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Introducción ................................................................................................................................ 4
1. Contexto actual del conflicto y la violencia en Colombia ....................................................... 7
a. Violencia y Corrupción ...................................................................................................... 7
b. Las violencias ................................................................................................................... 7
- El conflicto armado interno: ............................................................................................ 7
- La violencia civil y su relación con el conflicto armado ................................................... 7
- Alianza Estado-Sociedad ............................................................................................... 9
- La Paz, un Proyecto Integral .......................................................................................... 9
2. Desarrollo del proceso de paz entre el Gobierno Nacional y las Farc. ................................ 10
a. Antecedentes .................................................................................................................. 10
b. Estado actual del proceso de paz: .................................................................................. 11
- Los cambios en la dinámica de las Farc...................................................................... 12
- Conclusión ................................................................................................................... 13
Desde los inicios del proceso descentralizador, tanto los gobernantes locales como los defensores
del municipalismo colombiano, identificaron la necesidad de contar con un organismo gremial, de
carácter nacional que fuera capaz de representar sus intereses colectivos, y en un sentido más
amplio, pudiera servir como plataforma técnico – política para la profundización de la autonomía
local que empezaba a configurarse a nivel territorial.
La paz, según el Plan de Desarrollo 2010-2014 del Gobierno Nacional “Prosperidad para todos”
significa garantizar el estado de derecho en todo el territorio nacional acompañado de la
observancia plena de los derechos humanos y el funcionamiento eficaz de la justicia. Este Plan
de Desarrollo ha venido acompañado de jurisprudencia para la generación de un escenario
político, jurídico y social en construcción de paz.
Tras 8 años de negación, éste asume la existencia de un conflicto armado, lo cual permite utilizar
términos comunes y legislación internacional para referirse a la situación del país y contribuye por
tanto a la aplicación efectiva de la protección del derecho internacional.
La aprobación del Marco Legal para la Paz busca instaurar un instrumento de justicia transicional
para el impulso de un proceso de paz, donde se da un tratamiento diferenciado a distintos grupos
armados y agentes del Estado involucrados en el conflicto. A esta normatividad se le unió la
histórica Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, por la cual, a través de la descentralización de
su ejecución a los gobiernos locales, se transfiere la atención, asistencia y reparación integral a
las víctimas del conflicto armado interno. Esta ley supone el instrumento más importante de los
últimos años para facilitar la búsqueda de la paz y la reconciliación en Colombia, al constituirse
como el eje central del trabajo en construcción de paz en el país, debido al reconocimiento de las
víctimas de todos los bandos que han participado en la violación sistemática de los derechos
humanos.
En el marco de lo establecido en la Ley 128/97, el Gobierno Nacional inició diálogos secretos con
las FARC-EP, los cuales concluyeron con la firma del “Acuerdo General para la Terminación del
Conflicto y la construcción de una paz estable y duradera”. Estas conversaciones se realizaron de
manera confidencial en La Habana-Cuba, contando con la facilitación de del Gobierno Cubano,
Noruego y Venezolano.
Con este contexto, en Agosto de 2012 se dio inicio formal a las conversaciones públicas y directas
en la Mesa de Conversaciones instalada en la ciudad de La Habana. Durante esa fase, se espera
llegar a acuerdos sobre temas que se discuten entre las delegaciones de manera ininterrumpida.
Dichos temas de discusión son: 1. Política de desarrollo agrario integral; 2. Participación política,
3. El fin del conflicto; 4. Solución al problema de las drogas ilícitas, 5. Víctimas 6. Implementación,
verificación y refrendación de los acuerdos.
En este contexto, el diálogo iniciado por el Gobierno Nacional y las FARC es un proceso que se
centra en buscar el fin de la violencia y la lucha armada. La firma de un cese de hostilidades es
solo el inicio del verdadero proceso de paz, el cual se vincula a una etapa denominada
rehabilitación post-bélica.
Es en este momento cuando se toman las decisiones y se diseñan las políticas que, si tienen
éxito, lograrán dar inicio a un proceso de construcción de paz a largo plazo, abordando la
superación de otro tipo de violencias, como la estructural y cultural. El papel de los gobiernos
locales en este aspecto es esencial, y será el actor principal, con el impulso del gobierno central
para consolidar este proceso.
Este proyecto, por tanto, se inscribe en el marco del trabajo que la FCM ha venido impulsando en
los últimos 10 años con los gobiernos municipales de Colombia; éste busca fortalecer el territorio
con miras a alcanzar una paz sostenible, donde los principales proyecto a destacar son:
(i) La Red de Municipios por la Paz, que con el apoyo del programa CERCAPAZ – Cooperación
entre el Estado y la Sociedad Civil para el Desarrollo de la Paz, de la Cooperación Técnica
Alemana – GTZ, se constituye como un espacio de diálogo permanente en el que los
representantes de los municipios participantes intercambian experiencias y métodos de acción
propios, exitosos y con posibilidad de réplica en torno a la democracia, el desarrollo, la justicia y
los aspectos más estructurales de la vida cotidiana de la sociedad civil como aspectos
fundamentales en la construcción de paz desde lo local.
(ii) Diálogos de paz, la paz se construye desde lo local, iniciados en 2012 y con miras a avanzar
en estrategias que conlleven a una solución sostenible a largo plazo del conflicto armado en
Colombia. Se impulsaron con los municipios líneas de asistencia técnica para la puesta en marcha
de proyectos y programas en el territorio, comprendiendo temáticas sociales, políticas y
económicas, las cuales requieren medidas, tanto legales como políticas, que favorezcan la
disminución o extinción de las causas estructurales que han mantenido al país por más de cinco
décadas en confrontaciones armadas. Como resultado de este proyecto, la FCM cuenta con
agendas en construcción de paz en Catatumbo, Montes de María, Urabá, Nariño, Eje Cafetero y
Boyacá.
(iii) La Red de Alcaldesas por la Paz, supone un espacio para el acompañamiento a la mejor
gestión de procesos, agrupando y representando los intereses de las alcaldesas del país con el
propósito de estructurar mecanismos que fortalezcan la equidad de género como un camino hacia
la paz en lo local.
Con base en este postulado, la FCM asume este proyecto como un programa integral que adopta
elementos sustantivos y de base conceptual que después serán aterrizados en el trabajo realizado
con los municipios a nivel local. Siguiendo el componente programático de la Agenda Estratégica
para los Gobiernos Locales, la experiencia de la FCM, el proyecto parte de bases conceptuales y
ejes programáticos basados en el Paradigma del Desarrollo Humano, los ejes en construcción de
paz, la necesidad de abordar la realidad de los municipios colombianos desde un enfoque
diferencial, y la necesidad de fortalecer los mecanismos de gobernabilidad democrática local para
lograr un desarrollo humano equitativo e incluyente.
En Colombia, y en todos aquellos países con un conflicto armado prolongado, los alcances del DH
han sido cooptados y reducidos por espacios de violencia directa y armada. De esta manera, se
ha planteado que no puede existir un correcto desarrollo humano si la población no cuenta con
unos mínimos de seguridad y contexto de paz para la escogencia de la mejor opción de vida. En
otras palabras, el conflicto armado merma la capacidad y libertad de escogencia de oportunidades
para desarrollar una vida mejor.
Sin una apropiación del enfoque de DH a nivel local, será mucho más complicado lograr la paz
sostenible en el largo plazo, y más si se tiene en cuenta que en parte el conflicto armado en
Colombia obedece a causas estructurales que mitigan el bienestar de las personas, que no
permiten a la población gozar de una vida larga y saludable, ni optar por opciones de vida con
todas las garantías de seguridad. Contemplar el enfoque de DH en lo local ayuda a definir
políticas públicas en construcción de paz, enfocadas a la superación de las causas, los efectos y
consecuencias del conflicto armado colombiano.
