en donde destaca el sector textil como el más

representativo.

De acuerdo con el BID (2004), la región depende mucho de la IED si se la compara con

otros países de similar ingreso. En este sentido, cabe indicar que entre un 15 y un 30% de

la inversión total se financia mediante IED.

Los principales condicionantes negativos para la IED son: la inseguridad; la falta de

infraestructura (lo que incide en costos logísticos elevados); baja productividad del trabajo

asociada con los bajos niveles educativos; y un limitado mercado interno. Por su parte, los

factores que inciden positivamente son: la posición geoestratégica del país, dada su

cercanía con el principal mercado mundial (EE. UU.); y la disponibilidad de recursos

minerales y petroleros. (No está de más indicar que la explotación de estos recursos ha

estado impregnada de un clima de conflictividad en las comunidades donde se desarrollan

las acciones extractivas con la dinámica observada en las remesas familiares, las cuales

se multiplicaron por ocho durante ese período, con lo que Guatemala se convirtió en un

destino importante de esta clase de recursos. En términos sociales, el impacto de esta

dinámica ha sido significativo; en efecto, el Tercer informe de avances en el cumplimiento

de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (Segeplán, 2010) señala que las remesas

cumplen una clara función de movilidad social —en el sentido de que contribuyen a que

los hogares se ubiquen en mejores niveles de bienestar—y se distinguen como un recurso

compensatorio para amortiguar la pobreza, sin salir de ella.)

Remesas familiares
Las remesas familiares representan un flujo importante de recursos para el país; de

hecho, en la actualidad representan más del 10% del PIB, lo cual supera en importancia a

la IED e, incluso, a los recursos provenientes de los principales productos de exportación.

Dicho comportamiento ha estado condicionado por el mayor flujo de guatemaltecos que

emigran primordialmente hacia los EE. UU. De acuerdo con el censo realizado por este

país, la cantidad de guatemaltecos habría crecido de 372,000 a más de un millón entre los

años 2000 y 2010, pese a políticas migratorias más severas por parte del país receptor.

Ello es congruente

Turismo

El turismo hacia Guatemala creció a menor velocidad que en el resto de Centroamérica;

no obstante, puede decirse que el comportamiento de esta actividad fue bastante positivo:

entre 2001 y 2013, el número de visitantes al país se incrementó en un 139.4%. En ese

devenir, es notorio el estancamiento observado después de la crisis (2009-2013), pues se

observó un incremento de solo el 12.6%, comparado con el 105% observado en el

período 2001-2008. Este comportamiento estuvo condicionado por los efectos de la gripe

A (H1N1) y la crisis financiera internacional. Cabe indicar, sin embargo, que la evolución

del ingreso de divisas por concepto de turismo fue más positiva que el número de

visitantes durante dicho período (2009-2013), pues tuvo un incremento del 14.1%.

En correspondencia con el estancamiento observado en los últimos años, la

competitividad del sector cayó. En efecto, según el Índice de Competitividad Turística del

año 2013, Guatemala ocupa la posición 97, solo por encima de El Salvador. Esta es una

posición bastante distante de la alcanzada en 2009, cuando el país se ubicó en la

posición 70 en el listado mundial de 139 países. De acuerdo con este indicador, las

fortalezas del país se ubican en la política de cielos abiertos, la suscripción de telefonía


móvil y la biodiversidad. Por el contrario, las debilidades son la inseguridad (crimen y

violencia), además de la baja calidad educativa y la escasa densidad aeroportuaria.

El estado de situación del mercado laboral

La volatilidad observada en la actividad económica se ha visto reflejada en el mercado

laboral guatemalteco. Debe destacarse, durante el período, al menos cinco elementos

que, en buena medida, condicionan la calidad de vida de las personas y reflejan el aporte

del crecimiento económico a la generación de fuentes de trabajo decentes y de calidad.

Primero: el sector informal absorbe a casi las tres cuartas partes del empleo a nivel

nacional. Según la Encuesta nacional de empleo e ingresos 2013 (INE, Encuesta

Nacional de Empleo e Ingresos I, 2013), destaca el área rural, en donde casi ocho de

cada diez trabajadores son informales. También se señala que los hombres son quienes

tienen una mayor participación. La agricultura es la actividad económica que más

contribuye al empleo informal (41.1%), seguida por el comercio (31.3%) y la industria

(9.8%). En conjunto, las tres actividades representan más del 80% del empleo informal.

Los trabajadores empleados en estas actividades se caracterizan por trabajar en

empresas de baja productividad y por no contar con sistemas de protección social.


