Está en la página 1de 12

AMELA VALVERDE: CNEO POMPEYO MAGNO.

Capítulo XVII

EL «PRIMER TRIUNVIRATO» 1

Los optimates habían neutralizado hábilmente a Pupio Pisón y Afranio. A Pompeyo sólo
le quedaba el último recurso de recurrir a la fuerza, pero un nuevo factor alteró la situación.
A mediados del verano César volvió a Roma, después de haber desarrollado con éxito una
campaña militar contra los Lusitanos en la Hispania Ulterior2, y con la firme intención de ganar
las elecciones al consulado para el año siguiente. Su personalidad, habilidad política y energía
lo convertían en el hombre que Pompeyo buscaba desesperadamente.
Las fuentes señalan que la amicitia posteriormente conocida como «primer triunvirato»3
fue organizada y protagonizada por César, pero es imposible señalar cuándo se llevó a cabo
y quién llevó a cabo el primer paso. Las negociaciones fueron secretas aunque, ciertamente,
César reconcilió a Craso (que le apoyaba en su candidatura) con Pompeyo4. Así nació esta
coalición, prevista para tener un carácter circunstancial, cuyo objetivo era aprobar las leyes
necesarias para cada uno de los «triunviros».
En el momento del regreso de César, los optimates bloqueaban las ambiciones y las
necesidades de los tres. Craso había mostrado un interés personal por defender los derechos
de los publicanos en relación con los impuestos de Asia5. César se había encontrado con el
empecinamiento de Catón de privarle de su triunfo, debido a que el yerno de éste último, M.
Calpurnio Bibulo6, participaba en las elecciones consulares como candidato optimate (por
tanto, rival de César, con quien había compartido la edilidad y la pretura, y con quien

1
Sobre la historia de la década de los años cincuenta, vid: F. E. Adcock, "Dal convegno di Lucca al Rubicone",
en Università di Cambridge. Storia Antica IX, 2. Roma: La Repubblica 133-44 a.C. (Milano, 1973), 797-821. M.
Cary, "Il primo triunvirato", en Università di Cambridge. Storia Antica IX, 2. Roma: La Repubblica 133-44 a.C.
(Milano, 1973), 671-707. T. P. Wiseman, "Caesar, Pompey, and Rome, 59-50 BC", en The Cambridge Ancient
History Volume IX. The Last Age to the Roman republic, 146-43 B.C. (Cambridge, 1994), 368-423. Sobre el papel
de Pompeyo, D. W. Knight, “Pompey concern with pre-eminence after 60 BC", Latomus 27 (1968), 878-883. R. T.
Ridley, "Pompey's commands in the 50's: How cumulative?", RhM 126 (1983), 136-148.
2
App. BC 2, 8. Dio 37, 52-53. Liv. Per. 103. Plut. Caes. 12, 1. Suet. DJ 54, 1.
3
Veleyo lo define como societas. Sobre el primer triunvirato, vid: G. M. Bersanetti, Quando fu conclusa
l'alleanza fra Cesare, Pompeo e Crasso?, Palermo, 1924; "La tradizione antica e l'opinione degli storici moderni sul
primo triumvirato", RvIGI 11 (1927), 1-20 y 185-204 y 12 (1928), 21-42. H. A. Sanders, "The So-Called First
Triumvirate", MAAR 10 (1932), 55-68. R. Hanslik, "Cicero und das erste Triumvirat", RhM 98 (1955), 324-334. Th.
N. Mitchell, "Cicero, Pompey, and the Rise of the First Triumvirate", Traditio 29 (1973), 1-26. G. R. Stanton and B.
A. Marshall, "The Coalition between Pompeius and Crassus 60-59 BC", Historia 24 (1975), 205-219. G. Zecchini,
"La data del cosidetto primo triumvirato", RIL 109 (1975), 399-410. A. Ferrill, "The Wealth of Crassus and the origins
of the «First Triunvirate»", AncW 1 (1978), 169-177. R. T. Ridley, "What's in the name: The so-called First
Triumvirate", Arctos 33 (1999), 133-144. El único triunvirato legítimamente constituido fue el que posteriormente
formaron Octavio, Lépido y Marco Antonio en el año 43 a.C.
4
App. BC 2, 9. Dio 37, 54, 3; 37, 56-58, 1. Flor. 2, 13, 9-11. Liv. per. 103. Plut. Caes. 13, 3-14, 1; Pomp. 47,
2. Suet. DJ 19, 2. Vell. 2, 44, 1-2. Algunas fuentes, como Floro y Veleyo, señalan la formación del «triunvirato»
después de celebradas las elecciones. Floro ilustra bien la situación: «Puesto que César deseaba conseguir prestigio
público, Craso aumentarlo y Pompeyo conservarlo, y todos ambicionaban el poder, llegaron con facilidad a un acuerdo
para apoderarse dela República». Livio lo define como: conspiratio inter tres civitatis principes.
5
Cic. Att. 1, 17, 9.
6
Sobre este personaje, vid: R. Syme, "M. Bibulus and Four Sons", HSCPh 91 (1987), 185-198.

191
L. Amela Valverde

precisamente no se encontraba en términos amistosos, sino todo lo contrario7). De Pompeyo


ya se ha hablado extensamente.
César llegó a Roma demasiado tarde para preparar y celebrar su triunfo y presentar luego
su nominación para las elecciones consulares el día designado. César pidió al Senado que le
permitiera presentarse in absentia, lo que era muy lógico, pero la oposición de Catón lo
impidió. Si el objetivo era que César abandonara su candidatura, Catón cometió un grave error
de cálculo: César abandonó la celebración de su triunfo8. Esta conducta ofrece una imagen
precisa de su personalidad.
Por sí mismos, Pompeyo y Craso habían fracasado en sus intentos de lograr sus objetivos.
Juntos, con César como cónsul resuelto, las conexiones de Craso, y la riqueza y los veteranos
de Pompeyo, se podría superar la resistencia de los optimates9. Los tres se habían encontrado
con el muro representado por Catón. Cicerón, instintivo, acusó a Catón de que su actuación
estaba produciendo daño a su propia causa, y de creer, no sin razón, que creía estar viviendo
en la república ideada por el filósofo Platón (428-347 a.C.)10.
La intransigencia de Catón fue la responsable de que Pompeyo cayera en los brazos de
César11. Los métodos que Pompeyo había utilizado anteriormente se mostraron inútiles durante
los años 61 y 60 a.C. Pompeyo no tuvo más alternativa que retornar a la vía popularis, de la
que había querido prescindir de manera expresa al licenciar a sus veteranos y mantenerse al
margen de las manipulaciones sobre la plebe urbana.
El precio exigido por César fue obtener un gran mando militar parecido al que había
disfrutado Pompeyo anteriormente. En cierto sentido, Pompeyo estaba cooperando en la
carrera de su rival a su propia supremacía, aunque en este momento nadie podría prever el
éxito de César en las Galias, y es de suponer que Pompeyo tomaría las medidas oportunas para
que César no se volviera demasiado poderoso. Sea como fuere, Pompeyo no utilizó a César
como un medio de ganar posteriormente la aceptación de los optimates.
No sin gran sorpresa, César y Bibulo salieron elegidos, eso sí, después de efectuarse
múltiples sobornos al electorado12. César, debido a las circunstancias, se verá obligado a
efectuar una auténtica revolución en cuanto al papel del cónsul: por primera vez, se utilizará
esta magistratura para efectuar una amplia labor legislativa, apoyada en la asamblea popular
(manejada por los veteranos de Pompeyo), en contra de la voluntad del Senado13.

