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El Positivismo es una corriente o escuela filosófica que afirma que el único conocimiento
auténtico es el conocimiento científico, y que tal conocimiento solamente puede surgir de la
afirmación positiva de las teorías a través del método científico. El positivismo deriva de
epistemología que surge en Francia a inicios del siglo XIX de la mano del pensador francés
Auguste Comte y del británico John Stuart Mill y se extiende y desarrolla por el resto de Europa
en la segunda mitad. Según la misma, todas las actividades filosóficas y científicas deben
efectuarse únicamente en el marco del análisis de los hechos reales verificados por la experiencia.
Esta epistemología surge como manera de legitimar el estudio científico naturalista del ser
humano, tanto individual como colectivamente. Según distintas versiones, la necesidad de estudiar
científicamente al ser humano nace debido a la experiencia sin parangón que fue la Revolución
Francesa, que obligó por primera vez a ver a la sociedad y al individuo como objetos de estudio
científico.
Características [
Auguste Comte formuló a mediados del siglo XlX la idea de la creación de la sociología como
ciencia de la sociedad. Libre de todas las relaciones con la filosofía y basada en datos empíricos
en igual medida que las ciencias naturales.
Reacción
Durante el siglo XX, a partir de los estudios de Bertrand Russell y otros, el filósofo Ludwig
Wittgenstein elabora el texto Tractatus Logico-Philosophicus, que sirve de inspiración para el
surgimiento del Círculo de Viena, grupo de intelectuales, que tuvieron como objetivo el alejar
definitivamente a la ciencia de la metafísica, a partir del desarrollo de la lógica de Russell.
Crítica de Popper
A poco andar, surgieron muchas críticas desde los mismos fundadores del Círculo de Viena,
siendo una de las más fuertes la de Karl Popper. Éste plantea que el objetivo de cimentar todo el
conocimiento científico en lo empírico es irrealizable, cuestión que pronto es aceptada por el
Círculo de Viena. De esta manera el positivismo lógico evoluciona hacia el racionalismo crítico
(falibilismo), que se separa de aquél en cuando desprecia la inducción y vuelve a darle
preponderancia a la teoría, y a la correspondiente deducción.
2. Estado metafísico: las explicaciones son racionales, se busca el porqué de las cosas y se
sustituye a los dioses por entidades abstractas y términos metafísicos.
Además afirma que no es posible alcanzar un conocimiento de realidades que estén más allá de lo
dado, de lo positivo y niega que la filosofía pueda dar información acerca del mundo, esta tarea
corresponde exclusivamente a las ciencias. Entre las corrientes positivistas se puede mencionar al
positivismo analítico y el positivismo sociológico y realista.
El positivismo en la historiografía
Es en el siglo XIX, en la academia alemana, donde se presenta a la par una interpretación, que
hasta nuestros días sigue presente (en menor medida): el positivismo. Leopold von Ranke (1795-
1886), con su trabajo, logra institucionalizar la historia. La cual pretende caer en una visión
cientificista de la historia; el Historicismo, por su parte, retoma esos aspectos y los adapta. “(…) al
abrigo de una concepción del fluir temporal humano y social como proceso causal inmanente,
irreversible y racional y ya no sólo como mera sucesión cronológica de acontecimientos.” Lo cual
tiene como consecuencia una gran ruptura, pero conservando esa idea de los grandes hombres
como agentes históricos, que determinan el devenir pues solo cambia la metodología; con la
manera de interpretar y escribir la historia. En esta interpretación se puede ver un factor
determinante. “En todas estas obras rankeanas estaba presente el llamado ‘primado de la política
exterior’ (Primat der aussenpolitik): la idea de que los Estados y sus gobernantes son los agentes
principales del devenir histórico y sus relaciones, conflictos y negociaciones constituían la materia
esencial de la investigación histórica.” Todo esto a través de una metodología nueva, que pretendía
un apego incondicional al documento original y la investigación archivística, por lo cual pretende
aspirar a que su obra tenga un valor nuevo, ya que: “(…) la historia tiene por misión enjuiciar el
pasado e instruir el presente en beneficio del futuro (…) nuestra pretensión, es más modesta:
tratamos, simplemente, de exponer cómo ocurrieron, en realidad, las cosas.”, con lo que se
pretende, de igual forma, la supresión de cualquier interpretación por parte del historiador. Pues
son estos documentos o reliquias, los que: “(…) permitiría establecer los hechos, que casi
hablaban por sí mismos, y proceder a reconstruir una imagen real y verdadera, objetiva, del
pasado tal y como ‘realmente sucedió’ (…) [el cual] ofrecería un relato histórico que fuese una
reproducción conceptual, científica, del pasado, libre de juicios valorativos, independiente y ajena
a las opiniones y creencias particulares del profesional.”
