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Se entiende por contaminación acústica la presencia en el ambiente de ruidos o vibraciones,

cualquiera que sea el emisor acústico que los origine, que impliquen molestia, riesgo o daño
para las personas, para el desarrollo de sus actividades o para los bienes de cualquier
naturaleza, o que causen efectos significativos sobre el medio ambiente.
En esta página se puede obtener información sobre la legislación básica sobre ruido
ambiental, las actuaciones sobre evaluación y gestión del ruido ambiental llevadas a cabo, así
como, sobre conceptos básicos de contaminación acústica.

En Colombia se ha establecido que el máximo permitido durante las horas del día en las zonas
residenciales es de 65 decibeles (dB); en zonas comerciales e industriales, hasta 70 dB y en zonas
de tranquilidad 45 dB; mientras que en las noches el máximo permitido es de 45 dB en zonas
residenciales, 60 dB en comerciales,

Las administraciones también pueden tomar medidas para una


adecuada gestión ambiental del ruido que contribuya a reducir
la contaminación auditiva. Por ejemplo: proteger determinadas zonas —
áreas de campo, espacios de interés natural, parques urbanos, etc.— del
ruido, establecer normativas que contemplen medidas preventivas y
correctivas —distancia obligatoria entre zonas residenciales y focos de ruido
como los aeropuertos, multas para aquellos que superen los límites de
ruido, etc.—, aislar acústicamente los edificios de nueva construcción, crear
zonas peatonales con horarios de circulación restringidos para la carga y
descarga de mercancías, sustituir el asfalto habitual por otros más eficaces
que reducen hasta 3 dB el ruido de la calle, entre otras.

En los últimos años y desde la Unión Europea se ha potenciado el uso de


nuevas barreras que permiten cambios en las ondas de sonido
principalmente para autopistas y otros transportes como los trenes. Las
pruebas se han realizado en el Benelux y parece que se va a expandir por
el norte de Europa. A su vez, se está trabajando en nuevos asfaltos más
esponjosos y silenciosos, que además son mejores para el medio ambiente.
Pequeños gestos para cuidar tus oídos y tu
audición
Mantener una rutina auditiva saludable es muy importante y puede marcar
el devenir de nuestros oídos en un futuro no muy lejano. Si tenemos
unos hábitos auditivos sanos, lo agradeceremos por el bienestar de
nuestra audición. Es obvio que escuchar música a gran volumen puede
dañar la calidad de nuestra audición y de nuestros oídos, pero también
existen gestos pequeños capaces de marcar la diferencia. La educación
auditiva es vital para gozar de un buen oído durante el resto de nuestra
vida y aquí podemos ver algunos ejemplos claros para saber qué hacer.
Limpiar los oídos con regularidad
La higiene es vital para prevenir infecciones, las cuales pueden resultar en
una pérdida de la audición de manera temporal o incluso irreversible. Es
muy importante saber cómo hacerlo bien, ya que de lo contrario las
consecuencias pueden resultar catastróficas. Por ejemplo, hay evitar
cualquier elemento que resulte intrusivo para el canal auditivo , como por
ejemplo los bastoncillos.
Bajar el sonido de la televisión
Bajar el volumen de la televisión, sobre todo si estamos viendo una
película de acción u otra con muchos cambios de intensidad acústica (se
puede intuir si hay disparos, bombas...), ya que si dicho cambio es
brusco, puede ser muy dañino para nuestra audición. Aunque solo sea
un nivel menos, la diferencia puede resultar prácticamente imperceptible
y los oídos pueden disfrutar de un pequeño descanso. Al acostumbrarlos
a un nivel de decibelios menor el futuro de nuestros oídos y de nuestra
audición será más próspero. La misma máxima se puede aplicar a la
hora de escuchar música.
No introducir auriculares en el oído
Los auriculares pueden ser peligros al resultar intrusivos para los oídos.
Lo ideal es no utilizarlos, en su defecto optar por unos cascos, aunque en
el caso de hacerlo se recomienda introducirlos lo menos posible en el
canal auditivo para no dañar ni a éste ni al tímpano.
Revisiones médicas periódicas
Visita a un médico especialista de manera periódica , sobre todo a partir de
los 50 años. Y, aunque seas más joven, hazlo al menos una vez al año.
Esta es la mejor forma de detectar lesiones o infecciones en los oídos,
así como el mínimo indicio de una posible pérdida de la audición. Con
solo unos minutos en el médico, se pueden ganar muchos años de
audición.
Cuidado con los conciertos
En las salas de conciertos de música y en las discotecas se emiten
sonidos a un nivel de decibelios muy por encima de lo recomendado.
Procura no frecuentarlos muy a menudo y, en el caso de hacerlo, dale
una tregua a tus oídos. Para ello puedes hacer una pausa cada 30 o 40
minutos. Y si estás 2 horas a un nivel acústico por encima de los 100
decibelios, deberías darle un descanso a tus oídos durante al menos las
16 horas posteriores
Dormir en silencio
Duerme en un entorno silencioso. Para ello apaga la televisión y el
reproductor de música, no pongas la lavadora ni el lavavajillas... Cuanto
menos ruido haya, no solo descansarás mejor, sino que además tus
oídos también lo harán. Ten en cuenta que los oídos también necesitan
reposo para poder rendir mejor a largo plazo.
Utilizar tapones para nadar
Si vas a nadar en una piscina o en el mar, debes ser consciente de toda
la suciedad y de todos los elementos químicos que puede haber en esa
agua. Para evitar que se metan dentro de tu canal auditivo, lo mejor es
llevar tapones de oído para natación.
Sonidos de la naturaleza
Los expertos en salud auditiva recomiendan que de vez en cuando
vayamos a lugares tranquilos para que los oídos se relajen. Está
comprobado médicamente que una tarde en medio de la naturaleza,
escuchando prácticamente solo el piar de los pájaros y la corriente de un
riachuelo, es muy reconfortante para los oídos y frena la pérdida de
audición.
Evitar los gritos
Aunque según el ambiente en el que te muevas, puede que eso sea más
complicado, por ejemplo si tienes niños pequeños o trabajas en un
colegio. En cualquier caso, fomentar la educación acústica es primordial
para todos porque cuanto menos gritos haya (al margen de menos
dolores de cabeza y de garganta para todas las partes), también se
producirán menos dolores de oído. Todo ello se puede traducir a la larga
en menos casos de sordera parcial o completa.

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