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Enseñanzas Calvinistas
Juan Calvino, bautizado en la Iglesia Católica como
Jehan Cauvin, fue un teólogo francés que vivió entre 1509 y
1564, quien además fue considerado uno de los padres de la
Reforma Protestante por destacarse como hábil teólogo y
predicador. Enfatizó su doctrina de que Dios expresaba su
soberanía a partir de la gracia y no a través de la elección
para la salvación y/o condenación. A su deceso le sucedió
Teodoro de Beza, quien reconstruyó considerablemente las
ideas de Calvino, pero luego de su el sínodo de Dort (1618–
1619) dio a la teología reformada su forma fundamental y
actual, a la que se le conoce como Teología Reformada
Calvinista. Sin embargo lo curioso es que aunque el
calvinismo la teología que hoy se adjudica a Calvino, si el
hoy estuviera vivo, no estaría del todo de acuerdo con la
corriente doctrinal de la teología reformada. No obstante, las
enseñanzas más populares de Calvino fueron los que se
han identificado como los cinco puntos esenciales de su
doctrina.
Tras muchas disputas sobre la libertad y la gracia,
el calvinismo tendió a resaltar en el siglo XVI, el aspecto de la
doctrina agustiniana que parecía afirmar una doble
predestinación. Además, con la contrarreforma iniciada por
el concilio de Trento, se suscitaron intensas disputas sobre
la presciencia divina, y sobre el asunto de que si la
reprobación o condenación, era decidida o simplemente
permitida por Dios. Tales polémicas intentaban conciliar la
«gracia», por un lado, y el libro Albedrío por el otro. Theodore
Beza, sucesor de Calvino, fue quien dio más importancia a la
doctrina de la doble predestinación (que enseña que unas
personas han sido escogidas para salvación y otras para
condenación).
En el panorama denominacional norteamericano, casi
todas las iglesias presbiterianas son exclusivamente
reformadas, como también las denominaciones que llevan la
palabra «reformada» en su nombre. La Iglesia Unida de
Cristo es otra denominación norteamericana destacada
que tiene una herencia reformada. Pero cabe aclarar que
no todos los eruditos reformados concuerdan con la postura
de que estos puntos Calvinistas comunican con precisión los
cánones, aunque sí creen que son un marco útil para
expresar las diferencias fundamentales entre el
arminianismo clásico y las posiciones reformadas.
Con relación a la doctrina de la Predestinación el Calvinismo
enseñaba los siguientes postulados.
Depravación Total
Plantea que la naturaleza humana fue seriamente
afectada por la caída, a tal punto que el hombre es incapaz
de creer en el Evangelio y de ser salvo, porque está muerto,
ciego y sordo a las cosas de Dios. Así que por causa del
pecado el corazón es engañoso y perverso en gran manera,
siendo a la vez esclava del pecado. Por eso nadie puede
elegir a Dios. Para los calvinistas toda persona llega a ser
tan malvada como podría ser, y tiene ausencia total de
cualquier cosa que podría llamarse «buena». Un bloc
publicado bajo el título “Debates teológicos entre Calvinistas
y Arminianos” abunda más el asunto declarando que el
hombre es tan depravado que:
…su voluntad no es libre, sino que está esclavizada a
su naturaleza pecaminosa; por tanto, no quiere y, de
hecho, no puede escoger el bien y rechazar el mal en
lo que a las cosas espirituales respecta…La fe no es
algo con lo cual el hombre contribuye a la salvación
sino que es en sí una parte del don de la salvación, es el
don de Dios al pecador, no el don del pecador a Dios.[3]
Es por esto que los calvinistas sostienen que el ser
humano no puede ser predestinado para salvación
solamente, porque está en una condición muy depravada,
sino que también es predestinado para perdición, como lo
denuncia Correa de Andrade cuando escribe: “los teólogos
calvinistas ven la doctrina de la predestinación como que
Dios predestinó a algunos hombres a la perdición
eterna.”[4]
Elección Incondicional
Esta doctrina alega que nuestra elección es decidida por
Dios conforme a su propósito y conforme a su voluntad
soberana. O sea, no se basa en alguna condición prevista
que algunos de nosotros cumpliríamos y otros no, ni se
basa en nuestro querer o en nuestro hacer, sino en el
propósito soberano de Dios. Esto por lo tanto sugiere que
