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La conspiración de Maza

A partir del año 1838 se suceden una serie de hechos relevantes que
conspiraban contra el gobierno de Rosas. Los franceses bloquean el
Río de la Palta en combinación con la comisión de emigrados unitarios
en Montevideo. Fructuoso Rivera desplaza a Manuel Oribe del
gobierno oriental y le declara la guerra a Rosas. El general Paz,
faltando a su palabra de permanecer en Buenos Aires en calidad de
detenido, se evade para reiniciar su lucha contra Rosas. Lamadrid,
comisionado por Rosas ante Tucumán, se pasa de bando y levanta las
provincias del norte. Cullen conspiraba desde Santa Fe, y Ferre y
Berón de Astrada desde Corrientes. Lavalle, después de algunas
dudas y declaraciones privadas de exaltado patriotismo ante el
bloqueo francés, inicia su crizada libertadora al frente de un “Ejercito
libertador” apoyado por unitarios y franceses, para invadir el territorio
nacional y derrocar a Rosas. Esta conjunción de hechos desatan la
violencia que culminaría en 1840.

¿Como empezó?
Un grupo de jóvenes que habían sido conmovidos por la Asociación de
Mayo, formó el llamado Club de los cinco, conspirativo, integrado por
Enrique Lafuente, empleado de la cancillería de Rosas, Carlos
Tejedor, Jacinto Rodríguez Peña, Santiago Rufino Albarracín y Rafael
Jorge Corvalán.

Esos jóvenes fueron perfilando la posibilidad de un movimiento militar


en la ciudad y un levantamiento en el campo, todo ello simultáneo con
la invasión preparada por Lavalle. Por medio de José Lavalle,
hermano del general, los miembros del Club supieron que el coronel
Ramón Maza coincidía con los objetivos de la conspiración; creía
Maza que no sería tampoco difícil contar con el coronel Nicolás
Granada y con los batallones al mando de Mariano Maza y Mariano
Benito Rolón.

Iniciada la revolución, Manuel Vicente Maza, padre de Ramón, se


pondría a la cabeza de una evolución análoga en la legislatura; lo que
importaba sobre todo era la caída de Rosas.
El núcleo porteño pudo contar pronto con la adhesión de personas
bien caracterizadas y de responsabilidad

Ramón Maza deseaba que Lavalle desembarcase en un punto de la


costa de Buenos Aires coincidentemente con el levantamiento en la
ciudad; y se preocupó también de movilizar a sus amigos de la
campaña, para que secundasen a la capital.

Advertencia de Rosas
Rosas había advertido ya movimientos sospechosos y se puso en
guardia; su hermano Prudencio se dedicó a reunir las milicias y
cuando Maza se disponía a salir hacia el sur para ponerse al frente de
la rebelión, Rosas recibió confidencias precisas sobre la conspiración
tramada. Los Martínez Fontes, coronel y sargento mayor
respectivamente, delataron el plan y como premio a la hazaña
recibieron quince mil pesos cada uno por el servicio prestado; también
alcanzó el premio de la traición a los sargentos mayores Lorenzo y
Paulino Medina.

El 24 de junio, Ramón Maza fue detenido y trasladado a la cárcel


pública; el mismo día entraron en la jefatura de policía los reos
parricidas de lesa América, como fueron calificados por Rosas, los
jóvenes Albarracín, Ladines y Tejedor, a quienes se puso doble barra
de grillos.

El general Paz había sido invitado a sumarse al movimiento en


gestación casi al tiempo en que era descubierto.

Instantáneamente se movilizaron los adictos de la Sociedad Popular


Restauradora y Manuel Vicente Maza fue denunciado por ellos como
jefe del movimiento descubierto, cuya destitución comenzaron a pedir
jueces de paz - y numerosos ciudadanos en los términos más
exaltados y con adjetivos como "traidor, inmundo, feroz".

Pero la Sala de representantes no tuvo oportunidad de pronunciarse,


pues en la noche del 27 de junio de 1839 su presidente fue asesinado
por el capitán Manuel Gaetán, que hundió su cuchillo en el pecho del
magistrado que acababa de redactar su renuncia. En la madrugada
del 28 de junio, es decir unas horas después, Ramón Maza fue
fusilado en la cárcel por orden de Rosas.

Se desató en seguida una ola de terror contra los unitarios y


desafectos, reales o presuntos. Rosas negó que hubiese mediado
directamente en el asesinato del doctor Maza, pero no negó su plena
responsabilidad en la orden de fusilamiento del hijo, Ramón.
Cumplidas las venganzas iniciales con que se dio rienda suelta al
fervor federal, comenzaron las glorificaciones de Rosas y los himnos
apoteóticos por haberse salvado de la venganza de los conspiradores,
vendidos al oro francés.

Hubo un periodo de pánico, de malestar, de duelo; para borrar el


aspecto lúgubre de la ciudad y de los semblantes, se dio salida a la
oleada de festejos y ditirambos y demostraciones en honor del
gobernador; y las demostraciones repercutieron también en la
campaña. La situación así creada afianzó más el absolutismo, doblegó
toda resistencia en las provincias, estimuló a los adeptos del régimen
a la venganza, al espionaje y al terror.

Rosas no extremó entonces el rigor punitivo; se contentó con


fortalecer sus posiciones y prevenirse contra futuras amenazas del
mismo género, para lo cual reajustó su máquina policial y su
mecanismo represivo. Supo obrar con cautela, con frío cálculo, aun allí
donde dejaba a los adversarios que no le eran desconocidos una
cierta apariencia de seguridad.

Integrantes: Valentina Vasini, Luciana Carabajal, Catalina Mendez, Benjamín


Dominguez y Lara Dominguez

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