Segundo: la prevalencia de un alto nivel de subempleo. (Representa a las personas que,

aunque están ocupadas, laboran menos de la jornada ordinaria de trabajo y desean

trabajar más) Según la encuesta ya citada, el 16.9% de la población económicamente

activa (PEA) se encuentra cumpliendo jornadas de trabajo por debajo del tiempo

ordinario. El subempleo se concentra mayoritariamente en los hombres y afecta más a la

población no indígena (donde 18 de cada 100 ocupados presentan esa condición) y a la

población mayor de 25 años, rango en el que la tasa de subempleo supera el promedio

nacional (0.3 puntos porcentuales).

Otra característica del subempleo es que se concentra mayoritariamente en las

actividades relacionadas con el comercio (26.8%) y la agricultura (22.7%). Además, según

la categoría ocupacional los trabajadores privados son los más afectados (36.5%).

Tercero: la tasa de desempleo se ha mantenido en niveles bastante bajos comparados

con los de otros países; en 2013, se ubicó en un 3.2%. Al desglosar la problemática de

acuerdo con ciertas variables, se evidencia que el desempleo afecta más a las mujeres

(4.6%) que a los hombres (2.4%); a la población no indígena (4.4%) y del área urbana,

sobre todo la metropolitana (6.2%); y a los jóvenes (5.2%), en especial a quienes residen

en el área metropolitana (11.3%).

Cuarto: el ingreso laboral que perciben los trabajadores depende de la ocupación

principal, característica que, en buena medida, está relacionada con las competencias

delas personas. El ingreso promedio del quintil más alto es 17 veces mayor que el del

quintil más bajo. (Un quintil es la quinta parte de una población ordenada de menor a

mayor según la distribución de los ingresos.) Los directores y gerentes pueden obtener

salarios 7 veces más altos que las personas que realizan trabajos elementales o se

dedican a la agricultura. Son las actividades económicas de la información y las

comunicaciones, las financieras, los profesionales y la administración pública aquellas en


las que se perciben los ingresos más altos. Inversamente, la agricultura es una de las

actividades en donde se perciben los salarios más bajos. Dicha condición de salarios

entre sectores productivos no es propia del país, es una constante que se observa en

todos los países que comparten el mismo nivel de desarrollo. Cuando hay inversión en

capital productivo y se está vinculado a cadenas de alto valor agregado, se pueden

generar retornos al trabajo aceptables.

Las mujeres son quienes suelen obtener los menores ingresos a partir de su actividad

laboral, diferencia que se torna aún más preocupante al considerar las áreas rurales.

En general, para lograr una mayor reducción de la pobreza se requiere que las personas

pobres y las extremadamente pobres incrementen sus ingresos laborales. Sin embargo, si

se considera el panorama hasta aquí descrito, es claro que difícilmente se ha cumplido

con dicho cometido.

Quinto: la incorporación de los niños menores de 15 años en actividades laborales es alta.

Del total nacional de niños y niñas entre 7 y 14 años, el 9.2%( En 2012 y 2013, la

incidencia laboral de la niñez se redujo ostensiblemente: mientras que en 2012 el 19.2%

se encontraba en dicha condición, menos de la mitad lo estaba en 2013. Una explicación

para esta situación se relaciona con la temporalidad en que se levantó la información:

mientras que en 2012 los datos se recabaron entre junio y julio, en 2013 esto se hizo

entre abril y mayo) se encuentra realizando alguna actividad económica, generalmente

poco calificada, en donde sobresale la agricultura (51.4%) y las industrias manufactureras

(25%). En el área rural, la tasa de ocupación infantil se ubica en un 11.7% y son los

varones los más afectados (más del 70%, en promedio) y los indígenas (56.3%). Esta

situación priva a niños y niñas de su infancia y dignidad y les impide acceder a la

educación. Adicionalmente, cabe considerar que muchas de las actividades laborales en


las que se ocupan niños y niñas del país se realizan en condiciones perjudiciales para su

salud y desarrollo social.

La dimensión económica de la desigualdad

La evidencia indica que el bienestar de la población se mejora con tasas de crecimiento

económico positivo y sostenible; sin embargo, la magnitud de la reducción de la pobreza

depende de la distribución del ingreso (Situación que está íntimamente ligada con la

naturaleza del crecimiento, es decir, si este se basa en la generación de empleo digno y

de calidad y en el incremento de ingreso rural, por ejemplo.) y de los cambios a lo largo

del tiempo. Al descomponer el PIB por el lado de los ingresos es posible determinar cómo

se distribuye la riqueza producida, haciéndose evidente una distribución desigual.

