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ArbitrajeSIGUIENTE

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¿Qué es el arbitraje?
LECCIÓN 1 de 3
Concepto. Características
Como hemos visto en los módulos anteriores, con la aparición de los métodos
alternativos de resolución de disputas (RAD), encontramos al arbitraje. Si bien es
cierto que la solución de los conflictos interesa a toda la sociedad, en la mayoría de
los casos, sólo afecta el interés de las partes involucradas y pueden ser resueltos por
vías alternativas, como es el arbitraje, sin necesidad de poner en funcionamiento
toda la maquinaria judicial. También debe recordarse que no son pocos los
ciudadanos que por cuestiones económicas y sociales no recurren al servicio de
justicia tradicional, dejando, de esa manera, muchas controversias sin resolución o,
en casos peores, intentando hacer justicia por mano propia, lo que genera situaciones
de violencia, que todos los días se conocen por intermedio de los medios de prensa.

En este contexto,

… el arbitraje puede ser una de las fórmulas a través de las cuales se asegure a los
ciudadanos el acceso a una justicia eficiente, administrada por las propias partes dentro de
su esfera de libertad, y en el marco de sus derechos disponibles.
Caivano, 2000, p.25
… el arbitraje puede ser una de las fórmulas a través de las cuales se asegure a los
ciudadanos el acceso a una justicia eficiente, administrada por las propias partes dentro de
su esfera de libertad, y en el marco de sus derechos disponibles.
Caivano, 2000, p.25

El arbitraje es uno de los múltiples modos de solución pacífica de conflictos previsto


en nuestro ordenamiento jurídico vigente.

Son muchas las conceptualizaciones que diversos autores han efectuado de este
procedimiento. Estas definiciones varían en virtud de las características en las que
ponen el acento, de esta forma, se pueden citar a título de ejemplo, las que siguen.

Modo de heterocomposición de conflictos que opera como resultado respecto de


ellos y al cuál se llega exclusivamente si media, al menos, un principio de
autocomposición de los propios interesados, mediante el cual aceptan plantear su
litigio al árbitro y, eventualmente, acatar su decisión. (Alvarado Velloso, citado en
Caivano, 2000 pp. 48 - 49).

Un sustituto de la jurisdicción, en cuya virtud los árbitros tienen la atribución de


sustanciar y decidir contiendas no exclusivamente reservadas al Poder Judicial, por
un procedimiento en el que prevalece la libertad de las formas y que reviste carácter
obligatorio cuando las partes lo han convenido por medio de una cláusula
compromisoria.1

La remisión de una disputa a una o más personas imparciales para una


determinación final y obligatoria. (American Arbitration Association, s.f.)

El juicio al que las partes concurren de común acuerdo o por voluntad del legislador,
y que se verifica ante tribunales especiales, distintos de los establecidos
permanentemente por el Estado, elegidos por los propios interesados o por la
autoridad judicial en subsidio, o por un tercero en determinadas ocasiones. (Aylwin
Azócar, citado en Caivano, 2000, p. 49).

[1] Sala G de la C. N. Civil, LL, 1990-E-148, y ED, 141.121 (1990).

Se podría continuar citando a muchos autores más, pero a los fines de dar una definición
más amplia, tomando en cuenta las características principales del arbitraje y tratando de
buscar una síntesis de diversos conceptos, lo definimos como un procedimiento mediante
el cual se pone un pleito, ya sea porque así lo decidan las partes o porque la ley lo
indica, a la consideración de un árbitro o un tribunal de varios árbitros que emite una
resolución (a la que se conoce como laudo). Esta decisión arbitral pone fin al pleito y
las partes deben acatarla obligatoriamente. Se trata de un proceso procedimiento
privado para evitar un procedimiento judicial.
Tomando en cuenta la clasificación de los métodos de resolución de conflictos que se
expuso en la primera lectura y siguiendo como criterios, por un lado, quienes tomaban la
decisión final, y por otro, cuál es la actitud de las partes en el proceso; se puede afirmar que
el arbitraje es un método heterocompositivo y adversarial de resolución de conflictos.
Teniendo en cuenta estos dos aspectos, se visualiza que, dentro de los métodos alternativos,
el arbitraje es el más parecido, por sus características, al litigio y, en consecuencia, marca
sus diferencias con otros métodos como la conciliación o la mediación.

Se afirma que es un método heterocompositivo en virtud de que la decisión final no surge


de las partes, sino de un tercero, el árbitro. Algunos autores lo caracterizan
como adjudicativo, es decir, que la resolución es producto de la adjudicación que efectúa
el tercero neutral que interviene con ese propósito en el conflicto. La diferencia, entonces,
con la mediación radica en que el tercero neutral no auxilia ni colabora con las partes para
que éstas arriben a un acuerdo que resuelva el conflicto, sino que, por el contrario, impone
una decisión a través de su pronunciamiento.

En el caso del arbitraje voluntario, la decisión final surge de un tercero neutral, pero a los
fines de llegar al arbitraje, es necesario que exista un acuerdo entre las partes para resolver
los conflictos por esta vía, renunciando a la instancia judicial. Es por esa cuestión, que parte
de la doctrina sostiene que este método, si bien es heterocompositivo, requiere un principio
de autocomposición, por el que las partes, voluntariamente, aceptan resolver sus
controversias y diferendos por esta vía. Pero lo que no tiene discusión alguna es la
heterocomposición en la decisión final, acercando el arbitraje al litigio, más que a la
mediación o a la conciliación.

Es adversarial por la actitud que las partes adoptan en el desarrollo de este método. Las
partes no llevan adelante conductas de cooperación o colaboración para encontrar juntas
una solución para el problema, fundamentalmente, porque no son ellas las que van a tomar
esa decisión, sino un tercero neutral, al que tendrán que convencer de que su planteo es el
más adecuado. Por lo tanto, la posición de cada una, en este proceso, es de adversarias,
enfrentadas entre ellas, cada una con el objetivo de imponer su posición. En ese aspecto, se
aproxima más al litigio que a los métodos alternativos, como la mediación o la conciliación.
Su estructura es, básicamente, la de un juicio. El rol del árbitro es similar al de un juez: las
partes le presentan un caso, prueban los hechos y, sobre esa base, el magistrado decide la
controversia. Incluso, ese pronunciamiento puede, en determinados casos, ser recurrido ante
otra instancia.

Aun con todas estas semejanzas, es importante destacar que el arbitraje es un método
alternativo de resolución de conflictos y mantiene con el juicio una diferencia sustancial: la
decisión final no emana de los jueces del Estado, sino de particulares libremente elegidos
por las partes, mediante un procedimiento flexible y con la menor cantidad de interferencias
formales posibles.
Ventajas del arbitraje
Además de ser más rápido y económico que el juicio, podemos decir que el arbitraje tiene
una serie de ventajas, sobre todo con relación al juicio. Estas son:
 bullet

especialización en el tema a decidir;

 bullet

economía de recursos humanos;

 bullet

mayor participación de las partes en el proceso;

 bullet

la posibilidad de crear un arbitraje a la medida del caso y de elegir a la


persona o personas que consideren idóneas para resolverlo; e
 bullet
inmediatez entre las partes y la persona del árbitro.
Considerar al arbitraje como un elemento alternativo al litigio no presupone, bajo ningún
punto de vista, su reemplazo o su privatización como algunos críticos han esbozado. Muy
por el contrario, el arbitraje y todos los métodos de resolución alternativos de conflictos
deben funcionar como instancias complementarias del Poder Judicial y, en definitiva, como
filtro de aquellas controversias que pueden ser resueltas de otra manera.
Naturaleza jurídica del arbitraje. Teorías
Adoptar una posición u otra con relación a la naturaleza jurídica de este instituto significa,
directamente, elegir entre dos posiciones antagónicas y, en consecuencia, se caracterizará al
arbitraje con efectos jurídicos muy disímiles. A partir de esto, es obvio que no existen
posiciones únicas en este aspecto dentro de la doctrina y las teorías que se han desarrollado
son variadas. Las principales son la teoría contractualista y la teoría
jurisdiccional, seguidas en posiciones intermedias entre estas encontramos a la teoría
intermedia o sincrética y a la teoría autónoma.
I. Teoría contractualista

Esta corriente considera al origen del arbitraje desde un punto de vista contractual,
poniendo el acento en el aspecto privado del instituto y toda la institución se equipara al
régimen contractual, dado que, al inicio, las partes acuerdan someter la controversia al
procedimiento arbitral. Considera que los árbitros no cumplen la función de los jueces y, en
consecuencia, no administran justicia en nombre del Estado, sino que esta es consecuencia
de la voluntad de las partes.

El valor de la decisión que toman surge de la voluntad de las partes de resolver por medio
de ellas una controversia que versa sobre derechos disponibles por las partes. Sin embargo,
la efectividad de la decisión arbitral proviene del compromiso que las partes asumieron de
acatarla y, por tal motivo, el laudo arbitral no goza del efecto de cosa juzgada.
Así, se refuerza la idea de que el vínculo que se genera entre las partes y el árbitro es
eminentemente contractual, y al decir del profesor Caivano (2000) encuentra en la falta de
imperium de los árbitros un importante argumento que respalda a esta teoría.

La imposibilidad de ejercer coerción en los particulares para


obtener el cumplimiento forzado de una determinada conducta,
robustece la concepción de que el árbitro no ejerce una
verdadera jurisdicción, por cuanto ésta lleva implícita la fuerza
coercitiva emanada del Poder del Estado. (Caivano, 2000, p.
95).
II. Teoría jurisdiccional

Esta teoría concibe al arbitraje como un proceso jurisdiccional que debe regirse por sus
formas y cuya resolución (laudo) goza de los mismos efectos que una sentencia judicial.
Quienes defienden esa postura sostienen que el instituto del arbitraje, si bien tiene un origen
convencional, se separa luego de esa posición y el laudo adquiere los mismos caracteres de
una sentencia, más allá de las diferencias que existen entre el actuar de un árbitro y el de un
juez.

Además, consideran que los árbitros ejercen una verdadera jurisdicción, entendiendo a esta
como el ejercicio de una función cuyo objetivo es solucionar pacíficamente los conflictos
sometidos a la decisión de un órgano que tenga competencia para resolverlos, y se apoyan
en el carácter público de la administración de justicia. Pero, asimismo, es el mismo Estado
el que reconoce la posibilidad de los particulares de ejercer tales funciones e, incluso, con
la posibilidad de que, ante el incumplimiento del laudo final, la parte tenga la posibilidad de
recurrir al Poder Judicial y solicitar su ejecución, es decir, que es el mismo sistema quien le
reconoce el ejercicio de jurisdicción a los árbitros.

A diferencia de la posición contractualista, aquí se argumenta que los árbitros son jueces,
pero no solo porque las partes los hayan nombrado como tales, sino que el sistema los
reconoce en esa función y acepta la decisión tomada por ellos.