El presente documento, tiene como objetivo final dotar a los gobiernos locales colombianos de
instrumentos para la formulación e implementación de políticas públicas que contribuyan a la
construcción de paz en el territorio, por medio de la identificación de los diferentes escenarios
posibles y las dinámicas que estos generarían; facilitando reflexiones y produciendo inquietudes
desde la perspectiva municipal; sobre cuáles podrían ser los aportes desde estas entidades a la
construcción de la paz.
Para ello, en primer lugar, el presente documento contextualiza sobre el conflicto y la violencia
armada en Colombia, analizando las principales causas, actores y las diferentes manifestaciones
de la violencia a lo largo del conflicto.
La tercera parte se centra en resaltar el potencial de los municipios y sus posibles aportes al
proceso, analizándolos de forma paralela a los puntos de la agenda de negociación de La
Habana. Prosiguiendo, y basado en los puntos anteriores, se desarrollan las prioridades y
elementos a ser tenidos en cuenta en la agenda gubernamental en los dos posibles escenarios
que el proceso advierte: El logro de la paz o la continuación del conflicto armado. Estos
escenarios se configuran por medio de una agenda, en donde se priorizan las tareas, objetivos e
interrogantes a ser tenidos en cuenta en cada caso.
A. Violencia y Corrupción
La corrupción y la violencia son los dos problemas fundamentales que afronta el Estado social de
derecho, ambos fuertemente interrelacionados y nutridos por el narcotráfico. Cualquier solución a
ser planteada requiere afrontar estos dos fenómenos aunque de forma diferenciada. La corrupción
es la expresión económica del conflicto y su extinción disuelve las causas sociales de la violencia.
Habrá que hacer cálculos de cuánto dinero deja de invertirse en la nación porque se desvía hacia
prácticas corruptas y cuánto entra por la economía subterránea y pervierte la economía privada.
¿Detener el desvío de dineros, legalizar y repatriar los recursos del narcotráfico, serían medidas
que se deberían tomar en el marco de un proceso de tratamiento de la corrupción y la violencia?
Definitivamente hay una gran separación entre el capital político y el estado regional -entre lo
nacional y las regiones-, no obstante, la burocracia crea hilos de articulación y los mercados
estructuras económicas que generan desarrollo. Pero lo que más genera rupturas es la violencia y
la corrupción. La corrupción es un fenómeno que debería ser asumido directamente desde el
centro de la nación por parte del Estado Nacional, a través del Ejecutivo y los órganos de control,
de tal forma que limpie las instituciones y las haga más aptas para la democracia y la paz,
mientras que el fenómeno de la violencia debería ser asumido por el Ejecutivo Nacional desde la
región en donde se manifiestan con mayor fuerza las expresiones delincuenciales, con control
territorial y en donde en definitiva tendrá que encontrarse la solución concreta. Mientras la
corrupción subyace fundamentalmente en las instituciones, la violencia tiene asiento en el
territorio.
B. Las violencias
El conflicto armado colombiano fue heredado de la guerra fría y tras un proceso de algo más de
medio siglo, poco a poco el Estado fue conociendo cada vez mejor a su enemigo y sus diferentes
dinámicas. La guerra no solo se pierde en el campo de batalla, el campo del conocimiento es un
factor clave, y en este caso puntual es una clara ventaja Estatal.
Consciente o no de esta situación, la guerrilla replanteó su estrategia: las FARC y el ELN -cada
uno a su manera- luego de comprender que es imposible la toma del poder por las armas, han
concluido: 1. Que son un ejército de campesinos, 2. Que su objetivo principal es la reforma de las
políticas económicas del campo, 3. Que su tarea principal es buscar una salida digna al conflicto
armado. 4. Que su gran misión es la organización y movilización de los campesinos y que su
forma de lucha es la resistencia en la defensa de las luchas del campesino.
Bajo esta orientación estratégica, ambos grupos armados han programado un proceso de
negociación con el Gobierno Nacional mientras que de forma paralela iniciaron la conformación de
dos movimientos de esencia social y campesina: la Marcha Patriótica (de influencia de las FARC)
y el Congreso de los pueblos (de influencia del ELN).
Si ayer el conflicto armado interno era de carácter fundamentalmente político y social, hoy la
delincuencia armada es de carácter fundamentalmente económico. La violencia en el campo no
mengua y por el contrario se transforma en nuevos ciclos de mayor complejidad y generalización,
los grupos armados buscan nuevas formas de financiación de la guerra y el narcotráfico amenaza
con convertirse en la salida más viable y rápida para establecer nuevas alianzas con todo tipo de
organizaciones al margen de la ley.
La violencia urbana es el principal fenómeno de violencia en este momento en Colombia,
articulada al narcotráfico y de composición principalmente juvenil, encuentra adeptos debido a la
imposibilidad de gran parte de esta población en encontrar medios de sustento que respondan a
las exigencias de nuestro tiempo, es, en este campo donde se debe desarrollar una estrategia de
fondo de prevención de la violencia.
Esta forma de violencia no encuentra soluciones y por el contrario se expande por las ciudades.
La ley 1453 del 2011 de Seguridad Ciudadana, no ha contenido la expansión y la intensidad de la
violencia urbana. Sin embargo, dada la persecución de la policía y cierto cansancio de las
violencias por la familia urbana, se comienzan a plantear procesos de sometimiento que por lo
novedosos y por la misma estructura de la justicia no han logrado tener eficacia en procesos de
desmovilización de las bandas delincuenciales urbanas. Al lado de la aplicación de la justicia, el
Estado y la empresa privada tendrán que ofertar condiciones laborales que aseguren la
estabilidad de la seguridad urbana.
Los espacios de la semi-legalidad son los escenarios naturales del poder fáctico. La violencia se
mueve entre el hilo delgado que une o divide la legalidad de la ilegalidad, allí se nutre de poder.
La sola ilegalidad no abastece las necesidades de la organización delincuencial. Para éstas, solo
una fracción de su tiempo exige clandestinidad y es en éste en el que se desarrolla la operatividad
militar, el resto del tiempo los miembros de estas organizaciones están en la semiclandestinidad o
la legalidad misma, dedicados a la economía, al reconocimiento de su área de actividad “fachada”
o del contexto y a la defensa pasiva.
Los nichos desde donde se dirige la violencia son la cárcel, la vereda, el barrio y en los últimos
tiempos la frontera; todos a excepción de la vereda se camuflan detrás de la legalidad
enlazándose por medio de instrumentos de comunicación, los correos humanos y la
institucionalidad.
-El narcotráfico
Repetir procesos de solución pacífica de las violencias en forma aislada y sin abordar aspectos
tan determinantes como el narcotráfico no es suficiente para alcanzar el objetivo de la paz.
Desmontar el narcotráfico pasa por reconocer los logros del Estado en la persecución del
fenómeno, pero también en comprender el reciclamiento interminable de su cadena productiva. Lo
único que puede ayudar a disminuir significativamente por largo tiempo este fenómeno es la
propia colaboración masiva de los narcotraficantes y de los países afectados directamente por el
mismo problema. El narcotráfico se plantea el sometimiento a la justicia: la vida útil en la
delincuencia de los capos del narcotráfico es cada vez más corta, la permanente presión militar y
judicial, los ha estado llevando a plantearse la posibilidad de abandonar el narcotráfico y ayudar a
desmontarlo en bastas regiones del país.
Una conclusión: La población piensa cada vez menos en la política y busca cada vez más la
economía, por eso el narcotráfico tiene hoy mayor aceptación social que la guerrilla. La economía
ilegal y subterránea amortigua las crisis económicas pero a su vez le da sostenibilidad a la
violencia y corroe el estado en múltiples formas de corrupción.
Alianza Estado-Sociedad
Históricamente, las movilizaciones de la sociedad civil, los paros y el discurso de paz habían sido
categorías y prácticas atribuidas a la izquierda y planteadas desde la oposición al Estado. La
izquierda siempre estuvo del lado de las reivindicaciones planteadas por la guerrilla insurgente y
en ese contexto se desarrollaron los sindicatos, organizaciones políticas como la “Unión Patriótica
(UP)”, “A Luchar” y el “Frente Popular”, mientras que de forma paralela surgían las
Organizaciones No Gubernamentales (ONG’s), la mayoría de clara tendencia anti Estatal y de
oposición. Fue sobre esta base social que se movió y aún se mueven las guerrillas en Colombia y
parte ahora de las nuevas conformaciones del narcotráfico particularmente en las regiones.