Dios ha escogido a ciertos individuos para salvación antes
de la fundación del mundo simplemente porque él así lo quiso,
independientemente a lo que los pecadores pensaran o
desearan. Además, esta postura insinúa que en el momento
en que esa persona debiera convertirse, entonces Dios
mismo le daría la fe y el arrepentimiento a cada persona que
él eligió. No obstante, aunque es un planteamiento bastante
cautivador, infiere el pensamiento de que al final siempre
sucederá lo que Dios quiso, pero al mirarlo con los lentes
bíblicos choca con no pocos problemas. La Enciclopedia
Herder, refiriéndose al asunto de la Elección declara que:
…La teología reconoce que no siempre se han
planteado estas cuestiones en los justos términos, y que,
en definitiva, toda afirmación metafórica sobre el
número de los elegidos no puede significar más que la
voluntad divina de otorgar misericordiosamente la
salvación a todos los hombres, concediéndoles la gracia
o ayuda necesaria para ello, pero admitiendo el libre
juego de la voluntad humana, que debe afirmarse en todo
momento, tanto como la voluntad y presciencia divinas.
La eternidad de Dios no es conmensurable con el tiempo
humano ni con el de toda la historia, por lo que, al estar
«fuera» del tiempo, Dios «conoce», desde la eternidad,
los méritos y deméritos del hombre, esto es, la libre
aceptación o libre rechazo de la salvación ofrecida, que
el hombre lleva a cabo a lo largo de su tiempo.[5]
La Gracia Irresistible
Los reformadores creían que las personas a quienes
Dios determinó salvar se acercarán inevitablemente a la fe
salvadora. Así que en este sentido, y en última instancia, la
obra del Espíritu Santo no puede ser resistida, aunque los
elegidos sí pueden resistirla antes de su decisión final. Ahora
bien, como puede apreciarse, este postulado se relaciona
con la creencia de la elección incondicional, y ambas niegan
la participación humana a la hora de responder al llamado de
Dios a la salvación. Sin embargo el escritor de la epístola a
los hebreos afirma que la Gracia Divina si puede ser
resistida, como bien aclara, que es imposible que los que una
vez gustaron el don celestial y «recaen», nunca se
arrepentirán (He. 6:4–6). Además también enseña que una
persona puede pecar voluntariamente después de haber
recibido el conocimiento de la verdad (He. 10:26). Buswell
por tanto refuta esta doctrina con el siguiente enfoque:
El plan de salvación no es simétrico, así que los que
perdidos lo son «por cuanto» han resistido la gracia de
Dios en Cristo (Juan 3:18). Los que son salvos lo son
porque Dios los salva, y por ninguna otra razón
(Romanos 9:16). Es preferible llamar esta doctrina «la
gracia infalible». La palabra «irresistible» parece poner
el énfasis en el concepto finito de resistencia, mientras
que la palabra «infalible» coloca la fuerza donde es
pertinente, dentro de los decretos eternos de Dios y las
eventualidades definitivas de su programa redentor. Dios
salvará a sus elegidos infaliblemente.[8]
Posición Arminiana
Muchas iglesias protestantes han preferido abandonar la
postura reformadora y afiliarse a la posición Arminiana.
Jacobo Arminio que vivió entre el 1560 al 1609, había sido un
elogiado estudiante de Beza. A principios del siglo XVII
sostuvo en un debate público con su colega Francisco
Gomar, un rígido calvinista, y en cuyo debate expuso su
posición en cuanto a la soberanía de Dios y la libre voluntad
humana. Con el tiempo Arminio llegó a tener varios
discípulos, los cuales fueron integrantes del movimiento que
se identificó como el oponente de la doctrina calvinista de la
predestinación. Luego de su muerte, en el año 1610 sus
seguidores desarrollaron sus pensamientos con mayor
profundidad, que los registraron en un documento conocido
como “Los cinco artículos de la oposición” o “Los cinco
artículos de reproche”. Pero nueve años después, en el
sínodo de Dort, los teólogos reformados respondieron en
detalle con un documento denominado “Los cánones de
Dort”. Esta respuesta contenía muchos «artículos» o
«rechazos de errores» para cada uno de los cinco artículos
de la oposición. Juan y Carlos Wesley llegaron a ser
partidarios destacados de la teología arminiana,
introduciéndola como una posición dominante en la teología
norteamericana.
