Está en la página 1de 16

UNIDAD III

Docente: Ing. M.Sc. Luis Fiallos Ortega Ph.D.

ESTABLECIMIENTO DE PRADERAS

El establecimiento es el período más crítico de una pradera, cuya finalidad es


conseguir que sea una pradera altamente productiva, con plantas vigorosas, libre
de malezas y con capacidad para soportar cargas animal elevadas. Si no se
alcanza un óptimo establecimiento al primer año, es posible que la pradera tarde
años en alcanzar su máxima productividad y en muchos de los casos jamás
alcanzará su potencial productivo, ocasionando la pérdida de beneficios para el
productor.

Cuando la siembra es de leguminosas ya sea solas o en asociación con


gramíneas, los problemas para su establecimiento son mayores, siendo el
principal la maleza, que al competir con las leguminosas ocasionan un lento
desarrollo y se incrementan los costos del cultivo, debido a la necesidad de
utilizar métodos manuales, mecánicos y químicos para su control. La utilización
de herbicidas para el control de maleza han sido ampliamente evaluados en
cultivos básicos, pero se desconoce su efectividad en las leguminosas forrajeras.

El establecimiento de praderas puede enfrentar dos situaciones preexistentes:


una, consiste en el reemplazo de la vegetación nativa por gramíneas mejoradas,
mientras que la otra, consiste en el reemplazo de las praderas existentes por
especies mejoradas de mayor productividad.

Selección del sitio a sembrar.

En la producción de carne y leche bajo condiciones de pastoreo, el principal


factor a considerar en el establecimiento de una pradera es la selección del
terreno, mismo que involucra:

- La disponibilidad de agua para riego y su manejo;

- Potencial productivo del terreno, tomando en consideración la fertilidad


del suelo, su textura, pH y grado de rococidad, entre otros.

- La accesibilidad, el uso anterior y la topografía, son otros factores que


permiten asegurar el éxito durante la siembra.

- Otros aspectos colaterales que se deben considerar son la disponibilidad


de maquinaria, el equipo agrícola y la mano de obra disponible, así como
la capacidad de inversión y recursos humanos.
Preparación del terreno.

En virtud de que la siembra de praderas no requiere de una preparación intensa


del terreno como en el caso de otros cultivos, frecuentemente se incurre en el
error más común y más serio que se comete al preparar la tierra: el laboreo
excesivo o "sobrepreparación", causando con ello efectos negativos para el
desarrollo y establecimiento de las plántulas.

Las labores de preparación del terreno para la siembra están encaminadas a


lograr:

1) Una cama de raíces profunda y porosa que permita almacenar el máximo de


agua útil además de mantener aireadas las raíces.

2) Una cama de semilla, firma y mullida que permita colocar fácilmente las
semillas a la misma profundidad, puedan ser tapadas correctamente y se
mantenga una humedad apropiada para que complete su proceso de
germinación (Delorenzo, 2014).

El tipo de labores (aplicación de herbicida, arado, rastra, rotavator, rodillo) y el


número de éstas depende del cultivo anterior, así como del clima y el suelo de la
localidad.

Los problemas inherentes a una preparación excesiva del terreno son:

La destrucción de terrones pequeños por el impacto de la lluvia, lo que ha


favorecido la compactación y sellado de la superficie; asimismo, reduce la
infiltración del agua incrementando la escorrentía y erosión del suelo, la cual es
proporcional a la intensidad de la lluvia y a la pendiente del terreno.

Labranza tradicional.

Incluye las prácticas de barbecho y dos o más pasos de rastra. El objetivo es


lograr un control completo de la vegetación nativa o de la maleza presente,
dejando la superficie más o menos plana, sin terrones grandes y con pocos
residuos expuestos en la superficie del suelo. Esta es utilizada en suelos
estables con buena estructura como los Oxisoles y Ultisoles, donde es poco
posible una invasión de malezas.

Labranza reducida.

Controla la mayor parte de las malezas y vegetación. Deja el terreno con


abundancia de terrones grandes, una superficie áspera, con raíces y residuos
expuestos. Incluye un arado de cinceles y uno o dos pasos de rastra. Este tipo
de labranza es apto para terrenos de textura franco-arcillosa y franco-limosa.