7
Cic. Flacc. 2; prov. cos. 20-25; 47; Rab. Post. 19; Sest. 72; Vat. 28.
8
App. BC 2, 8. Dio 37, 54, 1-2. Plut. Caes. 13, 1-2; Cato 31, 2-3. Suet. DJ 18, 2.
9
No en vano, esta alianza fue definida por Varrón con el término griego Tricáranos, «el monstruo de tres
cabezas» (App. BC 2, 9. Cic. Att. 2, 25, 1), un libro que el erudito escribió en contra de esta coalición. Vid: R.
Astbury, "Varro and Pompey", CQ 17 (1967), 403-407.
10
Cic. Att. 2, 1, 8; 2, 9, 1ss.
11
Cf. Flor. 2, 13, 8-9. Lucan. 1, 84ss. Plut. Cato 30, 9.
12
Plut. Caes. 14, 2. Suet. DJ 19, 1. Sobre el desarrollo de estas elecciones, vid: W. C. Grummel, “The consular
elections of 59 B.C.”, CJ 49 (1954), 351-355.
13
Plut. Caes. 14, 2 y 6. Sobre el primer consulado de César, vid: F. B. Marsh, F. B.: "The Chronology of Caesar's
Consulship", CJ 22 (1927), 504-524. L. R. Taylor, "On the Chronology of Caesar First Consulship", AJPh 72 (1951),
254-268; “The Dating of Major Legislation and Elections in Caesar’s First Triumvirate”, Historia 17 (1968), 173-193.
R. E. Smith, "The significance of Caesar's Consulship in 59 BC", Phoenix 18 (1964), 303-313. Ch. R. Meier, "Zur
Chronologie und Politik in Caesar's ersten Konsulat", Historia 10 (1961), 68-98. P. Grimal, “Le contenu historique
du Contre Pison”, CRAI (1966), 95-107. G. Gottlieb, "Zur Chronologie in Caesars erstem Consulat", Chiron 4 (1974),
243-250. Chr. Meier, "Das kompromiss-Angebot am Caesar im J. 59 v. Chr., ein beispel senatorischer
«Verfassungspolitik»", MH 32 (1975), 197-208.

192
Cneo Pompeyo Magno. El defensor de la República romana

En el primer mes del consulado de César en el año 59 a.C. se presentó su proyecto de ley
agraria, que preveía la distribución de tierra pública en Italia para los veteranos y
desempleados, así como la compra de las extensiones de tierra necesaria según la valoración
del año anterior y sin obligación de vender para los propietarios. Se trataba de una propuesta
moderada, que evitaba cualquier amenaza a la propiedad privada y a las finanzas estatales
(sería costeada con el nuevo rédito de las conquistas de Pompeyo). Pero esto no impidió que
encontrara una férrea resistencia en el Senado, encabezada por supuesto por Catón, al que
incluso mandó encarcelar14. César vio que sus esfuerzos en buscar cooperación con el Senado
eran vanos, y llevó sus propuestas a la asamblea popular15.
Pompeyo acusó hábilmente al Senado de envidia e inconsistencia, puesto que los
senadores habían aceptado en principio la política de concesión de tierras a los veteranos en
el año 70 a.C., cuando fueron beneficiarios los soldados de Metelo Pío. Se arguyó entonces
que la tesorería estaba exhausta, pero ahora estaba llena a rebosar gracias a sus victorias, y era
lógico que los soldados y el pueblo se beneficiaran de sus conquistas.
Ante la insistencia de César, Pompeyo pronunció un discurso en la asamblea del pueblo
para apoyar el proyecto, y acabó su discurso con estas palabras: «Si cualquiera se atreve a
levantar una espada, yo levantaré también mi espada y mi escudo»16. Es decir, si alguien
utilizaba la violencia, Pompeyo saldría en defensa de los intereses del pueblo que, en este
momento, eran sus intereses particulares.
A finales de enero el proyecto de ley estaba listo para ser puesto a votación. Bibulo
intentó frenarlo mediante el uso de la obnuntiatio (declarar que los augurios no eran
favorables), y declarar fiestas públicas todos los días hábiles para reunir la asamblea.
Fracasadas estas maniobras de dilación, Bibulo intentó imponer su veto. Pero Pompeyo y
César estaban listos para pasar a la acción. El lugar donde se iba a celebrar la asamblea se llenó
de veteranos armados, convocados especialmente para la ocasión y, en cuanto Bibulo empezó
a hablar, fue expulsado a la fuerza. Las fasces, sus insignias de magistrado, fueron rotas, y un
cubo de estiércol acabó encima de su cabeza. Un indigno espectáculo, pero que ya se estaba
convirtiendo en algo demasiado frecuente. Bibulo, dos tribunos, y varios partidarios suyos,
resultaron heridos17.
Por supuesto, el proyecto de ley fue aprobado18. Al día siguiente Bibulo intentó en el
Senado asegurar su nulidad, pero no encontró a nadie que se atreviera a presentar la moción19,
por lo que se retiró a su casa, y pasó el resto del año mirando el cielo y declarando que los
augurios eran desventajosos, con lo que invalidaba desde el punto de vista técnico toda la
legislación de César, a la vez que emitía una oleada de decretos y folletos de propaganda20. Por
supuesto, este proceder originó una amplia mofa por parte del pueblo (algunos de sus boletines