Juan Wesley, un teólogo británico del siglo XVIII, estudió
y afirmó la obra de Arminio en su movimiento metodista de
Inglaterra. Además mejoró la apologética Arminiana, por eso
hoy muchos conocen el “Rótulo de wesleyano” y no
“Posturados Arminianos”. Pero aunque George Whitefield y
Jonathan Edwards era defensores del pensamiento
reformado, aun así Wesley y Whitefield eran amigos y
compañeros de trabajo. Los metodistas, la mayoría de los
bautistas (excluyendo a los bautistas «particulares» o
«reformados»), y las denominaciones carismáticas y
pentecostales tienden a ser arminianas. La teología
arminiana o wesleyiana no exige un argumento filosófico
complejo, pues parece ajustarse de forma más natural a la
Biblia. En la Postura Arminiana la experiencia humana,
nuestra comprensión de Dios y de la Escritura son fáciles de
comprender y no se requiere la creación de un sistema
teológico complejo para justificar el llamado a la
evangelización de todas las personas. Así que en sentido
general, el arminianismo sostiene que:
Libre Voluntad
La postura arminiana reconoce que el hombre es
pecador y que fue seriamente afectado por el pecado de
Adán, lo que lo hace no merecedor del Favor Divino, pero
aun así el hombre no ha perdido del todo su capacidad
espiritual. Además Dios le capacita a fin de que por su propia
voluntad se arrepienta y crea. Esto sugiere que cada
pecador tiene voluntad de escoger y su destino eterno
depende de cómo lo use. Pero aunque esta posición parece
aceptable, en realidad no es una correcta definición del libre
albedrío, porque a pesar de reconocer que el hombre es
libre de hacer lo que desea, fallan en el hecho de que
sostienen que Dios le capacita a fin de que por su propia
voluntad se arrepienta y crea. ¿Dónde está el problema con
esta afirmación? En que si el hombre no se arrepiente o no
cree, entonces la culpa es de Dios, que no lo capacitó
correctamente. La Libre voluntad del hombre para escoger
el bien y rechazar el mal o viceversa es innata a su
naturaleza. Pablo se refiere a esto cuando escribe a los
romanos: “Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no
hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Y si lo
que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena” (Ro.
7:15).
La Biblia enseña que el pecador puede amar o rechazar
la Gracia de Dios, e incluso puede escoger cual camino
andar (Jos. 24:15; Det. 30:15-17, 19). Así que no se trata de
una capacitación que Dios da, sino de la libertad que tiene el
hombre para tomar decisiones, que de ante mano Dios
conoce, pero decide simplemente no interferir, pudiendo
hacerlo. Por lo tanto, los arminianos aceptan que ninguna
persona es merecedora del Amor y Misericordia de parte de
Dios (2 Sam. 7:18; Mr. 1:7), pero rechazan la idea de hacer
nula la Gracia de Dios. Según Pablo la gracia de Dios se
manifestó por medio de Cristo para salvación a todos los
hombres (Tito. 2:11). Por la cual también somos salvos
mediante fe (Efesios. 2:9). Para Porter la definición esencial
de gracia es “un favor recibido que no era merecido”. Así
que cuando nosotros no merecíamos nada de Él, nos amó e
hizo todo lo necesario para que recibiéramos la vida y toda
clase de bendiciones.[9] Pablo advierte que el pecador
arrepentido no peca porque desea hacerlo, sino porque su
naturaleza humana le lleva a ello (Ro. 7:17), pero aun así
Dios en su misericordia le perdona y le salva.