Una estrategia de paz obligatoriamente pasa por encontrar un papel diferente a estas
organizaciones sociales para que apoyen la democracia y ayuden a desmontar las violencias.
La estructura del Estado colombiano está condicionada más para la confrontación militar que para
la transición y la consolidación de la paz. La concepción con la que se aborda el tratamiento de las
violencias es fraccionada, militar y táctica, falta una concepción integral que contemple una
estrategia GLOBAL para la superación definitiva de todas las violencias, que defina el papel de
cada uno de los poderes del estado, las fuerzas armadas y la inteligencia, las tareas de la
sociedad civil y las instituciones, la función de los medios de comunicación y que esté dirigida a la
solución de los problemas esenciales: la violencia, la corrupción y la desigualdad social (y
territorial) entre la región y la nación. Es por tanto prioritaria una política de estado de carácter
integral para buscar la paz.
Mientras que a su vez, debería otorgarle instrumentos técnicos, económicos y organizativos que
faciliten el posible rol de los municipios en el proceso. Técnicos, relacionados con el manejo
adecuado de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC’s), que permitan una
gestión más eficaz respaldada por información de primera mano y en tiempo real del territorio y su
población, como las tecnologías SIG (Sistema de Información Geográfica). También, se les deben
otorgar los recursos (económicos y organizativos) necesarios para cumplir las tareas designadas
por la Nación y para poder fortalecer las instituciones locales encargadas de desempeñar un rol
dentro del proceso del postconflicto.
-El papel de los actores internacionales
Se destaca que los diferentes gobiernos han tratando de equilibrar la inversión en gasto militar
con la inversión social, han promovido programas que van desde la Alianza para el Progreso
hasta la estrategia Recuperación Social del Territorio. Por su parte, Europa ha mantenido su
orientación a la solución pacífica del conflicto armado y ha tratado de moverse dentro de un plano
de búsqueda de la concertación social y la invitación a los actores a someterse a la normatividad
del derecho internacional humanitario –DIH- . Estas dos tendencias no han logrado imponer o
convencer una solución definitiva del conflicto armado.
La oferta de paz y de la reconciliación no solo puede ser para los actores ilegales, LA PAZ ES
PARA TODOS los que hayan participado de una u otra forma en la violencia, los militares que
incurrieron en delitos también deben hacer parte de esta iniciativa.
A. Antecedentes
De estos años de violencia y oposición queda un gran abismo que separa a la sociedad del
Estado. La violencia misma es producto de una larga ruptura del diálogo y de la interacción entre
la sociedad y el Estado. El principal objetivo hoy de la paz, ha de ser la reconciliación entre el
Estado y la sociedad; y ese ha ser uno de los objetivos principales de las organizaciones que
trabajamos por la paz.
Dos elementos constituyen el nuevo discurso sobre la paz y la guerra. En primer lugar, ya no es
posible la toma del poder por las armas, después de casi 50 años de alzamiento armado el Estado
sigue vigente y la democracia desarrollándose; y segundo, solo existe la salida negociada y la
solución pacifica a este conflicto.
Antes de iniciar el proceso, el Gobierno Nacional concibió una estrategia total, de principio a
fin, con los posibles escenarios a desarrollar.
“Tres principios: aprender de los errores y aciertos del pasado para no crear falsas
expectativas; lograr efectivamente el fin del conflicto -no su prolongación-, y no ceder un solo
milímetro del territorio nacional.”
Metodológicamente el proceso tuvo un diseño de tres fases: En la primera, de exploración, se
dio inicio de conversaciones en el marco de la ley 128/97 en La Habana, Cuba; y se firmó por
las partes el “Acuerdo General para la Terminación de Conflicto y la construcción de una paz
estable y duradera” con el objetivo de terminar el conflicto armado y contribuir a la
construcción de paz. La segunda fase, de acuerdos políticos, busca llegar a acuerdos sobre
temas que se discuten entre las delegaciones de manera ininterrumpida; los temas en
discusión son: (1.) Política de desarrollo agrario integral, (2.) Participación política, (3.) El fin
del conflicto, (4.) Solución al problema de las drogas ilícitas, (5.) Victimas (6.) Implementación,
verificación y refrendación de los acuerdos. Finalmente la tercera fase es de implementación
de los acuerdos.
Partió de dos condiciones básicas: que antes de empezar formalmente el proceso de paz las
FARC tomarían la decisión de poner fin al conflicto armado, y, segundo, el abandono del
secuestro.
El cese bilateral del conflicto no era una opción viable para el Estado según los principios que
se fijó para desarrollar la negociación; en aras de no ceder territorio Nacional y mantener la
presión sobre la guerrilla; el conflicto se mantiene de forma paralela a las negociaciones.
Se asumió una visión realista -no maximalista- sobre la desmovilización, se calculó que el
70% de la fuerza abandonaría las armas, el resto se vincularía a otras formas de
delincuencia.
Se cubrió la etapa de exploración que duró aproximadamente año y medio y cuyo resultado
fue el “Acuerdo general para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable
y duradera”, en el cual se establecieron los seis puntos a ser acordados por las partes.
-Por el Gobierno Nacional: Humberto de la Calle, Gral. Oscar Naranjo, Gral. Jorge Enrique Mora
Rangel, Dr. Sergio Jaramillo Alto Comisionado para la Paz, Nigeria Rentería, María Paulina
Riveros y Frank Pearl.
-Por la Guerrilla de las FARC: Iván Márquez, Ricardo Téllez, Andrés París, Marco León Calarcá,
Simón “Trinidad" y Julián Conrado y Pablo Catatumbo.
Actúan como países de apoyo los siguientes: Noruega, Cuba, Venezuela y Chile.
Este proceso ya cumplió un año de su aparición pública. El manejo público del período de
exploración fue muy acertado a pesar de su filtración en sus dos últimos meses. La imagen del
manejo de las llaves de la paz por parte del Presidente fue una consigna permanente que creó
un imaginario colectivo y determinó los límites del tiempo de exploración.
El proceso ha estado cruzado por dos lógicas diferentes que no logran construir un lenguaje
común: Mientras las FARC no acepten la derrota estratégica, el Estado no puede dar por
sobre-entendida la victoria, ha de hacerla explícita. La correlación de fuerzas a favor del
Estado, ha de corresponder a la correlación política de su legitimidad. El gobierno y las FARC
han de ganar el consenso en la mesa a través de su lógica y en la opinión a través de su
legitimidad.
Es urgente tomar la iniciativa política por parte del Gobierno. Es necesario que la Mesa vuelva
a su contorno, gane identidad en su diversidad y se limite a su agenda y objetivos. Hay que
delimitar claramente el conflicto del postconflicto, mientras existan hombres armados de las
guerrillas por fuera del Estado en el territorio hay conflicto armado y por lo tanto confrontación
a los alzados en armas y a la combinación de las formas de lucha.
Hay que separar adecuadamente la mesa de negociación entre gobierno y FARC de las
movilizaciones, y la mesa de diálogo con la sociedad civil en el territorio. Es necesario delimitar en
el tiempo la negociación política de la acción política. También se debe puntualizar el cambio de
estructuras de las reformas coyunturales al Estado y la Economía, como resultado de la mesa de
las políticas del gobierno.
Las FARC han venido logrando un proceso lento de evolución expresado a través de
diferentes comportamientos en la Mesa y en la opinión pública.
Segundo: Su discurso luego fue adquiriendo forma de debate y de presión militar con el tema
del cese al fuego bilateral, luego la declaración de cese unilateral para terminar en acciones
militares esporádicas.