En este sentido, previo a la sanción del nuevo C. C. y C. N., se ha expedido la Corte


Suprema de Justicia en diversos fallos, estableciendo que

El arbitraje importa la prórroga o sustracción voluntaria de la


jurisdicción que ordinariamente tendrían los tribunales del
Poder Judicial, que es transferida a jueces particulares que
substanciarán y decidirán las contiendas que se sometan a su
consideración ... Este procedimiento supone celeridad,
economía, informalidad, conocimientos técnicos de los
juzgadores, la menor animadversión al cumplimiento de lo
resuelto y libremente convinieron el sometimiento de sus
controversias a la autoridad de los árbitros que ellos mismos
seleccionaron.2
[2] C.S.J.N. “Color S.A. c/ Max Factor Sucursal Argentina”, C. 950. XXIV (1994).
III. Teoría intermedia o mixta o sincrética

Esta teoría la que combina las dos anteriores para definir al arbitraje como una institución
contractual, pero en materia de efectos, estos serán de índole jurisdiccional. Aquí se trata de
una institución de carácter eminentemente privado, contractualista, pero le reconoce al
laudo eficacia legal, de naturaleza pública, y una expresión de jurisdicción. Esta es la
posición que ha adoptado el C. C. y C. N. de nuestro país.
Clasificación y tipos de arbitraje
La doctrina ha diferenciado diversos tipos de arbitraje, según distintos criterios a tener en
cuenta.
Arbitraje libre o institucional

Depende del modo de actuación de los árbitros y la naturaleza de la decisión. Tiene


efectos muy importantes, según se opte por un sistema o por otro, particularmente, en las
consecuencias del laudo arbitral. Se dice que el arbitraje es de amigables
componedores cuando los árbitros deben resolver ex acquo et bono, es decir, según su leal
saber y entender. Por lo contrario, será de derecho o de iuris, cuando deban someterse a
derecho y, por lo tanto, el procedimiento y el laudo se rigen de la misma manera que el
litigio. En el primer supuesto, al momento de dictar el laudo, los árbitros deben decidir en
virtud de la equidad y no del derecho. La fundamentación no debe ser legal, incluso,
algunos autores sostienen que ni siquiera debería ser fundamentado el laudo, ya que es
según el leal saber y entender de los árbitros. Por el contrario, gran parte de la doctrina
sostiene que, justamente, en virtud de ese mismo motivo, es que la fundamentación debe
ser mucho más clara y precisa.

Cuando el arbitraje sea de derecho, los árbitros están obligados a aplicar el derecho
positivo, resolviendo el caso del mismo modo en que lo haría un magistrado de la justicia
ordinaria. Aunque debe destacarse que las partes pueden determinar al árbitro y a las
normas que deberá aplicar para resolver el caso en cuestión, lo que marca una diferencia
sustancial con el accionar de los jueces, quienes aplican, al momento de dictar sentencia,
las disposiciones que consideran más oportunas.

La elección de un tipo de arbitraje u otro determinará si es posible que el laudo sea


recurrido o no. En este sentido, si el arbitraje es de amigables componedores, el principio
general es que no puede ser recurrido, salvo por la acción de nulidad que se desarrollará
más adelante. El motivo de esa negación de los recursos surge de la decisión de las partes
de aceptar lo resuelto por los árbitros; pero, además, si se aceptasen los recursos que
deberán ser resueltos por un juez, al no fundamentarse el laudo en el derecho positivo,
difícilmente quede en pie la decisión arbitral.

Por el contrario, cuando el arbitraje fuera de derecho, por regla general podrán interponerse
los mismos recursos previstos para las sentencias dictadas por los tribunales ordinarios, a
menos que las partes los hubiesen renunciado expresamente. Nuevamente, la autonomía de
la voluntad es la que prevalece.
Arbitraje voluntario o forzoso
Esta clasificación toma como criterio el origen del arbitraje. En determinados casos y en
razón de la temática en cuestión o la complejidad del tema a tratar, la ley considera que es
conveniente resolver la disputa por ese medio e impone un arbitraje forzoso. Por el
contrario, si en virtud de un acuerdo arbitral las partes son las que decidieron renunciar a la
vía judicial y someter la disputa a arbitraje, este será voluntario.

El arbitraje será de derecho público cuando involucra Estados o personas de derecho


público y es privado cuando el conflicto se desarrolla entre personas físicas o jurídicas no
estatales.

El arbitraje será internacional, si alguna de las partes reside fuera de las fronteras del
Estado o el pleito contiene elementos de carácter internacional.

Un caso muy especial es el arbitraje de inversión, que pretende dar solución pacífica a los
conflictos entre un Estado receptor de inversiones e inversores extranjeros. Fue
estructurado a través del Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a
Inversiones (CIADI) en el marco del Banco Mundial y de los tratados bilaterales de
protección de inversores extranjeros celebrados por un gran número de países.

El Código Civil y Comercial de la Nación sancionado en 2014 (C. C. Y C. N.) no regula el


arbitraje público y tampoco se ocupa del arbitraje de inversión del CIADI. Además, son
excluidos el arbitraje laboral y el arbitraje de consumo, porque tienen legislación específica
propia.

El C. C. Y C. N. incluye como contrato tipificado al arbitraje privado o comercial,


exclusivamente3. Tampoco se ocupa del proceso arbitral, aunque contiene algunas reglas
sobre la designación de árbitros y su remuneración y otras para dar solución práctica a
determinadas incidencias que podrían presentarse cuando las partes no han acordado nada
al respecto, con la intención de dotar de la mayor eficacia al contrato de arbitraje.

El juicio de arbitraje se encuentra incluido dentro del Código Procesal Civil y Comercial de
la Nación (C. P. C y C. N 4) y en los diversos códigos de procedimientos provinciales. Los
códigos procesales establecen reglas para el proceso del juicio arbitral, pero no regulan el
acuerdo de arbitraje ni los restantes acuerdos bajo los cuales se estructura el arbitraje, tales
como el acuerdo con la institución administradora y los acuerdos con los árbitros
designados. El C. P. C y C. N omite legislar el arbitraje internacional.

Es opinión generalizada que este conjunto de normas, incluidas en los códigos de


procedimientos, ya son obsoletas y requieren una actualización en forma urgente. Hasta la
sanción del C. C. Y C. N., la mayor fuente de normas positivas que incluyeran el arbitraje
se encontraba en los tratados internacionales y multinacionales en los que la Argentina es
parte.

[3] Artículos 1649 al 1665, Ley N.° 26994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la
Nación Argentina. Recuperado de t.ly/UXo3
[4] Artículo 736 y ss., Ley N.° 17454 (1981). Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la
Nación Argentina. Recuperado de t.ly/3rVi
Actividad de repaso

Lee detenidamente la cláusula de arbitraje que a continuación se transcribe y completa las


oraciones:

Toda cuestión o divergencia que surja entre las partes, incluyendo a la resolución de este
contrato, o que en cualquier forma se relacione con él, directa o indirectamente, será
resuelta definitivamente por arbitraje de acuerdo al Reglamento de Arbitraje del Centro de
Mediación y Arbitraje Comercial de la Cámara Argentina de Comercio (CEMARC) y su
anexo de Medidas Preliminares (el Reglamento), por tres (3) árbitros, elegidos por las
partes de común acuerdo, o en caso de no existir acuerdo, designados conforme lo
dispuesto por el Reglamento. El idioma del arbitraje será el castellano y la sede será Buenos
Aires. Las partes renuncian expresamente a interponer recursos contra las decisiones del
Tribunal Arbitral o del CEMARC, con excepción de los recursos expresamente previstos en
el Reglamento.
Conforme al modo de elegir los árbitros y el procedimiento, esta cláusula refiere a un

arbitraje ………………………

ENVIAR
INTENTAR DE NUEVO
Al estar incluida esta cláusula en un contrato entre las partes, en relación a la clasificación

según su origen, el arbitraje es …………………

ENVIAR
INTENTAR DE NUEVO
En relación a las partes que están involucradas en este contrato, el arbitraje es

………………

ENVIAR
INTENTAR DE NUEVO
Contrato de arbitraje en el C. C. y C. N. argentino
Luego de estas caracterizaciones volvemos a cómo ha sido regulado en nuestro país, en el
C. C. y C. N.:

ARTÍCULO 1649. Definición Hay contrato de arbitraje cuando las partes deciden someter
a la decisión de uno o más árbitros todas o algunas de las controversias que hayan surgido o
puedan surgir entre ellas respecto de una determinada relación jurídica, contractual o no
contractual, de derecho privado en la que no se encuentre comprometido el orden público.5
El arbitraje es una justicia privada de fuente convencional, ya que su origen inmediato es el
acuerdo a través de la cual las partes exteriorizan su voluntad de excluir la intervención de
los tribunales judiciales y someterse a la decisión de árbitros. En conclusión, este acuerdo o
convenio arbitral configura un contrato en sí mismo y es la estructura adecuada para su
desarrollo.

[5] Artículo 1649, Ley N.° 26994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación
Argentina. Recuperado de t.ly/UXo3

LECCIÓN 2 -
Referencias

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LECCIÓN 1 -
¿Qué es el arbitraje?

Referencias
LECCIÓN 2 de 3

C.S.J.N. “Color S.A. c/ Max Factor Sucursal Argentina”, C. 950. XXIV (1994).

Ley N.° 17454 (1981). Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. Honorable
Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/15000-19999/16547/texact.htm
Ley N.° 26994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la
Nación Argentina. Recuperado de
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/235000-239999/235975/norma.htm

Sala G de la C. N. Civil, LL, 1990-E-148, y ED, 141.121 (1990).

LECCIÓN 3 -
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Acuerdo ArbitralSIGUIENTE
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Cláusula compromisoria y compromiso arbitralCláusula compromisoria y
compromiso arbitral 100 Percent Complete

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Cláusula compromisoria y compromiso


arbitral
LECCIÓN 1 de 4
Aspectos legales
Para tratar este tema, seguimos los comentarios realizados por la Dra. Verónica
Sandler Obregón a los artículos específicos del Código Civil y Comercial de la
Nación, publicado por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación.
Retomamos aquí el análisis del artículo 1649 del citado Código, que dice:

ARTÍCULO 1649.- Definición. Hay contrato de arbitraje cuando las partes deciden
someter a la decisión de uno o más árbitros todas o algunas de las controversias que
hayan surgido o puedan surgir entre ellas respecto de una determinada relación
jurídica, contractual o no contractual, de derecho privado en la que no se encuentre
comprometido el orden público. 2
[2] Artículo 1649, Ley N.° 26994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación
Argentina. Recuperado de t.ly/UXo3

El acuerdo arbitral implica la obligación de las partes de resolver sus conflictos por
vía arbitral, obligándose, al mismo tiempo, a no deducir acciones judiciales respecto
de esos conflictos. En definitiva, el acuerdo arbitral produce dos efectos principales:

 bullet

los jueces estatales devienen incompetentes para intervenir en la


resolución de aquellos conflictos que hayan sido sometidos a arbitraje;
y
 bullet
los árbitros resultan investidos de atribuciones jurisdiccionales para
resolver las controversias que se someten, comprendiendo la facultad de
decidir sobre su propia competencia ante un cuestionamiento sobre la
incompetencia del árbitro o tribunal.

Por todo lo expuesto, se puede evidenciar la naturaleza mixta del arbitraje


(contractual por su origen, jurisdiccional por las atribuciones que de él derivan a los
árbitros), circunstancia recogida no solo por la doctrina y jurisprudencia
internacional, sino también por nuestros tribunales nacionales y ahora, por la
legislación nacional.

Como surge del texto de la norma, la sola existencia de un acuerdo o convenio


arbitral entre las partes es suficiente para producir efectos.

La mayoría de los instrumentos internacionales han abandonado el requisito del


compromiso arbitral, reconociéndose la autosuficiencia del acuerdo arbitral, así este
consista en una cláusula contenida en un contrato que contemple el arbitraje para
resolver controversias futuras. En conclusión, un único acuerdo es válido y eficaz
para producir la totalidad de sus efectos, aunque no sea complementado o precisado
por otro con posterioridad al surgimiento de la controversia. La figura del
“compromiso arbitral”, en suma, desaparece como categoría propia. Asimismo, se
deja de lado la diferenciación en cuanto al esquema de conflictos presentes o
futuros, determinando que el sometimiento de arbitraje puede darse para “todas o
algunas controversias que hayan surgido o puedan surgir” de una relación jurídica
determinada. Podemos concluir, entonces, que el acuerdo arbitral consistente en una
cláusula contractual prevista para controversias futuras es suficiente para poner en
funcionamiento el arbitraje. El “contrato de arbitraje” comprende en su concepto a
las dos modalidades clásicas a través de las cuales se pactaba el arbitraje (“cláusula
compromisoria” y “compromiso arbitral”) sorteando de esa manera los
inconvenientes que generaba la exigencia legal de celebrar el segundo: ya no es
necesario que las partes vuelvan a acordar una vez surgido el conflicto, ni tampoco
recurrir al Poder Judicial para lograr su instrumentación en caso de falta de acuerdo.
(UniversoJus.com, s.f., t.ly/4F2c).

