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1. La Constitución
A las normas tuteladoras de los derechos fundamentales de naturaleza procesal se les denomina
“de garantía reforzada”, ya que su vulneración puede ser restablecida por los tribunales ordinarios
y, si no lo hicieren, el particular estará autorizado a interponer el recurso constitucional de amparo
y obtener su restablecimiento del TC.
La delimitación de estas normas la efectúa el art. 53.2 CE. Dichos derechos fundamentales pueden
sistematizarse en:
Son los contemplados en los arts. 15 (derecho a la vida e integridad física y prohibición de la
tortura), 16 y 19 (libertad ideológica, religiosa y de expresión, información veraz y cátedra,
derechos fundamentales de emisión del pensamiento), 17 (derecho a la libertad), 18 (derecho a la
intimidad, inviolabilidad del domicilio y secreto de las comunicaciones), 19 (libertad de
residencia), 22 (derecho de asociación), 23 (derecho de acceso y permanencia en cargos públicos)
y 25 (principio de legalidad y el “non bis in idem”).
La vulneración, en el curso de un proceso penal, de estos derechos fundamentales materiales suele
ocasionar un supuesto de valoración prohibida de la prueba.
Los Tratados internacionales de incidencia procesal penal constituyen fuente de producción del
Derecho procesal Penal. Cabe destacar, por su fuerza vinculante, los Pactos Internacionales de
Derechos Humanos, que están integrados por la Declaración Universal de Derechos Humanos,
el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y, sobre todo, el Convenio para la
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La LECrim, de 1882, constituye nuestro Código Procesal Penal. De conformidad con el principio
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de legalidad procesal, consagrado en su art. 1, no se podrá imponer pena alguna por actos
punibles, si no es conforme a las disposiciones de dicho Código o de Leyes especiales y en virtud
de sentencia dictada por Juez competente.
La LECrim consta de siete libros, de los cuales, el Libro Iº trata de las Disposiciones
Generales, el IIº del sumario, el IIIº del juicio oral, el IVº de los procedimientos especiales, el Vº
de los recursos de casación y de revisión, el VIº del procedimiento para los delitos leves y el VIIº
de la ejecución de las sentencias.
La LECrim ha sido objeto de múltiples reformas parciales, lo que origina no poca inseguridad
jurídica a la vez que supone un factor de retardo, lo que debería llevar a elaborar un nuevo Código
Procesal Penal, que dote a nuestra justicia de la rapidez y eficacia que la sociedad contemporánea
reclama.
La legislación especial también es fuente del Derecho procesal penal, debiéndose distinguir las
materias que afectan al desarrollo de los derechos fundamentales, que deben ser objeto de una
Ley Orgánica, de las que permiten su regulación mediante Ley Ordinaria.
El proceso penal se concibe como el instrumento que la jurisdicción tiene para la exclusiva
aplicación del “ius puniendi” del Estado.
El “ius puniendi” que el Estado ostenta en régimen de monopolio ha de actuarse una vez declarada
la existencia de un delito y la participación del encausado en el mismo, mediante la irrogación al
mismo, por el Tribunal penal, de la correspondiente pena prevista en el Código Penal.
En un Estado de Derecho, la función del proceso penal no puede identificarse exclusivamente con
la aplicación del “ius puniendi”, ya que también está destinado a
declarar el derecho a la libertad del ciudadano inocente. El proceso penal se erige en un
instrumento neutro de la Jurisdicción, cuya finalidad consiste tanto en aplicar el “ius puniendi”,
como en declarar, e incluso restablecer, a través del “habeas corpus”, el derecho a la libertad.
3. La protección de la víctima
El proceso penal también debe convertirse en un instrumento útil para la reparación de la víctima.
Atendiendo al art. 24 CE, tan derechos fundamentales son los del investigado a la libertad y a la
defensa, como los del perjudicado a la tutela judicial efectiva u obtención de una satisfacción de
su pretensión resarcitoria.
La Ley 4/2015, del Estatuto de la víctima, ha incrementado el catálogo de sus derechos.
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El proceso penal contemporáneo también asume la función de reinserción. Por ello, se aconseja
introducir en el sistema punitivo sanciones o penas alternativas a la privación de libertad para el
tratamiento de los delitos leves.
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I. EL PRINCIPIO DE PROPORCIONALIDAD
La incidencia de los actos procesales sobre los derechos fundamentales ocasiona que deba
aplicarse la doctrina emanada del TC sobre el principio de proporcionalidad, según la cual, no
es suficiente que el acto de investigación, lesivo de un derecho fundamental, haya emanado de la
Autoridad competente, sino que también es necesario:
a) Que esté previsto en la Ley.
b) Que se justifique objetivamente.
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c) Que la resolución judicial que ordena la limitación del derecho fundamental esté
minuciosamente motivada, plasmándose en ella el juicio de necesidad del que se
desprenda el sacrificio del derecho fundamental, objeto de la medida.
De conformidad con la doctrina del TEDH y del TC pueden extraerse del principio de
proporcionalidad las siguientes notas esenciales:
a) Todo acto limitativo de un derecho fundamental debe fundarse y estar previsto en una
Ley con rango de Orgánica.
b) Toda resolución que limite o restrinja el ejercicio de un derecho fundamental debe estar
motivada.
c) Debe observarse el cumplimiento del subprincipio de necesidad, conforme al cual, las
medidas limitadoras deberán ser necesarias para conseguir el fin perseguido por el acto
de investigación.
d) Ha de existir una adecuación o congruencia entre la medida prevista o aplicada y la
procuración del bien constitucionalmente relevante.
e) La finalidad perseguida por el acto instructorio y lesivo del derecho fundamental no debe
poder alcanzarse mediante otro acto igualmente eficaz, pero menos lesivo del derecho
fundamental.
Este derecho aparece en el art. 125 CE, en cuya virtud, los ciudadanos podrán participar en la
administración de justicia mediante la institución del Jurado.
Este es un derecho fundamental, cívico y activo, que asiste a todo ciudadano. Una vez instaurado
el Jurado, la acusación por un delito que entre dentro de su esfera de
competencia originará un derecho fundamental del encausado a ser juzgado por el Jurado, que se
erige en “el predeterminado por la Ley”.
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Podemos definir al Juez legal penal como el derecho fundamental que asiste a todos los sujetos
del Derecho, a ser juzgados por un órgano jurisdiccional, creado mediante Ley Orgánica y
perteneciente a la jurisdicción penal ordinaria, respetuoso con los principios constitucionales de
igualdad, independencia e imparcialidad y sumisión a la ley y constituido con arreglo a las normas
comunes de competencia preestablecidas.
El art. 24.2 CE no impone ningún régimen especial para la regulación del ejercicio de este derecho
fundamental, por lo que se debe regular mediante Ley Orgánica.
El Juez legal debe quedar encuadrado dentro del Poder Judicial o Jurisdicción Ordinaria.
Conforme al art. 24.2 CE, el Juez legal no sólo ha de ser ordinario, sino que debe estar
“predeterminado por la Ley”. Dentro del modelo constitucional del Juez legal, el primer requisito
que deben cumplir todos los órganos jurisdiccionales es el de constituirse sin atender a ningún
criterio discriminatorio, es decir, con absoluto respeto al principio constitucional de igualdad
del art. 14 CE.
La imparcialidad que exige el art. 24.2 CE no sólo es la subjetiva del Juez o Magistrado, sino,
sobre todo la “objetiva”, referida al objeto del proceso, por lo que se asegura que el Juez se acerca
al “thema decidendi” sin haber tomado postura en relación con el mismo.
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c) La abstención y la recusación
Finalmente, el Juez ordinario predeterminado por ley no puede ser otro sino el Juez territorial,
objetiva y funcionalmente competente.
Por esta razón, las normas de la competencia objetiva son de “ius cogens”, erigiéndose en un
auténtico presupuesto procesal, cuyo cumplimiento debe ser vigilado de oficio por los órganos
jurisdiccionales en todas y cada una de las instancias. Su infracción acarrea una nulidad radical e
insanable.
1. El principio de legalidad
El principio de legalidad está consagrado en el art. 25.1 CE, según el cual, nadie puede ser
condenado o sancionado por acciones u omisiones que, en el momento de producirse, no
constituyan delito, falta o infracción administrativa, según la legislación vigente en ese momento.
Es decir, por principio de legalidad cabe entender el derecho de toda persona a no ser condenado
a una pena privativa de libertad que no se encuentre prevista en una norma con rango de Ley
Orgánica, anterior a la comisión del hecho punible o, en su caso, posterior, pero más favorable.
De dicha regla general hay que excluir los delitos que tienen asociadas penas privativas de
libertad, en cuyo caso, el TC exige que su desarrollo normativo se efectúe mediante Ley Orgánica.
Por tanto, cuando la pena a imponer sea la de multa, la norma que prevea dicha sanción no requiere
su desarrollo mediante Ley Orgánica. Y lo mismo cabe decir del resto de penas privativas de los
derechos que no incidan en derechos fundamentales.
La doctrina del TC exige también la concurrencia de una garantía material, como requerir a los
órganos jurisdiccionales penales que, para la integración de una determinada conducta, haya de
existir una normativa predeterminada sobre las conductas ilícitas y de las penas o sanciones
aplicables.
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La existencia de una norma penal previa a la comisión de la conducta implica la prohibición que
pueda aplicarse, a dicha conducta, una norma posterior que establezca una sanción más grave.
Debe existir una predeterminación normativa lo suficientemente clara para que tanto la norma
penal como su sanción pueda ser conocida por sus destinatarios.
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El principio de prohibición del “non bis in idem” significa que una misma persona no puede
ser condenada más de una vez por la comisión de un mismo hecho. Este principio no ha recibido
una expresa consagración constitucional.
El principio de prohibición del “non bis in idem” resulta de aplicación incluso ante dos mismos
hechos enjuiciados por distintos Tribunales de la Unión Europea. Y es que, en la práctica forense,
las vulneraciones a la prohibición del “non bis in idem” suceden cuando un mismo hecho es
susceptible de ser sancionado simultáneamente, por los Tribunales penales y por la
Administración.
B) La doctrina del TC
Una de las garantías de la prohibición del “non bis in idem” se encuentra en la preferencia de la
Jurisdicción Penal sobre la Administrativa, doctrina que obliga a la Administración Pública a
suspender las actuaciones hasta que recaiga sentencia penal
firme, cuando el hecho sea objeto de un procedimiento penal.
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El derecho un proceso con todas las garantías aparece expresamente recogido en el art. 24.2
CE. Su función es erigirse en una especie de “cajón de sastre” en el que tienen cabida todos los
derechos fundamentales de incidencia procesal que no puedan ser subsumidos en los demás
derechos del art. 24 CE.
El restablecimiento del derecho a un proceso con todas las garantías debe ocasionar la nulidad
de la sentencia y de las actuaciones practicadas, con el reenvío al Tribunal Penal de instancia para
que emita nueva sentencia, la cual podrá volver a ser condenatoria, siempre y cuando respete
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En el momento actual, tres son los derechos fundamentales que el TC ha subsumido en este
derecho fundamental:
1) El derecho a la igualdad de armas.
2) El derecho al principio acusatorio.
3) La prueba prohibida por sustentarse en intervención ilegal de las comunicaciones.
4) La inmediación del Tribunal “ad quem” en la valoración de las pruebas de carácter
personal
1. Igualdad de armas
Una de las garantías esenciales del derecho fundamental a un proceso con todas las
garantías es el principio de igualdad de armas, que se entiende cumplido cuando tanto el
acusador como el investigado gozan de los mismos medios de ataque y defensa, idénticas
posibilidades y cargas de alegación, prueba e impugnación.
A) Fundamento
En opinión de los autores, el principio de igualdad de armas es una proyección del principio de
igualdad del art. 14 CE, el cual hay que estimarlo vulnerado cuando el legislador crea privilegios
procesales carentes de fundamentación constitucional alguna, o cuando el legislador o el propio
órgano jurisdiccional crean posibilidades procesales que se le niegan a la parte contraria o la
gravan indebidamente con cargas procesales desorbitadas.
Todos los ciudadanos que intervengan en un proceso penal deben recibir idéntico tratamiento
procesal por parte de los órganos jurisdiccionales penales. Resulta contrario al principio de
igualdad de armas el otorgamiento de determinados privilegios procesales carentes de un
fundamento objetivo y razonable.
El encuadramiento del principio de igualdad de armas en el derecho a un proceso con todas las
garantías obliga al órgano jurisdiccional a ser absolutamente respetuoso con el cumplimiento de
dicho principio, sobre todo en la administración de la prueba.
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Por tanto, el principio de igualdad de armas deberá estar presente en el juicio oral y, de modo
especial, en la proposición y ejecución de la prueba.
2. El principio acusatorio
El principio acusatorio constituye otra de las garantías esenciales del proceso penal que la doctrina
del TC ha elevado a derecho fundamental.
En el momento actual, puede afirmarse que rige este principio cuando las fases de instrucción y
juicio oral se encomiendan a dos órganos distintos jurisdiccionales, prohibiéndose al órgano
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A fin de prevenir el prejuzgamiento y evitar que el encausado sea juzgado por un órgano falto de
imparcialidad, es necesario que la función de instrucción se encomiende a un órgano unipersonal,
el cual no debe entender de la fase de juicio oral, que debe ser conferida a otro órgano
jurisdiccional, normalmente colegiado.
Según el aforismo “nemo iudex sine acusatore”, el juicio oral debe iniciarse por una
parte legítima y distinta a la del órgano jurisdiccional decisorio, a quien se le debe evitar la
posibilidad de sostener la acusación.
Para que se respete el principio acusatorio se hace necesario que la acusación preceda a la defensa
y sea conocida por ella. También es necesario que se desdoblen ambas funciones, de acusación y
de decisión, y que sean otorgadas a dos distintos sujetos procesales, que deberán mantener la
acusación en el juicio oral.
La vigencia del sistema acusatorio exige una determinada correlación, subjetiva y objetiva, entre
la acusación y la parte penal dispositiva de la sentencia:
a) Subjetiva: el proceso penal acusatorio es un proceso de partes, en el que el acusado no
puede ser considerado como objeto, sino como sujeto, por lo que le asiste el derecho de
defensa con toda su plenitud. Para lograrlo, se consagra la regla de que nadie puede ser
condenado sin haber sido previamente acusado. Lo que hace necesario informar al
investigado de la acusación con un tiempo suficiente para preparar su defensa.
b) Objetiva: es el derecho del acusado a conocer la acusación formulada contra él, lo que
supone informarle del hecho punible cuya comisión se le atribuye, a fin de que pueda
exculparse de él, ejercitando su derecho de defensa.
Existirá una vulneración del principio acusatorio y del art. 24.2 CE cuando la sentencia condene
al acusado por una pena principal o un hecho punible que no hayan sido objeto de la acusación o
a una pena más grave a la solicitada por la acusación o cuando el tribunal aplique en la sentencia
una calificación jurídica distinta y causante de indefensión material.
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No existe indefensión ni vulneración del principio acusatorio si el hecho histórico fue descrito en
el escrito de calificación provisional, aun cuando las partes acusadoras y el Tribunal modifique el
título de condena sobre ese mismo hecho, siempre y cuando ambos delitos sean homogéneos (el
bien jurídico vulnerado sea el mismo).
Existirá una vulneración manifiesta del principio acusatorio si las partes acusadoras,
en sus calificaciones definitivas, ampliaran su acusación a nuevos hechos sobre los que no ha
recaído prueba en el juicio oral.
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El principio acusatorio exige que en la segunda o sucesivas instancias no se pueda gravar más a
un apelante de lo que ya lo estaba por la sentencia recurrida, salvo que el apelado impugne
también, independientemente, la sentencia. Por tanto, el órgano “ad quem” debe estar vinculado
por los límites, subjetivos y objetivos, trazados por la acusación y la defensa en la segunda
instancia.
B) La legalidad ordinaria
La figura del Juez instructor-decisor fue desterrada de nuestro proceso penal por la LO 7/1988
que, mediante la creación de los Juzgados de lo Penal, a quienes se les atribuye competencia para
el conocimiento de la fase del juicio oral, reinstauró en nuestro ordenamiento ordinario, no sólo
esta garantía esencial del principio acusatorio, sino también el derecho al Juez legal imparcial.
b) La información de la acusación
La LECrim exige que el juicio oral tan sólo pueda abrirse a instancia de una acusación legítima,
de forma que, si las partes acusadoras solicitan el sobreseimiento, el Juez de lo Penal o la AP no
puede abrir de oficio un juicio oral contra persona determinada.
Por partes legitimadas sólo cabe entender el Ministerio Fiscal y el acusador particular, que es el
ofendido o perjudicado constituido en parte acusadora, y no el acusador popular, que no está
legitimado por sí solo para obtener la apertura del juicio oral.
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El art. 733 LECrim faculta al Tribunal a sugerir a las partes nuevas tesis jurídicas, tendentes a
evidenciar la concurrencia de una circunstancia eximente o una nueva calificación jurídica sobre
el mismo hecho objeto del juicio. Tiene como finalidad extender la correlación entre la acusación
y el fallo incluso a la causa petendi de la pretensión penal. En este caso, se autoriza a las partes a
informar acerca de esa nueva calificación jurídica.
Sin embargo, el art. 733 LECrim no autoriza a sugerir tesis jurídicas sobre hechos nuevos que no
hayan sido objeto de calificación y de prueba en el juicio oral. Cuando
esto se produzca, lo procedente es suscitar la suspensión del juicio oral, al amparo del art. 746.6
LECrim, practicar una instrucción sumarial complementaria y una calificación provisional
adicional, con consiguiente juicio oral para ese hecho nuevo.
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Por su parte, el art. 851.4º LECrim establece que procederá el recurso de casación “cuando se
pene un delito más grave que el que haya sido objeto de la acusación, si el Tribunal no hubiera
precedido previamente como determina el art. 733”.
En el ámbito del proceso penal abreviado, el art. 789.3 LECrim establece una congruencia
cuantitativa, al prohibir al Tribunal imponer una pena superior a la solicitada por las partes
acusadoras.
3. El derecho a un proceso con todas las garantías y la inmediación del Tribunal “ad quem”
en la valoración de la prueba de carácter personal
El derecho fundamental a un proceso con todas las garantías también conlleva el derecho del
encausado a no ser gravado más en su condena o a no ser condenado, si ha sido absuelto en la
primera instancia, como consecuencia de una nueva valoración de las pruebas, efectuadas por el
Tribunal “ad quem”, que requieren la inmediación del Tribunal.
El Tribunal “ad quem” no puede efectuar, sin prestar previa audiencia al condenado,
una revisión de la valoración de las pruebas efectuadas por el Tribunal de la primera
instancia que requieran la vigencia de los principios de inmediación, publicidad y contradicción.
Pero esta doctrina no es aplicable cuando el Tribunal “ad quem” efectúa una revisión jurídica del
objeto procesal.
Dichas pruebas cuya valoración exige la inmediación del Tribunal son las de carácter
personal y deben reconducirse a las declaraciones de las partes, testigos y peritos, sin que alcance
a los siguientes medios y elementos probatorios:
a) La prueba documental.
b) Los informes periciales documentados.
c) La prueba indiciaria, cuando no se explicita por el juzgador de instancia el razonamiento
seguido para alcanzar el resultado probatorio o cuando dicho razonamiento se revele
erróneo.
d) Las sentencias de instancia que no determinan los elementos de convicción en qué se basa
el órgano judicial para la fijación de los hechos probados.
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En efecto, el principio de libre valoración de la prueba debe ser complementado con la doctrina
del TC sobre la interpretación de la presunción de inocencia. Según esta doctrina, la apreciación
en conciencia debe recaer en auténticas pruebas, que deben ser lícitas, y que deben practicarse,
como regla general, en el juicio oral.
Por tanto, el derecho a la presunción de inocencia significa el derecho de todo encausado a ser
absuelto si no se ha practicado una mínima prueba válida de cargo, acreditativa de los hechos
motivadores de la acusación, desarrollada o constatada y ratificada en el acto del juicio oral, con
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Esta actividad probatoria requiere el cumplimiento de las siguientes garantías o notas esenciales:
a) La presunción de inocencia supone que la carga material de la prueba recae sobre la
acusación.
b) La presunción de inocencia confiere al encausado el derecho a no ser condenado si no es
con arreglo a auténticos actos de prueba.
c) El acusado tampoco puede ser condenado exclusivamente mediante declaraciones.
Corresponde, en primer lugar, exclusivamente a las partes acusadoras proponer y ejecutar una
prueba válida y suficiente para demostrar la participación del encausado en el hecho punible. La
primera garantía que supone la “presunción de inocencia” consiste, pues, en un reforzamiento
de la carga de la prueba en las partes acusadoras, quienes han de probar en el juicio los
elementos constitutivos de la pretensión penal.
Esta regla general sólo puede tener como excepción la “prueba anticipada o preconstituida”
que haya sido practicada en la instrucción.
Nadie puede ser condenado con base en su sola confesión prestada en Comisaría. Por otro
lado, los atestados y demás informes policiales tienen el mero valor de denuncias y, por tanto,
no pueden ser considerados como medio, sino como objeto de prueba.
Para que los hechos vertidos en el atestado pueden ser estimados como probados, será necesario
recibir declaración, en calidad de testigo y en el juicio oral al funcionario de policía que intervino
en el atestado.
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4. La “prueba prohibida”
La presunción de inocencia exige que una actividad como la probatoria no pueda practicarse con
vulneración de las normas tuteladoras los derechos fundamentales.
5. La declaración de coinvestigados
También es una doctrina del TC la de que no puede el Tribunal penal fundar su sentencia
exclusivamente en la declaración de un testigo indirecto, cuando el testigo
directo pudo acudir y no lo hizo a la celebración del juicio oral, a fin de prestar en él su
declaración.
El Tribunal debe motivar su sentencia, lo que en el ámbito del proceso penal significa
Fundamentalmente razonar la prueba. El deber de razonar la prueba no se encuentra expresamente
recogido ni en la LOPJ ni en la LECrim. Sin embargo, las prescripciones al respecto han de ser
complementadas con los arts. 24.1 (derecho a la tutela) y 24.2 (presunción de inocencia) en
relación con el art. 120.3 CE, que establece la obligación de motivar las sentencias.
La sentencia penal debe ser minuciosamente motivada por las siguientes razones:
a) Porque el deber de motivar la sentencia se encuentra implícito en el derecho a la tutela.
b) Porque de no reflejarse expresamente en ella la prueba de cargo el TC no podría apreciar
si se ha producido o no una vulneración de la presunción de inocencia.
c) Porque el Tribunal “ad quem” tampoco podría, en una apelación o casación por error de
hecho en la apreciación de la prueba, revisar si el órgano “a quo” incurrió o no en un
vicio “in iudicando”.
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1. Normativa
Así lo ha entendido el TC, quien ha declarado que el derecho a los recursos está implícitamente
recogido en el derecho a la tutela del art. 24.1 CE.
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2. Ámbito de aplicación
En segundo lugar, el derecho a los recursos tan solo puede ser reclamable contra las sentencias de
condena y no contra otras resoluciones que ponen fin al proceso.
En tercer lugar, el titular del derecho a los recursos es el condenado por una sentencia penal, razón
por la cual no le asiste ni al responsable civil ni al acusador popular o particular.
3. Contenido
Según la doctrina del TC, el contenido del derecho a los recursos se reduce a someter a un Tribunal
superior el fallo condenatorio y la pena. Este derecho se estima cumplido si al recurrente se le
permite el acceso a la instancia legalmente preestablecida o el ejercicio de los recursos
establecidos en la Ley. Por tanto, no se infringe este derecho fundamental en el caso de las
personas aforadas al TS, contra cuya sentencia no cabe la interposición de recurso alguno.
Sin embargo, sí que se entiende infringido el precepto cuando la Ley no prevea recurso alguno
contra el fallo condenatorio dictado en primera instancia o cuando no se admita el recurso “de
plano” por una defectuosa notificación o mediante la invocación de la ausencia de requisitos
fácilmente sanables.
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Lección 4
Los procesos penales. Procesos ordinarios: El “sumario ordinario” y el proceso penal
abreviado.
I. Sistematización.
Existen distintos procesos penales regulados en la LECrim y las Leyes especiales.
Le LECrim contempla:
1) El proceso ordinario por delitos graves (sumario ordinario), que es aplicado para la instrucción
y el enjuiciamiento de los delitos sancionados con penas privativas de libertad superior a 9 años.
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El proceso ordinario por delitos graves (“sumario ordinario”), resulta procedente para el
enjuiciamiento de las causas por delito que tengan señalada por la Ley pena privativa de libertad
superior a 9 años- art. 757 LECrim, exceptuando delitos que deban ser enjuiciados por el Tribunal
del Jurado., o sen cometidos por personas mayores de 14 años y menores de 18.
Las normas que resultan de aplicación son las contenidas en los Libros II y III LECrim. En el
supuesto de duda en la determinación del procedimiento aplicable o de colisión entre normas del
procedimiento común y los demás, han de prevalecer las de este procedimiento ordinario puesto
que se trata de un proceso común.
Las fases en las que se divide y los órganos encargados de su conocimiento son:
a) Iniciación;
b) Fase instructora (“sumario”)- Juzgado de Instrucción;
c) Fase intermedia- Audiencia Provincial
d) Juicio oral- Audiencia Provincial.
2. Iniciación
La iniciación puede ser originaria- lo que tendrá lugar cuando el Juez de Instrucción llegase a la
conclusión de que, atendiendo a la gravedad del delito, resulta de aplicación el “sumario
ordinario”; o bien, por conversión de otro procedimiento ordinario, normalmente de unas
Diligencias Previas del proceso penal abreviado en el proceso común.
El sumario ordinario podrá iniciarse por cualquiera de los medios de incoación del proceso penal,
denuncia, querella o iniciación de oficio.
3. Fase de Instrucción.
Esta fase recibe la denominación de sumario y su contenido aparece enunciado en el art. 299
LECrim, precepto del que se infiere una función genérica de la instrucción, consistente en
preparar el juicio oral, y tres funciones específicas: a) la de efectuar actos instructorios tendentes
a averiguar la preexistencia y tipicidad del hecho y su autoría (carecen de valor probatorio a menos
que se trate de prueba anticipada y preconstruida); b) la de adoptar medidas cautelares penales y
c) la de disponer medidas cautelares civiles o aseguratorias de la pretensión civil.
Como acto específico de imputación del procedimiento ordinario destaca el auto de
procesamiento, que cumple una función esencial para determinar la legitimación pasiva,
erigiéndose en un presupuesto de las medidas cautelares y de la declaración indagatoria y
posibilitando, en general, el derecho de defensa dentro de la instrucción.
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4. Fase Intermedia.
Su finalidad consiste en decidir acerca de la apertura o no del juicio oral.
Comienza con el auto de conclusión de sumario, aquí el Juez pierde su competencia funcional
que pasa a conferirse a la Audiencia Provincial, y puede finalizar con alguna de estas 3 soluciones:
a) la revocación del sumario, con el objeto de practicar nuevas diligencias que alguna de las partes
estime necesarias para la preparación del juicio oral;
b) el sobreseimiento;
c) la apertura del juicio oral, que a su vez podrá desembocar en un sobreseimiento o en la
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Para ello, puede ordenar a la Policía Judicial que practique tales diligencias. Además, el art. 773.3
LECrim confiere al MF la posibilidad de comparecencia para prestar la “declaración para ser
oído”- arts. 486-488 LECrim, la cual de ser incumplida podrá convertirse en orden de detención.
Estas diligencias informativas, como regla general, no podrán durar más de 6 meses y han de
finalizar con cualquiera de estas dos resoluciones alternativas: mediante una resolución de archivo
o mediante la presentación de la pertinente denuncia o querella ante el Juzgado competente.
Destaca también el incremento de las facultades y funciones de la Policía Judicial, aparte de las
tradicionales referentes al aseguramiento de los efectos y el cuerpo del delito, la práctica de la
detención del imputado y su toma de declaración, y la de los testigos presenciales de la comisión
del delito, la PJ debe informar a las víctimas de sus dºs- art. 771.1º LECrim, así como al imputado
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no detenido de los hechos que se le imputan y de los dºs que le asisten, en particular los
reconocidos en el art. 520.2 LECrim.
2. Iniciación.
La única especialidad que presenta el procedimiento abreviado es que la comparecencia de los
ofendidos y perjudicados a través del ofrecimiento de acciones o mediante su intervención
adhesiva, puede efectuarse mediante simple comparecencia “apud acta”, sin necesidad de
interponer querella- art. 761 LECrim.
No obstante, esta facultad no alcanza al querellante público o acusador popular que pretenda
intervenir en la instrucción en curso, en cuyo caso habrá de deducir escrito de querella.
3. Fase de instrucción.
Después de que el Juzgado de Instrucción haya recibido la denuncia o querella, atestado policial
o las diligencias preprocesales del MF, si considera que los hechos se encuentran dentro del
ámbito del procedimiento abreviado, ordenará la formación de “diligencias previas”. Se trata de
la fase de instrucción que asume las mismas funciones que el sumario en el proceso común.
Independientemente de las demás actuaciones necesarias para la preparación del juicio oral,
necesariamente debe practicarse la primera comparecencia del imputado ante el Juez de
Instrucción, el cual ilustrará al imputado de los hechos que se le imputan. Cabe destacar la
imposibilidad de practicar el auto de transformación del proceso penal abreviado sin haberse
practicado esta comparecencia- art. 775 LECrim.
Con la Ley 38/2002 se introdujo importantes novedades. Una de ellas es la preceptiva asistencia
de Abogado a todo imputado, no solo desde la detención, sino también desde que resultare la
imputación de un delito contra persona determinada-art. 767 LECrim.; de otro, la entrevista
reservada del Abogado con el imputado (antes y después de prestar declaración), sin perjuicio de
lo establecido en el art. 527 ap. c) LECrim.
Practicadas las diligencias de investigación que resultasen pertinentes, el interrogatorio del
imputado y la información de sus dºs a los perjudicados (de manera obligada), salvo que esta
última resultara imposible, el Juez de Instrucción ha de realizar una nueva calificación indiciaria
de los hechos objeto de investigación, que tendrá alguna de las siguientes resoluciones:
a) El sobreseimiento que corresponda- en caso de que el hecho no sea constitutivo de infracción
penal o no aparezca suficientemente justificada su perpetración.
b) La remisión de lo actuado al Juez competente, si el hecho objeto de la formación de diligencias
previas fuera constitutivo de delito leve, salvo que el enjuiciamiento del delito leve sea de su
competencia.
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El denominado Auto del PPA cumple con una función esencial, la cual estriba en determinar al
imputado o legitimación pasiva. Así, no podrá dirigirse el escrito de acusación contra persona que
no haya sido imputada en dicha resolución. También determina los hechos punibles objeto del
proceso, de tal suerte que no podrán las partes acusadoras afirmar hechos distintos a los relatados
en el mismo.
4. Fase intermedia.
Se trata de una fase de preparación del juicio oral que comienza desde el momento en que el Juez
dicta el Auto PPA o resolución acordando seguir los trámites del procedimiento abreviado- art.
779.1.4ª LECrim- y tiene por finalidad la de resolver sobre la procedencia de abrir o no el juicio
oral y, en su caso, la fijación del procedimiento adecuado y del órgano competente para el
posterior enjuiciamiento.
Dentro de esta fase quedan comprendidas las siguientes actuaciones:
a) traslado de diligencias previas al MF y a las acusaciones personadas, incluida la defensa- art.
627 LECrim;
b) petición de diligencias complementarias;
c) solicitud de sobreseimiento- donde el Juez de Instrucción tiene la potestad de hacer saber la
misma a los directamente ofendidos o perjudicados conocidos, no personados, para que dentro
del plazo de 15 días comparezcan para defender su acción si lo consideran oportuno- art. 783.2.
a) LECrim;
d) petición de apertura del juicio oral con la presentación del escrito de acusación;
e) escrito de defensa;
f) traslado de las actuaciones al órgano jurisdiccional encargado del enjuiciamiento.
5. Juicio oral.
Comporta la última fase en la que se estructura el procedimiento abreviado, se desarrolla ante el
Juez o Tribunal competente para el enjuiciamiento- Juzgado de lo Penal o Audiencia Provincial
(dependiendo de la gravedad del hecho punible), y en el que se desarrolla la actividad probatoria
y el juicio.
Las actuaciones que suceden en esta fase pueden ser sistematizadas del modo siguiente:
a) examen y admisión o rechazo de las pruebas propuestas por las partes en los escritos de
acusación y defensa;
b) señalamiento de la fecha para el comienzo de las sesiones del acto del juicio oral;
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Lección 5
Los presupuestos procesales del órgano jurisdiccional (I): Jurisdicción y competencia
objetiva.
I. Los presupuestos procesales: conceptos y clases.
Al igual que en proceso civil, es necesario que las partes cumplan con determinados presupuestos
procesales, los cuales se erigen en requisitos previos al proceso, sin cuyo cumplimiento no puede
válidamente instaurarse ni, puede el Juez entrar en el examen jurídico material de la pretensión.
Se trata de requisitos de obligada observancia en el momento del ejercicio del dº de acción y de
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la jurisdicción española desde el punto de vista internacional (límites territoriales); 3) analizar los
supuestos de inviolabilidad de la que gozan determinadas autoridades (límites subjetivos).
1. Límites objetivos.
Los órganos judiciales integrantes del orden penal extienden su conocimiento a los procesos de
índole penal que se lleven a cabo para el enjuiciamiento de aquellos comportamientos o conductas
tipificadas como delito en el CP y leyes penales especiales y que hayan sido realizadas dentro de
la Jurisdicción del Estado español.
Se exceptúan los hechos ilícitos que correspondan a la Jurisdicción militar- art. 9.2 LOPJ- la única
jurisdicción especial reconocida constitucionalmente- art. 117.5 CE.
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2. Límites territoriales.
A) Fuero Territorial.
La jurisdicción viene determinada por el territorio del mismo: “en el orden penal corresponderá a
la jurisdicción española el conocimiento de las causas por delitos y faltas cometidos en el territorio
español o cometidos a bordo de buques o aeronaves españoles, sin perjuicio de o previsto en los
tratados internacionales en que España sea parte- art. 23.1 LOPJ.
B) Fuero extraterritoriales.
El mismo art. 23 LOPJ contempla 3 fueros extraterritoriales:
a) Fuero de la nacionalidad
De conformidad con este ppio. nuestros Juzgados y Tribunales penales también podrás coocer de
delitos tipificados en nuestro OP, pero cometidos fuera del territorio nacional, cuando los
penalmente responsables fueran españoles o extranjeros que hubieran adquirido la nacionalidad
española con posterioridad a la comisión del hecho y concurrieran los requisitos:
a) Que el hecho sea punible en el lugar de ejecución, salvo que, en virtud de un Tratado
internacional o un acto normativo de una Organización internacional de la que España sea parte,
no resulte necesario dicho requisito, sin perjuicio de lo dispuesto en los apartados siguientes.
b) Que el ofendido o el MF interpongan querella ante los Tribunales españoles.
c) Que el presunto autor del hecho delictivo no hubiera sido absuelto, indultado o penado en el
extranjero o, en este último supuesto, no haya cumplido la condena. Si solo la hubiera cumplido
en parte, se le tendrá en cuenta para rebajarle proporcionalmente la que le corresponda, requisitos
que tienen por finalidad evitar la infracción del “non bis in idem”.
b) Fuero de la tutela estatal.
El art. 23.3 LOPJ atribuye a la jurisdicción española el conocimiento de los más graves delitos
contra el Estado o la Corona, rebelión y sedición, falsificación de la moneda o estampilla reales,
del sello del Estado, de las firmas de los ministros y de los sellos públicos u oficiales, falsificación
de la moneda española y, de cualquier otra falsificación que perjudique directamente el crédito o
interés del Estado.
c) Fuero de la jurisdicción universal.
El art. 23.4 LOPJ consagra el ppio. de universalidad o jurisdicción universal, según el cual la
jurisdicción penal española es competente para el conocimiento de determinados delitos que
lesionan bienes jurídicos que afectan a la CI en su conjunto.
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A raíz de la reforma operada por la LO 1/2014, de 13 de marzo, se amplío la lista de los delitos
susceptibles de ser perseguidos por la jurisdicción española en base a este ppio. Junto a los
tradicionales de genocidio, lesa humanidad, terrorismo, etc., se incorporaron los delitos regulados
en el Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra la
mujer y la violencia doméstica, en la Convención contra la tortura y otros tratos o penas crueles,
inhumanos o degradantes, los delitos de corrupción de agente público extranjero previstos en el
Convenio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), delitos
todos ellos cuyas previsiones han sido incorporados a nuestro CP.
En segundo lugar, en la línea ya iniciada con la reforma operada por la LO 1/2009, se restringe el
ejercicio de la jurisdicción universal a la concurrencia de determinados requisitos de conexión
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con el hecho delictivo, así: que el presunto responsable del ilícito penal sea español o extranjero
con residencia habitual en España o que el procedimiento se dirija contra un extranjero que se
encontrara en España y cuya extradición hubiera sido denegada por nuestras autoridades o que la
víctima fuera española.
A partir de la reforma llevada a cabo por la LO 1/2014, tales puntos de conexión se especifican
para cada delito en particular. Se exige así, que su presencia sea cumulativa en algunos casos,
mientras que en otros puede ser alternativa.
En tercer lugar, de conformidad con la jurisprudencia constitucional y del TS, el ppio. de
jurisdicción universal se ve reforzado en su faceta de jurisdicción subsidiaria. Así, se excluye la
jurisdicción de Tribunales españoles cuando ya se hubiese iniciado un procedimiento en un TI o
por la jurisdicción del país en que hubieran sido cometidos los hechos delictivos o de nacionalidad
del presunto infractor, en estos 2 últimos casos siempre que la persona a que se imputen los hechos
no se encuentre en España o, estando en España, vaya a ser extraditado a otro país o transferido a
un TI, en los términos y condiciones que se establecen.
En todo caso, nuestros Jueces y Tribunales se reservan la posibilidad de continuar ejerciendo su
jurisdicción si el estado que la ejerce no está dispuesto a llevar a cabo la investigación o no puede
realmente hacerlo- art. 23.5 LOPJ.
En cuarto lugar, se suprime el ejercicio de la acusación popular, exigiéndose como requisito de
perseguibilidad la previa interposición de querella por el agraviado o por el MF- art. 36.6 LOPJ.
Por último, la DTÚ de la LO 1/2014 ordena el sobreseimiento de las causas que en el momento
de la entrada en vigor de esta Ley se encuentren en tramitación por los delitos a los que se hace
referencia en la misma, hasta que no se acredite el cumplimiento de los requisitos en ella
establecidos.
3. Límites subjetivos.
El ppio. de jurisdicción universal admite excepcione en atención a la inviolabilidad de la que
gozan determinadas personas tanto nacionales como extranjeras:
- El rey, de forma absoluta- art. 53.2 CE;
- Los diputados y senadores, por las opiniones manifestadas en el ejercicio de sus funciones
y durante el periodo de su mandato- art. 71.1 CE;
- Los diputados del PE, en términos semejantes a los anteriores- Protocolo sobre los
privilegios y las inmunidades de las CE de 8/04/1965;
- Los parlamentarios de las CCAA, en los términos expresados en los respectivos EEAA;
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- El defensor del pueblo y sus adjuntos, por las opiniones que efectúen en el ejercicio de
sus funciones- art. 6 LO 3/1981;
- Los magistrados del TC, por las opiniones expresadas en el ejercicio de sus funciones-
art. 22 LOTC 2/1979.
Asimismo, el art. 21.2 LOPJ reconoce inmunidad a los extranjeros “establecidos en normas de
DIPúb.- los Jefes de Estado extranjeros, diplomáticos, miembros de las misiones acreditadas ante
los distintos organismos de las NU, miembros del CE, eurodiputados, representantes de los
Estados miembros de la OTAN, etc.
IV. Competencia objetiva.
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Se trata del conjunto de normas procesales que delimitan, entre los diversos órganos judiciales
pertenecientes al orden jurisdiccional pena, cual es el competente para el conocimiento de un
proceso penal en 1ª o única instancia. Ello obedece a 3 criterios: 1) la gravedad del hecho punible,
2) el de la materia y, 3) el de las personas.
1. Criterio de la gravedad del hecho punible.
Según lo dispuesto en el art. 14 LECrim, la regla general en materia de competencia objetiva es
la que distribuye el conocimiento de los asuntos penales en atención a la gravedad del hecho
punible.
A) Delitos Leves.
Los Juzgados de Instrucción son competentes para el conocimiento y fallo de los delitos leves-
art. 14.1 LECrim, salvo que la competencia corresponda al Juez de Violencia sobre la Mujer- ex
art. 87 bis LOPJ.
B) Delitos.
Los Juzgados de Instrucción efectúan la fase instructora de todos los procesos por delito, cuyo
enjuiciamiento corresponda al TJ, a la AP y a los Juzgados de lo Penal, con independencia de cuál
fuere el procedimiento adecuado, excepto de aquellas causas cuya instrucción venga atribuida a
los Juzgados de Violencia sobre la Mujer o a los Juzgados Centrales de Instrucción.
Asimismo, les corresponde dictar sentencia de conformidad con la acusación en los denominados
juicios rápidos y en las diligencias previas- arts. 801 LECrim y 14.3 LECrim.
Los Juzgados de lo Penal son órganos de enjuiciamiento y conocen de la fase de juicio total de
los delitos a los que la Ley señale pena privativa de libertad de duración no superior a los 5 años,
o pena de multa cualquiera que sea su cuantía, o cualesquiera otras de distinta naturaleza, bien
sean únicas, conjuntas o alternativas, siempre que su duración no exceda de 10 años (excluyendo
los delitos competencia del Tribunal del Jurado).
También conocen de la ejecución de sus sentencias y de las resoluciones y las sanciones
pecuniarias y resoluciones de decomiso provenientes de otros EEMM de la UE.
Las AAPP conocen de las causas por delito sancionado con pena privativa de libertad superior a
5 años o no privativa superior a 10 años- art. 14.4 LECrim.
A la hora de determinar si la competencia objetiva corresponde a los Juzgados de los Penal o a
las AAPP, habrá de atender al criterio de la pena en abstracto, al quantum de la pena con el que
el tipo abstracto definido en el CP sanciona el delito.
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De los procedimientos de decomiso autónomo por los delitos para cuyo conocimiento sean
competentes.
También conocerán de la autorización del internamiento de extranjeros en los centros de
internamiento, así como del control de la estancia de estos y en las salas de inadmisión de fronteras
y de las quejas que planteen los internos en cuanto afecten a los DDFF- art. 87.2 LOPJ.
Los Juzgados Centrales de Instrucción, con jurisdicción en todo el pañis y con sede en Madrid,
son competentes:
- De la instrucción de las causas por delito cuyo enjuiciamiento corresponda a la Sala de lo
Penal de la AN o a los Juzgados Centrales de lo Penal.
- De la tramitación de los expedientes de ejecución de las ordenes europeas de detención y
entrega y de los expedientes de extradición pasiva- art. 88 LOPJ.
La Sala de lo Penal de la AN, con jurisdicción en todo el país y sede en Madrid conoce- art. 65
LOPJ:
- Del enjuiciamiento de las causas por los siguientes delitos castigados con pplibertad de
duración superior a los 5 años o no privativas superior a los 10:
“Delitos contra el Titular de la Corona, su consorte, su sucesor, altos organismos de la Nación y
forma de gobierno”;
“Falsificación de la moneda y fabricación de tarjetas de crédito y débito falsas y cheques de
viajeros falsos, siempre que sean cometidos por organizaciones o grupos criminales”;
“Defraudaciones y maquinaciones para alterar el precio de las cosas que produzcan o puedan
producir grave repercusión en la seguridad el tráfico mercantil, en la economía nacional o
perjuicio patrimonial en una generalidad de personas en el territorio de más de 1 Audiencia”;
“Tráfico de drogas o estupefacientes, fraudes alimentarios y de sustancias farmacéuticas o
medicinales, siempre que sean cometidos por bandas o grupos organizados y produzcan efectos
en lugares pertenecientes a distintas AA”;
“Delitos cometidos fuera del territorio nacional, cuando conforme a las Leyes o tratados
corresponda su enjuiciamiento a los Tribunales españoles”;
“De cualquier otro asunto que le atribuyan las Leyes”- art. 65.7 LOPJ
- De los procedimientos penales iniciados en el extranjero, de la ejecución de sentencias
dictadas por Tribunales extranjeros o del cumplimiento de la pena de prisión, cuando en
virtud de un Tratado Internacional corresponda a España la continuación de un
procedimiento penal iniciado en el extranjero, ejecución de una sentencia penal extranjera
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funciones por los miembros de las FCSE, Policías autonómicas y locales- art. 8 LOFC y STC
55/1990.
Las Salas de lo Civil y Penal de los TSJ son competentes para la instrucción y fallo de las causa
penales contra Jueces, Magistrado y miembros del MF por delitos o delitos leves cometidos en el
ejercicio de su cargo en la CA, siempre que esta atribución no corresponda al TS- art. 73.3 a) y
b) LOPJ, así como para el conocimiento de las causas penales que los EEAA reservan al
conocimiento de los TSJ.
Para la instrucción de dichas causas se designará entre los miembros de la sala a un instructor que
no formará parte de la misma para enjuiciarla.
La Sala de lo Penal del TS es competente para la instrucción y enjuiciamiento de todas las causa
seguidas contra los siguientes aforados: presidente del gobierno, presidentes del congreso y del
senado, presidente del TS y del CGPJ, presidente del TC, miembros del gobierno, diputados y
senadores, vocales del CGPJ, magistrados del TC y del TS, presidente de la AN y de cualquiera
de sus salas y de los TJS, magistrados de la AN o de un TSJ, fiscal general del estado, fiscales de
la Sala del TS, presidente y consejeros del Consejo de Estado y Defensor del Pueblo, así como de
las causas que determinen los EEAA.
Al igual que sucede con las Salas d lo Civil y Penal de los TJS, para la instrucción de dichas
causas se designará de entre los miembros de la Sala, conforme a un turno preestablecido, un
instructor que no formará parte de la misma para enjuiciarla.
La Sala especial del TS- art. 61 LOPJ, es competente para el conocimiento de las causas contra
los presidentes de sala o contra los magistrados de una sala cuando sean juzgados todos o la mayor
parte de ellos.
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Estados europeos que hayan de ejecutarse en España, cuya competencia corresponde a los
Juzgados de los Penal y, la de las sentencias dictadas por los Juzgados Centrales de Instrucción,
que serán ejecutadas por los Juzgados Centrales de lo Penal.
Corresponde a la Sala de lo Penal de la AN el conocimiento de la ejecución de las sentencias
dictadas por los Tribunales extranjeros.
II. La competencia territorial: Criterios de determinación.
Las normas de la competencia territorial determinan qué órgano jurisdiccional debe ser
competente par el conocimiento de un determinado objeto procesal.
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Los criterios a través de los cuales se determina el órgano territorialmente competente para el
conocimiento de un proceso penal reciben el nombre de fueros, que pueden ser preferentes y
subsidiarios y, a los que cabe añadir un fuero especifico en los supuestos de violencia de género.
1. Fuero preferente.
El fuero de aplicación preferente es el del lugar de comisión del hecho delictivo, entendiéndose
por tal, el del resultado de la acción delictuosa.
2. Fueros subsidiarios.
Cuando no conste el lugar en el que haya podido cometerse el hecho punible, la competencia
territorial para el conocimiento de la causa corresponde a los siguientes Jueces y Tribunales:
1º El del término municipal, partido o circunscripción en que se hayan descubierto las pruebas
materiales del delito.
2º El del término municipal, partido o circunscripción en que el presunto reo haya sido detenido.
3º El de la residencia del presunto reo.
4º el de cualquiera que hubiese tenido con una noticia del delito.
La aplicación de estos fueros es siempre subsidiaria. Es decir, solo entran en juego mientras no
exista constancia del lugar de la comisión del delito. Si a lo largo de la instrucción se llegara a
determinar dicho lugar, se producirá la inhibición de la causa a favor del Juzgado competente.
3. Fuero específico.
La Ley de Violencia de Género añadió un fuero especifico, el del domicilio de la víctima, sin
perjuicio de la adopción de la orden de protección o de medidas urgentes que pudiera adoptar el
Juez del lugar de la comisión de los hechos.
III. La competencia por conexión.
1. Concepto y fundamento.
La conexión presupone la existencia de dos o más delitos y se resuelve, desde el punto de vista
procesal, en el enjuiciamiento conjunto de todas las conductas punibles en un solo proceso.
La necesidad de acumular el tratamiento procedimental de los delitos conexos en un solo
procedimiento obedece a distintas exigencias:
a) La de evitar vulneraciones posteriores de la cosa juzgada o del “non bis in idem”.
b) Para que un único órgano decisorio pueda aplicar las reglas del delito continuado o las del
concursos de delitos o de leyes, a fin de obtener una proporcionada individualización de la pena.
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2º Los cometidos por 2 o más personas en distintos lugares, si hubiera concierto para ello.
3º Los cometidos por diversas personas cuando se ocasionen lesiones o daños recíprocos.
B) Conexidad objetiva.
Son delitos conexos por razones objetivas:
1º Los cometidos como medio para perpetrar otros.
2º Los cometidos para procurar la impunidad de otros delitos;
3º Los delitos de favorecimiento real y personal y, el blanqueo de capitales respecto al delito
antecedente.
C) Conexidad mixta o analógica.
