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CRÍTICAS AL DESARROLLO
Son varios los autores, que empiezan a cuestionar esta teoría desarrollista, y
empiezan a poner en duda la posibilidad de que el capitalismo pueda conjugarse con el
equilibrio del planeta. Un desarrollo sostenible que ya abordaba Wolfgang Sachs en su
libro "Desarrollo: ¿hacia dónde?, replanteando el concepto de desarrollo en este
contexto global marcado por la crisis ambiental y social. Se planeta una transición hacia
una sociedad posdesarrollo que enfatice la equidad, la resiliencia ecológica y el
bienestar humano en lugar del crecimiento económico desenfrenado. Sachs sostiene
que el desarrollo sostenible requiere un cambio fundamental en los valores, las
instituciones y los sistemas económicos. Destaca la importancia de repensar las
políticas y prácticas actuales, promoviendo la solidaridad global, la participación
ciudadana y la conservación de los recursos naturales
La población mundial, la contaminación masiva, la producción de alimentos y la
explotación de recursos, va en aumento, y la tierra poco a poco va acercándose a una
situación de desequilibrio global, poniendo en riesgo el bienestar de los seres vivos. Al
igual que Laotuche, Gilbert Rist, considera que la idea del desarrollo tal y como se ha
entendido tradicionalmente, no ha logrado cumplir con sus promesas de erradicar la
pobreza y mejorar las condiciones de vida de las personas en los países en desarrollo
(países del Sur). El problema es la confusión y la idea sobre que aumentar el crecimiento
económico equivale a más bienestar y desarrollo. Y también la idea de que cuándo más
cerca se está del centro mejor se vive. Plantea que el concepto de desarrollo ha estado
arraigado a una visión eurocéntrica y occidentalizada del progreso. Este enfoque ha
llevado a la explotación de los recursos naturales, la degradación del medio ambiente y
la perpetuación de la desigualdad global. Pero esta perspectiva ignora otras
dimensiones importantes de la vida humana, como la equidad, la justicia social, la
sostenibilidad ambiental y la diversidad cultural.
Esta crítica a la noción de desarrollo como un proceso lineal y uniforme sostiene
que el desarrollo no se puede medir únicamente en términos de indicadores
económicos, como el Producto Interno Bruto (PIB), sino que debe considerarse en un
contexto social, político y cultural más amplio. Además, señala que el desarrollo no es
necesariamente un objetivo deseable para todas las sociedades, ya que puede conducir
a la homogeneización cultural y la pérdida de identidad.
Esta visión del concepto de la pobreza o riqueza es una construcción cultural. La
idea de que existen tres categorías distintas de países ya se planteaba en el libro “La
fábula de los tres mundos”: el "Primer Mundo" desarrollado, el "Segundo Mundo" en vías
de desarrollo y el "Tercer Mundo" subdesarrollado. Esta clasificación ha sido
ampliamente utilizada en el discurso del desarrollo, pero Quijano y Escobar argumentan
que esta distinción es simplista y refuerza las relaciones de poder y desigualdad entre
los países. El desarrollo se ha convertido en una forma de intervención y dominación
occidental, que impone modelos económicos y culturales a las sociedades que se
consideran "atrasadas".
La problematización de la pobreza dio lugar a nuevos discursos y prácticas que
moldearon la realidad a la que se referían. Estos discursos establecieron que la pobreza
era el rasgo esencial del Tercer Mundo y que la solución a esta pobreza residía en el
crecimiento económico y el desarrollo. Según Lakshman Yapa, la pobreza se puede
entender como una abstracción, en el sentido que es un concepto que se utiliza para
describir una condición o situación en la que las personas carecen de recursos y
oportunidades básicas para satisfacer sus necesidades fundamentales. Es una
abstracción porque no se refiere a una entidad física o tangible en sí misma, sino a una
realidad social y económica que afecta a las personas y comunidades. Es una forma de
describir y medir la falta de acceso a recursos como alimentos, vivienda adecuada,
educación, atención médica y oportunidades de empleo, entre otros aspectos. Pero esto
solo hace que alimentar la idea de que la pobreza se use como una herramienta de
análisis y medición en el campo de la economía y la política. Se desarrollan indicadores
y métricas para medir la pobreza, que permiten comparar y evaluar las condiciones de
vida de diferentes grupos y países, pero perpetuando esta visión economicista del
crecimiento o del desarrollo.
Estas ideas se convirtieron en verdades universales y necesarias. El desarrollo
se convierte en el objetivo central y dominante para los países del Tercer Mundo. Este
enfoque busca impulsar el crecimiento económico como medio para superar la pobreza
y el subdesarrollo. Pero esta concepción del desarrollo y su enfoque en el crecimiento
económico han simplificado la realidad, ignorando otras dimensiones importantes como
la equidad, la justicia social y la sostenibilidad ambiental. La búsqueda del desarrollo en
el Tercer Mundo ha implicado la adopción de modelos económicos y políticas
impulsadas por actores internacionales, como las instituciones financieras
internacionales y los países desarrollados. Estos modelos y políticas han tenido
impactos significativos en las sociedades y economías del Tercer Mundo, y han influido
en la forma en que se percibe y se aborda la pobreza en estos países. Tanto para
Escobar como para Latouche estas implicaciones del desarrollo en el ámbito global ha
llevado a la explotación de los países del Sur por parte de los países del Norte.
Es necesario repensar el concepto mismo de desarrollo y buscar alternativas
más inclusivas, justas y sostenibles. Se aboga por un enfoque que respete la diversidad
cultural, valore los conocimientos y las prácticas locales, y promueva la
autodeterminación de las comunidades en su propio desarrollo. Además, se enfatiza la
importancia de abordar las estructuras de poder y las relaciones económicas desiguales
que perpetúan la pobreza. Toda esta corriente crítica propone una visión más pluralista
que tenga en cuenta las diversas realidades y necesidades de las comunidades locales,
así como los límites ecológicos del planeta.
Se empiezan a plantear visiones de desarrollo compuestas. Nuevas formas de
llamar al desarrollo, a partir de nuevos nombres que blanquean la propia inadecuada
definición. Desarrollo social, humano, local, sostenible, alternativo. Pero esta nueva
asociación conceptual, solo hace que perpetuar las propias debilidades del concepto, y
hace perdurar las desigualdades basadas en lo económico. El propio concepto tiene un
significado distinto para cada sociedad, y está claro que en estos últimos años el
desarrollo no ha sido reivindicado en el sur, más que por los propios agentes que han
promovido la cultura del desarrollo. La propia visión desarrollista es un concepto
contradictorio y que no tiene en cuenta más que la propia carga cultural original, de
dónde proviene la conceptualización de la propia palabra: de nuestra visión occidental.
Una visión que no es compartida para nada por otras sociedades.
Entra en crisis pues ya a partir de los 70´s, esta justificación de la colonización
con este argumento filantrópico, que hasta ahora había llevado a los países del norte, a
realizar intervenciones en los países del sur, bajo la atenta y buenista mirada del
paternalismo occidental, que tanto Rostow propuso con su modelo de desarrollo en
cinco etapas que los países podrían seguir para alcanzar el desarrollo económico. Y así
surge una nueva idea de descolonización en países del mal llamado tercer mundo.
CONCLUSIÓN