Según datos de cuentas nacionales, durante el período 2005-2011 se observa una mayor

concentración del ingreso. La remuneración de los asalariados (La remuneración de los

asalariados son todos los pagos a los trabajadores que, de acuerdo con la ley, realizan las

empresas, incluyen los sueldos y salarios y otras prestaciones laborales.) se redujo de

31.9% a 30.0%, mientras que el excedente de explotación bruto (Se define como la

ganancia neta de las empresas, es decir el ingreso total de las empresas menos las

remuneraciones que pagan a sus trabajadores y los impuestos que pagan al Gobierno.)

aumentó más que lo que significa proporcionalmente la pérdida sufrida por los salarios,

que de 39.1% pasó a representar un 41.4%. Ante una distribución tan desigual del

producto, no es extraño que el coeficiente de Gini (El coeficiente de Gini es un índice que

se utiliza para medir cualquier forma de distribución desigual. Su notación va de 0 a 1, en

donde 0 corresponde a una distribución igualitaria y 1 a la mayor desigualdad en la

distribución.) se haya mantenido casi estable en los últimos años (0.562, en 2006, solo

0.008 puntos inferior al observado en 2000) y la diferencia entre el quintil más pobre y el
más rico continúe siendo de 21 veces, mostrando apenas una reducción de una vez entre

2000 y 2006 (22 a 21).

Esta evolución también ha sido condicionada por el alto grado de vulnerabilidad del país,

que no está preparado para enfrentar adecuadamente los desastres asociados con la

variabilidad climática, ni los cambios en las condiciones internacionales que afecten el

crecimiento económico, principalmente la crisis económica internacional que afectó

variables macroeconómicas importantes como la IED, el comercio internacional y las

finanzas públicas; los precios internacionales de los productos de exportación y los

precios de los alimentos y otros insumos básicos. A ello cabe agregar el problema de la

inseguridad y la violencia.

Los niveles de desigualdad imperantes no han permitido que la incidencia de pobreza se

reduzca. Durante el período 2000-2006, la pobreza general disminuyó 5.0 puntos

porcentuales, pasando de 56.2 a 51.0%. Por su parte, la pobreza extrema prácticamente

permaneció inalterable: se redujo solo 0.5 puntos, al pasar de 15.7 a 15.2%, cambio que

estadísticamente no es significativo. Recientemente, los resultados de la nueva Encuesta

nacional de condiciones de vida (INE, Encuesta Nacional de Condiciones de Vida, 2011)

muestran una reducción de casi dos puntos porcentuales en la pobreza extrema (1.87%) y

un incremento en la pobreza general (2.71%) comparado con el año 2006.


La leve disminución de la pobreza no ha sido equitativa entre los distintos grupos sociales

o a nivel territorial. Dicha condición no es propia del país, desde la Revolución Industrial

hasta nuestros días, el dinamismo económico de las urbes supera la actividad económica

en la ruralidad. De esta cuenta, las poblaciones no indígenas, las personas que viven en

las áreas urbanas y en algunas regiones y departamentos del país han experimentado

una reducción de la pobreza. Contrariamente, la población indígena, las personas del

área rural y quienes viven en las regiones suroccidente, norte y noroccidente, que

incluyen los departamentos de Alta Verapaz, Quiché, Huehuetenango, San Marcos,

Sololá y Chimaltenango, continúan concentrando la incidencia de la pobreza

La intensidad de la pobreza extrema experimentó cambios un tanto más evidentes que los

registrados por la incidencia de la pobreza; sin embargo el patrón de distribución continúa

siendo bastante polarizado. En otras palabras, en 2011, en comparación con el año 2006,

se observó un cambio relativo en la intensidad de la pobreza, la cual fue más pronunciada

en los pueblos indígenas y en la población rural, mientras que fue cuatro o cinco veces

inferior en el área urbana y entre la población no indígena.


Los niveles de pobreza están directamente asociados con la desigualdad en la

distribución del ingreso y el consumo. Son estos niveles de desigualdad los que explican

parcialmente las dificultades para la reducción de la pobreza y evidencian una mirada

fragmentada en relación con las privaciones que sufren las personas y las familias.

Esto tiene implicaciones en el grado de desarrollo humano alcanzado. Pese al incremento

en el Índice de Desarrollo Humano (IDH) en los últimos años, la posición relativa del país

en la escala mundial y regional resulta baja.

En suma, el balance en materia económica durante la última década puede considerarse

modesto. El crecimiento observado, sobre todo durante el primer subperíodo indicado, no

se desbordó hacia todos los estratos sociales, tal y como se esperaba. Los niveles de

pobreza y desigualdad muestran resultados contrastantes y continuaron siendo

significativamente altos; los diversos choques económicos, ambientales y de precios

suscitados durante el período contribuyeron a la configuración de un mayor deterioro

social.

También podría gustarte