Labranza mínima.

Consiste en un aflojamiento parcial del terreno, dejando terrones grandes, una


superficie muy áspera y una proporción apreciable de vegetación nativa. Se
realiza con arado de cinceles y rastra de discos en suelos de textura fina y
arenosa, respectivamente. La profundidad e intensidad de la labranza deberá
reducirse a medida que aumenta el contenido de arena en el suelo.

Labranza cero y control químico.

Práctica recomendada para suelos arenosos muy inestables (arenosos) o


accidentados, cuando no hay equipo de labranza disponible o cuando el riesgo
de erosión es demasiado alto como para permitir la labranza. En este caso, se
reducen al mínimo las pérdidas de suelo y agua. Para lograr un mejor
establecimiento en especies poco vigorosas durante la etapa inicial de
crecimiento, es recomendable controlar la vegetación presente con herbicida,
reduciendo así la competencia con las especies forrajeras.

Técnicamente, la remoción del suelo, es el componente más crítico, repercute


en la alteración de la actividad microbiana, la compactación y desplazamiento de
principios nutritivos, para producir biomasa forrajera. Se ha comprobado que una
fuerte remoción del suelo destruye la estabilidad del mismo, ya que en los
primeros años de establecido el potrero, se produce la mayor extracción de
reservas por las plantas, lo que puede llevar en los próximos años al
aparecimiento de áreas descubiertas de vegetación o de rebrote reducido, por lo
que se recomienda lo siguiente:

- Limitarse la implementación del arado, éste se considera exclusivamente,


para cereales y forrajeras de cosecha. Se constituye en alternativa la
labranza mínima ó la roturación moderada en franjas.

- Disminuir la frecuencia de roturación, no hacerlo cada 2 – 3 años.

- No se roturan áreas con especies naturales y perennes de hábito erecto,


pero si es necesario para el kikuyo.

- La roturación depende de la fertilidad del suelo. En caso de incorporar


fertilizante químico, la dosis debe fraccionarse, una parte se aplica en la
roturación, para no permitir el rápido desarrollo de malezas, que ahoguen
la mezcla sembrada.
Las raíces de una planta recién germinada tiene que penetrar el suelo para darle
anclaje, obtener humedad y los nutrimentos requeridos. En tierras no preparadas
las raíces son a veces incapaces de penetrar la superficie compactada, en parte
por la alta resistencia del suelo y la carencia de poros, además de la falta de
anclaje para la semilla germinada.

La preparación de tierras para la siembra del pasto, permite el control de la


vegetación original, la labranza del terreno y la aplicación de enmiendas y
fertilizantes.

Se realiza de manera similar a la de cualquier cultivo y dependerá de las


propiedades físicas del suelo y de la especie en particular.

Para el control de la siembra y la labranza se dispone de elementos como la


mano de obra (hacha, machete etc.), la maquinaria (motosierra, tractores e
implementos), los herbicidas (preemergentes y pos-emergentes) y el fuego. El
uso de una u otra de estas herramientas está decidida no solo por su efectividad,
por su costo o por ambos, sino también por la imposibilidad física o económica
de utilizar otra más efectiva.

Selección de la especie.

La especie a sembrar después del desmonte de la vegetación nativa es un factor


muy importante para el establecimiento y conservación de una buena pradera.
Considerando que luego del desmonte habrá una fuerte competencia generada
por el rebrote y crecimiento de plantas arbustivas. Los métodos de preparación
del terreno utilizados para el establecimiento de praderas.

Para la elección de la especie se debe dar énfasis al uso potencial de esta:


pastoreo, corte, heno, ensilado etc, además de otras características como
facilidad y agresividad de establecimiento, tolerancia a la sequía, inundación,
plagas y enfermedades, rendimientos, aceptabilidad, producción de semillas. En
regiones de clima cálido los factores más importantes al momento de seleccionar
especies forrajeras son el régimen de humedad del suelo (encharcamiento,
sequía), su acidez y fertilidad. En clima frío se debe tener en cuenta también la
presencia de heladas.

