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VIVENCIA PICARESCA

En la cena de Noche Buena de hace unos años en casa de mis abuelos, fecha
que no recuerdo exactamente bien, empezaba a tener sospechas sobre si era
verdad que Papa Noel existía y era el que nos traía los regalos, o por el
contrario, de si eran nuestros queridos padres que querían meternos en la
cabeza una historia de fantasía para que tuviera más magia este día.

Y yo, decidido a buscar los regalos por cada rincón de la casa, convencí a mis
primos a jugar al escondite, para así poder buscar por toda la casa esos
regalos tanto llevaba esperando. Entonces, empezamos a jugar, y por cada
partida iba descartando sitios de la casa donde podrían estar los regalos, y
jugamos, y jugamos, y seguía sin encontrarlos. Pero no me rendí, y seguí
buscando. A pesar de haber buscado por todos lados me vino una idea a la
mente: aún faltan los balcones, cabe recalcar que habían dos, uno en el
comedor y otro en la habitación de mis abuelos. A sí que, pensé: en el del
comedor no puede estar porque ya estuve ahí y, además, es donde suele estar
la perrita de mis abuelos, así que fui a ‘esconderme’ al balcón de la habitación
de mis abuelos y, aun que me costó abrir la puerta, finalmente lo conseguí.

Y, a continuación, entre en el balcón y no pude creer lo que estaba viendo, un


montón de regalos reunidos en ese balcón, el sueño de cualquier niño
pequeño. A causa de esto, grité: ` ¡AQUÍ ESTAN LOS REGALOS!´ y al mismo
tiempo se dirigió toda la familia donde estaba yo. Y empezaron decir: ¡Que
sorpresa! ¿Cómo ha llegado tan pronto? o ¡Qué bien! En otras palabras, se
hacían los sorprendidos. Pero yo les seguí el rollo a pesar de haber descubierto
que Papa Noel no existía, había conseguido lo que quería pero como resultado
se había acabado mi época de magia y de niñez en lo que quedaba de vida.
Después de mi descubrimiento fuimos todos a cenar la comida que mi abuela
había estado preparando cuatro horas antes con todo tipo de alimentos para
que todos nos fuéramos bien alimentados a nuestras casas.

Por último, llegó el momento yo y mis primos estábamos esperando


ansiosamente, abrir los regalos.

Cada uno abrió sus regalos con mucha felicidad y disfrutamos de nuestros
regalos a pesar de que yo ya sabía que no existía Papa Noel. Aun así he
seguido pasándomelo de maravilla con mi familia el día de noche buena.

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