Te invitamos a leer el siguiente acuerdo arbitral, que es un excelente ejemplo de lo


establecido en el Código Civil y Comercial de la Nación (C. C. y C. N.):

Las partes intervinientes, con renuncia expresa de su fuero propio o de cualquier otro que pudiera corresp
acuerdan que todo litigio, discrepancia o cuestión que pudiera surgir en la interpretación, aplicación o ejecu
presente contrato, se resolverá mediante arbitraje de la Asociación de Arbitraje Inmobiliario “ARBIN”, a l
encomienda la administración del arbitraje y la designación de los árbitros, de acuerdo con la Ley de Arbitra
su Reglamento.

Asimismo, hacen constar expresamente su compromiso de cumplir el laudo arbitral que s


Para los procedimientos arbitrales que pudieran suscitarse, designan como domicilio, a efectos de notificaci
siguientes:

a) indicar domicilio del arrendador/contratante, nº de fax, correo electrónico, en su ca


b) indicar domicilio del arrendatario/contratante, nº de fax, correo electrónico, en su caso, …

Si los datos anteriores se modificaran durante la vigencia del presente contrato, los nuevos datos serán comun
la otra parte por cualquier medio que deje constancia expresa, quedando unidos al mismo, a modo de anexo.
El orden público
A los fines de poder determinar si una controversia es susceptible de ser resuelta por
medio del arbitraje o no, debemos analizar lo que se conoce como arbitrabilidad de
la controversia. La última parte del artículo analizado involucra una limitación a las
materias que pueden ser objeto de un arbitraje, estableciendo que no pueden
someterse a arbitraje las cuestiones en que se encuentre comprometido el orden
público. Es decir que, la relación jurídica de la que surja la controversia objeto del
contrato debe ser de derecho privado y no encontrarse afectado el orden público. La
falta de un concepto preciso, claro e invariable puede dar lugar a dificultades de
interpretación. También, en lo que hace al contenido de lo que se entienda por orden
público comprometido, dado que podría dejar fuera de la competencia arbitral
cuestiones que, si bien pueden comprometer normas de orden público, son
disponibles para las partes.3
[3] Artículos 736, 1644, 1651, Ley N.° 26994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de t.ly/UXo3

Forma del acuerdo arbitral

ARTÍCULO 1650.- Forma. El acuerdo de arbitraje debe ser escrito y puede constar en una
cláusula compromisoria incluida en un contrato o en un acuerdo independiente o en un
estatuto o reglamento. La referencia hecha en un contrato a un documento que contiene una
cláusula compromisoria constituye contrato de arbitraje siempre que el contrato conste por
escrito y la referencia implique que esa cláusula forma parte del contrato. 4

[4] Artículo 1650, Ley N.° 26994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación
Argentina. Recuperado de t.ly/UXo3

La norma solo exige, siguiendo la tendencia prevaleciente a nivel internacional, que el


acuerdo arbitral conste por escrito, sin requisitos adicionales de forma, y prevé la
posibilidad de que el acuerdo arbitral sea incorporado a un contrato por la referencia que en
él se haga a otro documento que lo contemple. Si bien se mantiene el requisito de la forma
escrita, con base en la nueva redacción, el acuerdo arbitral ya no tiene que constar en un
documento, reconociendo como equivalentes otros medios de celebrar el acuerdo arbitral
(comprendido la forma oral), siempre que su contenido quede registrado, ni tampoco tiene
que estar firmado por las partes. La norma también prevé que la exigencia de la escritura
puede ser cumplida por medios electrónicos de comunicación, toda vez que la información
consignada en ella sea accesible para su ulterior consulta, entendiéndose por comunicación
electrónica a cualquier comunicación que las partes hagan por medio de mensajes de datos,
expresión que debe ser interpretada como comprensiva de información generada, enviada,
recibida o archivada por medios electrónicos, magnéticos, ópticos o similares.

En el ejemplo transcripto más arriba, podemos apreciar que se cumplen con los requisitos
de forma, en este caso es una cláusula arbitral inserta en un contrato inmobiliario: …
acuerdan que todo litigio, discrepancia o cuestión que pudiera surgir en la interpretación,
aplicación o ejecución del presente contrato, se resolverá mediante arbitraje…
Causas excluidas del contrato de arbitraje

ARTÍCULO 1651.- Controversias excluidas. Quedan excluidas del contrato de arbitraje las
siguientes materias: a) las que se refieren al estado civil o la capacidad de las personas; b)
las cuestiones de familia; c) las vinculadas a derechos de usuarios y consumidores; d)
los contratos por adhesión cualquiera sea su objeto; e) las derivadas de relaciones
laborales. Las disposiciones de este Código relativas al contrato de arbitraje no son
aplicables a las controversias en que sean parte los Estados nacional o local.5

[5] Artículo 1651, Ley N.° 26994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación
Argentina. Recuperado de t.ly/UXo3

La arbitrabilidad marca el punto donde finaliza la autonomía de la voluntad y comienza la


competencia judicial exclusiva. Es decir, que las partes podrán someter a arbitraje todas
aquellas cuestiones en las cuales el Estado no tenga una jurisdicción irrenunciable e
imperativa.
Cabe hacer algunas consideraciones especiales en relación a las causas excluidas, en
función de una mirada global sobre el tratamiento del tema, por ejemplo, el inciso c) podría
ser interpretado de una manera favorable al arbitraje, entendiendo que no prohíbe su
aplicación como forma de resolución de conflictos entre consumidores y usuarios, sino que,
simplemente, no permite convenir en contratos de consumo el arbitraje para controversias
futuras que puedan surgir de él. Ello permitiría interpretar que el propósito de la ley es
evitar que el usuario o consumidor, parte débil de la relación contractual, se vea
compulsivamente sometido a arbitraje a través de una cláusula predispuesta por el
proveedor, pero no impediría instrumentar, con posterioridad al surgimiento del conflicto,
ese sometimiento a través de un acuerdo válido, libre y pleno que no deje lugar a dudas
sobre su voluntad de recurrir al arbitraje.

Otra situación parecida se presenta en el inciso d) sobre las cuestiones que surjan de
contratos por adhesión. La norma plantea una interpretación restrictiva del acuerdo arbitral,
partiendo de la base de una desigualdad entre los contratantes en el poder de negociación,
lo cual alcanza a los contratos celebrados entre empresarios, en los que, en algunos casos,
no será necesaria la tutela con la misma intensidad que la prevista para el caso de los
consumidores.

Un ejemplo lo tenemos en el siguiente caso de jurisprudencia:

Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial. “Sur Mobile S.R.L. c/ Telecom Argentina S.A.” Fallos. MJ
118056-AR. MJJ118056. MJJ118056 (2019).
Arbitraje- competencia arbitral - compromiso arbitral - tribunal arbitral - contrato de adhesión - Código Civil y
Comercial de la Nación.
La cláusula compromisoria no es operativa, si la accionada asumió cierta estandarización o uniformida
contenido de sus políticas empresariales, lo cual acreditaría la fenomenología de los contratos de adhesión.

Por otra parte, tal como se dijera, debe ser restrictiva la interpretación de la exclusión en
relación a los contratos de adhesión, lo que puede apreciarse en los párrafos siguientes
correspondientes a un fallo de la Corte de Justicia de la Provincia de San Juan:

Para fundar su pronunciamiento el a quo partió de considerar la existencia de un contrato


suscripto libremente entre las partes, entre cuyas cláusulas se pactó: "Toda disputa,
controversia, conflicto o reclamo que se suscite entre las partes con relación a este
contrato... será dirimida de manera exclusiva y final por el Tribunal de Arbitraje General de
la Bolsa de Comercio de Buenos Aires" (cláusula 18.1). Los sentenciantes infirieron que,
por virtud de esa disposición contractual, que consideraron redactada en términos
absolutamente claros, actora y demandada, en ejercicio de sus derechos disponibles, habían
decidido someter a conocimiento del tribunal arbitral cualquier divergencia que pudiera
suscitarse en la ejecución de aquel contrato. Se expuso que ello tuvo un doble efecto: por
un lado, renunciar a la jurisdicción judicial y por el otro, atribuir el conocimiento de las
eventuales divergencias a un tribunal imparcial sin que ello importe una restricción a la
defensa en juicio o al derecho a la jurisdicción. La alzada descartó que dicha cláusula fuera
abusiva por la simple circunstancia de encontrarse inserta en un contrato de adhesión y que
en el caso particular el abuso no se verificaba por cuanto las partes contratantes eran dos
empresas, el valor del contrato superaba los dos millones de pesos y la cláusula se consignó
en los mismos caracteres que se utilizaron en el resto del contrato. El tribunal concluyó que
la actora "pudo tomar noticia" de la cláusula de arbitraje con lo que "pudo eventualmente
manifestar su desacuerdo", descartando que la voluntad de la contratista estuviera viciada
en ese aspecto. Además, restó incidencia a la circunstancia de que la cláusula arbitral no se
hubiese explicitado en las bases del llamado a concurso ni en la orden de compra "pues el
pacto arbitral es un contrato…6

[6] Sala 1, Corte de Justicia de la Provincia de San Juan “MC Servicio de Consultora SRL c/ Minera Argentina Gold SA
MAGSA s/ ordinario.” MJ-JU-M-87350-AR | MJJ87350 | MJJ87350 (2014).

Finalmente, la norma no excluye la posibilidad de que el Estado se someta a arbitraje, sino


que dispone que, en su caso, no serán de aplicación las normas contenidas en este capítulo,
sino las regulaciones específicas en el marco del derecho internacional privado de fuente
convencional. Ello es congruente con el artículo 1649 del C. C. y C. N. que limita la
definición del contrato de arbitraje al acuerdo arbitral referido a cuestiones o controversias
nacidas de relaciones jurídicas de derecho privado.7

[7] Artículo 1649, Ley N.° 26994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación
Argentina. Recuperado de t.ly/UXo3
Clases de arbitraje reguladas por el C. C. y C. N.

ARTÍCULO 1652.- Clases de arbitraje. Pueden someterse a la decisión de arbitradores o


amigables componedores, las cuestiones que pueden ser objeto del juicio de árbitros. Si
nada se estipula en el convenio arbitral acerca de si el arbitraje es de derecho o de
amigables componedores, o si no se autoriza expresamente a los árbitros a decidir la
controversia según equidad, se debe entender que es de derecho.8

[1] Artículo 1652, Ley N.° 26994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación
Argentina. Recuperado de t.ly/UXo3

En torno a la cuestión, es interesante señalar dos disposiciones novedosas producto de la


nueva legislación. En primer lugar, si bien el Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación establece que, si las partes nada hubieran estipulado al pactar el arbitraje respecto
del carácter que revestirá, se entenderá que es de amigables componedores, la redacción del
citado artículo 1652 modifica esta presunción a favor de los arbitrajes de derecho,
estableciendo que en caso de silencio se inclina, ahora, por el arbitraje de derecho. En
segundo lugar, se ha mantenido la denominación “amigables componedores” aun cuando se
la ha criticado (transmite erróneamente la idea de un rol parecido al del mediador) o la de
“arbitradores” (terminología adecuada para peritos y no árbitros) en función de las dudas
que genera su aplicación en la práctica.

