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INTRODUCCIÓN AL

ESTUDIO DEL DERECHO


UNIDAD III: NORMAS MORALES Y NORMAS JURÍDICAS;
LEYES NATURALES, Y; NORMAS ÉTICAS DEL
ABOGADO

ABOGADO Y MAESTRO EN DERECHOS HUMANOS


RAFAEL ANDREE SALGADO MEJÍA
NORMAS MORALES Y NORMAS JURÍDICAS

García Máynez expresa que la palabra norma suele


usarse en dos sentidos: uno en sentido amplio (lato
sensu) que se refiere a toda regla de
comportamiento, obligatoria o no y en sentido
estricto (stricto sensu) que corresponde a la que
impone deberes o confiere derechos.

García Máynez, Eduardo, Introducción al Estudio


del Derecho, p. 4.
Stricto sensu:
Impone
deberes o
confiere
derechos.

NORMA
Latu sensu:
Regla de
comportamiento
obligatoria o no.
Aunado a lo anterior, García Máynez señala que aquellas
reglas prácticas cuyo cumplimiento es potestativo se llaman
reglas técnicas, y estas, prescriben determinados medios,
con vista a la realización de ciertos fines, por ejemplo, si se
dice que para ir de un punto a otro por el camino más corto
es necesario seguir la línea recta, se formula una regla
técnica. Ahora bien, aquellas normas que tienen carácter
obligatorio o son atributivas de facultades las denomina
normas.

Por ejemplo, si se afirma: “debes honrar a tus padres”, se


expresa una norma.

Ídem.
En líneas anteriores al conceptualizar Derecho utilizando la definición
de Villoro, desarrollamos la definición de normas jurídicas.

Señalamos que norma es sinónima de regla y con respecto a la


definición que se analizó de Derecho, nos referimos a una regla de
conducta que prescribe un deber, cuya estructura formal es la de un
juicio de valor en modo imperativo. Habrá reglas de carácter moral,
que prescriban un deber para el sujeto (de moral individual) o que
prescriben deberes respecto del comportamiento que los sujetos que
viven en sociedad deben observar para una convivencia correcta (de
moral social).

Igualmente se explicó que, la gran diferencia entre normas morales y


las normas jurídicas es que estas últimas son declaradas obligatorias
por la autoridad para garantizar el bien común y además, prevén
obligaciones que, de incumplirse, pueden ser exigidas y, en ocasiones,
se hacen cumplir por la fuerza del Estado, o si esto no es posible, el
Estado puede imponer sanciones que hace cumplir forzosamente es
decir, son coercibles.
En conclusión normas jurídicas son aquellas reglas de conducta
declaradas obligatorias por la autoridad que prescriben deberes
respecto del comportamiento que los sujetos que viven en sociedad
deben observar para una convivencia correcta que, de incumplirse,
pueden ser exigidas e incluso se el Estado puede imponer sanciones
que hace cumplir forzosamente, y, normas morales son aquellas
reglas de conducta que prescriben un deber para el sujeto (de moral
individual) o que prescriben deberes respecto del comportamiento de
los sujetos que viven en sociedad deben observar para una
convivencia correcta (de moral social) cuya obligatoriedad deriva de la
propia voluntad del sujeto o sujetos.
Diversos autores distinguen las normas morales de las normas
jurídicas mediante el análisis de las siguientes características:

• Unilateralidad de las normas morales


I • Bilateralidad de las normas jurídicas

• Interioridad
II • Exterioridad

• Incoercibilidad
III • Coercibilidad

• Autonomía
IV • Heteronomía
I. Unilateralidad de las normas morales y
bilateralidad de las normas jurídicas

G. Máynez explica que la diferencia esencial entre


normas morales y normas jurídicas así:

La unilateralidad de las reglas éticas se hace consistir


en que frente al sujeto a quien obligan no hay otra
persona autorizada para exigirle el cumplimiento de
sus deberes. Las normas jurídicas son bilaterales
porque imponen deberes correlativos de facultades o
conceden derechos correlativos de obligaciones. Frente
al jurídicamente obligado encontramos siempre a otra
persona, facultada para reclamarle la observancia de lo
prescrito.
De hecho es posible conseguir, en contra de la voluntad
de un individuo, la ejecución de un acto conforme o
contrario a una norma ética.

Pero nunca existe el derecho de reclamar el


cumplimiento de una obligación moral. El pordiosero
puede pedirnos una limosna, implorarla “por el amor
de Dios”, más no exigírnosla.

