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LAS TRES SALIDAS DE DON QUIJOTE


Lo que cuenta el Quijote son los tres viajes que hace el protagonista en busca de aventuras.

PRIMERA SALIDA:

En su primera salida, que ocupa los seis capítulos iniciales de la primera parte de la novela,
don Quijote viaja solo, y Cervantes nos da a conocer los disparates que engendra la imaginación de
su personaje por medio de entrar en su pensamiento y transcribir sus monólogos. En esta primera
salida, don Quijote desfigura una y otra vez la realidad que ven sus ojos, acomodándola a las
fantasías de los libros de caballerías: confunde, por ejemplo, las ventas con castillos, y a unas
mujeres de baja calaña con doncellas de alta alcurnia. También, cree haber resuelto una injusticia al
ayudar al mozo Andrés contra su violento amo Juan Haldudo. También, recibe una soberana paliza
al desafiar a unos mercaderes en camino abierto y es devuelto a su casa, maltrecho y delirante, por
un vecino que se topa con él. DQ además, sufre continuos desdoblamientos de personalidad, pues
unas veces cree que es Valdovinos y otras que es Abindarráez o Reinaldos de Montalbán, personajes
de ficción que se hicieron famosos por medio del romancero. Es muy probable que esta primera parte
recoja la idea inicial de Cervantes de escribir una novela ejemplar breve con DQ de protagonista.

SEGUNDA SALIDA:

En la segunda salida, que ocupa el resto de la primera parte de la novela y que lleva a don
Quijote por tierras de la Mancha y Andalucía, el protagonista ya no cambia de personalidad, sino
que en todo momento dice ser don Quijote. En adelante, tampoco volverá a viajar solo, sino que
contará con la compañía de Sancho Panza, con el que don Quijote dialoga, discute y razona, y al que
alecciona siempre que es preciso. DQ sigue desfigurando la realidad según el molde de las
novelas de caballerías, pero Sancho y otros personajes se encargan de señalarle que las cosas
no son como imagina: le advierten de que los gigantes son en verdad molinos, de que los ejércitos
son rebaños y de que los castillos son ventas. Pero don Quijote no le hace caso, por lo que siempre
acaba malparado tras cada aventura, si bien justifica sus desgracias alegando que unos
encantadores que le tienen manía y no quieren verle triunfar son los que convierten los gigantes
en molinos y los ejércitos en rebaños.

TERCERA SALIDA:

La tercera salida ocupa toda la segunda parte de la novela. Don Quijote abandona su aldea con
el propósito de llegar a Zaragoza para participar en unas justas, pero la aparición de la falsa segunda
parte de Avellaneda motiva que el héroe modificara su itinerario. Para desmentir al apócrifo, don
Quijote abandona Aragón y decide encaminarse hacia Cataluña. En esta tercera salida, a don
Quijote ya no le engañan sus sentidos, sino quienes le rodean. Sancho le hace creer que Dulcinea
es víctima de un encantamiento y que se ha convertido en una vulgar labradora, y unos duques que
acogen a don Quijote en su palacio organizan toda una serie de farsas para divertirse a costa de su
locura haciéndole creer que vive en el mundo fantasioso y exuberante descrito por los libros de
caballerías. Entre otras cosas, fingen que unas mujeres necesitadas de ayuda acuden en busca de don
Quijote y que el hidalgo viaja con su escudero en un caballo volador llamado Clavileño. También
Sancho Panza será víctima de la ficción creada por los duques, pues se convertirá por unos días en
gobernador de una ínsula donde no lo pasará bien y tendrá que azotarse las posaderas para
desencantar a Dulcinea.
La llegada de don Quijote a Cataluña supone un cambio radical en la novela, pues
enfrenta al personaje por vez primera con una aventura real. En la Mancha y en Aragón, todos
los sucesos extraordinarios que ha vivido don Quijote o bien han sido creados por su desaforada
imaginación o bien han sido creados a propósito por quienes rodeaban al personaje. En cambio, en
Cataluña Sancho y su señor topan con bandoleros de verdad y se embarcan en una galera que acabará
por enfrentarse a un bergantín turco. Don Quijote y Sancho no sólo presencian cómo el bandolero
Roque Guinart mata a dos personas, sino que ven morir en la galera en la que se han embarcado a
dos soldados españoles, que son alcanzados por disparos de los turcos. Cervantes aprovecha el
episodio para poner de manifiesto la extraordinaria distancia que existe entre la auténtica valentía de
los héroes reales y las hazañas ridículas e inverosímiles de los protagonistas de los libros de
caballerías. Por eso cuando aparece la aventura real don Quijote deja de cometer locuras, pues
queda de manifiesto que su heroísmo es una falsedad y que el personaje ni es un caballero ni
posee la fuerza y la valentía que tanto ha pregonado.

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