Un ejemplo de arbitraje de derecho ad hoc, se puede observar en el siguiente fallo


jurisprudencial, del que invitamos a leer el resumen que se transcribe a continuación:

Si de los términos de la convención arbitral se desprende un claro pacto de prórroga de


jurisdicción en favor de árbitros dentro del territorio del Estado (interno), no institucional,
habiéndose establecido que el arbitraje ha de ser de derecho y que ha de observarse, en lo
adjetivo, las reglas del Nuevo Reglamento del Tribunal de Arbitraje General de la Bolsa de
Comercio de la Ciudad de Buenos Aires, debe entenderse que está llamado a intervenir un
Tribunal arbitral que será designado ad-hoc, cuyos integrantes no se encuentran
individualizados.9

ARTÍCULO 1657.- Arbitraje institucional. Las partes pueden encomendar la


administración del arbitraje y la designación de árbitros a asociaciones civiles u otras
entidades nacionales o extranjeras cuyos estatutos así lo prevean. Los reglamentos de
arbitraje de las entidades administradoras rigen todo el proceso arbitral e integran el
contrato de arbitraje.10

[9] Sala A, Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial. “Tecmetal S.R.L. c/ Tecnología en Servicios Urbanostesur
S.A. s/ ordinario.” MJ-JU-M-82960-AR | MJJ82960 (2013).

[10] Artículo 1657, Ley N.° 26994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación
Argentina. Recuperado de t.ly/UXo3

Este artículo establece que el consentimiento de las partes transforma al reglamento de


arbitraje en la ley contractual, dándole fuerza obligatoria.

Podemos ver un ejemplo en el acuerdo arbitral que se transcribe más arriba, donde indica
que “…se resolverá mediante arbitraje de la Asociación de Arbitraje Inmobiliario
“ARBIN”, a la que se encomienda la administración del arbitraje y la designación de los
árbitros, de acuerdo con la Ley de Arbitraje y con su Reglamento…”.

ARTÍCULO 1653.- Autonomía. El contrato de arbitraje es independiente del contrato con


el que se relaciona. La ineficacia de éste no obsta a la validez del contrato de arbitraje, por
lo que los árbitros conservan su competencia, aun en caso de nulidad de aquél, para
determinar los respectivos derechos de las partes y pronunciarse sobre sus pretensiones y
alegaciones.11

[11] Artículo 1653, Ley N.° 26994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación
Argentina. Recuperado de t.ly/UXo3

La autonomía del contrato de arbitraje implica considerarlo un acuerdo independiente y


distinto del contrato principal en el cual está contenido, no sufriendo las incidencias propias
de este. El fundamento que tiene este principio, llamado de autonomía de la cláusula
arbitral, es que si el convenio arbitral no fuese considerado autónomo o separado al
contrato principal que lo contiene, bastaría con atacar la validez del contrato principal ante
los tribunales judiciales nacionales para que las partes debieran esperar un fallo definitivo
sobre la validez del contrato y del pacto, para luego proseguir con el arbitraje.
Cláusulas facultativas

ARTÍCULO 1658. Cláusulas facultativas Se puede convenir:

a) la sede del arbitraje;

b) el idioma en que se ha de desarrollar el procedimiento;


c) el procedimiento al que se han de ajustar los árbitros en sus actuaciones. A falta de
acuerdo, el tribunal arbitral puede dirigir el arbitraje del modo que considere apropiado;

d) el plazo en que los árbitros deben pronunciar el laudo. Si no se ha pactado el plazo, rige
el que establezca el reglamento de la entidad administradora del arbitraje, y en su defecto el
que establezca el derecho de la sede;

e) la confidencialidad del arbitraje;

f) el modo en que se deben distribuir o soportar los costos del arbitraje.12

[12] Artículo 1658, Ley N.° 26994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación
Argentina. Recuperado de t.ly/UXo3

La lista de estipulaciones facultativas que menciona la norma incluye aspectos de suma


importancia para el buen desarrollo del arbitraje, que conviene que las partes pacten de
manera expresa, por las trascendentes consecuencias que de ellos se derivan. Dependiendo
de las reglas aplicables al arbitraje, si las partes omitieron pactar sobre ellas, su
determinación será hecha por los árbitros o por la institución administradora del arbitraje.
Respecto de la sede del arbitraje, conviene aclarar que este concepto no se vincula con la
localización física del tribunal o de sus integrantes, ni tampoco con el lugar donde se
llevarán a cabo las actuaciones procesales. La mayoría de las leyes y reglamentos permite
que el tribunal delibere y realice actos procesales, tales como las audiencias o las
deliberaciones, en cualquier lugar que estime conveniente. La determinación de la sede
tiene implicancias jurídicas: en un arbitraje internacional la ley procesal aplicable al
arbitraje es la de la sede, sus tribunales son los competentes para cumplir las funciones de
apoyo o de supervisión sobre el arbitraje (incluyendo las vías de recurso previstas contra el
laudo), y el laudo se reputa dictado en ese lugar, no importa dónde se encuentren
físicamente los árbitros en el momento de emitirlo. El Código faculta a las partes a pactar el
procedimiento que habrán de seguir los árbitros y, en su defecto, a los árbitros a
determinarlo. En cualquiera de los dos casos debe recordarse que, sea que lo hayan
estipulado las partes, sea que lo establezcan los árbitros, resulta de aplicación lo dispuesto
en la parte final del artículo 1662 del C. C. y C. N. que expresa que el procedimiento debe
respetar la igualdad de las partes, el principio del contradictorio y otorgar a todas las partes
suficiente oportunidad de hacer valer sus derechos. 13

La norma también faculta a las partes a convenir el régimen de confidencialidad aplicable


al arbitraje. Esta es, también, una cuestión relevante, porque es discutida la existencia de un
deber implícito de confidencialidad en el arbitraje y la legislación argentina nada dispone
sobre el particular, con excepción del deber que el mencionado artículo 1662 impone a los
árbitros. Es recomendable que las partes establezcan, convencionalmente, qué aspectos del
arbitraje deben mantenerse en reserva y quiénes estarán obligados a ello. Porque, en
ausencia de pacto y dejando a salvo el deber que la ley impone a los árbitros, podrá
discutirse no solo la existencia de la confidencialidad, sino, también, su alcance y sus
consecuencias. De cualquier manera, debe señalarse que aun la confidencialidad que las
partes puedan pactar no es absoluta, hay situaciones en las que, en virtud de obligaciones
legales o contractuales, las partes tendrán que revelar cierta información.
[13] Artículo 1662, Ley N.° 26994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación
Argentina. Recuperado de t.ly/UXo3

Actividad de repaso
Une la siguiente situación con la definición que corresponda teniendo en cuenta lo leído

respecto de los aspectos legales del acuerdo arbitral en el C. C. y C. N.



 Cláusula arbitral inserta en un contrato.


 Las partes disponen, en el acuerdo arbitral, la confidencialidad del
laudo arbitral, si es
 Controversias que se refieren al estado civil o la capacidad de las
personas.

 Contrato de arbitraje.
 Causa excluida.
 Cláusula facultativa: confidencialidad.

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LECCIÓN 2 -
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LECCIÓN 1 -
Cláusula compromisoria y compromiso arbitral

Referencias
LECCIÓN 2 de 4

Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial. “Sur Mobile S.R.L. c/ Telecom


Argentina S.A.” Fallos. MJ-JU-M-118056-AR. MJJ118056. MJJ118056 (2019).

Ley N.° 26994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la
Nación Argentina. Recuperado de
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/235000-239999/235975/norma.htm

Sala 1, Corte de Justicia de la Provincia de San Juan “MC Servicio de Consultora SRL
c/ Minera Argentina Gold SA MAGSA s/ ordinario.” MJ-JU-M-87350-AR | MJJ87350 |
MJJ87350 (2014).

Sala A, Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial. “Tecmetal S.R.L. c/


Tecnología en Servicios Urbanostesur S.A. s/ ordinario.” MJ-JU-M-82960-AR | MJJ82960
(2013).

UniversoJus.com (s.f.). Interpretación Art. 1649 del C. C y C. Infojus. Recuperado de


http://universojus.com/ccc-comentado-infojus/interpretacion-art-1649

LECCIÓN 3 -
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Los árbitrosSIGUIENTE
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Inicio

Los árbitros
LECCIÓN 1 de 3
Designación
El número y modo de designación de los árbitros está establecido en el artículo 1659
del C. C. y C. N., que se transcribe a continuación.

ARTÍCULO 1659.- Designación de los árbitros. El tribunal arbitral debe estar


compuesto por uno o más árbitros en número impar. Si nada se estipula, los árbitros
deben ser tres. Las partes pueden acordar libremente el procedimiento para el
nombramiento del árbitro o los árbitros.

A falta de tal acuerdo:

a) en el arbitraje con tres árbitros, cada parte nombra un árbitro y los dos árbitros así
designados nombran al tercero. Si una parte no nombra al árbitro dentro de los
treinta días de recibido el requerimiento de la otra parte para que lo haga, o si los dos
árbitros no consiguen ponerse de acuerdo sobre el tercer árbitro dentro de los treinta
días contados desde su nombramiento, la designación debe ser hecha, a petición de
una de las partes, por la entidad administradora del arbitraje o, en su defecto, por el
tribunal judicial;

b) en el arbitraje con árbitro único, si las partes no consiguen ponerse de acuerdo


sobre la designación del árbitro, éste debe ser nombrado, a petición de cualquiera de
las partes, por la entidad administradora del arbitraje o, en su defecto, por el tribunal
judicial.

Cuando la controversia implica más de dos partes y éstas no pueden llegar a un


acuerdo sobre la forma de constitución del tribunal arbitral, la entidad
administradora del arbitraje, o en su defecto, el tribunal judicial debe designar al
árbitro o los árbitros. 1

[1] Artículo 1659, Ley N.° 26994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación
Argentina. Recuperado de t.ly/UXo3

Este artículo sienta, como principio general, que las partes son libres de determinar
la cantidad de árbitros y el tribunal deberá integrarse con el número pactado,
siempre que sea impar. Esta condición se justifica porque las decisiones se toman
por mayoría y un número par de árbitros podría llevar a empates que harían más
compleja la toma de decisiones. Como regla supletoria, frente al silencio de las
partes sobre el número, se establece que deben ser tres.

También se establece la autonomía de la voluntad para acordar libremente el


procedimiento para el nombramiento del o los árbitros, siempre que se respete la
norma que prevé el artículo 1661 del C. C. y C. N. que plantea que “Es nula la
cláusula que confiere a una parte una situación privilegiada en cuanto a la
designación de los árbitros.”2 Lo que la norma postula es que ambas partes deben
tener las mismas oportunidades de intervenir en el proceso de designación. Pero, si
una de ellas elige no hacerlo, la constitución del tribunal será regular y válida. Y en
el caso de que no se pudieran poner de acuerdo o no cumplieran alguna de las partes
con el nombramiento que le correspondiere, será la autoridad administradora (en el
caso de contratos de arbitraje institucional, la institución elegida) o el tribunal
judicial que correspondería para atender los recursos en relación a ese arbitraje.

El último párrafo del artículo 1659 se refiere al caso de arbitrajes con partes
múltiples, casos cada vez más frecuentes, especialmente en arbitrajes
internacionales, lo que justifica plenamente su previsión, así como la solución que
brinda, es decir, que los árbitros sean designados por la institución que administre el
arbitraje (arbitraje institucional) o por la autoridad judicial. Esta norma ha tenido en
cuenta la conflictiva interpretación que, históricamente, se hacía del principio
general que autoriza (y obliga) a cada parte a designar un árbitro, en el sentido de
que los varios demandantes o demandados se pusieran de acuerdo en un mismo
árbitro y que, a falta de ese acuerdo, aplicaba la regla supletoria que manda designar
ese árbitro por la entidad administradora del arbitraje o el tribunal judicial.

