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Oftalmología en la práctica de la medicina general, 5e

CAPÍTULO 3: El ojo como sistema óptico

Enrique Graue Wiechers

GENERALIDADES
El conocimiento del mundo se debe, también, a la luz. Es difícil imaginar el desarrollo del ser humano si no hubiese captado con sus ojos la experiencia
visual.

Hay luz por todas partes. El mundo está constantemente intervenido por este fragmento de radiación electromagnética que se manifiesta de dos
formas: la emitida y la reflejada. La emisión de luz depende del Sol y de los sistemas artificiales incandescentes o luminosos; el resto de la luz es
reflejada.

Los rayos de luz emitidos o reflejados llegan al ojo. El sistema óptico la enfoca en la retina; la luz deviene en cambios químicos, y estos en potenciales
eléctricos que llegan al sistema nervioso central (SNC) para su interpretación.

Existen tres características importantes de la luz: velocidad, longitud de onda y frecuencia. La velocidad y la longitud de onda se alteran cuando la luz
pasa por un sistema óptico, y a los efectos que sufren los rayos luminosos a su paso por los distintos sistemas ópticos se le conoce como refracción. El
ojo es un sistema óptico, por tanto desvía los rayos de luz para ser correctamente enfocados en la retina.

Cuando las sustancias opacas interceptan las ondas luminosas, se altera la frecuencia; las sustancias absorben algunas frecuencias y reflejan otras, lo
que da origen al color. Por ejemplo, las hojas absorben unas frecuencias y reflejan aquellas del espectro verde, entonces las hojas son verdes o el
ladrillo es de color ladrillo porque reflejó luz en ese espectro de la frecuencia luminosa. Las partículas o sustancias blancas reflejan todas las
frecuencias, mientras que el negro las absorbe con avidez. La ausencia de reflexión es, por tanto, negra.

Los sistemas ópticos no alteran la frecuencia; esta es captada como tal por el ojo humano; los colores pasan sin alteración y, de este modo, el rojo que
se ve es el mismo rojo reflejado por la sustancia roja. Que se capte como tal y se procese así, depende de los conos y bastones y de la integridad
neurológica de la vía visual. No sucede lo mismo con la velocidad de la luz y la longitud de onda; estas, al alcanzar la superficie ocular, sufren cambios
que las alteran. Estos cambios dependen del índice de refracción del ojo, es decir, de su capacidad para alterar estas dos características luminosas.

En el ojo humano, los cambios en el índice de refracción suceden en la interfase córnea–humor acuoso, y en la del cristalino­vítreo. La córnea participa
en la refracción gracias a su curvatura y el cristalino gracias a sus curvaturas cambiantes. La combinación de estos factores da lugar al enfoque
correcto de la luz en la retina.

SISTEMAS ÓPTICOS
Para medir el cambio que inducen los sistemas ópticos en la luz se inventó una medida llamada dioptría. Las dioptrías constituyen la capacidad de un
sistema óptico o de una lente para desviar o concentrar la luz. Correspondió a un oftalmólogo francés, Félix Monoyer, inventarla y proponerla en 1872.
Desde entonces, el poder de las lentes o de los sistemas ópticos se expresa en dioptrías.

La dioptría es un concepto algebraico. Se define como el inverso de la medida de la longitud focal de una lente en el aire, expresada en metros. Así,
una lente cuya distancia focal (lugar donde enfoca) está a 1 m, es una lente de una dioptría. La fórmula algebraica sería: 1 dioptría = 1/1 m; de esta
manera, una lente cuya distancia focal es 50 cm, es una lente de 2 dioptrías (1/0.50 = 2).

Los sistemas ópticos desvían los rayos luminosos. Al hacerlo se vuelven divergentes, o bien, convergentes. Las lentes que tornan divergentes a los
rayos se conocen como lentes negativas. Aquellas que hacen converger la imagen se definen como lentes positivas. El sistema óptico del ojo hace
converger los rayos en la retina; en consecuencia, es un sistema óptico positivo (Fig. 3–1).

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Fig. 3–1.
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Sistemas ópticos en oftalmología. Al alcanzar un sistema óptico, la luz que incide (representada como rayos paralelos) sufre modificaciones. Si el
sistema diverge los rayos, es un sistema negativo; si los converge, es un sistema positivo. El ojo converge los rayos en la retina; en consecuencia, es un
manera, una lente cuya distancia focal es 50 cm, es una lente de 2 dioptrías (1/0.50 = 2).
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Los sistemas ópticos desvían los rayos luminosos. Al hacerlo se vuelven divergentes, o bien, convergentes.Access
Las lentes
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rayos se conocen como lentes negativas. Aquellas que hacen converger la imagen se definen como lentes positivas. El sistema óptico del ojo hace
converger los rayos en la retina; en consecuencia, es un sistema óptico positivo (Fig. 3–1).

Fig. 3–1.

Sistemas ópticos en oftalmología. Al alcanzar un sistema óptico, la luz que incide (representada como rayos paralelos) sufre modificaciones. Si el
sistema diverge los rayos, es un sistema negativo; si los converge, es un sistema positivo. El ojo converge los rayos en la retina; en consecuencia, es un
sistema óptico convergente o positivo.

Si se recuerda el concepto de dioptría, es fácil imaginar que una lente positiva de una dioptría hace converger los rayos refractados a 1 m por detrás de
ella. Allí se formará la imagen. En cambio, una lente negativa de una dioptría diverge la luz. ¿Dónde se formará la imagen en este caso? Si se continúan
los rayos de luz por detrás de la refracción de la lente, los rayos nunca se juntan y de hecho la imagen se perdería en el infinito, pero si se prolongan
los rayos de manera imaginaria por delante de la lente, se observaría que se unen a 1 m por delante de ella; por tanto, una lente negativa de una
dioptría desvía de forma divergente los rayos a una distancia focal de 1 m por delante de ella, en donde formará una imagen virtual, no real. Por ello,
por formar imágenes virtuales (inexistentes), a la lente divergente se la designa internacionalmente como una lente negativa, mientras que cuando
constituye una imagen, al converger los rayos, se la designa como lente positiva. Lentes positivas y negativas se usan en oftalmología y optometría
para corregir las deficiencias de convergencia de la imagen ocular, es decir, se emplean para corregir los defectos de refracción ocular (Fig. 3–2).

Fig. 3–2.

Imágenes producidas por los sistemas ópticos. Las lentes convergentes forman una imagen real que puede ser captada por detrás de la lente,
mientras que en las lentes divergentes la imagen no se forma por detrás de estas, ya que la luz diverge; en teoría, la imagen se formaría por delante de
ellas.

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La explosión del Sol genera un número infinito de rayos
luminosos que divergen en todas direcciones; algunos de ellos llegan a los ojos a través de la reflexión con las sustancias del entorno. Ya sea emitidos
o reflejados, los rayos luminosos divergen en todas direcciones. Incluso aquellos que convergen vuelven a divergir. La naturaleza es plena de rayos
Fig. 3–2.

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Imágenes producidas por los sistemas ópticos. Las lentes convergentes forman una imagen real que puede ser captada por detrás de la lente,
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mientras que en las lentes divergentes la imagen no se forma por detrás de estas, ya que la luz diverge; en teoría, la imagen se formaría por delante de
ellas.

Todo lo que somos capaces de ver es producto de la emisión de luz o de su reflexión. La explosión del Sol genera un número infinito de rayos
luminosos que divergen en todas direcciones; algunos de ellos llegan a los ojos a través de la reflexión con las sustancias del entorno. Ya sea emitidos
o reflejados, los rayos luminosos divergen en todas direcciones. Incluso aquellos que convergen vuelven a divergir. La naturaleza es plena de rayos
divergentes; sólo algunos medios ópticos positivos pueden converger imágenes, y ellas serán convergentes si se está dentro de los límites de la
distancia focal de esa lente, ya que una vez pasada esta, los rayos luminosos volverán a divergir.