Los delitos que no sean conexos, pero que hayan sido cometidos por la misma persona y tengan
relación entre sí y, cuando sean de la competencia de un mismo órgano judicial, podrán ser
enjuiciados en la misma causa, a instancia del MF, si la investigación de los hechos resulta
conveniente para su esclarecimiento y la determinación de las responsabilidades procedentes.
IV. Alteración de las normas de competencia objetiva y territorial por conexión.
La existencia de 2 o más delitos que presenten nexos o elementos comunes provoca una alteración
de los criterios de atribución de la competencia, tanto objetiva como territorial.
1. Competencia objetiva.
Las alteraciones que la conexión produce en el ámbito de la competencia objetiva son las
siguientes:
1º Cuando alguna de las personas implicadas tenga privilegio de fuero, la competencia objetiva
para el conocimiento de la totalidad de los delitos conexos se atribute al Tribunal al que estuviera
sometido el aforado.
2º Cuando alguno de los delitos conexos fuese de la competencia de la AN, éste extenderá su
competencia al conocimiento de todos ellos.
3º La competencia de los Juzgados de Violencia sobre la Mujer se extenderá a la instrucción y
conocimiento de los delitos conexos.
4º Cuando se trate de infracciones conexas con diversa consideración penal (delitos leves, delitos
menos graves y delitos graves), la competencia se atribuye al órgano jurisdiccional que deba
conocer del delito que tenga señalada mayor pena.
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5º La competencia del Tribunal del Jurado se extenderá al enjuiciamiento de los delitos conexos,
siempre que la conexidad se funde en la comisión simultánea, comisión bajo acuerdo, comisión
medial o comisión para impunidad.
2. Competencia territorial.
La determinación del órgano judicial territorialmente competente para el conocimiento de los
delitos conexos que hayan sido cometidos en distintas demarcaciones judiciales viene
determinada en el art. 18 LECrim, según el cual, son competentes los siguientes Jueces y
Tribunales:
1º El del territorio en que se haya cometido el delito que tenga señalada mayor pena;
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2º El que primero comenzara la causa, en el caso de que los delitos tengan igual pena;
3º El que la Audiencia o TS designen, cuando las causas hubieran empezado al mismo tiempo o
no conste cual comenzó primero.
En los casos de delitos cometidos por menores en diferentes territorios, la determinación del
órgano judicial competente se efectuará teniendo en cuenta el lugar del domicilio del menor.
Cuando exista relación de conexidad entre un delito militar y un delito común, será competente
para el enjuiciamiento la jurisdicción que tenga atribuida el conocimiento del delito castigado con
pena más grave.
V. Tratamiento procesal de la competencia.
La improrrogabilidad de la jurisdicción criminal se encuentra consagrada en el art. 8 de la
LECrim, cuestión que se extiende a la competencia del orden penal.
Así, tanto la competencia objetiva, como la funcional y territorial son totalmente indisponibles en
el proceso penal, erigiéndose todas y cada una de dichas manifestaciones en auténticos
presupuestos procesales, cuya infracción, que puede ser apreciada tanto de oficio como a instancia
de parte, puede ocasionar la nulidad de pleno dº del proceso- art. 238.1º LOPJ- por tratarse de una
cuestión de orden publico y afectar al dº constitucional del Juez predeterminado por la Ley.
Los órganos jurisdiccionales se encuentran habilitados para llevar a cabo el examen de oficio de
su propia competencia objetiva y funcional en cualquier estado de las actuaciones- art. 19
LECrim.
No obstante, en la medida en que los problemas de competencia objetiva y funcional se presentan
entre los órganos judiciales de distinto tipo, resulta de aplicación lo dispuesto en el art. 52 LOPJ,
según el cual no podrán suscitarse cuestiones de competencia entre Juzgados y Tribunales
subordinados entre sí.
De este modo, cuando un Tribunal considere que es competente para el conocimiento de un asunto
que está siendo conocido por un órgano jurisdiccional jerárquicamente inferior, se limitará a
ordenarle, previa audiencia del MF, que se abstenga de seguir conociendo y le remita las
actuaciones- arts. 21 y 759.3ª LECrim. Si el órgano superior estuviera conociendo del asunto y,
entendiera que la competencia corresponde a uno inferior, procederá a remitirle las actuaciones,
previa audiencia de las partes y del MF.
Por contrario, cuando un órgano inferior entendiera que el conocimiento de las actuaciones
corresponde a uno superior, no le está permitido promover la cuestión de competencia al superior,
solamente podrá exponer, oído el MF y las partes, las razones que tenga para creer que le
corresponde el enjuiciamiento del asunto- art. 759.2ª LECrim.
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Independientemente del examen de oficio, las partes también se encuentran autorizadas para
denunciar la falta de competencia objetiva y funcional de los órganos judiciales, pudiendo hacerlo
tanto en fase de instrucción- art. 234 LECrim- como en la de enjuiciamiento o juicio oral, por la
vía del art. de previo pronunciamiento o cuestión previa de declinatoria de jurisdicción en el
proceso ordinario- art. 666.1ª LECrim,- o en la celebración denominada “audiencia preliminar”
en el proceso abreviado- art. 793.2 LECrim.
Las denominadas cuestiones de competencia positivas suceden cuando un órgano judicial
requiere de la inhibición de otro, ya sea de oficio, ya sea por haberse admitido la inhibitoria
propuesta a instancia de parte, y el órgano requerido se niega a declarar su incompetencia.
Las cuestiones negativas su ceden cuando un órgano judicial se inhibe del conocimiento de un
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asunto, ya sea de oficio, ya sea por haberse estimado la declinatoria propuesta a instancia de parte,
y el órgano judicial al que remiten las actuaciones se considera asimismo incompetente para su
conocimiento.
Cuando la cuestión de competencia se suscite durante la fase de instrucción, si a la primera
comunicación no se pusieren de acuerdo sobre cuál de ellos resulta competente, cada órgano
judicial remitirá testimonio de las actuaciones al tribunal competente para la resolución de la
cuestión, continuando practicando en todo caso las diligencias conducentes al esclarecimiento de
los hechos y a la comprobación de los posibles culpables, hasta que se resuelva definitivamente
la cuestión- arts. 22 y 759.1ª LECrim.
Si la cuestión de competencia tiene lugar en la fase de enjuiciamiento, tratándose del
procedimiento ordinario, se remitirán las actuaciones originales al órgano competente, quien, tras
el informe escrito del MF, resolverá la cuestión, suspendiéndose hasta entonces la tramitación del
procedimiento- art. 24 LECrim; en el procedimiento abreviado, los órganos afectados pondrán el
hecho en conocimiento del órgano competente, quien resolverá tras oír al MF y las demás partes
personadas en comparecencia- art. 759.1ª LECrim.
En todo caso, las cuestiones de competencia que se susciten entre Juzgados y Tribunales del orden
penal se resolverán por el órgano inmediato superior jerárquico de los órganos entre los que
suscite la cuestión- art. 51.1 LOPJ.
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de las circunstancias, tanto favorables como adversas al acusado, de cara a seleccionar la posición
activa o pasiva que ocupará en el contexto del concreto proceso.
La posibilidad conferida al MF, de ocupar la posición activa o pasiva, en el proceso penal ha sido
identificada, por algunos autores, antes con su característica flexibilidad y ambivalencia, que con
su imparcialidad, pues al fin y al cabo, una vez determinada la posición activa o pasiva, no podrá
dejar de defender la condena o absolución, lo que supone, en todo caso, la ulterior asunción de
una evidenciable «parcialidad». Sin embargo, el MF podrá cambiar su parecer, en función de las
circunstancias concurrentes al caso, a lo largo de la sustanciación del proceso penal, no quedando
constreñido por la posición inicialmente asumida
Dentro de este amplio concepto de partes procesales, cabe distinguir, según cual sea su posición
activa o pasiva, como hemos indicado, entre partes acusadoras y partes acusadas. Asimismo, cabe
enumerar, en la categoría de partes acusadoras, las siguientes: el MF —por razón de su profesión
en procesos por delitos públicos y semipúblicos (previa instancia del ofendido)—, el acusador
popular —en proceso por delito público no ofendido ni perjudicado por tal delito—, el acusador
particular —ofendido o perjudicado por delito público o semipúblico—, el acusador privado —
ofendido o perjudicado por delito privado— y el actor civil —perjudicado por el delito—. Serán
partes acusadas, a las que nos referiremos en el tema siguiente, el investigado o encausado —
presunto autor del hecho delictivo— y el responsable civil —quién deba responder de los daños
y perjuicios ocasionados por la comisión del delito—.
Como puede observarse, las partes acusadoras son titulares del derecho de acción y de su reverso,
el derecho de defensa, pero ni uno ni otro —salvedad hecha de los delitos privados— son titulares
de la pretensión, en tanto el ius puniendi no corresponde a las primeras, sino sólo al Estado; y la
posibilidad de negociar, transaccionar, renunciar, desistir, allanarse o acudir a cualesquiera otras
fórmulas de resolución de conflictos distintas a la Jurisdicción —como pudiera serlo la mediación
(al menos en tanto no entre en vigor el actual ALECrim) o el arbitraje— no está permitida a
ninguna de ambas en el marco penal.
El Ministerio Público o MF es una institución autónoma del Estado, que tiene por misión, de un
lado, vigilar, inspeccionar, controlar o, si se prefiere, velar por el correcto funcionamiento de los
Tribunales, y de las restantes instituciones del Estado, así como, de otro, promover la acción de
la Justicia, en defensa de la legalidad, de los derechos de los ciudadanos —con especial intensidad
respecto de los colectivos más débiles, vulnerables o desfavorecidos— y del interés público
tutelado por la Ley..
La Ley 50/1981, de 30 de diciembre, por la que se regula el Estatuto orgánico del Ministerio
Fiscal (en adelante, EOMF) establece, en su artículo 3.4º y 5º, respectivamente, que corresponde
al MF, de un lado, «ejercitar las acciones penales y civiles dimanantes de delitos u oponerse a las
ejercitadas por otros, cuando proceda» y, de otro, «intervenir en el proceso penal, instando de la
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autoridad judicial la adopción de las medidas cautelares que procedan y la práctica de las
diligencias encaminadas al esclarecimiento de los hechos».
Esta actuación del MF, concretada en el ejercicio de la acción penal —y, eventualmente de la
civil— o, en otro caso, de su resistencia, es obligatoria, preceptiva, imperativa o necesaria, a
diferencia de la que cabe predicar del resto de acusadores, que son, por el contrario,
facultativas, contingentes o voluntarias. su consideración positiva respecto de la
perseguibilidad del concreto ilícito, frente a un sujeto determinado.
El MF tiene asimismo encomendada, en el proceso penal, con carácter general y salvo renuncia
expresa o reserva, la acumulación de la pretensión civil correspondiente.
La forma de intervención técnica del MF en el proceso penal es personal y directa —esto es,
sin preceptiva intervención de Abogado ni Procurador, como es lógico—, así como a través
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de querella.
Las funciones del MF, en la fase inicial del proceso, pueden concretarse, según el artículo 5º
de su EOMF, en las siguientes:
1ª El Fiscal podrá recibir denuncias, enviándolas a la autoridad judicial o decretando su
archivo, cuando no encuentre fundamentos para ejercitar acción alguna, notificando en este
último caso la decisión al denunciante.
2ª Igualmente, y para el esclarecimiento de los hechos denunciados o que aparezcan en los
atestados de los que conozca, puede llevar a cabo u ordenar aquellas diligencias para las que
esté legitimado según la Ley de Enjuiciamiento Criminal, las cuales no podrán suponer la
adopción de medidas cautelares o limitativas de derechos. No obstante, podrá ordenar el Fiscal
la detención preventiva. Todas las diligencias que el MF practique o que se lleven a cabo bajo
su dirección gozarán de presunción de autenticidad. Los principios de contradicción,
proporcionalidad y defensa inspirarán la práctica de esas diligencias. A tal fin, el Fiscal recibirá
declaración al sospechoso, quien habrá de estar asistido de Letrado y podrá tomar
conocimiento del contenido de las diligencias practicadas.
3ª Transcurrido el oportuno plazo, si la investigación hubiera evidenciado hechos de
significación penal y sea cual fuese el estado de las diligencias, el Fiscal procederá a su
judicialización, formulando al efecto la oportuna denuncia o querella, a menos que resultara
procedente su archivo. También podrá el Fiscal incoar diligencias preprocesales encaminadas
a facilitar el ejercicio de las demás funciones que el ordenamiento jurídico le atribuye.
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1. Acusador popular
La acusación popular se identifica con las personas no ofendidas ni perjudicadas, de manera
directa, en su propia esfera vital, por los delitos perseguibles de oficio, que instan, ello no
obstante, ante los Tribunales, el proceso penal, por un especial compromiso con la sociedad,
que se traduce en el ejercicio responsable de la pretensión penal orientada a la restauración de
la paz social, de la seguridad ciudadana y del orden público, mediante la petición de condena
de los autores de los más graves ilícitos penales.
La Constitución española establece, en su artículo 125, que «los ciudadanos podrán ejercer
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Los sujetos recién mencionados sí podrán, sin embargo, ejercitar la acción penal por delito
contra sus personas o bienes o contra las personas o bienes de sus cónyuges, ascendientes,
descendientes, hermanos consanguíneos o uterinos y afines. Asimismo, tanto el que hubiera
sido condenado dos veces por sentencia firme como reo del delito de denuncia o querella
calumniosas, como el Juez o Magistrado, referenciados en los números 2º y 3º del precepto
102 LECrim, podrán ejercitar también la acción penal por el delito cometidos contra las
personas o bienes de los que estuviesen bajo su guarda legal.
Tampoco podrán ejercitar acciones penales entre sí, según el precepto 103 LECrim:
1º Los cónyuges, a no ser por delito o falta cometidos por el uno contra la persona del otro o la
de sus hijos, y por el delito de bigamia.
2º Los ascendientes, descendientes y hermanos por naturaleza, por la adopción o por afinidad, a
no ser por delito o falta cometidos por los unos contra las personas de los otros.107 Los
presupuestos procesales de las partes
2. Acusador particular
La acusación particular se distingue de la popular, por la afectación —directa o no— del
resultado lesivo de la comisión delictiva en la persona que lidera la pretensión acusadora. Así,
entre tanto la acusación popular se relaciona, como hemos estudiado, con los ciudadanos que
no se han visto directamente relacionados con el despliegue de efectos del delito; la acusación
particular, sin embargo, se identifica con las personas concretamente lesionadas, dañadas o de
cualquier modo afectadas, por la comisión delictiva, y ello en su consideración de ofendidas o
de perjudicadas, según los casos.
La existencia de la acusación particular, además de la popular —correspondiente a
cualquiera— y de la pública —a cargo del MF—, encuentra su fundamento natural en
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elementales razones de justicia material, pues las personas directamente ofendidas y/o
perjudicadas por los delitos tendrán, como es lógico, interés directo, legítimo y cierto en la
realización de un proceso judicial, frente a quién, en hipótesis, les ha causado una lesión en su
persona o patrimonio.
Dentro de la acusación particular, cabe distinguir entre acusación particular por delito
público —persona ofendida o perjudicada por un delito público—, acusación particular por
delito semipúblico —persona ofendida o perjudicada por un delito semipúblico— y la
acusación particular privada —persona ofendida o perjudicada por un delito privado—. Cada
una de estas acusaciones se regirá por normas, reglas y principios tan divergentes, que incluso,
como se verá, resultan, en ciertos casos, antagónicos.
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3. Acusador privado
El acusador privado es la persona ofendida, de manera directa y en su propia esfera, por el
único delito privado existente en España en la actualidad, el delito de injurias y calumnias,
perseguible tan sólo a instancia de parte, en concreto, de la parte directamente afectada por
dicho ilícito.
Esta peculiar y unidimensional acusación privadase caracteriza, en esencia por las
siguientes reglas:
1ª No cabe la iniciación ex oficio, sino sólo a instancia del ofendido, mediante escrito que habrá
de revestir, de modo preceptivo, la forma querella. Así, pues, las calumnias o injurias contra
particulares tan sólo serán sancionadas penalmente si el ofendido decide, por voluntad propia,
instar el proceso penal mediante querella, quedando tales ilícitos, en otro caso, impunes,
exentos de toda posible acusación pública —el MF no forma parte de estos procesos penales
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4. Actor civil
El actor civil es la persona perjudicada, en su propia persona y/o bienes, por el hecho
delictivo, cuando limita su actuación, en el marco del proceso penal, a sostener exclusivamente
la pretensión civil, dejando, en su caso, que sea el acusador público —MF— quién formule y
mantenga hasta el término la coherente y coetánea pretensión penal.
Tal y como prescribe el art. 100 de nuestra LECrim, de todo delito nace la acción penal
para el castigo del culpable y puede nacer también la acción civil para la restitución de la cosa,
la reparación del daño y la indemnización de perjuicios causados por el hecho punible.
Estas pretensiones —penal y civil— podrán ejercitarse conjunta o separadamente, en
función de la concreta voluntad del perjudicado por el delito.
Así, caben las siguientes opciones:
1ª Renuncia a la pretensión civil, por voluntad expresa del perjudicado, que producirá la cosa
juzgada y, en consecuencia, la imposibilidad de instar un proceso civil ulterior. Esta renuncia
ha de ser clara, inequívoca, contundente y expresa.
2ª Reserva de la pretensión civil, por voluntad expresa del perjudicado, que habrá de esperar a la
completa conclusión del proceso penal, para instar su proceso civil correspondiente.
Conviene advertir que la absolución penal no conlleva la automática absolución civil, con la
sola excepción de la inexistencia del hecho, pudiendo perfectamente ser condenado en vía civil
quién, ello no obstante, no obtuvo reproche penal. Asimismo, la acción penal se extingue por
la muerte del culpable; pero en este caso subsiste la civil contra sus herederos y causahabientes,
que sólo podrá ejercitarse ante la jurisdicción y por la vía de lo civil (art. 115 LECrim). La
extinción de la acción penal no lleva consigo la de la civil, a no ser que la extinción proceda
de haberse declarado por sentencia firme que no existió el hecho de que la civil hubiese podido
nacer. En los demás casos, la persona a quien corresponda la acción civil podrá ejercitarla,
ante la jurisdicción y por la vía de lo civil que proceda, contra quien estuviere obligado a la
restitución de la cosa, reparación del daño o indemnización del perjuicio sufrido (art. 116
LECrim).
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3ª Ejercicio simultáneo de la pretensión penal y civil. Esta tercera opción puede, a su vez, gestarse
sin instancia previa o por petición expresa de la parte.
3ª.1. Ejercicio simultáneo sin instancia previa:
Si nada se indica al respecto, por parte del ofendido y/o perjudicado, y en ausencia de renuncia
o reserva, el MF sostendrá ambas pretensiones: la penal y la civil. Pero si el ofendido
renunciare expresamente su derecho de restitución, reparación o indemnización, el Ministerio
Fiscal se limitará a pedir el castigo de los culpables».
sostener la penal, y por tanto, con independencia de ésta última —que será mantenida, en su
caso, por el MF.
Si se ejercitase sólo la civil que nace de un delito de los que no pueden perseguirse sino en
virtud de querella particular, se considerará extinguida desde luego la acción penal.
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es el sujeto sobre el que ha recaído un primer acto formal de imputación; en tercer lugar,
procesado es el sujeto contra el que se ha dirigido el auto de procesamiento; en cuarto lugar,
acusado es el sujeto contra el que ha recaído la acusación; y, al fin, en quinto lugar, condenado
o absuelto es la persona sobre la que pende una sentencia de condena o absolución,
respectivamente.
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modo de estatuto básico, debe integrar todo programa de cumplimiento, para que pueda
predicarse del mismo, una política efectiva de prevención del riesgo y no una mera operación
de «apariencia» de buena imagen empresarial del mismo, para eludir la responsabilidad, los
siguientes:
empresa —tanto la frecuente, como la ocasional—, así como las posibles irregularidades —en
todos los órdenes— y muy especialmente los tipos delictivos penales, que constituyan, para
esa concreta empresa, un riesgo real. El mapa de riesgos reportará el nivel exacto de riesgo
que cada concreta empresa está dispuesta a soportar, En este mapa de riesgo existen las
denominadas «materias transversales», por contraste a las que pudiéramos titular como
«materias troncales» de esa concreta empresa.
Este mapa de riesgos, para ser integral, global y omnicomprensivo, deberá incorporar no
sólo el alcance de riesgo concretamente permitido por cada empresa, sino también su legítima
estrategia o planificación preventiva, que, además y en su caso, ha de estar coordinada con la
de aquellas otras con las que forma un grupo de empresas. Y es que el mapa de riesgos tan
sólo podrá ser diseñado, en buena lógica, a partir del conocimiento puntual y actualizado de la
planificación inmediata de cada empresa o grupo de ellas.
El mapa de riesgos habrá de contener, por lo demás, la abierta posibilidad de acudir a la
mediación, cuando las partes sean proclives a la adopción de un acuerdo.
c) Canal de denuncias
El responsable del cumplimiento recepcionará —y gestionará— las denuncias —anónimas
o identificadas— sobre los incumplimientos procedimentales o materiales de la empresa,
respecto del programa empresarial comprometido. Su compromiso será triple a este respecto,
así: en primer lugar, habrá de responsabilizarse de la creación y posterior mantenimiento de
un canal de denuncias accesible, intuitivo, actualizado y sencillo; en segundo, habrá de
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una garantía de confianza del programa implementado, que desplegará sus efectos
benefactores no sólo sobre la propia empresa, sino también sobre todos sus miembros
(directivos, empresarios, socios, trabajadores, clientes), ante la Administración Pública, ante
las demás empresas y ante la sociedad, en general, en un entorno penal saludable y libre de
fraude. Las empresas que disfruten de este certificado gozarán, en principio y sin perjuicio de
su posible desvirtuación mediante prueba en contrario, de una presunción de veracidad, de
fiabilidad, de certeza, de fijeza, de predictibilidad, incluso, de honestidad y, al término, de la
tan anhelada seguridad jurídica. La magnitud, diversidad y disparidad de «certificaciones»,
provenientes de entidades privadas, referidas a similares programas de compliance, impone
que el Fiscal y el Juez deban examinar, caso por caso, la efectiva existencia, vigencia,
suficiencia y eficiencia de cada uno de estos programas, sin que la «certificación» otorgue, al
menos por ahora, a la empresa, plenitud probatoria en su defensa, como si de un documento
público se tratase.
D) Prueba del programa de cumplimiento
Una vez ensayados, establecidos e implementados los programas de cumplimiento acordes
al más exacto nivel de riesgo tolerado en cada concreto tipo de empresa, susceptibles de
actualizarse y modernizarse con el paso del tiempo, resulta obvio que su mera existencia no
conlleva, de manera automática, la exención de la sanción, sino que habrán de ser probados.
De probarse la suficiencia, la actualidad, la calidad, la transparencia, la eficacia y demás
favorables atributos —a juicio del Juzgador— del programa de cumplimiento, objeto de
enjuiciamiento, entonces la persona jurídica podrá quedar eximida de sanción, sin perjuicio,
claro está, una vez levantado el velo o caparazón, de la responsabilidad de sus socios, que
actúan conforme a los principios de autonomía, independencia y, en definitiva, libertad de
actuación respecto de su sociedad profesional.
El sometimiento empresarial a un programa de cumplimiento no conlleva, de manera
automática, una exención de la responsabilidad penal, pero sí constituye, en función del
distinto grado de fidelidad, confianza y compromiso adquirido por la empresa, respecto del
modelo de cumplimiento elegido, en adecuado contraste con su concreto perfil de riesgo, un
valioso mecanismo probatorio, al menos, de la inexistencia de voluntad defraudatoria que
contribuirá, de confirmarse los requisitos legalmente establecidos, a la probable determinación
judicial de la exención de la responsabilidad penal por la concreta actividad supuestamente
delictiva.
La existencia, vigencia y suficiencia del programa de cumplimiento será objeto de
valoración judicial individualizada y de respuesta unívoca: afirmativa —si era suficiente para
prevenir el delito muy a pesar de que, ello no obstante y aunque parezca contradictorio, esa
existencia, vigencia y suficiencia resultaron infructuosas, en cuyo caso la persona jurídica
quedará exenta de sanción— o negativa —no era suficiente para prevenir el delito y, en
consecuencia, será sancionada—.
En los procesos donde la persona jurídica pretenda acogerse a la exención de
responsabilidad, con razón en la existencia de un programa de cumplimiento, se produce un
desplazamiento de la carga de la prueba, pues tan sólo la persona jurídica conoce y puede
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3. El responsable civil
El responsable civil es, finalmente, la persona frente a la que se dirige la pretensión civil
yuxtapuesta a la penal, para la reclamación del daño, restitución —en lo posible— de lo
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vehículos susceptibles de crear riesgos para terceros, por los delitos cometidos en la utilización
de aquellos por sus dependientes o representantes o personas autorizadas.
Finalmente, el Estado, la Comunidad Autónoma, la provincia, la isla, el municipio y demás
entes públicos, según los casos, responden subsidiariamente, conforme establece el art. 121
CP, de los daños causados por los penalmente responsables de los delitos dolosos o culposos,
cuando éstos sean autoridad, agentes y contratados de la misma o funcionarios públicos en el
ejercicio de sus cargos o funciones siempre que la lesión sea consecuencia directa del
funcionamiento de los servicios públicos que les estuvieren confiados, sin perjuicio de la
responsabilidad patrimonial derivada del funcionamiento normal o anormal de dichos
servicios exigible conforme a las normas de procedimiento administrativo, y sin que, en
ningún caso, pueda darse una duplicidad indemnizatoria.
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2. Requisitos.
Tienen las siguientes características:
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a) Las cuestiones prejudiciales son elementos de hecho que exigen una valoración jurídica
previa e independiente del objeto principal. Son cuestiones pertenecientes al fondo o a
la fundamentación de la pretensión penal
b) Las cuestiones prejudiciales deben ser relevantes para la enjuiciamiento del objeto
procesal, lo que llamamos juicio de relevancia. Se diferencian así las cuestiones
prejudiciales de los meros argumentos jurídicos de la pretensión.
En el caso de las cuestiones prejudiciales, lo que se somete a consideración de un tribunal
de otro orden jurisdiccional es un hecho que precisa ser valorado jurídicamente y cuya
valoración debe ser imprescindible o necesaria para la correcta integración del objeto
procesal
c) Estos hechos precisan de una valoración jurídica con arreglo a normas del Derecho
material y consiguiente declaración jurisdiccional, previa e independiente de la
pretensión principal
d) La competencia para valorar ha de corresponder, como regla general, al Tribunal del
orden jurisdiccional competente. De dicha regla general hay que excluir las cuestiones
prejudiciales incidentales, que constituyen la regla general en el proceso penal y cuya
resolución en sentencia no produce efecto alguno de cosa juzgada
3. Naturaleza y fundamentos.
El fundamento de las cuestiones prejudiciales reside en el principio constitucional de
seguridad jurídica. El TC ha declarado que unos mismos hechos no pueden existir y dejar
de existir para los órganos del Estado.
El fundamento inmediato de la prejudicialidad consiste en la prevención de los efectos
prejudiciales de la cosa juzgada, ya que si los Tribunales decidan las cuestiones prejudiciales
a su antojo, se vulneraría el principio non bis in idem.
II. CLASES.
Las cuestiones prejudiciales pueden ser sistematizadas atendiendo a su naturaleza yefectos en:
1. Heterogéneas y homogéneas.
Son homogéneas las que, al igual que el objeto del proceso penal, se rigen por las
normas de Derecho penal.
Son heterogéneas las que deben decirse con arreglo a normas distintas del ordenamiento
penal.
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2. Devolutivas e incidentales.
Atendiendo a los efectos procesales que produce el planteamiento de una cuestión prejudicial,
pueden clasificarse en devolutivas y suspensivas e incidentales o no suspensivas.
A) Devolutivas.
Las cuestiones prejudiciales devolutivas son las que, con suspensión del proceso penal, deben
remitirse o plantearse ante el Tribunal del órgano jurisdiccional competente. Están reguladas
en los arts. 4 y 5 LECrim.
B) No devolutivas
Las no devolutivas (o incidentales) son las que pueden ser conocidas, incidentalmente, por el
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Tribunal penal. Como regla general, las cuestiones prejudiciales son siempre no devolutivas.
2. Devolutivas.
El art. 4 LECrim establece que el Tribunal de lo Penal suspenderá el procedimiento hasta la
resolución de la cuestión por quien corresponda.
A) La suspensión del procedimiento.
El art. 4 LECrim faculta al Tribunal a conceder a las partes un plazo no superior a dos meses
para el ejercicio, por la parte interesada, el derecho de acción ante el Tribunal del orden
jurisdiccional competente. Finalizado el plazo, el Tribunal podrá extender su conocimiento a
la cuestión prejudicial.
B) Planteamiento de la cuestión
Este presupuesto procesal debe ser examinado de oficio, aunque también puede la parte
interesada suscitar el planteamiento de la cuestión devolutiva en cualquier estadio del
procedimiento.
Por tanto, podrá invocarse la cuestión y otorgarse la competencia en la fase intermedia del
sumario ordinario y en calidad de artículo de previo y especial pronunciamiento, plantearse en
el escrito de defensa como cuestión previa y dilucidarse en la comparecencia preliminar.
Una vez denunciada ante el órgano penal sin competencia para conocer de la cuestión
devolutiva, se deberá suspender el procedimiento penal hasta que recaiga sentencia firme en el
proceso civil o administrativo.
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de alegación, prueba e impugnación que estimen necesarios para hacervaler, con eficacia, el
derecho fundamental a la libertad.
Se extraen las siguientes notas esenciales:
La Directiva (UE) 2016/800, del Parlamento Europeo y del Consejo de 11 de mayo de 2016,
relativa a las garantías procesales de los menores sospechosos o acusados en los procesos penales
establece que los menores sospechosos o acusados en un proceso penal serán informados con
prontitud acerca de tal condición y de los derechos siguientes: 1) Que el titular de la patria potestad
sea informado (art. 5); 2) A la asistencia letrada (art. 6); 3) A la protección de su vida privada (art.
7); 4) A estar acompañados por el titular de la patria potestad durante determinadas fases del
proceso que no sean las vistas; 5) A la asistencia jurídica gratuita (art. 18).
Asimismo, en la fase inicial del proceso en que ello resulte adecuado, será también informado
de su derecho a: 1) Una evaluación inicial (art. 7); 2) Un reconocimiento médico, incluido el
derecho a asistencia médica (art. 8); 3) La limitación de la privación de libertad y al uso de
medidas alternativas, incluido el derecho a la revisión periódica de la detención (arts. 10 y 11); 4)
Estar acompañado por el titular de la patria potestad durante las vistas (art. 15.1); 5) Estar presente
en el juicio (art. 16) y 6) Vías de recurso efectivas (art. 19).
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1. Derecho de información.
El derecho de información, presupuesto esencial del derecho de defensa, se encuentra
expresamente previsto en el catálogo de derechos constitucionales de naturaleza fundamental del
art. 24.2 CE —«Todos tienen derecho a ser informados de la acusación formulada contra ellos»—
.
El art. 118.1. a) de la LECrim, conforme a la nueva redacción operada por la reforma, reconoce
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«el derecho —de toda persona a quién se atribuya un hecho punible— a ser informado de los
hechos que se le atribuyan, así como de cualquier cambio relevante en el objeto de la investigación
y de los hechos imputados. Esta información será facilitada con el grado de detalle suficiente para
permitir el ejercicio efectivo del derecho de defensa».
La atribución o imputación delictiva, además de ser emitida en un lenguaje conocido, claro,
sencillo, comprensible y preciso, habrá de ser completa y exhaustiva, puesto que la omisión de
elementos fácticos, e incluso jurídicos, relevantes para la causa, conllevará, a buen seguro, ante
la ignorancia y desconocimiento del investigado, no sólo una desorientación e incertidumbre,
inconciliables con el refuerzo del derecho de información, operado por la reforma, sino, lo que es
más grave, una quiebra del derecho de defensa, y de principios tan elementales como la
contradicción y la igualdad de armas.
Así, pues, la información habrá de ser clara, sencilla, precisa, expresa, inequívoca, detallada,
exhaustiva, completa, veraz, actual y adaptada al lenguaje, comprensión, formación y capacidad
de cada concreto destinatario. Y ello sin perjuicio, claro está, de la «publicidad activa» o deber de
la Administración, en nuestro caso, de Justicia, de publicar una información general sobre el
estatuto básico o derechos mínimos de todo investigado/encausado, en garantía de la transparencia
que le resulta exigible, en las sedes electrónicas y páginas web propias.
La omisión de la debida ilustración del contenido de la acusación y del catálogo de derechos
que asisten al investigado puede ocasionarle, en función del perjuicio sufrido y de su concreta
repercusión en el procedimiento, una indefensión real y efectiva. Ahora bien, la indefensión
material provendrá, como parece razonable, de la acreditación de una privación de las facultades
de alegación, prueba e impugnación, motivadas por el desconocimiento de la información
omitida, que supongan una desventaja, un perjuicio, un desequilibrio, una desigualdad o, en su
caso, una lesión relevante en el inicio o itinerario del procedimiento.
El novedoso «derecho a examinar las actuaciones con la debida antelación para salvaguardar
el derecho de defensa y, en todo caso, con anterioridad a que se le tome declaración» contenido
en el art. 118.1º.b) de la LECrim parece, a todas luces, un afianzamiento o reforzamiento del
derecho de defensa, en su proyección del derecho a la información, establecido en el párrafo
anterior, toda vez que viene a garantizar no sólo que el derecho de información sobre el contenido
de la acusación y derechos procesales mínimos se haya, en efecto, ejercido, sino incluso, que lo
haya sido con una antelación temporal suficiente para no comprometer la ulterior declaración del
investigado.
Esta información habrá de ser trasladada, por lo demás, al investigado, tan pronto como exista
la más mínima probabilidad/verosimilitud/posibilidad de inicial apreciación e inminente
atribución, a una persona determinada, de la comisión de una actividad delictiva concreta, con
base en unos indicios sólidos, razonables, firmes, elocuentes, actuales y estables
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tiempo que media entre el exacto momento de la admisión de la denuncia o querella y aquél otro
en que el investigado tenga cabal conocimiento de los hechos que se le imputan y de los derechos
que le asisten, con eventual celebración, en su caso, de todas las diligencias que resulten
imprescindibles, discurre «de espaldas» a este investigado y, de generarse actos irrepetibles sin
contar con su intervención ni participación, puede esta situación de evidenciable desprotección
infligirle indefensión y conculcar su derecho de defensa. Es por ello por lo que la doctrina procesal
ha insistido, hasta la saciedad, en la relevancia de conectar o asociar el exacto momento de la
imputación con el surgimiento del derecho de defensa, momento que, por lo demás, no ha de
sufrir demora, retardo ni retraso alguno, bajo el aparente pretexto de no lesionar el honor del
«investigado», pues en otro caso quedaría burlado aquél derecho fundamental, al no haberse
podido ejercitar en las relevantes diligencias sumariales que, eventualmente, se hubieren
practicado durante el tiempo que media entre la mera sospecha delictiva y la primera imputación
formal.
3. Derecho a actuar en el proceso penal para ejercer su derecho de defensa de acuerdo
con lo dispuesto en la ley.
Este «derecho a actuar en el proceso penal» viene referido al derecho de acceso al proceso, en
su vertiente de derecho de defensa, que despliega, a su vez, una triple proyección, ampliamente
debatida, analizada y secundada por la jurisprudencia, pero de la que, por desgracia, no se ha
hecho eco el Legislador: así, en primer lugar, la adquisición del status de parte procesal, con el
surgimiento del derecho de defensa y el despliegue de derechos que le son propios; en segundo,
el derecho a realizar alegaciones fácticas y jurídicas, a presentar actos de investigación, a proponer
pruebas y a intervenir en su práctica, así como a los demás actos para los que la Ley le faculte o,
al menos, no le excluya de manera expresa, merced a los principios de igualdad de armas,
contradicción y audiencia bilateral; y, al fin, en tercero, el derecho de impugnación de las
resoluciones desfavorables.
A) Derecho de acceso
Este derecho de acceso, en su vertiente de defensa, surge cronológicamente en el momento en
que el investigado tiene conocimiento, por vez primera, merced al derecho de información, de la
imputación. El Legislador ha concretado los momentos inicial y final del período o tramo
temporal del despliegue de efectos del derecho de defensa, y, en consecuencia, de todas sus
proyecciones o manifestaciones, al señalar, en el novedoso apartado segundo del art. 118 de la
LECrim, que «el derecho de defensa se ejercerá sin más limitaciones que las expresamente
previstas en la ley desde la atribución del hecho punible investigado hasta la extinción de la pena».
El Legislador incide, de manera expresa en la necesaria celeridad, urgencia e inmediatez de
las comunicaciones, al advertir, en el apartado quinto del art. 118 que «la admisión de denuncia
o querella, y cualquier actuación procesal de la que resulte la imputación de un delito contra
persona o personas determinadas, serán puestas inmediatamente en conocimiento de los
presuntamente responsables».
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Este derecho de acceso, como manifestación del derecho de defensa, por razón de la posición
pasiva del sujeto sometido a juicio, conlleva la entrada, de dicho sujeto, al proceso penal, con la
consiguiente adquisición del status de parte. Es por ello por lo que resulta imprescindible que la
comunicación sea, además de clara y precisa, lo más rápida, ágil y eficaz posible, resultando
válido cualquier medio siempre que la persona notificada, citada o emplazada se dé por enterada
del juicio (art. 180 II LECrim).
El contenido del derecho de defensa, en esta manifestación de acceso, en la parte pasiva, al
proceso, ha de consistir en oponerse frontalmente a la imputación a través de la solicitud y
obtención de la práctica de los actos de investigación y la realización de los de alegación, prueba
e impugnación que estime necesarios para acreditar la exculpación. Esta exculpación puede
orientarse bien a la inexistencia o ausencia de tipicidad del hecho, bien a la falta de participación
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Una vez cumplidos estos requisitos o presupuestos previos, de diligente solicitud o instancia
procesal, así como de reconocida pertinencia, utilidad y relevancia material, la práctica de la
prueba sobre los hechos controvertidos, en condiciones de dignidad, previsibilidad e igualdad,
deviene imprescindible para desvirtuar la presunción de inocencia, pues no resulta concebible la
finalización de un proceso penal, en especial mediante condena, sin el ejercicio de este derecho
fundamental.
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del derecho a la asistencia letrada, a la que hemos calificado de «coincidencia o sintonía entre
defensor y defendido», habrá de intensificarse, por razones obvias, en los supuestos de asistencia
jurídica gratuita.
La segunda de las proyecciones del derecho a la asistencia letrada, consistente en la privacidad
de las comunicaciones entre Abogado e investigado, ha sido objeto de una minuciosa regulación
en la presente reforma. Así, el precepto 118.4º de la LECrim, establece que «todas las
comunicaciones entre el investigado o encausado y su Abogado tendrán carácter confidencial».
El derecho a la comunicación y entrevista reservada de todo investigado con su Abogado es
de tal relevancia que ha sido calificado, entre los propios miembros del Poder judicial, como un
requisito elemental o básico del proceso equitativo en una sociedad democrática.
El carácter confidencial de las conversaciones Abogado/investigado-encausado, de manera
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conjunta a la imposición, a cargo de aquél profesional, del secreto profesional redunda no sólo en
beneficio del patrocinado, que podrá confiar plenamente en su defensor, con una narración de los
hechos cierta, espontánea y completa, sabedor de que la emisión de su testimonio no le
perjudicará, sino también del interés general, en la medida en que contribuye al esclarecimiento
de los hechos delictivos y conclusión exitosa de nuestros procesos penales.
Si estas conversaciones o comunicaciones hubieran sido captadas o intervenidas durante la
ejecución de alguna de las diligencias reguladas en esta ley, el Juez ordenará la eliminación de la
grabación o la entrega al destinatario de la correspondencia detenida, dejando constancia de estas
circunstancias en las actuaciones (art. 118.4.II LECrim).
Lo dispuesto en el párrafo primero no será de aplicación cuando se constate la existencia de
indicios objetivos de la participación del Abogado en el hecho delictivo investigado o de su
implicación junto con el investigado o encausado en la comisión de otra infracción penal, sin
perjuicio de lo dispuesto en la Ley General Penitenciaria (art. 118.4.III LECrim).
Finalmente, ha de tenerse en cuenta la ampliamente admitida doble proyección del derecho de
asistencia letrada del investigado en función de su situación personal. Así, entre tanto el derecho
a la asistencia letrada del investigado encuentra su fundamento en el precepto 24 de la CE; el
derecho de asistencia letrada del investigado, que, a su vez, se encontrase detenido o preso,
encuentra su fundamento en el precepto 17.3º CE («toda persona detenida debe ser informada de
forma inmediata, y de modo que le sea comprensible, de sus derechos y de las razones de su
detención, no pudiendo ser obligado a declarar. Se garantiza la asistencia de Abogado al detenido
en las diligencias policiales y judiciales, en los términos que la ley establezca»), con todas las
manifestaciones enumeradas en el artículo 520 LECrim.
Las garantías se extreman, pues, cuando la persona investigada se encuentre detenida o presa,
por encontrarse en tales supuestos en una situación de vulnerabilidad tal que pudiera sentirse, de
cualquier modo, debilitada, presionada, forzada o inducida a mantener declaraciones, emitir
juicios, sostener pretensiones o realizar actuaciones que comprometen su derecho de defensa.
Pero el presupuesto procesal de la capacidad de postulación no se cumple únicamente con la
asistencia técnica del Letrado, siendo precisa, a su vez, la representación por Procurador, tal y
como impone el precepto 118.3º de la LECrim. Así, este precepto dispone, de manera expresa,
que «para actuar en el proceso, las personas investigadas deberán ser representadas por
Procurador y defendidas por Abogado, designándoseles de oficio cuando no los hubiesen
nombrado por sí mismos y lo solicitaren, y en todo caso, cuando no tuvieran aptitud legal para
hacerlo. Si no hubiesen designado Procurador o Abogado, se les requerirá para que lo hagan o se
les nombrará de oficio si, requeridos, no los nombrasen, cuando la causa llegue a estado en que
se necesite el consejo de aquéllos o haya de intentar algún recurso que hiciese indispensable su
actuación».
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Como puede desprenderse del tenor literal de este precepto, el derecho a la traducción
comporta que sea trasladada, una vez detectada la falta de comprensión del investigado, a una
lengua que comprenda, sin que, por fuerza, deba ser su lengua de origen o materna. En este
sentido, parece lo más razonable que sea el propio investigado quién precise, en la forma más
clarividente posible, con independencia de su origen o nacionalidad, cual sea el idioma o dialecto
que le resulta más sencillo, ágil y eficaz, para dotarle, en la medida de lo posible, de un traductor
e intérprete conocedor de ese concreto idioma o dialecto.
b) Derecho a servirse de intérprete en las conversaciones que mantenga con su Abogado y que
tengan relación directa con su posterior interrogatorio o toma de declaración, o que resulten
necesarias para la presentación de un recurso o para otras solicitudes procesales.
Este derecho de traducción no afecta, como es lógico, sólo a la Policía, MF u órgano judicial,
resultando indispensable que, desde un momento incipiente del proceso, pueda el investigado
comunicarse con su Abogado, en una lengua que comprensa, con fluidez, dominio y seguridad, y
ello con vistas a trasladarle, con la máxima autenticidad, precisión y veracidad posibles, no sólo
su versión objetiva de los hechos empíricos de apariencia delictiva, sino también sus impresiones,
valoraciones, apreciaciones, percepciones y, acaso, emociones, todo ello de relevancia capital
para el desarrollo del procedimiento, tanto en materia de alegaciones como de práctica de la
prueba y, obviamente, de interposición de recursos.
c) Derecho a la interpretación de todas las actuaciones del juicio oral.
El derecho a la interpretación de todas las actuaciones del juicio oral conlleva, como es lógico,
que el sujeto pasivo del proceso penal, además de entender perfectamente el idioma de sus
comunicaciones con los sujetos más relevantes en esta fase procesal (Abogado, Fiscal y
Magistrado), comprenda, asimismo, el conjunto de actos que integran el relevante juicio oral, y
ello de un modo especialmente intenso durante la práctica de las pruebas de cargo que permitan
desvirtuar su presunción de inocencia. Y es que tan sólo podrá defenderse, adecuadamente, si ha
comprendido, merced a una interpretación veraz, completa y exhaustiva, los relevantes actos que
se sustancian durante el juicio oral, así, entre otros, las declaraciones de testigos y peritos, las
calificaciones y los informes finales.
En el caso de que no pueda disponerse del servicio de interpretación simultánea, la
interpretación de las actuaciones del juicio oral se realizará, según dispone el precepto 123.2º
LECrim, mediante una interpretación consecutiva de modo que se garantice suficientemente la
defensa del imputado o acusado.
La traducción simultánea parece ser la regla general, y la consecutiva, la excepcional; sin
embargo, lo cierto es que, en la práctica, y salvo que se acuda a la técnica de la simultánea por
«susurro» —consistente en la traslación de la comunicación a través de la superposición entre la
comunicación original y la interpretada, directamente al oído del investigado o encausado—,
sucederá al contrario, toda vez que nuestros Juzgados apenas disponen, por el momento, de
suficientes mecanismos tecnológicos ni recursos humanos para implementar la regla general de
la traducción simultánea.
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d) Derecho a la traducción escrita de los documentos que resulten esenciales para garantizar
el ejercicio del derecho a la defensa. Deberán ser traducidos, en todo caso, las resoluciones que
acuerden la prisión del imputado, el escrito de acusación y la sentencia.
Este derecho a la traducción escrita de los documentos supone una novedad, si bien,
probablemente por razones económicas, no resulta ilimitado, quedando condicionado a que
dichos documentos resulten esenciales para garantizar el ejercicio del derecho de defensa. El
legislador excluye del concepto jurídico indeterminado referido a la denominada «esencialidad»
de los documentos, conditio sine qua non de su imprescindible traducción, las resoluciones que
acuerdan la prisión, el escrito de acusación y la sentencia.
e) Derecho a presentar una solicitud motivada para que se considere esencial un documento.
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Este derecho a presentar una solicitud motivada para que se considere esencial un documento
pertenece o, mejor aún, puede ejercerse, de manera exclusiva, por el interesado, esto es, por el
sujeto pasivo del proceso penal, en principio, sin necesidad de asistencia técnica alguna, aún
cuando puede también hacerlo, como es lógico, asistido por su Abogado.
La referida solicitud habrá, pues, de ser trasladada al Juez, quién, en caso de haber sido
redactado el concreto documento en una lengua incomprensible para alguna de las partes, podrá
solicitar su traducción, con vistas a analizar, en el supuesto concreto, la efectiva «esencialidad»
del documento o, en otro caso, su accesoriedad o infertilidad de cara a introducirlo o descartarlo,
para preservar el derecho de defensa, en el debate contradictorio.
Sin perjuicio de que este precepto se refiere a la solicitud de introducción o incorporación, al
proceso, de documentos considerados esenciales por el sujeto pasivo del mismo, nada impide que
pueda, asimismo, solicitarse, por esta vía, la traducción de documentos no referenciados, de
manera expresa, en el apartado anterior.
Los gastos de traducción e interpretación derivados del ejercicio de los derechos recién
analizados serán sufragados, según el art. 123.1.II LECrim, por la Administración, con
independencia del resultado del proceso.
Una vez establecidos los derechos de traducción e interpretación gratuitos, en el primer
apartado del precepto 123, el Legislador destina los apartados dos a seis, al desarrollo de dichos
derechos —traducción en plazo razonable; suspensión de plazos procesales; preferente asistencia
física de intérprete y, en su defecto, por medio de videoconferencia o de cualquier medio de
telecomunicación; grabación audiovisual de la manifestación original y de las interpretaciones
orales o en lengua de signos—, así como, en su caso, al establecimiento de ciertas excepciones
—sustitución de la traducción simultánea por la sucesiva, a la que ya nos hemos referido;
prescindible traducción de ciertos pasajes irrelevantes o accesorios de documentos esenciales;
sustitución de traducción escrita de documentos por resumen oral—, que serán, en todo caso,
asentados, redefinidos y depurados por vía jurisprudencial.
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decida someterse, las preguntas a las que desea responder y cuáles aquellas otras que prefiere, por
el contrario, no contestar.
El silencio ha de identificarse con la omisión de respuesta alguna, sin que ello deba ser
valorado, interpretado, ni mucho menos enjuiciado como admisión tácita o interna de los hechos
delictivos, sino pura y sencillamente como una opción silente que ha sido identificada, por lo
demás, por los especialistas, con la constante emisión del vocablo «soy inocente».
El art. 520 de la LECrim establece los nuevos parámetros de la detención y prisión provisional,
al tiempo que intensifica los derechos y garantías de los investigados que, a su vez, hubieren sido
detenidos o se encontraren presos.