14
Aunque este episodio puede pertenecer al segundo proyecto de ley agraria de César.
15
App. BC 2, 10. Cic. Att. 2, 3, 3; Fam. 13, 4, 2. Dio 38, 1-3. Gell. 4, 10, 8.Sen. Ep. 14, 13. Plut. Caes. 14, 3;
Cato 33, 3. Suet. DJ 20, 4. Val. Max. 2, 10, 7.
16
App. BC 2, 10. Dio 38, 4, 4-5. Plut. Caes. 14, 4-5. Pomp. 47, 6-7.
17
App. BC 2, 11. Cic. Vat. 22. Dio 38, 6, 1-3. Plut. Caes. 14, 9; Cato 32, 3-5; Luc. 42, 6; Pomp. 48, 1-2. , 13.
Suet. DJ 20, 1.
18
App. BC 2, 11. Dio 38, 6, 4. Liv. per. 103. Plut. Cato 32; Pomp. 48, 3. Sen. Dial. 2, 1, 3; Ep. 14, 13. Suet. DJ
20, 1. Vell. 2, 44, 4.
19
Dio 38, 6, 4. Plut. Mar. 29, 2. Suet. DJ 20, 1. Sobre ello, vid: F. X. Ryan, "Bibulus as President of Senate",
Latomus 55 (1996), 384-388.
20
Cic. Att. 2, 19, 2; 2, 20, 4; 2, 21, 4; Fam. 1, 9, 7; Vat. 22. Dio 38, 6, 5-6. Plut. Caes. 14, 9; Pomp. 48, 5. Suet.
DJ 20, 1; 49, 2. Vell. 2, 44, 5.

193
L. Amela Valverde

estaban escritos de manera poco digna), y el consulado de este año pasó a llamarse «consulado
de Julio y César»21.
Para la aplicación de esta ley se formó una comisión de veinte miembros, aunque cinco
de ellos formaban una comité interno que controlaba su funcionamiento, entre los que se
encontraba, por supuesto, Pompeyo. Para proteger la ley contra una revocación o anulación
por motivos técnicos, César incluyó entre sus condiciones un juramento para cumplir su
cometido, que fue efectuado por todos los senadores sin excepción, a pesar de algunas
resistencias iniciales por parte de Metelo Céler y Catón22.
En el mes de febrero se efectuó la ratificación de las actas orientales de Pompeyo, a cargo
del poco escrupuloso pero capaz tribuno cesariano P. Vatinio (cos. suff. 47 a.C.)23, sin llegar
a recurrirse a la violencia. Su trabajo fue arduo, debido a que no sólo necesitaba la aprobación
general de la asamblea para los estatutos de las nuevas provincias, sino también se tenían que
ratificar los numerosos tratados con reyes, príncipes y ciudades independientes por separado.
Gran parte del trabajo administrativo sería efectuado, no obstante, por los propios consejeros
de Pompeyo.
Por este tiempo llegaron a Roma agentes del rey Ptolomeo XII, con el objetivo de obtener
su reconocimiento al trono por parte del Senado, a través, por supuesto, de generosas dádivas.
Se llegó a un acuerdo con Pompeyo y César, por el cual recibirían la enorme cantidad de
150.000.000 de sestercios, algo más del 40% del rédito anual total de las provincias romanas,
una suma que despertaba y justificaba las fantasías acerca de las riquezas de su reino24. El
reconocimiento del monarca egipcio, así como la rebaja en la contrata de impuestos de la
provincia de Asia a los publicanos, pueden haber sido incorporados como cláusulas de la ley
que confirmaba los actos de Pompeyo en Oriente25.
Pompeyo había salido vencedor de sus tercos oponentes, pues Catón y Bibulo habían sido
neutralizados de manera temporal por la fuerza, mientras que Lúculo y otros callaron debido
a las amenazas. A partir de ahora, Pompeyo debía apoyar a César en sus propios objetivos. La
única oposición que encontraron fue la de Cicerón que, como defensor de la constitución, se
había negado a unirse a los tres «dinastas».
Para silenciar a Cicerón se utilizó a Clodio, quien tenía una vendetta particular con el
ilustre orador por haber roto su coartada durante el juicio por el escándalo de la Bona Dea26.
Por tanto, uno de los objetivos de Clodio era aprobar una ley que desterrase a cualquiera que
diera muerte a ciudadanos romanos sin juicio previo que, obviamente, iba dirigida contra
Cicerón. Para ello necesitaba ser elegido para el tribunado, una magistratura que su nacimiento

21
Dio 38, 8, 2. Suet. DJ 20, 2.
22
App. BC 2, 12. Cic. Att. 2, 5, 1; 2, 12, 1. Dio 38, 7, 1-2. Plin. NH 7, 176. Plut. Cato 32, 5-9. Suet. DA 4, 1.
Varro RR 1, 2, 10. Sobre las leyes agrarias de este año, vid: M. Cary, "The Land legislation of Caesar's First
Consulship", JPh 35 (1920), 174-190. L. R. Taylor, "Caesar's Agrarian Legislation", en Studies in Roman Economic
and Social History in Honor of Allan Chester Jhonson (Princeton, 1951), 68-78. M. H. Crawford, "The Lex Iulia
Agraria", Athenaeum 67 (1989), 179-190. L. Richardson, "Cicero, Bibulus, and Caesar's agrarian bills of 59 B.C.E.",
en Qui miscuit utile dulci: Festschrift essays for Paul Lachlan MacKendrick (Waucounda, 1998), 299-312.
23
Vid: L. G. Pocock, "Lex de actis Cn. Pompeii confirmandis: lex Julia or lex Vatinia?", CQ 19 (1925), 16-21.
24
Cic. Att. 2, 16, 2; Rab. Post. 6. Dio 39, 12, 1. Luc. 8, 518ss. Suet. DJ 54, 3. Sobre la riqueza del monarca
egipcio, cf. Plin. NH 33, 136.
25
App. BC 2, 13. Cic. Rab. Post. 4. Dio 38, 7, 4-5. Plut. Pomp. 48, 4. Suet. DJ 20, 3. Val. Max. 2, 10, 7. Vell.
2, 44, 2.
26
Plut. Cic. 29, 1-3.