Son tantos los rayos, y casi siempre divergentes, que la visión se limita a aquellos que pueden pasar a través de la pupila. Mientras más se aleja un
objeto del observador, los rayos emitidos o reflejados por él se irán perdiendo y sólo se percibirán a través de la pupila aquellos que llegan casi
paralelos a la superficie del ojo. Los demás se pierden para la percepción.

Bajo este análisis, se observa que podemos captar rayos luminosos que llegan a la superficie ocular en forma discretamente divergente o casi paralela.
Cuando esto sucede y los rayos distantes llegan paralelos o casi paralelos, con un valor neutro o casi neutro (pues al ser sólo un poco divergentes
tendrían un valor negativo), pero este valor sería tan pequeño que no tendría importancia dióptrica. Por conveniencia de cálculos, se acepta que todo
rayo luminoso proveniente de más de 6 m llega al observador de modo paralelo (aunque los rayos son levemente negativos; recuérdese que D =
1/distancia focal; a 6 m, sería D = 1/6 = 0.16 dioptrías negativas, lo que sería una desviación insignificante). Si el rayo estuviera a 20 m, sería 1/20 = 0.05
dioptrías, y así para cualquier distancia. Siempre será una fracción negativa, aunque muy pequeña y sin importancia óptica. Por esto, todo aquello
más allá de 6 m no influye en el sistema óptico del ojo; así, cuando se examina la agudeza visual (AV) lejana, se lleva a cabo (por convención) a una
distancia de 6 m.

Mientras más se acerca un objeto al observador, la luz reflejada por aquél comienza gradualmente a hacerse divergente (es decir, con un cierto valor
negativo); más divergente a medida que se acerca, y muy divergente y de gran valor negativo si está muy cerca del observador (Fig. 3–3).

Fig. 3–3.

Comportamiento de los rayos de luz. La luz emitida o reflejada por un objeto está compuesta por infinidad de rayos luminosos. A la distancia, la
mayoría de ellos se pierde por ser divergentes y sólo llegan al ojo aquellos que divergen muy poco o que son casi paralelos. Mientras más se acerca un
objeto al ojo, más rayos divergentes se captan.

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Fig. 3–3.

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Comportamiento de los rayos de luz. La luz emitida o reflejada por un objeto está compuesta por infinidad de rayos luminosos. A la distancia, la
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mayoría de ellos se pierde por ser divergentes y sólo llegan al ojo aquellos que divergen muy poco o que son casi paralelos. Mientras más se acerca un
objeto al ojo, más rayos divergentes se captan.

Por ejemplo, un objeto a 1 m tiene una distancia focal de 1 m, es decir, D = 1/distancia focal = 1/1 = 1. Como los rayos son divergentes, caerán
divergentes sobre el ojo e influirán en el sistema óptico con una dioptría negativa. Si estuvieran a 30 cm, la distancia a la que por lo general se lee,
actuarían con D = 1/0.3 = 3 D; como son divergentes, serían tres dioptrías negativas. Si se imagina el sistema óptico en reposo, esta influencia daría
como resultado una imagen borrosa, por lo que no sería posible ver bien de cerca. Para evitar esto, la naturaleza creó un sistema que permite al ojo, a
través del mecanismo llamado acomodación, superar estas vicisitudes ópticas.

Dejando a un lado las consideraciones ópticas, piense en un ojo esquemático, donde la córnea aporta dos terceras partes de la convergencia que,
asociadas con la convergencia de un cristalino en reposo, dan como resultado la fuerza dióptrica necesaria para enfocar las imágenes en la retina,
siempre y cuando los rayos sean paralelos.

De aquí se deduce la definición de un ojo normal o emétrope. Un ojo emétrope (Fig. 3–4) es aquel que en estado de reposo y percibiendo rayos
paralelos en su superficie, su longitud y curvaturas son tales, que la luz converge exactamente en la retina. Un ojo así ve 20/20.

Fig. 3–4.

Ojo emétrope. Es aquel en el que convergen los rayos paralelos a la superficie ocular por efecto de las curvaturas del ojo en la retina sin que se
modifique la curvatura del cristalino, es decir, sin que se utilice la acomodación.

Si a un ojo emétrope se acerca un objeto, por ejemplo a 30 cm, la luz incidirá sobre la superficie con –3 D (tres dioptrías negativas) y los rayos de luz,
por tanto, caerían supuestamente por detrás del ojo sin poder enfocarse en la retina, ya que el sistema óptico está organizado para enfocar rayos
paralelos, por lo que un ojo emétrope tiene que emplear el mecanismo de acomodación para enfocar esa imagen. ¿Cuánto? Tres dioptrías positivas
para compensar las tres dioptrías negativas y así poder ver correctamente.

Como los índices de refracción no cambian y la córnea no puede modificar su curvatura, se requiere un mecanismo especial, la acomodación,
realizada por el cristalino, que es una lente elástica suspendida en medio del espacio óptico, unida y distendida por un ligamento que se llama zónula,
y que se ancla en la raíz del músculo ciliar. Si el músculo se contrae, relaja la zónula y, al relajarse, el cristalino deja de estar distendido; por ser elástico
se abomba, aumentando sus curvaturas, lo cual hace que converja la imagen (Fig. 3–5).
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CAPÍTULO
Fig. 3–5.
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Acomodación. En un ojo emétrope en reposo, los rayos paralelos que llegan a este se enfocan directamente en la retina, pero si los rayos de un
para compensar las tres dioptrías negativas y así poder ver correctamente.
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Como los índices de refracción no cambian y la córnea no puede modificar su curvatura, se requiere un mecanismo especial,
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realizada por el cristalino, que es una lente elástica suspendida en medio del espacio óptico, unida y distendida por un ligamento que se llama zónula,
y que se ancla en la raíz del músculo ciliar. Si el músculo se contrae, relaja la zónula y, al relajarse, el cristalino deja de estar distendido; por ser elástico
se abomba, aumentando sus curvaturas, lo cual hace que converja la imagen (Fig. 3–5).

Fig. 3–5.

Acomodación. En un ojo emétrope en reposo, los rayos paralelos que llegan a este se enfocan directamente en la retina, pero si los rayos de un
objeto cercano llegan divergentes a la superficie, el ojo emétrope tiene que emplear la acomodación, aumentar la curvatura del cristalino para
enfocarlos en la retina.

Este mecanismo es tan fino y exacto que el cristalino se relaja por acción del músculo ciliar exactamente la cantidad necesaria para colocar la imagen
en la retina; si se abombara más de lo debido o lo hiciera de manera insuficiente, la imagen cercana sería borrosa. El mecanismo se inicia
imperceptiblemente al poner un objeto cercano al observador. La acomodación se aprende en los primeros meses de edad, se graba en nuestro
cerebro, y, sin saberlo, la usaremos, con toda precisión y exactitud, cada vez que un objeto esté a menos de 6 m de nuestros ojos.

AMETROPÍAS
Miopía

Un ojo miope no es un ojo emétrope sino que sufre de una ametropía; es decir, en estado de reposo con los rayos de luz incidiendo paralelos al ojo
miope, sus curvaturas o su diámetro anteroposterior son distintos a lo normal y, en consecuencia, los rayos de luz no enfocan en la retina. En el caso
de un ojo miope, los rayos de luz convergen en forma precisa en un punto anterior a la retina, y divergen después de su cruce; por ello la imagen
formada es borrosa (Fig. 3–6).

Fig. 3–6.

Ojo miope. En este, al llegar los rayos paralelos a la superficie corneal convergen en un punto anterior a la retina.