Tercero: En forma más positiva y productiva se inicia la discusión sobre el tema agrario, en
donde el debate es fundamentalmente de corte político y reivindicativo, las FARC retomaron
sus objetivos revolucionarios, solo empañados por el no reconocimiento de las víctimas ni la
apropiación de tierras.
Quinto: La protesta social y la combinación de las formas de lucha. Este fenómeno no es solo
responsabilidad de la guerrilla sino también debido a la dependencia del movimiento social
rural a las armas de la guerrilla.
El proceso cuenta con una oposición de derecha liderada por el ex presidente Álvaro Uribe
que recoge algunos empresarios del campo, militares retirados y algunos sectores de los
partidos políticos.
Se puede estar incubando otra oposición hasta ahora no manifiesta, la de los ex paramilitares
del anterior proceso con las autodefensas, inconformes por el tratamiento indiscriminado entre
las AUC y las FARC.
El proceso no obstante es irreversible. Los puntos que faltan de la agenda necesitan mucha
colaboración de la Justicia Internacional y de la comprensión de la sociedad civil.
-La ampliación en derechos y garantías para el ejercicio de la oposición, al igual que espacios
de participación política y ciudadana, promoviendo el pluralismo y la inclusión política.
-La inclusión del enfoque diferencial en lo referente a la participación política, asegurando una
mayor participación de la mujer.
-Se pondrá en marcha una Misión de Expertos para revisar la organización del régimen
electoral.
Conclusión:
Hay que unificar la vocería pública de la Mesa. La Mesa no es para hacer política armada es para
darle fin al conflicto.
Es urgente asegurar la irreversibilidad del proceso; hay que crear el punto de quiebre a partir del
cual se haga visible el descenso del conflicto armado y se levante una fuerte presión de la
sociedad reclamando el fin del conflicto y la aceleración del acuerdo de paz. Este ha de ser el
ambiente propicio para la campaña electoral.
Es urgente la creación de un movimiento coyuntural por el Fin del Conflicto Armado que podría ser
convenido y convocado con los medios de comunicación. No se puede seguir legitimando las
expresiones políticas de las FARC como la Marcha Patriótica porque no se tiene con qué
contrarrestar su acción proselitista. Hay que sacar de nuevo el país a la calle con la consigna de
“La paz es para todos” ternemos que poner punto final al conflicto armado y la violencia.
Convendría ampliar el discurso de la Paz y crear cobijo para todos. Hay que levantar una fuerte
consigna que diga LA PAZ ES PARA TODOS. Este no es el gobierno de la guerrilla este es el
GOBIERNO DE LA PAZ.
En cuanto a los gobiernos locales, es urgente que estos asuman su vocería dentro del enfoque
diferencial, asumiendo la representación de las necesidades e intereses locales a ser llevados y
acordados dentro del proceso de paz.
Deben buscar un mayor protagonismo y relevancia del nivel local dentro de la participación
política, como un elemento esencial para alcanzar la paz y dar vía libre a la solución de las causas
estructurales del conflicto en las diferentes realidades territoriales.
Los municipios deben asumir un rol diferente a la sumisión y liderar procesos que vayan más allá
de cumplir con lo que se les demande desde las esferas nacionales. El postconflicto va a tener
mucha incidencia económica en el campo y política en el empresariado nacional.
Este nuevo escenario aumentará la presión de las dinámicas económicas y demográficas sobre
los municipios que anteriormente estaban fuera de las fronteras de lo “seguro” en el territorio
nacional, trayendo consigo nuevas oportunidades de inversión y desarrollo.
Es necesario que los municipios desarrollen políticas públicas integrales, que atraigan el
desarrollo a sus territorios y aprovechen las nuevas dinámicas del postconflicto; pero sin
descuidar la necesidad de prevenir y actuar en contra de la nueva delincuencia urbana, la cual
construye su economía a través de las mafias y el control territorial.
Específicamente sobre los acuerdos de paz, los municipios deben estar al tanto de los puntos
acordados y promover el conocimiento de su población al respecto, para poder discutir y
consensuar su posición y sus diferentes perspectivas frente a cada punto. Sin embargo en
términos generales los municipios deben defender sus interese, sus lógicas territoriales y sus
futuras consecuencias, en cada punto de la agenda de paz.
A. Agenda:
Todas las guerras terminan en el territorio. El conflicto altera la ocupación del territorio. La
violencia destruye el tejido social en el territorio. La paz es por esencia una tarea de
reordenamiento del territorio.
La guerra obliga la centralización mientras que la paz solo es posible descentralizando funciones
del Estado en los gobiernos locales y territoriales.
Imperioso es entonces imaginar un nuevo estilo de desarrollo rural territorial. Los escenarios
en los que se cristalizará tal paradigma serán los configurados por dos fases, no
necesariamente secuenciales: 1. la reincorporación a la vida civil y ciudadana de las fuerzas
insurgentes y las víctimas; y 2. La fase de transición hacia el post-conflicto.
En la primera fase, las FARC-EP habrán de convertirse en una fuerza democrática que tendrá
legítimas aspiraciones políticas y de gobernanza de los territorios ocupados históricamente en
escenarios de guerra. Para ello, en el segundo punto del acuerdo se establecen mecanismos para
asegurar las garantías plenas para ejercitar estos derechos.
Estos territorios requerirán una suerte de “Plan Marshall” para la reconstrucción de las bases
económicas y sociales regionales y territoriales, en las que se pueda no solo reorganizar a la
población residente sino asimilar la reinserción a la vida civil de los desmovilizados y las víctimas.
El cese del enorme esfuerzo presupuestal de guerra que supone el fin del conflicto armado,
podrán insuflar con recursos de inversión frescos a este esfuerzo de reconstrucción que contará
con la participación de las fuerzas desmovilizadas, del gobierno central y los gobiernos regionales
y locales como, por supuesto, de la cooperación internacional.
Este periodo especial de la primera fase requerirá el inventario territorial de las fuerzas
productivas de las guerrillas desmovilizadas y de sus bases sociales, como de la oferta
gubernamental y no gubernamental. Una reinserción o reincorporación a la vida ciudadana plena
supondrá la ocupación, esta vez legal y productiva, de los territorios dominados antaño o en
disputa a través de la inútil solución armada, (una reinserción in situ).
Para ello, será útil y urgente la construcción de una cartografía del poder y la ocupación
territoriales de las fuerzas armadas revolucionarias y de sus bases sociales.
Igualmente, esta distribución espacial será cruzada con otros atributos territoriales (usos,
vocación, áreas de restricción de uso, conflictos de uso territorial, restricciones y oportunidades
etc.). Será una línea base que facilite la construcción de evolucionados estilos de ocupación,
ordenamiento, uso y gestión territorial para el desarrollo y el progreso social rural.
Éste se constituye en un derrotero de trabajo en los municipios para los años venideros que
tendrá que irse ejecutando en la medida que avance el desarrollo y la solución de los principales
conflictos de la tierra en Colombia.
El pliego de peticiones del paro nacional desbordó las instituciones municipales. El paro y su
solución pasó por encima de los gobiernos locales, éstos se sumaban o lo rechazaban. La
institucionalidad municipal no tiene instrumentos para resolver sus conflictos.
Cada vez que se aborda el estudio de los principales problemas del campo se concluye que su
transformación sólo es posible mediante un proceso ordenado de descentralización política
combinada con una clara intervención del Estado nacional en la apertura y regulación de
mercados.
Colombia como país tropical, que produce comida todos los días del año, ha de jugar un papel
determinante en la economía alimentaria del mundo.
Participación política
Se han hecho muchos análisis y reflexiones sobre la participación política de las guerrillas
después de la desmovilización y no solo en Colombia sino también en América y otros países del
mundo en donde el conflicto armado ha terminado felizmente por la vía de la solución política.
Pero conviene también plantearse el problema desde la realidad política de las regiones y los
municipios.
La participación política de las FARC en la realidad municipal una vez terminado el proceso de
negociación conlleva un cambio bastante fuerte no solo en las relaciones de poder sino también
en la dinámica concreta de la democracia.
