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Teniente General Prudencio Alcaraz, el que toma las decisiones y es secundado por otros dos

militares. Es el hombre que dice haber estado en todas las guerras desde su nacimiento. Y a veces
cuenta anécdotas de combate, imita estrategias o se olvida que estuvo en esas guerras, de donde
se vuelve sin experiencia. Acredita haber combatido (tiene hasta condecoraciones) en
innumerables guerras: la Segunda Guerra Mundial, Guerra indo-pakistaní, la guerra arabe-israelí,
la guerra civil de Costa Rica, Guerra de Corea, guerra entre Mongolia y Albania, Guerra de
Independencia de Argelia, Guerra de Vietnam, Guerra Civil de Guatemala, Guerra del Congo,
Guerra de la independencia de Angola, Guerra indo-pakistaní de 1965 1965 y Guerra civil de
Nigeria. Lo lleva a mezclar a anécdotas o a utilizar o fusionar viejas tácticas de combate. “La guerra
me llevó a la felicidad. A la paz interior”, dice.

"Yo soy el dedo de Dios", advierte a sus prisioneros. "Hablo siempre con Jesucristo y él me dice
quién se salva y quién se va para arriba".

La Junta tiene un sacerdote anciano. Que confiesa a los guerrilleros mientras los torturan. Les lee
este fragmento de Los Miserables, de Víctor Hugo: “El sacerdote vio al cadalso como una visión.
No es una máquina ni un mecanismo inerte de hierro y cuerdas. La guillotina es una especie de ser
con alma y voluntad. Tiene conciencia de lo que hace. Vive para matar, cómplice del verdugo”.

Lucía quiere casarse y tener cinco hijos con Pistola. El dice que no podría ser padre. Ella
le retruca: dicen que tenés diez hijos desparramados por la villa, Recoleta, y hasta en el
viaje que hiciste a Roma. Son injurias, dice él. Y nosotros nunca nos cuidamos. ¿Con las
otras te cuidas? ¿Y vos con los otros? Él le confiesa que está celoso. Y ella que está más
celosa de Dios que de las mujeres con las que estuvo. Los celos son una alucinación,
dice ella. Son como la guerra, pero nadie se rinde. ¿Dejarías a Dios por mí? Pistolas le dice: dejaría
todo por vos. Pero Dios es más que todo.

Pistola da una misa sobre los celos. Las religiones tienen un Dios celoso. No perdona que sigan a
falsos profetas y no lo sigan a él. Exige una entrega absoluta. Jug lo llamaba el ego de ese Dios
celoso y omnipotente. Alá habla de mandar a hacer guerras o matanzas contra el que no le rinda
culto. Caín mata a Abel por celos. Era el hermano menor que llegó y fue considerado mejor que
Abel y Dios, según Caín, valoraba más a Abel. Había apóstoles celosos. Pedro celaba a sus pares y a
María Magdalena. Otro apóstol imitaba a Jesús en todo, y dicen que más que admirarlo o
venerarlo, le tenía celos. Celos a que todos lo seguían. Celos a sus dones. Eva celaba a Adán por la
ex esposa que tenía, su ex: Lilith. En la Segunda Guerra Mundial los nazis se peleaban por celos.
Hasta en la Conquista de América hubo enfrentamientos entre hombres, indígenas y españoles,
por celos, por mujeres. Satán cela a Dios.
Con los objetos robados en los allanamientos a los guerrilleros, hay militares que se asocian y
abren casas de antigüedades donde venden muebles, televisores, camas, jarrones, cuadros.

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