La máxima que ordena socorrer al menesteroso no da a


este derecho contra nadie. A diferencia de las
obligaciones éticas, las de índole jurídica no son
únicamente, como dice Radbruch, deberes, sino deudas.
Y tienen el carácter porque su observancia puede ser
exigida, en ejercicio de un derecho, por un sujeto
distinto del obligado.
Por su carácter bilateral, la regulación jurídica establece
en todo caso relaciones entre diversas personas. Al
obligado suele llamársele sujeto pasivo de la relación; a
la persona autorizada para exigir de aquel la observancia
de la norma denomínesele sujeto activo, facultado,
derecho habiente o pretensor. La obligación del sujeto
pasivo es una deuda, en cuanto al pretensor tiene el
derecho de reclamar el cumplimiento de la misma.

León Petrasizky ha acuñado una fórmula que resume


admirablemente la distinción que acabamos de esbozar.
Los preceptos del derecho -escribe- son normas
imperativo-atributivas; las de la moral son puramente
imperativas. Las primeras imponen deberes y,
correlativamente, conceden facultades; las segundas
imponen deberes, mas no conceden derechos.

Ibidem, pp. 15 y 16.


En atención a lo anterior las normas morales son
unilaterales en vista que no contemplan la existencia
de un sujeto autorizado para exigir el cumplimiento
de las obligaciones contenidas en esa norma al
destinatario, “se trata de un deber del individuo, pero
consigo mismo, precisamente porque su conciencia
puede reclamarle el acatamiento de lo ordenado.”

Ibidem, p.18.
En oposición a las normas morales, las normas jurídicas son bilaterales
ya que estas contemplan la existencia de un derecho que es desprendido
de una obligación o bien, una obligación que se desprende de un derecho
y, en consecuencia, contemplan la existencia de un sujeto autorizado
para exigir el cumplimiento de la obligación. Las normas jurídicas
imponen obligaciones que, “no solamente se manifiestan en las
relaciones reciprocas de los hombres, sino que son deberes de carácter
exigible.” Por ejemplo, el artículo 129 de la Constitución de la Republica
dispone que:

La Ley garantiza la estabilidad de los trabajadores en sus empleos, de acuerdo


con las características de las industrias y profesiones, y las justas causas de
separación. Cuando el despido injustificado surta efecto y firme que sea, la
sentencia condenatoria respectiva, el trabajador tendrá derecho a su
elección, a una remuneración en concepto de salarios dejados de percibir, a
título de daños y perjuicios, y a las indemnizaciones legales y
convencionalmente previstas; o, a que se le reintegre al trabajo con el
reconocimiento de salarios dejados de percibir, a título de daños y
perjuicios.

Ídem.
La norma en este caso concede o bien faculta al
trabajador a exigir en caso de un despido
injustificado, a su elección, el reintegro a su
puesto de trabajo o el pago de una indemnización
y en ambos casos los salarios dejados de percibir a
título de daños y perjuicios. En este orden de
ideas, eso significa que al surtir efecto el despido
injustificado y firme la sentencia condenatoria
respectiva, el patrono estará obligado ya sea a
reintegrar o realizar el pago de la indemnización.
II. Interioridad y Exterioridad

M. Villoro señala que, “Es en el fuero interno de la conciencia en donde el


hombre tiene que decidir por el bien y rechazar el mal. La decisión moral
es aquella que brota desde lo más íntimo del ser humano que es su
conciencia. Pero una vez tomada la decisión, ésta debe fraguarse la
mayor parte de las veces en los actos externos.”
En ese sentido, la interioridad es una característica de las normas morales
porque estas se manifiestan en el interior de la persona humana, en su
conciencia.

Sin embargo, tomada la decisión de lo que es o no moralmente bueno, esa


decisión, en la mayoría de las veces se es necesario materializarla
mediante un acto externo, por ello Villoro señala que con motivo de ello,
“en las normas morales, predomina la interioridad pero esto no excluye,
sino que muchas veces exige, la exterioridad.” Regresemos al ejemplo del
pordiosero que implora una limosna, nuestra conciencia nos indicará que
la máxima será socorrer al menesteroso, pero para cumplir esa máxima se
en necesario de un acto externo, en este caso, dar la limosna implorada
por el pordiosero.

Villoro Toranzo, Miguel, Introducción al Estudio del Derecho, p. 473.


Ídem.
Por otro extremo respecto a las normas jurídicas Villoro expresa que,

“Ordenar la vida en sociedad significa antes que nada ordenar acciones


externas, coordinar a las personas cuando entran en relación entre sí; es
decir, cuando exteriorizan sus actos convirtiéndolos en acciones externas.
Por eso las normas jurídicas son predominantemente externas.”