“ARTÍCULO 1660. Calidades de los árbitros. Puede actuar como árbitro cualquier
persona con plena capacidad civil. Las partes pueden estipular que los árbitros
reúnan determinadas condiciones de nacionalidad, profesión o
experiencia.”3 Siguiendo una regla habitual en las legislaciones de arbitraje, el C. C.
y C. N. establece apenas requisitos básicos para ser árbitro.

El C. P. C. y C. N., por ejemplo, permite que lo sea cualquier persona mayor de edad
y que esté en el pleno ejercicio de los derechos civiles 4. Aunque, con toda lógica,
admite expresamente que las partes puedan convenir cualificaciones especiales. A
modo de comentario práctico, conviene señalar que esta facultad de las partes debe
ser ejercida con prudencia. Por un lado, tiene la ventaja de que, al señalar ciertas
condiciones en los árbitros, las partes se aseguran que aquellos que, finalmente, sean
designados tendrán el perfil que ellas tuvieron en mira al pactar el arbitraje. Una
estipulación en el contrato de arbitraje que establezca ciertas cualidades
es vinculante para cualquiera que deba designar a los árbitros; la entidad
administradora del arbitraje, la entidad nominadora de los árbitros y, aun, el tribunal
judicial deberá respetar esa condición. Sin embargo, tampoco es razonable que se
convengan tantas cualidades, para que luego no sea difíciles de encontrar árbitros
que las reúnan, lo que puede ser fuente de dificultades o demoras en la constitución
del tribunal.
[2] Artículo 1661, Ley N.° 26994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación
Argentina. Recuperado de t.ly/UXo3

[3] Artículo 1661, Ley N.° 26994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación
Argentina. Recuperado de t.ly/UXo3

[4] Artículo 743, Ley N.° 17454 (1981). Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la
Nación Argentina. Recuperado de t.ly/3rVi

Recusación de los árbitros


Lo primero que se advierte en la regulación del artículo 1663, que establece las
causas de recusación de los árbitros, es que no son recusables sin expresión de
causa, lo que es coherente con las normas de derecho comparado sobre la materia.
Ahora bien, el artículo dispone que los árbitros pueden ser recusados por las mismas
razones que los jueces, las que, en ciertas circunstancias, no son del todo adecuadas
para medir su independencia e imparcialidad. A diferencia de los magistrados
judiciales, los árbitros carecen de incompatibilidades para ejercer la profesión o el
comercio. En ese contexto, las posibilidades de que surjan conflictos de intereses
que afecten su imparcialidad o independencia son infinitamente mayores. Esta
diversidad y la imposibilidad de establecer causales específicas y definidas, ha
llevado a que las leyes y reglamentos de arbitraje (en el derecho comparado)
contemplen una única causal, genérica y sujeta a interpretación “caso por caso”. A
modo de ejemplo, la Ley Modelo de Arbitraje de la Comisión de las Naciones
Unidas para el Derecho Mercantil Internacional (UNCITRAL) prevé que los árbitros
pueden ser recusados “si existen circunstancias que den lugar a dudas justificadas
respecto de su imparcialidad o independencia, o si no posee las cualificaciones
convenidas por las partes”5. Finalmente,

… la norma prevé expresamente la posibilidad de que las partes convengan facultar


a los árbitros a resolver la recusación de alguno de ellos. Debe tenerse presente, sin
embargo, que ello será posible siempre que el recusado sea uno solo de los árbitros
que compongan un tribunal de tres, de modo que queden al menos dos árbitros no
recusados que puedan resolver. Si los recusados fuesen dos, o aun siendo uno solo,
los dos restantes no concordaran en la decisión, la cuestión debería remitirse a
decisión judicial ante la imposibilidad de decidirla con base en el mecanismo
pactado. (UniversoJus.com, s.f., t.ly/4F2c).

Se transcribe a continuación el artículo citado.

ARTÍCULO 1663.- Recusación de los árbitros. Los árbitros pueden ser recusados
por las mismas razones que los jueces de acuerdo al derecho de la sede del arbitraje.
La recusación es resuelta por la entidad administradora del arbitraje o, en su defecto,
por el tribunal judicial. Las partes pueden convenir que la recusación sea resuelta
por los otros árbitros.6
[5] Inciso 2, artículo 12, Ley Modelo de la CNUDMI Sobre Arbitraje Comercial Internacional (1985). Comisión de las
Naciones Unidas para el Derecho Mercantil Internacional (con las enmiendas aprobadas en 2006). Recuperado de
t.ly/5mHN

[6] Artículo 1663, Ley N.° 26994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación
Argentina. Recuperado de t.ly/UXo3
Retribución de los árbitros

La actividad de los árbitros, consistente en la prestación de un servicio, es usualmente


remunerada. El costo de ese servicio, por lo general, está a cargo de las mismas partes. Una
de las obligaciones emergentes del acuerdo arbitral es la de sufragar los costos que el
arbitraje insuma. Ello incluye, cuando surge de las normas reglamentarias a las cuales se
sujetan, el deber de pagar las provisiones para los honorarios y los gastos que fije la entidad
que administra el arbitraje. El artículo 1664 establece que

Las partes y los árbitros pueden pactar los honorarios de éstos o el modo de determinarlos.
Si no lo hicieran, la regulación se hace por el tribunal judicial de acuerdo a las reglas
locales aplicables a la actividad extrajudicial de los abogados.7

El criterio general es, entonces, la libertad y la plena autonomía para convenir el régimen
de honorarios de los árbitros. Con todo, es preciso aclarar que ese pacto, de existir, debe ser
hecho entre todas las partes y todos los árbitros. Podemos, además, señalar que, si las partes
adoptan un reglamento que establece un régimen de honorarios para los árbitros y estos
aceptan el cargo con base en dicho reglamento, lo que disponga este, en relación con su
remuneración, debe considerarse un acuerdo entre las partes y el árbitro. Recuérdese que el
artículo 1657 del mismo cuerpo normativo dispone que los reglamentos de las entidades
administradoras “integran el contrato de arbitraje” 8. Como regla supletoria, para el caso en
que no existiera acuerdo, la norma manda aplicar la escala de honorarios para los abogados
correspondiente a la actividad extrajudicial.

[7] Artículo 1664, Ley N.° 26994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación
Argentina. Recuperado de t.ly/UXo3
[8] Artículo 1657, Ley N.° 26994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación
Argentina. Recuperado de t.ly/UXo3

Competencia

ARTÍCULO 1654.- Competencia. Excepto estipulación en contrario, el contrato de


arbitraje otorga a los árbitros la atribución para decidir sobre su propia competencia,
incluso sobre las excepciones relativas a la existencia o a la validez del convenio arbitral o
cualesquiera otras cuya estimación impida entrar en el fondo de la controversia.

Luego de establecer el principio de autonomía de la cláusula arbitral, el C. C. y C. N. regula


el principio kompetenz–kompetenz. Aunque son principios que apuntan a cuestiones
diversas, ambos forman parte de un esquema defensivo común, en aquellos casos en que la
incompetencia del tribunal arbitral está sustentada en la invalidez de la cláusula arbitral,
producto de la invalidez del contrato en que se hallaba incorporada.

El principio kompetenz-kompetenz es reconocido en el ámbito internacional y se utiliza para


definir la capacidad reconocida a los árbitros para decidir acerca de su propia competencia,
cuando alguna de las partes la cuestione. Generalmente, en la práctica, la aplicación de este
principio se presenta de manera conjunta con el principio de la autonomía de la voluntad,
ya que son los árbitros los primeros que tendrán que determinar su propia competencia para
evaluar la validez o no de la cláusula arbitral contenida en un contrato eventualmente nulo.

Se ha reconocido que este principio genera un efecto positivo y otro negativo. El primero,
tendiente a permitir que sean los propios árbitros quienes decidan acerca de su
competencia; y el negativo, se configura con la obligación impuesta a los tribunales
judiciales a declinar su competencia ante la invocación de un acuerdo arbitral, salvo que
este resulte manifiestamente nulo o inaplicable. Este segundo efecto se observa en la
primera parte del artículo 1656 C. C. y C. N. Conforme esta norma,

El convenio arbitral obliga a las partes a cumplir lo estipulado y excluye la competencia de


los tribunales judiciales sobre las controversias sometidas a arbitraje, excepto que el
tribunal arbitral no esté aun conociendo de la controversia, y el convenio parezca ser
manifiestamente nulo o inaplicable.9

En relación a estas cuestiones de competencia, te invitamos a leer algunos párrafos del fallo
de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, Sala/Juzgado A, del 6 de marzo de
2013 (Cita: MJ-JU-M-78855-AR | MJJ78855), que resuelve sobre la competencia del
Tribunal Arbitral para intervenir ante el incumplimiento del contrato entre Grupo Propeller
S.A. y Hincubu S.A. al ser esto pactado en el mismo, correspondiendo, además, una
indemnización por su rescisión. No se transcribe todo el fallo por su longitud:

Buenos Aires, 6 de marzo de 2013.- Y VISTOS: 1.) Apeló la actora la resolución dictada en
fs. 200/202 que hizo lugar a la excepción de incompetencia opuesta por la parte demandada
en fs. 158/159.- El Sr. Juez de Grado estimó que el reclamo indemnizatorio derivado de la
rescisión por incumplimiento del contrato celebrado entre las partes que constituye el
objeto de este proceso, se encuentra comprendido en los términos de la cláusula
compromisoria contenida en dicho contrato que, a efectos de resolver las diferencias
relacionadas con la interpretación y ejecución del acuerdo, fijó la jurisdicción del Tribunal
Arbitral de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires. …4.) Así planteada la cuestión, cuadra
poner de relieve que el arbitraje es un método de solución de controversias al que las partes
acuden de común acuerdo, o en ocasiones, por disposición del legislador. Supone una
controversia o conflicto de intereses entre partes que recurren a la decisión de un tercero/s
(árbitro/s) a quien le dan el carácter de juez para que resuelva el litigio. El arbitraje es
entonces, una jurisdicción especial, admitida como alternativa al ejercicio de la jurisdicción
a través de los órganos del propio Estado, tanto en el orden nacional como en el orden
internacional (véase: Uzal, María Elsa, "Solución de controversias en el comercio
internacional", p. 52 y ss.). - El compromiso arbitral constituye un convenio por el que las
partes deciden someter algunos asuntos a arbitraje, sustrayéndolos al conocimiento de los
jueces ordinarios. En términos generales se atribuye a este compromiso el doble carácter de
convención civil, en su condición de acuerdo de voluntades y de pacto procesal, en tanto su
objeto es producir efectos netamente procesales como la derogación de la jurisdicción
estatal y la sumisión a un tipo particular de resolución de disputas. La obligatoriedad que
surge de este acuerdo se traduce en acciones y excepciones tendientes a hacer efectivo el
pacto arbitral. Por un lado, si alguna de las partes se niega a celebrar el compromiso, la
contraria tiene una acción judicial para compelerlo a fin de determinar las cuestiones
concretas sobre la que versará el arbitraje y todos los elementos necesarios para que quede
habilitada la instancia. Por el otro, si se inicia la demanda en sede judicial, el accionado
podrá oponer la excepción de incompetencia y el juez deberá declinarla en favor de los
árbitros (véase: Caivano Roque J., Arbitraje, p. 115).- A fin de evitar indebidas
intromisiones del Poder Judicial en la esfera de actuación de los árbitros, las legislaciones
modernas, basadas en la Ley Modelo de UNCITRAL, procuran reducir las vías de revisión
judicial de las decisiones arbitrales distintas del laudo definitivo o los canales de acceso a la
justicia ordinaria para cuestionar el alcance de la jurisdicción arbitral. Ello se logra,
principalmente, a través de tres reglas que operan de manera coordinada: a) un principio
general conforme al cual las únicas intervenciones judiciales son las previstas en la ley; b)
el reconocimiento de los principios conocidos como "kompetenz-kompetenz" y de la
"independencia del acuerdo arbitral"; y c) la obligación que se impone a los jueces de
declararse incompetentes -a pedido de parte- cuando se promueve una acción judicial
relativa a una materia reservada a decisión de árbitros de acuerdo con el convenio arbitral,
salvo que la materia sea manifiestamente no arbitrable o el acuerdo arbitral sea
manifiestamente nulo (véase: Caivano Roque J., "El control judicial en el arbitraje", LL,
2008-D, p.1274).- En el caso, la cláusula 28° del "Contrato de prestación de servicios"
objeto de este proceso refiere que las "divergencias respecto de la interpretación y
ejecución del contrato que no pudieran resolverse de común acuerdo entre las partes, serán
sometidas y/o dirimidas por decisión del Tribunal de Arbitraje de la Bolsa de Comercio de
Buenos Aires, con expresa sujeción a las reglas de arbitraje dicha entidad, vigentes a la
fecha de la controversia ." (fs. 66). Estímase claro pues, que dentro de la facultad de
interpretar el contrato a la que alude la cláusula arbitral se halla la de entender y dilucidar el
alcance mismo de la cláusula de compromisoria lo cual importa, en definitiva y en lo que
aquí interesa remarcar, que en ella va incluido el principio "kompetenz-kompetenz", en
tanto faculta a los árbitros a decidir, en primera instancia, sobre los límites de su propia
competencia, aun cuando la validez del contrato que contiene la cláusula arbitral hubiese
sido cuestionada. …El principio "kompetenz-kompetenz" manda entonces que sean
siempre los árbitros quienes juzguen sobre su competencia, cualquiera sea el argumento en
que se base el cuestionamiento -la inexistencia o invalidez general del contrato o, aún, la
extensión misma de la cláusula arbitral en particular- (véase:Caivano Roque J., "El control
judicial en el arbitraje", cit.).- …Sobre tales bases, recuérdase que en tanto la obligación de
comprometer contenida en la cláusula compromisoria implica una renuncia al principio
general del sometimiento de los conflictos a los jueces naturales, corresponde interpretar el
alcance de aquélla con criterio restrictivo (cfr. Palacio, Derecho Procesal Civil, T° IX, pág.
40 y ss.).- Desde tal prisma, no puede soslayarse entonces que el juicio arbitral importa el
sometimiento de un litigio a la decisión de jueces privados, apartándolos de los magistrados
que integran el Poder Judicial. …A esta altura, cuadra tener presente que la cláusula 28° del
"Contrato de prestación de servicios" titulada "Jurisdicción", expresa que: "Las
divergencias respecto de la interpretación y ejecución del contrato que no pudieran
resolverse de común acuerdo entre las partes, serán sometidas y/o dirimidas por decisión
del Tribunal de Arbitraje de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, con expresa sujeción a
las reglas de arbitraje dicha entidad, vigentes a la fecha de la controversia". (véase fs. 66). -
En este contexto, estímase que la controversia objeto de esta acción se encuentra alcanzada
por dicha cláusula, pues no es posible soslayar. como se lo ha dicho, que de acuerdo a la
exposición realizada por la accionante en el escrito de inicio, la rescisión del vínculo
negocial y los daños y perjuicios reclamados encontrarían su causa en el incumplimiento de
las obligaciones contractuales asumidas por la demandada, extremo que aparece
inescindiblemente vinculado a la "ejecución" del contrato. En suma, la cláusula prevé el
sometimiento a arbitraje de las diferencias que se suscitaren con relación a la interpretación
y ejecución del acuerdo, sin advertirse que hayan sido excluidas del compromiso las
controversias que debieran dilucidarse por efecto de la rescisión del acuerdo, en tanto
ninguna referencia obra allí que autorice a interpretar que las partes pretendieron excluir el
reclamo de daños y perjuicios por dicha causal, de la regla general plasmada en la cláusula
28° analizada.- En el caso, la amplitud de lo acordado en tal sentido evidencia la intención
de las partes de excluir la intervención del órgano jurisdiccional en sus diferencias
contractuales puesto que la mentada cláusula arbitral alude inequívocamente al universo de
las divergencias que podían suscitarse en torno a la ejecución del contrato, lo cual incluye
como nexo inexorable las conductas llevadas a cabo por las partes durante el iter de la
relación contractual en cumplimiento de las diversas obligaciones asumidas.- Finalmente,
ha de señalarse que el ordenamiento legal autoriza a someter a arbitraje toda cuestión entre
partes, con la única limitación de aquellas materias que no resulten susceptibles de
transacción (artículos 736 y 737 CPCC), por lo que no se visualizan cuáles serían las
razones de prudencia que llevarían a excluir del acuerdo arbitral el reclamo de los daños y
perjuicios ocasionados por el incumplimiento de un contrato comercial. …Con base en
todos estos antecedentes y sin perjuicio de señalar que hubiese correspondido incluso
deferir a los árbitros la decisión sobre su propia competencia, se torna procedente que la
cuestión de fondo sea resuelta mediante un tribunal arbitral en las condiciones pactadas en
la cláusula compromisoria de marras, por lo que se rechazará el agravio introducido sobre
el particular…10

Aunque es reconocido que los árbitros cumplen funciones de naturaleza jurisdiccional, su


jurisdicción, por ser privada y nacer del contrato de arbitraje, es transitoria. La autoridad
para juzgar y administrar justicia está determinada caso por caso y, una vez agotado su
cometido, esta se extingue. En otras palabras, quedan desinvestidos de tales atribuciones al
finalizar su cometido y solo las conservan para cuestiones residuales, como eventuales
recursos de aclaración o para pronunciarse acerca de la admisibilidad de los recursos que se
interpongan contra el laudo. Así lo establece el artículo 1665:

ARTÍCULO 1665. Extinción de la competencia de los árbitros. La competencia atribuida a


los árbitros por el contrato de arbitraje se extingue con el dictado del laudo definitivo,
excepto para el dictado de resoluciones aclaratorias o complementarias conforme a lo que
las partes hayan estipulado o a las previsiones del derecho de la sede.11

[10] Sala A, Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial “Grupo Propeller S.A. y Hincubu S.A.” MJ-JU-M-78855-
AR | MJJ78855 (2013).

[11] Artículo 1665, Ley N.° 26994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación
Argentina. Recuperado de t.ly/UXo3
Medidas previas

ARTÍCULO 1655. Dictado de medidas previas. Excepto estipulación en contrario, el


contrato de arbitraje atribuye a los árbitros la facultad de adoptar, a pedido de cualquiera de
las partes, las medidas cautelares que estimen necesarias respecto del objeto del litigio. Los
árbitros pueden exigir caución suficiente al solicitante. La ejecución de las medidas
cautelares y en su caso de las diligencias preliminares se debe hacer por el tribunal judicial.
Las partes también pueden solicitar la adopción de estas medidas al juez, sin que ello se
considere un incumplimiento del contrato de arbitraje ni una renuncia a la jurisdicción
arbitral; tampoco excluye los poderes de los árbitros.

Las medidas previas adoptadas por los árbitros según lo establecido en el presente artículo
pueden ser impugnadas judicialmente cuando violen derechos constitucionales o sean
irrazonables.12

Este artículo deja atrás una histórica discusión acerca de las atribuciones cautelares de los
árbitros, discusión que tuvo lugar a partir de normas procesales que motivaron
interpretaciones erradas, infiriendo que los árbitros no podían dictar medidas cautelares
(artículo 753 del C. P. C y C. N.). El acuerdo arbitral importa una prórroga de jurisdicción a
favor de los árbitros, desplazando la de los jueces del Estado, cuya sustracción se produce.
Es por esta razón que los árbitros serán los responsables del dictado de la medida cautelar,
aunque requerirán del auxilio de los jueces para la ejecución compulsiva de la misma. La
falta de imperium, entendida como la falta de poder de coerción de los árbitros, no
perjudica la obligatoriedad de sus decisiones. Los árbitros serán, en consecuencia, quienes
tengan la potestad de evaluar la procedencia o improcedencia de las medidas cautelares que
las partes le soliciten durante el procedimiento, lo cual implica, también, reconocerle
facultades para decidir sobre las condiciones para su dictado, levantamiento, sustitución y
eventuales pedidos de ampliación o mejora.

El C. C. y C. N. recepta la posición reconocida en numerosos instrumentos internacionales,


en cuanto a la posibilidad de que las medidas cautelares sean dictadas indistintamente por
los tribunales judiciales o arbitrales, sin afectar la competencia de los árbitros establecida
contractualmente.

Con relación a las medidas cautelares, se permite la opción de impugnar judicialmente las
que fueran tomadas por el tribunal arbitral. Teniendo en cuenta la búsqueda constante por
tratar de evitar los contactos con los poderes judiciales locales (tratando de que sean
mínimos y necesarios), con el fin de no dilatar ni atentar contra la naturaleza arbitral,
consideramos riesgosa esta regulación. Los tribunales judiciales habrán de ser muy
cuidadosos para evitar factores de conflicto entre ambas competencias.

[12] Artículo 1655, Ley N.° 26994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación
Argentina. Recuperado de t.ly/UXo3
Obligaciones de los árbitros

ARTÍCULO 1662. Obligaciones de los árbitros. El árbitro que acepta el cargo celebra un
contrato con cada una de las partes y se obliga a:

a) revelar cualquier circunstancia previa a la aceptación o que surja con posterioridad que
pueda afectar su independencia e imparcialidad;

b) permanecer en el tribunal arbitral hasta la terminación del arbitraje, excepto que


justifique la existencia de un impedimento o una causa legítima de renuncia;

c) respetar la confidencialidad del procedimiento;

d) disponer de tiempo suficiente para atender diligentemente el arbitraje; e) participar


personalmente de las audiencias;

f) deliberar con los demás árbitros; g) dictar el laudo motivado y en el plazo


establecido.

En todos los casos los árbitros deben garantizar la igualdad de las partes y el principio del
debate contradictorio, así como que se dé a cada una de ellas suficiente oportunidad de
hacer valer sus derechos.13

El primero, y quizá el más importante, de los deberes del árbitro consiste en ser y
permanecer independiente e imparcial. Aunque apuntan al mismo objetivo, asegurar una
adecuada administración de justicia, ambos conceptos son diferentes: la independencia es
una noción objetiva, que se relaciona con la inexistencia de vínculos del árbitro con las
partes o sus abogados que puedan condicionar su juicio; la imparcialidad, en cambio, es una
cuestión subjetiva, propia del estado de conciencia del árbitro, que le permite no tener
favoritismos ni prejuicios respecto de las partes. El deber de revelación al que alude el
inciso a) de la norma en comentario es una herramienta preventiva para asegurar la
independencia e imparcialidad. Siguiendo las normas usuales del derecho comparado, el C.
C. y C. N. obliga a los árbitros a poner en conocimiento de las partes “cualquier
circunstancia” que pueda afectar aquellas condiciones. Algunas normas, sin embargo, van
un poco más allá y lo obligan a revelar cualquier circunstancia “susceptible, desde el punto
de vista de las partes, de poner en duda su independencia, así como cualquier circunstancia
que pudiere dar lugar a dudas razonables sobre su imparcialidad”. Como puede apreciarse,
el estándar de revelación de esta última norma es más amplio que el de nuestro Código,
pues incluye la revelación de circunstancias que, aun cuando a criterio del árbitro puedan
no afectar su independencia e imparcialidad, sean apenas “susceptibles” de crear una “duda
razonable” sobre esas cualidades, “a los ojos de las partes”.