Se podrían observar los siguientes cuadros:
Primer cuadro:
En las próximas elecciones en los municipios en donde hay guerrilla de las FARC y que para
entonces ya habrán abandonado las armas, tendrán atribuciones legales para competir en las
urnas por la elección de alcaldes, del Concejo, de la gobernación y las asambleas
departamentales, de las JAL, las JAC y otros espacios de la democracia representativa.
Son claros los intereses de la Marcha Patriótica y su relación con las FARC en el tránsito de las
armas a la política. La Marcha Patriótica tiene la misión de constituir la plataforma política en la
cual se integran las FARC en su proceso de abandonar las armas. La marcha Patriótica con la
incubación directa de la insurgencia en su estructura, tendrá como propósito derrotar
políticamente el estado de derecho y renovar el carácter de las instituciones, lo cual incluye a las
locales, llevándolas hacia una visión más asentada desde la izquierda.
Frente a este escenario, ¿Cómo van asumir esta realidad las comunidades?, y ¿los actuales
gobiernos locales y regionales?; ¿Cómo asegurar unas reglas del juego claras incluso en lo local?
¿Qué proponer desde ya en la mesa de conversaciones? ¿Cómo prepararse para esta situación?
Segundo cuadro:
La Marcha Patriótica u otra forma de convergencia política será el partido de izquierda nacional
con quienes las FARC desmovilizadas se van presentar en los municipios del país en donde
tengan aspiraciones electorales.
Los viejos partidos tradicionales han perdido legitimidad política, capacidad organizativa partidaria
y liderazgo en las regiones y los municipios; las nuevas agrupaciones políticas son temporales,
de carácter local y convencional, que solo existen para el momento coyuntural electoral.
¿Cómo se van a regular las campañas en estos municipios, de tal forma que el encuentro entre la
vieja forma clientelista de hacer política y la vieja forma de del uso de la fuerza para hacer política,
no deriven en nuevas formas de violencia e intolerancia?
Tercer cuadro:
Es urgente pensar en cómo se gestionarán las reglas de juego en los territorios locales, donde, en
caso de que ganen las fuerzas políticas tradicionales o los grupos políticos representantes de los
antiguos movimientos guerrilleros; la agrupación que no obtenga la victoria debe tener claras sus
competencias como oposición, regulando de forma adecuada y haciendo un control político sobre
las acciones de su opositor. Empero es necesario establecer claramente este tablero de juego
político, garantizando además medidas de prevención y atención.
Conviene que desde las alcaldías se propusiera a la Mesa de Conversaciones algunos elementos
para el estatuto de la oposición, para la celebración de pactos políticos que sirvan como
instrumentos y garantías para el ejercicio de un buen gobierno.
Para poder abordar una campaña electoral en el postconflicto y como ejercicio de educación
democrática debería desarrollarse entre los mismos candidatos y entre éstos y los ciudadanos
un diálogo de concertación política y de convivencia con los siguientes criterios y propósitos:
1. Convertir la campaña política electoral en una buena oportunidad para promover la verdadera
democracia, la consolidación de la paz y la convivencia.
2. Promover la unidad de los municipios y del departamento, como contribución a la Unidad
Nacional.
3. Desarrollar una Democracia limpia en donde los dirigentes políticos empleen siempre un
lenguaje respetuoso que no denigre de las personas y las comunidades y que sepa diferenciar
el escenario electoral del escenario jurídico.
4. Garantizar que el ciudadano haga uso del Voto libre y comprometido con el programa de
gobierno por el que va a sufragar.
5. Establecer las alianzas necesarias en donde se minimicen las confrontaciones entre los
políticos y la alteración de la convivencia de los ciudadanos. Una campaña pacifica es garantía
para un gobierno de paz y de confianza.
6. Trabajar por disminuir la distancia que separa al Estado de los ciudadanos y a los ciudadanos
del Estado.
8. Cumplir la palabra, toda promesa ha de ser un compromiso real del futuro gobernante. Los
programas de campaña, planes de desarrollo y demás propuestas del alcalde deben tener
algún mecanismo de control que asegure su cumplimiento y sancione a la autoridad que no lo
realice.
Cultivos ilícitos
Colombia y México han llegado a una situación insostenible frente a la guerra contra el
narcotráfico, no solo en su estrategia y operatividad de lucha, sino también frente a la estabilidad
de sus democracias y la salud de sus ciudadanos.
Centro América y algunos países del sur no solo son estaciones en la ruta del mercadeo del
narcotráfico sino que van siendo más afectados por la existencia de recientes centros de
producción y nuevos carteles de la droga.
Los conflictos mal terminados pueden dar origen a la conformación de nuevos focos de violencia y
nuevas estructuras de poder. La violencia urbana, sostenida por la acción del narcotráfico es el
nuevo rostro de los conflictos en el continente.
Por la vía de la globalización no ha sido posible desarrollar una guerra consensuada entre los
países del continente. La relación bilateral de cada país con los Estados Unidos en la
implementación de medidas de lucha y control no lograron contener el narcotráfico ni sus efectos
corrosivos como la violencia y la corrupción.
Fenómenos como la violencia urbana, la organización gerencial de los carteles, la fusión con
viejos focos de violencia, la penetración del Estado y cierta legitimidad social, son expresiones de
la diversificación y desarrollo del narcotráfico, son expresiones del crecimiento del tumor.
Desde los 80’s se han intentado varios métodos para la superación de este fenómeno,
principalmente orientado por directrices y políticas norteamericanas. La extradición de nacionales
a territorio de USA, la interdicción aérea y marítima, la aspersión con Glifosato sobre los cultivos
de hoja de coca y la persecución de capitales son las principales herramientas utilizadas; también
la inversión en inteligencia y persecución militar ha sido bastante alta.
Todo este esfuerzo ha sido infructuoso por sus pobres resultados. Dado que todas estas políticas
están enfocadas en la reducción de los capos y sus lugartenientes o la destrucción de los cultivos,
desestimando en gran medida la prevención del consumo y/o su regularización por parte del
Gobierno, la regulación internacional de insumos y precursores químicos, la desarticulación de la
estructura económica y comercial que sumado al frágil control del lavado de activos hacen que
estas estrategias sean limitadas para la dimensión real del problema.
Es necesario entender que el narcotráfico fue un elemento que sirvió de engranaje para la
actividad ilegal que típicamente es regida por intereses económicos. Empezó a servir de puente a
propósitos políticos a través de las expresiones paramilitares a las que dio ocasión y por esta vía
la sociedad colombiana vio el surgimiento de ejércitos irregulares que le aportaron a las dinámicas
del conflicto nuevas experiencias de combate y coerción, de control, injerencia e intervención en el
Estado y más aún en las comunidades rurales y urbanas donde se asentaron y han hecho
presencia. Se introdujeron así dinámicas de territorialidad que han afectado las relaciones
sociales locales en términos de seguridad, productividad, comercio y movilidad de sus habitantes,
además de modificar las fronteras de la legalidad y cubrir funciones propias del Estado pero sin
pretender remplazarlo.
Otras políticas como la de desmovilización aplicada por el Gobierno Colombiano a los grupos
paramilitares, reconocidos también por ser grandes traficantes de estupefacientes, han brindado
más beneficios para combatirlos (y esto podría pasar también con las FARC).
Además para muchos de los capos se convierte en un verdadero negocio someterse directamente
a la justicia estadounidense, pues allí a cambio de dinero e información purgan cortas penas y
legalizan parte de su capital. Sin embargo, nunca hacen entrega de sus estructuras armadas,
operativas, logísticas y comerciales de los carteles a los que pertenecen, por lo que solo hay un
relevo en las jefaturas.
De tal manera se hace urgente repensar las estrategias que los Estados implementan para anular
las violencias y los problemas de salud pública que derivan del narcotráfico y que deterioran
enormemente el tejido social y la salud de los ciudadanos del continente americano y de otros que
se ven impactados por un fenómeno abiertamente transnacional.