Las normas jurídicas se manifiestan de forma externa, de allí es que


tienen por característica la exterioridad, tras un proceso legislativo, se
exteriorizan mediante la promulgación y publicación de las normas, es
decir, mediante un acto exterior. De igual manera Villoro señala que si
bien las normas jurídicas son predominantemente externas, también
refieren indirectamente con un factor interno, pues estas ordenan
actos humanos y libres y no hay acto humano y libre sin el factor
interno.

Por ejemplo, en el artículo 26 numeral del Código Penal Vigente


(Decreto 144˗83) dispone que será una atenuante, es decir, una causa
para que sea reducida la responsabilidad penal, que se haya obrado
por móviles nobles, altruistas o piadosos.

Ibídem, p. 479.
Ibídem, pp. 479 y 480.
III. Incoercibilidad y coercibilidad

G. Máynez señala que la “incoercibilidad de la moral suele


oponerse a la coercibilidad del derecho.” Villoro
manifiesta que incoercibilidad significa:

“la ausencia de presiones externas dirigidas a obtener una


determinada conducta o la omisión de ella. La conducta
moral ideal es precisamente aquella que puede realizarse
con pleno conocimiento y completa libertad. ”

La incoercibilidad de las normas morales deriva del hecho


que estas no pueden ser exigidas por presiones externas,
ya que su cumplimiento queda subordinado a la voluntad
del individuo.
García Máynez, Eduardo, Introducción al Estudio del Derecho, p. 26.
Villoro Toranzo, Miguel, Introducción al Estudio del Derecho, p. 473.
Respecto a la coercibilidad, en líneas anteriores se dijo que las
normas jurídicas son reglas que prescriben deberes respecto del
comportamiento que los sujetos que viven en sociedad deben
observar para una convivencia correcta y así garantizar el bien
común.

Para garantizar el bien común se es necesaria la coercibilidad,


entendida esta como la posibilidad de que las obligaciones
previstas en las normas, de incumplirse, puedan ser exigidas y,
en ocasiones, se hacen cumplir por la fuerza del Estado, o si
esto no es posible, el Estado puede imponer sanciones que hace
cumplir forzosamente.
IV. Autonomía y Heteronomía

Si partimos del postulado Kantiano podemos identificar que las


normas morales son autónomas pues, para determinar si esa voluntad
es buena o mala, lo hace a través del principio de la Ley Universal
utilizando la siguiente fórmula: “no debo obrar nunca más que de
modo tal que pueda querer que mi máxima se convierta en ley
universal”, fórmula que de igual manera manda a obrar “de tal modo
que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de
cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca
solamente como un medio.”

Es decir que las normas morales son autónomas porque son creadas
por la conciencia misma del individuo que habrá de obedecerlas, con el
fin de regular su propia conducta.

Immanuel Kant, Fundamentación de la Metafísica de las costumbres,


Trad. Manuel García Morente (México: Austral: 2017),p. 66.
De esa manera explica las distinción G. Máynez entre normas autónomas
y heterónomas, al decir que las primeras consisten en la “autolegislación,
reconocimiento espontaneo de un imperativo creado por la propia
conciencia” y las segundas es la “sujeción a un querer ajeno, renuncia a
la facultad de autodeterminación normativa.”

Las normas jurídicas es por ellos que son heterónomas ya que son las
reglas que enfrenta una persona, provienen del medio externo, es decir,
son creadas por entidades distintas al destinatario de la norma.

“El legislador dicta sus leyes de una manera autárquica, sin tomar en
cuenta la voluntad de los súbditos. Aun cuando estos no reconozcan la
obligatoriedad de aquellas, tal obligatoriedad subsiste, incluso en contra
de sus convicciones personales.”

García Máynez, Eduardo, Introducción al Estudio del Derecho, p. 22.


Ibídem, p, 23.
Sin embargo, M. Villoro menciona que las normas morales son heterónomas ya que las
normas morales no son creadas por los individuos. “Nadie puede, según su propio gusto
o capricho, crearse su propia norma moral; dictaminar lo que es bueno y lo que es
malo, declarar que son buenos el odio, el asesinato, el adulterio la venganza, por más
que en algún momento le sean muy atractivos.” Postura que comparte G. Máynez y que
agrega que,

Si la legislación moral fuese autónoma, habría que reconocer al obligado no solo la


facultad de darse normas, también el derecho a derogarlas o modificarlas a su
antojo. Pues no es legislador genuino quien es capaz de dictar leyes, mas no quitarles
su fuerza obligatoria, no de substituirlas por otras. A pesar de lo dicho, ningún
moralista atribuiría al sujeto facultad semejante. La razón es muy sencilla; lo único
que el hombre no puede hallarse sometido es a su propia voluntad. Dividir a la
persona en un yo empírico y un yo moral, como lo intenta Kant, es reconocer que el
primero se encuentra normativamente ligado al segundo o, lo que es igual, que
carece de autonomía frente a este.

