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DIALOGO LEYENDA 5

Diego: (mientras repara las cadenillas) ¿Cómo va todo, Sara? Hoy el sol brilla con fuerza.

Sara: (sonríe) Sí, Diego, todo bien. Gracias por tu ayuda con la barca.

Diego: Me alegra oírlo. ¿Has visto a tu padre hoy?

Sara: (suspira) Sí, lo vi. Siempre está ocupado con sus asuntos.

Diego: Daniel es un hombre peculiar, ¿verdad? ¿Alguna vez te ha contado algo sobre su pasado?

Sara: (frunce el ceño) Mi padre no es de los que comparten sus pensamientos. Prefiere guardar secretos.

Diego: (asiente) Bueno, cada uno tiene sus razones. Pero, ¿cómo te sientes viviendo bajo su techo?

Sara: A veces es complicado. Mi padre tiene ideas muy arraigadas, y yo...

Diego: (curioso) ¿Tienes algún secreto también?

Sara: (duda) No exactamente un secreto, pero hay algo que él no entendería. He conocido a alguien,
alguien que no comparte nuestra religión.

Diego: (preocupado) ¿Y cómo manejará tu padre eso?

Sara: No lo sé. Pero estoy dispuesta a enfrentar las consecuencias. No dejaré que nadie dicte mi corazón.

(Los días pasan y Daniel descubre la relación de Sara. Decide investigar y encuentra el lugar de
encuentro. Sara, prevenida, se apresura a la orilla del río con el barquero.)

Daniel: (furioso) ¡Sara, no puedes seguir con esto! ¡Estás manchando nuestra sangre!
Sara: (decidida) No permitiré que decidas por mí, padre. Mi amor no entiende de religiones.

(Daniel, junto a otros hombres, lleva a Sara a las ruinas de una iglesia abandonada. Sara se da cuenta de
que es su propio padre quien lidera la persecución.)

Sara: (impactada) ¿Padre? ¿Qué estás haciendo?

Daniel: (frío) Estoy protegiendo nuestra pureza. No permitiré que te entregues a un cristiano.

(Los hombres llevan a Sara hacia una fogata con una cruz y una corona de zarzales.)

Sara: (luchando contra las lágrimas) ¿Es este el amor que profesas, padre? No quiero ser parte de esto.

Daniel: (dolido) Has traicionado nuestra sangre, Sara. Ya no eres mi hija.

Sara: (firme) Y tú ya no eres mi padre. He encontrado otro que me enseña el verdadero amor.

(Años después, un arzobispo encuentra la rosa de pasión en las ruinas de la iglesia.)

Arzobispo: (maravillado) Una flor tan única. Llamémosla rosa de pasión por la historia que encierra.

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