El Jefe de Estado colombiano, en declaraciones al diario El Tiempo, manifestó su interés por abrir
una discusión en el continente sobre los posibles escenarios y las consecuencias que cada uno
tendría en el tratamiento del narcotráfico. "Me explico -agregó Santos-: si seguimos como vamos,
en 20 años dónde podemos estar. Si nos volvemos mucho más estrictos; es decir, si metemos a
la cárcel a todo consumidor de droga, en el mundo qué podría pasar. Si vamos al otro extremo, si
legalizamos, qué podría pasar, cuánto cuesta, qué repercusiones o implicaciones tiene. Si nos
vamos al intermedio, que es despenalizar el consumo, pero seguir persiguiendo a los
narcotraficantes, descriminalizar, cómo se puede descriminalizar”.
Recogiendo esta idea del Presidente Santos, la presente propuesta pretende desarrollar un
ejercicio de análisis sobre las condiciones técnicas, económicas y sociopolíticas de una realidad
futura (10 a 20 años próximos) frente al fenómeno del narcotráfico, asumiendo que los jefes de
Estado en el fututo dispondrán algunas Políticas Públicas, esfuerzos institucionales,
interinstitucionales (que mezclen incluso recursos públicos y privados) y una ofensiva social -
surgida de hondas cohesiones ciudadanas frente a la gravedad del fenómeno- por la
desactivación de los problemas de violencia, salud y corrupción asociados con el narcotráfico.
Posibles escenarios:
Los municipios deben estar atentos a cualquiera de los escenarios previstos, dado que en caso de
legalización estos cultivos se podrían convertir en un fuerte sector productivo dependiendo cada
región, mientras se regule y sostenga una política clara de prevención y reducción del consumo
interno.
En caso de presentarse procesos de sustitución de cultivos los municipios deben asumir su rol de
apoyo y guía a este proceso, basándose en las realidades productivas de cada territorio y en sus
potencialidades.
Mientras que si se establece una confrontación armada sostenida estas entidades deben
centrarse en complementar esta lucha Nacional por medio de la generación de alternativas de
vida por medio de programas sociales y de trabajo.
Las preocupaciones tienen un asiento real en las declaraciones de la Fiscal de la Corte Penal
Internacional Sra. Fatou Bensouda, cuando afirma: “"Una condena que sea grosera o
manifiestamente inadecuada, teniendo en cuenta la gravedad de los delitos y la forma de
participación del acusado, invalidaría la autenticidad del proceso judicial nacional, aún cuando las
etapas previas del proceso hayan sido auténticas. Debido a que la suspensión de la pena de
prisión significa que el acusado no pasa tiempo recluido, quisiera advertirle que se trata de una
decisión manifiestamente inadecuada para aquellos individuos que supuestamente albergan la
mayor responsabilidad en la comisión de crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad."
Por otro lado, las FARC no se resignan a aceptar un veto a la participación político-electoral y a la
posibilidad de que sus principales exponentes y sus bases se incorporen al partido –Marcha
Patriótica– cuya plataforma y escenario de reintegración ha ayudado a construir.
-Desplazados
El gobierno y el estado no han logrado construir mecanismos ciertos y concretos para desmontar
los temores de la desmovilización de la guerrilla, sus argumentos y acciones de defensa. No basta
negar la constituyente, no basta la discusión artificial si es entrega o dejación de armas, es más,
no basta sostener el control militar sobre sus fuerzas. Hay que acudir a resolver el miedo, la
imagen del enemigo y a construir la confianza.
Como retaguardia de la paz, que le dé seguridad y confianza a quienes van a abandonar las
armas, sería conveniente pensar en la construcción de unas zonas de integración por la paz.
•Se trata de ubicar áreas apropiadas en donde se pueda establecer temporalmente la guerrilla
como escenario propicio para el desarrollo de un proceso gradual y dirigido de desmovilización y
reincorporación al país.
•El objetivo de estas zonas es ofrecer seguridad y confianza a los hombres de la guerrilla en su
tránsito de la dejación de las armas y la reincorporación a la actividad política, social y económica
del país. Un espacio así crea la sensación de seguridad y facilita la entrega de las armas.
•Una vez realizada la entrega de armas el proceso cambia automáticamente de naturaleza y se
despiertan otras alertas a las que habrá que buscarle cauce, como por ejemplo el quéhacer de
cada uno en la vida civil, la reconciliación con los pobladores en donde se va a vivir en
condiciones de igualdad, los aprendizajes necesarios para el trabajo y la convivencia social. Etc.
Estas zonas son una retaguardia segura para el tránsito de las armas a la política y a la vida civil.
Contexto
Tras algo más de medio siglo de conflicto armado en el país, la violencia ha tenido una magnitud
tal, que son pocos los colombianos que no se han visto afectados directa o indirectamente por el
conflicto. Ha sido tanto así, que la línea entre víctimas y victimarios se ha hecho delgada con el
paso del tiempo, sembrando resentimiento en la sociedad sin discriminación alguna; rompiendo el
tejido social, y complejizando el proyecto común de Nación, gracias a un sentimiento de otredad
tan complejo como el conflicto mismo.
Para que víctimas y victimarios puedan perdonar, reconciliarse y cerrar por fin ese círculo de dolor
que ha aquejado al país es urgente que se asuma la verdad histórica y se alcance la
reconciliación, aunque ésta no sea un tarea sencilla.
Esta labor tuvo su respaldo institucional en 2011 con la entrada en vigor de la Ley de víctimas y
restitución de tierras (ley 1448) busca reparar integralmente a las víctimas del conflicto armado
que hayan sido victimizadas desde 1985, fecha determinada para posibilitar la titánica labor.
Titánica, dado que más allá de si el conflicto termina o no, el Gobierno se propone restituir algo
más de 3 millones de hectáreas despojadas o abandonadas, garantizando que cientos de miles
de desplazados retornen con seguridad a sus hogares, reparando individualmente, con
indemnizaciones y planes apropiados, a millones de personas.
Un primer paso para esta tarea fue la definición de víctima en la ley colombiana como “toda
aquella persona que hubiere sufrido un daño, como consecuencia de violaciones de los derechos
humanos, ocurridas con posterioridad al 1° de enero de 1985 en el marco del conflicto
armado.”(Art. 3, Ley 1448 de 2011)”.
Cabe anotar que esta condición también es atribuible a la pareja o a los familiares más cercanos
en grado de consanguinidad ascendente.
Tipologías
Dentro de las violaciones a los derechos humanos se contemplaron: Tortura, violencia sexual,
homicidio, desplazamiento forzado, masacre, víctimas de minas antipersonales, desaparición
forzada y reclutamiento forzado de niños; sin importar que actor fuese responsable del hecho
(Estado, paramilitares o guerrillas). Quien haya sufrido alguno de estos hechos es denominado
como víctima directa.
Si la victima directa fue asesinada o desaparecida, sus seres queridos más cercanos son
asumidos como víctimas indirectas, al igual que las personas que por defender los derechos de
éstos fueron afectados. Por último, se puede asumir como víctima a toda una comunidad o
población si ésta fue vulnerada en su conjunto.
Cifras
Con esta definición se ha llegado a un recuento de cerca de 5,5 millones de víctimas (Revista
Semana, 2013), representando el 11,5% de la población total del país, una cifra apabullante, ya
que solo se estima después de 1985, 28 de los más de 50 años de violencia.
Se estiman más de 100.000 asesinatos; 2.994 sindicalistas, cerca de 3.000 funcionarios públicos
locales, 299 defensores de derechos humanos y 137 periodistas (desde 1977), acompañados de
109 niños encontrados en fosas comunes y 2.628 indígenas (llevando a 34 de los 87 pueblos
indígenas a estar en riesgo de extinción, tanto por los asesinatos como por los cerca de 115.000
desplazados).
En cuanto a la restitución de tierras, a Junio de 2013 se tienen 43.590 solicitudes con cerca de
2’915.687 Has., de las cuales solo 426 tienen sentencia.