194
Cneo Pompeyo Magno. El defensor de la República romana

patricio le privaba, barrera que había intentado superar desde el año 60 a.C. mediante su
adopción por una familia plebeya, la denominada transitio ad plebem.
Tal tipo adopción requería una promulgación especial, que fue realizada tres horas
después de un discurso pronunciado por Cicerón en favor de su excolega en el consulado,
Antonio Híbrida, en el que atacó duramente a los «triunviros»27. En ella participaron César
como pontífice máximo y Pompeyo como augur28. Esta acción no fue del agrado de Pompeyo,
pues aunque Clodio estaba ligado a Craso, las relaciones entre ambos no eran precisamente
cordiales. Además, Cicerón, si bien tenía diferencias políticas con Pompeyo, era íntimo amigo
personal suyo. Tarde o temprano, la amenaza de Clodio contra Cicerón se haría efectiva.
Por el mes de abril se puso de manifiesto una impopularidad creciente de los «triunviros»,
especialmente entre el grupo de jóvenes senadores y equites, no sólo en la ciudad de Roma,
sino en toda Italia29. Pompeyo se llevaba el grueso de las críticas, pues se le consideraba el jefe
de la coalición, y era a quien más afectaba este tipo de ataques. Se tildaba a los «triunviros»
como «reyes soberbios» con pretensión de establecer una «tiranía»30, eslóganes políticos
utilizados por sus enemigos para avivar los sentimientos contra ellos31. Clodio, ahora candidato
para las próximas elecciones al tribunado, comprendió rápidamente en que dirección soplaba
el viento, y también se unió a la campaña en su contra32.
César, para conservar el apoyo de Pompeyo, le ofreció su única hija, Julia, en
matrimonio33. Ésta tenía unos treinta años menos que su nuevo marido, pero era inteligente y
de carácter alegre, y el amor entre ambos fue recíproco. Julia se había prometido con el
exlegado pompeyano Q. Servilio Cepión (q. 67 a.C.) que, a cambio de separarse de ella,
recibió la mano de Pompeya, la hija de Pompeyo, aunque éste murió poco después34.
A finales del mes de abril o principios del de mayo, César presentó un segundo proyecto
de ley agraria35 para distribuir las tierras públicas de Campania entre los veteranos y los
ciudadanos pobres con al menos tres hijos, en total 20.000 parcelas, aun cuando privaba a la
tesorería de las rentas de esta tierra36 y enviaba a la ruina a muchos de los arrendatarios

27
Cic. dom. 41. Dio 38, 10, 4-11, 4. Suet. DJ 20, 4.
28
Cic. Att. 2, 7, 2; 2, 9, 1; 2, 12, 1; 2, 21, 4; 2, 22, 2; 8, 3, 3; domo 35-39; 77; 116; har. resp. 57; prov. cos. 42;
45; Sest. 15ss. Dio 38, 12, 2. Plut. Cato 33, 6. Suet. DJ 20, 4; DT 2, 4. Vid S. Marcello, “L’adozione di Clodio”,
Labeo 38 (1992), 285-313.
29
Cf. Cic. Att. 2, 13, 2. No en vano, en público se llamaba a Pompeyo «rey» y a César «reina» (Suet. DJ 49, 2).
30
Sobre este concepto en esta época. vid: V. Sirago, "Tyrannus. Teoria e prassi antitirannica in Cicerone e suoi
contemporanei", RAAN 31 (1956), 179-225. J. R. Dunkle, "The Greek Tyrant and Roman Political Invective of the
Late Republic", TAPhA 98 (1967), 151-171. S. Lanciotti, "Silla e la tipologia del tirano nella litteratura latina
repubblicana", QS 3 (1977), 129-153.
31
Cic. Att. 2, 8, 1; 2, 16, 2; QF 2, 1,16.
32
Cic. Att. 2, 22, 1. Cf. Plut. Pomp. 48, 8.
33
Dio 38, 9, 1. Flor. 2, 13, 13. Plut. Caes. 5, 7; 14, 7; Cato 30, 9; 31, 6; Pomp. 47, 10. Suet. DJ 21. Vell. 2, 44,
3.
34
App. BC 2, 14. Dio 38, 9, 1. Plut. Caes. 14, 7; Pomp. 47, 10. Suet. DJ 21. Posteriormente, Pompeya se casó
con Fausto Sila (Dio 42, 13, 3. Flor. 2, 13, 90. Plut. Caes. 14, 7; Pomp. 47, 6. Suet. DJ 27, 1). Vid: B. A. Marshall,
"The engagement of Faustus Sulla and Pompeia", AncSoc 18 (1987), 91-101. W. J. Tatum, "The Marriage of Pompey's
Son the daughter of Ap. Claudius Pulcher", Klio 73 (1991), 122-129. Sobre Fausto Sila, vid: B. A. Marshall, "Faustus
Sulla and Political Label in the 60's and 50's BC", Historia 33 (1984), 199-219.
35
A veces es difícil diferenciarla del primero, por lo que se ha sugerido que en realidad sólo existió una sola ley.
36
Recientemente, se había abolido los portoria de Italia, a través de una iniciativa de Metelo Nepote (Dio 37,
51, 3).

195
L. Amela Valverde

existentes. Se trataba de un tema muy sensible, pues las tierras campanas se habían convertido
en un tema espinoso desde los tiempos de los Gracos, y aún después, pero no hubo oposición37.
En los meses de junio y julio Pompeyo estuvo ante todo ocupado con su trabajo como
miembro de la comisión de los veinte que estaban organizando la redistribución y compra de
tierra bajo las leyes agrarias de César, con la tarea de fundar una colonia de ciudadanos
romanos en Capua38. Este nombramiento le otorgó muchas facilidades para fortalecer su
patrocinio en un área que en el futuro le podría proporcionar un gran número de votantes y de
potenciales soldados.
César presentó entonces la deuda a pagar. Hacia el mes de mayo, a propuesta de Vatinio,
se concedió a César a través de la aprobación de la asamblea del pueblo un mando quinquenal
en las provincias de la Galia Cisalpina y el Ilírico, con un ejército de tres legiones39. La Galia
Cisalpina era una importante fuente de reclutamiento, y su situación geográfica hacia inevitable
que su gobernador estuviera al tanto de forma rápida de los sucesos de Roma e Italia. Pompeyo
tenía allí mucha influencia, debido a la gran clientela que había heredado de su padre, pero ésta
fue minada por la larga estancia de César en la región.
Desde un punto de vista militar, el nombramiento de César en la Galia Cisalpina obedeció
al movimiento migratorio de los Helvetii (los cuales sólo unas décadas antes habían emigrado
a sus territorios de la actual Suiza)40, que podía poner en peligro los intereses romanos en la
región. Ante la perspectiva de efectuar una campaña contra este pueblo, César buscó la
neutralidad del caudillo suevo Ariovisto, a quien concedió el título de «amigo y aliado del
pueblo romano»41.
Un ataque de los Boii sobre la ciudad de Noreia (Sankt Margarethen?)42, capital del
Nórico43, hizo pensar en la posibilidad de que los problemas provinieran del otro lado de los
Alpes. La presencia de las legiones de César en Aquileia (Udine)44 a principios del año 58 a.C.
indica que en este momento era el principal foco de atención45. La fundación de una colonia
en Novum Comum (Como)46 estaría relacionada con esta situación.
La concesión del Ilírico ha hecho considerar a muchos investigadores que César buscaba
su gloria militar mediante una campaña contra el creciente poder de Burebistas, el rey de los

