Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
FUERA DE LA MISA
RITOS INICIALES
Estando ya congregada la asamblea, y dispuestas todas las cosas, el ministro dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo,
y el Espíritu Santo.
Todos:
Amén.
Luego el ministro extraordinario saluda a la asamblea diciendo:
Hermanos, bendigamos al Señor,
que bondadosamente nos invita
a la mesa del cuerpo de Cristo
A lo que todos responden:
Bendito seas por siempre, Señor
Enseguida se hace el acto penitencial. El ministro invita a los presentes, diciendo:
El Señor ha dicho:
“el que esté sin pecado, que tire la primera piedra”.
Reconozcámonos, pues, pecadores
y perdonémonos los unos a los otros
desde lo más íntimo de nuestro corazón
Se hace una breve pausa de silencio. Luego hacen todos juntos la confesión de sus pecados:
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante ustedes, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión;
golpeándose en el pecho, dicen:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos,
1
y a ustedes, hermanos,
que intercedan por mi ante Dios, nuestro Señor.
El ministro concluye:
Dios todopoderoso
tenga misericordia de nosotros,
perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna.
Todos:
Amén.
Después, alternando con el pueblo se dice:
EVANGELIO
Del santo Evangelio según san Marcos 1, 40-45
En aquel tiempo, se le acercó a Jesús un leproso para suplicarle de rodillas: "Si
tú quieres, puedes curarme". Jesús se compadeció de él, y extendiendo la mano, lo
tocó y le dijo: "¡Sí quiero: Sana!" Inmediatamente se le quitó la lepra y quedó limpio.
Al despedirlo, Jesús le mandó con severidad: "No se lo cuentes a nadie; pero
para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo prescrito
por Moisés".
Pero aquel hombre comenzó a divulgar tanto el hecho, que Jesús no podía ya
entrar abiertamente en la ciudad, sino que se quedaba fuera, en lugares solitarios, a
donde acudían a Él de todas partes. Palabra del Señor
Reflexión
Llama la atención en el pasaje del evangelio de la misa de hoy, la sencillez del
leproso, que en forma simple le dice a Jesús, ¨si quieres puedes limpiarme¨
3
Y la respuesta de Jesús, también simple: ¨quiero, queda limpio¨
La lepra antiguamente era signo del pecado, por eso, cuando Jesús le dice al
leproso, quiero, queda limpio, también nos lo dice a nosotros, que pecamos muchas
veces contra Dios.
Cuando nosotros pedimos al Señor, con la sencillez y la fe del leproso: Señor, si
quieres puedes limpiarme, Jesús nos limpia, Jesús nos perdona.
El Señor nos espera para limpiarnos cuando recurrimos a la confesión. Pero así
como el leproso mostró su mancha y pidió a Jesús que lo sanara, así también debe
ser nuestra actitud cuando recurrimos al sacramento de la reconciliación. Tenemos
que dejar de lado la vergüenza para que así podamos iluminados por el Espíritu
Santo, ver todo lo que nos aleja de Dios, y pedirle a él sinceramente y humildemente
perdón.
El Señor, siempre nos va a decir, como al leproso, quiero, queda limpio. Pero
nuestra actitud, debe ser como la del leproso. Debemos recurrir al Señor con
arrepentimiento, con humildad.
Y también como el leproso, cuando el Señor nos cura, cuando nos perdonas,
deberíamos tener la necesidad de proclamar la maravilla que el Señor obró en
nosotros, deberíamos agradecer a Dios sus favores.
En este evangelio, Jesús le pide al leproso que se presente al sacerdote. Jesús
respeta la autoridad religiosa de la época y nos enseña a nosotros, la actitud que
debemos tener ante nuestros sacerdotes.
En esa época, las enfermedades de la piel hacían que las personas fueran
consideradas impuras, y no podían habitar en las ciudades, se las apartaba. Y la lepra
era la peor de esas enfermedades. Por eso Jesús le pide que se presente ante el
sacerdote, porque así se acostumbraba. El sacerdote, avalaba su curación y la
persona podía volver a hacer una vida normal.
Esta actitud de Jesús de respeto hacia la autoridad del sacerdote, es un ejemplo
para nosotros, que muchas veces, vemos en el sacerdote, sólo las limitaciones que
tiene como persona y no reconocemos en él que es el representante de Jesucristo.
Cada uno de nosotros, debe ver en los sacerdotes a los representantes de Cristo.
El sacerdote actúa en nombre de Jesús y tiene en sus manos los tesoros de la gracia.
Debemos acudir a ellos en todas nuestras necesidades espirituales con fe, sin
olvidar que el sacerdote es un hombre y que como tal tiene necesidad de compañía,
de amistad, de comprensión.
No debemos olvidar que los sacerdotes son hombres como nosotros, pero que
consagraron su vida, y sus necesidades al amor de Jesucristo.
Hoy vamos a pedirle al Señor, humildad, para recurrir con frecuencia al
sacramento de la reconciliación donde Jesús en la persona del sacerdote, nos espera
para ofrecernos su perdón.
Terminada la reflexión se dice el Credo
4
ORACIÓN DE LOS FIELES:
Invoquemos con corazón unánime y plegaria ferviente, a Dios Padre, fuente y
origen de todo bien: A cada invocación responderemos: Oremos juntos y digamos:
R/. Escúchanos, Padre bueno
1. Por la Iglesia. Que sea un lugar de misericordia para todos los que viven
atribulados y en situaciones difíciles. Oremos
2. Por los que tienen autoridad en el mundo. Que la salud de las personas y el
cuidado de los enfermos sea siempre una prioridad. Oremos.
3. Por quienes sufren enfermedades largas y dolorosas. Que la memoria de
nuestra Señora de Lourdes brille para ellos como signo de salud y
esperanza, y experimenten la cercanía y ayuda de quienes los rodean.
Oremos
4. Por todos nosotros. Que el tiempo de Cuaresma que estamos a punto de
iniciar, escuchemos de corazón la llamada que se nos hace a la conversión
y a la renovación de nuestra vida cristiana. Oremos
5. Por los proyectos que hay en nuestra diócesis, en especial la Megamisión;
para que todos salgamos a anunciar a nuestros hermanos alejados que Dios
los ama y los espera.
5
RITO DE LA COMUNIÓN
Terminada la oración por las vocaciones, el ministro coloca un corporal en el centro del altar y se
dirige al lugar donde se reserva el Santísimo Sacramento y lo coloca sobre el altar y hace
genuflexión. Mientras tanto se entona un canto eucarístico.