En donde la invasión de malezas sea alta, como en el zonas húmedas, se debe


escoger especies de gran vigor de crecimiento, muy agresivas que puedan
competir y establecerse rápidamente. En contraste, en las regiones
consideradas de menor potencial de malezas, como las sabanas, aún las
especies adaptadas menos vigorosas y menos agresivas se establecerán
exitosamente.
Calidad y cantidad de la semilla

Es fundamental conocer la calidad de la semilla para estimar la cantidad a


sembrar, y está en función de:

• La proporción de semillas capaces de germinar y formar plantas fuertes y


saludables

• El porcentaje de semillas de otro cultivo, material inerte y malezas

• Debe estar libre de plagas y enfermedades

• Debe hacerse consideraciones como: longevidad en el almacenamiento, tasa


de germinación, vigor, dormancia, semillas duras, origen y tamaño.

La cantidad de semilla que se siembre permite compensar por la baja calidad de


la misma. Esta cantidad de semilla depende, además, de la reserva de semilla
de las especies de la vegetación original; de que se siembren mayores
cantidades de semilla en que potencialmente germinarán más malezas. La
escarificación de la semilla para romper su dormancia y sincronizar su
germinación, es otra medida importante de manejo para hacer más competitivas
a las especies sembradas.

Riego

Durante el período de germinación de la semilla y el desarrollo de las plántulas,


el suelo debe permanecer húmedo en superficie. Como la semilla se siembra
superficialmente (entre 1,5 a 2,5 cm), se la expone a condiciones extremas. Si
las condiciones de humedad y temperatura son favorables, la semilla de alfalfa
absorbe el agua requerida para la germinación dentro de los 4 a 8 días. Luego
comienza el crecimiento de las plántulas, que por su fase de desarrollo no toleran
el estrés hídrico. Para evitar mortandad de plántulas durante este período, debe
haber humedad suficiente. Si el suelo se seca, se detiene el desarrollo de las
plántulas y puede ocurrir mortandad. Para evitar esto, la estrategia a utilizar es
dar riegos rápidos, frecuentes y con poca cantidad de agua. Obviamente lo
principal es sembrar a tiempo, al inicio de las precipitaciones (Delorenzo, 2014).

Época de siembra

De preferencia se debe sembrar en la época de lluvia, aunque se disponga de


riego para asegurar un buen establecimiento a un menor costo. Después de la
preparación del suelo es importante dejar caer dos o tres lluvias fuertes, antes
de sembrar y en especial, cuando se trata de semillas muy pequeñas para que
el suelo se asiente; de esta manera, se evita la tapada excesiva de la semilla con
la tierra suelta.

Métodos de siembra

Hay varios métodos de siembra y la selección de uno o de otro depende de varios


factores. En un área con posibilidades de siembra mecanizada, se podrán
considerar más opciones de aplicar métodos de siembra como al voleo, en
hileras, en hileras alternas de gramíneas y leguminosas, con la gramínea y la
leguminosa en la misma línea o aún con patrones de siembra diferente.

a. Siembra al voleo

La siembra al voleo es el método más generalizado en la siembra de


pastos y puede realizarse en forma manual, mecánica y aérea. El éxito
con este método depende de la uniformidad en la distribución de la semilla
que se puede mejorar mezclando ésta con material inerte o fertilizante,
siempre y cuando estos últimos no sean potásicos o nitrogenados. Deberá
controlarse cuidadosamente el movimiento dentro del campo para evitar
la sobresiembra o los espacios sin sembrar. En general, requiere mayor
cantidad de semilla debido a las pérdidas por arrastre y la desuniformidad
en la distribución.

Al voleo se corre el riesgo de que la distribución de la semilla sea mala,


por lo tanto la germinación y el crecimiento de las plantas será disparejo,
cuando se utiliza este sistema de siembra hay que prever un aumento de
la cantidad de semillas de por lo menos 20% para compensar las fallas de
germinación. Primero se siembra la gramínea (el pasto) y luego se pasa
una rastra de ramas a fin de tapar ligeramente, al final se distribuyen los
tréboles y llantén, las lluvias posteriores afirmarán definitivamente las
semillas al suelo.