37
App. BC 2, 10. Dio 38, 7, 3. Liv. per. 103. Plut. Caes. 14, 11-12. Suet. DJ 20, 3. Vell. 2, 44, 4.
38
Cic. Att. 2, 19, 3.
39
App. BC 2, 13. Caes. BG 2, 35, 2; 3, 7, 1; 5, 1, 5. Cic. prov. cos. 36-37; Sest. 135; Vat. 35-36. Dio 38, 8, 5.
Eutrop. 6, 17, 1. Oros. 6, 7, 1. Plut. Caes.14, 10; Cato 33, 5; Crass. 14, 4; Pomp. 48, 4. Suet. DJ 22, 1. Vell. 2, 44,
5. Vid: M. Gelzer, "Die lex Vatinia de impero Caesaris", Hermes 63 (1928), 113-137.
40
Ptol. 2, 11, 6. Tac. Germ. 28, 2.
41
App. Celt. 16. Caes. BG 1, 35, 2; 1, 40, 2; 1, 42, 3; 1, 43, 4; 1, 44, 5. Dio 38, 34, 3. Plut. Caes. 19, 2.
42
Tradicionalmente, esta ciudad se había localizado en el importante yacimiento de Magdalensberg, pero parece
que corresponde este último lugar a la antigua Virunum.
43
Caes. BG 1, 5, 4.
44
La ciudad de Aquileya, situada a pocos kilómetros de la cabecera del mar Adriático, era la principal fortaleza
romana en la Galia Cisalpina, así como un gran centro industrial y comercial. Sobre esta ciudad, vid: M. Pavan,
"Aquileia città di frontiera", AAAd 29 (1987), 17-55. G. Bandelli, “Aquileia colonia latina”, en Valencia y las
primeras ciudades romanas de Hispania (Valencia, 2002), 57-69.
45
Caes. BG 1, 5, 4; 1, 10, 3.
46
Strabo 5, 1, 6. Suet. DJ 28, 3. Cf. Catull. 35, 3. Plut. Caes. 29, 2. Sobre esta fundación, vid: E. G. Hardy,
"Caesar's Colony at Novum Comum in 59 BC", en Some Problems in Roman History. Ten Essays bearing on the
administrative and legislative work of Julius Caesar (Oxford, 1924), 43-67. H. Wolff, "Caesars Neugründung con
Comum und das sogennante ius Latii maius", Chiron 9 (1979), 169-187. G. Luraschi, “Aspetti giuridici e storici della
fondazione di Novum Comum”, en Novum Comum 2050. Atti del Convegno celebrativo della fondazione di Como
romano (Como, 1993), 23-51.

196
Cneo Pompeyo Magno. El defensor de la República romana

Dacios47. Pero, más bien, esta provincia había estado unida a la Galia Cisalpina o a Macedonia,
sin ningún otro propósito especial más que la conveniencia administrativa48, y ésta sería la
verdadera razón de su concesión en el año 59 a.C. a César.
A instigación de Pompeyo, el Senado le agregó la provincia de la Galia Transalpina más
una legión adicional49, con un claro propósito militar. Cualquier guerra que aconteciera en las
Galias requeriría la cooperación entre los gobernadores de la Galia Transalpina y la Galia
Cisalpina. La migración de los Helvecios hacía recordar en Roma la pesadilla de los Cimbrios
y los Teutones, que César explotará al escribir el Bellum Gallicum50. No en vano, la derrota
romana de Arausio (105 a.C.) fue debida a la incapacidad de los dos comandantes romanos de
trabajar conjuntamente. Si la Galia Transalpina fuera a tener un gobernador independiente en
el año 58 a.C., podría en teoría ser declarada consular, pero la perspectiva de una cooperación
fructífera en el campo de batalla entre César y Bibulo, después de lo que había sucedido entre
ellos durante su consulado, apenas podría ser calificada de remota.
El día 13 de mayo Pompeyo recibió una nota de advertencia de Bibulo, en el que se le
comunicaba que había un complot contra su vida51. Pero las alarmas saltaron cuando en el mes
de septiembre Escribonio Curión informó a Pompeyo que su hijo, C. Escribonio Curión (tr.
pl. 50 a.C.), uno de los mayores críticos a los «triunviros», había recibido una oferta para
unirse a la conspiración a través del conocido espía profesional y denunciante, L. Vetio52.
Vetio, detenido y conducido al Senado, relató una historia diferente, es decir, que el joven
Curión fue quien planeó el complot junto a otros varios senadores menores, quienes estaban
apoyados a su vez por importantes personalidades. Al día siguiente César y Vatinio
organizaron una reunión pública, en la que Vetio cambió ligeramente su testimonio, al quitar

