Está en la página 1de 6

Macbeth

Destino o profecía autocumplida

La tragedia de Macbeth, inmortalizada por la pluma de William Shakespeare, se erige

como un testimonio perpetuo de las luchas humanas contra las fuerzas del destino y las

inclemencias del alma humana. En el corazón de esta obra maestra yace una incógnita

persistente: ¿Son los eventos desencadenados por una inexorable hebra de destino tejida por

los hilos del cosmos, o más bien, son el resultado de una profecía que se cumple debido a las

elecciones y acciones del propio protagonista? Este escrito se aventura en la intrincada danza

entre el oráculo y la autodeterminación, explorando los recovecos de la psique de Macbeth en

su búsqueda de poder y la manifestación de un futuro preconcebido.

La influencia de lo sobrenatural en la vida de Macbeth emerge como un elemento

cardinal en el desarrollo de la trama. Las revelaciones de las brujas, como portadoras de un

conocimiento transcendental, plantean la posibilidad de un destino preestablecido. Estas

enigmáticas figuras, alentando los oscuros deseos de Macbeth, parecen encauzar su destino

hacia una fatalidad inexorable. El carácter oracular de sus palabras, en consonancia con la

tradición griega de los pronósticos divinos, sugiere la presencia de una fuerza metafísica más

allá del control humano.

Sin embargo, es imperativo no subestimar el papel activo de Macbeth en la

materialización de la profecía. Su ambición desenfrenada y su anhelo desmedido de poder

desencadenan una cadena de eventos que se encaminan inexorablemente hacia la realización

de las predicciones. En su afán de acelerar el curso del destino, Macbeth se convierte en el

arquitecto de su propia tragedia, desencadenando una serie de actos que lo sumergen en una

espiral de paranoia y brutalidad.


Por otro lado, el dilema moral que aqueja a Macbeth plantea una cuestión esencial: ¿es

su desviación hacia el mal una respuesta ineludible al oráculo o una elección personal? La

lucha interna entre el deber y la ambición, entre el bien y el mal, atestigua la capacidad del

individuo para moldear su propio destino. En este sentido, la tragedia de Macbeth puede ser

interpretada como un sombrío testimonio de la fragilidad de la voluntad humana ante las

tentaciones del poder.

La dualidad entre el destino y la autodeterminación en Macbeth proyecta una sombra

fascinante sobre la naturaleza humana y su relación con las fuerzas cósmicas. A medida que el

protagonista se debate entre las promesas del oráculo y la influencia de sus propias decisiones,

emergen preguntas inquietantes sobre la verdadera naturaleza de la libre voluntad y el papel

del individuo en la forja de su propio destino. La tragedia de Macbeth, en última instancia, nos

insta a reflexionar sobre los límites de la autonomía humana frente a las mareas del destino.
La Sombra del Traidor

Macbeth y el antiguo Señor de Cawdor

La obra maestra de William Shakespeare, "Macbeth," se despliega como una trama

densa e inquietante en la que los hilos del destino, la ambición y la traición se entretejen con

maestría. Dentro de este tejido, el personaje de Macbeth, atormentado por sus ansias de poder,

encuentra un eco intrigante en la figura del antiguo Señor de Cawdor. Esta exploración se

adentrará en el paralelismo entre ambos personajes traidores, revelando cómo sus destinos

entrelazados y sus siniestras similitudes arrojan luz sobre la turbulencia moral y psicológica

que impulsa la tragedia.

El personaje del antiguo Señor de Cawdor, cuyo espectro se cierne sobre la obra desde

su inicio, actúa como un precursor inquietante de Macbeth. Su traición y conspiración contra

el rey Duncan se convierten en el punto de partida de la trama. El propio Duncan, en un acto

de justicia suprema, condena al antiguo Señor de Cawdor a la pena de muerte y otorga su título

y posesiones a Macbeth. Esta transferencia de poder y tierras impulsa la historia, y Macbeth,

deslumbrado por la perspectiva de gloria y dominio, abraza su ambición con fervor.

La similitud más sobresaliente entre el antiguo Señor de Cawdor y Macbeth es su

traición al rey y su país. Ambos personajes, impulsados por deseos egoístas, urden planes para

traicionar a sus legítimos gobernantes. La traición como rasgo característico surge como una

marca indeleble que comparten. El antiguo Señor de Cawdor, al conspirar contra el rey Duncan,

y Macbeth, al asesinar a Duncan, manifiestan la traición como un síntoma recurrente en el

drama.