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El grado de borrosidad depende de qué tan miope sea el ojo. Uno miope de una dioptría es un ojo en el que los rayos convergen antes de la retina; en
otras palabras, constituye un sistema óptico demasiado positivo. Para que los rayos converjan en la retina no deben provenir paralelos, sino que han
formada es borrosa (Fig. 3–6).
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Fig. 3–6.
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Ojo miope. En este, al llegar los rayos paralelos a la superficie corneal convergen en un punto anterior a la retina.

El grado de borrosidad depende de qué tan miope sea el ojo. Uno miope de una dioptría es un ojo en el que los rayos convergen antes de la retina; en
otras palabras, constituye un sistema óptico demasiado positivo. Para que los rayos converjan en la retina no deben provenir paralelos, sino que han
de llegar con un efecto divergente, es decir, con un valor negativo. De esa manera, el efecto positivo del ojo se neutraliza y la imagen se enfoca con
claridad en la retina.

Un ojo miope de una dioptría es uno en que la imagen se enfoca de modo claro si los rayos provienen de un punto que se encuentre a 1 m de distancia;
todo lo que se halle más allá de 1 m, el ojo miope de una dioptría, no lo ve bien. Para un miope de 10 dioptrías, cuya distancia focal está a 10 cm, todo
lo que está más allá de 10 cm se torna borroso, ve muy mal de lejos. Sin embargo, el miope necesita rayos divergentes (negativos) para ver bien, y lo
cercano, como ya se explicó, es negativo, por lo que el miope ve muy bien de cerca sin necesidad de emplear la acomodación.

Claro que el miope no aprecia esta ventaja porque el ojo emétrope ve bien de cerca usando la acomodación; sin embargo, cuando esta termina en la
época de la presbicia y todas las personas comienzan a ver mal de cerca porque se ha perdido el mecanismo de la acomodación, el miope ufanamente
se quita los anteojos y ve de manera perfecta de cerca. Cuando la hija “cincuentona” refiere con orgullo que su mamá nunca usó anteojos y podía
ensartar el hilo en la aguja a los 82 años de edad, se concluye que la señora era miope y por ello nunca necesitó anteojos para insertar la aguja. Tal vez
la señora no tuvo necesidad de ver bien de lejos en su juventud. La luz converge antes de la retina de un ojo miope porque las curvaturas anteriores
son muy acentuadas para el tamaño del ojo, o bien porque el tamaño del ojo es demasiado grande para sus curvaturas. Por tanto, las miopías existen
por aumento de curvatura o por incremento del eje axial; es decir, la miopía no es una enfermedad sino una forma del globo ocular.

La mala fama de la miopía tiene ciertos fundamentos. Primero, el miope ve mal de lejos en un mundo donde las cosas están cerca, pero también lejos,
por lo que necesita anteojos para desenvolverse con normalidad; estos no siempre son bien aceptados y culturalmente se interpretan como un signo
de debilidad. Un miope de tres dioptrías es ya una persona dependiente de la graduación para llevar una vida normal, dependencia que se torna
mayor en la medida que la graduación aumenta.

La miopía es un ojo de diámetro axial mayor, es un ojo más largo, de hecho, más grande. No es raro que con el crecimiento, cuando sobreviene un
desarrollo integral después de los 12 años de edad, el ojo también crezca y al hacerlo, su diámetro axial aumente, apareciendo o incrementándose la
miopía. El miope, con frecuencia, observa cómo aumenta gradual e inexorablemente su graduación y dependencia. Lo anterior angustia al paciente y a
sus padres, pero es parte de la evolución biológica. Con la detención del crecimiento, la miopía frecuentemente deja de aumentar y después de esa
época los cambios, si suceden, son en general de menor cuantía.

Es raro, pero puede suceder, que esta elongación continúe de modo gradual una vez terminado el desarrollo; aun así, los aumentos después de esta
edad son poco frecuentes. Cuando esto sucede y la miopía es muy alta, el crecimiento del eje axial produce cambios tróficos en las capas
coriorretinianas, las cuales, sujetas a una elongación gradual, dejan zonas de atrofia en la periferia de la retina que pueden producir desgarros y
agujeros y ser las causas desencadenantes de desprendimientos de retina. Incluso en la miopía media y baja, está demostrada una mayor incidencia
de desprendimientos de retina al compararse con la población general. Esta mayor tendencia a presentar enfermedad retiniana se explica sobre la
base de un polo posterior sujeto a crecimiento y distensión mayores que los de un ojo normal. De ahí también la mala fama de este defecto de
refracción.

La corrección óptica de un ojo miope incluye colocar delante de él una lente que neutralice el efecto positivo del ojo, es decir, una lente negativa de
igual poder dióptrico. Un ojo miope de una dioptría necesita una lente divergente o negativa de una dioptría para ver bien de lejos (Fig. 3–7).

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Corrección de un ojo miope. Para compensar el exceso de convergencia de un ojo miope, una lente divergente de igual cantidad al exceso de
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convergencia hará enfocar la imagen en la retina.
refracción.
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La corrección óptica de un ojo miope incluye colocar delante de él una lente que neutralice el efecto positivo del ojo, es decir, una lente negativa de
igual poder dióptrico. Un ojo miope de una dioptría necesita una lente divergente o negativa de una dioptría para ver bien de lejos (Fig. 3–7).

Fig. 3–7.

Corrección de un ojo miope. Para compensar el exceso de convergencia de un ojo miope, una lente divergente de igual cantidad al exceso de
convergencia hará enfocar la imagen en la retina.

Un ojo miope corregido se comporta como un ojo normal; de lejos ve bien porque los rayos caen exactamente en la retina; y de cerca, al llegar a esta,
los rayos divergentes, tendrá que utilizar la acomodación. Por ello, con frecuencia, en la edad de la presbicia, en lugar de tener que usar un anteojo
para ver de cerca, el miope se quita las gafas de lejos y utiliza de manera natural su miopía para poder leer.

Hipermetropía

Por definición, el ojo emétrope es un ojo que ve bien de lejos cuando los rayos que llegan paralelos a su superficie y sin que intervenga ningún
esfuerzo óptico convergen exactamente en la retina. Ya se definió que en el caso del ojo miope hay un exceso de convergencia. En el caso de la
hipermetropía sucede lo contrario. El ojo hipermétrope es aquel donde –en estado de reposo– los rayos de luz que llegan paralelos a su superficie
convergen de modo insuficiente, y la imagen no se enfoca en la retina (Fig. 3–8).

Fig. 3–8.

Ojo hipermétrope. Este ojo en estado de reposo y con los rayos incidiendo paralelos a su superficie, no puede enfocarlos en la retina. Le falta poder
de convergencia.

Si se observa la figura anterior, se concluye que esta falta de convergencia sucede porque las curvaturas son insuficientes o el diámetro axial
anteroposterior es demasiado corto para el sistema óptico.

¿Por qué entonces el ojo hipermétrope no tiene “mala fama”? ¿Por qué no se conocen tantos hipermétropes como miopes? El ojo hipermétrope
posee algunos recursos que usa para ver mejor. Por ejemplo, supóngase un ojo hipermétrope de una dioptría. En este, la imagen se formaría con
precisión 1 m por detrás de la retina y para ver bien necesita converger aún más la imagen: requiere convergerla +1 D (una dioptría positiva), la cual
obtiene, como todos los ojos, de un cristalino dispuesto siempre para acomodar constantemente, es decir, al relajar su zónula para aumentar su
curvatura una dioptría y así ver bien (Fig. 3–9).

Fig. 3–9.