47
La presión de los Dacios sobre los Boyos había forzado a estos últimos a atacar Noreia. Los Dacios tenían su
núcleo territorial en la meseta de Transilvania. Burebistas construyó un gran imperio durante su reinado (ca. 60-44
a.C.), al reunir la los pueblos celtas e ilirios al sur y al oeste. En Panonia, venció a los Escordicios (56-50 a.C.), y
luego a los Boyos y a los Taurisci (45 a.C.), con lo que controló toda la llanura húngara (Strabo 7, 3, 11). A su vez,
presionó a las diversas ciudades griegas de la costa occidental del Mar Negro, y su influencia se extendió hasta
Thracia (grosso modo la actual Bulgaria). César tenía intención de atacar a Burebistas (44 a.C.). El imperio dacio
se desmembró tras la muerte de Burebistas. Sobre los Boyos, vid: G. Dobesch, “Die Boier und Burebista”, en Kelten,
Germanen, Römer im Mitteldonau gebiet vom Ausklang der Latène-Zivilsation bis zum 2. Jahrhundert (Brno, 1995),
15-19. S. Thorimbert y F. Carrard, "Les migrations des Boïens entre vérité historique et archéologie", Chronozones
5 (1999), 48-57. Sobre los Balcanes en este período, vid: A. Alföldi, Zur Geschichte der Karpathenbeckens im 1 Jh.
v. Chr., Budapest, 1942. A. Mocsy, Pannonia and Upper Moesia. A History of the Middle Danube Provinces of the
Roman Empire, London, 1974. I. H. Crisan, Burebista és korai - Burebista und seine Zeit, Bucuresti, 1980. A. Vulpe,
"Die Geto-Daker. Geschichte eines Jahrthausends vor Burebista", Dacia 31 (1987), 77-86.
48
Un caso idéntico al de la Galia Transalpina.
49
App. BC 2, 13; Illy. 34. Cic. Att. 8, 3, 3; Fam. 1, 7, 10; prov. cos. 36. Dio 38, 8, 5. Oros. 6, 7, 1. Plut. Cato
33, 5; Caes. 14, 10; Pomp. 48, 4. Oros. 6, 7, 1. Suet. DJ 22, 1.
50
Caes. BG 1, 33, 3ss.
51
Pompeyo era muy susceptible a la amenaza de asesinato, lo que es ciertamente llamativo a una persona a la cual
jamás se cuestionó su valentía en el campo de batalla. Sobre este tema, vid: B. A. Marshall, "Pompeius' Fear of
assasination", Chiron 17 (1987), 119-133.
52
Sobre este episodio, vid: W. C. McDermott, “Vettius ille, ille noster index”, TAPhA 80 (1949), 351-367. W.
Jr. Allen, "The Vettius Affair once more", TAPhA 81 (1950), 153-163. L. R. Taylor, "The date and meaning of the
Vettius Affair", Historia 1 (1950), 45-51. F. Rossi, "La congiura di Vettio", AnnTriest 21 (1951), 247-260. Sobre la
conducta de Curión hijo contra Pompeyo, vid: R. J. Rowland Jr., "Crassus, Clodius and Curio in the year 59 BC",
Historia 19 (1966), 217-233.

197
L. Amela Valverde

algunos nombres (entre ellos el del futuro cesaricida Bruto53) y agregar otros nuevos, entre
ellos Cicerón. Antes de que se formalizase una investigación judicial completa, Vetio fue
hallado estrangulado en prisión54.
Ante este cúmulo de hechos, lo más probable es que Pompeyo, a partir del aviso de
Bibulo, pusiera en marcha su propia investigación, y contratase los servicios de Vetio, con
quien había servido en Ásculo en el año 89 a.C. La misión de éste sería la de introducirse en
la conspiración para desenmascararla después, y la narración del joven Curión fue efectuada
cuando se dio cuenta de que el complot había sido descubierto. César intentó pescar en río
revuelto, y convenció a Vetio de que incluyera en la lista de sospechosos a varios de sus
enemigos.
La «tiranía» de los «triunviros» seguía su avance, pues una de sus características en su
teoría política era que las magistraturas principales se reservaban para ellos y para sus
partidarios. No sin sorpresa, los «triunviros» intentaban, mediante el recurso del soborno a
gran escala, que sus candidatos al consulado salieran elegidos, para evitar que la posición de
César no fuese minada durante su ausencia. Se trataban de Gabinio, el tribuno del año 67 a.C.,
lugarteniente y amigo y amigo de Pompeyo, y L. Calpurnio Pisón, suegro de César por el
matrimonio de éste con su hija Calpurnia55.
Pompeyo estaba ante todo irritado por la pérdida de dignidad y prestigio que sufría al
apoyar las medidas de César. No sólo tenía la hostilidad de los optimates, sino también varios
partidarios de Craso y César se habían indispuesto con él56. El pueblo también le dio la
espalda57. En esta coyuntura, Pompeyo se volvió hacia uno de los políticos principales cuya
amistad siempre estaba allí para cuando lo necesitara: Cicerón. Se suponía que la coalición
estaba a punto de quebrarse, y Pompeyo se acercaría de nuevo a los optimates, con Cicerón de
intermediario. Pero la «conspiración» de Vetio puso las cosas en su sitio.
En el mes de octubre Gabinio y Calpurnio Pisón ganaron las elecciones al consulado, así
como Flavio a la pretura. Un incidente parece indicar que los «triunviros» utilizaron de nuevo
métodos represivos para imponer silencio a la oposición. C. Porcio Catón (tr. pl. 56 a.C.)
intentó iniciar un procesamiento judicial contra Gabinio por soborno y, cuando se enfrentó a
la obstrucción de los pretores, se levantó en una reunión pública y llamó a Pompeyo un
priuatus dictator. En los meses de julio o agosto este proceder habría sacado numerosos
aplausos, pero la amenaza contra su vida había restaurado en parte la popularidad de Pompeyo.
Porcio Catón tuvo suerte de escapar con vida58.

53
Como ya se ha visto, Pompeyo fue el responsable de la muerte del padre de Bruto en el año 77 a.C., por lo que
es normal que quisiera vengarse de éste. Pero su participación destacada en los idus de marzo muestra algo más que
un sentimiento personal en estas acciones.
54
App. BC 2, 12. Cic. Att. 2, 24, 2-4; Sest. 132; Vat. 24-26. Dio 38, 9, 2-4. Plut. Luc. 42, 7-8. Suet. DJ 20, 5.
55
App. BC 2, 14. Dio 38, 9, 1. Plut. Caes. 14, 8; Cato 33, 4; Pomp. 48, 4. Suet. DJ 21. Vid : W. C. Grummel,
"The Consular Elections of 59 BC", CJ 49 (1954), 351-355. J. Linderski, "Constitutional Aspects of the Consular
Elections in 59 BC", Historia 14 (1965), 423-442.
56
Cic. Att. 2, 21, 3.
57
El autor de tragedias Dífilo, cuando actuaba en los juegos apolinares (celebrados del 5 al 13 de julio), al llegar
al verso que decía: «este hombre es grande, pero para nuestra desgracia», los pronunció con las manos extendidas
hacia una estatua de Pompeyo. El pueblo le pidió que lo declamara varias veces, y él, sin dudar lo más mínimo, lo
recitó con el mismo gesto acusador, que reprochaba a Pompeyo su intolerable exceso de poder. Asimismo, pronunció
que «llegará el día en que lamentaréis este gran poder». Esta demostración fue tan grave que César escribió a Pompeyo
a Capua para contarle lo sucedido (Cic. Att. 2, 19, 3. Val. Max. 6, 2, 9).
58
Cic. QF 1, 2, 15.