b. Siembra en líneas

Las siembras en surcos o hileras es un método que permite el uso de


equipo agrícola convencional y necesita de buena preparación del suelo.
Tiene varias ventajas comparadas con la siembra al voleo. Permite el uso
más eficiente de la semilla y mejora la distribución de plantas, además
facilita las labores de deshierba principalmente durante el establecimiento.
En suelos de baja fertilidad permite la aplicación en bandas, de pequeñas
cantidades de fertilizante para favorecer la germinación y el crecimiento
inicial de la planta sin estimular demasiado el crecimiento de la maleza.
c. Siembra con materia vegetativo

Cuando la siembra se realiza con material vegetativo como esquejes o


plántulas se coloca en surco de 10 cm de profundidad y se distribuye a
chorro corrido, haciendo coincidir los extremos de una estaca con otra.
Luego se tapa con unos 3 a 5 cm de tierra. En plántulas se coloca de dos
a tres tallos con su raíz por golpe de siembra a 5 a 10 cm de profundidad
y a distancia entre plántulas de 15 a 25 cm en dependencia de la especie.

d. Siembra con cultivo colonizador

Con el propósito de mejorar las condiciones físicas y químicas del suelo,


reducir los costos de establecimiento de pastos, se contempla realizar un
cultivo precursor antes de la siembra de pastos. En clima templado es
común la siembra de un ciclo de cultivos papa-haba-zanahoria o maíz,
hortalizas, o avena-vicia; en clima megatérmico se puede sembrar maíz o
yuca, esto mejora las condiciones del suelo, permite aprovechar el
fertilizante residual y con la venta del producto cosechado se puede cubrir
los costos de establecimiento de la pastura

La siembra debe realizarse con un tiempo favorable, esto es, con suficiente lluvia
y una buena temperatura, pues las semillas para una buena germinación
necesitan sobre todo calor y humedad, sin embargo, hay que tener el cuidado de
no realizar la siembra en tiempo de grandes aguaceros, debido al peligro de
arrastre de las semillas.

La profundidad de siembra de las pasturas es muy importante, ya que el tamaño


de la semilla forrajera es muy pequeño (0,5 a 10 g/1000 semillas). Esto determina
una profundidad de siembra no mayor a 1 - 2 cm. Como una recomendación
general se dice que no puede ser mayor que 2,5 veces el tamaño de la semilla
(Zarza, 2014). En la mayoría de los casos, la causa del fracaso de las siembras
es el tamaño pequeño de la semilla que se asocia a reservas limitadas antes de
germinar, si la profundidad de siembra es excesiva, puede ocasionar que las
reservas se agoten antes de alcanzar la superficie, si es demasiado superficial
puede dar origen a una germinación lenta y desuniforme, por consiguiente se
estima de 1 a 2 cm. que se consiguen con el paso de una rastra de ramas luego
de esparcida la semilla.

Enmiendas y Fertilizantes

Para obtener una buena respuesta a la fertilización es necesario tener en cuenta


varios factores relacionados con el suelo, el clima, la planta y de la relación
costo/beneficio. El análisis del suelo y de tejidos se consideran una ayuda muy
valiosa para una recomendación adecuada de fertilizante.

Control de malezas

La eliminación de malezas durante el período de establecimiento es uno de los


factores más importantes en todo el proceso. Una labranza adecuada puede
realizarse en dos fases, es decir, uno o dos pases de rastras durante el período
seco esperando las primeras lluvias para que germinen las semillas de malezas
y luego eliminarlas con un último pase de rastra justo antes de la siembra.

En muchas gramíneas se conseja emplear un herbicida pre-emergente como


Atrazina, aplicado 1 ó 2 días después de la siembra en dosis de 1,8 kg/ha de
ingrediente activo. Cuando las plantas tienen 4 ó 5 hojas o las macollas y
estolones de pastos están pegados, pueden controlarse las malezas de hoja
ancha aplicando el herbicida 2-4-D-amina en dosis de 0,5 kg/ha de ingrediente
activo.

Mezclas forrajeras

Para que un potrero tenga una mejor producción en calidad y cantidad, es


necesario que esté conformado por mezclas de gramíneas, leguminosas y
adventicias útiles, de esta manera se puede alcanzar la autosuficiencia
alimentaria en las fincas ganaderas.