Así, el apartado primero del referido art. 520 señala que «la detención y la prisión provisional
deberán practicarse en la forma que menos perjudique al detenido o preso en su persona,
reputación y patrimonio. Quienes acuerden la medida y los encargados de practicarla, así como
de los traslados ulteriores, velarán por los derechos constitucionales al honor, intimidad e imagen
de aquéllos, con respeto al derecho fundamental a la libertad de información. La detención
preventiva no podrá durar más del tiempo estrictamente necesario para la realización de las
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de los siguientes:
a) Derecho a guardar silencio no declarando si no quiere, a no contestar alguna o algunas de
las preguntas que le formulen, o a manifestar que sólo declarará ante el Juez.
b) Derecho a no declarar contra sí mismo y a no confesarse culpable.
c) Derecho a designar Abogado, sin perjuicio de lo dispuesto en el apartado 1.a) del artículo
527 y a ser asistido por él sin demora injustificada. En caso de que, debido a la lejanía
geográfica no sea posible de inmediato la asistencia de Letrado, se facilitará al detenido
comunicación telefónica o por videoconferencia con aquél, salvo que dicha comunicación
sea imposible.
d) Derecho a acceder a los elementos de las actuaciones que sean esenciales para impugnar la
legalidad de la detención o privación de libertad».
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Se entiende por pretensión penal la declaración de voluntad, dirigida contra el acusado, en la que
se solicita del Juzgado o Tribunal una sentencia de condena al cumplimiento de una pena o medida
de seguridad, fundada en la comisión de un hecho punible.
Se destacan de aquí los siguientes elementos esenciales:
1. Requisitos subjetivos.
El elemento subjetivo determinante del objeto procesal penal es exclusivamente la persona del
acusado.
En el proceso penal no rige la doctrina de las tres identidades de la cosa juzgada civil, ni la “causa
petendi”, ni la identidad de las partes acusadoras pueden erigirse en elementos esenciales de la
pretensión penal.
Sin embargo, la determinación e identificación del acusado forma parte del objeto procesal, de
forma que existen tantas pretensiones cuantas personas se les haya de dirigir contra ellas la
acusación, aun cuando ella se funde en la comisión de un mismo hecho punible.
La determinación del acusado debe darse en la fase instructora, pues es una de las funciones
esenciales del sumario la determinación de la legitimación pasiva.
Dicha función se asume mediante el “auto de procesamiento” (proceso penal común para delitos
muy graves) y mediante el auto de incoación del Proceso Penal Abreviado (auto de PPA) en el
abreviado, de forma que, según doctrina del TC, “nadie puede ser acusado, sin haber sido con
anterioridad declarado judicialmente investigado”. La jurisprudencia del TS ha declarado que el
denominado auto del PPA cumple con la función esencial de determinar al investigado o la
legitimación pasiva.
2. Requisitos objetivos.
Hay que distinguir aquí entre la fundamentación fáctica, la jurídica y la petición.
A) La fundamentación fáctica: el hecho punible.
Viene determinada por la atribución al acusado de la comisión de un hecho punible.
Se entiende por hecho punible el hecho histórico, subsumible en tipos penales de carácter
homogéneo, es decir, el hecho tal y como aconteció en la realidad externa y desprovisto de toda
calificación jurídica, salvo en lo referido al bien jurídico protegido por la norma penal de forma
tal que, en caso de existencia de distintas calificaciones sobre el hecho, tan sólo será posible su
subsunción en los tipos penales cuyos bienes o intereses jurídicos sean de carácter homogéneo,
sin que pueda el Tribunal condenar al acusado por una calificación distinta que no haya sido
previamente objeto de acusación.
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Por consiguiente, el objeto del proceso penal se integra también con la identidad objetiva o del
hecho punible, entendido como hecho histórico o natural. A través de la acusación queda
delimitado como un antecedente histórico en tanto conforma una unidad.
En el proceso penal rige el principio de la indivisibilidad del hecho punible. A las partes les está
vedado, en la fase de juicio oral, el poder de disposición fáctico, pues el Tribunal está obligado a
descubrir la verdad material y ha de ser exhaustivo en complementar la actividad probatoria no
aportada o no ejecutada a fin de que el hecho punible sea enjuiciado con toda su plenitud fáctica,
sin que las partes puedan condicionar la actividad cognoscitiva y decisoria del Tribunal.
b) El hecho típico y la homogeneidad del bien jurídico.
No todo acontecimiento externo interesa al proceso penal, sólo los hechos aparentemente típicos.
A los efectos de la determinación de la pretensión, la calificación jurídica del hecho no constituye,
en principio, elemento esencial alguno. También en el proceso penal rige la máxima de “iuri novit
curia”, por lo que el Tribunal es dueño de la individualización y aplicación al hecho de las
pertinentes normas del Código Penal.
Ello no obstante, la individualización de las normas jurídicas no constituye una potestad absoluta
e incondicionada del Tribunal. El TC y el TS exigen que los cambios en la calificación del hecho
punible respeten la identidad u homogeneidad del bien jurídico protegido por el ordenamiento
sustantivo, de forma que, en aras de la protección del derecho de defensa, se impone una
limitación al “iura novit curia”: el Tribunal podrá modificar la calificación jurídica sustentada por
la acusación siempre y cuando la nueva subsunción jurídica del hecho corresponda a normas
penales tuteladoras de bienes jurídicos homogéneos o, incluso, cuando el cambio de calificación
jurídica obedezca a un simple error de la acusación fácilmente constatable por la defensa.
La doctrina constitucional de la “homogeneidad del bien jurídico” se impostó en la LECrim en su
art. 789.3, conforme al cual “la sentencia no podrá condenar por delito distinto cuando éste
conlleve una diversidad del bien jurídico protegido”.
B) La fundamentación jurídica: el título de condena.
El objeto procesal penal viene determinado por la identidad subjetiva (el acusado), la identidad
objetivo (el hecho punible) y la homogeneidad del bien jurídico.
Junto a estos requisitos también exige el art. 650.2º LECrim que en el escrito de acusación se haya
de reflejar “la calificación legal de los mismos hechos, determinando el delito que constituyan”.
Así, cabe preguntarse si la calificación penal integra o no el objeto del proceso penal.
Desde el punto constitucional, la respuesta es negativa, por lo que nunca pueden trasladarse a
través del recurso de amparo vulneraciones a eventuales vinculaciones a la calificación jurídica
que no se reconduzcan a la doctrina de la homogeneidad de bien jurídico.
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C) La petición.
La petición de pena tampoco constituye un elemento esencial de la pretensión penal, pues, en
principio, su individualización corresponde al Tribunal decisor. Pero la jurisprudencia del TS ha
declarado contrario al art. 24.2 CE la irrogación al encausado de una pena principal no solicitada
por la acusación, pudiendo imponer de oficio una pena accesoria, razón por la cual dicha exigencia
se convierte también en objeto del proceso penal.
Así pues, el objeto del proceso penal quedar determinado por la petición de una pena principal
sustanciada en un hecho históricamente homogéneo típico y por la identidad del acusado.
3. Requisitos formales.
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La acción se ejercita en el acto de iniciación del proceso penal (denuncia judicial, querella,
iniciación de oficio), en tanto que la pretensión sigue un proceso escalonado que empieza en la
instrucción, pasa por el escrito de acusación y culmina con las conclusiones definitivas.
A) La fase instructora.
La función de la fase instructora en la determinación del objeto procesal es doble: contribuye a la
aportación del material de hecho tendente a demostrar la tipicidad del hecho punible; y asume la
función de determinar la legitimación pasiva en el proceso penal.
Pero la función objetiva de la instrucción no alcanza a determinar la fundamentación fáctica de la
pretensión, sino tan sólo a posibilitar su afirmación por las partes acusadoras. También en el
proceso penal rige el principio de aportación, son las partes acusadoras a quienes les incumbe la
carga de efectuar la fundamentación fáctica de la pretensión, partiendo de los hechos investigados
en el sumario. De aquí que la “conclusión primera o principal” del escrito de calificación
provisional haya de contener “los hechos punibles que resulten del sumario”.
Si la fase instructora, en su dimensión objetiva, no fija definitivamente el hecho punible, no ocurre
lo mismo con su función subjetiva en la que determina definitivamente la legitimación pasiva,
pues “nadie puede ser acusado sin haber sido previamente procesado o declarado investigado”
por el Juez de instrucción.
B) El escrito de acusación.
El escrito de acusación del PPA o escrito de calificación provisional en el proceso común sirve
para formalizar la pretensión penal, cumpliendo una función similar a la del escrito de demanda
en el proceso civil.
El escrito de acusación necesariamente ha de contener la descripción del hecho punible, la
determinación del acusado, la calificación legal de los hechos y la pena que se solicita.
Mediante el escrito de acusación se efectúa una primera delimitación del objeto procesal, al
tiempo que se determina también el tema de la prueba sobre el que recaerá la actividad probatoria
en el juicio oral.
C) Las conclusiones definitivas.
La pretensión penal no queda definitivamente fijada en el escrito de acusación, pues puede ocurrir
que, como consecuencia de la ejecución de la prueba, se pongan de manifiesto distintas
calificaciones jurídicas o se produzca una mutación esencial de la pretensión como consecuencia
de la entrada de nuevos hechos punibles.
Por ello, el ordenamiento faculta a las partes a modificar sus calificaciones provisionales y
transformarlas en definitivas.
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El escrito de conclusión constituye, pues, la última posibilidad de la que gozan las partes
acusadoras para modificar (no sustancialmente) la pretensión penal, la cual queda definitivamente
fijada en el proceso, estableciendo el deber de congruencia del Tribunal exclusivamente con
respecto a lo afirmado en las conclusiones definitivas.
4. La litispendencia.
A) Requisitos.
La litispendencia exige la concurrencia de las tres identidades del art. 222 LEC: identidad
subjetiva, objetiva y causa de pedir.
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Pero no rige en el proceso penal la doctrina de las tres identidades, sino que las únicas
determinantes de la litispendencia penal son la que integran el objeto del proceso penal: identidad
del acusado y el hecho punible.
Como en el proceso penal pueden concurrir múltiples partes acusadoras y que a ellas no se
extienden los efectos de la cosa juzgada, la única identidad subjetiva requerida por la
litispendencia es la de la persona del acusado. De dicha regla general tan solo cabe exceptuar los
procesos instaurados por la comisión de un “delito privado”, en los que, como consecuencia del
derecho a la no perseguibilidad del delite que asiste al ofendido, aquí sí se hace preciso cumplir
con la exigencia de la identidad subjetiva de la parte acusadora.
Lo mismo se afirma de la “causa petendi”, la cual no forma parte del objeto procesal, que se
circunscribe al hecho natural o histórico.
Por el contrario, la identidad del hecho punible, entendido como hecho natural e indivisible,
conforma el objeto y, por tanto, delimita, junto con la identidad del acusado, la litispendencia.
B) Efectos.
Cabe distinguir los efectos procesales de los materiales.
a) Procesales.
En el orden procesal, la litispendencia produce el efecto positivo de la “perpetuatio iurisdictionis”
y el negativo de impedir la apertura de un segundo proceso penal por el mismo hecho y contra el
mismo acusado.
En virtud de estos efectos, está obligado el Juez de Instrucción a dictar una resolución motivada
de la “notitia criminis”, la cual puede ser de inadmisión o de admisión y, en este segundo caso,
puede finalizar con una resolución de sobreseimiento o de conclusión del sumario en el proceso
común con remisión a la Audiencia o de conclusión de las Diligencias Previas, apertura del juicio
oral y remisión al órgano de enjuiciamiento, en el proceso abreviado.
Dicha “perpetuatio iurisdictionis” es trasladable a todas y cada una de las instancias. De este
modo, el TS, a fin de evitar las auténticas manipulaciones del Juez legal que pudieran cometer los
aforados, ha declarado que, una vez abierto el juicio oral, el TSJ, como consecuencia de la
“perpetuatio iurisdictionis”, no pierde su competencia por el hecho de la renuncia al acta de
diputado.
De conformidad con el efecto negativo, a ningún otro Juez de Instrucción se le autoriza la apertura
de una instrucción contra un investigado, con respecto al cual exista ya una instrucción en curso
sobre el mismo hecho. Si así sucediera, habrá el segundo Juez de inhibirse en favor del primero o
suscitarse una cuestión (declinatoria e inhibitoria) de competencia. La litispendencia constituye
un auténtico presupuesto procesal, por lo que puede hacerse valer y ser estimada de oficio dentro
de la instrucción, sin perjuicio de que se pueda alegar como “artículo de previo y especial
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pronunciamiento” al amparo del art. 666.1º LECrim o como una cuestión previa en la audiencia
preliminar del abreviado, que puede plantear tanto la defensa como el MF.
b) Materiales: la interrupción de la prescripción.
El efecto primordial de litispendencia es la interrupción de la prescripción.
La interrupción de la prescripción se ocasiona mediante la presentación de la denuncia o querella
ante el Juzgado, siempre y cuando el Juzgado dicte alguna resolución judicial de imputación
dentro de los seis meses, contados respectivamente a partir de la incoación del proceso penal por
delito, en cuyo caso los efectos de la interrupción de la prescripción se retrotraerán al momento
de la presentación del acto de iniciación.
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Indemnizar significa condenar al pago de una cantidad dineraria suficiente para cubrir todos los
daños producidos pro el delito. La indemnización surge cuando no sea posible la restitución y
siempre que el delito produzca un perjuicio patrimonial. La indemnización comprende tanto los
daños materiales, como los morales del perjudicado, su familia e incluso de terceros.
La evaluación de los daños ha de cuantificarse expresamente en la petición, no admitiéndose las
sentencias de condena “a reserva de liquidación”.
C) Requisitos formales.
La pretensión civil se deduce con toda su plenitud en el escrito de acusación o calificaciones
provisionales sin que se pueda modificar sustancialmente la pretensión civil en las conclusiones
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La constitución del perjudicado en parte actora civil debiera eximir al MF del ejercicio de la
pretensión civil. Pero el art. 108 LECrim impone la necesidad de que “haya o no acusador
particular”, ejercite la acción civil.
Este ejercicio conjunto de la pretensión civil por ambas partes no significa que gocen
simultáneamente de la misma capacidad de postulación. La única parte originariamente
legitimada es el perjudicado, quien goza de todo el poder de disposición sobre la pretensión civil:
puede renunciarla, reservarla para el declarativo correspondiente o acumularla al procedimiento
penal en curso. Si así lo hace, el principio de congruencia sólo puede transcurrir entre lo solicitado
por el perjudicado (y no por el MF), lo resistido por el responsable civil y lo concedido por el
órgano jurisdiccional; y así, en el improbable caso de que el MF instara un “quantum”
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Lección 11. El inicio del proceso penal: actos de iniciación de imputación y de defensa.
I.INTRODUCCIÓN.
El proceso penal puede instaurarse de distintas formas y las primeras actuaciones urgentes que se
desencadenan no dependen, necesariamente, de su interposición ante el Juez, pues razones de
urgencia imponen que comiencen sin demora las primeras actuaciones que permiten comprender
que el proceso penal ya se ha iniciado.
II. ACTOS DE INICIACIÓN DEL PROCESO PENAL.
1. La denuncia.
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Es una declaración de conocimiento, oral o escrita, que, de forma obligatoria, debe efectuar ante
cualquier órgano judicial, fiscal o policial la persona (víctima, perjudicado o testigo) que ha
percibido, por sus sentidos, la perpetración de un delito público, provocando con ello la incoación
del proceso penal. De aquí se extraen las siguientes notas configuradoras:
Primera. La denuncia es una exclusiva declaración de conocimiento y no de voluntad, pues es una
somera narración de los hechos tal como han sido conocidos sin obligación de acreditar su
existencia ni de constituirse en parte.
Segunda. La denuncia es una obligación para quien hubiere percibido, por sus sentidos, de manera
directa, la comisión del hecho delictivo perseguible de oficio. Esta obligación de denunciar es
aplicable a cualquier persona que tenga conocimiento de la actuación delictiva, sea la víctima, el
perjudicado o un tercero. Interpuesta la denuncia, los dos primeros denunciantes (víctima y/o
perjudicado) podrán personarse, si lo estiman oportuno, como acusadores particulares; el tercer
denunciante (testigo) podrá ser testigo en el proceso que se instaura.
Están exentos del deber de denunciar por razón de su vulnerabilidad los menores de edad y
quienes hubieren sido provistos de judicialmente de medidas de apoyo por razón de su
discapacidad; y las personas que mantengan, respecto del presunto delincuente, alguno de los
siguientes vínculos: el cónyuge no separado legalmente o de hecho, la persona que conviva con
él en análoga relación de afectividad, los ascendientes, descendientes y sus parientes colaterales
hasta el segundo grado incluido.
La obligación de denunciar los hechos delictivos perseguibles de oficio se recrudece en el caso
de quienes, por razón de sus cargos, profesiones u oficios tuvieren noticia de algún delito público.
Estas personas estarán obligadas a denunciar ante el MF o Tribunal competente, al juez de
instrucción y, en su defecto, al municipal o funcionario de policía más próximo al sitio si se tratare
de un delito flagrante.
De esta norma cabe exceptuar a los Abogados y Procuradores respecto de las instrucciones o
explicaciones que recibieren de sus clientes y a los eclesiásticos y ministros de cultos disidentes
respecto de las noticias que les hubieren revelada en el ejercicio de las funciones de su ministerio.
El deber de denunciar se transmuta en derecho de denunciar respecto de los delitos semipúblicos,
pues en estos delitos, tan sólo perseguibles a instancia de parte, la denuncia del perjudicado se
erige en un auténtico requisito de procedibilidad para la debida instauración del proceso penal, de
cuyo ulterior mantenimiento se ocupará, de estimarlo oportuno, el MF.
Tercero. La denuncia podrá ser formulada ante cualquier órgano o autoridad, sea judicial, fiscal
o policial, no resultando imprescindible que sea ante el Juez con jurisdicción y competencia para
conocer de ese concreto proceso, tal y como acontece con la querella.
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Cuarto. La denuncia podrá ser oral o escrita, si bien cuando sea verbal se extenderá un acta por la
autoridad o funcionario que la reciba en forma de declaración, se expresarán cuantas noticias
tenga el denunciante relativas al hecho denunciado y a sus circunstancias, firmándola ambos a
continuación. En este este escrito quedará constancia de la persona del denunciante. En España
no tienen validez las “denuncias anónimas”.
Quinto. Formalizada la denuncia, se procederá o mandará proceder por el Juez o funcionario a
quien se hiciese a la comprobación del hecho denunciado, salvo que este no revistiere carácter de
delito, o que la denuncia fuere manifiestamente falsa. En estos casos, el Juez, Tribunal o
funcionario se abstendrán de todo procedimiento, sin perjuicio de la responsabilidad en que
incurran si desestimasen aquélla indebidamente.
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2. La querella.
Es una declaración de conocimiento y voluntad, siempre escrita, de la comisión de hecho
delictivo, efectuada por el MF o por la víctima, un perjudicado o un tercero, formulada ante el
Juez con Jurisdicción y competencia, con la intención de constituirse en parte en el proceso penal
que se instaure tras su oportuna admisión. Notas características:
Primera. La querella es una declaración de conocimiento y también de voluntad. Se ciñe a la
narración de los hechos y manifiesta postulación de constituirse en parte acusadora.
Segunda. Podrá ser interpuesta por el MF, la víctima o el perjudicado por el delito, sea español o
extranjero. Cualquier ciudadano español, hayan sido o no ofendidos por el delito público, también
podrá interponerla ejercitando la acusación popular.
Los querellantes extranjeros habrán de prestar fianza salvo que un Tratado internacional disponga
lo contrario o se les exima por razón del principio de reciprocidad.
También habrán de prestar fianza los ciudadanos españoles en el ejercicio de la acción popular,
quedando exentos: 1º el ofendido y sus herederos o representantes legales; 2º, en los delitos de
asesinato u homicidio, el cónyuge del difunto o persona vinculada a él por una análoga relación,
los ascendientes y descendientes y sus parientes colaterales hasta el segundo grado incluido, los
herederos de la víctima y los padres, madres e hijos del delincuente; 3º las asociaciones de
víctimas y las personas jurídicas a las que la ley reconoce legitimación para defender los derechos
de las víctimas siempre que el ejercicio de la acción penal hubiera sido expresamente autorizado
por la propia víctima.
Tercera. La querella se formulará ante el Juez de instrucción competente. Si el querellado
estuviere sometido por disposición especial de Ley a determinado tribunal, ante éste se
interpondrá la querella. Lo mismo ocurrirá cuando fueren varios los querellados por un mismo
delito o por dos o más conexos y alguno de aquéllos estuviere sometido excepcionalmente a un
Tribunal que no fuere el llamado a conocer, por regla general, del delito.
En el caso de un delito cometido in fraganti, de los que no dejan señales permanentes de su
perpetración, o en los que hubiere riesgo de la ocultación o fuga del presunto culpable, el
particular que intentare querellarse podrá acudir al Juez de instrucción más próximo o a cualquier
funcionar de policía, a fin de que se practiquen las primeras diligencias necesarias para hacer
constar la verdad de los hechos y detener al delincuente.
Cuarta. La querella será siempre escrita y su autor deberá acreditar la debida capacidad de
postulación (representado por Procurador con poder bastante y suscrita por Letrado). Se extenderá
en papel de oficio y se expresará lo siguiente):
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Primero. El atestado es un acto escrito de la Policía Judicial en el que constan las diligencias
practicadas por los funcionarios, tras la denuncia, efectuada ante ellos de un delito público. La
Policía Judicial extenderá un atestado de las diligencias que practiquen en el cual especificarán
los hechos por ellos averiguados, insertando las declaraciones e informes recibidos y anotando
todas las circunstancias que hubiesen observado y pudiesen ser prueba o indicio del delito. La PJ
remitirá con el atestado un informe dando cuenta de las detenciones anteriores y de la existencia
de requisitorias para su llamamiento y busca cuando así conste en sus bases de datos.
El atestado será firmado por el que lo haya extendido, así como por las personas presentes, peritos
y testigos que hubieren intervenido en las diligencias. De no hacerlo, se expresará la razón.
Excepcionalmente la LECrim admite la posibilidad de que el atestado sea verbal. Si el funcionario
encargado de redactarlo no pudiere hacerlo, se sustituirá por una relación verbal circunstanciada,
que reducirá a escrito de un modo fehaciente el funcionario del MF, el Juez de instrucción o el
municipal a quien deba presentarse el atestado, manifestándose el motivo de no haberse redactado.
Segundo. los funcionarios de la PJ están obligados a trasladar el atestado al Juez de instrucción o
al MF en el plazo de 24 horas. Salvo supuestos de fuerza mayor, sin cesar en las diligencias que
estuvieren practicando.
La PJ podrá conservar el atestado en su poder cuando no exista autor conocido del delito, salvo
que el Juez o el MF se lo soliciten expresamente o concurra alguna de las siguientes
circunstancias: 1) que se trate de delitos contra la vida, contra la integridad física, contra la libertad
e indemnidad sexuales o de delitos relaciones con la corrupción; 2) que se practique cualquier
diligencia después de transcurridas 72 horas desde la apertura del atesta y éstas hayan tenido algún
resultado.
La PJ comunicará la denunciante que, en el caso de no ser identificado el autor en el plazo de 72
horas, las actuaciones no se remitirán a la autoridad judicial, sin perjuicio de su derecho a reiterar
la denuncia ante la fiscalía o ante el juzgado de instrucción.
Tercero. El atestado tiene valor de denuncia. Ello comporta que su contenido no podrá erigirse en
una prueba de cargo suficiente para desvirtuar, por sí solo, la presunción de inocencia. El valor
del atestado podrá transmutarse, eso sí, en otro probatorio si los funcionarios responsables de su
confección, al tiempo de la realización de sus diligencias, prestan posteriormente declaración,
como testigos, en la fase de juicio oral.
La evidencia de que el atestado carezca por sí solo de valor probatorio suficiente no significa que
todos y cada uno de los actos que lo integran merezcan idéntico tratamiento. Algunos actos de la
Policía científica gozan, debido a su irrepetibilidad, de valor probatorio preconstituido. En
consecuencia, el atestado tiene, en su conjunto, valor de denuncia sin perjuicio de que alguno de
los actos que lo integran podrán gozar de fuerza probatoria preconstituida apta para desvirtuar la
presunción de inocencia.
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5. La iniciación de oficio.
El juez de instrucción también puede incoar, de oficio, este proceso cuando tenga conocimiento
personal, inmediato y directo de un hecho con apariencia delictiva. Las formas de obtención de
este conocimiento por el Juez son remotas: el juez podría encontrarse presente en el exacto
momento de la comisión de la actuación o sorprender in fraganti a su presunto autor; podrá tener
puntual conocimiento de una actuación delictiva porque así se le hiciese saber, por parte de la
comunidad social, a través de rumores, creencias o suposiciones, comunicaciones, etc.;
finalmente, el juez puede entrar en contacto con el hecho delictivo de manera personal, directa e
inmediata cuando sea una gran evidencia, notoriedad y publicidad.
Pero estas circunstancias presentan dificultades. La casual circunstancia de que el Juez tome
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cualquier actuación procesal de la que resulte la imputación de un delito contra persona o personas
determinadas, serán puestas inmediatamente en conocimiento de los presuntos responsables”).
Esta imputación judicial podrá efectuarse a través de comunicaciones explícitas, manifiestas y
directas (traslado de la denuncia, querella o iniciación de oficio), como de otras implícitas, tácitas
o derivadas de la adopción judicial de medidas cautelares penales (detención, prisión o libertad
provisional) o civiles, todas ellas relacionadas con la actuación delictiva. También podrá
efectuarse a través de la primera comparecencia del investigado mediante la citación para ser
oído, así como mediante las típicas resoluciones de imputación judicial: auto de procesamiento
del proceso ordinario y auto de incoación del procedimiento penal abreviado.
El primer efecto forma, predicable a ambos tipos de autos de imputación judicial, comporta el
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común cambio de denominación del sujeto pasivo del proceso penal, que pasará de ser
“investigado” a “encausado”. El segundo efecto material conlleva la fijación del objeto y sujeto,
a lo largo de la fase de instrucción y, en todo caso, con antelación a su conclusión, como antesala
de la fase intermedia, donde se concretará, con adecuada correlación respecto del contenido de
estos autos, la acusación que corresponda frente al sujeto y por los hechos, concretamente
determinados en estos autos.
1. El auto de procesamiento.
Es la resolución judicial de imputación, dictada durante la instrucción del proceso penal ordinario,
donde se comunica, formalmente, a una persona física o jurídica determinada, la atribución de un
hecho delictivo concreto.
El art. 384.1 LECrim dispone que “desde que resultare del sumario algún indicio racional de
criminalidad contra determinada persona, se dictará auto declarándola procesada”.
El contenido mínimo de este auto de procesamiento habrá de integrarse por la concreción, fijación
y determinación del objeto y del sujeto, así como por una mínima correlación entre uno y otro,
con una incipiente acreditación de la participación de este presunto autor en la perpetración de
aquel delito, a expensas de su ulterior demostración en el juicio oral o plenario mediante la
celebración de la práctica de la prueba bajo los principios de inmediación, contradicción y
publicidad.
La fijación de este contenido mínimo impide que, ulteriormente, pueda adicionarse cualesquiera
de estos dos elementos: objetivo y subjetivo. Los hechos incluidos en el auto de procesamiento
serán también los únicos con independencia de cuál sea su clasificación jurídica, que podrán
integrar el ulterior escrito de acusación.
Este auto de procesamiento constituye la condición imprescindible para poner término a la fase
de instrucción y sostener la consecuente acusación penal, que permita pasar a la de
enjuiciamiento.
2. El auto de transformación del proceso penal abreviado.
Se refiere al acto judicial de imputación formal del investigado en el PPA, que será el destinado
al enjuiciamiento de los delitos castigados con pena privativa de libertad no superior a nueve años,
o bien con cualesquiera otras penas de distinta naturaleza bien sean únicas, conjuntas o
alternativas, cualquiera que sea su cuantía o duración.
En el ámbito penal, la selección del procedimiento adecuado no suele ser previa a la incoación
del proceso, sino que constituye un hábito procesal recurrente el encauzar la causa criminal por
los trámites del procedimiento abreviado a expensas de que el Juez, a lo largo de su desarrollo,
decida mantenerlo vigente mediante el “auto de transformación del proceso penal abreviado”, o,
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en otro caso, derivarlos al que considere más adecuado: ordinario, procedimiento para el juicio
sobre delitos leves, juicio rápido o, incluso, procedimiento ante el Tribunal del Jurado.
Este auto contiene las siguientes decisiones judiciales: primero, la conclusión de la instrucción;
segundo, el inicio de la fase intermedia; tercero, la audiencia de la parte acusadora, tanto pública,
como, de haberla, particular y/o popular, al objeto de que solicitan la apertura (o no) del juicio
oral.
La LECrim exige, como requisito previo de este auto la previa celebración de una toma de
declaración, por parte del Juez de instrucción, al presunto autor del hecho delictivo, con la
evidenciable finalidad de ilustrarle de la imputación delictiva y evitar cualquier tipo de
indefensión derivada del desconocimiento de la atribución a su persona, pues el PPA carece, a
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suficientes para el enjuiciamiento, cuando la pena solicitada no exceda de dos años de privación
de libertad o, si fuera de distinta naturaleza, cuando su duración no exceda de seis años”.
La declaración de rebeldía es la consecuencia de haberse efectuado, infructuosamente, por parte
del órgano judicial, una requisitoria, frente al encausado. La requisitoria es el instrumento a través
del que será llamado y buscado: 1º el procesado que al ir a notificársele cualquier resolución
judicial no fuere hallado en su domicilio por haberse ausentado, si se ignorase su paradero y el
que no tuviese domicilio conocido, 2º el que se hubiere fugado del establecimiento en que se
hallase detenido o preso; 3º el que, hallándose en libertad provisional, dejare de concurrir a la
presencia judicial el día que le esté señalado o cuando sea llamado.
La requisitoria expresará el término dentro del cual el procesado ausente deberá presentarse, bajo
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apercibimiento de que en otro caso será declarado rebelde. Concluido el término fijado en la
requisitoria, será declarado rebelde el proceso que no comparezca, o que no fuese habido y
presentado ante el Juez o Tribunal que conozca de la causa.
Los efectos de la rebeldía difieren en función del momento en que se produzca su declaración. La
fase de investigación puede discurrir en ausencia del investigado; pero esta ausencia imposibilita
la celebración de toda ulterior fase de enjuiciamiento. Esta misma declaración de rebeldía del
encausado al tiempo de iniciarse el juicio oral provocará su suspensión y el consecuente archivo
de autos: “Si la causa estuviere en sumario, se continuará hasta que se declare terminado por el
Juez o Tribunal competente, suspendiéndose después su curso y archivándose los autos y las
piezas de convicción que pudieren conservarse y no fueren de un tercero irresponsable”. (art. 840
LECrim).
La rebeldía tan solo desplegará sus efectos respecto de los procesados ausentes y nunca de los
presentes, por lo que se suspenderá el curso de la causa respecto a los rebeldes hasta que sean
hallados, y se continuará respecto a los demás. La sobrevenida aparición del procesado rebelde
provoca la inmediata reanudación del proceso penal.
La declaración de rebeldía de las personas jurídicas no resulta equiparable al de las personas
físicas, sino que se rige por un régimen peculiar propio.
Las personas jurídicas investigadas serán llamadas mediante requisitoria cuando no haya sido
posible su citación para el acto de primera comparecencia por falta de un domicilio social
conocido. En la requisitoria se harán constar los datos identificativos de la entidad, el delito que
se le imputa y su obligación de comparecer en el plazo que se haya fijado, con Abogado y
Procurador, ante el Juez que conoce de la causa. La requisitoria de la persona jurídica se publicará
en el BOE y en el BORME o en cualquier otro periódico o diario oficial relacionado con la
naturaleza, el objeto social o las actividades del ente imputado. Transcurrido el plazo fijado sin
haber comparecido la persona jurídica, se la declarará rebelde, continuando los trámites
procesales hasta su conclusión.
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La instrucción es la fase iniciática del proceso penal, liderada por el juez de instrucción y
destinada bien a la preparación del juicio oral, bien a su conclusión provisional o definitiva.
Las funciones, pues, son cuatro y están orientadas a un fin común que es la preparación del juicio
oral: 1) la averiguación del hecho delictivo con relevancia penal y sus circunstancias moduladoras
de su calificación; 2) la determinación e identificación y llamamiento del presunto autor de ese
hecho; 3) el aseguramiento de las personas; 4) el aseguramiento de las responsabilidades
pecuniarias.
El cauce previsto para lograr los dos primeros propósitos pasa por la celebración de dos tipos de
catos: primero, los actos de investigación tendentes a lograr la averiguación de tales elementos
objetivo y subjetivo; y segundo, los actos de prueba anticipada y/o preconstituida que no puedan
esperar a la fase de enjuiciamiento, resultandos precisos para desvirtuar la presunción de
inocencia. El mecanismo procesal idóneo para alcanzar las dos últimas funciones es la adopción
de las medidas cautelares penales para el aseguramiento de las personas y de las medidas
cautelares civiles para el correlativo aseguramiento de la responsabilidad patrimonial.
Por lo tanto, son cuatro los actos que integran el contenido de la fase instructora: los actos de
investigación, los actos de prueba anticipada y/o preconstituida, las medidas cautelares penales y
las medidas cautelares civiles.
III. EFECTOS.
El comienzo de la instrucción produce los siguientes efectos: surgimiento del derecho de defensa,
el comienzo de la litispendencia penal, la prejudicialidad y la prescripción del delito.
La litispendencia conlleva que unos mismos hechos no podrán ser objeto de un segundo
procedimiento cuando, en ese momento, estuviere discurriendo otro anterior en el tiempo.
La LECrim no se refiere a la litispendencia respecto del exclusivo orden penal, sino de todos los
órdenes nuestra única Jurisdicción, por lo que la litispendencia penal impedirá la apertura de un
segundo proceso penal por unos hechos delictivos idénticos frente al mismo “presunto autor”.
Esto debe diferenciarse de la “prejudicialidad penal” por la que la Jurisdicción penal es siempre
preferente ante los demás órdenes jurisdiccionales.
Cualquier proceso ya entablado, sea del orden que sea, en el que, de forma sobrevenida, se
vislumbre un atisbo de “presunta comisión de un hecho delictivo”, habrá de suspenderse ipso
facto y derivarse al orden penal, a la espera de la conclusión judicial que se dictamine; fallo
judicial que constituirá el punto de partida del sentido de las resoluciones que lleguen a dictarse
en el resto de procesos que deban ventilarse en los distintos órdenes respecto de un objeto que se
vea afectado por aquella resolución judicial penal previa. Es a esta prejudicialidad penal a la que
se refiere el art. 10 LOPJ.
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La instrucción penal tendrá como ineludible efecto la suspensión de todos los otros procesos hasta
que la Jurisdicción penal emita una resolución, absolutoria o condenatoria, que constituirá el
punto de partida de las resoluciones que pongan término a aquellos procesos.
Finalmente, la instrucción tiene un cuarto y crucial efecto: la suspensión de la interrupción. Los
delitos se encuentran sometidos por el CP a un distinto plazo de prescripción. Los plazos del
proceso penal son de prescripción y no de caducidad, lo que supone que serán susceptibles de
interrupción ante la realización de actuaciones procesales concretas.
El CP establece que se entenderá dirigido el procedimiento contra una persona determinada:
primero, desde el momento en que, al incoar la causa o con posterioridad, se dicte resolución
judicial motivada en la que se le atribuya su presunta participación en un hecho que pueda ser
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“La formación del sumario, ya empiece de oficio, ya a instancia de parte, corresponderá a los
Jueces de instrucción por los delitos que se cometan dentro de su partido o demarcación respectiva
y, en su defecto, a los demás de la misma ciudad o población, cuando en ella hubiere más de uno”
(art. 303 LECrim). De esta regla tan solo cabe exceptuar el proceso penal de menores, que se
encomienda al MF, quien afronta la práctica totalidad de actos de investigación, quedando
reservada al Juez de menores la exclusiva competencia para la adopción de medidas limitativas o
privativas de derechos fundamentales.
2. Oficialidad.
Este principio implica tres consideraciones: la primera, referida a que la dirección del proceso
penal, en general, y dentro de él en su fase de investigación, debe encomendarse a un órgano del
Estado y no dejarse en manos de instituciones privadas; la segunda, referida a la amplitud de
funciones que deben derivarse, dentro de un marco de estricta legalidad, al órgano encargado con
toda responsabilidad de la investigación penal; y tercero, a la relativamente amplia libertad
enjuiciadora del Juez instructor, donde no se ve constreñido, mediatizado ni condicionado en su
investigación por las actuaciones de las partes comprometidas en ese proceso, sean públicas o
particulares.
La primera consideración hecha arriba responde al evidenciable ius puniendi del Estado.
La segunda responde a la necesidad de descubrir tanto el objeto como el sujeto en el momento
inmediatamente anterior al cierre de esta fase para dar paso, ya a cargo de otro Juez o Tribunal, a
su neutral enjuiciamiento.
La tercera consideración se refiere a la amplia capacidad de dirección del Juez a la hora de liderar,
ordenar y modular los designios de la investigación, al compás tanto de las circunstancias
objetivos como subjetivas que vayan surgiendo y no a los pedimentos de las distintas partes
respecto de los que no se encuentra vinculado. Sin esta posición de priorización o preeminencia
del Juez que posibilite el reequilibrio y/o restablecimiento de las relaciones sociales
desestabilizadas es muy probable que la investigación no pudiese cumplir con su finalidad
esencial.
Este principio de oficialidad se verá restringido o condicionado por la previa instancia de parte.
El Juez instructor sólo podrá iniciar el proceso penal por delito perseguible a instancia de parte
cuando la parte lo solicite mediante denuncia o querella, no resultando posible en tales casos la
iniciación de oficio. Por otra parte, el Juez instructor tan solo podrá adoptar medidas cautelares a
instancia de parte acusadora. Además, el Juez instructor solo podrá mantener abierto el proceso,
una vez clausurada la parte de investigación, como antesala necesaria para la apertura del juicio
oral, si una parte acusadora sostiene la acusación también en ese nuevo periodo procesal.
El principio acusatorio se muestra en el proceso penal en una doble vertiente: distribuyendo las
funciones de acusación e instrucción a dos órganos distintos (MF y Juez de instrucción) y, en la
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4. Secreto.
La fase de instrucción se asienta sobre el principio general de la reserva o secreto de la
investigación. Así lo establece el art. 301 LECrim: “Las diligencias del sumario serán reservadas
y no tendrán carácter público hasta que se abra el juicio oral […]”.
Pero esta reserva general lo es respecto de la sociedad en su conjunto, pero no de las partes
procesales, quienes tienen derecho a conocer cuáles son las actuaciones que se están desarrollando
en la investigación. Las partes personadas podrá tomar conocimiento de las actuaciones e
intervenir en todas las diligencias. A esto se le llama principio de la publicidad relativa.
Esta publicidad relativa puede ser excepcionada e imponerse el secreto absoluto respecto de los
delitos públicos en dos casos.
El Juez de instrucción, siempre y cuando el delito sea público, podrá, a propuesta del MF, de
cualquiera de las partes personadas o de oficio, mediante auto, declarar el secreto total o parcial
del sumario para todas las partes personadas por tiempo no superior a un mes cuando resulte
necesario, conforme al art. 302 II LECrim: primero, para evitar un riesgo grave para la vida,
libertad o integridad física de otra persona; o segundo, para prevenir una situación que pueda
comprometer de forma grave el resultado de la investigación o del proceso. Este secreto deberá
alzarse necesariamente con al menos diez días de antelación a la conclusión del sumario.
Debe advertirse, finalmente, que los actos de investigación tecnológica gozan de un régimen de
publicidad específica, particular y propio, pues la LECrim establece en su art. 588 bis. d) que “la
solicitud y las actuaciones posteriores relativas a estas medidas se sustanciarán en una pieza
separada y secreta, sin necesidad de que se acuerde expresamente el secreto de la causa”.
5. Escritura.
El principio de la oralidad cede, en esta primera fase procesal de la instrucción penal, en favor del
principio de la escritura.
Esto es lógico por dos razones: tanto los escritos iniciáticos del proceso (denuncia y querella)
como los conclusivos de instrucción (auto de imputación) ganan en permanencia y seguridad
jurídica cuando quedan perfectamente asegurado e invariable en el papel.
Pero, también han de ser escritos, por idénticas razones, los actos de investigación que,
transmutados en actos de prueba anticipada y/o preconstituida, han de entrar a la fase de
enjuiciamiento, precisamente, por la vía de la documental.
VI. CLASES.
La instrucción es idéntica para todos los procesos penales, pero puede clasificarse en función de
dos criterios: uno objetivo, según sea el procedimiento adecuado en función del concreto objeto
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litigioso; y subjetivo otro, según quién sea el órgano de persecución penal (el Juez, el MF o la
Policía Judicial), que desarrolle la investigación en cada momento.
La clasificación en función de cuál sea el procedimiento adecuado por razón de su objeto responde
a las siguientes características:
Primera. La fase de instrucción del proceso ordinario se domina “sumario”: comienza cuando
surge la primera sospecha (formalizada en denuncia, querella o iniciación de oficio ante el Juez,
MF o Policía judicial) de la comisión de una actuación delictiva grave, de las que llevan asociada
por el CP una pena privativa de libertad superior a 9 años.
Segunda. La fase de instrucción del PPA se denomina “diligencias previas”: comienza también
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Primero. Recepción de la información delictiva. El MF puede tomar conocimiento del hecho por
tres vías: en primera persona, a través de una denuncia o por un atestado policial.
Segundo. soluciones posibles frente a la comunicación delictiva. El MF podrá optar, de forma
responsable, por la elección de laguna de estas tres vías: archivo, remisión al juzgado
correspondiente o incoación de una investigación propia.
El archivo se producirá cuando, tras unas primeras e incipientes averiguaciones, estime que el
hecho carece de la más mínima relevancia delictiva.
La remisión al juzgado se producirá cuando el MF estime, tras unas primeras averiguaciones, con
toda responsabilidad, que el hecho reviste, efectivamente, los caracteres de delito.
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La iniciación de una investigación propia será la prioritaria para el MF cuando en ese incipiente
momento, y tras unas primeras averiguaciones, no pueda atestiguar la efectiva apariencia delictiva
del hecho ni la determinación e identificación de su autor, pero la información recepcionada sea
lo suficientemente ilustrativa de la posible actuación delictiva como para que estime oportuno,
con toda responsabilidad, proseguir, por sí mismo, en la investigación que le lleve a alcanzar al
término una más afianza conclusión (positiva o negativa) sobre la conveniencia o no de incoar el
proceso penal.
Tercero. Subordinación de las diligencias informativas judiciales. El MF solo puede afrontar la
dirección de estas diligencias informativas cuando no se hubiere incoado el proceso penal, de
forma que estos actos de investigación estarán siempre condicionados o subordinados a la
ausencia de un proceso penal en curso, no pudiendo solaparse a un mismo tiempo dos tipos de
investigaciones frente a unos mismos hechos.
Cuarto. Facultades del MF en el desarrollo de sus diligencias informativas. El MF podrá adoptar
por sí mismo toda suerte de actos de investigación con la excepción de aq1uellos donde se vean
manifiestamente expuestos los DDFF de las personas investigadas o supongan un juicio
jurisdiccional, tal y como acontece con las medidas de investigación que requiere previa
autorización judicial (excepción hecha para la detención) y con las medidas cautelares, cuyo
conocimiento y autorización corresponderá al Juez de instrucción.
El MF podrá hacer comparecer ante sí a cualquier persona en los términos establecidos en la ley
para la citación judicial, a fin de recibirle declaración en la cual se observarán las mismas garantías
señaladas en esta Ley para la prestada ante el Juez o Tribunal. El Fiscal recibirá declaración al
sospechoso, quien habrá de estar asistido de Letrado y podrá tomar conocimiento del contenido
de las diligencias practicadas.
Quinto. Principios inspiradores de la actuación del MF. El MF habrá de amparar sus decisiones
en los principios de contradicción, proporcionalidad y defensa. Todas las diligencias que el MF
practique o que se lleven a cabo bajo su dirección gozarán de presunción de autenticidad.
Sexto. Plazo. La duración de estas diligencias será proporcionada a la naturaleza del hecho
investigado, sin que pueda exceder de 6 meses, salvo prórroga acordada mediante decreto
motivado del Fiscal General del Estado. Estas diligencias de investigación, no obstante, en
relación con los delitos de especial trascendencia (art. 19.4 EOMF), y los relaciones con la
corrupción y delincuencia organizada, tendrán una duración máxima de 12 meses salvo prórroga
acordada mediante Decreto motivado del FGE.
Séptimo. Conclusión y valor procesal. El MF habrá de adoptar al término del plazo legalmente
habilitado para su práctica una de estas dos soluciones: archivo de las actuaciones ante la
conclusión investigadora infructuosa; o la derivación al Juez de instrucción que corresponda para
la incoación del oportuno proceso penal.
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Las diligencias informativas del MF gozarán, al término, del valor de denuncia o querella, actos
de iniciación del proceso penal. Al Ministerio Público le corresponderá sostener, a renglón
seguido, la oportuna pretensión punitiva, en su calidad de parte acusadora y sin perjuicio de la
posible adición que quepa esperar tras el oportuno “ofrecimiento de acciones” de otros acusadores
particulares. La cualidad de parte acusadora que ostenta el MF imposibilita que se pueda generar,
en fase prejudicial (y sin el concurso del Juez de instrucción) actos de prueba anticipada y/o
preconstituida con base en los que pueda fundarse, en su día, una sentencia de condena, pues ello
comprometería principios tan elementales como el de defensa, de igualada y de contradicción.
2. Diligencias judiciales de prevención.
Son los actos de investigación que puedan realizar, con carácter urgente y durante un plazo
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máximo de tres días, los Jueces incompetentes ante la puesta en su conocimiento de un hecho con
apariencia delictiva.
La LECrim permite que el Juez de instrucción conocedor de esos delitos practique las primeras
diligencias urgentes a expensas de remitir la causa, en el plazo máximo de tres días, al Juez de
instrucción competente.
Se considera a este efecto como primeras diligencias las contenidas en el art. 13 de la LECrim:
primero, la de consignar las pruebas del delito que puedan desaparecer; segunda, la de recoger y
poner en custodia cuanto conduzca a su comprobación y a la identificación del delincuente;
tercera, la de detener, en su caso, a los presuntos responsables del delito; cuarta, la de proteger a
los ofendidos o perjudicados por el mismo, a sus familiares y a otras personas.
3. Diligencias policiales de prevención.
Son las diligencias realizadas por la PJ, a su propia instancia, cuando, ante el repentino
conocimiento de un hecho delictivo concreto, sus funcionarios deban desplazarse, en tiempo real,
al lugar de los hechos, con el propósito de alcanzar los tres objetivos siguientes: la averiguación
del delito, el descubrimiento y aseguración del delincuente, y la protección de la víctima.
La PJ tiene por objetivo y será obligación de todos los funcionarios que la componen:
Primero. La averiguación de los delitos públicos y de los semipúblicos (en este último caso, el de
los perseguibles a instancia de parte, cuando así se les requiriere), que se cometieren en su
territorio o demarcación.
Segundo. la práctica, según sus atribuciones, de las diligencias necesarias para comprobarlos y
descubrir a los delincuentes, y recoger todos los efectos, instrumentos o pruebas del delito de cuya
desaparición hubiere peligro, poniéndolos a disposición de la autoridad judicial. La ausencia de
denuncia no impedirá la práctica de las primeras diligencias de prevención y aseguramiento de
los delitos relativos a la propiedad intelectual e industrial.
Tercero. El cumplimiento con los deberes de información que prevé la legislación vigente,
respecto de las víctimas, cuando éstas entren en contacto con la PJ. Asimismo, llevarán a cabo
una valoración de las circunstancias particulares de las víctimas para determinar provisionalmente
qué medidas de protección deben ser adoptadas para garantizarles una protección adecuada, sin
perjuicio de la decisión final, que corresponderá adoptar al Juez o Tribunal.
Estas tres funciones genéricas se ven concretadas por el art. 770 LECrim cuando establece, a este
respecto, que “la PJ acudirá de inmediato al lugar de los hechos y realizará las siguientes
diligencias:
1ª) Requerirá la presencia de cualquier facultativo o personal sanitario que fuere habido para
prestar, si fuere necesario, los oportunos auxilios al ofendido.
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que ocupaba.
5ª) Tomará los datos personales y dirección de las personas que se encuentren en el lugar en que
se cometió el hecho, así como cualquier otro dato que ayude a su identificación y localización.
6ª) Intervendrá, de resultar procedente, el vehículo y retendrá el permiso de circulación del mismo
y el permiso de conducir de la persona a la que se impute el hecho”.
Todas las diligencias realizadas por la PJ serán recogidas en el atestado.
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Primero: Los actos de investigación son siempre, como su nombre indica, actuaciones dirigidas
al descubrimiento del hecho ilícito y a la determinación e identificación de su presunto autor.
Segundo: Los actos de investigación se desarrollan siempre durante la fase de instrucción de los
distintos procesos penales (sumario del proceso ordinario, diligencias previas del procedimiento
abreviado, diligencias urgentes de los juicios rápidos, la denominada «instrucción
complementaria» del proceso ante el Tribunal del Jurado, etc.) y nunca durante la ulterior fase de
enjuiciamiento.
Tercero: Los actos de investigación se practican por parte de todos y cada uno de los órganos
públicos del Estado (Juez de instrucción, MF y Policía Judicial), tanto de oficio, como a instancia
de parte, si bien todos ellos, una vez iniciado el proceso penal, bajo la común dirección el Juez de
instrucción, excepción hecha del proceso penal de menores, la fase de investigación se
encomienda al MF.
Cuarto: Los actos de investigación se orientan a dos fines: bien al archivo (provisional o
definitivo) del proceso penal, bien a la preparación del juicio oral.