Los Departamentos con mayor cantidad de solicitudes son: Antioquia 16,99%; Bolívar 9,26%;
Cesar 8,26%; Tolima 7,64%; Meta 7,20%; sin embargo, se presentan casos en los 32
Departamentos del país (UAEGTR junio 2013).
Necesidades vs derechos.
Con tal cantidad de atrocidades, ¿qué rol desempeñan los municipios? Para poder resolver esta
pregunta es necesario primero reconocer que cada caso entraña un cierto nivel de complejidad,
debido a varios factores:
El tipo de hecho victimizante configura la forma de compensación.
El territorio de origen de la víctima no siempre cuenta con las condiciones apropiadas para
que ésta sea plenamente atendida por el Estado, ya sea por la distancia, los recursos o por la
influencia de otros actores armados.
Específicamente la política pública Estatal busca generar garantías en cuanto a vivienda, salud,
educación, trabajo, agua, alimentación, seguridad, proyectos productivos y atención psicosocial,
dependiendo de cada caso. En cuanto a la reparación integral, el Gobierno tiene cinco puntos
esenciales en los que se debe trabajar con las víctimas, y que son responsabilidad en su
ejecución de los gobiernos locales:
Restitución de tierras: Proceso judicial ágil con el apoyo de la Unidad Administrativa, para
restablecer las condiciones de vida de la víctima en cuanto a la vivienda y trabajo. Tienen
derecho a restitución de tierras personas que hayan sido o sean despojadas de sus tierras, a
las hayan tenido que abandonar forzadamente a causa del conflicto armado, desde el 1 de
enero de 1991 hasta el 10 de junio de 2021.
Indemnización administrativa: A pesar que el dinero no compense el daño ni el dolor sufrido por
las víctimas, el Estado reconoce por medio de montos de dinero una forma de contribuir a
repararlas.
Dada la Ley de Víctimas, los municipios tienen varios deberes por cumplir con esta población en
caso o no de presentarse un acuerdo de paz, como son:
•A nivel interno, cada gobierno municipal debe mejorar el Catastro y toda la información predial
disponible, focalizar la oferta institucional teniendo en cuenta a las víctimas, fortalecer la
personería y garantizarle los recursos necesarios para su mejor funcionamiento, crear protocolos
y optimizar el manejo de la información en cuanto a las acciones y recursos destinados a atender
a la población objeto, implementar el enfoque diferencial dentro de su actuar y consolidar los
escenarios de participación ciudadana.
•Frente a otros actores, los municipios deben articularse y prestar apoyo permanente al gobierno
central, identificar y apoyar a las organizaciones civiles que trabajen en este ámbito, y fomentar el
apoyo de los diferentes actores de la sociedad en la dignificación y garantía de los derechos de
las víctimas.
•Puntualmente, deben brindarle a las víctimas seguridad suficiente para garantizar sus derechos
en pleno, ayuda humanitaria inmediata en caso de nuevos sucesos, apoyo con los costos de
funeral en caso de que no cuenten con recursos propios, educación gratuita hasta el nivel medio,
garantizar el acceso a la información relevante, atención médica de emergencia y albergue
temporal y alimentación (en el caso de los desplazados).
•Deben realizar una evaluación bi-anual de las víctimas en su jurisdicción, para poder focalizar su
accionar hacia las necesidades de los mismos; y debe buscar resaltar la verdad por medio del
fortalecimiento de la memoria histórica y la dignificación de las víctimas.
-Rol y perspectiva de los gobiernos locales
Los gobiernos locales por tanto, tienen una función de enlace entre el Gobierno central y sus
respectivas jurisdicciones, lo que les da un papel fundamental dentro de los procesos de
reparación a las víctimas y de paz. ¿Por qué?
Por una parte, el gobierno local tiene una posición privilegiada dada la facilidad de captar la
realidad; dándole conocimiento de primera mano sobre las dinámicas del conflicto en su territorio,
las consecuencias de éste sobre la población civil, y la pertinencia de las acciones del gobierno y
los acuerdos de paz sobre estas realidades.
Por otra parte, los gobiernos locales deben llevar estos conocimientos al gobierno y a la mesa de
diálogo, junto con los productos de los procesos de participación ciudadana que realicen, como un
insumo a ser tenido en cuenta en el proceso de negociación y como un indicador de la pertinencia
de las acciones estatales relacionadas con la paz.
Además de lo anterior, los gobiernos locales deben moverse sobre las reglas del juego para
complementar las acciones del gobierno central y lo establecido en los acuerdos de la mesa de
diálogo, para que se garantice la reparación integral de la población víctima del conflicto y se
prevenga de forma efectiva la victimización del resto de la población dentro de su territorio,
respondiendo directamente ante su escenario particular.
Posibles escenarios:
B). No hay acuerdo de paz: Las grandes tareas para la transformación del conflicto
La agenda pública en construcción de paz busca resolver entre otros los siguientes interrogantes:
1.1. Contexto
Estamos un proceso de paz cuyo objetivo principal es la solución definitiva del conflicto armado en
Colombia. Los más golpeados por este conflicto a lo largo de estos 50 años fueron los municipios.
Hoy estos mismos serán los que ofrezcan su casa para que la paz se concrete definitivamente.
Los alcaldes y demás autoridades territoriales jugarán un papel determinante en la concreción y
consolidación de la paz.
El proceso de paz se desarrolla en tres fases muy determinadas, cada una con objetivos,
misiones y tiempos específicos:
- La primera fase tiene que ver con el proceso de diálogo, exploración y concertación de
agendas.
- La segunda fase tiene que ver con el proceso de creación de los acuerdos para la paz.
- La tercera fase tiene que ver con el proceso implementación de acuerdos para consolidación
de la paz y el desarrollo, en el estado, en el imaginario colectivo y en el compromiso de la
nación, a lo que llamamos postconflicto.
Para el desarrollo de la fase I y II se crea una mesa de negociación y a través de una comisión del
Estado y otra de la guerrilla, allí se crean acuerdos y concertaciones. Sin embargo, el desarrollo
de la fase III, el postconflicto, no está en la mesa de conversaciones, éste se realiza en el territorio
y su referente descentralizado, el Municipio.
- La mayoría de los alcaldes no han podido gobernar en paz. Siempre han tenido un referente a
las espaldas que de manera directa o indirecta han tenido que consultar, por eso se han
movido entre el marco legal y la ilegalidad para poder subsistir. Muchos fracasaron pasando
por ese filo de la navaja.
- Existe una desconexión en la aplicación de las políticas públicas entre el Centro y los
municipios, particularmente en materia de Restitución de Tierras y la ley de justicia y paz.
- Está surgiendo una nueva forma de violencia en las regiones mucho más globalizada y
articulada a la mayoría de las actividades económicas. Mientras la gran economía se
concentra en los mercados a gran escala, pareciera que en la región hay una disputa violenta
por la pequeña economía de mercado, por la extracción artesanal y por el narcotráfico. Una
nueva forma de violencia recorre los focos de la economía regional. En este contexto se
desarrolla el posconflicto surgido del proceso con las autodefensas. Y será en este contexto,
con algunas particularidades, en donde se va a desarrollar el postconflicto que surja del
proceso con las guerrillas.
- Los municipios en donde hubo desmovilización de las Autodefensas se mueven aún entre la
herencia paramilitar, la incertidumbre de los gobiernos locales y las expectativas de las
políticas nacionales.
Con este contexto del territorio, es imposible que sólo desde la capital se pueda atender las
nuevas urgencias que deriven de la implementación de los acuerdos de la mesa de
negociaciones, la ejecución en el territorio de la política de restitución de tierras, más la atención
de los nuevos conflictos que van surgiendo en la economía local y las nuevas formas de violencia.
Sin la unidad del Estado en toda extensión territorial alrededor de un plan unificado para el
postconflicto va a ser muy difícil la estabilidad de la gobernabilidad.
El postconflicto no solo es para atender las víctimas del conflicto y la reinserción de los
desmovilizados sino que además es para la recomposición de la economía y la gobernanza.