Ojo hipermétrope acomodando. Este tipo de ojo puede aumentar su capacidad de convergencia mediante la acomodación y así enfocar los rayos
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obtiene, como todos los ojos, de un cristalino dispuesto siempre para acomodar constantemente, es decir, al relajar su zónula para aumentar su
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curvatura una dioptría y así ver bien (Fig. 3–9).
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Fig. 3–9.

Ojo hipermétrope acomodando. Este tipo de ojo puede aumentar su capacidad de convergencia mediante la acomodación y así enfocar los rayos
en la retina.

¡El ojo hipermétrope ve bien! Lo logra superando sus deficiencias al acomodar constantemente. Es un ojo “trabajador”. Se ufana de ver muy bien; de
hecho ni se da cuenta de que es hipermétrope. Si por lo general es un ojo “trabajador”, cuando ve de cerca es un héroe, pues ha de acomodar lo que
necesita para ver de lejos más de lo necesario para colocar los rayos en la retina cuando lee.

El ojo hipermétrope siempre está acomodando, en un continuo esfuerzo para ver bien. Como la acomodación es imperceptible, el paciente no
manifiesta síntoma alguno. ¿Qué hipermétropes se detectan cuando son jóvenes? A quienes presentan una cifra muy alta, de +6 D y a los niños
estrábicos, en quienes la acomodación es un estímulo para su estrabismo y a quienes, para reducirlo o eliminarlo, se les aplica esa graduación. El
resto de la población de hipermétropes pasa inadvertido; pero el paso del tiempo es inexorable, el hipermétrope lenta e inevitablemente pierde
elasticidad en el cristalino, y así más pronto que otros, siente la dificultad, primero para ver de cerca, y luego para ver de lejos. Un paciente así percibe
que su dificultad y su dependencia aumentan con el tiempo.

Desde el punto de vista óptico, el ojo hipermétrope es aquel que, por falta de poder en sus curvaturas o por un diámetro anteroposterior corto, su
óptica resulta insuficiente para converger los rayos en la retina. Es un ojo al que le falta poder positivo. Requiere de lentes positivas que compensen
este defecto. Las lentes positivas convergen, por lo que la corrección será positiva según el grado de hipermetropía.

En el hipermétrope no importa cómo lleguen los rayos a su superficie, este siempre tendrá que acomodar. El hipermétrope está condenado, mientras
pueda, a acomodar. El acomodar intensa y frecuentemente no daña el ojo. La naturaleza diseñó el sistema de acomodación para ser usado. Utilizarlo
intensamente, como tantas otras cosas en la vida, no tiene resultados adversos. “Dejad que los hipermétropes acomoden mientras puedan”. Este
enunciado pudiera ser el evangelio de la corrección hipermetrópica. La adaptación de lentes en ellos se debe hacer ante la insuficiencia de
acomodación, no antes. Adaptarles anteojos no evitará que lleguen más tardíamente a la presbiopía. El hipermétrope debe quedarse hipermétrope
mientras no lo declare. ¿Cuándo lo va a declarar? Cuando se manifiesten dificultades para leer, que es donde más tienen que acomodar. ¿Cuándo
sucederá esto? Cerca de los 40 años, o más tempranamente, según la intensidad de la hipermetropía.

Sólo hay una excepción a esta regla, y son los niños estrábicos con un componente hipermetrópico intenso. El tema se trata en el Capítulo 9, pero
algunas palabras sobre esto no sientan mal a manera de introducción.

Cuando se ve de cerca, se acomoda, y cuando se lee, es necesario cerrar la distancia entre los ojos, es decir, hay que hacerlos converger en el punto
deseado. Acomodar y converger es un solo tiempo. Por ello el desarrollo filogenético ha reducido el trabajo creando un circuito común, un reflejo de
acomodación–convergencia. Si un niño es hipermétrope intenso y necesita acomodar mucho de lejos, el circuito comienza a generar estímulos sobre
los músculos internos del ojo para converger y así, de manera súbita, el niño hipermétrope elevado puede presentar un estrabismo convergente. A
este tipo de estrabismo se le conoce como estrabismo acomodativo, y su solución es fácil de imaginar: se aplica al niño una corrección
hipermetrópica, con la cual deje de acomodar para ver de lejos y en consecuencia se corrige su estrabismo. Parece fácil, pero no siempre lo es; en
ocasiones, los músculos se tornan hipertróficos y entonces el resultado no es tan evidente.

¿Tiene mala fama la hipermetropía? No, a pesar de lo que se ha explicado y de que el ojo hipermétrope es sujeto de muchos más esfuerzos. Sin
embargo, su fama no es ilustre. El hipermétrope joven en general ve bien y desde el punto de vista cultural se acepta que, a cierta edad, se usen
anteojos. Así como la miopía, la hipermetropía no es una enfermedad, es una forma del ojo. Es un ojo más pequeño, más compacto. Por ello, tiene
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a que el iris P
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encuentre más cerca de la córnea y a que el ángulo de la cámara anterior se estreche con el paso del tiempo, y un día
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aparezca un glaucoma agudo de ángulo estrecho. Ser hipermétrope no quiere decir que ha de desarrollarse este tipo de glaucoma, sólo que se tiene
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una tendencia a padecerlo (Cap. 28).
hipermetrópica, con la cual deje de acomodar para ver de lejos y en consecuencia se corrige su estrabismo. Parece fácil, pero no siempre lo es; en
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ocasiones, los músculos se tornan hipertróficos y entonces el resultado no es tan evidente.
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¿Tiene mala fama la hipermetropía? No, a pesar de lo que se ha explicado y de que el ojo hipermétrope es sujeto de muchos más esfuerzos. Sin
embargo, su fama no es ilustre. El hipermétrope joven en general ve bien y desde el punto de vista cultural se acepta que, a cierta edad, se usen
anteojos. Así como la miopía, la hipermetropía no es una enfermedad, es una forma del ojo. Es un ojo más pequeño, más compacto. Por ello, tiene
mayor tendencia a que el iris se encuentre más cerca de la córnea y a que el ángulo de la cámara anterior se estreche con el paso del tiempo, y un día
aparezca un glaucoma agudo de ángulo estrecho. Ser hipermétrope no quiere decir que ha de desarrollarse este tipo de glaucoma, sólo que se tiene
una tendencia a padecerlo (Cap. 28).

Presbiopía

Presbiopía, presbicia y vista cansada son términos que se usan indistintamente para describir un estado gradual y progresivo de incapacidad para ver
bien de cerca. Ya se han descrito los mecanismos de acomodación; también se ha señalado cómo estos se van perdiendo gradualmente. Cuando se
manifiesta, aparece la presbiopía o presbicia, que son los términos correctos. La “vista cansada” es sin duda muy descriptiva, pero sugiere que,
como ya se ha visto suficiente, entonces el ojo ya no puede ver más.

Lo anterior es un concepto erróneo. El ojo siempre está listo para ver. Déjese pues el término en presbiopía.

No importa cuánto se haya leído, cómo o lo que se haya leído; de hecho, pudo no haberse leído nada. No importa si se usaron anteojos o dejaron de
usarse. Tampoco si se estuvo en la selva o si se llevó una vida urbana; es irrelevante si se hicieron ejercicios con los ojos o si se miró largamente el
cielo. Con lentitud, en todas las personas, el cristalino va creciendo por superposición de capas y su núcleo, más lejano a sus cápsulas, se va
endureciendo, con lo que pierde paulatinamente elasticidad. Así, cerca de los 45 años, esa capacidad de acomodar se torna insuficiente. Lo que se lee,
de modo habitual, se realiza a 40 cm de distancia de los ojos. Esto quiere decir que la luz reflejada de los objetos cercanos llega al ojo con rayos
divergentes, es decir, con rayos negativos que han de converger en la retina, neutralizando su efecto con poder positivo, y para ello sirve la
acomodación.