La persona puede proponerse el cumplimiento de sus deberes y reconocer la


justificación de determinado principio, más no crearlo. Reconocimiento respetuoso
de una regla ética no significa auto legislación.

Villoro Toranzo, Miguel, Introducción al Estudio del Derecho, p. 471.


García Máynez, Eduardo, Introducción al Estudio del Derecho, p. 23.
García Máynez, Eduardo, Introducción al Estudio del Derecho, p. 24.
LEYES NATURALES

En palabras de M. Villoro, el Derecho Natural es aquel que:


[E]sta compuesto por el conjunto de principios fundamentales de
carácter moral o axiológico que sirve de principio a las instituciones
de todo Derecho Positivo.

Un mismo principio puede servir de fundamento a las más


variadas instituciones jurídicas (Por ejemplo, el principio de la
dignidad de la persona humana sirve de fundamento a los
derechos del individuo frente al Estado, al sistema democrático,
a la abolición de las penas en el Derecho Penal, al control judicial
de la constitucionalidad de las leyes y de determinados actos de
gobierno, etc.).
No hay dos órdenes separados, el del Derecho Natural y el del
Derecho Positivo. Los principios del Derecho Natural van a dirigir la
obra del legislador lo mismo que la del juez. Legislador y juez deben
elegir, conforme a las circunstancias, entre las diversas posibilidades
de aplicación de los principios del Derecho Natural.

El Derecho Natural establece las necesidades ontológicas (éticas o


morales) del hombre, que deben plasmarse en todas las relaciones
humanas, si el Derecho Positivo no atiende a esas necesidades
ontológicas, deja de ser verdadero Derecho.
El Derecho es como el hombre, espíritu y cuerpo: su cuerpo son las
instituciones del Derecho Positivo: pero estas deben ser animadas por
su espíritu que son los principios del Derecho Natural (Justicia, bien
común, Seguridad Jurídica, etc.).

Villoro Toranzo, Miguel, Introducción al Estudio del Derecho, pp. 43 y 44.


Libia Mendoza Reyes en su obra Introducción al Estudio del Derecho
desarrolla que las normas derivan del Derecho natural mismas que tienen
su origen en la naturaleza humana y no en la voluntad del legislador, es
representativa de la voluntad social y plasmada en normas positivas.

Asimismo, señala que la distinción del Derecho con el Derecho natural es


que el primero es creado de acuerdo con el comportamiento del hombre y
sancionado por el Estado, y el segundo es el derecho que el hombre crea
de acuerdo con su conciencia interna, ya que el ser humano es sociable
por naturaleza, este tipo de derecho es más apegado a las normas
internas del hombre, es lo que puede o no puede hacer conforme a su
pensamiento filosófico y moral.

Reyes Mendoza, Libia, Introducción al Estudio del Derecho, p.14.


Santiago Corcuera, en oposición a Libia Mendoza Reyes, explica que los
derechos no son creados por la persona humana, “no se gestan ni se
crean”. “Los derechos dimanan de la naturaleza humana, de la dignidad
de la persona.” Los Derechos no se han ido creando por la razón humana;
más bien, esta ha venido descubriéndolos poco a poco y han ido
recogiéndose en instrumentos conforme se han descubierto. No es que
“Locke” haya inventado los derechos humanos, como tampoco Colón
“invento” la redondez de la tierra o Newton la fuerza de gravedad. “Lo
mismo sucedió con los Derechos Humanos en diferentes momentos de la
historia”.

Corcuera Cabezut, Santiago, Los Derechos Humanos aspectos generales,


OXFORD, Ciudad de México, 2015. P. 40.
Ídem.
Ídem.
Asimismo, Corcuera afirma lo siguiente:

Es fácil percibir que la convicción que nos mueve es la que afirma que los derechos
humanos son naturales al ser humano. No es que hayan sido otorgados por un dios.
Sino que se desprenden de lo que somos, de nuestra esencia, de lo que nos hace ser
humanos y no otros seres de la naturaleza. No es que sean producto de la historia,
sino que a lo largo de la historia se han venido descubriendo y han sido y seguirán
siendo analizados de tal forma que seguirán reconociéndose diversas facetas y
características de los mismos. La especie humana es la misma desde que es lo que es,
a pesar del paso de los siglos, pero sus necesidades y sus condiciones de vida han
cambiado con la historia y, por tanto, sus derechos se manifiestan y ejercen de
manera distinta, aunque sean lo mismo de siempre. Esta postura aceptable o no para
muchos, es, les guste o no a esos muchos, la que asumen todos los instrumentos
internacionales en materia de derechos humanos.