Quinto: La finalidad esencial de los actos de investigación es la fructífera preparación del juicio
oral.
Los paralelismos entre los actos de investigación y los actos de prueba nos impulsan a detenernos,
en este momento, a establecer las tres diferencias esenciales entre unos y otros:
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condena o absolución) con base en esas pruebas de cargo celebradas en su presencia, bajo
los principios de inmediación, contradicción, concentración y publicidad.
de la CE.
Esta declaración, como se sabe, goza de una protección legal reforzada, por cuánto la CE
establece, en su art. 24.2, (entre otros derechos fundamentales, de los que son, específicamente,
acreedores los investigados) el derecho a no declarar contra sí mismos y a no confesarse culpables.
La declaración del investigado se erige en uno de los primeros actos de investigación que deben,
cronológicamente, desarrollarse en el proceso penal, pues en modo alguno podría defenderse
quién desconoce las causas de su concreta investigación. Y estas causas le serán comunicadas,
precisamente, en esta primera comunicación. La declaración del investigado será, en todo caso,
inmediata (dentro del término de 24 horas, prorrogable por otras 48 si media causa grave, art.
386 LECrim) cuando el investigado se encuentre, además, detenido. Ha de recordarse, que el
investigado detenido tiene derecho a entrevistarse reservadamente, incluso antes de que se le
reciba declaración por la policía, el Fiscal o la autoridad judicial (art. 520. 6. d LECrim).
Sin perjuicio de esta primera comparecencia, que ha de practicarse con inmediatez, el investigado
tendrá el derecho a declarar cuántas veces estime oportuno, bien por iniciativa propia, bien a
instancia de parte o incluso, de oficio, por el propio Juez de instrucción.
En la primera declaración, el investigado será preguntado, en primer lugar, respecto de los datos
más ilustrativos de su persona: así, entre otros, por su nombre, apellidos paterno y materno, apodo,
si lo tuviere, edad, naturaleza, vecindad, estado, profesión…etc.
Las preguntas que se formulen, tanto en la primera como en las sucesivas declaraciones del
investigado, se regirán por los siguientes parámetros:
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La declaración del investigado se rige, de principio a fin, por el principio de la oralidad, de modo
que sus respuestas serán lanzadas al aire, pero ello no impide que puedan, en ciertos casos,
trasladarlas al papel o, incluso, en ciertos otros, valerse de (o apoyarse en) escritos que lleven
preparados para afrontar a las preguntas que, previsiblemente, deben dar respuesta en este
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momento. Las relaciones que hagan los procesados o respuestas que den serán orales. Sin
embargo, el Juez de instrucción, teniendo siempre en cuenta las circunstancias de aquéllos y la
naturaleza de la causa, podrá permitirles que redacten a su presencia una contestación escrita
sobre puntos difíciles de explicar, o que también consulten a su presencia apuntes o notas (art.
390 LECrim).
Hasta aquí, hemos referido la declaración del investigado como persona física, pero ya hemos
advertido, en las Lecciones anteriores, las personas jurídicas también son, penalmente
responsables de las actuaciones delictivas, presuntamente cometidos por quiénes, bajo su
caparazón, las integran. Las declaraciones de dicha persona persona jurídica será asumida por el
representante especialmente designado por ella, asistido de su Abogado.
El LAJ instruirá al ofendido o perjudicado por el delito de los derechos que le asisten, pudiendo
mostrarse parte en la causa sin necesidad de formular querella. En el acto de declaración, ante el
Juez, el LAJ instruirá (al ofendido mayor de edad y con plena capacidad procesal o a quién deba
asistirle si estuviere provisto de apoyos por causa minoría de edad o de discapacidad) del derecho
que le asiste para mostrarse parte en el proceso y renunciar o no a la restitución de la cosa,
reparación del daño e indemnización del perjuicio causado por el hecho punible.
Los testigos que, de acuerdo con lo dispuesto en el Estatuto de la Víctima del Delito, tengan la
condición de víctimas del delito, podrán hacerse acompañar por su representante legal y por una
persona de su elección durante la práctica de estas diligencias, salvo que en este último caso,
motivadamente, se resuelva lo contrario por el Juez de Instrucción para garantizar el correcto
desarrollo de la misma.
Las declaraciones de las víctimas menores de edad o provistas de apoyos especiales por causa de
discapacidad gozarán, cuando el Juez de Instrucción lo considere oportuno, de un régimen
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Con esta finalidad, según se indica el art. 433 III LECrim, podrá acordarse también que las
preguntas se trasladen a la víctima directamente por los expertos o, incluso, excluir o limitar la
presencia de las partes en el lugar de la exploración de la víctima.
La Ley 4/2015, de 27 de abril, del Estatuto de la víctima del delito (en adelante, LEV), establece,
en su art. 21, una serie de requisitos que habrán de caracterizar, en todo caso, la declaración de
las víctimas:
Primero: La declaración a las víctimas, cuando resulte necesaria, ha de efectuarse sin dilaciones
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injustificadas.
Segundo: La declaración a las víctimas ha de realizarse el menor número de veces posible, y
únicamente cuando resulte estrictamente necesario para los fines de la investigación penal.
Tercero: Las víctimas puedan estar acompañadas, además de por su representante procesal y en
su caso el representante legal, por una persona de su elección, durante la práctica de aquellas
diligencias en las que deban intervenir, salvo que motivadamente se resuelva lo contrario por el
funcionario o autoridad encargado de la práctica de la diligencia para garantizar su correcto
desarrollo.
Cuarto: Los reconocimientos médicos de las víctimas solamente se lleven a cabo cuando resulten
imprescindibles para los fines del proceso penal, y ha de reducirse al mínimo indispensable.
Quinto: En la declaración de la víctima habrá de evitarse cualquier tipo de contacto sensitivo (ni
siquiera visual), entre la víctima y sus familiares, respecto del sospechoso, investigado y/o
acusado.
El Juez de instrucción podrá instaurar, desde el mismo comienzo del proceso, esta declaración
testifical, mediante el llamamiento formal a quiénes hubieren tomado conocimiento del hecho
delictivo, quiénes tendrán la obligación de comparecer y declarar, siempre que residan en
territorio español, (sean nacionales o extranjeros) y no estén impedidos.
Están, sin embargo, exentos de este deber general de declarar, según dispone el art. 411 LECrim,
las siguientes personas:
Primero: El Rey, la Reina, sus respectivos consortes, el Príncipe heredero y los Regentes del
Reino. También estarán exentas de concurrir al llamamiento del Juez, pero no, sin embargo, de
declarar, las demás personas de la Familia Real, quiénes podrán hacerlo por escrito.
Segundo: Los Agentes Diplomáticos acreditados en España, en todo caso, y el personal
administrativo, técnico o de servicio de las misiones diplomáticas, así como sus familiares, si
concurren en ellos los requisitos exigidos en los tratados.
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Están exentos de concurrir al llamamiento del Juez, pero no de declarar, pudiendo informar por
escrito sobre los hechos de que tengan conocimiento por razón de su cargo, según el art. 412.2
LECrim, las siguientes personas:
Estarán exentos también de concurrir al llamamiento del Juez, pero no de declarar, pudiendo
hacerlo en su despacho oficial o en la sede del órgano del que sean miembros, según el art. 412.5
LECrim las siguientes personas:
Están dispensados de la obligación de declarar, según el art. 416 LECrim, las siguientes
personas:
1. Los parientes del procesado en líneas directa ascendente y descendente, su cónyuge o persona
unida por relación de hecho análoga a la matrimonial, sus hermanos consanguíneos o uterinos
y los colaterales consanguíneos hasta el segundo grado civil. El Juez instructor advertirá al
testigo que se encuentre en alguno de los casos anteriores que no tiene obligación de declarar
en contra del procesado; pero que puede hacer las manifestaciones que considere oportunas, y
el LAJ consignará la contestación que diere a esta advertencia.
2. El Abogado del procesado respecto a los hechos que éste le hubiese confiado en su calidad
de defensor.
3. Los traductores e intérpretes de las conversaciones y comunicaciones entre el investigado,
procesado o acusado, con relación a los hechos a que estuviera referida su traducción o
interpretación.
Finalmente, no podrán ser obligados a declarar como testigos, según el art. 417 de la LECrim,
las siguientes personas:
1º Los eclesiásticos y ministros de los cultos disidentes, sobre los hechos que les fueren
revelados en el ejercicio de las funciones de su ministerio.
2º Los funcionarios públicos, tanto civiles como militares, de cualquiera clase que sean, cuando
no pudieren declarar sin violar el secreto que por razón de sus cargos estuviesen obligados a
guardar, o cuando, procediendo en virtud de obediencia debida, no fueren autorizados por su
superior jerárquico para prestar declaración que se les pida.
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Los testigos mayores de edad penal prestarán juramento o promesa de decir todo lo que supieren
respecto a lo que les fuere preguntado, estando el Juez obligado a informarles, en un lenguaje
claro y comprensible, de la obligación que tienen de ser veraces y de la posibilidad de incurrir en
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Las declaraciones de los testigos menores de edad o provistas de apoyos especiales por causa de
discapacidad gozarán, cuando el Juez de Instrucción lo considere oportuno (para evitar causarles
graves perjuicios), de un régimen singular y propio, consistente, básicamente, en que se les tome
declaración mediante la intervención de expertos y con asistencia del MF.
Los testigos declararán por separado y de forma secreta, siempre en presencia del Juez instructor
y del LAJ. En su declaración, se seguirá un orden temático escalonado: así, el testigo manifestará,
en primer lugar, su nombre, apellidos paterno y materno, edad, estado y profesión, si conoce o no
al procesado y a las demás partes, y si tiene con ellos parentesco, amistad o relaciones de cualquier
otra clase, si ha estado procesado y la pena que se le impuso. Si el testigo fuera un miembro de
las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad en el ejercicio de sus funciones, entonces será suficiente para
su identificación el número de su registro personal y la unidad administrativa a la que está
adscrito.
Los testigos declararán de viva voz, sin que les sea permitido leer declaración ni respuesta alguna
que lleven previamente preparada por escrito, pudiendo, sin embargo, consultar algún apunte o
memoria que contenga datos difíciles de recordar. El Juez dejará al testigo narrar sin interrupción
los hechos sobre los cuales declare, y solamente le exigirá las explicaciones complementarias que
sean conducentes a desvanecer los conceptos oscuros o contradictorios. Después le dirigirá las
preguntas que estime oportunas para el esclarecimiento de los hechos.
Estas preguntas no podrán, lógicamente, ser capciosas ni sugestivas. Tampoco podrá emplearse,
como es natural, coacción, engaño, promesa ni artificio alguno para obligar o inducir, al testigo,
a declarar en determinado sentido. Si el testigo no entendiere o no hablare el idioma español, se
nombrará un intérprete.
Terminada la declaración, el LAJ hará saber al testigo la obligación de comparecer para declarar
de nuevo ante el Tribunal competente cuando se le cite para ello, así como la de poner en
conocimiento de la Oficina judicial los cambios de domicilio que hiciere hasta ser citado para el
juicio oral.
V. EL CAREO
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El Juez no permitirá, como es lógico, que los careados se insulten o amenacen. Inmediatamente
después de conocer las renovadas versiones de los careados, el Juez manifestará las concretas
contradicciones que resulten de dichas declaraciones, e invitará a los careados para que se pongan
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de acuerdo entre sí. El LAJ dará fe de todo lo que ocurriere en el acto del careo.
El informe pericial ha sido calificado, con indiscutible acierto, como la prueba reina del proceso
penal, por cuánto su grado de fiabilidad y consiguiente probabilidad de acierto es sustancialmente
superior a aquellas otras sustentadas en la frágil memoria y, acaso, decaído ánimo de quién hubo
de presenciar en primera persona, el hecho delictivo.
El informe pericial es, pues, el solicitado, por el Juez, a expertos de las más variadas profesionales,
quiénes habrán de ilustrar, con sus conocimientos científicos, artísticos o técnicos, tanto a las
partes procesadas, como al Juez, acerca de relevantes extremos relacionados con el hecho
delictivo y su presunto autor.
Una vez realizada la designación de los peritos y efectuado el llamamiento, éstos habrán de
concurrir, en todo caso, pues la LECrim establece, en su precepto 462, que «nadie podrá negarse
a acudir al llamamiento del Juez para desempeñar un servicio pericial, si no estuviese
legítimamente impedido, caso en que deberá ponerlo en conocimiento del Juez en el acto de
recibir el nombramiento».
Si el reconocimiento e informe periciales pudieren tener lugar de nuevo en el juicio oral, los
peritos nombrados no podrán ser recusados por las partes. Ahora bien, si este peritaje no pudiere
reproducirse por la causa que fuere en el juicio oral, entonces las partes, tanto acusadora como
investigada, podrán formular una recusación por alguna de las causas contempladas en el art. 468
LECrim (parentesco de consanguinidad o de afinidad dentro del cuarto grado con el querellante
o con el reo; interés directo o indirecto en la causa o en otra semejante; amistad íntima o la
enemistad manifiesta) y nombrar un perito, a su costa, que intervenga en el acto pericial (arts. 471
a 473 LECrim), así como presenciar el acto pericial.
Antes de comenzar el procedimiento pericial, todos los peritos, así los nombrados por el Juez
como los que lo hubieren sido por las partes, prestarán juramento de proceder con fidelidad en sus
operaciones y de no proponerse otro fin más que el de descubrir y declarar la verdad.
El informe pericial comprenderá, si fuere posible, los extremos contenidos en el art. 478 LECrim:
Primero: La descripción de la persona o la cosa que sea objeto del peritaje en el estado o del modo
en que se encuentre. El LAJ extenderá esta descripción, dictándola los peritos y suscribiéndola
todos los concurrentes.
Segundo: La relación detallada de todas las operaciones practicadas por los peritos y de su
resultado, también extendida y autorizada por el LAJ, conforme a las anteriores formalidades.
Tercero: Las conclusiones que en vista de tales datos formulen los peritos conforme a los
principios y reglas de su ciencia o arte.
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Si los peritos estuviesen discordes y su número fuere par, el Juez nombrará un tercer perito y con
la intervención del nuevamente nombrado, se repetirán, si fuere posible, las operaciones que
hubiesen practicado aquéllos, y se ejecutarán las demás que parecieren oportunas.
Finalmente, los peritos comparecerán, ante el Juez, para exponer sus conclusiones. En este
momento, el Juez podrá, por su propia iniciativa o por reclamación de las partes presentes o de
sus defensores, hacer a los peritos, respecto de estas conclusiones, las preguntas que estime
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La inspección ocular constituye, con la declaración del investigado, una de las primeras (si no la
primera) diligencias de investigación que debe efectuar, cronológicamente, el Juez de instrucción
y consiste, básicamente, en la recogida y conservación de los vestigios o pruebas materiales del
delito, así como en su inspección directa en el lugar y estado en que se encontrasen.
Como puede comprenderse, la celeridad se erige en una garantía esencial de la correcta recogida,
en tiempo real, y conservación, en condiciones óptimas, de los referidos vestigios. El Juez de
Instrucción adoptará u ordenará, por ello, con toda celeridad, a la Policía Judicial o al médico
forense que adopte las medidas necesarias para que la recogida, custodia y examen de las huellas
o vestigios se verifiquen en condiciones que garanticen su autenticidad.
Normalmente este acto de investigación se realiza en ausencia del investigado, pues es muy
probable que, en ese incipiente momento, todavía se desconozca la persona a quién pueda,
presuntamente, atribuirse la comisión delictiva. Pero si no fuere así y ya hubiese alguna persona
declarada procesada como presunta autora del hecho punible, entonces, como es lógico, podrá
presenciar este acto de investigación, ya lo haga sola, ya asistida del defensor que eligiese o le
fuese nombrado de oficio, si así lo solicitara; uno y otro podrán hacer en el acto las observaciones
que estimen pertinentes, las cuales se consignarán por diligencia si no fuesen aceptadas.
Este acto de investigación se extenderá por escrito en el acto mismo de la inspección ocular, y
será, finalmente, firmado por el Juez instructor, el Fiscal, si asistiere al acto, el LAJ y las personas
que se hallaren presentes.
Así, pues, con muy escasas excepciones, el proceso penal se instaura sin autor conocido. Estas
escasas excepciones suelen estar directamente relacionadas con los delitos cometidos in fraganti
por la facilidad de efectuar, en tales casos y en tiempo real, la detención seguida de la más perfecta
identificación. Pero normalmente, como se ha dicho, el proceso penal comienza con una mera
sospecha que pende sobre alguien todavía indeterminado.
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pero constituye un acto de investigación policial típico de muestra de fotografías reales o, incluso,
con reconstrucción física en una especie de «retrato robot», al objeto de su primera determinación.
La ausencia de cobertura legal, de este acto de investigación policial, impide que pueda, en su
día, erigirse en fuente de prueba, pero podrá incorporarse al atestado, gozando, como éste, del
valor de denuncia y, sobre todo, permitirá una primera aproximación a la determinación del
presunto autor.
Finalmente, al objeto de que este acto de investigación pueda preconstituirse, válidamente, en esta
fase de investigación, cuando se prevea su irrepetibilidad, e introducirse a la fase de
enjuiciamiento, resulta imprescindible que se cumplan escrupulosamente las garantías legalmente
establecidas, que, muy sucintamente detalladas, son las siguientes:
Primero: El reconocimiento en rueda se practicará poniendo a la vista del que hubiere de
verificarlo la persona que haya de ser reconocida, haciéndola comparecer en unión con otras de
circunstancias exteriores semejantes.
Segundo: El Juez decidirá, según le parezca más conveniente, si el reconocimiento se efectúa en
presencia de todas las personas, o desde un punto en que el identificador no pudiere ser visto. En
todo caso, el que deba practicar el reconocimiento manifestará si se encuentra en la rueda o grupo
la persona a quien hubiese hecho referencia en sus declaraciones, designándola, en caso
afirmativo, clara, decidida y determinadamente (art. 369 LECrim).
Tercero: Cuando fueren varios los que hubieren de reconocer a una persona, la diligencia deberá
practicarse separadamente con cada uno de ellos, sin que puedan comunicarse entre sí hasta que
se haya efectuado el último reconocimiento (art. 370 LECrim).
Cuarto: Cuando el investigado susceptible de reconocimiento en rueda estuviere detenido o preso,
se prevé, en el art. 371 LECrim, que los responsables de esa detención y/o internamiento tomen
las precauciones necesarias para que ese investigado no haga en su persona o ropa alteración
alguna que pueda dificultar su reconocimiento por quien corresponda.
Quinto: Finalmente, el investigado sometido a esta diligencia de reconocimiento habrá de estar
asistido, en todo momento, por su Abogado, quién podrá solicitar, conforme indica el art. 520.6.b
LECrim, al Juez o funcionario que hubiesen practicado la diligencia en la que haya intervenido,
una vez terminada ésta, la declaración o ampliación de los extremos que considere convenientes,
así como la consignación en el acta de cualquier incidencia que haya tenido lugar durante su
práctica.
IX. LA VIDEOVIGILANCIA
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Cuerpos de Seguridad en lugares públicos (LOV), de gran fiabilidad, merced al cual se puede
visionar, al mismo inicio de la investigación, la imagen y el sonido de la propia actuación
delictiva. Además, la LECrim reconoce, expresamente, en su art. 588, este acto de investigación
policial.
puedan tomar imágenes ni sonidos del interior de las viviendas, salvo consentimiento del titular
o autorización judicial, así como tampoco para grabar conversaciones de naturaleza estrictamente
privada. Las imágenes y sonidos obtenidos accidentalmente en estos casos deberán ser destruidas
inmediatamente, por quien tenga la responsabilidad de su custodia.
Una vez realizada la filmación en los referidos lugares públicos, abiertos o cerrados, siempre de
conformidad con los requisitos establecidos en la LOV al respecto, si esta grabación hubiera
captado la comisión de hechos que pudieran ser constitutivos de ilícitos penales, entonces las
Fuerzas y Cuerpos de Seguridad pondrán la cinta o soporte original de las imágenes y sonidos en
su integridad a disposición judicial con la mayor inmediatez posible y, en todo caso, por exigencia
del art. 7.1 de la propia LOV, en el plazo máximo de setenta y dos horas desde su grabación. De
no poder redactarse el atestado en tal plazo, se relatarán verbalmente los hechos a la autoridad
judicial, o al MF, con la entrega de la grabación.
Como puede observarse, el descubrimiento del delito, gracias a la captación de su imagen y
sonido, en un soporte dimanante de esta videovigilancia, permite incoar, ipso facto, la primera
fase, de investigación, del proceso penal.
Las grabaciones serán destruidas en el plazo máximo de un mes desde su captación, salvo que
estén relacionadas, tal y como acaba de indicarse, con una investigación policial en curso o con
un procedimiento penal ya abierto.
2 - El arrepentido se refiere a una persona, también delincuente, que integra, esta vez, una
organización o asociación relacionada con el tráfico de drogas (art. 376 CP); o bien otra
organización, grupo o elemento terrorista (art. 579 bis 3 CP), que se arrepiente de esta activa
participación en las señaladas organizaciones y ofrece información, una vez abandonada la
actividad delictiva, a cambio de una reducción de la condena. El Tribunal será quien decida, en
tales casos de tráfico de drogas y de bandas terroristas, y nunca en otros, cuando debe reducir la
condena y cuando no, así como en qué exacta graduación, a este delincuente arrepentido.
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criminal con la exclusiva finalidad de obtener información acerca, tanto de los miembros que la
integran, como de las actividades que desarrollan.
Esta invasiva medida de precisa, como es lógico, autorización judicial previa y expresa. El MF
también puede interesar su práctica, pero, al término, tan sólo podrá ensayarse tras la oportuna
autorización judicial. La resolución por la que se acuerde esta medida deberá consignar el nombre
verdadero del agente y la identidad supuesta con la que actuará en el caso concreto. La resolución,
así lo indica el art. 282 bis. 1.II LECrim, será reservada y deberá conservarse fuera de las
actuaciones con la debida seguridad.
Las únicas personas autorizadas para erigirse en agentes encubiertos o infiltrados son, ya se ha
advertido, los funcionarios de la Policía Judicial, pero ninguno de ellos podrá ser obligado a actuar
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como agente encubierto, de suerte que es una actividad que afrontarán cuando, de forma libre y
voluntaria, se hubieren postulado para ello. En tales casos, el Ministerio del Interior les otorgará
una identidad supuesta, por el plazo de seis meses prorrogables por períodos de igual duración,
quedando legítimamente habilitados para actuar en todo lo relacionado con la investigación
concreta y a participar en el tráfico jurídico y social bajo tal identidad.
A los efectos de que el Juez autorice la ejecución de esta actuación investigadora, de máximo
riesgo, que tan sólo podrá operar, como hemos advertido, respecto de la delincuencia organizada,
ha de advertirse que por tal tipo de delincuencia se entiende la asociación de tres o más personas
para realizar, de forma permanente o reiterada, conductas que tengan como fin cometer alguno o
algunos de los delitos siguientes contemplados en el art. 282 bis 4 LECrim.: delitos de obtención,
tráfico ilícito de órganos humanos y trasplante; delitos de secuestro de personas; delitos de trata
de seres humanos… etc.
El agente encubierto deberá poner la información que vaya obteniendo en conocimiento de quien
autorizó la investigación a la mayor brevedad posible.
El agente encubierto estará exento, de responsabilidad criminal por aquellas actuaciones que sean
consecuencia necesaria del desarrollo de la investigación, siempre que guarden la debida
proporcionalidad con su finalidad y no constituyan una provocación al delito.
Finalmente, tal y como hemos anticipado, además de este agente encubierto físico, la LECrim
prevé, en su art. 282 bis 6, otro agente encubierto, esta vez informático, que también será un
funcionario de la Policía Judicial, autorizado por el Juez de instrucción, para actuar bajo identidad
supuesta en comunicaciones mantenidas en canales cerrados de comunicación con el fin de
esclarecer, tanto alguno de los delitos ya referidos.
Este agente encubierto informático, de nuevo con autorización judicial previa y expresa, podrá,
con la finalidad de «hacerse pasar» por uno más de los delincuentes integrados en la red,
intercambiar o enviar por sí mismo archivos ilícitos por razón de su contenido y analizar los
resultados de los algoritmos aplicados para la identificación de dichos archivos ilícitos.
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La LECrim afronta, de manera didáctica, este concepto, en su art. 263 bis 2, cuando advierte que
se entenderá por circulación o entrega vigilada la técnica consistente en permitir que remesas
ilícitas o sospechosas de drogas tóxicas, sustancias psicotrópicas u otras sustancias prohibidas,
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los equipos, materiales y sustancias por las que se haya sustituido las anteriormente mencionadas,
así como los bienes y ganancias procedentes de las actividades delictivas tipificadas en
determinados preceptos del Código Penal, circulen por territorio español o salgan o entren en él
sin interferencia obstativa de la autoridad o sus agentes y bajo su vigilancia, con el fin de descubrir
o identificar a las personas involucradas en la comisión de algún delito relativo a dichas drogas,
sustancias, equipos, materiales, bienes y ganancias, así como también prestar auxilio a autoridades
extranjeras en esos mismos fines.
Esta relevante autorización para la circulación o entrega vigilada de drogas tóxicas,
estupefacientes o sustancias psicotrópicas, así como de otras sustancias prohibidas corresponde
al Juez de Instrucción competente y al MF, así como a los Jefes de las Unidades Orgánicas de
Policía Judicial, centrales o de ámbito provincial, y sus mandos superiores.
Esta medida deberá acordarse, dada su gravedad, por resolución fundada, en la que se determine
explícitamente, en cuanto sea posible, el objeto de autorización o entrega vigilada, así como el
tipo y cantidad de la sustancia de que se trate.
Así, los Jefes de las Unidades Orgánicas de la Policía Judicial centrales o de ámbito provincial o
sus mandos superiores darán cuenta inmediata al MF sobre las autorizaciones que hubiesen
otorgado y, si existiese procedimiento judicial abierto, al Juez de Instrucción competente. La
propia LECrim establece varios criterios de adopción (idoneidad, necesidad, proporcionalidad) y
controles adicionales (copia al Juzgado Decano).
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El esclarecimiento de los hechos, la revelación del delito y la determinación de quién sea su autor
pueden precisar, en el proceso penal, la necesaria realización previa de una serie de actos de
investigación estrechamente vinculados con un transcendental despliegue de derechos
fundamentales, recogidos en los artículos de la CE:
- 15 (Derecho a la integridad física y moral, sin que, en ningún caso, puedan ser sometidos a
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Bajo el común rotulado «inspecciones e intervenciones corporales» cabe escenificar los diversos
actos de investigación practicados por distintos profesionales de muy variadas ramas del
conocimiento científico o técnico, orientados tanto al esclarecimiento de los hechos, como a la
individualización y localización de su presunto autor. La característica común a todos viene
determinada por la inmisión del poder público del Estado en el cuerpo de las personas.
1. Inspección corporal
Dentro del amplio concepto de «inspección corporal», cabe incluir, tal y como se acaba de indicar,
tanto las propias exploraciones corporales externas, como el registro de los objetos que sirvan de
atuendo o acompañen a la persona inspeccionada.
La inspección corporal es, en atención al el distinto grado de invasión, siempre más liviana que
la intervención, por cuánto su materialización consiste, básicamente, en una mera exploración
superficial del cuerpo o de las pertenencias de la persona investigada mediante el tocamiento
externo y, en su caso, registro de los objetos encontrados (el coloquialmente denominado
«cacheo») o en una observación y examen del aire expirado (conocido como «control de
alcoholemia y/o sustancias estupefacientes»)
Consiste, en esencia, en la actuación efectuada por los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado,
tendente al tocamiento o palpamiento externo del cuerpo y vestimenta o indumentaria de una
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persona, ante la sospecha de que sea portadora de objetos físicos relevantes para una concreta
investigación.
La práctica del registro corporal externo y superficial constituye, pues, una labor exclusivamente
encomendada a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, que tan sólo podrán, por lo demás,
materializar cuando existan indicios racionales para suponer que puede conducir al hallazgo de
instrumentos, efectos u otros objetos relevantes para el ejercicio de aquellas funciones de
indagación y prevención de los delitos. Este registro corporal externo podrá llevarse a cabo contra
la voluntad del afectado, incluso, por así autorizarlo la LPSC, en su art. 20.4, adoptando las
medidas de compulsión indispensables, conforme a los principios de idoneidad, necesidad y
proporcionalidad.
La referida LPSC incorpora, en su artículo 20, una serie de requisitos indispensables para
garantizar la buena praxis de este registro corporal externo:
Primero: El registro corporal externo se realizará por un agente del mismo sexo que la
persona sobre la que se practique esta diligencia (art. 20. 2.a LPSC).
Segundo: El registro corporal externo que exigiera dejar a la vista partes del cuerpo
normalmente cubiertas por ropa, se efectuará en un lugar reservado y fuera de la vista de
terceros (art. 20.2.b.I LPSC).
Tercero: El registro corporal externo se realizará con pleno respeto a los principios de
proporcionalidad, igualdad de trato y no discriminación por razón de nacimiento,
nacionalidad, origen racial o étnico, sexo, religión o creencias, edad, discapacidad,
orientación o identidad sexual, opinión o cualquier otra condición o circunstancia
personal o social (art. 20.3.I ab initio LPSC).
Cuarto: El registro corporal externo se realizará del modo que cause el menor perjuicio a
la intimidad y dignidad de la persona afectada, que será informada de modo inmediato y
comprensible de las razones de su realización (art. 20.3.I in fine LPSC).
Quinto: Finalmente, se dejará constancia escrita de esta diligencia, de sus causas y de la
identidad del agente que la adoptó (art. 20. 2.b.II LPSC).
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2. Intervención corporal
Ha de destacarse, en este momento, que la recogida de toda suerte de muestras biológicas, fluidos,
huellas y vestigios que se encuentren, espontánea o accidentalmente, en lugares habitados o
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transitados por las personas investigadas no precisarán autorización judicial previa, por no haber
precisado, en el momento de su obtención, la menor invasión en su privacidad, ni en su integridad.
La autorización judicial se precisará, por tanto, cuando la persona investigada deba someterse,
contra su voluntad, a alguna de las medidas integradas en el amplio concepto de «intervenciones
corporales»: exploraciones radiológicas, tactos de las diversas cavidades corporales (bucal, anal
o vaginal), observaciones ginecológicas, estudios ecográficos, exámenes de sangre, saliva, semen,
orina o cualquier otro resto biológico con contenido celular, etc.
La autorización judicial previa y expresa, requerida para esta intervención corporal se extenderá,
finalmente, a los profesionales de la rama del ordenamiento científico (generalmente de la
Medicina) comprometida en la concreta evaluación, exploración, análisis o diagnóstico del
resultado que la investigación trata de alcanzar.
Este acto de investigación es la entrada y registro, en su versión física y/o electrónica, que habrá
de ser cuidadosamente celebrado, una vez autorizado por el Juez, pues conlleva una lesión radical
de aquellos derechos fundamentales esenciales, cuya quiebra tan sólo podrá justificarse por
superiores razones de seguridad jurídica, interés público y orden social.
La adopción de una medida tan radical y lesiva de derechos fundamentales tan sólo puede ser
decretada por nuestros Jueces y Magistrados en el ejercicio de la función jurisdiccional del
enjuiciamiento que tienen constitucionalmente encomendada en régimen de exclusividad.
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tan sólo podrá practicarse dicha medida en los casos y bajo los requisitos legalmente
estipulados, en cada momento, por nuestra legislación procesal penal al respecto.
4. Cuarta, la entrada y registro precisa una autorización judicial previa y expresa cuando la
invasión física o electrónica vaya a producirse en un lugar particularmente protegido en
contra de la voluntad de quién/es gocen, precisamente en ese lugar, de cierta intimidad,
recogimiento y sosiego vital.
En consecuencia, la entrada y registro operada conforme a la voluntad, expresa o tácita,
así como espontánea o madurada, de quiénes deban verse expuestos a esta invasiva
medida, no precisará la cobertura judicial y podrá ensayarse sin previa, ni expresa,
autorización judicial.
5. Quinta, la entrada y registro reclama una autorización previa y expresa cuando deba
experimentarse en un lugar especialmente protegido por nuestra legislación, con el
ineludible complemento, en esta materia, de la jurisprudencia, que ha detallado, a lo largo
de los años, con afortunada y casi milimétrica precisión qué debe entenderse por lugar
cerrado y abierto, a los fines de la investigación.
Así, la autorización judicial previa y expresa tan sólo resultará necesaria cuando el lugar
físico susceptible de ser visitado y, en su caso, registrado, se encuentre, efectivamente,
entre los espacios legal y jurisprudencialmente protegidos. A ellos nos referiremos en
cada uno de los epígrafes dedicados al domicilio, lugar cerrado, libros y papeles y registro
electrónico.
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registro podrá hacerse en él sin consentimiento del titular o resolución judicial, salvo en
caso de flagrante delito.
10. Décimo, la entrada y registro habrá de contraerse siempre a un lugar protegido, pues la
accesibilidad a los espacios públicos y abiertos no precisa la exigencia de su previa y
expresa autorización judicial.
Ahora bien, dentro de estos lugares protegidos, todavía cabe distinguir entre el registro
del domicilio (especialmente protegido) de las personas físicas y jurídicas, del registro de
aquellos otros espacios cerrados no considerados domicilio, pero merecedores de similar
protección e, incluso, del registro de los libros, papeles y objetos personales.
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en él sin consentimiento del titular o resolución judicial, salvo en caso de flagrante delito”, se
refiere al proyectado, exclusivamente, sobre un lugar determinado: el domicilio, y lo condiciona,
como se desprende del referido precepto constitucional, a tres requisitos:
1- Primero, que no sea consentido por el sujeto inspeccionado.
2- Segundo, que sea autorizado por el Juez, mediante resolución motivada.
3- Tercero, que no se trate de la inspección inmediata y urgente de un delito descubierto in
fraganti, esto es, en el mismo momento en que se comete, pues en tal caso podrá
procederse, por razones de urgencia, a realizar la entrada y registro, sin necesidad de
agotar este procedimiento.
La LECrim, concreta, en su art. 554, sin demasiada precisión, qué debe entenderse por domicilio:
1º Los Palacios Reales, estén o no habitados por el Monarca al tiempo de la entrada o registro; 2º
El edificio o lugar cerrado, o la parte de él destinada principalmente a la habitación de cualquier
español o extranjero residente en España y de su familia; 3º Los buques nacionales mercantes.
La jurisprudencia concreta que el domicilio ha de identificarse, como todo lugar cerrado y privado
dónde discurre (con carácter habitual u ocasional) la vida, la intimidad y la privacidad de estas
personas físicas. En consecuencia, puede ser considerado domicilio el propio hogar personal,
individual y/o familiar; cualquier tipo o clase de hospedería: hoteles, hostales y moteles; los
apartamentos de verano, los camarotes de las embarcaciones, las tiendas de campaña, las
caravanas o roullots; las residencias de estudiantes, religiosas o militares; las chabolas y cualquier
otra clase de reductos de la intimidad personal y familiar de las personas, dónde, con carácter
habitual o esporádico, discurran los fragmentos cotidianos de su vida privada.
Por contraste a estas esferas de privacidad e intimidad de las personas, no pueden ser considerados
domicilio los lugares abiertos al público (comercios, restaurantes, cafeterías, bares, tabernas,
gasolineras, estadios deportivos) ni los lugares cerrados dónde no se desarrolle la intimidad
personal y familiar de las personas (los coches, camiones, garajes, bodegas, trasteros, locales
inhabitables, patios o corralas comunales)
El art. 554.4º de la LECrim establece, a estos efectos, que, tratándose de personas jurídicas
imputadas, ha de entenderse por «domicilio social», el espacio físico que constituya el centro de
dirección de las mismas, ya se trate de su domicilio social o de un establecimiento dependiente,
o aquellos otros lugares en que se custodien documentos u otros soportes de su vida diaria que
quedan reservados al conocimiento de terceros.
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referencia a las detenciones que, en su caso, se hubieran practicado. Asimismo, se indicarán las
personas que hayan intervenido y los incidentes ocurridos.
C) Sujetos
La resistencia de todos estos sujetos a presenciar el registro producirá, por expresa indicación del
reiterado art. 569 de la LECrim, la responsabilidad declarada en el Código Penal a los reos del
delito de desobediencia grave a la Autoridad, sin perjuicio de que la diligencia se practique.
D) Procedimiento
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más tarde dentro de las veinticuatro horas de haberse dictado, a la persona directamente afectada
por el acto de investigación. Ahora bien, no siempre este «interesado» recibe, como sería lo
deseable, la comunicación relativa a la autorización judicial de la entrada y registro en su propio
domicilio. Es por ello por lo que la LECrim arbitra, en su art. 566, una sucesión ordenada de
posibilidades de comunicación de este auto, para el caso de que, efectivamente, este particular no
recepcione, por las razones que fueren, dicha notificación judicial: Si la entrada y registro se
hubieren de hacer en el domicilio de un particular, se notificará el auto a éste; y si no fuere habido
a la primera diligencia en busca, a su encargado; Si no fuere tampoco habido el encargado, se
hará la notificación a cualquier otra persona mayor de edad que se hallare en el domicilio,
prefiriendo para esto a los individuos de la familia del interesado; Si no se halla a nadie, se hará
constar por diligencia, que se extenderá con asistencia de dos vecinos, los cuales deberán firmarla.
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Una vez comunicada oportunamente la resolución habilitante del acto de investigación en curso
de análisis, habrán de cumplirse con extremada cautela los requisitos de tiempo, lugar y forma a
los que nos referiremos a continuación.
Los requisitos espaciales alcanzan, como se ha visto, tanto al domicilio privado de las personas
físicas, como al domicilio social de las personas jurídicas, y desde luego a toda suerte de lugares
públicos, abiertos o cerrados, de los que nos ocuparemos en el siguiente epígrafe.
Finalmente, y una vez concluida la entrada y registro, si no se hubieren encontrado las personas
u objetos que se buscaban ni hubieren aparecido indicios sospechosos, se expedirá, conforme
indica el art. 569 de la LECrim, una certificación del acta a la parte interesada si la reclamare. En
la diligencia de entrada y registro en lugar cerrado, se expresarán, en todo caso, por expresa
indicación del art. 272 de la LECrim, los nombres del Juez, o de su delegado, que la practique y
de las demás personas que intervengan, los incidentes ocurridos, la hora en que se hubiese
principiado y concluido la diligencia, y la relación del registro por el orden con que se haga, así
como los resultados obtenidos.
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La entrada y registro en lugares distintos al domicilio diferirá en función de cual fuere el espacio
susceptible de ser inspeccionado. El art. 546 de la LECrim establece, con carácter general, que
«el Juez o Tribunal que conociere de la causa podrá decretar la entrada y registro, de día o de
noche, en todos los edificios y lugares públicos, sea cualquiera el territorio en que radiquen,
cuando hubiere indicios de encontrarse allí el procesado o efectos o instrumentos del delito, o
libros, papeles u otros objetos que puedan servir para su descubrimiento y comprobación». Estos
edificios o lugares públicos son, según el art. 547 LECrim, los siguientes:
1) Los que estuvieren destinados a cualquier servicio oficial, militar o civil del Estado, de la
Provincia o del Municipio, aunque habiten allí los encargados de dicho servicio o los de
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En el primer y tercer espacio el Juez oficiará a la Autoridad o Jefe de que aquéllos dependan en
la misma población. Si éste no contestare en el término que se le fije en el oficio, se notificará el
auto en que se disponga la entrada y registro al encargado de la conservación o custodia del
edificio o lugar en que se hubiere de entrar y registrar. En el segundo caso la notificación se hará
a la persona que se halle al frente del establecimiento de reunión o recreo, o a quien haga sus
veces si aquél estuviere ausente.
En el cuarto caso las comunicaciones se dirigirán a los Comandantes respectivos, si bien en los
buques de guerra extranjeros, la falta de autorización del Comandante se suplirá por la del
Embajador o Ministro de la nación a que pertenezcan.
Además de los anteriores lugares, la LECrim establece distintas especialidades para la entrada y
registro de otros espacios, respecto de los que se precisará, por contraste, la solicitud de
autorización previa, la licencia, la comunicación o el mero recado, según el caso, dirigido a sus
propios integrantes. Procedemos a detallar los requisitos exigidos en cada caso.
Primero, para la entrada y registro en el Palacio de cualquiera de los Cuerpos Colegisladores, el
Juez necesitará la autorización del Presidente respectivo.
Segundo, para registrar el Palacio en que se halle residiendo el Monarca, el Juez solicitará real
licencia por conducto del Mayordomo Mayor de Su Majestad.
Tercero, para registrar los Sitios Reales en que no se hallare el Monarca al tiempo del registro,
será necesaria la licencia del Jefe o empleado del servicio de Su Majestad que tuviera a su cargo
la custodia del edificio, o la del que haga sus veces cuando se solicitare, si estuviere ausente.
Cuarto, para la entrada y registro en los templos y demás lugares religiosos bastará, sin embargo,
pasar recado de atención a las personas a cuyo cargo estuvieren.
Quinto, para la entrada y registro en los edificios destinados a la habitación u oficina de los
representantes de naciones extranjeras acreditados cerca del Gobierno de España, el Juez les
pedirá su venia, por medio de atento oficio, en el que les rogará que contesten en el término de
doce horas.
Sexto, se podrá entrar en las habitaciones de los Cónsules extranjeros y en sus oficinas pasándoles
previamente recado de atención y observando las formalidades prescritas en la Constitución del
Estado y en las leyes.
Séptimo, para la entrada en edificios ocupados por organismos oficiales o entidades públicas, no
será preciso el consentimiento de la autoridad o funcionario que los tuviere a su cargo.
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El registro de libros, papeles y objetos personales se erige, al igual que su predecesora, la entrada
y registro, un acto exclusivamente jurisdiccional, cuya competencia corresponde al Juez de la
causa conforme a los principios de legalidad, necesidad y proporcionalidad. Así, el art. 574.I de
la LECrim establece que «el Juez ordenará recoger los instrumentos y efectos del delito y también
los libros, papeles o cualesquiera otras cosas que se hubiesen encontrado, si esto fuere necesario
para el resultado del sumario».
Todas las personas están obligadas, según el art. 575.I de la LECrim, a exhibir los objetos y
papeles que se sospeche puedan tener relación con la causa, bajo un primer apercibimiento de
multa si el que los retenga se negare a su exhibición, que se traducirá en un ulterior procesamiento
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Los libros y papeles que se recojan serán foliados, sellados y rubricados en todas sus hojas.
La tramitación del registro de cada uno de los Libros correspondientes a nuestros fedatarios
públicos y sistemas de publicidad registral, a su propia legislación: Así, en primer lugar, si el libro
que haya de ser objeto del registro fuere el protocolo de un Notario, se procederá con arreglo a lo
dispuesto en la Ley del Notariado; en segundo lugar, si se tratare de un libro del Registro de la
Propiedad, se estará a lo ordenado en la Ley Hipotecaria; y finalmente, si se tratare de un libro del
Registro Civil o Mercantil se estará a lo que se disponga en la Ley y Reglamentos relativos a estos
servicios.
En función de la gravedad del delito, la medida tendrá una mayor o menor extensión, que oscila
entre la mera observación de la comunicación (con conocimiento de los aspectos externos de la
comunicación: a saber, receptor y destinatario, momento y lugar de salida, tránsito y destino) o la
propia detención (que imposibilita, desde ese mismo momento, su entrega al destinatario),
acompañada de la apertura y examen, esto es, del completo conocimiento del contenido de lo
entregado.
El Juez será quién autorice o deniegue, caso por caso, la referida medida de detención y apertura
de correspondencia escrita y telegráfica, si bien existen casos de urgencia en los que dicha
autorización podrá ser suplantada, bajo determinadas condiciones que de inmediato se verán, por
una orden, en este sentido, del Ministerio del Interior o, en su defecto, el Secretario de Estado de
Seguridad; y existen otros casos que, por el escaso nivel de agresividad operado en la intimidad
de tales comunicaciones, no precisan, sin embargo, autorización de ningún tipo.
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1) Envíos postales que, por sus propias características externas, no sean usualmente
utilizados para contener correspondencia individual sino para servir al transporte y tráfico
de mercancías o en cuyo exterior se haga constar su contenido.
2) Aquellas otras formas de envío de la correspondencia bajo el formato legal de
comunicación abierta, en las que resulte obligatoria una declaración externa de contenido
o que incorporen la indicación expresa de que se autoriza su inspección.
3) Cuando la inspección se lleve a cabo de acuerdo con la normativa aduanera o proceda
con arreglo a las normas postales que regulan una determinada clase de envío.
Estos requisitos de validez de la medida objeto de estudio, muy sucintamente detallados, son los
siguientes:
a. Imprescindible asistencia del investigado con o sin asistencia letrada, al acto de apertura
y volcado.
b. Que, con garantía de contradicción, el Juez proceda a la apertura y volcado del contenido
de la correspondencia física bajo apercibimiento del investigado de que, en caso de
inasistencia voluntaria de que se abrirá, en todo caso, la referida correspondencia
interceptada.
Si se cumplen estos presupuestos de validez entonces este acto de investigación podrá convertirse
en otro de prueba preconstituida; en caso contrario, tan sólo servirá para ofrecer al Juez una
ilustrativa información de cara a abrir, o no el plenario, pero no para erigirse en una prueba capaz
de desvirtuar, por sí misma, la presunción de inocencia.
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Conviene advertir una distinción efectuada por el TS en numerosas ocasiones con respecto al
«derecho al entorno virtual» y el «derecho al secreto de las comunicaciones»: el derecho al
secreto de las comunicaciones se verá vulnerado, cuando la intromisión se produzca en el marco
de un proceso comunicativo en curso, pero no, sin embargo, en el de las conversaciones ya
recibidas (por vía oral o escrita) por el receptor, y en tal sentido, concluidas, cerradas, zanjadas
y bloqueadas, pues en este último caso, el derecho lesionado lo será, sin embargo, el relativo a
la intimidad, del que precisamente nos hemos ocupado en las Lecciones anteriores y cuyo estudio
se volverá a abordar en esta, si bien ahora referido al exclusivo ámbito digital.
Así, el TS distingue las comunicaciones en marcha, en itinerancia o comunicaciones vivas, por
razón de su vigencia, viveza y actualidad, afectadas por el derecho al secreto de las
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padre, madre o tutor/a legal ofrecen al Juzgador una información obrante en el espacio digital de
este menor, ante la fundada sospecha de su victimización, tras obtenerla con su anuencia, en plena
ejecución de la actuación delictiva y con vistas a ponerle término con carácter inmediato mediante
el ejercicio coetáneo de la acción penal.
tecnológica incorporó, en el Título VIII («De las medidas de investigación limitativas de los
derechos reconocidos en el artículo 18 de la Constitución») del Libro II («Del sumario»), un buen
número de capítulos, destinados al estudio de las nuevas medidas de investigación tecnológica.
El primero de estos novedosos capítulos es el IV., que se destina a las disposiciones comunes a
todas estas medidas de investigación tecnológica, como antecedente inmediato a la regulación, en
los capítulos siguientes, con cierto grado de detalle.
Las medidas de investigación tecnológica (todas ellas con la única excepción, como se verá, de
la utilización de dispositivos técnicos de captación de la imagen lugares o espacios públicos)
precisan autorización judicial expresa.
Los principios rectores o los ejes vertebradores sobre los que se asientan estas medidas son los
siguientes: legalidad, jurisdiccionalidad, especialidad, idoneidad, excepcionalidad, necesidad y
proporcionalidad.
1) Principio de legalidad. Resulta claro que en materia de adopción de medidas de
investigación tan restrictivas de los derechos fundamentales de los investigados y hasta,
en ocasiones, de terceras personas que se relacionan con ellos, como las electrónicas, no
queda el menor margen para la oportunidad, ni judicial, ni de parte: toda medida de
investigación tecnológica (al igual, por cierto, que las de alcance físico, cuando
comprometan los derechos más elementales de las personas) ha de estar sustentada en
la Ley. Sin una Ley, en este caso la LECrim, previa, escrita, cierta, vigente y pública que
regule, expresamente, cada una de estas medidas; lógicamente, no podrían ser adoptadas.
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localización de los efectos del delito se vea gravemente dificultada sin el recurso
a esta medida.
Cuando alguno de los órganos públicos del Estado (el MF o la Policía Judicial) soliciten
del Juez de instrucción la adopción de una medida de investigación tecnológica, la
petición habrá de contener los requisitos exigidos por el art. 588 bis b LECrim:
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Las medidas de investigación tecnológica tendrán la duración que se especifique para cada una
de ellas y no podrán exceder del tiempo imprescindible para el esclarecimiento de los hechos,
pudiendo ser prorrogadas, mediante auto motivado, por el Juez competente, de oficio o previa
petición razonada del solicitante, siempre que subsistan las causas que la motivaron. Una vez
transcurrido el plazo por el que resultó concedida la medida, sin haberse acordado su prórroga, o,
en su caso, finalizada ésta, cesará a todos los efectos.
Finalmente, cabe establecer que las informaciones obtenidas durante la realización de estas
medidas de investigación tecnológica, que, en verdad se refieran a procedimientos distintos (los
denominados «hallazgos espontáneos» o «descubrimientos casuales») podrán ser, lógicamente,
trasvasados a esos procedimientos y oportunamente utilizados siempre y cuando lo autorice, con
inmediatez, el nuevo Juez competente para conocer de esa investigación foránea al marco del
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1º Delitos dolosos castigados con pena con límite máximo de, al menos, tres años de prisión (art.