¿Cuánto poder de acomodación se necesita para leer a 40 cm? Recuérdese la fórmula D = 1/m = D = 1/0.40 = D = 2.5; 2.5 dioptrías a 40 cm. Si se acercan
los objetos a 33 cm, serán 3 dioptrías. Se requerirá más fuerza de acomodación entre más se acerque el observador a los objetos. Piense en un ojo
emétrope que hacia los 45 años ha perdido poco a poco acomodación y ya desenfoca cuando quiere ver objetos de cerca; los ve, pero no muy bien o se
borran cuando está leyendo. Quiere decir que es capaz de enfocar, pero no continuamente; en otras palabras, posee acomodación pero no es
suficiente para mantener siempre la imagen en la retina. La solución es colocar una lente positiva convergente que le permita hacerlo; por ejemplo, de
una dioptría. Si quiere leer a 40 cm, necesita 2.5 dioptrías para hacerlo; el anteojo ayuda con +1 dioptría y el ojo pondrá de su parte, con acomodación,
las 1.5 dioptrías que hacen falta para ver bien. Con el tiempo, este mismo paciente seguirá perdiendo fuerza de acomodación y el anteojo deberá
aumentar gradualmente en poder lo que haga falta. ¿Hasta dónde? Hasta las +2.5 dioptrías, a veces hasta 3, depende a qué distancia lea el individuo en
cuestión. El síntoma capital de la presbiopía ocurre cuando el paciente expresa que ya no puede ver bien de cerca y que necesita alejar los objetos para
verlos bien, usando la expresión muy característica: “me falta brazo para leer”.

Imagine un paciente de 48 años que aún tiene 1 o 1.5 dioptrías de acomodación y a quien se le exige leer a 30 cm. En ese punto, necesita 3 dioptrías de
acomodación y sólo tiene ya, por el paso del tiempo, la capacidad de 1.5 dioptrías de acomodación. Le faltan 1.5 dioptrías. No puede ver bien de cerca.
¿Qué hacer si sólo tiene 1.5? Su distancia focal será 1/1.5 = 66 cm. Rápidamente se aleja lo que lee a esa distancia y ve bien. Esto es incómodo y por eso
se queja, pero a esa distancia ese sujeto puede leer. Habrá que darle unos anteojos con 1.5 dioptrías para que pueda hacerlo con comodidad a 30 cm.

No faltará el astuto que a los 45 años diga: “a mí que me den lentes de 3 dioptrías, con ellos veo bien de cerca y no gasto en cambios posteriores de
anteojos”. Cierto, verá muy bien a 30 cm, pero, ¿qué pasará cuando con los anteojos puestos quiera ver el reloj que en su escritorio está a 80 cm? La
distancia focal de la lente de 3 dioptrías es de 33 cm. Si presenta cierta acomodación, podrá ver cosas más cercanas a los 30 cm, pero por más que
acomode y ponga fuerza de voluntad para ver a 80 cm, no verá el reloj en cuestión. ¿Por qué? Porque el cristalino en reposo puede engrosarse y dar
más fuerza positiva, pero no puede adelgazarse y dar poder negativo para compensar ese exceso de graduación. Por ello, las cosas a su tiempo. Una
lente de una dioptría tiene un foco de 1 m y ese paciente verá el reloj, además, con su acomodación restante leerá a 50 cm; es decir, tendrá más
variedad de focos. Con el tiempo, también es cierto, esto se perderá y se terminará “enjaulado” en esas lentes que limitan el foco a una distancia fija.
¿Pero, antes de que llegue ese momento, para qué anticiparse?

Un miope de 3 dioptrías, a los 45 años, ve bien a 30 cm sin emplear acomodación, pero con sus lentes para miopía se transforma en una persona
normal, y si este miope de 3 dioptrías quiere leer con sus lentes, su acomodación será insuficiente y tendrá que quitárselos o bien emplear una lente
bifocal.

Las lentes bifocales tienen la graduación de cerca en el sector inferior y la de lejos en el superior. Su indicación es para quienes requieran usar
anteojos de lejos para ver bien y necesiten además anteojos para ver de cerca. En miopes, hipermétropes o astigmáticos, el uso de una lente bifocal
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por razones laborales
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Un miope de 3 dioptrías, a los 45 años, ve bien a 30 cm sin emplear acomodación, pero con sus lentes para miopía se transforma en una persona
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normal, y si este miope de 3 dioptrías quiere leer con sus lentes, su acomodación será insuficiente y tendrá que quitárselos o bien emplear una lente
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bifocal.

Las lentes bifocales tienen la graduación de cerca en el sector inferior y la de lejos en el superior. Su indicación es para quienes requieran usar
anteojos de lejos para ver bien y necesiten además anteojos para ver de cerca. En miopes, hipermétropes o astigmáticos, el uso de una lente bifocal
por razones laborales puede ser útil. ¿Es mejor un par de anteojos bifocales o multifocales que dos pares de anteojos, uno para ver de cerca y otro
para ver de lejos? Es exactamente igual. Usar un par bifocal o multifocal, o dos pares de lentes es una decisión que corresponde al usuario, quien, por
comodidad o razones de trabajo, elige cualquiera de las opciones.

Astigmatismo

Hasta aquí se han analizado los defectos esféricos, miopía e hipermetropía, defectos en que la falta de precisión de enfoque se origina en un sistema
óptico donde las curvaturas de las lentes son normales aunque insuficientes, lo cual implica que no siempre sucede que estas curvaturas sean
iguales. Pongamos por ejemplo a la córnea, que es la lente más poderosa del sistema óptico ocular (42 D promedio de poder convergente), si se la
imagina como un casquete de esfera, las curvaturas a 90°, una de otra, son iguales, y en consecuencia, los rayos de luz que inciden sobre la curvatura
vertical enfocan en el mismo sitio en que lo hacen aquellos que incidieron en la curvatura horizontal. Dicho de otra manera, esa córnea funciona como
una lente esférica, pues tiene elmismo poder de refracción en las diferentes curvaturas de su superficie.

Sin embargo, con frecuencia la córnea sufre, irregularidades en la formación de sus curvaturas. Si al formarse embriológicamente los labios esclerales
crecieron más de un lado que de otro, si la córnea se hizo más gruesa o más curva en un sitio que en otro, si la formación de la órbita originó alguna
rigidez palpebral, o si hubo un traumatismo después del nacimiento que indujera la formación de tensión de un sector, el resultado sería la
transformación de la superficie esférica a una donde los meridianos de sus curvaturas no son iguales, es decir, a una lente aesférica o astigmática.
Un sistema óptico astigmático es aquel donde una de las curvaturas enfoca en la retina y la otra en cualquier otro sitio. En este caso, una de las
curvaturas enfocaría en la retina y la otra por delante de ella. La curvatura anormal es la que enfoca por delante de la retina, por lo que esta tiene
mayor poder que la otra y debido a ello los rayos convergen antes de la retina, es decir, constituye una curvatura miópica o, dicho correctamente, se
trata de un astigmatismo miópico (Fig. 3–10).

Fig. 3–10.

Astigmatismo. En el astigmatismo miópico una de las curvaturas puede enfocar parcialmente la imagen en la retina, mientras que la otra tiene un
exceso de poder convergente. En el astigmatismo hipermetrópico, uno de los meridianos carece de poder convergente, y en el astigmatismo
compuesto, un meridiano presenta exceso de fuerza convergente, mientras el otro posee una deficiencia de poder.

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hipermetrópico (Fig. 3–10).
Fig. 3–10.

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Astigmatismo. En el astigmatismo miópico una de las curvaturas puede enfocar parcialmente la imagen en la retina, mientras que la otra tiene un
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exceso de poder convergente. En el astigmatismo hipermetrópico, uno de los meridianos carece de poder convergente, y en el astigmatismo
compuesto, un meridiano presenta exceso de fuerza convergente, mientras el otro posee una deficiencia de poder.