Las ventajas de sembrar juntas, gramíneas, leguminosas y adventicias son


diversas, siendo las principales las siguientes:

• La diferente profundidad de las raíces y altitud a que llegan las especies


permite que utilicen al máximo los elementos nutritivos del suelo y de la
atmósfera.

• Los efectos de la sequía, del exceso de humedad, plagas, etc., son menos
notorios porque si alguna especie se ve afectada por el factor que le sea
particularmente desfavorable, siempre hay otra u otras en la mezcla que resisten
mejor a aquellos factores negativos y compensan la producción de forraje.

• El forraje de las mezclas es más apetecido por el ganado que cuando se trata
de una siembra pura.

• Una dieta variada, es mejor calidad alimenticia y mejor balanceada. Dumont et


al. (1992; Gundel, 2008), han demostrado que potreros de raigrás aumentan el
consumo y la producción de leche de vacas a pastoreo, cuando incluyen 20-25%
de trébol blanco.
• Hay menor peligro de timpanismo (Torzón). En el caso del loto, el llantén
ayudan a prevenir los posibles problemas ocasionados por los tréboles y la
alfalfa.

• Las leguminosas gracias a la “simbiosis”, suministran nitrógeno a las


gramíneas. También el suelo se beneficia con el N de la simbiosis y la mayor
cantidad de materia orgánica y humus incorporado, con lo cual se tiene
producción sostenible sin contaminación ambiental.

• Se protege al suelo contra la erosión.

• Se controlan mejor las malas hierbas (malezas).

• Se disminuye el riesgo de plagas y enfermedades.

La composición botánica ideal, es:

• En la sierra, gramíneas 70-75%, leguminosas 25-30% y malezas 2-3%. Un


porcentaje más alto de leguminosas (tréboles) puede causar timpanismo, a
excepción del loto que como sabemos no causa torzón debido a que contiene
taninos. En zonas donde se produce bien la alfalfa, el aporte de esta leguminosa
a la mezcla debe ser entre un 50 y un 60% de la materia seca (MS) total ofrecida,
pero se puede llegar al 100%.

En la sierra, no debe mezclarse variedades anuales, bianuales y perennes,


debido a que cuando desaparecen las especies de rotación corta quedan
espacios vacíos y hay necesidad de resembrar; en todo caso al hacer este tipo
de mezclas, se debe buscar más densidad inicial con una proporción de especies
70% de perennes y 30% de anuales.
Cuadro 1. Cantidad de semilla necesaria para el establecimiento de praderas (kg/ha)

GERMINACION CANTIDAD DE SEMILLA


ESPECIE
% En surcos Al voleo

GRAMINEAS

Rye grass anual 90 15 15-25

Rye grass perenne 90 15 15-25

Pasto azul 85 6-15 20

Bromus unioloides 90 20-30 40-50

Bromus catharthicus 90 30-40 40-60

Festuca arundinacea 90 10-15 15-25

Festuca pratensis 90 10-15 15-25

Setaria 85 10 10-12

Phalaris tuberosa 80 5 5-10

Phalaris acuatica 80 5 5-10

Maíz forrajero 90 25-35 50

Avena forrajera 90 60 90

LEGUMINOSAS

Alfalfa 90 10-15 20-25

Trébol blanco 90 9 9-15

Trébol rojo 90 9 9-15

Trébol subterráneo 85 15 15-20

Vicia 85 45 45

Vicia atropurpurea 85 50 75

FUENTE: Grijalva et al - 2015


Cuadro 2. Cantidad de Semilla para el establecimiento de mezclas de gramíneas y
leguminosas forrajeras.

ALTERNATIVA kg/ha

1. R. grass perenne 25
R. G. anual 15
Trébol blanco 5

2. R. grass perenne 40
Trébol blanco 5

3. R. grass perenne 32
Trébol blanco 8
Trébol rojo 5

4. R. grass perenne 28
R, grass anual 15
Trébol blanco 4
Trébol rojo 3

5. R. grass perenne 20
R. grass anual 10
Trébol blanco 3
Trébol rojo 2
Pasto azul 15

6. R. grass anual 10
Pasto azul 20
Alfalfa 15

7. Pasto azul 20
Alfalfa 10

8. Festuca alta 25
Trébol blanco 5

9. Avena forrajera 90
Vicia 45

FUENTE: Grijalva et al – 2015


VALOR CULTURAL

“Valor cultural” (VC) o “valor real” (VR), es la cantidad de semillas puras en


condiciones de germinar. Se conoce el “valor cultural” en base de los porcentajes
de pureza y poder germinativo (energía germinativa), y es igual a:

VC = P x G / 100

Así, por ejemplo, si un kilogramo de avena tiene el 80% de pureza y el 90% de


poder germinativo, el valor cultural o real de la semilla será:

VC de la avena = 80 x 90 / 100 = 72%

En una variedad certificada de raigrás los estándares mínimos, son (De Lorenzo,
2014):

P = 99%, G = 90 %

VC del raigrás = 98 x 90 / 100 = 89 %

Significa que de cada 100 kg de semilla de avena, 72 kg están en condiciones


de germinar y, en el caso de raigrás 89 kg.

DENSIDAD DE SIEMBRA

Se conoce también como cantidad de semilla a sembrar. Si la recomendación


para la avena es sembrar 120 kg / ha (para forraje), en la práctica se corrige a:

Densidad de siembra = kg de semilla recomendados / VC x 100

Densidad de siembra de la avena = 120/72 x 100 = 167 kg de semilla/ha.

En el ejemplo del raigrás perenne cuya recomendación de densidad de siembra


es 30 kg/ha (en siembra al voleo):

Densidad de siembra corregida del raigrás = 30/89 x 100 = 34 kg de semilla/ha

PLANTA ESTABLECIDA

Es cuando se realiza la prueba de germinación directamente en el terreno (una


pequeña parcela o una caja con tierra) y determinar el número de plantas que se
implantan definitivamente y en base a este porcentaje ajustar la cantidad de
semilla a sembrar.
Se considera planta establecida, lograda o implantada, cuando las plántulas de
las gramíneas tienen dos hojas verdaderas y de las leguminosas una hoja
verdadera (en trébol una hoja trifoliada) y raíces verdaderas.

El establecimiento de una pastura se define cuando las plantas pasan de plántula


a planta lograda.

Este concepto es útil también para evaluar la siembra, pues al realizar la


inspección post siembra, lo ideal es:

• En la alfalfa, obtener a los 90 días de la siembra 300 plantas/m 2, de las cuales,


lo ideal es llegar a tener establecidas al finalizar el primer año 150 plantas/m2

• En los raigrases tener inicialmente (a los 45 días) 400-500 plantas/m2, luego en


un potrero establecido 300 plantas/m2

Factores agronómicos de post- siembra

Las acciones de post-siembra se refieren a la inspección de los campos de


pastoreo sembrados, para determinar el estado de la plantación y decidir que
labores son necesarias para comenzar la explotación, así como la planificación
de las fertilizaciones de mantenimiento.

Hay algunos parámetros que se ajustan en esta fase:

- La comprobación de un buen desarrollo radicular y foliar.


- La determinación del espacio cubierto después de la germinación, el área
cubierta debe estar alrededor del 75%, el restante 25% del espacio vacío,
se completa con el macollaje y producción de rizomas ó estolones,
posteriormente.
- La composición botánica en el establecimiento (corte de la igualación), no es
representativa de la relación (Gramíneas - Leguminosas - Malezas), por la
influencia de la vegetación de la sucesión secundaria expresada por las
malezas como vegetación acrecentante, en estas circunstancias tiene gran
importancia la composición florística de la comunidad vegetal evaluada. En
los cortes sucesivos se estabiliza la composición botánica, con lo que sí es
posible determinar la producción de biomasa forrajera.
- El primer corte, puede hacérselo alrededor de 3 - 4 meses con carga animal
baja y los pastoreos sucesivos alrededor de 2 meses de descanso, es
necesario conocer la capacidad receptiva del potrero para calibrar el número
de animales, para no destruir la cubierta vegetal.
- El primer ciclo de pastoreo es el más rico, para luego descender y finalmente
estabilizarse. Este pastoreo debe facilitar el desarrollo de plantas con alta
densidad de macollos y que todas tengan iguales posibilidades de crecer. El
elemento que calibra el sistema es la altura de corte o pastoreo, el
cubrimiento resultante debe favorecer el desarrollo de la mezcla forrajera
sembrada, para disminuir paulatinamente la influencia de las malezas. Según
referencias del INIAP (2016), un potrero evoluciona así:
1. Período de potrero artificial.
2. Período de depresión; y,
3. Período de potrero permanente.