Existe la tendencia a querer reformar todo bajo el manto del actual proceso de paz, dejando por
fuera de las preocupaciones; otros fenómenos de violencia y criminalidad como el narcotráfico, la
delincuencia urbana y la economía ilegal.
Hay que recordar que este proceso de paz tiene como objetivo superar el conflicto armado, y
recuperar el papel del Estado en algunos territorios. Sin embargo superar esto, no significa la
superación de las violencias y mucho menos del conflicto social. La violencia es una peste que se
puede reciclar en otras formas de expresión.
1.2 Conceptualización
- Postconflicto
Es a la par el retorno de los desplazados, la restitución de tierras a los afectados dentro de las
políticas definidas por el Estado nacional.
-Transición
Es superar el conflicto armado y recuperar el papel del Estado en las regiones y las comunidades
donde se desarrolló el conflicto.
Es el tiempo y las condiciones que se tienen que desarrollar entre el final del conflicto armado, la
implementación de los acuerdos convenidos en el territorio, la pacificación de la región y el
sostenimiento y la consolidación de la gobernabilidad.
Es un período de ajustes y controversias que van a requerir la unidad del Estado y una
gobernabilidad lo suficientemente estable que sea capaz de afrontar y resolver los conflictos del
postconflicto.
-Descentralización
La razón principal para la excesiva centralización del Estado colombiano es el conflicto, de esta
manera los poderes públicos pudieron mantener la institucionalidad a flote y la unidad del Estado.
Desaparecido el conflicto no hay razón para mantener el centralismo.
Por otra parte, la centralización Estatal desensibilizó al Estado y le impidió concretar su acción
sobre las realidades de cada territorio, abriendo aún más la brecha entre el centro y el resto del
territorio nacional y configurando un círculo vicioso entre unas agrupaciones armadas que
buscaban hacer visibles las problemáticas y reivindicar las necesidades de sus territorios y un
Estado central que en aras de su supervivencia terminó abandonando y desconociendo la realidad
de estos territorios.
La concreción de la paz reposa en el territorio, por lo que habrá de darse la descentralización de
algunas funciones de los poderes públicos.
Extender a todas las regiones el plan de Recuperación Social del Territorio, implica que este plan
debe contener elementos generales y lineamientos, que permitan su adecuación a las realidades
de cada territorio. Para puntualizar con las acciones y el desarrollo de este plan es necesario
empoderar a las instancias locales, como actor clave y representante de doble vía: tanto del
Estado con el territorio y su población, como de la población y el territorio con el Estado Nacional.
-Reelección
Un proceso de paz debe estar sustentado sobre una política de paz de Estado que transcienda o
condicione las políticas de cada gobierno en particular en función de un fin superior. Sin embargo,
es claro en la coyuntura nacional que un cambio en la presidencia podría significar la
desmantelación del proceso y los acuerdos mismos de paz.
La reelección, por tanto, debería ser acompañada por un proceso de control político fuerte,
previniendo la corrupción de los objetivos a alcanzar por medio de esta doble vigencia en el poder
de los representantes de las diferentes entidades territoriales.
-Interrogantes
-Objetivos
- El plan debe tener las mismas fases del acuerdo logrado en la mesa: implementación,
desarrollo y consolidación.
- En el periodo inicial, las autoridades locales deben conocer y tomar conciencia del proceso
que se está desarrollando y sus implicaciones en el territorio, a su vez, socializarlo entre las
comunidades afectadas y favorecidas por el postconflicto.
- Crear un ambiente de paz favorable para la incorporación a la sociedad y la aceptación de los
ex guerrilleros.
- Preparar las condiciones para construcción de un proceso paz integral en las zonas donde se
desarrolló el conflicto armado.
-Geo-referenciación
- Hay que ubicar los municipios donde se desmovilizaron las Autodefensas y su intersección
con estos nuevos municipios y observar su dinámica, por ejemplo el Catatumbo, Nariño,
Antioquia, etc.
- Hay que localizar los municipios en donde es más fuerte actualmente el narcotráfico y la
minería ilegal como fuente de financiamiento de los grupos armados.
- Conviene estudiar en el territorio las áreas donde se viene ejecutando la Ley de víctimas y
restitución de tierras y en los sitios donde es más conflictivo y posible relación en un
escenario de postconflicto.
-Gobernabilidad y territorio.
- Promover la unidad del Estado y preparar los gobiernos territoriales para afrontar los nuevos
escenarios y retos que plantea el desarrollo del proceso de postconflicto
- Desarrollar estudios y diagnósticos de las zonas y municipios más afectadas por el conflicto y
donde se espera mayor impacto del proceso de reintegración de los ex combatientes y
estadística sobre asentamientos y rutas de movilidad guerrillera.
- Aplicar los instrumentos de control y prevención necesarios para asegurar que el proceso de
desmovilización y reintegración sea exitoso.
- Concretar las funciones de las gobernaciones, las asambleas departamentales y los concejos
municipales en las tareas del postconflicto.
- Definir criterios para el próximo debate político electoral en las áreas del conflicto. Controlar
que el debate político no vaya a reeditar formas de violencia de las extremas anteriormente
armadas.
- Seguridad
- Saneamiento por contaminación de armas en todos los municipios y territorios donde existan
minas y muse (en coordinación con ex-combatientes)
- Centros regionales de coordinación para el desminado.
- Desminado total del territorio dando cumplimiento cabal a la Convención de Ottawa.
B. No hay acuerdo de paz: Las grandes tareas para la transformación del conflicto
Contexto
Las FARC planteará como razones para el rompimiento que: nunca nos vamos a poner de
acuerdo con el enemigo: el Estado, el Gobierno y el Capital, ya que ellos no van a admitir cambios
estructurales de su modelo económico y político, eso es palpable en exigencias tan obvias como
derogar los TLCs, reducir el Ejército, su presupuesto y revisar su doctrina militar, etc.
La guerrilla ejecutará un repliegue táctico a nuevos fortines inexpugnables, preparados por parte
de los jefes guerrilleros que no estaban en la mesa de conversiones.
-El levantamiento de la mesa obligará al Estado efectuar a una ofensiva militar sin precedentes
con una nueva asesoría internacional.
1. Toda esta situación crea un estado gravísimo de crisis humanitaria, lo que obligara plantear una
estrategia en torno a la humanización de la guerra y la exclusión de la población de los efectos del
conflicto armado, exigiendo el cumplimento a las partes en conflicto la aplicación del Derecho
Internacional humanitario.
2. Activar los Consejos Municipales de Paz como instrumento legal para darle estructura a la
estrategia de humanización de la guerra, fundamentalmente en torno a la protección de la
población civil. Los CMP pueden interpelar a los dos actores en confrontación para que se respete
el derecho de los ciudadanos.
3. Articular acciones humanitarias de protección entre la Defensoría del Pueblo, las Personerías,
las ONG's. de paz nacionales e internacionales, alrededor de un plan de defensa de la población
civil en las áreas de conflicto militar. Acudir a toda la experiencia de resistencia civil frente a la
confrontación armada y política entre el estado y la Guerrilla asociada al narcotráfico y otras
formas de lucha ilegal de carácter nacional e internacional.
Las administraciones municipales requieren de bases sociales y de un apoyo ciudadano que les
permita no sólo gobernar con legitimidad, sino desactivar la violencia en todas sus formas, para
generar así los cambios políticos, sociales, institucionales y culturales sobre los cuales se pueda
recuperar las condiciones de confianza entre ciudadanos y autoridades.
Se requiere en primera instancia de una Política Publica de paz, construida desde los territorios
que favorezca los cambios políticos, sociales, institucionales y culturales que permitan mejorar las
condiciones de convivencia y democracia. Dicha política debe sustentarse en el diálogo estado-
sociedad civil, considerando las diferencias de los efectos de la violencia en hombres y mujeres,
grupos étnicos y demás grupos tradicionalmente afectados por la violencia armada.