Si la situación fuera distinta y una curvatura enfocara los rayos en la retina y la otra no pudiera enfocarlos en ella por falta de poder convergente, y
estuviera hipotéticamente enfocando por detrás de la retina, esa curvatura sería hipermetrópica, por lo que se trataría de un astigmatismo
hipermetrópico (Fig. 3–10).

Puede suceder también que una curvatura fuera miópica y la otra hipermetrópica, en cuyo caso sería un astigmatismo compuesto; o que ambas
curvaturas enfocaran antes de la retina pero en diferentes sitios, en cuyo caso sería una miopía con astigmatismo miópico, o el caso contrario, que las
dos fueran insuficientes y enfocaran por detrás de la retina constituyéndose una hipermetropía con astigmatismo hipermetrópico. En cualquiera de
estos casos, lo que sucede es que las curvaturas excesivas o insuficientes de la córnea hacen que la imagen final no se forme en la retina y por esta
razón el paciente vea mal (Fig. 3–10).

Un paciente astigmático no ve tan mal, pero no bien ni de lejos ni de cerca. En las figuras del astigmatismo miópico, del hipermetrópico y del
astigmatismo compuesto se observa que una parte de los rayos refractados llega a la retina mientras que la otra cae cerca y por fuera o por dentro de
ella. Esto no significa que el individuo vea las cosas a la mitad, sino que el contorno general de la imagen no es perfecto. El astigmático ve, por tanto,
algo borroso. Es característico que para ver mejor entrecierre los ojos, modifique la curvatura aberrante, disminuya su defecto y vea mejor.

La corrección de un paciente astigmático se realiza con una lente que en el meridiano de la curvatura normal no tenga poder refractivo alguno,
mientras que en la otra posea el suficiente poder positivo (convergente) o negativo (divergente) para contrarrestar el efecto indeseado de la refracción
ocular. Tales lentes se llaman cilíndricas por contener poder dióptrico en uno solo de los meridianos y se orientan según el eje de la curvatura donde
se halla el error de refracción.

LENTES DE CONTACTO
Si se han entendido los defectos de refracción y la manera de corregirlos con anteojos, resulta fácil suponer que esta corrección se puede llevar a cabo
también con una lente que, en contacto con la superficie ocular, corrija con la graduación deseada el defecto del individuo en cuestión. La idea de
adaptar lentes de contacto en los pacientes amétropes (con defectos de refracción) surgió como una necesidad cosmética desde hace muchos años,
aunque poseen pocas ventajas verdaderas sobre las lentes de armazón. Puede argumentarse que al estar en contacto con la superficie aumentan el
campo visual al eliminar los límites del armazón y la aberración óptica que ocurre en las lentes aéreas habituales. Esto es cierto, pero lo es también
que un individuo,
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Hay ciertas
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los ojos se ven más pequeños de lo que en realidad son, y lo contrario en los sujetos con grandes graduaciones positivas. Toda lente altera, por
razones que no se plantean aquí, el tamaño de la imagen (recuérdese cómo el sistema galileico de telescopios funciona magnificando la imagen
Si se han entendido los defectos de refracción y la manera de corregirlos con anteojos, resulta fácil suponer que esta corrección se puede llevar a cabo
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también con una lente que, en contacto con la superficie ocular, corrija con la graduación deseada el defecto del individuo en cuestión. La idea de
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adaptar lentes de contacto en los pacientes amétropes (con defectos de refracción) surgió como una necesidad cosmética desde hace muchos años,
aunque poseen pocas ventajas verdaderas sobre las lentes de armazón. Puede argumentarse que al estar en contacto con la superficie aumentan el
campo visual al eliminar los límites del armazón y la aberración óptica que ocurre en las lentes aéreas habituales. Esto es cierto, pero lo es también
que un individuo, en su vida diaria, emplea poco su visión periférica extrema, por lo que esta ventaja es más hipotética que práctica.

Hay ciertas condiciones en que las lentes de contacto están indicadas. Si se observa un paciente que usa una graduación miópica alta, se notará que
los ojos se ven más pequeños de lo que en realidad son, y lo contrario en los sujetos con grandes graduaciones positivas. Toda lente altera, por
razones que no se plantean aquí, el tamaño de la imagen (recuérdese cómo el sistema galileico de telescopios funciona magnificando la imagen
mediante distancias focales y una combinación de lentes, y cómo al revés minimiza). Esta alteración en el tamaño se reduce al poner los sistemas
ópticos en contacto, lo cual sería una ventaja en las lentes de contacto.

Puede argumentarse entonces, a favor del uso de estas lentes, que la imagen final es más real. Esto en la práctica tiene pocas ventajas porque el
paciente, después de un tiempo, aprende a ver y a interpretar su campo de acuerdo con estas imágenes espaciales. Hay, sin embargo, una condición
en la que la ventaja de tener una lente de contacto con una imagen más real a la normal es verdadera.

Piense en un sujeto que en el ojo derecho tiene una dioptría de miopía y en el ojo izquierdo una miopía de 14 dioptrías; ponerse un anteojo así, a más
de desfigurar, produciría en la retina imágenes de tamaño desigual que originarían confusión y visión doble. En estos casos, sin duda, la lente de
contacto está indicada. Estos pacientes con grandes diferencias de graduación entre un ojo y otro, que inducen con la corrección de lentes aéreos
imágenes de desigual tamaño en la retina, se conocen como anisométropes.

La anisometropía es una indicación absoluta para el uso de lentes de contacto.

Los pacientes con queratocono, debido a la gran irregularidad de las curvaturas corneales, son incapaces de obtener una visión aceptable con el
empleo de lentes de armazón.

La visión en ellos, por más graduación que se les aplique, siempre será insuficiente, ya que los rayos de luz al pasar por las curvaturas ectásicas e
irregulares producen imágenes distorsionadas que no es posible enfocar aceptablemente en la retina. La adaptación de lentes de contacto en estos
individuos es imperiosa debido a que la lente de contacto produce una curvatura superficial homogénea.

Excepción hecha de aquellos pacientes con queratocono, anisometropía y la relativa indicación en sujetos con grandes graduaciones bilaterales, el
uso de lentes de contacto es innecesario. En el resto de los casos, la adaptación de ellos se realiza por razones estrictamente cosméticas.

La mercadotecnia maneja el argumento de que la lente de contacto evita que el defecto refractivo avance. La razón esgrimida es que en contacto con la
superficie, la presión sobre la córnea evita que el eje axial o las curvaturas crezcan y así la graduación aumente.

Se ha demostrado que esto es falso, ya que al liberar la presión sobre la córnea la forma se recupera. No sólo eso, sino que también se ha demostrado
que una adaptación incorrecta puede favorecer cambios importantes sobre la curvatura corneal en sentido inverso, es decir, aumentando de manera
transitoria la graduación; sin embargo, también es cierto que este fenómeno es reversible y que, al suspender el uso de lentes de contacto, se
recupera la forma original.

El avance tecnológico y los factores de mercado han generado un sinnúmero de lentes de contacto. Las hay rígidas, semirrígidas, permeables al gas,
blandas, desechables y de uso prolongado, entre otras. Las diferencias entre ellas son las moléculas que componen el plástico empleado. En la
mayoría de ellas hay polimetilmetacrilato (PMMA), con algunos polímeros que, en mayor o menor cantidad, proporcionan a la lente características de
mayor permeabilidad al oxígeno o de mayor concentración de agua. Al modificar estos componentes, las casas fabricantes producen mejor tolerancia
y mayor comodidad. No obstante, no hay una lente mejor que otra. Hay pacientes que se adaptan mejor a un determinado material. Eso es todo.