Lo anterior se justificara unos años después, pues no hay que perder de vista el contexto histórico,
pues, “Aquí se proclama, la vinculación entre industria, burguesía y nación” que tiene como
consecuencia: “En particular, la sacralización del Estado nacional y el culto a las virtudes militares
que potenció esta corriente historiográfica recibieron sanción oficial durante la Alemania
guillermina (1871-1918), dada su perfecta compenetración con un Estado autoritario y plenamente
industrializado, cuya principal obsesión era contener la democratización política y el avance de un
potente movimiento obrero socialdemócrata aunque fuera a costa de una arriesgada política de
expansión exterior en Europa central y orienta.”
E. P. Thompson, al menos, hace una consideración importante al respecto de esta opinión, puesto
que, en su crítica a la visión marxista, menciona que es muy difícil concebir a los grupos sociales
sin ninguna interacción que produzca alguna necesidad o idea nueva; relacionando esto desde el
punto de vista de los héroes, podemos decir que, gracias a esta interrelación que observa Vilar y el
contexto histórico que nos presenta Moradiellos, se puede derivar cómo se transformará la
justificación sobre la historia e incluso sobre la función que va tener el héroe en la sociedad y su
relación con la política.
Otro factor importante que tiene el aspecto de los héroes es: ¿Cómo eran las perspectivas en el
inicio y cómo lo son ahora? Consideremos que los héroes, en el aspecto social, han estado
presentes en el devenir histórico de todo grupo humano, desde muy temprano, en palabras de
Thomas Carlyle sería definido así: “(…) el reformador batallaroso es también un fenómeno
necesario e inevitable de tiempo en tiempo”. Interpretando el aspecto que menciona de
reformador, está claro que observa un factor de cambio en el héroe; pero, existen diferentes
consideraciones para tratar de definir este concepto, uno de ellos es el que presenta este mismo
autor que, interpretando el punto de vista que se comentó a principio de este trabajo, tiene una
visión antropocéntrica sobre el surgimiento de los héroes, donde está claro que ellos han de surgir
a través de los cambios y necesidades, puesto que, la sociedad siempre ha presentado procesos y
estados variables en cuanto a su estructura, es por eso que las expresiones de “fenómeno” y “de
tiempo en tiempo” mencionadas en la cita dan por claro que las sociedades no serán estáticas, que,
tanto la sociedad como sus formas políticas, presentarán ciertas sensibilidades mutuas. Esto,
aplicado en el aspecto de los héroes será también un factor que aprovecharán para su desarrollo,
por eso es necesario tomar en cuenta al pueblo.
Es por eso que lo propuesto por Carlyle es comparado con Jules Michelet, y que, si bien su
enfoque no es del todo relativo a los héroes, considera que la sociedad va a jugar un gran papel en
el cambio, tanto político como social. Pero que puede relacionarse con el aspecto de los héroes, ya
que, si complementamos este argumento con el que propone Michelet sobre el pueblo, derivar la
idea de que ambos elementos, tanto individuo como sociedad deben tener una relación para que la
imagen del héroe se consolide, de igual manera esta idea se sustenta en la interpretación de la
escuela germana, principalmente por Ranke, y perfeccionada por sus seguidores; tales como
Heinrich von Sybel, Johann Gustav Droysen, Treitschke. Todo esto tiene como fin la
consolidación del Estado y sus grandes hombres.
Consolidado este aspecto de los héroes se tiene como consecuencia también la formación de los
aspectos útiles que la sociedad va ir tomando de esto, pues, en un primer momento para Carlyle, el
héroe es un individuo que sobresale de la sociedad y que, por mérito propio llega a convertirse en
un elemento importante y de cambio dentro de la sociedad; mientras que Michelet suprime al
individuo ante la sociedad, una sociedad que compone a una nación que debe ser justificada.
Gracias a ello, ya apoyado en las ideas de Thompson, el héroe viene a ser un producto de la
relación entre el individuo como lo concibe Carlyle y la sociedad que observa Michelet, y de esa
forma se puede ver en la escuela germana, la cual justifica su nación con un cambio en la
interpretación. Como resultado de esta interrelación de ambos conceptos, se va a generar como
consecuencia, que se llegue a dar, mediante las diversas relaciones, este fenómeno: “En el siglo
XVIII, esta cultura no es vieja ni insegura. Transmite vigorosamente –y quizás incluso genera-
formas de comportamiento ritualizadas y estilizadas, bien como recreación o en forma de
protesta.” Independientemente de que se desarrolle su objeto de estudio en el s. XVIII, el aporte de
los héroes viene a ser esto, claro, sin olvidar las citadas relaciones que se mencionan, por lo que
también hay que dejar claro que la dialéctica va a jugar un papel fundamental para que esta
dinámica funcione.
