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Ha muerto Maria Schneider.

Esta mujer abrió su vida artística junto con su desnudez y escribió una de las
páginas más fuertes del cine moderno con la película “El último tango en París” que causó furor en los años
70.

Fue reconocida como un mito del erotismo. Hasta que no pudo más, hasta que sufrió el desgaste de quien
quiere ser otra cosa que un cuerpo jadeante en una cama, objeto de miradas que se fijan en su cuerpo, pero no
buscan su alma. Intentó tocar otras puertas, pero en todas aparecía como un fantasma la película que la hizo
famosa con un cliché del que no pudo salir. Y ofreció su cuerpo a quien se lo pedía, porque su alma ya estaba
encerrada en un baúl, resignada a no salir nunca.

Todo fue triste desde el momento en que empezó a existir, fruto de una relación oscura entre una modelo
rumana que le daría su apellido y un actor que nunca la quiso como hija. No tenía origen, ¿por qué iba a tener
futuro? ¿Por qué iba a cambiar su presente que se había quedado fijo en los carteles que la anunciaban junto a
los grandes monstruos del cine? Sin saber que esos monstruos la estaban devorando por dentro.

Precisamente cuando filmaba una película sobre Calígula, el de vida llena de excesos, María no pudo más y
tuvo que abandonar el rodaje para ingresar a una clínica psiquiátrica. Su alma había abandonado el baúl, para
quedar definitivamente rota, rota del alma, rota del cuerpo, bailando de la mano de los fantasmas de la droga,
saludada siempre con el recuerdo del último tango en París.

En María se reflejan tantas verdades del ser humano… la verdad de que la fama como objetivo de la
existencia es un monstruo que se come a sus hijos, a unos los devora dándoles muchas caras, haciéndoles
preguntarse quién son en realidad, a otros les congela en un momento de la existencia, anhelantes por
abandonar el personaje que al hacerte famoso te hace solitario, y que no te puedes quedar sordo con los
aplausos que hoy te dan quienes se buscan a sí mismos a costa tuya. En María queda claro que el ser humano
no es un cuerpo que grita extasiado, sino un corazón que no acepta las cárceles en las que se le encierran. En
María se refleja que el ser humano no puede optar solo por el momento presente, sino que tiene que saber que
hay un futuro de consecuencias para el que hoy se toman las decisiones.

Hoy los críticos dicen que mereció mejor suerte. La vida de esta mujer fue como un tango del Rio de la Plata,
ese baile del que el poeta Santos Discepolo dijo que es “un pensamiento triste que se baila”. Su vida fue un
pensamiento triste que se filma, aunque pareciera que rebosaba vitalidad cada vez que se quitaba la ropa. Lo
cierto era que no se podía quitar su historia. Nadie puede juzgar a un ser humano, pero no podemos cerrar los
ojos ante tanta tristeza, vestida de tanta desnudez. Se ha muerto María Schneider ¿qué importa si alguien
sigue viendo “el último tango en París”? ¿Quien estaba al lado de María al momento de morir? ¿Quién le dio
el diagnóstico final? ¿Fue alguien que la trató como a un ser humano? ¿Quién la acompañó a su última
morada? ¿Alguien rezó con ella ante el miedo final? ¿Alguien rezó por ella antes de darse la vuelta en su
sepultura? Muchos vieron su película, muchos vieron su cuerpo, ¿alguien vio a María?

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