El uso de lentes de contacto no es inocuo. Hay múltiples complicaciones comunicadas en las publicaciones especializadas que comprenden desde la
simple intolerancia hasta problemas de oxigenación y úlceras infecciosas que pueden poner en peligro la visión. Su uso, por tanto, debe ser
cuidadoso y un paciente adaptado ha de vigilarse con periodicidad.

CIRUGÍA REFRACTIVA
La finalidad de la cirugía refractiva es eliminar errores de refracción, y, al ser la córnea la lente más importante del sistema óptico ocular, al modificar
su curvatura se puede mejorar significativamente la graduación del paciente.

Para tal efecto se utilizaron inicialmente (1970–1985) cortes radiados de 80% del espesor de la córnea, y se obtuvo con ello un abombamiento de la
periferia corneal con un aplanamiento del centro de esta, que dieron como resultado la pérdida del poder refractivo y en consecuencia una
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disminución de la miopía.
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A esta técnica se le conoció como queratotomía radiada y se practicó mucho en las décadas de 1970 y 1980. Aunque no exenta de complicaciones, la
queratotomía radiada se difundió ampliamente y, si bien era poco predecible, dio resultados satisfactorios.
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La finalidad de la cirugía refractiva es eliminar errores de refracción, y, al ser la córnea la lente más importante del sistema óptico ocular, al modificar
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su curvatura se puede mejorar significativamente la graduación del paciente.

Para tal efecto se utilizaron inicialmente (1970–1985) cortes radiados de 80% del espesor de la córnea, y se obtuvo con ello un abombamiento de la
periferia corneal con un aplanamiento del centro de esta, que dieron como resultado la pérdida del poder refractivo y en consecuencia una
disminución de la miopía.

A esta técnica se le conoció como queratotomía radiada y se practicó mucho en las décadas de 1970 y 1980. Aunque no exenta de complicaciones, la
queratotomía radiada se difundió ampliamente y, si bien era poco predecible, dio resultados satisfactorios.

En un afán por conseguir en estos casos una corrección más precisa y estable, con menor índice de complicaciones, a principios de la década de 1990
hizo su aparición el láser excimer para la corrección de defectos refractivos.

La palabra EXCIMER proviene de la contracción de excited dimmer y se trata de un gas raro y mezclado (argón fluorinado) que emite su radiación en el
espectro de los 193 nm. Este tipo de luz ultravioleta se absorbe en la córnea. La emisión láser de esta luz y su absorción en el tejido corneal produce un
efecto fototérmico conocido como fotoablación, que rompe las uniones moleculares de la colágena corneal y las evapora. La absorción se produce al
contacto superficial de la luz. Estas cualidades permitieron el diseño de equipos sofisticados que, controlados por computadora, emiten la cantidad
de energía justa necesaria para eliminar cierta cantidad de tejido sin dejar cicatriz alguna.

La cantidad de tejido de la superficie central de la córnea a ser eliminada se controla también con computadora, con lo que se obtiene una eliminación
micrométrica y atraumática del tejido corneal (aplanando la superficie) y que, por ende, corrige el defecto refractivo.

La técnica de fotoablación queratorrefractiva para la corrección de errores de graduación tiene diferentes modalidades. Hoy en día se pueden corregir
graduaciones miópicas altas, hasta de 6 y 8 dioptrías e hipermetrópicas, hasta de 5 dioptrías, con buenos resultados. La cirugía queratorrefractiva por
ablación, ya sea en la superficie o intraestromal (PRK, LASEK, LASIK y otras) son las técnicas empleadas con mayor frecuencia (Fig. 3–11).

Fig. 3–11.

Técnica fotoablativa intraestromal. LASIK. Se levanta un colgajo de 130 μm, que incluye epitelio y estroma anterior, se deja expuesto el resto del
estroma para efectuar fotoablación con láser sobre él. Al término de la aplicación del láser, el colgajo plegado se recoloca sobre la superficie de la
córnea. (Cortesía del Dr. Tito Ramírez).

Sin embargo, los pacientes con grandes errores de refracción (mayores de 10 dioptrías) continúan sin que se cuente para ellos con una técnica
predecible y con mínimas complicaciones. Para este grupo se intenta el uso de lentes intraoculares (Fig. 3–12). Dichas lentes existen en distintas
modalidades y sus resultados son muy satisfactorios, aunque siempre deberán ser ponderados con el paciente sus beneficios con las posibles
complicaciones por tratarse de una técnica más invasiva intraocular.

Fig. 3–12.

Lente intraocular para alta miopía.


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modalidades y sus resultados son muy satisfactorios, aunque siempre deberán ser ponderados con el paciente sus beneficios con las posibles
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complicaciones por tratarse de una técnica más invasiva intraocular.
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Fig. 3–12.

Lente intraocular para alta miopía.

En cualquier caso, debe señalarse que la cirugía refractiva no es una necesidad y se encuentra lejos de constituir una indicación médica. Las
operaciones se realizan a aquellos pacientes que no quieren usar anteojos o no toleran los lentes de contacto. Los sujetos miopes buscan la
intervención quirúrgica por distintas razones, pero la razón principal es para disminuir la dependencia que sienten de la corrección óptica.

PUNTOS A RECORDAR

Comprender las bases ópticas de la miopía, hipermetropía, presbiopía y astigmatismo es un ejercicio mental útil en quien aspira a tener un
entendimiento científico del entorno. No es necesario saberlas. No tiene utilidad práctica para el ejercicio de la medicina general.

La miopía es un defecto de refracción caracterizado por un ojo que resulta demasiado fuerte ópticamente para el mundo que lo rodea. La
miopía sucede porque el ojo es más grande axialmente (diámetro anteroposterior), o porque sus curvaturas son demasiado convergentes para
los rayos luminosos del medio.

La hipermetropía es un defecto de refracción caracterizado por un ojo que resulta ser demasiado débil ópticamente como para enfocar los
rayos en la retina.

La hipermetropía se presenta en ojos cuyo diámetro axial es menor o cuyas curvaturas son relativamente débiles como para enfocar los rayos
de luz en la retina.

La presbiopía ocurre por pérdida gradual de la acomodación y se manifiesta por dificultad progresiva para ver de cerca. Esta dificultad se
presenta en los ojos normales hacia los 45 años de edad y es progresiva durante un decenio.

El astigmatismo es un defecto de refracción caracterizado por una diferencia entre las curvaturas principales de la córnea, en donde un
meridiano es más curvo o más plano que el otro.

En el astigmatismo, una de las curvaturas enfoca directamente en la retina mientras que la otra lo lleva a cabo por delante (astigmatismo
miópico) o por detrás de ella (astigmatismo hipermetrópico).

Los defectos astigmáticos pueden asociarse con miopía o hipermetropía verdadera.

La miopía se corrige con lentes divergentes (negativas).

La hipermetropía se corrige con lentes convergentes (positivas).


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El astigmatismo
CAPÍTULO se corrige
3: El ojo como conóptico,
sistema lentes cilíndricas.
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La presbicia se corrige con lentes convergentes (positivas); estas sólo son útiles para ver de cerca. Es posible usar lentes bifocales, en las cuales
el segmento inferior se emplea para la visión cercana.
operaciones se realizan a aquellos pacientes que no quieren usar anteojos o no toleran los lentes de contacto. Los sujetos miopes buscan la
intervención quirúrgica por distintas razones, pero la razón principal es para disminuir la dependencia queUniversidad
sienten de laJuarez del Estado
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PUNTOS A RECORDAR

Comprender las bases ópticas de la miopía, hipermetropía, presbiopía y astigmatismo es un ejercicio mental útil en quien aspira a tener un
entendimiento científico del entorno. No es necesario saberlas. No tiene utilidad práctica para el ejercicio de la medicina general.