1. Período de Potrero Artificial.


Luego de la siembra aparecen las malezas, lo importante, es no permitir que
produzcan semillas, se puede emplear la guadaña para despuntarlas, ó
controlarlas con el primer pastoreo, no se descuida lo siguiente:

- Aplicar nitrógeno después del primer pastoreo.


- Dispensar las heces, para evitar malos olores, disminución de la
palatabilidad, muerte de parásitos por acción de los rayos solares.
- Realizar cortes de igualación periódicos cada 3 - 4 meses, para conseguir
retoños iguales, con una altura homogénea.

2. Período de depresión
Este se caracteriza por que las malezas más persistentes entran en
competencia con las especies forrajeras sembradas, estas últimas asumen el
nombre de decrecientes, dependiendo del manejo y de las condiciones
medioambientales, la producción de biomasa forrajera alcanza valores
cambiantes.

El suelo, continua como soporte del sistema, por lo que es necesario reafirmar
lo siguiente:
- Permitir los aportes de materia orgánica
- Dosificar el aporte de nitrógeno
- Facilitar la actividad microbiana
- Favorecer la simbiosis entre leguminosas y rizobios específicos.

3. Período de potrero permanente


En este período se estabiliza la capacidad receptiva del potrero, la misma que
debe ser monitoreada permanentemente para definir las labores necesarias.
Los aspectos que se involucran son:

- La tendencia a establecerse la vegetación clímax como respuesta al medio


ecológico donde habitan, y el efecto sobre la persistencia, por el efecto de
pastoreo, y la quema.
- Él asocio producido según la especie, natural ó introducida.

Primeros pastoreos

El objetivo fundamental en el manejo de un potrero permanente recién


sembrado, no es obtener una alta producción inmediata de forraje sino lograr
una pradera vigorosa, longeva y que su producción sea consistente año tras año,
que nos recompense los cuidados que a ella le damos durante el manejo inicial.

Si posterior a la siembra aparecen muchas malezas (debido a “fallas” o aspectos


que no se manejaron bien), el crecimiento de éstas puede controlarse mediante
un corte mecánico con máquinas cosechadoras de forraje, dicho corte debe
hacerse a una altura tal que solamente elimine la parte aérea de las malezas y
en lo posible no toque a los pastos; de esta manera daremos luz a las plantas
forrajeras que se encuentran debajo e impediremos la formación de semillas de
malezas que más tarde infestarán la pastura.

Cuando el cultivo es monofítico, las malas hierbas se pueden eliminar mediante


la aplicación de herbicidas selectivos. El primer pastoreo es muy importante y la
decisión de cuándo y cómo realizarlo, determina totalmente el comportamiento
posterior de la pastura.
El mejor aprovechamiento inicial del potrero es mediante corte, teniendo el
cuidado de no dejar restos vegetales que tapen a las plantas tiernas. Delorenzo
(2014) señala que para el raigrás perenne es determinante un pastoreo con
animal joven en estado de plántula o tres hojas verdaderas, este pastoreo intenta
remover hasta 1/3 de las hojas y mejora en forma sustancial el ingreso de luz a
la base de la plántula induciendo su formación de macollas temprana y
optimizando su capacidad de cubrir el suelo en poco tiempo. La manera práctica
de establecer si la pastura está lista para ser pastoreada es, tomar un puñado
de pasto con la mano y arrancar las hojas como lo haría una vaca, si las plantas
no se salen de raíz, se puede realizar el pastoreo. Para el caso de siembra
asociada raigrás-trébol blanco, esta medida también ayuda a que la luz y la T°
impacte cerca del suelo y mejore el establecimiento del trébol, el cual es
severamente más lento en desarrollo. Se descartará por completo el uso de
vacunos pesados a causa del daño que pueden provocar las pezuñas sobre las
coronas de las plántulas y por el efecto excesivamente compactante en el suelo.

También podría gustarte