198
Cneo Pompeyo Magno. El defensor de la República romana

El año 58 a.C. Clodio, un experto en la organización de bandas y en la utilización de los


disturbios y la violencia para controlar las asambleas, fue tribuno. Durante este y años
sucesivos, Clodio se aprovechó de las posibilidades de manipular la plebe urbana, primero para
aprobar un importante cuerpo legislativo de índole popular, y luego establecerse él mismo
como uno de los políticos más poderosos de Roma, independiente de los «triunviros». Entre
sus medidas, hay que citar la libre distribución de trigo a todos los ciudadanos, y la
legalización de la formación de collegia o clubes políticos, que se habían prohibido seis años
antes por un decreto del Senado, que hacía más fácil la organización de bandas de
alborotadores y gladiadores.
Clodio, al mando de la asamblea popular, procedió a quitar de en medio a dos de sus más
peligrosos rivales en Roma. En primer lugar, aprobó su ley que desterraba a cualquiera que
hubiera condenado a muerte a un ciudadano romano sin juicio previo. Su objetivo evidente era
Cicerón. Para evitar la oposición de los cónsules, Clodio promulgó el mismo día que
presentaba el proyecto de ley una medida que concedía a ambos mandos extraordinarios
durante cinco años: Calpurnio Pisón obtuvo la provincia de Macedonia y Gabinio la de Siria59.
Pompeyo no hizo nada para salvar a Cicerón, debido a que César era inexorable sobre el punto
de que nadie atacase la legislación de su consulado60. Cicerón hubo de exiliarse a Macedonia,
pagando así su negativa a prestar apoyo a los «triunviros» el año anterior61.
La siguiente víctima de Clodio fue Catón, quien se vio obligado a aceptar una comisión
con objeto de anexionar la isla de Chipre62, por lo que estaría alejado de Roma durante una
temporada. Pompeyo, si bien sintió personalmente lo de Cicerón, se alegró enormemente por
la desaparición temporal de Catón.
La alegría de Pompeyo no duró demasiado tiempo. Clodio lo atacó mediante el
procesamiento de varios de sus amigos y desacreditar su reputación63. Pero, el incidente más
grave se produjo el día 11 de agosto, cuando Pompeyo asistía a una asamblea del Senado: en

59
App. Syr. 51. Cic. har resp. 58; Pis. 28 31; 37; 49, 56ss.; prov. cos. 2ss., 17; Rab. Post. 20; rend. sen. 10; 18;
32; red. Quir. 11, 13, 21; dom. 23ss.; 55; 60; 66; 70; 93; 124; Sest. 24ss, 31; 44; 53ss.; 67ss. Plut. Cic. 30, 2. Schol.
Bob. 168St. Vir. ill. 81, 4.
60
Una anécdota muestra el carácter de Pompeyo. Cuando Cicerón fue a visitar a Pompeyo a su palacio albano,
Pompeyo salió por otra puerta para evitar la entrevista (Plut. Cic. 31, 2-3; Pomp. 46, 9).
61
App. BC 2, 15., Cic. Pis. 76-77. Dio 38, 17, 4-18, 1. Liv. per. 103. Plut. Caes. 14, 7; 17, 3; Cic. 31, 6; Luc.
43, 1; Pomp. 46, 8-9. Vell. 2, 45, 2. Sobre este tema, vid: G. de Benedetti, "L'esilio di Cicerone e la sua importanza
storico-politica", Historia 7 (1929), 331-363, 539-568 y 761-769. R. Seager, "Clodius, Pompeius and the Exile of
Cicero", Latomus 24 (1965), 519-531. P. Briot, "Sur l'exil de Cicéron", Latomus 27 (1968), 406-414. Ph. Moreau,
"La lex Clodia sur le bannissement de Cicéron", Athenaeum 65 (1987), 465-492. J.-M. Claasen, "Cicero's banishment:
tempora et mores", AClass 35 (1992), 19-48. Sobre el exilio en general, vid: E. L. Grasmück, Exilium.
Untersuchungen zur Verbannung in der Antike, Paderborn, 1978. G. P. Kelly, Exilium: a history and prosopography
of exile in the Roman Republic, Diss. Bryn Mawr, 1999.
62
App. BC 2, 23. Cic. dom. 20; 52; 65; 129; har. resp. 58; Sest. 57; 59; 62; 84. Dio 38, 30, 5; 39, 1-4. Flor. 1,
44, 1-4. Liv. per. 104. Plut. Caes. 21, 8; Cato 34, 4-6; Luc. 43, 1; Pomp. 48, 9. Strabo 14, 6, 6. Val. Max. 4, 9, 1. Vell.
2, 38, 6; 2, 45, 4-5. Sobre este tema, vid: S. I. Oost, "Cato Uticensis and the Annexation of Cyprus", CPh 50 (1955),
98-112. G. Zecchini, "Catone a Cipro (58-56 a.C.): dal dibattito politico alle polemiche storiografiche", Aevum 53
(1979), 78-87. Otra venganza de Clodio. Cuando el ahora tribuno fue secuestrado por los piratas, el rey chipriota
Ptolomeo sólo dio dos talentos para pagar su rescate. Cuando supo la decisión tomada en Roma, Ptolomeo cargó todos
sus tesoros y riquezas en un navío y se dirigió a alta mar, con el fin de hundirlas consigo mismo, pero se arrepintió
en el último momento. Ptolomeo se suicidó y Chipre fue anexionada a la provincia de Cilicia.
63
Plut. Pomp. 48, 8 y 12-49, 1.