La miopía es un defecto de refracción caracterizado por un ojo que resulta demasiado fuerte ópticamente para el mundo que lo rodea. La
miopía sucede porque el ojo es más grande axialmente (diámetro anteroposterior), o porque sus curvaturas son demasiado convergentes para
los rayos luminosos del medio.

La hipermetropía es un defecto de refracción caracterizado por un ojo que resulta ser demasiado débil ópticamente como para enfocar los
rayos en la retina.

La hipermetropía se presenta en ojos cuyo diámetro axial es menor o cuyas curvaturas son relativamente débiles como para enfocar los rayos
de luz en la retina.

La presbiopía ocurre por pérdida gradual de la acomodación y se manifiesta por dificultad progresiva para ver de cerca. Esta dificultad se
presenta en los ojos normales hacia los 45 años de edad y es progresiva durante un decenio.

El astigmatismo es un defecto de refracción caracterizado por una diferencia entre las curvaturas principales de la córnea, en donde un
meridiano es más curvo o más plano que el otro.

En el astigmatismo, una de las curvaturas enfoca directamente en la retina mientras que la otra lo lleva a cabo por delante (astigmatismo
miópico) o por detrás de ella (astigmatismo hipermetrópico).

Los defectos astigmáticos pueden asociarse con miopía o hipermetropía verdadera.

La miopía se corrige con lentes divergentes (negativas).

La hipermetropía se corrige con lentes convergentes (positivas).

El astigmatismo se corrige con lentes cilíndricas.

La presbicia se corrige con lentes convergentes (positivas); estas sólo son útiles para ver de cerca. Es posible usar lentes bifocales, en las cuales
el segmento inferior se emplea para la visión cercana.

La anisometropía es una diferencia importante de graduación entre los ojos. Si se corrige esta diferencia con graduación de lentes aéreos, en
los que uno sea más fuerte que el otro, se formarán imágenes de tamaño desigual en las retinas con la consecuente visión doble.

Las lentes de contacto constituyen una indicación en la anisometropía y el queratocono, y son recomendables en las graduaciones altas. En el
resto de los casos se usan por razones cosméticas.

La cirugía refractiva es un conjunto de procedimientos destinados a modificar las curvaturas del ojo, con lo cual mejora la visión. Los
procedimientos, unos más que otros, no están exentos de complicaciones y no siempre son tan predecibles como para corregir perfectamente
el defecto refractivo. Las lentes de contacto no son mejores para solucionar problemas de refracción medios o bajos que los anteojos
convencionales.

A la miopía se asocian con frecuencia anormalidades retinianas que pueden originar desprendimientos de retina. El desprendimiento de retina
es más frecuente en los pacientes miopes. La presencia de miodesopsias y fotopsias en ellos obliga a la exploración cuidadosa de la retina.

En ocasiones la hipermetropía se asocia con glaucoma de ángulo estrecho. La aparición de dolor ocasional y halos alrededor de las luces debe
hacer sospechar la presencia de esta entidad.

CASOS CLÍNICOS

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CASOS CLÍNICOS
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se tornan borrosos y le duele la cabeza.
hacer sospechar la presencia de esta entidad.
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CASOS CLÍNICOS

CASOS CLÍNICOS

CASO 1. Varón de 47 años que ve muy bien de lejos. De cerca, cuando quiere leer, tiene que alejar los objetos y si lee mucho tiempo los renglones
se tornan borrosos y le duele la cabeza.

Diagnóstico probable: presbiopía.

Comentario: hacia los 45 años de edad se pierde la acomodación y con ella la capacidad para ver bien de cerca.

CASO 2. Mujer de 27 años que a la exploración presenta una agudeza visual (AV) en ambos ojos de 20/200. De cerca no tiene problemas para leer. El
resto de la exploración es normal.

Diagnóstico probable: miopía.

Comentario: el paciente miope ve bien de cerca y mal de lejos.

CASO 3. Varón de 28 años con AV en los dos ojos de 20/30. Al explorarlo, el paciente entrecierra los ojos. De cerca ve bien, pero se cansa después de
un tiempo de estar leyendo. El resto de la exploración es normal.

Diagnóstico probable: astigmatismo.

Comentario: el paciente astigmático ve bastante bien porque un meridiano de la imagen enfoca directamente en la retina, mientras que el
otro meridiano está fuera de foco. Entrecerrando los ojos mejora su visión, pues regulariza las curvaturas corneales.

CASO 4. Varón de 39 años, toda su vida vio muy bien, tanto de lejos como de cerca, pero desde hace dos años presenta cansancio para leer y
desenfoque ocasional en la visión cercana.

Diagnóstico probable: hipermetropía.

Comentario: el hipermétrope usa la acomodación para ver bien de lejos y de cerca. Como de cerca tiene que acomodar más, comenzará
primero con dificultades para la visión cercana.

CASO 5. Varón de 50 años. Desde joven usa anteojos; con ellos ve bien de lejos. Hace tiempo no puede leer con ellos el periódico y para hacerlo
tiene que quitárselos.

Diagnóstico probable: miopía para ver de lejos y presbiopía.

Comentario: el miope ve bien de lejos cuando se ha corregido la visión, pero al ver de cerca con los anteojos presenta presbiopía. En cambio,
cuando se quita los anteojos para observar figuras u objetos cercanos, los ve bien porque aprovecha su miopía.

MITOS POPULARES

La miopía es una enfermedad que tiende a agravarse hasta que el sujeto queda ciego.

La miopía es una forma, no una enfermedad, y como forma que es, tiende a aumentar con el crecimiento. Si un ojo miope es más largo de lo normal,
al crecer tiende a ser más grande y, por tanto, más miope.

Por haber leído mucho y con mala luz, un individuo a los 45 años de edad no puede ver bien de cerca.

Hacia los 45 años, en un ojo normal aparece presbiopía y es normal que no pueda leer de cerca y nada tiene que ver con la manera en la que se ha
visto o leído.

El uso de lentes de contacto detiene la miopía.


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Es necesario operarse para evitar que la miopía avance.


cuando se quita los anteojos para observar figuras u objetos cercanos, los ve bien porque aprovecha su miopía.
Universidad Juarez del Estado de Durango
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MITOS POPULARES

La miopía es una enfermedad que tiende a agravarse hasta que el sujeto queda ciego.

La miopía es una forma, no una enfermedad, y como forma que es, tiende a aumentar con el crecimiento. Si un ojo miope es más largo de lo normal,
al crecer tiende a ser más grande y, por tanto, más miope.

Por haber leído mucho y con mala luz, un individuo a los 45 años de edad no puede ver bien de cerca.

Hacia los 45 años, en un ojo normal aparece presbiopía y es normal que no pueda leer de cerca y nada tiene que ver con la manera en la que se ha
visto o leído.

El uso de lentes de contacto detiene la miopía.

Nada tiene que ver. La fama que poseen las lentes de contacto de detener la miopía surgió de que, cuando sucede la adaptación, en la mayoría de
los casos durante la adolescencia tardía, la miopía deja de incrementarse espontáneamente.

Es necesario operarse para evitar que la miopía avance.

Hacia los 21 años, si ha de aumentar, poco se incrementa la miopía ya sea que se utilicen anteojos, lentes de contacto o se opere. La razón para
considerar una intervención quirúrgica se basa exclusivamente en el deseo del paciente de ver bien sin ellos, pero de ninguna manera afecta la
historia natural de la miopía. De cualquier modo, no se debe realizar cirugía refractiva antes de los 18 años; la razón es que los cambios refractivos
por efecto del crecimiento son frecuentes antes de esta edad.

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CAPÍTULO 3: El ojo como sistema óptico, Enrique Graue Wiechers Page 17 / 17
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