Sin embargo, el aspecto más intrigante de esta conexión radica en cómo Macbeth, en

su fervorosa búsqueda de poder y riqueza, emula al traidor que lo precedió. Sucesivamente,


Macbeth se torna el "nuevo" traidor, una manifestación de la misma perversidad moral que

condenó al antiguo Señor de Cawdor. Este paralelismo subraya la idea de que el traidor puede

cambiar, pero su trama maestra, en la que se sacrifican la lealtad y la moral en el altar de la

ambición, persiste inmutable.

La relación entre Macbeth y el antiguo Señor de Cawdor, cimentada en su calidad

compartida como traidores, da vida a una dualidad intrigante. Mientras Macbeth asciende al

poder y la traición, se convierte en el reflejo moderno y en la reencarnación del antiguo Señor

de Cawdor, quien, a su vez, representa la sombra del futuro que se cierne sobre Macbeth. Este

entrelazamiento de traición, poder y destinos predestinados arroja luz sobre las oscuras

complejidades de la psique humana y los dilemas morales inherentes a la ambición

desenfrenada. En última instancia, "Macbeth" se convierte en un relato inmortal de traición y

autorreflexión, un espejo en el que cada espectador puede vislumbrar su propia lucha entre el

bien y el mal.
El Lamento de Macbeth

Sueño y desolación en la tragedia

En el drama trágico de William Shakespeare, "Macbeth", el personaje titular,

profundamente perturbado por los oscuros designios de su destino y su desmedida ambición,

se sumerge en un monólogo introspectivo de inmensa riqueza simbólica. El fragmento

seleccionado del Acto II, Escena 2, revela un abismo de significado en el discurso de Macbeth

sobre el sueño. Este ensayo se propone desentrañar las sutilezas de este pasaje, analizando cada

oración para descifrar sus implicaciones y conectando las reflexiones de Macbeth con el

pensamiento de eminentes autores que abordaron la naturaleza del sueño y su relación con la

condición humana.

"Me pareció oír una voz «¡No duermas más!": La declaración inicial de Macbeth

establece un tono ominoso, en el que el sueño es presentado como un interlocutor misterioso.

La voz que advierte contra el sueño adquiere una connotación funesta, sugiriendo que este será

perturbado por las sombras de la culpa y la ansiedad.

"Macbeth asesina al sueño», el inocente sueño," : Esta sentencia encapsula la

transformación del sueño de ser una experiencia pura e inocente a un territorio macabro,

marcado por el acto homicida. Aquí, Shakespeare emplea la metáfora de asesinar para ilustrar

cómo la conciencia de Macbeth ha matado la serenidad y la tranquilidad que el sueño solía

proporcionar.

"el sueño que desenreda el embrollado ovillo de las preocupaciones, muerte de la vida

de cada día," : Esta metáfora del sueño como desentrañador del enmarañado hilo de las

preocupaciones cotidianas ilustra su poder reparador y su capacidad para proporcionar alivio


de las tensiones diarias. Sin embargo, Macbeth lo percibe ahora como un aniquilador de la

vitalidad, sugiriendo una visión distorsionada y pesimista.

"baño de enconadas penas, bálsamo del alma herida, dádiva segunda de la gran Madre,

principal manjar en el festín del mundo.": Estas frases evocan una imagen rica y sensorial del

sueño como un remedio para las heridas emocionales y como una bendición otorgada por la

naturaleza misma. El "festín del mundo" enfatiza la importancia y la esencialidad del sueño en

la existencia humana.

El pensamiento de Macbeth sobre el sueño encuentra resonancia en las reflexiones de

autores ilustres. Sigmund Freud, en su obra "La Interpretación de los Sueños," argumenta que

los sueños desempeñan un papel crucial en el procesamiento del subconsciente y la

canalización de deseos reprimidos. Asimismo, el filósofo Friedrich Nietzsche, en su tratado

"Así Habló Zaratustra," explora la dualidad del sueño como refugio y como fuente de

perturbación.

El monólogo de Macbeth sobre el sueño en "Macbeth" de Shakespeare revela una rica

paleta de significados, desde la pérdida de la inocencia hasta la visión distorsionada de la

realidad. Este fragmento se yuxtapone con las reflexiones de eminentes pensadores,

enriqueciendo su profundidad y complejidad. A través de esta exploración, emerge un retrato

detallado del abismo psicológico en el que Macbeth se debate, teñido por la sombra ineludible

de sus propios actos trágicos.

También podría gustarte