Esta idea, parte desde de las revoluciones sociales y de sus personajes importantes que producen
un cambio en la estructura social y política de un grupo. Para fundamentar esta idea, encontramos
que Michelet, tiene un punto de vista popular y que lo valida con aspectos relacionados con el
nacionalismo nutrido de la identidad del pueblo: “Toda la diversidad de nuestros trabajos germinó
desde una misma raíz viva: el sentimiento de la Francia y la idea de la Patria. Recibid pues este
libro del Pueblo porque él es vos y él es yo.” Se abre la perspectiva que presenta Carlyle sobre los
héroes, ya que la observación de Michelet le otorga ciertos aspectos dinámicos. Importante
también el aspecto similar a lo que dice Carlyle respecto a los héroes: “(…) fueron los pobres
quienes adoptaron a los niños huérfanos. La facultad de abnegación, la capacidad de sacrificio, es,
lo confieso, mi medida para clasificar a los hombres. Quien las posee en más alto grado, es el que
más cerca está del heroísmo. Las virtudes superiores del espíritu, que en parte son el resultado de
la cultura, no pueden jamás parangonarse con estos atributos soberanos.”
De acuerdo a lo anterior, si bien presenta cierta subjetividad para validar lo que está explicando,
menciona al sacrificio y la abnegación del ser humano como un factor importante para lograr ser
un héroe. Confrontado esto con Carlyle: “El derecho de libre examen subsistirá en pleno vigor
mientras existan en el mundo hombres verdaderos. El hombre verdadero cree con toda la plenitud
de su criterio, con toda la luz y discernimiento que en él reside, y siempre creyó de esta manera.”
Ambos autores consideran válido que el individuo, el héroe, es un producto de ciertas virtudes
personales que, posteriormente, mediante el elemento de la dialéctica y las relaciones con el
pueblo se irán desarrollando planamente.
Ahora bien; Michelet valida este aspecto social del héroe desde el punto de vista empírico, pues es
importante considerar que en el inicio de su obra dice: “Ha salido de mi experiencia, mucho más
que de mi estudio. Lo extraje de mi observación, de mis relaciones de amistad y de vecindad.”
Mientras que Carlyle valida sus argumentos, primero, en la naturaleza del hombre, infiriendo que
sus observaciones las hizo sobre la forma en que han procedido personajes importantes en
diversas situaciones, disimuladamente puede verse reflejado en este apartado: “Hay, además, en la
naturaleza del hombre un hecho importante, y es el de considerar su propia ciencia o conocimiento
que de las cosas que posee como resultado final, y de proceder en consecuencia sobre tal hecho.”
Por ello, ese aporte en la metodología de la escuela germánica, es relevante; pues, ya no se pude
hacer una interpretación a priori, sino mediante los documentos y reliquias que nos dejan nuestros
antepasados, mediante una investigación archivistita y científica.
Basándonos en el argumento anterior, podemos decir que las formas de validación de cada autor y
su corriente historiográfica, son aspectos, que, si bien son diferentes se complementan: la
experiencia y la observación –en este caso, teórica-, sin embargo, notamos que sólo se está
validando el argumento de las características personales que va a tener el héroe para su formación,
a diferencia de la escuela germana, la cual tendrá como consecuencia la creación de un paradigma
que podemos considerar, hoy día, tradicional que tendrá una ruptura en el siglo XX, la cual se
revisara mas adelante.
Por otra parte, Thompson considera que el pueblo va a jugar un papel importante en la formación
de los héroes, pues este el que busca quien valide o justifique su ideología o intereses. Menciona,
además que esto se va a dar mediante el elemento dialéctico que va a reconciliar a los distintos
grupos existentes en la sociedad. Al menos, de acuerdo con lo que se propuso anteriormente,
encontramos que el héroe va a estar validado por sus cualidades personales, así como de la
dialéctica que se tenga entre el héroe y el pueblo que lo aclama como tal. En palabras de Bloch
podemos reforzar este argumento cuando observa que: “¿Pasamos de los individuos a la sociedad?
Como ésta, considérese como se le considere, no puede ser, después de todo, no digamos una
suma (lo cual sería quedarse corto), sino por lo menos un producto de las conciencias individuales,
nadie se extrañará de encontrar en ella el mismo juego de perpetuas interacciones.”