La segunda obligación, que el C. C. y C. N. impone a los árbitros, es la de cumplir con su


cometido hasta la terminación del proceso, salvo impedimento o causa legítima de
renuncia. Ello se justifica no solo por la índole de las funciones que los árbitros están
llamados a desempeñar, sino, también, porque dado que sus deberes nacen de un contrato
bilateral con prestaciones recíprocas, ninguna de las partes de este (las partes del arbitraje y
los árbitros) puede dejar, unilateralmente, de lado sus obligaciones o responsabilidades.

En tercer lugar, el C. C. y C. N. establece el deber de confidencialidad de los árbitros. La


norma se justifica con el fin de eliminar dudas, dado que, en el derecho comparado, se
discute si este es un deber implícito de los árbitros o debe ser expresamente contemplado.
Sin embargo, la norma no determina de manera específica sobre qué materias o aspectos
recae la confidencialidad que impone a los árbitros. Asimismo, la disposición tampoco
estipula cuáles son las consecuencias de la infracción a ese deber, aunque es razonable
pensar que podrá dar lugar al reclamo de los daños y perjuicios que la divulgación produzca
a las partes.

Las restantes obligaciones son una consecuencia del carácter intuitu personae de la
actuación de los árbitros. La atención de los actos procesales (incluyendo la asistencia a las
audiencias, a las deliberaciones con los otros árbitros y la redacción del laudo) es
absolutamente personal e indelegable. La condición de juez que una persona adquiere por
su designación como árbitro y la responsabilidad de la tarea, que le cabe en la
determinación de los derechos y obligaciones de las partes, le exigen no solo una atención
personal, sino diligente. La parte final de la norma incorpora una regla que, si bien es una
de las obligaciones de los árbitros, es, al mismo tiempo, un principio fundamental del
procedimiento arbitral. La igualdad de las partes y los principios de contradicción y
audiencia se vinculan con la garantía del debido proceso, capaz de afectar no solamente la
responsabilidad de los árbitros, sino, además, la validez del laudo. Justamente, una de las
causales universalmente aceptadas de nulidad de los laudos es, precisamente, la
irregularidad en el procedimiento o la afectación del debido proceso.

[13] Artículo 1662, Ley N.° 26994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación
Argentina. Recuperado de t.ly/UXo3

Actividad de Repaso
Une las siguientes frases estableciendo qué tema es al que se está refiriendo la situación

descripta extraída de fallos jurisprudenciales.





 En el juicio arbitral pueden las partes elegir libremente, para jueces, a


personas que ten
 …aquellos de los jueces privados (árbitros) no tienen que serlo
necesariamente, dado que l
 …el accionado podrá oponer la excepción de incompetencia y el juez
deberá declinarla en fa
 …hubiese correspondido incluso deferir a los árbitros la decisión sobre
su propia competen

 1. Retribución de los árbitros.


 2. Determinación de la propia competencia.
 3. Competencia.
 4. Designación y calidades.

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LECCIÓN 2 -
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LECCIÓN 1 -
Los árbitros

Referencias
LECCIÓN 2 de 3

Ley Modelo de la CNUDMI Sobre Arbitraje Comercial Internacional (1985).


Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil Internacional (con las
enmiendas aprobadas en 2006). Recuperado de
https://uncitral.un.org/sites/uncitral.un.org/files/media-documents/uncitral/es/07-
87001_ebook.pdf

Ley N.° 17454 (1981). Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. Honorable
Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/15000-19999/16547/texact.htm

Ley N.° 26994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la
Nación Argentina. Recuperado de
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/235000-239999/235975/norma.htm

Sala A, Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial. “Grupo Propeller S.A. y


Hincubu S.A.” MJ-JU-M-78855-AR | MJJ78855 (2013).

UniversoJus.com (s.f.). Interpretación Art. 1649 del C.CyC. Infojus. Recuperado de


http://universojus.com/ccc-comentado-infojus/interpretacion-art-1649

LECCIÓN 3 -
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Inicio

Laudo arbitral
LECCIÓN 1 de 4
Laudo arbitral. Naturaleza, efectos y ejecución del laudo
Puede definirse el laudo como la resolución que dicta un tribunal arbitral, con el
objeto de dirimir una controversia jurídica determinada. En consecuencia, la
naturaleza jurídica del laudo es conclusiva y, en tal sentido, pone fin a una disputa
sometida a arbitraje. Dado dicho fin instrumental, el laudo se asimila en todo a una
sentencia, y así obliga a las partes. El arbitraje presupone la coincidente voluntad de
las partes para que su conflicto, presente o futuro, se desate mediante esta figura. A
diferencia de la jurisdicción, o la justicia permanente, la concurrencia al arbitraje
debe ser consensuada, de manera que el laudo es precisamente la concreción de la
habilitación que se le otorga a los árbitros para poder decidir un litigio. El arbitraje
está llamado a desembocar en un laudo, prácticamente sin que se contemple,
normativamente hablando, otro tipo de resolución llamada a finiquitar la actuación
de los árbitros.

Debe anotarse que existen elementos comunes que se predican del laudo y de las
sentencias, premisa que ha convocado a que la jurisprudencia califique al arbitraje
como un verdadero “equivalente jurisdiccional”. Desde la otra cara de la moneda, la
intervención jurisdiccional en el laudo se encuentra limitada, bien al conocimiento y
definición del recurso de anulación, a su ejecución forzosa, o al exequátur de laudos
extranjeros.

Laudos y sentencias, llamados a finiquitar una controversia, poseen carácter formal,


deben constar por escrito y ser firmados por los falladores que participaron en su
adopción, constando si se registran aclaraciones o salvamentos de voto. Tanto los
laudos como las sentencias, siempre tendrán que estar motivados, ello a pesar,
incluso, de que el arbitraje sea en equidad, por cuanto lo que se exonera en tal caso
es a tener fundamentación jurídica, mas no a librarse de la justificación teleológica
que condujo a la decisión.
En virtud del principio dispositivo, igualmente, tanto el laudo como la sentencia
deben honrar la identidad entre lo resuelto y lo controvertido o pedido en el proceso.
En función de su contenido, ambos actos tienen como fin declarar la preexistencia
de un derecho o de una situación jurídica; crear, modificar o extinguir una relación
jurídica determinada, y/o imponer una condena. (Herrera Mercado, 2018,
t.ly/0kwC).

El laudo arbitral es una verdadera sentencia, dotada de la fuerza obligatoria que


caracteriza a los actos de autoridad. Alcanza la calidad de la cosa juzgada y tiene
fuerza ejecutiva sin más; ha sido dictado para solucionar un conflicto, mediante la
aplicación del derecho al caso sometido a arbitraje (tanto en el supuesto de arbitraje
de derecho como de amigables componedores). También, en el arbitraje, se deben
respetar los principios del debido proceso. Es decir, el arbitraje reúne todos los
requisitos propios de la jurisdicción. Y si bien los árbitros no pueden ejercer la
coacción estatal, ello no puede llevar a negar carácter jurisdiccional a su función,
porque lo importante y determinante de su naturaleza son todas las características
propias de la jurisdicción que ostentan y no aquello que no tienen. En sentido
coincidente, se ha señalado que

… la circunstancia de que los árbitros se hallen desprovistos de la potestad de


imponer coactivamente el cumplimiento de sus decisiones (imperium) reviste
carácter secundario frente a la atribución que las leyes les conceden. en el sentido de
decidir, con determinadas excepciones, toda cuestión entre partes… de manera que
el laudo arbitral, en la medida en que entraña un juzgamiento (iudicium), participa
de la obligatoriedad que caracteriza a los actos de autoridad y no puede concebirse
emitido por los árbitros en calidad de "partes" de un negocio jurídico privado sino de
terceros a quienes "el ordenamiento jurídico concede, con la condición de que se
cumpla una declaración de voluntad exteriorizada en el acto del compromiso, la
función pública consistente en dirimir una controversia. (Anaya, 2000, t.ly/oR0s).

Invitamos a leer las consideraciones preliminares de la sentencia dictada en el caso Pluris


Energy Group Inc. (Islas Vírgenes Británicas y otro c/ San Enrique Petrolera S.A. y otros |
organismos externos).[1]

Fuente: Sala A, Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial “Islas Vírgenes


Británicas y otro c/ San Enrique Petrolera S.A. y otros | organismos externos.” MJ-JU-M-
86497-AR | MJJ86497 (2014).

Fallo-argentino-en-materia-de-AI.-Pluris-Energy.pdf
170.2 KB
Refuerza estos conceptos Anaya cuando dice que “los árbitros integran un tribunal
de justicia aunque no formen parte del Poder Judicial”. Pero, si bien no integran la
organización judicial estatal, es el Estado el que reconoce a las partes la facultad de
resolver las divergencias que las separan mediante el arbitraje. El hecho que los
árbitros sean designados por las partes no quita su calidad de jueces cuando realizan
la tarea arbitral, ni el carácter de sentencias a sus decisiones. Conforme se ha
señalado, si bien el arbitraje es una jurisdicción de fuente convencional y voluntaria,
se convierte en obligatoria para las partes cuando acuerdan someter ciertas
cuestiones de sustancia patrimonial o disponible a una jurisdicción especial
constituida por personas libremente designadas por ellas.

En sentido coincidente, Roque Caivano dice que, en el caso de los árbitros,

… su jurisdicción depende en forma mediata de las normas que admiten la


instauración de un sistema particular de administración de justicia, si bien en forma
inmediata la facultad de juzgar les es atribuida por los litigantes que los nombran
para resolver un caso concreto … (2008).

En dicho supuesto, "su jurisdicción sufre una doble limitación, rationemateriae y


rationetempus; los árbitros no pueden pronunciarse sobre cuestiones que no le han
sido sometidas, y deben laudar dentro de un plazo expresa o tácitamente concedido
por las partes." La jurisdicción de los árbitros, a diferencia de la que tienen los
jueces estatales, "no es permanente ni genérica, sino limitada a las cuestiones
comprometidas y a un tiempo determinado que las partes -o en defecto de pacto
expreso, la ley-, le otorgan para la expedición del laudo"; pero "la decisión mediante
la cual los árbitros resuelven el litigio que las partes le sometieron, constituye la
expresión más concreta de la jurisdicción que aquéllos ejercen". La jurisdicción de
los árbitros está sujeta a límites materiales y temporales, pues sólo pueden
pronunciarse sobre las cuestiones que las partes le sometieron y deben dictar el
laudo dentro del plazo fijado, bajo pena de nulidad (Caviano, 2008).

Como señala Clariá Olmedo, quienes se desempeñan como árbitros cumplen la


función pública estatal de aplicar en concreto el derecho objetivo superpartes;
carecen de imperium, al que corresponde la coertio y la ejecutio, pero tienen
el iudicium, esencia determinante de la jurisdicción. El laudo de los árbitros no
constituye un mero dictamen, sino que se trata de una decisión jurisdiccional que
ostenta la obligatoriedad propia de los actos de autoridad. Por lo expuesto, el laudo
arbitral es una verdadera sentencia y tiene la fuerza obligatoria que caracteriza a los
actos de autoridad; alcanza la calidad de la cosa juzgada y tiene fuerza ejecutiva,
como ya se señalara.
Actividades de repaso
El laudo arbitral es una verdadera sentencia dotada de la fuerza obligatoria que caracteriza a

los actos de autoridad; alcanza la calidad de la cosa juzgada.

Vinculante y obligatorio.
Temporal.
Limitación material.
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La jurisdicción de los árbitros está sujeta a límites temporales, pues sólo pueden

pronunciarse sobre las cuestiones que las partes le sometieron y deben dictar el laudo

dentro del plazo fijado.

Vinculante y obligatorio.
Temporal.
Limitación material.
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La jurisdicción de los árbitros, a diferencia de la que tienen los jueces estatales, no es

permanente ni genérica, sino limitada a las cuestiones comprometidas.