199
L. Amela Valverde

un brote de violencia en el Foro, uno de los esclavos de Clodio fue arrestado con una daga. En
el interrogatorio admitió que tenía las instrucciones de matar a Pompeyo64.
Si bien se desconoce si se trató de un intento de asesinato genuino, pero la consecuencia
fue inmediata: Pompeyo desapareció de la escena política durante el resto del año, refugiado
en su casa65, aunque no en la misma Roma. Allí fue asediado por una banda liderada por
Damio, un liberto de Clodio, hasta que Flavio acudió a rescatarle66.
Pompeyo, a excepción de Flavio y Gabinio, no tuvo mucho apoyo en el Senado. Todo lo
contrario, gran número de senadores estaban contentos con el desarrollo de los
acontecimientos. Por tanto, Pompeyo se volvió como de costumbre hacia los tribunos: una
línea de acción formulada por Q. Terencio Culeón (tr. pl. 58 a.C.) era romper de forma radical
con César y unir fuerzas con los optimates67, pero esto significaría divorciarse de Julia y,
además, Pompeyo tenía claro que no existían posibilidades reales de reconciliarse con los
optimates.
La decisión elegida por Pompeyo fue realizar las acciones necesarias para que Cicerón
volviera a Roma, pues supuso que éste habría aprendido la lección y no tendría tantos
escrúpulos en trabajar con él. Su odio, y su miedo, hacia Clodio sería un lazo muy poderoso.
Asimismo, Cicerón tenía poco aprecio por los catonianos, a los que consideró que lo habían
traicionado, mientras que tenía mucha influencia entre los optimates moderados.
No sería fácil romper la determinada resistencia de Clodio, pero se consiguió. La mayoría
de los tribunos del año 57 a.C. colaboraron, e incluso dos de ellos, T. Anio Milón (pr. 55 a.C.)
y P. Sestio (pr. ca. 54 a.C.), habían tenido un considerable éxito en formar sus propias bandas
para neutralizar a la de Clodio68. Uno de los cónsules, P. Léntulo Esfínter, era íntimo amigo
tanto de Cicerón como de Pompeyo, y trabajó duro para lograr la solidaridad senatorial.
Pompeyo convenció a César que aceptara su regreso, y se mostró incansable en sus esfuerzos
junto con Q. Tulio Cicerón (pr. 62 a.C.), hermano de Cicerón, en lograr apoyo tanto en Roma
como en las ciudades de Italia, muchas de las cuales visitó personalmente. Finalmente, por
medio de una ley aprobada durante el mes de agosto, Cicerón pudo volver en olor de
multitudes a Roma a principios del mes de septiembre del año 57 a.C.69
Por este tiempo, Pompeyo, se dedicó estrechamente a patrocinar la actividad artística,
animado y apoyado por Julia. Cuando fue desairado por los dirigentes de la sociedad
aristocrática romana, decidió ser el líder respetado de otra sociedad, cuyos miembros incluían
a equites, provinciales adinerados (Teófanes de Mitilene) y libertos inteligentes y poderosos
(Demetrio de Gadara fue el más conocido, con una fortuna personal de 4.000 talentos y una
esposa de belleza sin igual70). César simplemente sucedió a Pompeyo a la cabeza de este grupo,
y a su vez fue substituido por Augusto. Los tres comprendieron y reconocieron el valor de
estos individuos frente a la clase senatorial.

64
Ascon. 46. Cic. dom. 129; har. resp. 49; Mil. 18ss., 37. Pis. 28; Sest. 69. Plut. Pomp. 49, 2.
65
Ascon. 46ss. Cic. dom. 67 ; 110; har. resp. 49, 58; Mil. 18ss.; 73; Pis. 16; 29; red. Quir. 14; red. sen. 4, 29;
Sest. 69; 84. Pluit. Pomp. 49, 3.
66
Cic. Mil. 37. Vid: T. ºoposzko, "Damio, the enemy of Pompey the Great", Eos 78 (1990), 195-202.
67
Plut. Pomp. 49, 4.
68
Cic. red. Quir. 15; red. sen. 19-20; Sest. 84, 90 y 102. Dio 39, 8, 1.
69
App. BC 2, 16. Cic. Att. 4, 1, 4-5; domo 64ss.; 122 ss.; har. resp. 48ss.; Mil. 18ss.; 73ss.; Pis. 27ss.; prov. cos.
25-27; red. Quir. 14; red. Sen. 4, 5; Sest. 69. Dio 39, 6, 1; 39, 8, 2; 39, 9, 1. Liv. per. 104. Plut. Cic. 33, 2ss.; Pomp.
49, 6. Vell. 2, 45, 3.
70
Plut. Pomp. 2, 9; 40, 1 y 7.

200
Cneo Pompeyo Magno. El defensor de la República romana

Su círculo literario estaba compuesto por tres grupos71. El primero de ellos estaba
compuesto por notables historiadores, entre ellos L. Luceyo (pr. 67 a.C.), L. Escribonio Libón
(cos. 34 a.C.), Teófanes de Mitilene, Voltacilio Piluto (el primer liberto que escribió sobre
historia en Roma) y Varrón; entre sus trabajos se trataban las hazañas de Pompeyo, pero
ninguna de sus obras ha sobrevivido hasta nuestros días. El segundo grupo estaba compuesto
por la investigación erudita de los escritos del poeta Lucilio, tío abuelo de Pompeyo, y entre
los que se encontraban el mencionado Varrón, el liberto Pompeyo Leneo y Curcio Nicias de
Cos. El tercer grupo estaba formado por poetas, entre ellos el citado Nicias de Cos, T. Lucrecio
Caro (ca. 94-55/51 a.C.) y C. Valerio Catulo (84?-54 a.C.).
Asimismo, Pompeyo se preocupó, cuando las obras de su nuevo teatro estaban
adelantadas, por la adquisición de pinturas y estatuas para decorar el paseo cubierto. No sólo
se procuró obras de antiguos maestros griegos, sino que también patrocinó al menos a dos
escultores itálicos contemporáneos: Pasiteles y Coponio. Ha de destacarse que Pasiteles, un
ciudadano romano procedente de las ciudades griegas del mediodía italiano, jugó un papel
decisivo en conseguir que la escultura griega se orientase hacia los gustos puramente romanos.

71
Sobre este tema, vid: W. S. Anderson, Pompey, his friends, and the literature of the first century BC, Berkeley,
1963. F. Della Corte, "Letterati di parte pompeiana", en La repubblica romana da Mario a Silla a Cesare e Cicerone.
Atti del convegno (Mantova, 1990), 29-42.

201

También podría gustarte