Por ejemplo, el primer párrafo de la Declaración Universal de Derechos Humanos


dice: “Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base
el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables
de todos los miembros de la familia humana;”

García Máynez, Eduardo, Introducción al Estudio del Derecho, p. 26.


Villoro Toranzo, Miguel, Introducción al Estudio del Derecho, p. 473.
Habla de la dignidad intrínseca de los miembros de la familia
humana. Una declaración más naturalista es difícil
encontrarla.

Y el artículo 1 de ese fundamental instrumento internacional


expresa “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en
dignidad y derechos y, dotados como están de razón y
conciencia, deben comportarse fraternalmente uno con los
otros.”

Es decir, según la Declaración Universal, los seres humanos


nacemos con los derechos. Estos no nos son otorgados por
instrumentos jurídicos, sino que nacemos con ellos, en virtud
de nuestra naturaleza, de nuestra intrínseca dignidad, por lo
cual los derechos son inherentes al ser humano, por lo que
son inalienables.

Ibidem, p.41.
De acuerdo a lo anterior podríamos señalar que:

1) el Derecho Natural es un conjunto de principios


fundamentales de carácter moral o axiológico que
sirve de principio a las instituciones de todo
Derecho Positivo.
2) El Derecho Natural tiene su origen de la
naturaleza humana, de nuestra esencia, de lo que
nos hace ser humanos y no otros seres de la
naturaleza
3) Los Derechos Naturales no derivan de la voluntad
del legislador, no son creados por el hombre, sino
que se han ido descubriendo, y en esa medida, son
reconocidos en instrumentos jurídicos.
NORMAS ÉTICAS DEL ABOGADO

En el pensum de la Carrera de Derecho de diversas


Universidades en el país podemos encontrar la
asignatura de Ética Profesional o al menos, alguna
equivalente.

Dicha asignatura tiene por objetivos, inter alia, llevar


a cabo un proceso de reflexión para identificar el rol
de los abogados en una comunidad democrática como
también reflexionar de como tomar decisiones frente
a los posibles conflictos éticos que pueden llegar a
presentarse en el ejercicio profesional, ya sea como
abogados asesores, litigantes, jueces, fiscales,
procuradores, académicos, etc.
El Abogado y profesor uruguayo, Eduardo Juan
Couture Etcheverry (1904-1956), elaboró el Decálogo
del Abogado que contiene diez principios que todo
abogado debe tener en cuenta durante toda su carrera
profesional, y seguramente, a través del estudio de
estos principios se podría realizar una reflexión para
alcanzar los objetivos antes referidos, los cuales son:
• Estudia. El Derecho se transforma constantemente. Si
no sigues sus pasos serás cada día un poco menos
abogado.
• Piensa. El Derecho se aprende estudiando, pero se
ejerce pensando.
• Trabaja. La abogacía es una ardua fatiga puesta al
servicio de la justicia.
• Lucha. Tu deber es luchar por el Derecho, pero el día
que te encuentres en conflicto, el Derecho con la justicia,
lucha por la justicia.
• Sé leal. Leal con tu cliente al que no puedes
abandonar hasta que comprendas que es indigno
de ti. Leal para con el adversario, aun cuando él
sea desleal contigo. Leal para con el juez que
ignora los hechos, y debe confiar en lo que tú le
dices y que, en cuanto al Derecho, alguna que
otra vez debe confiar en el que tú le invocas.
• Tolera. Tolera la verdad ajena en la misma medida en que quieres
que sea tolerada la tuya.
• Ten paciencia. EI tiempo se venga de las cosas que se hacen sin su
colaboración.
• Ten fe. Ten fe en el Derecho, como el mejor instrumento para la
convivencia humana; en la justicia, como destino normal del
Derecho; en la Paz como substitutivo bondadoso de la justicia; y
sobre todo, ten fe en la libertad, sin la cual no hay Derecho, ni
justicia, ni paz.
• Olvida. La abogacía es una lucha de pasiones. Si en cada batalla
fueras llenando tu alma de rencor llegaría un día en que la vida sería
imposible para ti. Concluido el combate, olvida tan pronto tu
victoria como tu derrota.
• Ama tu profesión. Trata de considerar la
abogacía de tal manera que el día que tu hijo te
pida consejo sobre su destino, consideres un
honor para ti proponerle que sea abogado.
GRACIAS POR SU ATENCION.

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