Vinculante y obligatorio.
Temporal.
Limitación material.
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Revisión de los laudos arbitrales

ARTÍCULO 1656. Efectos. Revisión de los laudos arbitrales El convenio arbitral obliga a
las partes a cumplir lo estipulado y excluye la competencia de los tribunales judiciales
sobre las controversias sometidas a arbitraje, excepto que el tribunal arbitral no esté aun
conociendo de la controversia, y el convenio parezca ser manifiestamente nulo o
inaplicable.

En caso de duda ha de estarse a la mayor eficacia del contrato de arbitraje.

Los laudos arbitrales que se dicten en el marco de las disposiciones de este Capítulo pueden
ser revisados ante la justicia competente por la materia y el territorio cuando se invoquen
causales de nulidad, total o parcial, conforme con las disposiciones del presente Código. En
el contrato de arbitraje no se puede renunciar a la impugnación judicial del laudo definitivo
que fuera contrario al ordenamiento jurídico.1
Para el análisis de esta norma seguimos los comentarios realizados por la Dra. Verónica
Sandler Obregón a los artículos específicos del Código Civil y Comercial de la Nación,
publicado por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación. La autora señala
que la norma determina claramente los efectos del contrato de arbitraje respecto de la
jurisdicción estatal y establece una regla de interpretación favorable a la eficacia del
acuerdo arbitral. La parte final de la norma remite a causales de nulidad “conforme las
disposiciones del presente Código”, e impide la renuncia a la impugnación judicial del
laudo definitivo que resulte contrario al ordenamiento jurídico (vale decir, susceptible de
nulidad parcial o total); además hace judicialmente revisables los laudos en cuanto al fondo,
aunque se hubiese renunciado al recurso de apelación.

Si desglosamos el artículo citado, podemos observar que

El primer párrafo del artículo 1656 CCyC reconoce el efecto negativo del acuerdo arbitral,
que hemos explicado al comentar el artículo 1649 CCyC, al convenir el sometimiento de
ciertas cuestiones a juicio de árbitros las partes están renunciando a ser juzgadas por los
tribunales judiciales. Adicionalmente, siguiendo las normas más modernas del derecho
comparado, establece que esa renuncia se mantendrá aun cuando el arbitraje no se hubiese
iniciado, obligando al juez estatal a quien se someta una controversia para cuya resolución
se hubiese pactado el arbitraje a declararse incompetente, salvo que el acuerdo arbitral
aparezca como manifiestamente nulo o inaplicable.

El segundo párrafo es igualmente acertado, al establecer una regla de interpretación que


favorezca la eficacia del acuerdo arbitral. Esta disposición es especialmente útil en nuestro
país, dado que existe una tendencia jurisprudencial a considerar que el acuerdo arbitral es
de interpretación restrictiva y, que en caso de duda, debe estarse a la subsistencia de la
jurisdicción judicial. El párrafo final referido al control judicial sobre el arbitraje, sienta una
regla que parece ir en el sentido de la enorme mayoría de las leyes comparadas, al prever
que el laudo solo será susceptible de un recurso de nulidad. Con escasas excepciones, las
legislaciones de arbitraje establecen, siguiendo el esquema de la Ley Modelo de
UNCITRAL que contra un laudo arbitral solo podrá recurrirse ante un tribunal mediante
una petición de nulidad, por causales universalmente reconocidas —causales que han sido
tomadas de las previstas en la Convención de Nueva York de 1958 para denegar el
reconocimiento o ejecución de un laudo extranjero—:

a) que alguna de las partes hubiese estado sujeta a alguna incapacidad susceptible de
invalidar el acuerdo arbitral;

b) que la recurrente no hubiese sido debidamente notificada de la designación del árbitro o


del procedimiento de arbitraje, o que no hubiese podido (por cualquier otra razón) hacer
valer sus medios de defensa;

c) que el laudo estuviese referido a una diferencia no sometida a juicio de árbitros, es decir,
no incluida en el acuerdo arbitral, o contuviese decisiones en exceso de los términos del
acuerdo arbitral;
d) que la constitución del tribunal o el procedimiento arbitral no se hubiesen ajustado al
acuerdo celebrado por las partes, o en su defecto, a la ley;

e) que el objeto de la controversia no es susceptible de arbitraje; o

f) que el laudo es contrario al orden público.

Ello ha importado erradicar el recurso de apelación ante el


Poder Judicial, que autoriza una revisión sobre el fondo de las
cuestiones resueltas por los árbitros, recurso que ya
prácticamente no existe en ninguna parte del mundo. Bajo el
esquema prevaleciente, que parece recoger esta parte del
artículo 1656, el laudo es inapelable y, en principio, solo sujeto
al restringido control por vía de recurso de nulidad. La remisión
que establece a las causales de nulidad “conforme con las
disposiciones del presente Código”, está reglada en los Códigos
Procesales (v. gr. artículos 760 y 771 CPCCN y concs.).
Además, establece que “en el contrato de arbitraje no se puede
renunciar a la impugnación judicial del laudo definitivo que
fuera contrario al ordenamiento jurídico”. Esta expresión
parece estar inspirada en la sentencia de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación (CSJN) en el caso “Cartellone”, que ha
sido objeto de fundadas críticas. En el caso, la Corte partió de
interpretar que la metodología utilizada en el laudo para
calcular los intereses que condenó a pagar a la demandada
“conduce a un resultado desproporcionado e irrazonable, que
supera ostensiblemente la pretensión del acreedor y produce un
inequívoco e injustificado despojo al deudor, lesivo de su
derecho de propiedad, prescinde de la realidad económica y
altera la relación entre el monto originariamente reclamado…”.
A consecuencia de ello, la Corte se sintió legitimada a revisar
los méritos del laudo y, aunque las partes habían renunciado al
recurso de apelación —única vía que, en principio autoriza esa
revisión— razonó que “no puede lícitamente interpretarse que
la renuncia a apelar una decisión arbitral se extienda a
supuestos en que los términos del laudo que se dicte contraríen
el orden público, pues no es lógico prever, al formular una
renuncia con ese contenido, que los árbitros adoptarán una
decisión que incurra en aquel vicio”. Y concluyó estableciendo
que si bien “la apreciación de los hechos y la aplicación regular
del derecho son funciones de los árbitros y, en consecuencia, el
laudo que dicten será inapelable en esas condiciones”, “su
decisión podrá impugnarse judicialmente cuando sea
inconstitucional, ilegal o irrazonable”. Conforme la doctrina
que emana de dicho fallo, aunque no exista recurso de
apelación (sea porque la ley no lo prevé, sea porque las partes
lo renunciaron), bastará con invocar que la decisión de los
árbitros es “contraria al ordenamiento jurídico” para abrir la vía
judicial. Y, con independencia de la suerte que termine
corriendo el recurso, su sola admisibilidad habrá hecho perder
al laudo el carácter “final” que naturalmente ostenta, al tener
que pasar por una instancia judicial de revisión plena. La
fórmula utilizada por el legislador es amplia y aumenta la
posibilidad de la intervención judicial a revisar la validez de los
laudos, por causales perfectamente definidas. Esta redacción
abre una vía de recurso muy amplia que puede convertir al
arbitraje en una justicia “de primera instancia”, susceptible de
revisión judicial con la sola invocación de que el laudo
contraría el ordenamiento jurídico. (UniversoJus.com, s.f.,
t.ly/isH7).
Reconocimiento de laudos arbitrajes dictados en el extranjero

Bustillo (2019), sostiene que

Nuestro ordenamiento considera que el respeto por el orden


público interno es una condición para el reconocimiento de los
laudos arbitrales dictados en el extranjero; tal es así que la ley
argentina de arbitraje comercial internacional, ley 27.449, la
contempla como causal que permite denegar el reconocimiento
o ejecución de un laudo arbitral el que fuera contrario al orden
público internacional argentino (artículo 104, b. II), el Código
Procesal Civil y Comercial, lo contempla en su artículo 517
apartado 4 colocándolo como un requisito sustancial a la hora
de convertir dicho laudo en un título ejecutable en la República
Argentina y, finalmente, el Código Civil y Comercial de la
Nación lo dispone en su artículo 2600. … lo que debe
prevalecer a la hora de reconocer y conceder o no su
ejecutoriedad es la autonomía de las partes, la buena fe y los
acuerdos internacionales suscriptos, limitando así el uso
corriente del orden público por parte del Estado Nacional para
incumplir con los laudos arbitrales cuando su resolución no le
es favorable. Pues, como afirman los autores mencionados
precedentemente, lo que debe resultar relevante son los
intereses de la sociedad en un determinado momento.
(t.ly/wJkP).

LECCIÓN 2 -
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Laudo ArbitralSIGUIENTE
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Laudo ArbitralSIGUIENTE
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LECCIÓN 1 -
Laudo arbitral

Referencias
LECCIÓN 2 de 4

Anaya, J. L. (2000). Las facultades de los árbitros, en Revista Verba Iustitiae. Revista de
la Facultad de Derecho de Morón 10, 45. Recuperado de http://www.saij.gob.ar/jaime-luis-
anaya-facultades-arbitros-dacf000082-2000/123456789-0abc-defg2800-00fcanirtcod

Bustillo, M. del R. (2019). El orden público como barrera para la ejecución de laudos
arbitrales dictados en el extranjero. Recuperado de https://abogados.com.ar/el-orden-
publico-como-barrera-para-la-ejecucion-de-laudos-arbitrales-dictados-en-el-extranjero/
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Caivano, R. (2008). Arbitraje. Buenos Aires: AD.

Herrera Mercado, H. (2018). El laudo arbitral y la sentencia judicial: similitudes y


diferencias. Recuperado de https://www.ambitojuridico.com/noticias/columnista-
impreso/mercantil-propiedad-intelectual-y-arbitraje/el-laudo-arbitral-y-la
Ley N.° 26994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la
Nación Argentina. Recuperado de t.ly/UXo3

Sala A, Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial. “Islas Vírgenes Británicas y


otro c/ San Enrique Petrolera S.A. y otros | organismos externos.” MJ-JU-M-86497-AR |
MJJ86497 (2014).

UniversoJus.com (s.f.). Interpretación Art. 1656 del C.CyC. Infojus. Recuperado de


http://universojus.com/ccc-comentado-infojus/interpretacion-art-1656

LECCIÓN 3 -
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LECCIÓN 2 -
Referencias

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LECCIÓN 3 de 4
Hasta acá aprendimos
Arbitraje

El arbitraje es un método heterocompositivo de resolución de conflictos por el cual un
árbitro/tribunal decide sobre la cuestión que se le presenta y ese laudo es obligatorio como
una sentencia judicial. Es voluntario en cuanto a su elección y tiene como ventajas
principalmente la especialización y la posibilidad de crear un arbitraje a medida.
Acuerdo arbitral

En el Código Civil y Comercial Nacional se establece que hay contrato de arbitraje cuando
las partes decidan someter sus controversias a la decisión de un árbitro/tribunal arbitral,
siempre que no esté comprometido el orden público. El acuerdo arbitral no tiene
formalidades especiales y puede ser de diferentes modos: de amigables componedores/de
derecho; institucional/libre.
Los árbitros

Los árbitros pueden ser elegidos voluntariamente por las partes y también se pueden
establecer que reúnan condiciones especiales. No pueden ser recusados sin causa y son
ellos quienes determinan su propia competencia.
Laudo arbitral

El laudo arbitral (decisión de un árbitro/tribunal arbitral) tiene los mismos efectos que una
sentencia –es cosa juzgada-, por consiguiente es obligatorio para las partes y frente al
incumplimiento puede ser ejecutado por vía de ejecución de sentencia. Sólo es recurrible
por nulidad.

LECCIÓN 4 -
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