En los Evangelios
John Owen es uno de los predicadores más
controversiales actualmente, que a pesar de pastorear
una de las Iglesias más grandes de los Estados Unidos, la
mayoría de sus afirmaciones se contraponen a la postura
oficial de la mayoría de las iglesias evangélicas. De hecho,
también en cuanto a la Predestinación él afirma que Cristo no
pudo haber obtenido la redención de aquellos que no son
libres. Owen basa su afirmación según (Mateo 20:28), que
dice: “como el Hijo del Hombre no vino para ser servido,
sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.”
Según su teoría, la palabra “Muchos” tal vez incluya a un
gran número de personas, pero deja fuera a otro. Por ello
una Redención Universal deja todavía en cautiverio a
muchas personas. Por eso Mateo dice que Cristo vino en
rescate por muchos, no por todos y concluye su comentario
diciendo: “Por tanto, la “redención” no puede ser “universal”,
como tampoco la Iglesia romana puede serlo...La
redención tiene que ser particular puesto que sólo algunos
son redimidos.”[19]
Pero no solo en Mateo se ha mal interpretado el tema,
sino que en el Evangelio de Juan, precisamente en su primer
capítulo del texto juanino podemos notar en el versículo doce
una declaración importante: “…todos los que le recibieron
y creen en su nombre, les dio la potestad de ser hechos
hijos de Dios.” Para otros predicadores contemporáneos el
texto sugiere que Dios había destinado para salvación a
unos y a otros no, y que esos predestinados para salvación
creerían en Jesús y por lo tanto, también serán llamados
“Hijos”. Y qué de (Juan 6:37,39), donde se lee:
Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a
mí viene no le echo fuera. Porque he descendido del
cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del
que me envió. Y esta es la voluntad del que me envió:
que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino
que lo resucite en el día postrero. Y esta es la voluntad
del que me ha enviado: que todo aquel que ve al Hijo, y
cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el
día postrero”.
Y un último texto es (Juan.15:16) en el que se habla
directamente de la elección divina de los apóstoles. Según
Juan, Cristo declaró: “No me elegisteis vosotros a mí, sino
que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis
y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo
que pidiereis al Padre en mi nombre él os lo dé.” Ahora bien,
para poder entender el verdadero enfoque de tales verdades
es necesario atender al contexto del cual se habla, o en el
que se declaran. Así que juzgando a la temporada que
estaban viviendo los apóstoles, Juan se propone escribir a la
comunidad judía que estaba en contacto con el pensamiento
griego, y que habían abrazado el gnosticismo. Su principal
objetivo era demostrar que Cristo era verdaderamente el
verbo de Dios, el Cordero enviado por el Padre para la
Salvación de la Humidad. Lo que indica que Juan nunca tuvo
en mente a un grupo selecto, sino siempre fue claro en que la
muerte de Cristo abarcaba a todos los que en su libre
albedrío, recibían a Cristo en sus corazones y creían en él:
a. En Juan (1:12), cuando dice “a todos”, se usa el
vocablo griego ὅσος (hósos), que según el diccionario
completo de estudio de palabras del Nuevo
Testamento se usa para referirse a: “Magnitud”.[20]
Así que no infiera la salvación de un grupo selecto,
sino la aceptación divina de “HIJOS”, de esos que
voluntariamente han recibido a Cristo como su
Salvador.
b. El segundo texto de (Juan 6:37-39), no dice “Todo el
que el Padre me da”, sino más dice Πάς ὅς πατήρ μοι
δίδωμι (pás hós patḗr moi dídōmi), que traducido es:
“Todo aquello que el Padre me entrega por voluntad
propia y de buena voluntad, no lo rechazo” Entonces
el texto tampoco sugiere una redención específica, es
más bien una aclaración de que él como HIJO no
rechaza nada de lo que el Padre le da, incluyendo a
los que voluntariamente le reciben como Salvador.
c. En el último texto (Jn. 15:16), Jesús se dirige a los
doce, no a todos los creyentes, y es solo a ellos a
quienes les entrega instrucciones referentes al
objetivo de su elección como apóstoles, que es “ir y
llevar frutos”.