579.1 LECrim); 2º Delitos cometidos en el seno de un grupo u organización criminal. (art. 579.1
LECrim); 3º Delitos de terrorismo. (art. 579.1 LECrim); y 4º Delitos cometidos a través de
instrumentos informáticos o de cualquier otra tecnología de la información o la comunicación o
servicio de comunicación (art. 588 ter a LECrim).
Primero: Los utilizados por el investigado de forma habitual u ocasional (art. 588 ter b 1
LECrim)
Segundo: Los que sean de la titularidad del investigado o, incluso, aquellos respecto de
los que este investigado sea un mero usuario (art. 588 ter b 2 I in fine LECrim).
Tercero: Los de la víctima cuando sea previsible un grave riesgo para su vida o integridad
(art. 588 ter b 2 II LECrim).
Cuarto: Los pertenecientes a una tercera persona siempre que se cumplan los requisitos
siguientes (art. 588 ter c LECrim): 1º exista constancia de que el sujeto investigado se
sirve de aquella para transmitir o recibir información, o 2º el titular colabore con la
persona investigada en sus fines ilícitos o se beneficie de su actividad.
También podrá autorizarse dicha intervención cuando el dispositivo objeto de investigación sea
utilizado maliciosamente por terceros por vía telemática, sin conocimiento de su titular.
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Quinta: Los datos electrónicos conservados por los prestadores de servicios o personas
que faciliten la comunicación en cumplimiento de la legislación sobre retención de datos
relativos a las comunicaciones electrónicas o por propia iniciativa por motivos
comerciales o de otra índole y que se encuentren vinculados a procesos de comunicación
(art. 588 ter j 1 LECrim)
Sexta: Los datos que permitan la identificación y localización del terminal o del
dispositivo de conectividad y la identificación del sospechoso (art. 588 ter k LECrim).
Séptima: Los datos de identificación de titulares o terminales o dispositivos de
conectividad (art. 588 ter m LECrim).
Con esta única excepción, la medida de investigación objeto de estudio interceptación de las
comunicaciones telefónicas y telemáticas habrá de ser, siempre y en todo caso, como decíamos,
acordada por el Juez, de oficio o a instancia de los demás órganos públicos de persecución penal
(MF y Policía Judicial).
La Policía Judicial pondrá a disposición del Juez, con la periodicidad que este determine y en
soportes digitales distintos, la transcripción de los pasajes que considere de interés y las
grabaciones íntegras realizadas.
Una vez alzado el secreto y expirada la vigencia de la medida de intervención, se entregará a las
partes copia de las grabaciones y de las transcripciones realizadas. Si en la grabación hubiera
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datos referidos a aspectos de la vida íntima de las personas, solo se entregará la grabación y
transcripción de aquellas partes que no se refieran a ellos. La no inclusión de la totalidad de la
grabación en la transcripción entregada se hará constar de modo expreso (art. 588 ter i 1 LECrim).
Una vez examinadas las grabaciones y en el plazo fijado por el Juez, en atención al volumen de
la información contenida en los soportes, cualquiera de las partes podrá solicitar la inclusión en
las copias de aquellas comunicaciones que entienda relevantes y hayan sido excluidas. El Juez de
instrucción, oídas o examinadas por sí esas comunicaciones, decidirá sobre su exclusión o
incorporación a la causa (art. 588 ter i 2 LECrim).
comunicaciones en las que haya participado que resulten afectadas, salvo que sea imposible, exija
un esfuerzo desproporcionado o puedan perjudicar futuras investigaciones.
Las dos medidas deben integrarse, al fin, entre los denominados «medios de investigación
tecnológica» porque ambas precisan, para su interceptación y grabación, de tales medios
tecnológicos dónde se intervengan, sustraigan y custodien.
La LECrim impone, en su art. 588 quater b, los siguientes presupuestos de validez de esta medida:
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2) La captación y grabación de las comunicaciones orales directas tan solo podrá autorizarse
cuando los hechos que estén siendo investigados sean constitutivos de alguno de los
siguientes delitos: 1º Delitos dolosos castigados con pena con límite máximo de, al
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3) La captación y grabación de las comunicaciones orales directas tan solo podrá autorizarse
cuando pueda racionalmente preverse que la utilización de los dispositivos aportará datos
esenciales una información valiosa, a la vez que fidedigna y de relevancia probatoria para
el esclarecimiento de los hechos y la identificación de su autor.
La captación y grabación de las comunicaciones orales habrá de ser objeto de autorización judicial
en la que han de constar, además de todos los extremos exigidos a cualquier resolución judicial
limitativa de derechos fundamentales.
A pesar de la regulación conjunta, en el Capítulo VII del Título VIII del Libro II de la LECrim,
de estas dos medidas de investigación tecnológica conviene afrontar su estudio y comprensión
por separado, pues sus presupuestos de validez son tan diametralmente opuestos como que la
primera (captación de la imagen) no precisa autorización judicial y la segunda (seguimiento y
localización) sí precisa dicha autorización judicial.
Esta medida podrá ser llevada a cabo aun cuando afecte a personas diferentes del
investigado, siempre que de otro modo se reduzca de forma relevante la utilidad de la
vigilancia o existan indicios fundados de la relación de dichas personas con el investigado
y los hechos objeto de la investigación.
La escasa lesividad de esta medida, que se practica siempre en un lugar o espacio público,
y por tanto, no parece invadir, en principio, la privacidad de las personas, que se ven
expuestas a estos posibles avatares, conlleva que la LECrim no imponga la exigencia de
una autorización judicial, pudiendo la Policía Judicial, como suele decirse en el lenguaje
forense, «actuar de propia autoridad», esto es, por sí misma y sin necesidad, como
decimos, de autorización judicial previa y expresa, siempre que, eso sí, se practique
respecto de una persona determinada frente a la que exista una investigación en curso.
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El Juez competente habrá de autorizar, con carácter previo y caso por caso, siempre que
concurran poderosas razones de necesidad, idoneidad y proporcionalidad, la utilización
de estos dispositivos o medios técnicos de seguimiento y localización, frente al
investigado, con especificación de cuál sea el concreto medio técnico que vaya a ser
utilizado. Ahora bien, cuando concurran razones de urgencia que hagan razonablemente
temer que de no colocarse inmediatamente el dispositivo o medio técnico de seguimiento
y localización se frustrará la investigación; entonces, la Policía Judicial podrá proceder a
su colocación, dando cuenta a la mayor brevedad posible, y en todo caso, por imperativo
del art. 588 quinquies b 4 LECrim, en el plazo máximo de veinticuatro horas, a la
autoridad judicial, quien podrá ratificar la medida adoptada o acordar su inmediato cese
en el mismo plazo. En este último supuesto, la información obtenida a partir del
dispositivo colocado carecerá de efectos en el proceso.
Conviene, desde este momento, dejar clara la diferencia entre la entrada física y registro
físico/electrónico supuesto por esta medida de «registro de dispositivos de almacenamiento
masivo de información», por una parte; y la entrada y registro, ambos electrónicos (sin la menor
invasión Física) a la que se refiere la medida que se estudiará en el siguiente epígrafe, el
denominado «registro remoto sobre equipos informáticos».
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La razón de ser consiste en reforzar la idea de que la autorización judicial para la entrada
y registro físicos no puede extenderse, de forma automática, a la entrada física y registro
electrónico, pues este último registro precisa una extensión expresa a este registro, como
decíamos, en la misma autorización judicial.
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El elevado nivel de lesividad (y hasta de agresividad) de esta medida sobre el derecho fundamental
a la intimidad virtual de las personas obliga que la LECrim, no sólo imponga su preceptiva
autorización judicial, sino también su drástica reducción a la investigación de delitos considerados
muy graves.
El Juez competente podrá, pues, autorizar la utilización de datos de identificación y códigos, así
como la instalación de un software (Troyano), que permitan, de forma remota y telemática, el
examen a distancia y sin conocimiento de su titular o usuario del contenido de un ordenador,
dispositivo electrónico, sistema informático, instrumento de almacenamiento masivo de datos
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informáticos o base de datos, siempre que persiga la investigación de alguno de los delitos
establecidos en el art. 588 septies a 1 LECrim: 1) Delitos cometidos en el seno de organizaciones
criminales; 2) Delitos de terrorismo; 3) Delitos cometidos contra menores o personas con
capacidad modificada judicialmente, a las que ahora debemos referirnos como «personas
provistas judicialmente de apoyos por razón de su discapacidad»; 4) Delitos contra la
Constitución, de traición y relativos a la defensa nacional; y 5) Delitos cometidos a través de
instrumentos informáticos o de cualquier otra tecnología de la información o la telecomunicación
o servicio de comunicación.
La resolución judicial que autorice el registro deberá especificar, además, por imperativo del art.
588 septies a 2 LECrim, los siguientes extremos:
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I. CONSIDERACIONES PREVIAS
La fase inicial del proceso penal o fase de instrucción o investigación integra tres tipos de
actuaciones:
Mientras que los actos de investigación se desarrollan durante la instrucción, con la sola
excepción de la prueba anticipada y/o preconstituida; los de prueba se celebran en la fase
de enjuiciamiento.
En el objeto y sujetos que, en los actos de investigación se destina al esclarecimiento de
los hechos y a la conexión de estos hechos con su presunto autor; mientras que en los
actos de prueba serán objeto de un conocimiento limitado a las específicas actuaciones.
En la finalidad , los actos de investigación están destinados a preparar el enjuiciamiento;
frente a la de los actos de prueba, orientados a fundar la sentencia del proceso penal.
En materia probatoria la regla general es que el Tribunal tan solo puede fundar su sentencia
en la prueba practicada bajo su inmediación, en el juicio oral.
La excepción de esta regla general es la prueba anticipada y/o preconstituida, ha de
practicarse, con las debidas garantías, durante la fase de investigación, ante la fundada previsión
de su pérdida —y consiguiente irrepetibilidad— si se espera a la fase de enjuiciamiento.
Consideraciones previas respecto de su inserción en la fase de investigación y la incidencia
que tiene su práctica anticipada en la estructura del proceso penal. Hay que tener en cuenta los
siguientes Riegos:
primero, la excesiva dilación de esta fase procedimental, que debe dar paso a la fase estelar
del proceso penal, el enjuiciamiento dónde se debe celebrar la prueba que logre desvirtuar la
presunción de inocencia o restablecer la libertad amenazada.
segundo, fase instructora extraordinariamente nutrida de actuaciones complejas (actos de
investigación, de prueba anticipada y/o preconstituida y actos de aseguramiento)
tercero, probable influencia del resultado de la investigación en el sentido de la sentencia
Resulta conveniente conocer estos tres riesgos para que los profesionales comprometidos en
su desarrollo puedan neutralizarlos en la medida de lo posible.
Un gran de actos de investigación celebrados durante la fase de instrucción se convertirán en
fuente de prueba que se integrarán documentalmente en la fase de enjuiciamiento; pero otros se
habrán celebrado para esclarecer los hechos y averiguar su autoría, sin que se conviertan en actos
de prueba, pues perfectamente podrán celebrarse en la fase de enjuiciamiento.
Como ni el Juez de instrucción, ni Policía Judicial puede anticipar el resultado de los actos de
la investigación antes de haberlos realizado, resulta razonable entender que resulten
imprescindibles y tan sólo después de su realización, pueda dilucidarse cuáles fueron realmente
inocuos y cuales relevantes y esclarecedores de los hechos y de su presunta autoría. Tanto Juez
de instrucción, como MF y Policía Judicial empeñan todos sus medios y esfuerzo, durante la fase
de investigación, en maximizar todas las probabilidades de esclarecimiento del delito y
descubrimiento de su autor, si bien comporta una duplicidad de actuaciones en nuestro proceso
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penal: durante la fase de investigación se habrán celebrado actos de investigación que se volverán
a practicar en la fase de enjuiciamiento.
II. LA PRUEBA ANTICIPADA
La prueba anticipada es la prueba personal practicada durante la fase de instrucción del proceso
penal, con todas las garantías procesales, cuando se prevea la imposibilidad de su práctica en la
fase de enjuiciamiento. En la fase de enjuiciamiento se insertará la prueba anticipada mediante
documentos.
A pesar de que la LECrim no establece diferencia entre los conceptos de prueba anticipada y
prueba preconstituida si que han aparecido de forma dogmática y jurisprudencial.
Similitudes entre prueba anticipada y prueba preconstituida.
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Nota 1: Es una prueba material, técnica u objetiva que versa sobre elementos materiales
o técnicos objetivos. A modo de ejemplo son, la recogida del cuerpo del delito, la recogida de
estupefacientes, las pruebas alcoholimétricas, las grabaciones de videovigilancia, la
geolocalización y las inspecciones corporales.
Nota 2: Imposibilidad de reiteración en el plenario. Se trata de actos que, por la
fugacidad del objeto sobre el que recae, no pueden ser reproducidos el día de la celebración del
juicio oral.
Nota 3: La prueba preconstituida adquiere, como acto de investigación, valor
probatorio. Por razón de la ya analizada irrepetibilidad.
Nota 4: La dirección de la prueba preconstituida se atribuye al Juez de la instrucción, al
MF y/o a la Policía Judicial. Para que pueda adquirir valor probatorio se debe celebrar con
arreglo a las reglas procedimentales de los actos de investigación.
Nota 5: Introducción al juicio oral con las debidas garantías de inmediación,
contradicción, concentración y publicidad. La introducción de la prueba preconstituida en la
fase de plenario no responde a un procedimiento único sino que dependerá, caso por caso, de la
modalidad investigadora que, ulteriormente, será susceptible de transmutarse en fuente de
prueba.
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1. Principio de oralidad
El principio de oralidad está reconocido en nuestra Constitución en el art. 120.2: «el
procedimiento será predominantemente oral, especialmente en materia criminal». En la LOPJ en
el apartado primero de su art. 229: «las actuaciones judiciales serán predominantemente orales,
sobre todo en materia criminal, sin perjuicio de su documentación».
La fase de enjuiciamiento, donde se celebra la práctica de la prueba, se proyecta el principio
de oralidad sobre todas y cada una de las franjas cronológicas del proceso penal, dónde sea posible
realizar las actividades procedimentales con oralidad.
Sin embargo es el principio de la escritura el que rige otras actuaciones procesales, como son
los escritos de iniciación: denuncia y/o querella y los del propio Juez, los autos de procesamiento
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o la misma sentencia, que han de ser escritos, pues precisan una fijeza, permanencia y seguridad
jurídica, que la oralidad no garantiza.
Además de estos actos de las partes y del Juez, inspirados en el principio de la escritura, por
elementales razones de seguridad jurídica; existen otros que también han de expresarse por
escrito, por razones diversas: cuando se custodia en un documento físico (un acta) o en un soporte
electrónico (una grabación) o, incluso, por su propia naturaleza, como es el caso de las pruebas
documentales o periciales.
Pero fuera de estos casos el resto del proceso penal ha de discurrir de forma oral; incluso
aquellas pruebas, de procedencia escrita o de propia construcción originariamente escrita como
el informe pericial.
La prueba anticipada y/o preconstituida ha de custodiarse en un documento, físico o
electrónico de tal modo que permita acreditar su adquisición, conservación, custodia y
«mismidad».Así lo indica la LECrim, en su art. 714 «cuando la declaración del testigo en el juicio
oral no sea conforme en lo sustancial con la prestada en el sumario, podrá pedirse la lectura de
ésta por cualquiera de las partes» y 730 «podrán también leerse o reproducirse a instancia de
cualquiera de las partes las diligencias practicadas en el sumario, que, por causas
independientes de la voluntad de aquéllas, no puedan ser reproducidas en el juicio oral, y las
declaraciones recibidas durante la fase de investigación a las víctimas menores de edad y a las
víctimas con discapacidad necesitadas de especial protección».
El informe pericial en la que los peritos han de expresar sus conclusiones científicas, artísticas
o técnicas, respecto del material examinado, en un escrito, pero una vez entregado este escrito,
habrán de intervenir oralmente en el acto del juicio para ilustrar, al tiempo de la exposición de
aquellas conclusiones, tanto al Juez como a las partes, de aquellos extremos que no les hubieren
quedado perfectamente claros. La LECrim así lo indica en su art. 724 cuando advierte que «los
peritos que no hayan sido recusados serán examinados juntos cuando deban declarar sobre unos
mismos hechos, y contestarán a las preguntas y repreguntas que las partes les dirijan».
Los informes finales son también verbales, al igual que la última palabra siempre otorgada al
acusado, siempre que desee hacer uso de este derecho fundamental, con inmediata antelación a
dejar visto el juicio para sentencia.
2. Principio de inmediación
El principio de inmediación supone que el único Juez autorizado para dictar una sentencia con
fundamento en la prueba practicada en un determinado proceso es, precisamente, el Juez que ha
presenciado, de manera directa, activa e inmediata, esa prueba.
La labor judicial del enjuiciamiento ha de venir precedida, de otra de examen proactivo,
dinámico e innovador de la prueba con base en cuyo resultado fundará la referida sentencia de
condena o absolución.
El Juez autorizado para dictar la sentencia en un proceso penal determinado será el Juez que
haya presenciado, de manera directa y sin intermediarios; de forma proactiva así como con aptitud
innovadora y actitud dinámica.
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El principio de inmediación está siendo objeto de una profunda transformación, por la im-
plementación de las TICs en el ámbito judicial y la imprescindible digitalización de la Justicia
está suponiendo el inevitable desplazamiento de la tradicional inmediación física en favor de otra
inmediación electrónica.
Así, la LECrim, en su art. 731 bis, regula las actuaciones a través de videoconferencia u otro
sistema similar.
Y la LOPJ, de acuerdo con lo dispuesto en el apartado 3 de su art. 229, establece que las
declaraciones, interrogatorios, testimonios, careos, exploraciones, informes, ratificación de los
periciales y vistas podrán realizarse a través de videoconferencia u otro sistema similar.
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3. Principio de contradicción
El principio de contradicción es un principio estructural, medular o vertebrador de todo
proceso judicial, no sólo del orden penal, sino de cualquiera que sea el orden jurisdiccional
comprometido. El principio de contradicción presupone que en todo proceso judicial debe haber
dos partes en conflicto, en controversia o en contradicción: si las posiciones fuesen pacíficas,
armoniosas o consensuadas, entonces, directamente, no habrá proceso.
La contradicción del proceso penal dónde se examinan bienes, derechos e intereses públicos,
por cuánto el ius puniendi tan sólo corresponde al Estado, se traduce en que no resulta preciso, ni
para la iniciación, ni para el mantenimiento hasta el término del proceso penal, que exista una
acusación particular, popular o, en su caso, privada; pues la acusación pública —el MF— se
ocupará, por razón de su profesión, de mantener activa esta contradicción con independencia de
cual sea la voluntad individual y propia de los demás potenciales acusadores.
Este principio alcanza su máximo apogeo en la fase de enjuiciamiento, pues aquí es dónde se
desarrolla el verdadero debate contradictorio, en el que las partes podrán tanto defender las
pruebas favorables, como refutar las adversas, en su compleja tarea de lograr el convencimiento
del Juez.
Conviene, finalmente, recordar que los procesos penales no podrán ser celebrados en ausencia
de la parte pasiva, el investigado, con la sola excepción contemplada en el art. 786.1. II LECrim.
4. Principio de concentración
El principio de concentración supone que todas las sesiones celebradas en el proceso, habrán
de celebrarse en unidad de acto; y de no ser posible dicha unidad de acto, en un breve período de
tiempo. Ya que la unidad de tiempo y espacio dónde se celebran las pruebas que permitirán,
definitivamente, inculpar o exculpar, al acusado, favorece la memoria, concentración, conexión,
entendimiento y, al término, valoración, de esas pruebas, al Juez del enjuiciamiento. Tanto es así
que la LECrim llega a establecer, en su art. 749 I y II, lo siguiente: «cuando haya de prolongarse
indefinidamente la suspensión del juicio, o por un tiempo demasiado largo, se declarará sin
efecto la parte del juicio celebrada. Lo mismo podrá acordar el Tribunal si la preparación de los
elementos de prueba o la sumaria instrucción suplementaria exigiere algún tiempo».
El paso del tiempo provoca un efecto muy pernicioso en el mantenimiento del recuerdo,
imprescindible para la valoración conjunta de toda la prueba afectante a un mismo proceso: en un
buen número de ocasiones la sentencia no podrá fundar la condena y habrá de mantener la
absolución por la fragilidad de la única prueba de cargo existente al tiempo del enjuiciamiento.
De ahí que sea conveniente que los actos orales se realicen de forma concentrada en el tiempo y,
además, en un plazo razonablemente breve. Cuando sea posible en una sola audiencia o en varias
muy próximas en el tiempo, dictándose la resolución en el plazo más breve posible.
5. Principio de publicidad
El principio de publicidad, recogido en el art 24.2 CE y en el art. 680 de la LECrim, supone,
que «los debates del juicio oral serán públicos, bajo pena de nulidad».
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Regla general: los actos procesales son públicos, así se permite que puedan ser conocidos por
quien tenga interés con el objeto de:
Permitir el control social de la actividad de los órganos que ejercen la potestad
jurisdiccional (publicidad absoluta)
Asegurar el conocimiento por las partes para garantizar la efectividad del principio de
contradicción (publicidad relativa)
Excepciones:
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1. Concepto y fundamento
Las medidas cautelares están dirigidas a garantizar el cumplimiento efectivo de la sentencia. Por
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tales medidas cabe entender las resoluciones motivadas del órgano jurisdiccional que pueden
adoptarse en el curso de un procedimiento penal contra el imputado por un delito de tal gravedad
que haga presumir su riesgo de fuga o su ocultación personal o patrimonial, por las que se limita
provisionalmente su libertad o la libre disposición de sus bienes con el fin de garantizar los
efectos, penales y civiles, de la sentencia.
2. Presupuestos
Como presupuestos de las medidas cautelares están:
A) El «fumus boni iuris» o apariencia y justificación del derecho subjetivo en el proceso penal
estriba en la razonada atribución del hecho punible a una persona determinada.
El presupuesto material de toda medida cautelar, penal o civil, en el proceso penal esla
imputación. Sin imputado no existe posibilidad alguna de adopción de medidas cautelares, bien
sean personales o reales.
B) El «periculum in mora» o daño jurídico derivado del retardo del procedimiento viene
determinado por el peligro de fuga o de ocultación personal o patrimonial del imputado.
Este criterio no debe ser el único a tomar en consideración por el órgano jurisdiccional, sino que
debe conjugarse con otros, tales como la existencia o no de antecedentes penales, el arraigo
familiar y social del imputado o las características del hecho punible.
3. Elementos
Constituyen elementos de las medidas cautelares la jurisdiccionalidad, instrumentalidad,
provisionalidad y homogeneidad.
A) Jurisdiccionalidad
Las medidas cautelares penales están sometidas al principio de jurisdiccionalidad, conforme al
cual tan sólo pueden ser adoptadas por el órgano jurisdiccional competente.
Excepcionalmente determinadas medidas cautelares pueden ser dispuestas por la policía, en su
calidad de policía judicial, a prevención y en función del correspondiente y ulterior procedimiento
penal.
B) Instrumentalidad
Las medidas cautelares son instrumentales o han de estar supeditadas a un proceso penal en curso.
Tales medidas, bien han de estar preordenadas a un proceso penal, bien han de disponerse en el
curso de un proceso con todas las garantías.
Al ser instrumentales de un proceso penal, deberán finalizar necesariamente con dicho proceso,
extinguiendo sus efectos o transformándose en medidas ejecutivas.
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C) Provisionalidad
Las medidas cautelares son siempre provisionales. Como máximo han de durar el tiempo en que
permanezca pendiente el proceso principal.
Las medidas cautelares están sometidas a la regla «rebus sic stantibus». Tan sólo han de
permanecer en tanto subsistan los presupuestos que las han justificado.
Pero determinadas medidas son, al propio tiempo, temporales, por cuanto el legislador ha querido
establecer unos plazos máximos de duración.
D) Homogeneidad
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Las medidas cautelares son homogéneas con las medidas ejecutivas a las que tienden a preordenar.
Debido a la circunstancia de que la medida cautelar está destinada a garantizar los futuros efectos
de la sentencia, su naturaleza participa de las medidas ejecutivas y de aquí que el tiempo de prisión
provisional haya de computarse en la ejecución de la pena.
2. Determinación
Dentro de estos actos procesales penales, pueden incluirse, entre otras:
A) Las prohibiciones de residir o de acudir a determinado lugar, barrio, municipio,
provincia u otra entidad local, así como la de aproximarse o comunicarse, con la graduación
que sea precisa, a determinadas personas ex art. 544 bis LECrim.
B) La orden de protección para las víctimas de violencia doméstica ex art. 544 ter LECrim.
C) La prisión provisional cuando tenga como finalidad evitar:
1º) la ocultación, la alteración o destrucción de las fuentes de prueba;
2º) evitar que el investigado pueda actuar contra bienes jurídicos de las víctimas,
especialmente cuando ésta sea alguna de las personas a las que se refiere el art. 173.2
CP o
3º) evitar el riesgo de reiteración delictiva (art. 503.1. 3º, c) y art. 503.2 LEcrim).
D) La suspensión provisional de la función o cargo público del procesado en situación de
prisión provisional y sospechoso de pertenecer a una organización terrorista (art. 384 bis
LECrim).
E) La clausura temporal de los locales o establecimientos, la suspensión de las actividades
sociales y la intervención judicial de una sociedad (art. 129.3 en relación con el art. 33.7
CP)
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III. LA DETENCIÓN
1. La detención por los particulares
A) Concepto y notas esenciales
Es la facultad que asiste a todo ciudadano consistente en privar de la libertad deambulatoria a
otro, en los casos de delito flagrante o de fuga o rebeldía del imputado o condenado, dando cuenta
inmediata de dicha detención a la autoridad o poniendo inmediatamente a disposición de ella al
detenido. Notas características:
el sujeto activo de la restricción de libertad es un ciudadano. Aún cuando el autor de la
detención sea un funcionario de policía, lo decisivo es que la privación de libertad la efectúe
desprovisto de sus funciones de policía judicial, esto es, en su calidad de particular.
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se trata de una facultad (art. 490 LECrim: «cualquier persona puede detener…»), a
diferencia de la detención policial, que constituye una obligación (art. 492: «la autoridad o agente
de Policía judicial tendrá obligación de detener…»).
Límites a la detención por particulares: son más reducidos los casos en los que se autoriza al
ciudadano la práctica de una detención. El art. 490 LECrim, son reconducibles a dos:
a) en caso de «delito flagrante» y
b) en los casos de fuga o rebeldía del detenido, preso o condenado.
El objeto de la detención se reduce exclusivamente a poner inmediatamente a disposición de la
autoridad judicial o policial al detenido. El plazo de veinticuatro horas para la entrega judicial
del detenido (art. 496 de la LECrim) no se aplica a este tipo de detención ya que la Ley no autoriza
al particular a realizar diligencias de investigación o identificación sobre el detenido. El particular
deberá a tenor del art 491 LECrim a exponer al detenido los motivos de su detención. En caso de
retención del detenido o de no exponer los motivos de la detención, el particular incurriría en un
delito de detención ilegal.
2. La detención policial
A) Concepto y notas esenciales
Por detención policial cabe entender el acto procesal de los funcionarios de la policía judicial
consistente en la limitación provisional del derecho a la libertad del sospechoso de la comisión
de un delito sobre el que exista peligro de fuga durante el tiempo indispensable y, en todo caso,
dentro del plazo previsto en la Ley para practicar las diligencias de reconocimiento e
interrogatorio, poniéndolo en libertad o a la inmediata disposición de la autoridad judicial.
a) Sujetos
Los sujetos que pueden practicar la detención policial son los funcionarios de la policía judicial y
demás Autoridades, incluye al MF y a los funcionarios de la Admon Penitenciaria, a quienes el
ordenamiento expresamente autoriza a practicar detenciones y efectuar las diligencias policiales
de prevención.
b) Naturaleza
La detención que pudieran practicar los particulares la de los funcionarios de policía constituye
el ejercicio de una obligación, que les viene impuesta por su especial misión de descubrimiento
de los delitos y de sus presuntos autores.
Su naturaleza jurídica es la de una medida cautelar, realizada en el curso de un procedimiento
penal o en función de su incoación, preordenada a garantizar la futura aplicación del «ius
puniendi» y, de modo inmediato, a proporcionar al Juez de Instrucción el primer sustrato fáctico
para la incoación del sumario y la adopción, en su caso, de las medidas cautelares de carácter
provisional.
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c) Objeto
El ordenamiento faculta a la policía para practicar las diligencias de prevención y culminar el
atestado, para lo cual tales funcionarios pueden realizar determinadas diligencias en el curso de
la detención, lo que la convierte también en un acto de investigación indirecto, en tanto que
posibilita la práctica de actos de investigación, tales como el interrogatorio y el reconocimiento
del detenido.
d) Modalidades
Toda detención policial conlleva una privación de libertad dirigida al aseguramiento del imputado
y a la investigación del hecho y la de su autoría.
Deben considerarse detenciones y, por tanto, son aplicables a ellas las garantías constitucionales
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y procesales, las que se realicen con la finalidad de identificación de las personas, cuando no
fuera posible su identificación por cualquier medio o si la persona se negase a identificarse (art.
16 LOPSC).
No se consideran detenciones las interrupciones momentáneas de la libertad deambulatoria, tales
como las derivadas de los controles de alcoholemia, los cacheos y las resultantes de las
inmovilizaciones de vehículos.
B) Presupuestos
Los presupuestos de la detención son los propios de las medidas cautelares: imputación (o «fumus
boni iuris») y peligro de fuga (o «periculum in mora»).
a) Imputación
La detención policial exige, como presupuesto material previo, a que el detenido se encuentre
en alguno de los supuestos del art. 490 de la LECrim (vide el art. 492.1º que remite a la detención
de particulares) o del art. 492 LECrim.
Sin imputación previa no existe detención legal, por lo que el funcionario que incumpliera este
requisito incurre en la responsabilidad penal del tipo de detenciones ilegales arbitrarias.
b) Peligro de fuga
No es suficiente cualquier género de imputación, sino la de un hecho punible que revista especial
gravedad o que, aun sin tenerla, pueda el funcionario de policía, partiendo de los antecedentes del
imputado o de las circunstancias del hecho, presumir que éste se sustraerá a la actividad de la
justicia.
Nunca procede la detención por la comisión de un delito leve, salvo que concurra alguna de estas
situaciones:
Que el imputado carezca de domicilio conocido
Que se trate de una falta contra el orden público.
C) El plazo de la detención
a) Plazo ordinario
Dispone el art. 17.2 CE que «la detención preventiva no podrá durar más del tiempo estrictamente
necesario para la realización de las averiguaciones tendentes al esclarecimiento de los hechos
y, en todo caso, en el plazo máximo de setenta y dos horas, el detenido deberá ser puesto en
libertad o a disposición de la autoridad judicial».
Por esclarecimiento de los hay que entender la práctica de aquellos actos de investigación propios
de las diligencias policiales que son exclusivamente estos dos: el reconocimiento de identidad y
la declaración del detenido.
Practicadas tales diligencias de carácter urgente la autoridad policial debe poner en libertad o a
disposición judicial al detenido, como máximo en un plazo de 72 horas.
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b) Plazos extraordinarios
Los plazos extraordinarios de la detención vienen establecidos por la LO 4/1981, de 1 de junio,
sobre estados de alarma, excepción y de sitio (art. 16) y por el art. 520 bis.1 LECrim.
En el estado de excepción, se autoriza a la autoridad gubernativa a detener a cualquier persona si
lo considera necesario para la conservación del orden público, siempre que, cuando menos, exis-
tan sospechas de que dicha persona vaya a provocar alteraciones del orden público. En tal
supuesto, la detención puede alcanzar los diez días. Por su parte, en los supuestos de terrorismo
dicho plazo puede llegar a cinco días.
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Una vez designado el Abogado, ostenta el detenido el derecho a comunicarse libremente con él
sin que se le pueda prohibir al investigado comunicar incluso supuestos secretos oficiales a su
Abogado.
De conformidad con lo dispuesto en el art. 520.6 LECrim, la intervención del defensor se ciñe al
interrogatorio policial, a los reconocimientos de identidad y de reconocimiento de los hechos en
los que participe el detenido.
El Abogado durante estos primeros momentos:
puede solicitar que se le informe al detenido de sus derechos y que se proceda, si fuera
necesario, a su reconocimiento médico;
le asiste los derechos a entrevistarse reservadamente con el detenido con anterioridad a
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su declaración, a acceder a los elementos de las actuaciones que sean esenciales para impugnar la
legalidad de la detención (art. 520.2 d) LECrim), incluido el atestado policial salvo declaración
de secreto;
a informar al detenido de las consecuencias de la prestación o denegación de
consentimiento a la práctica de diligencias que se le soliciten y,
una vez finalizado el interrogatorio por la policía, puede solicitar la ampliación del
interrogatorio, hacer consignar en el acta cualquier incidencia (incluso negarse a suscribir el
atestado, si observara alguna anomalía).
El TEDH ha señalado que el derecho a la asistencia de un Abogado tiene un carácter práctico y
efectivo, y que corresponde a los tribunales el asegurar el carácter equitativo de un proceso y velar
en consecuencia para que un Abogado, que evidentemente asiste para defender a su cliente en
ausencia de éste, tenga la ocasión de hacerlo.
d) Derecho a la notificación de la detención
El art. 520.2.e) LECrim confiere al detenido la facultad de exigir de la policía que se le comunique
al familiar o persona que determine la existencia de la detención y el lugar de custodia, de gran
relevancia práctica cuando pretenda ejercitarse un eventual «habeas corpus» ya que, aun cuando
al detenido le asista este derecho, su eficacia práctica depende de un familiar que lo ejercite, para
lo cual necesita conocer tanto de la existencia como el lugar de la detención.
Este derecho potestativo del detenido se torna en obligación de la policía si el sujeto pasivo de la
detención fuere un menor o cualquier persona incapaz. En tal supuesto, habrán de notificarse tales
extremos a los representantes legales del menor y al MF.
Si se tratara de un extranjero, el hecho de la detención ha de ser comunicada a la oficina consular
de su país, permitiéndosele su comunicación. Dicho derecho no les asiste a los detenidos en
régimen de incomunicación.
e) Derecho a ser asistido por intérprete gratuito
Si el detenido no conociera el idioma español, la ilustración de la imputación, así como la totalidad
de su interrogatorio habrá de realizarse mediante la intervención de un intérprete conocedor de
una lengua que comprenda.
Este derecho no solo comprende a los extranjeros, sino también a los españoles que desconozcan
absolutamente el castellano y a las personas con discapacidad sensorial.
f) Derecho a ser reconocido por el médico forense
Toda persona detenida tiene derecho a ser reconocido por el médico forense o su sustituto legal
y, en su defecto, por el de la institución en que se encuentre, o por cualquier otro dependiente del
Estado o de otras Administraciones Públicas (art. 520.2 i) LECrim).
El nombramiento de dicho facultativo no excluye naturalmente el que pueda designar el Juez,
como consecuencia de la incoación del procedimiento penal para la determinación de un delito
de tortura o del correspondiente procedimiento de «habeas corpus».
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preconstituida en los términos del art. 730 de la LECrim. Tampoco pueden ser incorporadas al
acervo probatorio mediante la llamada como testigos de los agentes policiales que las recogieron.
Los datos objetivos contenidos en la declaración del detenido y verificados con verdaderos medios
de prueba podrán constituir base para deducir su autoinculpación. Para constatar, a estos
exclusivos efectos, la validez y el contenido de la declaración policial deberán prestar testimonio
en el juicio los agentes policiales que la presenciaron.
3. La detención judicial
A) Concepto
Detención judicial es toda privación de libertad dispuesta por un órgano jurisdiccional en el curso
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2. Competencia
Las dos autoridades que intervienen en este procedimiento son:
La autoridad judicial de emisión, siendo en España el Juez o Tribunal que
conozca de la causa en la que proceda tal tipo de órdenes y,
La autoridad judicial de ejecución, que son los Juzgados Centrales de Instrucción.
Cuando la orden se refiera a un menor la competencia corresponderá al Juez Central de
Menores.
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Los Juzgados Centrales de Instrucción son los receptores iniciales de la orden europea de
detención y entrega, pudiendo acordarlas, mediante auto, siempre y cuando la persona afectada
hubiera consentido en ser entregada al Estado de emisión y el Juez Central de Instrucción no
advirtiera causas de denegación o condicionamiento de la entrega.
4. Procedimiento
Una vez recibida una orden europea de detención y entrega por el Juzgado Central de Instrucción
se ha de proceder a dar curso a su ejecución, sin necesidad de que intervenga la autoridad central
(poder ejecutivo).
De conformidad con lo dispuesto en el art. 48.1, la autoridad judicial de ejecución española
denegará la ejecución de la orden europea en los casos siguientes:
a) Cuando la persona reclamada haya sido indultada en España de la pena impuesta por los
mismos hechos en que se funda la orden europea de detención y entrega y éste fuera
perseguible por la jurisdicción española.
b) Cuando se haya acordado sobreseimiento libre en España por los mismos hechos.
c) Cuando sobre la persona que fuere objeto de la orden haya recaído en otro Estado
miembro de la Unión Europea una resolución definitiva por los mismos hechos que impida
definitivamente el posterior ejercicio de diligencias penales.
d) Cuando la persona objeto de la orden haya sido juzgada definitivamente por los mismos
hechos en un tercer Estado no miembro de la Unión Europea, siempre que, en caso de
condena, la sanción haya sido ejecutada o esté en esos momentos en curso de ejecución o
ya no pueda ejecutarse en virtud del Derecho del Estado de condena.
e) Cuando la persona que sea objeto de la orden de detención europea aún no pueda ser,
por razón de su edad, considerada responsable penalmente de los hechos en que se base
dicha orden, con arreglo al derecho español.
Podrá, asimismo, denegar la orden europea de detención y entrega en los casos siguientes:
a) Cuando la persona que fuere objeto de la orden esté sometida a un procedimiento penal
en España por el mismo hecho que haya motivado la orden europea de detención y entrega.
b) Cuando la orden se haya dictado a efectos de ejecución de una pena o medida de
seguridad privativa de libertad, siendo la persona reclamada de nacionalidad española o
con residencia en España, salvo que consienta en cumplir la misma en el Estado de emisión.
En otro caso, deberá cumplir la pena en España.
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c) Cuando la orden se refiera a hechos que se hayan cometido fuera del Estado emisor y el
Derecho español no permita la persecución de dichas infracciones cuando se hayan
cometido fuera de su territorio.
Una vez efectuada la detención la persona detenida será puesta a disposición del Juez Central de
Instrucción en el plazo máximo de 72 horas. En el caso de menores de edad, a partir de los catorce
años, el plazo se reducirá a las veinticuatro horas, en el que el menor detenido será puesto a
disposición del Juzgado Central de Menores.
Puesta la persona detenida a disposición judicial, se le informará de la existencia de la orden
europea, de su contenido, de su derecho a designar Abogado en el Estado emisor de la orden cuya
función consistirá en prestar asistencia al Abogado en España facilitándole información y
asesoramiento, de la posibilidad de consentir con carácter irrevocable su entrega al Estado emisor,
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A) La detención
Presupuesto indispensable de este procedimiento es existencia de una detención, Por
detención hay que entender cualquier forma de privación de la libertad deambulatoria del
ciudadano y con independencia de la denominación que la autoridad quiera otorgarle.
B) No judicial
El habeas corpus no es procedente cuando la privación de libertad fueran producidas por la
Autoridad judicial, como es el caso de la detención judicial, la prisión provisional o la pena de
prisión, que habrá de ser combatida mediante la vía de los recursos.
C) Ilegal
Finalmente, la detención habrá de ser ilegal, calificación que se origina por la concurrencia de
alguna de estas tres situaciones: ausencia o insuficiencia de imputación, plazo y omisión de las
garantías preestablecidas en el curso de la detención.
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2. La petición
Todas las pretensiones tienen como común denominador recaer sobre un mismo «bien
litigioso», el derecho fundamental a la libertad, con respecto al cual se puede solicitar, bien la
petición de puesta inmediata en libertad bien un cambio de custodia de la persona detenida o su
puesta a disposición de la autoridad judicial.
Todos estos supuestos encierran pretensiones mixtas, declarativas y de condena, en las que,
junto al reconocimiento del derecho fundamental vulnerado, se ha de solicitar la «condena» al
demandado al cumplimiento de una determinada prestación (puesta en libertad, a disposición
judicial o cambio de custodia).
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2. Pasivas
La parte demandada puede ser tanto una persona física, cuanto una jurídica. Asimismo el
habeas corpus es procedente con independencia de la naturaleza jurídico-pública o privada del
autor causante de la detención.
IV. COMPETENCIA
Las reglas de la competencia se determinan en el art. 2 LOHC, de cuyo régimen cabe distinguir
las siguientes manifestaciones:
1. Objetiva
La competencia objetiva la ostentan, con carácter general y «vis atractiva», los Juzgados de
Instrucción. Pero se contemplan dos fueros especiales: el del Juzgado Central y el del Togado
Militar.
A) El Juzgado de Instrucción
Los Juzgados de Instrucción son los órganos competentes para entender de este procedimiento.
Este Juzgado también entenderá de las solicitudes de habeas corpus, presentadas con motivo de
la detención de un menor.
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2. Territorial
Será Juez competente el de Instrucción del lugar de custodia, pero, si no constare, el del lugar
en que se produzca la detención y, en defecto de los dos anteriores, el del lugar en donde se hayan
tenido noticias sobre el paradero del detenido.
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3. Funcional
La fase declarativa transcurrirá ante el Juzgado de Instrucción, que conocerán del pro-
cedimiento de ejecución de los pronunciamientos inherentes al habeas corpus. No existe fase de
impugnación.
1. Iniciación de oficio
Si el Juez de Instrucción incoara el procedimiento de oficio, en el mismo auto ordenará a la
autoridad la entrega inmediata de la persona privada de libertad.
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VIII. RESOLUCIÓN
Concluida la fase de alegaciones y practicada la prueba, el Juez ha de pronunciar su resolución
que deberá dictarse sin dilación. La forma que debe adoptar es la de auto motivado.
El contenido de la resolución es distinto, según acceda o no a la pretensión:
Si la resolución fuera denegatoria de la pretensión, el Juez dispondrá el archivo de las
actuaciones, declarando ser conforme a Derecho la privación de libertad y las circunstancias en
que se está realizando.
Si la resolución es estimatoria necesariamente deberá contener un pronunciamiento
declarativo, como es la declaración de ilegalidad de la detención practicada, pudiendo el Juez;
Poner en libertad al detenido: será la medida que habrá de adoptar el Juez cuando esté
plenamente ausente el presupuesto material habilitador de la privación de libertad.
Cambio de custodia: para los supuestos en que, estando materialmente justificada la privación
de libertad, se ha cometido alguna violación de las garantías.
Puesta a disposición de la autoridad judicial: deberá ordenarse necesariamente cuando la
ilegalidad de la detención residiera en el exceso del plazo y potestativamente cuando el Juez de
Instrucción estimara que han concluido las diligencias policiales.
Siempre que se haya cometido alguna detención ilegal constitutiva de delito el Juez deberá
formalizar el oportuno testimonio de particulares.
Con respecto a las costas, rige el criterio de la temeridad, apreciado única y exclusivamente en
la conducta del solicitante. En caso contrario, se declararán de oficio.
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TEMA 19
PRISIÓN PROVISIONAL
1. Concepto y notas esenciales
La prisión provisional es una medida cautelar penal, provisional y limitada que puede dictar el
Juez de Instrucción mediante un auto que restringe el derecho a la libertad del imputado de la
comisión de un delito de especial gravedad; y en quien concurra peligro de fuga suficiente para
presumir que no acudirá al juicio oral.
Notas esenciales:
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A. Jurisdiccionalidad. Esta medida cautelar solo puede ser adoptada por órganos judiciales
(no podría dictarla ninguna otra autoridad, incluidos MF y policía judicial)
B. Restricción del derecho fundamental (art. 17 CE) a la libertad.
Legalidad. La medida y el motivo deben estar previstos en Ley orgánica al tratarse
de un derecho fundamental.
Necesidad. Su adopción debe ser justificada objetivamente para conseguir el
cumplimiento de los fines constitucionales. En todo caso, se deberá adoptar la medida menos
gravosa para el derecho fundamental.
Motivación. Obligación formal del Juez de motivar la adopción de la medida de
prisión provisional. De no hacerlo, el imputado podrá interponer recurso directo de amparo,
pues la falta de motivación o insuficiencia de la misma es una infracción sustantiva del
derecho a la libertad.
C. Duración. El plazo máximo de duración de prisión provisional se determinará por la Ley.
Se fija un sistema de plazos máximos en función del fin perseguido y de la duración
previsible de la pena asociada al delito imputado. Una vez cumplidos los plazos, el Juez
debe poner en libertad al procesado aunque el proceso continúe pendiente y subsistan las
razones que motivaron la adopción de la medida.
El Juez debe levantar la medida en cuanto desaparezcan los presupuestos que legitimaron
su adopción.
2. Requisitos.
Criterio material: La imputación ha de ser por un delito de especial gravedad.
Criterio formal: Constancia del hecho. El Juez ha de tener motivos bastantes sobre la
responsabilidad del imputado.
A. Límite penológico.
Criterio material: como regla general, que conste en la causa la existencia de uno o varios hechos
que presenten caracteres de delito sancionado con pena cuyo máximo sea igual o superior a
dos años de prisión. Por tanto, no procede cuando los hechos que dan lugar al procedimiento
penal sean constitutivos de delito leve o cuando se infiera racionalmente que la acción penal, aún
siendo constitutiva de delito, fue cometida concurriendo causa de justificación.
Existen cuatro supuestos en los que el límite de dos años no resulta de aplicación:
1. Cuando con independencia del fin que se persiga con la prisión provisional, el
imputado tuviere antecedentes penales no cancelados o susceptibles de cancelación
derivados de condena por delito doloso.
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3. Fines
A. La prisión provisional como medida cautelar: evitación del riesgo de fuga
El peligro de fuga del imputado se acrecienta en la medida en que el hecho imputado sea de mayor
gravedad y, por tanto, la futura pena a imponer sea más grave. Si el hecho punible no lleva
aparejada pena privativa de libertad, habrá que presumir la inexistencia de peligro de fuga. Por el
contrario, tratándose de un delito castigado con una pena muy grave, hay que presumir dicho
riesgo de fuga. Este criterio no debe ser el único a tomar en consideración por el órgano
jurisdiccional, sino que debe conjugarse con las circunstancias concretas del caso y las personales
del imputado o sus circunstancias de arraigo.
Se instaura presunción legal de que el imputado se sustraerá de la acción de justicia cuando en los
dos años anteriores hubieran sido dictadas al menos dos requisitorias para su llamamiento y busca
por cualquier órgano judicial en los últimos dos años.
Es tenida en cuenta también la inminencia de la celebración del juicio oral.
B. La prisión provisional como «resolución provisional»: evitación del riesgo de
obstrucción de la investigación, de reiteración delictiva o puesta en peligro de la
integridad de la víctima
El art. 503.1.3º.b) y 2 LECrim incorpora el riesgo de obstrucción de la instrucción penal y de
reiteración delictiva como fines que legitiman la adopción de la prisión provisional.
Peligro de ocultación o de alteración de las fuentes de prueba
Se adoptará la prisión provisional para evitar el peligro de ocultación o alteración de pruebas con
la concurrencia de los siguientes requisitos:
a) Que las fuentes de prueba que se pretenden asegurar sean relevantes para la decisión
sobre la inocencia o culpabilidad del imputado
b) Que el peligro de la actividad ilícita del imputado sea concreto y fundado
Riesgo de reiteración delictiva
El art. 503.1.3º.c) y 2 LECrim contempla, como última finalidad que debe cumplir la prisión
provisional, la de conjurar el riesgo relevante que tiene el imputado sobre la sociedad.
En tal supuesto, la prisión podrá adoptarse, excepcionalmente, incluso si el delito imputado
llevara aparejada una pena privativa de libertad inferior a los dos años.
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4. La audiencia previa
A. Concepto y fundamento
Entendida como la vista que, previa solicitud de las partes acusadoras ha de practicarse ante el
Juez de Instrucción. Este órgano judicial, con la presencia del imputado, su abogado y el MF; y
como resultado de las alegaciones planteadas, pueda decidir sobre la situación personal del
imputado con imparcialidad.
El fundamento de esta audiencia hay que encontrarlo en la relevancia del derecho fundamental a
la libertad del art. 17 CE y en la conveniencia que el Juez de Instrucción adopte una resolución,
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5. Duración
Durará el tiempo imprescindible para alcanzar los fines que la legitiman y en tanto subsistan los
motivos que justificaron su adopción
Existen límites máximos, ya que un sujeto no puede permanecer privado de su libertad de forma
indefinida y sin haber sido declarada su culpabilidad. En función del fin perseguido y de la
duración previsible de la pena asociada al delito imputado, la ley prevé un plazo máximo inicial
prorrogable y un plazo máximo absoluto.
1. Cuando la prisión provisional responda a los motivos de peligro de fuga, de reiteración
delictiva o de protección de la víctima, su duración no podrá exceder de un año, si el
delito tuviera pena privativa de libertad inferior a tres años, o de dos años, si ésta fuera
superior. Si respondiera al peligro de oscurecimiento de la prueba, el plazo máximo es de
seis meses.
2. Cuando concurrieran circunstancias que hicieran prever que la causa no podrá ser juzgada
antes que el plazo inicial haya expirado, el Juez o Tribunal podrá, previa celebración de
la comparecencia previa, acordar mediante auto una sola prórroga de hasta dos años, si el
delito tuviese una pena privativa de libertad superior a tres años, o de hasta seis meses, si
fuera igual o inferior a tres años. Las razones de ocultación o destrucción de la prueba no
posibilitan prórroga alguna.
3. Una vez dictada la sentencia condenatoria, la prisión provisional podrá prorrogarse hasta
el límite de la mitad de la pena impuesta en dicha resolución judicial, cuando hubiera sido
recurrida.
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Prisión incomunicada
Es de carácter excepcional y solo resulta procedente si concurre alguna de las siguientes
circunstancias: necesidad urgente de evitar graves consecuencias que puedan poner en peligro la
vida, la libertad o la integridad física de una persona; necesidad urgente de los Jueces de
Instrucción para evitar comprometer de modo grave el proceso penal.
La incomunicación durará el tiempo necesario para practicar con urgencia las diligencias
tendentes a evitar los peligros mencionados, pero no podrá ser superior a cinco días. La excepción
es el delito de terrorismo u otros delitos concertados de forma organizada por dos o más personas,
pudiendo aceptarse en estos casos prórroga de otros cinco días, siendo posible además que el
preso, al volver a ser comunicado, podrá ser de nuevo incomunicado si la casusa persistiera, pero
el tiempo de duración no podrá exceder de tres días.
Implica entre otros: designación en todo caso de abogado de oficio; no tiene derecho de
información a familiar u otra persona que desee de su privación de libertad; no podrá realizar ni
recibir comunicación alguna, aunque en este caso el Juez pudiera autorizar si no se alterasen los
fines de la incomunicación.
Tanto el auto que acuerde la incomunicación como la prórroga serán motivados, debiendo
contener la descripción del hecho punible.
Prisión atenuada
Tiene por objeto evitar el ingreso del imputado en un centro penitenciario en atención a
circunstancias especiales.
Prisión vigilada en el propio domicilio del investigado. Por razón de enfermedad, cuando el
internamiento en un centro penitenciario entrañe un grave peligro para su salud.
En caso de que el investigado este sometido a tratamiento de desintoxicación y el ingreso en
prisión lo pusiera en peligro, la medida puede ser sustituida por su ingreso en un centro para
continuar con el tratamiento. No podrá salir de dicho centro sin autorización judicial.
LIBERTAD PROVISIONAL
1. Concepto
Se entiende por libertad provisional la situación en la que se encuentra un imputado con respecto
al cual el Juez puede imponerle el establecimiento de una contracautela (fianza, obligación
periódica de comparecencia ante el Juzgado o la limitación de determinados derechos como
conducción o pasaporte, por ejemplo.
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Su fin es asegurar la disponibilidad física del imputado, y así garantizar el normal desarrollo de
la instrucción.
2. Efectos de la libertad provisional
A) La obligación de comparecencia “apud acta”
La situación de libertad provisional conlleva la imposición al imputado de la obligación de
comparecer en los días que fueron señalados en el auto respectivo y cuantas veces fuera llamado
ante el Juez o Tribunal que conozca de la causa.
La frecuencia de la prestación debe determinarla el órgano judicial, en función de las
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Desde un criterio procesal, el Juez debe dictar auto de procesamiento firme y ha de haber
dispuesto prisión provisional.
En el momento de la adopción de la medida, el procesado debe ostentar un cargo o función
pública.
La cesación de los efectos de la suspensión ha de suceder por la ausencia de la concurrencia de
los presupuestos que la legitiman: por el sobreseimiento o absolución, por la conversión en la
sentencia firme de esta medida provisional en la pena accesoria de suspensión de empleo y sueldo,
por el «desprocesamiento» o por la puesta en libertad del procesado.
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TEMA 20
LAS MEDIDAS CAUTELARES REALES. ORDEN EUROPEA DE EMBARGO DE BIENES
O DE ASEGURAMIENTO DE PRUEBAS
1. Concepto, fundamento y régimen jurídico.
Las medidas cautelares civiles o reales son medidas aseguradoras de la pretensión civil acumulada
a un proceso penal en curso. Es necesario la concurrencia de estos tres requisitos:
a. Que la comisión del delito haya producido un daño en la esfera patrimonial del
b. Perjudicado.
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La acción civil debe ser ejercitada por el perjudicado. Pero, si no hubiese comparecido en el
proceso penal, el Ministerio Fiscal la ejercitará en su nombre. Dicha acción se dirige frente al
patrimonio del investigado, en tanto que responsable civil directo, si bien también puede dirigirse
contra un tercero civil.
2. Clases
Una de las funciones específicas de la instrucción consiste en disponer medidas cautelares que
aseguren las responsabilidades pecuniarias que puedan declararse procedentes al imputado. Al ser
las responsabilidades pecuniarias de diferente tipo en el proceso penal, las medidas cautelares
reales pueden ser:
Medidas cautelares propias del proceso penal. Su objeto es garantizar la efectividad de los
pronunciamientos de naturaleza penal y procesal penal de la sentencia que se dicte y que posean
contenido patrimonial. Relativo a las penas de multa, decomiso y pago de costas procesales.
Medidas cautelares propias del proceso civil acumulado. Aseguran la ejecución de los
procesos de naturaleza civil y contenido patrimonial de la sentencia que se dicte. Restitución de
cosas determinadas, reparación del daño e indemnización de daños y perjuicios.
3. Presupuestos
Fumus boni iuris.
El “fumus boni iuris” o apariencia de buen Derecho constituye uno de los presupuestos esenciales
de toda medida cautelar, que se plasma en una imputación judicial. La ley no exige un “quantum”
de pena al hecho punible investigado, sino que es suficiente la imputación de un delito, siempre
y cuando sea fuente de la obligación civil de resarcimiento.
“Periculum in mora”
Estas medidas cautelares también requieren la concurrencia de un “periculum in mora”, por lo
que habrá de acreditarse la existencia de un peligro en la efectividad de la tutela judicial.
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4. Contenido
Los arts. 100 LECrim y 110 CP disponen que el objeto de la pretensión civil que se acumula al
proceso penal consiste en la restitución de la cosa, la reparación del daño y la indemnización de
perjuicios.
Medidas cautelares para:
a) Aseguramiento de una prestación de restitución de cosa determinada: la anotación
preventiva de querella.
El aseguramiento de esta prestación se realiza mediante la diligencia de recogida del cuerpo del
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delito. Si dicho cuerpo fuera lícito y el delito cometido doloso, una vez decomisado, se venderá,
aplicándose su producto a cubrir las responsabilidades civiles del penado.
Si la restitución conllevara la necesidad de obtener la declaración de nulidad de un negocio
jurídico fraudulento, será conveniente instar la oportuna anotación preventiva de querella.
b) Aseguramiento de una prestación de reparación
Tan solo cabe citar el establecimiento de pensiones alimenticias en una orden de protección o el
pago de pensiones provisionales a los lesionados como consecuencia de la comisión de un delito
derivado del uso y circulación de vehículos a motor.
c) Aseguramiento de la obligación de indemnización de daños y perjuicios
Dicha obligación surge ante la imposibilidad de restitución y reparación, y siempre y cuando, el
delito haya producido un perjuicio patrimonial o moral. En tal caso, lo procedente será instar el
pago de fianza y, en caso de impago, el embargo de los bienes suficientes del responsable civil
para garantizar el derecho de crédito.
La fianza
La fianza consiste en la puesta a disposición, por el responsable civil, de bienes por un valor
dinerario fijado por el Juez, suficiente para responder de la totalidad de las responsabilidades
pecuniarias que haya podido contraer el investigador.
El perjudicado deberá solicitar expresamente del Juez la adopción de la fianza de responsabilidad
civil, la cual puede ser personal, pignoraticia o hipotecaria, o mediante la satisfacción de caución.
Fianza personal
La fianza personal consiste en la asunción, por un tercero solvente, de la obligación de responder
con su patrimonio de todas las responsabilidades civiles que haya contraído el investigado.
Fianza pignoraticia
La fianza pignoraticia consiste en la constitución de una prenda sobre metálico, bienes muebles o
títulos valores.
Fianza hipotecaria
La fianza hipotecaria consiste en la constitución de un derecho real de hipoteca sobre un
determinado inmueble.
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Determinación de la cuantía:
Se fijará el importe económico que ha de satisfacer el imputado mediante resolución motivada
por el Juez, con objeto de satisfacer las responsabilidades pecuniarias que le serán impuestas en
su día. Si fuera condenado por la comisión del hecho punible enjuiciado, incrementarán un tercio.
El órgano judicial atenderá a los elementos que integran las responsabilidades pecuniarias, la
multa, las costas procesales y las responsabilidades civiles que deriven del delito. Deberá ser
racional y proporcional.
Junto a la notificación del Auto, se apercibirá al imputado. En caso de que no afiance dicha
cantidad, se procederá al embargo.
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Una vez prestada fianza, el Juez se pronunciará sobre la suficiencia o no de la misma. Frente a la
resolución, cabe interponer recurso de apelación.
La fianza está sometida a la regla «rebus sic stantibus», pudiendo ser revocada, aumentada o
disminuida, si se modifican los presupuestos y circunstancias que justificaron su adopción.
El embargo
Si el responsable civil no prestara la fianza, el art. 597 LECrim dispone que se procederá al
embargo de bienes suficientes del procesado para cubrir las responsabilidades pecuniarias que se
deriven. El embargo es una medida cautelar sobre el patrimonio del responsable civil, a través de
la cual, se adscriben bienes suficientes para garantizar las responsabilidades civiles que se
determinen en la Sentencia.
Su naturaleza es subsidiaria de la fianza, ya que el Juez debe otorgar al responsable civil la
posibilidad de sustituir el embargo por la satisfacción de la fianza, en cumplimiento de principio
de alternativa menos gravosa.
5. Medidas cautelares para el aseguramiento de una prestación de restitución de bienes
inmuebles
La anotación preventiva de querella o “anotación preventiva de la demanda civil acumulada al
proceso penal”.
6. Otras medidas
Intervención inmediata del vehículo y retención del permiso de circulación
Conjunto de medidas especiales que pueden ser acordadas por el órgano judicial y que tienen
relación con el vehículo del imputado y los permisos de conducción y circulación.
La intervención inmediata del vehículo y la retención del permiso de circulación del mismo, por
el tiempo imprescindible, con la comunicación al órgano administrativo correspondiente. Se trata
de una medida que posee una doble finalidad: por una parte, instructora, por cuanto se permite su
adopción «cuando fuere necesario practicar alguna investigación en aquél; y, por otra, cautelar.
La intervención del permiso de conducción requiriendo al imputado que se abstenga de conducir
vehículos de motor, bajo apercibimiento de incurrir en delito de desobediencia, constituye una
medida de seguridad predelictual, en tanto en cuanto está dirigida a prevenir la reiteración de
nuevos hechos punibles mediante la circulación de vehículos de motor, razón por la cual ha sido
tratada en las resoluciones alternativas a la prisión provisional.
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Pensión provisional
El Juez o Tribunal podrá señalar y ordenar el pago de la pensión provisional que, según las
circunstancias, considere necesaria en cuantía y duración para atender a la víctima y las personas
que estuvieren a su cargo.
Medida cautelar y anticipadora de los efectos de la eventual sentencia condenatoria, por cuanto
los pagos se efectúan con cargo a las cantidades que, eventualmente, dichas personas obtendrán
en sentencia, sin que exista previsión legal alguna sobre la obligación de proceder a su devolución
en caso de que la resolución les sea desfavorable.
7. Caución sustitutoria
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Permite al sujeto pasivo frente a quien se hubieren solicitado o acordado medidas cautelares
patrimoniales solicitar al Tribunal que acepte, en sustitución de las mismas, la prestación por su
parte de una caución suficiente, a juicio del Tribunal, para asegurar el efectivo cumplimiento de
la sentencia estimatoria que se dicte.
Criterios que debe ponderar el Tribunal para resolver la prestación de caución sustitutoria: el
fundamento de la solicitud de medidas cautelares, la naturaleza y contenido de la prestación de
condena, la apariencia jurídica favorable de la posición del demandado (imputado) y los efectos
colaterales de la medida sobre la actividad patrimonial y económica del demandado, debiendo
guardar un equilibrio razonable entre el interés del actor en obtener un eficaz aseguramiento de
su pretensión y el del sujeto pasivo en padecer el mínimo quebranto o sacrificio patrimonial
8. Resolución y medios de impugnación
Las medidas cautelares patrimoniales serán adoptadas, previa petición de parte, mediante Auto
motivado, que habrá de efectuar un juicio de razonabilidad acerca de la finalidad perseguida y las
circunstancias concurrentes, especialmente el «periculum in mora», y se formalizarán en pieza
separada.
Las medidas cautelares civiles pueden ser adoptadas, bien en un Auto independiente, bien en la
parte dispositiva de otro Auto, como pudiera ser el de procesamiento, el de adopción de la prisión
provisional o el de transformación del procedimiento abreviado.
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2. Sujetos
Activo. Juez o Tribunal competente que este conociendo la causa y los fiscales que dirijan las
diligencias de investigación en las que se deba adoptar una medida de aseguramiento de pruebas
que no sea limitativa de derechos fundamentales.
Legitimado pasivamente. Juez de Instrucción del lugar donde se encuentren los bienes o
documentos objeto de aseguramiento.
3. Procedimiento
A) Activo
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Si la autoridad judicial europea estuviera determinada, la resolución del Tribunal español será
motivada, deberá traducirse al idioma oficial del Estado destinatario y se dirigirá directamente a
la autoridad judicial europea competente. Si no se conociera a que autoridad judicial compete su
ejecución, se solicitará la información a la Red Judicial Europea.
B) Pasivo
En el supuesto de ejecución en España de estas resoluciones, la autoridad judicial española
ejecutará la orden, salvo que no acompañe el pertinente certificado traducido al español o se
considerará incompetente. Contra las resoluciones de ejecución de tales órdenes cabe recurso de
reforma y de apelación, que pueden interponer el Ministerio Fiscal y el investigado en el proceso.
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TEMA 21 – EL SOBRESEIMIENTO
I. EL SOBRESEIMIENTO
1. Concepto y notas esenciales
El sobreseimiento es una resolución jurisdiccional por la que se suspende el proceso penal, bien
de una manera provisional o definitiva.
Se entiende por sobreseimiento la resolución firme, emanada del órgano jurisdiccional
competente en la fase intermedia, mediante la cual se pone fin a un procedimiento penal incoado,
con la decisión que goza de la totalidad o de la mayoría de los efectos de la cosa juzgada.
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El sobreseimiento, sea provisional o definitivo, es una resolución firme que pone fin al
procedimiento penal.
Debe revestir la forma de auto y debe tener una minuciosa fundamentación por parte del órgano
jurisdiccional, en el que se deberán plasmar los elementos de convicción.
El órgano competente para dictar el sobreseimiento es la Audiencia Provincial en el sumario
ordinario, el Juez de Instrucción en el proceso abreviado y en el del Jurado, y el Juez de Guardia
en los juicios rápidos.
Los autos de sobreseimiento exigen la práctica previa de diligencias y debe pronunciarse en la
fase intermedia, cuando el sumario ya está concluido.
Contra los autos de sobreseimiento libre cabe recurso de casación por infracción de ley, siempre
y cuando el motivo consista en la falta de tipicidad del hecho y sean dictados por las Audiencias
Provinciales. Por los demás motivos cabe recurso de apelación.
2. Clases
El sobreseimiento puede ser:
Libre: debe pronunciarse ante la falta absoluta de tipicidad del hecho o de responsabilidad penal
de su presunto autor y es equiparable a una sentencia absolutoria anticipada, por cuanto goza de
todos los efectos materiales de la cosa juzgada.
Provisional: sucede cuando se carece de la base fáctica suficiente para acreditar la perpetración
del delito o la participación en él de su presunto autor, y ocasiona la mera suspensión del
procedimiento, por lo que la instrucción puede reabrirse si nuevos actos de investigación
practicados vienen a acreditar aquellos extremos.
Total: es procedente cuando, existiendo una pluralidad de imputados, o no ha existido el hecho
punible, carece de tipicidad penal o ninguno de ellos tiene participación alguna en el hecho
punible. Si subsisten indicios de criminalidad contra alguno o algunos de ellos, el sobreseimiento
será parcial y el juicio oral se abrirá tan solo contra quienes no les favorezca.
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Integran estas diligencias la totalidad de los actos de investigación y de prueba practicados durante
la fase instructora.
Una vez pronunciado el auto de conclusión, el Juez pierde su competencia, que pasa a conferirse
a la Audiencia Provincial.
El auto de conclusión se notificará a todas las partes personadas, al Ministerio Fiscal y al
procesado, así como a todas las personas que pudieran verse afectadas por los efectos de la
sentencia.
Dicha resolución se pronunciará aun cuando se haya interpuesto el recurso de apelación en su
efecto devolutivo.
2. Consulta o revisión del sumario
En el momento de la conclusión, el instructor podría calificar el hecho punible como delito leve.
En este caso, deberá consultar dicha calificación a la Audiencia, para remitir la causa al Juzgado
de Instrucción, si esta calificación fuese ratificada por el Tribunal superior.
Si el juez hubiera calificado el hecho como constitutivo de delito, remitirá el sumario y las piezas
de convicción a la Audiencia, emplazando a las partes para que comparezcan ante ella en el plazo
de 10 días.
Finalizado dicho plazo común, se les otorgará al Ministerio Fiscal, al querellante y a la defensa
del procesado un plazo no inferior a tres, ni superior a 10 días, a fin que dichas partes puedan
solicitar por escrito la confirmación del auto de conclusión o su revocación para practicar nuevas
diligencias.
3. Petición de sobreseimiento
Cabe distinguir las siguientes hipótesis:
Si ambas partes, Ministerio Fiscal y acusador particular, solicitaran la apertura del juicio oral, el
Tribunal deberá dictar el correspondiente auto de apertura.
Cuando entre las partes acusadoras existiera divergencia en la solicitud de sobreseimiento o de
apertura del juicio oral, el Tribunal podrá proceder a dicha apertura o a dictar un auto de
sobreseimiento.
Si el Ministerio Fiscal solicitara el sobreseimiento y no existiera acusador particular en el
procedimiento, el tribunal llamará de oficio a la causa a los ofendidos y perjudicados, a fin de
realizarles un último ofrecimiento de acciones.
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todavía se les autoriza a las partes a modificarla al término del juicio, tras la práctica de la prueba,
en los escritos de conclusiones definitivas.
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2.3. Clases
Los escritos de calificación provisional son susceptibles de ser clasificados conforme a los
siguientes criterios:
a. Atendiendo a su contenido: pueden existir escritos de calificación de la
pretensión penal y de la pretensión civil.
b. Según sus efectos y trámite procesal se distinguen los escritos de
calificación provisional y las calificaciones definitivas o "conclusiones".
c. Atendiendo al número de pretensiones los escritos de calificación provisional pueden
contener pretensiones únicas o afirmativas y complejas o alternativas.
d. En el procedimiento ante el Tribunal del Jurado pueden sucederse hasta tres calificaciones
provisionales:
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1. la del art. 29 LOTC que ofrece la particularidad de que se pueden solicitar en ella
la práctica de diligencias sumariales en la audiencia preliminar;
2. la segunda modificación de dichas calificaciones al término de la referida
audiencia; y
3. las que, al amparo del art. 36.1 c) y d) se les permita a las partes bajo la fórmula
de las "cuestiones previas".
2.4. Requisitos formales
La escritura
Dispone el art. 649.1 que las partes han de calificar los hechos por escrito.
La vigencia del presente principio no excluye la del de oralidad en las conclusiones definitivas.
2.5. La fundamentación fáctica
Debido a la relevante circunstancia de que el hecho punible conforma el objeto del proceso
penal, la determinación de este elemento esencial de la pretensión reviste singular relieve en los
escritos de calificación provisional.
a) Los hechos punibles que resulten del sumario
La determinación en la conclusión primera, del hecho punible, constituye un elemento esencial
de los escritos de calificación hasta el extremo de que su ausencia ha de motivar la reputación de
acto inexistente a una calificación así realizada, pues, dicha omisión frustraría el derecho de
defensa y el acusatorio.
Las partes no pueden en dicha conclusión primera, reflejar cualesquiera hechos punibles, sino
única y exclusivamente los "que resulten del sumario".
Las partes acusadoras deben realizar una relación circunstanciada, temporal y espacial, de los
hechos punibles, que han de constituir el objeto del juicio oral.
b) Los hechos que resulten del sumario y que constituyan circunstancias atenuantes y
agravantes del delito o eximentes de la responsabilidad criminal
Habrán de consignarse los hechos determinantes de la aplicación de las circunstancias
modificativas de la culpabilidad.
Tales circunstancias habrán de reflejarlas, tanto las partes acusadoras, como la defensa.
c) La cantidad en que aprecien los daños y perjuicios causados por el delito, o la cosa que
haya de ser restituida
El art. 650. VII.1, establece la necesidad de que se concrete el quantum de la indemnización
civil o se determine la cosa que deba ser restituida.
El cumplimiento de este requisito queda condicionado a que, el delito haya producido algún
daño en la esfera patrimonial del perjudicado; y que el perjudicado no haya renunciado o
reservado su acción civil; y finalmente a que este extremo de los escritos de calificación
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sobreseimiento provisional, sino tan sólo el libre por el motivo del art. 637.2. La utilización en tal
caso de un sobreseimiento provisional abre las puertas al recurso de amparo.
c) La retirada de la acusación
Al igual que en el supuesto anterior, tampoco le es dado al Ministerio Fiscal retirar la acusación
en un juicio oral determinado, aun cuando dicha retirada haya de producir la absolución del
acusado, y ello, por idéntica razón: en nuestro proceso penal, informado por le principio de
legalidad, el Ministerio Fiscal tan sólo puede retirar la acusación cuando la ejecución de la prueba
evidencie la inocencia del acusado.
Este acto de postulación no se encuentra previsto en nuestra LECrim, si bien, con fundamento
en los preceptos sobre la petición de sobreseimiento, en la práctica forense no era inusual que
algunos miembros del Ministerio Fiscal provocaran la finalización anormal del juicio. En este
sentido, el art. 51 LOTJ dio carta de naturaleza a la retirada de la acusación en los juicios con
Jurado.
B) Propios
Son aquellos actos de postulación, en los que, existiendo, de un lado, una acción típica, culpable
y punible, y habiéndose determinado, de otro, su presunto autor, las partes deciden poner fin al
procedimiento por razones de política criminal.
Tales actos de disposición de la pretensión están integrados por el perdón del ofendido y
la conformidad.
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5.- La conformidad.
5.1. Regulación legal
Tradicionalmente la institución de la conformidad venía siendo regulada en el ámbito del
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5.3. Clases
Desde un punto de vista subjetivo la conformidad puede ser total o propia, cuando la totalidad
de los acusados la presten, y parcial o impropia, en el supuesto de que, ante una pluralidad de
acusado, tan sólo alguno de ellos la prestara, en cuyo caso será inválida dicha conformidad,
debiéndose abrir el juicio oral para todos ellos.
Atendiendo al número y naturaleza de las pretensiones, objeto de este allanamiento penal, la
conformidad puede ser absoluta, si se extiende no sólo a la pretensión "penal" sino también a la
"civil", o limitada exclusivamente a la pretensión penal, en cuyo caso el juicio oral se abrirá a los
solos efectos de debatir la pretensión civil.
Desde una perspectiva procedimental cabe distinguir una conformidad al escrito de acusación
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que puede prestarse, bien ante el Juez de Guardia, en el enjuiciamiento rápido, bien ante el Juez
de Instrucción en el procedimiento abreviado, otra al inicio del juicio oral que es la más frecuente
y una tercera sólo ante el Tribunal del Jurado en el escrito de conclusiones definitivas sin que
pueda ser trasladada al proceso común para delitos graves.
Atendiendo al ámbito de disposición de la conformidad, puede distinguirse una conformidad
plena que se proyecta no sólo sobre la petición de pena, sino también sobre los hechos que la
fundamentan, y una conformidad limitada a la aceptación de las peticiones de pena solicitadas
por las partes acusadoras. En el primer caso nos encontramos ante un "allanamiento-confesión" y
en segundo ante un mero "allanamiento".
5.4. Procedimiento
La conformidad puede prestarse por escrito en la contestación de la defensa al también escrito
de la acusación ante el Juez de guardia en los juicios rápidos y en la fase intermedia en los demás
procedimientos.
Si el acusado decidiera hacer uso de su derecho a la conformidad en su escrito de defensa, en
los juicios rápidos puede obtener una rebaja de un tercio de la pena privativa y su suspensión.
En el procedimiento ante el Jurado y en el abreviado se le permite que lo haga articulando un
escrito independiente o en el escrito de acusación que conjuntamente firmen las partes acusadoras
y el acusado junto con el letrado.
El acusado podrá verbalmente en el juicio oral y con anterioridad a la práctica de la prueba,
manifestar su conformidad con el escrito de acusación que contenga pena de mayor gravedad.
5.5. Efectos
Los efectos de la sentencia de conformidad son los propios de cualquier sentencia firme: los de
la cosa juzgada. Si la conformidad fuere absoluta, dichos efectos se extenderán tanto sobre la
parte dispositiva penal como sobre el fallo civil, mientras que si fuere limitada se extenderá
únicamente sobre el fallo penal, debiéndose abrir el juicio oral, como se ha dicho, para el
conocimiento de la pretensión.
Contra las sentencias de estricta conformidad no cabe recurso alguno porque "nadie puede ir
contra sus propios actos"; en cambio, si concurrieran vicios de consentimiento o la pena impuesta
no fuera la procedente, puede la parte gravada, ejercitar contra la sentencia de conformidad los
medios de impugnación pertinentes.
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1ª La de declinatoria de jurisdicción.
2ª La de cosa juzgada.
3ª La de prescripción del delito.
4ª La de amnistía o indulto.
5ª La falta de autorización administrativa para procesar en los casos en que sea necesaria, con
arreglo a la Constitución y a Leyes especiales.
Estas excepciones procesales podrán ser planteadas por cualquiera de las partes personadas,
normalmente, como es lógico, la parte pasiva, en los tres primeros días del plazo para presentar
la calificación de los hechos (art. 667 LECrim); a continuación, la contraparte dispondrá de un
idéntico plazo máximo de tres días, a partir de aquel en que se le hubiere entregado el escrito con
esta excepción procesal, para formular las alegaciones que estime conveniente (art. 669 LECrim);
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transcurridos estos plazos, el Tribunal someterá a prueba los distintos documentos aportados o
con designación del lugar dónde se encuentren, ha de advertirse que en los artículos de previo
pronunciamiento no se admitirá prueba testifical (art. 672 II LECrim); a continuación, se
procederá al señalamiento —por el LAJ— de un día para la celebración de una vista, en la que
podrán informar lo que convenga a su derecho los defensores de las partes si éstas lo pidiesen
(art. 673 LECrim).
En el día siguiente al de la vista, según dispone el art. 674 LECrim, el Tribunal dictará auto
resolviendo sobre las cuestiones propuestas.
En el supuesto de que el artículo de previo pronunciamiento concretamente denunciado fuere
la de cosa juzgada, la prescripción del delito, la amnistía o el indulto y ante la evidencia de que
todas estas excepciones son insubsanables, entonces se sobreseerá libre y, por tanto,
definitivamente el proceso, mandando que se ponga en libertad al procesado o procesados que no
estén presos por otra causa.
Contra el auto resolutorio de la declinatoria y contra el que admita las excepciones de la de cosa
juzgada, la prescripción del delito, la amnistía o el indulto, procede el recurso de apelación. Contra
el que las desestime, no se da recurso alguno salvo el que proceda contra la sentencia (art. 676 III
LECrim); sin perjuicio, de que las partes podrán reproducir en el juicio oral, como medios de
defensa, las cuestiones previas que se hubiesen desestimado, excepto la de declinatoria (art. 678
LECrim).
Finalmente, en el supuesto de que el artículo de previo pronunciamiento concretamente
excepcionado fuere la falta de autorización para procesar, entonces mandará subsanar
inmediatamente este defecto, quedando entre tanto en suspenso la causa, que se continuará según
su estado, una vez concedida la autorización. Contra el auto en que se desestime esta concreta
excepción no se dará recurso alguno (art. 677 LECrim).
2.2. Las cuestiones previas
Las cuestiones previas son las excepciones procesales que se plantean verbalmente al mismo
comienzo del juicio oral en el procedimiento penal abreviado. El referido juicio oral del
procedimiento abreviado, como se verá, comienza con la lectura de los escritos de acusación y de
defensa; inmediatamente después, conforme al orden preestablecido por el art. 786.2 LECrim, y
siempre a instancia de parte, el Juez o Tribunal abrirá un turno de intervenciones para que puedan
las partes exponer lo que estimen oportuno acerca de la competencia del órgano judicial,
vulneración de algún derecho fundamental, existencia de artículos de previo pronunciamiento
(analizados en el epígrafe anterior), causas de la suspensión de juicio oral, nulidad de actuaciones,
así como sobre el contenido y finalidad de la pruebas propuestas o que se propongan para
practicarse en el acto.
De conformidad con la redacción de los arts. 667 y 668 LECrim es evidente que las cuestiones
previas tan solo pueden promoverse a instancia de parte, es decir, de la defensa o el Ministerio
Fiscal.
Naturalmente el procedimiento para la resolución de las cuestiones previas tan sólo podrá
suscitarse en el único proceso que prevé esta posibilidad, esto es, en el común ordinario.
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El Juez o Tribunal resolverá en el mismo acto lo procedente sobre las cuestiones planteadas: si la
decisión es estimatoria de alguna de las cuestiones previas, y estas son insubsanables, se entiende
que el juicio da paso ipso facto, a la conclusión del proceso mediante sentencia absolutoria; si la
decisión es, en otro caso, desestimatoria, el procedimiento penal seguirá su curso. Frente a la
decisión adoptada, en todo caso, no cabrá recurso alguno, sin perjuicio de la pertinente protesta y
de que la cuestión pueda ser reproducida, en su caso, en el recurso frente a la sentencia.
en la prueba.
De ahí que la LECrim imponga, en su art 744, respecto del proceso ordinario, que «abierto el
juicio oral, continuará durante todas las sesiones consecutivas que sean necesarias hasta su con-
clusión»; y en su art. 788.1. I, respecto del abreviado, que «la práctica de la prueba se realizará
concentradamente, en las sesiones consecutivas que sean necesarias».
Por dicho plazo o "tiempo demasiado largo" de suspensión, entiende la jurisprudencia, de
conformidad con lo dispuesto en el art. 788.1. II, el límite máximo de 30 días; sin embargo, en
algunas ocasiones, pueden sobrevenir circunstancias imprevisibles e inevitables que imposibilitan
el normal discurrir del procedimiento. En tales casos, la única opción posible, es su suspensión.
La primera suspensión posible, prevé que «el Presidente del Tribunal podrá suspender la
apertura de las sesiones cuando las partes, por motivos independientes de su voluntad, no tuvieren
preparadas las pruebas ofrecidas en sus respectivos escritos».
La segunda posible suspensión, conforme a una estructura cronológica, es la acontecida en
pleno juicio oral. A ella se refiere el art. 746 LECrim, cuando establece que procederá además la
suspensión del juicio oral en los casos siguientes:
1º Cuando el Tribunal tuviere que resolver durante los debates alguna cuestión incidental que por
cualquier causa fundada no pueda decidirse en el acto.
2º Cuando el Tribunal o alguno de sus individuos tuviere que practicar alguna diligencia fuera del
lugar de las sesiones y no pudiere verificarse en el tiempo intermedio entre una y otra sesión.
3º Cuando no comparezcan los testigos de cargo y de descargo ofrecidos por las partes y el
Tribunal considere necesaria su declaración.
Podrá, sin embargo, el Tribunal acordar en este caso la continuación del juicio y la práctica de las
demás pruebas; y después que se hayan hecho, suspenderlo hasta que comparezcan los testigos
ausentes.
4º Cuando algún individuo del Tribunal o el defensor de cualquiera de las partes enfermare
repentinamente hasta el punto de que no pueda continuar tomando parte en el juicio ni pueda
ser reemplazado el último sin grave inconveniente para la defensa del interesado.
Lo dispuesto respecto a los defensores de las partes se entiende aplicable al Fiscal.
5º Cuando alguno de los procesados enfermare repentinamente hasta el punto de que no pueda
continuar tomando parte en el juicio.
La suspensión no se acordará por esta causa sino después de haber oído a los facultativos
nombrados de oficio para el reconocimiento del enfermo. No se suspenderá, en todo caso, el
juicio por la enfermedad o incomparecencia de alguno de los procesados citados personalmen-
te, siempre que el Tribunal estimare, con audiencia de las partes y haciendo constar en el acta
del juicio las razones de la decisión, que existen elementos suficientes para juzgarles con
independencia.
6º Cuando revelaciones o retractaciones inesperadas produzcan alteraciones sustanciales en los
juicios, haciendo necesarios nuevos elementos de prueba o alguna sumaria instrucción
suplementaria.
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La suspensión de la vista en el proceso ordinario, que se adoptará por medio de auto —contra
el que no cabe recurso alguno— habrá de fijarse, en todo caso, con una previsión del tiempo que
vaya a durar dicha suspensión, si fuere posible, determinarse lo que corresponda para la
continuación del juicio.
Cuando por razón de la sobrevenida enfermedad de cualesquiera de los miembros del Tribunal,
del MF, de los defensores o de las mismas partes, haya de prolongarse indefinidamente la
suspensión del juicio, o por un tiempo demasiado largo, se declarará sin efecto la parte del juicio
celebrada. Lo mismo podrá acordar el Tribunal en el caso de la inesperada aparición de
revelaciones o retractaciones inesperadas, si la preparación de sus elementos de prueba o la
sumaria instrucción suplementaria exigiere algún tiempo. En ambos casos, el LAJ señalará día
para nuevo juicio cuando desaparezca la causa de la suspensión o puedan ser reemplazadas las
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personas reemplazables.
En todos estos casos, el Juez o Presidente siempre que el señalamiento de la reanudación pueda
realizarse al mismo tiempo en que se acuerde la suspensión, así lo hará, teniendo en cuenta las
necesidades de la agenda programada de señalamientos.
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La primera actuación de esta vista, realizada tras las manifestaciones expresadas por las partes
en el abreviado (indicadas en lo relativo a las cuestiones previas), será la pregunta sobre la posible
asunción de los hechos, por parte del acusado y consiguiente propuesta de conformidad, puesto
que, de resultar exitosa, eludirá todo trámite procedimental posterior, poniendo término inmediato
al proceso penal. La conformidad ya ha sido tratada en el tema destinado a los actos de in-
terposición y disposición de la pretensión penal.
Inmediatamente después, y siempre que el juicio deba continuar por falta de conformidad, se
dará lectura a los escritos de calificación y a las listas de peritos y testigos que se hubiesen
presentado oportunamente, haciendo relación de las pruebas propuestas y admitidas. Acto
seguido, se pasará a la práctica de la prueba y al examen de los testigos, empezando por la que
hubiere ofrecido el MF, continuando con la propuesta por los demás actores, y por último con la
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de los procesados. Posteriormente se tratan los distintos actos de prueba y su procedimiento, con
el recordatorio de que tanto sus principios inspiradores —oralidad, inmediación, contradicción,
concentración y publicidad—, como la prueba anticipada y/o preconstituida. Finalmente, resulta
de importancia destacar que un buen número de actos de investigación se transmitan, en un buen
número de casos, en fuentes de prueba, por causas de irrepetibilidad diversas. A todo ello, cabe
sumar, el estudio de la prueba practicada en el momento central del proceso, con algunas de las
especialidades que presenta su procedimiento según se implore y experimente en el proceso
ordinario o en el abreviado.
4.2. Actos de prueba
Esta parte del proceso penal, la prueba, se considera la más importante, pues de ella dependerá
la condena o absolución del acusado
Por actos de prueba cabe entender la actividad de las partes procesales, dirigida a ocasionar
la evidencia necesaria para obtener la convicción del juez o tribunal decisor sobre los hechos
por ellas afirmados, intervenida por el órgano jurisdiccional bajo la vigencia de los principios
de contradicción, igualdad y de las garantías constitucionales tendentes a asegurar su
espontaneidad e introducida en el juicio oral a través de medios lícitos de prueba.
La actividad probatoria incumbe a los sujetos procesales y de entre ellos, fundamentalmente a
las partes. Como consecuencia de la vigencia del principio de aportación.
En el proceso penal el tribunal está obligado a descubrir la "verdad" histórica o material y no
necesariamente coincidente. Por esa razón, la LECrim establece una serie de correcciones al
principio de aportación en beneficio de su modelo dialéctico, el de investigación. Las partes no
son dueñas de la apertura del procedimiento a prueba.
Aún cuando nuestro sistema procesal penal está presidido por el principio de libre valoración
de la prueba, lo cierto es que, en nuestro escenario procesal penal, existen un buen número de
límites que van iluminando el trayecto del Juez: el derecho fundamental a la presunción de
inocencia, el principio in dubio pro reo y todas la normativa jurídica que disciplina el
procedimiento probatorio.
A continuación se trata de la entrada, a la vista oral, de las distintas pruebas, los principios
inspiradores de su valoración, en el momento más álgido el proceso penal: aquél en el que se trata
de lograr la convicción judicial sobre la culpabilidad o el mantenimiento de la presunción de
inocencia.
A) Concepto, fundamento y fines
Los actos de prueba son los realizados por las partes, sea de propia iniciativa, sea por indicación
del Juez, para demostrar, ante el Juez, la única realidad de los hechos, por cuánto el Juez se
limitará a aplicar, a continuación, a esos hechos —ciertos, en tanto que empíricamente
demostrados— el Derecho.
El proceso penal, sin embargo, prácticamente nunca presenta una contradicción
exclusivamente jurídica, puesto que, incluso en los supuestos en que el investigado o acusado
admita los hechos (la denominada conformidad), existe una auténtica obligación judicial de
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A las partes incumbe determinar el thema probandi mediante la afirmación de los hechos
constitutivos, de un lado, o impeditivos, extintivos o excluyentes, de otro, de la pretensión penal,
afirmaciones que han de efectuar en los escritos de calificación provisional o de acusación y que
han de recaer sobre hechos que han de haber sido introducidos de algún modo en la fase
instructora.
Una máxima del proceso penal moderno es la siguiente: la inocencia no se prueba (la inocencia
se presume); sólo se prueba la culpabilidad.
Así, las distintas partes acusadoras —pública, popular, particular o privada— habrán de probar
los hechos constitutivos de sus respectivas pretensiones, que serán los integrados en los
escritos de calificación del proceso ordinario y de acusación en el abreviado. Por su parte
—y dado que, insistimos, la inocencia se presume, no se prueba—; la parte acusada habrá
de conformarse con probar los hechos incorporados a sus escritos de defensa que
incorporen, en su caso, atenuantes o eximentes, así como —a lo sumo— los que vengan a
extorsionar —de cualquier forma: con hechos impeditivos, extintivos o excluyentes— la
tesis acusadora.
La correlación entre el tema de la prueba y la actividad probatoria se salvaguarda con los
motivos de casación por quebrantamiento de forma de los números 1, 3 y 4 del art.850.
Si el tema de la prueba nos indica el objeto de la misma, las normas de la carga de la prueba nos
establecen a cuál de las partes, si a la acusación o a la defensa, le corresponde realizar la
actividad de la prueba sobre tales hechos controvertidos o cuál de ellas ha de soportar los efectos
desfavorables de la sentencia en el supuesto de que alguno de los citados hechos no resultara
suficientemente probado en el juicio.
El derecho a la presunción de inocencia —ampliamente estudiado por nuestros más altos
Tribunales: TS y TC— impone, precisamente, que la condena dependerá, siempre y en todo caso,
de la previa existencia de una «mínima —pero suficiente— actividad probatoria» que permita
acreditar, sin ningún género de dudas, la culpabilidad del delincuente: en ausencia de esta
proactiva y exitosa actividad probatoria, la inocencia se impone. A esta razonable duda probatoria,
se refiere la doctrina y la jurisprudencia, desde tiempo inmemorial, con la expresión latina in
dubio, pro reo —en caso de duda, el Juez ha de fallar en favor del acusado—, erigiéndose en un
auténtico principio del proceso penal, que viene a complementar la presunción de inocencia.
La vigencia, pues, de esta última garantía constitucional ha de producir, en primer lugar,
un traslado de la carga de la prueba sobre las partes acusadoras, que han de acreditar en el
juicio oral sus hechos constitutivos, sin que se le pueda obligar nunca a la defensa a una probatio
diabólica de los hechos negativos.
En segundo lugar, dicha actividad probatoria de las partes acusadoras ha de
ser suficiente para desvirtuar la presunción de inocencia.
Finalmente, y en el supuesto de que se infringiera la anterior doctrina legal, podrá obtenerse,
por la vía de los recursos y, en última instancia, a través del amparo constitucional, el
restablecimiento de la presunción de inocencia.
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Una vez realizada la actividad probatoria, debe, tal como se ha reiterado, el tribunal apreciar
"según su conciencia" las pruebas practicadas en el juicio oral.
Y volviendo a la carga de la prueba, que corresponde, como se ha dicho, a quién sustenta,
positivamente, su pretensión —inculpatoria o exculpatoria— en hechos penalmente relevantes,
acontecidos en el pasado, y verificables en esta fase de enjuiciamiento; ha de advertirse que dicha
actividad, en el proceso penal —a diferencia del civil— también puede ser impulsada de oficio,
cuando el Tribunal estime, a la vista de las pruebas presentadas por las partes, que la práctica de
algún mecanismo probatorio —que, por la razón que sea, no ha sido implorada por las partes—
contribuiría, con mucho, a clarificar la realidad de lo acontecido. Así lo viene a establecer, con
toda contundencia, la LECrim, en su art. 729 cuando faculta al Tribunal, en su apartado segundo,
para arbitrar la prueba que considere necesaria para la comprobación de cualquiera de los hechos
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que hayan sido objeto de los escritos de calificación. La prueba sugerida por el Juez versará, en
todo caso, sobre los hechos alegados por las partes en sus respectivos escritos de acusación y
defensa —nunca sobre otros distintos a estos—, por tanto esta facultad probatoria, cuando se
ensaya ex oficio no conlleva modificación alguna del objeto procesal penal; la prueba, sugerida
de oficio, se practicará, en todo caso, por las partes, de forma contradictoria, en el marco de un
debate dialéctico, dónde dichas partes podrán replicar, aducir y manifestar, sobre la marcha, con
toda la fuerza de unos argumentos contrarios, cuánto pueda suponer un ataque a la autenticidad
de los hechos por ella manifestados.
Finalmente, respecto a la valoración de la prueba, ha de versar, en primer lugar, sobre
el resultado probatorio practicado en el juicio oral; en segundo lugar, tampoco puede basar su
sentencia en la prueba obtenida ilícitamente o con violación de las garantías constitucionales;
finalmente la valoración de la prueba se ha de realizar con arreglo a las normas de la lógica,
máximas de la experiencia o de la "sana crítica", lo que conlleva la obligación de razonar el
resultado probatorio en la "declaración de hechos probados".
El tribunal de instancia es, pues, con las anteriores limitaciones, soberano en la apreciación
de la prueba, sin que pueda el Tribunal Supremo, ni el Tribunal Constitucional sustituirlo en la
función de valoración de la prueba, la cual, como exigencia del principio de inmediación ha de
corresponder exclusivamente a quien ha presenciado la actividad probatoria, esto es, al tribunal
sentenciador.
C) Medios de prueba y procedimiento probatorio
Los medios de prueba son los mecanismos, instrumentos o fórmulas, legalmente establecidos,
para trasladar, de forma lícita, una valiosa información al Juzgador: la única realidad de lo
acontecido. Los medios de prueba típicos del proceso penal no difieren mucho de los establecidos
en el art. 299 de la LEC para el proceso civil y resulta de máximo interés recordar, en este
momento, la supletoriedad de esta LEC para todo aquello que no estuviere previsto en el proceso
penal; de forma especialmente intensa en materia probatoria. Estos medios de prueba, del proceso
penal, son los siguientes: declaración del acusado, declaración testifical (dentro de la que se
incorpora la declaración de la víctima), informe pericial, documentos —públicos y privados—,
medios de reproducción de la imagen y el sonido e inspección ocular.
Las pruebas de cada parte se practicarán según el orden con que hayan sido propuestas en el
escrito correspondiente. Los testigos serán examinados también por el orden con que figuren sus
nombres en las listas. Sin embargo, el Presidente podrá alterar este orden a instancia de parte y
de oficio, cuando así lo considere conveniente para el mayor esclarecimiento de los hechos o para
el más seguro descubrimiento de la verdad (art. 701 LECrim).
El procedimiento probatorio consta de tres fases claramente diferenciadas: la de proposición,
la de admisión y la de ejecución de la prueba.
La fase de proposición sucede con la redacción de los escritos de calificación provisional o de
acusación y defensa en los que cada una de las partes, sin tener que solicitar la apertura del
procedimiento a prueba, reflejan los medios de prueba, cuya práctica en el juicio oral se
pretende, adjuntarán las listas de testigos y peritos con determinación de su domicilio e indicarán
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si deben ser citados por el juez o tribunal o si, por el contrario, la parte proponente se encargará
de su comparecencia en el juicio, así como habrán de solicitar del juez o tribunal la práctica de
los mandamientos o actos de auxilio judicial que se estimen necesarios.
La fase de admisión se inicia con la recepción de los escritos de calificación por el Magistrado
Ponente o por el Juez de lo Penal y finaliza con la admisión o denegación de los distintos medios
de prueba propuestos. En el procedimiento ante el Jurado dicha función corresponde al
Magistrado-Presidente en el "Auto de hechos justiciables" o en la resolución de las alegaciones
previas al inicio de las sesiones del juicio oral.
La admisión de los distintos medios de prueba queda condicionada a que el órgano de
enjuiciamiento los repute pertinentes y necesarios.
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La improcedente repulsión de un medio de prueba puede reiterarse al inicio de las sesiones del
juicio oral o constituir motivo de impugnación, para lo cual, si se pretendiera la interposición
del recurso de casación o de apelación ante el Tribunal Superior de Justicia en el procedimiento
ante el Jurado habrá de prepararse mediante la oportuna "protesta".
La indebida denegación de un determinado medio probatorio conlleva la vulneración del
derecho fundamental a un proceso con todas las garantías, por lo que la fundamentación del
recurso de casación puede efectuarse, tanto por el motivo contemplado en el art. 850.2, como
por el previsto en el art. 850.1.
En los juicios rápidos el Juez de Guardia asume la tarea de efectuar las citaciones necesarias
para la práctica de la prueba propuesta por las partes acusadoras antes de que el Juez de lo
Penal se pronuncie sobre la admisibilidad de la prueba.
La fase de ejecución o práctica de la prueba ha de efectuarse en el juicio oral.
a) Declaración del acusado
Una vez abierto el juicio oral, el Presidente le formulará al acusado, quien declarará, al igual
que todos los intervinientes, de pie, las "preguntas generales de la Ley"; a continuación y, si el
delito tuviera una pena inferior a 6 años de privación de libertad, el Presidente le preguntará al
acusado si se conforma con la más alta pena de las solicitadas por las acusaciones, y ello
provocará una sentencia inmediata (art. 655 LECrim).
Si el acusado no se conformara o si no fuera procedente la conformidad, se pasará a prestarle
interrogatorio, aunque el acusado puede ejercitar su derecho fundamental al silencio.
El interrogatorio habrá de versar, en todo caso, sobre los concretos hechos constitutivos de las
respectivas pretensiones acusadora y defensiva —escritos de acusación y defensa—
La LECrim, curiosamente, no regula esta declaración, pero ha de recordarse que su filosofía se
sostiene en tres pilares esenciales, erigidos en auténticos derechos fundamentales de este mismo
acusado: el derecho a guardar silencio, el derecho a no declarar contra sí mismo y, por supuesto,
el derecho a no confesarse culpable.
Conviene advertir que los acusados se rigen por un régimen especial, bien distinto al de los
testigos: de ahí que estos acusados no se vean en la «obligación de decir la verdad» impuesta,
invariablemente, a los testigos. En su lógica consecuencia, el valor probatorio que deba conferirse
a los mismos, ha de ser relativizado.
El interrogatorio lo efectúan las partes,(el Ministerio Fiscal, después los acusadores
particulares y, finalmente a la defensa del acusado y la del responsable civil a fin de que
interroguen al acusado).Pero al Presidente le asisten plenas facultades para rechazar preguntas
capciosas o sugestivas, cuidando siempre de no coartar el derecho de defensa. Asimismo ejercita
la policía de vistas, de tal manera que, si el acusado alterara el orden público, puede ordenar
que se ausente por un cierto tiempo o incluso durante todas las sesiones del juicio oral.
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b) Prueba testifical
Por prueba testifical ha de entenderse la declaración de conocimiento efectuada por personas
físicas que, sin participar en él, conocen de la comisión del hecho punible, bien directamente o
por referencias.
También las declaraciones de la víctima o perjudicado tienen valor de prueba testifical y son
hábiles, por sí solas, para desvirtuar la presunción constitucional de inocencia, si bien cuando
se erijan en la única prueba de cargo, deberá el tribunal efectuar una cuidada valoración de su
credibilidad, en relación con todos los factores subjetivos y objetivos que concurran en la causa.
Los testigos podrán ser directos o indirectos (también denominados «de referencia»). La
declaración del testigo indirecto tan sólo cobrará protagonismo, como es lógico, ante la
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prestada en el plenario por este mismo testigo cuando pudiera reproducirse, siempre que entre una
y otra existan contradicciones, al advertir que «cuando la declaración del testigo en el juicio oral
no sea conforme en lo sustancial con la prestada en el sumario, podrá pedirse la lectura de ésta
por cualquiera de las partes. Después de leída, el presidente invitará al testigo a que explique la
diferencia o contradicción que entre sus declaraciones se observe».
La prueba testifical, como todas las del proceso penal, está sometida al principio de libre
valoración.
c) Prueba pericial
La prueba pericial —también denominada «informe pericial»— es la prestada, en el juicio
oral, ante el Juez del enjuiciamiento, como complemento del estudio encomendado a un
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especialista o experto, por razón de sus cualificados conocimientos científicos, artísticos, técnicos
o prácticos sobre algún extremo íntimamente relacionado con los hechos delictivos y sujetos
pasivos del proceso penal. La prueba pericial se ha convertido, gracias a los grandes avances
científicos y tecnológicos, sin lugar a dudas, en la prueba reina del proceso penal.
La prueba pericial ha de proponerse, como todos los medios de prueba en los escritos de
calificación provisional, al que se adjuntará la lista de peritos con sus datos de identificación y
si han de ser citados por el tribunal o la parte se encarga de hacerlos concurrir.
En el procedimiento abreviado, la prueba pericial proveniente de instituciones acreditadas
cobra tal fuerza que se introduce al proceso como una prueba documental, sin necesidad de que
acuda el perito a ratificar, explicar o ampliar información sobre esa concreta pericia. Así lo
acredita el art. 788.2. II LECrim, cuando establece lo siguiente: «En el ámbito de este pro-
cedimiento, tendrán carácter de prueba documental los informes emitidos por laboratorios
oficiales sobre la naturaleza, cantidad y pureza de sustancias estupefacientes cuando en ellos
conste que se han realizado siguiendo los protocolos científicos aprobados por las
correspondientes normas».
El informe pericial siempre será dual en el proceso ordinario, esto es, prestado por un mínimo
de dos peritos en el juicio oral; mientras que el abreviado podrá ser unívoco, es decir, prestado
por un solo perito. En todo caso los peritos habrán de desempeñar su función con plena imparcia-
lidad, pudiendo —como es lógico— ser recusados por las partes cuando sospechen que, en su
persona, pueda concurrir alguna de las tres cualidades expresamente previstas en el art. 468
LECrim: primera, parentesco de consanguinidad o de afinidad dentro del cuarto grado con el
querellante o con el reo; segunda, interés directo o indirecto en la causa o en otra semejante; y
tercera, amistad íntima o enemistad manifiesta con cualquiera de ellos.
La declaración pericial habrá de ser prestada en unidad de acto y con presencia entre los
peritos. Así lo establece la LECrim, en su art. 724, cuando dispone que «los peritos que no hayan
sido recusados serán examinados juntos cuando deban declarar sobre unos mismos hechos, y
contestarán a las preguntas y repreguntas que las partes les dirijan».
Finalmente, y antes de pasar a exponer, la prueba documental y de inspección ocular, conviene
recordar algo muy relevante, especialmente en estos tiempos de post-pandemia, y es que la
LECrim autoriza, y lo hace para todas las declaraciones personales —investigado/s, perito/s y
testigo/s—, que la celebración de estas pruebas pueda efectuarse por medio de videoconferencia.
Así, el art. 731 bis establece que «el Tribunal, de oficio o a instancia de parte, por razones de
utilidad, seguridad o de orden público, así como en aquellos supuestos en que la comparecencia
de quien haya de intervenir en cualquier tipo de procedimiento penal como investigado, testigo,
perito, o en otra condición resulte gravosa o perjudicial, y, especialmente, cuando se trate de un
menor, podrá acordar que su actuación se realice a través de videoconferencia u otro sistema
similar que permita la comunicación bidireccional y simultánea de la imagen y el sonido».
d) Prueba documental
La prueba documental es la contenida, como su nombre indica, en documentos; pudiendo estos
documentos ser tanto físicos, como electrónicos; tanto escritos (con letras u otros símbolos), como
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gráficos (planos, mapas, fotos, croquis); y por último, tanto visuales como auditivos (provenientes
de grabaciones de la imagen y el sonido por cualquier medio tecnológico). La prueba documental,
considerada la «prueba reina» en el proceso civil, pierde, sin embargo, esta crucial relevancia en
el proceso penal, dónde dicha consideración ha de desplazarse a la pericial; tanto es así que la
LECrim, dedica un único precepto a esta modalidad probatoria, el 726: «El Tribunal examinará
por sí mismo los libros, documentos, papeles y demás piezas de convicción que puedan contribuir
al esclarecimiento de los hechos o a la más segura investigación de la verdad».
Dentro de la prueba documental penal puede distinguirse, como es lógico, la documental
pública —intervenida por fedatarios públicos— de la documental privada —elaborada por
particulares—; si bien, la primera de estas pruebas —la documental pública— carece, en el
proceso penal, del cualificado valor probatorio que ostenta en el proceso civil, dónde causa
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es lógico, la declaración sería anulada y también toda la información que, de dicho nulo
interrogatorio, hubiere podido, en otro caso, ilustrar al Juzgador y a las partes personadas.
En un tercer momento procesal, y presupuesta la validez de la prueba preparada y practicada
conforme a la legalidad, tanto ordinaria como constitucional, habrá de garantizarse, a su vez, su
debida conservación: a esta garantía de «mismidad» —con este concepto denomina la
Jurisprudencia el aseguramiento o garantía de que la prueba practicada anticipadamente es la
misma (exactamente la misma) que la mostrada ante el Juez del enjuiciamiento— nos solemos
referir con la elocuente expresión «cadena de custodia» y viene a significar, sencillamente, que la
prueba practicada ha sido preservada —y no manipulada— con toda diligencia. Supongamos,
pues, que una interceptación de un equipo informático o dispositivo electrónico, con valiosa
información, ha sido objeto —tras su registro— de ulteriores actuaciones que modificaron el
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único código de acceso con que, de forma autorizada, se afrontó la primera investigación: como
es lógico, la ruptura de la cadena de custodia comportaría, en este caso, la nulidad de esta prueba
y también la de toda la información de ella derivada.
Finalmente, y presupuesta la validez de todas y cada una de las anteriores fases —autorización,
prueba, conservación—, también habrá de garantizarse su correcta incorporación al proceso.
Supongamos, pues, en último lugar, que el testigo en peligro de muerte —que prestó declaración
anticipada en la fase de instrucción— no hubiere, por suerte, fallecido, pero la parte favorecida
por esta declaración pretende introducirla como exclusiva prueba anticipada y sin ofrecer al
Juzgador la valiosa información del mantenimiento con vida de dicho testigo para su llamamiento.
En tal caso, y una vez detectada la anomalía, el Juzgador, como es lógico, decretará la nulidad de
la prueba personal anticipada como consecuencia de su incorrecta introducción al proceso, pues
resulta claro, en los casos en que pueda reproducirse este tipo de prueba, que habrá de volver a
celebrarse, bajo sanción, en otro caso, de nulidad.
La gravedad de la sanción impuesta —nulidad absoluta o radical— a la actividad probatoria
prohibida es un motivo suficiente para aconsejar, a los distintos protagonistas implicados en el
proceso penal —MF, acusador/es y acusado/s—, que extremen su diligencia, vigilancia, cuidado
y «buena praxis» en este delicado —y crucial— período procesal.
4.3. Calificaciones definitivas.
Una vez terminada el relevante período probatorio, y dentro de la misma vista, el Tribunal hará,
de nuevo, partícipes de la vista a todas las partes personadas, por el orden habitual (MF, acusación
y defensa), para que procedan, a la vista del resultado probatorio, a mantener y en tal supuesto,
ratificar las calificaciones provisionales; o, en otro caso, a alterarlas con las modificaciones que
estimen oportunas. A esta posibilidad, otorgada a las partes, de modular las calificaciones
provisionales, tras la práctica de la prueba, antes de presentarlas, ante el Tribunal, como
definitivas se refiere la LECrim, en sus arts. 732 y 788.3: «Terminada la práctica de la prueba,
el Juez o Presidente del Tribunal requerirá a la acusación y a la defensa para que manifiesten si
ratifican o modifican las conclusiones de los escritos inicialmente presentados y para que
expongan oralmente cuanto estimen procedente sobre la valoración de la prueba y la calificación
jurídica de los hechos. El requerimiento podrá extenderse a solicitar del Ministerio Fiscal y de
los Letrados un mayor esclarecimiento de hechos concretos de la prueba y la valoración jurídica
de los hechos, sometiéndoles a debate una o varias preguntas sobre puntos determinados».
El mantenimiento o alteración de estas calificaciones tiene una relevancia crucial para el
resultado del proceso, por cuánto la versión final de dichas calificaciones, en la acusación
definitiva, es la que determinará el objeto del proceso penal y; de forma coherente con dicha
última fijación objetiva, todos y cada uno de los límites de la sentencia penal. La LECrim, resulta
muy esclarecedora cuando, en su art. 789.3 establece que «la sentencia no podrá imponer pena
más grave de la solicitada por las acusaciones, ni condenar por delito distinto cuando éste
conlleve una diversidad de bien jurídico protegido o mutación sustancial del hecho enjuiciado».
De la más exacta manifestación de las calificaciones definitivas, dependerán nada menos que
los tres extremos siguientes: primero, los hechos empíricos o históricos con relevancia punitiva
susceptibles de condena —y nunca otros—; segundo, la calificación penal de todos y cada uno de
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esos hechos —y tampoco otra, salvo que respete la homogeneidad del bien jurídico protegido, y
tercero, en consonancia con las dos anteriores, la concreta petición de condena.
La incidencia de esta calificación última sobre el potencial resultado final del proceso penal
puede, incluso, transformarlo en otro bien distinto al originariamente previsto, provocando,
incluso, un cambio de procedimiento y hasta de competencia; dice el apartado tercero de su art.
788: «cuando todas las acusaciones califiquen los hechos como delitos castigados con pena que
exceda de la competencia del Juez de lo Penal, se declarará éste incompetente para juzgar, dará
por terminado el juicio y el Letrado de la Administración de Justicia remitirá las actuaciones a
la Audiencia competente. Fuera del supuesto anterior, el Juez de lo Penal resolverá lo que estime
pertinente acerca de la continuación o finalización del juicio, pero en ningún caso podrá imponer
una pena superior a la correspondiente a su competencia».
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Las manifestaciones del derecho de defensa habrían caído en el más profundo vacío si no se
arbitra un plazo razonable para que el acusado pueda hacer frente a la pretensión condenatoria
cuando entre la primera calificación —provisional— de los hechos y la última calificación —
definitiva— de estos mismos hechos puedan apreciarse variaciones esenciales que comporten una
considerable mutación, al alza, de la petición de condena.
La LECrim prevé, en su art. 788.4, esta imperiosa necesidad de aplazamiento, para favorecer
la oportunidad de la defensa, al establecer lo siguiente: «cuando, en sus conclusiones definitivas,
la acusación cambie la tipificación penal de los hechos o se aprecien un mayor grado de
participación o de ejecución o circunstancias de agravación de la pena, el Juez o Tribunal podrá
considerar un aplazamiento de la sesión, hasta el límite de diez días, a petición de la defensa, a
fin de que ésta pueda preparar adecuadamente sus alegaciones y, en su caso, aportar los
elementos probatorios y de descargo que estime convenientes. Tras la práctica de una nueva
prueba que pueda solicitar la defensa, las partes acusadoras podrán, a su vez, modificar sus
conclusiones definitivas».
Las conclusiones definitivas, finalmente, se plantearán por escrito —o bien oralmente con
incorporación a un registro tras la captación electrónica de la imagen y del sonido— y entregarán
al Presidente del Tribunal. La formulación de estas conclusiones podrá ser, por así autorizarlo de
forma expresa la LECrim, en su art. 732, de forma única o alternativa: el acusador podrá, pues,
elegir la estrategia que mejor se adecúe al concreto proceso, bien la petición de una única condena;
bien la petición solapada o subsidiaria de peticiones, para que el Juez elija —en la solicitud
yuxtapuesta— la que prefiera; o para que seleccione —por el orden establecido en la subsidiaria—
la segunda o sucesivas, una vez descartada la primera o, en su caso, las seguidas.
4.4. Planteamiento de la tesis.
Una vez presentadas las calificaciones definitivas y con antelación, en todo caso, a los
informes finales, el Tribunal podrá hacer uso de su facultad de sugerencia de la denominada
«Tesis», consistente en proponer, a las distintas partes acusadoras, un cambio en las calificaciones
cuando estime —en uso de su profundo conocimiento del Derecho: iura novit curia— que los
hechos no se encuentran correctamente calificados.
El principio acusatorio, sobre el que se asienta nuestro vigente proceso penal, impide que el
Juzgador pueda asumir una función tan típicamente acusadora, como la de sostener e, incluso,
modular las calificaciones definitivas que conforman la pretensión punitiva del proceso penal,
pues ello comportaría una fusión y confusión de roles —acusador y juzgador— inadmisible en
un moderno y avanzado Estado de Derecho como el nuestro.
De ahí que la LECrim, ante la evidencia de la injusticia supuesta por la potencial proliferación
de absoluciones provocadas por una negligente calificación final en las pretensiones de condena
de nuestros procesos penales —piénsese que, por muy evidente que sea para el Juzgador, la
culpabilidad de un determinado delincuente en el marco de un proceso concreto; no podrá
condenarlo por un hecho delictivo que no hubiere sido correctamente integrado y calificado en la
pretensión acusadora—, cree una auténtica «ficción jurídica»: el planteamiento de la Tesis. El
Juzgador, consciente de la imposibilidad de condenar un hecho delictivo conforme a la
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calificación propuesta —por la parte acusadora—, invita, a esta misma parte, a sustituir esa
errónea calificación por otra —que él estima, y así se lo hace ver— correcta o adecuada, como
antesala de la inmediata condena por la calificación —precisamente— sugerida, planteada o, en
definitiva, propuesta.
El planteamiento de la Tesis para el proceso ordinario se encuentra, pues, regulado en el art.
733 de la LECrim, del siguiente modo: Si juzgando por el resultado de las pruebas entendiere el
Tribunal que el hecho justiciable ha sido calificado con manifiesto error, podrá el Presidente
emplear la siguiente fórmula:
«Sin que sea visto prejuzgar el fallo definitivo sobre las conclusiones de la acusación y la
defensa, el Tribunal desea que el Fiscal y los defensores del procesado (o los defensores de las
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partes cuando fueren varias) le ilustren acerca de si el hecho justiciable constituye el delito de…
o si existe la circunstancia eximente de responsabilidad a que se refiere el número … del artículo
… del Código Penal».
Esta facultad excepcional, de que el Tribunal usará con moderación, no se extiende a las causas
por delitos que sólo pueden perseguirse a instancia de parte, ni tampoco es aplicable a los errores
que hayan podido cometerse en los escritos de calificación, así respecto a la apreciación de las
circunstancias atenuantes y agravantes como en cuanto a la participación de cada uno de los
procesados en la ejecución del delito público que sea materia del juicio. En todo caso, si el Fiscal
o cualquiera de los defensores de las partes indicaren que no están suficientemente preparados
para discutir la cuestión propuesta por el Presidente, se suspenderá la sesión hasta el siguiente día.
El planteamiento de la Tesis para el procedimiento abreviado se encuentra regulado en el art.
788.3.II de la LECrim de una forma mucha menos explícita: «El requerimiento —referido a la
acusación y a la defensa para que manifiesten si ratifican o modifican las conclusiones de los
escritos inicialmente presentados— podrá extenderse a solicitar del Ministerio Fiscal y de los
Letrados un mayor esclarecimiento de hechos concretos de la prueba y la valoración jurídica de
los hechos, sometiéndoles a debate una o varias preguntas sobre puntos determinados».
Naturalmente, el éxito de esta propuesta dependerá de que la parte acusadora asuma, en sus
exactos términos, el planteamiento de la Tesis judicial; en otro caso, el Juzgador no podrá
condenar por una calificación distinta —y más grave— que la propuesta por la parte acusadora,
puesto que ello conllevaría un atentado a la congruencia penal.
4.5. Actos de conclusión.
Una vez presentadas las calificaciones definitivas y, en su caso, planteada la Tesis entonces
procederá que los distintos protagonistas del proceso penal presenten sus informes finales y hagan
uso del derecho a la palabra por última vez, antes de que el caso quede «visto para sentencia». El
orden legalmente establecido, y por cuyo respeto velará el Juzgador, es el mismo de siempre:
primero, el Fiscal; después, la acusación penal; a continuación, la acusación civil; acto seguido,
la defensa penal; y por último, la defensa civil.
Los informes de los defensores de las partes se acomodarán a las conclusiones que
definitivamente hayan formulado, y, en su caso, a la propuesta por el Presidente del Tribunal con
arreglo al planteamiento de la Tesis.
Una vez terminadas las intervenciones de la acusación y la defensa, el Presidente preguntará a
los procesados si tienen algo que manifestar al Tribunal. Al que conteste afirmativamente le será
concedida, en todo caso, la palabra. Después de hablar los defensores de las partes y los
procesados, en su caso, el Presidente declarará concluso el juicio para sentencia (art. 740
LECrim).
Aunque pueda pasar desapercibido, merece el relevante derecho fundamental del acusado a la
última palabra, que habrá de observarse, con toda amplitud y ceremoniosidad, pues su infracción
abre las puertas del mismo amparo ante el TC: téngase en cuenta que esta es la última vez que el
acusado tendrá la oportunidad de hacerse oír, después de la práctica de la prueba, por el propio
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Tribunal que fallará, a continuación, su condena o absolución. La relevancia de este acto para la
defensa es tan nítida que no precisa mayor explicación.
5.- Registro y documentación del juicio.
El desarrollo de las sesiones del juicio oral se registrará, finalmente, en soporte apto para la
grabación y reproducción del sonido y de la imagen. El LAJ deberá custodiar el documento
electrónico que sirva de soporte a la grabación. Las partes podrán pedir, a su costa, copia de las
grabaciones originales.
Cuando el Juzgado o Tribunal carezca de medios tecnológicos entonces, como es lógico, el
referido desarrollo de las sesiones del juicio oral no podrá registrarse en el referido soporte apto
para la grabación y reproducción del sonido y de la imagen. En tal caso, el LAJ habrá de consignar
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en un acta, al menos, los siguientes datos: número y clase de procedimiento; lugar y fecha de
celebración; tiempo de duración, asistentes al acto; peticiones y propuestas de las partes; en caso
de proposición de pruebas, declaración de pertinencia y orden en la práctica de las mismas;
resoluciones que adopte el Juez o Tribunal; así como las circunstancias e incidencias que no
pudieran constar en aquel soporte.
Ahora bien, cuando se cuente con los medios tecnológicos necesarios el LAJ garantizará la
autenticidad e integridad de lo grabado o reproducido mediante la utilización de la firma
electrónica reconocida u otro sistema de seguridad que conforme a la ley ofrezca tales garantías.
Cuando los medios de registro previstos no se pudiesen utilizar por cualquier causa —por
ejemplo, porque, de forma imprevisible, hubieren fallado—; entonces, habrá de retomarse el
sistema tradicional y el LAJ extenderá acta de cada sesión, recogiendo en ella, con la extensión y
detalle necesarios, el contenido esencial de la prueba practicada, las incidencias y reclamaciones
producidas y las resoluciones adoptadas.
El acta prevista en estos supuestos en que no se pudieren utilizar los medios tecnológicos, se
extenderá por procedimientos informáticos, sin que pueda ser manuscrita más que en las
ocasiones en que la sala en que se esté celebrando la actuación carezca de medios informáticos.
En estos casos, al terminar la sesión el LAJ leerá el acta, haciendo en ella, de estimarlas pro-
cedentes, las rectificaciones que las partes reclamen. El acta física se firmará por el Presidente y
miembros del Tribunal, por el Fiscal y por los defensores de las partes.
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I. Sentencia
La conclusión de la fase de enjuiciamiento conduce al Juez o Tribunal del proceso penal,
inexorablemente, a dictar sentencia: el proceso ya no puede tener otro desenlace distinto a este.
Y ello por dos motivos: primero, está prohibido el denominado non liquet, lo que se traduce en
que el Juez o Tribunal no tiene permitido omitir el enjuiciamiento, tras el procedimiento, sino que
habrá de conocer del fondo del asunto; y segundo, de forma especialmente intensa en el proceso
penal, porque llegado este momento —la finalización de la fase de juicio oral— resulta ya
imposible que se ponga término al proceso, en esta Jurisdicción, mediante una resolución que deje
imprejuzgado el fondo del asunto, de suerte que el Juez o Tribunal habrá de dictar, en todo caso,
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Del examen del fallo las sentencias son susceptibles de ser clasificadas con arreglo a distintos
criterios: a la satisfacción de las pretensiones, atendiendo a la naturaleza del objeto procesal y
a los efectos positivos y negativos de la cosa juzgada.
Dicho de otro modo, las sentencias penales podrán clasificarse, con arreglo a tres criterios:
primero, el sentido —estimatorio o desestimatorio de la pretensión acusadora—; segundo, el
grado de la Jurisdicción en que se encuentren en cada concreto momento procesal; y tercero, el
alcance provisional o definitivo de los efectos que cabe extrapolar siempre era omnes, de su
contenido intrínseco.
Atendiendo a la respuesta que la sentencia efectúa de la pretensión, las sentencias pueden
clasificarse en inadmisorias y de fondo. Las inadmisorias dejan imprejuzgado el objeto procesal,
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declarativas de la inocencia, que se puso en cuestión, con desigual intensidad, a lo largo de todo
el proceso penal. Esta diferenciación ha de incorporarse a la primera de las realizadas en nuestra
clasificación, sin que resulte merecedora de otra nueva puesto que aquella clasificación absorbe
o engloba esta disquisición: así, como se ha dicho, las sentencias favorables o estimatorias son
siempre mixtas: primero, declarativas, pues declaran la efectiva comisión del hecho delictivo, con
efectos ex tunc, esto es, retroactivos al tiempo en que se cometió, con independencia, claro está,
del otro tiempo en que su autor deba comenzar a cumplir condena; y a renglón seguido, de
condena, pues fijan un castigo que el condenado habrá de cumplir en sus justos términos. Las
sentencias desestimatorias o desfavorables, ya se ha advertido, son siempre declarativas, pues
pretenden devolver al sujeto pasivo del proceso penal la libertad amenazada durante todo el
proceso; así como el honor lesionado desde el primer instante en que comenzó la investigación;
lesión que ni el relevante «derecho a la presunción de inocencia» habría podido neutralizar,
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o profesión, y, en su defecto, todas las demás circunstancias con que hubieren figurado en la
causa, y además el nombre y apellido del Magistrado ponente».
b) Segunda parte de la sentencia penal: Antecedentes de hecho y hechos probados
Las sentencias penales habrán de consignar, a continuación, de acuerdo con el art. 142.2
LECrim, «en resultandos numerados, los hechos que estuvieren enlazados con las cuestiones que
hayan de resolverse en el fallo, haciendo declaración expresa y terminante de los que se estimen
probados». Esta parte de la sentencia penal, a pesar de su apariencia de neutralidad, es
probablemente la más relevante, en la práctica, después, claro está, del fallo o parte dispositiva.
Y es que aunque tan sólo sea posible articular un recurso, frente a ese fallo o parte dispositiva de
la sentencia —nunca contra esta parte de «antecedentes de hecho y hechos probados»— lo cierto
es que la principal desavenencia de la parte agraviada por la sentencia no se referirá, por lo
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general, a una incorrecta aplicación del Derecho, sino a una injustificada creencia en la certeza de
un hecho que, bajo el punto de vista de la persona desfavorecida por la sentencia, no ha sido
suficientemente probado. De ahí la gran importancia de este apartado de la sentencia en que el
Juez ha de escindir, de forma indisoluble, de entre la totalidad de hechos narrados por los distintos
protagonistas del proceso, aquellos que pueda estimar que son, inequívocamente, ciertos, veraces,
reales. Y sobre esta base fundará su aplicación del Derecho.
c) Tercera parte de la sentencia penal: Fundamentos de Derecho
La tercera parte, en esta estructura ordenada de las sentencias penales, habrán de consignarse
los Fundamentos de Derecho. Esta parte de la sentencia penal cobra tan especial relevancia que
la LECrim, en su art. 142.4, establece con todo detalle, que se consignarán, también en párrafos
numerados, que empezarán con la palabra Considerando, los siguientes parámetros legales:
Primero. Los fundamentos doctrinales y legales de la calificación de los hechos que se
hubiesen estimado probados.
Segundo. Los fundamentos doctrinales y legales determinantes de la participación que en los
referidos hechos hubiese tenido cada uno de los procesados.
Tercero. Los fundamentos doctrinales y legales de la calificación de las circunstancias
atenuantes, agravantes o eximentes de responsabilidad criminal, en caso de haber concurrido.
Cuarto. Los fundamentos doctrinales y legales de la calificación de los hechos que se hubiesen
estimado probados con relación a la responsabilidad civil en que hubiesen incurrido los
procesados o las personas sujetas a ella a quienes se hubiere oído en la causa, y los
correspondientes a las resoluciones que hubieren de dictarse sobre costas, y, en su caso, a la
declaración de querella calumniosa.
Quinto. La cita de las disposiciones legales que se consideren aplicables, pronunciándose por
último el fallo
En este mismo apartado, relativo a los Fundamentos de Derecho, no sólo habrá de integrarse
el Derecho concretamente, seleccionado por el Juez en virtud de principios tales como el iura
novit curia o el da mihi factum et dabo tibi ius; sino también el sugerido por las partes —tanto la
acusadora como la defensora—, en sus respectivas conclusiones definitivas; así como la Tesis, si
la hubiere, propuesto el Tribunal, en virtud de lo dispuesto en el art. 733, (visto en la parte
correspondiente al juicio oral).
d) Cuarta parte de la sentencia penal: Motivación
La motivación, como se verá en el epígrafe destinado a los requisitos materiales de la sentencia
penal, constituye el itinerario mental cronológico y lógico del Juez, que le permite llegar a la
conclusión de la condena o la absolución. Si tomamos en consideración que la espina dorsal del
proceso penal es el procedimiento probatorio, nos resultará sencillo comprender que esta
motivación judicial habrá de centrarse, prioritariamente, en explicar cuáles, de todos los hechos
con relevancia penal introducidos al proceso, pueden considerarse probados, por qué mecanismo
probatorio y con qué grado de acierto, puesto que la motivación se referirá, en esencia, a la cabal
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demostración de los hechos y no a la aplicación del Derecho. Por ello, la motivación deba
centrarse en la exposición, suficientemente detallada, de las poderosas razones por las que, de
entre todos los hechos introducidos al proceso penal, se entienden probados precisamente los que
sustentan la solución, condenatoria o absolutoria, de la parte dispositiva de la sentencia.
e) Quinta parte de la sentencia penal: Fallo o parte dispositiva
En el fallo o parte dispositiva de la sentencia penal se condenará o absolverá no sólo por el
delito principal y sus conexos, sino también por los incidentes de que se hubiere conocido en la
causa, reputándose tales los que los procesados hubiesen cometido antes, al tiempo o después del
delito como medio de perpetrarlo o encubrirlo. También se resolverán en esa parte dispositiva de
la sentencia todas las cuestiones referentes a la responsabilidad civil que hubieren sido objeto del
juicio, y se declarará calumniosa la querella cuando procediere.
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de no recurrir, el Juez, en el mismo acto, declarará la firmeza de la sentencia (art. 789.2 y 802.3
LECrim).
Como puede comprenderse, la facultad del Juez, en estos dos concretos procesos, de dictar «de
viva voz» la sentencia no conlleva que podamos afirmar, respecto de tales casos, una excepción
al principio de la escritura, sino solo un aplazamiento de dicha escritura, que, en todo caso, ha de
cumplirse, pues todas las sentencias penales —también las dictadas oralmente por aquellas
razones de agilidad y prontitud— serán, en todo caso, trasladas a un documento escrito.
, a la que estos Jueces harán frente en un momento inmediatamente posterior (pero no en el
propio juicio) permitirá, al compás del traslado del sentido —condenatorio o absolutorio—
alcanzado, muy probablemente, durante el plenario, al documento —físico o electrónico— dónde
prefiera elaborar su sentencia, que las
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El art. 218.2 LEC dispone que "las sentencias se motivarán expresando los razonamientos
fácticos y jurídicos que conducen a la apreciación y valoración de las pruebas, así como a la
aplicación e interpretación del derecho. La motivación deberá incidir en los distintos elementos
fácticos y jurídicos del pleito, considerados individualmente y en conjunto, ajustándose siempre
a las reglas de la lógica y de la razón".
Así, la sentencia, en primer lugar, debiera razonar la prueba, lo que implica la obligación de
plasmar en ella el iter formativo de la convicción, determinando los resultados probatorios y
medios de prueba a partir de los cuales pueden entenderse determinados hechos como probados
con expresión del razonamiento lógico que lleva a la convicción. Y en segundo, y en el caso de
las presunciones, ha de evidenciarse la prueba del hecho indiciario y el razonamiento
lógico que permite al tribunal inferir la conclusión (art. 386.1). A lo anterior se opone, sin
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embargo, Ia doctrina sobre la valoración de la prueba "en su conjunto", que ha llevado que el
Tribunal Supremo proclame que no sea necesaria "una detalladísima labor de investigación de
las pruebas".
Junto al razonamiento de la prueba también la sentencia ha de motivar o razonar la aplicación
del Derecho, pues si la argumentación es irrazonable, arbitraria o incurre en patente error, la
parte gravada podrá impugnarla, en último término, mediante el recurso constitucional de
amparo.
La motivación puede ser escueta, siempre y cuando "las partes puedan conocer el motivo de la
decisión a efectos de su posible impugnación ante los órganos jurisdiccionales superiores.
Incluso, aunque la fundamentación jurídica pueda estimarse discutible o respecto de ella puedan
formularse reparos". Tampoco es necesario que se de respuesta a todos y cada uno de los
argumentos jurídicos de las partes ni plasmar las citas jurisprudenciales sino exclusivamente
reflejar la ratio decidendi por lo que, si viene a faltar, ha de estimarse infringido el precepto. El
Tribunal Supremo permite la motivación por remisión de la sentencia de segunda instancia a los
fundamentos jurídicos efectuados en la primera. Sin embargo, la STC 341/2007 exige una
contestación individualizada a la motivación del recurso o de la pretensión.
B) Exhaustividad
La exhaustividad de la sentencia comporta que el Juez deba pronunciarse en la sentencia sobre
todos y cada una de las pretensiones interpuestas en la fase inicial del proceso penal y debatidas
en el juicio, sin dejar ni una sola sin responder.
La LECrim se refiere a este atributo de las sentencias, en su art. 742 I y II, del siguiente modo:
«En la sentencia se resolverán todas las cuestiones que hayan sido objeto de juicio, condenando
o absolviendo a los procesados (…). También se resolverán en la sentencia todas las cuestiones
referentes a la responsabilidad civil que hayan sido objeto del juicio».
En el proceso penal, está prohibido el non liquet —ha de darse respuesta, en todo caso, a las
pretensiones, bajo el relevante apoyo judicial de la presunción de inocencia y el indubio pro reo:
ante la insuficiencia o falta de clarividencia de las pruebas, se impone la absolución— y también
están prohibidos los denominados, en el ámbito administrativo, «silencios», que unas veces se
interpretan en sentido positivo y otras, en sentido negativo: el resultado del proceso penal ha de
ser claro, unívoco y expreso: el Juez dará la respuesta, como se ha dicho, de forma positiva, con
independencia de que sea beneficiosa o desventajosa para quiénes la obtienen.
C) Congruencia
La congruencia de la sentencia se refiere a la relación de conexión, adecuación o vinculación
que debe existir entre la acusación y el enjuiciamiento; vinculación ésta que guarda estrecha
relación con el principio acusatorio, en su triple manifestación siguiente: primero, las funciones
de acusación y enjuiciamiento deben corresponder a distintas personas; segundo, las funciones de
investigación y enjuiciamiento deben atribuirse a diferentes órganos públicos del Estado; y
tercero, la congruencia proprie dicta u obligación, del Juez, de sostener su enjuiciamiento sobre
los hechos —y las calificaciones jurídicas— introducidos por las partes, sin posibilidad de
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condenar por delitos distintos —y más graves— que los aducidos por estas —salvo que los bienes
jurídicos protegidos por estos delitos guarden una estrecha relación de homogeneidad, es decir,
sean los mismos: por ejemplo, la vida se protege, indistintamente por dos delitos distintos:
asesinado y homicidio—.
Respecto del primero de los enunciados, otorgamiento de las funciones de acusación y
enjuiciamiento a dos personas distintas, resulta claro que el Juez —único órgano que puede emitir
el juicio jurisdiccional— se encuentra ante los límites que le impone la parte acusadora, sea
pública (MF), popular (cualquiera: quivis ex populo), particular o privada: primero, límites
subjetivos —tan sólo podrá condenar a la/s persona/s que ha/n sido, previamente, acusada/s y
nunca a otras—; segundo, límites objetivos, tan sólo podrán enjuiciarse los hechos incorporados
por las partes —acusación y defensa—, principalmente, por la parte acusadora; y tercero, límites
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legales —tan sólo se podrá condenar conforme a la calificación jurídica que se sostenga en la
pretensión punitiva, con las excepciones que, a continuación, se verán—.
El segundo de los enunciados referido al otorgamiento de las facultades de investigación y
enjuiciamiento a dos órganos —en el momento actual y sin perjuicio de que, con el tiempo,
lleguen a instruir los Fiscales— jurisdiccionales diferentes, comporta que el Juez de la instrucción
tiene amplias facultades para incorporar al proceso toda suerte de hechos, merced a los actos de
investigación y de prueba —anticipada y preconstituida— que le corresponden por razón de su
función instructora. En consecuencia, el Juez del enjuiciamiento —ajeno por completo a toda esa
labor instructora— habrá de ser congruente con todo el material —tanto objetivo como
subjetivo— introducido al mismo por los distintos actores procesales, entre los que se incluye —
como es lógico— el propio Juez de instrucción, pero no estará autorizado para incorporar, él
mismo, y al margen de todos los protagonistas principales del proceso penal, nuevos hechos o
distintos sujetos.
La tercera de las proyecciones del principio acusatorio es la que centra toda su atención, en
propiedad, en la congruencia strictu sensu y se refiere a la imperiosa conciliación, equivalencia o
vinculación entre la acusación y la condena. Esta manifestación del principio acusatorio se
expresa, por la LECrim. (art. 789.3), en los siguientes términos: «la sentencia no podrá imponer
pena más grave de la solicitada por las acusaciones, ni condenar por delito distinto cuando éste
conlleve una diversidad de bien jurídico protegido o mutación sustancial del hecho enjuiciado,
salvo que alguna de las acusaciones haya asumido el planteamiento previamente expuesto por el
Juez o Tribunal dentro del trámite previsto en el párrafo segundo del artículo 788.3», que se
refiere al planteamiento de la Tesis.
Esta obligatoria vinculación del Juez, a la pretensión/es acusatoria, a la hora de ofrecer una
calificación jurídica a los hechos delictivos, implica que no podrá modificar —al alza— una
calificación jurídica, sin el debido sostenimiento por la parte acusadora, pues resulta claro que
nadie puede ser condenado por algo respecto de lo que, previamente, no ha sido acusado, pues
ello lo sumiría en la más lacerante indefensión.
Solo si las partes aceptan esta propuesta y modifican la calificación jurídica de los hechos en el
sentido previamente indicado por el Juez o Tribunal, entonces podrá proceder a efectuar la con-
dena por ese nuevo título jurídico sin problema alguno. Ahora bien, si las partes no asumen la
Tesis del Tribunal y mantienen la calificación jurídica inicialmente efectuada, entonces el Juez o
Tribunal no podrá dictar una sentencia de condena amparada en una calificación distinta a la
sostenida por las partes. Esta premisa tiene una sola excepción: la homogeneidad del bien jurídico
protegido. Quiere esto decir que si el bien jurídico protegido —pongamos por caso, la vida— por
la calificación jurídica sostenida por la/s parte/s acusadora/s —el homicidio— es el mismo que el
bien jurídico protegido —también la vida— por la calificación elegida por el Juez —el
asesinato—; entonces no se habría producido la perniciosa ruptura de la obligatoria correlación
entre la acusación y la condena: la congruencia, en definitiva, se habría salvado.
Información adicional: pronunciamiento de las costas y posibilidad de impugnación.
Finalmente, y además de ser, la sentencia penal, acreedora de tan relevantes atributos como
los recién expuestos —motivación, exhaustividad y congruencia— ha de destacarse que ha de ser,
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además, informativa de extremos muy relevantes para las partes. El primero se refiere a la
posibilidad de impugnación y el segundo, a la condena en costas.
La primera de estas exigencias —referida a la obligación judicial de informar sobre la
posibilidad de impugnación y ante qué órgano— viene contemplada, con carácter general, en el
art. 248.4 de la LOPJ: «Al notificarse la resolución a las partes se indicará si la misma es o no
firme y, en su caso, los recursos que procedan, órgano ante el que deben interponerse y plazo
para ello». Aunque esta posibilidad de impugnación, de la sentencia desfavorable, a través de un
determinado medio impugnatorio y ante un determinado órgano judicial constituye una estrategia
procesal que corresponde decidir a la persona perjudicada por la sentencia.
La segunda de estas exigencias, ya lo hemos anticipado en el epígrafe destinado a la estructura,
impone que toda sentencia penal debe incluir, necesariamente, una referencia al pronunciamiento
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en costas.
Las costas del proceso penal se refieren, básicamente, según el art. 241 LECrim, al pago de los
siguientes extremos: primero, los derechos de Arancel; segundo, los honorarios devengados por
los Abogados y peritos; y tercero, las indemnizaciones correspondientes a los testigos que las
hubiesen reclamado, si fueren de abono; así como, cuarto, los demás gastos que se hubiesen
ocasionado en la instrucción de la causa.
Las reglas o criterios de imposición en costas del proceso penal difieren, considerablemente, de
las que hemos estudiado para el proceso civil. En síntesis, el pronunciamiento en costas del
proceso penal se regirá por las reglas establecidas en el art. 240 LECrim, que, muy sucintamente
expresadas, consistirán en la declaración, de oficio, de dichas costas con condena, a su pago, en
primer lugar, a los procesados, señalando la parte proporcional de que cada uno de ellos deba
responder, si fuesen varios; así como, en segundo, al querellante particular o actor civil. De esta
premisa general cabe exceptuar dos supuestos: primero, no se impondrán nunca las costas a los
procesados que fueren absueltos; y segundo, estos procesados absueltos serán, sin embargo,
condenados al pago de las costas cuando resultare de las actuaciones que han obrado con
temeridad o mala fe.
En resumen, la congruencia es una obligación constitucional, surgida del ejercicio del derecho
fundamental a la tutela y fundada en el principio dispositivo, conforme a la cual la sentencia ha
de adecuarse a las pretensiones de las partes, sin que pueda el tribunal otorgar más de lo
pedido por el actor, menos de lo resistido por el demandante, ni fundar la sentencia en causas
de pedir distintas a las que se han erigido en el objeto del proceso.
II. La cosa juzgada
Se entiende por cosa juzgada el conjunto de efectos que produce la sentencia firme y
resoluciones equivalentes sobre el objeto procesal, tanto positivos, como su ejecutoriedad y los
efectos prejudiciales, como negativos, consistentes en la imposibilidad de volver a interponer
la misma pretensión entre las mismas partes o sus sucesores.
Genéricamente se entiende por cosa juzgada la totalidad de los efectos que ocasiona una
sentencia. Pero la doctrina y la jurisprudencia distinguen la cosa juzgada "formal" de la
"material". "Siendo cosa juzgada formal el efecto de la sentencia que ha ganado firmeza, la cosa
juzgada material es el estado jurídico de una cuestión sobre la que ha recaído la sentencia firme
(con autoridad de cosa juzgada formal), que tiene la eficacia de vincular al órgano
jurisdiccional en otro proceso.
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Los recursos en el ámbito procesal pueden ser devolutivos (se trata de todas las impugnaciones
en las cuales el encargado de revisar la sentencia que se recurre es el órgano superior, dictada por
un juez o tribunal inferior.) y no devolutivos (a diferencia del devolutivo, es el que resuelve el
mismo órgano jurisdiccional que emitió la resolución, y no el superior).
3. Presupuestos procesales
Los presupuestos procesales han de ser observados en todas y cada una de las fases procesales
que las partes han de transcurrir a fin de obtener la tutela efectiva de sus pretensiones en el
ejercicio de los medios de impugnación.
Podemos resumir estos presupuestos en:
a) comunes: el gravamen y la conducción procesal
b) especiales o requisitos que han de concurrir en el ejercicio de medios de impugnación
extraordinarios, tales como el de prestar un depósito o caución para la interposición de
determinados recursos (art. 875 LECrim).
El incumplimiento de tales requisitos impedirá al Tribunal el examen de la pretensión en la
segunda instancia o en la casación, ocasionando, mediante un Auto de inadmisión del recurso, la
firmeza de la resolución recurrida o recaída en la primera instancia.
A) Comunes
a) El gravamen
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Solo podrá interponer un recurso quien haya sufrido un gravamen por la resolución impugnada.
Sin gravamen no existe legitimación para recurrir. De esta manera, por no ostentar gravamen, un
acusado absuelto carece, en principio, de legitimación para recurrir la resolución absolutoria, por
falta de interés para deducir la citada impugnación.
No obstante, para ostentar legitimación a efectos de interponer un recurso, no es necesario que se
de un gravamen material, basta un gravamen en el sentido técnico del término, esto es, que exista
un interés legítimo para impugnar una concreta decisión judicial, incluso cuando se haya recibido
una sentencia absolutoria.
b) El derecho de conducción procesal
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Solo están legitimados para interponer un recurso quienes sean partes personadas en el proceso,
salvedad hecha de los condenados rebeldes y contumaces que pueden ejercitar los
correspondientes medios de rescisión de la cosa juzgada, incluido el recurso de amparo si hubieran
sido condenados sin posibilidad de ejercer defensa alguna.
La jurisprudencia admite la posibilidad de impugnación por un tercero, cuando la resolución
le pueda alcanzar; además el litisconsorte necesario goza expresamente de la facultad de
recurrir.
B) Especiales: Los presupuestos especiales vienen determinados por los depósitos para recurrir
del acusador popular y de las partes privadas en el recurso de casación.
a) El depósito del acusador popular
Según se contempla en la LOPJ para la interposición de todos los recursos el acusador popular
habrá de efectuar, con carácter previo a la interposición del recurso, (bajo sanción de inadmisión
del recurso si no se efectúa) un depósito en una cuantía que oscila entre los 25 euros para el
recurso de reposición (incluido el de «revisión» contra las resoluciones del LAJ), de 30 para el
recurso de queja y de 50 para los demás.
El depósito se efectúa en la entidad financiera habilitada para ello en la cuenta de Depósitos y
Consignaciones del órgano jurisdiccional quien informará de este hecho en la notificación de
resolución.
Este presupuesto procesal es subsanable, en caso defecto, omisión o error la parte dispondrá de
dos días tras su comunicación para subsanarlo.
b) El depósito de las partes privadas en el recurso de casación
El art. 875 LECrim dispone que, cuando el recurrente, en el recurso extraordinario de casación,
fuere un acusador privado y el delito fuere perseguible de oficio, habrá de satisfacer, con carácter
previo a su interposición, un depósito de 72 euros, si el delito fuere perseguible de oficio, y de 36
euros, si fuere a instancia de parte. Cuando dicho recurso lo interpusiera el actor civil, dicha
cuantía será de 45 euros.
4. Efectos
Además de los efectos devolutivo y suspensivo que ya observamos en el civil, se añade en el
orden jurisdiccional penal el denominado efecto extensivo.
A) Efecto devolutivo: Corresponde el conocimiento al órgano superior jerárquico (recursos de
apelación, queja y casación); no producen dicho efecto el recurso de reforma y súplica o el de
nulidad de las sentencias, que son resueltos por el mismo órgano autor de la resolución
impugnada.
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suspensivo existirá siempre por lo que a los pronunciamientos penales se refiere; no así respecto
de los civiles, que son susceptibles de ser ejecutados provisionalmente. Por el contrario, las
sentencias absolutorias serán ejecutadas de forma inmediata, lo que determina la puesta en
libertad del acusado que estuviera privado de ella cautelarmente y el alzamiento de cualquier otra
medida cautelar que hubiera podido adoptarse.
C) Efecto extensivo: Extensión resultado favorable a sujetos no recurrentes en misma situación.
Cuando sea recurrente uno de los procesados, la nueva sentencia aprovechará a los demás en lo
que les fuera favorable, siempre que se encuentren en la misma situación que el recurrente y les
sean aplicables los motivos alegados por los que se declare la casación de la sentencia", sin que
les pueda perjudicar en los que les fuere adverso (este efecto aparece reconocido tan sólo para el
recurso de casación, pero se entiende que podría aplicarse a cualquier tipo de recurso, siempre y
cuando concurran, obviamente, las mencionadas circunstancias).
5. Clases
Los recursos previstos en el ordenamiento procesal penal son susceptibles de ser sistematizados
atendiendo a la siguiente clasificación:
a) Según órgano competente:
- No devolutivos: conoce mismo órgano que dictó la resolución recurrida (recursos de reforma y
súplica).
- Devolutivos: conoce órgano superior jerárquico (recursos de apelación, queja y casación).
b) Susceptibles de hacerse valer mediante su interposición:
- Recursos ordinarios: sin limitación jurídica ni formal ni material. En esta categoría, cabe incluir
los recursos de reforma, súplica, apelación (excepción hecha del recurso de apelación previsto
para el proceso ante el Tribunal del Jurado) y queja.
- Recursos extraordinarios: Sólo pueden fundarse en las causas o motivos de oposición
legalmente previstos. El recurso extraordinario por excelencia es el de casación. También es
extraordinario el indebidamente denominado «recurso de apelación» contra las sentencias del
Tribunal del Jurado.
c) Según resolución atacada: Por la clase de resolución que se impugna.
- Frente resoluciones interlocutorias (autos y providencias).
- Frente resoluciones definitivas (autos y sentencias).
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un escrito, al que se deberán adjuntar tantas copias cuantas sean las demás partes, autorizado con
firma de Abogado) y en el que se contendrá la fundamentación del recurso.
Interpuesto el recurso de reforma, el Juez de Instrucción dará traslado del mismo a las demás
partes personadas para que efectúen, de forma inmediata («el Juez resolverá el recurso al segundo
día de entregadas las copias, hubieren o no presentado escrito las demás partes»), las alegaciones
que estimen oportunas.
La resolución del recurso adoptará la forma de auto, que habrá de resolver la totalidad de las
cuestiones planteadas, estimándolas o desestimándolas, en todo o en parte. En caso de
desestimación, el mismo auto resolutorio del recurso también podrá contener la decisión sobre la
admisión del recurso de apelación interpuesto subsidiariamente.
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En todo caso, cuando se haya interpuesto recurso de apelación de forma subsidiaria al de reforma,
no resulta preceptiva la fundamentación jurídica del recurso de apelación, ya que, si el de reforma
resulta desestimatorio, antes de dar traslado a las demás partes personadas, se otorgará al
recurrente un plazo de cinco días para que formule alegaciones y pueda presentar, en su caso, los
documentos justificativos de sus peticiones.
2. El recurso de súplica
Recurso no devolutivo ni suspensivo frente a autos de los órganos colegiados salvo que se excluya
recurso o se prevea otro. No cabe el recurso contra autos que resuelvan recursos en segunda
instancia.
3. El recurso de reposición
Resoluciones recurribles: Diligencias de ordenación y decretos no definitivos, excepto en los
casos en que la ley prevea recurso directo de revisión.
Órgano competente: el mismo LAJ que dictó la resolución
Forma: escrito firmado por Abogado y con tantas copias como partes personadas y debe
expresarse la infracción en que incurre la resolución. El LAJ dará traslado de él al MF y demás
partes por un plazo común de dos días y lo resolverá mediante decreto, contra el que no cabe la
interposición de recurso alguno.
III. EL RECURSO DE REVISIÓN CONTRA LOS DECRETOS
Se trata de un recurso devolutivo, no suspensivo, que opera contra los decretos expresamente
autorizados por la LECrim y que se interpone ante el Juez o Tribunal ante el cual está
transcurriendo el procedimiento.
El recurso se interpondrá con firma de Abogado y tantas copias como partes personadas,
acreditando la constitución de un depósito de 25 euros como requisito de admisibilidad, si el
recurrente fuere el acusador popular. En él se hará constar la supuesta infracción cometida.
Admitido a trámite, el LAJ dará traslado al MF y demás partes para que aleguen por escrito en el
plazo común de dos días, transcurrido el cual el Juez o Tribunal dictará resolución, contra la no
cabe recurso alguno.
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- El recurso de apelación contra sentencias dictadas por los Jueces de lo Penal (y Jueces
Centrales de lo Penal) en el procedimiento abreviado, regulado en los arts. 790-792
LECrim, siendo también de aplicación tanto a los recursos contra sentencias dictadas por
los Juzgados de lo Penal en el ámbito del enjuiciamiento rápido de determinados delitos
(art. 803.1 LECrim) y por los Juzgados de Instrucción en el juicio por delitos leves (art.
976.2 LECrim), como a los recursos frente a determinados autos y sentencias dictados
por las Audiencias Provinciales o la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional en primera
instancia (art. 846 ter. LECrim).
- El «recurso de apelación» frente a las sentencias y determinados autos dictados por el
Magistrado-Presidente del Tribunal del Jurado, en el ámbito de la Audiencia Provincial
y en primera instancia, de cuya regulación se ocupan los arts. 846 bis.a a 846 bis.f de la
LECrim.
II. EL RECURSO DE APELACIÓN FRENTE A RESOLUCIONES
INTERLOCUTORIAS
1. En el procedimiento ordinario
A) Concepto y notas esenciales:
Recurso devolutivo y suspensivo cuando así se determine, subsidiario al de reforma en el
procedimiento ordinario, que procede frente a autos no definitivos dictados en la fase de
instrucción cuando esté expresamente previsto.
Interposición: Ante el órgano que haya dictado el auto desestimando el recurso de Reforma: JI,
JVM, JCI e Instructor del asunto en las causas sobre aforados de las que conoce el TSJ y el TS.
Sustanciación y Resolución: en el caso del JI y JVM la AP; en el caso del JCI la AN; en el caso
de los Instructores en causas con aforado, la Sala de lo Civil y Penal del TSJ y la Sala 2.ª del TS.
Una de las notas esenciales que define al recurso de apelación, frente a resoluciones
interlocutorias dictadas en el procedimiento ordinario, consiste en erigirse en un medio de
impugnación subsidiario al de reforma, debido a que su admisión queda condicionada a la previa
interposición y desestimación del recurso de reforma (art. 222.I LECrim).
B) Resoluciones recurribles:
Al tratarse de un recurso subsidiario al de reforma el cual procede frente a los autos dictados por
los Juzgados de Instrucción, el de apelación ha de resultar de aplicación, como regla general,
contra los autos desestimatorios del recurso de reforma.
Sin embargo el recurso de apelación no resulta procedente frente a la totalidad de dichos autos,
sino únicamente frente a los determinados en la Ley (art. 217 LECrim) que, sin ánimo de
rigurosidad, podemos relacionar con:
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a) El auto de inhibición a favor de otro Juez o Jurisdicción (arts. 12. IV y 25.IV LECrim).
b) El auto denegando las diligencias de investigación propuestas por las partes al Juez instructor
(art. 311.II LECrim).
c) El auto desestimatorio de la querella (art. 313.II LECrim); d) el auto decretando el
procesamiento de alguna persona (art. 384.IV LECrim); e) el auto calificando la suficiencia de
las fianzas (art. 596 LECrim).
C) Procedimiento:
El recurso de apelación penal se interpone ante el magistrado que hubiera dictado el auto que se
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quiere recurrir. El tribunal competente para conocer dicho recurso es el que conoció la causa en
juicio oral, es decir, los Juzgados de lo Penal o la Audiencia Provincial.
a) Interposición: Recibida la notificación del auto desestimando o estimando parcialmente el
recurso de Reforma (si no se interpuso junto con la Reforma) dispondrá de un plazo de 5 días para
interponer el recurso de apelación presentando el escrito ante el órgano que dictó la resolución.
b) Admisión: A tenor del artículo 223 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, interpuesto el recurso
de apelación el Juez lo admitirá, en uno o en ambos efectos, según sea procedente. Si se admite
el recurso en ambos efectos (devolutivo y suspensivo), el LAJ remitirá los autos originales al
Tribunal que hubiere de conocer de la apelación y emplazará a las partes para que comparezcan
ante el mismo en el plazo de quince o de diez días, según dicho Tribunal fuere el Supremo
(supuesto de aforamientos) o la Audiencia (art. 224 LECrim). Si el recurso se admite en un solo
efecto (devolutivo), la LECrim prevé en el art. 225 LECrim el procedimiento a seguir para el
libramiento de testimonio y deducción de particulares, tanto de oficio, como a instancia de parte.
c) Instrucción de las partes personadas: Emplazadas la partes y recibidos los autos originales o
testimonios según se haya admitido el recurso en uno o ambos efectos ate el órgano ad quem, se
dará vista de la causa para su instrucción, en un plazo de tres días al apelante, a continuación, y
por idéntico plazo, a las demás partes personadas y, por último, al MF, si el proceso fuere de los
que requirieren su intervención (art. 229 LECrim), excepto de las actuaciones que tengan para las
partes, distintas del MF, el carácter de reservadas. La falta de personación del apelante en el plazo
conferido determinará que, de oficio, el LAJ dicte decreto declarando desierto el recurso, lo que
será inmediatamente comunicado por certificación al Juez instructor, a quien se le devolverán los
autos originales, si el recurso fue admitido en ambos efectos. Contra este decreto cabrá recurso
directo de revisión (art. 228.I LECrim). Por el contrario, la falta de personación extemporánea de
las partes apeladas les impedirá participar en el trámite de instrucción y en la actividad probatoria,
en su caso, pero no les priva de su derecho a intervenir en la vista del recurso, siempre y cuando
resulte todavía posible, conforme a una interpretación que viene razonablemente impuesta por el
ejercicio del derecho de defensa.
d) Vista oral: Finalizada la instrucción, el LAJ señalará el día de la vista en la que las partes
podrán informar de lo que estimen conveniente a su derecho; la vista se celebrará asistan o no las
partes, sin que entre el día del señalamiento y la celebración de la vista transcurran más de diez
días, durante los cuales las partes podrán presentar los documentos que tuvieren por conveniente
en justificación de sus pretensiones. No podrá acordarse la suspensión por motivo alguno,
rechazándose de plano, sin ulterior recurso, las pretensiones de suspensión que se formulen.
e) Resolución: Celebrada la vista, el Tribunal resolverá el recurso por medio de auto, frente al que
no cabe la interposición de recurso alguno, estimando o desestimando, en todo o en parte, la
resolución recurrida.
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2. En el procedimiento abreviado
Son predicables del recurso de apelación regulado en el art. 766 LECrim la práctica totalidad de
las notas esenciales que caracterizan a dicho medio de impugnación en el procedimiento ordinario
(recurso devolutivo, ordinario y, con carácter general, no suspensivo), así como el régimen de
resoluciones recurribles (autos dictados por los Jueces de Instrucción y de lo Penal), si bien, se
aprecian determinados rasgos distintivos que afectan a su naturaleza y tramitación.
El recurso de apelación puede interponerse sin necesidad de haber interpuesto previamente el de
reforma (art. 766.2), lo que no excluye la posibilidad de que se interponga subsidiariamente al de
reforma.
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cualesquiera ámbitos del ordenamiento penal y procesal penal, admitiendo en su seno alegaciones
relativas, indistintamente, a vicios procesales o defectos materiales
b) Se trata, en segundo lugar, de un recurso devolutivo, en la medida en que la competencia
funcional para su conocimiento viene atribuido a un órgano superior jerárquico, que serán bien
las Audiencias Provinciales o la AN, en el caso de sentencias dictadas por órganos unipersonales
(Juzgados de Instrucción, De lo Penal, Centrales de lo Penal), bien las Salas de lo Civil y Penal
de los Tribunales Superiores de Justicia o la Sala de Apelación de la Audiencia Nacional, en el
caso de determinados autos y sentencias dictadas por órganos colegiados (Audiencias
Provinciales y AN, respectivamente).
c) No está regulado explícitamente si la admisión del recurso de apelación produce o no efectos
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suspensivos por lo que se entiende que tan sólo las sentencias condenatorias producen efectos
suspensivos, lo que se infiere de lo dispuesto tanto en el art. 3 CP («no podrá ejecutarse pena ni
medida de seguridad sino en virtud de sentencia firme dictada por el Juez o Tribunal competente,
de acuerdo con las leyes procesales»), como en el art. 792.3 LECrim, al establecer que, una vez
dictada sentencia en segunda instancia, «los autos se devolverán al Juzgado a efectos de ejecución
del fallo».
2. Resoluciones recurribles:
En el ámbito del procedimiento abreviado, dicho recurso de apelación resulta de aplicación no
sólo frente a las sentencias dictadas por los Juzgados de lo Penal (y Centrales de lo Penal) en el
mencionado procedimiento abreviado, sino también contra las sentencias dictadas por los
Juzgados de lo Penal en el procedimiento para el enjuiciamiento rápido de determinados delitos
(art. 803 LECrim) y por los Juzgados de Instrucción en el ámbito de los juicios por delitos leves
(art. 976.2 LECrim), debido a la remisión que los citados preceptos (arts. 803 y 976.2 LECrim)
efectúan, respectivamente, a los arts. 790-792 LECrim.
Las sentencias dictadas por los Juzgados de lo Penal y por los Juzgados de Instrucción serán
recurribles ante la AP correspondiente, y las del Juez Central de lo Penal, ante la Sala de lo Penal
de la AN.
Por otra parte, la Ley 41/2015, de reforma de la LECrim, introdujo un nuevo art. 846 ter, según
el cual también serán susceptibles de recurso de apelación los autos que supongan la finalización
del proceso por falta de jurisdicción o sobreseimiento libre y las sentencias dictadas por las
Audiencias Provinciales o la Sala de lo Penal de la AN en primera instancia, del que conocerán
las Salas de lo Civil y Penal de los Tribunales Superiores de Justicia de su territorio y la Sala de
Apelación de la AN, respectivamente.
3. Procedimiento:
Apelación frente a sentencias del Procedimiento Abreviado.
A) Interposición:
Presentación escrito ante órgano dictó resolución, debidamente autorizado con firma de Abogado
y Procurador, dentro de los diez días (cinco días en los juicios rápidos y por delitos leves)
siguientes a aquel en que se les hubiere notificado la sentencia computados a partir del día
siguiente a aquel en que se haya notificado personalmente la sentencia a cada una de las partes, y
no una vez que se haya efectuado la última notificación.
a) Motivos de impugnación:
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Señalar motivo (infracción norma sustantiva, infracción norma o garantía procesal causante de
indefensión, error en apreciación prueba). Proponer prueba en su caso (no posible en instancia,
inadmitida indebidamente, no practicada por causa ajena a parte).
a’) Quebrantamiento de las normas y garantías procesales
El primero de los motivos que puede alegar el recurrente consiste en la infracción de normas o
garantías procesales que le causaren indefensión, en términos tales que no pueda ser subsanada
en la segunda instancia, en cuyo caso podrá solicitar la nulidad del juicio, siempre y cuando
cumpla con los siguientes requisitos: por una parte, citar las normas legales o constitucionales, de
incidencia procesal, que se consideren infringidas y las razones de la indefensión y, por otra,
acreditar haber pedido la subsanación de la falta o infracción en la primera instancia, salvo en el
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Si, considera que debe admitirse toda o parte de la prueba propuesta, el Tribunal acordará que el
LAJ señale día para la celebración de vista, que habrá de tener lugar dentro de los quince días
siguientes y a la que habrán de ser citados todas las partes e informada la víctima de su
celebración, aun cuando no se haya mostrado parte, ni sea necesaria su intervención.
La celebración de la vista se concentra en una o varias sesiones y se desarrollará bajo los
principios de oralidad, publicidad, contradicción e igualdad, comenzando con la práctica de la
prueba. A continuación, las partes efectuarán un resumen oral tanto de su resultado, como del
fundamento de sus respectivas pretensiones (art. 791.2 LECrim).
E) La sentencia de apelación
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a) Tiene el carácter de extraordinario, por cuanto los motivos o causas susceptibles para
interponerlo aparecen tasados y, por otra, el ámbito de conocimiento del TS aparece
limitado, exclusivamente, a las cuestiones suscitadas en los motivos de oposición
formulados.
b) Es un recuso devolutivo, pues que la competencia funcional para su conocimiento viene
atribuido a la Sala 2ª del TS, concebido por la Constitución como «Tribunal superior en
todos los órganos jurisdiccionales» (art. 123 CE) y, por tanto, superior jerárquico tanto
de las Audiencias Provinciales y AN, como de los Tribunales Superiores de Justicia,
órganos cuyas resoluciones pueden ser recurridas en casación.
c) No está regulado explícitamente que produzca o no efectos suspensivos por lo que al igual
que en el recurso de apelación entenderemos en base a lo que se infiere de lo dispuesto
tanto en el art. 3 CP («no podrá ejecutarse pena ni medida de seguridad sino en virtud de
sentencia firme dictada por el Juez o Tribunal competente, de acuerdo con las leyes
procesales»), como en el art. 792.3 LECrim, al establecer que, una vez dictada sentencia
en segunda instancia, «los autos se devolverán al Juzgado a efectos de ejecución del
fallo». Por el contrario, las sentencias absolutorias serán ejecutadas de forma inmediata,
lo que determina la puesta en libertad del acusado que estuviera privado de ella
cautelarmente y el alzamiento de cualquier otra medida cautelar que hubiera podido
adoptarse; también comporta el denominado «efecto extensivo», por lo que al nueva
sentencia afectará a todos los condenados sin necesidad de que cada uno de ellos
interpusiera el recurso siempre que se encuentren en la misma situación que el recurrente.
d) Entre las funciones esenciales del recurso de casación destacaremos: a) la depuración y
control de la aplicación del Derecho por los Tribunales de instancia, asegurando el
indispensable sometimiento de sus decisiones a la ley, la unificación jurisprudencial en
la aplicación e interpretación de las normas penales a fin de garantizar el principio de
igualdad de todos los ciudadanos ante la Ley, previsto en el art. 14 CE.
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– Las sentencias dictadas en apelación por la Sala de lo Civil y Penal de los TSJ:
SAP (ordinario y abreviado)
STJ (jurado)
– Las sentencias dictadas por la Sala de Apelación de la AN
SAN (ordinario y abreviado)
b) Por infracción de ley del motivo previsto en el núm. 1.º del art. 849 (exclusivamente):
– Las sentencias dictadas en apelación por las AP (menos enjuiciamiento de delitos leves):
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V. PROCEDIMIENTO
Se estructura en torno a las siguientes fases esenciales:
1. Preparación
Presentación escrito ante órgano dictó resolución.
Contenido:
• Motivo
• Documento evidencia error
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Formada la nota, se une al rollo y se pasa al Magistrado ponente para instrucción, en el plazo de
10 días.
C) Admisión:
Previo informe del ponente, la Sala dicta resolución de alguno de los siguientes modos:
• Admitido y concluso para la vista o fallo. Tiene forma de providencia, que hará señalamiento
para la vista o fallo.
• No ha lugar a la admisión (por unanimidad) y comuníquese al Tribunal sentenciador para los
efectos correspondientes.
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La nueva sentencia aprovecha a las partes no recurrentes en lo que les sea favorable, si se
encuentran en la misma situación que el recurrente y les son aplicables los motivos alegados.
Nunca les perjudica en lo que les fuese adverso.
Contra esta sentencia no cabe recurso alguno.
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independiente, incoado a través de una acción de impugnación autónoma, ya que se busca anular
una sentencia firme, por definición no susceptible de recurso.
-Tiene un marcado carácter de excepción, dado que supone un quebranto a la cosa juzgada y a
la seguridad jurídica; por ello es necesario que se evidencie la inocencia del reo respecto al hecho
que sirvió de fundamento a la sentencia condenatoria. La revisión resuelve el conflicto entre dos
derechos fundamentales: el de la verdad formal (seguridad jurídica, non bis in idem) y el de la
verdad o justicia material (art. 1 CE lo consagra como uno de los valores superiores de nuestro
ordenamiento).
-Sólo procede frente a resolución judicial penal que: se trate de una sentencia, sea firme (no
susceptible de recurso) y sea de contenido condenatorio.
-Su finalidad estriba en preservar la justicia material siendo un mecanismo que refuerza
derechos y principios como los de defensa, presunción de inocencia y tutela judicial efectiva.
2. Legitimación
Art. 955 LECrim: “el penado, y cuando éste haya fallecido, su cónyuge o quien haya mantenido
convivencia como tal, ascendientes y descendientes, con objeto de rehabilitar la memoria del
difunto y que se castigue en su caso al verdadero culpable”.
Art. 956 LECrim: el Ministerio de Justicia, previo expediente, puede ordenar a la Fiscalía del
TS su interposición. Es bastante censurable dado que el Ministerio Fiscal está sometido al
principio de legalidad no debiendo acatar órdenes del Poder Ejecutivo (separación de poderes).
Art 961 LECrim: El Fiscal General del Estado está legitimado para interponer la revisión de
oficio, sin necesidad de autorización previa. Lo cual en la práctica, dado que la revisión se ubica
exclusivamente en el TS y conforme al principio jerárquico del Ministerio Público, supone que
será el Fiscal del TS quien asumirá la representación del Fiscal General.
3. Competencia
Art. 57.1.1º LOPJ: Sala Segunda del TS.
4. Motivos de revisión: Art 954 LECrim
Este precepto está redactado en términos muy estrictos y por ello la jurisprudencia del TS ha
venido ensanchando y flexibilizando su aplicación para dar cobertura a aquellos casos en que la
sentencia es notoriamente injusta.
“1. Se podrá solicitar la revisión de las sentencias firmes en los casos siguientes:
a) Cuando haya sido condenada una persona en sentencia penal firme que haya valorado como
prueba un documento o testimonio declarados después falsos, la confesión del encausado
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arrancada por violencia o coacción o cualquier otro hecho punible ejecutado por un tercero,
siempre que tales extremos resulten declarados por sentencia firme en procedimiento penal
seguido al efecto. No será exigible la sentencia condenatoria cuando el proceso penal iniciado
a tal fin sea archivado por prescripción, rebeldía, fallecimiento del encausado u otra causa que
no suponga una valoración de fondo.
b) Cuando haya recaído sentencia penal firme condenando por el delito de prevaricación a
alguno de los magistrados o jueces intervinientes en virtud de alguna resolución recaída en el
proceso en el que recayera la sentencia cuya revisión se pretende, sin la que el fallo hubiera sido
distinto.
c) Cuando sobre el mismo hecho y encausado hayan recaído dos sentencias firmes.
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Este trámite es redundante y sin sentido hoy día; antes se distinguía la legitimación para promover
y para interponer, correspondiendo esta última al MF en exclusiva. Tras la reforma operada por
la Ley 10/1992 están legitimadas las mismas partes para promover e interponer.
C. Sustanciación o juicio rescindente
Fase tendente a acreditar la concurrencia de los motivos admitidos como fundamento de la
revisión y si procede o no la rescisión de la sentencia firme de condena revisada.
La Sala 2ª del TS oirá al MF y a los penados, y seguirá los trámites establecidos para el recurso
de casación por infracción de Ley. La Sala, con o sin vista oral según se acuerde en cada caso,
dictará sentencia irrevocable (art. 959 LECrim).
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b) que el juicio oral en ausencia se haya celebrado, previa petición de parte acusadora y
previa audiencia de la defensa del reo ausente
c) que la pena solicitada no exceda de 2 años de privación de libertad o, si fuera de distinta
naturaleza, de 6 años
d) que el juez o tribunal estimen que existen elementos suficientes para el enjuiciamiento en
audencia del acusado
e) que el acusado dejara de comparecer al juicio oral sin motivo legítimo
4. Procedimiento
El art. 793 LECrim remite al recurso de apelación en plazo, requisitos y efectos
A. Interposición
Mediante escrito motivado, con firma de Abogado y Procurador, presentado ante el órgano
a quo por el condenado en los 10 días siguientes a la notificación personal de la sentencia
(en cualquier momento en que comparezca o sea habido el condenado en ausencia).
En dicho escrito el condenado (único legitimado para interponer) ha de formular los motivos de
impugnación y solicitar las diligencias de prueba a cerca de los requisitos del juicio en ausencia.
B. Admisión y escrito de alegaciones de las demás partes
Admitido el recurso a trámite, el LAJ dará traslado a las demás partes para que, en el plazo
de 10 días, puedan presentar los escritos de alegaciones oportunos. El LAJ elevará en los dos
días siguientes a la Audiencia (excepcionalmente al TS) los autos originales con todos los escritos.
C. Sustanciación (juicio rescindente)
Recibidas las actuaciones el tribunal ad quem examinará y dictará sentencia en cinco días, si
medió vista, o diez, si no hubo. El objeto del juicio se limita a controlar si el tribunal
sentenciador ha respetado los requisitos legales del juicio en ausencia.
La estimación da lugar a la anulación de la sentencia condenatoria impugnada, ordenando el
tribunal que se reponga el procedimiento al estado en que se encontraba, para la celebración de
un nuevo juicio oral (juicio rescisorio), conservando su validez todos los actos cuyo contenido
sería idéntico pese a la falta cometida.
La desestimación no produce efecto jurídico alguno, pues la sentencia ya era firme y
ejecutable, restando nada más el cumplimiento de la pena aún no prescrita.
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Como todo proceso penal consta de tres fases diferenciadas (instrucción, fase intermedia y
jucio oral), si bien la LORPM les cambia la denominación por “expediente”, fase de
“alegaciones” y “audiencia”. Además la Fiscalía General del Estado ha diferenciado dentro de
la instrucción las “Diligencias Preliminares” y el “Expediente reformador”.
1. Las “diligencias preliminares”
Se inicia mediante denuncia y finaliza con un Decreto de archivo o con un Decreto de incoación
del expediente de reforma, y tiene por única finalidad comprobar la tipicidad del hecho y la
posibilidad de determinar un autor conocido. Puede infringir el principio de legalidad procesal
sustentado en el art. 1 LECrim.
2. Decreto de archivo por desistimiento
Regulado en el art. 18 LORPM, es uno de los dos casos de sobreseimiento directo efectuado
por el propio MF, (el otro supuesto se basa en la falta de tipicidad o de autor conocido, art. 16.2).
Las demás resoluciones de sobreseimiento las deberá dictar el Juez de Menores.
-Presupuestos objetivos: la imputación de un delito menos grave (art. 33 CP), sin violencia o
intimidación en las personas, o de un delito leve.
-Presupuestos subjetivos: inexistencia de reincidencia respecto a hechos de la misma
naturaleza.
Cumplidos estos presupuestos, el MF podrá dictar resolución de archivo que deberá estar
especialmente motivada y ser notificada a los ofendidos o perjudicados, y a la entidad
pública de protección de menores para que, en su caso, actúe en prevención de desamparo.
3. El expediente de reforma
Si la denuncia cumple con los presupuestos de tipicidad del hecho y existencia de autor conocido
y no procede su desistimiento, el MF dictará “Decreto de incoación del expediente”, dando
cuenta al Juez de Menores y a las partes (menor imputado y perjudicado).
Pronunciado el Decreto comienza realmente la fase instructora por el MF, que incoará un
expediente por cada hecho (salvo hechos delictivos conexos). Practicará todos los actos de
investigación que no supongan limitación de derechos fundamentales.
Las diligencias están sometidas al principio contradictorio, por lo que defensa y acusación
tienen derecho a conocerlas (salvo declaración judicial de secreto), a proponerlas y a participar
en ellas.
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A) La conformidad limitada
Art. 32 LORPM: cuando la sanción solicitada no conllevara privación de libertad y hubiere
conformidad del menor, de su Letrado y de los responsables civiles, el juez dictará sentencia sin
más trámite imponiendo la medida solicitada, no pudiendo dejar de dictarla ni sustituirla por
otra sin conformidad. No cabe en fase de alegaciones la conformidad a medidas de internamiento.
B) La conformidad ilimitada
Art. 36 LORPM: conformidad plena o allanamiento-confesión.
Al inicio del juicio oral (audiencia) el Juez preguntará al menor si reconoce la autoría de los
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hechos y si está de acuerdo con las medidas solicitadas. En caso de conformidad, oídos Abogado
y responsables civiles, podrá dictar resolución de conformidad.
Esta conformidad puede alcanzar todo tipo de medidas y no es vinculante para el Juez, que
podrá dictaminar lo que estime conveniente, absolución incluida.
3. La apertura de la “audiencia”: las alegaciones
Si no procediera el sobreseimiento, ni existiera conformidad, el Juez, a la vista de las alegaciones
del MF o de la acusación, dispondrá la apertura de la audiencia o juicio oral.
El proceso de menores también está presidido por el principio acusatorio, por lo que el
presupuesto para la apertura de juicio oral es la presentación de acusación por el MF y, en su
caso, por el acusador particular, de escrito de alegaciones o de acusación. Debe describirse el
hecho punible e identificarse a su presunto autor, que pasa a ser el acusado. A dicho escrito, el
MF y la acusación particular incorporarán la proposición de prueba.
Se trasladan los escritos de alegaciones del MF y del acusador particular a la defensa para que
conteste, debiendo comprender los mismos extremos contenidos en los escritos señalados.
También puede solicitar la ejecución como “prueba anticipada” de aquellas diligencias que,
pedidas en el expediente, hubiera denegado el MF y no pudieran practicarse en la audiencia.
Recibidos los escritos de alegaciones de acusación y defensa, el Juez dispondrá la admisión de
los medios de prueba pertinentes, efectuará el señalamiento del juicio oral con sus actos
preparatorios y dispondrá acerca de la publicidad de la audiencia.
V. EL JUICIO ORAL
1. Publicidad
La LORPM invierte los términos del principio de publicidad del juicio oral para proteger la
intimidad del menor y no dañar su reinserción. Prohíbe la asistencia de los medios de
comunicación, y faculta al Juez a decretar el secreto de la audiencia o, incluso, el abandono parcial
del menor de la misma.
2. Inicio de la sesiones
En el día y hora señalados comenzará la audiencia con la puesta en conocimiento de la
acusación (que efectúa el LAJ), preguntando el Juez al menor acusado acerca de la
conformidad. Si se allana a la pretensión, el Juez dictará la sentencia de conformidad que proceda
y, si sólo confesara los hechos, el juicio continuará en lo referente a la determinación de la medida
idónea.
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3. La comparecencia previa
Finalizado el trámite de la conformidad, dispone la LORPM la apertura de una “comparecencia
previa”, similar a la prevista en la LECrim en el proceso abreviado. Finalidades: vulneración de
algún derecho fundamental, práctica de nuevas pruebas o la posibilidad de aplicar una
calificación o medida distintas de las solicitadas. No es una enumeración excluyente, al ser
supletoria la regulación del proceso abreviado (disp. final 1ª) caben también las cuestiones previas
o las causas de suspensión de la audiencia previstas en el art. 786.2 LECrim.
4. La práctica de la prueba, informes y última palabra
Finalizada la comparecencia previa se reanudará la audiencia para la práctica de la prueba
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conforme a las reglas de la LECrim, pudiendo el perjudicado personado interrogar a todos los
intervinientes. Habra de oírse, como prueba pericial necesaria, el informe del equipo técnico
sobre las circunstancias del menor.
Concluida la práctica de la prueba, el Juez concederá la palabra al MF, después a los
acusadores particulares y finalmente a la defensa, para que le informen sobre la valoración de la
prueba, su calificación jurídica y la procedencia de las medidas propuestas. También oirá en su
caso al equipo técnico para que informe sobre la procedencia de las medidas propuestas.
Por último, el Juez oirá al menor, lo que no impide su interrogatorio previo si no que respeta
escrupulosamente el derecho a la última palabra. Cumplido dicho trámite, declarará la causa
vista para sentencia, que se publicará en el plazo máximo de cinco días. La LORPM autoriza al
Juez a adelantar “in voce” el fallo, y disponer la suspensión de la ejecución del fallo en la misma
sentencia o en auto motivado. (Arts. 39.1 y 40 LORPM).
VI. LOS RECURSOS
Dado que la instrucción la realiza el MF hay que distinguir los medios de impugnación contra las
resoluciones del MF, de los del Juez de Menores.
1. Los decretos del Ministerio Fiscal
Contra los Decretos del MF durante la instrucción no cabe en principio recurso alguno.
El Decreto de archivo (por no incoación o por desistimiento de la misma) tiene pleno efecto de
cosa juzgada, sin perjuicio del ejercicio de acción civil, disciplinaria o penal contra el MF.
Otros Decretos del MF son controlables a posteriori, como los de rechazo de las diligencias
solicitadas por las partes, pudiendo repetir su petición ante el Juez de Menores.
Las demás solicitudes del MF (de archivo por conciliación, de sobreseimiento, de internamiento
provisional y demás medidas limitativas) no pueden ser impugnadas directamente por tratarse
de actos de postulación. Hay que esperar la oportuna resolución judicial para poder recurrir.
2. Las resoluciones del Juez de Menores
Contra providencias y autos de los Jueces de Menores cabe recurso de reforma y, contra esta
resolución, recurso de apelación ante la AP.
También cabe recurso de apelación contra los autos que pongan fin al procedimiento. Contra
los demás autos no cabe apelación pero ha de admitirse el recurso de suplica.
Contra las sentencias de los Juzgados de Menores cabe recurso de apelación ante la AP en
plazo de cinco días. Apelación oral restringida a las pruebas admitidas que no pudieron
practicarse.
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Contra autos y sentencias del Juzgado Central de Menores de la AN cabe recurso de apelación
ante la Sala de lo Penal de la AN.
Contra las sentencias dictadas en apelación por las AP y por la AN, cuando se impusiere una
de las medidas recogidas en el art. 10 LORPM, cabe recurso de casación ante la Sala de lo
Penal del TS, sin que ello suspenda la firmeza de la sentencia.
VII. BREVE REFERENCIA A LA ACCIÓN CIVIL
1. Iniciación
Incoado expediente por el MF, ordenará el Juez apertura simultánea de una pieza separada de
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policial. Esta copia acreditará, en todo caso, la realidad de la asistencia médica, el lugar, día y
hora en que se produjo y la naturaleza de las lesiones apreciadas, por lo que puede ostentar el
carácter de prueba documental preconstituida.
3. Actuaciones relativas al derecho de defensa
La LECrim, que establece la “irrenunciabilidad” del derecho de asistencia técnica, obliga a la
policía a informar a la persona que se le atribuya el hecho, del derecho que le asiste de
comparecer ante el Juzgado de Guardia asistido de abogado. Si no lo hiciere se le asignará
abogado de oficio.
Una vez incoadas las diligencias urgentes, el Juez de Instrucción pondrá en conocimiento de la
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defensa el atestado.
4. Actos de citación
Son los emplazamientos que, por imperativo de la LECrim, debe realizar la policía judicial a:
-el denunciado en el atestado policial, no detenido
-testigos, ofendidos y perjudicados
-aseguradoras, responsables y perjudicados
Tales citaciones ha de realizarse coordinadamente con el Juzgado de guardia y cabe la
posibilidad de efectuarlas verbalmente por razones de urgencia.
5. Diligencias periciales
La policía judicial está la obligada a colaborar o incluso, excepcionalmente, practicar por sí
misma los análisis que procedan respecto a las sustancias intervenidas, dado que los análisis
han de estar listos antes del día y hora en que estén citadas las personas señaladas. Sin perjuicio
del debido control judicial de tal análisis.
VI. LA INCOACIÓN DEL PROCEDIMIENTO Y LA INSTRUCCIÓN CONCENTRADA
ANTE EL JUZGADO DE GUARDIA
Recibido el atestado, el Juez de Guardia incoará, si procede, Diligencias Urgentes. En esta
primera calificación del objeto procesal, el Juez solo deberá tener en cuenta si concurren o no
los presupuestos del ámbito de aplicación (art. 795 LECrim). En tal caso, el Juez
necesariamente deberá proceder a la incoación del procedimiento de enjuiciamiento inmediato
mediante auto de incoación de Diligencias Urgentes, contra el que no cabe recurso alguno, y
sin que pueda realizar otro tipo de valoración.
Incoado el procedimiento, el Juez de Guardia debe practicar los actos de prueba sumarial
anticipada (que se grabarán en video), y determinadas diligencias (obligatorias y facultativas).
La defensa tiene derecho a la publicidad de la instrucción, debiendo el Juez permitirle el
conocimiento del atestado y de todas las actuaciones que realice.
1. Diligencias obligatorias
Los actos procesales que necesariamente deberá siempre practicar el Juez de Guardia son:
A) La aportación de los antecedentes penales
El Juez recabará los antecedentes penales del detenido o imputado por el medio más rápido dado
que son esenciales para la correcta calificación jurídica del hecho (determinar la extensión de
la pena, o la aplicación o no de la agravante de reincidencia), así como para acordar o no la
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4. Contenido
El art. 798 LECrim prevé un doble contenido respecto a la intervención de las partes en esta
comparecencia:
1- Han de instar lo que estimen conveniente acerca de la continuación o no del procedimiento
2- Han de alegar acerca de la conveniencia de adoptar medidas cautelares frente al imputado
y responsable civil, si bien esta decisión se traslada al momento inmediatamente posterior a la
resolución sobre la peticiñon de apertura del juicio oral.
Dicho acto debe comenzar mediante la intervención de las partes y consiste en exponer
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3. El escrito de defensa
Se establece una doble regulación para el escrito de defensa, según exista en la causa acusación
pública y particular, o solo acusación pública.
Si no hubiera acusación particular y el MF hubiera presentado acusación, la defensa puede
realizar alguna de estas tres posibilidades procesales en la misma comparecencia:
a) Prestar su conformidad “premiada”, siempre que concurran los requisitos: el Juez de
Guardia dictará sentencia de conformidad, decidirá a cerca de la suspensión o no de la
ejecución y remitirá las actuaciones al Juzgado de lo Penal para su ejecución.
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la resocialización del acusado. La LECrim requiere por ello que los hechos sean calificados como
delito con pena de hasta 3 años de prisión, con pena distinta de hasta 10 años o con multa de
cualquier cuantía. Además, caso de pena privativa de libertad, la pena o la suma de las penas
solicitadas no puede superar, reducida en un tercio, los dos años de prisión.
El Juez de Guardia dictará oralmente sentencia de conformidad imponiendo la pena
solicitada reducida en un tercio, aun cuando suponga pena inferior al límite previsto en el CP, y
podrá acordar la suspensión de la ejecución de la pena privativa de libertad (dado el límite
de 2 años del CP para la suspensión de la pena impuesta).
VIII. EL JUICIO ORAL EN LOS “JUICIOS RÁPIDOS”
La regulación del juicio oral es la misma que para el procedimiento abreviado ordinario (arts.
786 a 788 LECrim), con algunas especialidades derivadas de la necesidad de celeridad:
a) El plazo para dictar sentencia es de tres días
b) En caso de suspensión, se deberá señalar su celebración en el plazo más breve posible y, en
todo caso, dentro de los 15 días siguientes.
IX. MEDIOS DE IMPUGNACIÓN
Contra las sentencias dictadas por los Juzgados de lo Penal en los juicios rápidos sólo cabe
plantear el recurso ordinario de apelación, que se sustanciará según lo previsto en los arts. 790
a 793 LECrim, con una reducción de plazos.
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I. SISTEMA DE FUENTES
a. Las normas del proceso o sumario ordinario para delitos muy graves
b. Las del Título III referente al proceso abreviado.
La regulación de la competencia objetiva del Tribunal del Jurado, se encuentra en el art. 1 LOTJ,
agrupados en criterios positivos de delimitación de la competencia (apdo. 1 y 2); y en criterio
negativo de exclusión de la competencia (apdo. 3), referido a los «delitos cuyo enjuiciamiento
venga atribuido a la Audiencia Nacional y aquellos cuya competencia haya sido asumida por la
Fiscalía Europea». OJO, no estaba incluido en el libro y se modificó por la disposición final
3 de la Ley Orgánica 9/2021, de 1 de julio.
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3. Tratamiento procesal
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La fase instructora está orientada a fortalecer la imparcialidad y los poderes del Juez en la
calificación de la notitia criminis y en la conformación del objeto procesal, en la conversión
de la imputación judicial en imputación de parte y la traslación de aquella a la culminación del
sumario.
1. Incoación
Tres son las especialidades que ofrece la incoación de este proceso:
1. Necesaria incoación a instancia de parte (con exclusión de la iniciación de oficio),
2. Iniciación dentro de una instrucción en curso
3. Valoración del hecho con arreglo a la doctrina del hecho natural
Aunque la Ley no lo diga, la resolución en cuya virtud el Juez disponga la incoación del
procedimiento del TJ habrá de revestir la forma de auto.
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4. Práctica de diligencias
Confirmado el auto de iniciación del procedimiento del jurado, y con independencia de las
diligencias con anterioridad practicadas en las diligencias previas o del sumario, el Juez de
Instrucción podrá practicar nuevas diligencias, a instancia de parte o de oficio. Las
características más sobresalientes de estas diligencias son dos:
1. La concentración de su práctica en la audiencia preliminar, para la cual el art. 27.1 LOTJ
tan sólo autoriza a celebrar las «irrepetibles» o de carácter urgente.
2. La limitación de las diligencias de oficio a las dirigidas «a la comprobación del hecho
delimitado por las partes acusadoras en la audiencia para la concreción de la imputación)y
respecto de las personas objeto de imputación por las partes acusadoras.
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La fase intermedia del procedimiento del jurado ha secundado el modelo del proceso abreviado
que concentra en un solo acto la petición de apertura del juicio oral, la formalización de la
pretensión penal (art. 29.1 LOTJ) y otorga el conocimiento de la fase intermedia al propio Juez
de Instrucción, posibilitando una mayor imparcialidad del TJ, encargado de conocer del juicio
oral.
La innovación más importante de la LO 5/1995 ha consistido en introducir el principio de
oralidad mediante la creación de una audiencia preliminar.
2. La audiencia preliminar
Presentado el escrito de calificación de la defensa y siempre que la defensa de todos los acusados
no se haya conformado o manifestado al Juez su renuncia, señalará éste «el día más próximo
posible para audiencia preliminar de las partes» (art. 30.1 LOTJ).
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V. EL JUICIO ORAL
El Juicio Oral ante el Tribunal del Jurado comienza con el auto del Juez de instrucción de
reenvío a juicio y finaliza mediante sentencia.
1. Actos preparatorios
A) Cuestiones previas
En el plazo de quince días para la personación, también pueden las partes plantear «a limine»
determinados presupuestos y excepciones procesales, siempre dentro de dicho plazo. A través
de él, pueden plantear no sólo todas las cuestiones del art. 666 LECrim, sino también
1. Modificar objetiva y subjetivamente la imputación judicial plasmada en el auto de
apertura del juicio
2. Alegar la vulneración de derechos fundamentales dentro de la instrucción
3. Impugnar la prueba propuesta por la contraparte y proponer nuevos medios de prueba.
El procedimiento para dilucidar tales cuestiones es el mismo que el de los artículos de previo
pronunciamiento, al que expresamente se remite el art. 36.2 LOTJ.
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B) Práctica de la prueba
El juicio comienza mediante la lectura por el LAJ de los escritos de calificación. A
continuación, el Magistrado-Presidente abrirá un turno de alegaciones para que las partes
expongan con claridad a los jurados el objeto del proceso y la finalidad de la prueba, pudiendo
asimismo solicitar la práctica de nuevas pruebas (art. 45 LOTJ).
Finalizados tales informes, el Presidente dispondrá la práctica de la totalidad de los medios
probatorios propuestos, comenzando por la declaración del acusado y en la forma prevista en
los arts. 683 y ss. de la LECrim .
Rige también la regla del examen de oficio de la prueba documental con una importante
limitación y es que, tal examen habrá de ceñirse a las piezas y prueba documental remitida por el
Juez de Instrucción. A fin de estimular la inmediación, se prohíbe la lectura de las declaraciones
del acusado, testigo e informe de los peritos.
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Puede la defensa, bien solicitar y obtener del Magistrado-Presidente que disuelva el jurado si
estima que del juicio no resulta la existencia de prueba de cargo que pueda fundar una condena
del acusado, bien conformarse en este estadio con la petición de pena más alta solicitada por la
acusación.
Asimismo, contempla la Ley expresamente el fenómeno de «retirada de la acusación», bajo la
forma del desistimiento de la pretensión penal que ha de ocasionar el pronunciamiento de una
sentencia absolutoria y de fondo (art. 51 LOTJ).
Una vez finalizado el juicio oral, tras conceder el Presidente el uso de la «última palabra» al
acusado, por el mismo se confeccionará el «objeto del veredicto» en el que se determinará los
hechos alegados por las partes y que el Jurado habrá de declarar como probados (art. 52.1.a
LOTJ).
Dicha declaración de hechos probados habrá de contener, con imparcialidad, tanto los hechos
principales de la acusación, como los de la defensa, los determinantes de causas de exención y
de modificación de la responsabilidad penal, el grado de ejecución y participación y,
finalmente, precisará el hecho delictivo por el que el acusado habrá de ser declarado culpable o
inocente.
Efectuará tantos objetos de veredicto como hechos punibles o acusados existan. Asimismo, podrá
someter al jurado la aplicación de los beneficios de la remisión condicional o la petición de indulto
(art. 52 LOTJ).
Elaborado el objeto del veredicto, lo someterá a alegación verbal de las partes, quienes podrán
formular las modificaciones que estimasen oportunas (art. 53 LOTJ). Tras dicha modificación, el
Magistrado-Presidente entregará, en audiencia pública, dicho objeto al Jurado.
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Jurado y volverá a celebrarse el juicio oral con un nuevo Jurado, el que, si tampoco pudiera
emitir un válido veredicto, habrá de ocasionar una sentencia absolutoria (art. 65 LOTJ).
El veredicto puede ser de inculpabilidad o de culpabilidad:
1. Si fuera de ausencia de culpabilidad, el Magistrado-Presidente dictará en el acto («in
voce») sentencia absolutoria, ordenando, en su caso, la inmediata puesta en libertad del
acusado (art. 67 LOTJ).
2. Si fuere de culpabilidad, habrán de informar las partes sobre la pena o medida de
seguridad, así como acerca de los beneficios de la remisión o de la solicitud de indulto
(art. 68 LOTJ).
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La sentencia contendrá los requisitos comunes del art. 248.3 de la LOPJ, más los establecidos
en el art. 70.2 de la LOTJ.
El Magistrado-Presidente no puede disentir del veredicto en los hechos objetivo y subjetivo
declarados probados por los jurados, sólo podrá acordar la devolución del veredicto.
El acta de votación es el instrumento que utiliza el Magistrado Presidente para redactar la
sentencia. Constituye la base y punto de partida de la sentencia, en cuanto contiene la expresión
de los elementos de convicción y una sucinta explicación de las razones por las que los jurados
han declarado o rechazado declarar determinados hechos como probados.
Las sentencias que se dicten por el Tribunal del Jurado son recurribles, primero ante las Salas
de lo Civil y de lo Penal de los TJS y, posteriormente, en casación ante la Sala segunda del TS.
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A) Formales
Se requiere la existencia de una instrucción en curso, bien sea una investigación del MF, bien se
trate de la incoación de unas diligencias previas.
B) Subjetivos
1. Positivos
a. Que el delito esté castigado con pena de multa, trabajos en beneficio de la
comunidad o con pena de prisión que no exceda de un año y que pueda ser
suspendida de conformidad con lo dispuesto en el artículo 80 del Código
Penal, con o sin privación del derecho a conducir vehículos a motor y
ciclomotores
b. Que el MF entienda que la pena en concreto aplicable es la pena de multa o
trabajos en beneficio de la comunidad y, en su caso, la pena de privación del
derecho a conducir vehículos a motor y ciclomotores
C) Objetivos
Este procedimiento será siempre aplicable a los delitos menos graves castigados «con pena de
multa o con pena de prisión sustituible por multa, con o sin privación del derecho a conducir
vehículos a motor y ciclomotores» (art. 803 bis a.1 LECrim).
A dicho objeto procesal puede todavía el MF, en su calidad de sustituto procesal del perjudicado,
ejercitar una acción civil, «ex» art. 108 LECrim «dirigida a la obtención de la restitución de la
cosa y la indemnización del perjuicio» (art. 803 bis b.2 LECrim). Y, si no ejercitara la acción
civil, habrá de concluir en que quedará reservada para que el perjudicado la ejercite en el proceso
civil correspondiente (arts. 110.II y 116.II LECrim).
2. Naturaleza jurídica
Estamos ante un proceso especial que se desarrolla ante la Autoridad judicial y que puede
finalizar por una sentencia de conformidad. De aquí que las normas que disciplinan este método
autocompositivo de solución de las controversias penales o de allanamiento a la pretensión penal
debieran ser de aplicación supletoria.
La finalidad de este procedimiento consiste en emitir, al principio de la fase instructora, una
propuesta de sanción a una pena no privativa de libertad, la cual, si es aceptada por el imputado
con el concurso de la voluntad de su Abogado, se convierte en una sentencia firme de condena.
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6. Aceptación
Si el encausado acepta en la comparecencia la propuesta de pena en todos sus términos el Juzgado
de Instrucción le atribuirá el carácter de resolución judicial firme, que en el plazo de tres días
documentará en la forma y con todos los efectos de sentencia condenatoria, la cual no será
susceptible de recurso alguno (art. 803 bis i) LECrim).
La redacción del precepto es clara a la hora de convertir, por el hecho de la aceptación por el
imputado y su Abogado defensor de la propuesta de sanción, dicha propuesta en una sentencia
condenatoria firme, contra la cual no cabrá la interposición de recurso alguno, porque nadie
puede ir contra sus propios actos. Pero excepcionalmente puede la defensa ejercitar los
recursos, si concurrieran vicios de consentimiento o la pena impuesta no fuera la procedente.
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El proceso especial para el enjuiciamiento de los delitos de injurias o calumnias cometidas por
los particulares es un proceso especial por razón de la materia (arts. 804-815).
1. Naturaleza
Nos encontramos ante un proceso ordinario con especialidades, razón por la cual no serán
necesariamente de aplicación las normas del sumario ordinario, sino del abreviado.
Dada la naturaleza privada de estos ilícitos penales, este proceso se encuentra regido por el
principio dispositivo, ya que sus características más relevantes son
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Nos encontramos, pues, ante un proceso civil «cum veste» penal, en el que la intervención de
la policía judicial se reduce a lo sumo a las diligencias policiales de prevención, si tales
funcionarios fueren requeridos expresamente para ello por el ofendido.
Tiene por objeto obtener el secuestro, la prohibición de difusión y la condena penal y civil de
los autores de delitos cometidos a través de la imprenta, el grabado, medios mecánicos de
publicación (art. 816 LECrim) y medios sonoros, fotográficos difundidos por radio, televisión,
cinematógrafo y similares (art. 823 bis LECrim), de entre los que cabe citar la telefonía móvil y
el Internet.
1. Naturaleza
Es un procedimiento ordinario con especialidades. Así, una injuria o calumnia cometida a
través de tales medios será enjuiciada a través de su procedimiento propio con la particularidad
de que, de un lado, por utilizar tales medios se presumirá cometida con publicidad y, de otro,
en dicho procedimiento se podrán solicitar y obtener las medidas provisionales.
2. Medidas provisionales: el secuestro y la orden de prohibición de difusión
A) El secuestro
El Juez o Tribunal acordará el secuestro como medida provisional (y no como medida cautelar
destinado a garantizar el cumplimiento de la sentencia) de los ejemplares del impreso o de la
estampa donde quiera que se hallaren y del molde de ésta (art. 816 LECrim,)
Mediante esta resolución se trata de asegurar el cuerpo del delito, pero, por otra, también se trata
de conjurar el peligro de reiteración delictiva.
A recaer sobre el ejercicio de un derecho fundamental (libertad de información), está sometida al
principio de proporcionalidad:
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1. Jurisdiccionalidad, tan sólo puede ser adoptado por el Juez o Tribunal competente
(art. 20 CE)
B) La prohibición de difusión
Debe entenderse que esta medida no es alternativa al secuestro, sino eventualmente
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acumulativa con él cuando exista peligro de reiteración delictiva, con una cesación de la
actividad susceptible de generar un delito de desobediencia.
3. Determinación de la legitimación pasiva
El segundo objeto de la instrucción lo constituye determinar la autoría del hecho punible (ej.
Director y redactor del medio).
Así, el art. 819 LECrim impone también al Juez dirigir su investigación contra los sucesivos
responsables subsidiarios si no pudiera averiguarse quien sea el autor material del hecho o
se encontrara éste en rebeldía.
Si fuere condenado un responsable subsidiario por el hecho punible, no se podrá abrir nuevo
procedimiento contra el responsable principal si llegare a ser conocido, prescripción que resulta
perfectamente superflua ante los efectos excluyentes de dicha responsabilidad (art. 30.2 CP) y los
de la cosa juzgada penal.
Delitos cometidos por los Diputados y Senadores durante su mandato e incluso con
anterioridad si posteriormente, en el momento de la imputación, ostentaran dicho cargo.
También el Presidente y demás miembros del Gobierno para responder penalmente del delito
de traición o cualquier delito contra la seguridad del Estado.
Se fundamenta en el art. 71.2 CE que establece la denominada inmunidad parlamentaria, en
donde tales representantes «no podrán ser inculpados ni procesados sin la previa autorización de
la Cámara respectiva».
La única especialidad de este procedimiento estriba en la exigencia de obtener el pertinente
suplicatorio para poder dirigir un proceso penal contra un Diputado o Senador (aforados).
Habrá el Juez de dirigirse al Presidente de la Cámara competente, quien, previo acuerdo adoptado
por la Mesa, lo remitirá a la Comisión del Estatuto de Diputados o de Suplicatorios, quien, tras la
audiencia del interesado, emitirá su dictamen que se someterá al primer Pleno ordinario, en el que
se decidirá sobre la aprobación o denegación del suplicatorio. Si se denegará el suplicatorio, habrá
el tribunal de «sobreseer libremente la causa».
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