Predestinación y Elección:
Desembalando el misterio de la elección
A causa de la concepción errónea de esta doctrina, se han
un sin número de enseñanzas que lejos de alinearse al
concepto bíblico, más bien se apartan de toda verdad. Por
ejemplo, vimos que para algunos reformadores la
Predestinación fue el acto de Dios de determinar de
antemano quiénes serán salvados (elegidos) y quiénes no lo
serán (condenados). Por otro lado, la Elección fue el suceso
en el que Dios seleccionó a aquellos que ha escogido para
ser salvados y recibir su Gracia. Pero aunque la
Predestinación y La Elección son dos conceptos teológicos
relacionados, también son distintos entre sí.
Análisis etimológico
La Soberanía según el calvinismo implica la
involucración de Dios de una manera activa y providencial en
toda su creación. O sea, se trata de una es SOBERANÍA
DIRECTA y ABSOLUTA de Dios sobre todas las cosas. Van
Til define la soberanía de Dios según el calvinismo como: “…
el absoluto derecho de Dios en gobernar al mundo y hacer
lo que le plazca puesto que Él es el Creador”.[48] Sproul
comenta que cuando hablamos de la soberanía divina,
estamos hablando acerca de la autoridad de Dios y el
poder de Dios. Como soberano, Dios es la suprema
autoridad del cielo y la Tierra. Toda otra autoridad es una
autoridad inferior. Cualquier otra autoridad que exista en el
universo se deriva y es dependiente de la autoridad de Dios.
Todas las demás formas de autoridad existen bien por el
mandato de Dios o bien con su permiso.[49]
En Génesis 24:44 leemos que rebeca debía cumplir
ciertos vellones para que el criado de Abrahan supiera que
era la mujer elegida para Isaac. En dicho pasaje los
traductores usaron el verbo “Destinó”, pero la palabra hebrea
es ( ָיכַחyāḵaḥ), se traducía como “Eligió.” Entonces, según la
narración mosaica Dios no había destinado que la Mujer de
Isaac fuera Rebeca, sino al conocerla desde antes de la
fundación del mundo la elegió de entre todas las mujeres omo
la futura esposa del patriarca, de quién emanaría la
descendencia abrahámica. La palabra que sí significa
“destinar, colocar, comicionar o establecer” es el hebreo ָתן ַ נ
(nāthan), pero ésta no aparece en el relato del Génesis, sino
en (Jos. 9:27), y en Isaías (Is. 65:12) se usa una variante
del berbo que ( ָמנָהmānāh), que aunque se traduce como
“destinaré”, su significado lejos de guarder relación con el
destino o futuro, más bien indica la acción de registrar, contar
o numerar. Según Warren Baker y Eugene se usa en (Gn.
13:16; Núm. 23:10; 2 Sam. 24: 1).[50] Por lo tanto, la profecía
de Isaías lo que dice es que Dios contaría el número de los
rebeldes y los asignaría a la espada.
El Determinismo
También hay una enseñanza muy popular que trata de
invalidar el Libre Albedrío. Se trata de la doctrina "Salvos
siempre salvos". Es una enseñanza teológica muy defendida
por diferentes líderes religiosos y pensadores a lo largo de la
historia cristiana. De hecho, creyentes de varias
congregaciones como bautistas, pentecostales,
presbiterianos, calvinistas y otros grupos evangélicos han en
sido víctimas de ella. Pero sus defensores más notables han
sido Juan Calvino, Charles Spurgeon, Max Lucado, R.C.
Sproul, Charles Stanley y John Piper, y encuentra su apoyo
en los siguientes textos bíblicos (2 Cor 1:18-20; Heb.6:16-
18; Rom.3:1-4; Isa.25:1; Deut 9:4-6; Tito 1:1-2). No obstante,
es importante señalar que esta enseñanza cuenta con el
rechazo de otros teólogos y denominaciones cristianas, que
consideran que la salvación puede perderse. En mi libro: “La
puerta peligros”, presento una apologética detallada sobre
este tema en específico que tal vez, te sirva de ayuda. Pero
en particular, considero que en la Biblia hay abundantes
argumentos de que una persona después de haber sido
salva por su confesión de fe, puede perderse, si se desvía
del camino de luz, por ejemplo: